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Enfoques cooperativos – Hoy: «El modelo educativo tradicional nacido en la revolución industrial está agotado».

Enfoques cooperativos; Hoy: «El modelo educativo tradicional nacido en la revolución industrial está agotado».

Como educador social, afirmo que la escuela tradicional nacida en la revolución industrial está agotada en su propósito socio-político-educativo, y por tanto, se ha vuelto un lastre para responder a las demandas del siglo XXI.

Son muy destacable los formidables esfuerzos que hacen los docentes de todos los niveles y modalidades, los pedagogos, las autoridades, los padres, y los cambios que se han realizado para preservar cierto nivel educativo de calidad e inclusión, pero el éxito aparece esquivo.
Apunto, como especialista algunos aspectos negativos, tales como “métodos de enseñanza individualistas que desalientan aprender, docentes y directivos atados a una rutina burocrática  y padres apremiados, son una fórmula  que expone la crisis que reclama transformación cooperativa.
La escuela que da respuesta.
¿Cómo es esa escuela que nos dará respuestas como civilización del siglo XXI? respondo que, claro que es muy difícil describir esa escuela, pero podemos señalar algunos rasgos significativos y distintivos que, paradójicamente, estuvieron en el pasado reciente: La escuela de la señorita Olga Cossettini.
Precisamente, la periodista de Capital federal de la revista Periodismo Por Venir-PPV- Beatriz Chisleanschi, en una entrevista realizada al Lic. Roque Arguello, que tituló   “Hacia una pedagogía cooperativa”, rememoró que “Los principios que la pedagoga rosarina, Olga Cossettini, en los años 1930 pensó (e implementó en su modelo pedagógico) como columna vertebral del sistema educativo, aún están pendientes de implementarse: “aprender a través de una vida activa de cooperación,  de ayuda mutua, de compañerismo y auto-responsabilidad”.
Podemos entonces, recurrir a esta valiosa experiencia de las hermanas Olga y Leticia Cossettini, que muchas veces hemos recreado con la Prof. Ana María Ramírez Zarza con éxito, para restaurar la escuela que nos merecemos, una escuela que tenga por método de enseñanza y aprendizaje lo cooperativo.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!!!
Autor: José Yorg

 

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Cuando el profesor es un holograma

Por: Miriam Barchillón

Las nuevas tecnologías permiten viajar al pasado y sumergirse en la realidad virtual para que aprender sea un proceso fascinante.

Los continuos avances tecnológicos influyen en las diferentes formas de enseñar y aprender. De esta forma, la tecnología se ha convertido en una ayuda indispensable tanto para profesores como alumnos: tabletaspizarras digitales e incluso impresoras 3D

La innovación no se detiene y en los próximos años veremos llegar nuevas tecnologías educativas como los avatares de personajes históricos que contarán la lección de historia en directo, los recursos basados en robótica y las aplicaciones de realidad virtual (RV) y realidad aumentada (RA).

Avatares, profesores de holograma

Tener a Cervantes como profesor de literatura o a Albert Einstein para dar las clases de física puede ser una realidad para los estudiantes de hoy gracias a los avatares digitales (AD).

Se trata de proyecciones hologramas que los propios docentes pueden crear para enseñar de una forma divertida y más interactiva, que consiga implicar a los estudiantes y promover la participación en clase.

En algunas universidades ya se utiliza este método, aunque no con personajes históricos: simplemente es un recurso para que un profesor pueda impartir clase en varios lugares a las vez.

RV y RA: sumergirse en el conocimiento

La realidad aumentada (RA) consiste en integrar o superponer contenido digital en el entorno real. Gracias a los móviles y tabletas, esta tecnología es cada vez más popular en las aulas ya que permite profundizar en los conocimientos y hacerlos más atractivos.

Por otro lado, la realidad virtual (RV) permite crear realidades que no existen pero que pueden visualizarse gracias a dispositivos como las gafas RV. Sin salir de la clase, esta tecnología coloca al estudiante en condiciones y escenarios simulados de situaciones factibles.

La creatividad de esta tecnología y su capacidad para provocar nuevas experiencias promueven una nueva forma de aprender. Si se combinan la RA y la RV surge la Realidad Mixta, que permiten interactuar en entornos virtuales e incluso ¡hablar con los hologramas!

 

Un mundo de robots

La robótica es una rama de la ingeniería que estudia el desarrollo y posibles aplicaciones de los robots. En la actualidad, los robots tienen una presencia cada vez mayor en nuestras vidas.

Por eso, en un futuro cercano, la robótica será una parte indispensable de la educación: aprender a programar y desarrollar nuevos modelos de robots que permitan reducir la carga de trabajo de las personas y mejorar nuestra calidad de vida.

Muchos centros han adoptado la robótica educativa en sus programas educativos para promover la tecnología entre los más pequeños.

