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En Chubut criminalizaron la protesta docente

En Chubut criminalizaron la protesta docente

Mario Hernandez

20/08/2022

Condenan a Santiago Goodman a 3 años de prisión acusado por incendios en las protestas de 2019.

La jueza María Tolomei dictaminó la sentencia de tres años de prisión contra el dirigente docente, Santiago Goodman, por “incendio estragoso”.

El 4 de agosto había declarado culpable al ex secretario de ATECH y había declarado la absolución de Mariana Castro y Marcela Ancaleo que también estaban imputadas por el mismo delito.

La acusación contra Goodman se basó en una pueblada donde participaron cientos de personas y en donde la defensa denunció una “zona liberada” por parte de la policía y “espionaje ilegal” a los manifestantes. El propio tribunal reconoció la gran cantidad de personas presentes.

Se refiere a la crisis provincial de septiembre del 2019, cuando durante todo el año hubo protestas y tuvo su punto más agudo, el 17 de septiembre, cuando distintos sectores encabezaron una protesta enfurecidos por el fallecimiento de Jorgelina Ruíz Díaz (52 años) y María Cristina Aguilar (55 años), ambas docentes de la escuela secundaria 738 de Comodoro Rivadavia. Las maestras murieron por un accidente de autos luego de volver de una movilización por la falta de pago de salarios y paupérrimas condiciones laborales. En la jornada la policía reprimió y la protesta culminó con el incendio de la Legislatura.

Una nueva movilización frente a la Oficina Judicial de Rawson, Chubut, ante el adelantamiento de la audiencia, acompañó al dirigente docente: “No podemos permitir que se siga criminalizando la protesta. No les vamos a entregar a ningún compañere”, afirmaron desde la Comisión contra la Impunidad y por la Justicia en Chubut.

Sobre la condena al ex dirigente de ATECh, Santiago Goodman, se pronunciaron el conjunto de las organizaciones que conforman la Red de Organizaciones por los DD HH de Chubut a través de un documento.

Comunicado de la Red de Organizaciones por los Derechos Humanos – Chubut

Con enorme malestar, y no sin asombro, leemos el comunicado de los Fiscales del país en torno al proceso penal y la condena de Santiago Goodman, ex dirigente de la Asociación Trabajadores de la Educación de Chubut (ATECh). Aun cuando esa respuesta corporativa pudiera esbozar un tibio esfuerzo solidario con la Fiscal de la causa, Florencia Gómez, resulta en un claro pronunciamiento contra todo principio democrático y adquiere, por lo tanto, notable peligrosidad.

La protesta social es un derecho consagrado y pensarla desprovista de historicidad como se afirma en el documento “es preciso destacar que el objeto del proceso seguido al Sr. Goodman no tiene nada que ver con la legitimidad del reclamo, a punto que esta Asociación también ha reclamado en esos tiempos por el incumplimiento de las remuneraciones a miembros del Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Chubut, pero por vías legítimas” evidencia, por un lado, el desconocimiento del contexto particular en el que se dan los acontecimientos y, por otro lado, las condiciones necesarias para el análisis de cualquier hecho social, lo que abre un serio interrogante acerca de la formación de los funcionarios que emiten el comunicado.

La afirmación de que los Fiscales están solos y expuestos a agresiones e insultos no hace más que poner en evidencia la baja calidad de la institucionalidad existente en la provincia de Chubut, amén de convertirse en un pobre argumento de victimización por una situación que la propia función de los Fiscales debería resolver en tanto auto reconocerse como funcionarios independientes.

La Asociación Argentina de Fiscales reclama al Procurador General de la Provincia de Chubut, se ejerza y demande un rol activo y de trabajo conjunto con el Poder Ejecutivo “ya que el orden y seguridad no se agota en lo que ocurre en el interior de las salas, sino que deben extenderse a las zonas contiguas e inmediatas de desplazamiento de todos los intervinientes” lo que implicaría un reconocimiento implícito de la “zona liberada” denunciada por los trabajadores y manifestantes y que fuera ratificado por pruebas testimoniales. ¿No es grave que el Poder Judicial inste al Ejecutivo a reforzar las fuerzas represivas en nombre del Orden, tanto adentro como afuera de las salas de tribunales? ¿Será que la Fiscalía se siente más cómoda con la fuerza policial que con el pueblo?

A todo ello debe sumarse el silencio manifiesto del comunicado en relación con la obtención de la “prueba” por parte de Fiscalía, que surge de un accionar de espionaje ilegal de las fuerzas policiales, que según testimonio del Oficial Barrera continúa realizándose hasta el día de hoy como si estuviéramos viviendo en dictadura.

Los organismos abajo firmantes nos hemos expresado firmemente en el sentido de calificar el proceso penal seguido a los trabajadores como un acto de criminalización de la protesta social y lo sostenemos dada nuestra actuación en territorio y el permanente acompañamiento a las víctimas de excesos que venimos denunciando desde hace tiempo. Tal es el caso del vecino de Lago Puelo fusilado por el grupo GEOP, Martín Alejandro John, cuyo expediente sigue sin ser abierto por la Fiscalía cuando ha pasado un año y casi tres meses de ocurrido el hecho.

Tampoco se abren las investigaciones sobre policías que actuaron contra el propio pueblo en la represión de diciembre de 2021. No hay por parte de los Fiscales de Chubut impulso alguno para garantizar los Derechos de las comunidades originarias que reclaman sus tierras frente a los poderosos del lugar.

