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¿A qué edad darle un celular a un niño?

Por: Semana

Bill Gates dijo en una entrevista que les prohibió a sus hijos usar móvil antes de los 14 años. Casos recientes han puesto sobre el tapete el tema de la edad ideal para que los pequeños reciban su primer teléfono inteligente.

El caso de Mailen Liseth Villamizar, una niña de 13 años que se ahorcó con una soga en el patio de su casa en Villa del Rosario, Norte de Santander, conmocionó al país la semana pasada. Mailen se suicidó tras realizar la prueba final de un juego de rol llamado Ballena Azul, que consta de 50 retos y lleva a los menores a atentar contra su vida. Se estima que 130 se han suicidado en el mundo por este macabro pasatiempo creado en Rusia, que puso sobre el tapete nuevamente uno de los asuntos más difíciles de la crianza en el siglo XXI: a qué edad darles un celular a los niños para evitar que sean víctimas de ciberacoso y extorsiones, que estén expuestos a situaciones extremas como la de este tenebroso juego, o hasta a problemas de salud.

Para evitar todo ello, los expertos señalan que es bueno seguir el ejemplo de Bill Gates, creador del computador personal, quien sorprendió a muchos al declarar en una entrevista para el diario The Daily Mirror que les prohibió a sus tres hijos usar celular antes de los 14 años. Con él coinciden varios expertos, entre ellos Cristina Plazas, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), quien afirma que los niños menores de 14 años no deben tener teléfonos inteligentes. El psiquiatra infantil Germán Casas señaló a SEMANA que la edad mínima es los 12 años, pero todos coinciden en que mientras más tarde tengan un celular, mejor. Se ha visto que antes de esta edad es mayor el riesgo de padecer problemas de conducta y concentración.

Ante la falta de información los padres han tomado una actitud laxa. En promedio un niño obtiene su primer celular a los 10 años, según reveló en 2016 una investigación de la firma Influence Central. Pero en algunas familias los papás les regalan a sus hijos un dispositivo a los 7 años. Otra investigación hecha por Linio Colombia, portal online de compras de productos de tecnología, señala que el 91 por ciento de los niños y adolescentes se conectan a internet y el 58 por ciento de ellos lo hace mediante un smartphone. De hecho, el 30 por ciento se conecta entre una y dos horas diarias mientras que el 20 por ciento supera las dos horas en línea.

Los niños corren dos tipos de riesgos cuando manipulan un celular a esa edad. El primero es que están expuestos al contacto con extraños en las redes sociales, donde pueden ser víctimas de ciberacoso y quedar en manos de personas indeseables que buscan violar su intimidad y chantajearlos, o incluso llevarlos al suicidio, tal y como ocurrió con las víctimas de Ballena Azul. Lo mismo sucede con el sexting. Jesse Weinberger, experta en temas de seguridad en internet, encuestó a 70.000 niños y encontró que a los 8 años muchos ya han visto pornografía en internet. Incluso estudiantes de quinto de primaria ya han enviado imágenes o videos con contenido sexual explícito a otros usuarios. También está el vamping, o la moda de niños y adolescentes que permanecen conectados hasta altas horas de la noche y afectan su ciclo de sueño por compartir o explorar contenidos en la red.

El segundo riesgo está relacionado con las enfermedades que puede causar el uso desmedido de los celulares a edades muy cortas. “Hay múltiples casos de sedentarismo, sobrepeso y diabetes en niños, así como alteraciones ortopédicas, metabólicas y del funcionamiento cardiovascular, que van ligadas al uso excesivo de los celulares”, dijo Casas. El experto afirma que algunos estudios han demostrado que los niños que interactúan mucho con los celulares y los convierten en su primera forma de comunicarse con los demás pierden “su capacidad de reacción espontánea para reconocer rostros e interactuar con su cuerpo».

También hay que considerar que la corteza prefrontal del cerebro, encargada de controlar los impulsos, no termina de desarrollarse hasta los 25 años. Algunos niños presentan bajo rendimiento académico a causa del uso excesivo de estos aparatos que los distraen de sus tareas escolares. A propósito, un estudio hecho por la organización Common Sense Media reveló que el 50 por ciento de ellos admite sentir dependencia por su celular.

Además de tener un límite de edad, James P. Steyer, director de esta organización, considera que los padres deben establecer pautas muy concretas para evitar que sus hijos estén expuestos a los peligros. Una de ellas es regalarles un celular sencillo que solo incluya llamadas y mensajes de texto, y que los papás se encarguen de instalar el control parental en todos los aparatos, pues lo más probable es que no puedan supervisarlos siempre. Por ejemplo, para poder crear una cuenta de Facebook la edad mínima requerida es 13 años, pero hay múltiples cuentas de niños que ya tienen perfil en esta red social. Según el estudio de Linio, en el mundo 5 millones de pequeños mienten sobre sus datos personales para poder abrir una cuenta en las redes sociales, con lo que se exponen a contenidos sensibles o inapropiados para su edad.

