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Argelia: Construcción de una educación liberadora en el Sáhara Occidental

Construcción de una educación liberadora en el Sáhara Occidental

Fuentes: Revista Sinergias, julio 2022

El presente artículo nos muestra en detalle el modelo educativo saharaui, construido en los campamentos de refugiados instalados en Tindouf (Argelia) desde 1976, año en el cual se proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Dicho modelo se encuentra profundamente inspirado en las lecciones aprendidas de la experiencia de colonialismo, guerra, genocidio, ocupación, exilio y refugio padecido por su pueblo, analizada a la luz del pensamiento crítico de autores como Franz Fanon o Paulo Freire.

La construcción cotidiana de su historia, la problematización de su realidad presente y su lucha liberadora, junto con el propio contexto de descolonización, todavía pendiente en este territorio africano, se han convertido desde aquellos años, al mismo tiempo, en un auténtico eje estructural de identidad, una reivindicación histórica, una carta de presentación al mundo y en la marca distintiva de la “pedagogía refugiada saharaui”.

 

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Fuente de la Información: https://rebelion.org/paulo-freire-y-la-pedagogia-refugiada-construccion-de-una-educacion-liberadora-en-el-sahara-occidental/

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De la lucha por la tierra a los caracoles

Por: Luis Hernández Navarro

“Pasen a firmar los que no tengan miedo”, dijo el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, copiando las palabras de Emiliano Zapata, a 268 líderes rurales, entre los que se encontraban familiares del Caudillo del Sur. En Los Pinos, ante un cuadro del jefe del Ejército Libertador, los dirigentes de las centrales nacionales pasaron uno a uno a suscribir el Manifiesto Campesino, que avaló el fin del reparto agrario y la privatización del ejido. La fecha quedó registrada junto a la emboscada de la Hacienda de Chinameca: 1° de diciembre de 1991.

Antes de comenzar la ceremonia, unos cuantos representantes que se olieron de qué iba la encerrona, preguntaron dónde estaba el baño y pusieron pies en polvorosa para no sumarse al documento. Entre ellos estaba Pancho, un líder tseltal que llevaba años luchando por la tierra con sus compañeros de la selva Lacandona. Regresó a su región y no volvió a aparecer en la vida pública hasta mucho tiempo después del levantamiento zapatista.

El compromiso de los líderes de superar el reparto agrario convocando a un gran esfuerzo de conciliación entre los hombres del campo adquirido ese día, fue visto como una gran traición por cientos de miles de campesinos en todo el país, pero especialmente por los chiapanecos, que llevaban décadas luchado por tierra. Esa contrarreforma al artículo 27 constitucional nubló el horizonte indígena y animó a centenares de comunidades a tomar las armas.

En el libro Voces de la historia, los habitantes de Nuevo San Juan Chamula, Nuevo Huixtán y Nuevo Matzan, recuerdan su experiencia y las de sus abuelos en las fincas y pueblos, donde nacieron y se criaron aguantando el hambre, así como las razones que los llevaron a colonizar la Selva, para buscar dónde comer un poco mejor y dejar atrás el dolor de la pobreza y el puro sufrir.

Casi todos los que conocemos salen a la finca. Con nuestro trabajo se hicieron ricos los patrones, aunque nosotros seguimos igual en nuestra pobreza. Además del trabajo pesado tenemos más sufrimiento en la finca. Al patrón no le importa el trabajador. Quedamos con hambre. Maltrataban mucho los caporales: chicoteaban, golpeaban con ramas, con cincho, con la palma del machete, daban patadas; con cualquier cosa venía el castigo, explican. Por eso, en un moderno éxodo, marcharon a buscar una nueva vida en la selva.

La lucha por la tierra se generalizó en todo el estado durante las décadas de 1970 y 80. Los indígenas no sólo buscaban recuperar la que los finqueros se habían apropiado por medio del despojo violento. También la que habían ocupado en la selva para huir de la miseria. Un decreto presidencial de Luis Echeverría Álvarez, en 1971, otorgó la posesión de 614 mil hectáreas a 66 familias lacandonas, negándosela al resto de pobladores. En palabras de la Unión de Uniones, detrás del decreto estaban los intereses de Nacional Financiera, es decir, de la gran burguesía, que pretendía llevarse toda la madera de caoba y cedro contenida en las miles de hectáreas tituladas a favor del grupo lacandón.

