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United States of America: Meta-analysis: reading on paper improves reading comprehension

North America/United States of America/29-09-2019/Author: Paulette Delgado/Source: observatory.tec.mx

By: Paulette Delgado

A professor at the University of North Dakota analyzed 33 studies to find an answer to the long debate about whether it is better to read on paper or on a screen.

Since 2008, numerous studies have compared reading from paper and electronic sources. To find out which method provides the best comprehension, Virginia Clinton, an assistant professor of education at the University of North Dakota, conducted a meta-analysis of 33 high-quality studies.

Out of all the studies, 29 of them find out students tend to absorb more information when they read on paper, especially if it’s a long read. These findings differ with the recent emphasis on digital texts from publishers like Pearson, the largest textbook publisher in North America, who announced in July a focus on a digital strategy.

The results are also problematic because, according to a report from the National Association of College Stores, in 2019 22% of college students are using free online texts and materials, compared to 3% registered in 2015.

The different studies did not include the supplements that give advantages to the digital format. These elements range from whistles, quizzes, questionnaires and the option to instantly search for unknown words. Without a reliable study that analyzes the impact of add-ons, it’s hard to tell if they would’ve made any difference. Clinton is determined to study them in her laboratory to find answers.

Experts have different explanations about why reading in print helps students. Some argue that it is easier for them to remember what they read because they recognize the location of a passage on a physical paper.

Another disadvantage of digital format found in the study is that digital readers usually overestimate their reading comprehension, thinking that they performed better than actual results. On the other hand, readers who read printed texts were more precise in their self-analysis. The difference may be in excessive confidence because it can affect the student by putting less effort into their reading.

The genre also matters. According to several studies, there is a considerable advantage in reading nonfiction texts in print but almost no difference in narrative fiction, like a Jane Austen book, for example.

Due to the high cost of printed books, it is easy to understand why companies like Pearson are becoming digital. Even so, Clinton recommends that teachers, if using screens, take extra time to show students how to read better online. One example could be to implement reading comprehension exercises to ensure that they do not miscalculate their understanding.

Still, each format has its benefits. It is a matter of knowing how to take advantage of each one. For example, digital books are excellent for younger students since the digital medium is usually more practical and affordable, which can help encourage reading. On the other hand, texts printed on paper are better for those who are easily distracted and need to pay more attention.

What is your preferred reading media? Share with us your reading habits.

Information reference: https://observatory.tec.mx/edu-news/meta-analysis-reading-onpaper-improves-reading-comprehension

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España: Las científicas sienten más la brecha de género que sus compañeros

Europa/España/29-09-2019/Autor: Nuño Domínguez/Fuente: elpais.com

Por: Nuño Domínguez

Una encuesta entre 1.200 investigadores de 63 instituciones muestra la diferente percepción de las desigualdades entre sexos.

En España existe desigualdad de género en el ámbito científico, especialmente en el reparto de los cargos más altos, pero hasta ahora casi no se había explorado cómo perciben ese problema los miembros de la comunidad científica.

Hoy se han publicado los datos de una encuesta que explora este asunto entre 1.295 científicos de 63 centros de investigación y universidades públicas y privadas de España. El 64% de los encuestados eran mujeres y el 36% hombres. En la encuesta participaron miembros de la mayoría de escalas académicas.

La conclusión general es que las científicas sienten una mayor desigualdad entre sexos en su ambiente de trabajo que los científicos. Por ejemplo, el 46% de las encuestadas afirma que ser mujer las perjudica en su carrera, mientras solo el 10% de los hombres piensa igual. El 79% de los hombres piensa que hay igualdad de trato entre sexos en sus departamentos, mientras que entre mujeres la proporción es menor (55%). El 70% de las féminas cree que las mujeres no ocupan suficientes puestos de liderazgo en España, mientras que entre los hombres el porcentaje es del 53%. Esa percepción se reduce al 47% de las mujeres y el 35% de hombres cuando se les pregunta por su propio departamento.

Más de la mitad de los encuestados cree que sus departamentos no están comprometidos con la igualdad de género.

