Page 17 of 2704
1 15 16 17 18 19 2.704

Pensar en plural

Creo que la humanización se inauguró el día en que alguien en vez de pensar en singular pensó en plural. Trato de imaginarme ese instante fundante, esa chispa de ideación en la que un antepasado ancestral tuvo la genialidad definitoria de incluir de improviso a otra persona ajena a la suya en deliberaciones de índole privativa. Quizá advirtió que el contenido de la deliberación era personal, pero la acción que prologaba se territorializaría en un marco coral e impactaría en la vida de otras personas. Acaso fue un paso más allá y advirtió que en la suerte de los demás se hallaba también inscrita su propia suerte, que, no sabía muy bien por qué, si se preocupaba del destino de los demás sucedía algo inercial que facilitaba que los demás se interesaran por el suyo (y que miles de años después hemos llamado reciprocación, cuyo correlato sentimental es la compasión y su forma es el cuidado). La cultura entendida como una segunda naturaleza (la segunda navegación aristotélica) se afana en regular esa primera persona del plural para que a tenor de la convivencia podamos combatir nuestras gigantescas limitaciones individuales, y una vez contrarrestadas concurra la posibilidad de poder acceder a la vida buena que es indisoluble de la vida compartida. Si este propósito se desdibuja, entonces la cultura se degrada a elemento meramente decorativo.

La aspiración humanizadora estriba en teñir de afecto la relación con los demás para tomar decisiones de índole cooperativa. En el reino de la necesidad cobijamos intereses comunes que son infinitamente más fáciles de satisfacer pergeñando estrategias de cooperación. Con la persona allegada, con quienes conforman los círculos empático y de proximidad, nos alcanzan los sentimientos de apertura, el cariño, el afecto, la ternura, la compasión, el perdón, el amor. En cambio, con las personas lejanas o con quienes no nos anudan lazos afectivos, debemos establecer otras fórmulas que puedan impregnar la interacción de algo parecido a lo que proporciona el afecto. Esta tarea es de una complejidad superlativa, porque en el planeta Tierra somos ocho mil millones de seres humanos. Y la dificultad no se detiene. Para el 2050 se estima que seremos diez mil millones de terrícolas hormigueando por el planeta azul.

La inteligencia humana ha encontrado esa fórmula. Humanizarnos consiste en utilizarla y afinarla cada vez más. Hemos inferido que donde no llega el afecto sería bueno que nos alcanzara la conducta ética, que es precisamente la racionalización de ese afecto. Con las personas desconocidas no podemos sentir el mismo afecto que con quien nos une la cariñosa familiaridad o la conexión que emana de compartir tiempo, actividades y propósitos en la esfera más íntima, pero sí podemos comportarnos afectuosamente con ellas. Las valoramos como un equivalente en la dignidad que demandamos para nuestra persona y deberíamos comportamos con ellas en concordancia al cuidado que estimamos requiere esa titularidad. Las implicaciones de esta consideración son mayúsculas e irradian en todos los órdenes de la vida. Estamos delante de la convertibilidad del sentimiento en virtud, del nexo afectivo en nexo ético. Con la persona amiga podemos conducirnos amigablemente, pero con quien no es amiga podemos tratarla como si sí lo fuese, a pesar de no serlo. Puede no existir afecto, pero sí complicidad ética. El fin más elevado de la cultura y el civismo estriba en alcanzar esta transferencia para que en el espacio intersticial pueda brotar vida buena. O vida humana, que es uno de sus sinónimos más recurrentes.

Fuente de la información e imagen:  https://espaciosumanocero.blogspot.com

Comparte este contenido:

Pensar el genocidio palestino desde América Latina, un año de catástrofe (I de II)

Introducción

El año pasado, a pocos meses de ocurrir la nueva escalada de violencia israelí-palestina, se llevaba a cabo la exposición Catástrofe, del artista Dor Guez, en el museo Laboratorio Arte Alameda de la Ciudad de México;[1]  en ella se abordaba el conflicto y se exponían fotografías, objetos, diversas obras relacionadas con la vida cotidiana en ese territorio, así como también se proyectaban diversos elementos multimedia que invitaban al espectador a experimentar el conflicto (la catástrofe).

De esta exposición recuerdo claramente tres momentos. El primero se refiere a un video en el que se proyectaba el caso de una joven palestina que habitaba y trabajaba en Israel y, en alguna parte del video, entre llanto y dolor, la chica narraba el modo en que para evitar ser discriminada tuvo que cambiar su nombre de origen árabe por uno hebreo. El segundo momento se trató de una imagen en la que había uno o varios nopales y en la curaduría se explicaba que esta planta fue llevada desde América a esta región de Medio Oriente, donde el pueblo palestino la adoptó como un símbolo de resistencia. El último momento fue una actividad en equipos en la que se nos pidió a los asistentes marcar el contorno de la figura de una persona en papel Kraft y después, simulando que la figura dibujada era un territorio, se nos pidió que dentro de la figura marcáramos nuestras fronteras, heridas, cicatrices, traumas, etc.

A un año de esta exposición y a días de cumplirse un año de la reactivación de la violencia armada en aquella región, uniendo estas situaciones, me es necesario considerar que la cuestión palestina no es en absoluto ajena de la realidad nacional y latinoamericana. Por ejemplo, el caso de la chica palestina me llevó a recordar la situación de un familiar mexicano residente en el extranjero que decidió no darle su apellido a su hijo para evitar que sea objeto de discriminación, con lo que se borra parte de su identidad y origen. El uso del nopal como símbolo de la resistencia palestina frente al colonialismo, expansionismo e imperialismo tampoco es, en absoluto, algo ajeno a la resistencia y los símbolos que de ella emanan en la región latinoamericana frente a procesos históricos análogos. Por último, la cuestión de simular el contorno del cuerpo como territorio, me lleva a pensar en el tratamiento de la memoria como elemento epistémico-ético-político desarrollado por pensadores judío-alemanes en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, el cual no puede ser inconsecuente con la catástrofe humanitaria que está padeciendo el pueblo palestino actualmente: la violencia totalmente desproporcionada del ejército israelí, las pérdidas humanas, las mutilaciones, las heridas, el exterminio étnico, los desplazamientos forzados, los crímenes de guerra, la destrucción de hogares, edificios, escuelas y hospitales, etcétera.

La memoria y el vínculo de la cuestión palestina con América Latina

El conflicto israelí-palestino, como es bien sabido, se reactivó cuando el 7 de octubre de 2023 miembros de la organización fundamentalista Hamás ingresaron a territorio israelí y asesinaron a cerca de 1 200 personas y tomaron como rehenes a 251 más. A partir de ahí, ha ocurrido una respuesta del Estado israelí que, más que una defensa a su pueblo y su soberanía, se ha convertido en una reacción totalmente desproporcionada de su parte y se ha tornado en una ofensiva de exterminio étnico y expulsión de palestinos de su territorio. Según datos de Naciones Unidas, para fines de marzo de 2024, los muertos israelís se mantenían en 1 200, mientras que los muertos palestinos ascendían a 32 623.[2] Asimismo, Amnistía Internacional publicó que, a mitad de mayo de 2024, el desplazamiento forzado de palestinos por el actual conflicto era de aproximadamente 2 000 000 de personas,[3] y según el portal The Palestine Chronicle, hasta el 4 de octubre de 2024, se contabilizan 41 788 muertos, 96 794 heridos y 10 000 desaparecidos en territorio palestino.[4]

De acuerdo con estos datos ¿podemos decir si estamos frente a un genocidio del pueblo palestino? Según el Diccionario de la Real Academia Española, genocidio es definido como “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”.[5] En consecuencia, desde nuestro punto de vista, es innegable que sí se está ante uno, pues lo que está ocurriendo en Palestina corresponde a esta definición. Vale tan solo citar las palabras de Craig Mokhiber en su Carta de renuncia como director de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Nueva York, donde señaló:

Una vez más, somos testigos de un genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos, y la Organización a la que servimos parece impotente para detenerlo […]

[…] la actual matanza del pueblo palestino, arraigada en una ideología colonial etnonacionalista, una continuación de décadas de persecución y limpieza sistemáticas, basadas enteramente en su condición de árabes, y junto con declaraciones explícitas de intenciones por parte de los líderes del gobierno y el ejército israelíes, no deja lugar a dudas ni debates. En Gaza, hogares, escuelas, iglesias, mezquitas e instalaciones médicas están siendo atacados sin motivo y miles de civiles están siendo masacrados. En Cisjordania, incluida la Jerusalén ocupada, las viviendas son confiscadas y reasignadas únicamente en función de la raza. Además, los pogromos violentos perpetrados por los colonos van acompañados de unidades militares israelíes. En todo el país reina el apartheid.

Este es un caso de genocidio de manual. El proyecto colonial europeo y etnonacionalista de colonización en Palestina ha entrado en su fase final, hacia la destrucción acelerada de los últimos vestigios de la vida palestina autóctona en Palestina. Lo que es más, los gobiernos de los Estados Unidos, el Reino Unido y gran parte de Europa son totalmente cómplices de este horrible asalto. Estos gobiernos no solo se niegan a cumplir con sus obligaciones de «garantizar el cumplimiento» de las Convenciones de Ginebra, sino que arman activamente la ofensiva, brindan apoyo económico, inteligencia y encubren política y diplomáticamente las atrocidades de Israel. [6]

Ante esto, valdría la pena entonces retomar los postulados de algunos pensadores judío-europeos, como Walter Benjamin, quien planteaba la necesidad de peinar la historia a contrapelo y de frenar la locomotora del progreso capitalista.[7] Se trata de un pensador del cual parten otros autores para sustentar la cuestión de la memoria.[8] Inserta en una crítica al fascismo y a las izquierdas que hacían eco del progreso capitalista en los años treinta del siglo XX, esta noción apunta contra la tradición historicista y positivista de hacer la historia desde el vencedor, sin interpretación de los hechos, sin juicios o valoraciones, una narrativa que solo cosifica el pasado y concuerda con los que ejercen la dominación.