El gobierno quiso reconcentrar a los otros indígenas (tseltales, tsotsiles, choles) y fijar los límites de la Comunidad Lacandona, por medio de la Brecha. Las comunidades resistieron poniendo el cuerpo por delante con la consigna de ¡no a la Brecha! En octubre de 1981, 2 mil campesinos de la selva marcharon y ocuparon la plaza de Tuxtla Gutiérrez. Caminaron días para llegar a un ve­hículo que los trasladara a la capital del estado. Años después, su lucha cosechó frutos. En 1989, Salinas de Gortari entregó la dotación a 26 colonias.

En entrevista con Roberto Garduño en La Jornada, el mayor Sergio, el Representante, rememoró esas faenas y cómo los habitantes de la región se vieron amenazados por las autoridades: “Con el decreto de 1972, el gobierno empezó a decir que nos íbamos a salir por las buenas y por las malas… pero no quisimos salir porque nuestros padres y nuestros abuelos buscaron este lugar para vivir y trabajar”.

En la selva, los rebeldes aprendieron a manejar el fusil para defenderse de las guardias blancas. Luego siguió la educación política e ideológica y el fortalecimiento de la organización comunal. Sergio recordó el caso de la venta del café como síntoma de la injusticia, porque los coyotes engañan y pagan precios de risa por el producto.

Los zapatistas –añadió– “empezamos a trabajar en nuestras comunidades casa por casa y barrio por barrio. Mucho tiempo luchamos de manera pacífica, pero nos ignoraban, por eso empezamos… pero no nos han dejado, nos han reprimido, por eso hemos tomado el fusil”.

A pesar de que se había izado la bandera blanca en el campo, la sublevación de 1994 permitió a campesinos e indígenas, zapatistas y no zapatistas, recuperar miles de hectáreas. En lugar de parcelarlas como hicieron otros, los rebeldes impulsaron en ellas proyectos de asociación colectiva para la producción agrícola y ganadera, que les han permitido controlar su vida y practicar el autogobierno. Estas experiencias son la base material sobre los que se erigen los caracoles, que este 9 de agosto cumplieron 19 años de vida.

El agravio de Carlos Salinas contra los pequeños productores rurales, cuando en Los Pinos llamó a los líderes a que pasaran a firmar sin miedo un acuerdo para cerrar la puerta a la vía campesina de desarrollo, fue respondida años después por el EZLN, descarrilando en los hechos el fin del reparto agrario.

Pero el rechazo fue aún más lejos. Sobre ese ¡no! inicial, los rebeldes pasaron a construir una sociedad que representa todo lo contrario de lo que el salinismo quiso impulsar. Esa sociedad alternativa ha tomado forma en los caracoles. En ellos se sintetiza tanto la historia profunda y subterránea de campesinos e indígenas por la tierra y la autonomía, como su disposición y potencia para construir un otro mundo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2022/08/09/opinion/016a1pol

Imagen: https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/10/05/delegaciones-del-ezln-viajaran-a-europa-en-2021-4925.html

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Deberes en verano, sí o no: el debate que nunca se va a acabar

Por: LAURA PERAITA

Varias expertas en educación exponen los pros y contras de realizar tareas escolares en vacaciones.

Cuando Eva Bailén era pequeña le encantaba estudiar y hacer deberes, ¡incluso en verano! Sin embargo, su apreciación sobre estas tareas cambió radicalmente al tener a sus tres hijos. «Me parecía absurdo que tuvieran que llegar de clase y seguir delante de los libros cuando era un suplicio para ellos y, más aún, que en verano les obligaran a hacer ejercicios aburridos y repetitivos carentes de creatividad que lo único que conseguían es que no tuvieran ganas de volver al colegio en septiembre».

Esta madre emprendió en 2015 una intensa campaña de recogida de firmas por la racionalización de los deberes escolares. Logró 200.000 adhesiones, al tiempo que avivó un debate que afecta a muchas familias. Hoy, Bailén es responsable de la Escuela de Familias del Observatorio de Educación de la Universidad Rey Juan Carlos y sigue pensando que no debería haber deberes en verano o, de serlo, que sean voluntarios. «Obligar a los niños a hacerlos es trasladar a las familias la responsabilidad de que los realicen. Hay muchos padres que para poder conciliar dejan a los niños con los abuelos, pero ellos no saben ayudar a los nietos, ni tienen por qué asumir ese rol».

