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Diez consejos para reducir la ansiedad en la vuelta a las aulas

Por: Educación 3.0

La adaptación paulatina al horario escolar o a las nuevas normas sanitarias que deberán cumplir los estudiantes son algunos de los puntos que destaca en este decálogo Fernando Miralles, psicólogo y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo.

Son diversas las dudas y la incertidumbre a las que la comunidad educativa se va a tener que enfrentar con la vuelta al cole. En el caso de los estudiantes y sus familias es importante evitar la ansiedad que puede producir el regreso a las clases en plena crisis por el coronavirus.

Para ello, el doctor Fernando Miralles, profesor de psicología de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo, ha creado un decálogo con diez consejos para disminuir la ansiedad tanto de los hijos como de los padres ante este proceso de vuelta a la ‘normalidad’.

1. No hay que relacionar el periodo vacacional con ‘cosas buenas’ y el colegio con ‘cosas malas’. Hay que desterrar frases como: “Te vas a enterar cuando empiece el colegio” o “se te está acabando lo bueno”.

2. Si el colegio es nuevo, es recomendable visitar los alrededores unos días antes, para que el estudiante no tenga miedo a lo desconocido.

vuelta al cole consejos

3. Es muy importante que los más pequeños intervengan en la compra del material que necesitará en el colegio como libros de texto, cuadernos, lapiceros… así se irá haciendo responsable de sus cosas y estará más tranquilo al tener control sobre todo ello.

4. Las familias no deben insistir con que la vuelta al colegio es una ruptura total con las vacaciones ya que, en la mayoría de los centros no hay clases por las tardes, ni tan siquiera actividades extraescolares (que normalmente empezarían en octubre) por lo que la vuelta debería ser paulatina para que los niños puedan seguir contando con tiempo libre para jugar.

niños jugando

5. Es esencial explicar a los estudiantes los aspectos positivos que tiene la vuelta al colegio: volver a ver a sus amigos de clase, a sus profesores del curso pasado, ir al curso de mayores, llevar libros y material nuevo…

6. Comprobar días antes que los deberes se han hecho y están corregidos. De esta forma aumenta la seguridad del niño al tener algo que enseñar al nuevo docente. Si ha habido algún problema familiar por lo que no se han podido hacer, es el momento de escribir una nota al nuevo profesor para que éste la lea y no haga ningún comentario por no haber entregado los deberes.

7. La adaptación horaria es muy importante, por lo que días antes, se debería intentar acostar antes al niño y levantarle más temprano para que su reloj biológico se acostumbre poco a poco al nuevo horario.
adaptación horaria vuelta al cole

8.  El estudiante debe saber y si es posible, haber practicado, las nuevas rutinas que va a realizar en el colegio, como llevar puesta varias horas la mascarilla, el lavado de manos cada poco tiempo, el saber guardar las distancias de seguridad y sobre todo el hacer caso al profesor sobre las medidas de seguridad.

9. Organizar a las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (APA,s. o AMPA,s) para que faciliten, si fuera posible, la búsqueda de personal de confianza por si algún estudiante no puede ir al colegio algún día por tener temperatura alta. De este modo, las familias tendrían la posibilidad de llamar por teléfono a su APA o AMPA y le proporcionasen personas de contacto para que se quedasen ese día con el niño y ellos pudiesen ir a trabajar. También hay que prestar especial atención a las normas y los protocolos que haya publicado el colegio para que la vuelta sea lo más ordenada posible.

10. Tener confianza en que, en breve, la ciencia obtendrá una vacuna para que se pueda volver a la ‘ansiada’ normalidad en la que las familias sólo se preocupaban por la compra de libros, uniformes, actividades extraescolares, transporte, etcétera.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/consejos-reducir-ansiedad-vuelta-aulas/

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Un falso dilema educativo

Por: Luis Armando González

La situación de crisis suscitada por el coronavirus –que al parecer seguirá presente, aunque con menor virulencia, a lo largo de 2020 — ha puesto en uno de los primeros lugares del debate académico el asunto de lo virtual y presencial en la educación. Y es que la crisis aludida forzó la entrada en vigor de estrategias formativas no presenciales, en prácticamente todos los niveles educativos; en ellas, se recurrió –por lo general de manera improvisada y abrupta— a los distintos recursos ofrecidos por Internet y la telefonía celular: desde las plataformas que permiten realizar videoconferencias grupales, pasando por el correo electrónico y los mensajes en Messenger y WhatsApp, hasta las llamadas telefónicas.

Salvo los procesos educativos diseñados previamente para ser impartidos virtualmente –y que continuaron, y aún continúan, con una lógica previamente establecida—, las actividades docentes que habían sido planeadas según criterios presenciales tuvieron que ser implementadas de manera no presencial. En la práctica, esto generó distintas complicaciones no sólo en razón de la disponibilidad de los recursos tecnológicos (personales o institucionales), sino en razón de las deficiencias en las habilidades técnicas por parte de docentes –no todos, por supuesto— no preparados para atender cursos, materias, seminarios, talleres o grupos de tesis de manera virtual. Aunado a ello, estaban (y siguen estando presentes) dos temas nada secundarios: primero, la pedagogía y la didáctica virtuales son distintas de las presenciales; y segundo, los contenidos (teóricos y metodológicos) presenciales no se trasiegan automáticamente hacia lo no presencial.

Al calor de esas y otras dificultades –que, cabe sospechar, se han tenido en distintos sistemas educativos alrededor del mundo— se fue generando un interesante debate acerca de lo virtual y lo presencial en la educación, debate en el cual se pueden identificar distintas posturas. Una especialmente llamativa consiste en proponer que la educación virtual ha llegado para reemplazar totalmente a la educación presencial, a la que se le reprochan las más variadas fallas y debilidades. Quienes abanderan esta posición, además de ver en lo virtual-tecnológico algo extraordinario para la educación, entienden que las pruebas de ello se encuentran en la actual experiencia en la cual lo presencial fue suspendido drásticamente y las actividades educativas virtuales pudieron ensayarse a plenitud. Hay quienes piensan que se trató de una novedad absoluta, como si antes de la actual situación no se hubiesen impulsado interesantes experiencias formativas virtuales, en las cuales si bien ya se visualizaban sus virtudes –lo virtual tiene ciertamente virtudes—, también se visualizaban sus limitaciones que no son únicamente técnicas o de procedimientos, sino que muchas veces involucran aspectos sustantivos.

