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Ecuador: ¿Por qué el 53% de graduados de medicina en Ecuador no aprobó el examen que los habilita como profesionales?
¿Por qué el 53% de graduados de medicina en Ecuador no aprobó el examen que los habilita como profesionales?
El 53 por ciento de los médicos recién graduados no aprobó el examen que los habilita como profesionales. Un diagnóstico preliminar revela dos posibles dolencias: que la evaluación fue demasiado exigente o que hay deficiencias en la calidad de enseñanza en las 21 universidades donde se prepararon. La receta, falta por escribirse…
En Ecuador para que un graduado de Medicina empiece a ejercer su profesión debe diagnosticar correctamente, como mínimo, a 81 de 120 pacientes. Puede equivocarse en los 39 restantes, porque luego irá ganando experiencia y podrá especializarse. En teoría, esta es la lógica de lo que se conoce como el “Examen de Habilitación para el Ejercicio Profesional” (EHEP), que rinden los médicos cuando terminan su formación académica, y es requisito previo antes de pasar al año de salud rural y ejercer libremente.
Se trata de una prueba con 120 preguntas. Por ejemplo: “Paciente de ocho años, pesa 24 kilogramos, con estatus convulsivo, señale el fármaco y dosis correcta de anticonvulsionante que debe ser suministrado inmediatamente”. Esta podría ser una de las preguntas más cortas y fáciles, porque otras refieren una docena de síntomas que los noveles médicos deben dilucidar con base en sus conocimientos adquiridos en 10 semestres de universidad y un año de internado.
Este examen se toma desde 2014 y está a cargo del Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Caces, antes Ceaces). Tras la última convocatoria, de octubre pasado, el síntoma más común para el 53 por ciento de los casi 4.000 graduados fue reprobar el examen. Un diagnóstico preliminar revela dos posibles dolencias: que la evaluación fue demasiado exigente o que hay deficiencias en la calidad de enseñanza en las facultades de Medicina de las 21 universidades donde se prepararon. La receta, falta por escribirse.
Uno podría pensar que acertar a 81 de cada 120 pacientes no es un estándar alto, pero en la prueba anterior, tomada en julio de 2020, el Caces fijó el puntaje mínimo en 64 respuestas correctas. ¿Qué está pasando? ¿Por qué la vara es alta para unos y baja para otros?
El polémico punto de corte
Erick Guerrero tiene 26 años y estudió Medicina en la Universidad de Guayaquil. Hizo su año de internado rotativo en el Hospital de Infectología, justo en el período de pandemia. En octubre se presentó al examen. Después de tres horas frente al computador, el sistema le notificó que acertó en 80 preguntas, superando ampliamente el mínimo de 64 que se fijó para la prueba anterior.
Sin embargo, el cuatro de diciembre, días antes de abrirse la postulación para la medicatura rural, le llegó un correo electrónico: le indicaba que el puntaje mínimo era 81 y debía intentar el siguiente semestre.
Erick y un centenar de graduados, que se sintieron afectados por el cambio en el puntaje mínimo, interpusieron acciones de protección contra el Caces; algunos con el respaldo de la Defensoría del Pueblo. “Todos los que estamos en esta situación, con puntajes altos, contábamos con tener una plaza en la rural y un ingreso económico desde enero, pero nos quedamos sin nada. Más bien, nos ha tocado gastar en abogados. Estamos desempleados, no podemos trabajar porque ser médico no es como otras carreras”, lamenta el joven. ¿Cuándo cambiaron las reglas?
Antes de la pandemia, el examen pasó a ser virtual y el Caces empleó otra metodología de calificación. Se trata de modelos matemáticos complejos, validados y aplicados internacionalmente, que fijan el punto de corte en función del rendimiento de cada grupo, explicó el presidente del Caces, Juan Manuel García.