Añade que «cuando los padres aún no están de vacaciones lo que menos les apetece al llegar de la oficina y tener un conflicto con los hijos que no tienen ganas de hacer deberes. Tampoco es justo que al estar los padres unos días de vacaciones, se tengan que llevar los libros a la playa para finalizarlas. Además, se suma la paradoja de que en el instituto ya no se les mandan tareas de verano a los alumnos, justo cuando ya son autónomos y saben organizar su tiempo sin tener a sus padres detrás».

Begoña Ladrón de Guevara, presidenta de Cofapa y profesora de Educación en la Universidad Villanueva, defiende la idoneidad de hacer deberes en verano de manera voluntaria y ajustados a la edades de los alumnos, pero disiente al considerar que «estas tareas deben realizarlas los hijos de forma autónoma, sin necesidad de tener a sus padres al lado. Lo que está claro es que si no se ha trabajado en esta autonomía durante el curso, no será posible que en verano los hagan ellos solos. Además, las vacaciones son muy largas y muchos progenitores agradecen que se les oriente desde las escuelas sobre este tipo de tareas para que sus hijos ocupen el tiempo en algo productivo que les beneficie en su desarrollo».

Aún así, Bailén añade que «las familias no deben hacerse cargo de las carencias del sistema educativo. Si los alumnos han aprendido bien no tienen por qué repasar en verano y si tienen que hacerlo es porque no se les ha trasladado correctamente el contenido».

En este aspecto, la presidenta de Cofapa apostilla que «los deberes no son para que aprendan más, sino para reforzar y fomentar la inquietud por el aprendizaje, para que investiguen sobre aquello que les guste y les ayude para el curso siguiente».

Ladrón de Guevara señala que en toda maleta «debería haber un libro, al igual que lo hay en la de muchos adultos, así como cuadernos para pintar o escribir redacciones de lo que ven —porque viajar es ya un aprendizaje—, o lo que les cuentan los abuelos cuando están con ellos. Las matemáticas también se pueden repasar viendo los tiques de la compra o calculando las medidas de ingredientes de recetas de cocina… En opinión de esta profesora, «el debate de deberes sí o deberes no, no se va a acabar nunca, solo se lograría calmar esta polémica si los padres pudieran elegir entre colegios que mandan o no estas tareas. Lo curioso es que lo que le va bien a un hijo igual al hermano no le va bien. hay que evaluar cada caso», concluye la presidenta de Cofapa.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/deberes-verano-debate-nunca-acabar-20220713163346-nt.html

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La educación ante una gran encrucijada

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

La no planificación o la mala planificación es una amenaza continua para el alcance de los aprendizajes en el aula. Este fue el aspecto de mayor relevancia en términos de la necesidad de su desarrollo que se puso en evidencia en la evaluación del desempeño.

La educación en nuestro país está en una encrucijada, por un lado, producto del impacto de la pandemia de la COVID-19 y sus secuelas, y por el otro, por su gestión tanto en el plano nacional como territorial. Estos son hechos pasados ya, que deben servir para aprender de ellos y, en lo posible, gestionarlos mejor.

La evidencia científica de los estudios en educación, tanto nacional como internacional, han puesto en evidencia factores claves para alcanzar una educación de calidad, es decir, una educación que efectivamente apueste por los aprendizajes de todos: estudiantes, maestros, gestores. Por un lado, se ha destacado el papel del liderazgo en los centros educativos como elemento articulador de un proyecto de centro comprometido con resultados, y por el otro, la importancia de la atención personalizada de cada estudiante por parte del docente.

Ambos factores, en el marco de la escuela, pueden ser útiles para generar procesos importantes que permitan el desarrollo de una cultura de calidad. Por supuesto, hay otros que articulados a estos dos primeros asegurarán que los mismos se cumplan en el sentido que en sí mismos tienen, me refiero al desarrollo efectivo de los equipos pedagógicos de los centros, los cuales deberán servir como espacios de revisión, análisis y desarrollo de la gestión profesional de los procesos de enseñanza y aprendizaje. En esta perspectiva, el trabajo colegiado entre los docentes deberá jugar un rol de importancia y relevancia. Otro aspecto por considerar es la figura de la coordinación pedagógica, es decir, el acompañamiento continuo del trabajo en el aula por parte de un colega-acompañante que retroalimente de forma continua los procesos que se desarrollan en el ánimo de incentivar las competencias que apunten por la mejora y, por el otro lado, que permita la superación de esquemas que, por el contrario, no son generadores de aprendizajes y deben ser superados.