Proveniente de la teología judaica, en Benjamin la memoria consiste en la redención de los muertos, y tiene por objeto recuperar a las víctimas, a los abatidos y a los caídos que el progreso ha dejado a su paso. De tal forma, la radicalidad de esta noción ocurre cuando ésta se encuentra y se vincula con las luchas de los oprimidos, y así de lo que se trata es de llevar a cabo “la obra de la liberación en nombre de tantas generaciones de vencidos.”[9] Apunta este filósofo:

Encender en el pasado la chispa de la esperanza es un don que sólo se encuentra en aquel historiador que está compenetrado con esto: tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo si éste vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer.[10]

Para Benjamin, la revolución comunista no podía sustentarse en la concepción del progreso capitalista, pues en ella está el germen de la catástrofe que ve el Angelus Novus.[11] En consecuencia, desde el judaísmo, propone introducir en el materialismo histórico la idea de mesianismo, que en un sentido secular, puede considerarse como el momento en que la revolución irrumpe al cuestionar desde un hecho singular el desenvolvimiento de historia, desde el pensar que las cosas pueden suceder de otro modo, desde el considerar que el mundo en el que vivimos puede ser otro, desde un reclamo humano de justicia para las víctimas, los muertos y los olvidados.

La memoria intenta impedir que el olvido, como mecanismo destructivo del progreso capitalista, se reproduzca. Sin embargo, ésta no consiste en un simple recordar o tener presente algo para no repetir errores, sino que es un elemento que recupera las heridas y hace presentes las injusticias, los muertos, las víctimas, los oprimidos y los proyectos frustrados del pasado.[12] Una nueva vida social no puede continuar con una lógica que lleva en sí la catástrofe. Por tal motivo, la memoria se convierte en un instrumento de resistencia, de reivindicación frente a lo que intenta ser olvidado y de revisión crítica de la historia.[13] Asimismo, la memoria nos permite confrontar las narrativas elaboradas en el desarrollo capitalista que legitiman el exterminio de lo otro, así como también permite mostrar sus saldos negativos y de muerte.

Posterior a Benjamin, la propuesta teórica de la filosofía después de Auschwitz ha retomado también el tratamiento de la memoria presente en el judaísmo, señalando que ésta podría permitir que la Modernidad sea realmente “incluyente” y en donde la permanencia de lo particular sea garantía de una universalidad no totalitaria.[14] Por lo anterior, más que una categoría estrictamente formal, la memoria consiste en una herramienta que permite “recuperar el pasado desde una postura ética y política”,[15] pero también crítica.

En consecuencia, esta corriente señala algo importante para lo que está sucediendo actualmente: no debe olvidarse que a pesar de las dimensiones humanas en las que está inserta la fábrica de la muerte de Auschwitz, el Holocausto no fue el primer genocidio ocurrido en la llamada Modernidad, sino que anterior a él existieron otros, entre los que destaca el ocurrido en América Latina durante su conquista. Tal idea, presente en esta filosofía no pueden por tanto ser inconsecuente con lo que está ocurriendo en aquella región. Es aquí precisamente donde la apariencia de lo distante de la cuestión palestina se difumina y permite pensar en la lógica que nos une a la totalidad.

No debe considerarse que el genocidio que está padeciendo el pueblo palestino es algo totalmente ajeno a nuestra historia latinoamericana. Ubicada históricamente en el proceso de acumulación originaria (expropiación originaria) descrito por Marx en el Libro I de El capital, la conquista de América es un antecedente de la catástrofe y el exterminio en el sistema capitalista. Al respecto, no debe quedar en el olvido que cerca de veinte millones de vidas fue el costo humano de la conquista de este continente, de ahí que se piense que éste fue el primer Holocausto de la historia moderna.[16] En el caso de nuestro país, se estima que entre los primeros treinta años transcurridos desde el desembarco de Hernán Cortés a estas tierras, “la población del México central se había reducido de veinticinco a aproximadamente seis millones de hombres. Esto significa que la conquista, solamente en México, tuvo una secuela de diecinueve millones de víctimas”.[17] Además de esto, se calcula que de “1508 a 1860 cruzaron el Atlántico más de quince millones de negros y otros tantos murieron durante la travesía, víctimas de los ‘filántropos’ esclavistas portugueses, españoles, franceses y, sobre todo, británicos”.[18] Y aún más, se estima que durante la colonización de África, este continente perdió “en algo más de tres siglos, de 50 a 100 000 000 de personas, entre deportadas y muertas”.[19]

A esto se debe de recordar los múltiples genocidios cometidos bajo la expansión del sistema capitalista por el mundo: guerras interimperialistas; los lanzamientos de bombas nucleares en Japón; los golpes militares, las dictaduras y el exterminio de disidentes en América Latina; la guerra de Vietnam; la guerra de los Balcanes; el genocidio en Ruanda, etc. Por tanto, el progreso capitalista, que se devela en Marx como una lógica de subsunción formal y real de la naturaleza y el trabajo, no es más que una lógica destructiva (de catástrofe según Benjamin) que integra y subordina, y sobre las determinaciones de reproducción de las necesidades humanas, establece determinaciones de explotación, dominio y mercantilización.

Esto es precisamente lo que hace posible que en el siglo XXI el sionismo se convierta en un neofascismo y que el Estado de Israel bajo los principios de éste se convierta en parte de la expansión imperialista occidental (estadounidense), esa es su misión “civilizatoria” en la región. Por tal motivo, es importante precisar clara y contundentemente que lo que está ocurriendo en Palestina es un genocidio y por tanto no debe ser olvidado ni borrado ni subestimado por las narrativas del sionismo y el imperialismo norteamericano.

*Politólogo por la UAM-I, maestro en filosofía por la UNAM y doctorante por la UAM-X.

Fotografía: Andrea Vargas


[1] Dor Guez, Catástrofe, exposición presentada en el Museo Laboratorio de Arte Alameda, curaduría de Eugenio Viola, Ciudad de México, 13 de abril de 2023-18 de junio del 2023, disponible en https://artealameda.inba.gob.mx/exposiciones/dor-guez-catastrofe.html

[2] ONU citado por Soha Ibrahim,” 4 cifras que muestran el devastador impacto de la guerra en Gaza 6 meses después de su inicio”, en BBC News mundo, 8 de abril de 2024 disponible en https://www.bbc.com/mundo/articles/cd178m5pd3ko#:~:text=La%20guerra%20estall%C3%B3%20tras%20un,tomadas%20como%20rehenes%20253%20personas.

[3] Amnistía internacional, “El desplazamiento forzado masivo en Gaza pone de relieve la necesidad urgente de que Israel respete el derecho de retorno de la población palestina” [Comunicado de prensa], 15 de mayo de 2024, disponible en https://www.amnesty.org/es/latest/news/2024/05/mass-forced-displacement-in-gaza-highlights-urgent-need-for-israel-to-uphold-palestinians-right-to-return/#:~:text=El%20actual%20desplazamiento%20forzado%20de,desde%20hace%2076%20a%C3%B1os%2C%20a

[4] The Palestine Chronicle, “The Gaza Genocide”, disponible en https://www.palestinechronicle.com/

[5] RAEDiccionario de la lengua española, disponible en https://dle.rae.es/genocidio?m=form.

[6] Craig Mokhiber, “Carta de renuncia de Craig Mokhiber, director de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Nueva York”, Coordinación Colombia Europa Estados Unidos [Sitio web],  octubre de 2023, disponible en https://coeuropa.org.co/carta-de-renuncia-de-craig-mokhiber-director-de-la-oficina-del-alto-comisionado-de-las-naciones-unidas-para-los-derechos-humanos-en-nueva-york/

[7] Cfr. Walter Benjamin, “ Tesis VII” y en Tesis sobre la Historia

[8] Por ejemplo, Adorno y Horkheimer y, hoy en día, Reyes Mate.

[9] Ibíd., “Tesis XII”, p. 49.

[10] Walter Benjamin. “Tesis VI”, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Itaca-UACM, México, 2008, p. 40.

[11] Ibíd., “Tesis IX”.

[12] Adorno señala que “El poder de la memoria es traer al presente el pasado, pero no cualquier pasado, sino el pasado ausente”, aquel que se quiere dejar en el olvido. Citado por Reyes Mate, Memoria de Auschwitz. Actualidad moral y política, Trotta, Madrid, 2003, p. 153.

[13] Cfr. Mauricio Pilatowsky, “La Filosofía después de Auschwitz en Latinoamérica”, en Reyes Mate y Ricardo Forster. El judaísmo en Iberoamérica, Trotta, Madrid, 2007.

[14] Ibíd, p. 288.

[15] Ibíd.

[16] Cfr. Hans Magnus Enzensberge, “Las casas, o una mirada retrospectiva hacia el futuro”, en El interrogatorio de la Habana y otros ensayos, Barcelona, Anagrama, 1973, p. 145.

[17] Ibid. p. 152.

[18] D. Riazanof, “Notas aclaratorias”, en C. Marx y F. Engels, Biografía del Manifiesto comunista, 9ª ed., México, Compañía General de Ediciones, 1974, p. 115.

[19] Juan Brom, “13. El sistema capitalista”, en Para comprender la historia, México, Grijalbo, 2003, p.106.

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

Comparte este contenido:

Opinión | La exigencia a los docentes después de la pandemia

Por: Paulette Delgado

Poco se ha hablado de cómo la pandemia de COVID-19 ha aumentado la carga de trabajo del profesorado.