En el polo opuesto se sitúan quienes opinan que la educación presencial es irremplazable, y que lo virtual no tiene (o no debe tener) un lugar importante en los procesos educativos que en verdad quieran ser tales. En favor de quienes creen esto está la ya milenaria tradición educativa que se remonta cuando menos a Sócrates y cuyos logros culturales (científicos, filosóficos, literarios) sólo una persona escasamente informada puede poner en duda. Es indiscutible que un nervio de la educación, entendida como un proceso de asimilación crítica de nuevos conocimientos, es el diálogo, la dialéctica, el contraste de ideas y opiniones, en lo cual intervienen la razón y la pasión.

Y el espacio privilegiado, durante cientos de años, para ese ejercicio es el espacio ocupado físicamente por los actores principales del proceso educativo (maestros y alumnos): el aula o salón de clases, el auditórium o, como prefería Aristóteles, el jardín de su Liceo. Ciertamente, la educación presencial, dialógica, tiene un largo recorrido histórico, pero no es por eso que se la debe considerar valiosa, pues que algo sea antiguo no lo hace bueno o positivo y, obviamente, tampoco lo nuevo o reciente es, sólo por eso, positivo o bueno. Son los logros los que cuentan; y la educación presencial tiene en su haber los suficientes como para tomarse con reservas las propuestas de su supresión total por mecanismos, estrategias y prácticas educativas virtuales. Los logros de la educación presencial no deben ocultar sus limitaciones o sus posibilidades de mejora; no deben impedir determinar qué áreas de ella pueden ser asumidas y tratadas de una mejor manera por mecanismos y estrategias virtuales. No es cierto que no se tengan pistas sobre esto último: tanto las experiencias previas a la crisis sanitaria como las experiencias suscitadas durante la crisis ofrecen información relevante sobre áreas o ámbitos educativos en los cuales lo virtual puede convertirse en un soporte de primera importancia para lo presencial. Y por supuesto que también las experiencias apuntadas revelan lo que no se puede pedir o esperar de lo virtual en materia educativa. Ni se tiene que ser extremadamente fantasioso con las posibilidades de lo virtual ni excesivamente pesimista o escéptico sobre sus potencialidades.

Lo prudente es sopesar, con honestidad y realistamente, los pros y contras. Por lo apuntado hasta ahora, es claro que la visión antitética de lo virtual y lo presencial en educación nos enfrenta a un falso dilema.

No se trata de elegir entre lo uno y lo otro –de abolir la educación presencial y poner en su lugar una educación virtual; o de cerrar las puertas a lo llegada de modalidades o prácticas virtuales en la educación—, sino de situarse en una postura intermedia, viendo a lo virtual como un buen complemento de unos procesos educativos que no deben renunciar a uno de sus nervios fundamentales: la dialéctica, el diálogo, el contraste y lucha de ideas entre interlocutores que interaccionan físicamente; el tensionamiento racional y pasional que permite la muerte de ideas inservibles y el surgimiento de ideas mejores, y que hasta ahora, después de 2,500 años, no encontrado mejor espacio para su desarrollo que ese espacio en el cual maestro y alumnos se las ven cara a cara. Y es partir de estas dinámicas que se han fraguado y se fraguan habilidades y capacidades investigativas que, tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales, permiten explorar el mundo natural y social –es decir, plantearse problemas e indagar sobre los mecanismos que los explican— de modo fáctico, no virtual. Esas capacidades y habilidades, asimismo, requieren en gran medida, aunque no en exclusiva, actividades prácticas en el aula y fuera de la misma –por ejemplo, en comunidades, museos, archivos, empresas, mercados, hospitales o laboratorios— que son vitales para la formación de los estudiantes y para el cultivo de un saber que se problematiza sobre la realidad, y no sólo sobre abstracciones mentales matemática o conceptuales.

Esa vitalidad en el conocimiento debe ser –y tiene que ser—potenciada por cualquier recurso, estrategia o práctica, que esté disponible o que sea accesible a los sistemas educativos, en sus distintos niveles. Aunque no sus capacidades más óptimas, la tecnología que permite acceder a recursos educativos virtuales ha llegado a un país como el nuestro. Hay instituciones que están utilizando esos recursos para el desarrollo incluso de cerreras completas al nivel de maestría. Algunas lo han hecho de manera meditada, ponderando bien los objetivos formativos que se persiguen y planeando con suficiente tiempo y meticulosidad los contenidos y las metodologías de enseñanza adecuadas para procesos educativos virtuales. Otras quizás no tanto, aunque esto debería ser objeto de un estudio detallado y profundo.

Lo que aquí se quiere destacar es que, en El Salvador, se tiene (o se va consiguiendo) una buena experiencia en estrategias educativas de carácter virtual que deberían ser tomadas en cuenta, en sus virtudes y en sus limitaciones, a la hora de realizar los ensambles entre los virtual y lo presencial, sin perder de vista que uno de los propósitos irrenunciables de la educación en todos sus niveles, pero especialmente a nivel superior, es formar personas con una concepción bien fundamentada –desde criterios científicos— de la realidad social y natural, lo mismo que con las capacidades y habilidades para explorar-investigar las dinámicas que hacen que las cosas naturales y sociales se comporten de la forma en que lo hacen.