La escuela y el aula son espacios dinámicos en que la acción reflexionada por parte de los actores, en el caso que nos ocupa principalmente, de los directivos y docentes, debe ir generando una cultura escolar centrada en resultados comprometidos con la calidad. La acción reflexionada para el desarrollo de una nueva acción enriquecida desde la perspectiva de sujetos que aprenden generará actitudes y comportamientos nuevos y distintos, que apostarán por la construcción de una nueva cultura escolar, que tanto hace falta en nuestra educación nacional. La Escuela de Directores por la Calidad Educativa (EDCE), fue un gran esfuerzo por alcanzar este propósito.

Reitero, en el país se cuenta con estudios que aportan evidencias científicas de estos procesos y que por una gestión que continuamente los ignora, no ha permitido los avances necesarios para alcanzar los logros de aprendizajes esperados.

Por otra parte, y es un ejemplo muy reciente de lo que antes hemos planteado, la evaluación del desempeño docente que se llevara a cabo en los años 2017-18, puso de relieve un conjunto de cosas que deben ser atendidos en la gestión docente de aula, de manera más precisa, la planificación del trabajo de aula tanto en su diseño como desarrollo; la creación de un clima de respeto y orden en el aula, como condición necesaria para asegurar los propósitos esperados; las habilidades para emplear los aciertos y errores en los procesos de aprendizaje con el fin de reforzar y mejorar los mismos; además, de la debida atención a la evaluación continua y efectiva que retroalimente los procesos y sus resultados.

Detengámonos en la planificación del trabajo de aula. No hay dudas que, si el docente no domina y cuente con esta herramienta didáctica, no puede asegurar la efectividad de su propio desempeño. Un proceso de gestión de aula no planificado o mal planificado no podrá asegurar altos logros de aprendizaje. La planificación no puede ser jamás una opción sino una condición fundamental de la gestión de los procesos de enseñanza. A nivel internacional se han desarrollado incluso facilidades en la web para que los docentes puedan hacer un uso efectivo de su diseño y desarrollo. En un taller sobre procesos de aula desarrollado por dos profesores finlandeses durante toda una semana, en el marco de uno de los congresos internacionales desarrollados por el IDEICE, esto quedó plasmado de manera inequívoca. La no planificación o la mala planificación es una amenaza continua para el alcance de los aprendizajes en el aula. Este fue el aspecto de mayor relevancia en términos de la necesidad de su desarrollo que se puso en evidencia en la evaluación del desempeño señalada anteriormente.

Las actuales autoridades de educación deben prestar atención especial a estos temas, como a otros que están en la palestra pública, todos los cuales fueron los que le dieron sentido al movimiento nacional por el 4% del PIB para la educación, según consigna la propia Ley General de Educación. Es necesario que el ministro de Educación, como conocedor muy bien de estos temas, abra su despacho a la reflexión con los sectores sociales que considere, bajo el supuesto de que el tema educativo desborda las estructuras mismas del Ministerio, haciendo todas las alianzas necesarias nacionales e internacionales para impulsar una educación de calidad.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-educacion-ante-una-gran-encrucijada-9091692.html

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El proyecto pedagógico del CAF

Por: Miguel Ángel Casillas

Acaba de morir El Chale, nuestro querido amigo Jorge Martínez Almaráz, fundador del Centro Activo Freire, una escuela activa, secundaria y bachillerato que funcionó en la Ciudad de México durante los años setenta, ochenta y noventa del siglo pasado. El Freire, como se le conocía coloquialmente fue una muy interesante propuesta educativa que renovó el sentido de la enseñanza media y media superior en México con un carácter libertario. Su proyecto pedagógico fue muy interesante e innovador, sin embargo ha sido poco reconocido por la investigación educativa.

Frente a la doctrinaria educación tradicional que se reproducía en las escuelas públicas y privadas, unas laicas y muchas de las otras de corte religioso, la educación activa se presentó en México como una realización de los ideales del 68, como una posibilidad de brindar experiencias educativas de alto contenido científico en un contexto riguroso de trabajo académico orientado por la libertad, el respeto intercultural, el juego, la risa y la solidaridad.

La escuela activa se fundamenta en la libertad y en el trabajo académico. Es un proceso que propicia en cada niño el desarrollo de sus capacidades personales al máximo, para integrarse a la sociedad y aportar sus conocimientos para transformarla. Hay un fuerte compromiso con la formación académica y con la formación de una moral laica, ciudadana, democrática y con compromiso social. Frente a la escuela memorista, autoritaria y vertical, en las escuelas activas se privilegia el trabajo práctico de los alumnos orientados por el maestro; al investigar y procesar la información construyen su conocimiento de modo autónomo. Se fomentan las relaciones horizontales y la construcción colectiva del conocimiento.