En julio, septiembre y diciembre del 2023, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, convocó el Panel de Alto Nivel sobre la Profesión Docente, se reunió para hablar sobre cómo transformar la educación. Gran parte de esta cumbre se centró en los docentes, ya que se les considera como “la columna vertebral de todos los sistemas educativos de calidad” y la sociedad no los valora lo suficiente. Este tema no es novedad; desde el 2018 aquí en el Observatorio hablábamos de cómo esta profesión ha perdido su prestigio y la crisis que atraviesa.

El informe del evento, titulado United Nations Secretary-General’s High-Level Panel on the Teaching Profession destacó la importancia de las y los docentes, ya que, según se mencionó, “son fundamentales para nutrir el mayor recurso de cada país: las mentes de su gente”. La realidad es que existe una escasez de educadores en el mundo, y los que hay, carecen de capacitación continua, algo que se vio durante la pandemia, por lo cual el panel se centró en dar recomendaciones y hacer un llamado a la acción para “garantizar que cada estudiante tenga acceso a un maestro profesionalmente capacitado, calificado y bien apoyado”.

La pandemia alteró el sistema educativo significativamente, intensificó la carga laboral de los docentes, los obligó a cambiar repentinamente la manera en la que enseñan y los presionó a usar nuevas tecnologías. Y aunque la ONU está enfocándose en el tema, se necesita hablar aún más de cómo este suceso sigue aumentando la demanda laboral y la presión que tiene la sociedad sobre las y los educadores.

En la pandemia, en cuestión de semanas, la enseñanza y aprendizaje pasó a ser remoto, a pesar de que muchos docentes nunca habían enseñado en línea y, por lo tanto, carecían de conocimientos sobre enfoques pedagógicos en línea o incluso de habilidades tecnológicas básicas lo que los dejó sintiéndose poco preparados y abrumados. En el contexto australiano, por ejemplo, los docentes experimentaban una disminución de la moral, agotamiento, baja autoeficacia y una percepción de falta de apoyo.

La enseñanza a distancia y la tecnología educativa cobraron una relevancia urgente y renovada debido al abrupto cambio hacia la educación en línea provocado por la pandemia, frecuentemente apoyados por diversas tecnologías y plataformas. Aunque para algunas personas, este evento fue una oportunidad para innovar y experimentar, para otras se volvió en una carga emocional y psicológica. A medida que el mundo avanza para recuperarse después de este suceso, es momento de reflexionar sobre los cambios que este ha producido en los sistemas educativos, sobre todo en la carga de trabajo de los educadores y el impacto de estas tendencias globales.

Si bien podría decirse que la pandemia ha generado una «oportunidad sin precedentes para transformar la educación en sistemas completos» y el potencial para reimaginar el papel de las tecnologías digitales en los modelos de impartición educativa, ha habido poca investigación sobre cómo este evento puede haber aumentado el uso de la tecnología en la educación por parte de las escuelas, y cuáles son las implicaciones para la organización y ejecución del trabajo de los docentes. Además, no se habla de cómo la tecnología está remodelando el trabajo docente, solo hablan de cómo estos la integran o utilizan.

Conscientes de la necesidad de investigar el tema, las docentes Mihajla Gavin y Susan McGrath-Champ escribieron una publicación titulada Teacher workload and the organisation of work: a research agenda for a post-pandemic future, centrándose específicamente en la educación pública de Nueva Gales del Sur. En su investigación, las autoras analizan patrones que se están produciendo en el mundo laboral, tales como el trabajo remoto, la automatización y el aumento de las tareas que tienen que llevar a cabo los docentes para entender qué está pasando con su profesión.

Gavin y McGrath-Champ en su investigación se preguntan: “¿hasta qué punto la COVID-19 ha alterado (o podría) fundamentalmente la impartición de educación y las nociones duraderas de aprendizaje cara a cara en la educación escolar? Además, ¿cómo puede esto moldear la organización del trabajo de los docentes e impactar su carga de trabajo?”. Las académicas explican que muchas escuelas están experimentando con formas de aprendizaje híbridas, como en Queensland, Australia y en Missouri, Estados Unidos, que están introduciendo y probando tener una semana escolar de cuatro días para ahorrar tiempo a los docentes, gestionar costos y la escasez de personal.

Además, el Departamento de Educación de Nueva Gales del Sur creó un programa llamado “Tiempo de Calidad” donde tienen bancos de material de planificación de lecciones para apoyar la preparación de las clases y ahorrarle tiempo a los docentes. Otros lugares están experimentando utilizando la inteligencia artificial para automatizar tareas repetitivas y estandarizar procesos para permitir que los educadores trabajen de manera más eficiente y eficaz. Estas innovaciones tienen el potencial de impactar la manera en que los docentes realizan su trabajo y cómo este está cambiando.

La pandemia no solo provocó repensar la forma de enseñar, también intensificó las expectativas de la sociedad sobre los docentes y como esperan que estos estén siempre disponibles y trabajando. Uno de los entrevistados por Mihajla Gavin y Susan McGrath-Champ comentó que el trabajo docente «es una locura, parece que no tiene fin, sientes como si estuvieras constantemente frente a tu computadora».

Para afrontar esto, en Nueva Gales del Sur y Queensland están creando políticas para otorgarles a las y los docentes el derecho a desconectarse digitalmente; algo que parece totalmente descabellado, tener que crear legislaciones para que los educadores puedan limitar su tiempo personal, sin embargo, es necesario. Esta medida se espera que esté disponible para toda Australia. Aunque es bueno que instituciones educativas y políticos busquen mejorar y cambiar el sistema educativo, falta ver si estas pueden perdurar en la profesión docente y sus implicaciones en su carga de trabajo; sobre todo determinar si ayudan a reorientar la atención hacia lo más importante: enseñar.

Estos ejemplos y muchos otros tipos de innovaciones han sido criticadas por su capacidad, o falta de, para abordar eficazmente el problema de carga de trabajo docente. Muchas de estas “soluciones” se centran en reducir el número de horas o proporcionar conjuntos de planes de lecciones, es decir, en el aspecto de la carga de trabajo, sin embargo, no ayudan a solucionar los puntos de presión dentro del trabajo de los docentes.

Se suele asumir sin cuestionar que la tecnología es beneficiosa pedagógicamente tanto para el profesorado como para el alumnado, sin embargo, perspectivas más críticas señalan que estas tecnologías pueden desvalorizar el trabajo de los docentes o complicar y hacer más desafiante su labor. Aunque su uso puede ayudar a hacer el trabajo docente más manejable, no significa que sea menos trabajo.

La instructora en la Universidad de Calgary, Jaime L. Beck, escribió en el 2017 sobre la intensificación del trabajo docente, describiéndolo como “horas pesadas”, ya que constantemente las y los educadores sienten que están siendo jalados en distintas direcciones debido a las demandas contradictorias y competentes en un momento dado. Esto resulta en la deserción, poco interés en la docencia como carrera y en muchos profesionales sintiéndose nada satisfechos laboralmente. Los líderes escolares también experimentan una gran carga de trabajo, ya que tienen que gestionar la escuela, marketing, recaudación de fondos y lidiar con cuestiones legales, dejándoles poco tiempo para el liderazgo educativo.

El aumento de la carga de trabajo y la intensificación del trabajo del profesorado están contextualizados y asociados con cambios en las políticas que caracterizan la mercantilización de la educación. Hasta pareciera que el objetivo de la educación pasó de buscar, como describe la Secretaría de Educación Pública de México (SEP) “contribuir a formar ciudadanos libres, participativos, responsables e informados, capaces de ejercer y defender sus derechos, que participen activamente en la vida social, económica y política”, a ser considerado un bien económico privado.

Estos cambios de política crean un desempeño laboral más pesado e intenso para los educadores; su trabajo se volvió performativo debido a la cuantificación y medición constante a la que se enfrentan. Continuamente su trabajo está cambiando, hay nuevas iniciativas, nuevos programas, nuevos informes o nuevas tecnologías, y poca información sobre si alguna de estas variaciones funcionan bien. Además, deja a las instituciones con un financiamiento reducido para servicios de apoyo para que los líderes y docentes puedan ofrecer educación de alta calidad.

La carga de trabajo y la intensificación del trabajo afectan negativamente la salud y el bienestar de los educadores, especialmente porque tienen poco tiempo para descansar, puesto que tienen que llevar su trabajo a casa y sienten que tienen que estar siempre disponibles; esto los deja agotados, no solo físicamente, emocionalmente también.

La intensificación del trabajo afecta la capacidad de las y los educadores para abordar las prioridades centrales de la educación. Esto plantea la necesidad de intervenciones políticas que no solo aborden la carga de trabajo y la intensificación del trabajo, sino que también reconozcan y mitiguen la «pobreza de tiempo» experimentada por el profesorado. Esta pobreza de tiempo influye en experiencias subjetivas de estrés, agotamiento y satisfacción laboral entre los profesionistas.

Además, durante la pandemia de COVID-19, los docentes no solo se sentían abrumados por la falta de preparación para enseñar de manera remota, también tenían que lidiar con las necesidades socioemocionales de sus estudiantes. Esto, aunque necesario, agregó una capa más de agotamiento, especialmente porque la sociedad veía esto como una parte de la profesión docente.

En el mencionado panel, la ONU enfatizó la necesidad de mejorar las condiciones de trabajo de las y los docentes: ofrecer salarios adecuados, condiciones de trabajo dignas, contratos estables, acceso a tecnología y recursos, así como oportunidades de desarrollo profesional. Se mencionó también que mejorar las condiciones materiales de los docentes es fundamental para garantizar la calidad de la educación, el bienestar de los educadores y la dignidad de la profesión docente. Sin embargo, la crisis actual que enfrentan los docentes no es nuevo y pareciera que, en lugar de mejorar, se ha agravado, especialmente debido a la pandemia.

