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Una recuperación incierta del comercio mundial, tras el impacto del covid19

Eduardo Camin


Si bien es cierto que el comercio mundial da muestras de reactivarse tras la profunda crisis económica provocada por la Covid-19, los economistas de la Organización Mundial del Comercio advierten de que la recuperación podría verse perturbada por los actuales efectos de la pandemia. La OMC prevé ahora una disminución del volumen del comercio mundial de mercancías del 9,2% para 2020, seguida de un aumento del 7,2% en 2021 (gráfico 1).

Estas estimaciones están sujetas a un grado de incertidumbre inusualmente elevado, ya que dependen de la evolución de la pandemia y de las respuestas de los Gobiernos. Según los datos actuales, la disminución prevista para el año en curso es menos acusada que la que anunciaba la más optimista de las dos hipótesis expuestas en las previsiones comerciales de abril de la OMC, que era del 12,9%. Los sólidos resultados comerciales registrados en junio y julio infunden cierto optimismo en cuanto al crecimiento global del comercio en 2020.

El crecimiento del comercio de productos relacionados con la COVID-19 fue especialmente fuerte en esos meses, lo que pone de manifiesto que el comercio puede ayudar a los estados a obtener los suministros necesarios. En cambio, la previsión para el próximo año es más pesimista que la anterior estimación de un crecimiento del 21,3%, y sitúa al comercio de mercancías en 2021 muy por debajo de la tendencia que mostraba antes de la pandemia (ver grafico 1)

Los resultados del comercio en lo que va de año han superado las expectativas debido al aumento súbito registrado en junio y julio, cuando se flexibilizaron las medidas de confinamiento y se aceleró la actividad económica. El ritmo de expansión podría ralentizarse de manera acusada una vez se agote la demanda acumulada y se hayan repuesto las existencias de las empresas. Es posible que los resultados sean más negativos si en el cuarto trimestre hay un rebrote de COVID‑19.

Gráfico 1: Volumen del comercio mundial de mercancías, 2000-2021
Índices, 2015=100 .Fuente: Secretaría de la OMC.

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Nota: Las cifras correspondientes a 2020 y 2021 son previsiones.

A diferencia del comercio, el PIB disminuyó más de lo previsto en el primer semestre de 2020, lo que hizo que se rebajaran las previsiones para el año. Según las estimaciones consensuales, el descenso del PIB ponderado en función del mercado mundial en 2020 es ahora del -4,8%, frente al -2,5% previsto en la hipótesis más optimista expuesta en las previsiones de abril de la OMC. Se prevé que el crecimiento del PIB repunte hasta alcanzar el 4,9% en 2021, pero eso depende en gran medida de las medidas de política y de la gravedad de la enfermedad (ver cuadro 1).

Como ya se indicó en la actualización de las previsiones publicada el 22 de junio, existe una clara posibilidad de que la reactivación del comercio no baste para que este recobre la tendencia anterior a la pandemia. Esto daría lugar a un crecimiento del comercio de mercancías de alrededor del 5% el próximo año, en vez del 20% previsto en el caso de un rápido retorno a la trayectoria anterior. La actual previsión comercial del 7,2% para 2021 parece estar más próxima a la hipótesis de la «débil recuperación» que a la de un «rápido retorno a la tendencia».

Los expertos del la OMC sostienen que “aunque la disminución del comercio durante la pandemia de COVID-19 es similar en magnitud a la registrada en la crisis financiera mundial de 2008-2009, el contexto económico es muy diferente. La contracción del PIB ha sido mucho mayor en la recesión actual, mientras que el descenso del comercio ha sido más moderado”.OMC confirmó caída histórica del comercio mundial en segundo trimestre 2020

Por consiguiente, se prevé que el volumen del comercio mundial de mercancías solo se reduzca aproximadamente dos veces más que el PIB mundial a tipos de cambio de mercado, y no seis veces más, como ocurrió durante el colapso de 2009. Estos resultados comerciales divergentes durante el brote de COVID-19 se deben en gran parte a la naturaleza de la pandemia y a las políticas aplicadas para combatirla.

Las medidas de confinamiento y las restricciones a los viajes han impuesto importantes limitaciones de oferta a las economías nacionales, lo que ha provocado una considerable reducción de la producción y el empleo en sectores que suelen resistir a las fluctuaciones del ciclo económico, en particular los de servicios no comercializados internacionalmente. Al mismo tiempo, la aplicación de sólidas políticas monetarias y fiscales ha estimulado los ingresos, lo que ha hecho posible un repunte del consumo y de las importaciones una vez flexibilizadas las medidas de confinamiento.

Que la recuperación pueda sostenerse a medio plazo o no dependerá de la fortaleza de la inversión y del empleo. Esta podría verse socavada si se resquebraja la confianza a causa de la aparición de nuevos brotes de COVID-19, que podrían obligar a los Gobiernos a imponer nuevas medidas de confinamiento. Por consiguiente, el riesgo de que los resultados sean menos favorables que los previstos es muy considerable.

Hay alguna posibilidad de que mejoren ligeramente las previsiones si se encuentra una vacuna u otros tratamientos médicos que resulten ser efectivos, pero su repercusión sería menos inmediata.
Un gran aumento de la deuda pública también podría influir en el crecimiento del comercio y del PIB a más largo plazo.

Si bien no es probable que los países ricos se enfrenten a una crisis de la deuda soberana como resultado de la expansión fiscal, el aumento de las cargas de la deuda puede resultar sumamente gravoso para los países más pobres. Un gasto deficitario podría asimismo influir en las balanzas comerciales, reduciendo el ahorro nacional e incrementando los déficits comerciales de algunos países.

Cuadro 1: Volumen del comercio de mercancías y PIB real, 2015-2021a
Variación porcentual anual

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a             Las cifras correspondientes a 2020 y 2021 son previsiones.
b             Promedio de las exportaciones e importaciones.
c             Las otras regiones son África, Oriente Medio y la Comunidad de Estados Independientes (CEI), con inclusión de los Estados asociados y los antiguos Estados miembros.
Fuente:    Secretaría de la OMC para los datos comerciales y estimaciones consensuales para el PIB.

Como se muestra en el cuadro 1, se prevé que todas las regiones registren importantes aumentos porcentuales de los volúmenes de las exportaciones y las importaciones en 2021, pero conviene señalar que ese crecimiento partirá de una base reducida. Así pues, es posible que, aunque se registren grandes variaciones porcentuales, estas no se traduzcan en mejores condiciones materiales.

Por ejemplo, se prevé que las importaciones de Asia y América del Sur crezcan un 6,2% y un 6,5%, respectivamente, el próximo año, pero en Asia el aumento iría precedido de un modesto descenso del 4,4% este año, mientras que en América del Sur se produciría tras una acusada caída del 13,5% en 2020. De ser así, las importaciones de Asia se habrían recuperado sustancialmente, mientras que el comercio de América del Sur seguiría profundamente estancado.

Riesgos de error de la previsión por exceso y por defecto

En este recuadro se examinan algunos de los riesgos asociados con las previsiones y otros factores que podrían ser pertinentes para el comercio a medio y largo plazo. Según estimaciones recientes, un repunte de la COVID-19 que obligara a imponer nuevas medidas de confinamiento podría reducir el crecimiento del PIB mundial entre 2 y 3 puntos porcentuales el año próximo.

Otros factores de riesgo de deterioro son las perspectivas inciertas de la política fiscal y las dificultades de los mercados laborales en muchos países. En conjunto, estos riesgos podrían reducir hasta 4 puntos porcentuales el crecimiento del comercio mundial de mercancías en 2021.

Por otra parte, la rápida distribución de una vacuna eficaz podría fomentar la confianza y aumentar el crecimiento de la producción entre 1 y 2 puntos porcentuales en 2021. Esto sumaría hasta 3 puntos porcentuales al ritmo de expansión del comercio.

Otros factores podrían contribuir a mejorar los resultados comerciales, entre ellos los efectos de creación de riqueza derivados de la fortaleza de los mercados inmobiliarios y bursátiles y un impulso al crecimiento proveniente de nuevos sectores tecnológicos, como la inteligencia artificial y el comercio electrónico. La pandemia también ha estimulado la innovación en los sectores empresariales tradicionales, que han aprovechado la tecnología de la información para suministrar bienes y servicios a los clientes a domicilio.

Gráfico 2: Volumen del comercio de mercancías: hipótesis optimista y pesimista

OMC | Comunicados de prensa 2020 - El comercio se contrae de forma acusada en la primera mitad de 2020 - Press/858

(Índice, 2011T1=100). Fuente: Estimaciones de la Secretaría de la OMC.

El gráfico 2 ilustra las posibles trayectorias del comercio. En la hipótesis optimista, las segundas olas de COVID-19 se gestionarían mejor gracias a la experiencia adquirida en relación con la enfermedad, lo que requeriría medidas de confinamiento más limitadas y tendría un impacto económico menor.

Por otro lado, una hipótesis pesimista quizás no implique un rápido retorno a la tendencia previa a la pandemia a causa del aumento de la carga de la deuda, el elevado desempleo y la limitada posibilidad de que se disponga rápidamente de vacunas.Los cambios en la composición sectorial y regional del comercio han sido importantes durante la pandemia y seguirán influyendo en la situación durante la recuperación.

Otros aspectos de la evolución del comercio

El comercio mundial de mercancías experimentó en el segundo trimestre el mayor descenso trimestral jamás registrado, con una disminución del 14,3% respecto del período anterior, aunque con grandes diferencias entre las regiones (gráfico 3). Las caídas más pronunciadas tuvieron lugar en Europa y América del Norte, donde las exportaciones se contrajeron un 24,5% y un 21,8%, respectivamente.

En comparación, las exportaciones de Asia resultaron relativamente poco afectadas, ya que disminuyeron solo un 6,1%. En el mismo período, las importaciones se redujeron un 14,5% en América del Norte y un 19,3% en Europa, pero solo un 7,1% en Asia.

Gráfico 3: Exportaciones e importaciones de mercancías por regiones, 2012T1-2020T2
Índice del volumen, 2012T1 = 100

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Fuente: OMC y UNCTAD.

