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UNICEF: Más de 250.000 niños de Haití no tienen acceso a educación a un año del terremoto

Más de 250.000 niños de Haití no tienen acceso a educación a un año del terremoto

Puerto Príncipe, 17 ago (Sputnik).- Más de 250.000 niños de Haití no tienen acceso a la educación un año después del terremoto ocurrido en el sur del país que mató a más de 2.200 personas y dejó a 130.000 familias sin hogar, advirtió el miércoles el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) .

«Un año después de que un devastador terremoto de 7,2 grados de magnitud sacudiera el suroeste de Haití, y a tres semanas del inicio de un nuevo año escolar, más de 250.000 niños no tienen acceso a escuelas adecuadas», dijo la entidad en un comunicado.

Unas 1.250 escuelas se destruyeron o dañaron por el temblor, el más catastrófico registrado en el país caribeño desde 2010, y la mayoría de ellas todavía no se reconstruyeron o rehabilitaron, lamentó la organización.

La situación amenaza la continuidad de estudio de miles de infantes que además no reciben los servicios sanitarios adecuados y pierden la oportunidad de desarrollar todo su potencial.

El martes, el ministro de Educación, Nesmy Manigat, anunció que se inaugurarán siete centros educativos en los departamentos afectados por el sismo, y estudian la edificación de otros 15.

El funcionario también precisó que las agencias de la ONU construyeron ocho escuelas y otras cinco serán rehabilitadas gracias a la financiación del Fondo Nacional de Educación.

El terremoto tuvo su epicentro en el departamento Nippes, al suroeste de la capital, y desde el año pasado tuvieron lugar más de 2.300 réplicas.

Unicef señaló que la recuperación en la región se ralentizó por la situación de inseguridad que limitó el paso terrestre desde Puerto Príncipe hacia los departamentos del sur. (Sputnik)

Fuente de la Información: https://www.elpais.cr/2022/08/17/mas-de-250-000-ninos-de-haiti-no-tienen-acceso-a-educacion-a-un-ano-del-terremoto/

 

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Salud docente: precarización y desgaste en las aulas argentinas

Por: Julián Mónaco

Agotamiento psicológico, disfonías, problemas digestivos son algunas de las situaciones que describen quienes trabajan en el sistema educativo nacional. Entre salas de espera, varias horas en distintas escuelas para llegar a un salario digno y peleas eternas con las aseguradoras de riesgos del trabajo, ¿cómo pegan la crisis y la postpandemia en los cuerpos de quienes a diario enseñan en las aulas argentinas?

Natacha da clases en secundarias públicas de la Ciudad de Buenos Aires desde hace diez años. En la actualidad, trabaja 38 horas cátedra semanales, pero llegó a trabajar 42 en cinco escuelas distintas a la vez: un liceo, un normal, un técnico, un CENS y un comercial. “Pasaba 12 horas por día de corrido fuera de mi casa. Creo que eso hace muy mal”, dice. Esta profesora de Historia cuenta que la tarea docente muchas veces le genera estrés y angustia y hace un alto en la jornada para reflexionar en los por qué. Piensa, por ejemplo, si su trabajo tiene una implicación subjetiva mayor a la de otros: “Cuando charlo con amigas que no son docentes, me doy cuenta de que ganan bastante mejor, quizás laburan alguna hora más, pero toman el trabajo como un medio, como una actividad cualquiera. En cambio, la carga emocional y la presión con la que nosotras hacemos nuestra tarea es muy grande”. Natacha cree también que la idea de vocación —que rodea siempre a la labor docente— en ocasiones se transforma en una suerte de auto-explotación encubierta: “A veces me digo a mí misma `bueno, me quedo más horas a la noche para que los pibes entiendan y salga todo bien`. Y quizás lo que los pibes necesitan para aprender mejor son otras condiciones de existencia”.

