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Venezuela: Nuestro Quehacer Docente y la Ética Robinsoniana, como Modelo para enfrentar la Crisis Axiológica Actual.

Nuestro Quehacer Docente y la Ética Robinsoniana, como Modelo para enfrentar la Crisis Axiológica Actual.

Autor: Dioni Valladares

Bolívar, quien es uno de los más grande personajes de la historia y nuestro Libertador, mencionaba en el célebre Congreso de Angostura: “…Moral y luces son nuestras primeras necesidades, en esa frase el Padre de la Patria nos invitaba a la imperiosa necesidad de ser seres éticos para salvar la Patria en aquel entonces de la garras del imperio español; pero no solo eso, sino también de nosotros mismos.

Bien es sabido en las ciencias históricas que el Congreso de Angostura sentó las bases de una nueva República y esto se logró sólo, mediante la discusión de los motivos que habían conllevado al fracaso de las Repúblicas anteriores, y que habían nacido del proceso independentista. Uno de los problemas que Bolívar analizó e hizo referencia en ese magistral discurso, fue el problema moral que enfrentaban los ciudadanos de la nueva República, y para ello propuso la creación de un nuevo poder que se añadirá a los tres poderes tradicionales y que tenía como función principal velar por el correcto comportamiento de los funcionarios públicos y del comportamiento ético de la sociedad en general. La mención a este hecho histórico se hace para denotar la importancia que tiene la formación, en lo seres humanos, pues, Bolívar para lograr tal elocuencia debió transitar por un proceso formativo donde tuvo la oportunidad de encontrarse con varios maestros que fueron forjando su personalidad.

La historiografía resalta con especial valor a uno de ellos : Simón Rodríguez, de quien hay pruebas fehacientes de la influencia que ejerció sobre el Libertador de las naciones del continente Sudamericano, para demostrar el respeto y admiración que sintió Bolívar por quien fuese su maestro, basta remitirnos a una carta que este le dirigiera a Rodríguez y de la cual se extraerá el párrafo siguiente: “…usted maestro mío, ¡cuanto debe haberme contemplado de cerca, aunque colocado a tan remota distancia! ¡Con que avidez había seguido usted mis pasos, dirigidos muy anticipadamente por usted mismo! Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. (Bolìvar, 1824).

La anterior frase sustraída de la aludida carta que fue escrita en Pativilca, Bolivia en 1824 denota el gran respeto y admiración que sentía Bolívar por Rodríguez, lo que hace pensar que es irrefutable lo que con la praxis docente de Simón Rodríguez logró con el Libertador, tal hazaña hubiese sido imposible sin que Rodríguez no tuviese la ética necesaria para conducir a aquel niño a convertirse en la persona que fue, años más tarde.

Es importante observar qué contexto histórico ocurrieron estos hechos ya finalizando el siglo XVIII , cuando imperaba una sociedad que estaba en crisis, una sociedad donde la falta de escrúpulo era tal, que se veía normal la esclavitud, el racismo, el desconocimiento a la mujer como sujeto igual al hombre, y  tantos otros males del colonialismo; por lo tanto la ética exigía que se debía vencer esos abusos para una mejor sociedad, y por lo tanto, maestros como Rodríguez, con su noble compromiso ético y moral, encontró en la docencia el medio idóneo para influir en los jóvenes de la época, entre ellos Bolívar, quien vio la necesidad de romper con los esquemas de aquella sociedad.

Como en la época colonial, hoy nuestra sociedad esta en crisis, los problemas éticos y morales son otros pero se hace necesario que emulemos a ese espléndido  docente que fue Bolívar, y que con nuestro ejemplo inspiremos a nuestros estudiantes a que se conviertan en los agentes de cambios que hoy la sociedad requiere; por supuesto ubicándonos en el momento histórico que vivimos, pues, la sociedad actual no es la misma del siglo XVIII y XIX en la cual vivió Bolívar, por lo que nuestro quehacer docente necesariamente debe adecuarse a los nuevos tiempos.

Ser Docente hoy en día implica una enorme responsabilidad, un compromiso formidable y esto debe ir acompañado de que seamos referentes éticos y morales para esta generación que estamos formando, que han estado influenciados por valores negativos que se transmiten como normales, pero que tiene como objeto crear un ser que, además de no practicar valores éticos, sea un ser no pensante, un ser no crítico y que actué según lo impongan los medios de comunicación.

Como Docentes, debemos ser capaces en nuestro quehacer pedagógico, de ser los sembradores de esa semillita que reclama con urgencia nuestra sociedad, pero ¿qué reclama la sociedad de hoy al Educador?, la respuesta puede tener muchas aristas pero la más clara, sin duda alguna, es que con nuestros ejemplo seamos lideres que transcendamos el modelo de la vieja escuela que aún predomina y de la que muchos niegan salirse; debemos dejar de ser simples dadores de clase, para mutar hacia un nuevo modelo docente que eduque al joven para ser sujeto activo en la construcción d una nueva sociedad.

