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Lo que aprendimos con la pandemia

Por: Juan Carlos Yáñez Velazco

Soy profesor en la Universidad de Colima. Lo saben buenos amigos que me conocen o siguen desde hace tiempo. Ahora imparto un curso en la licenciatura en Pedagogía a estudiantes del sexto semestre, grupo C; mujeres, la gran mayoría. Hace algunas semanas les propuse escribir un artículo colectivo, experiencia que ya viví con resultados fantásticos.

En cada párrafo aparecen los nombres de sus autores, a quienes agradezco la generosa respuesta a la pregunta que titula este artículo, con una mezcla de apuntes pedagógicos, valoraciones personales y hasta dolorosas confesiones.

Por distintas razones, como esta muestra, sigo creyendo que las autoridades educativas tienen que abrir ojos y oidos para escuchar y observar a los más importantes protagonistas de las escuelas. No es un favor, es un derecho y una obligación.

González Rocha Victoria Sinahí

Con la pandemia aprendimos a valorar más nuestra vida, a invertir nuestro tiempo en actividades que nos apasionan y hacen felices, aprendimos a disfrutar cada segundo con nuestros seres queridos, a disfrutar risas y anécdotas de los abuelos, a extrañar y valorar a nuestros verdaderos amigos. Aprendimos a invertir tiempo cuidando nuestra salud física y mental, pero sobre todo aprendimos a valorar lo que tenemos y lo afortunados que somos al seguir disfrutando de la vida.

Manzo Montelongo Daniela

Con la pandemia aprendimos que es importante limpiar cada rincón de manera minuciosa, puesto que de pronto podemos encontrarnos con una formación de basura construida a través de los descuidos de cada día, semana o mes. Es ésta misma formación la que afecta a las escuelas, puesto que con la pandemia se han mostrado todos los problemas que se encontraban ocultos debajo de los pupitres, los escritorios, las situaciones socioeconómicas particulares, la planeación y el currículo de cada escuela, dejando entre ver un problema: no se trata sólo de limpieza superficial, sino del enfoque y prioridades escolares.

Martínez de la Mora Nallely Marisol

Con la pandemia aprendimos a ser aún más autónomos con nuestro proceso de aprendizaje, debido a que nuestros profesores y compañeros están al otro lado de la pantalla, y resolver dudas o dar explicaciones se ha vuelto un poco complicado, así que se ha tomado como tarea primordial de los estudiantes dar más de lo que aportábamos de manera presencial. Concuerdo con mis compañeras: aprendimos a realizar nuevas actividades, la mayoría de ellas de carácter formativo.

Rentería Macías Karina

Con la pandemia aprendimos a valorar la función tan importante que tiene un docente; darnos cuenta que para estar frente a un grupo son horas de planeaciones y no siempre se puede realizar lo planeado debido a ciertas situaciones que se presentan. Aprendimos a reconocer que los docentes nos brindan los conocimientos para crear los pilares de nuestra formación académica y también lecciones de vida. Aprendimos la importancia que tiene estar unidos en un aula de clases e interactuar con nuestros compañeros y docentes.

Solorio Herrera Fernanda Jacqueline

Con la pandemia aprendimos a mirar desde otra perspectiva distintos ámbitos de nuestra vida (la educación, la familia, el trabajo, etc.) y a llevarlos de manera diferente, con ello también aprendimos a valorar a la familia, el trabajo, los amigos, la educación y la salud. Nos enfrentamos a momentos difíciles y nuevas realidades que nos ayudaron enormemente a crecer como personas, a ser autodidactas, valorar todo a nuestro alrededor; encontrando nuevos aprendizajes aún en la dificultad.

López Arzate Edith Iaznaia

Con la pandemia aprendimos a seguir reglas, a tomar mejores medidas de higiene, a ser disciplinados. La pandemia, a pesar de su impacto negativo, nos enseñó a disfrutar los amaneceres y esperar con ansias los atardeceres. Aprendimos a apreciar nuestra soledad, al igual que a disfrutar la compañía. Con la pandemia aprendimos que nunca es tarde para acercarnos a los que queremos, a solidificar sentimientos, a comprender las ideas de otros. Gracias a la pandemia, aprendimos a mejorar personal y espiritualmente, a comprender nuestro valor y finalmente, a amarnos a nosotros mismos.

Amezcua Romero Jatziry Magaly

Con la pandemia aprendimos a ser conscientes de que todo puede cambiar, que un día podemos estar tranquilos en nuestro salón de clases, pero al siguientes nos encontramos encerrados en nuestros hogares, que un día podemos estar abrazando a alguien muy importante de nuestra vida, pero al siguiente sólo será un recuerdo. Aprendimos a valorar nuestras vidas y lo que tenemos, a mirar más detalladamente lo que se encuentra alrededor, a tomar decisiones por nuestro bien, pero sin afectar a los que nos rodean. Aprendimos a encontrarnos a nosotros mismos, pero sin desviarnos de la realidad.

Brizuela Padilla Jesús Omar

La pandemia nos ha permitido flexibilizar el proceso de enseñanza aprendizaje, desde otro espacio y con mediación tecnología nos obliga a aprender, pero nos da la oportunidad de crear nuevas alternativas y de innovar la forma en que decidimos llevar nuestro ritmo de vida.

Bernardino Cervantes Paulina Guadalupe

En lo personal yo puedo describir a la pandemia como “la situación que me ha quitado todo y me ha enseñado mucho”. Creo que la pandemia me robó mucho, pues yo perdí a mi padre, que ha sido el mayor tesoro que la vida me había dado; perdí la oportunidad de seguir con mis estudios de manera presencial, de realizar mis prácticas en las diferente áreas que pedagogía nos brinda, pero la pandemia me enseñó a valorar a las personas que tengo a mi alrededor, a las clases que los docentes nos proporcionan con mucho amor, al aprendizaje y los momentos felices que nosotros como compañeros podemos compartir, los aprendizajes que adquirimos dentro del aula, por medio de exposiciones, anécdotas e, incluso, por simples charlas que solemos tener antes o después de clase.

Ahora puedo valorar más el esfuerzo de los profesores al planear las clases. La pandemia me ha enseñado a valorar los distintos escenarios de aprendizaje, pues antes disfrutábamos de las clases en el salón, en el patio, en laboratorio, bibliotecas y en estos tiempos todo es en Internet, donde no se disfrutan las clases como antes, donde no nos vemos físicamente, donde, en algunas ocasiones, la mala calidad de conexión nos hace perder el ritmo de la clase.

Cortés Araujo Paola Montserrat

Con la pandemia aprendimos a apreciar realmente la vida, a valorar los pequeños momentos de felicidad y unidad familiar. A saber que lo más importante será siempre la salud, porque sin ella no podemos estar bien. Nos enseñó a conocernos a nosotros mismos más a profundidad y la manera de adaptación que tenemos como seres humanos a los cambios que se nos presentan. A saber que no tenemos seguro nada y puede pasar algo que nos haga volver a empezar o hacer las cosas de manera diferente a como las hacíamos. La escuela también dejó de ser como la conocíamos maestros y alumnos. Tuvimos que ajustarnos a la transformación que sufrimos y adaptar los planes y actividades con ayuda de los medios tecnológicos para llegar a todos los hogares.

Martínez Quintero Nayeli Alejandra

Con la pandemia aprendí que la vida nos puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, por lo tanto, deberíamos vivir cada instante como si fuera el último; agradecer lo que somos, lo que tenemos y demostrarnos amor, mucho amor. En lo personal, el aislamiento social me ayudó a empezar a valorar la compañía y las muestras de cariño que compartía con mi familia y amigos. Extrañar y valorar a mi escuela, a mis maestros, a los compañeros de clase e incluso a las personas que me encontraba por la calle cuando me dirigía a la Facultad de Pedagogía y a quienes amablemente saludaba con un «buenos días», acompañados de una sonrisa; una sonrisa que hoy no se puede ver con el uso del cubrebocas. Además, aprendí a conocerme, aceptarme, tener paciencia y, en cierta parte, no hacer planes a futuro, pues comprendí que la vida es muy incierta, no sabemos lo que nos tiene preparado el destino.

De Niz Velazquez Dania

Con la pandemia aprendimos a ser más empáticos, a ayudar al otro sin esperar nada a cambio, pues todos nos encontramos en el mismo barco que va navegando hacia un futuro incierto, donde no sabemos quién estará mañana. Aprendimos a valorar y extrañar cada uno de los momentos que vivimos en el pasado, a apreciar y reconocer el gran valor de un abrazo, un beso, del estar cara a cara con nuestros compañeros, maestros, amigos, familia y expresarles lo que sentimos, que claramente no es lo mismo hacerlo frente a una pantalla donde todo es más frío.

Aprendimos la gran importancia de trabajar en equipo para lograr metas y aportar nuestro pequeño pero gran valioso granito de arena para seguir avanzando. Y uno de tantos aprendizajes que hemos tenido en esta época de confinamiento es el de reinventarnos, de buscar lo mejor de nosotros, de probar cosas nuevas que nunca nos habíamos animado a hacer por miedo y que hoy, gracias a eso, hemos roto con esa barreras que nos han enseñado a aprender de todo y de todos.

Gutiérrez Flores Blanca Alejandra

Con la pandemia aprendí a valorar a mi familia, el esfuerzo que hacen mis padres para poder continuar con mis estudios, que aunque no haya trabajo buscan la manera para que no me falte nada; me demostró en realidad quienes son las verdaderas amistades y que la familia siempre será primero, además de crear hábitos buenos a mi rutina, ser una persona más organizada y solidaria con mis vecinos.

Fuente: educacionfutura.org

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Jóvenes, educación, subjetivación e identidades

Por: Selene Kareli Zepeda Pioquinto

La identidad ha sido inicialmente atención de los estudiosos en ciencias sociales por la emergencia de los movimientos sociales que han tomado como impulso la identidad de un grupo ―étnico, regional, etcétera― o de una categoría social ―movimientos feministas, por ejemplo― para cuestionar una relación de dominación o de reivindicar una autonomía; principalmente al comenzar la era de la globalización. De tal manera que, “para que la pluralidad de las culturas del mundo sea políticamente tenida en cuenta, es indispensable que la diversidad de identidades pueda ser contada y narrada” (Martín Barbero, 2001, citado por Salazar, 2018, p. 41)

 Bauman apunta que la cuestión de la identidad sólo se suscita en la modernidad cuando el Estado naciente, se enfrenta a la necesidad de crear un orden. Así, la idea de “identidad”, una “identidad nacional” en concreto, ni se gesta ni se incuba en la experiencia humana de forma natural, ni surge de la experiencia como un hecho vital evidente por sí mismo. Siendo el Sistema Educativo un motor para propiciar determinadas normas y valores que promuevan esa “identidad nacional”.

En este sentido, las representaciones sociales serían una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, orientando a la práctica que contribuye a la construcción de una realidad común a un conjunto social, por tal surgen las preguntas, ¿qué representaciones está dando el sistema educativo mexicano a la juventud actual?, ¿por qué es vital mirar a las juventudes? Es de destacar que ingresar a la Educación Media Superior en México se ha vuelto cada vez más complejo, los lugares se ven reducidos y la competencia es mayor. Existen preferencias por estudiar en una institución adscrita a las Universidades Autónomas que en aquellas que no lo están. No obstante, hay un gran desconocimiento por parte de los jóvenes para elegir una institución para sus estudios superiores, pues la orientación escolar y vocacional queda delegada al transitar de su formación, lo pilares o ejes guías para elegir una institución de estudios antes de ingresar no están presentes.

¿Qué significa ser joven en México?

Describir a los jóvenes mexicanos resulta crucial, pues es de reconocer que ante los cambios tan acelerados a los cuales nos enfrentamos en la actualidad, el ser joven implica retos particulares. Retomando a Rossana Reguillo, cito que las formas de constitución de “lo joven” varían a lo largo del tiempo; cada generación es joven a su manera.  Sin embargo, la pobreza define en buena medida las biografías y trayectorias juveniles. Asimismo, el desempleo, la precariedad, la inseguridad y la criminalización de la juventud y la pobreza hacen parte de la experiencia cotidiana y subjetiva de millones de jóvenes.

Es importante concebir a la juventud como construcción social de una fase particular en el ciclo de vida que cambia de forma y de contenido a través del tiempo y del espacio. “La biología de los cuerpos juveniles en maduración no es la determinante principal e invariable de su identidad categorial, sino que está sujeta a diferentes marcos de interpretación entre y dentro de las culturas y de diferentes épocas históricas” (Urteaga, 2013, p. 18).

Según lo señala Rossana Reguillo en su texto Los jóvenes en México, 2013, podemos identificar tres momentos para el referente de juventud

  1. La emergencia de un actor político juvenil a través de la categoría «estudiantil» que parte del movimiento del 68.
  2. La emergencia del joven popular urbano a través principalmente de las “bandas juveniles”, espejo invertido del llamado milagro mexicano, y su molesta intromisión en la declaración de nuestra modernidad capitalista (sic) hacia principios de los años 80.
  3. La emergencia de las «culturas juveniles» que, a través de modos diferenciados de autoreconocimiento, dieron cuenta de la globalización de las identidades, la cual ponía en evidencia que el mundo ya no se agotaba en las adscripciones o fidelidades locales; este momento arranca a finales de la década de los años ochenta, pero es en los 90 cundo alcanza su punto más alto, tanto en el plano de la discusión académica como en el ámbito del discurso mediático. (Reguillo, 2013, p. 10).

Gracias a los aportes de Reguillo, es posible reconocer que el actuar juvenil como ahora lo concebimos, tiene sus primeras apariciones y apropiaciones a mitad del siglo XX, sin embargo, hoy en día surge la pregunta “¿de qué maneras la espacialización de las diferencias juveniles remite a su activa participación en la construcción de estilos de vida diferenciados y desiguales enmarcados en la recomposición/reconfiguración de las clases sociales, en curso desde el quiebre del modelo de desarrollo capitalista anterior y el cambio en el sistema de referencia social?”  (Urteaga, 2013, p. 28)

Por lo antes mencionado, contextualizar a los jóvenes dentro de la sociedad globalizada, es un engrane que ayudará a comprender las maneras en que estos adoptan formas de ser y actuar en los diversos contextos sociales de los cuales son partícipes, uno de ellos y el cual atañe al presente artículo, es la escuela, llevándolos así, a la construcción de identidades. Según Bourdieu, la clase social, se define por la estructura de las relaciones entre todas las propiedades pertinentes, que confiere su propio valor a cada una de ellas y a los efectos que ejerce sobre las prácticas.

En la actualidad, los jóvenes van interiorizando representaciones sociales, justo de la misma forma en que interiorizan la representación de pertenencia a una institución educativa. Es algo que ellos ―en su mayoría― meramente reproducen, sin detenerse a analizar ni cuestionar la “realidad social” que se les está dando y que están tomando para su vida, los jóvenes simplemente se lo apropian como algo natural, lo mismo ocurre con la enseñanza dentro del aula; así pues, tenemos que esta realidad es aprehendida en un continuum de tipificación que se vuelve progresivamente anónima a medida que se aleja del aquí y ahora (Berger, 2015).

Por otra parte, cuando se habla de subjetividad se refiere a las ideas del entorno en el cual se habita y han sido interiorizadas por los individuos, sin embargo, los procesos de subjetivación son esos pliegues, esas rutas que interconectan el afuera con el adentro del sujeto, la relación permanente que se vive con el entorno; de tal manera que, el mundo social aparece filtrado para el individuo, de esta manera el joven de clase baja no sólo absorbe el mundo social en una perspectiva de clase baja, sino que lo absorbe con la coloración idiosincrásica que le han dado sus padres, o cualquier ente encargado de su socialización, como lo es la escuela.

Dentro del espacio social juvenil, los medios y las nuevas tecnologías no son simplemente mercancías simbólicas o marcadores de distinción, sino redes cruciales en la definición y distribución del conocimiento cultural. La diferencia entre estar dentro (in) o fuera (out) de la moda, alto o bajo en capital subcultural, etcétera, se correlaciona de maneras complejas con grados de información, creación y exposición a los mismos. (Urteaga, 2013, p. 34)

En este sentido las TIC vinieron a revolucionar las interacciones sociales, dando impulso a la sociedad global, sin embargo, este mismo fenómeno dividió con mayor fuerza a los diversos sectores sociales de la población. Se podría empezar a hablar del fin de la geografía, o una nueva geopolítica. Las distancias ya no importan y la idea del límite geofísico es cada vez más difícil de sustentar en el “mundo real” (Bauman, 2017, p. 19).

En el ámbito económico se puede percibir que “las empresas pertenecen a las personas que invierten en ella: no a sus empleados, sus proveedores ni la localidad donde está situada. (Albert J Dunlap, 1996, en Bauman 2017, p. 13), por lo que los empleados, proveedores y voceros de la comunidad no tienen voz en las decisiones que puedan tomar las “personas que invierten, siendo así que los empleados provienen de la población local.

En este contexto, el económico, ¿qué es lo que el sistema educativo mexicano ofrece a los jóvenes?, ¿qué ideas internaliza en los jóvenes para su vida adulta? Las comunicaciones baratas inundan y ahogan la memoria en lugar de alimentarla y estabilizarla (Bauman, 2017, p. 23). El espacio es organizado por la capacidad de los factores técnicos y la clave para imponer orden en la sociedad consistía en organizar el espacio.

Lejos de homogeneizar la condición humana, la anulación tecnológica de las distancias de tiempo y espacio tiende a polarizarla. Emancipa a ciertos humanos de las restricciones territoriales a la vez que despoja al territorio. Para algunos, augura una libertad sin precedentes de los obstáculos físicos y una inédita capacidad de desplazarse y actuar a distancia. Para otros, presagia la imposibilidad de apropiarse y domesticar la localidad de la cual tendrán escasas posibilidades de librarse para ir a otra parte. (Bauman, 2017, p. 25)

En el nuevo mundo de la alta velocidad, la “localidad” no es la misma que en la época cuando la información se desplazaba solamente con el cuerpo del transportador; tanto la localidad como la población localizada tienen poco en común con la comunidad local. Los espacios públicos siguieron a la elite al librarse de sus anclajes locales. (Bauman, 2017, p. 31). A principios de los cincuenta, escribió memorablemente Jean Paul-Sartre: «sólo los burgueses disfrutan de la juventud. Los hijos de los obreros y campesinos pasan de golpe de la niñez a la edad adulta». La juventud lujo de clase. (Urteaga, 2013, p. 73). Esto ha repercutido en el sentido que hoy los jóvenes mexicanos otorgan a la participación política y en las malas o nulas relaciones que establecen con ella y sus representantes.

Un territorio despojado de espacio público brinda escasas oportunidades para debatir normas, confrontar valores, debatir y negociar. La imaginación utópica para conquistar el espacio urbano y el de los sueños de planificación y arquitectura urbanas en busca de un marco social donde pueda materializarse. (Bauman, 2017, p. 41)

En este orden de ideas, las políticas educativas van apuntalado a la consolidación de una sociedad global, capitalista y neoliberal donde existen los globales y los locales, lo que propaga con mayor fervor las desigualdades.

En un discurso dado por, Ávila Camacho —quien fuera presidente de México de 1940 a 1946— pronuncia y sintetiza muy bien el espíritu del cual van dotando al Sistema Educativo:

A partir de este momento la política educativa, las escuelas serán la divisa de nuestro empeño. Máquinas para facilitar, activar y aumentar las faenas de nuestros campos. Máquinas para elaborar las materias primas que, a bajo precio, vendamos al extranjero y que importemos más tarde convertidas en artículos manufacturados, caros y escasos. Y también escuelas. Escuelas para enseñar el manejo de las máquinas de que hablo, sin que las máquinas se apoderen del corazón y cerebro de nuestros hombres. Escuelas en cuyas aulas el adiestramiento de las técnicas más modernas, no conduzca a los educandos a las sórdidas conclusiones de un maquinismo automático y de un materialismo servil. Escuela, por fin, en que nuestros niños y nuestros jóvenes adquieran ese amor al bien y ese dominio de sí que liberan más que ningún combate y que hacen de las virtudes de cada ser una fuerza de resistencia pública más protectora y más fiel que el mejor escudo. (Pérez, 2013, pp. 71-72)

Se puede percibir en el discurso de aquel mandatario, el giro y dirección que cobró la escuela y que se mantiene hasta la actualidad, en una formación social determinada, la acción pedagógica legítima, o sea, dotada de la legitimidad dominante, no es más que la imposición arbitraria de la arbitrariedad cultural dominante, en la medida en que es ignorada en su verdad objetiva de acción pedagógica dominante y de imposición de la arbitrariedad cultural dominante. (Bourdieu, 1996).

De esta manera, se está dificultando en gran medida cualquier innovación verdaderamente poderosa para desarrollar capacidades críticas, reflexivas, creativas, colaborativas, solidarias y democráticas, o sea, con potencialidad para desafiar intelectual e ideológicamente al discurso dominante imposibilita, de empoderar con criterio al alumnado y ayudarle a convertirse en ciudadanas y ciudadanos optimistas, que consideran que es posible alterar el curso de la historia que se les presenta como ya terminada. (Torres, 2017, p.19)

Más allá de la escuela, las TIC están dando recursos a los jóvenes para que adopten una identidad, y así echen mano de sus recursos culturales disponibles en sus redes inmediatas y en la sociedad. Por consiguiente, las contradicciones y disposiciones del entorno sociocultural tienen que ejercer un profundo impacto sobre el proceso de construcción de identidad. (Giménez, 2007)

Hoy, el propio ámbito familiar ha sido invadido por el marketing incesante. Los miembros de una familia tienden a consumir productos diferentes y a elegir estilos de vida también diferentes (Giménez, 2007) a lo que se podía observar hace 30 años, lo que puede generar una fragmentación en las relaciones sociales de familia o bien la puede diversificar.

Los clásicos de la sociología concibieron la modernización como un amplio proceso de cambio social perceptible en el largo plazo multisecular y a escala de la sociedad global. Lo describieron como el tránsito de lo simple a lo complejo, de la comunidad tradicional a la sociedad contractual (Tönnies), del mito a la ciencia (Comte), de la solidaridad por semejanza a la solidaridad por interdependencia (Durkheim), de la sociedad tradicional a la sociedad racional burocratizada (Max Weber), de las sociedades pre-capitalistas a la sociedad capitalista burguesa (Marx) de la costumbre a la ley, etc. (Giménez, 2007)

Se observa que a lo largo de la historia los procesos culturales se han ido transformando, y esto da como resultado que los roles sociales de cada individuo se vayan modificando para tener un nuevo orden en la sociedad, incluso las mismas instituciones irán modificando su rol dependiendo el momento histórico en que se esté viviendo, por tal, no se puede hablar de identidades permanentes, pero sí de identidades que bien podría impulsar a tejer comunidad.

En este momento coyuntural que vivimos debido a la crisis sanitaria, económica, educativa, habría que repensar educación para qué, ¿qué tipo de sociedad es la que se necesita consolidar? Pensar únicamente en cubrir las competencias y temas memorísticos nos ha mostrado que ante una crisis ecológica y humanitaria no es suficiente. Tejer lazos de solidaridad, consciencia social e histórica es vital para fortalecer el tejido social. Asimismo, ver las políticas educativas donde los jóvenes y las infancias son el centro es primordial, pues son ellos los futuros ciudadanos que sostendrán a las sociedades. ¿Qué jóvenes estamos formando?, ¿los estamos escuchando?

Referencias

Bauman, Z. (2007). Identidad. Buenos Aires: Losada Giménez, G. (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. México : CONACULTA.

Bauman, Z. (2017). La Globalización. Consecuencias humanas. México: FCE.

Berger, P. y. (2015). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.

Bourdieu, P. (1996). La reproducción. Barcelona: Fontamara.

Bourdieu, P. (1997). Capital cultural, escuela y espacio social. México: Siglo XXI.

Giménez, G. (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. México: CONACULTA.

Modonesi, M. (2017). El concepto de clase social en la teoría marxista contemporánea. México: UNAM.

Pérez, J. (2013). Las transformaciones en las edades sociales. En R. Reguillo, Los jóvenes en México (págs. 52-90). México: FCE.

Reguillo, R. (2013). Los jóvenes en México. México: FCE.

Salazar, J. (2018). ¿Por qué enseñar historia a los jóvenes? México: Horizontes educativos

Urteaga, M. (2013). Género, clase y etnia. Los modos de ser joven. En R. Reguillo, Los jóvenes en México (págs. 15-52). México: FCE.

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Orquídeas al viento:Las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas en los procesos migratorios 2014-2020

Por: Luis Bonilla-Molina[1] [2]

(Resultados de investigación como becario de CLACSO)

“Amo, lloro, canto, sueño,

Con claveles de pasión,

Con claveles de pasión”

(Alma llanera, segundo Himno Nacional

de Venezuela)

  1. Introducción:

La orquídea es la flor nacional de Venezuela, representando el colorido y la hermosura de una tierra que es alegría, caribe, sonrisa, rebeldía, cimarronaje, solidaridad, encuentro y mano amiga. El 23 de mayo en las escuelas de Venezuela se celebra el día de la flor nacional, como un signo de identidad criolla. La trilogía conformada por el Araguaney, árbol nacional, el turpial, ave oriunda y, la orquídea, nos muestran un país con imaginario de selva, cascadas, playas, llano y montañas.

Las orquídeas en cautiverio requieren especial cuidado para que puedan sobrevivir, pues tienen un solo cotiledón; crecen hermosas cuando están libres en montículos y bosques. Las orquídeas son un madrigal que ilumina, allí donde el ambiente no está contaminado. Esta flor se suele asociar a los más nobles sueños de la juventud, a la fragilidad de las utopías y, a cómo éstas requieren de un mundo ecológico. La juventud como las orquídeas demandan una sociedad que haga suya la ecología política.