¿Cómo impactan en la salud física y emocional de las y los docentes la sobrecarga laboral y la multiplicidad y variedad de demandas que llegan a las aulas en un contexto de crisis económica y social? ¿Qué riesgos conlleva hoy la tarea de enseñar? ¿La pospandemia trajo nuevos malestares? ¿Por qué dentro de los sindicatos los espacios dedicados a estas temáticas ganan importancia? ¿Cuáles son sus principales batallas?

En octubre de 2018, CTERA publicó los resultados de una Encuesta Nacional de Salud y Condiciones Laborales para la que fueron consultados 2.283 docentes de 14 provincias: en ella, el 87% de las y los profesores y maestros señalaba que, en los últimos doce meses, había padecido patologías como el estrés y la disfonía; el 68%, problemas osteoarticulomusculares; el 48%, problemas digestivos y el 42%, dificultades respiratorias.

Mientras Natacha viaja —en subte y colectivo— de una escuela a otra, también lo hace Estela: “Mis complicaciones tienen que ver con lo anímico, con lo emocional”, dice. Profesora de Comunicación en cuatro escuelas porteñas —tres técnicas y una media—, cuenta que se siente estresada “sobre todo en algunas fechas puntuales, como las de cierre de notas, en las que se acumulan muchas demandas desde distintos espacios dentro de una misma escuela. Y eso a mí se me multiplica por cuatro”. Estela menciona también malestares físicos vinculados a la infraestructura escolar, como los dolores de cabeza que le genera el pasar muchas horas en aulas con calefacción que no están bien ventiladas: “A veces tengo que tomar un paracetamol porque el dolor ya es insostenible. Y también pesan las largas jornadas que enfrento porque tengo la necesidad económica de llegar a fin de mes. Y aún así, en estos últimos meses, me pasa que llego muy justa y que a veces tengo que pedir ayuda”, dice Estela, que acumula 53 horas cátedra semanales.

La docente marca también que, en la pospandemia, se le agregaron nuevas tareas: “Se nos sumó un trabajo extra que antes teníamos pero que no realizábamos a través de espacios digitales. Hoy todes les profesores tenemos un Google Classroom para cada una de las asignaturas. Incluso, si damos la misma asignatura en varios cursos, tenemos un Classroom por cada uno”. Finalmente, dice que en las escuelas en las que trabaja, las y los docentes no tienen un espacio específico para intercambiar sobre su salud: “Lo hacemos en los momentos que podemos encontrar. En los pasillos, en los recreos, en la sala de profesores. Es de manera informal y funciona como un desahogo. No para pensar en soluciones. Y esto en parte es así porque últimamente los Espacios de Mejora Institucional están sobrecargados de información, de normativas nuevas”.

En el relato de Paula, que trabaja en dos escuelas medias de la Ciudad de Buenos Aires, la multiplicación de reformas aparece asociada a la presión que genera el tener que traducirlas —una y otra y otra vez— con el propio cuerpo: “La supervisora llegó a la sala de profesores y simplemente descargó sobre nosotras una cantidad innumerable de nuevas tareas. Las leyó desde la computadora, como si fuese una máquina. Nunca nos preguntó nada. Quizás le daba vergüenza mirarnos porque la distancia entre lo que ella leía y lo que nos toca enfrentar acá todos los días era enorme. Nos fuimos muy angustiadas, pensando en cómo íbamos a hacer para poder cumplir con todo. Pero lo más feo es que, al otro día, charlando con una compañera, nos dimos cuenta de que a la noche las dos habíamos tomado pastillas para poder dormir. Creo que nos angustiamos un poco más”.

En una nueva encuesta nacional realizada por CTERA ya en julio de 2020, el 39% de las y los trabajadores de la educación indicó que el salario que percibe es el único ingreso en su casa. Aunque si se agrega a aquellas y aquellos que señalaron que se trata del ingreso principal, el porcentaje total de las y los docentes sostén de hogar asciende al 73%. Sin embargo, en un contexto de deterioro generalizado de los salarios frente a la inflación, es probable que, por ejemplo, el porcentaje de docentes del nivel secundario que trabajan en tres o más escuelas (que en ese momento ascendía al 41%) esté creciendo, al igual que el porcentaje de las y los que enseñan en 8 o más cursos a la vez (50% a mediados de 2020).