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Inteligencia artificial para promover el aprendizaje

En el campo de la analítica, la tecnología puede ayudarnos a identificar tendencias en la educación: cuáles son las asignaturas preferidas por los alumnos, en cuáles sacan peores notas, cuáles suponen una mayor carga de trabajo…

La Inteligencia Artificial (IA) es una rama de la informática dedicada a crear programas informáticos que reproducen la mente humana. En este caso, la IA puede ayudar a procesar los datos de miles de escuelas, clases o alumnos en muy poco tiempo.

De esta forma, podrían detectarse posibles riesgos de abandono bajo rendimiento de los estudiantes y actuar para revertir la tendencia.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/junior-report/20200122/473065603935/educacion-nuevas-tecnologias-realidad-virtual-exterior.html

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¿Luto para la Educación?

Por: Elisabeth de Puig 

Nos vestimos de amarillo para abogar a favor de una educación a la altura de los tiempos modernos y de la inserción en un mundo global con un sistema escolar público inclusivo adaptado a las particularidades y dificultades reales de los niños y niñas de República Dominicana.

La campaña del 4% fue un ejemplo hermoso de lo que puede lograr una sociedad cohesionada alrededor de un tema unificador como lo fue el derecho inalienable a una educación de calidad.

Ahora bien, con el beneplácito que otorga la voluntad popular y el control de los fondos públicos, cada gobernante, en un sistema político sin muchos contrapesos, tiene su “librito” para orientar las reformas y medidas en el sentido que conviene a sus propios intereses.

Las pruebas PISA, a las que aceptan someterse los estados, pueden tener defectos y virtudes, pero su finalidad es de poder definir y aportar correctivos a los males detectados. PISA no mide cuánto saben los alumnos sobre el contenido curricular ni sobre conocimientos generales, sino que procurar determinar cuánto comprenden, resuelven y comunican los jóvenes de 15 años, sobre situaciones “del mundo real”.

Al ser la educación considerada como una palanca para el crecimiento, todos los países que participan en las pruebas están muy atentos a las actuaciones de sus alumnos y buscan las recetas posibles para aportar correctivos para mejorar los resultados.

Estas pruebas, aplicadas a la República Dominicana, confirman una vez más la percepción de que hemos empezado a construir la casa por el techo, con el florecimiento de nuevas estructuras físicas por todo el territorio nacional y la implementación de la tanda extendida, utilizada más bien como una medida orientada a paliar la pobreza, de corte populista, que como parte de un plan estratégico. 

No se puede negar que brindar un almuerzo a los niños, niñas y adolescentes, mantenerlos hasta las cuatro en los planteles escolares, dotarlos de uniformes y de libros, han sido medidas populares y de mitigación de la pobreza como lo ha sido también la dignificación de los salarios de los maestros.

Como en tantos otros aspectos de nuestra vida ciudadana, la voluntad mayoritaria y las aspiraciones diversas de los sectores que se integraron a la lucha a favor del 4% han sido desvirtuadas por el gobierno, en un intento de capitalizar a su favor, a corto plazo, las nuevas partidas presupuestarias. 

Es interesante precisar que PISA no evalúa a jóvenes de 15 años que están fuera de la escuela ni a aquellos que están muy rezagados en sus estudios. Eso significa que la proporción de jóvenes que no poseen las competencias básicas examinadas pueden ser, en nuestro país, aún mayores de lo reportado.

La gran pregunta es qué hacer frente a los resultados de este tipo de medición, cuando el tipo de enseñanza que ofrecemos en la mayor parte de nuestras escuelas se hace en base a una memorización forzada que corresponde a un currículo superado, el único que saben manejar la gran mayoría de maestros formados a la vieja usanza y que arrastran deficiencias que transmiten a los alumnos.

El análisis de las pruebas PISA demuestra que los países que se encuentran a la delantera son aquellos que logran asociar la equidad social y el bienestar de los estudiantes para lograr buenos resultados. En el caso de Francia, se observa una clara relación entre el estatus socio económico y el buen desempeño. Este es uno de los países miembros de la OCDE que presentan una mayor desigualdad en los resultados de las pruebas entre alumnos de medios socio económicos favorecidos y desfavorecidos, con una diferencia de 107 puntos en comprensión lectora. Frente a esta realidad, podemos preguntarnos, y en República Dominicana, ¿cuál es la amplitud de la brecha tomando en cuenta las graves desigualdades sociales que nos caracterizan?

Otro punto que llama poderosamente la atención, y que es quizás el más doloroso, es el análisis realizado por el BID y CIMA para América Latina en su Nota 18. Estas entidades destacan que si se toma como punto de partida el promedio de desempeño de la OCDE se constatan resultados muy variados en la región, con una disparidad de hasta tres años de escolaridad entre los países. La diferencia entre Chile y República Dominicana asciende a 111 puntos, equivalente a tres años de escolaridad.