Ya había escuelas activas, sobre todo primarias, como la Bartolomé Cossío o el Decroly, además de alguna experiencias Montessori. Abrevaban de la escuela racionalista de Ferrer y Guardia, de las experiencias escolares desarrolladas durante la República Española, de Freinet, Piaget y otros renovadores de la enseñanza. El Freire, sin embargo, no sólo desarrolló una versión propia de la educación activa, sino fue capaz de recibir y dar cobijo a los hijos del exilio latinoamericano y caribeño, de prolongar una perspectiva materialista de la historia, de impulsar un riguroso modo científico de interpretar y explicar los fenómenos naturales y sociales, de integrar una valoración estética y artística a la formación de los jóvenes, de abrir un horizonte de desarrollo académico, artístico y social para sus cientos de egresados. Además de la experiencia escolar que se desarrollaba en su vida cotidiana, el Freire fue pionero en el desarrollo de las campañas de alfabetización que desarrollaron sus alumnos, en muchas comunidades de diferentes estados.

El Freire era una escuela privada y por eso podía ejercer ese enorme margen de libertad para desarrollar su proyecto educativo. Cumplía con creces con lo exigido por los inspectores de la SEP: sus alumnos tenían desempeños extraordinarios frente al examen de admisión de la UNAM y de otras universidades; su cuerpo de profesores estaba constituido en su mayoría por jóvenes universitarios, artistas y científicos; su control escolar era eficiente y casi familiar por el tamaño reducido de la escuela. Además, el proyecto académico se orientaba claramente hacia la izquierda, hacia la libertad y la autonomía de los estudiantes; era férreo el rigor académico pero la libertad de expresión era irrestricta; en la educación diaria poco importaba el adoctrinamiento frente al argumento y la libre confrontación de las ideas. Predominaba la confianza, la camaradería y la construcción colectiva del conocimiento. En el contexto anticuado y formalista de las relaciones educativas dominantes, en el Freire todos, de todas las edades y de todas las posiciones académicas o de autoridad se hablaban de tu.

El Chale supo articular un equipo directivo integrado principalemente por Margarita de Leonardo y por Aurelio Fernández, su cómplice y camarada del Partido Comunista Mexicano. La filosofía que los orientaba era ofecer un proyecto educativo para los adolescentes y los jóvenes que no existía en México, un proyecto inspirado en la pedagogía de la liberación de Paulo Freire, en una educación libertaria, comprometida con la sociedad y con su transformación democrática. A este grupo los unía la experiencia del 68 y del 10 de junio de 71, las ciencias sociales, la ilusión por cambiar el mundo. Formaban parte de un movimiento más amplio de artistas e intelectuales orientado a la renovación de la enseñanza en México, como el desarrollado por Don Pablo González Casanova en la UNAM con el CCH, la Universidad Abierta y la comisión de nuevos métodos; como el desarrollado para crear la UAM. Desde la tradición comunista compartían los ideales de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos y su proyecto de transformación universitaria. Herederos del exilio español se inspiraban en el humanismo de Luis Vives, en Rousseau, en la escuela Freinet y los ideales de la escuela racionalista. A su alrededor sonaba el eco de Summerhill y otras experiencias de educación libre.

A lo largo de los años, formaron parte de la aventura del Freire un buen número de profesores que compartían ciertos rasgos: personas jóvenes (a veces muy jóvenes), de ambos sexos, pensamiento racional y científico, identificados con el laicismo. Muchos universitarios, artistas, científicos que integraban una comunidad que daba un seguimiento personalizado y puntual sobre el desempeño de cada alumno. El profesorado fomentaba relaciones y prácticas democráticas en el aula, era permanente la participación estudiantil.

En el contexto de la ciudad de México del fin de siglo, cuando los estudiantes de las escuelas secundarias oficiales usaban de modo obligatorio uniformes militares de color caqui, y los estudiantes de las escuelas privadas uniformes de corbata y chaleco, en el Freire había una irrestricta libertad sobre las fachas, los pelos y la vestimenta de los estudiantes; había un respetuoso trato sobre las diferencias sexuales, el color de la piel o el origen geográfico; se practicaba la educación sexual, no había bronca con el amor libre. El proyecto académico eso si, era inflexible ante las drogas, el conservadurismo y la intolerancia. El bachillerato, en lugar de reproducir los planes de estudio de la escuela preparatoria, adoptó los programas del CCH de la UNAM. En la vida diaria, particularmente el Chale hacía los días muy divertidos, cantaba, contaba chistes, se metía a cualquier salón, inventaba apodos a todo el mundo, platicaba anécdotas, se disfrazaba o usaba una peluca para recibir a los alumnos a las 7:30am. Practicaba la pedagogía de la alegría.