Ni hay investigaciones sobre las responsabilidades que le caben al Gobierno Provincial por no garantizar plenamente el Derecho a la Educación desde hace años. Finalmente, repudiamos enérgicamente la acusación vertida sobre manipulación de la opinión pública y el perjuicio a los Fiscales, quienes están reconociendo en el mismo comunicado emitido que necesitan atención y dedicación de los poderes de un Estado que tampoco los contiene. Es evidente que están equivocando entonces la dirección del reclamo.

El intento de instalar la idea de “manipulación ideológica” de las y los estudiantes cuando se exponen con toda claridad cuáles son las condiciones materiales y simbólicas en las que se desarrolla la tarea docente en Chubut desde hace un lustro y que derivan en medidas de fuerza. Las y los estudiantes tienen criterio propio y sufren, al igual que los cuerpos docentes, el destrato de un Estado que día a día vulnera los derechos de todos y ningún Fiscal ha reparado en ello.

Nos preguntamos qué parte de la realidad es la que la Asociación de Fiscales está mirando. Y nos preguntamos también si esa realidad que mira constituye una parcialidad que actúa en favor de quienes avasallan los Derechos Constitucionales del pueblo de Chubut.

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos – Chubut

Liga Argentina por los Derechos Humanos Patagonia

Comisión contra la Impunidad y por la Justicia – Trelew

Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos – Trelew

Colectivo de Abogados Populares La Ciega

Colectivo La Minka

Fuentes: Resumen Latinoamericano, Anred, La Izquierda Diario

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes. 

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/en-chubut-criminalizaron-la-protesta-docente/

 

 

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México: El año en el que nos dimos cuenta de todo lo que tenemos

El año en el que nos dimos cuenta de todo lo que tenemos

Silvia A. Ojeda Espejel

El reto

Cuando me postulé para escribir este artículo estaba muy entusiasmada con la posibilidad de compartir muchas de las reflexiones que he hecho desde 2020. Al paso de los días, caí en la cuenta de la dificultad de hacer una reflexión medianamente profunda (o al menos sincera) sobre la huella y los retos que me ha dejado la pandemia, en mi caso hablando desde el privilegio.  El mío y tal vez el de la mayoría de quienes me estarán leyendo. Y no solo eso: escribe una mujer que considera que los últimos dos años de su vida son de los más maravillosos que he vivido.

Dicho lo anterior, y quizá a manera de justificar las limitaciones de este texto, pensé que era más honesto escribir sobre lo que me di cuenta que tenemos la mayoría, porque también tengo la fortuna de poder mirar otras realidades diferentes a la propia. Así que, aún con mis lentes, comencé a escribir.

Las cifras

Antes de la pandemia, había poco más de 4 millones de niños y niñas fuera de la escuela y uno de cada tres niños y niñas llegaba a 3º de primaria sin dominar los aprendizajes fundamentales de lengua y matemáticas. Hoy, según el estudio realizado por México Evalúa y la escuela de Gobierno y Transformación Pública del ITESM, sabemos que la pérdida de aprendizajes durante la pandemia ha sido, en promedio, mayor de un grado escolar, y la retirada de la escuela de más de medio millón de estudiantes se sumó a los millones que ya estaban fuera, señalados arriba.

Adicionalmente, en un comunicado del 8 de septiembre de 2021 publicado en el marco del día mundial para la prevención del suicidio (10 de septiembre), el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que en el año 2020 sucedieron 7,818 fallecimientos por lesiones autoinfligidas en el país. Esta cifra representa 0.7% del total de muertes en el año y refleja que la tasa de suicidio es más alta en el grupo de jóvenes de 18 a 29 años, ya que se presentan 10.7 decesos por esta causa, por cada 100,000 jóvenes.

Así, esta pandemia puso una presión importante en la salud mental de niños jóvenes y adultos, que tan olvidada estuvo durante décadas; aunque hoy la reconozcamos como parte integral de la salud general de las personas.

El día a día

Regresando al ámbito educativo y, de forma particular a la educación básica, mientras millones de personas se debatieron entre el desempleo, la enfermedad, los problemas económicos, la desesperación, la falta de oportunidades, la ansiedad, el miedo, además del encierro, los estudiantes fueron testigos impotentes del cierre de escuelas, las clases a distancia y de un inmenso abandono del mundo de los adultos para con la infancia.

En el marco de este triste panorama se asomó una inesperada gran oportunidad para algunos padres y madres de familia de involucrarnos un poco (o un mucho) más en el aprendizaje de nuestros hijos e/o hijas. Pudimos mirar los enormes esfuerzos de sus profesores y profesoras, directivos escolares y otras autoridades educativas que realmente hicieron lo necesario para que niñas y niños siguieran aprendiendo. Pudimos constatar la magia de ese proceso de enseñanza y aprendizaje de manera cercana, desde una trinchera diferente a la que nos tocó cuando fuimos estudiantes.

Se organizaron colectivos de padres y madres de familia atentos no solo a los procesos administrativos. Comenzaron conversaciones sobre las clases a distancia y una verdadera atención sobre los avances que niñas y niños mostraban, así como sobre las competencias docentes necesarias para impartir clases, en general y en las nuevas modalidades.