En las universidades españolas, solo el 21% de los puestos de mayor responsabilidad científica los ocupan mujeres, según el último informe Científicas en cifras publicados por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

«No existe a día de hoy ninguna encuesta sobre cómo mujeres y hombre perciben el problema de la igualdad», ha resaltado María Jiménez, coordinadora del estudio, que se ha presentado esta mañana en Madrid. El trabajo lo ha realizado la Sociedad de Científicos Españoles en el Reino Unido (CERU) con la colaboración de la Fundación Cotec para la innovación. La iniciativa se inspira en una similar que se realiza en Reino Unido impulsado por la Royal Society y otras sociedades científicas.

La encuesta muestra que solo el 26% de las mujeres creen que los hombres vean a las mujeres como buenas líderes en investigación, mientras es el 61% de los varones el que lo piensa. No todas las cifras del informe son negativas. Por ejemplo, la mayoría de mujeres (61%) no percibe un trato desfavorable por su sexo, pero esa proporción es menor que la de hombres que sienten lo mismo (83%). Seis de cada 10 mujeres creen que las tareas que se asocian a un mayor prestigio profesional se reparten de la misma manera entre mujeres y hombres. Los hombres que piensan igual son más: ocho de cada 10. Más de la mitad de los encuestados de ambos sexos cree que los departamentos no están tomando medidas suficientes para combatir la desigualdad de género.

Según el estudio, las bajas por maternidad son un «claro medidor de desigualdad entre mujeres y hombres en el sector de la investigación». El 52% de las encuestadas tuvo una baja por maternidad, mientras solo el 27% de los varones la disfrutó de paternidad. El 60% de las féminas cree que irse de baja maternal tiene efectos negativos en su carrera. El 33% de los hombres piensa lo mismo.

La semana pasada, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación del país, inició una encuesta entre sus 11.000 empleados sobre otro asunto, el acoso sexual. El Gobierno está diseñando además una encuesta y un estudio sobre las condiciones de igualdad de género y la inclusión del colectivo LGTBI en todos los Organismos Públicos de Investigación, según ha informado a este diario un portavoz del Ministerio de Ciencia. El estudio se publicará en el primer trimestre de 2020. Este departamento anunció la semana pasada que el recientemente creado Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación para la igualdad de género en el Sistema Español de Ciencia está preparando otro informe sobre desigualdad de género en innovación y emprendimiento.
Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/09/20/ciencia/1568995364_875166.html
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Mujeres deprimidas y sin familia: el desastre del feminismo

Por: Vanessa Vallejos

Las intelectuales del feminismo nos han dicho que un esposo no es un compañero en quien confiar sino un enemigo y que un hijo no es la felicidad sino un estorbo.

Recientemente un amigo que trabaja con el Gobierno de EE. UU. atendiendo emergencias en salud mental, me contaba que de los casos que recibe, uno de los más comunes es el de mujeres por encima de los 40 años deprimidas porque están solas y no tienen una familia.

Esa conversación me recordó las largas charlas con un psicólogo colombiano que me decía que llega un momento en el que la mujer empieza a privilegiar mucho más una exitosa vida familiar que su éxito en lo laboral, pero que lastimosamente a veces ese momento llega muy tarde, cuando ya no hay tiempo para conformar una familia.

A pesar de que las intelectuales del feminismo insisten en que no es necesario un hombre ni una familia para ser feliz, y las más extremas incluso aseguran que el matrimonio y los hijos esclavizan a la mujer impidiéndole ser libre y alcanzar la felicidad, en la vida real sus teorías no parecen funcionar.

Cuánta razón tenía Ludwig von Mises, cuando en Socialismo hablaba de lo importante que es el matrimonio y la familia para una mujer:

Pero no pueden cambiarse por decreto las diferencias de carácter y destino de los sexos, como tampoco las otras diferencias entre los seres humanos (…) El matrimonio no priva a la mujer de su libertad interior, pero ese rasgo de su carácter hace que tenga que entregarse a un hombre y que el amor a su marido y a sus hijos consuma lo mejor de sus energías. (…) Con suprimir el matrimonio no se haría ni más libre ni más feliz a la mujer, se le privaría simplemente de lo que en su vida es sustancial, sin darle nada a cambio.

Históricamente, las mujeres han ejercido el rol de cuidadoras. Incluso hoy, cuando una mujer puede estudiar lo que desee y dedicarse a la profesión que quiera, siguen decidiendo en línea con su naturaleza, prefieren las ciencias sociales y evitan los números. Nada de eso es gratuito, somos más hábiles comunicando, escuchando, tenemos más empatía.