El descenso del comercio de servicios durante la pandemia ha sido como mínimo tan acentuado como el del comercio de mercancías. Debido a la falta general de datos relativos a los precios, no se dispone de estadísticas completas sobre el volumen del comercio de servicios, pero puede obtenerse una medida aproximada de ese volumen ajustando las estadísticas del comercio de servicios comerciales basadas en valores nominales para tener en cuenta los tipos de cambio y la inflación.

Como puede observarse en el gráfico 4, el descenso interanual del comercio mundial de servicios es mucho más acusado en la actual recesión (-23% de cresta a valle) que durante la crisis financiera (-9%). El desplome se agudizó por las restricciones de los viajes internacionales, que representan una fuente fundamental de ingresos de exportación para muchos países de ingresos bajos.

Gráfico 4: Índice de actividad del comercio mundial de servicios , 2007T1-2020T2
Índice, 2015=100

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Fuente: Estimaciones de la Secretaría de la OMC.

La pandemia de COVID-19 ha tenido un efecto devastador en el comercio de determinados tipos de mercancías, mientras que ha alentado el de otros. Este fenómeno se ilustra en el gráfico 5, que muestra el crecimiento interanual del valor del comercio mundial, expresado en dólares de los Estados Unidos, por grandes categorías de productos, así como en el gráfico 6, que refleja el crecimiento interanual del comercio de diversos tipos de productos manufacturados.

En el primer gráfico se observa que el comercio de productos agropecuarios se contrajo menos que el promedio mundial en el segundo trimestre (-5% frente a -21%), ya que los alimentos son artículos necesarios que ha seguido produciéndose y exportándose incluso en las situaciones de confinamiento más estricto.

Al mismo tiempo, el comercio de combustibles y productos de la minería cayó vertiginosamente (-38%) al desplomarse los precios y reducirse el consumo a causa de las restricciones de los viajes. La disminución del comercio de productos manufacturados (‑19%) fue comparable al descenso del comercio de mercancías en general.

Gráfico 5: Crecimiento interanual del comercio mundial de mercancías, 2019T4-2020T2
Variación porcentual en dólares

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Fuente: Estimaciones de la Secretaría de la OMC.

El gráfico 6 muestra que el comercio de la mayor parte de los productos manufacturados tocó fondo en abril y comenzó a recuperarse en mayo y junio, aunque esa recuperación fue parcial e incompleta. Los productos de la industria del automóvil registraron el mayor descenso entre todas las categorías (-70% en abril), en parte a causa de las perturbaciones de la oferta, pero también por la falta de demanda de los consumidores.

En junio, los productos de la industria del automóvil habían repuntado hasta situarse en un nivel inferior solo en un 26% al del año anterior. En el conjunto del segundo trimestre, el comercio en esta categoría de productos se redujo un 53%. El comercio de artículos de viaje y bolsos de mano también registró una disminución acusada en abril, ya que esta categoría comprende una gran proporción de artículos de lujo, cuyo consumo tiende a aumentar y disminuir siguiendo los ciclos económicos.

En junio, el comercio de equipo de telecomunicaciones, incluidos los teléfonos inteligentes, había aumentado un 2% respecto del mismo período del año anterior. El comercio de otros tipos de productos electrónicos también resistió durante la crisis, ya que los hogares, empresas y Gobiernos mejoraron su equipo informático e infraestructura de tecnología de la información para facilitar el trabajo desde casa.

Como era de esperar, el comercio de productos farmacéuticos aumentó durante la pandemia al adquirir los distintos países productos esenciales suministrados por proveedores extranjeros. Aunque no se refleja en el gráfico 6, el comercio de equipo de protección personal (EPP) registró un crecimiento explosivo, del 92% en el segundo trimestre y el 122% en mayo, como ejemplo espectacular de la positiva contribución del comercio a la superación de la pandemia.

Gráfico 6: Crecimiento interanual del comercio mundial de productos manufacturados, por productos, 2020T2

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Variación porcentual en dólares. Fuente: Estimaciones de la Secretaría de la OMC.

Indicadores complementarios

Habida cuenta de las actuales condiciones económicas extraordinarias y a menudo volátiles, La OMC, procedio a recopilar y analizar datos de alta frecuencia (es decir, estadísticas disponibles a intervalos diarios o semanales). Aunque es posible que los datos oficiales utilizados en nuestros modelos lleven un desfase de varias semanas o meses, los datos de alta frecuencia alternativos pertinentes pueden mostrar los primeros indicios de cambio en la actividad y el comercio al reflejar las condiciones económicas en el momento actual.

Ello puede ayudar a predecir datos actuales y futuros a más largo plazo, por ejemplo intervalos trimestrales, y proporcionar un marco y un contexto útiles en los que verificar la plausibilidad de los resultados de los modelos.

A efectos ilustrativos, hemos seleccionado a continuación dos indicadores de alta frecuencia relacionados con el comercio -pedidos de exportación y número de vuelos internacionales- y dos variables que reflejan la actividad y las expectativas económicas, a saber, información de encuestas procedente de las redes sociales y futuros de cobre.

Gráfico 7: Nuevos pedidos de exportación según los índices de gestores de compras, enero de 2008 – julio de 2020

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(Índice, base = 50). Nota: Los valores superiores a 50 indican expansión y los inferiores a 50 denotan contracción.Fuente: JPMorgan/IHS Markit.

El gráfico 7 refleja los pedidos de exportación según los índices de los gestores de compras, que han registrado mínimos históricos durante la pandemia, pero han repuntado después de manera pronunciada. El índice correspondiente a las manufacturas descendió a 27,1 en abril, respecto del nivel de base de 50, mientras que el índice de los servicios disminuyó a 21,8. Al final de agosto, el primero se había recuperado (49,9), mientras que el segundo se encontraba próximo a hacerlo (47,1).

Los pedidos de exportación tienden a ser un indicador adelantado de la actividad comercial, pero queda por ver si en las circunstancias inusuales de la pandemia de COVID-19 retendrán su capacidad predictiva.

Gráfico 8: Número de vuelos comerciales internacionales, 1 de enero de 2020 – 31 de agosto de 2020

OMC | Noticias 2020 - El Barómetro sobre el Comercio de Mercancías confirma la fuerte caída del comercio, pero apunta a una incipiente recuperación

(Índice, semana del 1 de enero = 100) Fuente: OpenSky Network y cálculos de la Secretaría de la OMC.

El gráfico 8 muestra el número de vuelos internacionales diarios registrados por Open Sky Network desde el comienzo de 2020. Los vuelos disminuyeron en torno a un 80% a escala mundial entre principios de enero y mediados de abril; los vuelos internacionales se redujeron en mayor medida que los nacionales. El número total de vuelos se ha recuperado gradualmente, hasta alcanzar el 57% de su nivel de principios de año.

La recuperación ha sido más sólida dentro de la Unión Europea, ya que los vuelos intracomunitarios alcanzan el 95% del nivel de enero. Los vuelos de carga podrían anunciar una recuperación del comercio de mercancías, mientras que los de pasajeros indican una mejora del comercio de servicios.

Gráfico 9: Visualización de frases relacionadas con la actividad económica, 12 de agosto de 2019 – 25 de septiembre de 2020

El Barómetro sobre el Comercio de Mercancías confirma la fuerte caída del comercio, pero apunta a una incipiente recuperación | MercoJuris
En % e índice

Fuente: Servicio de resúmenes del Proyecto GDELT.

El gráfico 9 muestra el volumen diario y el tono promedio de los informes de noticias que contienen la frase «economic activity» (actividad económica), conforme al seguimiento efectuado por el Servicio de resúmenes del Proyecto GDELT.

El tono de las informaciones publicadas por los medios de comunicación, que ya era negativo antes de la pandemia, tocó fondo en marzo, cuando la amenaza para la economía mundial se hizo evidente. Desde entonces, los cambios en el tono de los informes indican que la percepción de la economía mundial estaba mejorando gradualmente y que, sin embargo, en los últimos días ha empeorado. Ello es motivo de preocupación y se hará un seguimiento de la evolución del tono.

El gráfico 10 muestra los precios diarios de los contratos de futuros de cobre, que constituyen un indicador principal de la actividad económica ampliamente reconocido, debido a la importancia de este metal en muchas esferas del sector manufacturero. Los contratos normalizados se negocian en la bolsa del COMEX, división de la Bolsa Mercantil de Chicago (CME).

Los futuros de cobre han aumentado un 42% desde mediados de marzo, lo que refleja una mejora general de la percepción de la situación económica, que, sin embargo, ha empeorado recientemente. Este es otro signo preocupante cuya evolución conviene observar.

Gráfico 10: Futuros de cobre del COMEX, 25 de septiembre de 2019 – 25 de septiembre de 2020
(dólares por libra)

Precio cobre hoy sube a 6.509,00 USD la tonelada

*Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra.Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la

Fuente:  http://estrategia.la/2020/10/08/una-recuperacion-incierta-del-comercio-mundial-tras-el-impacto-del-covid19/

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Qué es Aprendizaje Orientado a Proyectos

El aprendizaje orientado a proyectos busca enfrentar a los alumnos a situaciones que los lleven a rescatar, comprender y aplicar aquello que aprenden como una herramienta para resolver problemas o proponer mejoras en las comunidades en donde se desenvuelven.

Esta estrategia de enseñanza constituye un modelo de instrucción auténtico en el que los estudiantes planean, implementan y evalúan proyectos que tienen aplicación en el mundo real más allá del aula de clase (Blank, 1997; Dickinson, et al, 1998; Harwell, 1997).

En ella se recomiendan actividades de enseñanza interdisciplinarias, de largo plazo y centradas en el estudiante, en lugar de lecciones cortas y aisladas (Challenge 2000 Multimedia Project, 1999). Las estrategias de instrucción basada en proyectos tienen sus raíces en la aproximación constructivista que evolucionó a partir de los trabajos de psicólogos y educadores tales como Lev Vygotsky, Jerome Bruner, Jean Piaget y John Dewey.