Es menester que el educador transmita con su ejemplo la imperiosa necesidad se ser sujetos éticos y morales, que muy a pesar de la crisis que enfrentamos no nos corrompamos; esto sin duda es un punto difícil hoy en nuestro país, pues, podemos observar Docentes que debido a la situación salarial están desmotivados,  cuestión que representa una situación grave, aunque es entendible que el Docente como ser humano, está lleno de sentimientos, resulta terrible que en un aula estén Docentes desmotivados, ya que un docente bajo esas condiciones, difícilmente transmite actitudes positivas a sus estudiantes y aún mas difícil es que influyan en ellos para que cambien.

En referencia a esto la PhD. Emilia Ferrera en una entrevista realizada en mayo de 2018 manifestaba lo siguiente:” …cuando un maestro está convencido de que puede hacer algo termina descubriendo la manera de hacerlo, y si deja que el malestar general lo apabulle no va a poder hacer nada. Si acepta estar ahí es porque cree que algo puede hacer. Si forma parte de la desesperación colectiva, si se deprime junto con el ambiente, no va a poder hacer nada. Pero hay maestros creativos que consiguen llevar adelante algo que da esperanza.

Partiendo de lo que plantea Ferriera nuestro quehacer docente debe necesariamente tener la convicción necesaria para poder transformar nuestro medio, por eso es de vital importancia que nuestra moral y nuestra ética se mantengan en alto muy a pesar de las situaciones que se puedan vivir; como Maestros estamos llamados a cambiar esas condiciones que afectan a nuestra comunidad, existen diversas maneras de hacerlo y cada Maestro, siempre y cuando tenga la vocación, la moral, la ética y la praxis necesaria,  estará contribuyendo a ese cambio tan necesario.

Un maestro es un líder y un líder debe predicar con el ejemplo; el contexto actual  exige de nuestra parte que, como Simón Rodríguez en su tiempo, formemos a nuestros estudiantes para lo hermoso, para la justicia, para lo grande, para la libertad y para lo que Bolívar  señaló en su carta que había logrado su maestros.  Así que es grande el reto que nos corresponde.

Surge otra interrogante ¿cómo lograr esto en los tiempos actuales?, la respuesta a estas inquietudes no se debe tomar a la ligera; pero en primer lugar para poder cumplir con este objetivo es necesario que dentro de nuestras escuelas seamos un referente ético, moral y profesional: es de suma importancia cumplir con estos requisitos, ya que solo de esta manera nuestros estudiantes podrán tomarnos como ejemplo y de esta forma es que podemos influir en ellos.

Nuestro quehacer se enfrenta a un  poderoso enemigo como son los medios de comunicación en donde nuestros estudiantes  pasan muchísimas horas de su vida, y al decir medios de comunicación en la actualidad debemos referirnos necesariamente a redes sociales, internet, televisión por suscripción, etc., generalmente son influenciados por programas que están dirigidos al sector de la juventud y que precisamente, muchos de ellos, no están diseñados para fomentar,  valores positivos en el individuo; de allí que surge la necesidad que en nuestro día a día, si queremos luchar contra este flagelo, promovamos el pensamiento crítico y analítico en nuestros estudiantes, promover debates que finalicen con proceso reflexivo y que provoque en el estudiante la necesidad de cambiar esos valores negativos por valores positivos. Pero insisto, solamente esto lo lograrán los Maestros con la vocación docente, que sean ejemplos de ética y moral para sus estudiantes; no con esto digo que el docente debe ser especie de un santo, sino que con su ejemplo dentro de la labor educativa, pueda ser lo suficientemente digno de promover la ética y la moral en sus alumnos.

Nuestro quehacer docente exige igualmente que promovamos además de valores, la educación para la vida, que el sujeto que estamos educando aprenda a ser una persona que produzca para la sociedad, que sea útil, y en esto los docentes jugamos un papel fundamental, el mismo Simón Rodríguez fue un apasionado defensor de una escuela con docentes distintos; veía Rodríguez a la escuela como un centro de producción y de trabajo. La denominó Casa de Industria Pública y por sus propios esfuerzos conformó un medio de escuela experimental, Simón Rodríguez estaba convencido de que había que unir la cultura con el trabajo, la formación académica con la manual; esto era muy importante debido a que las nacientes Repúblicas ameritaban de carpinteros, albañiles, agricultores, en fin, obreros que sepan producir y respetar.

Nuestra sociedad actual amerita también de este tipo de personas, por lo tanto, como maestros, es nuestra responsabilidad formar a los estudiantes, no solo en lo académico, sino en algún oficio. Las escuelas en nuestro país están llenas de Docentes que saben hacer algún oficio, por lo que se puede aprovechar la oportunidad de enseñar a nuestros estudiantes distintas labores. En la actualidad existe dentro de la malla curricular de la educación media general los Grupos de Creación, Producción y Recreación que, sabiéndolo aprovechar, serian una oportunidad valiosa de lograr dicho objetivo; para ello se requiere de un compromiso enorme por parte del docente.