También el tipo de trabajo que deciden tener las mujeres está fuertemente determinado por la biología y por el instinto maternal. Muchas optan por dejar sus trabajos por largas temporadas, conseguir puestos de medio tiempo o trabajar en actividades que puedan desarrollar desde sus casas, porque su instinto maternal les hace privilegiar estar con sus hijos antes que cualquier otra cosa. Porque saben que nadie los cuidará mejor que ellas.

No hay mujer que no sepa los sacrificios que implica ser madre, sin embargo, aun así, todas las madres prefieren dejar sus cosas en un segundo lugar para dar vida y conformar una familia.

Esa fuerza biológica que hace que las mujeres se enternezcan cada que ven a un niño en la calle, ese instinto que hace que a cierta edad se preocupen porque se les acaba el tiempo para tener el bebé con el que soñaron desde que eran niñas jugando con muñecos, y que las empuja a dejar de lado sus carreras, sus ocupaciones y demás sueños, nada más y nada menos que esa fuerza, que durante toda la historia de la humanidad ha influenciado el comportamiento de las mujeres, es la que quiere negar el feminismo.

Estos movimientos, con supuestos intelectuales que pretenden liberar a la mujer, han convencido a muchas de cosas completamente antinaturales. Les dicen que un hijo no es la felicidad más grande de la vida, sino un estorbo que impide la realización. Han convertido la figura del esposo, el ser más amado, a quien se le tiene toda la confianza, quien es refugio y fortaleza, en un enemigo. Y sin vergüenza alguna se han atrevido a afirmar que el hogar es el lugar más peligroso para una mujer.

Incluso llegaron a convencer a muchas mujeres que matar a sus propios hijos está bien, que un aborto es como sacarse una muela.

Entonces hoy hay montones de mujeres que ven su vida como una competencia continua con los hombres. La pareja dejó de ser un compañero por el que se hacen sacrificios mutuos para alcanzar metas comunes, y se convirtió en un ser del que hay que cuidarse porque «todos los hombres son potencialmente peligrosos» y al final solo terminan arrebatándole a las mujeres sus mejores años.

Hoy muchas jóvenes tienen en su cabeza que un hijo es una desgracia, y en el mejor de los casos creen que no pueden tener familia hasta que no hayan hecho un posdoctorado y sean millonarias.

¿Para qué perder la vida haciendo sacrificios por otro y acomodando mis planes a los de un hombre? ¿Para qué dedicarse a cuidar niños cuando se puede salir a conquistar el mundo? ¿Para qué esforzarse en construir relaciones largas entendiendo al otro, perdonando y cediendo, si existe el sexo casual? Esa es la idea que le han vendido a los jóvenes de hoy.

Pero, inevitablemente, a la mayoría le llegará el momento en el que necesiten el calor de un hogar y la esperanza que un hijo trae a la vida. Algunas se dan cuenta a tiempo, para otras será muy tarde cuando despierten de las fantasías de supuesta liberación que los posmodernos les han contado.

Es posible que haya mujeres que conscientemente —por diferentes razones— no quieran tener hijos ni formar un hogar. También es claro que hay mujeres que por circunstancias de la vida no pudieron tener hijos o formar una familia y aun así son felices. Pero es diferente el caso de aquella que creyendo en las historias feministas, durante toda su vida ve a los hombres como un potencial peligro y ve la maternidad como un estorbo.

Estas jóvenes, envenenadas por las nuevas teorías, habrán evitado conformar una familia, porque les dijeron que no valía la pena hacer sacrificios por otro, que «dar» en una relación era humillarse ante un hombre, creyeron que ser felices era solo cuestión de tener un buen trabajo, y un día, cuando la soledad les estalle en la cara, se darán cuenta que les mintieron y que pasaron años «defendiéndose» de un supuesto enemigo que no existía. Pasaron años evitando el asunto más importante de la vida: la familia.

Ni siquiera lo intentaron —diferente es la situación de quienes por cuestiones de la vida no lograron conformar una familia—. Hablamos de mujeres que ven al hombre como un enemigo y que creyeron en esas absurdas ideas de que la libertad es no comprometerse y no tener hijos.

