La campaña es impulsada por siete organizaciones feministas que buscan promover la construcción de redes y la difusión de información, para que los casos de violencia de género que se generen en este contexto de cuarentena y pandemia, reciban el apoyo necesario tanto de parte del Estado, como de las organizaciones de la sociedad civil, como de sus propias redes personales.
“#EnRedNosCuidamos“, es el nombre de la campaña que diversas organizaciones feministas lanzaron este miércoles y que pretende entregar una serie de herramientas a quienes sufran de violencia durante las cuarentenas instauradas por la crisis del COVID-19.
La campaña en sí contiene informaciones y mapeos de organizaciones territoriales que otorgan apoyo psicólogico y/o jurídico, orientación en caso de violencia contra mujeres, disidencias e infancia, así como también difusión de números de emergencia para enfrentar la violencia patriarcal y racista que se ha agudizado durante la crisis sanitaria.
La iniciativa levantada por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, la Red Feminista de Estudiantes y Trabajadoras de la Piscología (Psifem), y la Coordinadora Feminista 8M, junto a La Morada, Negrocentricxs y la Secretaría de Mujeres Inmigrantes, busca ser un aporte frente a la problemática de aumento de casos de violencia de género al interior de los hogares que se ha visto en las últimas semanas.
Romina Ardiles, integrante de Psifem, señaló que el objetivo de esta alianza es “fortalecer la organización y el apoyo feminista a través de diferentes acciones. Actualmente hemos contactado a organizaciones de ocho regiones y esperamos seguir sumando y difundiendo para el acceso de todas y todes en todos los territorios”.
En la misma línea, las organizadoras enfatizaron en la importancia de las redes de apoyo para hacer frente a las distintas manifestaciones de violencia.
Yoselin Fernández, vocera de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres señaló que “en este contexto de crisis, donde la negligencia estatal se agudiza, se vuelve más fundamental que nunca el trabajo común con el fin de ir generando herramientas que nos permitan protegernos y dar respuesta a las necesidades más inmediatas que vemos hoy como, por ejemplo, la violencia patriarcal y la violencia racista que nos afecta particularmente a las mujeres en este contexto”.
Durante las últimas semanas el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, Carabineros y organizaciones feministas han alertado el aumento de violencia machista en el contexto del hogar producto de la crisis sanitaria. Sin embargo, desde las organizadoras de esta iniciativa denuncian que el Estado no ha tomado las medidas necesarias para responder ante la crisis.
Javiera Manzi, vocera de la Coordinadora Feminista 8M indicó que “el gobierno no responde con programas y presupuestos de emergencia indispensables para enfrentar una coyuntura que pone en riesgo la vida de tantas, más bien la ocupa como excusa hipócrita en su negativa a asumir una política de cuarentena con condiciones de dignidad”.
La campaña #EnRedNosCuidamos está disponible en las plataformas virtuales de las organizaciones que impulsan la iniciativa y busca sumar cada vez más redes de apoyo que prestan algún tipo de ayuda a niñas, mujeres y disidencias sexuales que enfrentan violencia.
A continuación te dejamos la bajada gráfica de la iniciativa:
El proyecto Biblioteca Viva intenta mantener su rol social y comunitario a pesar de los impedimentos provocados por el coronavirus.
Cada vez que Paola Díaz y sus hijos entraban al centro comercial del barrio, el menor de los hermanos, de 8 años, siempre se fijaba en ese rincón que pasaba desapercibido entre tanta tienda, bar y restaurante: la biblioteca. Un día, el muchacho convenció a los suyos y entraron: “Apenas vimos, nos quedamos”, recuerda Paola, de 45 años y vecina del barrio suburbano de Puente Alto, situado a las afueras de Santiago. Desde ese día, madre e hijos son socios de la Biblioteca Viva del centro comercial puentealtino.
Diez bibliotecas instaladas en los populares malls –como se conocen los centros comerciales en Chile– conforman el proyecto Biblioteca Viva, una iniciativa que pretende facilitar el acceso y promover la cultura desde un enfoque educativo, comunitario e inclusivo. Diseñado por la Fundación La Fuente, dedicada al fomento de la lectura, y la cadena de centros comerciales Mall Plaza, el proyecto fue pionero en Hispanoamérica en alojar la primera biblioteca al interior de un centro comercial. Fue en 2002, cuando el barrio de La Florida, otro de los periféricos de la capital, empezó a crecer como distrito de clase media trabajadora. “En aquel entonces, el mall era el sueño de esa clase media; ir al centro comercial se convirtió en el paseo del fin de semana porque en la mayoría de estos barrios no hay muchos más sitios dónde de ir: no hay muchos parques, ni espacios culturales ni otro tipo de ocio”, explica Vanessa San Mateo, una de las coordinadoras del proyecto.
Chile es el país de América Latina con más metros cuadrados de malls por habitante. Tanto en los barrios más pudientes como en los más populares, el centro comercial es de los espacios más concurridos: “La gente nos conoce cuando va de compras al centro comercial”, apunta San Mateo, gestora cultural que desde hace siete años trabaja para la Fundación La Fuente. “Estaba en el último piso del mall con mi papá y le pedí entrar porque me gustan mucho los libros. Me encantó el lugar y me hice socio porque me fascinó que exista una biblioteca en un centro comercial, que es un templo del consumismo. Es como una flor en el desierto”, cuenta Raimundo Riquelme, de 29 años, que hace cinco que es socio de la Biblioteca Viva del Mall Plaza Egaña.