Para que se tenga éxito en la labor, es importante proyectarnos a futuro, de comprometernos con nuestra labor docente en este objetivo. En tiempos de Rodríguez las personas sin conocimientos eran blancos de convertirse en servidumbre de la clase dominante de la época, hoy un joven que no esté en la escuela, que no tenga buenos Maestros, que no sepa hacer oficios y que aparte tenga una muy mala base moral en el hogar, es sin duda una persona vulnerable en medio de la delincuencia; por ende que nuestro compromiso ético y moral es precisamente evitar eso; las herramientas las tenemos, pues, somos Docentes, lo que hace falta es que las utilicemos y que día a día crezcamos académica y moralmente a fin de que, como he venido insistiendo, seamos los ejemplos a seguir de los futuros Bolívar de nuestra nación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuentes de investigación

 

Calzadilla, Juan (2007). Moral y luces son los polos de una República. Primera Edición. Editorial el perro y la rana. Guarenas, Venezuela.

Cano, María del Carmen (2015). Ética social, profesional, profesoral y de la ciencia. Universidad de la Habana. Medisur vol.13 no.6, La Habana, Cuba. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1727-897X2015000600003

Ferreiro, Emilia. Entrevistada realizada disponible en: https://webdelmaestrocmf.com/portal/si-los-docentes-no-leen-son-incapaces-de-transmitir-el-placer-de-la-lectura/

Pérez Esclarin, Antonio (2010). Se llamaba Simón Rodríguez luces y virtudes americanas. Segunda Edición. Editorial Distribuidora estudios. Caracas, Venezuela

Prieto Figueroa, Luis Beltrán (2007) El concepto de líder, e maestro como líder. Decima quinta edición. Fondo editorial Ipasme. Caracas, Venezuela

Autor: Dioni Valladares

Fuente de la Información: OVE

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Ministers rejected school reopening plan recommended by Sage experts

By:  and .

 

School leaders said the government’s publication of scientific advice failed to make a convincing case for the early reopening of schools in England, as the government’s chief scientific adviser said an effective testing and tracking system was necessary for more pupils to return to the classroom.

After pressure from teaching unions, the government published 12 documents presented to its Sage committee of scientific advisers looking at the effect of coronavirus on children and how schools could safely reopen to more pupils.

But union leaders said they found little in the documents to reassure staff or parents that reopening primary schools in England by Boris Johnson’s stated target of 1 June was a safe decision.

Patrick Roach, general secretary of the NASUWT teaching union said the evidence was “inconclusive”, while Geoff Barton, leader of the Association of School and College Leaders, said the government “must be able to show very clearly that its five tests have been met before it gives the green light to any wider opening from 1 June”.

Patrick Vallance, the government’s chief scientific adviser, said on Friday that Sage had been very clear that an effective “test, track and trace” mechanism was necessary in the event of schools reopening, and the sooner in place the better in order to make changes to England’s lockdown.

Roach said it remained his union’s view that no schools should reopen more widely until it was safe to do so, and that the publication of the Sage documents would only add to the uncertainty.

“[Sage] states that large-scale community testing is needed to better understand and monitor the prevalence of and susceptibility to Covid-19 in children, yet the government’s plans for the reopening of schools from 1 June are premature whilst a widespread community testing system will not be in place,” Roach said.

Gavin Williamson, the education secretary, said the Sage papers showed that “the phased, cautious return of a limited number of pupils to classrooms has been a carefully considered decision based on the best scientific and medical advice”.

“My department continues to engage with the school, college and nursery sectors and I am enormously grateful for all the planning and preparation they are doing, alongside local authorities and academy trusts,” Williamson said.

A number of local authorities have said their maintained primary schools will not be ready to reopen, while others – including Staffordshire county council, which covers Williamson’s own constituency – have left the decision up to individual schools.

The papers revealed that a low-risk scenario where pupils in England would attend school on alternating weeks was presented to the government as the most likely way to gain popular support, before ministers instead settled on their plan for a widespread reopening on 1 June.

One paper prepared by Sage’s modelling and behavioural subgroups on 16 April warned that, as a result of school closures, some children would have “experienced a shock to their education which will persist and affect their educational and work outcomes for the rest of their lives”.

A period of home learning, the experts added, would reinforce existing inequalities between children, while months off school would mean emerging learning difficulties were missed.

Source of the article: https://www.theguardian.com/education/2020/may/22/ministers-rejected-school-reopening-plan-recommended-by-sage-experts

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Cursos propedéuticos y diagnósticos sí, remediales, ¿por qué?