Los estudiantes eran hijos de funcionarios, políticos, artistas, académicos y científicos, dotados de un amplio capital cultural y con enormes potencialidades para al estudio; originarios de ambientes sociales liberales, progresistas y hasta revolucionarios. El Freire recibió a decenas de jóvenes de diferentes países de América Latina que venían con sus padres exiliados, huyendo de las dictaduras militares, proscritos en sus países; su experiencia intercultural enriqueció la vida escolar de todos los estudiantes. Todos se divertían en la escuela. En general, y muy asociado con su alto capital cultural, los estudiantes eran chicos aplicadísimos, con una enorme sensibilidad artística, con un amplio compromiso con la naturaleza y con la sociedad, comprometidos con sus estudios.

La distribución física del Freire tanto en Coyoacán como en La Florida, fue sobre antiguas casas habilitadas como escuela, donde las recámaras y estancias se convirtieron en salones, los patios en canchas y los jardines en espacios de convivencia. Frente a las escuelas tradicionales con decenas de alumnos en un salón, en el Freire los grupos eran pequeños, con máximo 20 alumnos, lo que favorecía un trato personalizado e intensas interacciones en la vida cotidiana. Un sitio emblemático fue el Limbo, donde se iban a alivianar aquellos muchachos que perdían el control durante las clases, o se peleaban con sus compañeros, o participaban de algún conflicto que les sacara del salón de clases. No era más que un pequeño jardín con una barda, a espaldas de la dirección, donde se sentaban los estudiantes y cuyo castigo era dejar de participar del trabajo con sus compañeros.

El Freire era una escuela meritocrática y competitiva, en el sentido de reconocer el mérito, la inteligencia o la sensibilidad artística extraordinarias. Se estimulaba el genio, la creatividad, la inventiva. Los alumnos más aplicados no sólo eran chicos con un fuerte liderazgo, sino también quienes más contribuían con las causas altruistas y solidarias. El más importante ejemplo fueron las campañas de alfabetización, a las que se accedía por mérito académico, para dedicar las vacaciones escolares a realizar una práctica de campo en comunidades rurales muy marginales para impulsar la alfabetización de sus integrantes, hombres y mujeres. Las campañas de alfabetización se preparaban a lo largo del año y cargados de emoción los estudiantes salían a comunidades a trabajar por la educación de campesinos y ejidatarios con quien es convivían durante varias semanas.

El proyecto académico y la experiencia escolar en el Freire fueron extraordinarios. Mucho tendríamos que aprender de esta experiencia histórica y revalorar la importancia de renovar las prácticas de enseñanza con un sentido progresista.

He seguido con atención los cientos de mensajes que se acumulan sobre la muerte de El Chale, en ellos predomina como denominador común la palabra gracias. En efecto, con su entusiasmo y con su risa contagió a cientos de amigos que lo quisimos; por su generosidad y su imaginación nos despedimos agradecidos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-proyecto-pedagogico-del-caf/

Imagen: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/07/31/politica/fallece-jorge-martinez-almaraz-el-chale-academico-y-activista-del-68/

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Las nuevas formas de desaparición de personas: un mapa escalofriante

Por: PABLO FRANCESCUTTI 

Publicado en Tercera Información

El término ‘desaparecido’ fue aplicado por las Madres de Plaza de Mayo a los secuestrados por la dictadura argentina. En su nuevo libro, el sociólogo Gabriel Gatti explora su utilidad para dar cuenta del anormal estatuto de los descendientes de haitianos privados de nacionalidad en la República Dominicana, los emigrantes sin nombre ahogados con sus pateras o las mujeres ‘esfumadas’ en Tijuana, entre otros muchos expulsados de los mapas por un sistema que los considera desechables.

Tener un nombre y un apellido inscritos en un registro civil, un volante de empadronamiento, un documento de identidad, una partida de nacimiento y, finalmente, un certificado de defunción, se nos antoja lo más normal del mundo: el ejercicio de nuestro derecho inalienable a probar que existimos o hemos existido en un espacio y tiempo dado.