En este sentido, Noemí Tejeda, secretaria de Salud Laboral de esta entidad gremial, afirma: “Algunas de las causas principales por las que aparecen problemas como el cansancio, el agotamiento e incluso distintos tipos de fobias son la sobrecarga laboral y la multiplicidad de tareas. Para llegar a fin de mes, las compañeras y los compañeros están tomando cada vez más horas de clase: más horas cátedra en el secundario o un doble cargo si están en primaria”. Y, al igual que Natasha, recupera también la dimensión subjetiva: “En cualquier sector el trabajador y la trabajadora deben sentirse realizados con lo que hacen, deben sentirse completos. Pero en el sector docente siempre se señala lo que falta”.

Un quiebre en la voz

Hasta el 2015, Fabiana daba clases de inglés en escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires y también de la Provincia. Algún tiempo antes de ese año había comenzado a notar problemas en su voz: a lo largo de las clases, ésta se entrecortaba y algunos sonidos se perdían en el aire. Realizó consultas y, finalmente, le diagnosticaron nódulos en sus cuerdas vocales. “Empecé con tratamientos particulares, pero no resultaron fructíferos”, dice. Debió tomar una licencia y hacer la denuncia en la ART: “Estuve en tratamiento fonoaudiológico y con controles otorrinológicos mensuales bajo la órbita de Provincia ART durante un año. Cumplido ese plazo, la empresa dio por finalizado el tratamiento y una junta médica, al ver que el cuadro mejoraba pero los nódulos persistían, decidió que tenía que cambiar de tareas. Con un dictamen médico, me recalificaron: ya no podía hacer uso profesional de la voz. En 2015 tuve que salir de las aulas y asumir tareas administrativas. La ART me indemnizó por los daños y comencé una nueva etapa”.

La docente, que había comenzado a ejercer su carrera soñada a los 19 años, vuelve sobre su propia historia y reconstruye algunas de las condiciones objetivas que acabaron por truncarla, como la excesiva carga horaria y las condiciones de trabajo cotidianas: “La cantidad de niñas y niños que atendemos, escuchamos y contenemos; las aulas no acustizadas, los ruidos exteriores; las horas no remuneradas que dedicamos en nombre de la vocación. En fin, un sin números de condiciones que erosionan nuestra tarea”. Finalmente, Fabiana señala también que el sistema de salud laboral no está enfocado en la prevención, sino todo lo contrario: “En toda mi carrera, desde que la inicié en 1990, nunca tuve un solo control de salud de parte de mis empleadores. Presenté el apto médico cuando ingresé a ambas jurisdicciones y eso —increíblemente— fue todo”.

En 1996 se publicó en el Boletín Oficial el Listado de Enfermedades Profesionales previsto por la Ley de Riesgos del Trabajo, sancionada el año anterior junto, por ejemplo, a la de Flexibilización Laboral. En el caso de las y los docentes (y no de las y los auxiliares), el listado reconoce como enfermedades asociadas a su actividad profesional la disfonía y la hepatitis A (para las y los maestros de escuelas primarias). Más adelante, en 2003, se incorporaron al listado la fiebre hemorrágica con síndrome renal y el síndrome pulmonar que produce el hantavirus (para las y los maestros rurales) y, ya en 2014, las várices bilaterales y las hernias.

“Somos profesionales de la voz”, dice la secretaria de salud laboral de SUTEBA, Marisa Barromeres y amplía: “Sin embargo, la ley entiende a las disfonías de una manera muy limitada. Por eso desde que apareció esta normativa nos dedicamos a estudiarla y a investigar en el territorio para enfrentar estas visiones restringidas y poder acompañar a las y los compañeros en sus denuncias. Por ejemplo, hace tiempo comprobamos que, antes de los nódulos, puede haber hiatus y esbozo nodular y trabajamos para que las ART reconozcan estas enfermedades que durante mucho tiempo habían sido rechazadas. De hecho, todavía ocurre que tenemos rechazos”. Barromeres señala también que es necesario trabajar en materia preventiva: por ejemplo, incorporando en la formación de las y los docentes herramientas que les permitan construir una “voz pedagógica”.