Los intelectuales feministas que aseguran saber la formula para que las mujeres seamos felices están formando generaciones enteras de chicas que llegarán a sus 40 años, tal vez con una vida laboral exitosa, pero despertando ante la realidad de la soledad, y dándose cuenta que por creer en falsas teorías de liberación y empoderamiento, se negaron la oportunidad de vivir facetas fundamentales en la vida de una mujer: ser esposa y madre.

Fuente: https://es.panampost.com/vanessa-araujo/2019/09/26/mujeres-familia-feminismo/

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Una especial “huelga” sobre el clima en la escuela

Por: Carmelo Marcén Albero

Durante esta semana ha cientos de acciones que culminarán el próximo 27 de septiembre en la huelga por el clima. La escuela puede ser un buen lugar para reflexionar sobre las causas y consecuencias de la emergencia climática.

Entre los días 20 y 27 de septiembre, cuando se reúnen en Nueva York los mandamases del mundo, hay planteada una rebelión contra el cambio climático que se quiere hacer visible con una huelga/acción por el clima a escala mundial. No es sencillo manejar una estrategia de este tipo en la escuela, confluyen muchas variables. No se trata de hacer un paro generalizado en las aulas, o de que los más mayores decidan si asisten a clase o no; pero sí que se pueden tratar los motivos que la han podido provocar. Para ello hay que encontrar momentos para reflexionar sobre el asunto, para posicionarse y emprender actuaciones propias o ante los demás.

Para empezar una acción conducente a la formación del pensamiento crítico, será necesario reconocer si en clase, claro está que en relación con las capacidades del alumnado, hay conocimiento/malestar por los desafíos de la crisis climática. De poco sirven los grandes postulados si no hay una aproximación a su entramado en aspectos tan sencillos como los que componen la vida cotidiana. En segundo lugar, hay que enterarse y debatir sobre causas y consecuencias de lo que se ha dado en llamar crisis/emergencia climática global; el alumnado tiene noticias del asunto y quizás ha visto de cerca alguna consecuencias. Es posible que no llegue a comprender del todo dicha crisis. La simple enumeración no es suficiente; es necesario encontrar entre toda la clase, mejor si se ocupa de ello el centro al completo, las causas del desaguisado climático que nos amenaza y, de alguna forma, ordenarlas en importancia e intensidad, proximidad y afección a más o menos gente.

Seguro que tras esas reflexiones/indagaciones se generarán momentos de asombro, acaso incredulidades y, por qué no decirlo, ganas de actuar. Por eso, en tercer lugar, deben identificarse cuáles son los destinatarios de la queja, porque si se protesta por algo se debe hacer ante alguien.

Puede que sea conveniente conocer al detalle iniciativas como “Fridays for Future” (Viernes para un futuro) que tuvo visibilidad en la huelga de los viernes que hacían chicas y chicos, también en nuestros institutos y en alguna universidad, para denunciar el silencio cómplice de los políticos y gobiernos frente a la crisis climática. A lo que parece, estos estudiantes tenían claro quiénes eran los destinatarios de sus demandas y protestas; al menos lo expresaban con claridad en sus llamadas a los políticos y grupos empresariales.

Habría que preguntarse en clase qué hace ponerse de acuerdo a tanta gente para hablar de cosas parecidas al mismo tiempo. Sepa el alumnado que la fecha elegida para la huelga, 27 de septiembre de 2019, coincide con la Cumbre de Acción Climática impulsada por la ONU que estos días tiene lugar en Nueva York. Allí están muchos de los que mandan en este mundo (políticos, empresas, organismos internacionales, etc.) y que son responsables de una buena parte de los desafíos que tiene delante la gente. Pero ojo, hay que tener presente siempre que una protesta simple no resuelve un tema tan complejo como la crisis climática.