Esto quiere decir que, cada grupo de graduados rinde la prueba y, posteriormente, un comité de profesores de las universidades y expertos del Caces, fija el puntaje mínimo. La diferencia sería que, mientras el grupo de julio fue el primero en rendir la prueba de forma virtual y en el peor momento de la pandemia, el grupo de octubre ya estaba mejor preparado y, por tanto, su rendimiento fue más alto.
Esto no convence a los perjudicados ni a algunos jueces que les dieron la razón. Aunque Erick, junto a un grupo de 50 graduados de Guayaquil, ya tienen un fallo a su favor, deben esperar la ratificación. No obstante, perdieron su cupo en la rural al menos hasta septiembre.
En otra de las resoluciones, de una estudiante de Cuenca, se señaló que el puntaje para la calificación fue aprobado con fecha posterior al examen, “con lo que se demuestra que no hubo reglas claras, trasparentes y publicitarias (…) lo que constituye una plena violación a la seguridad jurídica”.
El Caces no da su brazo a torcer. García dice que los jueces no pueden habilitar a los médicos con artilugios legales, porque se debe respetar un proceso académico que tiene las reglas claras. Por eso, siguen apelando los fallos. Algunos jueces rechazaron las acciones de protección.
También los graduados de Odontología y Enfermería rinden este examen, pero en esas carreras no hubo mayores reclamos porque no varió significativamente el puntaje mínimo.
Los graduados que se sintieron afectados, por el cambio en la forma de evaluación, hicieron plantones porque se quedaron sin cupo para el año de salud rural.
Aciertos y errores
Varios decanos consultados coinciden en la validez del método aplicado, pero algunos discrepan en la dificultad de la prueba. Ramiro Estrella, decano de Ciencias Médicas de la Universidad Central, dice que hay algunas preguntas de especialidad para la cual los estudiantes recién graduados no están preparados.
También señala que no todas las mallas curriculares son iguales y que es necesario estandarizar eso para que todos reciban una formación similar. “Hay que cambiar y mejorar algunas cosas. Este examen no debe ser un freno en la carrera de nuestros médicos”.
Algunos demandantes también dicen que el método aplicado por el Caces puede ser aceptable, pero hubo errores. “Primero, la prueba se tomó en tres días y evidenciamos que las preguntas se filtraron y beneficiaron a quienes aplicaron el segundo y tercer día. Seguramente eso incrementó el rendimiento general del grupo, pero perjudicó a quienes dimos la prueba el primer día”, dice Alison Clavon, graduada de la Universidad de las Américas.
Junto a otros colegas, expuso estos cuestionamientos en una comparecencia en la Comisión de Salud en la Asamblea Nacional. En esa instancia denunció también que habría un interés impulsado por el Ministerio de Salud Pública (MSP) para elevar el punto de corte, con el objetivo de restringir el acceso a plazas en la medicatura rural. Es decir, el Estado estaría recortando el presupuesto para este sector.
La delegada del Caces a esta comparecencia, la consejera Adriana Romero, presidenta de la Comisión Permanente de Habilitación para el Ejercicio Profesional, enfatizó que no hay injerencia alguna de otra institución; aseguró que el método de evaluación es técnico y público para que cualquier persona la revise.
Vistazo pidió información al MSP para contrastar la afirmación, pero no hubo respuesta. Sin embargo, según un documento oficial, para este año se abrieron 1.829 plazas disponibles para la rural y fueron habilitados 1.820 médicos.
Los asambleístas William Garzón y Ángel Sinmaleza, presidente y vicepresidente de la Comisión legislativa, mostraron su preocupación ya que habría poblados lejanos que se quedarían sin médicos rurales y se comprometieron a investigar.
La prueba de fuego
Para los estudiantes que denuncian estos aspectos, ya no es muy importante si la justicia les da o no la razón. Dicen que no tendrían problema en repetir el examen. Lo que importa, dicen, es que sus casos sirvan para que no se vuelvan a cometer errores, como la filtración de preguntas, y que el Caces fije reglas claras. La institución evaluadora niega tal filtración.