La referenta de SUTEBA —gremio que actualmente cuenta con alrededor de 100 mil afiliadas y afiliados y un dispositivo institucional que incluye 17 centros de salud y la participación en comités mixtos de seguridad y salud en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires— señala también que “los factores psicosociales no están reconocidos en la ley. Si alguien denuncia alguna situación de este tipo, la ART se la rechaza. En definitiva, para la ART existimos de la garganta para abajo”.

El costo después del aspo

De acuerdo a Tejeda, una de las singularidades del trabajo docente es que las y los educadores están inmersos en sus propias problemáticas socioeconómicas y, al mismo tiempo, en las de las y los estudiantes y sus familias. “La tensión social repercute fuertemente en la escuela. A medida que se profundiza la desigualdad, se agrega una mayor complejidad al trabajo docente”, dice. La gremialista  de CTERA señala también que, aunque la sociedad en general ha ido avanzando en una nueva agenda de derechos (vinculados, por ejemplo, a la inclusión y a las cuestiones de género), es en la escuela en donde buena parte de esas demandas son concretamente registradas. “Sin embargo, muchas veces no se cuenta con los recursos necesarios como para dar una respuesta efectiva. Hay dispositivos, hay protocolos, pero no alcanza. Y esa situación genera una gran impotencia que también es fuente de estrés laboral”.

Nadia cuenta que el retorno a la presencialidad les está costando mucho tanto a docentes como a estudiantes: “Pienso en la intolerancia, en la poca paciencia. Tenemos que aprender a vincularnos otra vez”. Esta profesora de Inglés, que trabaja mañana, tarde y noche en una escuela media del Bajo Flores, subraya el “esfuerzo doble” que demanda formar estudiantes que pasaron del Nivel Primario al Secundario en medio de las medidas de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, pero también el tener que volver a construir equipos de trabajo en la sala de profesores, ya sin pantallas de por medio. Todo ese esfuerzo, cuenta, repercute en su salud: “Cuando estábamos en la pandemia tenía un estrés y un cansancio mental tales que pensaba ´por favor que termine esto porque estallo´, pero la vuelta a la escuela fue bastante similar. Desde que retomamos la presencialidad vivo disfónica: cada quince días pierdo la voz”.

En el barrio de Flores, a media hora de colectivo de la escuela de Nadia, trabaja Natalia: “No pude dormir en todo el fin de semana pensando en si el lunes iba a encontrarme con mi alumna sana y salva”, dice esta docente de séptimo grado. Cuando piensa en los malestares que implica el ejercicio de su profesión, reconstruye un viernes especialmente agotador (pero, a la vez, “común y corriente”) en el que se encadenaron situaciones cargadas de tensión frente a las que le tocó dar respuestas muy rápidas y muy precisas: una niña se cortó el antebrazo con el filo del sacapuntas —“me dijo que lo hizo porque estaba triste y sola”, relata Natalia—, otra le contó una escena de violencia en su casa, otras dos le reclamaron porque un compañero las había llamado “putas”. “Hoy lunes vuelvo a la escuela como si fuera una persona normal que durmió. Pero no”, dice Natalia. Ya al final de la tarde, regresa a su casa y se encuentra con una ola viral de comentarios en las redes sociales suscitados por los resultados de las pruebas Aprender: “Que no somos idóneos, que somos fracasados”. Para no contagiarse ella también, decide no leer ni escuchar más nada.