Con una cuota anual de 8.000 pesos chilenos para adultos (unos 8 euros) y la mitad para menores, estudiantes, jubilados y personas con discapacidad, Biblioteca Viva cuenta con unos 30.000 socios y un millón de usuarios en todo el país. La cadena Mall Plaza aporta un millón de dólares anuales al proyecto a través de la Ley de Donaciones Culturales, que permite desgravar de los impuestos un 50% del monto total de la donación. “La cultura es una vía para tener sociedades más justas y crear mayores oportunidades a las personas y, en definitiva, es una forma de ser sostenibles y aportar como empresa”, sostiene la gerente de Marketing Regional Mall Plaza, María Elena Guerrero. En Chile el IVA aplicado a los libros alcanza el 19% y el acceso a la lectura es restringido para la gran mayoría.
Rol “social y comunitario”
Paola quiere apuntarse a un taller para aprender crochet; sus hijos participan en círculos de lectura infantil, pases de películas y al karaoke. Raimundo, que es profesor, aprovecha el espacio para estudiar o leer, y destaca “la variedad” en el catálogo de libros de su biblioteca. Es la misma a la que acude María Inés Taulis, de 78 años y socia desde hace 7. Ella aprovecha para escribir, estudiar y revisar los periódicos y las revistas que están a disposición del público. Teresa Valenzuela, que tiene 66, acude un par de veces por semana al Mall Plaza Los Dominicos, del que se hizo socia hace poco más de un año, donde participa de un club de lectura, un taller de trabajos manuales y otro de alfabetización digital.
Dice Vanessa San Mateo que Biblioteca Viva se caracteriza por ir más allá de ser una biblioteca y que quiere ser “un centro cultural donde pasen muchas cosas”. Además del préstamo de libros, el proyecto ofrece actividades de todo tipo: desde talleres para todas las edades, hasta conciertos, charlas, clubes de lectura, tertulias o actividades de fomento de la lectura en el exterior, desde el transporte público hasta mercados, hospitales o residencias de gente mayor. “La biblioteca ha ido cambiando a medida que cambia la sociedad chilena. Permanentemente observamos qué interesa a la gente para reflejar en la biblioteca lo que pasa en la sociedad”, comenta San Mateo. Y ejemplifica: “Cuando llegó mucha inmigración a Chile, hicimos talleres de español y de creole, charlas con abogados sobre temas de extranjería, de contratos laborales; ahora nos hemos enfocado en temas de crianza; ha habido encuentros feministas; y durante el estallido social hicimos cabildos para niños y adultos”.
El libro, precisa la coordinadora, es “una excusa” para socializar, para hablar con los mediadores de lectura o con otros usuarios y usuarias. “La biblioteca se convirtió en un lugar de reunión en zonas donde no hay tantos espacios para que la gente vaya, hable y participe; su mayor potencial es su rol social y comunitario”, añade San Mateo. Desde Mall Plaza, María Elena Guerrero, destaca la “Guaguateca” (de guagua, que significa bebé en los países andinos) como “uno de los espacios más valorados” por los usuarios y que ofrece a niños y niñas de entre 0 y 4 años “un primer acercamiento con los libros” acompañados de sus familias. A través de ese espacio, “se empezó a crear una red de papás primerizos que no tenían muchos vínculos”, relata San Mateo. Un efecto de “diálogo y encuentro” que también se produce en las actividades destinadas a personas de la tercera edad. “La gente tiene tanta necesidad de juntarse, de encontrarse, que basta con dar el espacio, las condiciones y las ganas de escuchar y se produce magia”, expresa Vanessa San Mateo.
María Inés define la biblioteca de su barrio como “un punto de encuentro social e intelectual y un importante centro de actividades”. Paola Díaz pone de relieve “la comodidad” del espacio y un “ambiente familiar, que te hace sentir como si estuvieras en el comedor de tu casa”. Teresa Valenzuela dice que, en la biblioteca, encuentra su “momento” para relacionarse con los demás, compartir y entretenerse: “He intentado integrar a mi marido, pero es menos sociable. Prefiere su jardín”, bromea la señora.
El mayor desafío en tiempos de pandemia
Como en el resto de equipamientos culturales de Chile, la pandemia del coronavirus ha alterado el funcionamiento de la Biblioteca Viva. Los centros comerciales están cerrados y gran parte de los chilenos están confinados en sus casas. “Hemos intentado trasladar toda la programación prevista en los distintos malls a las redes sociales”, indica Vanessa San Mateo.
Aunque el préstamo de libros está suspendido, las actividades de la Biblioteca Viva no se han detenido. El equipo de mediadores –formado por perfiles diversos, desde artistas hasta profesores de Lengua o de Historia– ha canalizado tutoriales, charlas, talleres y recomendaciones vía Instagram y otras plataformas sociales. “Somos lectores” era el lema del festival de cuatro días previsto para celebrar el Día del Libro, el 23 de abril. No se pudo hacer presencialmente, pero autores de libros, músicos y mediadores trabajaron para mantener el programa online: “Fue una experiencia muy buena. Se conectó mucha más gente de la que esperábamos y logramos llegar tanto al público de la Biblioteca como a seguidores de los escritores y músicos invitados al festival”, ensalza la gestora cultural.