Sin embargo, aún si se logra superar estos impasses, hay un problema de fondo. Por un lado, tenemos carreras de Medicina que logran que la mayoría de sus estudiantes aprueben este examen, pero hay otras con resultados preocupantes, cuando se supone que todas están acreditadas. Síntoma que deja en entredicho la calidad de la enseñanza.
Nunca se ha presentado el ranking de los resultados por universidades. La consejera Adriana Romero argumenta dos motivos: la realidad de cada carrera es diferente y esto podría servir para estigmatizar a ciertos centros de estudios que tienen los rendimientos más bajos.
Por ejemplo, hay carreras en las que el porcentaje de aprobación es de más del 80 y hasta 90 por ciento y otras en las que apenas pasaron el 30 por ciento. No obstante, revelar estas abismales diferencias daría cuenta de las brechas que aún existen pese a que llevamos años de acreditación universitaria.
El próximo examen que se tomará en abril o mayo será la prueba de fuego: sabremos si el puntaje mínimo se mantiene en alrededor de 81 o cambia drásticamente, desatando nuevos reclamos.
En la Universidad de Cuenca, por ejemplo, se hace un seguimiento a sus médicos graduados y se dictan tutorías para quienes deben repetir el examen, explica su decano José Roldán. La carrera cuenta con su plan de fortalecimiento y, explica que no han bajado la calidad, pese a la reducción del presupuesto de los últimos años que afectó a todas las universidades públicas. Sin embargo, afirma que sorprendió que se fije tan alto la nota mínima entre un semestre y otro.
Por otro lado, Pedro Barberán, decano de la UEES, dice que ellos hacen un esfuerzo por una formación internacional que dote de mayores conocimientos y abra puertas a sus graduados. “Nosotros hemos invertido en laboratorios, clínicas de realidad aumentada, realidad virtual. También nos afectó el que haya subido el puntaje, pero nos mantenemos con estándares altos como otras universidades”, acota.
Para Leonardo Bravo, director ejecutivo de la Asociación de Facultades Ecuatorianas de Ciencias Médicas, es necesario que todas las carreras tengan una malla curricular común.
Explica que el uso de un libro u otro para la enseñanza puede acarrear diferencias porque se recomienda, por ejemplo, para una enfermedad, distintos tratamientos y, eso, en una prueba con respuestas de opción múltiple genera diferencias. Dice que hace falta más sinergia entre la asociación, las carreras de Medicina y el Caces para mejorar la evaluación y no enfrentarnos nuevamente a episodios preocupantes en que más de la mitad de los graduados repruebe la última prueba de su formación.
Fuente de la Información: https://www.vistazo.com/seccion/podcast/por-que-el-53-de-graduados-de-medicina-en-ecuador-no-aprobo-el-examen-que-los
Piden declarar estado de excepción en capital de Ecuador por ola de contagios de covid-19
Piden declarar estado de excepción en capital de Ecuador por ola de contagios de covid-19
El alcalde Jorge Yunda exhortó al gobierno a declarar a la medida por 15 días ante la ola de contagios de covid-19; «ayudará a descongestionar el sistema sanitario», dijo.
El alcalde de Quito, Jorge Yunda, informó que exhortó al gobierno a declarar a la capital de Ecuador en estado de excepción por 15 días ante la ola de contagios de covid-19, que ha llevado al colapso al sistema hospitalario. El funcionario indicó en rueda de prensa que hizo la petición a través del Comité Nacional de Operaciones de Emergencia (COE), que maneja la crisis sanitaria en el país por la pandemia, durante una reunión en la que se analizó la situación de la ciudad. «Las cifras en la ciudad capital a estas alturas de la pandemia son alarmantes», dijo.
Actualmente, Quito se mantiene como epicentro del coronavirus en Ecuador, con 109 mil 896 contagios y más de 2 mil 300 fallecidos por covid-19 desde el inicio de la pandemia en el país, el 29 de febrero de 2020, según los últimos datos del Ministerio de Salud.
