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Fortalecen en Cuba incremento de la calidad de la Educación

Cua/03 aril 2017/Fuente: Radio Reloj

El Ministerio de Educación, como parte del III Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Enseñanza, aplicará en septiembre venidero de forma experimental en 19 preuniversitarios del país, un nuevo plan de estudio en el 10mo. grado, anunció Rolando Rodríguez Royero.

Agregó el Director Nacional de esa enseñanza, en reunión con la prensa en La Habana, que esta acción favorecerá el incremento de la calidad de la educación en los preuniversitarios y la remodelación de los contenidos de los programas de las asignaturas.

Explicó Rodríguez Royero que en los cambios en los preuniversitarios se prevé la reducción del tiempo televisivo  y el uso mayor de los productos audiovisuales.

Ante la proximidad de los exámenes de ingreso a la Educación Superior, llamó al alumnado a asistir a la escuela para recibir los repasos y contar con el apoyo de la familia.

Fuente:http://www.radioreloj.cu/es/noticias-radio-reloj/educacion/fortalecen-cuba-incremento-la-calidad-la-educacion/

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Pensamiento Crítico. El marxismo en Cuba hoy

Por: Natasha Gómez Velázquez

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Ya no se puede esperar más… [I] Hace mucho tiempo, la comunidad académica y científica cubana se debe a sí misma una reflexión extraordinaria sobre el marxismo. Esa deuda se remonta a la época en que tuvimos conocimiento y conciencia para hacerlo (no siempre fue así); actitud (no estoy segura de que esta condición se […]

Ya no se puede esperar más… [I]

Hace mucho tiempo, la comunidad académica y científica cubana se debe a sí misma una reflexión extraordinaria sobre el marxismo. Esa deuda se remonta a la época en que tuvimos conocimiento y conciencia para hacerlo (no siempre fue así); actitud (no estoy segura de que esta condición se mantenga hoy); y no lo hicimos. Ni la caída del socialismo en la URSS y Europa —que dejó muy comprometido al marxismo—, tuvo fuerza suficiente para convocar a dicha discusión.

La ausencia de debates fundamentales y las características que el marxismo tiene en Cuba, poseen causas que exceden el campo intelectual. Guardan relación con la historia del socialismo y del marxismo, también en nuestro país [2]. La inexistencia de una cultura marxista que permitiera sostener un criterio de selección informado [3]; la familiarización unilateral con la teoría de personas encargadas de su instrumentación educativa desde los 60 [4]; y hasta la urgencia revolucionaria (acompañada de auténtica avidez, entusiasmo, e interés por la teoría), terminaron facilitando la imposición progresiva de la específica versión soviética denominada “marxismo-leninismo” [5], que apaga los espíritus teóricos, y sobre la cual se acumula casi un siglo de críticas (para 1960, esa valoraciones negativas databan de tres décadas y más). No obstante, puede aceptarse que en los inicios, se hizo lo que se pudo…

En la actualidad, reconsiderar el marxismo —su enseñanza, edición, investigación—, no ha de ser un acto coyuntural sino estratégico. Este ejercicio reflexivo, crítico, y proactivo no puede ser postergado más [6]. Paradójicamente, después de los años 90 pareciera que existen actitudes de nihilismo y escepticismo hacia todo el marxismo.

El objetivo no puede consistir en engañarnos: efectuando una exégesis más; sustituyendo aleatoriamente el discurso teórico que se repite por uno “nuevo” o “actualizado” (que cambia el orden de los asuntos o reincorpora los que se pusieron en reposo, empleando el mismo criterio voluntarista); o injertando contenidos ajenos a la preocupación marxista utilizando de manera instrumental su nombre. ¡Y pretender hacer todo esto, sin que medie un verdadero ejercicio intelectual o desde fuera de la ciencia! No. Se trata de preguntarnos: ¿el marxismo corriente es marxismo? Eso obliga a estudios y debates, que no son de un día, lógicamente.

Las premisas de un eventual debate no pueden seguir siendo apriorísticas. Las de siempre: tradición; emoción; facilismo (lo sabido o lo que se cree saber); el discurso vacío (pero que, desde el desconocimiento, se considera correcto); las empatías personales (el llamado aleatorio a especialistas, cuyos criterios o silencios son conocidos y predecibles, y no van a disentir, sino a confirmar); los dogmas; y la norma. Todas estas constituyen actitudes tan interiorizadas, que no las reconocemos como tales y las continuamos reproduciendo. Esas, las confortables premisas de siempre, han negado las condiciones de posibilidad para la vida —no reductible a la condición de existencia— de una auténtica intelectualidad marxista.

La reflexión que corresponde debe ser extraordinaria (en su sentido literal); abierta (por los alcances sociales de este asunto); radical; y fundarse realmente en el conocimiento y la investigación, con teorías y estudios históricos primarios. No es momento de doxa, catarsis, indiferencia, negligencia, enamoramiento facilista que ciega (y convierte a X interpretación de segunda mano, en “piedra filosofal”), o saber vulgar y ordinario. Tampoco puede reducirse a la confirmación del pasado/presente por medio de consultas a los considerados a priori “expertos”, sino de un debate que involucre a especialistas con capacidad y disposición para avanzar (las dos dimensiones, son imprescindibles). El resultado de tales debates ha de expresarse en una transformación efectiva (en sentido marxiano) y no aparente.