Sin embargo, en ese contexto de excepcionalidad, el desafío es superar la brecha digital que impide la participación de las personas mayores. Son un 4% de su público, pero son “un colectivo esencial” del servicio, subraya San Mateo. “Las personas de la tercera edad van a la biblioteca a encontrarse con otra gente y a hablar. Ahora no estamos ahí para escucharlos y tampoco nos podemos comunicar con muchos de ellos a través los medios con que estamos llegando al público general”, lamenta.
“Echo mucho de menos seguir participando de la biblioteca”, admite Teresa Valenzuela. No puede seguir las actividades online porque no sabe manejar Instagram. “Tengo la app instalada pero no se como ocuparla”, dice. Mientras espera que su profesor de alfabetización digital se lo enseñe con un tutorial por WhatsApp, pasa su tiempo leyendo El jardín olvidado, de Kate Morton, el último libro que tomó prestado.
Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/05/promocion-de-la-lectura-en-barrios-populares-chilenos-bibliotecas-en-centros-comerciales/
América del Sur/ Chile/ 05.05.2020/ Fuente: radio.uchile.cl.
La cartera de Educación fijó para mayo el retorno gradual a las clases, sin entregar una fecha específica. Hoy en sesión especial de la Comisión de Educación de la Cámara Baja, el ministro Raúl Figueroa reconoció la dificultad de ejecutar este plan, mientras que el presidente del colegio profesional, Mario Aguilar, acusó no conocer ninguna estrategia.
Este lunes, en sesión especial de la Cámara de Diputados, la comisión de Educación recibió al ministro Raúl Figueroa y al presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar.
El titular de la cartera en Educación fue enfático en señalar que las clases en línea nunca podrán compensar la realización de clases de manera presencial, además de expresar que el volver a clases es ”una cuestión de equidad”.
En la reunión, además, aprovechó de rechazar las críticas que se realizaron por haber decretado en mayo el inicio de las clases presenciales, cuando las autoridades sanitarias establecieron este tiempo como el peak del brote de coronavirus.
“Todo lo que aquí se ha planteado, ha sido recogido, y creo que eso es importante que se sepa y que se note, pero no vamos a salir simplemente enumerando problemas, vamos a salir de esta situación dando soluciones a los problemas que se identifiquen. Quedarnos simplemente en la identificación de problemas creo que es una cuestión que claramente nos frena en el trabajo que como país tenemos que abordar” expresó Figueroa.
Sin embargo, Figueroa sostuvo que mantendrán con las decisiones de retornar a las clases presenciales donde sea posible.
El representante del gremio de profesores, Mario Aguilar, no hizo esperar sus críticas ante las decisiones que se han tomado desde el Ministerio, acusando de “pantomima” las reuniones que la cartera ha llevado a cabo con sectores de la educación, dejando de lado a quienes son parte integral del sistema educativo. Además, acusó el hecho de enterar del plan de retorno a clases extraoficialmente.
“Nosotros no conocemos ese plan de retorno a clases, no nos ha sido informado, no hemos sido invitados a tratar el tema. Nosotros hemos propuesto que se pueda generar una mesa de trabajo donde estén los expertos sanitarios y los miembros de las comunidades educativas. En esa integralidad de opiniones es donde es posible llegar a las mejores visiones del problema”, aseguró Aguilar.
Además, se hizo presente en la sesión la académica de la Universidad Católica de Valparaíso y parte de la Submesa Social de Educación por el Covid 19, Verónica López, quien comunicó su descontento con la medida de volver a clases presenciales, pues no existen dichas condiciones.
“Nosotros no estamos de acuerdo con el anuncio por parte del Ministerio de Educación del regreso, ni en abril ni en mayo, porque aún no se cumplen las condiciones sanitarias, todavía no hay garantías de información necesarias para tomar decisiones respecto de que si se cumplen o no las condiciones sanitarias que ya se han mencionado. Nuestra pregunta, más allá del cuándo, nos gustaría insistir en el cómo”, dijo la también directora del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva.
Esta mañana, en conversación con el programa Semáforo de Radio Universidad de Chile, el Doctor en Educación y académico del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile Cristian Bellei, puntualizó otra perspectiva al tema, considerando beneficioso la vuelta a clases para sectores que puedan realizarla, esto, siempre y cuando, se tome en consideración a las familias y al profesorado.
“Dado que va a tener que ser muy descentralizado, debiera ser muy participativo. En las comunidades donde se den las mejores situaciones para volver lo más parecido a las clases presenciales, las familias debiesen verlo como un gran beneficio, un privilegio. Esta percepción solo va a ser posible si las familias comprenden eso y hayan participado en el proceso. Si no, van a sentir que están probando con ellos y que son los conejillos de indias para ver qué pasa”, aseguró.
Aún no existen fechas tentativas para el retorno a clases, a las señales del Ministerio de Educación de seguir con el plan de retorno. Se espera que mañana realice una nueva sesión en la Comisión de diputados que ve estos temas, contando nuevamente con la presencia con los representantes del gremio de profesores.
Fuente de la noticia:https://radio.uchile.cl/2020/05/04/mineduc-y-profesores-se-enfrentan-por-vuelta-a-clases-gremio-acusa-no-conocer-el-plan-de-retorno/
Hay una cierta tentación –motivada quizá por un deseo de control de la “anormalidad”- de retornar a las formas habituales de trabajo, independiente de lo que ocurre en el país. Esa tentación es visible en las autoridades del Ministerio de Educación, pero se extiende a las instituciones de educación, que han buscado promover formas de escolarización a distancia, las cuales claramente solo serían posibles si el país dispusiera de las condiciones socioeconómicas con que cuenta una minoría privilegiada. Es decir, condiciones de comunicación constante (por internet), preparación adecuada para ambientes no presenciales, posibilidad de optar a quedarse en casa con niñas y niños en edad escolar, entre muchas otras que claramente no permiten establecer una “normalidad”. Menos aun cuando se cierne la posibilidad de una cuarentena general.
