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La investigación y las líneas de generación de conocimiento en la docencia

Por: José de Jesús Reveles

A juicio de quien les escribe, la investigación educativa permite no solo generar un camino con el cual podamos analizar las necesidades que como docentes se tienen, tanto en el quehacer dentro del lugar de trabajo como en el progreso profesional, con el fin de mejorar la calidad educativa y por ende, de los servicios educativos en sus diferentes niveles.

Desafortunadamente entre la comunidad docente en México no ha existido una verdadera cultura de investigación. Dos de las razones fundamentales han sido la falta de recursos tecnológicos y el desconocimiento en cuanto a metodologías de investigación que sean pertinentes dentro del campo de la educación.

La investigación en el campo de la educación, y especialmente en un país tan rico en diversidad como el nuestro, no puede quedarse nada más en un cientificismo teórico que satisfaga las necesidades intelectuales de investigadores individuales o de instituciones específicas.

Es necesario tener presente que la investigación educativa en México tiene un compromiso social. Este hecho pone de manifiesto la necesidad de que investigadores educativos y sus proyectos respondan a las necesidades del entorno social y educativo; esto hará posible que exista una cultura de investigación y se generen líneas de investigación que de manera permanente serán precursoras de generación de conocimiento.

Para que esto sea una realidad, es necesario que el diseño de la investigación educativa en México cuenta con criterios de pertinencia, integridad, flexibilidad y pluralidad.

Es así como los programas educativos y sus contenidos necesitan adaptarse a la realidad del maestro, del alumno y de las condiciones regionales y locales de los centros educativos. Deben incluir el saber científico general y también popular, relacionándolos con el fin de ayudar al estudiante a interpretar su entorno desde lo local, a lo nacional, hasta una concepción de su lugar como individuo en el mundo.

Hoy en día la investigación educativa se encuentra principalmente fundamentada en la necesidad de plantear, crear y desarrollar proyectos referentes a la investigación, con el fin de analizar y evaluar la calidad de la educación que se desarrolla dentro de las instituciones formativas en el proceso de aprendizaje.

Es decir, se concibe a la docencia y a la investigación como prácticas del conocimiento humano, cuyos términos se refuerzan mutuamente. La vinculación docencia-investigación adopta diversos y variados grados en cada una de las dependencias académicas.

Así una parte indispensable de la labor de docencia que se desarrolla en las facultades y escuelas normales requiere de la realización de investigación y sea ésta considerada una faceta de su propio trabajo.

Sin embargo, la investigación desarrollada en estas instituciones no debe significar únicamente un atractivo para el logro de personal académico altamente calificado, sino además, debe concebirse como un estímulo a la capacidad creativa de los profesores y como un medio para introducir a los alumnos en el conocimiento y manejo de la metodología científica, la cual contribuye de manera importante al enriquecimiento de su formación y al desarrollo de habilidades como son la capacidad de análisis, síntesis, deducción, inducción, evaluación, etcétera.

Fuente: https://www.elsoldezacatecas.com.mx/analisis/la-investigacion-y-las-lineas-de-generacion-de-conocimiento-en-la-docencia-1570670.html

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Hay que educar para la integración centroamericana

Msc. Vilma Báez Valdez

En Nicaragua, y me atrevo a decir que en Centroamérica, las políticas de educación y sus estructuras actuales son obsoletas, el modelo de enseñanza se ha resistido y ha sido incapaz de romper con el pasado, y el presente en el que se desenvuelve es diferente del cual fue concebido. En el modelo de educación sigue vivo el método de educación conflictiva, revanchista, las hipótesis que se estudian en materia histórica alimentan el conflicto, nos  enseñan a ser  hostiles, rivales entre nosotros mismos, provocando sentimientos de rechazo, lo que paraliza todo avance hacia el desarrollo. Por ejemplo, el modelo de enseñanza de la historia de conflictos que Nicaragua ha tenido con Costa Rica ha contribuido a que entre ambos Estados exista una aversión, lo que ha desencadenado una serie de actos que han afectado el desarrollo de las relaciones entre ambos países. Por ello es más que necesario revertir ese método de educación conflictiva, la educación no debe educar para hacernos adversarios y rechazarnos unos a otros, debe ser una vía expedita a través de la cual sea posible estrechar las barreras que nos alejan, debe acercarnos para conocer que nos une, que somos capaces de hacer; ser un instrumento que nos permita fortalecer las características distintivas y singulares que nos lleve a fomentar una conciencia ciudadana colectiva amigable entre nosotros mismos, favorable a los temas de interés común, sin renunciar a nuestra particularidad como nación; sino que nos lleve a un diálogo permanente, a un entendimiento, al intercambio, y enriquecimiento mutuo de conocimiento. La comunidad académica en todos los niveles de educación debe dar el paso hacia el diseño de un modelo de educación diferente, que propicie  nuevas ideas, que sea capaz de articularse con la realidad que vive no solo la nación, sino la región centroamericana en todo su conjunto.