La pregunta es cómo (de qué manera) determinadas estrategias formativas virtuales pueden contribuir a una educación integral y de calidad. Y, complementado con ello, la otra pregunta es cómo lo virtual puede ayudar a corregir, mejorar o potenciar lo que se hace en las estrategias educativas presenciales. De alguna manera, fue la pregunta que se hicieron los investigadores del CERN, a cuya cabeza estaba el físico Tim Berners-Lee, cuando decidieron crear la WEB: se trataba facilitar, entre los físicos, el intercambio de ideas, artículos, documentos, resultados de experimentos mediante una red ágil de comunicación e intercambio de información. A estas alturas, las potencialidades y eficacias de la WEB para distintas actividades educativas y de investigación son indiscutibles. El reto es hacer, en cada país y sistema educativo particulares, el mejor ensamble entre los recursos virtuales disponibles (o que se puedan diseñar) en Internet (que es algo más amplio que la WEB) y las estrategias educativas presenciales de forma tal que, en lugar de la anulación o exclusión de uno de las dos instancias, se logre una integración provechosa entre ambas.

Como en el presente, y visto desde El Salvador, es lo presencial lo predominante, lo virtual debería irse definiendo, e implementando, a partir de aquello que requiera mejora, o incluso supresión, en ese ámbito. Pero no a tientas ni a ciegas, o usando criterios de rentabilidad o de ahorro, sino teniendo en mente el objetivo de lograr una educación integral, en lo científico, lo técnico y lo humano. Si sucediera lo contrario, es decir, si fuera lo virtual lo predominante en educación, lo recomendable sería buscar en lo presencial recursos de apoyo, corrección o mejora. Pero no es el caso. Así que es lo virtual lo que debe contribuir a mejorar la educación presencial. En cada nivel educativo deben hacerse los análisis y estudios que indiquen los modos en los que se apoyo puede ser más eficaz y oportuno; y es que lo que puede ser potable y viable en educación superior (en algunas carreras, materias, seminarios, trabajos de investigación o debates teóricos o metodológicos) puede ser inviable o ineficaz, por ejemplo, en educación básica. Lo contrario también es cierto: lo viable y potable en educación básica (o en bachillerato) puede no serlo en educación superior.

En fin, lo que debería promoverse, en educación, es una articulación potenciadora de los virtual en lo presencial, y no un reemplazo total de lo presencial por lo virtual o un blindaje de lo presencial ante lo virtual. Hay quienes están trabajando, con seriedad y profesionalismo, en lograr esa articulación potenciadora. Hacen gala de sentido común, criterio racional y equilibrio en el juicio. Los hay también quienes están atrapados en las garras de la desmesura en su apreciación de lo virtual, y que están dispuestos a hacer todo lo que esté a su alcance por hacer que la educación presencial deje de existir. Si llegaran a salirse con la suya –nunca se sabe— lo más probable es que la formación integral de las personas (una formación de naturaleza crítica, reflexiva, fundamentada científicamente, investigativa, racional y pasional) se resentiría tremendamente. Y es que, en definitiva, lo virtual, por definición, no puede dar a las personas las vivencias, las experiencias, los tensionamientos y los desafíos que ofrecen las interacciones sociales efectivas, dentro y fuera del aula, y los problemas reales naturales y sociales. Sin esas vivencias, experiencias, tensionamientos y desafíos (no virtuales, sino reales porque tienen su raíz en las interacciones que las personas tienen con la realidad natural y social) no hay educación propiamente dicha, sino un remedo “virtual” de la misma.

San Salvador, 6 de septiembre de 2020

Fotografía: Fundación Telefónica Ecuador.

Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/un-falso-dilema-educativo/

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Las tendencias en la definición de los nuevos estilos de desempeño docente

Por: Miguel Ángel Pérez

A los alumnos y alumnas de Pedagogía de la UPN Guadalajara,

Que con entusiasmo y creatividad construyen el rostro de la docencia para el siglo XXI.

Aunque ya es un lugar común afirmar que el contexto de la pandemia, ha “zarandeado” a la mayoría de las instancias y las estructuras de la sociedad; han sido las instancias educativas las más frágiles ante la llamada “nueva normalidad” debido a que la atención educativa ha migrado de esquemas y modelos de atención presencial al interior de un aula de clases en escuelas públicas o privadas, a la atención remota con el uso de diversos aparatos y conectados básicamente con el apoyo de la televisión o del internet.

Estos nuevos formatos de atención escolar (por llamarles de alguna manera), están exigiendo también una serie de cambios en la formación y en el ejercicio docente. Si bien el asunto de la formación docente es uno de los temas más abordados por estudiosos e investigadores, es el tema del cual se generan mayores retos y desafíos para la sociedad y para el diseño y curso de acción de las políticas educativas.

Ligado a lo anterior, el asunto de la formación y el desempeño docente es uno de los temas más importantes, debido a que se coloca por encima del amplio escenario del sistema educativo y es ahí en donde se articulan la vinculación entre las políticas y las acciones educativas. Los docentes de cierta manera son los interlocutores en la acción de lo que se piensa o se desea en el seno de la racionalidad política, su sensibilidad o irreverencia (según el caso y el contexto especifico), se colocan en la práctica en los hechos y la generación de resultados educativos. De ahí su importancia.

En este campo de la formación y el ejercicio docente, los especialistas distinguen tres grades modelos históricos:

a) El de la vocación y el apostolado.

b) El del docente como trabajador asalariado, sindicalizado y empleado al servicio del Estado benefactor. Y

c) El del profesional reflexivo con autonomía y autodeterminación.

En el origen, la vocación estuvo ligada con el apostolado, a los maestros y maestras se les asocia con el cura, el párroco o el sacerdote del pueblo por su capacidad de convertirse en líder o dirigente de las causas sociales, su vocación estaba definida a partir de la entrega, el compromiso de dar todo a cambio de muy poco. Estas imágenes están relatadas en el ideario de la escuela Rural mexicana y en algunos testimonios de los pedagogos clásicos del siglo XIX e inicios del siglo XX, en toda América Latina.