Maestras y maestros, que quizá nunca antes habían sido sujetos de la atención familiar, empezaron a figurar en las conversaciones de los hogares, sobre todo si daban ejemplo de un buen uso del tiempo, manejo del grupo y lograban que sus estudiantes se interesaran en diversas temáticas. Hubo quienes trajeron clases preparadas (en el caso de las clases virtuales) y también hubo maestras y maestros emblemáticos (como los del premio ABC de Mexicanos Primero) que sacaron lo mejor de sus estudiantes con herramientas a distancia o con clases periódicas cuando las posibilidades de conectividad eran limitadas. Hubo maestros que trabajaron con la dificultad de la discapacidad, de la falta de conectividad, en ambientes adversos, pero con la confianza de que podían hacer su mejor papel para sus estudiantes, que realmente les necesitaban más que nunca.

Algunos pudimos acompañar hitos excepcionales del aprendizaje de nuestros niños y niñas: los comienzos de la alfabetización en algunos casos, incluyendo el momento mágico en que le cambia la cara a una criatura porque al final entendió y comprendió lo que sus ojos veían y comenzó finalmente a leer. Repasos de las tablas de multiplicar, las fracciones y para los más grandes, el álgebra, el cálculo y todos los retos de las matemáticas.

También nos pudimos asomar a las clases de educación física y observar la destreza (o no) de nuestros hijos e hijas. Vivimos la magia de los primeros reencuentros y la alegría (y energía) de los abrazos. Algunos nos dimos cuenta de cuánto disfrutamos la compañía de nuestros seres queridos y cuánto nos gusta estar cerca; algunos otros nos dimos cuenta de cuánto nos hacía falta estar solos y organizar nuestro tiempo sin las presiones del exterior.

Al igual que los adultos, muchos jóvenes se dieron cuenta que la vida es mejor en compañía de otros y también que la soledad es, en ocasiones, una mala consejera. Para muchos, la escuela se convirtió en un refugio al cual añoraban regresar, en el que se dieron cuenta de que sí querían estar.

Hubo quienes estuvimos cerca de los primeros indicios del comienzo de la adolescencia. Ver las caritas de inquietud, de entusiasmo, de duda y también de apatía y tristeza. Pudimos vivir de cerca los cierres de ciclo escolar con la alegría de haber concluido al fin un año incomparable con nada semejante que hubiésemos vivido en la era moderna. Nos dimos cuenta de lo frágiles que somos, pero también de lo verdaderamente importante que es la salud y la familia; la maravilla de los pequeños detalles y la oportunidad de estar juntos y juntas.

Al hablar de la familia, estos años nos han permitido recordar el valor y la grandeza que tiene esta institución. Pudimos ver y constatar el poder de las relaciones, del apoyo, de la alegría que provoca ayudar a alguien más, de poder apoyarle con pequeñas grandes cosas.

Nos dimos cuenta de todo lo que tenemos y que no cuesta dinero.

Al ver todo eso en retrospectiva, creo que como sociedad, y a pesar de las dramáticas cifras que retratan los estragos causados por la pandemia, tenemos muchas oportunidades de hacer las cosas mejor que como las hacíamos y de retomar todo lo bueno que nos dejó esta pandemia, como ver la infinita resiliencia de nuestra niñez. De ahí, ojalá nunca olvidemos el involucramiento en el aprendizaje, en las emociones de nuestras niñas y niños, en la cercanía, el apoyo y la solidaridad. En el poder de las relaciones (porque juntos llegamos siempre más lejos) y en el verdadero valor de las instituciones que nos forman, que son la familia y la escuela.

https://www.muxed.mx/blog/loque-tenemos

*Silvia A. Ojeda Espejel. Integrante de MUxED. Comunicóloga Educativa, especialista en Desarrollo Cognoscitivo y Maestra en Educación. Responsable del Instituto Natura México. Apasionada de la educación desde hace más de 20 años y comprometida por hacer un mundo mejor. Casada con Beto hace 17 años. Mamá de Mariana y Ximena. Le encanta correr, hacer pan y estudia cello con la ilusión de un día tocar dignamente la suite No. 1 de Bach.

 

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/el-ano-en-el-que-nos-dimos-cuenta-de-todo-lo-que-tenemos/

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UNICEF: Más de 250.000 niños de Haití no tienen acceso a educación a un año del terremoto

Más de 250.000 niños de Haití no tienen acceso a educación a un año del terremoto

Puerto Príncipe, 17 ago (Sputnik).- Más de 250.000 niños de Haití no tienen acceso a la educación un año después del terremoto ocurrido en el sur del país que mató a más de 2.200 personas y dejó a 130.000 familias sin hogar, advirtió el miércoles el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) .

«Un año después de que un devastador terremoto de 7,2 grados de magnitud sacudiera el suroeste de Haití, y a tres semanas del inicio de un nuevo año escolar, más de 250.000 niños no tienen acceso a escuelas adecuadas», dijo la entidad en un comunicado.

Unas 1.250 escuelas se destruyeron o dañaron por el temblor, el más catastrófico registrado en el país caribeño desde 2010, y la mayoría de ellas todavía no se reconstruyeron o rehabilitaron, lamentó la organización.

La situación amenaza la continuidad de estudio de miles de infantes que además no reciben los servicios sanitarios adecuados y pierden la oportunidad de desarrollar todo su potencial.

El martes, el ministro de Educación, Nesmy Manigat, anunció que se inaugurarán siete centros educativos en los departamentos afectados por el sismo, y estudian la edificación de otros 15.

