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La formación de los docentes en el contexto de este siglo XXI.

El siglo XXI comprende entre el 1 de enero de 2001 al 31 de diciembre de 2100. Hemos recorrido 17 años de este siglo, lo que también podemos deducir que faltan 83 años de porvenir en este siglo.

Por:  David Otero.

El siglo XXI comprende entre el 1 de enero de 2001 al 31 de diciembre de 2100. Hemos recorrido 17 años de este siglo, lo que también podemos deducir que faltan 83 años de porvenir en este siglo. ¿Qué educación está por venir para que las y los nicaragüenses podamos progresar hacia la prosperidad y el bien común?; ¿En qué capacidades deben estar aptos las y los nicaragüenses para enfrentar los desafíos, aún no superados, del anterior y actual siglo?; ¿Qué capacidades deben desarrollar las y los docentes para educar a los ciudadanos nacidos en este siglo?. Estas preguntas nos invitan a detenernos por un momento a reflexionar sobre lo estratégico de buscar y encontrar nuevos derroteros hacia un mejor desempeño de la formación docente en Nicaragua que eduque  a las y los nicaragüenses a enfrentar y construir un buen porvenir con confianza.

Los ciudadanos del siglo XXI vivimos en contextos económicos, políticos, sociales y culturales cada vez más cambiantes en su desarrollo que demandan políticas educativas pertinentes a sus exigencias, principalmente las orientadas hacia la formación docente. Distintos autores de artículos científicos e informes sobre la educación han compartido sus ideas a partir de su experiencia investigativa en el ámbito de la profesionalización de los docentes en el contexto de este siglo XXI.

Ya a finales del siglo XX, en la década de los noventa una Comisión Internacional de la Unesco, presidida por Jacques Delors se refería en su informe “La Educación encierra un tesoro” a la nueva realidad global del siglo XXI que desafiaría a la Educación: “La interdependencia planetaria y la mundialización son fenómenos capitales de nuestra época, que ya están actuando y que marcarán con su impronta el siglo XXI. Hoy hacen ya necesario una reflexión global – que trascienda ampliamente los ámbitos de la educación y la cultura – sobre las funciones y las estructuras de las organizaciones internacionales”. Una de las organizaciones inmersas en las sociedades es la escuela. Es en ella donde el personal docente se desempeña. La expectativa que se espera de su labor es que sean “… agentes de cambio, favoreciendo el entendimiento mutuo y la tolerancia” como lo indica el Informe de la Unesco.

En el artículo “La formación del profesorado desde una perspectiva interdisciplinar”  (García, A., Correa A. / Escarbajal F., Izquierdo, T. 2011) los autores escriben: “La sociedad actual se encuentra inmersa en un proceso de constantes cambios sociales, económicos y culturales que están suponiendo nuevas y continuas demandas en el sistema educativo. Estos cambios afectan no solo a la organización y concepción de los sistemas educativos sino también a su configuración. Esto debe plasmarse en la formación inicial y permanente del profesorado de todas las etapas educativas para atender a las demandas que nos marca la sociedad”.

Eduard Punset dice: “Debemos, no tenemos más remedio, que transformar la educación de nuestros maestros… No nos sirven maestros que solo destilen contenidos académicos en las mentes de los treinta niños… Hoy sabemos que es importantísimo que estos maestros aprendan a gestionar las emociones”. Porque precisamente el docente que vive en la era digital, la sociedad del conocimiento y las migraciones dinámicas de poblaciones tiene que aprender a educar integralmente en aprendizajes significativos para las y los ciudadanos nacidos en la era digital y en un mundo cada vez más intercultural.  Los nuevos roles que necesitan ejercer  las y los docentes, tienen que aprenderlos en un sistema de formación, dominarlos en el proceso de enseñanza – aprendizaje, autoevaluarse, que implica una capacidad de conocerse a sí mismo y saber gestionar  habilidades sociales y emocionales. Como dice Robert Roeser:  “… ser competentes en la interacción con personas de distintas culturas; en regular las emociones; en responsabilizarse d
el bienestar de los demás; y en su capacidad de atención”.