En los últimos años, una cara de los sueños, proyectos y nobles aspiraciones de la juventud tiene rostro de emigración y añoranza por el terruño, mientras la otra de arraigo y resistencia. Son fenómenos complementarios que construyen la identidad tanto del que se va, cómo de quien se queda. La juventud como las orquídeas, multiplican su colorido si conviven junta a las otras. Nos advertía Carmen, una vieja campesina de tres esquinas, en Bramón, Estado Táchira, un territorio de veredas y caminos no descubiertos en la frontera entre Venezuela y Colombia, que las orquídeas se pasman cuando las separan de sus hermanas, que florecen y se tornan más fuertes si se les deja crecer juntas. Como las orquídeas de doña Carmen, la juventud venezolana se ha dividido entre quienes están y se van, retornan y dejan atrás a otres, quienes deben aprender a sobrevivir aquí o allá, sin olvidar su esencia y gentilicio. Hoy nuestramérica y el mundo ha visto lanzar orquídeas venezolanas al viento, muchas veces sin garantías ciertas para que pueden agenciar sus vidas con garantías plenas de derechos.

Venezuela ha sido conmocionada como nación, por la emigración no prevista de cientos de miles de nacionales durante los años 2014-2020. Lo no previsto está signado por el deterioro acelerado de las condiciones materiales de vida de la población venezolana, especialmente de su juventud. El discurso que hace ver como espontáneo y no programado este proceso de emigración, procura presentar a quienes parten como limitados/as en su capacidad de agenciar su propia vida, pero también, como eunucos políticos. Marx en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) precisaba que “el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general” y, eso es lo que está ocurriendo, un proceso de recualificación política determinada por el deterioro de la calidad de vida, que tiene como una de sus expresiones concretas el fenómeno de la emigración.

La emigración venezolana en general y la juvenil en particular, ocurrida en el periodo 2014-2020, tiene causas multifactoriales que no siempre son trabajadas a la hora de intentar comprender este fenómeno. Se considera necesario analizar por lo menos tres causas estructurales concretas que están en la génesis de esta problemática.

La primera, el permanente asedio de las fuerzas imperialistas contra la revolución Bolivariana. El modelo económico neocolonial, dependiente y rentista de la economía venezolana durante la cuarta República, estuvo asociado a la relación de subordinación del gobierno y la burguesía venezolana a los Estados Unidos.

La Revolución Bolivariana desde sus inicios gubernamentales en 1998, se planteó romper con esta relación de dependencia y trabajar una nítida perspectiva de soberanía nacional y mundo multipolar.

En mayo de 2004, después de la develación de la participación norteamericana en el golpe de Estado de 2002 y ante el descubrimiento de un campamento paramilitar con intenciones conspirativas contra el gobierno nacional, el presidente Chávez formuló la declaración antiimperialista del proceso Bolivariano, que expresaba el quiebre histórico de la relación de sometimiento de la nación del norte sobre Venezuela.

Esto intensificó el asedio norteamericano y de las naciones imperialistas europeas contra la patria de Bolívar, acoso que ha sido constante y previsible. A la Declaración de la administración de Obama, sobre Venezuela como amenaza a la seguridad nacional norteamericana, le siguieron las medidas coercitivas contra Venezuela decretadas por Trump. Las sanciones norteamericanas han tenido un impacto profundo en la calidad de vida de la población venezolana y tienen la intención de frenar y eliminar el espíritu transformador de la revolución Bolivariana. Se destaca la noción de asedio previsible, porque ello implica obligación del liderazgo que conduce una transformación radical, de prever escenarios, salidas, propuestas alternativas que se valoran más allá de sus narrativas por su eficacia política, económica, social.

La segunda, es compleja por las contradicciones dialécticas que contiene y quizá la mejor forma de describirla es usando la metáfora de una marcha del proceso Bolivariano en tres carriles, no siempre paralelos. El primero de los raíles expresa las dinámicas que acompañan la decadencia de la vieja burguesía, hecho que en un país de economía importadora facilitó el surgimiento de nuevos actores de la llamada “burguesía emprendedora nacional”. Este fenómeno tiene hitos importantes entre 1999-2002 (Miquelenismo), 2003-2013 (surgimiento de nuevos actores de la burguesía importadora) y 2013-2020 (consolidación de la idea de burguesía revolucionaria, plasmada en políticas públicas). El segundo de los raíles se construye a partir del emerger desde el Estado, de un proceso de comunalización que apunta a la construcción de un modelo de socialismo del siglo XXI, el cual tuvo su auge entre 2002 y 2007, detenido por las tensiones que se crean entre poder popular embrionario e intereses de la burguesía importadora emergente. El tercero de los raíles lo transita la corriente histórico-social por el cambio radical en Venezuela, que viene de las batallas libertarias del siglo XX, especialmente contra el neoliberalismo. Estos tres carriles han tenido puntos de encuentro en distintos momentos de auge de cada una de estas dinámicas, que son fáciles de identificar por la crispación política que producen estas confluencias, ya sea al interior de las fuerzas bolivarianas o, entre oposición y el llamado chavismo.

La tercera, la cultura del rentismo en general y del rentismo intelectual en particular, que ha menospreciado el talento nacional popular para salir de la crisis y ha preferido construir una ruta de “salvación nacional” con capitalismos emergentes como China, Rusia, Turquía, entre otros. Capitalismos emergentes que están orientados por la ganancia, especulación y usura, no por los intereses del pueblo venezolano; negociar con ellos implicaba redoblar las alertas, nunca colocar puentes y alfombras, entre estos y un sector de la burguesía criolla.  Solo el pueblo salva al pueblo y, eso en Venezuela tiene lectura de Estado comunal, pero la comunalidad y el desembarco en el país de los capitalismos emergentes representan intereses diferentes.

Las intersecciones de estas tres dinámicas crean “detonaciones incesantes”, qué al no ser abordadas desde una perspectiva de lucha de clases, deterioran las condiciones materiales de vida de la población, sirviendo de caldo de cultivo para el escalamiento de los procesos migratorios. La explosión del proceso de emigración ocurre en un contexto de reorientación del proceso Bolivariano, que pareciera ubicarlo progresivamente en las antípodas de su génesis transformadora; la situación de asedio imperial ha logrado frenar el ímpetu revolucionario de una parte importante del liderazgo. Las evidencias parecieran señalar que la actual dirigencia ha optado por la sobrevivencia del día a día, lo cual le hace perder el horizonte estratégico. A pesar de ello, el espíritu y prácticas rebeldes y solidarias de la revolución bolivariana, desde abajo, siguen vivas, resistiendo desde los márgenes de la institucionalidad, a la espera de un reencuentro entre liderazgo institucional y comunidades, o tal vez, de una revolución dentro de la revolución.

El pueblo trabajador resiente esta doble situación. La inflación desmedida y sin precedentes en la historia patria, la caída del poder adquisitivo del salario mínimo y nominal, el deterioro de los servicios básicos, el eclipse de la democracia participativa como lugar de enunciación de las políticas públicas, crean un escenario complejo para un pueblo que demanda que la crisis la paguen los que más tienen.

La derecha apátrida no es una alternativa política, ni siquiera para la clase media alta que ve con recelo su desmedida ambición por el poder y su entrega a intereses foráneos, sin que ello vaya acompañado de una praxis al lado del pueblo. La democracia venezolana, incluso redimensionada por la revolución Bolivariana, requiere de una oposición que este a la altura de sus definiciones, lamentablemente esto no ocurre.

La izquierda marxista es una minoría que no ha logrado construir un polo alternativo de masas. Sin embargo, a finales de 2020, factores de izquierda conformaron la Alternativa Popular Revolucionaria (APR), con la tarjeta del Partido Comunista de Venezuela (PCV), como estrategia electoral para las elecciones de la Asamblea Nacional de diciembre, 2020, tomando distancia del liderazgo del Partido Socialista de Venezuela (PSUV). La APR es una apuesta por una salida revolucionaria a la crisis del capitalismo dependiente y rentista venezolano. Sus impulsores señalan que la APR va más allá de lo electoral y constituye una estrategia para la reorientación clasista del proceso Bolivariano. La APR está conformada por militantes de partidos intervenidos por decisiones del Tribunal Supremo de Justicia, activistas sociales campesinos y campesinas, colectivos artesanales, feministas, ecologistas, obreros y obreras, grupos culturales, pero falta saber su conexión o no, con el descontento en las bases del chavismo.

Los resultados lectorales del 6D de 2020, al menos en términos electorales, no dieron evidencias de ello. La APR a pesar de estar conformada por más de 200 colectivos sociales no logró superar la histórica votación del PCV, obteniendo solo un curul para la Asamblea Nacional. El gran ganador electoral fue el PSUV, alcanzando la mayoría de escaños del parlamento, mostrando que el discurso alternativo de la izquierda radical y la derecha en diálogo con el gobierno, tiene precaria acogida electoral. Sin embargo, la situación expresada en las elecciones parlamentarias se mostrará de manera más nítida en el año 2021, donde podremos valorar el nuevo cuadro de correlaciones de fuerzas que surge con las elecciones, resultante tanto de votos, como de porcentajes de abstención

Es necesario precisar, que este trabajo tiene como lugar epistémico de enunciación, el latido de compromiso revolucionario, de crítica certera del pueblo bolivariano insumiso. En este sentido, se procura tomar distancia con la cultura de la propaganda polarizada que pretende asaltar el pensamiento crítico, especialmente en las ciencias sociales. Para ello, hemos ido de la comprensión de lo estructural para poder dialogar de una manera más analítica con actores/as migratorios juveniles y, a partir de ello, hibridar teoría y praxis. Este es un fenómeno en pleno desarrollo, no estático, con flujos y reflujos y nuestra intención ha sido poder comprender su estado actual.

  • Antecedentes

“Llevo tu luz y tu aroma en mi piel;

y el cuatro en el corazón.

Llevo en mi sangre la espuma del mar y

tu horizonte en mis ojos”

(Venezuela,

Pablo Herrero Ibarz y

Jose Luis Armenteros Sánchez )

Cabrujas (1987) definía al Estado venezolano como un “disimulo”, como un “truco legal”, afirmación que ampliaría Fernando Coronil en “Estado Mágico, Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela” (2002), especialmente en su dinámica rentista. Esta caracterización se fundamenta en la falta de institucionalización de los procesos, de concreción material de las definiciones jurídicas, las carencias de continuidad en las políticas públicas ante las rotaciones de gobiernos; se trata de una crítica al caudillismo y el mesianismo como sustituciones históricas del Estado nacional.

Luis Brito García en “El verdadero venezolano: mapa de la identidad venezolana” (2017) muestra como ese “disimulo mágico” tiene en la historia visos racistas, al entender “la inmigración como remedio «único» para, entre otras cosas «mejorar la raza»” (2017;167-168).

Históricamente hablando, en Venezuela se ha sobreestimado la inmigración al asociarla al desarrollo nacional, mientras se subestima la emigración al hacerla portadora de incultura y barbarie que debe ser educada y domesticada. En un país con precaria cultura de emigración, esta idea neocolonial subyace en el abordaje del tema y también como una forma de expiar responsabilidades gubernamentales.

Lo extranjero atractivo no es universal, sino asociado a las naciones de tradición imperial o de éxito industrial, mientras se identifica a los “otros” como extranjeros agrestes con los cuales no es recomendable ligarse.  Esto lo vemos en el imaginario socialmente existente sobre las bondades de la inmigración alemana, española, portuguesa e italiana versus al recelo a las inmigraciones sirias, china o colombiana; recelo que es xenofobia vedada, pues como señalé, mientras una inmigración era concebida para mejorar la raza, otra era valorada por su capacidad de aportar trabajo manual. La violencia simbólica hecha xenofobia narrativa no es menos agresiva que la violencia física, sino que son dos caras de la misma moneda.

Como lo trabaja Sergio Caggiano en “lo que no entra en el crisol” (2005), las “virtudes morales” muestran arraigo del racismo en una sociedad. En Venezuela, ello estaba expresado en frases como “colombiano que no lo hace a la entrada lo hace a la salida” para expresar la desconfianza hacia una migración fundamentalmente de mano de obra, del trabajo, que podía rebelarse ante lo injusto. En oposición estaban los discursos sobre la inmigración europea blanca, al señalar “los portugueses e italianos vienen es a trabajar y ayudar al país”. Español empresario y trinitario vendedor ambulante, son construcciones lingüísticas e imaginarios que se vinculan al racismo. Racismo que tiene una enorme carga de endoracismo al estigmatizar al criollo emigrante como incapaz de aportar fuera de las fronteras nacionales.

Esta idea la sostendrían a través del tiempo intelectuales con influencia política de la talla de Gil Fortoul y gobernantes como Eleazar López Contreras y Pérez Jiménez, entre otros. Venezuela es visto por varios teóricos del liberalismo, republicanismo, positivismo y del ideal democrático, como un país al que le beneficia ser receptor de un tipo de inmigración y rechaza esa otra migración. “Los sirios venden baratijas en la calle y fomentan la informalidad mientras los suizos le traen desarrollo a la nación con sus joyerías” o “los asiáticos vienen muertos de hambre y no se casan con venezolanas, los europeos ayudan a la economía y mejoran la raza”, son frases socialmente difundidas que muestran al discurso de la inmigración, mediado por enfoques de clase y raza, cuya comprensión integral demandan una perspectiva de género. Esto forma parte de una epistemología de lo social que sublima lo extranjero y menosprecia lo propio, que deriva en formas veladas o explícitas de racismo y xenofobia.

En esa visión subyace la idea del venezolano como un salvaje y el inmigrante extranjero como el ilustrado que traerá el progreso, mirada que oculta los problemas generados por el papel periférico que le asigna el capitalismo industrial a nuestra región. Carlos Rangel en su libro “Del Buen salvaje al Buen revolucionario” (1976) señalaba que ello ocurría “para intentar excusar o enmascarar el fracaso relativo de Latinoamérica, hija del Buen Salvaje, esposa del Buen Revolucionario, madre predestinada del Hombre Nuevo”. (Rangel,1976;28).

Contra esta relación de lo nacional con lo extranjero se rebeló de manera temprana Simón Rodríguez, en su conocida proclama de “inventamos o erramos”. Una parte importante del pensamiento de izquierdas, desde las primeras células del partido comunista, pasando por el Movimiento Al Socialismo y su “hecho en Venezuela”, intentó colocarse en la otra orilla. Si revisamos los trabajos de Simón Sáez Mérida en las revistas “Al Margen” (décadas de los 70 y 80) y “F27” (década de los 90), Reyes Baena (Revista Pedagógica Nuestra, 1947), Domingo Alberto Rangel (Venezuela país ocupado, 1960), Pedro Duno (Los doce apóstoles. Proceso a la degradación política, 1975), entre otros, encontramos una reafirmación de lo nacional y un encuentro con “lo extranjero” desde lo nacional, que toma distancia del endoracismo. Ludovico Silva (Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos, 1975) es un representante de esas ciencias sociales nacionales, quien, con fuerte identidad nacional, trabaja una epistemología dialéctica entre lo local y lo global. Sin embargo, la construcción del capitalismo rentista va en otra dirección, valorando al talento como otra mercancía que se importa, despojando de cualquier capacidad constructiva al talento nacional; en los procesos migratorios el venezolano es visto como mano de obra que se exporta. Esto lo observamos con Luis Bigott, intelectual afrodescendiente, quien es mencionado en algunos actos públicos, pero su obra estudiada de manera precaria, incluso por el pensamiento descolonial que tanto estimuló.

La idea del mestizo como “mejoramiento de la raza” para la transformación nacional, producto de la mezcla del indígena y el europeo, es sostenida por Arístides Rojas y popularizada por Andrés Eloy Blanco, con su caracterización del venezolano “café con leche”. Pero el mestizo de Andrés Eloy no oculta la influencia de la negritud en su constitución como sujeto histórico, fenómeno que, si será recurrente en la narrativa del poder que ve en la mezcla del criollo con el extranjero de las metrópolis, la mejora “cultural”, convertida en adaptación criolla del racismo. Racismo que emerge en algunas interpretaciones de la emigración. En los últimos años esta perspectiva se muestra con la idea del que emigra como aquel que no logra adaptarse a una situación generalizada de sobrevivencia y por lo tanto no está comprometido con los intereses nacionales.

Para el pensamiento político de las derechas venezolanas, el pueblo es un “Juan Bimba”, a quien hay que “asistir” pero no dar el poder, porque él solo puede ser representado por la clase política blanca o mestiza, descendiente de extranjeros blancos y educada en el arte de gobernar. La infantilización política del pueblo es racismo, sustento de la democracia de las representaciones determinadas por las burguesías blancas o neo mestizas. El pueblo es visto como muchedumbre, hordas, que deben ser educadas para poder participar en el mundo de lo político; el asistencialismo que no empodera, es una forma de racismo. Las tensiones del proceso Bolivariano entre Estado Comunal versus comunas empoderadas de su gestión, ocurre porque en realidad lo comunitario no es aún epicentro del poder político, sino una expresión de la confrontación política y la lucha de clases, cruzada por elementos de racialización.

El ideal espartano de lo militar y ateniense de lo político, hace ver al pueblo como objeto de control y ayuda. Ya sea por la vía de las ideas o de la fuerza, el pueblo debe ser controlado y asistido, es una reedición de la perspectiva griega de democracia donde el pueblo era la élite y el pueblo-esclavo un “no sujeto político”.

El desprecio por lo nacional, en un país donde el capital intenta importar la mayor cantidad de productos para apropiarse de la renta petrolera, construye la idea de un sujeto nacional que nada tiene que mostrar en el exterior. La apropiación del excedente de la renta petrolera, tomada por la burguesía mediante una cultura de las importaciones consumistas, incluye al conocimiento. Para justificar este proceso de apropiación de las ganancias generadas por el extractivismo petrolero, el conocimiento propio aparece devaluado, el nacional como objeto consumista y no como sujeto político creador.

Esto tiene un correlato en las migraciones internas y el símbolo de trabajo, disciplina y progreso que se asigna a migraciones internas del sur-occidente. Un imaginario construido por la oligarquía (godarria) andina, que a su vez es presentada como inculta por los amos del valle; la disociación entre cultura del trabajo y “alta cultura”, es resuelta por el rentismo migratorio que promueve la llegada de colonos extranjeros. Esta concepción resultaba funcional al modelo rentista que se inicia con el extractivismo petrolero en las primeras décadas del siglo XX. Ello implicó una destrucción progresiva de la actividad agrícola y el surgimiento de una burguesía importadora y ensambladora, que, en el periodo de bonanza petrolera de los setenta del siglo XX, generó el modelo cultural y de consumo “´ta barato, dame dos”, dinámica favorecida por la tesis del “buen salvaje consumidor” y de lo extranjero como “progreso” a consumir e imitar en sus formas.

Esto contrastaba con un creciente movimiento intelectual y científico que vivía en los márgenes de ese Estado de “disimulo mágico”. El asedio histórico al pensamiento disidente universitario, ha tenido un capítulo especial contra las ciencias sociales y su capacidad de alerta, denuncia y propuesta. Las ciencias sociales que históricamente aceptó el poder, fueron meros ejercicios de propaganda, de generación de propuestas para el control y el orden social, donde el pensamiento crítico se convierte en no deseado. La idea de tanques de pensamiento con producción teórica crítica de carácter secreto, cuyo uso es opcional para los instalados en el poder, forma parte de este asedio a la libertad de pensamiento en las ciencias sociales. Por ello, el conocimiento del “extranjero” que se promovía en el país, era aquel que sostenía y ampliaba el modelo de dependencia neocolonial rentista, no el que apuntaba a la creación de poder popular.

El nuevo incluido reciente y no programado lo constituyó la inmigración que llegó en las décadas de los setenta y ochenta del siglo XX al país, para escapar de la persecución política en sus países y que en su mayoría empalmó, respetando y colaborando con la construcción de un pensamiento crítico nacional. Pero esta no era la idea del extranjero que promovía el rentismo racista.

Carlos Andrés Pérez en medio de la bonanza petrolera de los setenta del siglo XX, promueve la idea de enviar a miles de venezolanos/as para formarse fuera del país, sin que ello fuera acompañado del desarrollo de una infraestructura propia para la inserción de los “nuevos ilustrados” a su retorno; se trataba en realidad de ir a comprar un modelo cultural para ayudar a fortalecer el consumo rentista en todos sus órdenes, incluido del mundo de las ideas. El estudio de José Egidio Rodríguez (2019)[3] sobre el Programa Gran Mariscal de Ayacucho (PGMA) señala que de los 15.000 becarios formados el exterior entre 1974 y 1996, 10.000 tuvieron como destino EEUU, otro número importante Europa y en un menor porcentaje a algunos países de Asia y América Latina. Esta es la emigración que promovió el Estado, conforme a su modelo rentista racista.

El rentismo es una característica de los Estados petroleros como Venezuela, que se traslada de lo económico a los planos cultural, social, político. El rentismo petrolero ampliamente trabajado por Hazem El Beblawi y Giacomo Luciani (1987) respecto al mundo árabe, ha sido utilizado como categoría de análisis para el conjunto de naciones que estructuran sus sociedades alrededor de la explotación del hidrocarburo, y ha sido trabajado recientemente por Edgardo Lander (2016/2017), Víctor Álvarez (2014), Carlos Mendoza Pottellá (2020), aportando elementos para su comprensión como realidad venezolana.

Si bien el proceso bolivariano expresa un giro nacionalista y anticolonial en su política contra las naciones imperialistas, quedó aún atrapado por una especie de neo iluminismo hacia la izquierda extranjera, buscando luces en lo externo para resolver las tensiones entre empoderamiento comunal versus asistencialismo, entre poder desde arriba y poder desde abajo. Esto se ha mostrado de manera nítida en los encuentros de solidaridad internacional con Venezuela, impulsados desde 2003, que cada vez privilegian más, en cantidad y oportunidad, a la intelectualidad foránea respecto a la nacional. No se trata de promover la xenofobia académica o política, sino de visibilizar la demanda creciente de paridad en los procesos de estudio y comprensión de lo ocurre en el país, tanto en los eventos que se promueven desde la institucionalidad como en la cobertura mediática de los mismos; se trata de reivindicar la voz de los nacionales, quienes piensan el país desde la acción de un proceso de transformación, en la dialéctica del territorio, praxis y pensamiento emancipador y resisten a nuevas formas de colonialismo intelectual. Estamos refiriéndonos a la necesidad de romper con el rentismo racista en el plano de las ideas.

La preocupación desde el poder, por unas ciencias sociales demasiado críticas e “ingobernables”, por un pensamiento alternativo venezolano visto como inestable e impredecible no siempre alineado con el poder, intentó ser resuelto “importando” ideas para oponerlas y eclipsar al cimarronaje intelectual criollo. Esta desvaloración y visión problemática de lo divergente criollo, tendría un efecto directo en la perspectiva oficial sobre el emigrante, que es considerado como problemático desleal o alienado, pretendiendo ocultar con ello las condiciones materiales concretas que dieron origen a la vorágine migratoria de los últimos años.

El marxismo explicado por foráneos para soslayar la experiencia comunitaria anti burocrática venezolana, la mirada descolonial traída de afuera desconociendo la tradición anticolonial de nuestro país, la democracia participativa interpretada por forasteros, se convierten en prácticas e ideas que terminan ocultando la potencialidad del pensamiento revolucionario venezolano, insisto, por su componente de cimarronaje contra toda forma de poder. Expresan también la tradición del extranjero ilustrado.

Para entender lo que ocurre y el abordaje de la emigración venezolana, intentamos aproximarnos desde las contradicciones epistemológicas existentes en la sociedad venezolana, la dialéctica del conflicto cultural y lo que ello expresa en el abordaje institucional, para poder entender el desenfado con el que se ha tratado el fenómeno más importante de los últimos cincuenta años de movilidad humana de venezolanos y venezolanas.

  • La situación nacional antes de Chávez (1980-1998)

Viene bajando el obrero

Casi arrastrando sus pasos

Por el peso del sufrir

Mira que mucho ha sufrir

Mira que pesa el sufrir

(Casas de cartón, Los Guaraguao)

“Para poder entender el presente se hace necesario ampliar los límites de los hechos a estudiar y comprenderlos, en un sentido histórico, de tal manera que puedan reconocerse en los actos sociales concretos precedentes, los fundamentos de lo que hoy se denomina la Revolución Bolivariana” (Bonilla, 2005;102) y en este caso los procesos de emigración

Las crisis de los precios del petróleo y de la deuda externa de comienzos de los ochentas del siglo XX impactó de manera directa a la sociedad venezolana. A partir del llamado “viernes negro” de 1983, las expresiones materiales de la crisis que ello generó, fueron trasladadas a la población trabajadora, produciendo un brutal deterioro del nivel de vida.

Estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI)[4] estiman que la inflación pasó en ese periodo fue de 9,6% en 1982 a 84,5% en 1990, alcanzando en 1997 el 99,9%. Como lo muestra el trabajo de datosmacro[5], a partir del ranking de Emigrantes por países, la emigración venezolana en el año noventa fue del 0.96%, en plena crisis política, económica y social de ese momento histórico.

La variación del precio del dólar en ese periodo tuvo varios momentos. El primero, antes del viernes negro (1980-1983) ubicado en 4,3 bolívares por dólar; un segundo, entre 1984 y 1993, periodo en el cual fue creciendo de manera sostenida año a año, de 13,55 bolívares por dólar hasta llegar a los 81,18, antesala a traspasar la frontera de los dos dígitos. El tercero, entre 1994 y 2002 que fue de 108,78 a 765 bolívares por dólar.