Yunda precisó que se exhortó decretar estado de excepción por 15 días después del próximo domingo, cuando Ecuador celebrará las elecciones de la segunda vuelta presidencial.
Apuntó que la medida permitirá que Quito, la urbe más poblada del país sudamericano, «baje su ritmo y pueda descongestionarse el sistema sanitario, peligrosamente desbordado en este momento».
El alcalde quiteño precisó que al gobierno le corresponderá dictaminar el estado de excepción en equilibrio con medidas que no afecten a la reactivación económica de la ciudad.
«Necesitamos darle un oxígeno al sistema hospitalario que está ocupado al 100 por ciento; hay decenas de personas, que superan las 100, en espera de una cama en las Unidades de Cuidados Intensivos», dijo el alcalde al apelar a la corresponsabilidad ciudadana. El llamado lo hizo debido a que se siguen desactivando fiestas clandestinas con una masiva concurrencia de personas, y persiste la indisciplina de los ciudadanos en el cumplimiento de las medidas de bioseguridad. Frente a ello, anunció que se reforzará la campaña sanitaria y el control del uso de la mascarilla en espacios públicos, así como de las reuniones sociales clandestinas.
«Este es el momento del distanciamiento y de hacer conciencia mientras avanza la vacunación (contra la enfermedad en el país)», sostuvo. En Quito, ubicada en la provincia de Pichincha, termina este viernes la vigencia de un estado de excepción focalizado decretado por el gobierno el pasado 1 de abril para evitar el aumento de contagios de covid-19. La medida, que también se aplicó en otras siete provincias con altos índices de contagio, incluye un toque de queda nocturno y varias restricciones, que quedarán sin efecto en las próximas horas.
Fuente de la Información: https://www.milenio.com/internacional/latinoamerica/ecuador-piden-declarar-excepcion-quito-covid-19
Ecador: Escuelas clandestinas, el último recurso de los que no tienen nada
En las zonas más necesitadas de Guayaquil, en Ecuador, proliferan las clases presenciales improvisadas en patios y descampados, con adolescentes que hacen las veces de maestros para que los estudiantes con mayor riesgo de exclusión no pierdan el curso.
Un gran árbol cubre con su sombra de más de 10 metros tres mesas de contrachapado y hierro desgastadas y desconchadas en medio de un descampado. Donde hoy reciben clase 15 niños, antes había un vertedero de basura. “Envié un oficio al municipio para que vinieran a limpiar”, resuelve con una normalidad y soltura impropia de su edad Dennisse Toala. Tiene 17 años y acaba de terminar Bachillerato.
Es una de las profesoras que improvisó clases en una de las zonas más inhóspitas y descuidadas de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, a la que no llega ni el agua ni la luz: Monte Sinaí.
Ese espacio al aire libre en el que los niños repasan las vocales y los números es el punto más remoto de ese sector de asentamientos irregulares. Antes de llegar, las calles asfaltadas de la ciudad se convierten en vías con un cemento precario que luego pasan a ser caminos de piedra y polvo y, justo al acabarse la ruta, un barrizal arcilloso.
Pero ahí, hay un rayo de oportunidad para que los estudiantes con mayor riesgo de exclusión no pierdan el curso. Sin internet, es imposible que sigan las clases oficiales virtuales que impuso Ecuador cuando comenzó la pandemia de covid-19 hace un año.
Liam y Gael son dos gemelos de tres años. Saltan a la rayuela mientras cuentan los números. Los otros niños de su nivel esperan el turno. No se pelean. Sonríen. Es improbable que, por su edad, sean conscientes de la importancia de la labor que un día asumió la joven graduada sin que nadie se lo pidiera. Gracias a ella, todos los alumnos que han pasado por sus clases han aprobado el curso y, si comienza un nuevo año lectivo en mayo de forma presencial, no habrán quedado atrás.