La profesión docente requiere replantearse desde la selección de quiénes se formarán para ser docentes, su propia formación inicial, el acompañamiento a los recién egresados que se inician como maestros, la formación continua y el reconocimiento en su carrera docente. Cada etapa de esta nueva estrategia exige un esfuerzo articulado que inspire confianza y esperanza. Como lo expresa Denise, Vaillant (2006) en el artículo “Atraer y retener buenos profesionales en la profesión docente: políticas en Latinoamérica”: “Plantear este cambio de perspectiva exige un apoyo decidido de los propios maestros, de la Administración educativa y del conjunto de la sociedad“

En estos próximos 83 años por venir del siglo XXI se hace imperativo replantear la profesionalización de los docentes desde nuevas perspectivas pedagógicas, que gestione emociones con genuino rechazo a la resignación y al resentimiento en el ámbito de las escuelas y provocar el nuevo estado de resolución por el cambio hacia la construcción de nuevos conocimientos, el trabajo en equipo, la motivación por el estudio permanente, el desarrollo de habilidades didácticas, el uso y dominio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones como herramientas de apoyo para aprender y la formación del carácter. En Nicaragua estamos en el mejor momento histórico de una unidad nacional para hacer una formación continua de docentes pertinente a los desafíos de este siglo XXI.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/431850-formacion-docentes-contexto-este-siglo-xxi/

Imagen: https://image.slidesharecdn.com/presentacininformticaparablog-130321201158-phpapp02/95/los-docentes-del-siglo-xxi-1-638.jpg?cb=1363896761

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Degradación de la esperanza.

Por: Francisco J. Lopez Rodriguez.

La Secretaría General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico acaba de publicar dos nuevos informes en los que resume la situación de la enseñanza en nuestro país respecto al resto de 34 países de la OCDE y propone soluciones. El fracaso escolar unido al abandono de los estudios es muy alto. Las conclusiones son, como cabía esperar, negativas. Hay un alto índice de fracaso escolar, como el hecho administrativo de no lograr el título académico mínimo o como no alcanzar cierto nivel mínimo de conocimientos, tal y como se definen en los estudios de PISA.

Con la primera definición, España es un país con un nivel de fracaso muy superior a la media de la OCDE. Todas las estadísticas nos sitúan en los últimos puestos en materia educativa. Nos puede producir un complejo en el que podemos caer en el vagón de cola en rendimiento académico. En el medio de todo esto están los protagonistas que son los profesores al que se les está acusando de las calamidades del sistema educativo español. La realidad es todo lo contrario. Hoy los profesores son los que están soportando y sufriendo los avatares de la legislación educativa. Salvo la LODE, todas las leyes posteriores no se pudieron poner en práctica porque los gobiernos pretendieron hacer una Ley educativa a su medida. En el momento que se pretendía poner en vigor y aplicarla, un nuevo Gobierno la derogaba y así llegamos a la Ley actual LOMCE que está en el limbo que si se deroga, que si se modifica, que si no se aplica, que se retrasa etc. Se acaba de publicar en el BOE las condiciones para la obtención de los títulos de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria: «Los alumnos y alumnas que hayan obtenido una evaluación, bien positiva en todas las materias, o bien negativa en un máximo de dos, siempre que estas no sean de forma simultánea Lengua Castellana y Literatura, y Matemáticas, obtendrán el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria». Esto fue el engendro y el parto de los que se sientan en el Congreso de los Diputados y este Gobierno, como se suele decir, se bajó los pantalones porque hay que seguir en el camastro.