Otra pauta es hacer una dieta digital que consiste en establecer ciertas reglas de etiqueta en la casa para que los niños no usen celulares durante las comidas o reuniones familiares, tal y como hace la familia de Bill Gates. Pero lo más importante en este punto es que los papás den buen ejemplo. Casas recomienda que por cada minuto que usen el celular los niños tengan dos minutos de actividad física. También hay que hablarles sin tapujos de los riesgos a los que están expuestos y hacerles prometer que nunca se van a tomar fotos suyas desnudos ni aceptarán citas con desconocidos en internet. La idea es que los padres los castiguen, sin llegar a agredirlos física ni verbalmente, en caso de que no cumplan sus promesas para que se aseguren de que lo evitarán al máximo y no pondrán en riesgo su integridad.

También es importante que los papás tengan en cuenta que los avances tecnológicos van a toda velocidad y con la aparición constante de nuevas aplicaciones deben estar muy bien informados para proteger la vida de sus hijos. Al final de cuentas, lo mejor es esperar y no regalarles a los pequeños estos aparatos tan temprano. “Mientras más tiempo mantengas cerrada la caja de Pandora habrá menos riesgos”, dice Weinberger.

Fuente: http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/bill-gates-le-prohibio-a-sus-hijos-el-uso-del-celular-antes-de-los-14-anos/523723

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Olvidados y excluidos

Por: Méxicanos Primero- David Calderón

A pesar de la dedicada labor de años para acompañar la reinserción desde organizaciones de la sociedad civil, los jóvenes internos en México ven su derecho a la educación agraviado sistemáticamente.

En México, alrededor de 11,000 menores de edad legal están en conflicto con la ley. De ellos, alrededor de 2,800 se encuentran en internamiento.

A pesar de la dedicada labor de años para acompañar la reinserción desde organizaciones de la sociedad civil -lo que resulta un muy meritorio complemento y hasta mitigación por lo que no se logra hacer desde las estructuras del Estado- los jóvenes internos en México ven su derecho a la educación agraviado sistemáticamente.

Como hemos explicado en nuestro último libro, Tod@s, la inclusión no es sólo una característica deseable de la educación: el hecho es que sin inclusión no hay verdadera educación. La calidad de la educación se mide por la inclusión. Un sistema educativo cumple su cometido si logra que todas y todos estén en la escuela, aprendan en ella y participen en sus propios procesos de formación. Nosotros, la generación adulta, le fallamos a la generación joven cada vez que no se logra la inclusión plena y para todos.

Los adolescentes que cumplen medidas de privación de la libertad llegan al internamiento con rezagos y bloqueos en su trayectoria educativa. En el último estudio disponible, realizado por UNICEF, se estima que alrededor de la mitad de los internos adolescentes llegan con rezago educativo grave[1].

Es decir, no supimos –en su momento- hacer de la escuela el espacio de su desarrollo. Sus familias, sus escuelas, su vecindario, la sociedad en general no logró mantenerlos en curso. Aquellos que cumplen medidas en privación de libertad se vieron envueltos en situaciones criminales graves, y su discernimiento y situación emocional tienen desafíos enormes.

Pero entonces su internamiento -en lugar de servir como espacio de una educación más plena y favorecer su reinserción, como es su derecho- les condena al rezago educativo, y con ello a que permanezcan o hasta se agraven las razones y motivos que están detrás de las conductas antisociales que los llevaron a ser procesados por el sistema de justicia.

Ya no son sus familias quienes llevan la tutela principal de sus derechos; es el propio Estado mexicano, las autoridades, quienes son responsables de su educación. Esos jóvenes internos no pueden salirse de la instalación, así que ya no pueden faltar a clases. Ya se conoce su complicada condición de conducta, y ya no se puede decir que no se cuenta con un diagnóstico para su desarrollo socioemocional. ¿Y entonces?

Entonces están olvidados y excluidos. Las autoridades educativas y penitenciarias no están haciendo todo lo que les corresponde, y eso lleva al efecto indeseado de cristalizar su rezago, de ahondar su exclusión y, en lo que toca a la sociedad, no asegurar que haya elementos para reintegrarse y que no recaigan como víctimas o hasta victimarios en las conductas delictivas.

El que sufran rezago y exclusión educativa mientras están bajo tutela directa de la autoridad es un castigo que no pasó por el debido proceso –como sí fue el caso de la medida dictada por un juez, tras un proceso imparcial, para privarlos de su libertad; este “segundo castigo” –contrario a la ley, a diferencia del primero- es consecuencia del abandono y de una visión superficial e incompleta de los derechos de los jóvenes.

Ante esta violación de derechos, interpusimos una demanda de amparo en contra de las autoridades educativas a nivel federal y local, así como contra de los titulares de la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México, la Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México y la Dirección General de Tratamiento para Adolescentes de la Ciudad de México.