El funcionario también precisó que las agencias de la ONU construyeron ocho escuelas y otras cinco serán rehabilitadas gracias a la financiación del Fondo Nacional de Educación.

El terremoto tuvo su epicentro en el departamento Nippes, al suroeste de la capital, y desde el año pasado tuvieron lugar más de 2.300 réplicas.

Unicef señaló que la recuperación en la región se ralentizó por la situación de inseguridad que limitó el paso terrestre desde Puerto Príncipe hacia los departamentos del sur. (Sputnik)

Fuente de la Información: https://www.elpais.cr/2022/08/17/mas-de-250-000-ninos-de-haiti-no-tienen-acceso-a-educacion-a-un-ano-del-terremoto/

 

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Salud docente: precarización y desgaste en las aulas argentinas

Por: Julián Mónaco

Agotamiento psicológico, disfonías, problemas digestivos son algunas de las situaciones que describen quienes trabajan en el sistema educativo nacional. Entre salas de espera, varias horas en distintas escuelas para llegar a un salario digno y peleas eternas con las aseguradoras de riesgos del trabajo, ¿cómo pegan la crisis y la postpandemia en los cuerpos de quienes a diario enseñan en las aulas argentinas?

Natacha da clases en secundarias públicas de la Ciudad de Buenos Aires desde hace diez años. En la actualidad, trabaja 38 horas cátedra semanales, pero llegó a trabajar 42 en cinco escuelas distintas a la vez: un liceo, un normal, un técnico, un CENS y un comercial. “Pasaba 12 horas por día de corrido fuera de mi casa. Creo que eso hace muy mal”, dice. Esta profesora de Historia cuenta que la tarea docente muchas veces le genera estrés y angustia y hace un alto en la jornada para reflexionar en los por qué. Piensa, por ejemplo, si su trabajo tiene una implicación subjetiva mayor a la de otros: “Cuando charlo con amigas que no son docentes, me doy cuenta de que ganan bastante mejor, quizás laburan alguna hora más, pero toman el trabajo como un medio, como una actividad cualquiera. En cambio, la carga emocional y la presión con la que nosotras hacemos nuestra tarea es muy grande”. Natacha cree también que la idea de vocación —que rodea siempre a la labor docente— en ocasiones se transforma en una suerte de auto-explotación encubierta: “A veces me digo a mí misma `bueno, me quedo más horas a la noche para que los pibes entiendan y salga todo bien`. Y quizás lo que los pibes necesitan para aprender mejor son otras condiciones de existencia”.

¿Cómo impactan en la salud física y emocional de las y los docentes la sobrecarga laboral y la multiplicidad y variedad de demandas que llegan a las aulas en un contexto de crisis económica y social? ¿Qué riesgos conlleva hoy la tarea de enseñar? ¿La pospandemia trajo nuevos malestares? ¿Por qué dentro de los sindicatos los espacios dedicados a estas temáticas ganan importancia? ¿Cuáles son sus principales batallas?

En octubre de 2018, CTERA publicó los resultados de una Encuesta Nacional de Salud y Condiciones Laborales para la que fueron consultados 2.283 docentes de 14 provincias: en ella, el 87% de las y los profesores y maestros señalaba que, en los últimos doce meses, había padecido patologías como el estrés y la disfonía; el 68%, problemas osteoarticulomusculares; el 48%, problemas digestivos y el 42%, dificultades respiratorias.

Mientras Natacha viaja —en subte y colectivo— de una escuela a otra, también lo hace Estela: “Mis complicaciones tienen que ver con lo anímico, con lo emocional”, dice. Profesora de Comunicación en cuatro escuelas porteñas —tres técnicas y una media—, cuenta que se siente estresada “sobre todo en algunas fechas puntuales, como las de cierre de notas, en las que se acumulan muchas demandas desde distintos espacios dentro de una misma escuela. Y eso a mí se me multiplica por cuatro”. Estela menciona también malestares físicos vinculados a la infraestructura escolar, como los dolores de cabeza que le genera el pasar muchas horas en aulas con calefacción que no están bien ventiladas: “A veces tengo que tomar un paracetamol porque el dolor ya es insostenible. Y también pesan las largas jornadas que enfrento porque tengo la necesidad económica de llegar a fin de mes. Y aún así, en estos últimos meses, me pasa que llego muy justa y que a veces tengo que pedir ayuda”, dice Estela, que acumula 53 horas cátedra semanales.

La docente marca también que, en la pospandemia, se le agregaron nuevas tareas: “Se nos sumó un trabajo extra que antes teníamos pero que no realizábamos a través de espacios digitales. Hoy todes les profesores tenemos un Google Classroom para cada una de las asignaturas. Incluso, si damos la misma asignatura en varios cursos, tenemos un Classroom por cada uno”. Finalmente, dice que en las escuelas en las que trabaja, las y los docentes no tienen un espacio específico para intercambiar sobre su salud: “Lo hacemos en los momentos que podemos encontrar. En los pasillos, en los recreos, en la sala de profesores. Es de manera informal y funciona como un desahogo. No para pensar en soluciones. Y esto en parte es así porque últimamente los Espacios de Mejora Institucional están sobrecargados de información, de normativas nuevas”.