El desempleo[6] pasó en los noventa de 13% en 1982 a 20,9%. Esto incidía de manera dramática en las posibilidades de alimentación, cobertura de salud y escolar de la población, especialmente de las clases sociales subalternas, trabajadores, campesinos y trabajadores profesionales. El desprecio por la política se convirtió en una forma ciudadana de resistencia, ante un cuadro económico, político y social no conocido en el periodo de la democracia representativa.

El estudio de Matías Riutort (2001) muestra la evolución de la pobreza total en Venezuela, con momentos cruciales en 1982 cuando representaba el 26,4% de la población total, en 1988 donde alcanza 42,5% y se dispara en 1990 a 57,7%, alcanzando en 1997 el 62,5%, antes de la llegada de Chávez al poder.

La caída de los precios del petróleo Brent europeo, referente superior del valor del petróleo venezolano, pasó en agosto de 1989 de estar ubicado en 16, 77 dólares por barril, a 9,82 en 1998. Para un país rentista petrolero como Venezuela esta situación era dramática, afectando de manera sensible a la población trabajadora.

El impacto del brutal deterioro de las condiciones de vida de la población venezolana entre 1980 y 1998 se expresó en la respuesta popular del Caracazo de febrero de 1989, el alzamiento de los militares bolivarianos de 1992 y el amplio apoyo popular a la candidatura de Chávez en 1998.

Hugo Chávez es electo en diciembre de 1998, al cabalgar sobre esta crisis con un discurso centrado en las necesidades del pueblo e impulsando un proyecto de unidad nacional. Como advertimos al estudiar la inteligencia social venezolana “el Chávez que llega a Miraflores, a la par que aprende el arte de gobernar, trata de comprender y asumir las características del Chávez que parió el pueblo” (Bonilla, 2004; 52). Es el drama de un Chávez que trata de estar a la altura y calzar en ese otro Chávez que día a día inventa, crea y construye el pueblo. Chávez es una construcción de la esperanza social rebelde y, el hombre de carne y hueso se fue construyendo al calor del imaginario y la narrativa popular. Esto es muy importante para entender al chavismo y a Chávez, como resultado de un momento histórico concreto, rompiendo con narrativas mesiánicas, sin que ello implique desvalorar el papel del individuo en la historia (Plejanov; 1898[7])

  • El gobierno de Chávez

Es mejor perder el habla

Que temer hablar …

Entonces vamos hombre

Sostén con tu palabra

El corazón del pueblo

Para que no se caiga

(Tu palabra, Alí Primera)

Chávez se convierte en un político revolucionario novedoso que cumple lo que anunció como compromiso en su campaña electoral. Convoca en 1999 al proceso constituyente, modifica el régimen jurídico de la industria petrolera (2001) para garantizar una agenda social amplia, concibe una normativa que permita romper con el latifundio y ello genera una crisis en la alianza policlasista que lo había llevado al poder. Se produce el golpe de Estado de 2002 y la irrupción del poder popular que lo retorna en solo tres días al poder, creando las condiciones para el impulso de un proyecto de socialismo sui generis, en permanente tensión con el emerger de una nueva burguesía importadora.

Los precios del petróleo Brent europeo, comenzaron a repuntar en 1999, ubicándose a finales de ese año en 25,47 dólares por barril. En diciembre de 2005 el petróleo alcanzó la cotización de 52,64 dólares, mientras que en junio de 2008 los 128,33 dólares y en julio de 2011 los 111,62 dólares. Sin embargo, como lo muestra el estudio del economista venezolano Luis Salas, debido a las diferencias de precios entre las distintas cestas petroleras, el promedio de los precios del petróleo venezolano durante el gobierno de Chávez, fue de cincuenta dólares por barril.

Los precios de petróleo, significativamente superiores a los registrados en 1998,  crearon las condiciones materiales para impulsar un proceso de democracia económica y social, que se expresaba en las misiones sociales y educativas, los subsidios a los principales productos de consumo y la cesta básica, así como en la configuración de un imaginario social de igualdad en el estilo de vida de la clase media.

La inflación que en el 2001 había descendió al 12,5%, se elevó a 31,3% en 2003, el año siguiente del golpe de Estado contra Chávez del 2002 y de las turbulencias político-económicas generadas alrededor del mismo. Los datos de la inflación muestran un nuevo descenso el año 2006 a 13,7%; en los años siguientes hasta el 2013 cuando muere Chávez, se registran oscilaciones, entre 18% y 29%. Esta inflación que es alta, se atenúa en sus efectos en el consumidor común por un modelo de redistribución de la riqueza nunca visto antes, que genera mayor capacidad de consumo de los sectores populares, lo cual crea las condiciones de posibilidad para un cambio estructural.

Los datos de CADIVI señalan que la variación del dólar entre 2003 y 2007 escaló de 1.924 a 2.150 en el cambio oficial y a 4.350 Bolívares por dólar en el paralelo, durante el último de estos años. En el 2008 se crea el Bolívar Fuerte como moneda nacional, cuya expresión monetaria era dada por dividir en 1.000 cualquier valor y uso de cambio que se podía efectuar con el antiguo efectivo, es decir, consistía en quitarle tres ceros a la moneda. Ello ubicó el dólar en el año 2008 en 2,15 bolívares en el mercado oficial y en 5,35 bolívares en el paralelo (5.350 entre 1000 del nuevo cono monetario). En los años siguientes ocurre un proceso silencioso de escalamiento que ubicó al dólar en 2014 en 6,30 bolívares por unidad en el mercado oficial y en 144 bolívares en el paralelo; la diferencia entre uno y otro era de 137,7 bolívares por dólar. Una cifra de referencia es el salario mínimo mensual, que en ese año (2014) se ubicaba en 4.883 Bolívares, es decir, 775 dólares mensuales al cambio oficial y 40 dólares mensuales según el cambio del mercado negro o paralelo. El signo distintivo de este periodo es una variación cada vez más importante entre el dólar oficial y el paralelo, entendido este último como el mercado no oficial de divisas.

El desempleo que después del sabotaje petrolero de 2003 había alcanzado 19,1% fue descendiendo de manera sostenida hasta ubicarse en el año 2013 en 9,4%[8]. Sin embargo, estas cifras contienen el empleo con flexibilización laboral que se instauró con las misiones, un tema que será necesario estudiar de manera detallada en algún momento.

El estudio de Claudia Giménez y otros (2010) muestran que la pobreza no extrema en Venezuela descendió de manera sostenida en el gobierno de Chávez, ubicándose en 2007 en menos de 20 puntos, mientras la pobreza extrema en 6%.

La emigración venezolana que en el año 2000 se ubicó en 1,31%, alcanzó en 2010 el 1,96%, una variación de un (1) punto respecto a 1990. Esta migración tuvo oleadas, la primera, entre 2001 y 2004 en la etapa de crisis política que llevó al golpe de Estado contra Chávez y la derrota de esta aventura golpista por la movilización popular; quienes partieron fueron fundamentalmente clase media alta preocupada por el fantasma del comunismo. Con el anuncio de Chávez sobre el rumbo socialista de la revolución, la política de expropiaciones a terratenientes/ latifundistas y el impulso del poder popular entre 2005 y 2009, se produce una segunda ola de emigraciones por razones políticas; Miami, España, Panamá, Colombia, Chile, fueron destinos considerados por este tipo de emigrantes como “ideológicamente seguros”.

La enfermedad de Chávez, a partir de 2011, comienza a configurar una situación inédita que impactó en todos los órdenes de la vida pública venezolana. Chávez había desarrollado un estilo personal y caudillesco de liderazgo, que le convertía en modulador de los distintos equilibrios del poder y, al ser una figura central de la institucionalidad su enfermedad y posterior muerte en el 2013, generaron un vacío político enorme, aún no cubierto hoy

Chávez en la que sería la última decisión de su estilo de liderazgo, designó a Nicolás Maduro Moros como su sucesor. No corresponde trabajar en este artículo las implicaciones de la lógica de sucesión en los límites de la democracia y el socialismo, pero evidentemente ello tendría un impacto en el curso de los acontecimientos futuros. Maduro no representaba a todos los fragmentos del caleidoscopio chavista, y eso generó fricciones y decantaciones en el liderazgo del proceso Bolivariano, especialmente en las capas de alta y media burocracia; se trataba de un reacomodo que tendría impacto en las correlaciones de fuerzas de la lucha de clases. Sin embargo, contrario a muchos pronósticos Nicolás Maduro se ha sostenido en el poder durante ocho años y ha construido nuevas correlaciones de fuerzas.

La elección e inicios del primer gobierno de Maduro están marcados por la crisis mundial de los precios del petróleo, que de manera inmediata golpea a todas las políticas públicas, y ello impactó de manera inmediata y directa en la agenda social.

  • El gobierno de Nicolás Maduro

Hace años que no te veo

Que no te veo

Cajón de Arauca apureño

Cómo te recuerdo aquí,

Óyelo bien

Con cien leguas de por medio

(Simón Díaz, Cajón del Arauca Apureño)

Al presidente Maduro le ha correspondido gobernar en un periodo especialmente difícil. Como lo hemos dicho, la muerte del comandante Chávez creó un importante vacío en el modelo de equilibrios transformadores, que profundizó la disputa entre la vieja y nueva burguesía importadora, con el pueblo en el medio sufriendo los daños colaterales de la disputa. La brutal caída de los precios del petróleo puso en cuestionamiento al rentismo de la economía y la sociedad y, como si esto no fuese poco, arreciaron las iniciativas internacionales contra la revolución Bolivariana, mediante las sanciones del imperio norteamericano y el club de naciones imperiales.

Las nuevas modulaciones para resolver las correlaciones de fuerzas parecieran estar mediadas ahora, por la lógica sindical, de alianzas contingentes para mantener la mayoría del “sindicato-país” en cada coyuntura. Sin embargo, como lo ha mostrado a través del tiempo, en el sindicalismo existe la amenaza permanente del surgimiento de castas de burocracia sindical, con lógica de sobrevivencia a coste de pactos y acuerdos, que terminan desdibujando los proyectos gremiales iniciales; la evolución del sindicalismo que dio origen al Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil es expresión de ello. La apuesta gubernamental durante este periodo, se ha orientado a resolver el día a día, con un horizonte estratégico difuso, con un rumbo que a todas luces desdibuja el proyecto Bolivariano inicial. Es justo señalar que ello pone en evidencia una carencia de vieja data, la falta de una dirección colectiva del proceso, que permita hacer síntesis del caleidoscopio revolucionario Bolivariano y sostener el vínculo con el palpitar popular.

La combinación de factores de agresión imperialistas externos, una derecha apátrida interna y la política “entre dos aguas” del gobierno, crea un peligroso cóctel de crisis multidimensional. Veamos algunos indicadores de este periodo. El precio de la cesta OPEP del petróleo que había estado por encima de los 110 dólares por barril en 2011, descendió en 2014 a 60,23 dólares por barril, en 2015 a 33,67, mientras que 2016 cayó a 26,5 dólares. La decisión de la administración de Obama de declarar en 2015 a Venezuela “amenaza para la seguridad nacional de los EEUU”, se convierte en un ingrediente que afecta de manera especial a la producción y comercio en la actividad petrolera, lo cual en un país de economía rentista petrolera ha significado un impacto directo en las condiciones materiales de vida de la población venezolana.

Si bien a partir de 2017, los precios del petróleo han oscilado entre 62,06 dólares por barril hasta registrar en noviembre de 2020 los 41,41 dólares por barril, esto no ha significado ingresos significativos para Venezuela. Las sanciones a la economía y el comercio venezolano, decretadas en 2018 por la administración de Trump, que se convierten prácticamente en embargo en 2019, vuelven dramática a la situación económica y financiera de Venezuela.

Pero ya antes que ocurrieran las sanciones, a partir del año 2014, la economía comienza a marcar una notable diferencia respecto al comportamiento que se había observado entre 2001 y 2013. Mientras el Producto Interno Bruto (PIB)[9] per cápita del país en 1983, en plena crisis del viernes negro, fue de 4883 U$, cayendo en 1990 a 2.270 U$, no fue hasta 1998 cuando logró repuntar ubicándose en 3970 U$. Es en el 2001 cuando el PIB per cápita logra superar las estimaciones de 1983, al ubicarse en 4964 U$, teniendo una caída en el 2003 a 3266 U$, producto de los efectos del golpe de Estado contra Chávez y la paralización temporal de la industria petrolera.

A partir de ese momento, desde 2004 hasta 2008 el PIB per cápita tuvo un crecimiento sostenido hasta alcanzar en 2008 los 11.079 U$, casi tres veces del alcanzado en 1983. A pesar del efecto de la crisis económica mundial y de la caída de los precios del petróleo, el PIB per cápita en Venezuela en 2009 se ubicó en 9558 duplicando las cifras de 1983. Después de llegar a 12.180 U$ en 2011, el año que Chávez se enfermó, cayó a 6.748 U$ en 2013 cuando muere. El breve repunte de 2015 que llevo el indicador del PIB per cápita a 10.568 U$, fue seguido por una caída sostenida los años siguientes, descenso del cual no se ha podido levantar ubicándose en 2019 en 2.299[10] muy por debajo al de 1983 cuando se inicia la crisis económica en Venezuela y de 1989 cuando el caracazo.

Según la Revista Fortune (2014) Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA) era en 2014 la compañía número cuarenta y uno, de las grandes corporaciones del mundo capitalista, con activos estimados en 218.916 millones de dólares e ingresos de 120,979 millones de dólares[11]. Según el informe de riqueza global de Credit Suisse (2014)[12], el total de la riqueza de Venezuela eran ese año de 131 mil millones de dólares. Es difícil de entender el declive de la industria petrolera en solo cinco años; el argumento de culpar de ello solo al bloqueo norteamericano resulta insuficiente, habida cuentas de que otros países sancionados como Irán o Siria no han vivido esta destrucción de su industria petrolera en tan corto tiempo. Este es un balance pendiente para entender el curso de los acontecimientos actuales y el resultado de las disputas inter burguesas en Venezuela.

Paralelo a la caída del PIB, durante este periodo comienza a dispararse de manera inusitada la inflación; según datos del FMI en 2014 fue de 57,3%, en 2015 de 111,8%, en 2016 de 254,4%, en 2017 de 493,6%, en 2018 alcanza la astronómica cifra de 929.789,5%, justamente el año que se inician las sanciones norteamericanas a Venezuela, aunque en términos reales su impacto no fue inmediato. El Banco Central de Venezuela (BCV)[13] reportaría una inflación de 9.585,5% en 2019, mientras no se cuenta aún con una cifra oficial de la inflación estimada al cierre del año 2020.

El precio del dólar en el periodo 2015 al 2018, se mueve de 182 a 243.478 bolívares por dólar. La vuelta al Bolívar como moneda nacional en 2018, implica que se le quitarán nuevamente dígitos, en esta oportunidad dos ceros adicionales a la anterior conversión, lo cual nos permite entender el nuevo momento del valor cambiario. El valor del dólar a inicios del 2019, se ubica en 2504 Bolívares (250.400 entre 100 producto del nuevo cono monetario) y llega en la última semana de noviembre de 2020 a la cifra de 1.200.000,90, es decir, más de un millón de bolívares por dólar, mientras el salario mínimo mensual se ubica en 1.200.000 bolívares; un docente a dedicación exclusiva con más de 20 años de servicio y doctorado, no devenga más del equivalente a 10 dólares mensuales. La involución del poder adquisitivo del salario de los y las trabajadoras/es pareciera proporcional a su estimación nominal[14]. El proceso de entrega de las bolsas de alimentos de los CLAP ha sido criticado, porque solo llegan a quienes cuenten con carnet de la patria[15] y su periodicidad es irregular.

A pesar que el gobierno diseña un programa compensatorio coordinado a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), consistente en una bolsa alimentaria mensual a costo de 150.000 bolívares (casi 10 centavos de dólar), ella apenas alcanza para el consumo de una semana en una familia promedio de cuatro personas y, es incompleta, los rubros que la conforman no incluye proteínas, tampoco frutas, verduras; es apoyo para una alimentación a bases de grasa (aceite), carbohidrato (pasta, arroz, harina), ocasionalmente una o dos latas de sardinas.

Ante las presiones del sector gremial y sindical de los trabajadores por aumento salariales, contratación colectiva, indexación salarial y un salario social realmente efectivo, el gobierno venezolano emite en el año 2018 el memorando 2792[16] que congela los contratos colectivos y los procesos de negociación de aumentos salariales, dejando los aumentos salariales a la discrecionalidad del ejecutivo. Esto confirma una ruta gubernamental, en la que la crisis recae sobre el mundo del trabajo, pulverizando el salario real de los y las trabajadoras/es.

No existen datos oficiales sobre la pobreza y la pobreza extrema en la actualidad, pero con el nivel de remuneraciones de les trabajadores por debajo de 20 dólares mensuales, es decir, menos de un dólar diario, las cifras de pobreza deben ser terribles.

Estas situaciones, drásticas de conjunto, disparan la dinámica migratoria. Se genera un nuevo movimiento emigratorio entre 2013 y 2018, con la característica que en este caso estaba compuesta en su mayoría por profesionales jóvenes y personas de mediana edad, quienes marchaban buscando desarrollo profesional. En los últimos dos años la emigración venezolana ha sido fundamentalmente de clase trabajadora, con un gran componente de juventud. La empresa Datosmacro (2020) señala que la emigración venezolana en 2015 alcanzó el 2,30 de la población, mientras que en 2017 se ubica en 2,24% y en 2019 alcanza el 8,73%, una cifra que indica que son 2.519.780 los/as emigrantes venezolanos/as, de los cuales el 51,7% son mujeres.  Mientras la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)[17]  habla de más de cuatro millones de emigrantes venezolanos/as, el gobierno venezolano menciona cifras que oscilan entre los cuatrocientos mil y seiscientos mil emigrantes.  Por eso, hemos preferido usar la cifra ponderada de datosmacro, que se ubica en el intermedio entre ambas estimaciones. La opacidad de las estadísticas venezolanas impide contar con fuentes oficiales confiables que indiquen metodologías de construcción, por lo cual hay que acudir a estimaciones privadas o de algunas universidades.

No todos quienes se marchan son pobres, algunos/as lo hacen por razones ideológicas o comerciales. En abril de 2020, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó el estudio de la Gran Encuesta Integradas de Hogares (GEIH)[18] de Colombia, que muestra que el 1% de los migrantes venezolanos residentes en ese país (aquellos con más de 5 años de residencia), son emprendedores que generan cada uno un promedio de 3,9 puestos de trabajo en ese país. Por supuesto ello corresponde a quienes tenían sus estatus jurídico resuelto, cultura migratoria y capital para invertir; no es el caso de la mayoría.

Un sondeo hecho para esta investigación, entre 520 familias, ubicadas en distintos Estados y ciudades del país, arrojó que todas tenían por lo menos un familiar en condición de emigrante; algunas de ellas a todes les hijes menores de cincuenta años. El fenómeno de la emigración es valorado con especial dramatismo por parte de quienes se quedan.

Ciertamente la salida masiva y acelerada de población ocurrida en los últimos años tiene una base material en el deterioro, a niveles infrahumanos, del poder adquisitivo del salario de los y las trabajadoras, fenómeno acrecentado a niveles exponenciales por el bloqueo norteamericano a la economía nacional (rentista e importadora) y la crisis política existente. La agenda social del gobierno, es en términos prácticos, cada vez menos efectiva, profundizando con ello los efectos cotidianos del desastre económico.

Cuando iniciamos esta investigación no aparecía en el horizonte el fenómeno del Coronavirus, que ha impactado en la dinámica migratoria nacional. Hoy son miles de venezolanos y venezolanas, quienes regresan al país por las políticas de deportación/expulsión y control migratorio impuestas en algunos países de la región, pero también porque con los confinamientos a los que estaban sometidos no les hacía posible trabajar, en especial a quienes laboran en la economía informal y no reciben ingresos que les permita pagar hospedajes y alimentarse.

El gobierno venezolano habla de unas 200.000 personas que han regresado mediante los vuelos humanitarios y por las fronteras terrestres, un número importante, que de ser cierta esta cifra, equivaldría a una décima parte de quienes han partido. Al retornar a Venezuela se encuentran con antiguas y nuevas dificultades para sobrevivir, en un contexto de cuarentena y toques de queda, cuando la mayoría de quienes retornan son trabajadores informales.

Sin embargo, la pandemia no detuvo la emigración. Muches de quienes regresaron y otros que inician la experiencia, se preparan para partir, en el caso de les primeros/as con experiencia acumulada. De hecho, la primera semana de noviembre 2020, se pudieron observar a miles de ciudadanos partir por los caminos y la frontera colombo-venezolana, especialmente a través de San Antonio del Táchira-Cúcuta.

  • La perspectiva de la investigación

“Unida con lazos (bis),

Que el cielo formó (bis), La América toda.

Existe en nación”

(Himno Nacional de Venezuela,

Himno patriótico del periodo de

independencia nacional)

El propósito de la investigación es realizar una aproximación cualitativa al estado del arte de la migración venezolana entre 2014-2020, especialmente, de la población comprendida entre 18 y 35 años de edad.  Para ello, la comprensión de múltiples factores que inciden en esta emigración masiva, permite un abordaje despolarizado del problema; este no es un tema menor, en un país en el cual muchos de los análisis están sesgados por premisas ideológicas, mientras la mayoría de las familias ven desgarrado sus vínculos y afectos. De la migración por razones políticas de un pequeño sector de la clase media y clase media alta, se pasó a la migración masiva del pueblo trabajador como opción de sobrevivencia. Para el ciudadano común, poder sobrevivir trasciende las posiciones políticas ideológicas, como se fue develando en el estudio que realizamos.

El trabajo coordinado por Gandini, Lozano y Prieto (2019) sobre la crisis migratoria venezolana resultó un referente de especial interés para la investigación, fundamentalmente de las condiciones de partida en los procesos de emigración, que determinarán las posibilidades de regularizar o no la situación jurídica en el país de llegada. Pedone, Mallimaci, Gutiérrez y Delmonte, (2019) y, también Pedone y Mallimaci (2019), en sus estudios sobre la migración, especialmente la venezolana en Argentina, introducen un tema de especial interés para esta investigación: la formación profesional como elemento determinante a la hora de escoger el país al cual emigrar. Sin embargo, el poder acceder a empleo no garantiza que sea en situación de igualdad con los nacionales, ya que en muchos casos es precarizado, con bajos salarios y sin la debida seguridad social al carecer de registros laborales.

La presente investigación tomó en cuenta los estudios de Claudia Pedone sobre trasnacionalismo familiar, siendo especialmente útil sus explicaciones respecto a cómo los “desplazamientos se generan a partir de decisiones que involucran a la mayor parte de los miembros de grupos domésticos extensos” (Pedone,2011:230). La migración venezolana en el periodo estudiado, ha sido parte de una estrategia familiar para la sobrevivencia, el desarrollo profesional y la inserción laboral. Pero ha significado desgarramientos sociales profundos, al separar parejas y replantearse los vínculos con hijos e hijas pequeños, hermanos, padres, así como el sostenimiento de vínculos mediante la comunicación soportada en medios virtuales. La desterritorialización ha creado modelos familiares no conocidos hasta ahora en Venezuela, al menos de carácter masivo y en los sectores populares; hijos, hijas, madres y padres forzados por las circunstancias a vivir en países distintos, dialogando a diario a través del WhatsApp, Skype u otras redes sociales produciéndose interacciones y conflictos desconocidos en el país, al menos como fenómeno social.

La perspectiva interseccional como enfoque que contribuye a valorar “la manera qué convergen distintos tipos de discriminación que apuntan a las estructuras de clase, racismo, género y sexualidad” (Pedone, 2018:53), resulta de especial interés para esta investigación.

Las intenciones de reunificación familiar en el extranjero, como lo señalan Gil Araujo y Pedone (2014), generan nuevas tensiones y preocupaciones familiares, que en el caso de la emigración venezolana tienen la dicotomía de confirmar o quebrar el imaginario del “mejor vivir” en el extranjero. Interesa a este estudio precisar la intención de retorno o las posibilidades y/o características del reagrupamiento familiar en el extranjero, con nuevos incluidos: cultura, parejas, hijes, amigos. En ese contexto se indaga sobre la situación de la emigración femenina, en cuanto a su diálogo trasnacional con los derechos.

Trabajamos con 98 entrevistas estructuradas en profundidad, con población entre 18 y 35 años de edad, de ambos sexos, ubicados en 10 países. Algunas se hicieron de manera presencial y otras por Skype, Zoom y WhatsApp. La selección se hizo a partir de identificar núcleos familiares en 14 estados de Venezuela, que contaban con integrantes en condición de emigrantes. Las preguntas de trabajo procuraban indagar sobre las historias familiares, el número de inmigrantes del núcleo familiar, la autoidentificación de pertenencia a clase social, las causas que llevaron a tomar la decisión de partir del país, las expectativas de vida y desarrollo profesional, la incidencia del tema salarial y de condiciones materiales de vida, el proceso de construcción del proceso migratorio, la elección del destino, el conocimiento de los requisitos para resolver la situación jurídica en el país de acogida, la ruta y medio de emigración, las dinámicas de inclusión y/o rechazo, las expectativas de regreso, entre otros temas.