Una evaluación oficial, tras entregar el portafolio de deberes completo de cada alumno a su escuela, avala los diez meses que han recibido asignaturas, rodeados de tierra y monte verde. “Yo, en realidad, quiero ser fisioterapeuta”, cuenta Toala.
―¿Con lo que has conseguido aquí no has pensado en ser profesora?
―No, no es algo que me motive tanto. Si no me llama la atención, no lo voy a hacer bien, ―responde, vestida aún con el pantalón corto de su uniforme colegial deportivo. ―Lo hago ahora porque me entusiasma estar ayudando y cubrir esta necesidad. El lema es aprender para enseñar y cada niño enseña a sus hermanos y hasta a sus padres, ―razona con el aplomo de un adulto y el cuerpo de una adolescente. Hace una semana organizó una fiesta de graduación que daba inicio a las vacaciones.
El próximo curso empieza el 7 de mayo en la región Costa del país andino, pero no hay certeza de que se puedan retomar las clases presenciales. En la región Sierra y en la Amazonía, el curso arrancó en septiembre; en marzo, las autoridades ecuatorianas permitieron que 77 escuelas recuperasen la educación presencial como parte de un plan piloto al que Guayaquil, de momento, ha renunciado.
Mientras, Ecuador, que acaba de recibir el primer lote de vacunas AstraZeneca de la iniciativa Covax, mantiene el aumento de contagios de coronavirus: el país acumula 307.000 casos confirmados y 16.333 fallecidos por el virus desde el inicio de la pandemia, con una media diaria de más de 1.300 nuevos enfermos en los últimos siete días.
Ni Liam, ni Gael, ni Sebastián ni los otros chicos y chicas de hasta 15 años que han repasado lecciones con la profesora Toala están hoy en las descorazonadoras estadísticas de deserción escolar que acaba de presentar Unicef en Ecuador. Más de 90.000 niños —de 4,4 millones— han dejado sus estudios por las dificultades de seguir clases virtuales, y el 61,2% reconoce que este año ha aprendido menos.
Unos no tienen internet en su casa o deben compartirlo con sus hermanos; otros no tienen un ordenador o una tableta electrónica; otros, como muchos de los que viven en Monte Sinaí, no tienen ni mesas en sus casas. Solo dos de cada 10 alumnos ecuatorianos poseen equipos electrónicos de uso personal. “Hice una especie de evaluación previa a todos los niños para ver si presentaban dificultades en alguna asignatura.
Había una niña de siete años que no sabía ni las vocales ni los colores. Con ella, repasamos todo el abecedario. Sus padres no saben leer y no podían ayudarla”.
El empeño de la improvisada profesora le llevó a aprender kwicha para que el avispado de Sebastián pudiera avanzar en su escuela intercultural. “Alli puncha”, saluda. “Eso es buenos días”. Los demás están tan entretenidos, pese a que solo están para reforzar materias, que ni se distraen con la presencia extraña de los periodistas.
Hay tres mesas. Una para cada nivel. Los de primaria en una. Los más pequeños pintan y los otros pasan fichas plastificadas con números y letras. Los de secundaria, en otra, escriben en un cuaderno lo que han desayunado y recuerdan la composición de la pirámide de alimentos. Los mayores se enredan en multiplicaciones y potencias. No hay ni un padre alrededor. No necesitan que les vigilen.
“Empecé en mayo en el patio de mi casa con mis sobrinos y luego nos vinimos bajo el árbol. Los otros niños se acercaban y decían que querían pertenecer, pero yo les decía que no era una escuela”. En noviembre, cuenta, apareció personal del Municipio de Guayaquil. ¿Tuviste algún problema por dar clases presenciales a todos juntos estando en pandemia? “No, todos usan mascarilla y nos ponemos alcohol en las manos. Vinieron a ayudarnos. Enviaron a dos docentes que dedicaban media hora al día a cada niño por separado”.