 Abelardo Carro Nava

Generalmente, cada inicio de ciclo escolar, semestre o cuatrimestre, los maestros y maestras aplican un diagnóstico en el grupo que, conforme a la organización establecida en la institución educativa en la que se encuentran adscritos, atenderán en lo sucesivo; esta instrumento/herramienta les permite, dependiendo del nivel educativo, conocer varios aspectos del desarrollo humano de sus alumnos, pero también, comprobar lo que el niño/adolescente o joven, conoce con relación a los aprendizajes adquiridos en grados escolares inferiores de aquel que va a cursar; esto, con excepción del preescolar, donde la observación resulta fundamental para conocer la socialización de los niños una vez que han dejado el hogar y se incorporan al sistema escolarizado de enseñanza. En este sentido, no es de extrañarse que la educadora o educador, durante las dos primeras semanas del curso, tenga a la mano libreta, lápiz y goma, para registrar las conductas del infante, para anotar las expresiones que realiza, para identificar sus intereses y necesidades; en fin, para todo aquello que resulte indispensable registrar con el propósito de comenzar la planificación de las actividades y el abordaje de los contenidos.

En primaria, ese diagnóstico que, como bien sabemos es muy diverso y enriquecedor, se complementa o extiende con la aplicación de una serie de cuestionarios, pruebas y exámenes; ¿su propósito? Es que el docente tenga un conocimiento sobre los avances que se lograron con relación a los aprendizajes que, de acuerdo a un plan de estudios, grado escolar y etapa de desarrollo, el estudiante debería poseer. Luego entonces, la ecuación se repite en secundaria, bachillerato y, desde luego, en la universidad. De esta forma, quienes hemos tenido la maravillosa oportunidad de pisar un salón de clases, sabemos de la importancia que reviste tal acción. De ello depende, en buena medida, las adecuaciones curriculares que podrán realizarse antes de comenzar con el abordaje de un plan de estudios.

Ese diagnóstico, entonces, ¿es para conocer a los alumnos? Tal y como lo he planteado así parece, sin embargo, habría que decir que tal ejercicio trae consigo un aspecto que, muy pocas veces, se toma en cuenta, me refiero al análisis de las capacidades que el propio docente realiza y que tienen que ver, directamente, con sus conocimientos habilidades, actitudes y valores. Es decir, pareciera ser que, en la aplicación de un diagnóstico, solamente un actor es evaluado, y no es cierto porque, como ya he dicho, en el momento en que el profesor o profesora diseña ese diagnóstico, lo aplica, evalúa e interpreta, también éste se diagnóstica y, desde luego, le lleva a reflexionar sobre lo que habrá de realizar para que sus objetivos educativos, se cumplan satisfactoriamente cuando concluya el ciclo escolar.

Pensemos en una profesora de una escuela primaria que atiende primer grado; también pensemos, que dicha profesora ha adquirido una experiencia y conocimiento importante porque, durante su trayectoria profesional, ha trabajado, mayormente, con niños de este grado y edad. Luego entonces, la aplicación de un diagnóstico, y sus resultados, serán diferentes en cada uno de los años en los que pudo haber atendido ese grado escolar. ¿Por qué sucede esto? La respuesta es obvia, todos los niños son diferentes, así como también, los conocimientos que éstos pudieron haber adquirido en los grados escolares inferiores. Tal hecho, ¿propiciaría que la profesora tuviera que pensarse y reflexionarse para “adecuarse” a las “condiciones” que sus alumnos le exigen? Pienso que sí porque esa demanda, ese conocimiento, ese saber, que pudo haber obtenido del diagnóstico, la llevará a realizar una práctica, sino diferente, sí acorde a los que sus alumnos le exigen.

Ahora bien, generalmente en educación superior, se pone en marcha un curso propedéutico con la finalidad de acercar a los estudiantes al aprendizaje que, en los cuatrimestres o semestres sucesivos, abran de adquirir; esto, dependiendo de la carrera profesional seleccionada y, desde luego, del campo científico en la que ésta se encuentra inmersa. Luego entonces, la adquisición de esos saberes que lo acercarán al campo de estudio, se vuelve un aspecto fundamental para que, el alumno, conozca todo aquello que está relacionado con la disciplina que será parte de su quehacer profesional.

En el nivel básico de nuestro sistema educativo, no todas las instituciones educativas realizan dicha acción; esto, probablemente, porque sus dinámicas de trabajo son diferentes y porque, desde mi perspectiva, atienden las indicaciones que la Secretaría de Educación Pública (SEP) emite cotidianamente y que, las autoridades educativas de buena parte de los estados, aplican a rajatabla al inicio del ciclo escolar. Con esto no quiero decir que se desconozca, por el contrario, muchas veces la intención de desarrollar un curso propedéutico se ve rebasada por una exigencia desmesurada de la autoridad escolar o estatal, y porque la burocratización de la enseñanza los ha llevado a cumplir con un sinfín de acciones que, para acabar pronto, nadie lee pero que todo mundo exige. En fin. Como decía, este curso, desde mi perspectiva, brinda ese acercamiento al contexto escolar y a la información que lo llevará a lograr un aprendizaje durante el ciclo escolar.