De los noventa y ocho entrevistados(as) 53 son mujeres y 45 hombres. Aunque la selección fue hecha al azar, estos números se corresponden al informe de macrodatos (2019)[19] que señala que el 51% de emigrantes venezolanos son mujeres. Las mujeres entrevistadas se ubican en 9 países (Argentina 5, Chile 5, Perú 12, Colombia 15, Panamá 5, República Dominicana 1, México 6, Estados Unidos 3, España 1) y los hombres en 10 (Argentina 5, Chile 3, Perú 10, Colombia 16, Panamá 3, México 3, Estados Unidos 1, España 3, Australia 1).

La investigación etnográfica se fundamentó en entrevistas en profundidad, que se complementaron con cinco visitas a la frontera entre San Antonio- Cúcuta y Ureña-Cúcuta en el Estado Táchira, dos visitas al paso de la Guajira en el Estado Zulia, una visita a Darién en Panamá.  Lamentablemente la cuarentena de la pandemia no permitió visitar otras fronteras calientes como la de Colombia con Ecuador. Una cuarta parte de las entrevistas realizadas, requirieron la formulación de nuevas entrevistas en profundidad, para ahondar en el conocimiento de las perspectivas de les emigrantes y su situación actual.

  • La frontera como problema para la emigración

La canción del río que lleva
melodías de espuma,
panoramas de Capacho Borotá y sus brumas,
las campanas de la ¨Ermita¨ La Potrera y La Bermeja,
todos son recuerdos que se anidaron dentro de mí.

(Tierra Tachirense, Chucho Corrales)

Muchos se imaginan las fronteras terrestres entre Venezuela y Colombia como un entramado de carreteras, alcabalas, peajes, donde los emigrantes sellan sus pasaportes y acceden al otro país, con claras distinciones entre la población venezolana y colombiana. Nada más alejado de la realidad. Los siete pasos fronterizos oficiales, pero la Aduana de San Antonio, las Alcabalas de Ureña, Delicias, Puerto Santander, Arauca, Paraguaipoa y la que colinda con la Inírida, son solo una parte de la telaraña de caminos, veredas y pasos temporales que parecieran amarrar los dos territorios.

En el Zulia la Guajira es una sola, no existe eso que los mapas indican como Guajira venezolana y Guajira colombiana; un solo pueblo vive en un territorio que se adentra en las dos naciones. La Guajira expresa la plurinacionalidad de los Estados venezolano y colombiano, un hecho aún no reconocido en el estamento jurídico.

Todo tachirense tiene una familia en el sector de La Parada o en Cúcuta, mientras los y las colombianas/os cuenta con parientes en San Antonio, Capacho, Las Dantas, Rubio, Palmira, Colón, San Cristóbal, La Grita o La Fría. La burocracia gubernamental de Bogotá y Caracas suele desconocer esta dinámica de frontera.

El contrabando ha sido una constante histórica en estos linderos nacionales. En un periodo el café, en otro la caña de azúcar, en la actualidad el combustible, constituyen los artífices centrales de esta dinámica. Todo se comercia a un lado y otro de la frontera, de acuerdo a las fluctuaciones de la moneda y precios en cada país; café, granos galletas, cervezas, línea blanca, todo se pasa de un lado a otro. Las alcabalas suelen ser referenciales, pero las trochas son la verdadera ruta para el ingreso de las mercancías; debajo del puente Simón Bolívar que conecta a las dos naciones, un ejército de hormigas humanas, con bicicletas, carretillas y en los hombros transporta lo que tendría dificultades para justificar en las Aduanas.

Nueve de los veintinueve municipios de Táchira son territorios en permanente disputa entre fuerzas guerrilleras y paramilitares, mientras las fuerzas del orden público a ambos lados del río Táchira no pueden controlar el fenómeno. Los habitantes han aprendido a convivir en esta realidad, en la cual la vida pende de un hilo, ante la disolución práctica de los Estados nacionales.

Antes del cierre de fronteras entre Colombia y Venezuela, más de dieciocho mil vehículos pasaban diariamente la frontera del Táchira al Norte de Santander, mientras por esa vía y por el corredor Boca de Grita-Puerto Santander se contrabandeaban 15 millones de litros de gasolina mensualmente; de retorno ingresaban a Venezuela las mercancías que escaseaban[20]. En estos territorios la legalidad tiene subjetividades muy particulares. La carencia de fuentes de empleos fijos y estables, ha convertido lo ilegal en socialmente aceptado. Miles de familias han vivido del contrabando de combustible y de otros rubros.

En un contexto de ilegalidad normalizada muches jóvenes emigrantes que no tenían sus documentos en regla, especialmente el pasaporte, optaron por usar las rutas de los “ilegales”, por ello, no cuentan en las estadísticas oficiales. Los que, si contaban con pasaporte vigente, tenían que soportar largas colas en un territorio donde todo el mundo es sospechoso.  Este fenómeno tiene contrapartes en todos los puntos de paso fronterizo, lo cual añade drama a quienes deben salir por tierra.

  • Dinámicas complejas de la emigración de jóvenes venezolanos/as

Los que se quedan, los que se van

Algún día volverán…

¿Dónde está Juan?

‘Ta en Panamá.

Valentina

¿Dónde está Luisa?

Está en Suiza

Y Cristina en Argentina

Y La Gorda en Colombia

Y Ramón en Japón oyendo Oscar de León,

Patricia en Canadá,

Esperanza está en Francia,

Antonio, Aurora, Yvette están en USA,

Zurima en India tarareando Simón Díaz

Y Nadia en España y Sofía en Turquía,

Vanesa en México, Fernando está en Chile,

La Gocha en Escocia, Nicanor en Ecuador,

Estrella en Italia friendo empanada,

Carlitos en Alemania, Nataly está en Brasil,

Ana en Dominicana recordando Choroní,

El Cumanés en Arabia, la Maracucha está en Rusia

Manuela en Australia, pero quisiera está en Caracas

(Los que se quedan, los que se van, Desorden Público)

El primer encuentro con rostros humanos de la emigración no fue fácil. Nos encontramos con especiales aprensiones/desconfianza por parte de les sujetos con quienes se dialogó, que en muchos casos se autoperciben como “clandestinos” o en situación migratoria inestable, para quienes “hablar” sobre su cotidianeidad se convierte en un desafío. En el caso de las mujeres sin regularidad jurídica la posibilidad de encuentro con el investigador fue especialmente complicada; ello tiene como base la discriminación, abuso y xenofobia que muchas han sufrido y que a las otras les hace estar en alerta permanente. Las asimetrías de género son patentes en los procesos migratorios de las mujeres. Muchas de ellas narraron intentos de abusos sexuales o agresiones físicas, e incluso cómo fueron víctimas de cámaras ocultas en los lugares donde se vestían en sus trabajos, lo cual evidencia que la persistencia del patriarcado y el machismo están marcando las trayectorias migratorias femeninas en la región.

La movilidad permanente de muchos/as de los/as emigrantes, por razones laborales, de vivienda o por salvaguarda de su integridad física, añadió dificultades a los registros, pero también develó la importancia de la investigación.

  • Las familias migrantes opinan

Las familias de los/as emigrantes entrevistados/as, destacaron que la crisis económica y política fueron los principales factores generadores de la emigración de los últimos tiempos, los cuales perciben que lejos de solucionarse se agravan. Todas las familias con las cuales trabajamos, sin excepción alguna, señalan que estamos en presencia de una profundización de la crisis de gobernabilidad y no ven solución en el horizonte próximo. No poder contar con salario, ni ingresos suficientes para garantizar la comida diaria, fue un factor determinante, no sólo para apoyar, sino en muchos casos para estimular el inicio del proceso emigratorio.

Al tener escindido su núcleo familiar, les familiares de emigrantes que permanecen en el país, tienden a ubicarse en uno de los extremos de la polarización política y el desencuentro, ya sea culpando al bloqueo norteamericano o al gobierno de Nicolás Maduro. Polarización que contradictoriamente toma distancia de los liderazgos visibles de ambos campos.

Como resultado de la polarización política, en la sociedad venezolana se han instalado los relatos de “traidores” o “víctimas” para referirse a quienes emigran, lo cual limita la aproximación desprejuiciada a la complejidad del fenómeno y las consecuencias que ello tendrá en el futuro para la nación venezolana. Esto se puede constatar en los medios de comunicación social, pero también en la cotidianidad de las conversaciones de les ciudadanes sobre el tema. Este abordaje maniqueo no da cuenta de las múltiples facetas de la emigración.

La precariedad en la cual viven millones de venezolanos/as ha generado un traslado de las narrativas de lo político hacia el humor, especialmente el humor negro. Es necesario destacar que esta particular despolitización, por la precaria situación material de sobrevivencia, ha generado respuestas individualistas, pero también solidarias. Mientras el fenómeno del bachaqueo[21] desató estilos y prácticas de usura en la micro política del barrio, también emergieron clubes de intercambio, ventas campesinas a precios justos, ollas comunitarias.

La iniciativa de los CLAP contribuyó a la organización social para enfrentar la crisis y a pesar que en muchos casos también derivó en clientelismo político, marcó una ruta de educación sobre formas de organización desde abajo para enfrentar el actual trance. Sectores a quienes no les llegan las bolsas de alimento de los CLAP o que no resultan suficientes, comenzaron a establecer redes de comercio y consumo solidario, esquivando el binomio de especulación y complicidad con estas prácticas, por parte de comerciantes usureros y sectores de la burocracia.

Treinta y cuatro de les progenitores de les emigrantes entrevistades, no tenían título universitario, pero si un oficio permanente, cuarenta y dos contaban con una titulación universitaria, algunos de ellos docentes y funcionarios públicos activos o jubilados, los restantes veintidós eran trabajadores independientes, algunos de la economía informal y otros pequeños productores del campo. Ochenta y nueve de las familias vivían en distintos contextos urbanos, mientras nueve en medio rural.

  • Críticas a la educación

Tanto las familias como les emigrantes, insistían en que la educación escolar no les había dado herramientas conceptuales y procedimentales para emprender procesos migratorios y que, en consecuencia, se requería una educación para los procesos migratorios como requisito para el desarrollo democrático en el siglo XXI. Todes reconocían que se había ampliado durante los últimos años la cobertura escolar y las oportunidades de estudio, pero tenían críticas a la calidad centradas en a) la actualidad de muchos de los contenidos, especialmente en lo referido a las innovaciones científicas y tecnológicas, b) la precariedad de la infraestructura tecnológica escolar y la conectividad, c) las limitadas posibilidades de inserción laboral en el país al obtener los títulos.

La crisis educativa del COVID-19 es vista como muestra de las limitaciones del aparato escolar para dar respuesta a los nuevos desafíos epocales, Todes los/as entrevistados/as relataron como familiares o hijes de amigos y amigas no habían podido conectarse para estudiar durante la pandemia por problemas de electricidad, conexión a internet, acceso a equipos. Y aquellos que habían podido hacerlo mostraron su inconformidad con el estilo de estudio frente a una pantalla. Plantearon la necesidad de abrir un debate nacional sobre la educación para garantizar una salida nacional a la crisis actual.

  • Causas que motivaron la emigración vistas por les jóvenes

Respecto a las causas que les llevaron a tomar la decisión de partir, cuarenta y cinco de las mujeres señalaron, en primer lugar, razones de sobrevivencia por la dramática situación económica y la crisis política en la que estaban viviendo los últimos años, mientras que seis expresaron que lo hacían para desarrollarse profesional y laboralmente; las dos restantes, adujeron razones ideológicas. En todos los casos la situación económica aparece como primera o segunda causa. Si lo desagregamos por edades, encontramos que quienes señalan razones políticas pertenecen al grupo etario menor de 30 años. Lo que nos interesa subrayar es que el determinante en ambos grupos etarios en las mujeres, ubica la razón de partida en la difícil situación económica. Nathaly, venezolana en Argentina narraba

“La principal fue la condición económica, la no correspondencia en lo que tenía como sueldo y de comprar lo que necesitaba, y no estoy hablando de lujos, estoy hablando de la posibilidad de poder mantenerme a mí misma y pagarme mis gastos. La primera condición por la cual salí es la económica”. (Nathaly, 24 años, Argentina)

Las razones de partida que argumentan los hombres varían de manera importante: veintitrés hombres señalan que lo hacían por razones económicas, para conseguir trabajos con salarios dignos, mientras que dieciocho para vivir en otras culturas, dos para seguir estudiando y dos por razones políticas.  Roberto (31 años, Sao Paulo, Brasil) nos contó

“una cosa es tener diferencias políticas, pero otra la irracionalidad con la cual la oposición y el gobierno resuelven sus diferencias. Al final, ha sido el pueblo quien ha pagado las consecuencias, mientras ambos sectores se presentan como salvadores”. Josefina emigrante en Brasil nos indicaba “… me parece normal que los políticos piensen distinto y eso no me importa, pero es muy arr… que su desencuentro lo pague el pueblo, con enfrentamientos que ya no son de palabra sino a tiros” (Roberto, 31 años, Oaxaca, México)

Por su parte, Sonia quien emigró a Panamá nos relataba:

“Me agotó la demagogia. Inicialmente el tema de las guarimbas me fastidió demasiado, la mugre, todo quemado, la basura, creo que reflejaba la imposibilidad de hablar, de dialogar de ponerse de acuerdo, y también pues comencé paso a paso a no escuchar noticias a eliminar los grupos de WhatsApp, sobre todo para tener sanidad mental, no quería escuchar más a ningún bando, dejé de escribir cosas de orden político en mis redes sociales, porque sentía que no me generaba paz, comencé hacerlo desde el 2018 y me siento muy contenta de haber hechos esto, dejé de vincularme con la escena política de verdad estaba muy agobiada y agotada de todos. Yo estuve muy vinculada a temas políticos durante mucho tiempo y no aguanté la decepción, y para no sentirme frustrada o triste tenía que desvincularme, comencé sencillamente a alejarme gradualmente de este ámbito” (Sonia, 26 años, Panamá)

Noventa y seis de les entrevistades colocaban a la inseguridad y el deterioro de los servicios como la tercera causa de emigrar. Rafael, señalaba que

“es imposible vivir sin salario, sin agua, luz, internet, con policías ladrones y asesinos, teniendo que pagar en dólares todos los trámites para recuperar los servicios” (Rafael, 29 años, Australia,);

Aleja indicaba

“ahora son los mismos empleados que desconectan la línea telefónica o el internet, la luz o el agua, para que las comunidades o los vecinos les paguen en dólares la reconexión. Los bajos salarios están haciendo desaparecer al gobierno, al Estado. Ahora salvase quien pueda” (Aleja, 25 años, Perú,)

Cuarenta de los hombres entrevistados cuestionan abiertamente las políticas gubernamentales en Venezuela, en contraste, cinco las justifican por tensiones geopolíticas, especialmente la injerencia norteamericana contra Venezuela. Para las mujeres la política pareciera tener una comprobación en lo concreto, que no es despolitización, sino una racionalidad más práctica de la dimensión política, menos ideologizada por meta discursos de izquierdas o derechas.

La carencia de efectivo se mostró como un añadido que impactó. Marta nos contó:

“cuando llegué a Argentina, en una oportunidad me acerqué a un cajero a sacar efectivo, solo en ese momento hice conciencia del problema del efectivo en Venezuela, yo lo había naturalizado, para mí era normal no usar el cajero, no tener efectivo, los deje de usar desde el 2016. El problema con el efectivo en mi ciudad comenzó desde el 2015, pero en el caso de nosotros por estar tan cerca de Colombia, se hizo un negocio con el efectivo porque los vendía en frontera, comenzó un calvario. Los bancos comenzaron a limitar el efectivo, todo se empeoró por los cortes de electricidad. Este último año en el 2019, la mayoría de los bancos tenían cerrados los cajeros por que los agredieron en una oportunidad con las guarimbas y no los volvieron habilitar, estos extendieron los horarios, trabajaban hasta los sábados, intentaron ayudar. El tema del efectivo se convirtió en un negocio en frontera y fue un calvario para mí” (Marta, 29 años, Buenos Aires, Argentina)

En el caso de Airam, un emigrante originario de Anzoátegui quien ahora vive en Medellín, nos señalaba que además de las razones expuestas arriba, al ser comerciante debió emigrar porque la inflación descontrolada le llevó a la quiebra.

El pequeño negocio que tenía en el oriente del país, dejó de ser rentable porque los costes de reposición de mercancías eran superiores a la recuperación del capital más ganancias. (Airam, 31 años, Colombia)

  • Costos de la emigración

Emigrar es costoso. Nos informaron las familias que poner en marcha un proceso de emigración implicaba cuantificar los costes de los pasajes (aéreos o por tierra), alimentación en la ruta y para por lo menos por un par de semanas, mientras pueden obtener recursos propios, algún aporte para apoyar al amigo o familiar en cuanto a arriendo o un promedio de 200 dólares mensuales para ubicarse en una habitación humilde. Además, de alguna previsión para cubrir una pequeña emergencia.  Partir demandaba por lo menos 700 dólares para quienes marchaban por tierra y alrededor de 1.500 dólares para quienes lo hicieron por avión. Estimado que no incluye las coimas y los costes de trámite de los documentos de identidad, legalización y apostillado que de conjunto los ubican en unos mil dólares adicionales. En un país, en el cuál el salario más alto no alcanza los 30 dólares mensuales, estas cantidades se convierten en una fortuna.

Conseguir estos recursos se convirtió en esfuerzo familiar colectivo, en el primer reto para la emigración como estrategia colectiva. En algunos casos se tuvieron que vender propiedades, en otros se contrajeron deudas o se embargaron bienes, todo ello con la esperanza de poder recuperar lo invertido con las remesas que enviarían quienes parten. Como lo muestran Solé, Parella y Cavalcanti (2007) y Pedone (2019), esta es una característica del trasnacionalismo familiar en los procesos migratorios

  • Oportunidades de estudio

Cuando les preguntamos a las mujeres sobre las posibilidades de acceder al estudio en su hogar, si había distinciones entre hombres y mujeres, cincuenta y una señalaron que en sus hogares se priorizaba el estudio para las mujeres, una que era igual y la otra que era más fácil para los hombres. En el caso de los varones, al preguntarles sobre este particular, cuarenta y uno señalaron que la prioridad en el apoyo al estudio siempre era para las mujeres, mientras que tres a los varones y, uno que era igual determinado por el esfuerzo que uno u otra hiciera.

La evidencia empírica muestra un mayor número de mujeres en la educación superior y aunque las estadísticas son muy opacas, todo pareciera confirmar esta tendencia histórica. El trabajo de Rosaura Sierra Escalona denominado “Más mujeres graduadas y menos mujeres ocupadas. El dilema de la feminización de la educación superior en Venezuela (1970-2001)”, publicado en Cuadernos del CENDES (2005)[22], mostraba que las mujeres representaban en 1985 el 55,4% del total de inscritos en las Instituciones de Educación Superior (IES) y, que ese porcentaje se había elevado en 2001 a 59,3%. Si bien, este porcentaje variaba por carreras aumentando en las ciencias sociales, humanistas y las medicinas, en las ingenierías y las llamadas ciencias duras disminuía. Una información del 3 de diciembre, de la Federación de Estudiantes Universitarios de Venezuela (FEUV) señala que en el 2020 la matrícula femenina alcanza el 68%[23].

Estos datos parecieran confirmar las informaciones suministradas por les entrevistados. Las razones de esta tendencia, diferente al resto de la región, son de signo variado, entre otras de carácter antropológico que se remontan al protagonismo femenino en la lucha de resistencia y la religiosidad indígena (María Lionza como ejemplo), la representación simbólica de la Negra Matea para el cimarronaje afrodescendiente, el protagonismo femenino en la guerra de independencia (Manuela Sáenz, Juana la Avanzadora, entre otras). Cada día, es más creciente el protagonismo femenino en la organización social, aunque agendas de género como el aborto legal y seguro aún no logran romper el conservadurismo del estamento político.

Sin embargo, cuando les preguntamos sobre la distribución de las tareas del hogar y el trabajo de cuidados, todas las mujeres señalaron que en su mayoría recaía sobre ellas, mientras que treinta y cinco de los hombres confirmaron esta realidad, siete señalaron que se distribuían entre hermanos independientemente del sexo y, los restantes tres no tenían hermanas mujeres, pero indicaban que ese trabajo lo hacía fundamentalmente la madre.

  • Autoidentificación simbólica

Solo uno de les entrevistados poseen alguna propiedad (apartamento, vehículo) en el sitio de emigración.  Sin embargo, todes los entrevistados se auto ubican como clase media y ninguno como pobres. Incluso aquellos que no tienen nada en Venezuela y hoy duermen en un colchón al piso, se consideran clase media. Esto pareciera confirmar el mito extendido de la permanente movilidad social. Vélez, Campos y Fonseca señalan que “de acuerdo con el tipo de movilidad que se desea analizar, se puede distinguir entre movilidad horizontal y movilidad vertical. La primera se refiere a cambios en la posición de un individuo al interior de un mismo estrato socioeconómico. La segunda se define como el paso, ascendente o descendente, de un individuo de un estrato a otro (Sorokin, 1959). En particular, se dice que la movilidad vertical refleja el nivel de “fluidez” entre los estratos sociales (Solís, 2007a)” (2015;5).

A pesar que por los niveles de ingreso y condiciones de vida, muchos de los emigrantes pueden estar ubicados en la clasifican de pobres y sus familias en condiciones de pobreza extrema, todes al unísono se consideran que ascendieron a la clase media y de manera horizontal viven mejor que los que se quedaron, ubicándolos también dentro de la misma clase. Como lo señala Pedone, C. (2018), “en el campo de los estudios migratorios la categoría clase social ha sido abordada de manera periférica, y en temáticas muy puntuales, donde en ocasiones ha dejado de lado otras variables transversales como el género, la edad, la cultura, la etnia/nacionalidad”. En este caso pareciera que el elemento cultural tiene un peso significativo.

El modelo cultural de progreso instalado los últimos años, ha reforzado esa idea de movilidad ascendente y de competencia estratificadora horizontal. Ese ideal es trabajado como alienación incesante por el complejo industrial cultural del siglo XXI a través de la imagen, el sonido, el cine, la televisión, el video clip, la industria del libro, las redes sociales.

El asistencialismo, expresado en empoderamiento para el consumo, durante el proceso bolivariano, con dólares preferenciales para viajar y dotación de línea blanca y televisión a familias con “mi casa bien equipada”, generó un estilo y expectativa de vida que hizo creer a capas de pobres, cuya situación mejoraba por haber elevado el volumen de consumo, que ya eran clase media.

A ello se añade la idea socialmente instalada de los pobres como el nivel más bajo de la sociedad, aquellos a quien “dios aprieta, pero no ahorca”. El discurso del pobre como “pueblo elegido” de la revolución, también construyó la narrativa de culpabilidad de la muchedumbre, las “hordas”, por lo que está ocurriendo en materia política y económica. El auto percibirse como clase media, pareciera ser en muchos casos una posición simbólica de tomar distancia con la responsabilidad por la actual situación del país. Doce de les emigrantes son docentes, quienes renunciaron a sus empleos en Venezuela, por devengar unos salarios por debajo de los 10 dólares mensuales[24], también se autodefinen como clase media.

  • Edad para emigrar

La edad se convierte en un tema relevante a la hora de pensar y avanzar en la emigración como estrategia de sobrevivencia; a los niños, niñas y los mayores de 55 años, las familias de quienes emigraron les consideran con limitaciones para poder alcanzar de manera satisfactoria el proceso emigratorio. También refieren la significación que tienen las condiciones físicas, profesión, oficio o el título a la hora de decidir a quienes apoyar, así como la capacidad de adaptación y empatía. La idea que prevalece es que se queden los mayores, niñas y niñas y quienes tengan alguna enfermedad que demande tratamiento permanente. No obstante, muchas madres solteras, aún con limitaciones tuvieron que partir con sus hijes porque no tenían quien les cuidara.

La nota periodística de PRODAVINCI (2018)[25], con base a los registros en redes sociales, indicaba que 3.186.216 emigrantes que cuentan con una suscripción de Facebook habían partido de Venezuela, una cifra mayor a la que indica macrodatos. Un 10% de estos suscriptores de Facebook regresó en algún momento a Venezuela. Usando análisis de metadatos, la nota señala que 794.000 de los que partieron tenían edades entre los 18 y 24 años de edad, mientras 1.240.000 tenían entre 25 a 34 años y finalmente 592.000 entre 35 y 44 años; es decir el 82,3% de los emigrantes registrados en Facebook eran menores de 44 años. El dato oculto, es la cantidad de niños, niñas y adolescentes menores de edad que acompañaron estos periplos, ya que la evidencia empírica mostró a muchas madres partiendo con sus hijos en brazos o tomados de la mano.

  • Decidir: ¿quien se va?

Algunas familias prefirieron que fueran varios los que emigraran para que se cuidaran y apoyaran entre sí, mientras que para otras la estrategia seleccionada fue la de apoyar a quien consideraban tenía mejores condiciones y capacidades para enfrentar los desafíos del proceso migratorio. Nos comentaron les entrevistades que la idea siempre fue, que quien partiera primero fuera “jalando” a la familia como lo refirieron María y Francisco, de Mérida, padres de tres hijos, uno de ellos con el mismo nombre del progenitor.

En mi casa me pusieron la tarea de ir, asentarme, conseguir trabajo y mandar la plata para que se vinieran mis dos hermanas.  Ellos están pasando mucha roncha … comen una sola vez al día y mis viejos ya no están para eso. Mi mujer me dejó por la situación económica … yo entiendo lo duro que es no poder llevar comida para la casa … pero ahora tengo que ahorrar para mandar platica para donde los viejos y mis hijos. Apenas si he podido reunir para el pasaje de una de mis hermanas, pero espero tenerlas pronto conmigo y así juntos ayudar a la familia. (Francisco, Panamá, 34 años)

Nuevamente el fenómeno del trasnacionalismo familiar impone una cultura migratoria desconocida hasta ahora por muchos venezolanos y venezolanas. Tal vez por ello, cuando se les pregunta a los emigrantes de donde son, responden un poco de allá, un poco de acá … somos de donde este la familia.