Es evidente el grado de desarticulación que existe entre el sistema educativo y la propuesta del SICA, por lo que  hay que educar para la integración centroamericana. La región tiene más de 25 años que se dio a la tarea de crear un proceso de integración, la pregunta esta,… ¿cuánto se conoce de este proceso de integración? La comunidad académica debe hacer una reflexión en cuanto al grado de partición  que tienen sobre los componentes de este proceso, es fundamental que amplíe su dimensión educativa hacia una enseñanza integral, global; hacia el devenir de lo más cercano a nuestras relaciones, hacia Centroamérica y toda su dinámica. Para ello deberá de buscar un acercamiento con el SICA. Desde las universidades se puede potenciar el selectivo crítico de los investigadores, que pueden contribuir a  reeducar a las colectividades en temas de interés común para la integración, el crear esfuerzos y asumir la responsabilidad de organizar encuentros académicos destacados, especializados, seleccionando disciplinas de interés como: el desarrollo sostenible, la seguridad jurídica, la unión aduanera, las políticas económicas y culturales centroamericanas, lo que los llevaría a otros temas de interés. El avance y el desarrollo de la región imponen determinadas exigencias, y la educación es una de ellas, contar con una educación visión más integral de los elementos que nos rodean, permitirá explorar nuevas oportunidades, subsanar carencias, y satisfacer otros conocimientos. Centroamérica descansa sobre la base de una memoria común, las universidades deberían aprovechar esta simetría y asumir un rol protagónico y articular un nuevo modelo educativo con el proceso de integración centroamericana para eliminar las barreras estructurales que separan a nuestros países y alcanzar el desarrollo no solo económico, sino mental de la sociedad.

Fuente: https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/405370-hay-que-educar-integracion-centroamericana/

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Indultar por Semana Santa, esa ‘bonita tradición’ de la que no disfrutará María Salmerón

Este tipo de indultos lanzan un mensaje confuso a la sociedad y, especialmente, desalentador a la población reclusa no católica, la mayoría. El indulto en este formato vincula de manera errónea “puesta en libertad” con ser un buen católico. Algo que para nada responde a los criterios de justicia y equidad que deben valorarse en su concesión.

Comparto con los representantes de Compromís en el Congreso que “la concesión de indultos por la Semana Santa nos acerca más a las dictaduras o regímenes teocráticos que a un Estado de Derecho” y que “por muy mayoritaria sea la religión y costumbre católica en España, otorgarle el privilegio de proponer a quién indultar y que el Gobierno lo acate, nos retrotrae al nacionalcatolicismo más negro”. Pero, en cambio, no puedo compartir su visión de que esta medida es partidista y no responde a criterios objetivos. Es cierto que la actual regulación del indulto necesita importantes mejoras (como prohibir que se conceda a condenados por corrupción o por alguna de las violencias de género), pero los principios en los que se inspira (justicia y equidad) son pilares fundamentales para la construcción de la política penitenciaria restaurativa que recoge nuestra Constitución. De ahí que esta sea una medida que deba tomarse en serio y no como parte del folclore religioso y/o popular o como una forma de devolver favores a las instancias de poder.

Precisamente, en estos días, el protagonismo de estos “indultos” avalados por las cofradías contrasta con el gran fiasco que ha resultado ser el indulto con el que “avaló” el Gobierno a María Salmerón. Acabamos de conocer como el Tribunal Supremo ha anulado el indulto parcial que se le concedió a esta mujer víctima de violencia de género. Medida que la eximía de entrar en la cárcel a cumplir la condena de seis meses de prisión que se le había impuesto por desobedecer la medida de custodia que compartía con el padre de su hija, un hombre condenado a 21 meses de prisión por maltratarla.

La decisión que ahora adopta el Supremo nace de un recurso interpuesto por el propio hombre condenado y por una asociación que dice defender a los perjudicados por la Ley de Violencia de Género. La sentencia sostiene que el Gobierno, cuando concedió el indulto parcial, no acreditó suficientemente las razones de justicia y equidad que son necesarias para su concesión. También añade el Supremo que, al no ser un indulto total, María Salmerón debía cumplir la condena sustitutoria (30 días de trabajos en beneficio de la comunidad) y pagar a su maltratador la cuantía correspondiente a la responsabilidad civil. Algo que al parecer no ha hecho. En su defensa, María Salmerón, afirma que de lo primero no ha recibido notificación y que a lo segundo no ha podido hacer frente, pero que su ex ya está cobrando la indemnización se le han embargado las cuentas a tal efecto. A todo esto, la hija común, de 17 años, se niega a ver al padre.