Mexicanos Primero busca que las autoridades educativas cumplan con su mandato de ley y garanticen -en la realidad cotidiana- el derecho que tienen a una educación de calidad todos los adolescentes de una Comunidad de Tratamiento (como se llama a las instituciones donde hay internamiento) en el sur de la ciudad de México: con maestros idóneos, con infraestructura y materiales adecuados, así como con una organización escolar que favorezca el máximo logro de aprendizaje

¿Qué queremos lograr? La demanda buscan lograr que el poder judicial determine cómo se va a restituir, ante la omisión de los encargados, el derecho de los jóvenes, cómo tienen que atender las autoridades la responsabilidad de ofrecer estudios de primaria, secundaria, bachillerato, educación para el trabajo y educación superior a los adolescentes de la Comunidad de San Fernando, siempre con las características de las necesidades educativas especiales que se requieren.

No alcanza, y es una exclusión inadmisible, que las autoridades educativas y penitenciarias, se circunscriban a permitir la presencia ocasional de voluntarios o miembros de servicios frágiles, y que se le dé la vuelta a la situación con certificaciones limitadas del INEA. Es su responsabilidad contar con el diseño, la implementación y la evaluación adecuadas para un servicio de educación especial. Nuestra exigencia a las autoridades, a través del litigio, es que se acabe la chocante contradicción de que se les penaliza extralegalmente con el rezago educativo, justo mientras están bajo la tutela del Estado mismo.

Los adolescentes recluidos tienen derecho a encontrar un proyecto de vida distinto al que tenían antes de su ingreso al centro de reclusión. La sociedad tiene el derecho a esperar que no se va a producir una nueva discriminación contra estos adolescentes, que adicionalmente favorece la posibilidad de una reiterada captura hacia comportamientos antisociales.

Reconocemos y aplaudimos las reformas legales, especialmente la ley de Justicia para Adolescentes y sus equivalentes en los distintos estados del país, y que para hacerla realidad en los juzgados, con especialistas, y con el nuevo sistema acusatorio, se haya destinado para ello una inversión de recursos importante. Pero nos rebelamos ante el hecho de que eso contrasta con las instalaciones carenciadas de los Centros, que ya mereció para la Ciudad de México un Informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (Informe 1/2017), y que especialmente se haya invertido tan poco tiempo, dinero y talento para una intervención educativa pertinente y de calidad; persiste el olvido y la exclusión educativa que sufren los jóvenes internados como algo que urge superar.

La educación de calidad es un componente imprescindible para lograr la reintegración del sentenciado a la sociedad. No minimizamos la libertad y responsabilidad de los jóvenes internos para que, en sus conductas conscientes y voluntarias hayan cometido los agravios a la sociedad que los llevaron al internamiento. De lo que ahora estamos llamando la atención es que menos aún se puede minimizar la libertad y responsabilidad de los funcionarios para que no se produzca el “segundo castigo” al que nos hemos referido.

Martin Luther King decía que ninguno de nosotros es libre hasta que no lo seamos todos. El derecho a la educación es base de la libertad personal, y más para quien la ha perdido. Con este litigio aspiramos a que se revise la situación educativa de los jóvenes que cumplen medidas en las Comunidades de Adolescentes, no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el país. Ya no pueden seguir olvidados, ya no deben ser excluidos. Aspiramos que este litigio le dé visibilidad a la situación, y nos comprometa a buscar soluciones para los 2,800 internos y también para los otros 8,200 procesados que, en el externamiento, puede que no encuentren una atención estructural y sistemática para su reintegración educativa plena. No puede haber una reinserción exitosa sin educación de calidad. Por eso, nosotros demandamos.

Fuente: http://www.animalpolitico.com/blogueros-aprender-es-mi-derecho/2017/04/26/olvidados-y-excluidos/

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La educación venezolana es laica: el artículo 7 de la LOE

Por: Alí Ramón Rojas Olaya

Ser laico es ser independiente de cualquier organización o confesión religiosa. La escuela o enseñanza laica es aquélla que prescinde de la instrucción religiosa. El artículo 7 de la recientemente aprobada Ley Orgánica de Educación versa sobre la educación laica. “El Estado mantendrá en cualquier circunstancia su carácter laico en materia educativa, preservando su independencia respecto a todas las corrientes y organismos religiosos. Las familias tienen el derecho y la responsabilidad de la educación religiosa de sus hijos e hijas de acuerdo a sus convicciones y de conformidad con la libertad religiosa y de culto, prevista en la Constitución de la República”. Este artículo ha sido repudiado por el clero. No hay que olvidar que, inmediatamente después del terremoto que destruyó las cuatro quintas partes de nuestra capital aquel 26 de marzo de 1812, la Iglesia Católica calificó este fenómeno de la naturaleza como “un castigo de Dios hacia el pueblo venezolano por haberse sublevado a la corona española”. Obviamente, tal declaración fue hecha “en nombre de Dios”. Nuestro Libertador y Padre de la Patria Simón Bolívar, respondió al sacerdote que decía tal infamia, “Cállate insensato” y aludiendo a la corona española y a la Iglesia Católica, continuó: “Si la naturaleza se opone a nuestros designios, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. Evidentemente, estas palabras fueron calificadas de herejía por el clero.