No sé qué podrá opinar todo el profesorado de Educación Secundaria. Si sé lo que opinan todos los profesores que, por cualquier circunstancia, han pasado a las clases pasivas. No sé qué opinarán todos los profesionales que en sí pasaron por los Centros de FP, Bachillerato y, por supuesto, la Universidad. No sé qué opinaran aquellos que se quedaron en el camino porque suspendieron alguna asignatura y no pudieron obtener la titulación correspondiente y que le privó el acceso a un empleo público o a un trabajo en la empresa privada e inclusive el progreso profesional. Lo que sí se sabe a lo largo de la Historia que las leyes educativas no las proyectan los profesores, es decir, quienes son protagonistas de le educación se les margina y, desde una mesa, se habla de educación, se habla de cambio, se habla de pacto, se habla de derogar las leyes. Unos señores y señoras que dicen ser representantes del pueblo están capacitados para proponer y hablar de todo. A saber, son los sabios del templo que sin haber trabajado nunca, sin haber dado un palo al agua, sin haber pisado un aula o bien, si la pisaron, huyeron porque la enseñanza es muy dura y quien soporta a los niños y jóvenes de hoy. Esto me recuerda un jefe de ventas que se enfurecía con los vendedores porque no conseguían clientes y el susodicho jefe nunca había vendido nada.

La educación en este país no tiene solución, ni la va a tener en muchos años. Porque la misma está en manos de políticos de muchas tendencias ideológicas y la educación es un resorte de catequización y de inclinar a los niños hacia determinados intereses políticos. Lo tenemos en ciertas Comunidades autónomas. Un ejemplo claro es Cataluña. A los niños catalanes se les inculca el odio a España, se les educa en una falsa Historia de España. España subyugó a Cataluña, le quitó sus privilegios y convertimos todo en el dicho» España nos roba». Los votantes y partidarios de la independencia en Cataluña son esos niños que nacieron en el año 1979 cuando se promulgó el Estatuto de Cataluña y su aplicación posterior concediendo competencias exclusivas, entre otras, la educación. Aquí comienzan los males y los problemas. Una educación torticera que está generando monstruos con aversión a todo lo español. Pues bien, esto es un ejemplo de lo que quieren modificar los políticos.

Por otra parte, eliminar la enseñanza privada concertada, convertir España en un estado laico, desapareciendo la religión de las aulas y recluyéndola al ámbito privado. Y ¿dónde está la libertad de enseñanza? Los padres por Ley tienen derecho a elegir el Centro escolar que crea oportuno para sus hijos. (Esto se soluciona con el cheque escolar) ¿por qué no lo aprueban… ¿Dónde está la calidad de la enseñanza? ¿Queremos un país competitivo? ¿Queremos que nuestros jóvenes tengan una preparación para afrontar el reto del desarrollo y adaptarse a las necesidades de las empresas? ¿Para qué está cualificado, en general, un universitario cuando termina su carrera o estudios? A base de master, cursos, aprendizaje de idiomas y un largo camino de sufrimiento empezará a labrar un currículo que le permitirá llamar a las puertas de las empresas.

Con estas decisiones de los políticos filibusteros vamos a llegar a la Universidad y los estudiantes, los más rezagados y los que fueron a pasear los libros hasta las facultades o escuelas técnicas, iniciarán protestas y propondrán que se apruebe una carrera con suspensos ya que haciendo la media de todas las materias igual apruebo. Los que en otras épocas teníamos que superar las reválidas de cuarto, las de sexto, el Preu para acceso a la Universidad e inclusive las pruebas de ingreso en un Instituto con 12 años, no podemos por medio que clamar contra estos despropósitos.

Esa educación y cultura transferida por los profesores en las aulas, esas ganas de saber y de ser algo, hoy son entelequias y distorsiones mentales. Estamos degradando la enseñanza, la cultura, no afrontamos la competitividad, no nos prepararemos para un trabajo y seguiremos en el vagón de cola. Hoy la educación en España mientras esté en manos de políticos no tiene solución.

Fuente: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/degradacion-de-esperanza_1169981.html

Imagen: http://3.bp.blogspot.com/_ypj3BsdujKA/TIMpq8yiZ5I/AAAAAAAAABA/f3B9bk_h5lk/s320/ense%C3%B1anza.jpg

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La educación como prioridad.

Por: Angeles Ezama Gil.