Entretanto, el marxismo común continúa siendo el “marxismo-leninismo”, de efectos nocivos para la teoría y la política socialistas, y que se diferencia y opone a la naturaleza crítico-revolucionaria del marxismo y leninismo originarios, y a su más legítima tradición. Una vez más, no por denominarse comúnmente “soviético” (¡y ese no es todo el marxismo soviético! [7]), representa la dignidad de la Revolución bolchevique y sus líderes; no por denominarse “marxismo-leninismo” expresa la teoría y la praxis de Marx, Engels, y Lenin; es más bien todo lo contrario. No por haber autolegitimado el monopolio de los nombres (en época de intrigas, purgas, y pugnas por el poder inmediatamente después de la muerte de Lenin, durante el resto de la década del 20 y los años siguientes), es el único marxismo. Es, una tendencia bien definida —e identificada casi siempre a través de sus errores teóricos y políticos—, al interior de la plural tradición que inicia en Marx. Este es un asunto que el universo marxista diagnosticó, debatió, describió, y superó hace décadas. Hay que ponernos al día. ¿Cómo ser marxista, sin conocer críticamente su teoría e historia, o su presente diverso?

Sin embargo, aún no existe consciencia del carácter necesariamente múltiple, y por tanto, heterogéneo y contradictorio de la tradición marxista, o de que nuestro marxismo intelectual no es El marxismo (porque tal cosa no existe).

Las investigaciones genealógicas recientes —iniciadas en los años 90— sobre la trayectoria del marxismo en Cuba y sus conflictos en los 60, no han logrado un replanteo fundamental de la teoría, una reconstrucción personal y colectiva de los conceptos y su historia, o una consciencia crítica generalizada sobre el marxismo corriente. No han promovido la pasión por volver con ojos propios a Marx y a todo el marxismo clásico de fines del XIX e inicios del XX que ha sido omitido —Luxemburgo, Trotski, Pannekoek, Korsch, Lukacs, y tantos otros—; a las especificidades teóricas de Engels y Lenin; e ir al encuentro de Adorno, Horkheimer, Marcuse, Benjamin, Sartre, Habermas, Althusser (Gramsci está tan de moda que ha entrado en la norma), y a los más contemporáneos aún, que integran el marxismo a políticas de izquierda en Cuba, Latinoamérica y el mundo. En el contexto cubano, las lecturas extemporáneas de algunos de los nombres citados y de otros, pueden resultar inmensamente reveladoras en pleno siglo XXI.

Si lo sugerido pudiera parecer simple “historia” —de la que se puede prescindir—, hay que recordar que el marxismo es su historia. A diferencia de otros discursos, en el marxismo cada concepto, cada praxis, cada libro, solo tiene sentido en relación con su contexto. Además, los nombres citados y otros tantos, no son personajes de reparto (prescindibles) del “verdadero” y “exitoso” marxismo; tampoco fueron siempre, por siempre y para siempre la negación (criticada, “equivocada”, “tergiversada”) del pensamiento de Marx o Lenin; ni su repetición, pues tienen su propia obra; ni siquiera constituyen precisamente su continuidad.

Las contradicciones y polémicas de la historia y el presente del marxismo, no pueden seguirse interpretando según la lógica aristotélica: si un enunciado es verdadero —históricamente “exitoso”—, el otro es falso. La voluntad polémica de ayer y hoy, no obedece a la erudición ni a las características personales de los líderes marxistas. Obedece a la necesidad de definir estrategias políticas, que no pueden contrastarse con ninguna verdad prescrita. En ese sentido, puede decirse que cada uno de esos teóricos y revolucionarios, daba constantemente un salto al vacío. Formados en culturas marxistas (¡no solo!) distintas y con urgencias propias de sus naciones y Partidos, se sentían en igualdad para contender ante la praxis política. Precisando: la capacidad de reflexión personal de la inteligencia militante —entendida como cualidad política—, y la voluntad crítico-polémica, constituyó siempre —ayer y hoy— un signo de vitalidad y no de vergüenza para la tradición marxista.

El marxismo es crítico y contradictorio. Ni lineal, ni positivo, ni siempre y únicamente exitoso. No solo son Marx, Engels y Lenin. Desde los años 90 es de buen gusto incluir a Gramsci, y en época más reciente se menciona a Luxemburgo, sin especificar que la dimensión de su obra solo es comparable a la de Lenin (su coetáneo). Sin embargo, siempre se les sitúa a uno detrás de otro, como “desarrollo” de las tesis del anterior en las “nuevas condiciones”. Pero, No. Es también: Engels distinto a Marx; Lenin diferente de Marx; Lenin igual a Engels y ambos diferentes de Marx. Incluso es Marx versus Marx, hasta resultar difícil de comprender. Al marxismo originario no se le puede adjudicar una razón teórica a priori, porque no se escribió de una vez, tiene inconsecuencias, búsquedas, reconstrucciones, vacíos y problemáticas coyunturales.

De manera que no existe una teoría marxista sobre la organización política, la institucionalidad, la estrategia, el imperialismo, la Revolución, o el materialismo. Debemos considerar la feliz oportunidad de contar con soluciones teóricas diversas a un mismo asunto. Esto no significa que se asuma el marxismo de manera relativista, sino que hay que estudiarlo todo (¡si de estudiar se trata!).

Descuidar, excluir, omitir, o desconocer sistemáticamente una parte significativa de esa producción política, no es un simple error cometido en nombre de la “didáctica” o de que el auditorio no es “especialista”. Eso es falsear el marxismo y su historia. El relato de un marxismo sin vida real solo puede alejar a los potenciales interesados. ¿Será que eso nos ha pasado?