De ahí pasamos al modelo del docente empleado, trabajador, asalariado como una pieza más de la gran maquinaria burocrática de los gobiernos postrevolucionarios. Para el caso nuestro el sistema se sostiene con cerca de 900 mil docentes de educación básica de todos los niveles y las modalidades educativas, docentes que en su mayoría fueron formados en las Escuelas Normales (públicas y privadas) y que, a cambio de un salario quincenal o mensual hacen el mayor esfuerzo, por cumplirle a la patria, a la comunidad donde están y a sí mismos. Este ejercito de docentes no se exige mucho en cuanto al rigor profesional de su tarea, este rubro ha pasado por varias etapas y en la última de ellas, se colocan las reglas cada vez más complejas y confusas para ingresar al sistema y ganar una plaza en el sector público. Hoy en día no basta estudiar para ser maestro, no basta pasar las pruebas de ingreso o selección, hoy en día, también hay que superar las reglas de la nueva regulación que se ha impuesto, para ocupar un cargo en el entramado y burocrático mundo del sector público en educación.

Y tenemos un tercer modelo que está ligado con la profesionalidad y la autonomía, aquí entran los docentes destacados, que reflexionan e innovan su práctica que trabajan en equipo y construyen propuestas desde colectivos redes y agrupamientos por zonas escolares, por regiones o por estados. La profesionalidad no se reduce a un asunto de salario digno, (este se incluye en su esquema) ni tampoco con condiciones institucionales adecuadas y suficientes para realizar la tarea. No, tienen que ver también con la autoimagen y la proyección que difunden los sujetos docentes ante la sociedad como sujetos, comprometidos, sensibles y capaces. La profesionalidad está relacionada con la mejora continua de la práctica, con la innovación, la creatividad, como un rol de un docente animador que sabe acompañar a sus estudiantes y que garantiza estrategias para favorecer y consolidar aprendizajes.

En este recuento apretado en la revisión de modelos y propuestas de formas de ser docente y de asumirse en la profesión, está un elemento reciente vinculado con el llamado enfoque por competencias. Los docentes deben definir y clarificar las competencias básicas, genéricas, específicas y transversales que deberán desarrollar para formar parte del ejercito de profesionales de la educación en tareas de enseñar. El enfoque por competencias, sin embargo, ha sido fuertemente criticado por su perversidad tecnológica y por las intencionalidades ideológicas que de manera oculta tienden a formar y validar a sujetos que le hagan el juego al sistema y a todo el engranaje reproductivista.

En la contraparte poco se habla del desarrollo de competencias de solidaridad, de cooperación, de inclusión y justicia, de participación política de avanzada, por citar solo pocos ejemplos.

Desde la sociología de las profesiones se define al sujeto docente como un sujeto colectivo, el cual se encuentra atrapado bajo fuertes hilos y tradiciones que vienen del pasado, incuso el modelo de las Escuelas Normales en su versión del Plan 2018, no tiene nada de novedoso en cuanto a definir con claridad y compromiso el poder un salto y trascender del siglo XX para arribar al siglo XXI con toda la claridad de lo que significa formar docentes para responder a los retos de in presente cargado de profundos cambios en un mundo convulsionado y que nuevos desafíos.

Los modelos de formación, los estilos de práctica y las tradiciones en la docencia se siguen moviendo, pero en torno a espacios acotados. La pregunta persiste ¿Cuál es el rol, el perfil y los rasgos ideales de un modelo de docencia que responda a los retos de este mundo de profundos cambios y de amenazas de pandemias repentinas?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/las-tendencias-en-la-definicion-de-los-nuevos-estilos-de-desempeno-docente/

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Ciencia y Docencia, a distancia (II y última)

 Juan Carlos Miranda Arroyo

Como lo comenté el miércoles pasado, en esta ocasión comparto la lista de demostraciones prácticas, escenarios de acción, situaciones “desencadenantes” o “provocadores”, que tienen la finalidad de despertar interés y curiosidad en las y los alumnos como puntos de partida para diseñar proyectos de aprendizaje escolar en ciencias, tanto naturales como sociales, mismas que pueden desarrollarse en contextos presenciales o de educación a distancia.

Es necesario precisar que no son experimentos, sino sólo demostraciones prácticas, hechos o fenómenos que el o la docente realiza para generar ideas y abordarlos desde alguna visión del pensamiento científico con fines educativos. Cabe aclarar también que estas “provocaciones” tienen propósitos didácticos, por lo que pueden ser adaptados a las necesidades y condiciones específicas de las y los estudiantes de diferentes niveles o modalidades educativos.

Farmacéutica: Observación comparativa de las reacciones químicas que producen dos tabletas, una efervescente y otra no, en distintos tipos de sustancias como agua, alcohol, vinagre, agua oxigenada, agua azucarada, etc. Hay que pedir a las y los estudiantes que propongan variantes y se comprometan a colaborar otras sustancias para rehacer el evento en una segunda sesión.

La moneda: Observación descriptiva y explicativa de una moneda de calce legal. Se escriben dos columnas: Una, donde se describe lo que caracteriza a la moneda y otra, donde se explica el porqué de esas características.

Cuerpos geométricos: Principio de la circularidad, a partir de la observación del movimiento de diferentes cuerpos geométricos: Circulares, cuadrados, triangulares, etc. Destaca la reflexión en torno a cuerpos circulares y sobre la importancia de objetos circulares y la rueda en la historia de la humanidad.

Globo con gas: Reacción química de bicarbonato de sodio y vinagre en una botella, cuyo tapón elástico (globo) se infla automáticamente al combinar las sustancias. Se coloca el bicarbonato en el globo y el vinagre en la botella. Luego se unen las bocas del globo y la botella, para vaciar el bicarbonato sin soltar el globo.

Electrostática: Observación del fenómeno de frotación de los cuerpos (globo) y activación de otros (azúcar, confeti, sal, etc.), sin tocarse, a partir de principios físicos (electricidad). También se puede realizar con botes de aluminio vacíos.

Pompas de jabón o burbujas de colores: Con jabón, glicerina, agua y colorantes se elaboran burbujas a través de popotes y se dejan registrados en hojas blancas o de papel revolución.

Microuniverso: En una botella de plástico se pone agua, aceite, colorantes y diamantina, con ello se producen efectos parecidos a los observados en el firmamento. Ver la botella de noche con iluminación de una lamparita.