Eso sí, para una fracción nada desdeñable de la población de unos cuantos países demostrar su existencia resulta inalcanzable. Son los “nuevos desaparecidos”: el objeto de estudio de Gabriel Gatti, sociólogo de la Universidad del País Vasco.

El investigador se internó en el tema movido por una circunstancia personal: su condición de hijo de un político uruguayo ‘desaparecido’ en el Buenos Aires de la dictadura de Videla. De ahí su interés inicial por víctimas similares de la represión política, como los fusilados en las cunetas durante la Guerra Civil.

Pero a medida que ahondaba en el asunto, se topaba con casos de personas cuyo paradero desconocido no era achacable al terrorismo de Estado, y, más impresionante todavía, con individuos vivos cuya existencia no constaba en ninguna parte ni parecían importarle a nadie.

Desaparecidos. Cartografías del abandono resume y relata la historia de este descubrimiento, una indagación intensamente personal y rigurosamente científica. Con un estilo a caballo de la crónica periodística y de la pesquisa sociológica que fue elogiado por el escritor Juan Villoro en su acto de presentación en Madrid, Gatti refiere los recorridos que lo llevaron de su seguro y “archimapeado” entorno profesoral a Melilla, Estados Unidos, México, República Dominicana, Colombia, Uruguay, Brasil y Suiza, el centro de la institucionalización jurídica de la figura del ‘desaparecido’ .

Lo que revelan los mapas

Observación etnográfica, estadísticas y entrevistas en profundidad trufadas con reflexiones teóricas, referencias a novelas y películas alusivas y conversaciones sobre sus hallazgos con su hija pequeña son algunos de los recursos desplegados para desvelar realidades inesperadas y, con harta frecuencia, espeluznantes.

portada libroPortada de ‘Desaparecidos. Cartografías del abandono’. / Ed. Turner

En los mapas concienzudamente trazados por Gatti y otros preocupados por las nuevas formas de la desaparición se sitúan los bebés robados durante el franquismo; los descendientes de haitianos forzados en República Dominicana a un estatuto apátrida; los indigentes sin nombre arrojados a las fosas comunes de Brasil; los cuerpos que un siniestro personaje, el Pozolero, recibía en Tijuana para disolverlos en sosa cáustica; los que saltaron la valla en Melilla y aguardan recibir visibilidad y nombre; los niños indígenas enterrados en los internados canadienses….

Un lúgubre atlas que, admiten los “cartógrafos del abandono”, no recoge todos los espacios vacíos que representan a los “inexistentes en los mapas existentes”, según apunta Médicos Sin Fronteras. Lo más chocante para el autor —y también para el lector— es que esos ‘agujeros negros’ abiertos en el tejido social no se esconden por lo general en lugares recónditos.

Los nuevos desaparecidos pasan por delante de autoridades y vecinos antes de desvanecerse como por arte de magia sin que casi nadie haga preguntas; o bien son ciudadanos de apariencia normal que carecen de los papeles que prueben no digamos ya su ciudadanía, sino simplemente su existir; o bien bebés que lloran y patalean en un paritorio antes de ser declarados muertos, sustraídos y entregados a otras familias.

“Junto a espectáculos deslumbrantes de cultura y de civismo, de derecho y de progreso crítico, de movilización reflexiva y de creatividad social, estallan muestras de violencia desbocada que se hacen tierra, olor, paisaje, que lo penetra todo a un punto tal (…) que la desaparición parece ser la regla”. México, subraya Gatti, ofrece el ejemplo paradigmático de estas realidades contrapuestas.

Un tejido social creador de gente invisible

El hilo conductor de los ‘dispositivos’ que provocan estas desapariciones, se nos explica, no pasa tanto por las políticas criminales de los estados, como por las configuraciones sociales que propician que determinados sujetos o instituciones —narcos, proxenetas, mafias policiales, traficantes de inmigrantes, sacerdotes, leyes excluyentes…— decidan quién merece existir en términos legales o en la práctica.

En vez de acciones gubernamentales represivas, se observa una retirada del Estado de amplias esferas de la sociedad, una dejación de funciones resultado del achicamiento de la Administración y de su infrafinanciación promovida por el neoliberalismo. Su ausencia permite que ciertos individuos —incluidos funcionarios prevaricadores— se arroguen decisiones sobre la vida o muerte de los ‘nadies’, como denominaba Eduardo Galeano a los “que no son, aunque sean”.

