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Autocríticas feministas y movimientos antisistémicos

Raúl Zibechi

La vitalidad  de un movimiento, como la de cualquier ser vivo, se puede palpar en su capacidad para cambiar, modificar el rumbo, ejercer la crítica y la autocrítica, algo tan olvidado por las viejas izquierdas. Una característica de lo avejentado es la repetición, la inercia y la incapacidad de moverse del lugar elegido.

Este 8 de marzo nos ha deparado enormes movilizaciones, que son la doble consecuencia de la violencia sistémica contra las mujeres y de la persistencia de los movimientos feministas que no se arrugan a la hora de ir contra la corriente, aún siendo pocas en cada movilización. Más de 200 mil manifestantes en Montevideo, ciudad que cuenta con poco más de un millón de habitantes, habla de la extensión notable del movimiento que, para llegar a esa cifra, realizó decenas de actividades y concentraciones pequeñas en los últimos años.

Uno de los hechos más notables fue la difusión de un documento titulado Algunas reflexiones sobre metodologías feministas, emitido por un conjunto de referentes y organizaciones que se reivindican del feminismo descolonial. No tengo la menor intención de inmiscuirme en los asuntos internos del movimiento, sólo pretendo destacar lo que los varones antipatriarcales y los movimientos antisistémicos podemos aprender de un texto que, en su subtítulo, anuncia: a propósito del llamado a un paro internacional de mujeres para el 8 de marzo (goo.gl/rpqvH8).

El documento destaca que los espacios de mujer están haciendo un ejercicio de autocrítica al reconocer su raíz eurocéntrica, las limitaciones de sus agendas y lo problemático de sus estrategias cuando entran en contacto con esos otros mundos que existen en nuestro continente. En suma, los mundos negros, indios y mestizos.

El eje del texto gira en torno a los métodos de lucha, destacando que ellos dicen mucho sobre las bases en que se asienta un movimiento social y tienen además la capacidad de regular los mundos. La crítica/autocrítica gira en torno al llamado a realizar un paro del pasado 8 de marzo. Vale la pena citar largo.

“El paro de actividades ha sido una estrategia que surge dentro del contexto particular de la revolución industrial y la lucha de la clase obrera europea. Un método que logró legitimidad dentro del pacto entre clase obrera y burguesía en los años del Estado de bienestar europeo. El paro como estrategia hace parte de una genealogía de resistencia dentro del mundo de lo humano, aquel constituido por el pleno desarrollo del sistema capitalista”.

El texto nos remite a Frantz Fanon, al destacar la diferencia entre el mundo donde se respeta la humanidad de las personas y el mundo de los sótanos, donde la vida humana no vale nada. Entonces, dice, el problema del paro surge cuando se intenta convertirlo en método universal aplicable a cualquier experiencia histórica. Es evidente que las mujeres (y los varones) de ese mundo no pueden hacer paro, por eso cortan rutas, toman edificios, ocupan tierras.

El documento llama a pensar en las compañeras que no pueden parar, las que por necesidad venderán en la marcha, las que el día de huelga convocada estarán sembrando, cultivando o cocinando el alimento que comeremos las que ese día paramos. La lista sigue e incluye las formas de vida autogestionadas (tianguis por ejemplo), las trabajadoras del sexo, aquellas que junto a sus compañeros subalternos serán responsables de que el mundo siga girando y la vida siga siendo posible mientras nosotras paramos. El paro es una estrategia útil, se preguntan, para las personas racializadas y subalternas, para las condenadas del mundo, para las lesbianas y trans antirracistas.

El texto es fuerte. Sobre todo cuando pone el dedo en temas delicados. Es interesante cómo determinados países dentro del sur global, y dentro de América Latina en particular, se convierten en referentes y vanguardias de la lucha feminista¿Qué significa que nuestras luchas políticas sean definidas por un pequeño grupo de feministas blancas y blanco-mestizas privilegiadas asentadas en las capitales de los países hegemónicos de la región?.

Sin duda se refiere a nuestros países, Buenos Aires en primer lugar, donde nació el Ni Una Menos, pero también Montevideo y otros donde predomina un feminismo radical, pero blanco y de clases medias. Es incómodo. Pero es una incomodidad necesaria, imprescindible para no convertirnos, un siglo después, en algo similar a los dirigentes de la socialdemocracia alemana que terminó traicionando al movimiento obrero.

Debo confesar que el documento me remitió directamente a la comunidad que me recibió cuando la escuelita zapatista, a los espacios de las mujeres negras desplazadas por la guerra en Colombia, a las vivencias de nasas y misak del Cauca, a las comunidades mapuche, a favelas como la Maré, en Río de Janeiro, y tantos otros espacio-tiempos donde no rige la lógica en la que me eduqué y formé políticamente. Es muy incómodo cuando una negra favelada o una indígena te reciben como si fueras un conquistador, un opresor blanco.

Sin embargo, creo que esa vivencia es parte de la formación antisistémica, y no por algún empeño masoquista, sino porque es necesario sentir en el cuerpo y en el alma (León Felipe), aunque sea una mínima parte de los dolores humanos que se sufren en el sótano. Algo que no se puede siquiera palpar en la comodidad de la zona de lo humano, por volver a Fanon. En este punto, el documento de las feministas descoloniales provoca esa incomodidad imprescindible.

Desde los movimientos y el pensamiento crítico podemos hacer un esfuerzo por mirarnos en el espejo que nos colocan, sobre todo esa consigna final ¡Que ni una sea menos! El texto citado puede rebatirse en cuando a su oportunidad e, incluso, en su contenido. Es parte del debate que procesan las mujeres en sus colectivos, y no nos corresponde a los varones entrar en esa polémica.