El arcoíris: En un recipiente (tina o cubeta) se pone agua y a contraluz, especialmente en un día soleado y al aire libre, se sumerge un espejo, con el cual se produce el bello fenómeno. Se puede plasmar la imagen de colores sobre una hoja blanca o cartulina.

El péndulo eléctrico: Un péndulo elaborado con corcho y palitos de madera, cuyo movimiento está sujeto a la electrostática, a través de la frotación de un globo sin tocar el corcho.

Temperatura: (tacto) Las temperaturas del agua. Análisis comparativo al tocar tres recipientes con agua y con distintas temperaturas (caliente, tibia y fría). Las y los estudiantes participantes habrán de taparse los ojos para realizar el ejercicio (en éste y todos los ejercicios de percepción, excepto el de la vista).

Sabores: (gusto) Se presentan alimentos con distintos sabores: café, azúcar, sal, jugo de limón, vinagre, etc.

Fósiles: Con plastilina, aceite de cocina y yeso, se pueden elaborar fósiles de distintos objetos (rocas, hojas, etc.) y animales (modelos o prototipos de plástico u otros materiales).

Flotación: En un recipiente con agua se colocan distintos objetos (trozos de madera, metal, esponjas, etc.) para observar cuáles sí flotan y cuáles no.

Percepción: (vista) Juegos visuales en los que no sólo se trata de “ver” sino de “mirar” (por ej. Los dos cuadrados, las dos flechas, las dos banderas, los dos floreros, el cubo móvil, etc.).

¿Qué cosa es?: (Tacto) Discriminación o reconocimiento de diferentes objetos físicos, colocados en una bolsa negra, a través del tacto.

¿Qué cosa es?: (Olfato) Discriminación de diferentes objetos físicos (alimentos, sustancias, medicinas, etc.) a través del olfato.

Alimentos: Observar la descomposición de alimentos: plátano, manzana, una tortilla, pan de caja, etc. Tomar nota y hacer dibujos.

Germinación: Semillas de frijol, maíz, alpiste, etc., por separado claro, envueltas en algodón húmedo, se ponen en un frasco y expuestas a la luz solar.

El árbol: Observación de los cambios que se dan en un árbol o planta (Jacaranda, Rosal, Nochebuena, por ej.) durante distintas temporadas del año. Se pide a las y los alumnos que hagan una narración y tomen fotografías o hagan dibujos.

El volcán: (en erupción): Preparación en maqueta de un volcán sobre una pabla, con plastilina, tubo de ensayo, vinagre, bicarbonato de sodio y colorantes.

Gravitación y “conducción” del agua: Observación en torno a la “conducción” del agua a través de 2 vasos desechables, los cuales están conectados mediante algún material “conductor”: Algodón, papel, tela, etc. Se utiliza agua, pero la idea es provocar variantes no sólo de material “conductor”, sino también material “conducido” (líquidos diferentes). Para hacer tangible el evento, se sugiere utilizar pintura vegetal. Ver cómo sube el agua contra la gravedad.

Los imanes: Se utilizan dos o más imanes para mover virutas de acero o metales similares (clips, agujas, etc.) sobre medio pliego de cartulina blanca. Se mueven los imanes por debajo de la cartulina para hacer diferentes figuras al azar.

La brújula: Se construye una brújula sencilla con tapas de alguna botella grande (garrafón de agua, por ej.) con agua, una aguja imantada y una hoja de árbol que flota. Se coloca la aguja sobre la hoja flotante.

Lo que no sube, baja: Se observa un fenómeno sorprendente a la percepción: Con dos embudos unidos por sus bocas mayores, se desliza el cuerpo sobre unas tablas inclinadas y en formación no paralela, de tal manera que lo que debe subir no sube, sino que baja.

La vela que vuelve a encender: Fenómeno producido mediante el encendido de una vela, con cerillos, y que al ser apagada, deja una línea de humo… Cuando se pone otro cerillo encendido en algún punto lejano de dicha línea de humo, con respecto a la vela, esta se vuelve a encender.

Observar un hormiguero: Se pide a las y los estudiantes que busquen en el patio de la escuela o de su casa, un hormiguero. Se observa durante 5 min., se toman notas y se elabora un dibujo.

Juegos con agua: Se llena una botella de litro y medio de PET, con agua, y luego se cierra. Posteriormente se realizan perforaciones con una aguja. En la parte alta, media y baja de la botella. Para observar variables como peso, masa, presión, vacío, gravedad, etc. Antes, se pueden plantear hipótesis.

Torres de vasos y palitos: Construcción creativa de una torre, a partir de la unión, por niveles, de vasos desechables de unicel y palitos de madera (abate lenguas). Para observar la resistencia de materiales y distribución de peso y masa.

Gravitación: Comparación de dos papeles que se tiran desde la misma distancia (aprox. desde 2.5 m.). Primero, ambos abiertos, y luego, uno abierto y otro compactado. Escribir lo que se observa.

Bola de unicel suspendida: Se coloca una bola de unicel (tamaño mediano) sobre una máquina expulsora de aire. La bola se mantendrá flotando sobre su espacio, dando vueltas sobre su propio eje.

Observar una telaraña: Se pide a las y los estudiantes que busquen en el patio de la escuela o de su casa, una araña y su telaraña. Se observa durante 5 min., se toman notas y se elabora un dibujo.

Observar lombrices: Se pide a las y los estudiantes que busquen en el patio de la escuela o de su casa, lombrices. Se observan durante 5 min., se toman notas y se elabora un dibujo.

Observar a un mamífero: Se pide a las y los estudiantes que busquen en el patio de la escuela o cerca de su casa, a un mamífero (perro, gato, etc.). Se observa durante 10 min., se toman notas y se elabora un dibujo.

Observar a un insecto volador: Se pide a las y los estudiantes que busquen en el patio de la escuela o de su casa, un insecto volador. Se observa durante 5 min., se escriben notas y se elabora un dibujo.

