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El Comité del Paro denuncia la negativa del gobierno colombiano a negociar un pliego de emergencia

Por: Agencia Telesur

  • Francisco Maltés, de la Central Unitaria de Trabajadores: “hoy ha quedado constatado una vez más que el Gobierno no quiere negociar ni el pliego de emergencia, ni negociar, prefiere la vía de la represión”.
  • En una nueva jornada nocturna de represión por parte del ESMAD, se denunció el asesinato de tres personas en la ciudad de Cali.

El Comité del Paro Nacional ha denunciado que el Gobierno del presidente de Colombia, Iván Duque, rechaza negociar incluso el pliego de emergencia, en el marco de las protestas populares que se han prolongado ya por 38 días.

Delegados del Comité del Paro y del Gobierno sostuvieron este viernes un nuevo encuentro con la intención de avanzar en conversaciones que buscan un acuerdo que finalice las manifestaciones, que se realizan desde el 28 de abril pasado.

El presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, Francisco Maltés, declaró, al finalizar la reunión, que “hoy ha quedado constatado una vez más que el Gobierno no quiere negociar ni el pliego de emergencia, ni negociar, prefiere la vía de la represión”.

Subrayó que el Comité ha insistido en que “debe parar la violencia y brutalidad policial. No más asesinatos”.

Maltés dijo que si el Ejecutivo insiste en negarse a rubricar el preacuerdo de garantías, el cual se convino el 24 mayo anterior en presencia de tres ministros y otros funcionarios, el punto se llevará a la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que arribará al país la semana entrante.

El consejero presidencial para la Estabilización, Emilio José Archila, por su parte, pidió al Comité Nacional del Paro que respete la metodología de trabajo convenida para avanzar en las pláticas.

Jornada de represión

Medios locales y usuarios de Twitter, en tanto, reportaron una nueva jornada nocturna de represión por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía Nacional, contra manifestantes en la ciudad de Cali, cabecera del suroccidental departamento de Valle del Cauca.

El proyecto de comunicación alternativa Periferia Prensa denunció en su cuenta de Twitter que el ESMAD disparó contra las personas que se manifestaban en la zona de Paso del Comercio, en Cali, con un saldo de tres muertos y cinco heridos.

Otros usuarios dijeron que las personas heridas de bala ascendían a ocho.

Un balance ofrecido por la organización no gubernamental (ONG) Temblores, a través de su plataforma Grita, señaló que desde el 28 de abril hasta el 31 de mayo, se han registrado 1.649 detenciones arbitrarias contra los manifestantes, así como 3.789 casos de violencia policial.

Igualmente, 1.248 personas han sido víctimas de violencia física, se han reportado 45 homicidios por parte de la policía, presuntamente; 705 intervenciones violentas, 65 personas con lesiones oculares, 187 casos de disparos de arma de fuego y 25 hechos de violencia sexual.

Fuente e imagen: https://www.tercerainformacion.es

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Denuncian nuevos actos de represión por el Esmad en Bogotá, Colombia

América del Sur/Colombia/04-06-2021/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Estas acciones del Esmad han sido recurrentes en los más de 35 días de movilizaciones y marchas contra el presidente Iván Duque.

Tras la movilizaciones contra el presidente colombiano Iván Duque, en varios sectores de la capital, Bogotá se reportaron en horas de la noche incidentes de represión por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) contra los manifestantes.

De acuerdo al reporte de medios alternativos y organizaciones de Derechos Humanos, en las cercanías del Portal Suba, el Esmad hostigó a periodistas y defensores de DD.HH. que se encontraban en el sitio.

Estas acciones del Esmad han sido recurrentes en los más de 30 días de movilizaciones y marchas contra el presidente Iván Duque.

La jornada de violencia del pasado miércoles dejó en la capital colombiana al menos siete heridos, entre los que se encuentra un fotoreportero del medio Colombia Informa.

Según cifras de la La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), el caso del fotoreportero herido se suma al patrón de ataques contra la prensa perpetrados por la fuerza pública que alcanzan 108 agresiones en 34 días de protestas.

En total la FLIP ha registrado 210 agresiones y 243 víctimas durante las manifestaciones de este año.

La empresa de TransMilenio se pronunció esta semana sobre las denuncias de que sus instalaciones han sido usadas por las fuerzas policiales y el Esmad como centro de detención durante las protestas en la capital colombiana.

En respuesta al pedido presentado por el concejal de Bogotá, Diego Cancino en relación a las denuncias, el gerente de TransMilenio, Felipe Ramírez, confirmó que, en Portal de Suba fueron detenidos 4 manifestantes el 19 de mayo, mientras que en Portal Américas se detuvieron a otros 10, entre ellos una mujer entre el 3 y 4 de mayo.

Estas declaraciones generan mayor polémica, pues la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz junto con las organizadoras del Espacio Humanitario Itinerante «Al Calor de la Olla» revelaron que hay información de 1.425 casos de personas heridas por el accionar de la Fuerza Pública.

Desde Justicia y Paz además manifestaron que recibieron información de 20 casos de tortura, de los cuales 8 se encuentran documentados; 12 casos de violencia sexual, 3 de ellos documentados; 16 reportes documentados de lesiones oculares, 2 de ellos con perdidas totales; 68 capturas ilegales, no reportadas ante las autoridades competentes.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/colombia-denuncia-represion-esmad-barrios-bogota-20210604-0004.html

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Tragedia en tres actos: el absurdo teatro del horror colombiano

Por: Andrés Arango 

No se sabe cuándo terminará el derramamiento de sangre. Por lo pronto se sabe que el Gobierno está dispuesto a todo. La institucionalidad y la mayor parte de la prensa han normalizado un lenguaje en el que la violencia son los manifestantes.