Fuente del articulo: http://www.jornada.unam.mx/2017/03/17/opinion/020a1pol

Fuente de la imagen: http://democraciaglobal.org/wp-content/uploads/feminismos-desde-el-sur-1030×575.jpg

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¿Qué sigue de la auditoría a la nómina docente?

Méxicanos Primero

Pablo Velázquez*

Esta semana el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, anunció en el marco de la Conferencia Nacional de Gobernadores, los resultados de una auditoría a la nómina magisterial federalizada llevada a cabo en coordinación con la SEP y los estados.

A raíz de las reformas al marco legal para la educación en 2013, el gobierno federal se allegó de herramientas que le proporcionaron mayor información sobre la operación de las escuelas como, en este caso, la nómina docente pagada con recursos federalizados.

Sin embargo, los números a nivel nacional nos señalan que las irregularidades conocidas y evidenciadas por la ciudadanía desde hace décadas persisten, aunque en menor medida.

El primer punto a destacar es la burocracia administrativa pagada con recursos que, en teoría, están dedicados al salario de maestros y directivos. La SEP señala que existen 14 mil 00 plazas (plazas, no personas) docentes y directivas en funciones administrativas.

El problema no es nuevo: a partir de la descentralización en 1992 y el incremento en la demanda del servicio educativo, las plazas de administrativos transferidos a los estados resultaron insuficientes –
según las autoridades estatales – y por tanto, a los estados les resultó fácil asignar a tareas administrativas a los maestros. Situación no ilegal, pero irregular a la vista: pagamos a gente para que sean maestros, pero realizan otro trabajo.

El número identificado por este ejercicio de auditoría de la SEP, sin embargo, resulta bajo ante la evidencia de otras fuentes: tan sólo el año pasado la Auditoría Superior de la Federación señaló que existían al menos 44,220 personas en esta condición y nuestros análisis realizados con información de la nómina del primer trimestre de 2017 muestran 33 mil plazas en esta situación.

Este problema en particular debe ser abordado con bisturí. Reubicar a estas personas a las escuelas – la solución más propuesta – puede resultar dañino en dos vías: por un lado, podríamos demandar a personas que hace décadas no son maestros a enseñar en el aula sin formación previa al mismo tiempo que desplumamos oficinas administrativas (algunas de las cuales sí necesitan personal
operativo) de elementos para seguir funcionando. Ojo: es una irregularidad y se debe corregir, pero debe hacerse bien para evitar otro tipo de problemas en el futuro.

La auditoría de la SEP señala otras irregularidades que tampoco son nuevas: 17 mil 262 plazas de comisionados y licencias, 1,361 plazas cuyos titulares ya causaron baja pero se siguen pagando y 10,553 plazas que nadie sabe qué hacen. Estos números pueden sonar desalentadores pero bien vale la pena recordar como era en el pasado.

En 2009, la nómina magisterial era el Triángulo de las Bermudas: no sabíamos quién cobraba, cuánto y la razón. Después de muchos esfuerzos de la sociedad civil y de instancias como la Auditoría Superior
de la Federación, hoy conocemos quiénes son pagados de la nómina magisterial federal así como sus conceptos de pago. Esta situación favoreció que el gasto irregular haya disminuido 84% entre 2009 y 2015.

Todavía falta información, pero la exigencia no la vamos a disminuir. Por ello, hacemos un llamado a los gobiernos estatales a que repliquen estos ejercicios de auditoría en sus nóminas locales, se transparenten y ordenen sus procesos administrativos, y se apliquen sanciones a los responsables.

Las nóminas estatales siguen siendo una oscura neblina donde se replican sin supervisión las viejas prácticas que identificamos a nivel federal. Asimismo, el llamado es a la propia SEP para que: 1) sistematice estos ejercicios y publique sus resultados y; 2) transparente la nómina magisterial de la Ciudad de México. Es tiempo de que el
buen juez empiece por su casa.

Hemos avanzado sí, pero la brega no termina. Un peso malgastado representa mucho en este país tan necesitado de oportunidades.

*El autor es investigador en Mexicanos Primero

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/que-sigue-de-la-auditoria-a-la-nomina-docente.html

Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2016/11/06/581fc386388cb.jpg

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Empezar con la verdad

Blanca Heredia

Últimamente, cada vez que pienso en México, me repiquetea en la cabeza la frase tan conocida de Shakespeare en Hamlet: Something is rotten in the state of Denmark. El enunciado “Algo está podrido en el estado de Dinamarca” se ha convertido en una frase emblemática para referirnos al estado de descomposición por el que atraviesa una determinada comunidad política en un cierto momento en el tiempo. En Hamlet, dicho estado de cosas es un secreto a voces. Le da voz un guardia, lo sabe el guardia, lo saben todos.

En México, hace rato, se respira y se siente por todas partes. En cada conversación, en cada bocanada de aire, en cada silencio y en cada mirada dispuesta a mirar lo que ocurre: algo está podrido, muy podrido. Huele a podrido, sabe a podrido. Algo profundo, algo básico, algo de lo que sostiene el edificio entero está descompuesto, podrido. Nos está faltando, con todo, el guardia que le ponga nombre y lo diga en voz alta.

Se acercan las elecciones del 2018 y ello parece abrirnos una oportunidad de respiro. Como si fuera cuestión de aguantar tan sólo unos meses más para que el entorno se aclare, para que se reacomoden las cosas, para dejar atrás el desbarajuste y poder volver a empezar.

Los cierres de ciclo sirven, simbólicamente, para imaginar y emprender nuevos comienzos. En nuestro caso, me temo que la perspectiva de las elecciones presidenciales del año entrante nos resulta útil, sobre todo, para seguir justificando las ganas de no mirar y de no hacernos cargo de la magnitud de la descomposición social, política y moral en la que estamos inmersos.