¿Habrá algún Gobierno en España alguna vez que considere el tema de la educación como una prioridad? Creo que es una pregunta retórica, para desgracia de los españoles.

Llevamos muchos años sufriendo sistemas educativos lamentables que han conducido la educación española a una paulatina decadencia. Desde la LOGSE no he conocido uno bueno, con todas sus siglas: LOE, LODE, LOMCE, etcétera.

La actual situación del sistema educativo en nuestro país sería preocupante para políticos que se interesaran en algo más aparte de ellos mismos; entregados a sus intrascendentes batallitas particulares dejan pasar el tiempo sin hacer nada: pecan por omisión, que es también un modo de pecar.

Y entre tanto la educación y la investigación en las que se compromete el futuro de nuestro país navegan a la deriva sin timón, con una financiación reducida y con unos planes de estudios descabellados que están conduciendo a nuestros jóvenes a la ignorancia más absoluta.

¡Lástima de país incapaz de generar políticos generosos con el ejercicio de la política como arte de gobernar a los pueblos para el beneficio de estos y no solo para su propio beneficio!

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/06/23/opinion/1498240088_262218.html

Imagen: http://otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2017/04/Sindicatos-insuficiente-presupuesto-educativo-Educacion_1014210670_125907280_667x375.jpg

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Lección de literatura.

Por: Pilar Galán Rodríguez.

Lo malo de cumplir años no es la pérdida de visión ni de audición, ni tantas otras bajas no computables. Lo peor, sin duda, es la pérdida de la capacidad de sorpresa, esa rutina pegajosa que impregna los días y te hace creer que ya estás de vuelta de todo.

Por eso es maravilloso, como un maná caído del cielo después de un mes de hambruna, cuando la vida te regala otra forma de ver y de mirar lo que llevas contemplando tanto tiempo.

Eso me pasó el sábado en Guadalupe, una joya que ya no valoramos porque la tenemos al lado. Rafael Reig hablaba sobre realidad y ficción, y sus palabras, sensatas, coherentes y lúcidas, me reconciliaron con la profesión que ejerzo.

Cada año, agobiados por un temario que no cesa o un currículum cambiante y sin sentido, los profesores de literatura, al menos yo, vamos perdiendo la esperanza, pero sobre todo, los caminos que nos llevan a dar de beber literatura a unos alumnos que ya no están sedientos.

Pero llega Rafael Reig y nos cuenta la literatura de tal forma que dan ganas no solo de leer, sino de devorar los libros.

Habla de los clásicos, del Cid, del Lazarillo de Tormes, tan moderno en su defensa del poliamor, como él dice entre risas. De la Celestina y Calixto, un loco enamorado que ha leído mal, como Mme Bovary y Don Quijote.

Nos explica la invención del amor, el poder de la lírica popular frente a la culta, la importancia insurrecta de la lectura, los mitos descabezados por todo aquel que se atreve a abrir un libro.

Habla también de la modestia, de formar parte de la historia de la literatura no como escritor sino como lector. Y, escuchándole, vuelvo a tener quince años, y comprendo que no estoy sola, y decido, con la misma convicción de entonces, que no voy a estudiar medicina, caiga quien caiga.

Lástima que la charla acabe, vuelvan a caerme encima los años, y parezca tan difícil mantener la magia que acabo de presenciar ahora.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/leccion-literatura_1007799.html

Imagen:  https://i0.wp.com/comofuncionaque.com/wp-content/uploads/2015/10/literatura1.jpg?fit=1024%2C681

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Leer, escribir, hablar y escuchar.

Reconociendo los avances, claramente puede decirse que la eficiencia de la escuela para producir una alfabetización crítica de la población es manifiestamente mejorable.

Por: F. Javier Merchán Iglesias.