La huelga, que ha sido respaldada por muchas organizaciones (más de 300 en España), está impulsada por los jóvenes; son quienes más tienen que perder. Quienes ahora están en nuestras aulas, desde educación primaria hasta la universidad, se van a ver afectados en mayor o menor medida. Con seguridad, buena parte conocen “Youth for Climate”, también la figura de Greta Thumberg. Por eso, han de decidir si quieren mostrar fuera del centro educativo su disconformidad con el devenir de los acontecimientos climáticos. Cuando hayan pasado unos años podrán reconocer si la iniciativa, y su figura más visible y mediática, ha modificado la historia de la participación social y, ojalá, comprobarán el cambio de rumbo que en esos años frenó la grave crisis climática. ¿Quién sabe si alguien de nuestras clases no quiera emular a las chicas y chicos que alzan la voz ahora y llegue a ser una activista de referencia en España? Unamos las voces de nuestros alumnos a las de los jóvenes de todo el mundo que desde hace unos años cantan su futuro, cual partisanos, en “Sing for the climate”, también en español:

En fin, parece claro que quienes más culpa tienen en la generación del cambio climático son los entramados políticos y empresariales que dominan el mundo, pero no solo ellos. Convendría que quienes en la comunidad educativa se posicionen contra la irresponsabilidad de los otros, ya sean centros escolares o no, lo hagan con madurez crítica, acompañada de actos de reducción personal de sus impulsores climáticos. Da más fundamento a cualquier acción reivindicativa. Pueden enterarse de lo que ha programado para estos días la Alianza por la Emergencia Climática.

No está de más recordar que el Objetivo núm. 13 urge a adoptar medidas para frenar el cambio climático. Por desgracia, por ahora, está rodeado de la maldición del aluvión de declaraciones, poco más; a pesar de fundamentar sus urgencias en evidencias y en investigaciones científicas. Pero la dejadez mundial acalla a quienes se manifiestan contra una situación crítica.

“Verdad, compromiso y acción”, dice el manifiesto que anima a la huelga. En la escuela, la huelga se hace al menos trabajando un poco cada día por el clima. La educación debería ser una estrategia de construcción social y de reparación ambiental. ¡Qué mejor manera de readaptar sus currículos!

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2019/09/20/una-especial-huelga-sobre-el-clima-en-la-escuela/

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Así se puede trabajar en clase con series de Netflix

Por: EDUCACIÓN 3.0

Un comentario de texto a propósito de un fragmento de guion de ‘Merlí’, un trabajo en grupo con dudas sobre sexo con la excusa de ‘Sex Education’ o ‘Titans’ para repasar clásicos del mundo del cómic. Así ha aprovechado Cristian Olivé las series de Netflix para trabajar Lengua y Literatura en 2º de ESO en la Escola Joan Pelegrí de Barcelona.

Netflix y otras plataformas de streaming representan la sociedad audiovisual de los tiempos modernos. Los jóvenes de hoy consumen cada vez más contenidos en diferido porque pueden decidir dónde y cuándo hacerlo. Desde el punto de vista educativo, los recursos que Netflix puede ofrecer para las clases de Lengua y Literatura son tan extensos como lo es su catálogo.

Por ejemplo, la serie ‘Élite’ puede ser un buen arranque para hablar de novela negra. Sería, cuanto menos, sorprendente llegar a clase con los planos reales del instituto donde estudian día a día y pedirles que sitúen la escena de un crimen para luego elaborar una noticia con las seis preguntas básicas del periodismo.

Merlí

Con la excusa de que casi todos conocen ‘Sex Education’, pueden realizar un trabajo en grupo en el que expongan sus dudas sobre sexo, preparen un cuestionario, investiguen sobre dichos asuntos y, finalmente, recreen un consultorio juvenil como en la serie de Netflix.

Partiendo de una transcripción de los diálogos de una secuencia de ‘La casa de papel’, pueden añadirle una voz narrativa que combine estilo directo e indirecto. Además, tras algunas visualizaciones del video en clase, pueden recopilar descripciones de lo que sucede para incorporarlas a modo de incisos en el texto dialogado.

¡Hemos dejado entrar a Merlí en clase!

Siempre agradecen que con la literatura miremos más allá de los clásicos. Por ello, a partir de un fragmento de guion de ‘Merlí’, podemos mostrarles las diferencias entre un texto teatral y un guion cinematográfico. Teniendo en cuenta que la serie también trata de forma recurrente los temas de la diversidad y de la tolerancia, podrían buscar información y elaborar un reportaje sobre la situación LGTBI en el mundo.