Dos hechos bien distintos ante la misma hipotética medida de gracia. Frente a ellos, el Gobierno actúa desde miradas y creencias muy dispares. Mientras que, a la Iglesia Católica, año tras año, le otorga el privilegio de solicitar indultos que le sirven para dar cumplimiento a sus tradiciones y dogmas; a una mujer víctima de violencia de género le perdona a regañadientes y de forma parcial, dejándola expuesta al hostigamiento del hombre que la maltrató y condenándola a la ruina económica que implican el laberinto judicial en el que se tiene que embarcar para defender algo que las leyes dicen proteger: el interés del menor.

No es nuevo el distinto rasero que usan los poderes a la hora de velar por la justicia y la equidad pero nunca está de más anotar en el margen como se arraigan privilegios y desgastan derechos. Esto sí que viene siendo una tradición en el Gobierno de Rajoy.

Fuente: https://www.eldiario.es/zonacritica/Indultar-Semana-Santa-Maria-Salmeron_6_754934526.html

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Wahine Project Cuba: niñas sobre las olas

Yaya no los conquistó con caramelo ni refresco de latica. Ella, Yaliagni Guerrero, pudo reunir un miércoles de abril a tantos niños en la Playa de Santa Fe porque les ha dado una oportunidad de surfear en una Isla donde los deportes acuáticos no son muy frecuentes.

Entrenadora en el Acuario Nacional y bióloga de formación, su especie de club no se ha consolidado y, en ese sentido, lo que intenta es “enseñar a surfear a los niños que se acercan a mí”.

Yaya con niños surfistas en la Playa de Santa Fe. Foto: Darcy Borrero.
Yaya con niños surfistas en la Playa de Santa Fe. Foto: Darcy Borrero.

La idea nació a partir de la alianza con Wahine Project, organización creada en 2010 como una iniciativa para que niñas y jóvenes del mundo aprendieran a surfear, principalmente aquellas sin recursos para hacerlo. Y decidieron venir también a Cuba.

El proyecto busca, no solo facilitar la participación de las niñas y jóvenes en el deporte del surf, sino también incrementar su conciencia como ciudadanas del mundo. Según su página en Facebook, “mediante un programa educacional que incluye lecciones de surf, excursiones y conferencias, pretenden dotar a chicas de entre 7 y 17 años de un sentido de responsabilidad social y un acondicionamiento físico que solo pueden alcanzar mediante la práctica del surfing, la observación del océano y las actividades de recreación relacionadas con el mar”.

Encuentro de Wahine Project con niñas surfistas en la playa de 70 en septiembre de 2016. Foto: OlaPiCreative.
Encuentro de Wahine Project con niñas surfistas en la playa de 70 en La Habana. Septiembre de 2016. Foto: OlaPiCreative.

El principal punto de apoyo de Wahine Project en Cuba es Yaya. La pasión por el surf la alcanzó hace más de 13 años, cuando recién llegaba al Acuario para trabajar con mamíferos marinos. Yaya llegó al proyecto en 2015, cuando Nataly, otra de las promotoras del programa, descubrió que era una de las pocas cubanas que practicaba surf.

“Trabajo con niños de hasta 15 años porque creo que a esa edad todavía se es niño, aunque cuando los entreno no importa la edad. Tampoco los divido, trato de que participen todos. Es la única forma que tengo de seguir incentivándolos para que continúen en este deporte”, dice Yaya a OnCuba.

“¿Selección? Yo no he hecho selección alguna, ellos fueron los que me seleccionaron a mí. Yo llegué aquí una vez y surfeé, ellos me vieron y empezamos a hacerlo juntos: surfeamos toda una tarde. Había muchachos que no sabían surfear y otros que sabían pero no tenían buena técnica, así que me pidieron que los enseñara.

“Mi misión es formarlos para que cuando sean mayores tengan oportunidades. Falta camino por recorrer de aquí a allá, y tal vez el surf continúe propagándose por el país y no sean solo algunos muchachos…”.

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Las risas, ruidos y algarabía propios de esas edades llegan hasta la orilla de la calle 1ra y 296, en Santa Fe, un pueblo costero.