Cuando se inició el año escolar en España en septiembre de 2007, las niñas y niños tuvieron una nueva clase de educación cívica secular que levantó en armas a la Iglesia Católica Romana. «Educación para la ciudadanía» incluye ética, educación cívica y derechos humanos. Basada en los valores consagrados en la Constitución de 1978 del Reino de España, se diseñó para preparar a las y los estudiantes de las escuelas elementales y del primer ciclo de secundaria del ámbito público para convertirse en ciudadanas y ciudadanos autodeterminantes, responsables y tolerantes de una democracia moderna y plural.

La Iglesia Católica Romana tomó dicha asignatura como un reto contra su monopolio moral y lanzó contra élla una furiosa campaña. El episcopado advirtió a los padres católicos que las clases de educación cívica violan su derecho constitucional sobre la «formación moral» de sus hijos y que debe ser enfrentada por todos los medios legales. El arzobispo de Madrid amenazó con apelar ante la Corte Constitucional de España para detener este «programa educacional ético-moral que niega a la religión». Pero el gobierno no se dejó impresionar. «Ninguna creencia puede imponerse sobre la ley», dijo el Primer Ministro José Luis Rodríguez Zapatero en un discurso ante un congreso juvenil. «España es un país laico, y sus principios de laicidad garantizan el pluralismo y la tolerancia».

Para los obispos, lo más explosivo del nuevo programa era el hecho de que incluyera, entre muchas otras cosas, los temas de género, sexualidad y familia. Una de sus metas declaradas es enseñar a los niños a rechazar «la discriminación existente por razones de sexo, origen, diferencia social, afectos sexuales, o de cualquier otro tipo» y a ejercitar “una evaluación crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales racistas, xenófobos, sexistas y homofóbicos”. Según los obispos, esto significa “adoctrinar a los niños con la ideología sexual y la agenda social de la izquierda”.

Los temas de la religión y de la iglesia fueron arduamente analizados por Ludovico Silva en su libro Humanismo clásico y humanismo marxista (publicado por Monteávila en 1982). Ante ambos emitió vehementes críticas cuando éstas confundieron su rol profético en pos de una humanidad más justa, por convertirse en instrumentos ideológicos de los regímenes que justifican la pobreza y la explotación de los seres humanos en beneficio del capital y la propiedad privada, transformándose así en meras ideologías al servicio del sistema capitalista. Para Ludovico Silva, la iglesia expresa un mensaje religioso que pretende santificar la pobreza, amparada en la promesa de que la verdadera riqueza no es de este mundo sino aquélla que nos depara la fe en gozar de la eterna presencia de Dios, una vez se realice el juicio final. Paralelamente a este mensaje, y de manera paradójica, ciertas “organizaciones religiosas mantienen grandes negocios -en especial en el ámbito educativo- en los que ganan gruesas sumas de dinero, se recuestan en los brazos de los poderosos y no admiten en sus colegios selectos a los estudiantes pobres” (página 87). Podríamos por analogía afirmar que esta situación los hace similares a los mercaderes a quienes Cristo echó a latigazos del templo.

Esta acertada crítica a numerosos miembros de la corte eclesial, que desvirtúan la idea de Dios, no le impide reconocer los aportes que los grandes Padres de la Iglesia han hecho al pensamiento cristiano sin poner en riesgo la fidelidad a la palabra auténtica de Cristo. Entre ellos destacan -afirma Ludovico- las figuras de San Jerónimo y San Agustín, quienes libres aún del dogmatismo religioso, escribían libremente, y sus doctrinas no eran aún una ideología al servicio de los poderosos, sino al servicio de los humildes, los desamparados, los desterrados de este mundo, tal como lo quería Cristo (página 87).

La alta dirigencia del catolicismo en Venezuela históricamente ha estado caracterizada por sacerdotes extremadamente arrogantes, con una sensación de impunidad y un insufrible sentido de superioridad, derivados del hecho de que administran «verdades superiores». Cuando critican la Ley Orgánica de Educación, desafían a las autoridades legítimas, a la Constitución y al poder popular, intentando imponer sus criterios anticristianos y son responsables de la agitación que dificulta la paz social. Muy lejos están estos Mefistófeles de sotanas del padre colombiano Camilo Torres, del salvadoreño Arnulfo Romero, del brasileño Hélder Câmara o del nicaragüense Ernesto Cardenal. Sacerdotes pertenecientes a un movimiento cristiano, conocido como Teología de la Liberación que surge a la luz de las innumerables injusticias a las que el sistema capitalista mundial ha sometido a los pobres de la tierra. Se trata de una nueva manera de hacer teología que requiere un clima de libertad y creatividad que ningún tribunal eclesiástico o civil debería sofocar. De ser así se estaría sofocando a su vez el dinamismo del evangelio y su fuerza transformadora.