El diario El Espectador es uno de los más prestigiosos de Colombia. El 17 de diciembre de 1986, Guillermo Cano, su entonces director, fue asesinado por la mafia para acallar sus valerosas críticas a un fenómeno que ya despuntaba y que hoy tiene arrodillada a Colombia: el narcotráfico. Esa es una de las múltiples pruebas, seguramente la más terrible, del valor de este medio. Pero más que por su valor –que merece mucha tinta–, lo menciono a propósito de uno de sus últimos editoriales: “El teatro del absurdo y del horror en Bielorrusia”. Publicado en su versión digital, en el índice –o en el pantallazo en el que está junto a los otros editoriales– aparece con fecha de 29 de mayo; una vez abierto para comenzar su lectura, la fecha es la del 28.

La importancia de la fecha es su coincidencia con el mes cumplido del paro nacional en Colombia, con mayor exactitud, su trigésimo primer día. No resulta reseñable que un medio que se precie de su independencia y de su talante democrático le dedique un editorial a los abusos del poder autoritario y sus despóticas manifestaciones en cualquier lugar del planeta. Lo que sí parece un poco triste es que este se escriba desde el campo de exterminio en el que se ha convertido Colombia hoy; que se publique en la simbólica, dolorosa y al mismo tiempo triunfal fecha y que además de no lograr ver esta inocultable realidad, el editorialista parezca no haber visto lo que ocurría a nivel político, hechos que presagiaban nuevas y reforzadas profundizaciones del macabro momento que atraviesa el país.

Por todo lo anterior, y para incentivar el saludable gusto de la prensa por las tablas, voy a hacerle una reseña a un nuevo capítulo de la actual tragedia colombiana. De antemano pido disculpas por la escasez de terminología teatral. Esa ausencia es parte de la escenografía de esta Crónica de una masacre anunciada.

Primer acto

Ante la espantosa arremetida del Gobierno colombiano contra la sociedad civil, que a más de tres semanas de paro ya iba engrosando las cifras de muertes, desapariciones, mutilaciones y violaciones (sexuales), algunos congresistas de la oposición citaron a un debate de moción de censura al actual ministro de Defensa. El debate se llevó a cabo los días miércoles 26 (senado) y jueves 27 (cámara de representantes) de mayo. Es necesario anotar que el actual Gobierno ha roto los récords por funcionarios del gabinete citados a este tipo de debates. Para el caso de los ministros de Defensa, este era el tercero de la actual administración. En el primer caso, el ministro renunció antes de la votación que ya se le había revelado completamente adversa. El segundo ministro logró evadirla, pero su ministerio fue interrumpido de forma definitiva por la pandemia. Hay que destacar, también, que cada nuevo ministro de Defensa llega con mayor disposición a cualquier cosa que el anterior, como lo prueba el actual. A pesar de los antecedentes, y ante el clamor de justicia de la inmensa mayoría de la sociedad colombiana, resultó decepcionante y ofensivo el hecho de que el ministro hubiese superado el “examen”. El mensaje enviado por el Gobierno y los 69 senadores que apoyaron la terrible decisión de negarse a destituir al funcionario fue clarísimo para el país: la sangría continuará.

Segundo acto

Pocas horas después de conocida esa primera votación que le daba el triunfo a la ignominia, se filtró una conversación de WhatsApp de Milton Angulo, un congresista del partido de Gobierno, quien escribió –transcribo siguiendo la ortografía original–: “Esos bandalos lo que necesitan es plomo, así dejan la joda”. Si bien esta clase de incitación a la violencia se ha ido haciendo la norma en el país desde que se instaló el actual régimen, hay que entenderla en el contexto del triunfo de un ministro que, con la ayuda de congresistas de los partidos coaligados con el de Gobierno, salió indemne de una moción que apenas amenazaba con dejarlo desempleado. El antepenúltimo ministro de defensa es hoy embajador de Colombia en Chile. Existen rumores acompañados de ciertas insinuaciones de que esos congresistas se habrían dejado comprar con puestos, prebendas y quién sabe qué promesas, pues, al fin y al cabo, el paro, que había logrado hacer recular al Gobierno en dos de sus abusivas reformas (tributaria y de salud) y había logrado también cambios en el gabinete, se habría anotado un triunfo para la dignidad –y a lo mejor habría salvado algunas vidas– si el ministro de Defensa hubiese dejado su cargo. El funcionario recibió, en cambio, un respaldo a su gestión y una recarga de legitimidad.

Tercer acto

Finalmente, tras la segunda parte del debate de moción de censura, llegó el día 28, día de conmemoración del primer mes del paro, mes en el que el Gobierno ha seguido agrediendo a la ciudadanía, engañando a la opinión y mintiendo a la comunidad internacional. No se había alcanzado ni la mitad del día cuando ya en la ciudad de Cali, una de las más cruelmente golpeadas por la respuesta del Gobierno, un sujeto armado comenzó a disparar a ciudadanos que ni siquiera se estaban movilizando, pero que formaban parte de lo que hoy en día se conoce como puntos de resistencia. En una funesta apertura de lo que después de la fallida moción ha sido un renovado impulso del Gobierno en su política de solucionar todo a punta de pistola y fusil, los hechos dejaron tres muertos: el sicario y dos ciudadanos. En un par de escenas dignas de las más retorcidas del cine gore, el asesino fue linchado por los que antes habían sido sus objetivos. Y la balacera, como todas las demás, tiene a su vez su contexto, que es el de una violencia justificada y legitimada desde las más altas instancias gubernamentales, como lo atestiguan la impunidad de un ministro de defensa salvado de una destitución por una cuadrilla de congresistas corruptos y una repetida incitación a la violencia por parte no solo de congresistas y militantes del partido de Gobierno, sino de muchos otros actores sociales que están de acuerdo con esta suerte de “solución final” que pretende forzar el actual presidente. El pistolero de esta tal vez no primera, pero sí muy difundida y sangrienta secuencia, resultó ser un investigador de la Fiscalía. El fiscal general de la nación, tan bueno como el ministro de Defensa, ofreció la escandalosa pero previsible excusa de que el “funcionario” no estaba trabajando en ese momento. O, en otras palabras: dado que el investigador asesinado le dejó con la imposibilidad de negar su pertenencia a la institucionalidad, le tocó aceptar que sí pertenecía a la fiscalía, pero no cuando estaba matando porque estaba en sus horas de descanso.