“Me siento súper feliz de tener a Yaya porque aquí no había nadie que te enseñara, que te diera un pie y te ayudara, siempre arriba de nosotros para que aprendamos”, cuenta Víctor Manuel Contreras, de 14 años de edad. “A mí este deporte me gustaba desde chamaquito, pero mi mamá no me dejaba porque le tenía miedo al mar, hasta que me dejó tirarme y sigo practicando para ser mucho mejor”.

Para José Michel Hernández, con 10 años y una hermana de 5 años –Isabelita, la más pequeña del team– ha sido muy especial aprender a surfear y tener contacto con otros niños.

—Yo antes buceaba con todos mis amigos.

—¿Con qué equipos?

—Con una careta y un par de patas de rana.

Llama la atención, en medio del desorden infantil, un grupo de jóvenes rubios y de ojos azules que pasan trabajo con el español. Algunos filman todo el proceso, antes y durante de la competencia. Uno de ellos se llama Corey McLean y trabaja, como la mayoría, para la estadounidense Makewild Company.

“En mi primer viaje a Cuba no tenía idea de que aquí ocurriera esto con el surf; lo conocí a través de Yaya y me puse en contacto con la comunidad de surfistas cubanos, que para mí es diferente a la de todos los demás países del mundo”, dice.

Encuentro de Wahine Project con niñas surfistas en la playa de 70 en septiembre de 2016. Foto: OlaPiCreative.
Encuentro de Wahine Project con niñas surfistas en la playa de 70 en La Habana. Septiembre de 2016. Foto: OlaPiCreative.

Según Katherine Castro, estudiante de 12 años que participa en los programas de Wahine Project, se trata de algo diferente que le gustaría que otras niñas conocieran. “Es bonito, y aprendes no solo a surfear, que es muy divertido: también a querer al mar, a cuidar el medio ambiente…”, dijo.

Como Katherine, otras niñas aprenden a tomar olas y remar en una tabla con apenas 8 años, a la vez que patrullan las costas de la playa de 70 en busca de todo lo que pueda dañar el ecosistema marino.

Encuentro de Wahine Project con niñas surfistas en la playa de 70 en septiembre de 2016. Foto: OlaPiCreative.
Encuentro de Wahine Project con niñas surfistas en la playa de 70 en La Habana. Septiembre de 2016. Foto: OlaPiCreative.

Finalmente tiene lugar la competencia, varias veces postergada por falta de olas. “En Cuba las olas son creadas por el viento y, si no entran frentes fríos, no hay”, explica la promotora de este proyecto que ha buscado apoyo en la Casa de la Cultura de Santa Fe ante la indiferencia del INDER.

“No hago esto sola, tengo a mi alrededor muchas personas ayudándome, como son los mismos surfistas, mi pareja, mi familia, los padres de los niños. Gracias a ellos todo ha salido adelante. Pero tengo que agradecerles también a los muchachos de California, que han colaborado con la documentación gráfica de todo esto, y con los trofeos para entregarles a los ganadores. El objetivo es darle visibilidad a esta práctica en Cuba y a estos niños interesados en ella”.

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En enero de 2016 Nataly y otros miembros de Wahine Project vinieron a Cuba para desarrollar su programa. Dentro del grupo estaban Pay Aponte y Paola Espitia, diseñador y surfista él, bióloga marina ella.

La principal aspiración de Paola con este proyecto en Cuba es promover el concepto de “Mente azul”. Esta idea se basa en estudios que prueban que al estar cerca de mares y ríos se producen cambios físicos y químicos en la mente humana que potencian la calma, la creatividad, la concentración y la felicidad; y esta es la experiencia que quiere compartir con las niñas cubanas.

Una idea similar es la de Pay, quien aspira a que en el menor tiempo posible, el Wahine Project Cuba agrupe niñas de todas partes de la capital cubana para establecer lazos emocionales con el océano.

“Uno de los mayores obstáculos que hemos encontrado es que no existe ningún lugar donde comprar equipamiento de snorkeling y surfing, esto impide que las personas se lancen al agua con el equipo adecuado, algo que es básico”, dice Paola.

“No hay ninguna industria que se dedique a la fabricación de los implementos para surfear como son las tablas, por ejemplo. Tampoco hay tiendas que se dediquen a la venta de estos implementos y pienso que todo esto también se debe a que en Cuba las autoridades no reconocen al surf como deporte, de hecho muy pocos saben que se practica aquí”, añadió Yaya.