Un obstáculo que no puede ser subestimado, radica en nosotros mismos. Las personas comprometidas con el marxismo en Cuba, hemos sido formadas en el paradigma de ese marxismo de manual que prolonga hasta la actualidad su estatus hegemónico (aunque hoy reciba otros nombres y tenga otro sumario). De manera que cualquier acción de juicio tiene implicaciones epistémicas, existenciales y sociales que se resisten, por definición, al autoexamen crítico. Además, ese tipo específico de marxismo ha generado una actitud de fidelidad, que hace parecer el interés por otras interpretaciones —legítimo y necesario, si se pretende ser intelectual orgánico—, como herejía.

Por otra parte, la práctica teórica mantiene divisiones disciplinares. Aquello que recordaran Lukacs, Korsch, y Gramsci, sobre la esencia originaria del marxismo como teoría unitaria de la revolución, ha quedado fuera de consideración, en favor de una desmembración de contenidos positivos que se expresa por excelencia en la docencia y en nuestras propias formaciones perimetrales [8]. Los “filósofos” no dominamos la “economía política” (¡no se trata de sacar cinco puntos en la Asignatura!) y viceversa. ¿Cómo afirmar entonces que somos marxistas o somos “especialistas” en marxismo, si no poseemos la capacidad sintética —en su sentido teorético— para comprender los fundamentos totalizadores de la obra de Marx?

Una consecuencia de ese marxismo vulgar consiste en la interpretación determinista. Esa tesis en su carácter absoluto y estructural, simplemente no se corresponde con la experiencia histórica de las revoluciones ni del socialismo. También se relegan contenidos histórico-sociales a status de segmento particular de una “concepción del mundo” especulativa, expresada en leyes y categorías en abstracto, que supuestamente sirven para efectuar cualquier análisis y garantizan corrección política. Esta conversión traiciona el legítimo objeto de investigación marxiano: clases, plusvalía, enajenación, Estado, política, capitalismo, modo de producción, praxis, mercancía, ideología, revolución… Estas son las auténticas categorías de Marx.

Otro problema consiste en la presencia de actitudes excluyentes que discriminan sin criterio fundado todo marxismo de autor, porque el “marxismo-leninismo” en particular —por su esencia y génesis— es estandarizado, y desconoció siempre lo que se produjo más allá de sus fronteras intelectuales (también con carácter retroactivo, es decir, antes de abril/mayo de 1924).

Muchos de los nombres omitidos o a los que nos referimos con negligencia, vivieron solo para la idea (¡aunque fuera solo para la idea!) de la Revolución. Resulta necesaria, entonces, una deconstrucción lógica e histórica a la vez, para concretar una definitiva y demorada ruptura con el marxismo sistémico que confunde todo en un solo pensamiento —supuestamente verdadero y siempre exitoso— fundido en monolito falso.

La inconsistente voluntad de saber en que nos encontramos obedece, por ejemplo, a la imposibilidad de disponer de una voluminosa información que se ha generado internacionalmente al interior del marxismo (¡no solo!), y que ha estado por décadas a disposición de las viejas y nuevas izquierdas. En consecuencia, profesores, especialistas y ciudadanos no han podido ir asimilando esos contenidos en tiempo real. La deuda de lecturas es extensa y se sigue acumulando.

Este panorama se hace visible en los escasos foros donde caben los estudios de marxismo en sí. En estos “eventos científicos” se multiplican las presentaciones formales que repiten lo de siempre y lo de casi todos. Falta debate informado y actualizado. A penas se perciben evidencias de investigaciones seguidas y sustentadas con criterio personal.

Además, resulta insuficiente la capacidad integrativa de saberes (dialéctica de historia, política (también a nivel noticioso), economía, filosofía, arte, situación ambiental, avances científicos). Y esa carencia de capital cultural —como decía Pierre Bourdieu— resulta, por definición, incapaz de reconocer su propia condición.

Por otra parte, todavía se reservan espacios de gran convocatoria y amplificación a voces que han probado no tener disposición hacia la reflexión, la crítica y la superación de su propio discurso, construido a la medida de la norma. Cuando se niegan sistemáticamente a incorporar variedad de fuentes históricas y teóricas, y al empleo de recursos hermenéuticos que expongan las posibilidades analíticas y políticas del marxismo —proponiendo, en cambio, tesis de sentido único, simplificado y muy reiterado—, continúan contribuyendo a alejar a otros y a la opinión pública del interés por esa teoría.

Otra fuente de problemas proviene del ejercicio laboral de personas de profesión marxista y no de vocación (y formación) marxista, que se pronuncian desde fuera de la ciencia. Esta zona externa, ajena totalmente a los parámetros de rigor (y de imaginación) de estudio e investigación, se ha legitimado a través de habilitaciones masivas con fines docentes; y además, por medio de la percepción de que ser políticamente correcto califica automáticamente para hablar de marxismo. El marxismo no es tratado como ciencia [9].

Las interrogantes, proposiciones, tendencias, y diversidad histórica y teórica que el marxismo ha generado… lo que constituye esta tradición teórico-política, puede comprenderse únicamente por medio de conocimientos sistematizados y presupuestos intelectuales (me refiero al deber ser de la dimensión científica y académica). Solo una operación de reducción instrumental sucesiva y reiterada en el tiempo, puede sugerir otra cosa.