Vivir en vivo y en directo u observar a la distancia la sucesión imparable de eventos de violencia, deshonestidad e incompetencia grotescos que se producen en México día con día da para hacerse muchas y variadas elucubraciones. Difícilmente da, sin embargo, para pensar realmente que los problemas que vivimos pueden arreglarse con alguna solución institucional más o menos sencilla e ingeniosa, o con un simple cambio de gobierno.

¿Alguien de veras cree que introducir la segunda vuelta en las presidenciales, reducir el número de diputados plurinominales y/o promulgar o reformar tal o cual ordenamiento legal servirá para que bajen los niveles de violencia, disminuya la corrupción y/o empiece a operar el sistema de justicia? ¿De veras?

¿Un cambio de persona o de estafeta al frente del gobierno federal va a detener la violación no sólo frecuentísima y flagrante, sino sobre todo, sistemática –en particular, para los millones de mexicanas y mexicanas que carecen de “conectes” con el mundo del poder, que no estudiaron en colegios privados, que “escogieron” mal a sus papás y su código postal? ¿Alguien cree en serio que un cambio de gobierno constituye en sí mismo una solución para la podredumbre que nos aqueja y nos asfixia? ¿De veras?

A ver si logro explicar lo que atisbo sobre la naturaleza de nuestra encrucijada. Una, reitero, que no me parece pueda encararse o superarse con éxito a través de soluciones fáciles o indoloras. Permítaseme para intentarlo, referirles la siguiente anécdota. Hace unos días un amigo argentino me contaba que a fin de intentar resolver o, al menos, controlar y administrar el problema de los hooligans en su país, el gobierno y un grupo de empresarios argentinos contrataron a un expertazo inglés sobre el tema.

El experto en cuestión viajó de Gran Bretaña a Argentina, pasó varias semanas en el país entrevistando gente y analizando los datos. Tras largas investigaciones y pesquisas, el experto se reunió con los patrocinadores del proyecto para informarles que, desafortunadamente, no estaba en condiciones de ofrecerles una estrategia para resolver el problema del crecimiento de “fans” violentos en los estadios de futbol argentinos.

“¿Qué? ¿Cómo?” exclamaron sorprendidos y molestos los patrocinadores. El británico, según me cuenta mi amigo, les dijo, más o menos, lo que sigue. “No puedo ayudarlos, pues en Inglaterra los hooligans son grupos que operan afuera del sistema –es decir, de los partidos políticos, del gobierno, de la iniciativa privada, de la sociedad organizada–; aquí en Argentina, en cambio, son parte del sistema.

Los partidos, los gobiernos, todos en Argentina, usan a los hinchas violentos como parte de su modus operandi, esos grupos son parte del establishment. La experiencia británica no es comparable ni útil para diseñar soluciones para el caso argentino.”

En países como México –de forma análoga a lo que ocurre con los hooligans en Argentina– en donde la frontera entre las organizaciones criminales y extralegales por un lado, y el gobierno, los partidos, el sector privado y la sociedad organizada, por otro, es tenue, porosa y borrosa no parece muy probable que un cambio de gobierno (menos aún, un cambio en tal o cual ley o en las reglas electorales) sirva para arreglar el problema.

Hace falta no sólo muchísimo más; hace falta algo distinto. Para empezar, nombrar lo que ocurre, decirlo en voz alta. Un “Estado” que es indistinguible de los grupos criminales que pululan y hacen de las suyas en buena parte del territorio nacional exige no un parchecito o un conjunto de promesas vaporosas.

Demanda ser reconocido y nombrado como algo que no es “normal”. Exige ser encarado como lo que es: una podredumbre en la raíz cuya solución consiste en refundar las bases mismas de la colectividad.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/empezar-con-la-verdad.html

Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/06/21/594a92462bf3d.png

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“Decidir qué se enseña en las escuelas deja en evidencia que cotidianamente disputamos sentidos”, en entrevista a Carnevale

A continuación, transcribimos la exposición de la Prof. Gabriela Carnevale en el tercer encuentro del ciclo de formación sobre la escuela secundaria en la Argentina contemporánea:

“Buenas noches, quiero agradecer a Marcela y a Gabriel por la invitación a este ciclo de conversaciones que tiene el foco en la escuela secundaria y no es casualidad que así sea. La obligatoriedad del nivel conquistada en los últimos años nos llena de interrogantes y de desafíos a quienes estamos en las aulas de la Provincia. Celebro que hoy nos convoque la enseñanza. Seguramente encontremos alguna punta para volver a mirar a un nivel educativo cuya marca de origen fue la exclusión.

Primero me gustaría hacer una aclaración. Estas reflexiones que voy a compartir con Ustedes son fruto de mi convicción -diría casi epistemológica- que ser profesora de historia en el conurbano bonaerense me invita permanentemente a cuestionarme todo lo que investigo y pienso en otros espacios académicos a los cuales pertenezco. Aclaro esto porque me muchas de las ideas que aquí comparto intentan poner en relieve esos haceres ordinarios (Anne Marie Chartier), fruto del día a día escolar.

Marcela y Gabriel nos propusieron algunos interrogantes para organizar este encuentro. Los traté de respetar e intenté tejerlos en una nueva trama que ponga en valor algunas de las preocupaciones genuinas que solemos tener quienes estamos en las aulas y renovar el sentido de la enseñanza en la escuela secundaria.

La primera pregunta fue “¿te ves interpelada a explicitar a tus estudiantes el sentido de la enseñanza de tu asignatura en la escuela secundaria?”. Mi respuesta sería “sí y no”. ¿Por qué? Explicitar el sentido de una clase, de una materia, es un ejercicio que cualquier profesor que esté en la escuela suele hacer con sus alumnos, siempre y cuando él también tenga en claro porque está allí. Voy a decir una obviedad, explicitar el sentido no es presentar el tema diciendo “prestame atención porque lo que te voy a enseñar te va a servir para la universidad o para conseguir un mejor trabajo”. No va por ese lado… Explicitar el sentido de la enseñanza tiene que ver con otra cosa.