Está claro que hace falta investigar más sobre el tema; saber qué medidas realmente funcionan y cuáles no, pero también permitirles a las y los docentes concentrarse en su trabajo más importante: educar.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

Comparte este contenido:

Literatura: Lección para una aprendiz

Lección para una aprendiz

Ana Almonte

Sin pronunciar palabras seguimos la marcha, pasillo a pasillo, escuchando plegarias cantadas.

En el valle del Diamante, buscando respuestas en torno al significado del sufrimiento, yo, que la mayoría de veces aborrezco ser parte insustancial de esta totalidad humana, parcialmente egoísta, insensible, me uní, aquel domingo de noviembre, a un grupo de gnósticos que, dentro de un viaje de paquete, irían a un templo budista, situado en los alrededores del monte Koya, sur de Osaka, Japón.

Se vislumbraba el año 2015, y lo que simulaba a una pagoda plebeya, distanciada de las cosas que en un momento dado en la vida del hombre realmente no importan, me ocuparía, tras el recurso de la meditación y del desapego, hallar lo esencial.

Durante la excursión, la aparición de la estructura dogmática, según acercábamos la vista, entre el frio, lluvias, subidas y bajadas, se nos hizo una especie de buda gigante abrumado por leyendas que hablan de muertes y de reencarnaciones, generalmente, tristes.

Después de agotar jornadas de ayunos y descansos, conforme el tránsito de los días, recorríamos pasillos olorosos a incienso y mirra del sagrado lugar que tarde, con las desidias de algunos misioneros se convirtió en un simple pabellón.

Afuera, llueve, gotas caen, erizan pieles del resto de paseantes que tropiezan entre ellos para no dejarse mojar. Gente de disímiles razas, estratos, lenguas, credos y culturas que, como turistas, a lo mejor no sabían a dónde ir procurando hallar la felicidad, genuflexos deponían sus ignorancias ante la extrañeza de experimentar los diversos grados del ruido y del silencio en ese lugar geográficamente tan recóndito y, supuestamente, de alta elevación espiritual.

Una expresión melancólica sugiere rebeldía, reclamo sofocado por reglas del juego que se manifiestan en el respirar de unos y de otros.

Dentro, una estructura amorfa y cubierta por fisuras gastadas por lo que antecede el paso del tiempo, acogía con dignidad la simpleza de varios monjes indicando la adecuabilidad en que debíamos conducirnos.

Por ello, caminamos descalzos hacia un altar, deseando estar ´´despiertos´´ antes de que la noche cayera sobre la templanza de una línea recta que, a la vista de todos, parecía clara, también, sombría.

Veladoras puestas detrás de altas columnas alumbran la presencia de escrituras despachadas en trozos de papiros. El kitsune, cernido, en dibujo holístico, justo en el techo oval, que muestra con nobleza la silueta del animal en color ladrillo, ahumado, pálido, cobra vida en aquel cielo raso, escasamente restaurado.

Sin pronunciar palabras seguimos la marcha, pasillo a pasillo, escuchando plegarias cantadas, y solo en el espacio encerado por un piso cromático, quienes no saben que están dopados por un sonambulismo consumista y enfermizo, desenredan el prontuario de la insipiente quietud.

En la caminata, despejada por el empalagado olor a pinos, una vez fuera de aquel templo tan público, un rio que nace de una cascada se curva ligeramente, y desde el lugar acampado se veía, a pocos metros, maniatado y complejo, el rostro de tres piedras lanzadas por nativos perturbando la cordura del agua que, en sustancia primaria, baja arrogante de ese rio hasta alcanzar laderas divididas por montañas.

Sin necesidad de zambullirse, el punto central en donde han caído esos filamentos sólidos con los que, probablemente, se formó la tierra, el mundo, describen la circunferencia espaciada del universo en círculos crecientes, los que se desintegran y emparejan segundo a segundo de acuerdo a extraordinarios movimientos morosos. Movimientos que en la hondura del agua enarbolaban partituras, sinfonías.

Así que toda esa efervescencia electromagnética contemplada, ocasionada por tres piedras lanzadas al conjunto de aguas ensartadas por magia de lo natural, de momento nos conmovió, tomó desprevenidos e hizo llorar a medida que desaparecía la tarde ausente del eco enroscado al templo que, a nuestros ojos, ya habíamos echado al olvido. En las tiendas de refugio caían hojas desteñidas por parte de cedros centenarios que, desenfadados, celebraban el otoño.

Abrigados e imbuidos en aquella jornada al aire libre nació, entre todos, la interacción. ¿Será posible resarcirle al Omnipotente tanta belleza en esta porción de realidad? ¿Suficiente, la prórroga del existir para valorar la grandeza de lo creado? – acotó uno de los presentes, asaltado por cierto posicionamiento. -Y continuó diciendo:

Cada composición en materia, gracias al aire en la atmósfera es perfección.

El grano de arena que gravita en el desierto de los desiertos es perfección,

La gavilla de arroz, besar el suelo en sembradíos, es perfección,

La piedra fundida en el agua es perfección,

La leña roída en la hoguera, hecha virutas, es perfección.

El día y la noche son perfectos.

-Si en el la tierra faltaran puntos de estos, la lógica de físicos, matemáticos, astrónomos, biólogos y alquimistas se basara en enunciados torpes, aislando leyes del movimiento y equilibrio, deduciría Tales de Mileto. Y nosotros, aquí, en el valle del Diamante, infligía el acompañante, extasiado ante su propia voz- estaríamos distantes de entender que también somos Dios y objeto pese a que constantemente decimos que sufrimos, aún con la grandeza que requiere la transición de un día al otro.

–  El momento actual no es más que la reproducción fidedigna de una realidad que ya habíamos contemplado tener en pensamientos que se distancian de lo racional y, técnicamente, sensitivo, por lo tanto, somos el resultado material de fundamentos entre el conocimiento científico y una realidad probable de acuerdo a cómo la configuremos.

-Existimos constantemente otorgando y desactivando aliento de vida a los unos y otros bajo el marco indestructible de la Creación, siempre y cuando estemos conscientes de ello.

Y fue así, terminada la excursión en el valle del Diamante, en las inmediaciones del monte Koya, que nos desplazamos hasta Kioto. En mi caso particular llegué a la conclusión de entender, que Dios, en su expresión de energía infinita, se halla en nosotros y en todas partes una vez queramos aquietar las garras del sufrimiento. No hay verdad absoluta que legitime el origen del conocimiento, ya lo decían filósofos, pensadores de la altura de Karl Popper. Donde quiera que la verdad más objetiva se halle, las expectativas de esa verdad estarán cercadas por lo subjetivo.

Entonces, volvamos a creer en nosotros mismos para sobrellevar las eventualidades cotidianas en el aquí y ahora  ya que no hay iglesias, catedrales, santuarios o templos  que nos salven definitivamente de la necrótica enfermedad que como larva bacteriana se aloja  muy adentro de la materia, es decir, el sufrimiento con el que experimentamos dolor en todas sus variables, y que admitimos como bueno y válido dentro de nuestra gran verdad, es la señal más definida de que se puede tener paz dentro de la tribulación. En consecuencia, somos poderosamente iluminados por gracia del espíritu.

 

Fuente de la Información: https://acento.com.do/cultura/leccion-para-una-aprendiz-9404541.html

Comparte este contenido:

Mundo: La amenaza del supremacismo blanco

La amenaza del supremacismo blanco

Frei Betto

Soy blanco, pero tengo ADN negro e indígena. Y tengo dudas de si mi inveterado optimismo, reforzado por el factor de resurrección de mi fe- de que la vida prevalecerá sobre la muerte- resistirá a los indicios de barbarie que identifico en la actual coyuntura mundial.

Me alivia el hecho de que no tengo descendientes, tanto es el temor que siento hoy por el futuro de la humanidad. Me sumo al epílogo de Machado de Assis en Memorias póstumas de Bras Cubas (1881): “No tuve hijos, no le transmití a ninguna criatura el legado de nuestra miseria”.

Si tuviera que señalar un único factor del actual caos global apuntaría al supremacismo de la elite blanca. No tanto por condición de clase, sino de espíritu.

Jair Bolsonaro

Conozco a personas pobres imbuidas del síndrome del elitismo. Todo Brasil vio, en el gobierno de Bolsonaro, a un presidente de la Fundación Palmares, negro, manifestar prejuicios sobre su propia etnia. En septiembre de 2021 criticó el movimiento negro, negó que Brasil fuera un país racista y defendió que se debía acusar también del delito de racismo a quien ofende a personas blancas. “Soy el terror de los afrollorones, de la negrada victimista, de los negros con rabia. No les tengo miedo”, declaró en un evento en Brasilia organizado por el diputado Eduardo Bolsonaro (PL-SP), ante un público conservador.

El elitismo racista se caracteriza por una acentuada aporofobia, esto es, una aversión a los pobres. La persona vive alquilada, carga con un monte de deudas, araña para pagar las cuentas, pero abomina a quien se encuentra desempleado o vive en situación de calle. Como tiene amistades en situación mejor que la suya se considera de clase media en camino al ascenso social. Se avergüenza de su situación real y se alía a los alpinistas de la pirámide de la desigualdad.

Trump es hoy en día el gurú de esa gente. Usa metáforas como “inmigrantes” para vomitar sus prejuicios contra los extranjeros atraídos por el “sueño americano”, aunque su tercera esposa, Melanie Knauss, haya nacido en Eslovenia. Lo bastante sagaz como para no ser acusado de racista y perder votos de los electores negros, es obvio que su “América” es la de los wasp, sigla que designa a los blancos, anglosajones y protestantes. Los racistas estadounidenses desprecian a los católicos, predominantemente descendientes de italianos e irlandeses.