Cuando se utiliza el método de proyectos como estrategia, los estudiantes estimulan sus habilidades más fuertes y desarrollan algunas nuevas. Se motiva en ellos el interés por el aprendizaje y un sentimiento de responsabilidad y esfuerzo.

Los resultados del proceso de aprendizaje de los estudiantes no son predeterminados o completamente predecibles. Esta forma de aprender requiere el manejo, por parte de los estudiantes, de muchas fuentes de información y disciplinas que son necesarias para resolver problemas o contestar preguntas que sean relevantes. Estas experiencias en las que se ven involucrados hacen que aprendan a manejar y usar los recursos de los que disponen como el tiempo y los materiales, además de que desarrollan y pulen habilidades académicas, sociales y de tipo personal a través del trabajo escolar y que están situadas en un contexto que es significativo para ellos. Muchas veces sus proyectos se llevan a cabo fuera del salón de clase donde pueden interactuar con sus comunidades, enriqueciéndose todos por dicha relación.

El trabajar con proyectos puede reducir la competencia entre los alumnos y permitir a los estudiantes colaborar, más que trabajar unos contra otros. Además, los proyectos pueden cambiar el enfoque del aprendizaje, llevándole de la simple memorización de hechos a la exploración de ideas.

El método de proyectos se aboca a los conceptos fundamentales y principios de la disciplina del conocimiento y no a temas seleccionados con base en el interés del estudiante o en la facilidad en que se traducirían a actividades o resultados.

En esta estrategia se pueden involucrar algunas presentaciones por parte del maestro y trabajos conducidos por el alumno; sin embargo, estas actividades no son fines en sí, sino que son generadas y completadas con el fin de alcanzar algún objetivo o para solucionar algún problema. El contexto en el que trabajan los estudiantes es, en lo posible, una simulación de investigaciones de la vida real, frecuentemente con dificultades reales por enfrentar y con una retroalimentación real.

En la organización de aprendizajes a partir del método de proyectos, al poner al alumno frente a una situación problemática real, se favorece un aprendizaje más vinculado con el mundo fuera de la escuela, que le permite adquirir el conocimiento de manera no fragmentada o aislada.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/

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El estrés de los maestros durante la pandemia

 Rogelio Javier Alonso Ruiz

Ambos videos se hicieron virales en redes sociales: el primero mostraba a un profesor universitario conteniendo el llanto tras recibir mensajes de aliento de sus estudiantes ante las dificultades que enfrentaba para transmitir un video; en el segundo, una maestra en estado de histeria reprendiendo de manera hostil a sus alumnos por, según ella, tener las cámaras apagadas durante la clase en línea que dirigía. Las reacciones referidas, si bien diametralmente opuestas, tienen algo en común, de acuerdo a los testimonios de los mismos protagonistas: la frustración y el estrés. No hay manera de justificar un trato humillante como el del segundo caso, pero llama la atención que sobre la mesa de debate no se haya tocado apenas, más allá de que es un acto a todas luces censurable, el hecho de que éste pudiera ser reflejo de la situación emocional que muchos docentes están experimentando con la enseñanza a distancia.

En el trabajo, se concibe al estrés como la condición en la que “ciertos aspectos del ambiente laboral son extremadamente difíciles o exigentes para ser enfrentados por la persona” (Saltijeral y Ramos, 2015, p. 362), motivando la aparición de reacciones que ponen el riesgo el bienestar físico y mental. Además de los múltiples desafíos a los que el docente se enfrenta en su labor, la naturaleza humana de su actividad la hace más propensa a la generación del padecimiento: “trabajar con personas usualmente genera más estrés que trabajar con cosas, debido a la carga afectiva y emocional que conlleva” (Rodríguez, et al, 2017, p. 19). Si bien se dice que en el entorno laboral es inevitable que exista presión y que incluso, bien dosificada, podría ser un catalizador del buen desempeño, “el estrés aparece cuando esa presión se hace excesiva o difícil de controlar” (Leka, 2004, p.3). Para muchos docentes la enseñanza a distancia ha significado este escenario.

Si bien ya era proclive al padecimiento en cuestión, durante la pandemia la docencia ha potenciado factores que se asocian al estrés laboral (Leka, 2004, pp. 6-7). Uno de los principales se refiere a las jornadas de trabajo muy largas o fuera del horario normal, así como los horarios de trabajo imprevisibles: el hecho de que el maestro trabaje desde casa parece haberse confundido con que debe estar disponible a cualquier hora del día, ya sea para atender a los alumnos o padres de familia, así como recibir avisos e instrucciones por parte de las autoridades escolares. Otra de las razones que genera estrés es la falta de control sobre los efectos de la actividad propia: hoy, más que nunca, el éxito de la labor educativa depende de factores ajenos al docente tales como las condiciones culturales, económicas y tecnológicas de los hogares, así como la disposición de los padres de familia para apoyar el trabajo escolar.

Uno más de los estresores del docente tiene que ver con una supervisión inadecuada, desconsiderada o que no proporciona apoyo, así como un ejercicio inadecuado del liderazgo escolar: la función de autoridades educativas y escolares, lejos de facilitar el desempeño de los docentes, puede ser motivo de agobio y enfado ante exigencias abundantes e irrelevantes. El trabajo aislado, al no permitir la expresión de inquietudes ni permitir la superación de dificultades mediante el consejo de pares, también condiciona la aparición del estrés. Finalmente, destacan también las exigencias contrapuestas entre la vida laboral y la vida familiar y personal: espacios y momentos que deberían ser destinados al convivio con los seres queridos, el descanso y la recreación, son invadidos por las obligaciones del trabajo.

Como se observa, la labor docente a distancia ha representado un caldo de cultivo para el estrés. Las consecuencias de este problema son de consideración: basta decir que en México se le adjudican anualmente 19,000 infartos (Rodríguez, et al, 2017, p. 2), así como asociársele a dificultades digestivas o para dormir, relajarse o concentrarse. Un estrés mal gestionado puede devenir en lo que se conoce como Síndrome de burnout (o del trabajador quemado). Una investigación de Rodríguez, Guevara y Viramontes (2017) sobre el caso de un docente estresado demostró que éste incurría en eventos de irritabilidad excesiva por detalles muy simples; asimismo, se observaba cansado y era conflictivo con sus colegas; los alumnos del profesor estudiado manifestaron sentirse agobiados, ridiculizados e incluso agredidos física, verbal y psicológicamente. El estrés crónico se vincula también con un “sentimiento de incompetencia personal, profesional y colectiva, [provocando]una crisis de eficacia percibida” (Saltijeral y Ramos, 2015, p. 368).

Las consecuencias del estrés excesivo no sólo se limitan a la salud física y mental de los afectados. También tiene importantes repercusiones en la organización escolar: “es común que los compromisos establecidos administrativamente y los contraídos en los consejos técnicos no sean atendidos en tiempo y en forma, argumentando la saturación de trabajo, la dificultada para hacerlo, la falta de recursos, la falta de tiempo, etcétera” (Rodríguez, et al, 2017, p. 17).

Así pues, se observa que el estrés laboral al que están expuestos los docentes, sobre todo durante esta época de enseñanza a distancia, es considerable dadas sus importantes consecuencias. Un primer aspecto para evitar la aparición del estrés tiene que ver con el ajuste entre los conocimientos y capacidades del docente a las exigencias y presiones del trabajo (Leka, 2004, p. 5): en este sentido, se vuelven imperativos, por parte de las autoridades educativas, opciones formativas pertinentes para el desafío que están enfrentando los maestros; las supervisiones y la misma organización escolar también  deberían procurar redes de intercambio de experiencias e información que permita a los profesores prepararse y acompañarse mejor para enseñar a distancia. Debe tenerse en cuenta que “la percepción del apoyo social es crucial para el individuo” (Rodríguez y Rivas, 2011, p. 83), nada más nocivo que el trabajo aislado.

Otra posible solución al problema del estrés tiene que ver con la modificación de las exigencias laborales (Leka, 2004, p. 18): no se puede suponer que la vida escolar a distancia transcurrirá de la misma manera que la presencial, por tanto, las expectativas y los medios deberán ser mesurados de acuerdo al escenario que se vive, en aras de evitar frustración ante pretensiones inalcanzables. Es evidente también la necesidad de respetar la vida personal del maestro: establecer dinámicas de comunicación respetuosas de los ámbitos familiar o recreativo, por mencionar algunos. Es importante también aligerar la carga administrativa.  Asimismo, para gestionar adecuadamente el estrés no deben descartarse el aprendizaje de técnicas de relajación o terapias (Mindfulness, por ejemplo) destinadas a desarrollar habilidades psicológicas para prevenir y aliviar este padecimiento (Rodríguez y Rivas, 2011, p. 83).

Como se observa, el estrés laboral al que son sometidos los docentes, sobre todo durante la enseñanza a distancia, es para tomarse en cuenta. No se puede esperar el éxito de una estrategia educativa si, quienes se encargan de concretarla, los maestros, se encuentran en condiciones desfavorables para desempeñar su labor. El escenario desconocido y considerablemente demandante al que se están enfrentando los profesores debe ser motivo suficiente para poner atención a su estado emocional. Los casos de los profesores expuestos al inicio de este escrito pudieran ser la punta del iceberg de un problema mucho más complejo, que va más allá de episodios de ira o de aflicción espontáneos que, en cambio, pudieran ser indicadores de males que silenciosamente se están gestando y que habrían de tener desenlaces no deseados.

Fuente e imagen: https://profelandia.com/el-estres-de-los-maestros-durante-la-pandemia/

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Abuso sexual, ¿Quién tiene la culpa?

Por: Tahira Vargas García

En ningún momento los hombres sancionan socialmente la agresión sexual ni demuestran la necesidad del autocontrol y respeto hacia la población femenina independientemente de su edad, condición o vestimenta.

Recientemente nuestra sociedad se ha consternado grandemente por el caso de la niña de 9 años que fue violada y asesinada por un señor que era su vecino.

La violencia sexual es invisible y legitimada. Solo aparece en casos de escándalos públicos o crímenes acompañados de abuso. No se denuncia, no se registra por su normalización histórica y social.