Aquí quiero valorar el acto de planificar. Digo valorar porque el diseño de la enseñanza es un acto sumamente político. Si no nos gusta la palabra planificación, pensemos otra. Construyamos otra o robémosnosla y cambiémosle el sentido. Pero insisto, diseñar la enseñanza es un acto político. Es el momento en el que un profesor decide qué quiere que pase con sus alumnos durante el año escolar. Toma decisiones, dialoga con la política curricular y fundamentalmente, legitima su trabajo. Es la oportunidad para construir una hoja de ruta y renovar el sentido de nuestro oficio/profesión: (nos volvemos a preguntar) ¿por qué elegimos ser profesores de historia? Es una escritura pedagógica que tiene un gran valor pocas veces reconocido. En definitiva, un profesor que sabe qué quiere, tiene mayor libertad para improvisar, para dialogar mejor con los intereses de los jóvenes, invitarlos a descubrir aquello que no conocen, regalarles preguntas y proponerles que piensen las propias.

Desde este punto de partida, el sentido de las clases está implícito. Y los jóvenes lo saben. Saben bien quién es el profesor que tiene un plan y que sabe para dónde va el barco. En algunas de las investigaciones en las que participé, cuando a los jóvenes les preguntamos cuál es el mejor profesor, siempre contestan lo mismo, “el que nos enseña”.

Desde la perspectiva teórica de la cultura escolar, que es también desde donde enmarco estas reflexiones, los saberes que circulan en la escuela adquieren un matiz propio, son producciones originales y cobran vida en lo que formalmente llamamos disciplinas escolares, diría André Chervel quien inaugura este campo de investigación. Las ciencias de referencia y la pedagogía son dos ámbitos imbricados pero el saber escolar no es un saber simplificado o de menor valía, sino un saber producto de la cultura escolar. Las disciplinas escolares, dice Chervel, “son creaciones espontáneas y originales del sistema escolar […] son entidades ‘sui generis’ propias de la clase, independientes hasta cierto punto de cualquier realidad cultural ajena a la escuela y dotadas de una organización, una economía propia y una eficacia que sólo parece deberse a sí mismas, es decir, a su propia historia”.

Carnevale: “Diseñar la enseñanza es un acto político. Es el momento en el que un profesor (…) toma decisiones, dialoga con la política curricular y fundamentalmente, legitima su trabajo”

¿Por qué traigo aquí la voz de Chervel? Porque nos permite advertir el carácter inventivo de la escuela, que se expresa en la construcción de un saber autónomo y como tal, nos interpela de otro modo a quienes estamos en las aulas. No somos reproductores de un saber que pasa por otro lado: si bien no desconocemos las ciencias de referencia, el profesor es quien conoce a sus alumnos y decide qué es lo mejor para ellos en diálogo con la política curricular. Por eso, planificar es un acto político. Y es una apuesta al otro, a nuestros alumnos.

La segunda pregunta decía, “¿Qué desafíos específicos asume la enseñanza de tu materia en este nivel?”. Creo que los desafíos están puestos en los modos en los que un profesor lee el currículum. ¿En qué sentido? Si venía presentando a la planificación como un momento de decisiones, esas decisiones atañen a la selección de saberes y, especialmente, a las preguntas que nos hagamos para darle un sentido a las clases. Por ello, me gustaría detenerme en los saberes desde una perspectiva amplia.

Si quienes estamos en las escuelas no simplificamos “temas” que se cocinan en otro lado, más bien construimos propuestas de enseñanza para nuestros estudiantes reales, qué enseñamos no da lo mismo.

Una vez más, la última construcción curricular de la secundaria a partir de la LEN puso en evidencia la arbitrariedad de los saberes que forman el currículum -en términos de Alicia de Alba- pero también de las tensiones que conlleva todo proceso de construcción curricular. Uno de los ejemplos más claro fue, allá por el 2011, cuando estrenábamos en Pcia. de Buenos Aires una materia que además era una conquista histórica: “Política y Ciudadanía”. En febrero, por ejemplo, uno de los diarios más populares salía a la cancha con un rabioso titular:

“El escrache se estudiará desde este año en las escuelas de la Provincia” – “Esta modalidad fascista se iguala con piquetes y pintadas. Se enseñará en 5°año” (Clarín, 16-02-11).

Frente a un sentido común fuertemente instalado donde “nada cambia en las escuelas”, la última reforma curricular ponía en evidencia las nuevas preocupaciones que había que discutir en las aulas. Y si bien todos sabemos que las políticas no generan cambios per se en las escuelas, habilitan un primer marco de acción: Política y ciudadanía, no Educación cívica. No es lo mismo. Por ello, los investigadores también tenemos que hacernos nuevas preguntas: metámonos en las escuelas, los saberes están mutando, “están en movimiento”, como plantea Silvia Finocchio.

Carnevale: “Creo que los desafíos (Ndr: de las ciencias sociales en la escuela secundaria) están puestos en los modos en los que un profesor lee el currículum”

Una lectura atenta del diseño curricular de Política y Ciudadanía nos desafiaba a los profesores a construir una propuesta de clase que se combata especialmente con una herencia que arrastramos con mayor énfasis desde la década de los 90: “a mí la política no me interesa”. ¿Qué preguntas se hace, entonces, un profesor cuando decide qué enseñar? Si como profesora, la primera clase empezaba diciendo “la política es, dos puntos”, el fracaso era cantado. Entonces, debía encontrarle una vuelta. A modo de ejemplo, decidí que la carta de presentación de esta nueva disciplina escolar introduzca a los estudiantes en las formas de gobierno históricas y los sustentos teóricos de la república, analizando la división de poderes y las formas de legitimidad de los gobiernos con un propósito clave, abrir el debate sobre el poder y la política. Si las decisiones del gobierno se expresan en políticas públicas, analizar algunas (por ejemplo la AUH) nos iba a permitir discutir modelos de país. ¿Cómo cerrar entonces esta primera unidad? En el fondo, mis propósitos estaban explícitos: proponerle a los jóvenes entender cómo funciona una estructura democrática liberal y luego invitarlos a pensar proyectos alternativos de sociedad: desde utopías hasta proyectos políticos anarquistas o socialistas.