En su corto tiempo de existencia, Wahine Project Cuba cuenta con la aceptación de un grupo de niños y jóvenes que se montaron en la ola de este programa educacional. En estos momentos hay cerca de 10 chicas aprendiendo a surfear y asumiendo el estilo de vida que esta práctica exige.

“Soy surfista por hobby –comenta Yata– a mí realmente lo que me gusta es remar a las olas y tomarlas, irme en ellas encima de mi tabla. Aprendí a los 23 años y ahora tengo 34. Quizás también me reservo de competencias por la edad, ya siento que quiero hacer una familia, tener hijos, y no me arriesgo mucho a estar metida en el agua con olas muy grandes. Con eso quiero decir que no soy la mejor surfista de Cuba, pero lo que hago trato de hacerlo bien”.

¿Y antes del surf?

Desde pequeña estoy dentro del agua. Nací en una zona bien cercana al mar y cuando pequeñita practiqué natación, polo acuático, y trabajo en el Acuario como entrenadora de delfines. Paralelamente llevo esta vida de surfista, cosa que realmente hacía por hobby hasta que supe que el surf se convertiría en deporte olímpico para Tokio 2020. De ahí también mi interés por que los niños cubanos aprendan a surfear y puedan ser deportistas en el futuro, y quizás formar parte de una selección nacional.

Foto: OlaPiCreative.
Fuente: https://oncubamagazine.com/sociedad/wahine-project-cuba-ninas-sobre-las-olas/
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La tesis doctoral es perjudicial para la salud mental

Por: El país. Pablo Barrecheguren

Un estudio asegura que los doctorandos son seis veces más propensos a desarrollar ansiedad o depresión en comparación con la población general

En los últimos años se han publicado diversas investigaciones que alertan sobre el estado de salud mental que sufren los estudiantes de doctorado. Un ejemplo reciente es el trabajo que acaba de publicarse en Nature Biotechnology donde se describe cómo los doctorandos son seis veces más propensos a desarrollar ansiedad o depresión en comparación con la población general. Según este trabajo dirigido por el investigador de la Universidad de Kentucky (EE UU) Nathan Vanderford, esto supone que el 39% de los doctorandos se encuentran en un perfil de depresión moderada o severa frente al 6% de la población general.

Podríamos pensar que estos resultados se deben a recortes en las condiciones de trabajo o que son algo intrínseco a empleos altamente competitivos, sean o no tesis doctorales; sin embargo, otro estudio realizado por la Universidad de Gante (Flandes, Bélgica) concluye que los estudiantes de doctorado, en comparación con otros grupos laborales con alta formación, sufren con mayor frecuencia síntomas de deterioro en su salud mental. “Esta es una publicación muy importante ya que progresivamente estamos comprendiendo que existen problemas de salud mental entre los doctorandos y estudios como este nos ayudan a entender mejor sus causas”, afirma Vanderford.

Para profundizar en esta cuestión, Katia Levecque, investigadora de la Universidad de Gante y  primera autora del estudio belga, toma como muestra 3.659 doctorandos de universidades flamencas, quienes siguen un programa doctoral muy similar al resto de Europa o Estados Unidos, y cuantifica la frecuencia con la cual los estudiantes afirman haber experimentado en las últimas semanas alguno de entre doce rasgos considerados como signos de estrés y, potencialmente, problemas psiquiátricos (especialmente depresión). Por ejemplo, entre estos rasgos están sentirse infeliz o deprimido, bajo presión constante, pérdida de autoconfianza o insomnio debido a las preocupaciones.

Los resultados fueron que el 41% de los doctorandos se sentía bajo presión constante, el 30% deprimido o infeliz y un 16% se sentía inútil. Es más, la mitad de los estudiantes afirmaba vivir con al menos dos de los doce rasgos evaluados en el test.

El 39% de los doctorandos se encuentran en un perfil de depresión moderada o severa frente al 6% de la población general

“Hemos sido los primeros en estudiar a los doctorandos como un grupo aparte usando un tamaño de muestra adecuado y comparándolos con otros grupos de población altamente formados”, enfatiza Levecque. Y es que los resultados más llamativos de este estudio aparecen cuando se comparan personas haciendo una tesis doctoral con otras poblaciones (un grupo de población general, otro de trabajadores y uno de estudiantes) todas ellas con un alto nivel educativo (desde estudiantes de carrera universitaria a doctorados): en todos los casos el grupo de personas que estaban haciendo una tesis doctoral tenían con mucha más frecuencia signos de deterioro en su salud mental, llegando por ejemplo a afirmar el 32% de los estudiantes de doctorado que experimentaban al menos cuatro de los doce síntomas frente al 12%-15% de las personas pertenecientes a los grupos control.