La ideología trumpista es el Destino Manifiesto, la convicción de que el modelo de vida estadounidense debe ser llevado a todos los pueblos. Trump es el Capitán América, un personaje de historietas creado en 1941, en plena Segunda Gran Guerra para inflamar de orgullo a las tropas de los Estados Unidos contra las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). El personaje realiza prodigios y escapa a todas las trampas que le tienden sus enemigos.

Trump es candidato a la presidencia, acompañado por J.D. Vance, a quien se califica de modelo de la meritocracia por haber nacido en una familia del interior de pocos recursos y haberse hecho rico y famoso. Su mujer, Usha Chilukuri Vance, es hija de inmigrantes. La ideología rastrera estadounidense de que el sol de la prosperidad brilla para todos y basta con saber alcanzarlo, como si no hubiera lucha de clases, me recuerda el Reader’s Digest, una revista conocida en el Brasil de mi infancia con el nombre de Selecciones, repleta de artículos centrados en convencer al lector de la supremacía de los Estados Unidos, y de cuántos famosos nacidos en la pobreza se convirtieron en exitosos magnates.

Vance, el vice de Trump, se jactó en la convención del Partido Republicano de que su abuelo tenía en su casa 19 armas “para proteger a la familia”. ¡Dios mío! ¡Cuándo se hubiera podido imaginar que mantener un arsenal en casa pudiera ser motivo de orgullo para un político!

Los Estados Unidos son una nación bélica. Cuenta con solo el cuatro por ciento de la población mundial, pero su población civil tiene en sus manos 393 millones de armas: el 40 por ciento de todas las que circulan en el mundo.

Así como el gurú de Bolsonaro era el supuesto filósofo Olavo de Carvalho, el de Vance es el politólogo Patrick Deneen, de la Universidad de Notre Dame. Católico fundamentalista, se dio a conocer en 2018 con el lanzamiento del libro Por qué ha fracasado el liberalismo, en el que propone una sociedad centrada en los valores religiosos y restringida a pequeñas comunidades, un sistema conocido como “localismo”, opuesto a la globalización.

Admirador del premier húngaro Viktor Orban (amigo de Trump), de extrema derecha, Deneen sugiere imitarlo en el control ideológico de las universidades vetando ideas identitarias, ecologistas, sexistas y marxistas. Y apoya el servicio militar y civil obligatorio para todos los jóvenes.

Deneen sostiene, además, que fue un error integrar a las mujeres al mercado de trabajo. Eran más felices cuando ocupaban la posición de reinas del hogar…

Es sorprendente ver a millones de electoras estadounidenses fanáticas de la dupla Trump-Vance. En marzo de 2023, Trump fue acusado de hacerle pagos clandestinos a una estrella de cine porno. Y en mayo del mismo año fue condenado por un jurado de Nueva York por abuso sexual y difamación contra la escritora Elizabeth Jean Carroll, a quien tuvo que pagarle cinco millones de dólares.
Cuando la cabeza se impregna de fanatismo, los ojos se ciegan.

Uno de los factores que más contribuyen al fundamentalismo es la religión, que se basa en la fe, aunque la teología exige apoyar la creencia en la razón y no ceder al fideísmo, que es la convicción de que la fe prescinde de la razón y de la ciencia.

Sin duda, como vimos en Brasil a lo largo del gobierno de Bolsonaro, todavía hoy en muchas candidaturas a los gobiernos municipales Dios será invocado como cacique electoral de innumerables candidatos. Una encuesta realizada por Reuters/Ipsos revela que 65 por ciento de los electores republicanos le atribuyen a una intervención divina la sobrevivencia de Trump al escapar del atentado que lo hirió en la oreja… La victimización martirial de un candidato siempre ayuda a apuntalar su elección.

Aunque existen síntomas apocalípticos derivados del desequilibrio ambiental, como sequías prolongadas e inundaciones diluvianas, Trump defiende abiertamente descartar las energías limpias y priorizar el uso de combustibles fósiles.

Todo indicaba que la dupla Trump-Vance sería electa en noviembre. A partir del 20 de enero de 2025, el mundo estaría bajo el gobierno del supremacismo blanco, racista, misógino y religioso. Un dios creado a imagen y semejanza de sus propósitos imperialistas.

Pero la renuncia de Biden a un segundo mandato y la selección de Kamala Harris, una mujer negra, como candidata del Partido Demócrata, ahora obliga a Trump a poner sus bardas en remojo…

rmh/fb

 

Fuente de la Información: https://firmas.prensa-latina.cu/2024/08/01/la-amenaza-del-supremacismo-blanco/

Comparte este contenido:

Educación en el mundo – Lógica del Mercado en la Educación: Un Análisis Crítico

Lógica del Mercado en la Educación: Un Análisis Crítico

 Luis Bonilla-Molina

Para poder entender el ensamblaje de lo escolar, universitario y educativo al circuito de producción (plusvalía, rentismo, financiarización) y reproducción (social, cultural, simbólica) capitalista en el presente, asumimos la perspectiva de las pedagogías críticas. En este sentido, nos resulta útil el enfoque de capitalismo caníbal (Fraser,2023), que procura develar la morada oculta,en este caso de la enseñanza y el aprendizaje, así como del mundo del trabajo pedagógico. A continuación, intentaremos abordar algunas de las formas escolares y universitarias que adquiere la lógica del capital en la era neoliberal

Momentos de la lógica del capital en educación

Esta construcción de la lógica del capitalismo en educación ha tenido momentos complementarios. El primero, el largo periodo de pragmatismo educativo iniciado en la primera revolución industrial (1760) hasta el surgimiento de las propuestas de racionalización de la gestión educativa (1910). El segundo, con el fayolismo y el taylorismo (1910) hasta el surgimiento del fordismo (1929). El tercero, la llegada de la tercera revolución industrial y el ocaso del fordismo (1970). El cuarto, con el emerger de los modelos posfordistas (Gestión de la Calidad Total, Justo a Tiempo, Benchmarking, Quinta Disciplina y otros), hasta la generalización a escala mundial del neoliberalismo en la década de los noventa del siglo XX. El quinto momento (actual), de consolidación de la lógica del mercado en educación (1994-2024). Un sexto momento pareciera abrirse camino, desde los márgenes, a partir del surgimiento de la Inteligencia Artificial, el metaverso y todo lo virtual-digital, pero aún no se constituye como un momento hegemónico. La consolidación, en el presente, de la lógica del capital en educación se evidencia en varios elementos que intentaremos analizar.

Propiedad privada

El primer elemento, la hegemonía de la propiedad privada[2] (formal y paradigmática) como elemento constitutivo del discurso y la acción de las clases dominantes, mediante el rediseño de la arquitectura institucional de los procesos de gestión de la enseñanza y aprendizaje, especialmente sobre las fuentes de presupuesto educativo que puedan ser usadas para la generación, acumulación y concentración de la riqueza.

Nuestra perspectiva parte de considerar que los proyectos del capital para lo escolar y universitario, independientemente de sus contradicciones y particularidades, han venido abandonando, en distintos grados y medidas, la idea de lo público en educación -si es que algún día la tuvieron- fundamentalmente al identificar el potencial de los sistemas escolares y universidades para generar riqueza en un contexto de larga caída tendencial de la tasa de ganancia.

En ese sentido, los distintos sectores del capital en disputa, coinciden en los aspectos generales (plusvalía ideológica[3], alienación, lógica de mercado), pero como veremos más adelante, desarrollan sus propias iniciativas de privatización, mercantilización, ganancia, rentismo y financiarización que dan origen a particulares contradicciones inter capitalistas alrededor del “negocio educativo”.

Esto genera múltiples centros de presión económica sobre las agendas educativas nacionales y locales. Los niveles de alta gestión de los sistemas escolares y de formulación de políticas educativas, suelen resolver este “problema” diseñando propuestas de cambio que tienen puntos de encuentros y vínculos con los diferentes sectores del capital que se disputan el mercado educativo. Esto termina generando un comportamiento epiléptico y esquizoide de los sistemas escolares y universidades, que deben aprender a alinearse a múltiples centros económicos en permanente movimiento y, para colmo, enfrentados por los intereses de la ganancia.

Esta fractura teleológica crea un ambiente de anarquía producida por el propio capital, porque nadie le puede servir con eficiencia a varios amos.  Este caos es maquillado con el término de “crisis educativa” que esconde los verdaderos orígenes del problema. La muestra más evidente de esta realidad se expresa en lo institucional, mediante la instalación de una idea política fuerza que se usa para lograr “superar” la “crisis educativa”: la educación privada es mejor que la pública.

No se trata solo de privatizar la educación, que es un gran componente de la estrategia discursiva, sino de procurar que lo público copie el performance de lo privado, que haga suya la eficacia, eficiencia, rentabilidad, relevancia, impacto, innovación y pertinencia del mercado. Así logran que incluso, los sistemas escolares y universidades que forman parte de lo público, tributen a la lógica de acumulación del capital, abriendo sus procesos y dinámicas a las lógicas e intereses empresariales.

Se desarrolla un enorme esfuerzo de la gobernanza capitalista en educación, para producir ese alineamiento, mediante la aceptación de indicadores, metas, estándares de rendimiento y modelos de elaboración de los mecanismos de evaluación. Sin embargo, todo está diseñado para lograr que los mejores resultados los obtengan aquellas instituciones que favorecen la gestión privada sobre la pública.

A partir de ese momento, las buenas prácticas, los mejores resultados en las pruebas estandarizadas, las calificaciones y distinciones docentes sirven de marco de referencia para introducir los discursos y experiencias de competitividad y mejora continua (calidad/excelencia), que en realidad son narrativas para la adaptación incesante de los sistemas escolares y las universidades a la lógica del lucro, al encuadre con el mercado.