  • ¿Para dónde ir?

Ubicar a familiares y/o conocidos que hubiesen partido y estuvieran viviendo en otros países, ocupó una buena parte del tiempo de preparación de la emigración. El abordaje desde las dinámicas de inteligencia social (IS) halló que muchas veces los datos eran contradictorios, mientras unos señalaban que se les había hecho fácil vivir en uno u otro país, otros relataban adversidades y dificultades insoportables. Decantar opiniones para decidir, se convertía en un ejercicio empírico de cruce de variables, de análisis contingentes.

Cuando se indagó respecto al porqué se había escogido un destino y no otro, sorprendió el peso de imaginarios arraigados. Argentina, Chile, Panamá, España, EEUU, Australia son percibidos tanto por hombres como por mujeres, como destinos de alto desarrollo, que demandan titulación universitaria y ofrecen posibilidades de una formación académica de alto nivel. Perú, Ecuador, México, Colombia, República Dominicana son vistos como destinos para “toderos”, es decir para emplearse en distintas áreas. Esto muestra el arraigo de las nociones de extranjero culto y extranjero bávaro como formas de racismo que alimentan el endoracismo. Así lo expresaron Ana, José Luis, Roberto, Gregory, María, Carlos; tomaremos el testimonio de Gregory:

“Escogí México y especialmente Ciudad de México porque aquí no solo puedo hacer las cosas que estudie (periodismo), sino que puedo hacer muchas cosas. Cuando llegué trabaje de transporte de comida rápida, luego en un bar, pero al mes ya estaba trabajando para una revista internacional. Acá se valora mucho que uno pueda hacer muchas cosas a la vez y no solo para lo que estudio” (Gregory, 34 años, Ciudad de México, México)

Estas informaciones son confirmadas por las estadísticas de macrodatos que indican cuáles son los destinos seleccionados por les venezolanes para emigrar, ordenados de mayor a menor: Colombia, Perú, Estados Unidos, España, Chile, Argentina, Italia, Portugal, Canadá, México, Panamá, Reino Unido, Ecuador, Alemania, Australia, Trinidad y Tobago, Francia, Suiza, Países Bajos, Brasil, República Dominicana, Haití, Guyana, Bélgica, Suecia, Costa Rica, Noruega, Austria, Grecia, Dinamarca.

En cuanto a la preparación para la emigración encontramos que 37 de las mujeres viajaron con sus papeles en regla, partidas de nacimiento y títulos apostillados, en contraste con los varones, quienes solo 19 de ellos lo hicieron de esa manera. Todes contaron el drama que significó sortear las redes burocráticas para poder sacar sus pasaportes y apostillar documentos.

Luisana nos contó:

“Que va, en Venezuela todo esta dolarizado y para sobrevivir a las trabas de la burocracia pública hay que pagar aparte. Esto pareciera que ocurre con la complicidad de los funcionarios. De hecho, los gestores dicen que pueden entregar rápido los documentos porque le dan una parte de lo que se les paga a los funcionarios. Últimamente me dicen que está mejorando, pero en el 2018 el que no pagaba aparte todo eso no podía obtener los documentos” (Luisana, 27 años, Perú)

  • Trámites legales para emigrar

Todos los entrevistados coincidieron en señalar que Argentina y México eran los países con mayores facilidades para regularizar la situación migratoria, pero en el segundo de estos países era costoso. Los emigrantes se habían convertido en altamente informados sobre las posibilidades de regularizar situación jurídica y los recaudos requeridos en los distintos países, aunque algunos aún no lo hubiesen hecho.

Eso sí, todes les familiares insistían que había que emigrar con los papeles en orden para poder resolver de manera más expedita el estatus jurídico en el país de llegada. Sin embargo, entre 2014 y 2018 sacar un pasaporte o renovarlo, adquirir una prórroga, legalizar y apostillar documentos era una tarea materialmente imposible: Las causas atribuidas iban de las carencias tecnológicas y trabas vedadas para frenar la emigración por su costo político regional hasta temas de corruptela generalizada por los bajos salarios de los empleados públicos.

En 2019 la situación para acceder a documentos legales mejoró de manera significativa, con la creación de plataformas virtuales para la legalización y apostillado de originales, así como por el establecimiento de tarifas dolarizadas para los trámites de instrumentos migratorios.  Sin embargo, no todes les ciudadanes podían cancelar los altos montos por pasaportes y prórrogas.

Ello conllevó a que una parte importante de emigrantes, desesperados por la situación económica, decidieran partir con sus documentos vencidos o sin ellos, generándoles una situación muy difícil en los países receptores. Los integrantes de las familias que se quedaron en Venezuela, asumieron la tarea de conseguir la cita para renovar pasaporte u obtener prórroga, para quienes no habían partido o quienes deberían regresar si se las otorgaban.

Treinta y tres mujeres emigrantes entrevistadas conocían a través de comentarios y consejos de amigos/as y familiares, las exigencias del país de destino, para solucionar su situación migratoria; en consecuencia. Cuatro de las entrevistadas los buscaron por internet y dieciséis pensaron que al llegar contarían con el tiempo necesario para que les enviaran desde Venezuela los documentos necesarios, algo que no siempre fue posible.

En contraste solo diecinueve de los varones se informaron por distintos medios de los requerimientos para solucionar el estatus jurídico en el país elegido, mientras veintiséis pensaron que eso se resolvería luego.

  • Momento de partida

Respecto al momento de partida, tres emigraron en el 2014, seis en el 2015, doce en 2016, catorce en 2017, cuarenta y uno en el 2018, dieciocho en el 2019 y cuatro en 2020. Estas cifras se corresponden con el escalamiento de la emigración entre 2018 y 2019 y, el freno en 2020 por la situación de cuarentena vivida durante la pandemia.

A pesar de las diferencias en el momento de partida, la tendencia es a producir encuentros familiares, de amigos y conocidos en el exterior. El trasnacionalismo familiar y la idea de patria extendida en el exterior se convierten en factores determinantes de hibridación de los distintos momentos emigratorios.

  • Medio de transporte seleccionado para la emigración

El medio de transporte para poner en marcha la emigración también varió. Cuarenta y una de las mujeres lo hicieron por avión, mientras que once lo hicieron por tierra a través de la frontera con Colombia y una se fue por mar rumbo a Trinidad y Tobago como lugar de transición. En el caso de los varones, treinta y cinco lo hicieron por tierra a través de San Antonio del Táchira, Puerto Santander y la Guajira, mientras diez se fueron en transporte aéreo. En todos los casos, quienes utilizaron el transporte aéreo fueron directo al destino final seleccionado.  Cincuenta de las mujeres que se fueron por tierra, trabajaron por lo menos en un país antes de llegar a sus destinos finales. En el caso de los hombres, los cuarenta y cinco trabajaron en el país de transición.  Para quienes hicieron trabajo temporal en los países de transición, el tiempo que tardaron para llegar a su destino “final” fue entre tres y cinco meses.

De los cincuenta y uno que viajaron por avión, si bien tenían sus papeles migratorios en orden, solo treinta y cinco habían podido apostillar el resto de sus documentos. Para quienes carecían de estos recaudos, eso significó inserción laboral en condiciones de precariedad e inestabilidad, así como en algunos casos limitaciones para poder resolver el estatus migratorio o continuar estudios.

Para quienes tuvieron que emprender el periplo sin pasaporte o prórroga, ello significó que la emigración se tornara en doblemente dramática. La situación irregular de los pasaportes complicó aún más los procesos migratorios, destacando Chile como un país que buscó soluciones, otorgando las llamadas visas de responsabilidad democrática. Esto fue trabajado por Carolina Stefoni Claudia Silva Sebastián Brito en “Migración venezolana en Chile. La (des)esperanza de los jóvenes” (2019)[26], precisando que la migración venezolana en Chile entre 2000 y 2009 fue de 2.342 personas, cifra que contrasta con la de 2017 que alcanza los 74.155, año en el cual las visas otorgadas por el gobierno de ese país alcanzaron el número de 73.386. La investigación citada muestra como la población migrante venezolana es la más joven de Chile, con tendencia a ser cada vez más baja la edad de los jóvenes que llegan a ese país.

  • Los primeros días

Cuando indagamos sobre cómo habían sido los primeros días, todes los que tenían sus papeles en regla iniciaron en la primera semana los trámites migratorios. Destacó la sencillez del proceso para la obtención de DNI en Argentina. Los restantes estaban a la espera que se mejorara el proceso de otorgamiento de prórrogas y pasaportes nuevos para sacarlos en los consulados cuando estuvieran habilitados o retornar brevemente al país a hacerlo. Nathaly comentó:

“Fue una de las cosas que me motivo venirme a Argentina, es que acá es más fácil tener la residencia, lo que hice en Venezuela no fue mucho, me vine sin autenticar mis títulos. Lo único que hice en Venezuela fue apostillar mis antecedentes penales que me solicitan acá para regularizar mi estatus jurídico”.(Nathaly, 34, Argentina)

Berta precisó

“tenía donde llegar, me esperaron en el aeropuerto, habíamos cuadrados mi estadía y el tiempo. Inicialmente estaba clara que no iba a trabajar en mi profesión, cuando estaba en Venezuela busqué mucha información sobre Argentina, vi muchos videos, para informarme. El primer día empecé a solicitar mi residencia. Mis documentos acá en el país me salieron rapidísimo, yo tuve mi documentación a los dos meses y medios, algo provisional, pero empieza a correr el tiempo para solicitar la residencia permanente” (Berta 28, Argentina)

La mayoría, aun los que contaban con título universitario trabajaron en tiendas, textileras, panaderías u otros comercios mientras ubicaban un trabajo más vinculado a sus capacidades y/o titulación. Cuentan que lo primero que hicieron al recibir pago fue hacer un mercado completo, pero todes refieren que sentían una especie de culpa por tener todo aquello de lo que estaba privada su familia.  Sofía nos contó:

Cuando hice el primer mercado me preparé una carne asada con verduras, arroz, frutas y dulce; hacía años que no comía así. Pero cuando fui a comer me sentí horrible … quería tener a mi familia cerca para compartir con ellos … lo que hice fue hacer una video llamada y ponerme a llorar.  Mi mamita me decía que estaba feliz y que comiera, pero la comida no me pasaba. Cuando pude comenzar a enviar dinerito a casa disminuyó el complejo de

culpa, pero todavía me asalta” (Sofía, 29 años, España)

Luis nos comentaba:

Al principio era horrible. Cuando sacaba la cuenta de lo que cuesta aquí un almuerzo o un café pensaban en lo que podría comprar mi familia con ese dinero. Me aterraba ir a comprar algo … era un sentimiento de culpa impresionante. Eso duró unos meses, poco a poco fui entendiendo lo que significaba en términos prácticos la diferencia cambiaria. Aun así, todavía, cuando hablo con mi mamá y me cuenta como está la cosa allá me vuelve la culpa (Luis, Chile, 34 años)

Mientras los hombres venían con la identificación de grupos locales de venezolanos y rápidamente se asociaban a ellos, las mujeres preferían ir haciendo amistades locales. Esta tendencia mostraba estilos diferenciados de adaptación que marcarían los procesos de les emigrantes en los distintos países.

Todes expresaron el choque cultural inicial al encontrarse en países en los cuales la protección social y laboral se diferencia de la que había en Venezuela en el mejor momento del proceso Bolivariano. Algunos añoraban ese “Estado de protección social” y, otros comenzaban a hacer suyo el discurso de la competitividad. Las jornadas laborales extendidas implicaron un cambio en los hábitos y estilos de trabajo, que asumieron en la perspectiva de solucionar la situación económica en la que se encontraban

  • Estatus jurídico de les emigrantes

De les noventa y ocho entrevistades, veinticinco mujeres y siete hombres cuentan con estatus jurídico legal, mientras cinco mujeres lo están tramitando y el resto espera algún documento que le hace falta o no ha podido resolver la renovación del pasaporte vencido.

Quienes viajaron sin documentos actualizados, en su mayoría pudieron acceder a ellos unos meses después de la partida inicial y otros están a la espera que se normalicen las relaciones consulares para poder recibirlos; en este último caso afecta de manera especial el rompimiento de relaciones diplomáticas de muchos países con Venezuela.

Solo quince de les entrevistades, todos hombres, retornaron en algún momento a Venezuela. Doce lo hicieron para resolver algún trámite legal y tres para reencontrarse con sus familias y volver a partir en un par de meses.

  • Derrotando el fantasma del desempleo

Todes les emigrantes entrevistades estaban trabajando cuando conversamos con ellos, ya fuera como profesionales o “toderos”. El intercambio con nacionales comenzaba a generar procesos de estabilidad y adaptación.  No obstante, solo tres hombres se habían sindicalizado, mientras la inmensa mayoría veía eso como una actividad política que le estaba vedada a les extranjeros.

El Informe de la OIT “en busca de trabajo decente. Los derechos de los trabajadores y trabajadoras migrantes” advertía sobre la necesidad que las organizaciones sindicales de cada país trabajaran con les emigrantes debido a que:

A pesar de las experiencias positivas de muchos trabajadores migrantes, una inaceptable cantidad de migrantes debe hacer frente a condiciones de trabajo abusivas y explotadoras, que suelen comprender: trabajo forzoso, bajos salarios, condiciones de trabajo deficientes, prácticamente ninguna protección social, denegación de la libertad sindical y de los derechos sindicales, discriminación y xenofobia, como así también exclusión social, lo cual priva a los trabajadores de las ventajas potenciales dimanadas del hecho de trabajar en otro país. El desarrollo de las instituciones laborales destinadas a proteger a los trabajadores migrantes ha quedado muy rezagado con respecto al crecimiento de las migraciones” (2013;p.2)

Sin embargo, esto sigue siendo un problema. Pocas organizaciones sindicales en los países receptores tienen una clara política de sindicalización de les emigrantes, sobre todo porque en muchos casos las bases afiliadas ven esto como amenaza a su estabilidad laboral y fuentes de trabajo.

El trabajo no sindicalizado es la opción mayoritaria para romper con el riesgo del desempleo, una condición que es impensable para quienes han llegado a estos países. Esta carencia de sindicalización los coloca en situación de desventaja ante la variabilidad de las condiciones de trabajo en los distintos países.

  • Precarización laboral

La noción de trabajo precario y sin contratación legal, emerge como una categoría constante en los relatos de les emigrantes. Zulay nos informó:

“Una semana después haber llegado acá, ya tenía un trabajo que lo conseguí a través de una amiga, como no tenía papeles estaba en negro, me pagaban menos…trabajaba en una fábrica, era como una empresa textil, trabajaba muchísimo de 8:30 am hasta las 6:00 pm, era muy forzado el trabajo. Me dio una bronquitis me retiré y busqué otras opciones. Volví a trabajar en una fábrica textil, pero era peor de esclavizante, comenzaba a las 8 am y salía a las 9 pm. Ahora tengo otro trabajo en un consultorio dental. Todos mis trabajos han sido en negro, es más tranquilo y es como un trabajo a medio tiempo, trabajo solo tres días a la semana por ahora. No descarto trabajar en mi área, estoy pensado en hacer varios cursos en las áreas que más solicitan, trabajo con otros migrantes que ya tiene más tiempo acá, pero es muy rico compartir con ellos, me siento muy afortunada y agradecida este tiempo que ha sido de muchos aprendizajes para mí”. (Zulay, Argentina, 33 años)

Sin embargo, la precarización es vista como el mal menor. “Es preferible contar con un empleo en condiciones sub pagadas y sin protección social que estar desempleados” nos decía Jazmín (23 años, Brasil).

La precarización laboral, la xenofobia, el machismo y el patriarcado se mostraron con fuerza contra los emigrantes, quienes colocaban de relieve la solidaridad con la cual habían sido tratados por nacionales de estos países. Alberto nos decía

“ahora tengo hermanos de vida en Colombia, Ecuador y Perú, porque ellos me cuidaron y apoyaron mucho en mi tránsito. Era gente que no conocía y estuvo dispuesta a tratarme como si nos conociéramos toda la vida” (Alberto, retorno al país y estaba partiendo para Uruguay cuando nos dio la entrevista)

  • Dinámicas de discriminación

La polarización política trasladada a los distintos países, entre madurismo y opositores, junto al impacto de la crisis económica neoliberal de los últimos años que impacto el empleo en esas naciones, fue el caldo de cultivo para el emerger de la xenofobia, el racismo y discriminación contra les venezolanes.

El machismo y la cultura patriarcal se visibilizaron de manera muy particular con las emigrantes venezolanas; Marta (32 años, Perú) contó cómo los piropos hipersexualizados era una constante para las mujeres venezolanas emigrantes y, cómo en un par de veces, la habían tratado como si fuera prostituta. Josefina (27 años, Brasil) contó como estuvo a punto de ser abusada sexualmente en Perú.

Quienes emigraron por tierra, con los papeles en regla manifestaron que no tuvieron mayores dificultades, sin embargo, quienes lo hicieron sin pasaporte o con los papeles migratorios vencidos, se vieron convertidos de la noche a la mañana en ilegales. La situación de ilegales los obligó a contactar con redes solidarias que les enseñaron los caminos y mecanismos para escapar de los controles. También les ayudaron a conseguir empleos sub pagados con patrones que veían en ello un beneficio. Explicaron que hay un sub mundo de las migraciones ilegales con muchas redes de apoyo que alertan contra el mundo criminal de la ilegalidad. Roberto contó

“es increíble pues cuando estaba llegando a Bucaramanga una familia se me acercó con agua y comida y se puso a la orden si necesitaba algo. Me dieron la dirección y eso me pareció extraño. Pero dos días después fui con otro compañero y ellos me trataron muy bien. Me ayudaron a encontrar un empleo en una panadería y luego me dieron un contacto en Bogotá, quien me ayudó a establecerme” (Roberto,31 años, Colombia)

Estas experiencias de paso por corredores no institucionales están creando nuevas redes y entramados migratorios, que pueden terminar afectando a les emigrantes, pero su eliminación dependerá del surgimiento de políticas, mecanismos y apoyos legales a la emigración desde su partida y en los territorios de destino.

  • La vuelta ocasional a casa

La emigración tuvo flujos y reflujos. Algunos tuvieron que regresar para poder subsanar sus papeles migratorios o por situaciones afectivas. Nadie está realmente preparado para irse de su país e iniciar una nueva vida desde cero, pero unes se adaptan mejor que otres.

Solo uno de los entrevistados regresó en un vuelo humanitario. Nos contaba:

“ya no soportaba estar lejos de mis padres y familia, por ello acudí a la embajada y pude volver en un vuelo humanitario. Pero cuando llegué a casa sentí pena al ver lo mucho que había empeorado la situación económica en Venezuela. Por ello, a las seis semanas decidí volver a partir, dejando mis ahorros a mis padres” (Joel, 31, Perú)

La vuelta a casa sin dinero para montar un negocio o vivir sin trabajar durante meses es percibido como una derrota que afectará a toda la familia. Esto está creando una situación emocional que seguramente demandará la atención en el futuro cercano.

Parejas jóvenes separadas, sin posibilidades de comprar una casa o establecerse de manera independiente en el corto plazo, crean un concepto difuso de familia trasnacional que amenaza con la ruptura de los vínculos, fantasma que afecta tanto a hombres como a mujeres.

  • Remesas y pagos

El envío de las remesas se ha convertido en una odisea, porque la banca pública y privada en Venezuela no está facultada para ello y/o no goza de credibilidad para les emigrantes. Compañías como Western Union (WU) que en otros países sirven de intermediarios, no tienen operaciones abiertas en Venezuela. Cuando es posible enviar remesas a quienes se quedan, ello implica hacer “maromas” como lo indicó William quien vive en México. El mecanismo más usado por los encuestados ha sido la triangulación entre las casas de WU ubicadas del lado colombiano, a donde va un familiar o amigo a retirarlas, las convierte en pesos colombianos y de estos en Bolívares, para luego depositar en una cuenta en Venezuela, desde la cual se transfiere al familiar en las distintas ciudades de Venezuela. En menor cantidad otros usan plataformas como Self y PayPal.

Una situación similar la tienen quienes se han quedado y están trabajando en línea desde sus casas, con el agravante que muchos empleadores por el bloqueo norteamericano no quieren tener trato con venezolanos/as. Muchas empresas y en especial las redes sociales no contemplan pagos por tráfico y creación de contenidos a venezolanos/as y, cuando lo logran es porque se registran como usuarios en otros lugares.

En todos los casos expresaron que, a la hora de intentar abrir una cuenta bancaria en el extranjero, la condición de emigrantes venezolanos/as lo hace especialmente complicado. Una suposición de que todo el dinero de les venezolanos/as es mal habido pareciera marcar la lógica bancaria. En Panamá esta situación se hace increíblemente difícil para les emigrantes venezolanos, viéndose obligados a cargar el efectivo obtenido como pago por trabajo o solicitar el apoyo de nacionales para que resguarden los ahorros.  Esto agrega ansiedad e incertidumbre y, manifiestan los entrevistados, debería ser tema de preocupación de los Estados nacionales, para evitar exclusiones

  • ¿Con quién viven les emigrantes?

En el caso de las mujeres treinta y dos tienen edades comprendidas entre 18 y 30 años, mientras que veintiuna están en el rango de 31 a 35 años de edad; 47 de ellas viven solas y 6 habían emigrado con parte importante de su familia, especialmente madre o hermanos/as. En el caso de los varones 14 corresponden a las edades entre 18 y 30 años, mientras que 31 tienen edades entre 31 y 35 años de edad, de ellos, 25 viven con otro integrante del núcleo familiar o con amigos muy cercanos y los restantes 20 solos. La independencia y autonomía de las mujeres pareciera mayor que la de los varones. Esto pareciera confirmar el estudio citado de análisis de los metadatos de los emigrantes que tienen cuenta en Facebook.

Los datos muestran que, así como las mujeres emigran a más temprana edad que los hombres, los hombres tienen mayor dificultad que las mujeres para vivir sin otros integrantes del núcleo familiar.

  • Actitud política de les emigrantes

La polarización política de los padres y madres no tiene necesariamente un correlato en las narrativas de los emigrantes, mucho más interesados en adaptarse y mejorar su calidad de vida en los lugares de destino, que inmiscuirse en los asuntos políticos en origen.

Esto se podría interpretar como una pérdida de cultura solidaria, pero no es así. De hecho, la mayoría de los emigrantes están vinculados a grupos de WhatsApp, Facebook u otras redes sociales para el intercambio y la cooperación entre venezolanos/as en el extranjero. Eso sí, la solidaridad toma distancia del paternalismo, es vista más como ayuda mutua para quienes “se esfuerzan por adaptarse” como lo expresaran Belkis en Chile, Marco en Argentina o Violeta en Panamá.

La mayoría reconocen que tuvieron una u otra opción política en algún momento, pero que ahora lo que les interesa es tratar de resolver la situación económica propia y de la familia.

Para conocer un poco más acerca de su imaginario político, hicimos un ejercicio de silogismos entre palabras y conceptualizaciones. Al preguntarles qué significado tenía para ellos la palabra “política”, sesenta y ocho señalaron que algo que no les interesaba, que estaba vinculado a enfrentamiento y ellos estaban en una situación en la cual el encuentro era lo fundamental. Doce mostraron un absoluto desprecio por el mundo de la política; Martín (Argentina, 30 años) afirmó “Es un término que no quiero escuchar, está prohibido en mi vocabulario”. Dieciocho expresaron que la política era un ejercicio noble y necesario y que esperaban volver al país, donde hubiese condiciones materiales para su ejercicio pleno; todes agregaban que habían aprendido la importancia de la tolerancia y el compartir con otres que pensaran distinto.

Respecto a lo que significaba para ellos la palabra “democracia”, noventa y uno señalaron que era la mejor forma de organizar la sociedad, señalando distintos niveles de déficit en la actualidad venezolana. Cinco, todos hombres, señalaron que los problemas del país (Venezuela) no se podían resolver en democracia, que se necesitaban gobiernos más fuertes, pero cuatro de ellos expresaron tener desconfianza en los militares para esta tarea. Dos señalaron que el mayor enemigo de la democracia venezolana eran las intervenciones extranjeras de cualquier tipo, norteamericana, china, rusa, española, cubana.

En cuanto a la palabra “socialismo”, ella tenía para sesenta y uno de les entrevistades una connotación diferenciada entre lo que se plantea en términos ideales y lo que se había vivido en los últimos años; no ubican al gobierno venezolano actual como socialista. Treinta y dos expresaron que socialismo era desunión y por lo tanto conflicto y que no tenían interés alguno en esa perspectiva política. Cuatro señalaron que había que luchar porque en Venezuela se instaurara un socialismo auténtico y uno prefirió no responder.

  • Reagrupamiento familiar

El que estén concentradas en trabajar y/o estudiar y ahorrar, pareciera mostrar una mayor disposición de las mujeres a reagrupar el núcleo familiar en el exterior, mientras los hombres en su mayoría optan a la ayuda eventual o periódica a través de remesas. Esto no significa que las mujeres no ayuden con remesas a sus familias en Venezuela, sino que tienen una mayor estrategia de ahorro para poder tener capacidad de reunificar el núcleo familiar.

Otro elemento importante es que la migración femenina es más proclive a propiciar y potenciar proyectos migratorios de otros integrantes de la familia, a sacarlos del país, aunque ello no sea al mismo destino donde ellas se encuentran.