Hay un gran consenso entre los docentes a la hora de señalar a la lectura comprensiva, la expresión oral y escrita o el cálculo y razonamiento, como los principales problemas que dificultan la adquisición de conocimiento por parte de los alumnos. A este respecto, por cierto, también hay consenso en considerar que las denominadas pruebas Escala, que desde hace varios años realiza por estas fechas la Consejería de Educación para comprobar el nivel de competencia del alumnado, son perfectamente prescindibles: no nos dicen nada que no sepamos y realmente contribuyen poco a la solución de los problemas que se pretenden detectar. Su persistencia no se justifica por su utilidad.

El caso es que, al margen ahora de la supuesta virtualidad de las pruebas, sin necesidad de ellas, los docentes saben que las deficiencias en estos recursos instrumentales son la pieza clave que explica el fracaso académico de muchos alumnos y la ralentización del logro en la adquisición de conocimientos, y saben que en este asunto estamos lejos de alcanzar las metas deseables y esperables. Reconociendo los avances producidos en los últimos cincuenta años, claramente puede decirse que la eficiencia de la escuela para producir una alfabetización crítica de la población, es manifiestamente mejorable.

Entre otros objetivos, la sociedad encomienda al sistema educativo promover en los alumnos la capacidad de razonamiento, así como la adquisición de conocimientos que ayuden a entender y discernir sobre el mundo social y material. Para ello resulta imprescindible el manejo de los códigos de la comunicación con los que se expresa y transmite la cultura, es decir, entender lo que se lee, explicar lo que se quiere decir, entender lo que se oye y razonar sobre lo que queremos saber; sin ese dominio, es mucho más difícil el ejercicio de la ciudadanía y la adquisición de conocimiento.

Se dice que el actual modo de vida de los jóvenes es un pesado hándicap para formar en habilidades que requieren una disposición muy diferente. Sin embargo, habiendo mucho de cierto en ello, tal cosa no puede ser una excusa o justificación, pues hoy el encargo de la sociedad es el de alfabetizar a esos niños y jóvenes, no a los de hace 50 años.

Ahora bien, no es menos cierto que la actual estructura de la escolarización, con sus horarios rígidos, asignaturas cerradas, gestión muy burocratizada, exámenes convencionales… lejos de aportar la solución, está convirtiéndose en parte del problema. Siendo el conocimiento un asunto complejo, la institución escolar tiende a simplificarlo. Transmitiendo a los alumnos la idea de que saber consiste meramente en reproducir lo que otros saben, el texto no se lee, se copia; las ideas no se escriben, se imprime lo que otro ha escrito. Si miramos los libros de texto y buena parte de las rutinas que se practican en el aula, las llamadas actividades no consisten realmente en pensar sobre una pregunta o problema, sino en buscar la página en la que se encuentra la respuesta. Generalmente los alumnos no estudian, es decir, no trabajan sobre un problema de conocimiento, sino que preparan exámenes. Y los exámenes, ya se sabe, no son exactamente un recurso para dar cuenta del conocimiento que se tiene sobre un asunto, sino para reproducir lo más fielmente posible lo que el profesor les dijo o lo que consta en los apuntes tomados de internet o en las páginas del libro de texto. En realidad, cuando, por ejemplo, se pregunta por las causas de la revolución industrial, la pregunta es dime las cuatro causas de la revolución industrial que te dije ayer. De esta forma, leer, escribir, hablar, escuchar y pensar, son tareas que acaban siendo prácticamente actividades extraescolares.

Se habla mucho del fracaso escolar refiriéndose al rendimiento de los alumnos, pero quizás sea más importante pensar sobre el fracaso de un sistema que en los albores del siglo XXI funciona de la misma forma que en el siglo XIX. Contengamos la irrefrenable tendencia a señalar culpables -generalmente, se dice, los docentes-. Vale más analizar los problemas y tomar nota de las múltiples experiencias que se vienen sucediendo en España y en otros países. A este respecto tanto en los medios de comunicación generales como en los profesionales se viene dando cuenta de tendencias prometedoras que, inequívocamente, pasan por cambios significativos en la estructura actual de la escolarización. Cambios de calado que no pueden producirse de la noche a la mañana pero que son viables si se establecen objetivos y estrategias. Para estos cambios es necesario apelar a la política, a la política educativa y a otras, pues, por sí solas, las escuelas y los profesores carecen de los recursos que requiere su reforma. Esperemos, por cierto, que el pacto educativo no sea el parto de los montes.