Lo que viene después es carpintería mediática, consistente en acostumbrarnos a los espectáculos de presentación de resultados de evaluaciones escolares y clasificaciones universitarias, en los cuales lo público suele salir perdiendo, construyendo un “sentido común educativo” sobre la supuesta superioridad, en procesos y resultados, de la gestión privada en lo escolar.

Cuando se construye hegemonía sobre las bondades de la propiedad privada, se abren las compuertas a los distintos modelos de privatización que analizaremos en otro artículo. Esta hegemonía en lo institucional, del marco referencial privado, se soporta sobre en el paradigma de lo público como ineficiente y lo privado como propicio para obtener mejores resultados educativos (Banco Mundial, 1991). Estaríamos ante la construcción de un habitus educativo bourdiano, centrado en reproducir la idea de la propiedad privada como referente para alcanzar calidad, eficacia, impacto, innovación, pertinencia y productividad escolar.

Este paradigma, auspiciado por los distintos sectores del capital en disputa, se va esparciendo progresivamente por el tejido social, mediante el uso del complejo industrial cultural mediático. No obstante, su aplicación suele generar resistencias de diversa índole (denuncias, oposiciones y conflictividad en las calles) tanto de trabajadores de la educación como estudiantes y comunidades organizadas. En muchos casos, estas resistencias logran frenar o disminuir los avances del paradigma de la propiedad privada en la educación, pero en estos casos, el metabolismo del capital genera mutaciones en sus formulaciones, incorporando elementos discursivos, simbólicos e imaginarios de quienes resisten, como formas renovadas para la construcción de “consensos” respecto a la implementación de lo privado. De allí la importancia de la perspectiva contingente y situacional de las resistencias anti sistémicas.

La idea ciudadana de lo público en educación, en gran medida despolitizada, entiende a los sistemas escolares y las universidades como instituciones aparentemente ajenas a las leyes del mercado. Esto obliga al capital a elaborar una ruta transicional, que se enmascara con dosis progresivas, permanentes y escalonadas de caos pedagógico en las políticas públicas del sector y la gestión, instalando en la sociedad la noción de crisis educativa, tanto en los primeros niveles de enseñanza como en lo universitario. En tanto, se presenta a la educación privada como exenta de esos males. El propósito, es convertir y consolidar a la educación privada como marco referencial de lo que hay que hacer para salir de la crisis que el propio sistema propició.

En esta transición forzada, cada componente del presupuesto público para la educación es valorado como un segmento de mercado a controlar. Ahí se rompen los consensos del gran capital y se desatan los demonios de las disputas inter burguesas sobre la agenda educativa, reconfigurándose de manera móvil la idea de valor de uso, procurando que el valor de cambio sea el mecanismo de ocultamiento de la ganancia. Lo que sirvió ayer en las aulas hoy es considerado obsoleto, lo válido en términos educativos en el presente está sometido a la tormenta de la aceleración de la innovación que hace aparecer lo nuevo con fecha de corta caducidad, los elementos centrales de la tradición pedagógica se bambolean según las correlaciones de fuerzas del capital en el sector educativo. Todo ello, para ingeniar variadas formas de transferir el presupuesto público de la educación al sector privado, con el manto de ganancia obtenida por servicios prestados.

Libre competencia en educación

El segundo elemento, el libre mercado laboral en educación. En este sentido, lo primordial es instalar la competencia como columna vertebral de los sistemas escolares y universidades. La competencia se vincula a la calidad, es decir mientras más cerca se está del podio del triunfo en la disputa por mayores puntuaciones en la enseñanza y el aprendizaje, los individuos, departamentos, escuelas facultades, escuelas y universidades tienen mayores o menores estándares de desempeño y resultados, que constituyen el campo difuso de la calidad educativa.

La competencia abarca toda la enseñanza y el aprendizaje, inicialmente mediante las estratificaciones de rendimiento (muy alto, alto, medio, bajo, muy bajo, pésimo) y luego mediante enrevesados sistemas de cumplimiento (cumplo y miento), así como la tributación a los resultados institucionales (producción intelectual, patentes y resultados de investigación, logro de financiamiento para proyectos de extensión, aportes a la solución de problemas del mercado y el consumo, etc.).

La competencia se inicia en los concursos de ingreso de trabajadores de la educación o selección de estudiantes, continúa a lo largo de la carrera profesional y del alumnado y, tiene como pináculo las condiciones en las cuales se egresa, ya sea por jubilación u obtención de título. La competencia se ha naturalizado en los sistemas escolares y las universidades, a tal punto que resulta difícil abrirles paso a propuestas de trabajo cooperativo, solidario, a la reconstrucción del tejido comunitario en los ambientes educativos.

La participación en la competencia se estimula mediante los sistemas de premio y castigo, que pueden ser simbólicos (jerarquías y categorías de clasificación), económicos (salarios diferenciados por clasificaciones) o morales (buen o mal docente, trabajador o estudiante según los estándares que alcance en las clasificaciones). Dinámicas como las becas de estudio, pasantías de trabajo, publicación de trabajos, internacionalización de la educación superior forman parte de los sistemas de premio y castigo que tributan a la lógica del mercado, a la par que justifican y construyen “sentido común” a los sistemas de estandarización, homologación y logro, que demanda el sistema capitalista para los sistemas escolares y las universidades.

Estamos conscientes que la competencia existirá mientras permanezca cualquier tipo de Estado, pero la experiencia de las resistencias escolares anticapitalistas ha enseñado que es posible construir nichos alternativos en lo social y educativo. Las caracolas zapatistas en las selvas mexicanas, la escuela campesina del Movimiento Sin Tierra en Brasil, las experiencias de las escuelas libertarias anarquistas, las iniciativas educativas cooperativas en distintos lugares, muestran un camino alternativo y evidencian que es posible resistir a la homogenización educativa del capitalismo dominante.

Es urgente derrotar la resignación desesperanzadora en educación que han evidenciado muchas de las gestiones del progresismo en Latinoamérica. Si bien, en estas experiencias gubernamentales se ha promovido de manera significativa la inclusión educativa, es decir que muchos más niños y jóvenes ingresen a escuelas y universidades, la construcción de otro sentido pedagógico ha quedado atrapado en los límites del modelo, paradigmas y prácticas escolares diseñadas por el capital. El progresismo, vaciado de agenda educativa anticapitalista, no solo ha sido incapaz de romper con los modelos de competencia, premio-castigo, sino que en algunos casos ha construido “otras” narrativas para justificarlo y reproducirlo.

La competencia escolar y universitaria son dinámicas que rompen la cultura pedagógica colaborativa y quiebran -de distintas maneras- la estabilidad laboral docente, mostrando la opresión del capital sobre los trabajadores de la educación. La bibliometría, rankings, resultados de pruebas estandarizadas, clasificaciones de planteles educativos conforme al rendimiento académico alcanzado, las pruebas estandarizadas, la acreditación e internacionalización, operan como catalizadores del espíritu de competencia, propio de la lógica del mercado educativo.

Valor Educativo

El tercer elemento, lo constituye la construcción de valor educativoCalidadpertinenciaeficaciainnovación e impacto son las categorías que construyen valor educativo, tanto en la cotidianidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje (valor de uso), como en su capacidad para generar ganancias (valor de cambio), en el tránsito de lo público a lo privado (mercado).

El carácter polisémico y difuso del término de calidad educativa lo convierte en un paraguas, en el cual caben distintas iniciativas y políticas educacionales que conducen a centrar la cuantificación del valor en el producto, en la mercancía educativa. Calidad y excelencia son sinónimos que se usan para introducir, consolidar o actualizar las políticas educativas neoliberales. La calidad puede ser de proceso y de producto, y se plantea la mejora incesante para acoplar las instituciones educativas a la lógica del capital.

La pertinencia educativa capitalista, se centra en la relación con el contexto y la utilidad -para el capital- del conocimiento, habilidades y saberes adquiridos. El contexto no aparece como vínculo comunidad-educación, sino como dinámicas de oferta y demanda para satisfacer necesidades que promueven modos de vida mediados por el consumo. La utilidad se orienta por el mercado laboral y la empleabilidad que reproduzcan y amplíen el metabolismo del capital.

La eficacia educativa se refiere a la capacidad de los sistemas escolares y universidades para cumplir los objetivos establecidos por los sectores económicos y empresariales dominantes, los cuales son legitimados con la denominación de actores educativos. El alcance de los efectos y productos esperados se convierte en un valor educativo.

La innovación educativa es la denominación síntesis que ha asumido el capital para convertir en valor educativo la actualización de lo que se enseña, respecto a los conocimientos científicos y saberes de última generación. A las clases dominantes no les interesa que los hijos de la clase trabajadora se apropien del conocimiento para su emancipación, sino que “el estar al día” permita una mejora incesante del modo de producción capitalista, elevando sus posibilidades de obtener mayores márgenes de plusvalía.  El conocimiento innovador pasa a ser una valía en permanente fluctuación, dependiendo de su vínculo con la producción material y simbólica.

El impacto educativo está relacionado a los efectos previstos y no planificados de los procesos de enseñanza y aprendizaje. El capital procura que este impacto tenga dimensiones laborales (mano de obra calificada, actualizada e integrada a la lógica de competencia, premio-castigo), de consumo (ganancia orientada hacia los modelos de consumo hegemónicos), sociales (integración y disminución de conflictividad), culturales (modo único de entenderse en el mundo), tecnológicas (prótesis que aumenten la productividad y nuevo régimen de verdad con la Inteligencia Artificial) y humanas (la vida como mercancía).