Y, si de la formación de sujetos políticos se trata, no está de más recordar que desde la propia plataforma marxista (para no ir a Aristóteles), se entiende que la política coincide con el espacio existencial humano. De manera que hacer ciencia o literatura y enseñarla —biología, matemática, arte, comunicación, diseño—, es también hacer política. La educación ideológica —para referirme solo a lo institucional— ocupa todo el espacio escolar. ¿Por qué confinarla a la hora de “marxismo”? Conviene recordar entonces el sentido fundamental —¡y no otro!— de una de las tesis antológicas de la ejemplar Rosa Luxemburgo, relativa a que la Revolución no se aprende en las Escuelas, sino en la vida política activa [10].

En contraste con la prosperidad que exhiben otras áreas del conocimiento en Cuba, casi no parece producirse marxismo en sí. Incluso, prometedoras inteligencias han reencauzado su talento hacia temas y campos más provechosos —en varios sentidos— y prestigiosos —desde la percepción social—, a la vez que resultan ¡menos problemáticos! No obstante, es cierto que puede admitirse la existencia de un trabajo científico desde presupuestos metodológicos, conceptuales, políticos y utópicos marxistas. Sin embargo, más allá de las individualidades, el dominio hegemónico del marxismo vulgar una generación tras otra —con su libro de certezas, omisiones y demarcación de legitimidad— ha terminado por apagar la preocupación teórica. Esa situación no se instaló durante los 90, más bien se prolonga ya por largas décadas.

Generaciones de cubanos viven creyendo que solo hubo tres marxistas. En el mejor de los casos, ciertas nociones de marxismo permanecen en el sentido común en calidad de conocimiento positivo que se da por aprendido después de haber aprobado un examen escolar, o se retienen en el pensamiento como sello de identidad política. Hemos llegado a un punto donde nuestro “problema fundamental” hoy en los ámbitos de la enseñanza, la investigación, la divulgación, y las ediciones —esta última resulta de primerísimo orden—, consistiría en emprender una verdadera arqueología crítica del marxismo corriente.

Pero todo esto era ya sabido en Cuba a fines de los 60, e internacionalmente al término de la década del 20 del siglo XX.

No pretendo ser original…

Notas:

1. El presente texto refiere ciertas cuestiones de naturaleza crítica, especialmente relativas a la enseñanza y a la esfera académica. Se ha seleccionado este enfoque (y no otro, que pudiera resultar más balanceado y posible también de concebir), en el entendido de que solo identificando los problemas, pueden ser superados. Decidí emplear estos minutos y espacio, para pensar, escribir, y hablar, sobre lo que considero que dejamos de hacer y sí se puede hacer. Por otra parte, las intervenciones de otros compañeros en “Dialogar, dialogar”, me motivaron a (re)considerar y precisar algunos asuntos.
2. Ver Bibliografía de la autora sobre el tema, por ejemplo: 2017, “Edición Revolucionaria (R): memoria y nostalgia del saber en Cuba. Entrevista a Rolando Rodríguez, fundador y director de Edición Revolucionaria (4 de febrero de 2016). Revista Estudios de desarrollo social: Cuba y América Latina, FLACSO, Vol. 5, No. 1; 2015-2016, “El marxismo: su difusión y enseñanza darwinista” http://www.filosofía.cu, No. 28, set-junio; 2016, “Marxismo GUIÓN Leninismo”, conferencia para profesores de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana (inédito); 2014, “Definiendo el Pensamiento Crítico”. Revista Temas, La Habana, No. 80; 2006, “La divulgación del marxismo en la revista Pensamiento Crítico”, Marxismo y Revolución, Ciencias Sociales, La Habana; y 2001, “La difusión del marxismo en las publicaciones periódicas cubanas: 1959-1970”, Tesis de Doctorado, Inédita, Universidad de La Habana.
3. Por una parte, antes de 1959 Cuba había estado sometida a propaganda anticomunista, y por otra, el marxismo que llegó a sectores políticos muy localizados, era el que se consideró oficial dentro de la Tercera Internacional, institución definitivamente desfigurada —en sus objetivos, funcionamiento, organización, estrategia y teoría políticas— después de la muerte de Lenin.
4. La masificación de la enseñanza del marxismo por vías institucionales, se inició en diciembre de 1960 con la inauguración de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria (EIR), y un poco más tarde, con la Reforma Universitaria de 1962.
5. Cuestión referida también por el Diputado Dr. en Ciencias Filosóficas Miguel Limia David, en la Sesión Plenaria de la Asamblea Nacional (diciembre de 2015, presentado en la Televisión Nacional).
6. El proceso de “perfeccionamiento de la enseñanza del marxismo” en las Universidades cubanas (2015-17), impulsado por el Ministerio de Educación Superior (MES), puede ser una oportunidad para adoptar criterios pedagógicos, fundados en investigaciones y consensuados por medio de debates científicos.
7. Además, la URSS proporcionó a la Revolución Cubana, por décadas, una extraordinaria ayuda de todo tipo que ha de reconocerse y agradecerse. En este sentido, puede recordarse “lo que ha hecho la Unión Soviética por nosotros”. Palabras dichas por Fidel en la circunstancia contradictoria de la crisis de octubre, cuando “surgieron algunas discrepancias”. Informe del Comandante en Jefe Fidel Castro al pueblo de Cuba. Posición de Cuba ante la crisis del Caribe. (Discursos, Declaraciones, Comunicaciones, Cartas y Documentos publicados durante la Crisis). COR, 1962. págs. 71; 73.
8. Me refiero a los graduados de “Filosofía marxista-leninista” (Universidades de La Habana, Santiago de Cuba, y Las Villas); “Economía Política” (esta última especialidad cerró hace muchos años, pero como saber e investigación sólida —no necesariamente como carrera universitaria— ¡cuánta falta nos hace en su proyección educativa y de estrategia social!); y de “Marxismo-leninismo e Historia” en las Escuelas Pedagógicas (perfil que —según se ha dicho en los medios de comunicación nacionales— apenas tiene matrícula). El resto de las personas dedicadas hoy al marxismo fundamentalmente dentro del sistema educativo, y que la sociedad inviste de autoridad para su ejercicio —cuyo número crece, por distintas razones prácticas—, no son graduados de estas carreras.
9. Lenin recuerda y confirma la tesis de Engels: “el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie”. En ¿Qué hacer? dedica amplio espacio a destacar la importancia del conocimiento teórico del marxismo frente a las “formas más estrechas de actividad práctica”, y argumenta: la “amplia difusión del marxismo ha ido acompañada de cierto rebajamiento del nivel teórico. Mucha gente, muy poco preparada e incluso sin preparación teórica alguna, se ha adherido al movimiento por su significación práctica y sus éxitos prácticos”. Lenin, 1960, ¿Qué hacer? Obras Escogidas en 3 tomos, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, pp. 143-146.
10. Algunos de los compañeros presentes en el espacio “Dialogar, dialogar”, señalaron que el marxismo es una teoría política obrera, extensible en las condiciones de nuestro país, a los trabajadores y la ciudadanía. Hicieron notar, sin embargo, que el trabajo dialogado de preparación marxista (por tanto, política) con el pueblo, resulta insuficiente. Personalmente, suscribo la idea de que el marxismo tiene que encarnar en las masas (forma parte de su ideología, junto con el pensamiento nacional y latinoamericano, que conforma nuestra plataforma revolucionaria) y que debemos dirigirnos también hacia ese propósito. Hago constar que no por referirme en este texto a la esfera académica, dejo de comprender o compartir ese criterio. Más bien, lo confirmo.