Merlí Series de Netflix en clase

Black Mirror’, a pesar de estar enfocada a un público más adulto, es conocida por la mayoría de jóvenes. La serie explora los límites de la tecnología, de modo que se puede entablar un debate en clase con argumentos a favor y en contra acerca de la adicción a las redes sociales y qué piensan de la batalla de los likes. El contenido de la serie también puede ser la excusa para hablar de la literatura de distopías y no estaría de más pedirles que imaginen una breve trama de un capítulo con una sociedad futurista y distópica.

También para repasar literatura universal

Los superhéroes de ‘Titans’ pueden ser la razón para repasar algunos clásicos del mundo del cómic y de la novela gráfica. De hecho, con fotogramas de la serie podrían lanzarse a escribir algunas viñetas.

Series de Netflix en clase

En ‘You’ el protagonista es un desequilibrado librero. Como son constantes las referencias a obras de la literatura universal, podemos hacer un repaso de las más emblemáticas, desde “Frankenstein” hasta “El guardián entre el centeno”. De paso, se puede aprovechar que el verbo ‘stalkear’ resume a la perfección la trama de la serie para comentar otras expresiones adolescentes de origen anglosajón, como ‘hater’, ‘shippear’ o ‘hype’, entre otras.

¿Cómo ordenar el aula?

El texto instructivo es la modalidad con la que Marie Kondo ayuda a sus clientes a ordenar su hogar en la serie de Netflix. Por esta razón, una manera divertida y relajada de trabajar dicha tipología textual podría ser pidiéndoles que sienten las bases de cómo tener el aula decente y ordenada en todo momento.

En resumen, Netflix ofrece un abanico lo bastante amplio como para acercar la asignatura de Lengua y Literatura a los jóvenes. Dicen que todo tiene su secreto y, en nuestra profesión, convertir un punto de interés cercano a los alumnos en materia de clase suele ser un éxito asegurado.

Fuente e imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/experiencias/series-de-netflix-en-clase/100685.html

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Why intelligence tests do not tell us anything about the real human potential

América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx

By: Sofía García-Bullé

We live in a culture that sees intelligence as part of a person’s value. Smart people get into the best schools, obtain the best jobs, receive the highest salaries, are the leaders, the examples everyone else should follow. If you are the smartest person of a designated group, it is normal that people follow you and that a lot of doors open for you, figuratively. Being smart is a crucial component of success, but… do we measure it correctly?

IQ tests are a fundamental tool to measure student intellectual capacity. We consider them mathematically and scientifically precise, but are they really that? Or are we purposely blinding ourselves to the cultural contexts that power the biases behind the very concept of the intelligence quotient and the tests we use to measure it?

A historical overview of IQ tests

Ideally, to generate a resource that helps us understand cognitive capacity and the potential for success is so necessary that we cannot even imagine an educational system without this. Nonetheless, IQ tests are barely a century old, and their origins are not as noble as we might believe. The purpose of these tests was not to enrich the educational offerings but to filter them.

In the early 1900s, psychologists, academicians, and politicians were looking for criteria to rank access to education. From the general population, those who were on the higher strata would get the best education. Those who faired lower would have their educational opportunities diminished in comparison. The Lewis Terman intelligence test gave them just what they needed to build this filtering system.

In 1916, Terman published a revised version of the Binet-Simon scale, created by the French psychologists Alfred Binet and Theodore Simone. The test classified children’s performances according to their intellectual aptitudes and their skills to solve exercises that required abilities in math, logic, reading, reasoning, and adaptation.

The test was so successful that it is still being used today in both children and adults to measure cognitive capacity and the potential for success. But like every other scientific breakthrough, this one was linked to the perceptions and cultural dimensions of the academicians who created and applied its set of criteria.

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Cultural bias and the use of IQ tests as a political weapon

To understand the weak point of intelligence tests, we need to take into consideration the time in which they were created. At the beginning of the 20th century, an evolutionist philosophy dominated science and humanities. This way of thinking influenced even the way people constructed and shared knowledge.

When the first tests came out, the idea was not to use the test results for educational innovation to create new teaching strategies that could work to improve different ways of learning. The objective was to secure the survival of the fittest; the fittest were the smarter ones; the smarter ones got higher scores. But were the people who fared better the most intelligent, or were the high-scorers people with an advantage because the tests were culturally designed for them?