Fuente: http://www.diariodesevilla.es/opinion/tribuna/Leer-escribir-hablar-escuchar_0_1147985303.html

Imagen: https://image.slidesharecdn.com/expolineamientoscurriculares-120426145451-phpapp01/95/expo-lineamientos-curriculares-14-728.jpg?cb=1335452219

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Desigualdad a la luz de Saber 11, exministra Parody.

Consecuencias de haber negociado todo con las Farc bajo el interés del Gobierno y no del Estado.

Por: Daniel Mera Villamizar.

En octubre de 2015, la entonces ministra de Educación celebro que “hemos logrado un sacudón a la calidad de la educación; los resultados de Saber 11 muestran la respuesta de los estudiantes frente al programa de becas Ser Pilo Paga”. De aguafiestas, anote que “el sistema responde por todos los estudiantes”, no solamente por los pilos, y que para un “entendimiento público más fidedigno” se necesitaban otros datos básicos, que el MEN tampoco ofreció en 2016.

Pues bien: aquí están algunos de esos datos y ratifican la enorme desigualdad educativa que se esconde detrás del promedio nacional del puntaje global en Saber 11, la estadística favorita para seguir engañándonos. Es como si a nadie le importara el promedio del quintil inferior o del 60 % de la mitad. Como si la distancia entre el quintil inferior y el superior no entrañara un reto mayúsculo de política pública, con variables de rural y urbano, y nivel socioeconómico.

En 2015, calendario A, el promedio global fue 250 (sobre 500); el del 20 % inferior, 191;  el de los quintiles 2, 3 y 4, 246; y el del quintil superior, 321.

Debería consternar un poco ese promedio de 191, que cerca de 120.000 bachilleres salgan con tan bajas competencias académicas. La entonces ministra vendió un “sacudón a la calidad”; así que es de suponer que observó una mejoría respecto de 2014. No fue el caso del quintil inferior, que bajó de 196 a 191 (en 2016 se movió a 194), ni del 60 % de la mitad, que bajó de 247 a 246. El único que subió fue el quintil superior, de 315 a 321 (versus 349 de calendario B). De hecho, el puntaje promedio de los colegios oficiales bajó levemente de 245 en 2014 a 244 en 2015. Sin embargo, “sacudón…”.

Si nos importan los 120.000 bachilleres del quintil inferior, ¿qué hacer? Una acción que este Gobierno prometió a partir del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018, artículo 200, fue cerrar brechas; y en educación uno de los indicadores es el promedio del resultado en la prueba de matemáticas de Saber 11, a nivel municipal, con línea base de 2014 y metas en 2016 y 2018. Otro indicador relacionado es el porcentaje de cobertura neta en educación media. Planeación Nacional, DNP, estableció la brecha y el nivel de esfuerzo para superarla, y trata de realizar seguimiento.

¿Quiénes son los responsables del esfuerzo? He ahí la cuestión. Se requería un acuerdo sectorial entre DNP y el Ministerio para redirigir inversiones hacia cada uno de los cuatro indicadores en educación para cierre de brechas. Ya no se hizo ese acuerdo sectorial y muy pocos se hicieron. No hubo una política pública para cierre de brechas en educación. No es sexy hablar de los perdedores o los condenados en ruedas de prensa. Pero así como un país con aspiraciones no debe cometer la torpeza de desperdiciar el talento que ha sobrevivido a la desigualdad, tampoco puede éticamente ignorar a los que no podrán evitar el 20 % inferior.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/armas-coca-e-interes-nacional-columna-698775

Imagen: https://1.bp.blogspot.com/-3Z62EtVFHTU/V8v8fCvVk0I/AAAAAAAANEo/7nWW63L2Tzcs3Siczw0nCBlsswPK1m6QwCLcB/s400/Lwo%2BParodya%2Beducativa.jpg

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Educación, familia y genética

Por: Pablo Pardo

Ahora que se han terminado las clases, una idea para pensar de aquí a septiembre: un estudiante pobre tiene 4,1 veces más posibilidades de repetir curso que uno rico. Como explica Soledad Bos, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), «en los resultados de PISA, el factor más importante que influye en educación, es el socioeconómico».