Mercado educativo

El cuarto elemento, la legitimación del mercado educativo. Esto se promueve por la vía de la externalización de los referentes de valor educativo. En el caso de la educación preescolar, primaria, secundaria y superior, lo que tiene valor (uso y cambio) viene determinado por las financieras globales (BlackRock, Morgan Stanley, JP Morgan y otras), el multilateralismo (Convenciones de UNESCO[4], UNICEF[5], otros), las pruebas estandarizadas aplicadas por el LLECE[6] y PISA[7], las orientaciones del IIPE[8], OIE[9], los rankings universitarios, las clasificaciones de publicaciones normalizadas y estandarizadas, los marcos de negociación laboral (OIT[10]-UNESCO) y las definiciones de la OMC[11], BM[12], FEM[13], OCDE[14], BID[15], CAF[16] y otros.

Además, la cotidianidad de lo educativo, marcado por la gestión, ejecución y control presupuestario se convierte en definitorio de lo académico. Es decir, en los sistemas escolares y las universidades lo académico termina adaptándose a lo presupuestario y, no al revés como debería ser.

El presupuesto desglosado en rubros o áreas termina siendo un marcador de insumos, productos y mercancías a adquirir. En la medida que se decide una u otra orientación política educativa, las prioridades pueden variar y eso impacta en los flujos de inversión y ganancias.  Así, por ejemplo, cuando se decide impulsar la acreditación universitaria, eso tiene unos costos de inscripción en el sistema, pago de aranceles, cubrir honorarios y viáticos de evaluadores, desarrollo de sistemas informáticos, adecuación institucional a los parámetros de evaluación. Igualmente, cuando se decide participar en las pruebas estandarizadas, los sistemas de ranking o los circuitos bibliométricos ello implica transferencia de recursos públicos al sector privado, porque todas estas agencias suelen estar inscritas en la institucionalidad supranacional privada.

Durante la pandemia del COVID-19 los Estados Nacionales y sus ministerios de educación impusieron un modelo de neo privatización sin precedentes, que implicó la transferencia de un volumen muy importante de recursos públicos, pero también de los ciudadanos a las cuentas de las grandes corporaciones tecnológicas. Se normalizó que fueran estudiantes, docentes y familias quienes cubrieran el costo de la transición de lo presencial a lo virtual, mediante el pago de internet, planes de datos, compra o actualización de equipos de conexión remota y acceso a plataformas. A la vuelta a clases presenciales, se modificaron reglamentos y normativas para permitir regularizar las clases híbridas y/o virtuales que continuaba abonando ganancias en el mercado educativo.

Las clasificaciones escolares y universitarias, fundamentadas en los indicadores de calidad, pertenencia, eficacia, innovación e impacto, establecieron criterios de plusvalor, mediante las evaluaciones estandarizadas (primaria y secundaria) y los rankings (universidad). Las buenas prácticasproductividad académica e internacionalización abrieron paso a novedosas formas de plusvalía ideológica, en la cual los propios docentes y estudiantes fueron convertidos en motores incesantes de las clasificaciones.

Trabajadores de la educación y estudiantes pasaron de ser parte del precariado (Standing, 2014) en sus condiciones materiales de labor y vida para realizar el oficio de pensar, enseñar, aprender, hacer trabajo comunitario e investigar, a un cognitariado (Berardi, 2021) alienado por el esfuerzo perpetuo de alimentar los sistemas de clasificación que dotan de plusvalor a las universidades.

Todo aquello que no tributa al sistema de clasificaciones educativas, se convierte en un excedente que produce costos y no ganancias. El conocimiento se convierte en una mercancía que se produce contra demanda, determinada ésta por las agendas nacionales de investigación que promueven los órganos nacionales de ciencia y tecnología, así como las llamadas líneas de investigación institucional, cada vez más determinadas por quienes están al frente de la gestión universitaria y escolar, que por parte de investigadores y docentes. El excedente se reorienta (“reinvierte”) para que tribute al sistema de clasificaciones.

En la carrera por asegurar que los sistemas escolares y las universidades tributen a la lógica del capital, se produce una expansión del valor monetizado en el sector. Cada vez más los Ministerios de Educación (Básica y Universitaria) y de Ciencia, destinan mayor presupuesto ordinario, auxilios financieros, incentivos para la investigación y creación de prototiposbecas para trabajo comunitario y otras formas, que tributen a las clasificaciones universitarias y las buenas prácticas escolares. La ampliación del valor monetizado se da por la vía de venta de servicios universitarios al sector privado y gobiernos, la comercialización de patentes, las asesorías técnicas, la realización de estudios de implantación, viabilidad y escalamiento. Muchas universidades humanistas, con vocación de carreras como educación, psicología, medicina, arquitectura y otras afines, están cada vez siendo más transformadas en instituciones que entran por distintas vías a los circuitos de monetización, especialmente mediante los llamados proyectos productivos.

Esto implica concentrar el trabajo asalariado en los procesos de creación de plusvalor y monetización del conocimiento, lo cual pasa por limitar y eliminar la vocación de vinculación de las universidades y escuelas con la transformación social radical, aquella que confronta el dominio de la burguesía sobre las clases subalternas. La extensión se convierte en formas de ahorro de inversión estatal por la vía de la promoción del trabajo voluntario (no remunerado) que permita reorientar parte del presupuesto público destinado a la agenda social hacia el llamado sector productivo. Las labores de docencia e investigación se “encapsulan” en las aulas y recintos institucionales, para garantizar que la energía de producción intelectual se oriente a los sistemas de clasificación endógenos, despolitizados y ajenos a las luchas entre clases sociales.

Incluso, se procura que las publicaciones de gremios y sindicatos docentes tributen a estos sistemas de clasificación, independientemente que en ellas se critique a estos modelos, la privatización o la mercantilización educativa.  Es decir, la captura del trabajo asalariado procura que nada de la energía laboral del cognitariado quede fuera de la lógica del capital en la educación.

Sin embargo, el tiempo libre se presenta como un problema para el desarrollo y consolidación de la lógica de mercado en la educación. En consecuencia, se traza una estrategia para producir la apropiación material del trabajo no remunerado (tiempo aparentemente libre) de los trabajadores de la educación y estudiantes. Esta apropiación ocurre por la vía de los incentivos materiales (sistemas de puntaje en las evaluaciones) a los morales (promoción de la idea del buen trabajador y estudiante, la vocación de servicio y el compromiso institucional). Una parte importante de la producción intelectual y material de los trabajadores de la educación y estudiantes, se hace en el tiempo no remunerado, garantizando con ello que la creación de valor (objetivo y subjetivo) no cese.

Esto convierte al sujeto educativo (docentes, estudiantes y personal que coadyuva al hecho educativo) en una prolongación de la lógica del mercado.  El sujeto deja de ser un sujeto colectivo, para individualizarse en un movimiento común de muchas mentes y cuerpos que tributan a una misma dinámica. El mercado se convierte en el nuevo sujeto teológico (Dios) al que todos se deben, desprovisto de su identidad popular (hegeliana), de clase (Marx) o de opresión biopolítica (Foucault), psicopolítica (Byung-Chul) o predictiva (Bonilla-Molina).

La ocupación y preocupación central de la academia y los sistemas escolares hoy, es tributar a los sistemas de clasificación. Así lo hemos visto en distintos países, en sectores docentes y estudiantiles, quienes no solo se oponen a las luchas reivindicativas huelgarias, porque ello resta energía productiva vinculada a las clasificaciones, sino que incluso se convierten en esquiroles de las aspiraciones de mejoras para ellos mismos y sus iguales, porque necesitan “producir” artículos, tesis, investigaciones que serán valoradas en los sistemas de recompensa. El sujeto pasa a ser parte del mercado.

Los sistemas de clasificación naturalizan la mercantilización de la vida escolar y universitaria.  Se construyen un “adentro” donde lo normal es formar parte de los sistemas de clasificación y el “afuera” oponerse a ello. En estos sistemas de estratificación el tema financiero juega un papel central. Dentro del “adentro”, cada vez toma más cuerpo la “obligación” de los académicos de procurar “captar” fondos externos, del sector privado, a ser usados en investigaciones o como parte de proyectos de servicio, desarrollo de patentes o cualquier otra modalidad. Muchas universidades han alcanzado el 50% o más de su presupuesto por esa vía, construyendo hegemonía a la mercantilización de la educación. Esto es acompañado por la desinversión estatal en el sostenimiento de la educación pública que crea las condiciones de posibilidad para que se consolide esta mercantilización.

Como parte de la ideología del mercado, la competencia va creando formas diversas e inusitadas de despojo mercantil en la educación. Los Grupos de Trabajo (GT), líneas de investigación (LI), Grupos de Tarea y otras formas asociativas de construcción de conocimiento académico, conformados por docente y estudiantes de distintas categorías y jerarquías en los escalones institucionales, tienden a reproducir la apropiación centralizada y diferenciada en su impacto, de los resultados de este trabajo. El reconocimiento del trabajo estudiantil en este campo es más simbólico, mientras que el del resto de los trabajadores de la educación es material. Igual sucede con la distribución institucional de los incentivos presupuestarios otorgados por los logros en las clasificaciones, que se suelen distribuir de manera inequitativa entre autoridades y la base universitaria. Esta apropiación y despojo sobre los productos finales (mercancías), se convierte en reproducción ampliada de la lógica del mercado.