Además, el estudio profundiza sobre si dentro de los estudiantes de doctorado existen condiciones que aumenten las posibilidades de tener o desarrollar un problema psiquiátrico. Por ejemplo, Levecque concluye que el desarrollo de estos síntomas es independiente de la disciplina en la cual se realice el doctorado ya sean ciencias, ciencias sociales, humanidades, ciencias aplicadas o ciencias biomédicas. No ocurre lo mismo con el género, ya que las mujeres que realizan su doctorado tienen un 27% más de posibilidades de sufrir problemas psiquiátricos que los hombres.

Otro factor que puede influir en la salud del estudiante, en este caso tanto negativamente como positivamente, es el tipo de director de tesis que tienen: la salud mental de los doctorandos era mejor de lo normal cuando tenían un mentor cuyo liderazgo les inspiraba. Por el contrario, otros estilos de liderazgo eran neutros o en el caso de aquellos supervisores que se abstenían de dirigir o guiar al doctorando, un tipo de liderazgo laissez-faire, sus estudiantes tenían un 8% más de posibilidades de desarrollar sufrimiento psicológico. “Pero aparte del estilo de liderazgo, hay otros factores importantes como el nivel de presión en entorno laboral, el propio control sobre el ritmo de trabajo o cuándo realizar los descansos, que también están relacionados con el supervisor. Así que el director/supervisor es relevante tanto directa como indirectamente para la salud mental de los doctorandos”, detalla la investigadora.

La conciliación familiar es otro tema clave ya que quienes tienen una situación conflictiva entre su familia y el trabajo son un 52% más propensos a desarrollar un problema psiquiátrico. Y lo mismo ocurre con de la carga de trabajo, que según crece aumenta un mínimo del 65% la aparición de desórdenes psiquiátricos.

Las mujeres que realizan su doctorado tienen un 27% más de posibilidades de sufrir problemas psiquiátricos que los hombres

Todo este trabajo realizado por la Universidad de Gante pone de manifiesto que incluso en países como Bélgica, donde las condiciones económicas son favorables, el propio desarrollo de una tesis doctoral expone a los estudiantes a situaciones tóxicas para su salud mental por encima de lo que es habitual en otros ambientes similares. Sobre esto, Levecque enfatiza el valor de mejorar la asistencia en salud mental para los doctorandos ya que son uno de los pilares sobre los cuales se asienta la producción científico-tecnológica a nivel mundial; y da tres consejos básicos: “En primer lugar, fórmate e invierte tiempo en conocer tu propia salud… y la de otras personas. En segundo lugar, habla de un modo explícito sobre la salud mental. Y finalmente, a nivel de las organizaciones, estas deberían preocuparse por el bienestar de sus empleados tanto por razones humanitarias como financieras: el bienestar de un empleado y su eficacia laboral están altamente correlacionadas”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/03/15/ciencia/1521113964_993420.html?id_externo_rsoc=FB_CC

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Empieza por lo primero

Por: David Calderón

En los debates entre representantes de coaliciones y candidatos sobre el tema educativo, debemos poner a la luz, en su adecuada relevancia, en el desarrollo integral de la primera infancia (DIPI). El cartel de argumentos corre el riesgo de reducirse a la evaluación de los docentes y a la pobreza del contexto o de las escuelas mismas, pero no volteamos a ver con suficiente detenimiento lo que implican los primeros años de vida para las oportunidades de millones de mexicanos.

Para la escuela que queremos, no basta suponer que las personas llegarán sin obstáculos a inscribirse en la educación obligatoria (desde primero de preescolar), debemos, en cambio, asegurarnos activamente –con los medios legales, con los diseños institucionales y con las prácticas reales– que llegarán todos, que podrán constantemente acudir a la escuela y, la tarea más ardua, que llegarán listos para aprender juntos. El primero de primaria puede ser muy tarde, incluso con un gran replanteamiento de las normas y programas de la educación básica, como el que se desprende del cambio a la Constitución y las leyes que se va implementando en México desde 2013, los frutos pueden ser magros si no cuidamos un arranque en la vida digno y suficientemente activado.

El desarrollo integral de la primera infancia no es algo sólo posible y deseable, es el derecho de cada persona a alcanzar en el arranque de su vida –de los cero a los seis años de edad– la plenitud del potencial que le es propio, dado que su despliegue personal ocurre con una velocidad y profundidad que no tiene paralelo en otras etapas posteriores. Usamos “desarrollo” en su acepción más amplia, que involucra lo físico, la salud, lo cognitivo, lo socioemocional, la habilitación comunitaria y la identidad cultural específica.