Lo mismo ocurrió con las clases improvisadas que daba Nicole Rosero, también en Monte Sinaí, pero ladera abajo. Un par de profesores, enviados por las autoridades municipales, impartían clases y llevaron material escolar. “Les prometieron a los niños que les iban a entregar tabletas, pero les dejaron desilusionados. A mí me dieron un ordenador portátil, pero era de segunda mano y enseguida se dañó. No lo utilicé”.
Ella tiene 19 años y lleva dos intentando entrar en la universidad. Busca trabajo, pero “está difícil”. Ha empezado un curso de Educación Infantil para ver si hay más opciones. Ni Toala, ni Rosero, ni Rubí Vallejo, otra joven comprometida con la educación de los más desfavorecidos, han cobrado nada por tantos meses de dedicación. “Hay padres que me ofrecieron algo, aunque yo nunca lo acepté; sé que aquí hay pan para el desayuno, pero no para la cena”, resume Toala.
Más de 90.000 niños —de 4,4 millones— han dejado sus estudios en Ecuador por las dificultades de seguir clases virtuales
Vallejo vive en la otra punta de Guayaquil. Con condiciones similares. Una zona de viviendas de caña y láminas de chapa que creció en un terreno lodoso de forma irregular frente a la cárcel más grande de Guayaquil. Hace escasas dos semanas, tuvo que interrumpir las clases por los violentos amotinamientos en tres prisiones de Ecuador que se saldaron con 81 muertos. “Como estamos tan cerca de la prisión, los inhibidores de señal hacen que tengamos una cobertura muy mala. Se interrumpe a cada rato”.
Entre sus alumnos, hay niños con necesidades especiales. Uno no sabe aún hablar bien a sus siete años. Pero él interrumpe sonriente cuando la miss (señorita) hace preguntas sobre geografía. “¿Cuál es la capital de Ecuador?”, pregunta en medio de una de las sesiones con una veintena de alumnos apilados en sillas de plástico. Nadie responde. La timidez de la cámara de fotos les cohíbe. El más resuelto dispara desde la fila de atrás: “Quito”. Pasa al pizarrón, que es en realidad una cartulina con el rótulo “Luceritos del Vivir” por el nombre del grupo que han formado. “¿Y la de Colombia?”, le requiere Vallejo. Se queda en blanco y todos se ríen cómplices, con las fichas aún en blanco que les han repartido al inicio de la clase. A ese sector no ha llegado ninguna ayuda oficial, reprocha la maestra. Ni profesores de refuerzo ni atención social. Pero todos los estudiantes van a clase peinados y vestidos como si una pandemia no les hubiera aislado del resto de chicos de su edad.
Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-03-25/escuelas-clandestinas-el-ultimo-recurso-de-los-que-no-tienen-nada.html
América Latina con los ojos puestos en Ecuador
En caso de que triunfe Arauz, se consolida el segundo ciclo de gobiernos progresistas en la región, si gana Lasso, Ecuador vuelve a estar aislado, dando continuidad al desastroso gobierno de Moreno.
La primera década del siglo XXI estuvo marcada por los gobiernos antineoliberales en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador. Los únicos gobiernos en el mundo que han puesto en práctica programas antineoliberales, disminuyendo las desigualdades en el continente más desigual del mundo.
A lo largo de la segunda década, la derecha ha logrado recuperar fuerza, retomando gobiernos en Argentina –mediante elecciones-, en Brasil y en Bolivia – mediante golpes– y en Ecuador, mediante la adhesión del presidente elegido, Lenin Moreno, con un programa antineoliberal, al neoliberalismo.
Moreno ha fracasado, como todos los gobernantes latinoamericanos que han intentado implementar ese modelo.
El neoliberalismo ha revelado que tiene corto aliento, porque responde a los intereses del capital financiero, no tiene políticas sociales y así no logra conquistar bases sociales de apoyo que le permitan estabilizar sus gobiernos. El caso de Argentina fue ejemplar, con una victoria eufórica de Mauricio Macri, que se agotó rápidamente, por que su gobierno retomó el mismo modelo neoliberal que ya había fracasado no solo en Argentina, sino también en Brasil, Uruguay, Bolivia y Ecuador. La victoria reciente de la derecha en Uruguay, promete tener un destino similar.