Pero hay otra tentación que no ayuda a enfrentar a la primera. Se trata de aquellas que ven en las soluciones del poder, como la educación a distancia (y su adulta versión de tele-trabajo), un monstruo neoliberal que acabará con las relaciones pedagógicas. Esta tentación se desliza y aparece como discurso anti-tecnológico, como si el aprendizaje desde la tecnología y las redes de comunicación online fuesen con certeza un imperio del neoliberalismo. Por cierto que hay un nivel de justicia en la crítica cuando se mira el trabajo en general, pues no hay un tele-conductor de buses, ni un tele-recolector de basura, como tampoco tele-cajeros o tele-cajeras (por ahora). Cual distopía de Orwell, lo que han llamado “tele-disciplina” tiene un límite, pues el disciplinamiento se origina más allá de la ‘virtualización’ de las relaciones que existen ya en la sociedad. Pero el contexto escolar, o de instituciones educativas, sí ofrece un debate.
¿Qué pasa y debería pasar con la educación en época de pandemia? En este debate, hay que tener clara una distinción: educación no es lo mismo que escolarización. Por una triste herencia de la modernidad neoliberal, hemos llegado a hablar inseparablemente de la educación y la escuela. Y es casi obvio: pasamos doce años de nuestra vida obligatoriamente institucionalizados –en la escuela segregada- para poder decir que estamos bien o mal educados. Y podemos seguir y endeudarnos para pasar otros 5 ó 6 años en otra institución educativa para adquirir un título profesional. En la teoría del Capital Humano, solo recién al terminar el proceso escolarizante “estamos preparados” (o no) para la vida. El neoliberalismo nos dice que la vida en serio comienza después de educarnos, o bien prepararnos en la escuela. De allí que sea tan importante para el sistema el contener la educación en la escuela, pues es la institución que distribuye las certificaciones de ser persona ‘educada’ o ‘no educada’.
Pero sabemos que la educación supera a la escuela. Como bien nos ha enseñado la filosofía de la educación, la escuela es parte de la vida, y debiese entonces ser un lugar donde se desplieguen capacidades y se constituyan identidades que no están exclusivamente en la escuela. La escuela, así, no es exclusivamente un lugar para “capacitarse”, sino que es un lugar para aprender sobre el mundo y su organización, participando de ese mundo activamente. Es solo uno de los espacios para educarse.
Pero, ¿es la escuela nuestra educación? Si miramos los procesos de la vida misma, podremos notar que hay un asidero en pensar que la educación está ocurriendo más allá de la escuela. Las tecnologías de información y comunicación están teniendo un efecto en las formas de aprender que aún no logramos dilucidar ¿Cómo re-definen la educación las nuevas tecnologías? Hay quienes quizá pensarán que estamos de nuevo en un momento de que la tecnología podría armar “máquinas de enseñanza”, como soñaba Skinner en los 40, y que la pandemia permite probarse nuevamente con la educación virtual. Pero la respuesta no es tan simple. ¿Se puede una persona educar prescindiendo de la escuela? ¿Se puede educar sin la autoridad conferida a la escuela? ¿Se puede educar sin acceder al espacio físico de la escuela, a sus registros, a sus relaciones sociales? Y si se pudiera, ¿qué futuro le cabe a la escuela, al rol docente? ¿Qué nos dirá esta crisis social y sanitaria sobre la escuela y sus desigualdades?
Para cada una de las tentaciones, la negadora de la crisis social y la negadora de la tele-tecnología, las escuelas de hoy ofrecen algo de realidad. Por un lado, lo que está pasando les dice que las escuelas hacen más que solo escolarizar, pues son necesarias para entregar vacunas, para comunicarse, y –en varios casos- para alimentar a sus comunidades. Por otro lado, la multitud de profesionales docentes han debido imaginar –forzadamente o no- formas de conectarse con sus estudiantes, de proveerles materiales para que continúen con los objetivos de su docencia. Lo hacen como tele-educación, repartiendo en físico casa por casa, o por grupos de mensajería, o por correo electrónico, o armando sitios web. En la práctica arman un espacio educativo que supera a la escuela, pero no prescinde de ella. No hay una dicotomía entre la tecnología y la educación y hoy parecen ser más necesarias que nunca para mantener ciertos grados de conexión pedagógica. ¿Cuál es la autenticidad de la educación cuando hay crisis social? ¿Quién tiene la autoridad para decirlo? ¿Cuál es la autenticidad de la pedagogía? ¿Cómo se encuentran profesores y estudiantes cuando hay ausencia de la institución escolar, que les aglutina y llama a conectarse?