Fuente: https://dialogardialogar.wordpress.com/2017/03/27/el-marxismo-en-cuba-hoy/?fb_action_ids=1297635440292409&fb_action_types=news.publishes

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Cuba: Sistema educacional cubano perfecciona educación técnica profesional

Cuba/Abril de 2017/Autor: Roberto Morejon/Fuente: Radio Habana Cuba

El Estado cubano mejora la infraestructura educacional referida a la formación de la fuerza técnica indispensable para el avance económico, a pesar de las limitaciones financieras y el envejecimiento poblacional.

El Consejo cubano de Ministros aprobó recientemente los planes de continuidad de estudios de los graduados de noveno grado hacia la Educación Técnica Profesional y el preuniversitario para el siguiente año lectivo.

Para concebir esos procedimientos se tuvieron presentes las distintas necesidades de técnicos de nivel medio y obreros calificados de cada municipio y provincia.

Con apego al principio de garantizar la secuencia de estudios a todos los adolescentes y jóvenes al concluir la enseñanza media inferior, o sea, la secundaria básica, están abiertos los 466 institutos politécnicos cubanos.

El Ministerio de Educación auspicia además aulas anexas en los sectores estatales y por cuenta propia para las prácticas pre-profesionales de los alumnos, donde puedan forjar el amor por el trabajo, asesorados por avezados profesionales.

En la actualidad, cursan la Educación Técnica Profesional 160 000 alumnos con vista a garantizar la fuerza de trabajo calificada demandada por la estrategia económica, incluyendo la gestión no estatal.

Las entidades oficiales, cooperativas y privadas esperan emplear jóvenes bien calificados, eficientes y con valores ciudadanos, en correspondencia con las normas altruistas del proyecto social vigente.

No obstante, la Educación Técnica Profesional afronta, como otras especialidades, los efectos de la baja natalidad de un país envejecido con celeridad.

En la agricultura, por ejemplo, se acentúa el éxodo de técnicos aparejado a la longevidad del campesinado, una realidad que choca con los esfuerzos del Estado al dedicar recursos al aumento de la fuerza entrenada en el campo.

En tales circunstancias se desplazan los directivos de esa modalidad de enseñanza mientras atienden los reclamos de la economía de mano de obra directa y personal técnico capacitado.

El Ministerio de Educación incentiva la labor vocacional para estimular la inclinación de adolescentes y jóvenes por las especialidades técnicas, sobre todo agropecuarias, aunque el proceso será largo.

Por esa vía y con la labor persuasiva de las familias se espera incrementar las matrículas de los institutos politécnicos en todas las especialidades.
Maestros y padres deben apoyar los ajustes de la Educación Técnica Profesional para adecuarse a las nuevas formas de trabajo y organización empresarial en Cuba.

La demanda de la economía y los servicios obliga a garantizar tanto profesionales universitarios como técnicos de nivel medio y obreros adiestrados, una pirámide insoslayable.

Fuente: http://www.radiohc.cu/especiales/comentarios/125485-sistema-educacional-cubano-perfecciona-educacion-tecnica-profesional

 

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Cuidar más para rescatar menos

Por: Julio Martínez Molina

En veinticuatro años de profesión periodística he asistido a centenares de «operaciones de rescate».