Pero apenas se iniciaba el día. En horas de la tarde circularon videos en los que ya no disparaba un solo individuo, sino una muchedumbre de sujetos vestidos de civil acompañados por una de uniformados. Este renacer del paramilitarismo tuvo otras manifestaciones a lo largo del día, aunque no en una escala tan enorme como la de Cali: de Medellín y de Pereira circularon videos de individuos con armas desenfundadas ante la actitud indiferente de los uniformados, que parecían actuar más bien como una especie de guardaespaldas. Mientras esto ocurría, en algún otro lugar de la ciudad de Cali, Álvaro Herrera Melo, un estudiante de música, cornista que participaba en un “cacerolazo sinfónico”, fue arrestado, torturado y luego obligado a hacer declaraciones que lo incriminaban en actos ajenos a la actividad musical. Una militante del partido de Gobierno fue quien al parecer difundió el video en el que a la auto incriminación forzada del joven músico agregaba algún mensaje de incitación y justificación. En una de las múltiples evidencias audiovisuales ampliamente difundidas se veía cómo, a escasos centímetros de los policías que participaban del atropello, circulaba un ciudadano de bien, con camisa blanca, chaleco antibalas y lo que parecía un fusil o un rifle de asalto. Otros ciudadanos de bien celebraban el abuso con arengas. Cuando esto escribo, algún juez que no ha caído en la trampa de convertirse en un delincuente declaró ilegal la captura.

Ante semejante desorden del que acá solo se mencionan dos o tres casos, la reacción del Gobierno no se hizo esperar. El presidente viajó a la ciudad de Cali, donde se reunió primero con la gente de bien, que es más o menos como se autodenominan aquellos que están de acuerdo con acribillar a todo el mundo y a la que pertenecen los pocos pistoleros que no son funcionarios en su día libre. También se arriesgó en algunos puntos de la ciudad no tan amables con su estrategia. Finalmente, prometió “el máximo despliegue militar” y “triplicar la capacidad operativa de la policía” para acabar con las “islas de anarquía”, como al parecer entiende que son los ciudadanos que se resisten a aceptar la canallada que ha sido su gobierno entero.

Cierre de telón

No se sabe a dónde irá a parar el país ni cuándo terminará el derramamiento de sangre. Por lo pronto se sabe que el Gobierno está dispuesto a todo. Los partidos corruptos, también. El líder de uno de ellos ya hace más de una semana afirmó que “el Gobierno debería contemplar la declaratoria del estado de conmoción interior, medida que lo habilitaría temporalmente para controlar la circulación de vehículos, limitar el acceso o salida de determinados territorios, establecer toques de queda e inclusive suspender alcaldes y gobernadores”. Para comprender la irresponsabilidad de estas afirmaciones, hay que advertir que, en el actual estado de cosas, si la tal declaratoria llegase a ocurrir, la sangría no haría más que intensificarse. Por otra parte, la institucionalidad y la mayor parte de la gran prensa han normalizado un lenguaje en el cual la violencia y la violación de los derechos humanos son las barricadas, los bloqueos, los puntos de resistencia y los lugares donde se reúnen los manifestantes. El gobierno nunca usa la palabra violencia para referirse a la arremetida homicida de la fuerza pública, en parte, porque no la reconoce. No la reconoció el ministro en su extremadamente cínica defensa durante la primera parte del debate de moción de censura ni aparece jamás en las justificaciones y altisonantes intervenciones del presidente. La última evolución de esta obstinada estrategia de negación fue la aparición del ministro de Justicia Wilson Ruiz, quien en una entrevista para un medio extranjero afirmó que los muertos eran producto de riñas y que el paro era producto de una conspiración internacional. Así está el oscuro tono de la situación en Colombia. Es difícil concluir este texto porque nada ha cesado. Todo continúa pasando. Se multiplican los actos de la tragedia.

Fuente e imagen: ctxt.es

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Colombia: “274 sueños de paz apagados”: Farc reporta nuevo asesinato de excombatiente

El Partido Comunes, antes Farc, denunció un nuevo asesinato en contra de un exguerrillero. Se trata del firmante de paz, Luis Eduardo Hinestroza Albornoz, quien habría sido víctima de homicidio en el Río Atrato, entre los municipios de Beté y Quibdó, en el Chocó, a manos de hombres armados aún sin identificarse.

“Con el lamentable asesinato del firmante Luis Eduardo Hinestroza, ya completamos la dolorosa cifra de 274 sueños de paz apagados, víctimas de los incumplimientos de este Estado, con el acuerdo de paz. Seguimos insistiéndole a este Gobierno que abra los ojos frente a las realidades violentas que vivimos en los territorios”, afirmó la senadora Sandra Ramírez.

 

 

Además la legisladora, a propósito de las recientes movilizaciones en donde se han presentado casos de abuso de la fuerza, aprovechó para hacer un llamado a respetar la vida de los ciudadanos. “Exigimos garantías ya. No solamente para los firmantes de la paz, sino también para la juventud, para los líderes y lideresas, y para las mujeres. Lo exigimos, señor presidente Iván Duque”, aseveró.