Agustina Turzi que cursó su 5to año en 2015 a fin de año escribía:

“Los ciudadanos somos una parte intrínseca de la política y hacer oír nuestras voces es tanto nuestro derecho como nuestro deber. Aprender política en el colegio nos permite hacer eso, y es por eso que mucha gente no quiere que se enseñe: saber expresar nuestra opinión con seguridad nos permite formular un argumento y mantener una discusión como ciudadanos activos […] Estudiar la materia en el colegio nos brida herramientas que nos permiten un grado de influencia en la sociedad […] Nos da tanto un escudo como una espada como una lapicera como un martillo. No sólo eso: nos deja saber que podemos empuñarlos”.

Otras preguntas de investigación empiezan a tejerse cuando ponemos el foco en la escuela, en las prácticas. Las planteo, las dejo abierta, no sé las respuestas… ¿Cómo lee un profesor el currículum? ¿De qué modo la prescripción genera condiciones de igualdad en los saberes que circulan en la escuela? ¿Qué pasa cuando esos saberes construyen proyectos de país que no abrazamos? ¿Cuáles son entonces, los espacios de resistencia?

Cuando las discusiones cambian, hay que estar atentos. Claudia Bracchi en este ciclo de conversaciones nos convidaba con una inquietud “me preocupa que en las agendas de prioridades ya no hablemos de la educación como derecho ni de igualdad, ni de inclusión ni de participación”. Digo, la omisión, aquello que no se nombra debe alertarnos. Hablar de “competencias” no es lo mismo que hablar de “saberes”. Qué se enseña en la escuela secundaria es una disputa política que no se sustenta en teorías biológicas. Decidir qué se enseña en las escuelas deja también en evidencia que cotidianamente disputamos sentidos.

En 2012 llegaba a las aulas bonaerenses Trabajo y Ciudadanía, otra “nueva” disciplina escolar del 6to año de la escuela bonaerense, condensa gran parte de los pilares del proyecto de escuela secundaria de la provincia que se abrió con la LEN: la educación para la ciudadanía, el mundo del trabajo y los estudios superiores. Leer con los estudiantes el Manifiesto Liminar, escrito hace casi cien años, es una decisión que deja en evidencia una nueva apuesta a nuestros estudiantes:

“La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando”, decían los jóvenes revolucionarios.

Carnevale: “Decidir qué se enseña en las escuelas deja en evidencia que cotidianamente disputamos sentidos”

Casi cien años después está invitación conserva una vigencia casi intacta porque les permite a nuestros jóvenes volver a pensarse como estudiantes, que historicen su camino por la escuela secundaria y que construyan un proyecto de vida colectivo. Buscar en sus ancestros algunas ideas que les ayuden a proyectarse.

El año pasado, en un trabajo que intentó reconstruir la historia de cada uno de los estudiantes, a partir de la Reforma Universitaria y el Mayo Francés, dos jóvenes de dos escuelas distintas:

Ignacio:

“Si tuviese que definir mi paso por la secundaria en una palabra, no podría. La secundaria fue un cambio en mí, un proceso obligatorio que tienen que vivir todos los jóvenes que, a veces, era tedioso, otras divertido y otras triste […] Ya por cuarto año empecé a disfrutar del colegio. Empecé a ver cosas en las materias que me hicieron ver el mundo de otra manera, una cosa muy valiosa que me hizo tener el colegio fue la empatía. Aprendí a ponerme en el lugar de los demás, a entender sus problemas y no juzgar tanto. En ese aspecto podría decirse que crecí como persona. En 5to aprendí a expresarme, a manifestar mi opinión, a no aceptar las cosas porque sí, me volví un estudiante activo que luchaba por sus ideales”;

Leandro:

“El primer período sinceramente no fue un gran cambio, ya que las materias eran muy generales. Así el primer desafío fue cuando naturales se subdividió en biología y Físico-química y sociales en geografía e historia. Me agrada la idea de ver que nunca fui amante de la escuela e incluso por mucho tiempo, no estaba de acuerdo con ella. Sin embargo, hoy, estando en el último año, debo reconocer que mis gustos, mis postura y posiciones no serían lo que son sino hubiesen sido afectadas por el colegio, tanto profesores como compañeros”.

Volviendo al segundo eje que retomaba una de las preguntas que nos hacían Marcela y Gabriel, los desafíos de la enseñanza de las materias de Ciencias sociales pueden sortear la pregunta “esto para qué me sirve” con una propuesta que interpele a los estudiantes desde la propia historia y que les permita construir un proyecto de vida. La escuela tiene la gran oportunidad de construir vocaciones (sabemos que no son innatas) y para ello, no debemos esperar al último año para “orientarla”.

Carnevale: “Pensemos buenas preguntas para diseñar las clases y peleémonos un poco con nuestro propio narcisismo: no siempre todos los estudiantes van a amar la disciplina que enseñamos tanto como nosotros lo hacemos (¡por suerte!)”