Un problema cierto que se plantea para el reagrupamiento es la resistencia que tienen les mayores de cincuenta y cinco años para emprender la partida del país. En el caso de los niños pareciera que el que sus padres puedan contar con ingresos estables, un lugar adecuado donde vivir, cercano a una escuela, son requisitos mínimos para producir el reencuentro.

Todes plantean que el reencuentro ideal sería en Venezuela, pero no ven posibilidades reales que eso ocurra en el corto o mediano plazo. Catorce mujeres plantearon que estaban pensando seriamente en conseguir la ciudadanía en el país que habían llegado y establecerse ahí para el resto de la vida; ellas ven el reagrupamiento como el proceso colectivo de adquirir otra nacionalidad.

Todes insisten que la música es una forma de reagrupamiento familiar y que, en diciembre, las gaitas[27] constituyen una forma de reagrupamiento imaginario. Canciones de Simón Díaz, la Rondalla Venezolana, Ilan Chester, Franco de Vita, entre otros, les conectan con la necesidad de reagruparse pronto.

  • La idea del retorno

Cuando indagamos si pensaban volver pronto a Venezuela, noventa y seis señalaron que no porque no veían arreglo en el país, mientras dos señalaron que ello dependía si podían o no ir a traer a sus familias, mediante alguna medida de reagrupamiento familiar. Contaban que aquellos que volvían era porque no tenían documentos migratorios, no dominaban ningún oficio de libre desempeño o habían partido con el imaginario del turista y no del emigrante que sale para sobrevivir. Cinco de los que no tienen pensado volver, han construido una nueva relación de pareja con nacionales de los países a los que llegaron; dos de ellos dejan atrás esposa e hijos lo cual agrega dramatismo a la situación de los que se quedan.

La publicidad del gobierno que muestra a los emigrantes como traidores, anti patriotas o víctimas del discurso capitalista, así como la victimización que hace la oposición sobre les emigrantes, se convierten en elementos que pesan a la hora de volver. Juan (Chile, 32) nos dice “No quiero volver al país para que me acusen de traidor o anti patriota, cuando la realidad es que salí a buscar cómo sobrevivir y para ayudar a mis padres para que no pasaran hambre” Por su parte, Pedro Luis (Ecuador, 29) aclara “No soy una víctima, ni del gobierno ni de la oposición. Estaba pasando hambre .. y … si me preguntan el por qué … diría que nos cayó una bomba con dos componentes explosivos, por un lado, las sanciones norteamericanas y por otra la ineptitud del gobierno. Salimos huyendo de un gobierno que no ha tenido la inteligencia para presentar alternativas contra la ofensiva gringa y una oposición que pide invasión de fuerzas militares extranjeras. Ambos solo piensan en ellos”.

  • La organización familiar frente a los cuidados

El tema de los cuidados surge como un gran problema nacional asociado al proceso de emigración. Muchos abuelas y abuelos, tíos y tías mayores e incluso hasta vecinos solidarios, han tenido que asumir el cuidado de niños, niñas, adolescentes, ancianos y ancianas, muchos de ellos y ellas con problemas de salud. Las tareas de cuidado han significado una intensificación de la situación material de vida, porque muchas veces las remesas desde el exterior no terminan de llegar y hay que resolver con lo que se tiene.

En Venezuela, el movimiento feminista está planteando la necesidad de avanzar en legislación y políticas gubernamentales de regulación y apoyo a quienes asumen los cuidados, sin embargo, esto aún no se ha concretado en la agenda de políticas públicas. Amparo Micolta León y María Cénide Escobar Serrano advertían en “Si las abuelas se disponen a cuidar, madres y padres pueden emigrar” (2010), respecto este fenómeno en la inmigración colombiana en Venezuela de comienzos del siglo XXI

El cuidado de los hijos en la familia es un trabajo que socialmente se ha camuflado al ser catalogado como una labor femenina, razón por la cual no se ha reconocido ni valorado a las abuelas, quienes, en nuestra cultura, siempre han cuidado de sus nietos y nietas haciendo posible que otras mujeres y también los hombres salgan a trabajar y cumplan con un proyecto de vida personal y familiar. El trabajo que realizan estas abuelas por estar circunscrito al ámbito de la familia y, por ende, corresponder a la esfera de la reproducción social, se lo hace invisible.[28]

Este mismo fenómeno está ocurriendo ahora con la emigración venezolana. Julie Turkewitz precisa que “madres y padres venezolanos, decididos a encontrar trabajo, así como alimentos y medicinas, están dejando a cientos de miles de niños al cuidado de sus abuelos, tías, tíos e incluso hermanos que apenas han pasado la pubertad” (2020)[29]. El trabajo periodístico de Daniela Rojas Díaz advierte que “abuelos sin sus nietos, padres sin sus hijos o niños sin sus progenitores, es lo que se ve actualmente. Tíos, padrinos o ancianos haciéndose cargo de los menores de edad, para ayudar a los padres que tuvieron que partir a otro país buscando una mejor calidad de vida para ellos y para quienes dejaron en Venezuela”[30] (2019).

El trabajo de cuidados en Venezuela no es considerado sujeto a salario, a pesar de su importancia económica. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera que “Los servicios públicos de cuidado de niños y niñas, la educación de la primera infancia, los cuidados dirigidos a las personas con discapacidad y los cuidados de larga duración, así como el cuidado de las personas de edad, son otros de los ámbitos que integran la economía del cuidado”[31] (2020).

La emigración venezolana está generando un nuevo fenómeno, el de los cuidados, que en el caso de la población de jóvenes que parten, se refiere a padres, madres y abuelos/as que quedan sin un resguardo debido y que en muchos casos son atendidos por otres sin pago alguno por ello.

 La mayoría de adultos mayores de 60 años, integrantes de los núcleos familiares base de les emigrantes expresan que no quieren irse a comenzar una vida desde cero, que su tiempo para ello ya pasó; una especie de desesperanza y resignación caracteriza a este sector de la población, quienes con amargura trasladan su impotencia en rabia con el mundo de la política. Pero esos abuelos y abuelas que se quedan, que no quieren partir, demandan de cuidados, de atención que no aparecen en la contabilidad de trabajo. Son otro incluido silencioso de los procesos de emigración

  • Volviendo a las causas después de meses y años de emigración

Habíamos pulsado la opinión política de las familias y al entrar en confianza con les emigrantes decidimos indagar sobre la percepción que tenían respecto a las causas de la crítica situación en Venezuela. Sesenta y ocho consideraban que errores del gobierno, falta de preparación para los cargos, la corrupción y la demagogia eran los causantes de la actual situación. Veinticinco indicaron que los problemas con EEUU, especialmente por el bloqueo contra la economía venezolana estaban en el origen de la actual crisis, mientras que cinco identificaban al presidente Maduro como el culpable.  Mayra (Colombia, 29) señalaba:

principalmente pienso que el gobierno debería pensar un poco ante de tomar una decisión, porque en todos los sentidos estamos mal, en la educación, lo político, económico, en la salud … la solución para mí no es aumentar un sueldo o darles bonos a todos, la solución sería brindarle propuesta de trabajos reales, brindar una mejor educación, las escuelas está muy descuidadas, la alimentación. También pienso que son problema que se han venido arrastrado desde hace mucho, pero llegó el momento de resolverlo o vamos a desaparecer como país”.

Se confirma la multidimensionalidad en las causas del proceso emigratorio venezolano, pero lo económico como el factor determinante.

  • Recomendaciones para les venezolanes que deseen emigrar

Las recomendaciones que hacen, quienes ya están en otros países, para aquellos(as) que estén pensando en emigrar son: 1) preparen su mente para entender que no se va de paseo, que se está comenzando una vida desde cero. María nos comenta:

“Que va mi pana, uno cuando se prepara para emigrar no tiene idea de lo difícil que es partir de cero. Uno llega a un sitio donde no tiene nada de lo que está acostumbrado. En mi caso al llegar a Chile no hubo cama sino colchoneta, nada de comida caliente, pan con mantequilla. Se trata de volver a preguntar cuánto cuesta todo, desde una cuchara en adelante. A una nadie lo preparó para esta vaina” (María, 27, Chile)

2) asegúrense al partir de traer todos sus documentos en regla, eso da una ventaja enorme. Carlos nos advertía

“La mayoría de la gente no entiende que esto no es el despelote de Venezuela. Que afuera uno pierde eso que consideraba derechos naturales. Para trabajar y tramitar la ciudadanía uno debe traer todos sus papeles en regla. En mi caso eso significó retrasar mi emigración siete meses, pero valió la pena. To tuve una ventaja con mis compañeros que se vinieron sin apostillar sus títulos y el pasaporte vencido. Conseguí trabajo rápido, pude sacar mi DNI y hasta pude alquilar un apartamento estudio. La gente pregunta y se fija si uno tiene todo en orden. Los documentos en regla abren puertas” (Carlos, 33, Argentina)

3) preparen a los suyos para una larga ausencia, el rencuentro no es tan fácil como se pensaba al partir. Jesús nos contó:

“Yo no sé si mamá y mi papá pensaban que la cosa sería diferente. Yo si lo creía. Yo emigre en agosto y en mi mente estaba en volver para las fiestas de navidad, para comer hallaca, pan de jamón y ponche crema con la familia. Nada que ver. Aquí el trabajo no se detenía, al contrario, era más intenso en diciembre. No tenía plata ahorrada para ir y volver y seguro me despedirían si me iba por un par de semanas. Así que tuve que pasar 24 y 31 trabajando. La llamada no me cayó en la nochebuena y no pude hablar con los viejos. La gente que conocía no me invitó a su casa.  Eso fue como una graduación para endurecer el corazón. Imagino que lo mismo les pasó a mis padres. Hermano hay que prepararse mentalmente para una larga ausencia de casa”. (Jesús, 31, Panamá)

4) trabajar y ahorrar es la clave, quien viene con mentalidad consumista fracasa. Nathaly nos comentó:

“Los venezolanos venimos de ser consumistas, de comprar de todo, incluso lo que no necesitábamos. Aquí cada centavo duele porque cuesta mucho ganarlo. Yo he aprendido mucho, No desperdicio nada y eso me permite hacer economías para poder enviar plata para la casa y ya me he podido comprar las cosas mínimas, que si nevera, lavadora, cocina, cama. Ahorrar es la clave” (Nathaly, 34, Colombia)

5) traigan pocas cosas, despéguense de la idea de muchas cosas materiales y abran la mente. Ricardo nos narró una anécdota de su llegada:

“Cuando fui al aeropuerto llevaba dos maletas un bolso y una mochila. No me habían informado que solo podía embarcar una maleta. Me toco rehacer una sola maleta y el resto lo guardaron mis padres en el carro. Cuando fui a pesar la maleta tenía 33 kilos y solo permitían 25 kilos. Tuve que sacar zapatos, suéter, un muñeco que me acompañó desde la infancia y aun la maleta estaba con sobre peso. Le pedí a mi madre que lo hiciera por mí y la maleta quedó con 24 kilos. Me empezó una taquicardia porque sentía que llevaba poco. Al llegar a Sao Paulo tuve que caminar varias cuadras para llegar a donde me esperaba mi amigo. La maleta no tenía ruedas y sude como un desgraciado.  Quería dejarla botada. Luego, el carro de mi amigo era pequeño y venían con otros compas.  El carro no tenía portamaletas y no cabía adentro. Por suerte mi amigo tenía un mecate y la pudimos amarrar encima.  Los compañeros de mi amigo se rían por lo grande de la maleta. Luego la mayoría de ropa que traje era muy abrigada y no se podía usar aquí. Termine comprando ropa y ahora me pregunto si valió la pena cargar tanto” (Ricardo, 29, Brasil)

6) es posible lograrlo, pero nadie dice que es fácil, sin embargo, vale la pena.

Luisa (Ecuador, 25) agregaba:

“Yo antes no veía la movilidad como algo posible. Mi generación todavía es muy del acomodo, tener algo seguro, pero la nueva generación ya ven el mundo de forma diferente, ellos viven conectados. Para el futuro de Venezuela este proceso de migración es importante, pues nos encontramos con mucha diversidad cultural y eso es una enseñanza que nos ayudará ser una mejor sociedad en el futuro. Yo creo que, si eres joven y tienes la posibilidad de viajar hazlo, porque es divertido, porque aprendes mucho. A veces también somos muy arraigados a la familia y debemos darnos una oportunidad para ampliar los horizontes. Los que se estén preparando para salir háganlo, les va a servir para su crecimiento y el de nuestra sociedad”.

  • Conclusión

Vuelvo a la vieja casa en la callejuela

Donde feliz pasé mis primeros días

En la entrada hay un santo con una vela

Mi guitarra y mi cuatro están todavía

En el cuarto la hamaca y los carricochos

Y  una carta de amor en viejo papel

Hay uno cuantos discos setenta y ocho

De viejos tangos que cantó Carlos Gardel

El barrio de mis andanzas donde viví a plenitud

Donde transcurrió mi infancia mi niñez, mi juventud

Con inquietud y embriagado de añoranza

(Ricardo Cepeda, El barrio de mis andanzas)

Las causas de la emigración venezolana no han desaparecido, por lo cual es previsible que se mantenga la tendencia, aunque haya disminuido la intensidad durante la pandemia del COVID-19. La inflación sigue disparada, la devaluación del Bolívar imparable, la crispación política intensificada, la fragmentación del mundo político de la oposición y el gobierno, todo ello está en la base del proceso de emigración y solo se podría revertir cuando estos indicadores tiendan a la normalización y estabilización.

Esta situación de emigración se ha convertido en un desgarramiento terrible y sin precedentes de la familia venezolana. El creciente desencuentro entre sociedad y representaciones políticas (de izquierda, centro y derecha) está creando las condiciones de posibilidad para el surgimiento de soluciones “outsider” cuya orientación es impredecible.

Paradójicamente, a pesar de los indicadores económicos y sociales, el fenómeno migratorio y la caída del salario de les trabajadores a niveles que no le garantiza siquiera la sobrevivencia, se percibe estabilidad gubernamental; el fantasma de la rebelión popular sigue latente y del alzamiento militar se ha disipado, pero el costo de la estabilidad ha ocurrido en detrimento de la calidad democrática. Las criminales sanciones norteamericanas contra Venezuela amenazan con destruir la noción de lo público en Venezuela y demandan un acuerdo nacional para enfrentarla, donde no se avizora una salida anticapitalista.

Todos los y las jóvenes entrevistados están conectados a otros que preparan sus maletas para emigrar. Esta dinámica está creando y estructurando una nación en el exilio que clama por rencontrarse amigablemente con su terruño. Las nuevas generaciones de jóvenes siguen partiendo en busca de una estabilidad económica pero también emocional. Las orquídeas están adquiriendo nuevas tonalidades en los territorios a donde han llegado a posarse, mientras esperan una ráfaga de reorientación de las políticas públicas en Venezuela, que las lance nuevamente al viento, pero esta vez de retorno.

Por ello, es urgente generar una amplia campaña regional y mundial de denuncia sobre el efecto perverso y profundo de las sanciones norteamericanas sobre Venezuela. Si bien no es la única causa, es imposible recomponer la situación económica, política, social, cultural, tecnológica y migratoria actual, sin que previamente cesen las medidas coercitivas norteamericana y de los imperialismos europeos contra Venezuela.

Acción que debe ser acompañada por un conjunto de políticas públicas del Estado venezolano, en la perspectiva del “golpe de timón” solicitado por el presidente Chávez antes de morir.  Estas políticas públicas pasan por

1.   El retorno a los principios de la democracia participativa y protagónica fundamentados en la democracia popular y de la calle, gestados en el periodo 1989-1998 y plasmados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.

2.   La recuperación de las iniciativas para la construcción de un Estado comunal, que haga suyo el papel conductor del poder popular en la gestión de los asuntos públicos.

3.   La urgente necesidad de volver a la idea que la crisis la paguen quien más tienen y no el pueblo.  Impuesto a las grandes fortunas y ganancia, suspensión del pago de la deuda externa y auditoria ciudadana de la misma, pero también estilos de vida de la dirigencia política que se correspondan a la situación material de la mayoría de la población.

4.   Se requiere un quiebre con el modelo rentista, dependiente y neocolonial de la economía venezolana. Ello no se resuelve sustituyendo la relación de dependencia con la nación norteamericana por la subordinación a naciones capitalistas emergentes, sino por el desarrollo de un aparato productivo nacional, fundamentado en la investigación y la innovación al servicio del pueblo.

5.   Se requiere un acuerdo nacional para construir las condiciones de posibilidad para el retorno a la patria de los cientos de miles de emigrantes que hoy se encuentran dispersos por el mundo. Pero ello solo será posible, si recuperamos el poder adquisitivo del salario de la clase trabajadora y los profesionales, si se detiene la inflación desmedida y se desarrolla una relación entre capital y trabajo a favor del segundo de estos componentes.

6.   Es prioritaria una redefinición del modelo educativo Bolivariano, conservando su compromiso con el pueblo y los territorios, pero con una nítida mirada sobre el presente y la prospectiva. Superar las frases comunes, por procesos de enseñanza-aprendizaje que estimulen el conocimiento realmente transformador. Se requiere de un sistema educativo capaza de actuar de manera comprometida con los intereses de las mayorías en un contexto de aceleración de la innovación científico-tecnológica y de emerger de la cuarta revolución industrial.

7.   Es indispensable educar para la movilidad humana, en un mundo en el cual los procesos migratorios son cada vez más influyentes en las dinámicas sociales. La carencia de una educación para la movilidad humana ha tenido efectos negativos en la forma en la cual se organiza y ejecuta la emigración de muchos compatriotas. Esto debe resolverse de manera inmediata.

8.   Todo esto es sostenible si se hace de manera democrática, en consulta permanente a todo el pueblo, derrotando mediante este ejercicio las tentaciones autoritarias y maniqueas

9.   Es necesario recomponer el diálogo como factor de encuentro en las diferencias, de respeto a la diversidad, para la paz con justicia social. Esto pasa por subrayar las coincidencias, desde una perspectiva soberana y popular. Valoración de las coincidencias que no implica ocultamiento de las diferencias, sino tratamiento respetuoso de las diferencias para construir consensos viables y sostenibles. Esto implica modificar prácticas y culturas instaladas en la oposición política y el gobierno.

Las actuales generaciones de venezolanos debemos garantizarles un país mejor a las nuevas generaciones. Estamos obligados a trabajar de manera conjunta para que la esperanza, seguridad, estabilidad, justicia social, equidad, bienestar y buen vivir creen las condiciones necesarias para que millones de jóvenes venezolanas(os) regresen a la patria a construir de manera compartida una sociedad mejor. Es hora de actuar juntes en esa dirección.

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[1] La tutora de Investigación fue la Dra. Claudia Pedone

[2] Con el acompañamiento de la tutora de investigación Claudia Pedone

[3] Disponible en  https://actualy.es/fundayacucho-de-nuevo-tan-lejos-de-venezuela/

[4] Disponibles en https://www.epdata.es/evolucion-inflacion-venezuela/2983e608-6038-42ac-8bdd-a286af75f568

[5] Disponible en https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/emigracion/venezuela

[6] http://www3.eurosur.org/FLACSO/mujeres/venezuela/trab-3.htm

[7] Disponible en https://www.marxists.org/espanol/plejanov/1898/1898-papelindividuohistoria.pdf

[8] http://www.ine.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=507%3Ade-enero-de-1999-a-enero-2013-la-tasa-de-desocupacion-descendio-de-166-a-94&catid=120%3Afuerza-de-trabajo&Itemid=7#:~:text=NOTAS%20DE%20PRENSA-,De%20enero%201999%20a%20enero%202013%2C%20la%20Tasa%20de%20Desocupaci%C3%B3n,6%25%20a%209%2C4%25&text=La%20tasa%20de%20desocupaci%C3%B3n%20en,Nacional%20de%20Estad%C3%ADstica%20(INE).

[9] https://knoema.es/atlas/Rep%c3%bablica-Bolivariana-de-Venezuela/PIB-per-c%c3%a1pita

[10] https://knoema.es/atlas/Rep%c3%bablica-Bolivariana-de-Venezuela/PIB-per-c%c3%a1pita

[11] https://fortune.com/global500/2014/search/

[12] https://www.credit-suisse.com/about-us/en/reports-research/global-wealth-report.html

[13] https://www.dw.com/es/inflaci%C3%B3n-de-venezuela-cerr%C3%B3-en-m%C3%A1s-de-9500-por-ciento-en-2019/a-52261240

[14] Ver en https://www.actualidad-24.com/2017/11/historico-cestaticket-sueldo-minimo-Venezuela.html

[15] Instrumento de identidad que sirve para formar una base de datos de los ciudadanos. Una parte importante de la población se ha resistido a registrarse en el sistema porque argumentan que es un mecanismo de control

[16]https://www.laizquierdadiario.com.ve/IMG/pdf/lineamiento_para_las_negociaciones_colectivas-2.pdf

[17] https://www.acnur.org/noticias/press/2019/6/5cfa5eb64/refugiados-y-migrantes-de-venezuela-superan-los-cuatro-millones-acnur-y.html#:~:text=El%20n%C3%BAmero%20de%20venezolanos%20que,(OIM)%2C%20anunciaron%20hoy.&text=En%20solo%20siete%20meses%20desde,migrantes%20aument%C3%B3%20en%20un%20mill%C3%B3n.

[18] Disponible en https://blogs.iadb.org/migracion/es/migrantes-emprendedores-y-empleo-otra-cara-del-exodo-venezolano/

[19]https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/emigracion/venezuela

[20] Documento de trabajo de la gobernación del Estado Táchira

[21] Práctica que se instaló en un sector de la población, de compra y reventa de productos al doble o más del precio original. El bachaqueo se convirtió en una forma de competencia que deshacía el ideario socialista entre quienes lo practicaban. El bachaqueo se convirtió en un fenómeno extendido entre los años 2014 y 2018.

[22] http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-25082005000100005

[23] https://www.vtv.gob.ve/fveu-matricula-universitaria-mujeres/

[24] Más allá del umbral de pobreza extrema, con ingreso menor de un dólar diario

[25] https://prodavinci.com/cuantos-son-y-que-perfil-tienen-los-venezolanos-en-el-exilio-una-aproximacion-a-traves-de-facebook/

[26] Capítulo del libro de Gandini, Lozano, Prieto y Otros (2019). Crisis y Migración de la Población Venezolana. Entre la desprotección y la seguridad jurídica en Latinoamérica.

[27] Ritmo musical zuliano (región de Venezuela) que identifica las festividades navideñas de les venezolanes.

[28] En Revista venezolana de estudios de la mujer, Vol. 15, Nº 35, disponible en http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-37012010000200006

[29] https://www.nytimes.com/es/2020/03/25/espanol/america-latina/venezuela-migracion-ninos.html

[30] Disponible en https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/las-ausencias-que-cambiaron-a-los-venezolanos/

[31] https://www.ilo.org/global/topics/care-economy/lang–es/index.htm

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El Gran Paro Nacional en Colombia

REBELION POPULAR Y MASACRE EN EL RÉGIMEN DE LOS URIBEÑOS

Por: Renán Vega Cantor

A la memoria de los hombres y mujeres asesinados durante el paro por las fuerzas represivas y paramilitares del Estado.

“Quien no se mueve no siente las cadenas”. Rosa Luxemburgo

“Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies, los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre. […]
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”.

Eduardo Galeano

En estos momentos se desenvuelve la más extraordinaria movilización popular que se ha presentado en Colombia en los últimos 45 años, que involucra tanto a los pobladores urbanos como a los del mundo rural. Al mismo tiempo, el régimen criminal de los uribeños ha recurrido a la fuerza bruta para contener la protesta, dejando en el camino a cincuenta muertos, miles de heridos, llanto y sufrimiento a lo largo y ancho de nuestro martirizado país.

Este es un hecho histórico de transcendencia en nuestra vida contemporánea, por la magnitud de la protesta popular y porque se ha desnudado con toda su crudeza ante el mundo entero lo que es la “democracia colombiana”, con su cara de muerte y horror. Se ha mostrado ante el resto del continente lo que es este régimen brutal, siempre encubierto, protegido y tutelado por los poderes imperialistas,

empezando por los Estados Unidos. Se ha roto en mil pedazos, dentro y fuera de nuestro territorio, esa imagen que venden las clases dominantes, el Estado y falsimedia de la estabilidad “democrática de Colombia”. Se ha evidenciado que el Estado colombiano es contrainsurgente, anticomunista y terrorista, porque en nuestro territorio en sentido estricto la lógica de la guerra fría nunca ha terminado.

En este escrito esbozamos algunas ideas sobre lo qué está sucediendo, con las limitaciones que tiene escribir sobre la marcha, puesto que los acontecimientos, que constituyen la trama de la historia real, son imprevisibles y no están escritos de antemano. Esa historia real la hacemos a diario los seres humanos con nuestras actuaciones, las que encadenadas pueden conducir hacia mundos desconocidos, no imaginados en “condiciones normales”.

FACTOR PRECIPITANTE

“Si un pueblo sale a manifestarse en medio de una pandemia es porque su gobierno es más peligroso que un virus”. Residente, Mensaje de apoyo al paro en Colombia, abril 28 de 2021.