Observar un evento social: Se pide a las y los estudiantes que observen un evento social (una fiesta, un partido de algún deporte en un estadio, una ceremonia cívica, un mercado, etc.). Se observa durante 10 min., se escriben notas y se elabora un dibujo o se toman fotografías.

Es importante que después de realizar estas “provocaciones” didácticas, las y los estudiantes generen preguntas y sigan los pasos señalados en la primera parte de este texto.

jcmqro3@yahoo.com

Fuente: https://profelandia.com/ciencia-y-docencia-a-distancia-ii-y-ultima/

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El 80% de los niños siente ilusión por volver a las aulas

Por: ABC

Sin embargo, los padres manifiestan su preocupación en este principio de curso tan diferente, según un estudio.

Ilusión, nervios, incertidumbre, miedo… ¿Cómo afrontan esta vuelta al cole tan diferente los más pequeños? ¿Y los padres? El 80% de los niños encuestados por Kellogg afirman que sienten ilusión por volver a las aulas. Y es que el 91% dicen que lo que más han echado de menos ha sido jugar con sus compañeros, además de ver a sus profesores, aprender cosas nuevas y las actividades extraescolares. Sin embargo, los padres manifiestan su preocupación en este principio de curso tan diferente, ya que el 72% teme un posible contagio de coronavirus de los menores y que lo transmitan a la familia.

Kellogg ha elaborado el Estudio Choco Krispies 2020, claves para una vuelta al colegio especial con el objetivo de conocer las opiniones de niños entre 6 y 12 años y de sus padres ante un retorno a las aulas totalmente diferente marcado por la crisis del coronavirus. Este estudio permite conocer cómo afrontan la vuelta al cole, así como las vivencias y experiencias positivas que han vivido durante el confinamiento y que a los padres le gustaría mantener durante el nuevo curso escolar. En el estudio han participado más de 500 familias de todo el país.

Renunciar al contacto con nuestros amigos o seres queridos ha sido una de las principales consecuencias que nos ha dejado esta pandemia. La psicóloga infantil Úrsula Perona, que ha analizado los resultados del estudio, explica que «tradicionalmente la vuelta al cole es un momento muy especial para las familias, ya que los niños llevan todo el verano sin ver a sus compañeros y después de dos meses y medio, les echan de menos. Este año, debido al confinamiento, dos meses se han convertido en seis largos meses sin ir a clase. Seis meses también sin rutinas, sin horarios fijos, sin tantas normas».

Y además esta vuelta al cole está llena de incertidumbre. Según afirma la psicóloga «las personas solemos tolerar mal la falta de control. Más los adultos que los niños. Los adultos necesitamos tener el control de las cosas; anticiparnos. Mientras que los niños están naturalmente situados en el presente, por lo que no tienen esa capacidad para angustiarse por eventos futuros».

El hecho de no acudir a las aulas durante un tiempo prolongado ha despertado algunas preocupaciones entre los padres. El 75% considera que el confinamiento ha afectado a los niños en su desarrollo social y el aprendizaje. Además, un 62% cree que es más efectivo un aprendizaje presencial tradicional, mientras que el 34% opina que podrían combinarse el aprendizaje presencial y online de forma efectiva. Únicamente un 4% de los padres opinan que el aprendizaje online es más efectivo.

Y es que un 73% de los padres encuestados consideran que el colegio no es solo un lugar para adquirir nuevos conocimientos, sino el lugar donde adquieren valores como la convivencia, el compañerismo o la empatía. También el desarrollo de la independencia de los menores es algo que los padres destacan como valor de la asistencia a las aulas (55%). También un 50% reconocen como positivo poder disponer de tiempo para sus obligaciones mientras los niños están en el colegio, facilitando la conciliación con el trabajo.

Los aprendizajes del confinamiento

Si la pandemia nos ha traído alguna consecuencia positiva es el tiempo de calidad que han podido compartir las familias. De hecho, un 63,4% de los padres afirma haber podido dedicar más tiempo a jugar con sus hijos y pretende seguir haciéndolo tras el inicio del nuevo periodo escolar.

Padres e hijos no solo han compartido juegos, sino también rutinas diarias que ya echan en falta. Así pasa con el momento del desayuno: un 25% de los padres que han participado en el estudio afirma que lo que más echa de menos de estos meses pasados es poder desayunar en familia y, además, el 36,6% considera que en casa la alimentación de sus hijos ha mejorado en mayor o menor medida.

«Esta situación que nos ha tocado vivir también nos está dejando aprendizajes. Estamos aprendiendo a ser resilientes, a adaptarnos a las circunstancias. A vivir más en el momento presente. Nos está enseñando que somos más fuertes de lo que pensábamos. Y que podemos adaptarnos a una gran variedad de situaciones. También nos ha enseñado a valorar más las pequeñas cosas», declara Úrsula Perona.

PsicoTips para la nueva vuelta al cole

La psicóloga infantil Úrsula Perona ha preparado unos sencillos y útiles consejos para esta vuelta a las aulas tan especial:

Preparar la vuelta al cole con antelación. Los niños llevan meses sin horarios estrictos ni rutinas, por lo que este curso les costará más adaptarse a los ritmos del colegio. Ayúdales a regular el horario de sueño, y ve restringiéndoles poco a poco el uso de la tecnología para no quitársela de golpe al inicio del curso.

Trata de resolver todas sus dudas. Estar informados de lo que pueden esperar al volver a las aulas minimizará su ansiedad. Dales información veraz, adaptada a su edad, sobre cómo será la nueva vuelta al cole: horarios, entrada escalonada, uso de la mascarilla o distancia de seguridad.

Trata de mantener las rutinas de otros años previas a la vuelta al cole. Comprar el material escolar, preparar su lugar de estudio o el uniforme, son pequeñas tareas que les llenan de ilusión y les ayudan a ir preparándose mentalmente para abandonar el modo vacaciones y adaptarse a la nueva rutina que conlleva el colegio.