Desde los «valores» o los bancos de determinada arteria, hasta la enseñanza de los oficios o la disciplina social. Desde los frutales o la difusión de buena música en los medios, hasta el hábito de la lectura o el control en los centros laborales. Desde la tuerca K-5 al tornillo H-7. Desde el colador de agua hasta el clavo sin cabeza. Desde la medicina verde hasta el sexo protegido…

Siempre estamos «rescatando» algo en Cuba. Tanto se ha saturado el empleo del término en apoyo de campañas fugaces (o duraderas), que en determinados momentos se vacía de sentido, resulta  reiterativo, cansa por sofocador, aleja por manido, asusta por el arribo en cascada de más de lo mismo.

Su sobreutilización contamina o corrompe el significado del vocablo, al cual solo debería apelarse cuando cumple su función.

Solo se rescata algo si antes fue secuestrado. Sin embargo, casi nada de cuanto vamos a reencontrar, salvar o «liberar», en realidad nos fue hurtado por nadie; sino que nosotros mismos lo dejamos ir de paseo en el tiempo sin boleto de vuelta.
Sucedió a consecuencia de la abulia, la desidia, el desinterés, esos raptos coyunturales que nos dan de cogerla con algo y olvidarnos de lo otro: la asistematicidad rampante.

También sucedió de manera puntual –sea justo decirlo–, como derivación, en ciertos casos, de la agobiante falta de recursos aparejada al periodo especial.

Por ejemplo, por citar uno de los de mayor repercusión social, el de edificaciones semiderruidas ante la ausencia de mantenimientos constructivos, reparaciones hidráulicas, pintura. Agravada su condición, además, por las numerosas indisciplinas de sus habitantes, quienes lo mismo construyeron corrales para puercos en los edificios multifamiliares que se burlaron de los planos originales al modificar estructuras internas, quitar lo que iba aquí para ponerlo allá; y con ello llegó el consabido desbarajuste que a la larga perjudica de más a bastante.

Todo duraría muchísimo más, y por ende prescindiría del ulterior rescate, si de manera colectiva trabajásemos en preservarlo.

No dañar los ómnibus, no poner los pies en las paredes, no arrojar desperdicios, no efectuar talas indiscriminadas, no prender fuego en bosques o campos…, en fin, tantas elementalidades que, pese a serlo, son irrespetadas por muchísimas personas, fruto, no pocas veces, de una incorrecta educación en el seno hogareño.

La familia, la educación y la cultura son la base de todo en el mundo conocido.

Todo duraría mucho más, y prescindiría del ulterior rescate, de concretarse acciones perfiladas a la sostenibilidad en el tiempo.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-03-30/cuidar-mas-para-rescatar-menos-30-03-2017-19-03-42

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Fallece Cuca Rivero, pionera de la Educación Artística en los medios cubanos

Cuba/01 de abril de 2017/Autor: Rafa Pérez/Fuente: /www.cibercuba.com

Sus alumnos la llamaban “la profesora invisible”, una voz que se apoderaba a través de la radio de las aulas en cada escuela primaria de Cuba por casi veinte años. Cuca Rivero, pionera cubana de la educación musical a través de los medios de comunicación, falleció ayer a sus 99 años de edad.

A través de una carta elaborada por el consagrado músico José María Vitier , el diario estatal Cubadebate ha dado a conocer el fallecimiento de Rivero, quien recibió en vida los más altos reconocimientos de la cultura cubana.

  “Muy pocas, si es que alguna otra, figuras del panorama cultural cubano, se alzaron merecidamente con tres Premios Nacionales”, sostuvo Vitier.
 A Juana Rivero Casteleiro, su nombre real, le fue otorgado El premio Nacional de Televisión, medio del que fue pionera y fundadora en el país, y el Premio Nacional de Radio, por su apasionada defensa del potencial pedagógico de ese medio, que supo aprovechar para la enseñanza de la música.

De igual forma, se le fue concedido el Premio Nacional de Música por su “infatigable accionar como músico activo, directora coral, investigadora y pedagoga”, explicó el músico.

Fue fundadora y directora musical de la Escuela de Instructores de Arte y posteriormente asumió la Dirección coral del Teatro Lírico Nacional, y, más tarde, las Asesorías Musicales del Ministerio de Educación y del ICRTV.

La lista de sus colaboradores y amigos es interminable, destaca Vitier, pero no puede dejar de mencionarse a Eduardo Saborit, Gonzalo Roig, Bola de Nieve, Adolfo Guzmán, María Cervantes, Esther Borja , Mario Romeu, Mirtha Aguirre, Gisela Hernández y Olga de Blank.

“Sin dudas el gran triunfo de su vida, fue y sigue siendo la definitiva inserción de la Educación Musical en la Enseñanza General Primaria, por primera vez en un país del Tercer Mundo (…) Cuba, su música, sus raíces y sus niños fueron la pasión de su vida.”, acotó.

Fuente de la Noticia:

https://www.cibercuba.com/noticias/2017-04-01-u73624-e73624-fallece-cuca-rivero-pionera-educacion-artistica-medios-cubanos

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Delegación de Finlandia se reúne con autoridades de educación en Nicaragua

Centro América/Nicaragua/1 Abril 2017/Fuente: tn8

Eija Rotinen, directora general adjunta para las Américas y Asia de Finlandia, se reunió esta mañana de lunes con las autoridades del Consejo Nacional de Universidades, CNU, para intercambiar temas relacionados a la cooperación sobre todo en temas de educación.