Y para cerrar estas reflexiones retomo el último de los interrogantes que nos hacían los compañeros: “es difícil conquistar la atención de los jóvenes, están tan enchufados que no se pueden conectar con lo que enseño en el aula”. ¿Si, no, por qué? Esta pregunta/inquietud es un poco compleja y puede transformarse en una herramienta de poder. Si se me permite, creo yo, deberíamos olvidárnosla; descartarla. Y más en los tiempos que corren…

La atención, la motivación, es una preocupación de la pedagogía desde siempre, aunque hoy existan mayores distractores (celulares, tablet, televisión), no es una novedad. Decía que debíamos descartar esta pregunta porque puede generar una confusión porque, como dice Meirieu, “la motivación no es una condición previa para el aprendizaje ni para el éxito de un alumno”. Tenti Fanfani afirma, “el interés por los contenidos culturales no surge natural y espontáneamente […] muchas veces estamos equipados para ver sólo lo que nuestras categorías de percepción nos permiten ver. Todo lo demás escapa a nuestro campo visual y perceptivo. Si soy profesor de química, sólo es legítimo el interés por la química”. Por ello, continúa Meirieu, la motivación “es un objeto de trabajo para el pedagogo”. Se construye en el mismo proceso de enseñanza (por eso siempre fue una preocupación de la pedagogía) y es ahí donde debemos contribuir a “hacer emerger el deseo de aprender”.

Ahora bien, ¿es difícil conquistar la atención? Creo yo, como dice Tenti, que no hay jóvenes que no les interese nada. Pensemos buenas preguntas para diseñar las clases y peleémonos un poco con nuestro propio narcisismo: no siempre todos los estudiantes van a amar la disciplina que enseñamos tanto como nosotros lo hacemos. Si bien deben existir saberes que no vamos a negociar porque creemos que son los que ayudan a crecer a nuestros estudiantes, también sabemos que los estudiantes se resisten “a ser moldeados a [nuestro] gusto” (Meirieu). Y ahí es donde la enseñanza necesita de la confianza, “una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo”, como dice Cornu.

A lo largo de estas reflexiones hice hincapié en el diseño de la enseñanza y en los saberes. Intenté poner el foco en la responsabilidad que tenemos como adultos para que algo del aprendizaje ocurra y que nuestros jóvenes, que ahora conquistaron un lugar en la escuela secundaria, se queden y la elijan. Motivarlos, apostar a que estén y encuentren un lugar en la escuela, valorando lo que enseñamos porque “el esfuerzo intelectual permite accede a la alegría de pensar” (Meirieu).

Muchas gracias”.


Bibliografía de referencia:

  • De Alba, A. (1998) Currículum: crisis, mitos y perspectivas. Miño y Davila editores.
  • Chagas, M.; Hansen, J. “Anne – Marie Chartier. Historiadora das prácticas culturais”. En Revista Pedagogía Contemporánea. Nº 03. Sao Paulo.
  • Chervel, A. (1991). “Historia de las disciplinas escolares. ReAlexiones sobre un campo Reflexiones sobre un campo de investigación”. En: Revista de Educación (295). Selección de fragmentos.
  • Cornu, L. “La conAianza en las relaciones pedagógicas”. En Frigerio G. y otros Construyendo un saber sobre el interior de la escuela. Novedades Educativas;
  • Finocchio, S. (2011) “Una cartografía de saberes escolares en movimiento en América Latina” en Propuesta Educativa Nro. 33.
  • Meirieu, P. (2007) Frankestein Educador. Laertes. Barcelona.
  • ———— (2016) Recuperar la pedagogía. De lugares comunes a conceptos claves. Buenos Aires. Paidós.
  • Tenti Fanfani “La desigualdad como producción social. Modelos analíticos de la interacción profesor –alumno”. Tenti Fanfani, E. En La escuela y la cuestión social. Ensayos de sociología. Siglo XXI.

Fuente entrevista:  http://aulaabierta.unahur.edu.ar/carnevale-decidir-que-se-ensena-en-las-escuelas-deja-tambien-en-evidencia-que-cotidianamente-disputamos-sentidos

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Por una educación sin límites en Colombia

América del Sur/Colombia,  22 de julio de 2017. Fuente:Taller de Opinión. Autora:  Paula Alejandra Pinzón

La inversión de Colombia a la educación es de menos del 5 por ciento del PIB, cifra realmente alarmante para un país que se encuentra edificando un camino hacia la paz. Colombia se ha convertido en un país en el que la educación de calidad es un privilegio.

Un derecho fundamental para la vida de cualquier ser humano, ahora es un sinónimo de lucro. Esto aumenta las brechas de acceso a la educación, las cuales claramente imposibilitan que la sociedad colombiana florezca, se transforme, no solo para reproducir conocimiento, sino para ser productor de este.

Es necesario que se exija creatividad en la enseñanza, un maestro, una escuela o una universidad, no se deben condicionar únicamente a dictar un tema para que el alumno lo entienda y apruebe. La experiencia de aprender debe radicar en el intercambio de conocimiento, la creación y la posibilidad de plantear nuevas preguntas, que estén conectadas considerablemente con lo que estamos viviendo, aún más en un continente y un país que ha soportado por siglos las aflicciones de la violencia.

Cuando la educación deje de ser un negocio, comprenderemos que jamás representará límites, dejaremos a un lado las costumbres que nos apartan de nuestros más recónditos deseos y anhelos, aprenderemos a mostrar novedosas herramientas por medio del conocimiento. Brindará libertad de pensamiento, no nos conformaremos con lo que los demás han declarado por nosotros, seremos constructores de paz y nos hallaremos discutiendo propios planteamientos sin violentarnos. Ideas únicas, para un país que exige respuestas diferentes. Colombia necesita jóvenes sentipensantes, que se enfrenten a las contrariedades de un país desigual. Para reconstruir, no queda más que recordar, para llevar la verdad, es necesario cosechar memoria y cosecharla a través del tiempo, ya que la verdad simboliza y encarna el cambio que aún sigue adormecido.