Si hay algo que la crisis social y sanitaria nos debe empujar es a imaginar, a pensar la educación y la escuela desde otros lugares, sin abandonar su imprescindible presencia. Imaginar desde la vida misma es un paso, pero es muy desafiante aún –considerando que llevamos décadas de gobernantes mirando a la escuela como puntajes en pruebas estandarizadas-. Este escenario de crisis social y sanitaria invita a abandonar la idea de que las escuelas son las unidades productoras de “calidad” de la educación. El contexto de explosión e incertidumbre institucional nos refleja que toda la discusión educativa que se amarra del “mejoramiento” escolar, de las “habilidades del siglo XXI”, o del rendimiento y la calidad, se quedan desnudas, pues son incapaces de describir qué es la educación cuando hay crisis en la sociedad. Pero también es necesario abandonar los idearios romantizados de la escuela moderna y modernizante, que la sitúa como único lugar posible para la educación.
En tiempos de preguntas, más que negarse a la tecnología –que es parte del devenir de “la vida misma”-, hay un llamado natural a experimentar, a volcarse a crear y mostrar las creaciones, a dejar que la sociedad y sus ‘multitudes’ puedan mostrarse superiores a ese poder opresor que nos llama a trabajar sin sentido. Si eso se transforma en un curso online o en una revolución sanitaria, depende de cuánto estemos dispuestos a jugarnos por mirar el mundo con preguntas con las que experimentar. No nos neguemos la posibilidad de esta oportunidad, porque hoy será de preguntas, pero también necesitamos al menos algunas respuestas que no sean las mismas de siempre. Son quizá esas respuestas las que necesitaremos debatir para aportar al momento constituyente que aún tenemos en tarea, a pesar de la pandemia.
Fuente del artículo:https://radio.uchile.cl/2020/04/10/educacion-y-pandemia-tiempo-de-preguntas/
A pesar de la emergencia sanitaria, en los últimos días ha habido una serie de protestas en diversos puntos de este país sudamericano.
«El Piñeravirus es más mortal que el coronavirus».
La frase que alude al presidente de Chile, Sebastián Piñera, se leía en uno de los carteles con los que unas 200 personas volvieron a las calles de la ciudad de Santiago a protestar este lunes 27 de abril.
Carros lanza agua, bombas lacrimógenas y duros enfrentamientos entre manifestantes y la policía tomaron nuevamente la Plaza Italia -o «Plaza Dignidad», como algunos la rebautizaron-, el epicentro del estallido social que irrumpió en este país sudamericano el 18 de octubre del año pasado.
A pesar de la emergencia sanitaria, la imagen se repitió en otras capitales regionales, como Antofagasta, Concepción y Valparaíso, donde también hubo barricadas.
Era una jornada simbólica, pues no solo se celebraba el aniversario 93 de Carabineros, la institución policial chilena, sino también porque se recordaba que un día antes -el 26 de abril- era la fecha original programada para la realización del plebiscito que busca cambiar la Constitución heredada del régimen de Augusto Pinochet.
Desde la llegada del coronavirus a este país, a mediados de marzo, la agenda que buscaba descomprimir la tensión social pasó a segundo plano y, con ello, el referendo fue postergado para el 25 de octubre.
Las intensas protestas, en tanto, parecían haber cesado. O, al menos, eso se pensaba.
Sin embargo, lentamente han vuelto a cobrar relevancia, aunque en grupos bastante más reducidos.
La razón detrás -explican sus protagonistas- no es distinta a la que motivó el «despertar» de Chile en octubre: el descontento social ante las desigualdades del sistema político y económico que impera en esta nación sudamericana.
«El coronavirus visibilizó las desigualdades»
«Protestamos porque el sistema chileno es mucho más cruel que el coronavirus», le dice a BBC Mundo Paloma Grunert, quien ha asistido a todas las manifestaciones desde octubre y está detrás de la organización de algunas de las protestas que han ocurrido en medio de la pandemia.
Para ella, todo lo que los llevó inicialmente a salir a la calle «sigue vigente», como la inequidad en los salarios y en el acceso a la salud y educación, entre otros.
«Hay desigualdad, injusticia y un constante apoyo a los empresarios y grupos económicos», señala.
Una opinión similar comparte el fotógrafo Cristóbal Venegas, quien también ha participado en las manifestaciones.
«No hay credibilidad en el gobierno ni en la clase política. Las demandas sociales están a flor de piel», le dice a BBC Mundo.
Venegas afirma que con el coronavirus quedaron «aún másen evidencia los problemas de la gente».
«En el tema de la educación, por ejemplo, en este país no todos tienen computador, ¿quién puede hacer clases online? El tema de la salud también; en algunos lugares no hay abastos, no hay insumos», indica.
De acuerdo con el académico de la Universidad de Cambridge y experto en movimientos sociales, Jorge Saavedra, este último punto es justamente una de las cosas más importantes que explican el «rebrote» de las manifestaciones.
«Lo que ha hecho el coronavirus es visibilizar las desigualdades estructurales por las que se protestó en su momento», dice a BBC Mundo.
«Si en Chile antes se protestaba por la desigualdad en la salud, eso ahora ha quedado en evidencia. Lo mismo ha pasado con la precariedad laboral, donde se ha visto lo frágil que era el sistema. Se demostró que el mercado no solucionaba los problemas porque ahora el propio mercado le está pidiendo ayuda al Estado», agrega.
Ante la emergencia, no obstante, el gobierno de Chile ha diseñado una serie de medidas para enfrentar las consecuencias de esta crisis.
Es así como se creó un Plan de Emergencia Económico que, con la inyección de US$11.750, se busca proteger el empleo y apoyar a los trabajadores entregándole liquidez a empresas de todos los tamaños.
También se decidió reforzar el presupuesto del sistema de salud -será suplementado con el 2% constitucional- para asegurar que cuente con los recursos necesarios frente a la pandemia.