“La escuela es la caja de resonancia de todos los conflictos sociales”, dice Barromeres y agrega: “Hay chicas y chicos que hicieron el primer y el segundo año del secundario en la virtualidad y, cuando llegaron a la escuela, se encontraron con más de diez profesores, con un edificio nuevo, sin saber muy bien cómo moverse ni cómo relacionarse y, sumado a eso, toda una carga familiar muy densa”.

En la escuela del Bajo Flores en la que da clases de inglés, Nadia —que tiene una carga horaria semanal de 60 horas reloj— también colabora en el Área de Comunicación del ciclo básico y es tutora y coordinadora de tutores. Pero, además, es referenta de estudiantes madres y padres así como de estudiantes embarazadas. En su relato, al igual que en el de Natalia, aparece una y otra vez un aspecto del trabajo docente vinculado a la contención y a la construcción de lazos comunitarios que requiere mucho esfuerzo e imaginación y que impacta fuertemente en el cuerpo de quienes lo realizan. “Estamos teniendo muchos problemas de convivencia”, dice Nadia y relata: “Todo el tiempo tenemos que estar apagando incendios: peleas entre estudiantes, peleas que comienzan en las redes y continúan en la escuela, peleas entre familias del barrio. Al mismo tiempo, me voy enterando de muchas situaciones densas de chicas abusadas, maltratadas. Una va cargando con todo eso porque es muy difícil correrse: son pibes y pibas que vemos todos los días, que conocemos desde muy chiquitos. Creo que a veces no tomamos dimensión de hasta dónde nos afecta”.

Hace poco, uno de esos episodios —que derivó en un conflicto entre una mamá y las autoridades de la escuela— la terminó bloqueando: “Me quedé parada en la puerta de la sala de profesores y no me podía mover. Me largué a llorar, temblaba, era una angustia que no me dejaba hablar. Encima era un viernes y los viernes trabajo de corrido desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, con un par de horas en el medio en las que voy a buscar a mi hija a la escuela”. Al igual que sus colegas, Nadia también hace hincapié en el deterioro de los salarios: “Como el sueldo alcanza cada vez menos, trabajás más horas y entonces tenés menos tiempo para planificar, para vivir, para estar en tu casa, para pasar tiempo con tu familia”. Finalmente, rescata el trabajo diario junto a sus compañeros y compañeras: “Me siento orgullosa de formar parte de un grupo de docentes que tenemos mucha empatía hacia lo injusto y eso me ayuda todos los días”.

Fuente de la información e imagen:  https://revistacrisis.com.ar

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Cambios en la SEP: El camino minado hacia los senderos de ninguna parte

Por: Miguel Ángel Pérez

Aún tengo presente uno de los anti-poemas de Efraín Huerta, “de seguro que voy por el camino que me lleva a la ninguna parte” Esto pasa actualmente en la SEP, pero que más que eso; lo peor que le pudiera pasar al actual gobierno es caer e incurrir en los mismos errores de los gobiernos anteriores a los que de pasada tanto han criticado, y como dice otro corrido están cayendo en los mismos errores.

Las aspiraciones políticas del actual grupo en el poder y de sus personas se han colocado por encima del proyecto educativo, las aspiraciones más nobles de la nación (que se supone están en la educación) han pasado a un segundo o a un tercer plano.

El pragmatismo de la maestra Delfina Gómez y de su jefe político para el próximo año, el objetivo de ganar (como sea) el EDOMEX el experimento previo a las elecciones del 2024, ello posiciona a la maestra Delfina, pero han coloca en una posición de vulnerabilidad la actual iniciativa de reforma en el diseño del marco curricular 2022.

A partir de una racionalidad sensata y mesurada uno pudiera pedir, que no se vaya nadie la educación es la prioridad número uno. Pero no es así, sus prioridades están colocadas bajo otra lógica y pensadas también para estar en otro lugar.

En estos momentos la educación pública de nuestro país en todas las fases y niveles y modalidades educativas es un laberinto cargado de experimentos. La educación básica con el Marco Curricular 2022, la educación media y superior con las invocaciones de las nuevas leyes y regulación legislativa la cual no termina de clarificar sus disposiciones institucionales.