Fuente e imagen: Caracol

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Colombia: 34 líderes sociales fueron asesinados entre enero y marzo según la Defensoría del Pueblo

La Defensoría del Pueblo registró 175 conductas que vulneran los derechos de los líderes sociales. La amenaza y los homicidios hacen parte de esas afectaciones que han dejado como víctimas a campesinos, miembros de comunidades afro y colectivos ambientales y juveniles, entre otros.

Entre el 1 de enero y el 31 de marzo, 34 líderes sociales perdieron la vida en el territorio nacional, así lo confirmó la Defensoría del Pueblo en su más reciente informe. Durante enero se registraron 18 muertes, mientras que febrero y marzo se mantuvieron con ocho reportes, respectivamente. Los hombres son los más afectados, teniendo como registro la muerte de 28 de ellos, contra seis reportes de mujeres. La cifra en este delito, se mantuvo con relación a la registrada para el mismo periodo en 2016 y 2019. Mientras que para 2017, sumó cinco episodios más dejando un saldo de 39 muertes. Durante 2018 la cifra aumentó a 46, y el año pasado fue el pico más alto teniendo como base 54 decesos.

“Del primer trimestre de 2020 a 2021, se presentó disminución en los casos de homicidio en contra de líderes comunales pasando de 15 a 3 casos (80%) y líderes campesinos de 14 a 4 (71%). De otro lado, se presentó un aumento de casos de homicidios en contra de líderes indígenas pasando de 9 a 12 (33%) y líderes comunitarios pasando de 4 a 7 homicidios (75%) registrados en el primer trimestre de 2021”, dijo la Defensoría y añadió que el 55% de los homicidios presentados en el primer trimestre del 2021, se concentran en cuatro departamentos empezando por Antioquia con un (23%), Valle del Cauca (11,7%), Nariño (11,7%) y Chocó (8,8%).

Durante el primer trimestre del año los homicidios afectaron a 12 indígenas, 7 líderes comunitarios, 4 campesinos, 3 líderes sindical, 3 comunales, 12 ambientales y una víctima de conflicto armado, afrodescendiente y juvenil, respectivamente. El homicidio se suma a las tipologías más usadas para atacar a los defensores de derechos humanos. La más latente es la amenaza que registra 123 reportes, seguido de homicidio con 34 y desplazamiento forzado (9), extorsión (4), y atentados (2).

El ente defensor llamó la atención sobre las amenazas, ya que es el medio intimidatorio más usado en contra de los líderes sociales. Esta tipología tiene un 70% por encima en todas las otras modalidades. Durante los primeros tres meses del año, afectaciones de este tipo se concentraron en 175 ocasiones de los cuales 170 fueron a defensores y cinco a colectivos.

Desde 2016, momento en que se firmó el acuerdo de paz entre el gobierno nacional y las extintas Farc, la cifra de afectación no había disminuido. Si bien la estadística alcanzada durante 2021 supera la de ese entonces, es la más baja en los últimos cuatro años.

En 2016 tuvieron un registro de 72 afectaciones, en 2017 reportaron 187, durante 2018 la cifra aumentó a 218, y en 2019 se alcanzó la estadística más alta con 287. Para 2020, pese a que se declaró la emergencia sanitaria por el Covid-19, el flagelo se mantuvo en 281 casos. Mientras que para 2021 la cifra disminuyó considerablemente en un 37.7% teniendo como reporte 175 casos.

De las 175 afectaciones, 35 corresponden a líderes comunitarios, seguido de indígenas (23), víctimas de conflicto (18), servidores públicos (16), líderes comunales (13), campesinos (13), afrodescendientes (11), líderes ambientales (9), activistas de derechos humanos (9), mujeres (6), personas con orientación sexual e identidad de género diversas (5), líderes sindicales (5), de cultura (3), juveniles (2) y estudiantiles (1).

“Comparando el primer trimestre de 2020 y 2021, se presentó una disminución del 71% en las conductas vulneratorias registradas en contra de líderes comunales. De igual manera, se presentó disminución de conductas vulneratorias en Mujeres (60%), Campesino (50), Víctimas (54%) y Activista de Derechos Humanos (71%)”, alertó el reporte del órgano defensor.

Fuente e imagen: El Espectador


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El derecho a la educación: ¿vale hablar desde la ira?

Por: Carlos José Gil Jurado

Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo

Silvio Rodríguez (1994)

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el Campo Estratégico en Modelos y Políticas Educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticias del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

En una de sus obras, Apple (2002) manifiesta que, en sus escritos, todo ellos en favor de una educación que favorezca y responda a los intereses de los escolares y sus contextos, son también resultado de la ira. Esa ira que, precisamente, le producía ver cómo “la arrogancia de quienes creen en la lógica del mercado” (Apple, 2002, p. 11), y eran incapaces de ver el daño que sus propuestas educativas con “palabras grandilocuentes sobre la eficacia, la responsabilidad, la excelencia y la calidad de la enseñanza” (Apple, 2002, p. 12), causan a seres humanos reales, dado que obvian las condiciones reales de vida en que existen dichos seres. Dejaba con ello claro que la ira es, sin duda, una motivación para pensar sobre la desigualdad, la exclusión y la injusticia y, cómo no, también sobre el derecho a una educación democrática, real y pertinente para numerosos sectores sociales.