Back then, cognitive science supported the evolutionary theories that paved the way for eugenics. If Binet, Simon, and Terman took into consideration only the psychological profiles, mindsets, and circumstances of people of their same race, class and even gender to map how intellectual capacity works, can we say that their test is impartial and accurate?

Is it ok for us to ignore the historical proof that these tests justified racial discrimination and educational gentrification? The notion of people of diverse races having different levels of mental capacity was prevalent at the time, even among the scientific community. This misguided belief impacted the way these tests were created and applied.

Terman himself thought that racial minorities like Native Americans, African Americans, and Latin Americans had less capacity to understand abstract ideas than white people. He also believed that they made up for it in resilience, which from his point of view, made them hard workers and good at following orders.

These arguments are proven false and are indefensible nowadays. But back then they dictated who would receive the best education and who would be better trained to pass the IQ tests. This self-fulfilling prophecy was never about education; it was about maintaining the social order. And that purpose succeeded; people saw IQ test results as an indisputable scientific truth, not a consequence of cultural and social inequity.

What do intelligence tests measure anyway?

Intelligence is defined as the capacity to understand concepts or ideas and to solve problems. Under this definition, the Stanford-Binet scale meets its objective. It assesses people’s skills to understand questions and to resolve the situations included on the test. The mechanism of the exam is not under discussion, but after 100 years, the way we devise its content should be analyzed and updated.

To Antonio Andrés Pueyo, Lecturer in the Psychology Department at the University of Barcelona, intelligence is a very complex concept, especially in a time in which we make machines with artificial intelligence. According to him, there are aspects of intelligence that do not fit the mechanical vision from which the first IQ tests were created.

«There are tests that evaluate different types of intelligence that combine with IQ. This is what happens with the Weschler scale. Tests can also be built to assess a single skill, like the Raven test,» explains Pueyo.

All of these tests have their strengths and shortcomings. In the case of the Bidet- Stanford Test, it still has the right components to measure how apt is a student to navigate standardized learning but not how to apply that knowledge creatively or to think outside the box.

Those who got the highest scores when the test was first created were followed by Terman throughout their careers. Those students went on to get into the best universities and, subsequently, the highest paying jobs, but very few of them went beyond their expected social roles. They did not reinvent the wheel; instead, they mastered spinning along with it.

The test was not perfect. It detected talents like those of Ancel Keys, Norris Bradbury, and Shelley Smith. But it also failed to discover the potential of Luis Álvarez, a student who was rejected by Terman for followup because he fell short of the IQ score cutoff; yet Álvarez went on to win the Nobel Prize for Physics in 1968.

The need to rethink what we know about intelligence and the skills that matter

The challenges that people faced at the beginning of the twentieth century are not the same that we deal with today. They did not have to worry about digital literacy, and similarly, we do not need to know all of our close friends’ phone numbers by memory as they did.

If the problems we solve now are different, the skills and intellectual aptitudes required to resolve them should differ too. We live in an era of automation; machines are being improved with artificial intelligence to do jobs previously performed by humans.

This automation is not limited only to mechanical jobs but also more tasks that require analysis are being automated; for example, the profiling of information of people online to use the data to direct ads to them that align with and impact their consumer habits.

In 2018, an AI system analyzed the most awarded commercials in the last 15 years and used the information to write the script for a Lexus ad. The results were impressive for a machine, and it leads us to question what jobs humans can do that machines cannot in a not-so-distant future.

Some intellectual activities can be mechanical and therefore performed by a machine, such as the compilation, data analysis, and pattern identifications that the AI system utilized to write the script for the Lexus ad. However, the creative thinking and artistic sensibility to direct the ad could only be executed by a human, in this case, the director Kevin Macdonald.

The demands of the modern labor market require that intelligence tests must register and measure more than just mechanical and intellectual skills. They also need to consider everything related to soft skills, now rebranded as “power skills.” We must learn how to measure and nurture creative thinking, social intelligence, emotional intelligence, and other qualities beyond the existing educational standards.

We must abandon the idea of measuring a person’s worth by just one IQ, or seven types of intelligence measurements, or even fifteen or thirty. What we need in these tests is that they assess the diverse ways in which people approach knowledge and problem-solving and how these can be taught. Otherwise, intelligence tests will continue to be a tool for proponents of social dominance instead of the educational resource that would improve the acquisition of knowledge for a better world.