En la práctica, el desarrollo óptimo que debe servir de arranque a la escuela que queremos está todavía lejos de alcanzarse.

Por ello, más de 300 organizaciones, presentes en todas las entidades de la República, estamos emplazando a los candidatos a la Presidencia para que se comprometan con el Pacto por la Primera Infancia “Empieza por lo Primero”. La propuesta incluye que no sólo firmen, sino que también prometan dedicar presupuesto, asignar funcionarios, modificar reglamentos y establecer un sistema de información y monitoreo para que las organizaciones de sociedad civil verifiquen el cumplimiento. Ya está el reto desde el lado de los ciudadanos. Será muy significativo saber quién sí firma desde el lado los políticos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/empieza-por-lo-primero/

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Cuando la integración de las TIC implica a la comunidad educativa al completo

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo 

Las tecnologías pueden ser acicate para la mejora de los resultados, también para ilusionar a equipos docentes, así como para implicar a las familias. Un proyecto en 7 países de Latinoamérica da algunas claves.

Las tecnologías nos han servido para abrir la cabeza, la imaginación, la mente de niñas y niños, para que vean, sientan y experimenten que forman parte de algo mucho más grande. Para que sepan que más allá de sus casas, del pueblo en el que viven, del paisaje abrumador que les rodea hay otras personas, otras vivencias, otras posibilidades.

Este podría ser un buen resumen de parte de las experiencias que han vivido en algunas escuelas de América Latina de la mano del programa Aulas de Fundación Telefónica que les ha llevado, desde 2012, ordenadores, conexión a internet y formación a los docentes para hacer uso de todo ello. Ahora, de la mano de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos), se ha desarrollado una evaluación del proyecto y se han publicados sus conclusiones.

Ingrid Roesch es directora de la Escuela Oficial Rural Mixta del Cantón Xepache. Lleva 14 años en el cargo. Es, sin embargo, una mujer joven y apasionada de lo que hace. Su tono de voz es alegre y enérgico. Habla con orgullo del trabajo que han venido realizando ella y las otras ocho maestras de su centro, también del esfuerzo de las familias y de las niñas y niños que llevan cerca de seis años trabajando con la TIC en las aulas.

El colegio se encuentra en uno de los 10 cantones alrededor de la ciudad de Quetzaltenango, la segunda ciudad en importancia de Guatemala. Están al pie de un volcán, un valle que les ofrece un paisaje impresionante. Con la conexión a Internet, el paisaje se ha hecho mucho mayor. Pasando por la comunicación con otros alumnos de Guatemala, de otras partes del país. También con otras niñas y niños más allá de las fronteras del país centroamericano.

Está en España para dar cuenta de los beneficios del proyecto. Para eso ha tenido que volar 11 horas. Antes tuvo que coger un autobús durante cinco horas más para llegar a la cabecera y poder coger el avión. A estas alturas estará de vuelva a casa. Está cansada, pero mucho más ilusionada.

Como el día que les dijeron que podrían tener un laboratorio de computación. Solo había un requisito: un lugar para hacerlo. La escuela es tan pequeña que no lo tenían.

“La población es muy colaboradora, es el tipo de persona con el que se puede trabajar”, dice. Así que manos a la obra. Pidió a las familias un esfuerzo para construir “ya” un aula en la que meter los ordenadores que Telefónica quería llevar allí. Y se hizo.

Además de que estos equipos suponen una ventana excepcional hacia el mundo, han generado cambios más tangibles en la población. Como ella misma cuenta, antes de que llegaran, la mayor parte del alumnado desertaba entre 3 y 4º grado. Cuando sabían leer, escribir y hacer cuentas y las familias consideraban que ya era suficiente. Prácticamente ninguno llegaba hasta el último curso, 6º. Y los que llegaban no pasaban de allí. Ahora las familias han cambiado de parecer. Ahora llegan clases de 25 estudiantes a 6º y siguen. Tienen en mente poder ir a la universidad, a la capital.

Pero la implicación de las familias ha llegado y llega más lejos. En buena medida son las encargadas de sostener el proyecto. Telefónica llevó los equipos y durante tres años pagó la conexión a la red, además del mantenimiento. Pasado ese tiempo, Ingrid asegura que tuvieron que volver el proyecto sostenible. Esto ha pasado por que las familias hagan aportaciones para pagar la conectividad, mientras que desde el centro han tenido innumerables reuniones para conseguir la financiación suficiente como para el mantenimiento de los equipos.