En el relato de Paula, que trabaja en dos escuelas medias de la Ciudad de Buenos Aires, la multiplicación de reformas aparece asociada a la presión que genera el tener que traducirlas —una y otra y otra vez— con el propio cuerpo: “La supervisora llegó a la sala de profesores y simplemente descargó sobre nosotras una cantidad innumerable de nuevas tareas. Las leyó desde la computadora, como si fuese una máquina. Nunca nos preguntó nada. Quizás le daba vergüenza mirarnos porque la distancia entre lo que ella leía y lo que nos toca enfrentar acá todos los días era enorme. Nos fuimos muy angustiadas, pensando en cómo íbamos a hacer para poder cumplir con todo. Pero lo más feo es que, al otro día, charlando con una compañera, nos dimos cuenta de que a la noche las dos habíamos tomado pastillas para poder dormir. Creo que nos angustiamos un poco más”.

En una nueva encuesta nacional realizada por CTERA ya en julio de 2020, el 39% de las y los trabajadores de la educación indicó que el salario que percibe es el único ingreso en su casa. Aunque si se agrega a aquellas y aquellos que señalaron que se trata del ingreso principal, el porcentaje total de las y los docentes sostén de hogar asciende al 73%. Sin embargo, en un contexto de deterioro generalizado de los salarios frente a la inflación, es probable que, por ejemplo, el porcentaje de docentes del nivel secundario que trabajan en tres o más escuelas (que en ese momento ascendía al 41%) esté creciendo, al igual que el porcentaje de las y los que enseñan en 8 o más cursos a la vez (50% a mediados de 2020).

En este sentido, Noemí Tejeda, secretaria de Salud Laboral de esta entidad gremial, afirma: “Algunas de las causas principales por las que aparecen problemas como el cansancio, el agotamiento e incluso distintos tipos de fobias son la sobrecarga laboral y la multiplicidad de tareas. Para llegar a fin de mes, las compañeras y los compañeros están tomando cada vez más horas de clase: más horas cátedra en el secundario o un doble cargo si están en primaria”. Y, al igual que Natasha, recupera también la dimensión subjetiva: “En cualquier sector el trabajador y la trabajadora deben sentirse realizados con lo que hacen, deben sentirse completos. Pero en el sector docente siempre se señala lo que falta”.

Un quiebre en la voz

Hasta el 2015, Fabiana daba clases de inglés en escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires y también de la Provincia. Algún tiempo antes de ese año había comenzado a notar problemas en su voz: a lo largo de las clases, ésta se entrecortaba y algunos sonidos se perdían en el aire. Realizó consultas y, finalmente, le diagnosticaron nódulos en sus cuerdas vocales. “Empecé con tratamientos particulares, pero no resultaron fructíferos”, dice. Debió tomar una licencia y hacer la denuncia en la ART: “Estuve en tratamiento fonoaudiológico y con controles otorrinológicos mensuales bajo la órbita de Provincia ART durante un año. Cumplido ese plazo, la empresa dio por finalizado el tratamiento y una junta médica, al ver que el cuadro mejoraba pero los nódulos persistían, decidió que tenía que cambiar de tareas. Con un dictamen médico, me recalificaron: ya no podía hacer uso profesional de la voz. En 2015 tuve que salir de las aulas y asumir tareas administrativas. La ART me indemnizó por los daños y comencé una nueva etapa”.

La docente, que había comenzado a ejercer su carrera soñada a los 19 años, vuelve sobre su propia historia y reconstruye algunas de las condiciones objetivas que acabaron por truncarla, como la excesiva carga horaria y las condiciones de trabajo cotidianas: “La cantidad de niñas y niños que atendemos, escuchamos y contenemos; las aulas no acustizadas, los ruidos exteriores; las horas no remuneradas que dedicamos en nombre de la vocación. En fin, un sin números de condiciones que erosionan nuestra tarea”. Finalmente, Fabiana señala también que el sistema de salud laboral no está enfocado en la prevención, sino todo lo contrario: “En toda mi carrera, desde que la inicié en 1990, nunca tuve un solo control de salud de parte de mis empleadores. Presenté el apto médico cuando ingresé a ambas jurisdicciones y eso —increíblemente— fue todo”.

En 1996 se publicó en el Boletín Oficial el Listado de Enfermedades Profesionales previsto por la Ley de Riesgos del Trabajo, sancionada el año anterior junto, por ejemplo, a la de Flexibilización Laboral. En el caso de las y los docentes (y no de las y los auxiliares), el listado reconoce como enfermedades asociadas a su actividad profesional la disfonía y la hepatitis A (para las y los maestros de escuelas primarias). Más adelante, en 2003, se incorporaron al listado la fiebre hemorrágica con síndrome renal y el síndrome pulmonar que produce el hantavirus (para las y los maestros rurales) y, ya en 2014, las várices bilaterales y las hernias.

“Somos profesionales de la voz”, dice la secretaria de salud laboral de SUTEBA, Marisa Barromeres y amplía: “Sin embargo, la ley entiende a las disfonías de una manera muy limitada. Por eso desde que apareció esta normativa nos dedicamos a estudiarla y a investigar en el territorio para enfrentar estas visiones restringidas y poder acompañar a las y los compañeros en sus denuncias. Por ejemplo, hace tiempo comprobamos que, antes de los nódulos, puede haber hiatus y esbozo nodular y trabajamos para que las ART reconozcan estas enfermedades que durante mucho tiempo habían sido rechazadas. De hecho, todavía ocurre que tenemos rechazos”. Barromeres señala también que es necesario trabajar en materia preventiva: por ejemplo, incorporando en la formación de las y los docentes herramientas que les permitan construir una “voz pedagógica”.