El martes 27 de abril, en vísperas del comienzo del anunciado paro nacional, todo era en apariencia tranquilo desde el punto de vista del establecimiento. Nada hacía prever la furia que se iba a desencadenar desde el día siguiente. Analistas, expertos, politólogos, youtubers uribistas, periodistas, opinologos y otras yerbas del pantano anunciaban, en muchos casos con una dosis de triunfalismo que no ocultaban, que el paro estaba condenado al fracaso, que nadie iba a salir a protestar, que era mejor deshacer la convocatoria a tiempo con el fin de no hacer el ridículo. Que la tercera ola de la pandemia, con una cifra de 450 muertos diarios, situación en la cual se decretaron toques de queda, cuarentenas de fin de semana, cierres de ciertas actividades… que todo indicaba que la gente no iba a salir a la calle a protestar. Dichos anuncios quedaron hechos añicos al día siguiente, cuando miles de personas salieron a las calles en las capitales, en pueblos pequeños y en las zonas rurales. Tan masiva movilización no solamente tomó desprevenidos a los “expertos” sino al régimen, que estaba convencido que la gente no iba a salir, más si se le agrega que las condiciones climáticas no eran las mejores, en medio de torrenciales lluvias en el territorio nacional.

Esto lleva a preguntarse, ¿por qué la población se agolpó masivamente en las calles, desafiando la pandemia? Hay un hecho inmediato que se convirtió en el factor precipitante de la protesta: la reforma tributaria que el régimen del subpresidente Iván Duque había presentado al Congreso de la República. Esta “reforma”, un texto ilegible de más de un centenar de páginas, con 163 artículos, escrita en la manera en que suelen hacerlo los tecnócratas neoliberales, en una jerga insoportable para ocultar el atraco de fondo. Como quien dice, el veneno envuelto en papel regalo. El título mismo era ya indicativo de ese lenguaje sibilino, que queda como testimonio del cinismo: “Por medio de la cual se consolida una infraestructura de equidad fiscalmente sostenible para fortalecer la política de erradicación de la pobreza, a través de la redefinición de la regla fiscal, el fortalecimiento y focalización del gasto social y la redistribución de cargas tributarias y ambientales con criterios de solidaridad y que permitan atender los efectos generados por la pandemia y se dictan otras disposiciones”. Este esperpento fue llamado en forma resumida con este oxímoron: “Ley de solidaridad sostenible”. En esta ocasión los funcionarios económicos del régimen de Duque, así como los voceros de los poderosos gremios económicos (ANDI, Fenalco, SAC, Fedegan…) pensaron que iba a suceder lo de siempre, que en medio de una retórica tecnocrática se iba a convencer a la gente de los beneficios que dicha reforma representaba, aunque significara enterrarle el cuchillo.

En forma resumida, la tal reforma tenía dos componentes centrales: uno, el superficial, para cazar incautos, el destinado al “gasto social”, a mantener los demagógicos programas asistenciales del régimen (mínimo vital para los hogares pobres y vulnerables), fomentar el empleo formal, incentivar el ingreso a la educación y construir un mejor país, a lo que se destinaban solamente 4 billones de pesos; dos, el central, encaminado a recaudar ingresos por un monto de 23 billones de pesos (6.300

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millones de dólares) destinado a mantener los gastos de un Estado corrupto y nepotista. Los ingresos previstos iban a llegar mediante un aumento del IVA (impuesto al valor agregado) y su imposición a nuevos productos, se llegaba a cobrar IVA por los funerales (en plena pandemia y con miseria generalizada), por los servicios públicos (energía, acueducto, alcantarillado, gas domiciliario) para usuarios de estratos 4, 5 y 6 (clase media) se aumentaba la base gravable del impuesto de la renta, que incluía a todas las personas con un ingreso superior a 2,4 millones de pesos mensuales (unos 663 dólares) en 2022 y en 2023 a quienes tengan un ingreso de 1,7 millones de pesos mensuales (unos 470 dólares).

Lo cierto del caso es que la tal reforma no tocaba a los poderosos, sino que golpeaba, sobre todo, a la alicaída clase media, en acelerada vías de desaparición, como lo confirma el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) que informó recientemente que esta pasó de constituir el 30.1% de la población en 2019 al 25.4% en 2020 (2.5 millones de personas menos). Esa clase media que, según el DANE, corresponde a las personas que tienen un ingreso per cápita, dentro de un hogar, entre 653 mil pesos y 3.5 millones de pesos, se esta hundiendo en la pobreza.

La reforma tributaria cayó como un mazazo sobre la mayor parte de la población por varias razones: por el empobrecimiento que se acentuó durante la pandemia, por el aumento del desempleo, por la corrupción rampante del régimen (cuyo monto se calcula en 50 billones de pesos anual, algo así como el equivalente a dos reformas tributarias como la anunciada), por las exenciones y transferencias que el régimen de Iván Duque les ha hecho a los dueños del país (Grupo Aval y compañía). Es decir, hay que tener en cuenta el momento en que se plantea la reforma, cuando esa clase media va camino al despeñadero, hacia la pobreza sin remedio. En ese sentido, ha sido inoportuna, injusta y cínica, como lo manifestaron el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien en público demostró que no sabía cuánto valía una docena de huevos (redujo su precio de 10 mil-8 mil pesos a 1.800) y del subpresidente Duque quien dijo, con la poca vergüenza que lo distingue, que no había leído la reforma. Además, el subpresidente incumplió uno de los lemas centrales de su campaña electoral, en la que había prometido que no iba a aumentar los impuestos y ya vamos por su Tercera Reforma Tributaria. Un elemento adicional que no puede separarse del detonante en que se convirtió la Reforma Tributaria tiene que ver con las condiciones que generó la pandemia: el encierro forzado, la miseria, el desempleo, la pobreza, las carencias en salud y educación. Todo eso hizo que en el último año se hubiera formado una especie de olla a presión, que podía estallar en cualquier momento, por un motivo suficientemente sensible, que apareciera como un agravio de múltiples aristas (económico, social, sanitario y, sobre todo, moral). Sí, la reforma se convirtió en un agravio moral, porque ante los ojos de la gente común y corriente apareció como insoportable que tuvieran que pagar más impuestos para un Estado inepto, ineficaz, corrupto, que aparte de todo gasta y despilfarra para comprar armas con las que se bombardea y se mata a la población, en medio de su situación de pobreza, abandono, desempleo y represión.

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LOS MOTIVOS, LAS RAZONES, LOS AGRAVIOS

“La multitud puede levantarse porque está hambrienta o teme estarlo, porque tiene una profunda aflicción social, porque busca una reforma inmediata o el milenario o porque quiere destruir a un enemigo o aclamar a un ‘héroe’.

Pero rara vez lo hace por una sola de estas razones”.

George Rude

Que la pretendida Ley de Solidaridad fiscal haya sido el detonante inmediato del paro nacional, no explica el trasfondo de los acontecimientos, que deben ser analizados, por lo menos en el corto plazo, puesto que no tenemos espacio de inscribir esta protesta en una perspectiva histórica más amplia. El régimen del subpresidente Iván Duque, un advenedizo que llegó a la Presidencia porque así lo quiso el patrón Álvaro Uribe Vélez, se ha caracterizado por su carácter antipopular y antidemocrático. Los resultados de su nefasta administración constituyen un rosario de ineptitud criminal, que pueden enumerarse: escándalos de corrupción; fraude electoral y compra de votos (ñeñepolítica); intento de prorrogar el período presidencial y de los altos funcionarios; politización abusiva de la justicia, colocando fichas incondicionales en la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo; nepotismo rampante en los diversos cargos de la administración, tanto dentro el país como en el servicio consular; injerencia criminal en Venezuela, con participación directa en acciones de guerra, como el pretendido concierto humanitario de febrero de 2019, en la frontera, y la Operación Gedeón, con la preparación de mercenarios en La Guajira, que luego desembarcaron en territorio venezolano en mayo de 2020; el naufragio de esa falacia que se llamó Economía Naranja; el incremento de la desigualdad; el desempleo; el desastroso manejo de la pandemia de coronavirus, que coloca a Colombia entre los tres peores del mundo, con un saldo de 75 mil muertos; la negativa del Estado en reconocer su responsabilidad en los crímenes que se denominan Falsos Positivos; sus acciones para hacer trizas el proceso de paz (lo que ha logrado plenamente); el asesinato de líderes sociales y de ex combatientes de las Farc; la aprobación de la fumigación con glifosato, para servirle directamente a los Estados Unidos; su postración abyecta ante el imperialismo, sin importar quien esté al mando (llámese el matón Trump o el sanguinario “Bonachón” Biden, gestor del Plan Colombia); los bombardeos miserables a excombatientes, entre ellos decenas de niños, estripados brutalmente por las “bombas inteligentes”, justificados con la retórica uribista de que los niños son máquinas de guerra y hay que matarlos antes de que crezcan, porque no estaban estudiando en los campamentos para los exámenes del Icfex; aumento del gasto militar, incluyendo la compra de 40 aviones de guerra por 14 billones de pesos, lo que hace de este país el cuarto en gasto militar de todo el continente; la defensa incondicional del ex presidente y ex presidiario, al que le brinda todo tipo de apoyo y respaldo, en lo que debe incluirse las amenazas a jueces y magistrados; y un sangriento e interminable etcétera.

Como puede colegirse de este listado no son pocas las razones de tipo inmediato, limitadas al período del subpresidente Iván Duque, que explican el malestar social generalizado, porque se conjugan, en resumidas cuentas, tres aspectos: una crisis económica, con una caída del PIB en 6.8% el año anterior, con aumento del desempleo, la generalización de la economía informal, la pobreza y la miseria para las mayorías y enriquecimiento para una exigua minoría que son los dueños del país; unadeslegitimación política de principio a fin, porque incluso las elecciones presidenciales en las que fue elegido Iván Duque fueron fraudulentas, siendo el principal componente de esa pérdida de legitimidad el desprestigio del verdadero poder tras el trono, el expresidiario Álvaro Uribe Vélez, con miles de acusaciones y pruebas sobre sus múltiples y atroces crímenes; y, la violencia estatal y paraestatal a lo largo y ancho del país, con el resultado de centenares de personas asesinadas, y la generalización de las masacres (en lo corrido de este año van 35 masacres y muchas más vienen en camino).

Este es el caldo de cultivo donde se incubó el descontento popular (como ha podido observarse más que justo) que tampoco se originó durante la pandemia, porque se había iniciado a finales de 2018, apenas posesionado Duque, con el paro universitario que logró arrancarle un aumento en la base

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presupuestal de las siempre deficitarias universidades públicas. El nervio de esa protesta fueron los jóvenes, en este caso universitarios, hecho que debe recalcarse porque ellos van a continuar siendo hasta el momento el principal protagonista de la rebelión en marcha. A finales de 2019 se realizó un paro nacional, que produjo la movilización de millones de personas, y fue atemperado con promesas incumplidas. Dicha movilización entró en cuarentena, junto con la pandemia, pero ya había mostrado las semillas del descontento.

Lo que ahora está sucediendo es la continuación y radicalización de la movilización popular del 2019, ahora con nuevas razones nuevos bríos y muchos más agravios, en gran medida por las desigualdades que ha evidenciado la pandemia y su pésimo manejo por parte de un régimen corrupto e ineficaz. Un anticipo de esa protesta se vivió en Bogotá el 9 y 10 de septiembre, cuando fueron destruidos más de 50 CAI (Centro de Atención Inmediata, en verdad debería llamarse lo que son: Centros de Asesinato Inmediato), luego del asesinato de Javier Ordoñez por un grupo de policías.

REPERTORIO DE LUCHA

La protesta social que se está llevando a cabo en estos mismos momentos tiene un carácter masivo y popular, tanto por las fuerzas que en ella participan con sus diversos intereses, como por su sentido y sus objetivos. Un Comité Nacional de Paro, conformado por numerosas instancias organizativas, sintetizaba los objetivos en la consigna: “Por la vida, paz y democracia y contra el nuevo paquetazo de Duque, y fijó la fecha del paro nacional para el 28 de abril. El resultado ha sido sorprendente por la cantidad de gente que acudió al llamado, como por la prolongación en el tiempo de la movilización, que completa diez días.

En el paro participan pobladores urbanos de distinto origen y procedencia social, destacándose el papel de los jóvenes pobres y de clase media, que han copado calles y avenidas en diversos lugares de las grandes ciudades y de ciudades intermedias. También están participando, y se han ido incorporando, sectores indígenas y campesinos en diversas regiones del territorio nacional, como en el Cauca, Nariño, El Catatumbo. La fuerza vital son los jóvenes porque en su vida cotidiana se reflejan todas las miserias del capitalismo realmente existente en Colombia: ausencia de futuro, desempleo,

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“Cantan. Bailan. Zapatean. Brincan de alegría. Por calles y avenidas elevan al viento sus cartelones, pancartas y banderas, la tricolor al revés, la arcoíris en alto. Aplauden. Gritan. Improvisan sus cánticos con inagotable frenesí. “¡Duque, pirobo, el pueblo no es tan bobo!”, en donde “pirobo”, según el parlache de Medallo, equivale a “presumido, creído, cruel”. O remachan el ya legendario insulto: “¡Uribe, paraco, el pueblo está berraco!”. Corean consignas de insólito humor, no lasincomprensibles de mi azarosa juventud. Nada. “Ni césar, ni burgués, ni dios”. No se cansan. No hacen caso a las amenazas de ministritos patéticos ni a las balas del Esmad, sean de goma o sean de plomo”.

Carlos Esteban Mejía, “La revuelta contra un canalla”, El Espectador, mayo 7 de 2021.

falta de oportunidades para estudiar, estigmatización y persecución por las fuerzas represivas del Estado.
Este paro ha hecho gala de un variado repertorio de instrumentos de movilización, en los que se combinan clásicos repertorios con muchos nuevos, mirando en una perspectiva histórica a la protesta social en Colombia. En cuanto a los repertorios clásicos se encuentran las movilizaciones y tomas de las plazas centrales en las ciudades (en Bogotá la emblemática Plaza de Bolívar), el desfile del Primero de Mayo y la marcha simbólica de los sindicatos. A eso se agregan otros repertorios que ya se vienen usando hace algún tiempo, principalmente por los jóvenes, como son los desfiles carnavalescos, burlas, sátiras, acompañados de rituales festivos, con música y cantos. Pero lo significativo de este paro es que incluye aspectos nuevos, entre los que se destacan la participación y movilización masiva en los barrios populares de las ciudades, donde incluso en forma inédita en el caso de Bogotá, se presentaron durante el primero de mayo, en medio de un torrencial aguacero, unas diez manifestaciones bastante nutridas en barrios “periféricos”, lejos de la Plaza de Bolívar. Esos lugares han adquirido una importancia central en la organización y movilización de los pobladores, y por eso no extraña que en esos sitios y contra sus habitantes se haya dirigido la brutal represión.

Otro repertorio que debe destacarse es el bloqueo en las entradas y salidas de las ciudades, que ha sido efectivo y se ha mantenido en el tiempo, lo que indica que es organizado y participan amplios sectores para hacerlo posible y enfrentar la andanada policial y militar. Incluso, en algunos de estos bloqueos se han construido barricadas. Esos bloqueos se han complementado con la participación en el paro, de manera intermitente, de taxistas y camioneros, con cuyos vehículos se complementa el bloqueo de las vías.

En ese repertorio sobresalen las ollas comunitarias en los barrios, como mecanismo popular de subsistencia y símbolo de cohesión y fraternidad entre quienes participan activamente en el paro. Otro repertorio simbólico de lucha que ha adquirido gran importancia en este paro ha sido el derribamiento de estatuas en varias ciudades del país, sobresaliendo las de los conquistadores españoles Sebastián de Belalcázar en Cali y la de Gonzalo Jiménez de Quesada en el centro de Bogotá. Estas acciones tienen un hondo significado porque liga el tiempo corto de la movilización de hoy con la memoria de las luchas en el tiempo largo, para recalcar que la opresión y la dominación tienen unas raíces históricas de vieja data, que están ligadas a una casta oligárquica que se gestó en los mismos tiempos de la conquista, en la medida en que las troncos familiares que han dominado a este país en los últimos doscientos años se proclaman como descendientes de los conquistadores españoles, se creen de sangre azul, y se caracterizan por su racismo y su clasismo a flor de piel. Por eso, tampoco sorprende, que los promotores del derribo de estatuas sean los indígenas porque ellos vienen experimentando en carne propia el racismo, la opresión, la discriminación y el genocidio físico y cultural desde hace más de cinco siglos, y eso no es solo un asunto del pasado sino del presente.

Y otro elemento central de los nuevos repertorios de lucha es el comunicativo, con la utilización de las redes sociales como medio de información y denuncia sobre la represión policial y paramilitar, lo cual tiene consecuencias duraderas: al mostrar las miserias de falsimedia, con todas sus mentiras, inventos y tergiversación; y dos, al implementar otro tipo de periodismo militante, sobre el terreno mismo de los acontecimientos, que transmite en vivo y en directo lo que está sucediendo, superando y sustituyendo a los medios convencionales.

En fin, el repertorio de lucha de este paro tiene caracteres novedosos que explican en gran medida su dinámica y la potencia plebeya, como se pone de presente especialmente en la ciudad de Cali, con la participación masiva de pobladores urbanos, gente afrodescendiente desplazada de otros lugares del país, especialmente de la costa Pacífica, jóvenes, desempleados, gente que vive del rebusque diario en la economía informal, estudiantes de secundaria y de universidad. De ahí la saña de clase y de raza de la represión y del apoyo de los “blanquitos” de los barrios ricos a esa represión, con la organización de grupos paramilitares que abalean a la población pobre y humilde, con el apoyo y participación directa de las fuerzas policivas y militares del Estado.

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Lo de Cali se expresa de manera clara con un hecho, aparentemente anecdótico, pero muy revelador del clasismo, que siempre ha caracterizado a las clases dominantes de este país, y que en la ciudad mencionada tiene sus propias manifestaciones de odio y de miedo al pueblo:

Que los humildes, negros, indígenas, mujeres pobres, sectores de la clase media empobrecida se movilicen en forma beligerante, demostrando que son sujetos activos y quieren escribir su propia historia en la lucha callejera y barrial, es un reto inaceptable para el Estado y los poderosos de este país, como lo ejemplifica el caso de Cali, el lugar donde el paro nacional ha adquirido más radicalidad y continuidad y donde también se ha presentado la más brutal represión, dejando decenas de muertos, la mayor parte de ellos jóvenes pobres.

FORMAS DE REPRESION Y MASACRE

“Torturas, asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, uso desproporcionado de la fuerza pública. Lo que el gobierno colombiano le hace a su pueblo es un crimen de lesa humanidad”.

La Jornada (México), mayo 8 de 2021.

La dimensión que ha adquirido el paro nacional, su carácter masivo de repudio al régimen y al expresidiario, ha sido contestada como es habitual en Colombia, con la represión indiscriminada. Eso, en sentido estricto e histórico, no es ninguna novedad porque de esa manera se ha mantenido a raya a la población colombiana después del 9 de abril de 1948. Aún más, lo que estamos soportando hoy en las ciudades (siendo Cali el peor ejemplo), es lo mismo que se ha vivido y han sufrido los habitantes

1. Julio César Londoño, “La orgia de sangre de los Trizas”, El Espectador, mayo 7 de 2021.

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El martes, habitantes del exclusivo sector de Ciudad Jardín hicieron un plantón frente a sus vecinos de Univalle, en Cali. Iban todos de riguroso blanco en autos caros y una jauría de escoltas. Estaban furiosos y querían meterle candela a la Universidad, pero una señora muy elegante se limitó a meterle una patada a una estudiante. Los univallunos estaban atónitos. Son expertos frente al Esmad pero esto era inédito. ¡Los atacaba la aristocracia caleña!

De pronto alguien vociferó: «¡Tenemos 25.000 armas, malparidos!». Era un señor de blanco que esgrimía una pistola desde su blanquísima camioneta Toyota Prado. Entonces un estudiante contestó: «Nosotros tenemos la mejor biblioteca del país».
La escena resume dos posiciones frente al paro: una clase alta que rechaza un paro contra una reforma que la golpea también a ella (¡¿?!) y una juventud que está dejando su sangre en las calles para luchar contra un Gobierno asesino que no merece semejante ofrenda1.

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pobres del campo colombiano en los últimos 70 años. Lo novedoso de la represión no es que esa misma se ejerza, sino que se ha trasladado a las ciudades de una manera directa. Desde luego que esto también se ha hecho siempre que ha sido necesario, en la lógica criminal y contrainsurgente del Estado, enfrentar las protestas laborales o ciudadanas, como sucedió en el paro cívico de septiembre de 1977, cuando fueron masacrados medio centenar de colombianos, la mayor parte de ellos en Bogotá. Esta represión también viene acompañada de la violencia simbólica y justificativa que disparan los medios de desinformación de masas, como igualmente acontece en estos instantes. Sí, hasta acá las similitudes, pero hay que recalcar las diferencias, e incluso los tremendos saltos que se presentan en materia de represión por parte del Estado, que se basa en la lógica del traslado puro y simple de su doctrina contrainsurgente y anticomunista (aunque encubierta con una nueva jerga, en donde se habla de los terroristas, bandidos, narcotraficantes, voceros de los carteles de la droga…) al enfrentamiento directo en las ciudades, en las que se ha erigido como enemigo militar a la población civil, inerme y desarmada. Es decir, que el salto estratégico del que hablamos radica en que el Estado y las clases dominantes (el bloque de poder contrainsurgente) han convertido las ciudades en escenario de guerra y han erigido a la población pobre como el enemigo a vencer y a destruir.

Por ello, lo que estamos soportando ahora solo tendría dos antecedentes urbanos similares, que es bueno recordar: lo sucedido en noviembre de 1985 en el centro de Bogotá, cuando el M-19 se tomó el Palacio de Justicia, y allí a plena luz del día se pudo contemplar en acción la máquina de guerra estatal, momento en que muchos colombianos pudieron enterarse de que la guerra no era ni ancha ni ajena. Esta experiencia, sin embargo, involucró a un grupo guerrillero y fue presentada como una “reacción normal” del Estado y sus fuerzas armadas. La segunda experiencia se parece más a lo que hoy está sucediendo y fue lo que aconteció en el segundo semestre del 2002 en Medellín, con la llamada Operación Orión, en la Comuna 13, donde se implementó una guerra contra los habitantes de esa zona de la ciudad, en la que operaban milicias urbanas de la insurgencia. Esa guerra urbana dejo centenares de muertos, torturados, desaparecidos cuyos cadáveres fueron enterrados en un basurero, La Escombrera, sobre lo cual hay un relato desgarrador en la novela La sombra de Orión del escritor colombiano Pablo Montoya.

Pero incluso esta segunda experiencia, si fuéramos a ser meticulosamente estrictos, también sería diferente, porque siempre se esgrime el argumento de que la represión estaba justificada, que fue una acción legitima del Estado, que tenía por finalidad recuperar un territorio que había caído en manos de terroristas ‒aunque luego se dejara en las manos de los paramilitares‒. Esa operación, recordemos, fue la inauguración en público de la Inseguridad Antidemocrática de la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, y quien se desempeñaba como Ministra de Defensa, responsable directa por mando y responsabilidad de esa masacre, era la misma que hoy se desempeña como Vicepresidenta de la Republica, Marta Lucia Ramírez.

Lo que ahora tenemos, comparativamente hablando con los dos casos mencionados, es el despliegue de una operación contrainsurgente con todos los ingredientes contra la población pobre, por el hecho de protestar y exigir un mejoramiento en sus condiciones de vida, pedir respeto y mostrar dignidad. Desde hace mucho tiempo los habitantes de los barrios pobres, los jóvenes estudiantes de origen humilde y de clase media, soportan la militarización de la vida cotidiana y sufren el acoso de la policía ‒que en Colombia es un cuerpo militar y no civil‒ a través de los llamados CAI, donde se tortura, viola y asesina a jóvenes y pobladores pobres. Justamente, en septiembre del 2020, se presentaron dos hechos de criminalidad estatal en esos CAI: el 5 de septiembre en Soacha, una localidad cercana a Bogotá, fueron incinerados dentro de un CAI ocho jóvenes pobres, que fueron muriendo uno a uno; y el 9 de septiembre fue asesinado por policías de otro CAI, en la localidad de Engativá, en Bogotá, el estudiante de derecho Javier Ordoñez, lo cual dio lugar a una rebelión espontánea de la población contra los CAI, 70 de los cuales fueron atacados y más de 50 fueron destruidos.

Eso para evidenciar que si en este paro nacional los jóvenes atacan a los CAI no es porque eso responda a un plan premeditado del terrorismo internacional, como dicen los voceros de Falsimedia (RCN, Caracol, El Tiempo, Semana, NT24…), sino que expresa el odio que despierta la policía entre los

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habitantes pobres de la ciudad, siempre sometidos a la persecución y a vejámenes por esa institución, cuyo símbolo más odiado son los CAI.
Este ha sido el pretexto que el régimen y sus fuerzas armadas han esgrimido para justificar la represión abierta e indiscriminada contra la población de los barrios, en especial contra los jóvenes que han estado al frente de la lucha. El paro ha sido tratado por el Estado como si de una guerra se tratara, hasta el punto de que el Ejercito ha dispuesto su participación en la “recuperación de Cali”, con las estrategias y tácticas que siempre ha usado en el campo, para realizar sus operaciones envolventes, sus bombardeos criminales, la persecución de indígenas y campesinos por ser simpatizantes o base social de la insurgencia. Eso se ha traslado ahora a las ciudades ‒como muestra anticipada de lo que viene en el futuro inmediato‒ con la plena militarización de las ciudades dizque para proteger los CAI, con el uso de helicópteros de guerra, por primera vez a nivel urbano, para lanzar gases lacrimógenos y abalear a la población, como se ha visto en este paro el 4 de mayo en la noche en la ciudad de Bogotá y el 5 de mayo en la población de Buga, departamento del Valle del Cauca. Sí, al más conocido estilo del Estado de Israel contra los palestinos, masacrándoles desde el aire. Ahora, como un elemento nuevo de la represión, se han usado los helicópteros en plenas ciudades. Las gentes del mundo urbano están sorprendidas, y muchos jóvenes manifiestan que eso es propio de una guerra y que por primera vez el Estado lo hace, que no creían que en Colombia fuera a suceder algo por el estilo. Lo que no saben, como muestra de que la guerra en Colombia se ha vivido por televisión, es que eso es lo mismo que realiza cotidianamente desde hace décadas en el mundo rural, donde los campesinos, colonos e indígenas han sido el objeto de esos bombardeos, incluso como lo atestiguan los recientes bombardeos contra niños en varios lugares selváticos de Colombia.