Precisamente, el dato sobre el peligro de repetir es del Informe PISA, el archifamoso estudio sobre educación en 72 países que hace la OCDE, el think tank oficial de los que teóricamente son los países más ricos del mundo (y alguno al que había meter en el grupo para pagarle favores, como Turquía, por ser miembro de la OTAN en plena la frontera con la Unión Soviética, o México, por firmar un acuerdo de libre comercio con EEUU).

Según la OCDE, los «estudiantes ricos» son aquéllos cuyas familias están en el 20% más alto de ingresos, y los «pobres», los que se encuentran en el 20% más bajo. Y el estatus socioeconómico explica un 13% de las diferencias educativas de PISA.

Eso no se debe solo a que el dinero permite comprar cosas (en este caso, educación), sino, también, modos de vida. En palabras de Bos, «tener ingresos altos no solo significa poder acceder a mejor educación, incluyendo clases particulares. Implica también que el estudiante tiene un buen lugar para estudiar en la casa, y unos padres con tiempo libre para ayudarle».

Jonathan Guryan y Erik Hurst, de la universidad de Chicago, y Melissa Kearney, de la de Maryland, afirman que, en EEUU, «los padres consideran invertir en sus hijos como un bien de lujo, más valorado que la tradicional producción del hogar [o sea, las tareas domésticas] o el entretenimiento». Pasar tiempo con la progenie es, hoy en día, un lujo.

Así que la educación, en cierto sentido, se hereda. «Si un padre viene de un entorno educativo con un estándar educativo alto, él va a poner más alto el listón para sus hijos», explica Bos. En su opinión, la educación de los padres puede ser el elemento más importante, al menos en «en América Latina, donde los alumnos que llegan a niveles de excelencia en la prueba PISA lo consiguen por el apoyo de los padres, no por los sistemas educativos en la región».

Claro que esta importancia de la educación de los padres y del entorno familiar también puede limitar el impacto del nivel económico y de la falta de inversión en educación (permitir darle la vuelta a la tortilla. Por una parte, está el hecho de que, como recuerda el BID en su análisis de PISA, «un pequeño porcentaje de estudiantes pobres logra resultados positivos, lo que demuestra que todos, más allá de sus circunstancias, pueden lograr el éxito en la escuela».

El problema es que ese «pequeño porcentaje» de estudiantes que alcanzan la excelencia es, realmente, muy pequeño. Apenas entre el 0,5% y el 1% de los estudiantes de Latinoamérica alcanzan los niveles que PISA considera «de excelencia». En España, el porcentaje es del 5%. En Singapur, el 20%. La excelencia es importante porque, según Bos, «estas personas son las que son más proclives a generar innovación».

Todo esto pulveriza la tesis del columnista de The Wall Street Journal Charles Murray en su archicontrovertido libro The Bell Curve, de 1994, y en otros ensayos, en los que afirmaba que «es casi seguro» que «la población que está bajo la línea de la pobreza en EEUU tiene una configuración genética significativamente diferente de la de la población que está por encima del umbral de la pobreza».

Vamos, que los pobres son genéticamente tontos y vagos. Murray, al menos, tuvo la deferencia de no explicar a sus lectores que normalmente las personas creemos que somos más ricas y más inteligentes de lo que somos. Y es, probablemente, también se le pueda aplicar a él. La soberbia no es el pecado original por mera casualidad, y no parece que se vea muy afectado por el nivel socioeconómico y educativo las familias. Todos la tenemos.

Fuente del Articulo:

http://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2017/06/26/594fe76aca474104118b45dc.html

 

 

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