* Paula Alejandra Pinzón OFundación Universitaria Luis Amigó. Facultad de Comunicación y Publicidad. paula.pinzonos@amigo.edu.co

Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.

Fuente: http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/por-una-educacion-sin-limites-EG6954868

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Hay que pensar en las escuelas como lugares de participación democrática

Por: Ignacio Calderón.

Las familias tienen un papel en las escuelas y los centros educativos tienen la necesidad de transformar su actividad y parte de su lógica. Para eso es necesario pensar cosas que no pensamos hoy con la suficiente intensidad, como es en la diversidad, las diferencias o la educación.

Es verdad que las familias estamos poco implicadas en las escuelas y las federaciones de padres, pero no lo hacemos porque la institución tampoco nos dejan el espacio. Nos piden en la mayoría de los casos que apoyemos en lo extraordinario pero no en ordinario y es ahí donde las familias tenemos mucho que hacer en colaboración con las escuelas.

Las familias pueden colaborar  en gran medida abriendo lo que ahora es cerrado, es decir, lo que ocurre dentro de las aulas. Sé que es algo controvertido pero la experiencia demuestra que la colaboración de las familias dentro de lo que ocurre en las aulas es uno de los factores más determinantes en provocar equidad y éxito, sobre todo, en niños que están en desventaja.

La educación inclusiva, mayoritariamente no se fomenta en las aulas.  Muchos centros entienden que hay que agrupar a los alumnos, dependiendo de sus capacidades y de ahí salen grupos ordinarios, aulas específicas y centros de educación especial. La lógica que tiene
que ver con la legislación de nuestro país nos obliga en realidad a que todas las personas, independientemente de sus capacidades, debe estar en grupos ordinarios con los apoyos necesarios.

La escuela aparta en gran medida a los niños con necesidades educativas.  Hay un repunte en la cantidad de diagnósticos de los
niños que contribuye a esa diferenciación que se hace entre unos y otros y acaba en derivaciones, diagnosticar supone etiquetar. Se está etiquetando desde la etapa más temprana. Nos estamos rigiendo por criterios médicos para algo educativo cuando tienen una
naturaleza diferente.

En relación a los  diagnósticos precoces tienen sus puntos a favor, pero en lo educativo necesitamos una evaluación psicopedagógica
que no es coincidente con la clínica. La evaluación se hace para ajustar el proceso de enseñanza de aprendizaje a cada niño, pero el diagnóstico clínico tiene una lógica biológica que no es la sociocultural que debería de haber en las escuelas. Es decir, cuando hablamos de educación inclusiva nos referimos a transformar los ambientes en la que están los niños y que se incluyan las diferencias, no tanto que se hagan cosas específicas para los niños dependiendo de sus diferencias.

Se abren nuevos centros de educación especial cuando el Estado español dijo que se eliminaría el sistema dual de educación especial y ordinaria. Son contraproducentes los centros de educación especial, porque nos estamos perdiendo la diversidad en las escuelas, que es el lugar más idóneo en el que los niños pueden aprender a vivir a aprender de la diversidad humana. Educarse implica las diferencias y cuanto más haya, más rico y estimulante es ese ambiente y generamos un mundo más amable para todos.

Además el sistema actual de calificaciones  lo que hacen es clasificar a la población y no son neutrales, sino que se deben mucho a la
situación previa del alumnado, reproducen las desigualdades que hay y, además, si te titulas o no, en la enseñanza obligatoria, tiene repercusiones muy potentes en tu vida posterior.

Hay muchas personas con discapacidad que no titulan en las enseñanzas obligatorias. Eso es una clarísima injusticia y es intolerable.
No se trata de eliminar todo lo que hay y hacer algo nuevo, sino hacer algo radicalmente diferente a lo que hemos entendido como escuela, pero a la vez hay profesionales que saben hacer muchas cosas. La cuestión es reconocer lo que hacen. Hay que enfocarlo en una lógica de construcción democrática de la escuela. Aprender no es necesariamente memorizar ni obedecer, sino ayudarles a investigar, cuestionar lo que ocurre y a transformar lo que hay a su alrededor. Hay que pensar que las escuelas son lugares de democracia en los que la gente puede participar y cuando lo hace construye cultura, aprende y transforma la realidad.

No es para el futuro sino que en el presente construyen la democracia. Como ejemplo, que un niño no es etiquetado con discapacidad pueda convivir y aprender con otro que sí se ha etiquetado con discapacidad.

Fuente artículo: http://www.ignaciocalderon.uma.es/wp-content/uploads/2017/03/

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CCOO reclama un plan integral contra el abandono escolar temprano

Por: El diario la Educación

Aseguran que con unos 3.500 millones de euros al año podría cubrirse el gasto de la vuelta a las aulas de gran parte de quienes abandonaron. Y reclaman políticas educativas para mejorar el sistema.

CCOO se ha tomado el tiempo de revisar los datos de abandono escolar temprano (AET) desde 1992 hasta 2016 que han sido publicados por la Encuesta de Población Activa. Un porcentaje de chicas y chicos que han dejado los estudios después de terminar la secundaria obligatoria, llegados a las 16 años, y han decidido no continuar ni en Bachillerato ni en FP de grado medio.

Este es uno de los problemas fundamentales del sistema educativo. Sobre todo en lo referente a las pocas personas que entran en grado medio. De los que no abandonan la mayor parte pasa al Bachillerato y de ahí pasan a la Universidad o la FP de grado superior.

El caso es que en los últimos años, desde 2008 y gracias a la crisis, los datos de AET que habían empeorado tanto en los años de bonanza, se han recuperado a marchas forzadas. Entre las causas, claro, la falta de oportunidades laborales en un mercado de trabajo virtualmente desaparecido y que se ha cebado en los jóvenes, sobre todo en aquellos sin cualificación.