Otra forma de represión, que tampoco es nueva, pero ahora se ha usado en un paro cívico generalizado en el país, es la utilización de grupos armados de civiles para atacar a la población. Aquí se combinan dos cosas: de una parte, que la propia policía se quita sus uniformes se vista de paisano y en camiones oficiales monta a sus agentes para atacar a la población, como se ha comprobado en Cali, donde fueron capturados in fraganti varios policías en un camión oficial, hasta el punto que el Comandante de la Policía lo tuvo que reconocer, pero aduciendo que estaban persiguiendo a delincuentes; de otra parte, grupos de sicarios y criminales, aupados por las clases dominantes, falsimedia y el propio Estado para masacrar a la gente.

Por otro lado, hay que examinar el papel que cumple como justificador de la represión falsimedia, que presenta la situación como se la policía fueran las víctimas y los manifestantes los agresores, con un lenguaje que desfigura la realidad de lo que acontece, hablando de vándalos y delincuentes como los protagonistas de las marchas y protestas. Ese poder de falsimedia, y eso les duele, sin embargo, es contrarrestado por la difusión de noticias a través de internet y las redes sociales, lo que ha llevado a que en ese terreno se ejerza censura para tratar de acallar las denuncias de la represión brutal de la policía en las ciudades, de lo que han quedado registros estremecedores, en los que se ve a policías asesinando a mansalva a jóvenes e incluso a un niño de 16 años, Marcelo Agredo, en la ciudad de Cali. Hasta el momento en que escribimos estas líneas el saldo de la represión es abrumador: 45 personas asesinadas (casi todos ellos jóvenes), diez mujeres violadas por las fuerzas represivas, varios millares de heridos (solo en Bogotá se reconocen un millar de personas heridas), más de cien desaparecidos, muchos jóvenes han perdido sus ojos por acción de los disparos de policías (replicando el modelo chileno, copiado a su vez del estado sionista de Israel).

En este paro, el criminal Esmad (Escuadrón Móvil Anti-Disturbios), la policía, el Ejército, los policías de civil (tiras les decimos en Colombia) están tirando a matar a la gente. Ya ni siquiera se le captura se le asesina, continuando con la centenaria lógica que, pese a que la pena de muerte legal fue suprimida en 1910, se sigue matando a los colombianos pobres y humildes, y eso lo hacen las instituciones represivas, cuyos miembros han sido adoctrinados en el anticomunismo, el odio al pueblo y a los pobres, aunque ellos también provengan de esos sectores sociales, pero se pongan efectivamente al servicio del poder.

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“Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

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PERPECTIVAS

Este es uno de esos momentos de quiebre histórico que no suceden todos los días. Es uno de aquellos instantes en que la historia se acelera y en poco tiempo, días y horas, se desencadenan acontecimientos de tal densidad, que los mismos no serían imaginables en décadas. Es un quiebre histórico en que no sepamos a donde nos puede llevar, pero lo que si queda claro es que las cosas no volverán a ser iguales a antes del 28 de noviembre. Se está presentando la protesta social más importante de la historia contemporánea de Colombia, con un carácter masivo y popular, contra un régimen odiado y criminal y contra el siniestro personaje que lo encarna como ninguno, el innombrable, el señor en las sombras, el Matarife, el expresidiario. Por eso, tal vez la consigna más universal de este paro ha sido: “Uribe, paraco, el pueblo está berraco”. De ser un grito de sectores minoritarios de la población en la primera década de este siglo, en pleno embrujo autoritario de los uribeños, se ha ido expandiendo y se agitó con fuerza en las protestas de finales de 2019 y se ha generalizado en estos instantes. Pero la consigna tiene un sentido que va más allá de un personaje determinado, es la denuncia de todo el aparato estatal, armado y paramilitarizado de las últimas décadas, en las que están involucrados todos los expresidentes que están vivos, y estuvieron involucrados muchos de los que ya murieron, los altos mandos militares, los poderosos gremios económicos y sus voceros de falsimedia. Todos ellos son los que quieren perpetuarse en el poder para que no se sepa la verdad de sus crímenes y para ello han iniciado un nuevo ciclo de guerra ‒el tercero en los últimos 70 años‒ con la finalidad de perpetuarse en el poder, en el que se encuentran desde hace doscientos años.

A nivel internacional se rompió la aureola de democracia que siempre enarbolaban los políticos colombianos y sus intelectuales de pacotilla, como país defensor de los derechos humanos, de la libertad de prensa, de los tres poderes separados y falacias por el estilo. Ante los ojos del mundo está

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Pablo Neruda

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quedando claro lo que es el terrorismo de Estado a la colombiana y como acá no se vive ningún reino de paz después del 2016, cuando se firmó el fracasado acuerdo de paz entre las Farc y el Estado colombiano. Y ante los ojos del mundo también queda el doble rasero, seudo moralista e hipócrita de Estados Unidos, la Unión Europea, la Pandilla de Lima, la OEA…, quienes no condenan al régimen colombiano por sus crímenes, sino que le hacen respetuosas sugerencias. De todo el maltrato e injerencia en Venezuela y Cuba, asediada por esa banda de delincuentes que a sí mismos se denominan “comunidad internacional”, que bloquean y hambrean a los países, no hay nada parecido con el régimen criminal en Colombia, que es financiado y apoyado por Washington, quien ha dejado claro que hay que conservar al país como su peón incondicional. Por eso, esos crímenes no resuenan para nada en los círculos del poder mundial.

En esta ocasión, y eso lo señala el mismo movimiento, los asesinos no deben ni pueden quedar en la impunidad. Ellos, empezando por el subpresidente Iván Duque, su Ministro de Defensa (sic), los altos mandos de la policía, los alcaldes involucrados en la represión deben ser juzgados y condenados. Después de la caída de la Reforma Tributaria, que tanto dolor y sangre ha costado, esa es la reivindicación principal del movimiento. Que los asesinos no queden en la impunidad, y se saben quiénes son y donde viven, con nombres propios y direcciones exactas.

En síntesis, estamos viviendo uno de esos momentos de crisis orgánica, en que como siempre lo han dicho los grandes pensadores de la política subalterna, lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no acaba de nacer. En ese sentido, la sangre joven derramada en esta dolorosa coyuntura histórica es la semilla que abona el sueño de otro país, digno, decente y soberano. Ese sentimiento lo expreso el joven estudiante de la Universidad Tecnológico de Pereira Lucas Villa en su último audio, antes de ser mortalmente abaleado, cuando dijo: “Muchos podemos morir, pero uno cómo no va a salir a marchar”.

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https://rebelion.org/wp-content/uploads/2021/05/EL-GRAN-PARO-NACIONAL-EN-COLOMBIA2.pdf
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Felicidad, individualismo hedonista y enfermedades mentales en la era pandémica

Felicidad, individualismo hedonista y enfermedades mentales en la era pandémica

Las posibilidades de realización individual y de alcanzar lo que se desea, en su versión contemporánea, se anclan a la ilusión etnocéntrica del progreso y a sus facetas materiales derivadas de un ascenso lineal y meritocrático dado por el trabajo duro en condiciones de supuesta igualdad de oportunidades. Es una aspiración innata en el ser humano, pero no siempre realizable debido a las contradicciones que subyacen en las formas de organizar la vida en las sociedades.

Aunque los deseos de mejora y satisfacción están presentes en la historia de la humanidad, lo específico de la noción de felicidad en los tiempos actuales es que se posiciona como una mercancía rentable relacionada con la prosperidad material y como un instrumento ideológico que, por un lado, justifica los lacerantes sociales derivados del fundamentalismo de mercado y de su régimen de explotación y, por otro, amplía los márgenes del social-conformismo y la despolitización y desciudadanización de la sociedad que evidencia una de las facetas del colapso civilizatorio contemporáneo (https://bit.ly/2OdSmBL). Entonces la esquizofrenia organizacional, institucional y publicitaria hacen del sobredimensionamiento del yo un camino que refuerza la llamada mutación antropológica (https://bit.ly/3v9Zao9). El retraimiento del individuo –su ensimismamiento sin más aliciente que el hedonismo, el «disfrutar el aquí y el ahora» porque lo que resta es la muerte– y la emergencia de una era de las vidas sinsentido refuerzan estas tendencias que penden del único referente dado por el consumismo que deja sin saciedad a los individuos expuestos a la publicidad y al vértigo de la obsolescencia tecnológica programada.

Entonces se asume que la falta de éxito y los problemas sociales no son histórico/estructurales o sistémicos, sino fruto de insuficiencias o deficiencias emocionales que el individuo debe controlar para volver a apostar por ese supuesto éxito relacionado con la mentalidad empresarial. De ahí la correspondencia con la racionalidad tecnocrática que le dio forma al fundamentalismo de mercado de las últimas décadas y al desmonte del Estado como macroestructura institucional capaz de contribuir a la solución de los grandes problemas sociales.

Si el individuo y su familia sufren o experimentan el dolor, es porque son incapaces de sobresalir y de lograr sus aspiraciones que, por lo regular, se encuentran en el territorio del consumo de bienes, servicios y símbolos. La dictadura autoimpuesta del rendimiento conduce a los individuos a desvirtuar la cultura del esfuerzo y a privilegiar la auto-explotación con el único fin de ejercer el ocio o comprar a crédito y vivir para solventar la deuda eterna, en lo que sería un camino de permanente inseguridad, estrés y pérdida de control sobre su patrimonio familiar. Ello genera insatisfacción, desilusión y desamparo, y más en un escenario de incertidumbre, híper-desempleo y de crisis económico/financieras recurrentes.

La falaz psicoterapia de la felicidad funciona como un dispositivo político y de control que erosiona toda capacidad para ejercer el pensamiento crítico. Despojado de la capacidad de pensar desde una perspectiva utópica y emancipadora, el individuo confunde la realización personal con el bienestar social, y se supedita a los cánones del productivismo y la mercadotecnia. La mentalidad de mercader se impone a la del zoon politikón (animal político) que proclamó Aristóteles; en tanto que el homo videns –del que habló Giovanni Sartori)– y el homo digitalis se imponen al homo sapiens.

La salud mental y emocional se reduce a una especie de anestesiamiento permanente en el cual el individuo evade el dolor y el sufrimiento derivado de estructuras de poder, riqueza y dominación que le subordinan y diezman tanto en la praxis económica como en la vida pública y las prácticas culturales. Importa la mentalidad triunfadora, «el sentirse bien y mostrar el máximo de uno mismo», aunque con ello no se repare en la desolación y en la orfandad emocional perpetúa de individuos y familias. El problema no es menor y, sin embargo, es obviado por los Estados y las instituciones.

La pandemia del Covid-19, el confinamiento global y la gran reclusión, tienden a magnificar psicopatologías como las ansiedades, las angustias, la depresión, la soledad, la pérdida de sentido y la vulnerabilidad humana. La tergiversación semántica (https://bit.ly/3l9rJfX) hace suponer que un nuevo agente patógeno causa infinidad de flagelos sociales que supuestamente aparecieron al abrirse la puerta y al caer éstos encima de nosotros. Sin embargo, lo que desafía el coronavirus SARS-CoV-2 no es la salud humana, sino las formas de organización y convivencia a las cuales estuvimos acostumbrados hasta antes de marzo del 2020. Frente a ello, se arguye que el individuo y no la sociedad son los que necesitan transformaciones profundas en medio de la retórica de la nueva normalidad. A los ciudadanos se les destierra del espacio público, pero desde el teletrabajo se afianzan los mecanismos de super-explotación y precarización laboral, al tiempo que se les invade con la argucia ideológica de aprender a adaptarse para sobrevivir.

En otro espacio (https://bit.ly/3mOKtmA) argumentamos que la gran pandemia de la sociedad contemporánea no es la del Covid-19, sino aquella que gira en torno a la enfermedad de la depresión y que como tal se erige en una especie de pandemia silenciosa y encubierta que al somatizarse detona otras enfermedades crónico/degenerativas que devienen en la muerte de los individuos. De igual manera, es altamente probable que la depresión sea la causa de los 800 mil suicidios que anualmente ocurren en el mundo, y ante los cuales se guarda un silencio cómplice desde los mass media y se les atribuye a simples debilidades emocionales. A la industria farmacéutica y a la misma economía criminal les interesa un estado de cosas tal con individuos en condiciones emocionales y mentales frágiles; enfermos o al borde del desahucio, para inocularles drogas legales e ilegales. Para estas industrias no importan los individuos sanos o muertos, sino en una situación de morbilidad permanente y asediados por padecimientos crónico/degenerativos vinculados al estilo de vida a que los somete el modelo del crecimiento económico ilimitado y el síndrome de la felicidad. Y ante ello la emergencia de lo que denominamos como Estado Sanitizante no afianza estrategias ni mecanismos de intervención que prevengan estas situaciones.

Salir de esas corazas que impone el individualismo hedonista, amerita romper con la falaz ideología que subyace en la industria de la felicidad (https://bit.ly/3k9rd1Z) y en la racionalidad tecnocrática. Contribuir a la formación de la cultura ciudadana es un paso imperativo, pero sería una acción inerte si no se modifican a fondo los patrones de producción y consumo y sus consustanciales estructuras de poder, dominación y riqueza que diezman las emociones del individuo.

Isaac Enríquez Pérez, Investigador, escritor y autor del libro La gran reclusión y los vericuetos sociohistóricos del coronavirus. Miedo, dispositivos de poder, tergiversación semántica y escenarios prospectivos.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/felicidad-individualismo-hedonista-y-enfermedades-mentales-en-la-era-pandemica/

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Sionismo: Alianza con Luis Almagro el Yanacona

Sionismo: Alianza con Luis Almagro el Yanacona

Pablo Jofre Leal

La política de “diplomacia pública” que el Gobierno sionista ha ordenado llevar adelante, como parte del proceso de limpieza de imagen y maquillaje de su régimen, implica la compra de voluntades y búsqueda de apoyos en organismos internacionales, Gobiernos, parlamentarios y líderes de opinión,

Estos, suelen ser bien recompensados por este sostén desvergonzado a favor de una entidad, que comete crímenes de guerra y lesa humanidad. En ese plano y como parte de su proceso de conversión política, desde el progresismo y solidaridad con los pueblos, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) el uruguayo Luis Almagro, termina de completar su proceso de conversión y asimilarse a un Yanacona (1) al sumarse al sionismo en Latinoamérica, para desinformar, manipular y encabezar una guerra política contra los movimientos de la resistencia a esa política en el continente y también en Asia occidental, que combaten el sionismo y su política de colonización y ocupación de Palestina. Ello, junto a sus acciones desestabilizadoras y agresiones contra el Líbano, Siria, Irak, Irán y su respaldo a la monarquía saudita en sus crímenes contra el pueblo de Yemen.

El día 25 de abril de este año 2021, en una reunión virtual sostenida con los embajadores del régimen israelí en Latinoamérica, el mencionado secretario general de la OEA volvió a situarse en la vereda de las narrativas fantasiosas del sionismo y su narrativa respecto a la presencia del Movimiento de Resistencia islámica de El Líbano (Hezbolá) en territorios de nuestro continente.

Almagro, para dar satisfacción a sus interlocutores volvió a reflotar y a reavivar los fuegos anti-movimientos de resistencia repitiendo los hechos de la AMIA y la embajada sionista en Buenos Aires. Volver a reflotar este tema, que ha servido para la persecución de la comunidad libanesa en Argentina, la manipulación y desinformación de los medios impresos y televisivos argentinos es seguir con esta cantinela, que no se sostiene.

La sociedad israelí, aquella parte minoritaria que suele expresar su rechazo a la política sionista, que conoce la conducta criminal y corrupta de sus Gobiernos debe exigir que la justicia (si es que ella tiene algún representante que pueda ejercerla) centre sus pesquisas en las propias oficinas del Mossad y sus vínculos con otras agencias desestabilizadoras propias o de los países donde actúa y no cabe duda, que saldrá a relucir la clásica especialidad sionista: los atentados de bandera falsa.

Y sobre Hezbolá, los embajadores del régimen israelí en nuestros países latinoamericanos deben advertirle a Almagro, que la forma de enfrentar a la resistencia no es como antaño. En la campaña contra este movimiento de resistencia, el sionismo ha tomado buena nota que no puede seguir provocándolo. Tener presente que las fuerzas de Hezbolá (que no son niños ni mujeres desarmadas) le ha propinado al ejército ocupante israelí dos derrotas de envergadura a sus afanes agresivos. Primero, el año 2000 cuando logra la expulsión de las fuerzas militares sionistas que ocupaban el sur de El Líbano y el año 2006 en la Guerra de los 33 días, que significó el fin del mito de la invencibilidad de las tropas, medios y potencia militar del ente infanticida.

Con un Israel corriendo a refugiarse tras la línea de separación entre El Líbano y la Palestina histórica ocupada, gritando a los cuatro vientos que la ONU interviniera para facilitar un cese al fuego. Con toda seguridad el converso secretario general de la OEA ignora esta situación y sus asesores tienen el deber, ya sea callarlo o simplemente señalarle, que su verborrea pro-sionista lo hace cómplice de una entidad acusada ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y lesa humanidad. Criticada, igualmente, por crímenes de apartheid por la organización Human Rights Watch.

Almagro el converso

Ayer por Palestina hoy pro-sionista. Un Luis Almagro otrora integrante del llamado sector progresista en Latinoamérica, que hoy devino en coordinador de cuanto proceso de desestabilización se da curso contra Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Cuba.  Tinta fresca para firmar todo lo que sea un llamado al golpismo que se desate en nuestro continente.

Exintegrante del Frente Amplio uruguayo, un personaje que tras su elección como secretario general de la OEA se ha transformado en el corifeo golpistas de Washington en Latinoamérica, centrando sus ataques contra Venezuela, en alianza con el narcoestado colombiano. Coordinando al ultraderechista Grupo de Lima y con ello todos los vínculos que esos Gobiernos han establecido con Israel en materia de venta de armas, asesoría en la represión de los movimientos sociales, entrenamiento paramilitar y todo aquello que el sionismo vende como si fuesen caramelos en el quiosco de la esquina.

En la reunión virtual que he mencionado, los representantes diplomáticos del régimen israelí, no le recordaron a Almagro el converso, que hace sólo una década atrás, cuando ocupaba el cargo de canciller del Gobierno del expresidente uruguayo José Mujica, en abril del año 2012, se expresó ante el medio Semanario Hebreo, muy duramente ante los crímenes cometidos por sus actuales amigos. En aquella entrevista (2) Almagro reafirmó y explicó la posición de Uruguay ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, donde se aprobó una investigación en el caso de los asentamientos sionistas en Cisjordania y su incidencia en los derechos humanos del pueblo palestino.

El excanciller aseguró, en aquella oportunidad, que el caso de Israel tiene «especificidades que justifican la postura de Uruguay. Hay una particularidad en el caso de Israel-Palestina. Hay un país que Israel no reconoce como país, que no actúa como su par, hay una definición política de Israel de mantener su prevalencia política sobre Palestina. Eso es obviamente lo que le da a este caso en términos políticos especificidades prácticamente únicas. Hay un país que está oprimido. Esa es una realidad política que es muy difícil de soslayar al momento de tomar resoluciones. Israel ocupa otro territorio, esa violación de derechos humanos es sobre la población de otro país, hay una voluntad de someter políticamente a otro país. Entonces uno ve la violación de derechos humanos y políticos en su máxima expresión. Esa es la linealidad conceptual con la que nos manejamos».

Ese Almagro, cinco años después, ya como secretario general de la OEA visitó la Palestina histórica ocupada, que el sionismo llama Israel y expresó: “Israel representa un increíble ejemplo de un pueblo superando dificultades extraordinarias para construir una sociedad próspera y vibrante enraizada en los principios de la libertad y democracia”. Cuando haya que ejemplificar un converso, Almagro es la figura y ejemplo perfecto.

El pasado de Almagro no le interesa al sionismo pues ahora es lo que se denomina “un tonto útil”, un personaje que le favorable para su política de infiltración en Latinoamérica. Un personaje que adquirió la maldición de malinche y contagiado con el virus Sion 48. Un Almagro que recibió palmaditas cariñosas, una de ellas del representante de la Cancillería israelí para América Latina, Modi Ephraim, que destacó el acuerdo con los países de Latinoamérica y el Caribe para combatir la presencia de Hezbolá y toda expresión de antisemitismo (en verdad no existió acuerdo alguno pues Almagro no representa a los Gobiernos latinoamericanos, una muestra más que evidente de lo sibilino que es el sionismo para expresar lo tratado y las conclusiones de sus reuniones conspirativas).

Lo esencial de este encuentro con Almagro es que queda en evidencia el entreguismo de ciertos políticos latinoamericanos, los judas, capaces, por unas monedas de plata de servir como yanacona al sionismo, permitir la infiltración de este régimen corrupto, para poder desarrollar políticas donde desarrolle sus intereses: venta de armas, espionaje, seguridad, ciberseguridad y por supuesto la lucha contra lo que denomina el antisemitismo y la lucha contra los movimientos sociales, Indígenas, contrarios a los Gobiernos aliados de Tel Aviv.

Almagro, según Ephraim “también habló mucho de la situación acá en América Latina, en la región, la crisis en Venezuela, expectativa de la cooperación con la administración de Joe Biden en América Latina. Fue una conferencia muy positiva, muy interesante con un plan de trabajo en todos los aspectos con el continente”. A confesión de parte relevo de pruebas se dice en el mundo de las leyes y las palabras de Ephraim, Almagro y los embajadores del sionismo en Latinoamérica, son la muestra evidente que todo termina conociéndose por más peticiones de mantener en reserva determinadas reuniones telemáticas, con acceso restringido en base a un código. Incluyendo en este conocer, la labor de los yanaconas como Almagro que causan un daño enorme a nuestras sociedades y que en estos días de incremento de los crímenes del sionismo contra el pueblo palestino prefiere estar de bajo perfil, que suele ser la conducta habitual de aquellos cómplices de un régimen como el de Israel.

1. Yanacona Del quechua yanakuna En el imperio inca, persona sin ayllu que trabajaba en régimen de esclavitud. Con el tiempo pasaron a ser servidores personales del Inca. Se  denominaba también, despectivamente a aquellos indígenas que al contrario de su pueblo en lucha servían como tropas auxiliares de los conquistadores españoles.

2. Ana Jerozolimskiuruguaya (de origen polaco)actual colona radicada en al Quds desde el año 1979. Redactora Responsable de «Semanario Hebreo» señala con respecto a esta entrevista con Almagro que “el detonante de este reportaje fue la polémica que despertaron las recientes votaciones de Uruguay en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: aprobando una investigación en el caso de los asentamientos israelíes y su incidencia en los derechos humanos palestinos.

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/bloggers/Sionismo-Alianza-con-Luis-Almagro-el-Yanacona-20210511-0001.html

 

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ONU: Mujeres siguen excluidas de la educación

Por: Laura Poy Solano 

A pesar que en los pasados 25 años el número de niñas y adolescentes matriculadas en la escuela se incrementó en 180 millones a nivel mundial y mejoraron los resultados de su aprendizaje, incluso por arriba de los avances obtenidos por hombres en campos como la lectura, escritura y matemáticas, las mujeres enfrentan nuevas disparidades, como en las competencias relacionadas con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

El estudio sobre género del Informe de seguimiento de la educación en el mundo 2020, de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que se difundió este martes, alerta que, pese a los avances, el porcentaje de mujeres analfabetas se ha mantenido constante en los últimos 20 años.

Agrega que las niñas, en especial aquellas que sufren desventajas combinadas como pobreza y discapacidad, “siguen enfrentando las formas más graves de exclusión en los países más pobres del mundo”.

El documento “Informe sobre género. Una nueva generación: 25 años de esfuerzos en favor de la igualdad de género en la educación”, publicado como parte del Informe de seguimiento de la educación en el mundo 2020, destaca que el sector “por sí solo no puede lograr la igualdad de género en la educación”.

Advierte que las normas de género residuales de la sociedad imprimen a la formación un sesgo en relación con si se es hombre o mujer, e influye en las actitudes de docentes, en la elección de las asignaturas de estudio y de la carrera profesional, lo que puede afectar las oportunidades de vida para las mujeres.

Entre los principales hallazgos de la investigación destaca que a nivel mundial 75 por ciento de los menores con edad de asistir a la escuela primaria, pero que nunca han acudido a las aulas, son niñas; mientras en al menos 20 naciones casi ninguna mujer joven en condición de pobreza en zona rural logró finalizar la educación media superior.

También subraya que en 59 países las mujeres de 15 a 49 años de las familias más pobres tienen cuatro veces más probabilidades de ser analfabetas que las chicas que proceden de familias más ricas, mientras a nivel mundial el número de mujeres que estudia ingeniería o TIC es inferior a 25 por ciento en más de dos tercios de las naciones encuestadas.

https://www.jornada.com.mx/notas/2021/05/12/politica/mujeres-siguen-excluidas-de-la-educacion-onu/

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