Esta perspectiva teológica hace énfasis en la figura histórica de Jesús, destacando de él su postura política en contra de las injusticias del imperio romano y la inclinación preferencial de su obra a favor de los pobres, para luego, desde el contexto de nuestro continente extraer del evangelio las orientaciones necesarias para un proyecto emancipador y liberador del sujeto latinoamericano. Es una teología que se construye al lado de los excluidos y explotados por el sistema capitalista, que interpreta los signos de nuestro tiempo e intenta encontrar luz en las enseñanzas de Cristo. Es una propuesta que toma conciencia de la situación de dependencia y subordinación de los pueblos habitantes al sur del río Grande y que asume el compromiso de acompañarlos en el peregrinaje a su liberación. Se trata en definitiva de una iglesia capaz de escuchar el clamor de un pueblo, el cual día a día padece las injusticias de un sistema construido sobre el sacrificio y la muerte de millones de seres humanos.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a86496.html

Imagen: https://enelbalconyenelcamino.wordpress.com/2013/05/13/por-que-creo-que-la-educacion-debe-ser-laica/

 

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¿Cuál es la próxima?

Por: Gloria Hurtado

Cada día la sociedad se desgarra las vestiduras por los ataques de hombres contra sus parejas sentimentales. El asesinato diario es parte de la parrilla de noticias de la mañana. Marchas, pancartas, protestas, panegíricos, nada sirve, no cala. Vuelve y se repite. Ya no son asesinatos, ahora se llaman feminicidios. No me gusta ser ave de mal agüero pero los casos se seguirán dando. Por montones. Ni la cárcel, ni las condenas perpetuas logran “controlar” una ira desbordada de quienes se creen dueños de “sus amores”.  No sirve, qué pena. Cuántos expresan casi con orgullo “me pudro en la cárcel pero no se sale con la suya”, “no hace lo que le da la gana”. La emoción logra desbordar cualquier razonamiento, no hay barrera que contenga la ira, la rabia, la venganza, la traición. Nada sirve… Hemos alimentado inteligencias, mentes, pero no formamos en emocionalidad y mucho menos en niveles de conciencia. Aquí están las consecuencias.

Esta es una sociedad patriarcal. Una sociedad enferma a la que la cárcel no sana. Las pruebas están a la vista. Pero no se ven, no se cae en la cuenta. Es tan obvio el machismo que no se detecta. Para esta cultura es “natural” la superioridad del hombre frente a la mujer, viene por naturaleza. ¿Cómo contrarrestar esta idea?  Es como pararse frente a un cuadro y sólo ver lo que mi interior “escoge” ver. El machismo, la superioridad masculina, está allí a la vista pero no importa. En los foros, en los simposios, en las elecciones, en los puestos directivos, en los salarios, en la intimidad de las casas, en las religiones, en los oficios y cargos, en todo, allí está la superioridad y claro, la discriminación. Es una sociedad ilusa la que cree que con cárcel perpetua, o manifestaciones o protestas, los comportamientos van a modificarse. Para muchos, los machistas son “los otros”. Los que discriminan son los demás. Tocarse cada quien para revisar qué tan patriarcal y prepotente es, sería parte de un trabajo para cambiar mentalidad. Nos alimentamos a diario de machismo y creemos que el problema solo está en los hombres que asesinan a sus compañeras. Se pregunta acaso, ¿qué los forma? ¿qué los alimenta? ¿de qué se nutren?

¿Maluma merece la condecoración por su canción en aras de la libertad de expresión? ¿Los chistes, las burlas, las publicaciones con “mujeres-objeto” son válidas en aras de la no represión y la libertad individuales? Si supiera que una canción, una telenovela, una publicidad, motivan al asesinato ¿lo permitiría? ¿Estamos construyendo un monstruo llamado libertad, a cualquier precio y bajo cualquier circunstancia? Aun cuando no lo crea, todo ese “material”, incluído el humor negro, definitivamente alimentan el morbo y la patología social. No importa, primero va la libertad. Ojo, no todos tienen la misma capacidad de captar y los niveles de conciencia marcan diferencias abismales La cárcel ni cura ni sana. El trabajo está “en otro lado”, en el lado de los que nos creemos sanos, impolutos y no machistas.  Estas mujeres no pueden no saben defenderse. Seguirán siendo asesinadas mientras los “sanos” asistimos a la discriminación sin “verla”, repetimos estereotipos, tatareamos música, reímos de los chistes machistas. El asunto es mas complejo y menos instantáneo, créalo. Mientras ¿cuál es la próxima?

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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Ejemplo excepcional: una universidad para sordos

Por: Ignacio Mantilla

Mucho se habla de la importancia de la inclusión en la educación como acción esencial para reducir la desigualdad. Pero casi siempre nos referimos a la desigualdad que representa el origen y la condición social o económica. Sin embargo, hay ejemplos que bien vale la pena conocer, de instituciones, comunidades y personas que llevan a cabo tareas admirables en este sentido. Me quiero referir en esta ocasión a uno de estos casos.