Costa Rica, México, Brasil, Colombia Argentina y Perú, muestran un rezago de dos años de escolaridad respecto al promedio de los países de la OCDE. El retraso promedio de la República Dominicana con relación a estos países equivale a cuatro años menos de escolaridad.

Hemos gastado el equivalente a 20,000 millones de dólares en nuestro sistema educacional durante siete años; es decir, el 4% del PIB cada año, para que un alumno o alumna de sexto año de primaria tenga las competencias que tiene un niño o una niña de segundo grado de una escuela pública promedio de un país promedio miembro de la OCDE. 

No nos merecemos quedar en en último lugar en matemáticas de un total de 79 países evaluados por PISA. Pero no podemos culpar solamente a los maestros; nos debemos interrogar sobre las vacilaciones de nuestro sistema en modernizarse y de la sociedad en exigir centros escolares inclusivos, laicos, formadores de ciudadania,  con nuevos currículos y nuevos enfoques, con maestros evaluados, preparados, valorizados y que no respondan a criterios clientelistas.

Fuente: https://acento.com.do/2019/opinion/8761027-luto-para-la-educacion/

Imagen: F1 Digitals en Pixabay

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Opinión: Injusticia epistémica en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La justicia epistémica consiste en el balance social que atañe a una producción de conocimiento equitativa.

La academia es el lugar donde se produce y distribuye el conocimiento. En teoría, esta producción y distribución debería ser equitativa para todos los que buscan educarse o dedicarse a la enseñanza sin embargo, existen variables que afectan la experiencia de educandos, maestros, personal educativo, investigadores, teoristas y demás miembros de la comunidad académica. Para entender estos factores desequilibrantes es necesaria la introducción del tema justicia epistémica.

¿Qué es la justicia epistémica? Este es el rubro que estudia la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación, en la distribución de recursos, contenido y discurso educativo, así como en la facultad y credibilidad de las personas que pertenecen a la comunidad académica. Cuando alguna de estas variables está desbalanceada, hablamos de injusticia epistémica.

El término fue acuñado en 2007 por la filósofa inglesa Miranda Fricker, quien sostiene que en concepto, se trata de una injusticia cometida específicamente contra la capacidad de conocimiento o testimonio de una persona. De acuerdo a Fricker hay dos tipos de injusticia epistémica: La testimonial y la hermenéutica. ¿Pero qué significa cada una y cómo influye en las dinámicas de la academia?

Injusticia epistémica testimonial: cuestión de no creer

Este tipo de injusticia se relaciona directamente con la credibilidad del discurso de una persona. Sucede cuando a una persona no le creen o no la toman en serio con base en prejuicios. Una manera simple de entender la justicia epistémica testimonial, sería el referirse a cualquier caso de crimen en el que una persona de color haya sido testigo y las autoridades no tomaran en serio la historia del testigo debido a un prejuicio de base racial. ¿Cómo se aplica esta instancia de desequilibrio social a la academia?

Existen muchas instancias en la que puede verse este desbalance que anula el conocimiento y aportaciones de grupos de minoría en la comunidad académica, científica, humanista, educativa, artística, etc. Un ejemplo lo encontramos en el trabajo de Rosalind Franklin, que fue utilizado para descubrir la estructura básica del ADN, pero a su persona no se le dio el peso ni la credibilidad científica como para recibir el mismo reconocimiento que a Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins; Jocelyn Bell Burnell descubrió los pulsares, logro que se le atribuyó a su supervisor, Zelda Fitzgerald solo fue conocida a través de las publicaciones de su esposo, Scott Fitzgerald, quién robó del trabajo de ella para nutrir el suyo.

Hoy en día, los casos de injusticia epistémica son menos trágicos, pero aún siguen ocurriendo. En artículos anteriores hemos mencionado cómo la escritora Rebecca Solnit no tuvo suficiente crédito ante un interlocutor quien no creía que era la autora de su propio libro, esto pasó en 2012. En 2016, un usuario de Twitter quiso aleccionar a una astronauta de la NASA sobre física en el espacio. Un caso aún más severo es el de la escritora y cómica Mindy Kaling, quien fue excluida de la lista de productores al momento que la serie The Office fuera nominada a un Emmy en 2007. Kaling tuvo que escribir un ensayo sobre sus contribuciones al equipo creativo e incluir declaraciones de los demás productores para ser tomada en cuenta.

Todas estas historias sobre la minimización y descrédito del trabajo de las mujeres como grupo minoritario está apoyada en una estructura que refuerza la idea de que no es creíble que personas de este perfil ayuden a descubrir la cadena de ADN, caminen en el espacio o escriban libros o series televisivas dignos de premios. Parte de la incredulidad sobre el conocimiento y habilidad de un grupo de personas, y por ende, en el testimonio que representa su trabajo.