Ahora bien, con la ira pasa algo curioso en nuestras sociedades: casi siempre se observa una actitud ambivalente frente a la misma. Desde el punto de vista religioso, la ira es considerada uno de los siete pecados capitales; sin embargo, se considera santa la ira de Jesús, cuando expulsó a los mercaderes del templo (La Palabra de Dios, 1992); desde otra perspectiva, el Dalai Lama (2019) la considera un sentimiento humano que puede canalizarse para combatir las injusticias humanas o todo aquello que se cierna como una amenaza para la vida; asimismo, evita que seamos impasibles frente al dolor o la desgracia de otros. Desde lo social, como lo plantea Apple (2002), la ira es una forma de respuesta frente a aquello que causa daño, origina desigualdad social y genera injusticia y exclusión. Por lo mismo, se constituye en un valioso instrumento de lucha, reflexión y expresión social.

Ahora bien, mirar la educación misma desde la ira permite ciertas libertades que no consiente el rigor académico o la corrección política y que conviene aprovechar para poner sobre la mesa cuestiones que han sido ya dichas, pero ahora acompañadas de esa emoción que admite cuestionar, con cierta dureza y virulencia, la situación que ha puesto en evidencia la pandemia, la misma que a la fecha ha producido más de 127 millones de contagios y cuya cifra de muertos supera los 23 millones y, sin embargo, se observa que el proceso de vacunación, no sólo no marcha con la urgencia y la cobertura que la situación amerita, sino que da lugar a que algunos gobiernos hagan manejos excluyentes y perversos con ella, como lo ha denunciado la OMS (ONU, 2021). Es decir, aun frente a una situación en la cual debería privilegiarse el valor de la vida, otros asuntos resultan de “mayor importancia”.

Frente a ello, resultan necesarias la preguntas: ¿dónde está aquella educación que debe tener como misión formar sujetos sociales que, con esos saberes y sentimientos de humanidad, responsabilidad y solidaridad, deben reivindicar el valor y la importancia de la vida, por encima de otras consideraciones?; ¿qué ha sucedido con aquellos saberes que, con tanta intensidad horaria, experiencias de laboratorio y numerosos ejercicios de campo buscaban informar y provocar admiración y respeto por ese milagro, que es la vida misma? Parece que los problemas de una creciente ola de violencia, desafortunadamente, múltiple y variada en sus expresiones, así como la indiferencia social, dicen que todo ello quedó reducido a un conjunto de numerosos y llamativos datos, así como a una alfabetización básica sobre la vida, que no parece tener sentido ni utilidad en la existencia personal y social.

Parece que, frente la situación que ahora se vive, tendrían absoluta razón hombres como Toffler (1970) o Rifkin (1999), cuando se refieren al hecho de que la civilización se embarcó en un “modo de vida” industrial, en el cual este conocimiento sobre la vida asumió un sesgo en favor de una visión pragmática y productivista y en la cual los seres vivos estaban ahí para servir a una revolución científico-tecnológica, depredadora y mercantilista cuyas consecuencias hoy día no sólo son visibles en la desaparición de muchas expresiones de la vida vegetal y animal, así como de sus sustratos ecológicos, sino que incluso la vida humana ha adquirido otro valor y los grandes poderes económicos ya la ven como objeto de experimentación y como un gran potencial comercial, gracias a su acervo genético; la actual revolución biotecnológica ya permite avizorar este peligroso sentido y horizonte para la vida humana (Rifkin,1999).
El “ser humano” comercial y la sociedad consumista en la que se desenvuelve dice con sus actitudes, sus silencios, sus complicidades que las reflexiones sobre lo humano y lo social están siendo abandonadas o tienen en la educación un terreno estéril y carente de compromiso, cada vez más visible; parece que aquella escuela del papagayo, imaginada por Tagore (Nussbaum, 2011), tiene presencia evidente en muchos de los contextos latinoamericanos, dado que la reflexión y el compromiso con la vida misma y con la vida de los otros, se resume en saberes más enciclopédicos que participativos y más memorísticos que impregnados de vida y compromiso. Como observa la misma Nussbaum (2011), estamos ante una educación que está minando las cualidades esenciales que identifican lo humano y debilitan aquella solidaridad básica que debería llevarnos a desarrollar la ira y la resistencia frente al poder y sus desmanes.

Por ello mismo, también resulta pertinente preguntarse qué tipo de sujetos, de sociedades y bajo qué presupuestos se están formado mediante los procesos educativos, dado que la capacidad de respuesta de los mismos frente a la situación planteada, no tiene la cohesión ni la fuerza que la situación social amerita y así poder generar los cambios que permitan ver que los discursos ético-científicos sobre la vida y la responsabilidad con la vida y la naturaleza, van más allá de los cuentos cientificistas, a los que se dedican largas jornadas de “estudio” en las aulas escolares. Parece ser que la cuestión de la formación del sujeto sigue siendo, igualmente, una tarea aplazada, por lo cual la cuestión de la formación de una ciudadanía, entendida esta como una actitud de vida que nos hace responsables de nosotros mismos, de los otros y del hábitat, igualmente, es sólo otro ejercicio academicista.

El denominado desembarco neoliberal en la educación (Martínez, 2004) dejó claro que el Estado de Bienestar y su interés en la agenda de lo social debía desaparecer, dejando, eso sí, espacio para los discursos que se reclamaban como urgentes por ciertos sectores sociales, como la democracia, la cuestión ambiental, los derechos humanos, la equidad de género, la inclusión social, entre otros, y que se visibilizó en la llegada de nuevos saberes a la educación, sin que ello significase que lo esencial experimentara cambios: En efecto, los nuevos planes de estudio se han modernizado con la introducción de nuevas cátedras como Competencias Ciudadanas, Educación Sexual, Medio Ambiente, Derechos Humanos, Democracia y Participación. No podía ser de otro modo, en este estado de cosas, los sectores sociales son escuchados y la “educación” está atenta a dichas voces. Pero sólo eso.