En el estudio de masculinidades y violencia de género que realizamos para Profamilia en el 2019 se muestra la ausencia de responsabilidad y permisividad del abuso sexual en los hombres entrevistados. Estos reconocen que han sido agresores sexuales o que han tenido deseos de violar niñas, mujeres o adolescentes porque “los provocan” o porque están “solas”. En ningún momento los hombres sancionan socialmente la agresión sexual ni demuestran la necesidad del autocontrol y respeto hacia la población femenina independientemente de su edad, condición o vestimenta.

La permanencia del abuso sexual en nuestra sociedad está vinculada a la culpabilización de la mujer, niña, adolescente que es víctima o a la madre de la víctima, como es el caso de la niña que fue abusada. Gran parte de las mujeres, niñas y adolescentes que han sido victimas de abuso sexual lo han vivido al interior de la familia siendo sus agresores padres, hermanos, tíos, abuelos, padrastros o cercanos a la familia, vecinos y compadres. En otros casos aparecen figuras religiosas cercanas a la familia, sacerdotes, diáconos y pastores religiosos que han cometido el abuso o figuras de poder como dirigentes políticos, legisladores, síndicos. Los hombres agresores sexuales no son culpabilizados socialmente. Esos casos pasan por el velo de la invisibilidad y la permisividad y las victimas sufrieron y continúan sufriendo las secuelas de esas historias de abuso e incesto en sus vidas.

EL manejo de la información sobre el caso de la niña abusada y asesinada en las redes sociales y la opinión pública está afectado por los elementos señalados. El imaginario machista en el que los hombres se socializan donde la mujer se convierte en objeto sexual y el hombre tiene permiso de tocar y agredirla si ella lo provoca o está “sola” le da sostén a la impunidad histórica y continua del abuso sexual y su normalización.

Erradicar los abusos sexuales es una tarea de toda la sociedad, tenemos que generar cambios en la población masculina y sus conductas agresoras y de visión de la población femenina como objeto sexual. Ningún hombre o adolescente tiene permiso para agredir sexualmente a ninguna niña, adolescente o mujer independientemente de que esté sola o acompañada, vestida o desnuda. Enseñar el respeto al cuerpo de las mujeres, niñas y adolescentes debe ser el objetivo de toda campaña educativa en términos mediáticos y en todos los espacios.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/abuso-sexual-quien-tiene-la-culpa-8853179.html

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La tristeza feminista

Por: Sofía Rutenberg

 

“Algunos días, si la amargura fuera una piedra de afilar, yo podría ser filosa como el desconsuelo”

Audre Lorde

 

“¿Quién puede recordar el dolor una vez que éste ha desaparecido?
Todo lo que queda de él es una sombra,
ni siquiera en la mente o en la carne.
El dolor deja una marca demasiado profunda para que se vea,
una marca que queda fuera del alcance de la
vista y de la mente”

Margaret Atwood

 

La tristeza de las mujeres ha sido diagnosticada y tratada a lo largo de la historia. Para la ciencia médica estar triste no es una posibilidad. Como no existe un nombre científico para este sentimiento, es necesario medicalizarlo. Cuando alguien asiste a una guardia médica con un ataque de angustia se la trata como una molestia que está interfiriendo en “las cosas importantes”, porque no se está muriendo “de verdad”, y su vida no parece estar en riesgo. Cuando la tristeza se vuelve un riesgo para sí o para terceros, es el momento de empastillar y encerrar. La felicidad se prescribe en pastillas. Los niveles de serotonina son alterados con un psicotrópico para manipular las reacciones singulares ante ciertas situaciones, por considerarlas enfermas. Los “inhibidores selectivos” en pequeñas cápsulas borran la tristeza del mapa. La seleccionan y la inhiben. La tristeza es incómoda. En nuestra sociedad es más común ver gente desnuda que triste. La industria farmacológica vende antídotos contra la tristeza, que son consumidos por más mujeres que varones.

Son las mujeres las que heredaron la tarea de hacer felices a los demás, ese es su deber. El “equilibrio emocional” del hogar depende de ellas. Mostrarse tristes desmorona la imagen que se tiene de ella y se corre el peligro de alterar el bienestar familiar. Al diagnosticar a una mujer como depresiva, ésta se convierte en enferma mental y pierde la autonomía de su vida. Cada decisión que quiera tomar tiene que estar habilitada por otra persona. Comienza a considerarse a sí misma sin criterio, pierde la confianza en su capacidad de pensar; y las otras mujeres se alejan por miedo al contagio.

Las mujeres tardaron siglos en enterarse que los hombres las odian. Todavía existen mujeres que no lo saben. Fueron esos hombres, los que desprecian a las mujeres, los que investigaron, practicaron y experimentaron con su tristeza. Escribieron tomos, manuales y libros sobre cómo domesticarlas. Hasta el día de hoy se intenta domarlas, acotar un goce que, al ser no-todo, impone un sentimiento de vacío peligroso. Como no se sabe de qué se trata ese vacío ni parece importante preguntarles a las mujeres, se las empastilla. En algún momento estuvo prohibido que una mujer sepa leer: se las alejaba de saber lo que los hombres escribían sobre ellas.

El cuerpo sigue siendo desconocido para las propias mujeres, quienes tienen que consultar con un médico ㅡsi es varón mejorㅡ para corroborar estar “bien por dentro”. Su cuerpo se les presenta como misterioso porque es ajeno: le pertenece a la hegemonía masculina, la industria farmacológica, la medicina, los jueces, la religión y el mercado. La gran mayoría de las mujeres van por lo menos una vez por año ㅡy algunas hasta tres o cuatro vecesㅡ a hacerse introducir un artefacto ecográfico en la vagina para controlar el útero, esa parte de su cuerpo que no les pertenece. Espacio biopolítico en el que se disputa poder.

Silenciar el dolor ha sido uno de los mecanismos de dominación. El dolor se vuelve una amenaza: o te callás o van a pensar que estás loca. Por eso las locas son las que no se callaron. Audre Lorde se pregunta en Los diarios del cáncer (1980): “¿Qué tiranías te tragas día a día e intentas hacer tuyas, hasta que te enfermen y te maten, todavía en silencio?”

La tristeza es obscena, mejor llorar en el baño, cuando los niños duermen o mientras cocinás, con una copa de vino en una mano y el Clonazepam en la otra. La tristeza te convierte en una “aguafiestas”. Te vuelve la responsable de la violencia del otro. ¿No es acaso la “depresión femenina” una la respuesta al machismo? La violencia deja una herida abierta, un enojo en estado de ebullición. En cualquier momento podés estallar y que todos se enteren de lo loca y desmedida que sos: “Existen una serie de traumas que podemos soportar antes de salir corriendo a la calle y gritar”, dice Jasmine en la película Blue Jasmine (2013).  La mujer deshecha en llanto es una imagen embarazosa, fuera de lugar, desmedida e irrazonable. La tristeza no es un problema hormonal ni está en los genes. Son las mujeres las que tienen más posibilidades de vivir en la pobreza. En muchos casos dependen económicamente de un hombre y no se pueden separar, por no tener a dónde ir ni dinero para subsistir.

Ocultar la tristeza es ocultar la falta. Se adiestra a las mujeres con imperativos de equilibrio: ¡Mantené el orden! El imperativo de estar “en equilibrio” hace de la tristeza y la alegría polos diagnosticables. El equilibrio se vende por T.V.: las publicidades de yogures que “te equilibran” son dirigidas exclusivamente para las mujeres. ¿Qué varón diría “yo tomo Activia porque no puedo hacer caca” frente a millones de televidentes? Son las mujeres las que necesitan “ser reguladas”. Se les exige además que equilibren al otre. Si el varón se enoja o está de mal humor, es la tarea y responsabilidad de la mujer devolverle la tranquilidad, calmar a la fiera. Sólo si él se encuentra bien ellas pueden retomar sus actividades. Una paciente recuerda de su niñez los días en que su padre regresaba del trabajo irascible, y su madre les decía: “vayan a su habitación que papá está de mal humor”. Esa indicación era la de mantener silencio durante la cena, no quejarse ni levantar la mirada.

Hay medicamentos, tés, yerbas, bebidas, comestibles y hasta golosinas “Fem”. Me ha sucedido de ofrecerle un Ibuevanol (marca de Ibuprofeno para los dolores menstruales que contiene lo mismo que cualquier otro analgésico) a un varón que se quejaba del dolor de cabeza y que no lo acepte ya que es “para mujeres”, como si fuera a convertirse en una y eso fuese algo muy malo o peligroso. Los varones toman proteínas para remarcar los músculos y pastillas para rendir en la cama. Asumir su tristeza los desviriliza. Las mujeres consumen productos para vaciar sus intestinos y riñones. Consumen para vaciarse.

Toda la investigación de la histeria en la primera parte de la obra de Freud es sobre el motivo por el cual la memoria puede doler en el cuerpo. De ahí su inquietud sobre la conversión histérica: ¿por qué estas mujeres en lugar de recordar aquello penoso, les duele una parte del cuerpo?

Elisabeth Von R. padecía de fuertes dolores en las piernas que la inmovilizaban: su pierna derecha era donde le cambiaba las vendas de las piernas a su padre en el lecho de muerte. La pierna izquierda le dolía cuando recordaba a su hermana muerta.

Emmy Von N. hacía años que no sentía placer por la comida y tenía problemas estomacales. Cuando Freud la hace hablar, afloran recuerdos de su infancia en los que aparece su hermano moribundo con el “mal abominable”, expectorando flemas mientras cenaban.

Miss Lucy R. tenía una sensación olfatoria de pastelillos quemados que remitía a unas escenas en las que su patrón había sido violento con ella cuando no cumplió con una orden: algo olía mal.

Y a Dora le dolía la tristeza atragantada de su padre.