Existe una universidad que llama poderosamente mi atención por su vocación, pero sobre todo por su historia y fortaleza conceptual. Se trata de la Universidad Gallaudet de Washington, una universidad que desde sus orígenes fue diseñada para servir a la población sorda; institución única en el mundo con tales características.

Esta universidad tuvo su origen en un colegio para sordos y fue el propio presidente Lincoln quien en 1864 firmó la ley que le autorizó expedir títulos universitarios.

Son múltiples y variadas las historias de las luchas que ha librado esta institución en el camino hacia la evolución académica. Algunas de estas luchas han sido protagonizadas por estudiantes de diferentes generaciones. Gracias a la persistencia, la audacia y la convicción de una comunidad que abandonó el miedo para exigir su reconocimiento, hoy la Universidad Gallaudet es un modelo ejemplar de educación superior incluyente.

Desde la ley de 1864, la institución ha realizado un serio trabajo que comenzó como college. Finalmente, por un acto del Congreso, a Gallaudet College se le da estatus de universidad en octubre de 1986. En 1988 fue nombrado el primer rector sordo de Gallaudet, como consecuencia de un movimiento estudiantil que, hasta hoy, se reconoce como un caso excepcional de activismo estudiantil en favor de la inclusión.

Hoy, la Universidad Gallaudet ofrece 40 diferentes carreras profesionales y mantiene sus principios intactos. En la actualidad, esta universidad ha abierto sus puertas a estudiantes no sordos. Este grupo corresponde al 5 % de toda la población estudiantil.

Los programas que ofrece la universidad son dignos de examinar. Al principio pueden despertar solo curiosidad, pero fácilmente se descubre una oferta tan rica, amplia y especial que atrae toda nuestra atención y despierta admiración. En efecto las posibilidades de especialización y preparación formal con énfasis en las oportunidades educativas para sordos son tan amplias que aun para quienes nos desempeñamos en el campo de la educación superior resultan sorprendentes e insospechadas. Algunos de los énfasis y líneas de investigación son: comunicación abierta y aprendizaje visual, historia y cultura sorda, lengua de señas americano, impacto de la tecnología en la comunicación sorda.

Como principio fundamental, presente en todos los programas, la Universidad Gallaudet sostiene que los sordos pueden hacerlo todo: no deben tener límites.

El primer rector sordo, después de la reforma que lograron los estudiantes, fue el Dr. I. King Jordan, quien estuvo en el cargo durante 20 años. Desde entonces todos los rectores han sido personas sordas, tal como lo exigió el movimiento estudiantil apoyado por los profesores en 1988 con la consigna: “¡Rector Sordo Ya!”. Actualmente la universidad la dirige, desde 2016, Roberta Cordano, primera mujer sorda en ocupar la Rectoría. Y acorde también con la reforma, hoy se exige que al menos el 51 % de los cargos directivos de la universidad estén ocupados por personas sordas.

La Universidad Gallaudet cuenta con casi 1800 estudiantes, de los cuales cerca de 500 son de maestría y doctorado. El 8 % de todos los estudiantes son estudiantes internacionales. Tiene unos 300 profesores. Uno de los programas más exitosos es el de Maestría en Lenguaje y Educación para Sordos.

Quiero resaltar que, por lo general, cuando se habla de educación “para todos”, se empieza por definir quiénes son “todos”, de manera que la motivación por establecer instituciones incluyentes suele terminar por excluir a unos pocos. La Universidad Gallaudet nació para responder a la exclusión que sufrían los estudiantes sordos en otras instituciones, y ha logrado probar que ser sordo, lejos de dificultar el aprendizaje, es una fuente excepcional de conocimiento. El éxito de esta institución muestra que no sólo existen formas de aprendizaje sorprendentes y dignas de reconocimiento, sino que la comunidad sorda ha logrado crear una cultura profundamente valiosa.

En la Universidad Nacional de Colombia, patrimonio de todos los colombianos, desde hace muchos años hemos atendido a los aspirantes sordos, tanto de pregrado como de posgrado, adoptando diferentes mecanismos y apoyados por asesores que dominan la lengua de señas colombiana, para que nuestros estudiantes sordos puedan competir con los demás por un cupo en igualdad de condiciones. El pasado domingo, por ejemplo, presentaron el examen de admisión regular 28 aspirantes sordos, que contaron con las herramientas necesarias para aspirar legítimamente a ingresar a la universidad.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/ejemplo-excepcional-una-universidad-para-sordos-columna-691522

Imagen: http://elcalce.com/pr/contexto/increible-gobierno-boricua-no-sabe-cuantos-sordos-viven-en-la-isla/

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Niñez: ¿tan malo el futuro como el presente?