Por otro lado, se estableció una Ley de Protección del Empleo -que busca resguardar los puestos de trabajo-, y se creó un fondo de US$2.000 millones para la protección de los ingresos de los trabajadores más vulnerables (informales sin contrato), entre otras cosas.
De todas maneras, esta es una realidad que no solo golpea a Chile. En otros países de Latinoamérica hay una percepción similar.
Debido a la paralización de la economía por las cuarentenas que buscan enfrentar la pandemia, buena parte de la población en la región se han visto afectada por la pérdida de empleo o por una disminución en sus salarios.
Esto ha dado paso a un profundo malestar social que se ha reflejado en marchas callejeras, bloqueos y cacerolazos en países como Colombia, México y Bolivia, entre otros.
«El coronavirus ha exacerbado las diferencias sociales», explica Saavedra.
Y, en el caso de Chile, el académico afirma que las grandes demandas que se vienen exigiendo desde octubre «siguen ahí».
«Hay un sujeto político que todavía no se siente escuchado. Y que cree que, si deja de manifestarse, va a pasar al olvido», indica.
Plebiscito: ¿se realizará el 25 de octubre?
Entre esas demandas quizás la más relevante y simbólica es el cambio a la Constitución que rige en Chile desde 1980.
Es una petición que se escuchó con fuerza en la mayoría de las protestas que tuvieron lugar en los últimos meses en este país.
La demanda encontró una salida el 15 de noviembre de 2019, cuando el parlamento chileno alcanzó un acuerdo histórico donde se estableció un plebiscito que se realizaría en abril de este año.
En él, los ciudadanos chilenos iban a poder elegir si apoyaban o no un cambio constitucional y el mecanismo para la elaboración de una nueva carta magna.
Sin embargo, el coronavirus cambió los planes y el referéndum debió postergarse para el 25 de octubre.
Pero en los últimos días algunos líderes políticos han vuelto a poner en duda su realización debido a la pandemia.
El propio presidente Piñera dijo en una entrevista con CNN que «quizás la recesión económica va a ser tan grande, que esto es un tema que quizás se va a volver a discutir». Mientras que diversos ministros de Estado han indicado que todo dependerá de la realidad sanitaria del país.
En conversación con BBC Mundo, Diego Schalper, diputado del partido oficialista Renovación Nacional, explica que es importante tener en cuenta la legitimidad del proceso constitucional en medio de la pandemia.
«Chile está en crisis. Y habrá que ver la dimensión de la crisis en junio o julio para resolver si es que están las condiciones adecuadas para realizar un plebiscito que tenga la participación y la legitimidad necesarias», afirma.
«Hay que volver a trabajar y a desarrollar distintas actividades, pero de ahí no se sigue a que sea posible tener un día de votación con alta participación, tener una campaña como la que todos queremos para que este proceso tenga legitimidad», agrega.
«En democracia no se cancelan elecciones por crisis económicas»
Estos planteamientos no han sido bien recibidos por miembros de la oposición, quienes señalaron que es «incoherente» que el gobierno proponga un plan de «nueva normalidad» -que contempla, entre otras cosas, la reapertura de centros comerciales y el retorno a clases escolares- y, paralelamente, ponga en duda el plebiscito.
«Es preocupante; en democracia no se cancelan ni se suspenden elecciones por crisis económicas», dice a BBC Mundo el diputado Gabriel Boric, perteneciente a la coalición opositora Frente Amplio.
«Hay un sector de la derecha que nunca ha querido cambiar la Constitución y que está buscando cualquier excusa para tratar de instalar un debate entorno al tema. Yo quiero ser enfático: nosotros vamos a defender el itinerario constituyente, aunque no les guste», agrega.
El parlamentario afirma que esta no es una demanda de los políticos, sino de los ciudadanos chilenos.
«Ese descontento social que se expresó durante los últimos meses sigue presente, no se puede esconder debajo de la alfombra, y tenemos que canalizarlo institucionalmente», señala.
De la misma manera, el presidente del Partido por la Democracia (PPD), Heraldo Muñoz, afirma a BBC Mundo que «la protesta aún está viva y el cuestionar el plebiscito lo único que hace es alterar la tranquilidad que hoy necesitamos para controlar el coronavirus».
Y puede que Muñoz tenga razón pues muchos de los manifestantes que hoy salen a las calles a protestar con mascarillas dicen estar molestos ante un eventual aplazamiento del referéndum.
Si algo de oportuno tiene la terrible crisis sanitaria que vivimos hoy es que al menos nos terminará de mostrar que indudablemente hay espacios en nuestro país que nos separan demasiado. El sector de la educación, en donde miles de niños han tenido que cumplir con sus clases a distancia, está dejando en evidencia que no solo debe ser la calidad de los contenidos, la formación de los profesores o la infraestructura de las aulas, lo que debe mejorarse para eliminar brechas, sino que también las condiciones para acceder a todo aquello. Y dadas las circunstancias, la principal condición parece ser la conectividad, tanto en términos de acceso como en asequibilidad.
Hoy existen 380.000 estudiantes de zonas rurales con bajo acceso a Internet, y aproximadamente 1.500 localidades en nuestro país que están completamente a oscuras. Según cifras de la OCDE, tenemos un 12,5% de población que no tiene conexión.