¿Puede, en estos momentos de contingencia, diseñarse un plan para que, en lugar de cursos remediales se desarrollen cursos propedéuticos donde el diagnóstico sea la punta de lanza para lograr el abordaje de aquellos contenidos cuya relevancia no debe dejarse de lado? Desde luego. Tal plan debería considerar, al menos, cuatro acciones:

1. La aplicación de un diagnóstico, con dos vertientes: a) test para valorar el estado emocional, físico e intelectual de los alumnos; b) cuestionarios, pruebas o exámenes sobre los grados escolares inferiores, mismos que consideren lo que tuvo que aprender el alumno. Claro, aquello que puede denominarse como “básico” para después, fortalecerlo con los demás contenidos.

2. Temas que pueden ser abordados y/o fortalecidos de las distintas asignaturas; esto, dependiendo del nivel educativo y que, del resultado de ese diagnóstico, puedan ser trabajados con los alumnos. Resultaría muy útil trabajar a través del aprendizaje basado en proyectos para que, precisamente, los estudiantes, con los temas que no lograron abordarse (y que pueden articularse), elaboren un proyecto sobre el Covid, sus causas y consecuencias, por ejemplo.

3. Incluir lo relacionado con temas de vital importancia y que se encuentran en áreas que, muchas veces, no tienen la relevancia que deberían tener; me refiero a algunos contenidos de educación física y socioemocional. Acción que, dese luego, traería grandes beneficios porque, como se ha conocido, en nuestro país, hace falta que se profundice en las escuelas, sobre varios temas ligados con la higiene, salud, alimentación, violencia, inseguridad, entre otros.

4. Finalmente, incluir, en dicho curso, algunos aspectos sobre la escuela (si es que los alumnos se incorporan o transitan a otro nivel, por ejemplo: de preescolar a primaria, de primaria a secundaria, y así sucesivamente), sus antecedentes, la visión y misión que tienen, el personal docente que integra el centro educativo, la organización escolar que en éste se encuentra, los reglamentos (incluye o debería incluir, el protocolo para el regreso a la escuela), entre otros.

Visto de esta forma, resulta favorable que los colectivos docentes pudieran diseñar sus propios cursos propedéuticos; los puntos dados a conocer en estas líneas son, precisamente, una serie de sugerencias que pueden ser adaptables a cualquier contexto y a cualquier escuela. El tiempo para su desarrollo, desde luego, dependerá de los colectivos docentes y de los resultados que el diagnóstico puede arrojarles.

Si pensamos en un curso remedial, tal y como la ha anunciado el Secretario de Educación de nuestro país, significaría que el trabajo educativo que se ha hecho durante esta contingencia sanitaria por el Covid-19 que estamos viviendo en México, estuvo mal hecho, y no es cierto. Como bien sabemos, hay una brecha de desigualdad importante que, la pandemia, hizo más que evidente, lo cual no significa que no hayan aprendido algo los niños, adolescentes y jóvenes. ¿Qué aprendieron?, ¿cómo lo aprendieron?, ¿para qué lo aprendieron? y ¿de qué manera esos aprendizajes pueden relacionarse con la escuela y los contenidos que se abordan en ésta? Son preguntas fundamentales que no parten de la premisa que afirma que es necesario “nivelar a los estudiantes”, sino más bien, de reconocer que los estudiantes aprendieron; por tal motivo, el reto que observo es: ¿cómo acercar ese aprendizaje informal y no formal, con el formal que puede generarse en la escuela?

Fuente: https://profelandia.com/cursos-propedeuticos-y-diagnosticos-si-remediales-por-que/

Imagen: silviarita en Pixabay

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Docentes, Directivos Escolares y Pandemia

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

En esta colaboración abordo el tema de los pesos específicos o los valores relativos que tienen docentes y directivos escolares en los llamados procesos de «calidad» de la Educación Básica Pública (EBP); así como la participación de las familias en las actividades escolares de los estudiantes. Todo esto dicho tanto en contextos de la pandemia-epidemia del coronavirus como en contextos de no emergencia sanitaria.

E. Deming decía que la responsabilidad de la calidad (en la producción de bienes y servicios) no era de los trabajadores u operadores, sino de los directores y gerentes porque eran éstos los que diseñaban los ambientes de trabajo y tomaban decisiones claves que afectaban los resultados. ¿Qué podemos decir de esa tesis en el ámbito de la Educación Básica Pública (EBP)? ¿Es válido hablar de máxima responsabilidad de los directivos y mandos altos de la EBP, y no tanto de los docentes, en cuanto a la «calidad» de la educación?