 La tristeza de las mujeres tiene su origen en la impotencia: la felicidad del otro depende de ellas. ¡Te tenés que mostrar feliz para que tu hábitat sea feliz! La tristeza genera culpa y autorreproches: “No quiero que mis hijos me vean triste o llorando porque se ponen mal”. La felicidad es la trampa. Se les dice a las mujeres que para agradar hay que sonreír. El feminismo cuenta la historia de las mujeres que no son felices con lo que se supone que debería hacerlas felices. Reconocer la tristeza y la decepción es un trabajo muy complejo, porque cuando una mujer denuncia una injusticia se le dice que “está siendo injusta”. El hombre se convierte en pobrecito y la mujer en mala, malísima. El terror de herir al hombre ㅡque amenazó con que si lo dejan se va a matarㅡ, las lleva a fingir, a mentirse a sí mismas. Asumir la tristeza cuando su vida debería causarle felicidad lleva a construir una pregunta masoquista: ¡¿Qué falla en mí?! Asumir como propia esa pregunta te convierte en una histérica insatisfecha a la que nada le viene bien. Una (in)satisfacción mutilante.

La insatisfacción es una etiqueta que le han puesto los hombres a las mujeres para no escuchar lo que ellas tendrían para decir: “¡esta vida no me hace feliz!”. Es decir, un “no”. Las mujeres que no pueden decir esto es porque temen a la violencia y el desprecio del otro. Los hombres se vengan de las mujeres con el dinero y los bienes. Si ellas los dejan, ellos las dejarán en la calle, o al menos harán el intento. En general la justicia está de su lado. Si no están con ellos, si no cumplen con su papel de madres, nada les pertenece, ni siquiera sus hijos. La felicidad es una imposición de la sociedad machista.

Las pacientes tardan mucho tiempo en (de)construir la genealogía de su tristeza. Un análisis lleva tiempo porque la tristeza tiene generaciones. Cuando no se siente, cuando no se descubre ㅡen el sentido de quitarle el velo para luego seguir viviendoㅡ la tristeza queda como un estado permanente, donde el origen ya no importa porque tiñó todo. Te convertís en la que está sentada en una silla rivotrileada mientras todo el mundo baila.

El movimiento feminista reconoció la bronca de las mujeres. Tal vez llegó la hora de recuperar la tristeza contenida desde hace siglos, usurpada y clasificada por la hegemonía masculina. La tristeza de las mujeres tiene una genealogía que no se encuentra en los manuales de psiquiatría. Es incómoda y creativa, por eso la sociedad no la tolera.

*autora de Hacia un feminismo freudiano (La Docta Ignorancia,2019)

Fuente:  http://lobosuelto.com/la-tristeza-feminista-sofia-rutenberg/

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Pandemia y extractivismo: una contaminación colonizadora cruzada

Por: Thomas Chiasson-LeBel


Nuestra tesis es que, aunque de forma más compleja y sutil hoy, un patrón similar, un entramado de extractivismo-pandemia-imperialismo colonizador, está desarrollándose en América latina. Un tramado complejo donde la enfermedad fortalece la captura de los territorios y poderes políticos por parte de las empresas extractivas, en su mayoría multinacionales, mientras despoja a la población local y la deja padecer en condiciones abyectas las consecuencias del virus bajo un discurso bien articulado en el cual las acciones de las empresas extractivas y sus operadores se presentan como una contribución al bien común. El extractivismo colonizador justificaba su invasión por la necesidad de “salvar” almas indígenas mediante su evangelización. El extractivismo actual se escenifica como “el salvador” de la economía—el alma de la sociedad capitalista».

¿Será que la historia se repite? La respuesta obviamente negativa a esta pregunta no debe hacernos perder de vista que siempre corremos el riesgo de repetir errores desastrosos del pasado si olvidemos que joyerías de vidrio pueden esconder un robo y una masacre.

Cuando los colonizadores europeos llegaron a las Américas, tenían un afán de ciertos minerales que les hizo destrozar civilizaciones y culturas, esclavizar a la población indígena para explotarla, y erradicar militarmente a los que se resistían [ii]. Sin embargo, las enfermedades que trajeron los colonizadores resultaron ser más mortales que sus pulsiones extractivistas, pues sus barcos llevaban pandemias letales que se encargaron de la labor “necrófila” de eliminar pueblos indígenas, facilitando el establecimiento de poderes coloniales en el continente.

Nuestra tesis es que, aunque de forma más compleja y sutil hoy, un patrón similar, un entramado de extractivismo-pandemia-imperialismo colonizador, está desarrollándose en América latina. Un tramado complejo donde la enfermedad fortalece la captura de los territorios y poderes políticos por parte de las empresas extractivas, en su mayoría multinacionales, mientras despoja a la población local y la deja padecer en condiciones abyectas las consecuencias del virus bajo un discurso bien articulado en el cual las acciones de las empresas extractivas y sus operadores se presentan como una contribución al bien común. El extractivismo colonizador justificaba su invasión por la necesidad de “salvar” almas indígenas mediante su evangelización. El extractivismo actual se escenifica como “el salvador” de la economía—el alma de la sociedad capitalista.

La pandemia se presenta como la crisis perfecta para justificar el estado de excepción, es decir la suspensión de los frágiles espacios de contra poder que son también la poca democracia que existe en nuestros sistemas políticos. Con este, se aplica una terapia de shock extractivista, un cambio de las reglas en medio de la crisis para profundizar la penetración del extractivismo. La pandemia requiere del confinamiento de la población por razones sanitarias. Lo problemático es que sirve también a élites económicas y políticas que quieren contener las protestas y los deseos de movilización. La transformación del mandato “quédate en casa” en mandamiento anti-movilización es una manera de silenciar las oposiciones, y sirve para crear condiciones más favorables para expandir las actividades extractivas, debilitar o eliminar las pocas reglamentaciones ambientales existentes mientras las multinacionales y las empresas de este sector toman la oportunidad para limpiar su imagen corporativa.

El propósito de este artículo es llamar la atención sobre la forma en que, desde el Norte hasta el Sur del continente, la crisis actual está siendo instrumentalizada para responder a las necesidades del sector extractivo, con un patrón común que designamos como la terapia de shock extractivista.

La terapia de shock extractivista

Mirando lo que está pasando con el sector extractivo de varios países (Canadá, Chile, Ecuador, Honduras), y escuchando lo que señalan las y los defensoras de las comunidades y territorios, notamos un patrón común [iii] de terapia de shock extractivista. Naomi Klein [iv] acuñó la expresión “terapia de shock” para describir una dinámica fundamental del capitalismo de las últimas décadas, inventada por Milton Friedman, mediante la cual se aprovechan de los momentos de crisis y trauma colectivos para imponer rápidamente cambios importantes e irreversibles a favor de las grandes empresas que no se podrían imponer en tiempos normales. La terapia de shock extractivista es este mismo proceso aplicado para promover los intereses de las empresas extractivas. En la actualidad, esta articula varias dimensiones alrededor de una acción discursivo-ideológica por parte de las empresas hacia la cual confluyen actores estatales y partes de las élites económicas no vinculadas al sector. Este discurso presenta las empresas extractivas como salvadoras frente a las varias crisis, naturaliza su proximidad con el Estado, otorga la continuación de la extracción mientras se paran otros sectores económicos y favorece la profundización de sus actividades con menos escrutinio público. De esta manera, aprovecha la crisis para acertar contundentemente la centralidad del sector y descartar las oposiciones y alternativas legítimas promovidas por las poblaciones afectadas.

Su discurso

La terapia de shock extractivista se articula alrededor de un discurso en el cual las empresas se presentan como salvadoras, tanto frente a la crisis sanitaria como a la crisis económica. Prometen generar riquezas y brindar las tecnologías que permitan curar a los enfermos, redistribuir las ganancias a las víctimas de la crisis, y ser la fuente de reactivación de las economías una vez terminada la pandemia. Expresiones tales como “minería verde” y “minería responsable” resurgen ahora en el discurso de las mineras mediante campañas que buscan limpiar la imagen de empresas ambiental y socialmente desastrosas, que ahora se presentan como promotoras de la “salud y [del] bienestar” [v], o más aún comprometidas con la “resiliencia comunitaria” [vi] frente a la pandemia.

Durante la crisis sanitaria, los Estados, principalmente en el Sur global, enfrentan problemas para conseguir los recursos necesarios para apoyar a la población y proveer lo necesario al personal de la salud. En este contexto, las empresas extractivas han desarrollado una imagen de “salvador”, multiplicando las donaciones de equipamiento médico y comida para establecerse como ayuda de primera línea y pulir su imagen corporativa frente a la sociedad. Por ejemplo, la empresa minera canadiense Barrick Gold, quién encabeza el controvertido proyecto Pascua Lama, entregó un hospital de campaña de un valor aproximado de US$ 13 millones al Estado chileno en el contexto de la pandemia [vii]. En Ecuador, mientras el Estado carecía de recursos médicos en sus hospitales para asegurar la protección de los trabajadores de la salud, ciertas empresas extractivas promocionaban donaciones de insumos médicos en sectores cercanos a sus actividades, y donaciones de alimentos a poblaciones vulneradas por la crisis [viii].

Estas contribuciones tienen impactos reales en tiempo de pandemia, cuando el acceso rápido de poblaciones vulnerables a servicios y tratamientos puede marcar la diferencia entre la vida y muerte. No obstante, un análisis crítico de aquellas “contribuciones”, generalmente agrupada bajo el lema de la responsabilidad social empresarial, devela las contradicciones e ineficiencias que conllevan, y las desigualdades sistémicas que profundizan. Esta filantropía empresarial encubre el hecho de que estas mismas empresas presionan a los Estados para minimizar sus aportes fiscales, aún en tiempos de crisis. Por ejemplo, en Chile, las empresas mineras lograron que se liberen sus depósitos de garantía, originalmente destinados para cubrir los costos de sus planes de cierre de faena, recuperando así US$ 3 mil millones de dólares [ix]. Las empresas logran hacer contribuciones propias y específicas porque tienen plata, pero no quieren pagar impuestos al Estado porque prefieren a la ayuda desinteresada aquella por la cual controlan el momento y el objeto de las donaciones, y así, maximizan el impacto positivo sobre su imagen corporativa, especialmente en contextos en los cuales comunidades locales se oponen a su implementación en el territorio. Además, tales contribuciones revelan un desequilibrio de poder: multinacionales del “Norte global” logran conseguir acceso a insumos médicos esenciales que hacen falta a Estados del “Sur global”. De tal manera, empresas privadas compiten con los Estados por el rol de defensor del bien común.