La tercera década está marcada por un segundo ciclo de gobiernos antineoliberales en la región, con la victorias de Alberto Fernández en Argentina, de López Obrador en México, de Luis Arce en Bolivia. Victorias con gran apoyo electoral, porque se fundamentan en políticas sociales, en políticas económicas antineoliberales, en la retomada de los procesos de integración latinoamericana.
Los ojos del continente se vuelven ahora sobre Ecuador, donde un presidente elegido por la continuidad del gobierno antineoliberal de Rafael Correa –el gobierno más importante de la historia de Ecuador– lo traicionó e hizo exactamente lo que proponía la derecha, pasando a gobernar con la derecha, retomando el modelo neoliberal. Ha fracasado, como habría fracasado Guillermo Lasso, si hubiera ganado.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales ha confirmado el favoritismo de Andrés Arauz, candidato apoyado por Rafael Correa; el segundo lugar fue para Guillermo Lasso, uno de los más grandes banqueros del país que fue derrotado ya en las elecciones anteriores. Yaku Pérez, del movimiento Pachakutik, llegó en tercer lugar.
La disputa está cerrada entre los primeros. Yaku mantiene una posición crítica a los dos. Lasso defiende, como siempre, una versión ortodoxa del modelo neoliberal. Desecha todo lo conquistado por el gobierno de Rafael Correa, propone privatizaciones, un Estado mínimo, la centralidad del mercado. Pretende volver a los gobiernos anteriores a Correa, que solamente han multiplicado la crisis entonces permanente de Ecuador.
Andrés Arauz recoge las experiencias positivas del gobierno de Rafael Correa y se presenta como la expresión ecuatoriana como otros gobiernos antineoliberales, como los de Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales, López Obrador y el propio Rafael Correa. En caso de que triunfe Arauz, se consolida el segundo ciclo de gobiernos progresistas, antineoliberales, sumando Ecuador a los gobiernos actuales de Argentina, México y Bolivia. En caso de que gane Lasso, Ecuador vuelve a estar aislado, dando continuidad al desastroso gobierno de Lenin Moreno.
Por ello, los ojos y el corazón de América Latina están puestos en Ecuador.
Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
Ecuador: Con descuentos, colegios de la Costa buscan conservar a sus alumnos
Colegios particulares costeños ofrecen descuentos, rebajas y promociones, con el fin de conservar el número de alumnos que les permita seguir funcionando. Arrinconadas por una crisis económica agudizada por la pandemia, varias instituciones educativas privadas de la Costa ecuatoriana buscan aplicar descuentos, rebajas y promociones para conservar un número de alumnos que les permita seguir adelante. A pocos días de iniciar clases, las que por segundo año consecutivo serán virtuales, algunos colegios no completan el número de estudiantes que tenían antes. Por eso han optado por ofrecer descuentos, con el fin de atraer a sus alumnos. “Es indudable que en tiempo de crisis, los proveedores deben crear incentivos para que el usuario no desestime el servicio que ofrecemos las instituciones para la educación que los padres dan a los hijos”, dijo José Luis Calderón, administrador del colegio Lemas.