Cuando le preguntaron a W. Edwards Deming (1900-1993) estadístico estadounidense, profesor universitario, consultor y creador del novedoso concepto de “calidad total”: “¿Dónde se hace la calidad?”, él contestó: “En la sala de reuniones de la junta directiva”. En efecto, para Deming, la nueva filosofía de la calidad debe derribar algunos mitos como el siguiente: “Culpar a los trabajadores (que solamente son responsables del 15 por ciento de los errores), mientras se pasa por alto el sistema diseñado por los gerentes, que son responsables del 85 por ciento de las consecuencias indeseadas.

En esto coincido con varios autores cuando se aborda este tema en el ámbito de “lo educativo” (recientemente se lo escuché a Manuel Gil Antón, en Querétaro), debido a que las condiciones, los ambientes, la formación profesional, los planes y programas académicos, los principios pedagógicos, la cantidad de estudiantes por grupo o por docente; así como otras decisiones que se toman en los sistemas educativos públicos, afectan de manera indirecta y directa a los procesos educativos y pedagógicos de aula; por todo ello, considero que el papel de las y los directivos escolares es tan relevante (o quizá más trascendente) que el papel que juegan los docentes frente a grupo, en términos de los factores generales considerados durante la evaluación de la “calidad” del sistema educativo.

Lamentablemente las políticas públicas educativas en México, históricamente, sólo han volteado a ver (y a veces a mal ver) a la figura del docente, a quien ubican como el responsable principal de los fracasos educativos. Las instituciones formadoras de profesionales de la educación, por ejemplo, han diseñado y desarrollado diversos programas formativos y de profesionalización para docentes, sin embargo, no existen programas robustos y de profesionalización completa, amplia, diversificada, que estén dirigidos hacia las y los directivos escolares. Lo que existen son cursos cortos, diplomados aislados, programitas de coyuntura, sin una conexión ni vinculación con las normas y procedimientos de selección (evaluación) para la promoción de estas figuras claves del sistema educativo. En otras palabras: Si en alguna institución formadora de profesionales de la educación (Normales, Normales Superiores, Centros de Actualización del Magisterio y Unidades de UPN) existen programas académicos para formar profesionalmente a las y los directivos escolares, éstos no son vinculantes con respecto a los procesos de promoción, en términos laborales.

Es triste observar que entre la selección de candidatos del modelo anterior (mecanismos escalafonarios paritarios SEP-SNTE) y los procedimientos del modelo actual (exámenes estandarizados) no hay una diferencia sustantiva, en tanto que el sistema educativo y las instituciones del normalismo, han sido diseñados para que los directivos escolares no sean preparados profesionalmente antes de ocupar el cargo, sino después, a base de experiencia. “La práctica hace al directivo escolar”, dice implícitamente el discurso oficial.

En los hechos y en la retórica oficiales hay una ausencia de las figuras de las y los directivos escolares en los planes de desarrollo educativo. Tal parece que no hay una visión amplia y consistente acerca del papel que juegan estas figuras, como organizadores de comunidades, como líderes académicos o pedagógicos de las colectividades y las diversidades educativas. La apuesta de las políticas públicas educativas, por el contrario, está completamente centrada en la figura de la y el docente. Implícitamente, las tareas de los directivos escolares están orientadas hacia la gestión administrativa y escasamente hacia la gestión educativa o pedagógica.

En la actual coyuntura de la pandemia, los y las directivos escolares han sido llamados a ocupar, por parte de sus superiores, el papel o rol burocrático más lamentable: primero el control, los deberes, el cumplimiento, la formalización estadística, la rigidez de los tiempos y luego las personas.

Hoy la crisis de la pandemia, que ha colocado a la escuela en una situación de franca ruptura, también ha puesto al descubierto la miseria institucional acerca de la mirada que se tiene en torno a la y el directivo escolar: Al cual no se le concibe por el trabajo tan importante que realiza (o debe realizar o desarrollar): el liderazgo educativo y pedagógico.

Algunos comentarios en el camino

A la pregunta: ¿Es válido hablar de máxima responsabilidad de los directivos y mandos altos de la EBP, y no tanto de los docentes, en cuanto a la «calidad» de la educación? Surgieron algunos comentarios en la red Twitter.

“Es válido porque son a partir de sus directrices las que dictan el rumbo y los objetivos de la educación. Aunque si se los preguntas a ellos, lo negarán.” (@REobservatorio)

“En educación, como en muchas tareas humanas, la responsabilidad es compartida por los involucrados. La conducción de la política tiene un enorme poder de decisión y, por tanto, de responsabilidad. Pero eso no exime a los agentes escolares, ni justifica una mala actuación. Saludos.” (@TeresaBrachoG)

Pregunto: ¿Es válido identificar los pesos específicos o el valor relativo de uno y otros actores de los procesos educativos y didácticos, sobre todo en la escuela pública?