Injusticia epistémica hermenéutica: cuestión de no entender

La injusticia hermenéutica se relaciona directamente con la interpretación de ideas, conceptos y sucesos. Sucede cuando no existen recursos cognitivos y lingüísticos para comprender las experiencias propias o de otros, o cuando estos beneficios le son negados a alguien para comprender sus experiencias.

Un ejemplo para entender cómo funciona la injusticia epistémica hermenéutica es el problema del racismo pasivo en las universidades y los espacios de trabajo. Hasta que no surgió el término “código social”, no había forma de poder encuadrar y entender las experiencias de las personas de color en espacios educativos y laborales.

El código social se compone de elementos de conducta, lenguaje de verbal, no verbal, tono de voz y otras variables características que reflejan la historia cultural y personal de alguien. Cuando esas historias no pertenecen, ni empatan con las del grupo dominante, el grupo minoría es exhortado a realizar un cambio de código para encajar.

“El cambio de código social involucra alternar entre lenguajes, usar diferentes registros de tono, hacer un cambio dialéctico”, explica la Dra. Kimberly Harden, profesora del departamento de comunicación de la Universidad de Seattle. Esta supresión de la diversidad cultural en la academia y el recinto laboral supone una forma de velada y persistente de discriminación pasiva, que no había sido factorizada hasta que se generaron los términos que la describen, y esas palabras fueron admitidas en el léxico común.

La injusticia epistémica hermenéutica estuvo presente en los tiempos que académicos y profesionales tenían estas experiencias y carecían de los recursos para entenderlas, explicarlas y comunicarlas. Podría decirse también que siguen presentes en los casos de personas que tienen experiencias similares pero no han estado en contacto con contenidos que describan la situación de discriminación pasiva a la que están sujetos.

Este tipo de injusticia epistémica es más compleja y profunda, ya que no afecta solamente a las personas, ese sería el último paso, más bien perjudica la forma en que construimos la percepción, el conocimiento y el lenguaje, por lo que es mucho más persistente y difícil de erradicar.

¿Cómo combatir la injusticia epistémica?

La injusticia epistémica constituye una problemática muy compleja, no hay remedios simples para un mecanismo que va tan profundo que alcanza nuestra percepción y construcción del conocimiento, pero podemos trazar un camino de inicio para comenzar a deshilvanar los elementos que la disparan.

A nivel social, Miranda Fricker expone una de las prácticas a desmantelar para disminuir la injusticia epistémica. La también Profesora Presidencial de Filosofía en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, explicó en una ponencia que el elemento clave a analizar es la libertad de expresión. De acuerdo a Fricker, la libertad de expresión no es solo el derecho inalienable al discurso, también se extiende a la validación de ese discurso en el proceso de producir conocimiento a través del mismo.

“Para que el mensaje de alguien se escuche, necesita ser escuchado sin prejuicios, para que las bases de una instancia de conocimiento pase y se transmita, necesita ser escuchada sin castigo y totalmente entendida en su significancia”, sostiene Fricker, quien agrega que el origen del problema es no tener esa base común. Sin este entendido, los pensamientos de esa persona, así como su voz y sus experiencias pueden ser exteriorizadas, más no pasarán al foro donde el conocimiento es producido. Bajo este contexto, el trabajo a realizar para reducir las instancias de injusticia epistémica no es algo que esté en la facultad de las personas afectadas por esta problemática, sino quienes la ejercen.

Si el prejuicio es aquello de donde parte esta dinámica cognitiva y social, lo necesario es analizar las fuentes del prejuicio y los mecanismos que lo refuerzan, solo de esta forma la comunidad académica y científica será capaz de integrar al repositorio general los conocimientos producidos por los grupos sociales que viven bajo ese prejuicio.

Al tener la capacidad de aportar a la producción de conocimiento y construcción de la percepción general del mundo, los grupos sociales que son sujetos a la injusticia epistémica tendrán las bases para disputar las condiciones que los ponen en desventaja social y epistémica frente a los grupos dominantes. No es una solución final, como sostiene Fricker, la problemática es muy compleja para abordarla con una sola respuesta, pero sí implica un paso necesario para comenzar el proceso que nos lleve a un mejor balance en la forma en que generamos conocimiento y forjamos nuestra visión del mundo a través de lo que sabemos.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/injusticia-epistemica
Imagen: mohamed Hassan en Pixabay
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Diez ideas de Bertrand Russel sobre la educación perfectamente vigentes

Por: Jaume Carbonell

Se cumplen cincuenta años de la muerte de uno de los filósofos -también fue un gran matemático- más influyentes del siglo XX. También merece ser destacada su aportación a la educación. Aquí se rescatan algunas de sus ideas y textos.

Este pensador galés (1872-1970) recibió el Premio Nobel de Literatura en 1950, por la profundidad de sus textos y su humanismo. Russell fue un liberal progresista en el más noble sentido de la palabra, nada que ver con la pléyade de los numerosos políticos actuales que pervierten este término para alentar las políticas neoliberales y conservadoras más duras.