Comparar esta situación con la de los colonizadores europeos que llegaron ofreciendo la fe cristiana para salvar el alma de los pueblos y naciones indígenas a cambio de su trabajo, de sus vidas, de sus territorios y de las riquezas que contenían, está lejos de ser absurdo. En ambos casos, la contraparte del despojo sirve para limpiar la imagen del despojador y tornarlo en salvador.

Este discurso al nivel de la salud se articula muy bien con el discurso económico, de aún mayor importancia para las operaciones de las empresas extractivas, las cuales supieron presentarse cómo la solución también frente a la crisis económica relacionada a la pandemia. En esta crisis, se argumenta, es necesario facilitar todas las iniciativas extractivas porque su contribución a la actividad productiva es esencial para relanzar la economía amputada por el cierre epidemiológico [x].

Este argumento ha sido adoptado enteramente por los gobiernos de los países tratados en este artículo, quienes asumieron el discurso presentando las empresas extractivas como salvadoras frente a la crisis económica. En Canadá, el gobierno de Justin Trudeau, que se presentaba como el defensor del medio ambiente después de su primera elección en 2015, anunció que levantaba la obligación de evaluación de impacto ambiental para las perforaciones marítimas exploratorias frente a las costas de Terranova-Labrador [xi]. La justificación era clara: “la capacidad de Terranova y Labrador de recuperarse al salir de la pandemia de COVID-19 dependerá en grandes medidas de la capacidad del sector [petrolero]” [xii]. En Honduras, el Ministerio de Recursos Naturales y Medio Ambiente agilizó, en medio de la pandemia, un portal virtual para minimizar los trámites y facilitar los proyectos extractivos.

Estas medidas materializan el discurso de las empresas extractivas adoptado por los gobiernos que presenta a la actividad extractiva como fuente de recursos para resolver la crisis económica relacionada a la pandemia. Además, como los gobiernos están acumulando deudas públicas para enfrentar la crisis, los ingresos provenientes del sector son presentados como fuente de divisas absolutamente esenciales para pagarlas. Sin embargo, la importancia relativa del sector, y lo que retorna localmente, difícilmente puede presentarse como solución. El sector extractivo tiende a emplear relativamente pocas personas, y en Latinoamérica, exporta sus productos brutos a otros países para su transformación, lo que conlleva pocos encadenamientos productivos locales. En Honduras, el sector extractivo no representa ni el 1% del PIB. Más preocupante que las pequeñas rentas mineras que se quedan en este país, son los impactos negativos que las actividades extractivas tienen sobre otras actividades económicas y de sustento local como la agricultura.

Además del impacto ambiental negativo del sector y del rechazo por parte de muchas comunidades que no quieren de estas actividades en el territorio que ocupan, las empresas extractivas difícilmente representan una solución económica mágica. Más bien, los problemas económicos relacionados con la expansión del sector han sido la base para el desarrollo de toda una literatura que describe la maldición de la abundancia (Acosta 2009) o habla de enfermedad (The Economist 2017 [1977]) y de paradojas de los recursos (Karl 1997). Esta literatura advierte que el sector extractivo tiende a producir efectos económicos negativos que socavan sus beneficios.

En resumen, las grandes empresas extractivas han aprovechado la pandemia para pulir su imagen, y presentarse como salvadoras tanto al nivel sanitario como ecológico. Considerando que este discurso es muy dudoso, vale la pena reflexionar críticamente sobre su puesta en marcha.

La puesta en marcha del discurso y la cercanía Estado-empresas extractivas

El desarrollo de este discurso por parte de las empresas, y su adopción acrítica por parte de los gobiernos, esconde algo muy preocupante por la naturalización de la cercanía Estado-empresas extractivas que genera. Mientras que el discurso liberal sobre el Estado nos lo presenta como un actor neutral y un árbitro imparcial frente a varios grupos con intereses divergentes, la imagen que nos refleja el sector extractivo actualmente es de una cercanía exclusiva con el Estado que no siente la necesidad de avergonzarse ni de esconderse. Sus discursos se mezclan de tal manera que se confunde quién representa el bien común, y desaparece del discurso el hecho fundamental que las empresas extractivas velan, antes que nada, por los intereses privados de sus accionistas, mayormente ubicados en el Norte global. Se trata así de aislar el discurso de las comunidades que rechazan las incursiones de las empresas extractivas en el territorio que ocupan, y se revierte la dinámica como si fuesen ellos quienes defienden un interés particular-privado.

En los países presentados en este artículo, resulta muy difícil diferenciar el discurso de las empresas y el del gobierno con respeto al sector extractivo porque están alineados en casi todos sus puntos. En Chile, la empresa minera Barrick Gold afirmaba al periódico El Mercurio estar en contacto constante con el gobierno para avanzar en sus proyectos, prometiendo miles de millones para salvar la economía chilena de la pandemia [xiii]. En Honduras, la situación es tal, que desde 2018 el Estado decidió mantener en secreto las decisiones con respeto a los permisos ambientales, demostrando que para el Estado, más importante que defender su legitimidad frente al público es proteger sus relaciones con las empresas mineras.

Esta cercanía y el discurso del sector extractivo como salvador permite explicar por qué, en muchos países, mientras buena parte de la actividad económica fue parada por razones sanitarias, la producción en el sector extractivo no se detuvo, aunque queda por demostrar la necesidad de muchos de estos minerales en tiempos de pandemia. En Honduras, se ha pedido el reconocimiento de la actividad extractiva como actividad esencial para permitir que siga operando durante de pandemia, pedido que fue aceptado por el congreso. En Ecuador, las mineras fueron designadas como actividades estratégicas que tenían que seguir produciendo durante la crisis. Las que bajaron sus actividades lo hicieron sin que sea obligación estatal, sino por voluntad propia, y reanudaron rápidamente sus actividades [xiv]. Esto no paró a Lundin Gold-Aurelian Ecuador que opera Fruta del Norte de producir el primer lingote de oro durante la pandemia [xv]. Comunidades indígenas denunciaron que ciertas mineras que seguían con sus actividades trataban de traspasar el control comunitario establecido por comunidades que querían aislarse para protegerse de la enfermedad. En el valle del Huasco chileno, se sospecha que la persistencia de la actividad extractiva, que implicaba la circulación de trabajadores de otros sectores del país, contribuyó a la propagación del virus en la región [xvi]. Es decir, así como el colonialismo europeo trajo enfermedades, el extractivismo que sigue durante la pandemia también contribuyó a la propagación más reciente del virus [xvii]. El discurso de las empresas extractivas como salvadoras en tiempo de crisis, así como la distribución de material sanitario, es muy útil para producir un contra-discurso a la realidad tajante que los caminos del extractivismo contribuyen históricamente al contagio. Sirve también para difuminar la frontera entre el Estado y las empresas extractivas, y que estas últimas aparezcan como las defensoras del bien común al igual que los Estados.

Profundización del extractivismo

La combinación de una cercanía Estado-empresas extractivas con el discurso de este sector como salvador no sirvió sólo para que continúe la extracción durante la pandemia, sino que fue utilizado para expandir las actividades del sector, y profundizar la penetración del extractivismo en la política y el territorio en contra de la voluntad de los pueblos. Esta profundización, construyéndose sobre siglos de colonialidad del poder—es decir un poder que se apoya sobre y reproduce jerarquías raciales [xviii]—tiende a invadir zonas habitadas por pueblos racializados, expulsándolos o alterando su vida de manera indeseada, reproduciendo así las jerarquías raciales del continente.

En Canadá, el gobierno Federal anunció nuevos créditos para trabajos en el gasoducto Costal Gaz Link. Este proyecto había sido bloqueado por protestas de la nación Wet’suwet’en al inicio del 2020 apoyadas por varios otros pueblos y naciones indígenas y no indígenas que habían bloqueado el ferrocarril en todo el país en oposición a aquel proyecto. En Honduras, se transfirió la responsabilidad de aprobación y fiscalización de los proyectos desde el Instituto Hondureño de Geología y Minas hacía el Ministerio de Economía para facilitar sus avances. Esto significó la suspensión de muchos procesos de consulta a la población que estaban en camino, y la clara afirmación que la aprobación depende de criterios económicos y no geológicos, ambientales, y menos aún democráticos.

Estos avances cristalizan la idea de terapia de shock: la instrumentalización de la crisis para promover fines que difícilmente se podría alcanzar en otros contextos. Como lo decía el ministro del Ambiente de Jair Bolsonaro, Ricardo Salles: “ahora que la prensa está dando un poco de tregua sobre los otros temas, [es tiempo de] de aprobar las reformas infralegales de desregulación y de simplificación en materia, todas aquellas reformas de las que tenemos necesidad” [xix]. En Chile, el ministro de Minería afirmaba que era tiempo de avanzar con todos los proyectos en carpeta, mientras justamente estos proyectos estaban frenados por cuestiones ambientales y resistencias comunitarias. De manera similar, el ministro de Minas de Ecuador afirmaba al inicio de la pandemia que iba a dar mayores facilidades a empresarios privados en ciertos campos petrolíferos para que avancen sus proyectos.

Todos los signos indican que la crisis está siendo instrumentalizada para profundizar el extractivismo, aprovechando el confinamiento y las restricciones de las libertades promulgadas en este tiempo para hacer reformas que benefician al sector y que van a permanecer vigentes después de la crisis. Las modificaciones legislativas y reglamentarias que levantan las limitaciones y controles de las actividades permitirán avances de proyectos que difícilmente se podrán deshacer después.