“No creo que se pudiera hacer de manera general. Cada centro escolar, cada entidad federativa, … tiene formas diferentes de aplicar las políticas más generales. Y estas tienen también márgenes de aplicación. ¡¡¡Por eso es vital entender la gestión escolar!!!” (@TeresaBrachoG)

“La vocación y el compromiso de los #docentes ha sido una constante en este contexto de emergencia. Conoce sus testimonios y experiencias en la cuarta edición del semanario #EducaciónEnMovimiento” (@MejoreduMX)

Me pregunto: Y la vocación y el compromiso de las y los directivos escolares, en esta coyuntura sanitaria y ante la Jornada Nacional de Sana Distancia, ¿no es una constante?

Voltear a ver, en serio, a las y los directivos escolares

Para el especialista en calidad y asesor clave en el despegue de la industria japonesa entre 1960 y 1985, “el trabajador no es responsable de los defectos (de los productos o servicios), sino que la mayoría de los defectos se originan en el sistema” (Ver el libro de Rafael Aguayo: El método Deming). Deming afirmó en uno de sus libros, que una de las 7 enfermedades principales de la gerencia, es llevar a cabo la “Evaluación por rendimiento, clasificación de méritos o revisión anual de resultados… (porque) … la evaluación del comportamiento, a través de la calificación por méritos, está centrada en el producto final y no sobre el liderazgo para ayudar a la gente. Se destruye el trabajo en equipo y aumenta la rivalidad”.

Por otra parte, el papel de las familias en el desarrollo académico y la formación integral de las niñas, los niños y los jóvenes, ha sido estudiado en diferentes latitudes. La tendencia general de tales estudios y sus resultados, indica que, la mayor participación de las familias en los procesos de aprendizaje y de contención en la parte emocional hacia las y los estudiantes, crea ambientes que generan resultados favorables en términos de logro académico.

Quizá en estos hallazgos de la investigación educativa, se pueda sustentar que la educación no descansa sólo en los hombros de las y los docentes, sino en un equipo de trabajo más amplio, en una comunidad educativa comprometida y participativa, que generalmente está integrada por docentes, directivos escolares, asesores técnicos y miembros de las familias, que ofrecen sus experiencias para garantizar el pleno derecho a la educación de la niñez y la juventud en un contexto social determinado.

jcmqro3@yahoo.com

@jcma23

Fuente: https://profelandia.com/docentes-directivos-escolares-y-pandemia/

Imagen: Free-Photos en Pixabay

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Pandemia académica: la cuarentena acentúa la desigualdad de género en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La cuarentena ha puesto en evidencia el “muro materno” que bloquea el avance de las mujeres en la academia.

Conforme el periodo de cuarentena avanza, un fenómeno social regresivo sucede en los hogares de profesionistas que son madres. El desbalance de género se ha vuelto patente en las dinámicas de parejas con hijos que ahora se encuentran trabajando desde casa, con las mujeres compensando por el tiempo y las tareas que implican el cuidado del hogar y los hijos. Como consecuencia, los trabajos académicos escritos por mujeres se han reducido considerablemente. La realidad epistémica durante la pandemia está siendo escrita en su mayoría por hombres. ¿Cómo se explica que esto suceda en pleno siglo XXI?

Esta dinámica desbalanceada puede deberse a un viejo hábito que aún forma parte la socialización con base en el género. De acuerdo a los principios relacionados con las labores, el trabajo pagado o profesional, por definición, vale más que las labores del hogar, el primero puede ser monetizado y tiene un valor económico claro, el otro carece de una tabulación que le asigne un valor económico medible, sin embargo, sus resultados pueden tener más alcance y significación que un trabajo de oficina.

Tradicionalmente, el trabajo para el sustento de una familia se ha asignado a los hombres, aunque hoy en día la fuerza de trabajo se comprende de una presencia femenina competitiva, es común ver a los hombres como el sostén económico del hogar. Esto afecta seriamente la capacidad de las profesionistas para trabajar las mismas horas, dado que, a diferencia de sus equivalentes masculinos, se espera que asuman el rol principal en las tareas del cuidado del hogar y de los hijos.

La merma de género en la academia

A mediados del mes de abril, la doctora Elizabeth Hannon, Directora Asistente en The British Journal for the Philosophy of Science, comentó públicamente en Twitter sobre una dramática disminución en la presencia de artículos enviados por académicas mujeres. “Insignificante el número de propuestas para el diario por parte de mujeres durante el mes pasado. Nunca había visto nada así”.

El breve comentario de Hannon fue seguido por una avalancha de reconocimiento y empatía de una gran cantidad de académicas para las que el aislamiento ha sido una experiencia muy distinta a las de sus parejas y colegas masculinos. Las breves crónicas fueron muy variadas pero todas coincidían en una sola cosa: No hay tiempo de escribir cuando los cuidados de la casa y de los niños no son una responsabilidad compartida y se espera más de ellas que de ellos.

Hannon no es la única editora de revistas académicas que ha notado este paradigma, David Samuels, co-editor del journal Comparative Political Studies, respondió al hilo de discusión que abrió su colega en Twitter con sus propios datos. Samuels declaró que las propuestas por parte de mujeres a su revista alcanzaron el mismo número que en abril del año pasado, mientras que las de los hombres aumentaron en un 50 por ciento.