Por: La Jornada

El Día del Niño que hoy se celebra en México (la fecha varía en distintos países), destinado a enfatizar y reafirmar los derechos universales de la infancia, no ofrece muchas oportunidades para el festejo a la luz de los datos que arrojan estudios de diversas instituciones ocupadas y preocupadas por el tema. Todo lo contrario: investigaciones y encuestas realizadas por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la Red por los Derechos de la Infancia y otras organizaciones de parecido perfil describen, en conjunto, una situación alarmante para un elevado porcentaje de nuestros niños y adolescentes.

En el territorio nacional, los más de 21 millones de menores que viven en situación de pobreza (de los cuales 4.6 millones se encuentran en pobreza extrema) se ven afectados por problemas que van desde carencia en materia de nutrición y salud hasta situaciones de abierta desprotección, violencia impunemente ejercida en su contra, privaciones y rezagos educativos, y una variada gama de perjuicios que incluyen explotación laboral y sexual, así como matrimonios tempranamente impuestos o de niñas con adultos, y la vasta secuela de daños físicos y sicológicos que ellos implican.

El paulatino agravamiento de las condiciones de vida en que nacen y crecen quienes en teoría constituyen el futuro de nuestro país, así como el constante incremento de la niñez en las filas de la marginación y la vulnerabilidad, configuran un desolador panorama aquí y ahora, y se proyecta como una oscura sombra para los años venideros.

Esta noción de los niños y niñas como constructores del mañana, sin embargo, tiende a encubrir que para quienes se encuentran en condiciones de marginación las desventajas y las privaciones no les aguardan en el futuro, sino que los golpean en el presente, les niegan las esperanzas y las aspiraciones a que tienen derecho hoy, en su carácter de ciudadanos mexicanos. Ese derecho incluye un ambiente seguro, la protección familiar y el acceso a buena alimentación, servicios de salud y un entorno que les permita un desarrollo pleno, lugares comunes que se repiten en cada reunión, seminario o congreso sobre el tema, pero que en el terreno de los hechos parecen constituir un objetivo difícil de alcanzar, al menos a corto plazo.

Se puede admitir que a lo largo del tiempo se han adoptado medidas que han logrado progresos aquí y allá en la situación de nuestra niñez, pero lo cierto es que el alcance de esas acciones, y especialmente su ritmo de aplicación, no han resultado suficientes para pensar en una mejora uniforme, sostenida y pronta de dicha situación.

El diseño e implementación de instrumentos específicos (como el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes y la ley respectiva) son signos alentadores, pero el problema es sólo una faceta de otro más grande, que se relaciona de manera directa con el modelo económico vigente. Los planes y proyectos para sacar del pozo en que se encuentra a un vasto sector de la niñez mexicana necesitan, para ser funcionales, asignaciones presupuestarias mayores que las actuales, pero la restrictiva política de inversión social que el gobierno lleva adelante no permite alimentar demasiadas esperanzas al respecto.

No es éste, en suma, un Día del Niño que esté a la altura de sus postulados en materia de derechos.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/04/30/opinion/002a1edi

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¿Qué hacemos con la religión en los colegios? Las soluciones a un problema polarizador

Por: Hector G. Barnés

Pocos temas referidos a la educación son capaces de dividir tanto a la sociedad española como el rol que debe desempeñar la asignatura de religión en los colegios españoles, un país que se define como no confesional en su Constitución, pero que es producto de una larga tradición católica. Aún más cuando en estos momentos se debaten los principios de un pacto educativo que dé a luz a una nueva ley orgánica que reemplace a la LOMCE y que deberá decidir una vez más sobre el papel que jugará la religión.

Con el objetivo de identificar los problemas, proponer soluciones y llegar a acuerdos, El Confidencial organizó la mesa redonda ‘La clase de religión: ¿una opción de libertad?’, propuesta por la Conferencia Episcopal y moderada por Alberto Artero. Como recordó durante la charla Francisco López Rupérez, expresidente del Consejo Escolar del Estado y director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, este tema “se ha utilizado como una suerte de arma arrojadiza, simplificando el discurso”.

Hay un marco que centra este debate. Se trata del artículo número 27 de la Constitución, que regula los derechos y deberes fundamentales referidos a la educación. En concreto, su primer enunciado, que reconoce tanto el derecho a la misma como la libertad de enseñanza, y el tercero, que garantiza el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral de acuerdo con sus convicciones. Como recuerda David Reyero, profesor de Pedagogía de la Universidad Complutense de Madrid, “la enseñanza de la religión es un derecho de los padres; el punto de fricción sigue siendo la confesionalidad del hecho, porque mucha gente que estaría en contra de una asignatura confesional sí estaría a favor de una enseñanza sobre el hecho religioso”.

¿Hasta dónde debe llegar?

En lo que todos los participantes se ponen de acuerdo es en que el hecho religioso es lo suficientemente relevante socialmente como para formar parte del currículum, teniendo en cuenta todo tipo de manifestaciones religiosas. La gran pregunta, no obstante, es la siguiente, tal y como fue planteada por José Moya Otero, profesor de Educación de la Universidad de Las Palmas: “¿Qué respuesta se puede dar a las religiones confesionales en un estado que oficialmente no es confesional”, un problema específico a nuestro país, en opinión de ‘La ideología del esfuerzo’ (Catarata).