Gatti ha aquilatado un estilo que, sin renunciar al rigor de la más exigente investigación social, se aleja de la gélida asepsia de la escritura académica. Y lo ha plasmado en este ensayo, una suerte de retrospectivo making of de sus textos anteriores sobre los mismos asuntos que elaboró conforme a los estrictos formatos universitarios.

Aquí ha expuesto lo que ocurre entre los bastidores del quehacer sociológico (las dudas, temores y esperanzas del investigador y sus tácticas para obtener información y colaboración, sus afectos y resquemores con sus fuentes…) y también, entre tanto tétrico testimonio, las redes de ayuda entre tejidas por trabajadores sociales, religiosos de a pie, líderes vecinales, voluntarios y funcionarios que por su cuenta procuran impedir que desaparezcan más personas o conseguir que otras “vuelvan a los mapas”.

Sin olvidar a los antropólogos y sociólogos urgidos por disponer de las categorías adecuadas para visibilizar y encarar situaciones que se hallan fuera del radar de las disciplinas empeñadas en mitigar el sufrimiento humano.

Fuente: SINC
Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/cultura/08/08/2022/las-nuevas-formas-de-desaparicion-de-personas-un-mapa-escalofriante/
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Estado de excepción y guerra civil

Por: Giorgio Agamben

En un libro publicado hace algunos años, Stasis. La guerra civil como paradigma político, busqué demostrar que, en la Grecia clásica, la posibilidad —subrayo el término «posibilidad»— de la guerra civil funcionaba como un umbral de politización entre el oikos y la polis, sin el cual la vida política habría sido inconcebible. Sin la stasis, el hecho de que se subleven los ciudadanos bajo la forma extrema del disenso, la polis no sería tal. Este nexo constitutivo entre stasis y política era tan inevitable que, aun en el pensador que parecía haber fundado su concesión de la política sobre la exclusión de la guerra civil, es decir, Hobbes, la stasis permanece virtualmente posible hasta el final.

La hipótesis que querría proponer es que, si hemos llegado a la situación de absoluta despolitización en que nos encontramos ahora, es precisamente porque la posibilidad de la stasis ha sido, en los últimos años, progresiva e integralmente excluida de la reflexión política, incluso a través de su subrepticia identificación con el terrorismo.

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Una sociedad en la que está excluida la posibilidad de la guerra civil, es decir, la forma extrema del disenso, es una sociedad que solo puede encaminarse hacia el totalitarismo. Llamo totalitarismo al pensamiento que no contempla la posibilidad de confrontarse con la forma extrema del disenso, es decir, un pensamiento que solo admite la posibilidad del consenso. Y no es por azar que las democracias, como nos ha enseñado la historia, han caído en el totalitarismo precisamente a través de la constitución del consenso como único criterio de la política.

Como muchas veces ocurre, aquello que hemos excluido de la conciencia, vuelve bajo formas patológicas, y lo que hoy está ocurriendo a nuestro alrededor es que el olvido y la desatención de la stasis, como Roman Schnur lo observó en uno de los pocos estudios serios sobre la cuestión, va de par con el progreso de una especie de guerra civil mundial. No se trata solo del hecho, que no podemos descuidar, de que las guerras, como juristas y politólogos lo han subrayado desde hace tiempo, ya no son declaradas formalmente y, transformadas en operaciones policiacas, adquieren las características que se solían asignar a las guerras civiles. Hoy es decisivo que la guerra civil, formando un sistema con el estado de excepción, se ha transformado, como este, en un instrumento de gobierno. Si analizamos los decretos y los dispositivos puestos en marcha por los gobiernos en los últimos dos años, es evidente que están dirigidos a dividir a los ciudadanos en dos grupos contrapuestos, entre los cuales se establece una especie de conflicto perenne. Contagiados y sanos, vacunados y no vacunados, con pasaporte de vacunación o sin él, integrados en la vida social o excluidos de ella: en todo caso, la unidad entre los ciudadanos, como ocurre en una guerra civil, ha disminuido. Lo que ha ocurrido bajo nuestros ojos, sin que nos diésemos cuenta, es que las dos formas-límite del derecho y de la política han sido utilizadas, sin escrúpulos, como formas normales de gobierno. Y mientras en la Grecia clásica la stasis, que marcaba una interrupción de la vida política, no podía por ninguna razón ser ocultada ni trasformada en norma, hoy se ha convertido, al igual que el estado de excepción, en el paradigma por excelencia del gobierno de los seres humanos.

Fuente de la información: https://reportesp.mx

Ilustración de Dante de la Vega 
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