La referenta de SUTEBA —gremio que actualmente cuenta con alrededor de 100 mil afiliadas y afiliados y un dispositivo institucional que incluye 17 centros de salud y la participación en comités mixtos de seguridad y salud en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires— señala también que “los factores psicosociales no están reconocidos en la ley. Si alguien denuncia alguna situación de este tipo, la ART se la rechaza. En definitiva, para la ART existimos de la garganta para abajo”.

El costo después del aspo

De acuerdo a Tejeda, una de las singularidades del trabajo docente es que las y los educadores están inmersos en sus propias problemáticas socioeconómicas y, al mismo tiempo, en las de las y los estudiantes y sus familias. “La tensión social repercute fuertemente en la escuela. A medida que se profundiza la desigualdad, se agrega una mayor complejidad al trabajo docente”, dice. La gremialista  de CTERA señala también que, aunque la sociedad en general ha ido avanzando en una nueva agenda de derechos (vinculados, por ejemplo, a la inclusión y a las cuestiones de género), es en la escuela en donde buena parte de esas demandas son concretamente registradas. “Sin embargo, muchas veces no se cuenta con los recursos necesarios como para dar una respuesta efectiva. Hay dispositivos, hay protocolos, pero no alcanza. Y esa situación genera una gran impotencia que también es fuente de estrés laboral”.

Nadia cuenta que el retorno a la presencialidad les está costando mucho tanto a docentes como a estudiantes: “Pienso en la intolerancia, en la poca paciencia. Tenemos que aprender a vincularnos otra vez”. Esta profesora de Inglés, que trabaja mañana, tarde y noche en una escuela media del Bajo Flores, subraya el “esfuerzo doble” que demanda formar estudiantes que pasaron del Nivel Primario al Secundario en medio de las medidas de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, pero también el tener que volver a construir equipos de trabajo en la sala de profesores, ya sin pantallas de por medio. Todo ese esfuerzo, cuenta, repercute en su salud: “Cuando estábamos en la pandemia tenía un estrés y un cansancio mental tales que pensaba ´por favor que termine esto porque estallo´, pero la vuelta a la escuela fue bastante similar. Desde que retomamos la presencialidad vivo disfónica: cada quince días pierdo la voz”.

En el barrio de Flores, a media hora de colectivo de la escuela de Nadia, trabaja Natalia: “No pude dormir en todo el fin de semana pensando en si el lunes iba a encontrarme con mi alumna sana y salva”, dice esta docente de séptimo grado. Cuando piensa en los malestares que implica el ejercicio de su profesión, reconstruye un viernes especialmente agotador (pero, a la vez, “común y corriente”) en el que se encadenaron situaciones cargadas de tensión frente a las que le tocó dar respuestas muy rápidas y muy precisas: una niña se cortó el antebrazo con el filo del sacapuntas —“me dijo que lo hizo porque estaba triste y sola”, relata Natalia—, otra le contó una escena de violencia en su casa, otras dos le reclamaron porque un compañero las había llamado “putas”. “Hoy lunes vuelvo a la escuela como si fuera una persona normal que durmió. Pero no”, dice Natalia. Ya al final de la tarde, regresa a su casa y se encuentra con una ola viral de comentarios en las redes sociales suscitados por los resultados de las pruebas Aprender: “Que no somos idóneos, que somos fracasados”. Para no contagiarse ella también, decide no leer ni escuchar más nada.

“La escuela es la caja de resonancia de todos los conflictos sociales”, dice Barromeres y agrega: “Hay chicas y chicos que hicieron el primer y el segundo año del secundario en la virtualidad y, cuando llegaron a la escuela, se encontraron con más de diez profesores, con un edificio nuevo, sin saber muy bien cómo moverse ni cómo relacionarse y, sumado a eso, toda una carga familiar muy densa”.

En la escuela del Bajo Flores en la que da clases de inglés, Nadia —que tiene una carga horaria semanal de 60 horas reloj— también colabora en el Área de Comunicación del ciclo básico y es tutora y coordinadora de tutores. Pero, además, es referenta de estudiantes madres y padres así como de estudiantes embarazadas. En su relato, al igual que en el de Natalia, aparece una y otra vez un aspecto del trabajo docente vinculado a la contención y a la construcción de lazos comunitarios que requiere mucho esfuerzo e imaginación y que impacta fuertemente en el cuerpo de quienes lo realizan. “Estamos teniendo muchos problemas de convivencia”, dice Nadia y relata: “Todo el tiempo tenemos que estar apagando incendios: peleas entre estudiantes, peleas que comienzan en las redes y continúan en la escuela, peleas entre familias del barrio. Al mismo tiempo, me voy enterando de muchas situaciones densas de chicas abusadas, maltratadas. Una va cargando con todo eso porque es muy difícil correrse: son pibes y pibas que vemos todos los días, que conocemos desde muy chiquitos. Creo que a veces no tomamos dimensión de hasta dónde nos afecta”.

Hace poco, uno de esos episodios —que derivó en un conflicto entre una mamá y las autoridades de la escuela— la terminó bloqueando: “Me quedé parada en la puerta de la sala de profesores y no me podía mover. Me largué a llorar, temblaba, era una angustia que no me dejaba hablar. Encima era un viernes y los viernes trabajo de corrido desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, con un par de horas en el medio en las que voy a buscar a mi hija a la escuela”. Al igual que sus colegas, Nadia también hace hincapié en el deterioro de los salarios: “Como el sueldo alcanza cada vez menos, trabajás más horas y entonces tenés menos tiempo para planificar, para vivir, para estar en tu casa, para pasar tiempo con tu familia”. Finalmente, rescata el trabajo diario junto a sus compañeros y compañeras: “Me siento orgullosa de formar parte de un grupo de docentes que tenemos mucha empatía hacia lo injusto y eso me ayuda todos los días”.