«Reconocemos los avances en materia de educación que ha emprendido Nicaragua y aquí estamos para apoyar a los nicaraguenses. En Finlandia apostamos por aprender varios idiomas y en eso estamos trabajando para Nicaragua» dijo Rotinen.

Agregó que les interesa el uso de las tecnologías para que las sociedades se desarrollen, aspecto fundamental para poder tener mayor progreso en cualquier ámbito.

En tanto el ingeniero Telémaco Talavera, Presidente del CNU, dio la bienvenida a esta delegación de Finlandia que también se reunirá con las autoridades del Banco Central de Nicaragua.

Talavera resaltó el alto grado de cooperación de Finlandia hacia Nicaragua, dijo que ese país se caracteriza por la alta producción de café «y Nicaragua también se destaca en ese aspecto y es muy importante la cooperación e intercambio de conocimientos», manifestó el funcionario.

Otro de los aspectos abordados es buscar alternativas para el intercambio cultural y educativo para dar oportunidad a los jóvenes nicaragüenses.

Este tipo de encuentros funcionan para reforzar la educación en el país a partir del conocimiento que se adquiere por parte de este tipo de delegaciones, quienes a la vez aprenden del sistema educativo que posee Nicaragua, mejorando a la vez el tema de cooperación bilateral entre ambas naciones.

Fuente: http://www.tn8.tv/nacionales/415855-delegacion-finlandia-reune-autoridades-educacion-nicaragua/

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Sobre el Amor, la Libertad y la Igualdad

Por: Frank Garcia.  La Habana, Cuba. Pressenza. 31/03/2017

Durante siglos, la familia se ha constituido como uno de los pilares más fuertes de la reproducción de las clases dominantes. Institución primaria de la sociedad, jugó –juega-, debido a su facultad de multiplicación del ser humano –como ser biológico y social-, un papel de transmisión de la tradición y lo establecido. Toda forma de poder se ha percatado de ello y en aras de reproducirse, desde la raíz, ha trabajado directamente con ella, empleando cuanto factor tenga a mano.

Cuando el poder se aliaba sin pudor alguno con la iglesia, con el sencillo fin de dominar a la sociedad a través de la espiritualidad, esta, la iglesia, ejercía el dominio total sobre la familia. Una familia devota de aquel dios, fuese católico, ortodoxo o musulmán, era devota del rey, porque el rey era escogido por dios.

La burguesía europea, atentó contra el dominio de la aristocracia, no solo desde las revoluciones que tenían como intención echar abajo a los reyes. La Reforma, dirigida por Martin Lutero en Alemania, fue en esencia, la revolución de las relaciones de carácter espiritual.

La forma de asumir a Dios por parte de una familia de nobles y por parte de una familia de propietarios de factorías, se anteponía por completo. Las necesidades espirituales de estas dos clases eran, no solo diferentes, sino por demás, contrarias.

La familia burguesa, para nacer como institución dominante, debía derrotar a la familia nobiliaria o someterla a ella.

El nacimiento de la iglesia protestante se entiende como el nacimiento de la fe del burgués, aún más en una nación –Alemania- donde ciudadano y burgués se escriben de la misma manera: bürger.

En aquellos momentos, el matrimonio, instituido para consagrar, en parte, la unión del hombre y la mujer, era el principal punto de encuentro entre la aristocracia y la burguesía. Entendiendo ambas clases a la mujer como mercancía, y sirviendo esta como objeto de cambio para afianzar o expandir sus propiedades, el placer se castró.

Ambas iglesias, la católica y la protestante, siguieron persiguiendo, desde su poder y en alianza con el Estado, al amor libre. El machismo y en consecuencia la homofobia, forman parte de la ética burguesa y en la sociedad cubana de hoy solo se puede entender como contrarrevolucionaria.

Por demás, el placer atentaba contra la acumulación de riquezas. Si un obrero dedicaba una noche al placer con su pareja ¿rendiría igual en la mañana? El placer resultaba, para la óptica burguesa, una de las posibles armas de sabotaje revolucionario contra su modus vivendi. Sobre esto Paul Lafargue reflexionó con amplitud.

La castración de la alegría, en principio y con más fuerza contra las clases trabajadoras, se establecía como norma moralista entre los dominadores. Debido a ello el placer aparece totalmente distorsionado por las transnacionales del ocio.

La moral burguesa,  se caracteriza por la propalación de tabúes, limitaciones y persecuciones al placer, pues la consagración del placer atenta contra la concepción de la familia  y el matrimonio desde la perspectiva burguesa, perspectiva en la cual, la dominación machista es tal que solo prevalece y se entiende al hombre con derechos al placer, al punto que una mujer que ejerza los mismos derechos al goce sexual que el hombre, o se aparte de los cánones heteronormativos, es execrada por la sociedad.

Los derechos al disfrute sexual de manera igualitaria de ambos sexos y todas las orientaciones sexuales, deben entenderse hoy como derecho ciudadano.

Si en Cuba se dio el fenómeno de una homofobia institucionalizada durante el fúnebre Quinquenio Gris, error que el mismo compañero Fidel asumió y la dirección del Partido Comunista corrigió, se debe a que la revolución social en Cuba estuvo desaparejada de la revolución sexual, caso contrario en Europa y en los Estados Unidos, donde ante la imposibilidad del cambio colectivo, se realizó el cambio individual partiendo de la revolución sexual.

Amor subversivo vs. matrimonio burgués

El matrimonio no nace como la institucionalización del amor, el matrimonio, era la institucionalización de la reproducción de la propiedad privada y la familia. Una familia que se reprodujera en sus hijos reproducía el poder establecido.