Al despojo mercantil se le añade la apropiación por desposesión. David Harvey (2016) retoma la formulación marxista sobre las prácticas del capitalismo como sistema, en sus orígenes, que implicaba la expulsión de los propietarios proletarios de las tierras, la eliminación de variadas formas de propiedad para adaptarlas a la lógica del nuevo mercado, la absorción y reinterpretación de las culturas de las clases sociales subalternas, entre otras prácticas. La universidad clásica, que había tenido una función social de democratización del conocimiento científico, la cultura y las artes, es ahora despojada de esta función y realineada de manera progresiva a la lógica del mercado, mediante los sistemas de clasificación, competencia, premio-castigo. La universidad y las escuelas han sido despojadas en la era neoliberal de su función social básica, convirtiéndolas en fábricas de competencia, rentabilidad y metabolismo de consumo. Esta apropiación por desposesión no ha terminado, sino que se profundiza con la llamada transformación digital de la educación, la ola neoconservadora y las orientaciones multilaterales centradas en logros por etapas.

En los noventa se inició un proceso de expropiación y transferencia de las instituciones de enseñanza, aprendizaje y producción de ciencias, a los centros empresariales de concentraciónacumulación uso mercantil del conocimiento, dinámica que aún hoy no se ha detenido.  Los sistemas de clasificación, bibliometría y patentes permitieron ir focalizando y ampliando la captura de los “cerebros” y equipos de investigación que hacían vida en las universidades y centros de investigación, cuya producción era relevante para la mejora del modo de producción capitalista. De esta manera, evitaron -y evitan- la dispersión de esfuerzos y terminan vaciando a las instituciones de educación y ciencia, del talento que pueda ser usado para proyectos de emancipación. Además, reduce el impacto de la producción, actualización e innovación universitaria y de los centros de investigación públicos, lo cual termina justificando la desinversión de lo público en el sector y la necesidad de entrar en la carrera de la disputa por la inversión privada.

La lógica del mercado en la educación termina exacerbando las contradicciones sobre las finalidades de la educación, los sistemas escolares y las universidades. El proceso de mercantilización, ha instalado la idea que el único propósito de estudiar es trabajar, no aprender a vivir, convivir, aprender a aprender, compartir, construir sociedad y vida. A tal punto se ha consolidado esta desposesión simbólica y material, que la propia UNESCO, en su conferencia mundial de educación superior, celebrada en Barcelona, España, en 2022, convirtió el paradigma del derecho humano a la educación a lo largo de la vida, en el derecho a la educación para la empleabilidad.

Breve conclusión

Este proceso se construcción del mercado educativo no es nuevo, por el contrario, ha adquirido distintas formas en la medida que muta el modo de producción capitalista. Sin embargo, en las últimas décadas los sistemas de clasificación le imprimen rasgos muy particulares que desdibujan su misión histórica y le dan un sentido radicalmente distinto al que históricamente tuvieron los sistemas escolares y las universidades. Comprenderlo es fundamental para el diseño de estrategias de resistencia y la construcción de alternativa


[1] Profesor invitado de la Universidad Federal de Sergipe, Brasil. Miembro electo del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y Coordinador del GT CLACSO “Capitalismo digital, políticas educativas y pedagogías críticas” (2023-2025). Miembro del Secretariado del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo Educativo (Río de Janeiro, Brasil, octubre 2024). Integrante de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), la Fundación Kairos y la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS). Investigador del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación (CII-OVE). Investigador asociado al eje “trabajo docente” de la CRES+5 a realizarse en Brasilia, Brasil, abril 2024. Contactos: luisbonillamolina.62@gmail.com

[2] No entraremos aquí en el debate sobre los límites de lo público y lo privado, sino que a efectos pedagógicos (a riesgo de ser criticados de simplismo conceptual) entenderemos la gestión, financiamiento y control  gubernamental de la educación por parte de los gobiernos como lo público y, lo privado como lo que es gestionado por sectores con capital propio (con capital propio, subvencionado o no, concertado o no), que tienen un tratamiento diferenciado (algunas veces no declarado) de lo público en materia de control, supervisión y seguimiento.

[3] Ver Ludovico Silva en Plusvalía Ideológica (2017)

[4] Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia, Cultura y Comunicación

[5] Organización de las Naciones Unidas para la Infancia

[6] Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa, adscrito a la Oficina Regional de Educación de la UNESCO con sede en Santiago de Chile.

[7] Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes

[8][8] Instituto Internacional de Planeamiento Educativo. Sede principal en París, Francia, con sub sede en Buenos Aires Argentina.

[9] Oficina Internacional de Educación de la UNESCO con sede en Ginebra Suiza.

[10] Organización Internacional del Trabajo

[11] Organización Mundial de Comercio

[12] Banco Mundial

[13] Foro Económico Mundial o Foro de Davos

[14] Organización para la Cooperación Económica de Europa

[15] Banco Interamericano de Desarrollo

[16] Corporación Andina de Fomento

 

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.com/2024/10/06/logica-del-mercado-en-la-educacion-un-analisis-critico/

 

Comparte este contenido:

Brasil: El fuego consume la Amazonía, en la peor sequía de la historia

El fuego consume la Amazonía, en la peor sequía de la historia

Brasil, una nación conocida por su vasta biodiversidad y sus enormes recursos hídricos, está atravesando una de las peores crisis ambientales de su historia. La escasez de agua, la sequía prolongada y los devastadores incendios que arrasan con la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal, no solo ponen en peligro el ecosistema local, sino también a millones de personas que dependen de estos biomas.

La crisis del agua en Brasil

En los últimos años, Brasil ha experimentado una de las peores sequías jamás registradas. En varias regiones del país, los embalses se encuentran en niveles críticamente bajos, lo que ha generado restricciones de agua y un aumento en el costo de la energía, ya que Brasil depende en gran medida de la hidroelectricidad. El sudeste y el noreste del país, regiones que concentran gran parte de la población y la actividad industrial, han sido especialmente afectadas por la falta de lluvias.

Esta crisis hídrica es resultado de una combinación de factores, que van desde el cambio climático hasta la deforestación descontrolada. La deforestación en la Amazonía, en particular, ha alterado el ciclo del agua, reduciendo la humedad disponible en la atmósfera y afectando la capacidad del bioma para generar lluvias. La tala de árboles, la expansión de la agricultura y la minería han devastado grandes extensiones de selva, lo que afecta no solo a los ecosistemas, sino también al suministro de agua en vastas áreas del país.

Los incendios devastadores en la Amazonía

Mientras la escasez de agua continúa, Brasil también enfrenta una creciente ola de incendios forestales en tres de sus biomas más importantes: la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal. Estos incendios son una combinación de fenómenos naturales y actividades humanas, incluyendo la práctica de quemas ilegales para expandir la frontera agrícola. La sequía prolongada y las altas temperaturas hacen que los incendios sean más difíciles de controlar y más destructivos.

  • Amazonía: Conocida como “el pulmón del planeta”, la Amazonía ha visto un aumento significativo en los incendios desde 2019. Aunque los incendios en esta región no son naturales, las actividades humanas, como la deforestación y la expansión agrícola, han convertido la selva en un polvorín. Además, la pérdida de cobertura forestal afecta la regulación de las lluvias no solo en Brasil, sino en toda América del Sur.
  • Cerrado: El Cerrado, una de las sabanas más biodiversas del mundo, también está siendo consumido por el fuego. Este bioma es crucial para la recarga de acuíferos y la conservación de los recursos hídricos del país. Sin embargo, la expansión de la agricultura intensiva y la ganadería han hecho que esta región sea vulnerable a los incendios, lo que compromete aún más la seguridad hídrica de Brasil.
  • Pantanal: El Pantanal, el humedal más grande del mundo y un área clave para la biodiversidad, ha sido escenario de incendios catastróficos. Aunque este bioma es naturalmente propenso a incendios estacionales, el cambio climático y las actividades humanas han exacerbado su frecuencia e intensidad. La pérdida de vegetación y fauna en esta región tiene impactos devastadores no solo para el ecosistema, sino también para las comunidades locales que dependen de su riqueza natural.

Consecuencias a largo plazo

La combinación de la escasez de agua y los incendios tiene repercusiones profundas tanto para Brasil como para el mundo. La pérdida de biodiversidad, la degradación de los suelos y la interrupción de los ciclos hidrológicos son solo algunos de los efectos visibles. Sin embargo, también existen consecuencias invisibles que afectan la salud humana, la seguridad alimentaria y la economía.

El daño a la Amazonía es particularmente preocupante, ya que este bioma juega un papel vital en la regulación del clima global. La selva tropical almacena grandes cantidades de carbono, y su destrucción podría acelerar el calentamiento global. Además, la reducción en la capacidad de la Amazonía para producir lluvias afecta la agricultura en Brasil y en otros países sudamericanos, exacerbando la crisis alimentaria.

¿Qué se está haciendo al respecto?

A nivel gubernamental, los esfuerzos por controlar los incendios y combatir la deforestación han sido insuficientes. Las políticas ambientales en Brasil han sido debilitadas en los últimos años, permitiendo una mayor explotación de los recursos naturales. Organizaciones internacionales y ONGs han alzado la voz, presionando al gobierno brasileño para que tome medidas más efectivas para proteger estos biomas cruciales.

En el ámbito local, las comunidades indígenas y los pequeños agricultores han sido los guardianes más activos de los ecosistemas brasileños. Estas comunidades han adoptado prácticas sostenibles para gestionar los recursos naturales, pero enfrentan enormes presiones debido a la expansión de la agricultura industrial y la minería.

Conclusión

Brasil se encuentra en una encrucijada. La crisis de escasez de agua, junto con los incendios que devastan la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal, subraya la urgencia de adoptar políticas ambientales más estrictas y sostenibles. El futuro de estos biomas no solo afecta a Brasil, sino también a todo el planeta, ya que desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima y la biodiversidad mundial. Es crucial que tanto el gobierno como la comunidad internacional actúen de manera conjunta para proteger los recursos naturales de Brasil y evitar una catástrofe ambiental aún mayor.

 

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/paises/fuego-en-amazonia/

Comparte este contenido:
Page 17 of 2704
1 15 16 17 18 19 2.704