Se paciente con el período de adaptación. Van a necesitar más tiempo del habitual para retomar el ritmo del curso escolar. Han estado seis meses sin ir, por lo que es normal que necesiten unas semanas para adaptarse. Además, no es conveniente anticiparles demasiado: centrarse en dos o tres semanas vista y hacerles entender que el contexto es impredecible y que tenemos que ir día a día.

Es conveniente realizar juntos un collage o póster con las nuevas normas del cole. Les ayudará a interiorizarlas. Pueden hacer dibujos, usar recortes de prensa y ponerle mucha imaginación. Ponerlas en un lugar visible de la casa y recordárselas cada mañana.

No olvides lo que os hizo feliz durante la pandemia. Jugar con tus hijos, desayunar en familia, cocinar comida saludable o dejar de lado las prisas. La vida nos ha dado la oportunidad de reconectar con lo verdaderamente importante, no olvidemos la lección.

Fuente e Imagen: abc.es/familia/educacion/abci-80-por-ciento-ninos-siente-ilusion-volver-aulas-202009060133_noticia.html

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¿Qué es el ITSC y por qué es importante?

Por: Victor A. Henry

A pesar de que el ITSC fue el último de estos institutos en fundarse, es el único que fue concebido y desarrollado bajo el modelo y la filosofía de los community colleges de los Estados Unidos de América.

“Todo lo que se ignora, se desprecia”.

– Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español.

En las últimas semanas, he leído en medios nacionales y locales varios artículos de opinión y de prensa que tienen como eje central el Instituto Técnico Superior Comunitario de San Luis (ITSC). Este instituto, reconocido como el primer “Community College” de la República Dominicana, fue inaugurado por el gobierno dominicano en agosto del 2012; y ocho años después, aún persisten dudas o desconocimiento sobre su identidad y función como institución educativa por la gran mayoría de los dominicanos y por muchos de los actores del sistema educativo nacional.

El ITSC, es un instituto técnico de estudios superiores, amparado en la Ley 139-01 que crea el Sistema Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Estado (hoy Ministerio) de Educación Superior Ciencia y Tecnología (Mescyt). Es decir, no es un simple “instituto técnico”, pues los institutos técnicos de estudios superiores son una de las categorías de Instituciones de Educación Superior (IES) que ofrecen títulos de Técnico Superior, Tecnólogo o su equivalente, en diferentes áreas del saber.

Para contextualizar, la Ley 139-01 que rige el sistema de educación superior en el país, reconoce tres tipos de IES: (a) los institutos técnicos de estudios superiores, (b) los institutos especializados de estudios superiores y (c) las universidades. Actualmente, el país cuenta solo con cuatro institutos técnicos de estudios superiores: (1) el Instituto Técnico Superior Oscus San Valero (ITSOSV), (2) el Instituto Tecnológico de las Américas (ITLA), (3) la Academia Superior de Ciencias Aeronáuticas (ASCA), y el Instituto Técnico Superior Comunitario (ITSC).

A pesar de que el ITSC fue el último de estos institutos en fundarse, es el único que fue concebido y desarrollado bajo el modelo y la filosofía de los community colleges de los Estados Unidos de América. La formación de este instituto, ubicado en una de las comunidades más empobrecidas del Gran Santo Domingo, contó con la asesoría, acompañamiento y entrenamiento del Daytona State College y de la Western Michigan University.

Pero ¿Qué es un Community College? Es una institución de educación superior que ofrece carreras de dos años, la cual tiene una política de admisión abierta, un costo relativamente bajo, y sirve principalmente a individuos pertenecientes a grupos humanos minoritarios (indígenas, afroamericanos, latino y otros inmigrantes), de bajos ingresos económicos y/o desaventajados social y académicamente. Estas características permiten que el community college se convierta para estos grupos, en la única opción de acceder a la educación superior. En los Estados Unidos, comúnmente les llaman “estudiantes no tradicionales” a los que asisten a los community colleges, pues estas y otras características ponen en riesgo el acceso, la permanencia y el éxito de estos en una carrera universitaria.

¿De dónde sale la idea del ITSC?

El desarrollo de los community colleges en la República Dominicana fue y es una recomendación de organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Asimismo, el desarrollo de este tipo de institución de educación superior se encuentra plasmado en la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 (Ley 1-12).

El ITSC es una respuesta a la demanda de la sociedad y de los sectores productivos del país. Busca aumentar el acceso de los dominicanos a la educación superior, crear profesionales técnicos con un nivel superior, que contribuyan a satisfacer las demandas actuales de las industrias nacionales de una mano de obra especializada y a su vez, generar empleos y conocimiento, permitiendo que los individuos se desarrollen de forma integral: social y económicamente.

¿Qué es lo preocupante?

Aparentemente, la misión del ITSC no está del todo clara para aquellos que, en el pasado reciente y en la actualidad, tienen la responsabilidad de crear una IES modelo al nivel técnico superior. Me da la impresión de que el hecho de ser un “instituto técnico” ubicado en San Luis, no ha despertado, desde su puesta en operación, el interés real del Estado.

La ignorancia se convierte en desprecio cuando una institución educativa pasa a ser un trofeo para el manejo de recursos; cuando quienes dirigen desconocen si están amparados en el Minerd, el Mescyt, o el Infotep o cuando no pueden diferenciar entre las tres funciones principales de una Institución de Educación Superior (docencia, investigación y extensión).

Creo que el ignorar esta importante institución técnica superior ha permitido que sea despreciada, olvidada, marginada y condenada al fracaso. Hoy, escribo porque sé, a través de mi experiencia, del impacto que tiene la educación en general, la educación técnica, y la educación técnica superior en particular, en la vida de las personas. Velemos porque este community college se encamine por las sendas que lo lleven a cumplir la misión para la que fue creado. El ITSC es una llave y la única esperanza que permitirá abrir las ventanas al crecimiento y al bienestar de miles de dominicanos.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/que-es-el-itsc-y-por-que-es-importante-8858472.html

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La visión sexista de la educación en las familias condiciona la elección del futuro académico

Por: ABC

Las chicas afrontan más activamente el sexismo en los centros educativos, según un estudio de la UOC.