El amor se convirtió por tanto en un sentimiento subversivo, si un hombre se enamoraba de una plebeya, su riqueza menguaría, dedicado ahora a la manutención de la protegida.

Como excentricidad e historia novelesca pasaba, pero el amor como norma era intolerable. Si cada aristócrata o cada burgués se decidiera a ejercerlo, se mostraría sensible para con las clases dominadas y por ende, al mezclarse, estas, las clases, desaparecerían. Es decir, una tierna revolución amorosa podía destruir al sistema desde la familia. Al menos en una teoría utopista.

Cuando la verdadera revolución de los proletarios se hizo del poder, allá en 1917, no había razón para que no se proclamase el amor libre. Y se proclamó. Los obreros no tienen nada que perder salvo sus cadenas.

Pero esas cadenas, cien años después, son lo más aborrecible en el obrero. José Stalin, reproductor de las cadenas y los grilletes que arrastraba el obrero, -dentro de un sistema erigido por obreros y destruido por burócratas-, reinstauró cuanta vieja moral existía.

Era lógico, si bien no había nacido una nueva clase burguesa, sí una capa social con más privilegios que la de los trabajadores –en teoría en estos en el poder-: la de los burócratas con autoridad y prebendas, que jamás tenían intención de permitir que su hija se casara con un obrero.

No solo Stalin reprodujo en parte –sería malévolo ignorar que la mujer soviética tenía muchos más derechos que la mujer euroccidental- las cadenas familiares de antaño. Insistió en la creación de una cultura proletaria. A falta de un dios había que inventarse nuevas formas de dominación espiritual.

El prolekult, como se llamaba, -tan detestado por Maiakovski, el Frente de Artistas de Izquierda (LEF), Gramsci y Trotski-, propalaba la cultura proletaria como la antítesis de la cultura burguesa, olvidando que el proletariado fue dominado por el burgués. Ejercicio de dominación que deja una huella tan honda que tarda años en desaparecer y que ante la ausencia del burgués, el proletariado, sino se instruía en una nueva y por completo revolucionada educación, reproduciría entre él los viejos métodos de dominación y explotación.

En tanto, la nueva cultura no debía ser ni burguesa ni proletaria, sino socialista, comunista, liberadora, popular, como se quisiese nombrar, pero en ruptura total con las predecesoras.

Cuba: el amor liberador

Los explotados en el poder, ejerciendo el poder, tienen muy pocos años en la historia de los Estados. Ni siquiera llegamos a la centuria en Cuba, y en los casi sesenta años revolucionarios, hemos tropezado muchas veces.

En un hogar cubano pueden convivir abuelos, padres e hijos. Los abuelos, aun y hayan sido partícipes de organizaciones revolucionarias, no lograron desprenderse, ni de lejos, de los atavismos que azotan a un país que sufrió por partida doble el sometimiento colonial cultural. Por ende, por partida doble tenemos comportamientos conservadores expresados en el subdesarrollo, más marcadas en esa generación.

Los padres, que vivieron la destrucción de la familia como institución burguesa, no pudieron por completo consumar el nacimiento de la verdadera nueva familia revolucionaria, pues la adopción de modelos soviéticos neoestalinistas cercenó, en parte, aquella revolución educacional que se inició en 1959 y que tuvo en la Campaña de Alfabetización, el más bello modelo de subversión de las jerarquías familiares, de poder y del conocimiento. Y la destrucción del modelo -en 1991- que le dieron a nuestros padres, los trastornó aún más.

Sin embargo, como la revolución ya había prendido en el pueblo, de los nacidos en los primeros años de la revolución nacieron los voceros y articuladores del más fuerte movimiento de liberación sexual en Cuba: el movimiento LGBTIQ.

Nosotros, los nacidos durante los ochenta y noventa, estamos llamados a consumar la revolución social y sexual, echando por tierra los viejos moralismos de clase burguesa calados en la familia.

Debemos abolir el matrimonio como lo tienen entendido hoy nuestros padres: si en realidad una pareja se ama y respeta desde los derechos de cada uno y hacia los derechos del otro ¿qué sentido tiene firmar un papel que solo reafirma la existencia de una forma de dominación jerárquica?

Debemos abolir la familia como la tienen entendida nuestros padres, dígase, una reproducción de poderes donde los hijos le deben un acatamiento jerárquico a sus reproductores, creando con ello una total desconfianza y enfrentamiento arduo y desgastante para la psiquis del individuo.

Esta lucha no se debe dar como un enfrentamiento generacional, que sería ingenuo y reproductor del sentido común, sino un enfrentamiento desde la lucha de clases, desde la cultura y desde la libertad.

Nuestro amor no se mediará por intereses mercantiles, ni por atávicos tabúes moralistas, ni por limitaciones impuestas por la sociedad.

Nuestras hijas y nuestros hijos, vivirán sin heteronormatividad, sin adoración al mercado, sin devoción a ninguna forma de poder, sin admiración de las fronteras nacionales.

Ello depende solo y únicamente de nosotros. Realicemos todos, en y desde la praxis, el ejercicio del amor, de la libertad y de la igualdad.

*Frank García-Hernández: Redacción Cuba. Sociólogo, Universidad de La Habana. Trabaja en el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. Email: frank@icic.cult.cu 

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2017/03/amor-la-libertad-la-igualdad/

Fotografía: pixabay

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