Fuente de la información e imagen:  https://revistacrisis.com.ar

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Cambios en la SEP: El camino minado hacia los senderos de ninguna parte

Por: Miguel Ángel Pérez

Aún tengo presente uno de los anti-poemas de Efraín Huerta, “de seguro que voy por el camino que me lleva a la ninguna parte” Esto pasa actualmente en la SEP, pero que más que eso; lo peor que le pudiera pasar al actual gobierno es caer e incurrir en los mismos errores de los gobiernos anteriores a los que de pasada tanto han criticado, y como dice otro corrido están cayendo en los mismos errores.

Las aspiraciones políticas del actual grupo en el poder y de sus personas se han colocado por encima del proyecto educativo, las aspiraciones más nobles de la nación (que se supone están en la educación) han pasado a un segundo o a un tercer plano.

El pragmatismo de la maestra Delfina Gómez y de su jefe político para el próximo año, el objetivo de ganar (como sea) el EDOMEX el experimento previo a las elecciones del 2024, ello posiciona a la maestra Delfina, pero han coloca en una posición de vulnerabilidad la actual iniciativa de reforma en el diseño del marco curricular 2022.

A partir de una racionalidad sensata y mesurada uno pudiera pedir, que no se vaya nadie la educación es la prioridad número uno. Pero no es así, sus prioridades están colocadas bajo otra lógica y pensadas también para estar en otro lugar.

En estos momentos la educación pública de nuestro país en todas las fases y niveles y modalidades educativas es un laberinto cargado de experimentos. La educación básica con el Marco Curricular 2022, la educación media y superior con las invocaciones de las nuevas leyes y regulación legislativa la cual no termina de clarificar sus disposiciones institucionales.

De esta manera, ante los ojos de la sociedad siempre atenta y siempre inquisitiva, aparecen formas de improvisación en el manejo de los recursos y los procedimientos para tomar decisiones, podríamos afirmar que en este momento no existe una política pública clara que le dé sentido a las acciones, existe sí un cúmulo de buenas voluntades, de iniciativas ideológicas como nunca antes se había orientado y de un manejo no muy coherente en la administración educativa, debido a muchas personas y muchos talentos involucrados.

Lo que, sí se ve, es la improvisación, la ocurrencia un fuerte sello de sentido común, al hacer las cosas, desde el calendario escolar, la puesta en marcha del Plan 2022 que se desprende del marco curricular, la reforma en las Escuelas Normales, ¿de qué se trata? De seguir jugando al experimento pedagógico.

Me parece que la educación no es (o no debería ser) un juguete sexual que sirve para entretener al grupo en el poder. Es lamentable reeditar los vicios de administraciones anteriores, es lamentable reeditar un debate que consideramos superado, y que nos lleva a “los confines de ninguna parte”.

En dónde estamos parados hoy en día, de nuevo regresamos al punto cero de la iniciativa ¿en dónde estamos parados y hacia dónde queremos dirigirnos?  Es ahí en donde se terminan las respuestas.

Los próximos días se anunciarán cambios en la estructura de la SEP y llegará una nueva o un nuevo titular de la dependencia, el cual se hará cargo de asumir el compromiso de atender los últimos dos años del proyecto educativo de la 4 T.

Así de riesgoso y de lamentable, dos años para modificar una obra del presente hacia el futuro, es poco tiempo aún con lo mejor de los talentos, ¿o será que comienzan a prepararse para entregar el poder político y también sacrificar el proyecto educativo?

Personajes que no saben mucho de educación pero que sí tienen un alto nivel de sentido común dicen que el compromiso educativo debería de estar blindado y que trascender los sexenios y la política grillera que aparece sexenalmente y que se consume y nos consume

Vienen cambios de personajes, pero ¿qué es lo que cambiará verdaderamente en la educación pública de nuestro país?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/cambios-en-la-sep-el-camino-minado-hacia-los-senderos-de-ninguna-parte/

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Leer y escribir

Por: Elisabeth De Puig 

Nadie quiere seguir oyendo que todo está bien cuando las evidencias hablan por sí solas.

Estamos de regocijo porque en el Ministerio de Educación soplan nuevos aires. Sencillamente, se está diciendo que los niños y niñas deben aprender a leer y escribir.

Esta afirmación tan evidente, enunciada de manera tan simple, no deja de constituir una revolución en el mundo educativo dominicano. Con ella se vuelve a lo sencillo, a lo básico, a lo imprescindible, a las bases de la enseñanza; o sea, a la lecto-escritura y las matemáticas, tradicionalmente pisoteadas en la República Dominicana, y que recibieron tantas embestidas en los dos años de pandemia y post pandemia.

Y es que sin bases sólidas no hay posibilidad de desarrollar entes pensantes, capaces de usar la tecnología para bien y transformarse en buenos ciudadanos. “Mejor es tener una cabeza bien hecha que una cabeza a bien llena”, decía el filósofo Michel de Montaigne. Una vez creada la zapata se pueden agregar la educación ambiental, cívica, tecnológica y la enseñanza de los idiomas.