Estos descuentos varían según cada colegio. El Delta brinda esta rebaja si se paga con una determinada tarjeta de crédito, en tanto que el CENU aplica el descuento máximo del 20% por el pago anticipado de los cuatro primeros meses del año escolar. En el Lemas, por ejemplo, hay un descuento adicional por referir a un alumno nuevo, además de los descuentos por pago puntual y adelantado. El Americano y el Alemán Humboldt aumentan el descuento por pago puntual, a los tres meses. El Humboldt además brinda descuentos por ser alumno antiguo y pago anticipado. Las pensiones son fijadas por el Ministerio de Educación, que toma en cuenta los gastos de las instituciones educativas, lo divide para el número de alumnos y el resultado es el precio de las pensiones. La última vez que el ministerio fijó el precio de pensiones y matrículas fue antes de iniciar el período 2019-2020, en la Costa. Aprender a ser creativos Los colegios privados arrastran un peso adicional, la moratoria de más del 40% en pensiones. Según cifras de los educadores privados, más de 400.000 estudiantes, de un total de 1.015.000 que se matriculó en el régimen Costa para el año lectivo 2020-2021, deben una o más colegiaturas. Por eso es que buscan formas para cobrar las deudas antiguas y conseguir que los alumnos permanezcan. “Se hacen descuentos por cumplimientos, combos de estudien tres y paguen dos, rebajas por pagos adelantados“, comenta la administradora de un colegio de Machala. “La situación es desesperante, encima que los dos últimos años no han subido las pensiones, nuestros gastos se han disparado“, añadió. “El 90% se va en en sueldos de profesores, capacitación. Lo que se puede descontar es el 10%, que es el rubro de mantenimiento de las instalaciones, que no se están usando”, añadió la educadora orense. Decisión demorada José Luis Calderón considera que la posición de los padres de demorarse en matricular a sus hijos o buscar opciones más baratas para la educación, se explica con la pirámide de Maslow, teoría de motivación que trata de explicar qué impulsa la conducta humana. La pirámide consta de cinco niveles que están ordenados jerárquicamente, según las necesidades humanas que tienen las personas. “Nosotros nos preocupamos por las cosas que son básicas y vamos ascendiendo, cuando el tema de la pandemia pone en riesgo la salud de la población entera, vamos cortando los temas que nos ponen en riesgo”, añadió. Según el Ministerio de Educación, en el año lectivo 2020-2021 unos 121.300 estudiantes pasaron de la educación privada a la pública en la Costa.
Fuente: https://www.primicias.ec/noticias/economia/alumnos-descuentos-educacion-privada-costa-ecuador/
La reapertura de las escuelas
En este contexto, las escuelas –y sus principales actores: estudiantes, profesores y padres de familia- han sufrido un año diferente –por decir lo menos-, que se inició con el cierre abrupto de las clases presenciales, en marzo de 2020, que se prolonga en forma dramática durante 2021, año lleno de incertidumbres por las elecciones, las vacunaciones y la quiebra de uno de los valores esenciales de la sociedad: la confianza.
Los informes de organismos internacionales como la Unicef y la Unesco delatan efectos devastadores de la pandemia, de manera especial en los niños de los sectores más vulnerables de la sociedad: de 3 a 4 años. Se mencionan los problemas asociados a la desnutrición crónica, la falta de dotación de agua y alcantarillado –en especial, en el sector rural-, el abandono y la deserción escolares amplificados por la pandemia que provocan estrés, maltrato, violencia y nuevas formas de discriminación y exclusión derivados de la falta de conectividad.
¿Cómo pedir calidad en los aprendizajes bajo estos escenarios? La política pública y los organismos encargados de la formación –el ministerio de Educación a la cabeza, las universidades- son impotentes para atender las causas de estos problemas, pero trabajan en algunas líneas emergentes: la conectividad, a través de los InfoCentros, el desarrollo de guías curriculares para adaptar los procesos de enseñanza, la búsqueda de acuerdos con las comunidades de aprendizaje. Urge, entonces, reabrir paulatinamente las escuelas, con protocolos de bioseguridad, sobre la base de algunos presupuestos: la vacunación universal de profesores y padres de familia de la tercera edad, evitar las aglomeraciones, el uso de mascarillas y el lavado de manos.
Se ha demostrado que las escuelas no son transmisoras del virus, por lo que su reapertura es necesaria, como ha acontecido en Uruguay y Guatemala.
https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/15/la-reapertura-de-las-escuelas