De esta manera, ante los ojos de la sociedad siempre atenta y siempre inquisitiva, aparecen formas de improvisación en el manejo de los recursos y los procedimientos para tomar decisiones, podríamos afirmar que en este momento no existe una política pública clara que le dé sentido a las acciones, existe sí un cúmulo de buenas voluntades, de iniciativas ideológicas como nunca antes se había orientado y de un manejo no muy coherente en la administración educativa, debido a muchas personas y muchos talentos involucrados.

Lo que, sí se ve, es la improvisación, la ocurrencia un fuerte sello de sentido común, al hacer las cosas, desde el calendario escolar, la puesta en marcha del Plan 2022 que se desprende del marco curricular, la reforma en las Escuelas Normales, ¿de qué se trata? De seguir jugando al experimento pedagógico.

Me parece que la educación no es (o no debería ser) un juguete sexual que sirve para entretener al grupo en el poder. Es lamentable reeditar los vicios de administraciones anteriores, es lamentable reeditar un debate que consideramos superado, y que nos lleva a “los confines de ninguna parte”.

En dónde estamos parados hoy en día, de nuevo regresamos al punto cero de la iniciativa ¿en dónde estamos parados y hacia dónde queremos dirigirnos?  Es ahí en donde se terminan las respuestas.

Los próximos días se anunciarán cambios en la estructura de la SEP y llegará una nueva o un nuevo titular de la dependencia, el cual se hará cargo de asumir el compromiso de atender los últimos dos años del proyecto educativo de la 4 T.

Así de riesgoso y de lamentable, dos años para modificar una obra del presente hacia el futuro, es poco tiempo aún con lo mejor de los talentos, ¿o será que comienzan a prepararse para entregar el poder político y también sacrificar el proyecto educativo?

Personajes que no saben mucho de educación pero que sí tienen un alto nivel de sentido común dicen que el compromiso educativo debería de estar blindado y que trascender los sexenios y la política grillera que aparece sexenalmente y que se consume y nos consume

Vienen cambios de personajes, pero ¿qué es lo que cambiará verdaderamente en la educación pública de nuestro país?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/cambios-en-la-sep-el-camino-minado-hacia-los-senderos-de-ninguna-parte/

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Leer y escribir

Por: Elisabeth De Puig 

Nadie quiere seguir oyendo que todo está bien cuando las evidencias hablan por sí solas.

Estamos de regocijo porque en el Ministerio de Educación soplan nuevos aires. Sencillamente, se está diciendo que los niños y niñas deben aprender a leer y escribir.

Esta afirmación tan evidente, enunciada de manera tan simple, no deja de constituir una revolución en el mundo educativo dominicano. Con ella se vuelve a lo sencillo, a lo básico, a lo imprescindible, a las bases de la enseñanza; o sea, a la lecto-escritura y las matemáticas, tradicionalmente pisoteadas en la República Dominicana, y que recibieron tantas embestidas en los dos años de pandemia y post pandemia.

Y es que sin bases sólidas no hay posibilidad de desarrollar entes pensantes, capaces de usar la tecnología para bien y transformarse en buenos ciudadanos. “Mejor es tener una cabeza bien hecha que una cabeza a bien llena”, decía el filósofo Michel de Montaigne. Una vez creada la zapata se pueden agregar la educación ambiental, cívica, tecnológica y la enseñanza de los idiomas.

Los niños y niñas de muchas de nuestras escuelas públicas y centros privados de sectores vulnerables arrastran problemas por generaciones, sin disponer de las bases fundamentales de cualquier proceso de aprendizaje, que es poder leer y comprender lo que se lee.

Está claro que algo no ha funcionado en nuestro sistema público de enseñanza, al igual que en muchos otros sistemas educativos, lo que no es tampoco un fenómeno nuevo.