Por ello, parece que la escuela, como lo mostró hace mucho Toffler (1970), sigue siendo el centro de instrucción de los hombres y las mujeres que reclama el nuevo modo de ver el desarrollo y la economía. Y entonces la escuela volvió a ser “feliz” porque se modernizó y, como no podía ser de otro modo, también ingresó la burocratización, el papeleo, la respuesta rápida, pero también los profundos cambios que están desfigurando el trabajo de los educadores, como seres humanos que forman en Humanidad (Hargreaves, 1996). Ahora es una institución más moderna, más racional y más eficiente pero, al parecer, menos inteligente. Todo ello parece indicar que se requiere del concurso de la “santa ira”, para expulsar esta nueva, pero siempre vieja casta de mercaderes de la educación, y así recobrar la escuela como auténtico y democrático templo de formación de lo humano y lo social. ¿El maestro contempla ello en sus propósitos?

Ya veremos.

Referencias
Apple, M. (2000). Educar “como Dios manda”. Barcelona: Paidós.
Dalai Lama. (2019). El poder de la ira. México: Urano.
Martínez, A. (2004). De la escuela expansiva a la escuela competitiva. Barcelona: Anthropos.
Hargreaves, A. (1996). Profesorado, cultura y postmodernidad. Madrid: Morata.
Nussbaum, M. (2011). Sin ánimo de lucro. Buenos Aires: Katz
ONU (2021). La OMS critica el egoísmo de los países ricos y las farmacéuticas frente a las vacunas del Covid-19. Nueva York: Noticias ONU.
Rifkin, J. (1999). El siglo de la biotecnología. Barcelona: Critica-Marcombo.
La Palabra de Dios (1992). El evangelio según San Juan. Bogotá: Terranova.
Toffler, A. (1970). El shock del futuro. Barcelona: Plaza y Janés.

El derecho a la educación: ¿vale hablar desde la ira?

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El paro político nacional, triunfo o derrota popular

Se preveía que el Paro programado para el 28 de abril de 2.021, tornaría en Indefinido. Se conocía con anticipación, que pese a las restricciones con ocasión del Covid-19, las movilizaciones serian multitudinarias, permanentes. Era de esperar que la protesta centraría contra la Rama Legislativa (Senado, Cámara, Asamblea, concejos), retomando lo sucedido en el anterior Paro Nacional del 21 de noviembre de 2.019 (21N), que en plena protesta callejera el Senado aprobó la fatídica Reforma Tributaria que privó al Estado colombiano de recaudar cerca de 12 billones de pesos, nueve billones de los cuales fueron entregados al sector financiero parasitario y el resto a exenciones tributarias a empresarios, dizque para impulsar el “pleno empleo”, resultando embolsillados por ellos. También que la petición directa fuere la extinción del Escuadrón Policial de la Muerte, El Esmad y como remate la exigencia de la reforma de fondo a la Policía Nacional, desnaturalizada por lo militar.

Un Pliego de Peticiones, presentado por el Comité Nacional de Paro desde hacía 11 meses, engavetado y sin respuesta oficial, presagiaba el alcance político del desarrollo de las protestas. El binomio gubernamental lo sabía y no han demostrado capacidad para encararlo y ello explica la dilación en solucionarlo. Los acontecimientos políticos que se han sucedido y generado durante su ciclo de actividad califican el presente paro, como de Paro Político Nacional (PPN), sustentado en un estallido político-social y en la consecuente y consciente participación organizada de las masas y por ende del movimiento popular colombiano.

No estaba entre los cálculos que el régimen presidencialista le diere un tratamiento contra insurgente al Paro y ello demuestra la incongruencia en lo gobernable y la ratificación que en Colombia opera una hegemonía oligárquica contra insurgente, de la que hacen parte la mayoría de grupos y partidos políticos que tienen representativo en el Congreso.

Con anterioridad se ha planteado la culpa gubernamental en la vorágine causada. La conciencia popular enardecida ha comprobado que es posible exigir los cambios de fondo que la sociedad colombiana requiere. Se impone la constante de tener claro que es lo que se quiere y se ha demostrado que se perdió el miedo a protestar a exigir, denunciar, pese a la ola de Terrorismo de Estado aplicado en Colombia.

Alcances políticos del paro

En este mes de Paro se ha revelado la lucha de clases latente. El racismo entronizado contra minorías étnicas y pueblo ancestral. Desenmascarada la iniquidad e injusticias, materializada en conocimiento que el 1% de la población, más rico, es el dueño de medio país. Que el 1,5% de la población, sea la dueña ostentosa del 52% de la tierra productiva en el país. Se desenmascara a los pocos personajes que son los dueños de los Peajes, que tienen rebotado y en acción de bloqueos a los transportadores. Que todos los Servicios Públicos esenciales (Comunicaciones, Agua, Luz, Transporte, Educación, Salud, Banca, Recursos Naturales) han sido privatizados a ultranza, redundando en un imaginario popular de no pertenencia y valía. Que el problema de poder en la generación y generalización de la corrupción radica en toda la rama legislativa, atornillada por la existencia de un sistema electoral corrupto, soso, hecho a imagen, semejanza y provecho del clientelismo. En la existencia y permanencia de una metodología desarrollada por los gobernantes al servicio del capital financiero especulador y parasitario, al que se le otorgan auxilios, exenciones, beneficios abusivos en billones de pesos, en detrimento de las arcas públicas. Complementa con un modelo económico que incluye el uso desmedido de la explotación de los recursos naturales, en lo extractivo, que asola el panorama del equilibrio ecológico, la defensa de la naturaleza, de sus derechos y el de los animales. Se revela, como verdad sabida, que funge un presidente títere, sub valorado, por sus mismos partidarios y lastre en la conducción eficaz del país. El experimentado dirigente político Álvaro Leiva D, advierte, en clara alusión al sub presidente: “un animal puede tener cien pies; pero jamás dos cabezas”. No obstante(o por eso) el objetivo del movimiento popular, no es el fin del mandato del títere de turno y en consecuencia tampoco el de la politicidad del Paro Nacional; como si lo es la Fuerza Pública criminal que sustenta al Establecimiento y el señalamiento e identificación del enemigo principal del pueblo colombiano, como lo es la Rama Legislativo del Poder Público. La conciencia ciudadana y popular tiene muy bien identificado a todos los causantes de sus males y la dictadura mediática no logra confundir esos imaginarios pululares.