Dejamos la filosofía, y nos centramos en sus aportaciones educativas, recogidas sobre todo en su ensayo Sobre educación –con especial referencia a la primera infancia– (Espasa, Madrid, 1998), y que continúan siendo de una enorme actualidad.

¿De dónde le viene a Russell la preocupación por la educación? De dos acontecimientos que marcaron su biografía: la Primera Guerra Mundial, cuando se dio cuenta de que las escuelas convencionales fomentaban el militarismo. “Las escuelas públicas, a fin de conseguir hombres dispuestos a luchar, tenían que promover la estupidez”. El segundo fue el nacimiento de sus hijos. Frente a la insatisfacción de la educación autoritaria vigente, junto con su esposa Dora, decidieron abrir su propia escuela, con el nombre de Beacon Hill, a la que enviar a sus dos hijos. Un centro con carácter experimental, con poco alumnado en régimen de internado y externado, situada en plena naturaleza, siguiendo la estela de las escuelas activas y libres de la época. Una experiencia que Russell dirigió desde sus inicios, en 1927, hasta 1934, tomando el relevo Dora hasta una década después.

Las ideas educativas de este humanista se condensan, sumariamente, en estos diez puntos.

1.Oposición frontal a la escuela del Estado y de la Iglesia. Según él, sus enseñanzas impedían el desarrollo de la inteligencia, la libertad e independencia de criterio de la ciudadanía, sometida al adoctrinamiento y la propaganda: del Estado, al fomentar el patriotismo, el militarismo y el nacionalismo; y de la Iglesia, por perpetuar el dogma y la superstición, negando el acceso a la verdad y a la felicidad. “El nacionalismo y el cristianismo se imponen así en las mentes de los ciudadanos desde su más tierna infancia, cuando aún no tienen la oportunidad de pensar por su cuenta. La influencia del ‘rebaño’ acaba de completar esa tendencia hacia el conformismo”. Cabe recordar que la militancia pacifista de Russell frente a la II Gerra Mundial le provocó diversos problemas, como la expulsión del Trinity College de la Universidad de Cambridge.

2. Extensión del derecho a la educación. Esta va estrechamente ligada a la democracia: no se entiende una sin la otra. De aquí su empeño por el logro de la universalización del derecho a la escolarización en clave igualitaria, tratando de dar las mismas oportunidades a toda la población. “Es deseable como experimento que los padres tengan la oportunidad de ensayar nuevos métodos. Pero estos métodos debieran ensayarse con el fin de que llegaran a universalizarse en caso de éxito, en vez de relegarse al beneficio de unos pocos”. Por eso ponía como ejemplo las escuelas infantiles en los barrios más pobres impulsados por la doctora Montessori, de quien se convirtió en un fiel estudioso y admirador.

3. Educación útil y “ornamental”. Russell dedicó muchas páginas a discurrir sobre el concepto de utilidad, sobre sus diversas acepciones, tanto en los procesos como en los resultados, contraponiéndolo al de “ornamental”, que asociaba a la belleza, a la ética y al conocimiento valioso. Se hacía las mismas preguntas que otros muchos autores han formulado a lo largo de la historia de la humanidad acerca de la relevancia del “conocimiento inútil”, situado en la lógica económica del utilitarismo. ¿Es cierto que solamente el conocimiento útil es intrínsecamente valioso? ¿Es cierto que todo conocimiento intrínsecamente valioso es útil? Este pensador lo ilustra a partir de una obra de Shakespeare: “La comprensión de Hamlet puede no ser de gran utilidad práctica, pero da al hombre un dominio mental del que sería desagradable carecer y, en cierto modo, lo convierte en mejor ejemplar humano. Y este último conocimiento es el que prefiere quien arguye que la utilidad no es el único fin de la educación”. ¡Cuánto placer se obtiene del conocimiento inútil!

4. Curiosidad hacia el conocimiento. La curiosidad, el espíritu de libertad y aventura y la amplitud de criterio son cualidades a las que debe aspirar la educación para acceder al conocimiento, al tiempo que se hace tabla rasa de las creencias. “El espíritu científico exige, en primer término, el deseo de encontrar la verdad; cuanto más ardiente sea este deseo, mejor. Supone además ciertas cualidades intelectuales”. Entre estas se citan la observación, el rigor en el método, la disciplina científica, la paciencia y la concentración. El pensador galés propone que esta aventura intelectual no abrume al alumnado, sino que sea estimulante y sugestiva, al tiempo que la educación formal conecte con la vida: “Hagamos que la relación del conocimiento con la vida real sea palpable para los alumnos, y hagámosles comprender cómo puede transformarse el mundo por medio del conocimiento”.