Los niños y niñas de muchas de nuestras escuelas públicas y centros privados de sectores vulnerables arrastran problemas por generaciones, sin disponer de las bases fundamentales de cualquier proceso de aprendizaje, que es poder leer y comprender lo que se lee.

Está claro que algo no ha funcionado en nuestro sistema público de enseñanza, al igual que en muchos otros sistemas educativos, lo que no es tampoco un fenómeno nuevo.

Los de mi generación aprendieron a leer con el método silábico y no con el global, y aún menos con el modelo virtual. El método silábico hizo sus pruebas alrededor del mundo y ha producido millones de lectores empoderados. Este método, desplazado por el método global, ha sido revalorizado por los últimos avances de las neurociencias.

Sin embargo, más allá del método para aprender realmente a leer y escribir hay que dar un sentido al aprendizaje para que niños, niñas y familias entiendan para qué sirven la lectura, los libros, las matemáticas y, también, cuál es hoy en día el papel de la tecnología.

Tenemos un pasivo acumulado catastrófico para nuestros niños, niñas y adolescentes, para nuestra economía, para el país. Los pobres resultados de desempeño de niños y niñas repercuten luego en el mercado laboral al punto que, según el Boletín de Competitividad Sectorial 2021, el 48.8 % de los trabajadores tiene un nivel educativo por debajo del necesario para el puesto.

Mientras más objetivos seamos evaluando el momento crítico por el que atraviesa la escuela dominicana más estaremos en capacidad de enfrentar sus tremendos desafíos.

Al ministro que por favor siga tal como ha empezado, que no nos duerma con cantos de sirena, que hable de los tropiezos, de las piedras en el camino y de los éxitos cuando le toque, que sea transparente. Nadie quiere seguir oyendo que todo está bien cuando las evidencias hablan por sí solas.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/leer-y-escribir-9094598.html

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Así se aprietan el cinturón las familias para hacer frente a una vuelta al cole marcada por la inflación

Por: Laura Peraita

Dos de cada 10 niños dejarán de ir a actividades extraescolares.

Agosto va agotando sus días y aunque muchas personas tratan de no pensar en el regreso a la rutina propia del mes de septiembre, basta con entrar a un centro comercial para que nos recuerde que la vuelta al cole ya está muy próxima. Uniformes, mochilas, libros, cuadernos, material escolar… ocupan ya las estanterías de muchos lineales.

Según apunta a ABC Fernando Forte, director de Comunicación de Appinio, la plataforma global de investigación de mercados, este año el regreso a las aulas «va a ser muy distinto para las familias porque tendrán que asumir una inflación de más del 10%, lo que supone un fuerte impacto en sus economías».

Precisamente, para conocer cómo van a afrontar las familias esta vuelta al cole, desde esta plataforma han realizado una encuesta que deja datos muy significativos. «En primer lugar, queda patente la gran preocupación de los padres que, aunque en años anteriores siempre consideran que el desembolso escolar es elevado, reconocen que este año deberán gastarse más por el aumento de precios —precisa Forte—. Concretamente, el 60% de los progenitores teme que deberá invertir más dinero que en años anteriores, lo que supone una gran preocupación».

De hecho, las categorías en las que creen que notarán más el gasto extra debido a la inflación serán: el combustible, para el desplazamiento de sus hijos hasta el colegio (36%); seguido por los libros (27%) y el material escolar (26%).

Por todo ello toca apretarse el cinturón y las familias, según este informe, lo harán de la siguiente manera: más de la mitad de padres y madres (53%) prescindirán de caprichos y gastos personales para poder acceder a todo lo que demanda la vuelta al cole de sus hijos.

Además, el 47% de los encuestados afirma que hará uso de promociones y descuentos especiales. Otra de las medidas más aplicadas para reducir el gasto será la reutilización del material escolar: casi 5 de cada 10 afirma que lo hará para ahorrarse el dinero que supone renovar todo el material.

También optarán por hacer uso de ayudas regionales (32%), comprar material de segunda mano (31%) o pedirlo prestado (17%). Además, Fernando Forte indica que la subida de precios va a provocar cambios en las rutinas habituales de las familias. «Resulta muy llamativo que 2 de cada 10 niños dejarán de ir a actividades extraescolares con el fin de ahorrar el gasto extra que suponen. Por un lado, las familias se evitan el gasto de la actividad y, por otro, el coste de la gasolina en los casos en que es necesario un desplazamiento para que los niños puedan asistir a estas sesiones. El problema añadiso —puntualiza— es que muchos padres recurren a las extraescolares para poder conciliar la vida familias con sus empleos».

Otro de los cambios de rutina que va producir el alza de precios se centra en la comida. Casi el 80% de los niños se llevarán el almuerzo del recreo de casa en lugar de comprarlo en algún establecimiento o en el propio centro, lo que supone una evidente medida de ahorro. «Esto también afecta a aquellos niños a los que les toca comer en el colegio puesto que a pesar de que la mayoría de ellos lo hacen en el comedor escolar, el 14% se llevará una fiambrera de casa».

El informe también destaca que la preocupación de los padres es tan grande que alrededor del 25% de las familias cuyos hijos acuden a un centro educativo concertado o privado se han planteado cambiarlos este año a un centro público debido al evidente aumento de precios.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/aprietan-cinturon-familias-frente-vuelta-cole-marcada-20220818125446-nt.html

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