Efectos de los alcances políticos del paro

En relación con la capacidad de dirección del Comité Nacional de Paro, este no ha perdido fuerza, ni vigor, durante el más de un mes de desarrollo del paro. Esto, por cuanto no se trata de un cese de actividades tipificado, sino de una Huelga generalizada, de carácter político en todo el país. El gobierno le apostó a su desgaste y el Comité ha salido bien librado de pretendidas imposiciones unilateral gubernamentales.

El tema de los Bloqueos, que no es del resorte nacional del comité, expresa la multiplicidad de reclamaciones de otros sectores populares, que no están bajo la égida de dirección del Comité Nacional del Paro y demuestra la errada aplicación de inteligencia preventiva del Establecimiento gubernamental. Craso error el haber desautorizado a dos vice ministros que habían llegado a un acuerdo con manifestantes para destrabar el corte de vía en Buenaventura y progresivamente permitir el fluido, con ayuda de los transportadores, manifestantes y organizaciones populares en la calle. Se suma a la salida de dos ministros y un Alto Consejero gubernamental.

Como nunca se había registrado en las luchas populares en Colombia, este paro del 28A, ha elevado el nivel organizativo de las masas. Resultado de la brutalidad policial aplicada por el Escuadrón de la Muerte Policial, Esmad, los jóvenes han creado LA 1ª LINEA. Los muchachos o pelaos de La 1ª Línea, están en la lucha callejera, con cascos, gafas plásticas de seguridad, escudos de lata y plásticos, tapabocas y disponibilidad total. Enfrentan las bombas lacrimógenas y chorros de agua dirigidos a los manifestantes. Orientan a la población alzada. Controlan a saqueadores. Organizan los Bloqueos, evitando la extorsión. Encausan y ayudan. Previenen, orientan, socorren a golpeados, o a sitiados, a quienes ayudan a salir. Participan en las ollas comunitarias, junto con LAS MADRES DE LA 1A LINEA. Aseguran las tres comidas del día y a la que jamás habían tenido acceso. Entretejen con amistades, compañeros, novias, todo un soporte de activismo político y social. También son liderados y ayudados por sacerdotes de iglesias, médicos, auxiliares de salud, activistas de ONG´s sin apropiarse de sus espacios- profesores que acuden a proteger a sus alumnos, padres de familias y vecinos. Sorprende la capacitación e ilustración que ostentan y expresan los pelaos sobre lo problemático del país. La represión contra los pelaos de La 1º Línea ha sido brutal y sanguinaria por parte del Terrorismo de Estado. Policías y paramilitares los ubican, identifican, los retienen cuando salen de los escenarios de confrontación. Los siguen, los desaparecen, y los incineran, como en el lamentable suceso del joven de piel negra, encontrado carbonizado en las instalaciones destrozadas del centro comercial Dollar City, en la ciudad de Cali, no distante, por la parte trasera, de un centro de atención policial, que ha sido objeto de reiterados ataques durante las confrontaciones de estos días. Los medios de alienación masiva, mantienen en una burbuja, mintiendo sobre la cotidianidad de una confrontación permanente en las ciudades afectadas, al no ejercer un periodismo independiente. Difunden especies como la del Ministro de Justicia Wilson Ruiz, quien afirma que se trata de una estrategia de difamación contra el Estado colombiano y que las muertes de manifestantes han sido en incidentes aislados como riñas callejeras, hurtos, etc. Inventan lo de la presencia de grupos armados y de control del fementido narcotráfico y el Consejero para la Estabilización, Emilio Archila, señala en una entrevista, que los bloqueos son ilegales y deben ser levantados de manera inmediata para poder iniciar una negociación.

Todo un montaje preparando el escenario de golpes dictatoriales y más represión y muerte. Duque y sus comilones que repiten, siempre habla de respetar la Constitución, pero en la práctica no acude a negociar una búsqueda de salida concertada, recurriendo a la represión. Se trata de un gobierno des legitimado que solo se sostiene con la dictadura.

El efecto político, como repercusión internacional no se ha dejado esperar. Movilizaciones de colombianos y ciudadanos de diferentes países donde se han dado multitudinarias protestas de solidaridad con el pueblo colombiano y en contra del gobierno. Llamados de organismos internacionales y personalidades a la búsqueda de una solución y al respeto a los manifestantes. Cartas diplomáticas enviadas, a raíz de los violentos comportamientos de la fuerza pública. Reiterada inquietud por la cantidad de baleados, muertos, heridos y sobre todo, desaparecidos, durante las jornadas de protesta, aumentan el desprestigio internacional del gobernante colombiano, que pareciere no piensa con cabeza propia, sino por la del otro. Inexplicable mal manejo y contradictorio trato al pedido de la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH) a venir a verificar las denuncias de violación a los Derechos Humanos.