El problema se amplía si explicamos que los estudiantes con planes básicos, que son la mayoría, no tienen capacidad suficiente para asistir a una clase online, sostener videoconferencias con sus profesores, llenar fichas en línea o, simplemente, subir una tarea realizada. Y tampoco tienen los recursos económicos para pasar a un mejor plan.
En resumidas cuentas, en Chile estamos intentando formar a nuestros niños con soluciones de educación a distancia, cuyo principal requisito de acceso a ella es demasiado caro, o bien, definitivamente no existe. Si eso no es enrostrar la desigualdad, entonces estamos todos ciegos.
Según cifras de la OCDE (2019), Chile es el segundo país con mayor brecha digital después de Turquía, situación que, si se aplica directamente a la educación, constituye una perpetuación de las condiciones de inequidad para las próximas generaciones. Sobre todo, si consideramos que, por esencia, las localidades más pobres y desconectadas, ya cuentan con una peor calidad educativa.
Chile necesita con urgencia una mejora en su infraestructura de telecomunicaciones. Ciertamente se avanza y se conocen planes, pero estos no pueden retrasarse, ni menos estancarse. La base, no solo de la educación, sino que de los trabajos del futuro, de la salud y del emprendimiento, se sustentan en una columna vertebral sólida en conectividad y alcanzable para todos.
No cabe duda, tal como lo ha mencionado la OCDE, que más Internet es sinónimo de más oportunidades.
Fuente del artículo: https://www.latercera.com/opinion/noticia/mas-internet-mas-igualdad-de-oportunidades/ST2EVKD3TZBSVHDW4LPFX7RODE/
Chile. Rodrigo Cornejo, Director de la OPECH: «el teletrabajo no asimila la realidad de los estudiantes ni de los docentes»
Valentina Riveros Soto
Ante el escenario que plantean las autoridades de turno, anunciando una pronta vuelta a clases presenciales luego de la «implementación» del teletrabajo en los establecimientos educacionales del país, revisamos los posibles efectos del coronavirus en las comunidades educativas chilenas y la labor de los/as docentes con Rodrigo Cornejo, del Observatorio Chileno de Políticas Educativas de la Universidad de Chile (OPECH).
El tele-trabajo y la educación en línea son las dos soluciones que ha entregado el gobierno para mantener en marcha el año académico en plena crisis sanitaria, evidenciado una larga lista de problemáticas que afecta tanto a docentes como al estudiantado: escaso acceso a conectividad, ausencia de dispositivos móviles o computadores en los hogares de los/as estudiantes, hacinamiento, entre muchos otros, son los factores que impiden llevar a cabo las labores solicitadas.
Para profundizar en esta problemática, abordando las responsabilidades del Ministerio de Educación en todo este proceso, conversamos con Rodrigo Cornejo, Director del Observatorio Chileno de Políticas Educativas (OPECH), quien explica los diferentes problemas a los que se enfrenta la educación chilena en este contexto.
¿Qué te parece el modo en que el Ministerio de Educación ha actuado durante la pandemia del Covid-19?
Nosotros con Eduardo González (el dirigente nacional del colegio de profesores, escribimos una columna para Radio Universidad de Chile donde caracterizábamos la respuesta del Ministerio como un intento de volver pronto a la normalidad y de no perder clases: ellos tienen un lema «aprendo sin parar», o sea, no perder el ritmo de aprendizaje. Yo creo que eso responde a un desconocimiento básico del ministro de las condiciones reales de vida de esos estudiantes, sobre todo de los liceos y escuelas más populares. No hay ninguna posibilidad de volver a la normalidad, de mantener el ritmo de aprendizaje o de estudios en las condiciones de conectividad ni menos socio-emocionales en que está la gente.
Mayo, Junio y Julio son meses tentativos para volver a clases, ¿es una buena idea volver a clases en el escenario que vivimos?
Creo que en este momento la prioridad tiene que ser la salud de la población, y ya sabemos que lamentablemente la familia trabajadora va a tener que salir igual, de una u otra forma. Creo que los niños vuelvan antes de que se de el peak del contagio es un foco brutal de enfermedad. Siento que, sinceramente, es una locura lo que dijo el ministro, de que los niños se enfermaban con pocos síntomas: justamente es eso lo que hacen los niños, transmitir el virus porque aunque tengan pocos síntomas en general, son los portadores. La gente sabe que es una tozudez y un acto de inhumanidad.
Docentes han planteado que la excesiva presión para volver a clases presenciales, tiene que ver con que el Estado ve como una suerte de guardería a los establecimientos educativos. ¿Qué piensan ustedes sobre esto?
Sí, creo que tiene que ver con eso: como no hay ningún tipo de apoyo real a las familias, se está obligando a la gente a volver a trabajar, y por ende se presenta el problema de con quien dejar a los niños. Pero por otro lado creo que hay una mirada muy obtusa de la educación sobre los estándares de aprendizaje, manejo de contenidos y traspaso de información.
Por otro lado creo que hay algo bien concreto, y es que este Ministerio de Educación funciona como una especie de Ministerio para la educación privada, entonces, hoy día posponer la vuelta a clases presenciales hasta agosto (que a todas luces es lo más lógico, cuando termina el invierno) es una señal muy fuerte para los apoderados de la educación privada, que están pagando mucha plata. Nosotros sabemos de buena fuente que ha habido un lobby fortísimo de los dueños de los colegios -particulares y subvencionados que siguen cobrando, que son menos- una presión sobre el Ministerio para que no dé señales de que el retorno va a ser después de un buen tiempo porque los apoderados no están queriendo pagar.