Los de mi generación aprendieron a leer con el método silábico y no con el global, y aún menos con el modelo virtual. El método silábico hizo sus pruebas alrededor del mundo y ha producido millones de lectores empoderados. Este método, desplazado por el método global, ha sido revalorizado por los últimos avances de las neurociencias.

Sin embargo, más allá del método para aprender realmente a leer y escribir hay que dar un sentido al aprendizaje para que niños, niñas y familias entiendan para qué sirven la lectura, los libros, las matemáticas y, también, cuál es hoy en día el papel de la tecnología.

Tenemos un pasivo acumulado catastrófico para nuestros niños, niñas y adolescentes, para nuestra economía, para el país. Los pobres resultados de desempeño de niños y niñas repercuten luego en el mercado laboral al punto que, según el Boletín de Competitividad Sectorial 2021, el 48.8 % de los trabajadores tiene un nivel educativo por debajo del necesario para el puesto.

Mientras más objetivos seamos evaluando el momento crítico por el que atraviesa la escuela dominicana más estaremos en capacidad de enfrentar sus tremendos desafíos.

Al ministro que por favor siga tal como ha empezado, que no nos duerma con cantos de sirena, que hable de los tropiezos, de las piedras en el camino y de los éxitos cuando le toque, que sea transparente. Nadie quiere seguir oyendo que todo está bien cuando las evidencias hablan por sí solas.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/leer-y-escribir-9094598.html

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Así se aprietan el cinturón las familias para hacer frente a una vuelta al cole marcada por la inflación

Por: Laura Peraita

Dos de cada 10 niños dejarán de ir a actividades extraescolares.

Agosto va agotando sus días y aunque muchas personas tratan de no pensar en el regreso a la rutina propia del mes de septiembre, basta con entrar a un centro comercial para que nos recuerde que la vuelta al cole ya está muy próxima. Uniformes, mochilas, libros, cuadernos, material escolar… ocupan ya las estanterías de muchos lineales.

Según apunta a ABC Fernando Forte, director de Comunicación de Appinio, la plataforma global de investigación de mercados, este año el regreso a las aulas «va a ser muy distinto para las familias porque tendrán que asumir una inflación de más del 10%, lo que supone un fuerte impacto en sus economías».

Precisamente, para conocer cómo van a afrontar las familias esta vuelta al cole, desde esta plataforma han realizado una encuesta que deja datos muy significativos. «En primer lugar, queda patente la gran preocupación de los padres que, aunque en años anteriores siempre consideran que el desembolso escolar es elevado, reconocen que este año deberán gastarse más por el aumento de precios —precisa Forte—. Concretamente, el 60% de los progenitores teme que deberá invertir más dinero que en años anteriores, lo que supone una gran preocupación».

De hecho, las categorías en las que creen que notarán más el gasto extra debido a la inflación serán: el combustible, para el desplazamiento de sus hijos hasta el colegio (36%); seguido por los libros (27%) y el material escolar (26%).

Por todo ello toca apretarse el cinturón y las familias, según este informe, lo harán de la siguiente manera: más de la mitad de padres y madres (53%) prescindirán de caprichos y gastos personales para poder acceder a todo lo que demanda la vuelta al cole de sus hijos.

Además, el 47% de los encuestados afirma que hará uso de promociones y descuentos especiales. Otra de las medidas más aplicadas para reducir el gasto será la reutilización del material escolar: casi 5 de cada 10 afirma que lo hará para ahorrarse el dinero que supone renovar todo el material.

También optarán por hacer uso de ayudas regionales (32%), comprar material de segunda mano (31%) o pedirlo prestado (17%). Además, Fernando Forte indica que la subida de precios va a provocar cambios en las rutinas habituales de las familias. «Resulta muy llamativo que 2 de cada 10 niños dejarán de ir a actividades extraescolares con el fin de ahorrar el gasto extra que suponen. Por un lado, las familias se evitan el gasto de la actividad y, por otro, el coste de la gasolina en los casos en que es necesario un desplazamiento para que los niños puedan asistir a estas sesiones. El problema añadiso —puntualiza— es que muchos padres recurren a las extraescolares para poder conciliar la vida familias con sus empleos».