La Secta-que no partido- de gobierno, ha impulsado la reacción fascista contra las protestas llamando a la intervención militar y al mesianismo salvador con los inmensos recursos dinerarios de sus “corporados”: “Urgimos al Gobierno Nacional liderar la consecución de unos recursos pagados por los más pudientes para financiar la lucha contra la pobreza y la política de juventud” 28 de mayo de 2.021. La plata es grosera, insolente. Piensan que dando limosna a la juventud, manteniendo la situación de iniquidad, miseria, pobreza, pueden continuar cabalgando sobre las necesidades del pueblo colombiano. En nada se diferencia esta grosería, como cuando el capo Pablo Escobar, anunció que estaba en condiciones de pagar la deuda externa colombiana. Vaya pues!

El paso dictatorial con un decreto de marras

Los Bloqueos son protesta ciudadana. Se explica cómo manifestación soberana del pueblo indignado. Una expresión de democracia directa:(Artículo 3 CP91) “el pueblo la ejerce en forma directa”. Puras elucubraciones se dan en torno de ellos. Los gremios económicos y financieros; oficiales y privados, mencionan sumas billonarias, astronómicas, en pérdidas. La verdad es que no ha existido, no se ha dado, un desabastecimiento critico en las ciudades. Los bloqueos se han dado en forma intermitente y al parecer funcionan unos “corredores humanitarios” por el que circulan los artículos de primera necesidad, medicamentos, etc. Obvio, los importadores de lo santuario si se afectan. Sucede que la decisión política es no aceptar ninguna clase de protesta, no negociar, derrotar al movimiento popular y aprovechar la coyuntura para el engaño electoral gubernamental que avecina. Si los gremios y grupos de presión económica estuvieren afectados, hubieren presionado al gobierno a una solución negociada; pero no, avalan las medidas contra el movimiento popular y llaman a la militarización, con la ambientación intoxica dora de los medios de comunicación que buscan hastiar a la clase media y ponerla en contra del Paro Político Nacional (PPN), a fin que ninguna conquista política se logre conseguir. En acto de desespero por la intensificación de la protesta y continuación de la lucha, le resulta imposible contener la autonomía de los gobernantes locales, elegidos popularmente y terminarían demarcándose de la directriz central del gobierno por in gerente la “asistencia militar”. No están en capacidad de continuar reunidos con un Comité de Paro, solido en sus argumentos y ante la flaqueza de ingobernabilidad manifiesta, deciden acudir a lo dictatorial. Emiten un Decreto, que prácticamente lleva a traste las negociaciones con el Comité de Paro, tal como lo enuncian sendos comunicados de ambas partes.

El Decreto 575 del 28 de mayo de 2.021, es de indiscutible carácter dictatorial, draconiano. Pasa por alto las observaciones de las fuerzas militares y de policía, que realizan tareas de control en medio de las protestas sociales y políticas. Desconoce que están sujetos a las reglas internacionales del uso de la fuerza, limitadas por los principios universales de legalidad, necesidad, precaución y proporcionalidad. Todo eso lo viola el citado decreto e instaura el Terrorismo de Estado, siempre vigente en Colombia. Como tal, la “asistencia militar” es inconstitucional y no contentos con el injerto, emiten un Decreto, que más pareciere de conmoción interior, sin darse las condiciones objetivas para ello. Es un disfraz que busca “restaurar el orden público” en los Departamentos citados; lo cual no es de unánime, ni igual caracterización. También resulta inconstitucional un Decreto dictatorial dizque para “prevenir” la alteración; es decir lo que vendrá. Eso demuestra ineficacia en la dirección del país. Ese Decreto es inaplicable. De cuando acá el Departamento de Norte de Santander esta alterado en“el orden público”? Acaso se está con la Constitución de 1886? No..En el Departamento Norte de Santander existe un conflcito armado interno agudizado, con control territorial insurgente, a diferencia de El Cauca, por ejemplo, que controlan el territorio las bandas de narcotraficantes en connivencia con las brigadas militares y el generalato a la cabeza. Resulta que la única manera de “prevenir” que no se altere el orden público en el Norte de Santander, es no fumigar con glifosfato. En una palabra, aplicar los Acuerdos de La Habana. Crear las Zonas de Reserva Campesina (ZRC). Proteger a las comunidades indígenas. Derogar los Zidres y comenzar a reconstruir la economía de El Catatumbo bajo la dirección cooperativa, desplazando el capital financiero parasitario y narcotraficante de lavado legal. Uno a uno los gobernantes locales manifestara el desacuerdo con la pérdida de su autonomía. Ya lo han manifestado la Alcaldesa de Bogotá,DC y el Alcalde de Bucaramanga. Más de cinco alcaldes en Cundinamarca y seguiremos contando.

La salida es política no militar

Debe el gobierno nacional retomar las negociaciones con el Comité del Paro Nacional. Entender que una cosa es negociar con el comité Nacional y otra con las comunidades en protesta regional, con representatividad soberana directa, del pueblo en las calles, carreteras y veredas. Es fácil: solucione el Paro de los Transportistas. Ponga en la cartera del Ministerio de Obras Públicas y Transportes a una persona capacitada y enfrente el problema que tendrá con los explotadores de los Peajes. Enfrente a Sarmiento Angulo y al grupo Aval y no a los transportistas, conductores, ayudantes y al pueblo organizado en las calles. Soluciónelo ya y resuelve lo de los Bloqueos. No seguir dándole al Paro Político Nacional un tratamiento contra insurgente. Esto contribuirá a un agudizar del conflicto armado interno insurgente. Y por dejar por el momento, aliste se, señor gobierno bicéfalo o dual a aceptar la convocatoria, de una Consulta Popular para determinar temas puntuales como la Revocatoria del Mandato de Toda la Rama Legislativa del Poder Público actual y empezaremos a construir una Nueva Colombia, aplicando los ajustes necesarios al sistema corrupto electoral, clientelista y de casino, narco paramilitar, que impera en Colombia.

El paro político nacional, triunfo o derrota popular

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