Y la previsión de futuro es que esto siga y siga. En poco tiempo, el alumnado del colegio volverá a franquear las puertas, esta vez como padres y madres de alumnos. Ya estarán educados en el uso de las tecnologías y esto obligará a las 9 maestras a estar constantemente formándose. Un reto que asume entre risas.

Y en una escuela rural como la suya, tal vez con mayor motivo, la llegada de cierta tecnología tiene importancia más allá de lo académico. La vertiente de herramientas para la comunicación tienen un peso relevante en una comunidad en la que buena parte de la población ha tenido que emigrar por motivos económicos y se encuentran en Estados Unidos trabajando.

¿Abrís el colegio para que las familias puedan utilizar los ordenadores e Internet? Sí, lo hacen. Pero son pocas las familias que usan las instalaciones. Todavía hay muchas en las que no se sabe leer ni escribir, de manera que se delega en niñas y niños la responsabilidad de contactar con los familiares que están fuera.

Y además de para servir a niñas y niños y a sus familias, por supuesto, la conexión y los ordenadores han servido para que las maestras tengan acceso a la mayor biblioteca del mundo. Pueden conseguir materiales con los que enseñar a su alumnado. Para eso cuentan con una mediadora, encargada en exclusiva del aula de computación y que, según las peticiones que le hacen, busca y consigue los materiales necesarios para que sus compañeras puedan dar clase después.

Videoconferencias para dar clase

No es la única maestra que ha viajado para hablar de lo que han hecho en Guatemala. María Jacinta Ramos de Chica es maestra de Matemáticas en El Salvador, en el Centro Escolar Presbítero Norberto Cruz, en San Francisco Gotera.

También habla de cómo se han abiertos ventanas para el alumnado. También para el profesorado. En su colegio hacen videoconferencias con un colegio de Virgina en Estados Unidos. Han compartido, entre dos clases, la cultura estadounidense y la salvadoreña. Además, les han ayudado con el inglés.

Pero no solo hablan con Estados Unidos. También tienen comunicación con otros centros de El Salvador. En estas videoconferencias lo que hacen es dar clase a dos aulas al mismo tiempo. De dos centros diferentes. Unas veces lo hace ella. Otras el otro maestro. Dan clase de matemáticas a ambos aulas, del mismo nivel educativo. Si hay dudas, es el alumnado de un lado y otro el que puede ayudar a resolverlas.

Para María Jacinta es obligatorio perder el miedo a las tecnologías, sobre todo, teniendo en cuanta que niñas y niños cada vez están más adaptados y maestras y maestros deben incorporarse para no quedarse atrás. Es una cuestión de cambiar los paradigmas del proceso de enseñanza-aprendizaje, afirma.

La humildad para reconocer lo que una no sabe es importante para María Jacinta. “Yo siempre les digo a mis estudiantes que uno no es biblioteca, no lo sabe todo. Por lo tanto, si uno no sabe algo, humildemente, viene y lo estudia. Porque si uno equivoca a un estudiante, equivoca a varios”.

“Un llamado, dice María Jacinta para terminar la conversación, quizá a los docentes: no tengamos miedo a las tecnologías, sino apostarle, cambiar los paradigmas y superar aquello que todavía no hemos hecho como docentes”.

No es solo la tecnología

Según la evaluación realizada por la OEI, no se trata de la implantación sin más de las tecnologías en las aulas lo que consigue que tengan unos resultados determinados. Es algo que desde España se viene reclamando desde hace años. Desde que los programas de Red.es pusieran conexión y equipos en cientos de centros educativos, desde que creciera el boom de las pizarras interactivas digitales, desde que los últimos programas de inversión de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero pretendieran dar una tablet a cada alumno. Y la crítica era siempre la misma: dónde está la formación para utilizar los dispositivos, para cambiar las metodologías.

La alfabetización digital del profesorado es clave para el cambio de modelo educativo. Como decía María Jacinta, hay que cambiar el paradigma. Y a partir de aquí, la integración del uso de las tecnologías dentro del currículo escolar.

Como afirma la OEI, “la calidad educativa en Latinomérica no radica en la presencia o la ausencia de la tecnología, sino en cómo y para qué se aplica en el aula”.

“El estudio nos ha demostrado que el cambio educativo es posible. Hay centros que están haciendo un trabajo excelente en el uso de la tecnología en contextos vulnerables”, aseguró en la presentación del estudio la coordinadora del Instituto de Evaluación de la OEI, encargada de la realización del informe, Tamara Díaz.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/03/27/cuando-la-integracion-tic-implica-a-la-comunidad-educativa-al-completo/

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