Creo que es un Ministerio que responde a los intereses de clase, que privilegia los intereses de quienes son su gente.
¿Qué consecuencias tiene el teletrabajo «a la chilena» en el trabajo docente?
No tenemos condiciones de conectividad para hacer teletrabajo, por lo menos de manera innovadora. No tenemos condiciones de espacio, de dispositivos. No todo el mundo tiene dispositivos, en general lo que tienen los estudiantes (mayoritariamente de educación media) son celulares con muy poca capacidad de conexión.
La política que está rigiendo para teletrabajo o clases online no asimila la realidad de los estudiantes ni de los docentes. Por eso nosotros decimos «¿qué es lo que hacen los países serios con la educación pública?», echan mano a lo que tiene todo el mundo. El presidente de Argentina dijo «vamos a intentar emplear una política que tome como referente a quien está al último», y esa es una decisión muy sabia. Hay que ir a lo básico y lo que dicen los organismos internacionales es que en estos momentos lo básico es la televisión educativa, y en ello vale decir que hay un trabajo y participación colectiva de selección curricular, de actualización de currículo (eso hay que hacerlo con los trabajadores de la educación) y que implica parar un tiempo, pero parece que en estos momentos Chile no tiene un Ministerio que responda ante la educación pública, sino que lo hace por los intereses de los privados. Hoy no hay condiciones para hacer educación a distancia, eso requiere mucho tiempo y requiere características que no tenemos.
Educadores y educadoras artísticas, además de docentes que hacían talleres financiados con dineros SEP han quedado sin sus horas o derechamente sin sueldos, ¿qué piensan de la decisión de suspender estos pagos? ¿Se puede hablar de una tercerización del trabajo docente?
Yo creo que tercerización hay desde antes, y en esos programas en general se dan en condiciones precarias: la gente no está contratada, suelen ser trabajadores/as honorarios/as. El problema es que estamos frente a un Estado que ya se desmoronó completamente, un Estado que muchos pensamos en un momento, tal vez en un contexto de crisis tenía dos posibilidades: o asumía que estaba a la defensiva después del 18 de octubre y que tenía que hacer un esfuerzo grande, una recogida de impuestos a los más ricos y generar un programa de protección a los trabajadores como en países vecinos, o hacer todo lo contrario, que es lo que pasó.
Aquí se expresa la lógica de capital financiero especulativo, del cual Piñera es un representante. En el fondo vieron la oportunidad y están haciendo más negocios, frente a esta realidad están cortando todo, y están cortando especialmente los programas a honorarios y eso es una respuesta global, no creo que sea solamente en el ámbito educativo.
La PSU y el SIMCE ya sufrían un profundo cuestionamiento, incluso antes del estallido social. Este año, no han anunciado su suspensión ¿Se deberían suspender estas pruebas? ¿Qué consecuencias podría tener una decisión así?
Creo que a todas luces corresponde suprimir todo tipo de evaluación, y lo están diciendo muchas personas, incluyendo a aquellas que han sido parte de la gestión de los gobiernos neoliberales de centro/izquierda. Es obvio, insistir el SIMCE es una estupidez, ¿cómo vas a comparar puntajes, para qué?, el año pasado en medio de las movilizaciones en noviembre lo realizaron, con la excusa de tener un referente, ¿referente de qué? Este año hay que negarse y boicotearlo derechamente.
En el caso de la PSU es similar en el sentido de que hay un rechazo muy grande a este tipo de sistema de admisión y que este año tiene que cambiar por ley, aunque sea en lo cosmético. Pero claramente, si se va a hacer, tiene que dejar de lado los contenidos de cuarto medio, sino vamos a enfrentar una realidad demasiado dispar y va a aumentar aún más la brecha- que es ya muy grande-de puntajes elevados de chicos más ricos y puntajes más bajos en los estudiantes más pobres. Aunque nosotros siempre hemos estado en la idea de explorar la posibilidad de un acceso generalizado a la educación superior.
Hace años desde la OPECH ustedes han denunciado, en conjunto con organizaciones gremiales y sociales, la estratificación socio económica del sistema educativo chileno, ¿qué piensan que ocurrirá con el sistema luego del paso del Covid-19?
Es difícil saber cuándo y cómo se sale de esto, pero creo que el 18 de octubre dejó claro que el modelo y el sistema no da para más, y la crisis del coronavirus da más luces respecto a aquello. Es un mensaje que tiene que madurar, y va a depender de las correlaciones de fuerza, de qué tanto la gente organizada es capaz de proponer una alternativa para hacer las cosas. Y eso implica tener un proyecto educativo, consenso sobre un proyecto social compartido. Es un escenario con un gobierno deslegitimado, sin fuerzas para imponer su programa, sin credibilidad, pero con un pueblo muy disperso (en términos de estabilidad en el tiempo).
Tenemos que concentrarnos en cuidarnos mucho porque el gobierno no nos va a cuidar. Hay que salir con banderas muy claras, ya no basta con pedir gratuidad, hay que pedir educación pública; ya no basta con pedir «calidad», tenemos que pedir una educación integral, humana. Nadie asegura que vayamos a derrocar el modelo, que vayamos a triunfar, pero debemos tener claro por qué pelear.
Fuente de l Información: https://kaosenlared.net/chile-rodrigo-cornejo-director-de-la-opech-el-teletrabajo-no-asimila-la-realidad-de-los-estudiantes-ni-de-los-docentes/
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