5. Independencia desde la cooperación. Russel sostiene, al propio tiempo, la más absoluta independencia con la necesidad de cooperación, por aquello de la sociabilidad de los seres humanos. Ni el aislamiento intelectual ni la disolución en la masa conducen a ninguna parte. El saber precisa ser compartido, sobre todo en una sociedad que se dice democrática: “Donde quiera que haya competencia debe haber independencia. Pero el hombre no debe ser un erizo rodeado de púas para mantenerse siempre a distancia. La mayor parte de nuestras actividades ordinarias debieran ser cooperativas y la cooperación debe tener una base instintiva. Sin embargo, todos debiéramos capacitarnos para pensar por nosotros mismos en nuestra especialidad”.

Foto: Bassano Wikipedia. Dominio Público

6. La disciplina como hábito, no como obligación. La tesis es tan simple como conocida: la verdadera disciplina consiste, no en obligaciones externas, sino en hábitos cerebrales que conducen a actividades deseables. Su fuente de inspiración es, una vez más, María Montessori y su pedagogía científica, a la que dedicó múltiples comentarios elogiosos. “Cuando envié a un hijo mío de tres años a una escuela Montessori, pude notar que inmediatamente se hizo más disciplinado, y que aceptaba de buen grado las reglas de la escuela. Pero él no experimentaba sentimiento alguno de obligación externa: las reglas eran como las de un juego y eran obedecidas como un placer. Antiguamente se creía que a los niños no les interesaba aprender, y que sólo se decidían a estudiar atemorizándoles. Hoy se ha averiguado que la culpa no era de los niños, sino de los pedagogos”.

7. La enseñanza de la literatura. “A nada conduce, al enseñar literatura lo mismo a pequeños que a mayores, el que aprendan las fechas de los autores, los nombres de sus obras, etc. Lo que se puede hallar en un manual no tiene valor”. Sin embargo, y a diferencia de la opinión de psicólogos y educadores modernos, sí era partidario de la memorización para familiarizarse con pasajes de buena literatura: para gozar de la belleza del lenguaje hablado y escrito. Porque entiende que el entrenamiento memorístico también contribuye al desarrollo del pensamiento. Por otro lado, reivindica la necesidad de disponer de bibliotecas espaciosas y adecuadas en todos los colegios.

8. La enseñanza de la Historia y la Geografía. Sostiene este Premio Nobel que la historia debe conocerse de manera veraz y completa, y que no puede darse la espalda a la realidad por muy dramática que sea. “Yo he conocido a algunos pacifistas que querían que la historia se enseñase sin mencionar las guerras y creían que los niños vivían, durante el mayor tiempo posible, ignorando la crueldad del mundo. Pero no puedo elogiar ‘la virtud fugitiva y enclaustrada’, que depende de la ausencia de conocimiento”. Por otro lado, es partidario de enseñar geografía a partir de la fascinación que producen en la infancia los viajes imaginarios con barcos y trenes, mediante el soporte del Atlas, fotografías, cine y otros recursos que encienden su imaginación.

9. La conquista de la felicidad. Este es, precisamente, el título de uno de sus libros más emblemáticos. La educación y la democracia, que aplicó en su escuela y que teorizó en sus escritos, son de suma importancia para combatir las principales causas de la infelicidad actual: mala salud, pobreza y vida sexual insatisfactoria. Para ello hay que lograr la universalización de otros derechos democráticos y superar los prejuicios y la represión sexual. Russell conocía a fondo la obra de Freud y, aunque no era un entusiasta seguidor, sí le sirvió para desvelar los efectos que condicionaban la libertad sexual. Su discurso también aboga por la contención y la austeridad en la obtención de deseos materiales y de otro tipo: “Carecer de alguna de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad”.

10. Debate libre contra el adoctrinamiento. “Lo que se necesita no es la voluntad de creer, sino el deseo de averiguar, que es exactamente lo contrario”. Y en esta búsqueda de investigación de la verdad, presenta el debate, seriamente dirigido, como uno de los instrumentos más pertinentes. “En ellos el maestro no debería adoptar ningún partido, aun cuando sus convicciones fueran muy enérgicas. Cuando la mayor parte de los alumnos se pronuncian en un sentido, el maestro debe contradecirles, tan sólo para avivar la discusión. De otro modo, su actuación se reduciría a corregir equivocaciones en cuanto a los hechos. Así los alumnos verían en la discusión un medio de averiguar la verdad y no una contienda para obtener una victoria retórica”.

Tras leer textos como este, ¿quién puede negar la enorme actualidad de Bertrand Russell? Todas las grandes cuestiones educativas de hoy disponen de ilustres y sabios antecedentes. Desde hace un siglo, y desde mucho antes.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2020/02/26/diez-ideas-de-bertrand-russel-sobre-la-educacion-perfectamente-vigentes/

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El sedentarismo causa depresión en los adolescentes

Por: Paulette Delgado

Un estudio demuestra que más allá de los problemas cardiovasculares que el sedentarismo conlleva, estar mucho tiempo sentados puede causar depresión.