Los riesgos que hay en torno a la convivencia llevan a unas prácticas que han desarrollado un modelo multiconfesional

De ahí que Rupérez apueste por una visión comparada del problema con los países de nuestro entorno, lo que él denomina “la Vieja Europa”, entendiendo cómo han abordado el tema de la religión en la escuela. Precisamente, Carlos García de Andoin, ex Coordinador Federal de Cristianos Socialistas, es el autor de ‘Enseñanzas de la religión en Europa’, en el que aborda este tema. Por ejemplo, en Francia la religión se imparte fuera de la escuela, y Reino Unido sí es un Estado confesional por lo que su realidad es muy diferente.

Como recuerda García de Anodain, la difícil cuestión de la educación religiosa en España a lo largo del siglo XX, consiguió articularse en la Transición en “un esfuerzo por todas las partes de pactar, siendo todos perfectamente conscientes que uno de los problemas que había conducido a la Guerra Civil fue la educación”. La realidad social provoca que la práctica trascienda la mera teoría, como ha ocurrido en la integración del islam en nuestro país: “La praxis política y los riesgos que hay en torno a la convivencia y la cohesión social, que son muy importantes en materia de religión, llevan a unas prácticas que, por ejemplo, han desarrollado un modelo multiconfesional con más alumnos estudiando islam en las escuelas”.

Para Jesús Muñoz de Priego, abogado y especialista en Derecho Educativo, el legislativo es tan solo el primero de los fundamentos –“y ni siquiera el más importante”– por lo que, para él, es necesaria una formación religiosa confesional libremente elegible, junto a la atención a la pluralidad social, los fines propios de la educación como “el desarrollo pleno de la personalidad” y, en último lugar, conocer la cultura, tradición, civilización y arte.

¿Qué pasaría si la religión, entendida o bien como cultura o bien como confesión, no formase parte de los currículos escolares y tan solo fuese promovida desde organismos externos? Como recuerda José Moya inspirado por García de Andoin, “qué error tan grande sería sacar a la religión de la cultura escolar y dejar solo en manos de los fundamentalismos la aproximación al hecho religioso”. El profesor advierte que la batalla la pueden estar ganando estos últimos, de ahí que haga falta replantear el lugar de las religiones en los colegios.

¿Hay solución posible?

Nos encontramos en un momento de transición de una realidad educativa a un rediseño de la ley en el que todos los agentes deberán ceder para volver a encontrar un equilibro que, en opinión de Moya Otero, se tuvo en un pasado, y que actualmente se ha perdido. Para el profesor, hay tres claves para solucionar el conflicto: “Respeto al artículo 27 (sin olvidar ninguna parte de él), entender bien el problema y comprender que el derecho de los padres a elegir está limitado por el derecho subjetivo de los alumnos, que es el derecho a la educación”.

Qué error tan grande sería dejar solo en manos de los fundamentalismos la aproximación al hecho religioso

Por su parte, David Reyero recuerda que “la religión para muchas personas juega un papel esencial, y uno de los problemas de la religión es que se ha convertido en una asignatura ‘maría’, por lo que tiene los días contados, como ha pasado con la filosofía”. En opinión del profesor de la Universidad Complutense, la estructura del sistema educativo tiene parte de la culpa en esta situación, ya que sugiere que “el Estado no lo considera importante”. “Hay que integrarlo en el espacio público, no sacarlo por la puerta de atrás, porque forma parte de la vida de muchas personas”, concluye.

A tal respecto, Ruipérez recuerda que muchos padres matriculan a sus hijos en religión confesional durante la Primaria, pero que el porcentaje desciende a medida que estos crecen y maduran. Esto sugiere que las familias entienden la religión como un marco ético, “como un sistema de transferencia de un código de valores que se ha revelado importante”. Se trata, en opinión del expresidente del Consejo Escolar del Estado, de una cuestión de “eficacia”: “La transferencia de un código ético es más fácil desde un marco religioso que desde un marco laico”. La polarización de la sociedad, con el surgimiento de partidos radicales, es otro escollo a la hora de llevar a cabo una discusión calmada sobre este problema.

Carlos García de Andoin tiene una propuesta concreta, que intenta solucionar tanto los problemas de la Educación para la Ciudadanía del gobierno de Zapatero, “muy laica para los religiosos y muy religiosa para los laicos” como los de la LOMCE: “En lugar de elegir entre valores y religión, apostaría por que en los dos primeros cursos de Secundaria hubiese una educación en valores comunes y constitucionales, compartidos por todos, y una opción de religión cultural”, explica. “Pero ambas tendrían que ser obligatorias, de forma que se produjese un conocimiento y un diálogo que permitan corregir las derivas fundamentalistas, el problema ocasionado por colocar la religión fuera de los códigos culturales”.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-04-27/conferencia-episcopal-clase-religion-colegios-debate_1370063/

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