El confinamiento para frenar la propagación del coronavirus ha provocado la suspensión de las clases presenciales y los estudiantes han pasado prácticamente todo el tiempo en casa con sus familias. En determinados hogares, esto podría haber repercutido en que las situaciones de sexismo —discriminación por razón de sexo— influyeran más en los menores. Esta situación cobraría más importancia en los estudiantes que este año y en pleno confinamiento tienen que elegir entre qué opción de bachillerato, qué módulo de formación profesional o qué carrera universitaria elegir. Una investigación de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) ha analizado el sexismo académico en bachillerato en España.

«En los casos en que las familias tienen una visión muy sexista de la educación y de la vida pueden tener todavía más peso las opiniones de las familias sobre las competencias académicas y de otra índole que se supone que sería ideal que los chicos y las chicas tuvieran», señala Milagros Sáinz, investigadora principal del grupo Género y TIC (GenTIC) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de UOC.

Aunque el confinamiento sea temporal, la investigadora sugiere que estas situaciones pueden condicionar las decisiones de los jóvenes respecto a qué itinerario educativo de educación secundaria posobligatoria o carrera universitaria elegirán.

«En esta situación existe el riesgo de que los jóvenes, especialmente de algunos entornos socioeconómicos y culturales, estén más expuestos a la influencia de la opinión y las experiencias de los progenitores que en la situación previa a la crisis sanitaria», apunta Sáinz. «No se socializan en las mismas condiciones que antes del confinamiento con otras personas como el profesorado o grupos de iguales», añade.

En una investigación publicada en la Revista de Psicología Social, la investigadora junto con José Luis Martínez y Julio Meneses, también de la UOC, han analizado las diferencias en función del género en las respuestas de los estudiantes de secundaria ante una situación de sexismo académico. Los investigadores apuntan que estos casos se dan «sobre todo en las chicas, que se enfrentan a más actitudes sexistas que los chicos sobre su competencia en ciencias, tecnología y matemáticas (conocidas como disciplinas STEM por sus siglas en inglés)».

Según el estudio, las estudiantes cuyos padres tenían un nivel académico intermedio o alto mostraban mayor predisposición a enfrentarse a las situaciones sexistas. «Es curioso observar cómo los chicos reaccionan a las situaciones de sexismo académico evitándolas, y no como las chicas, que las afrontan o buscan ayuda de personas con mayor autoridad como profesores o familias cuando piensan en este tipo de situaciones», compara la experta.

Los chicos también sufren sexismo

La investigación se llevó a cabo en 954 estudiantes que cursaban el primer año de bachillerato en diez centros escolares de las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona. El 60 % de los estudiantes indicó que sus progenitores tenían un nivel académico intermedio, mientras que el 30 % señaló que tenían un nivel de estudios alto, seguido de un 10 % con nivel de estudios bajo. En cuanto a procedencia, el 80 % de los padres y madres habían nacido en España.

A los estudiantes se les pidió que completaran un cuestionario en el que se les planteaban diferentes situaciones de sexismo en relación con sus capacidades académicas y tenían que responder cómo reaccionarían: enfrentándose a ellas, pidiendo ayuda o evitándolas.

Además, los estudiantes también tenían que indicar en qué medida estaban de acuerdo con cinco afirmaciones sexistas sobre las competencias académicas de los chicos y las chicas. Sobre su propia experiencia, también tenían que responder a si alguien de su entorno había hecho comentarios desalentadores sobre sus habilidades en ámbitos STEM, como matemáticas, tecnología y física (en el caso de ser chicas), o en lengua y biología (en el caso de ser chicos).

«Nuestra sociedad tiende a minusvalorar las competencias de las mujeres en las asignaturas y los ámbitos muy prestigiosos y valorados socialmente como son la ciencia y la tecnología», afirma la autora. «Los chicos, sin embargo, están acostumbrados a que se valoren sus competencias por encima de las de las chicas, lo cual es también sexismo pero positivo hacia ellos», puntualiza.

Según Milagros Sáinz, este tipo de sexismo no significa que todos los chicos tengan altas competencias en estos ámbitos, también ellos se frustran y sufren sus consecuencias negativas porque muchos «no cumplen con este ideal de masculinidad».

Nivel educativo de los padres

Aparte de la influencia del género a la hora de enfrentarse de una manera u otra a las situaciones de discriminación académica, el estudio muestra que también influye en ello el nivel de estudios de los progenitores.

«El género per se explica las distintas maneras de afrontar el sexismo académico, pero el nivel educativo de padres y madres nos ayuda a entender en qué grupos de estudiantes se observa mayor predisposición a responder de manera más o menos activa a dichas situaciones», destaca la autora.

Si las chicas cuyos progenitores tenían estudios universitarios o de secundaria posobligatoria tendían a responder a situaciones de sexismo enfrentándose a la persona que las provocaba, en el caso de los chicos con una historia familiar similar su respuesta solía ser la evitación.

El estudio también revela que, a veces, los propios estudiantes no son conscientes de estar presenciando o viviendo en primera persona esta situación discriminatoria. «Las chicas, en muchas ocasiones, son objeto de sexismo académico que pone en tela de juicio sus competencias tecnológicas y perciben que esto se debe a que no tienen ese potencial individualmente y que, por tanto, no pueden desarrollarlo», subraya Sáinz.

«No son conscientes de que se trata de una creencia estereotipada que se atribuye, por lo general, a todas las mujeres por el hecho de ser mujeres», resalta. En el caso de los chicos ocurre a la inversa: sus decisiones y conductas están también fuertemente condicionadas a expectativas sociales y culturales relacionadas con la masculinidad.

Para evitar estos desequilibrios, la experta destaca la importancia de formar a chicos y chicas en temas de igualdad y en cómo afrontar las distintas situaciones de sexismo académico o de otra índole, una formación que tendría que llegar también al profesorado y a las familias.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-vision-sexista-educacion-familias-condiciona-eleccion-futuro-academico-202006260206_noticia.html

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