Information Reference: https://observatory.tec.mx/edu-news/iq-tests

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Enseñanza en la era de la posverdad

América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx

Por: Paulette Delgado

La Real Academia Española define la posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y enactitudes sociales”. La Fundéu BBVA la describe como lo “relativo a las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Es decir, las personas están más inclinadas a creer cosas que se sienten verdaderas aunque haya evidencia que indique lo contrario.

En la “Era de la posverdad”, las escuelas deben ayudar a los estudiantes a deconstruir lo que ven en los medios y las redes sociales y aprender a buscar evidencia de su veracidad, incluso si esos datos no respaldan su afirmación. Este tipo de habilidades de evaluación son más importantes que nunca en la actualidad donde hay mayor acceso a evidencias aportadas por el campo científico y académico.

Al tener tantas opciones con tantos puntos de vista diferentes, es fácil elegir o preferir aquellas que refuercen lo que pensamos. Si bien la posverdad ha existido durante años, el internet exagera sus efectos con sus algoritmos que crean “burbujas de filtro”. Estos filtros estudian a la persona para ofrecer artículos o información similar a la que anteriormente se hizo clic o que les dieron “me gusta”. Gracias a estos algoritmos, que se pueden encontrar en todas partes desde las redes sociales hasta las búsquedas en internet, la información que vemos en internet solo refuerza las mismas ideas en las que creemos.

En un mundo perfecto, los algoritmos ofrecerían una gama equilibrada de artículos con diferentes puntos de vista, pero, como la realidad no es así, la responsabilidad de equipar a los alumnos con las herramientas necesarias recae, principalmente, en los educadores. Los docentes deben buscar que el alumnado esté expuesto a diferentes puntos de vista y darles las herramientas necesarias para evaluar la información que reciben y las bases para poder crear diferentes posiciones y argumentos.

Un estudio realizado por Sam Wineburg en la Universidad de Stanford, muestra que los estudiantes no poseen las habilidades para detectar sesgos y noticias falsas, así como tampoco para evaluar afirmaciones verdaderas. Otra encuesta realizada por Joseph Kahne de la Universidad de California, Riverside y Benjamin Bowyer de la Universidad de Santa Clara, mostró resultados similares: los estudiantes prefieren buscar evidencia que se alinee con sus propias creencias o apoye su punto de vista que puntos de vista opuestos.

Una forma en que los educadores pueden abordar esta era de la posverdad es enseñando alfabetización mediática crítica. Este conocimiento alienta a los estudiantes a interrogar textos y publicaciones por sesgos de pensamiento y preguntarse si pierde otros puntos de vista.

Esto no quiere decir que no hay verdad ni conjuntos de conocimiento, sino que debemos ser mucho más rigurosos y críticos ante supuestas verdades. Los estudiantes deben aprender que los hechos existen y desarrollar su pensamiento a través de ellos con una visión crítica así como con evidencia y lógica.

Un enfoque de alfabetización crítica también debería enseñar a los estudiantes a consumir y producir información y conocimiento a través de la colaboración. A lo largo de extensos proyectos de investigación, así como al enseñarles sobre prejuicios y propaganda, estarán más equipados para pensar, evaluar y reflexionar sobre las fuentes que podrían dispersar.

De esta manera, los estudiantes se convertirán en ciudadanos críticos e informados en un mundo progresista. Así, los estudiantes podrían verse a sí mismos como agentes auto-actualizados en lugar de consumidores pasivos de información.

Además, al enseñar a los estudiantes a razonar y buscar evidencias, los educadores los apoyan para enfrentar el desafío de mantener los principios de la democracia. Al enseñar a los estudiantes a sopesar los hechos, considerar diferentes puntos de vista, formar una opinión y luego articularla para que puedan responder a aquellos que no están de acuerdo con evitar la polarización.

En un tiempo en el que todos estamos expuestos a algoritmos sesgados y políticas polarizadas, se necesitan más que nunca, habilidades de análisis, debate y alfabetización crítica.

¿Has abordado el tema de la posverdad en tu clase? Compártenos cómo enseñas a tus estudiantes la importancia del análisis, el debate y pensamiento crítico.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/enseanndo-en-la-era-de-la-posverdad

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