Por años, se ha sabido que la vida sedentaria trae problemas de salud. La Organización Mundial de la Salud considera el sedentarismo un problema de salud pública mundial. Aún así, en Estados Unidos la vida sedentaria va en aumento: los adolescentes pasan en promedio 8.2 horas al día sentados.

Un estudio publicado este año en The Lancet Psyciatry, investigó a fondo los efectos de la vida sedentaria en los jóvenes. Los investigadores analizaron a 4257 jóvenes durante seis años, de los 12 a los 18 años. El estudio descubrió que más allá de los problemas cardiovasculares que el sedentarismo conlleva, estar sentado mucho tiempo causa además problemas de salud mental, como la depresión.

Los investigadores argumentan que hay muchos estudios enfocados en los beneficios la actividad física en la salud mental de los jóvenes pero no en el efecto que puede la falta de actividad puede tener en su salud. El estudio descubrió que los jóvenes que están inactivos durante su adolescencia presentan un mayor riesgo de padecer depresión al llegar a la mayoría de edad. Incluso actividades sencillas como caminar, dedicar tiempo a sus pasatiempos o hacer tareas del hogar por una hora diariamente a partir de los doce años, reduce en un 10 % los síntomas depresivos a los 18 años.

Para realizar el experimento y medir el movimiento y actividades de los adolescentes, se les pidió usar un acelerómetro durante al menos 10 horas a lo largo de tres días. Los resultados ayudaron a clasificar la actividad física de los jóvenes. También se les aplicó un cuestionario clínico para determinar si tenían síntomas depresivos como pérdida de placer, falta de concentración y poco ánimo.

Durante el monitoreo, el estudio descubrió que el nivel de actividad de los adolescentes disminuyó conforme fueron creciendo. A los 12 años los participantes pasaban un promedio de siete horas y 10 minutos activos; mientras que a los 16 años, las horas de actividad disminuyeron y el sedentarismo aumentó a un promedio de ocho horas y 43 minutos al día.

En relación a su salud mental, los jóvenes que pasaban mucho tiempo sentados mostraron un 28.2 % más de depresión a los 18 años. Aunado a eso, los investigadores descubrieron que por cada hora adicional sedentaria en su juventud, los niveles de depresión aumentaban al llegar a la mayoría de edad. En adolescentes de 12 años un 11 %, a los 14 años un 8 % y a los 16 años hasta un 10.5 %. Por el contrario, aumentar tan solo una hora la actividad física disminuyó la depresión en un 9.6 % si se empezaba desde los 12 años, un 7.8 % si comenzaba a los 14, y un 11.1 % si iniciaba a los 16 años.

Los autores del estudio aprovecharon para enfatizar la importancia de investigar el impacto que tiene la inactividad en los jóvenes, principalmente porque esta va a la alza, al igual que los síntomas de depresión, por lo que es preocupante que no se investigue más la relación entre ambos factores.

Un pequeño cambio en sus vidas, como dedicar más tiempo a una actividad sencilla como caminar o andar en bicicleta a temprana edad, no sólo prevendrá problemas de sedentarismo, sino también disminuirá los problemas de salud mental en la adolescencia y la vida adulta.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/sedentarismo-depresion-adolescencia

Imagen: Małgorzata Tomczak en Pixabay 

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La educación superior en Iberoamérica

Por: Juan Carlos Yáñez Velazco

¿Cuántos estudiantes, profesores e investigadores existen en Iberoamérica? ¿Cuáles son los progresos más notables en el cumplimiento del derecho a la educación superior? ¿Importa a los gobiernos el financiamiento de las instituciones educativas? ¿Cuánto se invierte en enseñanza superior? ¿Están ingresando más mujeres a las universidades?

En noviembre pasado se publicó el informe ‘Panorama de la educación superior en Iberoamérica. Edición 2019’, con el título Caracterización de los sistemas de educación superior y de acreditación universitaria, preparado por Ana Fanelli, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina), a petición del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad.

El informe contiene respuestas a las preguntas [y muchas otras] formuladas en el párrafo inicial, con una exposición de los principales resultados con base en las estadísticas comparativas de la Red Iberoamericana de Indicadores de Educación Superior, de 2010 a 2017. Se organiza en nueve secciones: contexto económico, demográfico y educativo; matrícula; cobertura; nuevos ingresos; graduados; internacionalización de la matrícula; personal académico; financiamiento e investigación y desarrollo.

En su conjunto, ofrece una mirada global a los rasgos que caracterizan la educación superior en Iberoamérica y Latinoamérica, ligando datos a las variables del desarrollo económico. Por eso, inicia con un capítulo sobre el crecimiento, resaltando que en general, entre 2010 y 2017, las economías de América Latina e Iberoamérica crecieron en promedio a un ritmo moderado. La tasa de crecimiento de América Latina fue de 3,6% anual promedio, resultado de la desaceleración y contracción de la actividad económica de la región que comenzó en 2011, como efecto de la caída del precio de las principales materias primas en el mercado internacional.