“Publish or perish”: productividad en la academia

Alessandra Minello, estadística y demógrafa social de la Universidad de Florencia, Italia, escribió un artículo sobre lo que la cuarentena revelará sobre el «muro materno» que bloquea el avance de las mujeres en la academia, un sector que ya está mostrando señales de advertencia y serias fallas ante la constante presión que tienen académicos y académicas por publicar. Para mantenerse relevantes, los académicos deben presentar un ritmo constante de publicaciones, la presión de ser constantemente productivo no toma en cuenta las circunstancias especiales que genera una cuarentena, y menos la acentuación de brecha de género que provoca.

Sam Giles@GilesPalaeoLab

The next person who tweets about how productive Isaac Newton was while working from home gets my three year old posted to them.

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Estando en casa, se asume que los académicos tendrán “más tiempo” para trabajar en sus artículos. Esta suposición no podría estar más errada, más aún para las académicas, que más que tiempo libre, tienen más trabajo. Sam Giles, paleobióloga de peces fósiles, advirtió en Twitter: “La siguiente persona que tuiteé acerca de cuán productivo era Isaac Newton mientras trabajaba desde su casa, recibirá a mi hijo de tres años».

Comentarios breves como estos pueden parecer instancias de catarsis graciosas por parte de académicas que solo están pasando un mal día, como sabemos, Twitter está lleno de este tipo de contenidos, pero de la misma forma, mensajes como este son la punta del iceberg de una problemática más compleja que afecta desde la salud mental de quienes producen el conocimiento hasta la cantidad y calidad del contenido producido.

Mary-Ann Stephenson, directora de Women’s Budget Group ejemplifica claramente el desbalance de género entre académicos durante el aislamiento. “En la mayoría de los casos, las mujeres realizan la vasta mayoría de las tareas de cuidados de niños pequeños y de la educación en casa… los hombres pueden encerrarse en un estudio, mientras que las mujeres trabajan en la mesa de la cocina o los comedores, al tiempo que tratan de educar en casa”.

Por su parte, Minello señala que desde que la universidad donde trabaja cerró por las medidas de contingencia ante el COVID-19, “ha visto más amaneceres que nunca antes en su vida. Ahora, debo trabajar antes del amanecer”. Esto se debe a que Minello tiene un hijo de dos años y para poder hacer su trabajo, ella necesita silencio y concentración. Las horas de madrugada, mientras su hijo duerme, son el único momento en que ella puede trabajar. Y esto es solo para la carga de clases que imparte en la universidad. Ahora, Minello señala que cuenta con menos tiempo para escribir artículos científicos. “En lugar de trabajar, mis colegas y yo tenemos un único objetivo que es superar el día a día”.

El trabajo dividido en cifras

La raíz de esta falta de artículos académicos escritos por mujeres en publicaciones académicas y la productividad en general de las mujeres en otros rubros laborales, se encuentra en una distribución desbalanceada de las horas de trabajo en casa y el cuidado de menores de edad cuando se trata de una familia con hijos.

¿Cuántas horas creen los hombres que pasan realizando tareas domésticas en comparación con las mujeres? Una encuesta realizada por Morning Consult para The New York Times sobre trabajo doméstico y educación en el hogar durante la cuarentena, reveló que la mitad de los padres varones con hijos menores de doce años encuestados dicen que hacen la mayor parte del trabajo de enseñanza en casa, solo 3 % de las mujeres estuvieron de acuerdo.

En promedio, las mujeres pasan de media hora a una hora completa al día más que los hombres en tareas del cuidado del hogar y de los hijos, de acuerdo al investigador Theun Pieter van Tienoven y una encuesta realizada por el grupo de investigación TOR. En una situación como la que vivimos hoy en día, en la que debemos permanecer en casa, en una familia, un hombre tendrá más tiempo libre, ya que se concentrará prioritariamente en el trabajo de oficina; mientras que la mujer verá su horario extendido al tratar de balancear su trabajo con las necesidades del hogar y los hijos. Sostiene van Tienoven.

Esta distribución es puramente social, no sirve a fines económicos ni de desarrollo global, es simplemente un recordatorio de la valorización, o más bien la desvalorización, que damos a las tareas de cuidado, crianza y mantenimiento del hogar, así como a las personas que tradicionalmente toman ese rol: las mujeres. Independientemente de si trabajan o no.

Claire Cain Miller, corresponsal en The New York Times, concluye en tan solo dos líneas la explicación de este patrón regresivo que bien podría ser un comportamiento social en estado latente que había esperado a una situación como la de la pandemia para manifestarse: “La razón por la que las mujeres hacen más trabajo no pagado durante el periodo de aislamiento es simple, siempre lo hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academicas-pandemia-covid19

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