Las actividades extractivas se focalizan en recursos no renovables, lo que nos lleva a un punto sin retorno y cuyo impacto social y ambiental deja huellas indelebles. Los Estados, tanto del Norte como del Sur, han mostrado repetidamente su incapacidad en controlar las actividades de las empresas extractivas lo suficiente para evitar desastres. En Canadá, el derramamiento de Mount Polley en 2014, donde la ruptura de una represa de residuos mineros dejo escapar 4,5 millones metros cúbicos de agua contaminada, tuvo consecuencias ambientales difícilmente medibles. En 2018, un incidente similar en Brumadinho, Brasil, obtuvo la atención internacional con imágenes terribles del derrame que costó la vida de entre 130 y 250 personas, además de contaminar más de 300 km de ríos y modificar significativamente su ecosistema. Al inicio de la pandemia, la ruptura de un oleoducto en Ecuador contaminó un río afectando a aproximadamente 118 000 personas según la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), la cual subrayaba que el Estado y la empresa operadora de la tubería tomaron hasta 10 días para llevar agua potable a las comunidades afectadas [xx].

Estos eventos tienen consecuencias irreversibles, y la profundización del extractivismo con menos controles por parte del Estado anuncia la multiplicación de casos dramáticos como estos. De la misma manera que el colonialismo europeo en la región, las destrucciones resultantes del extractivismo son irreversibles, e inolvidables.

Resistencias y represión

En todos los países estudiados, hemos encontrado signos fuertes de resistencia por parte de las comunidades afectadas, de ambientalistas, y de organizaciones de varias tendencias políticas, así como indicios indudables del fortalecimiento de solidaridades internacionales respeto al tema. Como parte de la terapia de shock extractivista, la alianza entre empresas extractivas-Estado, combate estas resistencias mediante la consolidación de su discurso que presenta al sector como salvador frente a las crisis, la represión y persecución de opositores, y la desregulación permisiva que facilita la profundización de la colonización extractivista del territorio.

Pero las alternativas existen tanto para la salud como para la economía. Durante la pandemia, se han visto en el Ecuador campesinos indígenas que, pese a haber perdido su acceso a los mercados públicos por el confinamiento, decidieron dar productos en barrios pobres para proveer de alimentos a los más afectados. Otro ejemplo es la comunidad de Putaendo en Chile organizó marchas y eventos durante la pandemia para oponerse a los avances del proyecto minero Vizcachitas de la Andes Copper. Así como estos, podemos encontrar múltiples ejemplos en varias regiones del continente, donde comunidades indígenas, campesinas y rurales gestionaron el riesgo de la pandemia mediante respuestas comunitarias. Los movimientos socioambientales de defensa del territorio crean espacios para voces diversas que debaten sobre el bien común, y la coyuntura actual también ha abierto nuevos espacios y oportunidades de colaboración. Es decir: hay resistencias y hay propuestas alternativas que emergen desde los pueblos.

 Al nivel regional, un grupo variado de intelectuales presentó el Nuevo Pacto Ecosocial del Sur, una invitación a que las organizaciones y comunidades sumen sus esfuerzos para producir una respuesta contra terapia de shock, basada en la justicia social, de género, étnica y ecológica [xxi]. Esta iniciativa resalta cómo la pandemia reveló la falsa y repetida consigna de que la economía de mercado es imparable. Durante la pandemia, no sólo se paró la actividad productiva en varios sectores, también muchas fábricas convirtieron su producción para responder a las necesidades del momento. Si ha sido posible parar y reorientar la economía en tiempo de pandemia, es posible hacerlo en cualquier momento.

En vez de entender este llamado al cambio como una difícil pero necesaria reorientación de nuestras relaciones con el medio ambiente y la economía, los gobiernos aliados a las empresas extractivas eligieron la vía fácil del discurso mágico del salvador extractivista. Y para sostenerlo tuvieron que recurrir, rápidamente, a la fuerza para callar los opositores. Las noticias de represión, y de protección policial y militar a las empresas, nos vienen de todos los rincones del continente.

Contra las “salidas fáciles” y las falsas promesas

Nos corresponde producir, debatir y difundir otras narrativas a la del discurso articulador de la terapia de shock extractivista, que ha sido producidas por aquellas empresas que se presentan como salvadoras. El extractivismo no va a excavar un túnel de escape frente a las crisis actuales. La pandemia y sus consecuencias no son agentes externos a nuestra realidad que vinieron interrumpir nuestra normalidad: en buena parte es el producto de aquella normalidad.

Más allá de los casos de corrupción, no es simple entender por qué hay un consenso de los gobiernos de diversos matices sobre la necesidad del extractivismo [xxii], ni cómo el sector logra tal penetración política. Un elemento de respuesta reside en la promesa de una “salida fácil” e indolora a la crisis multidimensional que enfrentan todas las sociedades de nuestro continente. El sector promete ingresos fiscales que no requieren que los gobiernos se enfrenten a las élites económicas nacionales para redistribuir una parte de sus riquezas. El sector es tan lucrativo que permite el pago de rentas que parecen importantes. Impulsar el sector evita una pelea contra los gobiernos del Norte global que apoyan ampliamente a las empresas extractivas, la mayoría ubicadas legalmente en sus territorios. La única pelea que genera el extractivismo es contra las comunidades locales, y se puede tornar en una confrontación de pueblo contra pueblo, contraponiendo los potenciales beneficios económicos del sector presentado como salvador frente a las crisis, al “inmovilismo” de los opositores. Sin embargo, el carácter multidimensional de las crisis (económica, ambiental, social y política) revelado por la pandemia no da para este tipo de facilidad, y requiere de soluciones complejas que reorganicen lo contagioso-tóxico de nuestra relación a la economía y el medio ambiente. Ver lo ilusorio y lo peligroso de las promesas del sector extractivo presentado como salvador frente tanto a la crisis económica como pandémica es un paso importante. El próximo paso es que la organización y la movilización de las comunidades logre transformar a los sectores populares en una fuerza más poderosa que aquella acumulada por las élites y las empresas extractivas con sus discursos de que el extractivismo se ha mutado en una industria “virtuosa, inclusiva, y sustentable” [xxiii] que permite vencer pandemias.

A la hora de soñar con una nueva normalidad, que incluiría otra economía y un mayor cuidado del planeta, nos despierta la pesadilla de la realidad, donde domina la normalidad y donde lo nuevo toma la forma de una terapia de shock extractivista impuesta con el mayor grado de autoritarismo adquirido por los sistemas políticos del continente. La promesa que las rentas del sector podrán solucionar la crisis económica es falsa, y las empresas extractivas, siendo parte del problema, nunca van a ser parte de la solución. La destrucción causada por los afanes que guiaban la colonización europea no va a ser la salvación hoy, así como no lo fue para los pueblos indígenas hace 500 años.

Texto escrito con la colaboración de James Alejandro Artiga-Purcell y Alejandra Watanabe-Farro  [i] para el Grupo de investigación sobre la economía política cultural crítica del extractivismo, Universidad de California en Santa Cruz

Referencias:

[i] En junio, el Grupo de investigación sobre la economía política cultural crítica del extractivismo organizó un webminario que contó con la participación de Constanza San Juan, de la Asamblea por el Agua del Huasco Alto de ChilePedro Landa del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de Honduras, y Blanca Chancosode la CONAIE del Ecuador. Las tendencias identificadas en este artículo surgieron de esta conversación, y muchos de los ejemplos relatados inspirados de aquella. Agradecemos a Fernando Leiva, del grupo de investigación, por su apoyo en la conceptualización de este texto, sus comentarios y revisiones.

[ii] Los distintos poderes coloniales adoptaron diferentes estrategias de colonización. Sin embargo, su impacto sobre las poblaciones que ocupaban el territorio es complementario.

[iii] Organizaciones de Canadá, Estados Unidos y Gran Britania llegaron a conclusiones similares en una investigación basada en la revisión de casi 500 artículos de fuentes periodísticas: Voces desde el territorio disponible en: <https://miningwatch.ca/sites/default/files/voces_desde_el_territorio_final.pdf>

[iv] Klein, Naomi. 2007. The Shock Doctrine. New York: Metropolitan Books.

[v] Ver el sitio web de Barrick Gold  <https://www.barrick.com/English/about/covid-19/default.aspx>.

[vi] Ver el sitio web de Newmont: < https://www.newmont.com/operations-and-projects/health-and-safety/default.aspx>.

[vii] Ver el comunicado de la Asamblea por el Agua del Huasco Alto sobre el tema :  https://www.mapuexpress.org/2020/06/10/asamblea-por-el-agua-del-guasco-alto-la-mineria-es-una-pandemia-barrick-no-salva-vidas-las-pone-en-riesgo/

[viii] Ver las múltiples ocurrencias en los hilos tweeter de LundinGolg y Ecuacorriente, por ejemplo: < https://twitter.com/LundinGoldEC/status/1277700961222393856?s=20>

y < https://twitter.com/CorrienteEcua/status/1283401420591554561?s=20>

[ix] “Ministerio de Minería anuncia que mineras ya pueden utilizar seguros de garantía para sus planes de cierre de faenas”, Portal minero, 06/07/2020: < https://www.portalminero.com/wp/ministerio-de-mineria-anuncia-que-mineras-ya-pueden-utilizar-seguros-de-garantia-para-sus-planes-de-cierre-de-faenas/>.

[x] Mccopa, “Minería salvará economía peruana de la recesión”. Minería Pan-Americana, 20/08/2020. < https://www.mineria-pa.com/noticias/mineria-salvara-economia-peruana-de-la-recesion/>.

[xi] Alexandre Shield, “Forages en mer exemptés d’une évaluation environnementale”,Le Devoir, 5/06/2020, < https://www.ledevoir.com/societe/environnement/580160/forages-en-mer-exemptes-d-une-evaluation-environnementale>.

[xii] Ver el comunicado del gobierno canadiense: < https://www.canada.ca/fr/ressources-naturelles-canada/nouvelles/2020…nt-visant-a-ameliorer-le-processus-dexamen-du-forage-exploratoi.html>.

[xiii] Denunciado por la Asamblea por el Agua del Guasco Alto < https://www.mapuexpress.org/2020/06/10/asamblea-por-el-agua-del-guasco-alto-la-mineria-es-una-pandemia-barrick-no-salva-vidas-las-pone-en-riesgo/>

[xiv] < https://twitter.com/LundinGoldEC/status/1242861473241747458?s=20>

[xv] < https://twitter.com/Ian_H_Lundin/status/1274799403451244557?s=20>

[xvi] Movimiento Socio-Ambiental del Huasco: «La gran minería primero nos mata por contaminación, ahora nos mata por Covid», 29/06/2020. < https://www.facebook.com/AsambleaGuascoAlto/posts/2664294710476714>.