El sindicato advierte, eso sí, que es necesario hacer algunas políticas educativas concretas ante la posibilidad de que una mejoría en el sistema productivo y en la economía supusiera una nueva huida de jóvenes hacia el mercado laboral.

Políticas relacionadas con una mayor flexibilidad del sistema educativo que no cerrase puertas a chicos y chicas en itinerarios sin salida, o que adecuase la FP a las necesidades de quienes abandonaron, con unas enseñanzas eminentemente prácticas, así como la posibilidad del reconocimiento de las competencias que pudiese haber adquirido en el mercado laboral.

Por supuesto, CCOO reclama la reversión de los recortes, el acercamiento a la inversión media de los países de la UE y no al revés como ocurre desde antes de 2012 así como mejoras en la coordinación de las políticas de las diferentes administraciones territoriales, más políticas sociales más allá de lo escolar o una mejora de la relación de la escuela y las familias.

Más plazas de FP y que esta generalizase su presencia en los institutos públicos sería uno de los puntos fuertes para intentar aumentar la matrícula en esta etapa y que chicos y chicas no abandonase después de conseguir el título de ESO. También, un aumento de plazas que garantizase la universalización de la educación hasta los 18 años, no su obligatoriedad, pero sí la posibilidad de que si se quiere seguir estudiando sea posible al haber plazas suficientes.

El sindicato, sobre los datos de la Encuesta de Población Activa calcula que si el puesto escolar de un alumno tiene un coste medio de unos 5.100 euros al año y con unos 680.000 jóvenes de entre 18 y 24 años en situación de abandono escolar temprano, al año podría suponer un gasto de unos 3.500 millones de euros conseguir atraerlos a las aulas. Con unos 7.000 millones todos aquellos que teniendo la ESO y no habiendo seguido en los estudios, podían alcanzar un título de educación postobligatoria.

Durante la presentación del informe, Francisco García, secretario general de Enseñanza, ha señalado como otras posibilidades que han salido a la luz en la Comisión del pacto educativo, pasaban por la eliminación del título de ESO.

En cualquier caso, García fue contundente. No habrá pacto o acuerdo educativo si no hay en él un plan integral para la eliminación del abandono escolar temprano. Así lo reclama el sindicato.

Comunidades autónomas

Claro está que no todas las autonomías han tenido los mismos resultados, no todas venían del mismo lugar. Pero sí han tenido todas la misma progresión durante estos 25 años. La bajada del abandono temprano ha sido muy notable en todas ellas. Ahora, contando con el horizonte europeo de la estrategia 2020, la desigualdad regional es patente. A dos años y medio de llegar a esta meta, no todas están tan cerca de tener un porcentaje del 15% de AET, límite excepcional fijado para España dados los malos datos de partida (por encima del 30% cuanto se fijó el límite para 2020).

Cantabria y Euskadi ya están por debajo del objetivo europeo para el resto de la UE, que era el 10%. 8,6 y 7,9% respectivamente. Por encima de ellas, Madrid y Navarra, ambas por debajo del 15%; 14,6 la primera y 13,4 la segunda. La comunidad Foral ha empeorado los datos de 2015 a 2016, cuando estaba en 10,8%.

El resto del país se encuentra por encima del 20% de abandono escolar temprano, aunque en este sentido, también hay grandes diferencias entre zonas del país.

La media del Estado se encuentra en 18,9% de AET. Alrededor de ese porcentaje se encuentra la mayor parte de las comunidades autónomas. Galicia (15,2%) y Asturias (16,6%) muy cerca del 15%.La Rioja (17,8%), Cataluña (18%), Castilla y León (17,3%) por encima del 15% y, después, y ya pegando al 20%, Aragón (19,1%), Canarias (18,9%), Extremadura (20,4%) o Valencia (20,2%).

La tendencia general es de bajada, aunque hay algunas autonomías que prácticamente están en el mismo nivel del año anterior e, incluso, hay algunas que han sufrido subidas de esta tasa, algunas bastante. Las que han empeorado, según los datos recogidos por CCOO, han sido: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Baleares, Murcia y Navarra. Asegura el sindicato que estas subidas son más menos comprensibles porque la EPA es una encuesta muestral y puede sufrir estas alteraciones.

Las causas

El sindicato asegura que las causas de la bajada de los últimos años de esta tasa se encuentran en la necesidad de las y los jóvenes de volver al sistema educativo después de unos años en los que fueron atraídos por un mercado laboral no cualificado en el que abundaba el dinero. Una vez que estalló la burbuja inmobiliaria, la mayoría de estos jóvenes perdió el empleo rápidamente. Con el tiempo la única salida ha sido volver a estudiar para refugiarse de ese mercado laboral y para mejorar su cualificación con la vista puesta en la búsqueda de empleo.

Autores como Mariano Fernández Enguita ya apuntaron algunas de las causas de la desafección de estos jóvenes. Relacionadas, eso sí, con un sistema educativo que les ofrecía pocos alicientes para sus intereses y, además, frente a un mercado de trabajo que podía absorber a una gran cantidad de ellos sin necesidad de que tuvieran titulación alguna.

Otras causas tendrían que ver también con la socialización de chicas y chicos. Miguel Recio, encargado de la elaboración del informe, explicó que aunque no han desagregado los datos por sexo existe una diferencia clara entre chicos y chicas a lo largo de la serie. El 22,7% de los chicos abandonan frente al 15,1% de ellas. Es verdad que desde 2002 ellos han mejorado más su dato, aunque también es cierto que tenían más margen de maniobra. En relación a esto, para Recio los chicos tienen menos aguante para los estudios, soportan la rigidez de peor forma

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/07/04/ccoo-reclama-un-plan-integral-contra-el-abandono-escolar-temprano/

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