La situación económica de América Latina mejoró en 2017, por la recuperación del comercio internacional siendo el crecimiento promedio de 1,3%: “No obstante, este crecimiento se estima menor en 2018, cercano al 1,2%, en el marco de un contexto internacional que, para el 2019, augura una retracción de la dinámica de crecimiento tanto en los países desarrollados como en las economías emergentes por la disminución del comercio mundial”.

Junto a estos procesos, ocurrió también una caída progresiva de la tasa de natalidad en varios países de Iberoamérica, con repercusiones en la población del grupo de edad para estudios universitarios, esto es, 18-24 años; por otro lado, mejoró la tasa de graduación del nivel medio y aumentó la matrícula universitaria.
En 2017 se estimó que la población en educación superior alcanzó los 30 millones de estudiantes, con un crecimiento promedio anual de 3,7%, y ritmos destacados de expansión en Perú, México, Ecuador, Colombia y Bolivia, mientras que disminuía en Cuba y Portugal.

Con excepción de Argentina y Cuba (que solo ofrece enseñanza pública), en los otros 15 países el crecimiento proporcional fue mayor en los sistemas de educación superior privada. Así, en 2017, la educación superior privada representaba la mayor parte en Chile (84,4%), Perú (74,7%), Brasil (73,3%), El Salvador (69,1%) y República Dominicana, superiores al promedio en América Latina (54%) e Iberoamérica (51,4%). Con menos del 21 por ciento de la matrícula en instituciones privadas tenemos a España (20,5%), Portugal (16,5%) y Uruguay (14,2%).

El informe pondera el interés individual para obtener enseñanza superior: “Se aprecia el esfuerzo realizado por las familias y los estudiantes financiando su inversión en capital humano en aquellos países en los cuales la matrícula del sector privado es muy importante y en los que se dispone de información sobre el gasto privado en educación superior, como son los casos de Chile y Colombia”.

También se aprecia claramente el rasgo del impulso a la educación de las mujeres, que representan más del 55% en áreas de “educación”, “ciencias sociales, periodismo e información” y “salud y bienestar”.

Con base en la conocida clasificación de Martin Trow, el informe advierte que Argentina, Chile, España, Perú y Uruguay se ubican en la etapa de “universalización”, al lograr una tasa bruta por encima del 50%; el resto, se colocan en el periodo de “masificación”, esto es, más de 15 pero menos de 50% de la tasa bruta. Honduras es el país más atrasado, con apenas el 16,2% en 2017.

La tasa bruta de educación superior en Iberoamérica se relaciona con el nivel de desarrollo económico, medido por el PBI per cápita, aunque Argentina, Chile, Bolivia y Perú tienen una tasa más alta de lo que correspondería, según el indicador del PBI.

Otra manera de medir el progreso es con la proporción de graduados por cada 10 mil habitantes en 2017. En promedio, en Iberoamérica fueron 61,1, con diferencias entre Chile, España y Costa Rica, con un promedio de 90, en tanto que Honduras, El Salvador o Bolivia tenían menos de 40.

La región no es atractiva en el mercado internacional de la movilidad académica. Con datos de 2017, era inferior al 0,6% de la matrícula, con la excepción de Portugal, que tenía al 8,1%.

En 2017 había poco más de 1,7 millones de profesores, el 45% de ellos mujeres, y menos del 12% con doctorado, con excepciones, de nuevo, de Portugal (6 de cada 10 eran doctores) y Brasil.

La inversión en educación superior como porcentaje del PIB era menor a 1,1% en 2017, inferior a los países de la OCDE en 2015, de 1,5%. Notables excepciones las de Chile y Colombia, donde, gracias a la inversión privada, la inversión se acercaba al 2%.

En la conclusiones, la autora del reporte destaca: “Dos tendencias parecen también vislumbrarse en los cambios de la educación superior: la presencia de estudiantes internacionales de ciclo completo y la oferta creciente de educación a distancia.”

Los anteriores son algunos de los datos más relevantes del documento. Delinean rasgos generales y exhiben la posición marginal de las regiones estudiadas frente a las más poderosas; también, los contrastes, atrasos y heterogeneidad. El mapa muestra claroscuros, avances notorios en la inclusión de mujeres pero rezago en la formación de profesores con la máxima habilitación académica, por ejemplo.

Quizá la nota sobresaliente es que una parte de los progresos de los sistemas educativos, especialmente en América Latina, están condicionados por un incierto desarrollo económico. ¿Será capaz la región de inyectar la energía necesaria a la economía para tener un mejor sistema educativo que, a su vez, propulse las variables económicas? ¿Y la políticas y los vaivenes, cuánto contendrán y cuánto impulsarán a los sistemas educativos en la década?

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/02/24/la-educacion-superior-en-iberoamerica/

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