[xvii] El Informe “Voces del territorio” (op. cit.) identificó casos claros en Brazil, Canadá y Panamá donde la contaminación de trabajadores en las minas afectó las comunidades adyacentes a las minas.

[xviii] Quijano, Aníbal. 2014. Cuestiones y Horizontes. De la Dependencia Histórico-Estructural a la Colonialidad/Decolonialidad del Poder. Editado por Danilo Assis Clímaco. Antologías. Buenos Aires: CLACSO.

[xix] Citado en Emiliano Terán Mantovani, “Coordenadas del extractivismo en la pandemia en A. Latina”, ALAI, 27/07/2020. < https://www.alainet.org/es/articulo/208103?utm_source=email&utm_campaign=alai-amlatina>.

[xx] Comunicado de la CONAIE “René Ortiz impulsará la minería a gran escala en medio de covid 19”, 23/04/2020.< https://conaie.org/2020/04/23/gobierno-de-ecuador-reforzara-politicas-extractivistas-en-medio-de-covid-19/>.

[xxi] <  https://pactoecosocialdelsur.com>

[xxii] Svampa, Maristella. 2013. “«Consenso de los Commodities» y lenguajes de valoración en América Latina”. Nueva Sociedad 244: 30–46.

[xxiii] Carolina Pizarro, “El futuro de la minería al 2035” La Tercera,11/01/2015. < https://www.latercera.com/noticia/el-futuro-de-la-mineria-al-2035/>

Fuente: Rebelión

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Violencia económica: cuando el dinero se usa como un arma de control machista

 

Por: Sara Montero

Según la última macroencuesta, el 11,5% de mujeres ha sufrido violencia económica en algún momento de su vida. El control de gastos, disponer de las tarjetas de ella o el impago de las pensiones tras un divorcio son algunas de sus manifestaciones.


«¿Qué pasa, eres rica o no tienes ya suficiente ropa?». Macarena ganaba más dinero que su marido, pero no podía disponer de él. A veces, comprarse un vestido nuevo podía suponerle una discusión y tampoco podía permitirse caprichos a pesar de que ella hiciese la compra para la familia. El control del dinero era parte de la violencia que sufría, que era también física y psicológica. Cuando se separó, el chantaje continuó. Al día siguiente de que le denunciara, él sacó de la cuenta común todos los ahorros. Le costó ponerle nombre a esa coacción, pero hoy ella sabe que sufría (también) violencia económica, gracias al trabajo de recuperación y empoderamiento en Fundación Ana Bella. Según la Macroencuesta sobre violencia contra la mujer 2019, el 11,5% de mujeres de más de 16 años la ha sufrido en algún momento de su vida.

Si extrapolásemos los datos al conjunto de España, 2.350.684 mujeres habrían experimentado este mecanismo de control alguna vez. Según la encuesta, la situación más frecuente es que la pareja haya impedido a la entrevistada «tomar decisiones relacionadas con la economía familiar y/o realizar las compras de forma independiente» (el 7,8% de las mujeres que han tenido pareja). Un 6,5% ha visto cómo él se ha negado a darle dinero para los gastos de la casa, mientras a un 5% de mujeres preguntadas no les han dejado trabajar fuera del hogar. Otro 4,8% ha visto cómo la pareja ha usado «el dinero o tarjeta de crédito de la mujer o ha pedido préstamos a su nombre sin su consentimiento».

«Es un tipo de violencia que suele ir combinada con la violencia física, la psicológica o la emocional. El objetivo es tener controlada a la pareja, utilizar el dinero como un arma de control», explica Manuela Torres Calzada, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis. La experta incide en el sufrimiento que provoca en las víctimas, que desarrollan un sentimiento de «dependencia» hacia su agresor.

Inmaculada Domínguez, investigadora de la Universidad de Extremadura y miembro del Instituto Polibienestar, está analizando la cuestión en el proyecto Ecovio, en el que participan instituciones de Italia y España (Universidad de València) y que ha sido financiado con 400.000 euros por la Comisión Europea. Se han llevado a cabo entrevistas personales para conocer las historias de vida de 20 mujeres que han sufrido violencia económica. Tanto las Asociaciones Clara Vive como la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas Carmen García Castellón han colaborado estrechamente en las mismas.

En su investigación, ha identificado tres manifestaciones claras de la violencia económica. La primera, el «control» de las cuentas, limitando el uso del dinero por parte de las mujeres. La segunda, la «explotación» económica, que supone que ella lleva un sueldo a casa pero no dispone de él, mientras su pareja decide en qué se lo gasta. El tercer escalón es el «sabotaje» laboral, que frena a las mujeres para que puedan generar sus propios recursos, según describe la experta.

Una violencia que se extiende hasta la expareja

El estudio de Domínguez aporta una línea de investigación novedosa. Están analizando los casos de mujeres que no habían sufrido violencia en pareja, pero que, al divorciarse, su relación se convierte en un infierno. «Hay mujeres que aseguran que una vez se separaron fue cuando empezó el abuso económico«, explica.

En el caso de la violencia económica, no se trata de exparejas que no puedan pagar una pensión por su situación económica, sino que aun teniendo capacidad, prefieren mantener a su exesposa en tensión. A veces, esta violencia se manifiesta en gestos sutiles que no llegan a judicializarse. «Si tienen que pagarle el día 1, esperan hasta el 10 para que ella esté pendiente y les llame», ejemplifica la investigadora extremeña.

Por ello, estas expertas advierten de que la violencia económica se extiende incluso cuando la relación sentimental con el maltratador se ha acabado, especialmente, cuando hay hijos en común. Si la violencia física termina con el abandono de la víctima del domicilio, la económica se prolonga a través del pago de pensiones alimentarias, de la hipoteca o de los gastos de los niños. «Las exparejas no pasan la pensión o dilatan los procesos judiciales. A veces incluso interponen múltiples procesos para intentar arruinar a la víctima. Le dicen: Voy a contratar a los mejores abogados y te voy a hundir«, relata la experta de Themis.

En el caso de Macarena, la primera agresión se produjo la noche antes de la boda y los episodios se prolongaron más de dos décadas. Ni siquiera en su trabajo se sentía segura: «Algunas veces me obligaba a cerrar la tienda en pleno horario», recuerda sobre las llamadas que le hacía él solicitando su presencia en casa. Finalmente, se quedó sin empleo y pocos meses después le denunció, después de que uno de sus hijos se metiera en medio de una discusión para protegerla: «Ya no pude aguantar más. No tuve más opción». Ahí empezó otro calvario: ese mismo día, él sacó todos sus ahorros de la cuenta común, un dinero que aún hoy no ha recuperado.

Ellas a veces se encuentran sin trabajo o con un sueldo precario y con hijos a su cargo. Por ello, Domínguez apunta que la vivienda es una preocupación recurrente entre las mujeres a las que ella ha entrevistado durante su investigación. A veces, incluso se convierte en un mecanismo de chantaje: «Si tienen hijos, ella se queda en la casa familiar, pero la hipoteca hay que pagarla a medias. A veces ellos no pagan o hacen el ingreso tarde», explica sobre los mecanismos de las exparejas para quebrar la seguridad de estas mujeres. Por eso, ahora su grupo de estudio elabora una propuesta para que las autoridades diseñen mecanismos que impidan que una separación empobrezca a esa mujer que se atreve a dar el paso. Su inspiración son las herramientas habilitadas en caso de desahucio.

Una traducción tenue en la legislación

La violencia económica está reconocida en el Pacto de Estado contra las violencias machistas aprobado en el Congreso de los Diputados en 2017, así como por el Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE), o en el Convenio de Estambul firmado por España. Sin embargo, las expertas coinciden en que aún no se ha afianzado en la legislación.

El impago de pensiones, cuando se ha fijado judicialmente, es la manifestación más clara de violencia económica que aparece en el Código Penal. Concretamente, en el artículo 227, que sentencia que quien deje de pagar durante dos o cuatro meses consecutivos «cualquier tipo de prestación económica en favor de su cónyuge o sus hijos» será castigado con la pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a 24 meses.

Sin embargo, durante su investigación, Domínguez se ha encontrado con todo tipo de estrategias de los hombres para someter a sus exparejas a su control: casos en los que tardan días en pagar para mantener la tensión, que fraccionan la cantidad o que saldan la deuda justo antes de que se celebre el juicio. «Si tienes una pensión asignada de 200 euros, prefieres no denunciarle cuando no te la paga. Le llamas, discutes y cuando quieres interponer la denuncia, ya han pasado tres meses», explica la investigadora. Por eso, aconseja a las víctimas denunciar desde el primer impago y no esperar: «Quizá no sean cantidades muy altas inicialmente, pero son lo suficiente para machacarlas».

Más allá de las pensiones, la portavoz de Themis asegura que se entiende como una parte de la violencia más genérica también en las sentencias. Al final, el resultado es que «muchas mujeres acaban apañándose» por su cuenta cuando ellos dejan de pagar.

Sí hay salida

Pero los maltratadores las mienten: sí hay salida. Los recursos habitacionales, la reinserción laboral de las víctimas y el acceso a más recursos económicos son clave para que ellas puedan romper la cadena de violencia. Macarena encontró la puerta violeta. Tras ella estaba la Fundación Ana Bella, donde inició su proceso de recuperación y pudo acceder de nuevo al mercado laboral.

«No puedes entrar en un proceso de trabajo si tu autoestima no está elevada. Primero intentan empoderarte para que veas que eres capaz de salir de todo eso y sacar adelante a tus hijos. Te dan talleres de búsqueda de empleo o te preparan para encarar una entrevista de trabajo», resume.

Primero comenzó con «trabajos trampolín» algún fin de semana, con un sueldo pequeño, pero suficiente para volver a sentirse capaz. Hoy es una mujer libre que ayuda a otras mujeres a salir de la violencia.

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/violencia-economica-dinero-arma-control-machista.html

 

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