Otro de los cambios de rutina que va producir el alza de precios se centra en la comida. Casi el 80% de los niños se llevarán el almuerzo del recreo de casa en lugar de comprarlo en algún establecimiento o en el propio centro, lo que supone una evidente medida de ahorro. «Esto también afecta a aquellos niños a los que les toca comer en el colegio puesto que a pesar de que la mayoría de ellos lo hacen en el comedor escolar, el 14% se llevará una fiambrera de casa».

El informe también destaca que la preocupación de los padres es tan grande que alrededor del 25% de las familias cuyos hijos acuden a un centro educativo concertado o privado se han planteado cambiarlos este año a un centro público debido al evidente aumento de precios.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/aprietan-cinturon-familias-frente-vuelta-cole-marcada-20220818125446-nt.html

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Por Andalucía rechaza la creación de la nueva Dirección General de Educación Concertada, que achaca a “las políticas de privatización educativa” de Moreno Bonilla

Por: Tercera Información

  • La formación respalda la movilización en defensa de la educación pública prevista el próximo 1 de septiembre.

La parlamentaria de Por Andalucía por la provincia de Granada, Alejandra Durán, ha mostrado esta mañana su rechazo a la creación de la nueva Dirección General de Educación Concertada, que ha achacado a “las políticas de privatización educativa” de Moreno Bonilla, y ha trasladado el respaldo de su grupo parlamentario a la movilización en defensa de la educación pública prevista el próximo 1 de septiembre frente al Parlamento de Andalucía.

Así, Durán ha afeado que el pasado jueves, el mismo día que se registraba la entrega de más de 52.000 firmas en Cámara autonómica en apoyo a una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que reclama una bajada de ratios en los centros escolares andaluces, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) diera a conocer que el Gobierno de Moreno Bonilla financiará con dinero público una nueva Dirección General de Enseñanza Concertada.

Reproductor de audio

“A tan solo un mes del inicio del curso escolar nos enteramos de que, lejos de atender las reivindicaciones que la comunidad educativa, la intención de Moreno Bonilla es dar continuidad a su plan de privatización de la educación pública financiando con dinero público y fondos europeos una Dirección General dedicada a impulsar y fortalecer los espacios de educación privada en Andalucía”, ha criticado la parlamentaria.

En este sentido, Durán ha señalado que “este tipo de acciones, unidas a que durante la última legislatura se cerraron en Andalucía más de 1100 aulas públicas mientras se favorecía a la concertada con importantes cantidades de dinero público, han provocado la “alarma” de la comunidad educativa y de su propia formación ante lo que consideran “el inicio de un cambio en el modelo educativo andaluz que pretende dejar escorados en segundo plano a los centros públicos”.

“El Partido Popular no puede usar la institución para crear un espacio de fortalecimiento de la educación privada cuando la escuela pública tiene carencias tan básicas como las elevadas ratios, la falta de personal educativo, PTIS y orientadores o la climatización de las aulas, que están mermando significativamente la calidad de la educación que reciben nuestros alumnos”, ha zanjado.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/18/08/2022/por-andalucia-rechaza-la-creacion-de-la-nueva-direccion-general-de-educacion-concertada-que-achaca-a-las-politicas-de-privatizacion-educativa-de-moreno-bonilla/

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La “insoportable levedad” de la política

Por: Carolina Vásquez Araya

Las alturas tienen como característica una acentuada falta de oxígeno.

El mundo está patas arriba. No solo como producto de los eventos provocados por el cambio climático o la absurda e irresponsable manera de destruir lo que ha sido puesto a nuestro cuidado. Simplemente, por la pérdida de sensatez de la abrumadora mayoría de gobernantes, políticos y empresarios cuyo único objetivo en la vida es acumular poder, riqueza y capacidad de maniobra para hacer de otras naciones un cobijo para sus actos de corrupción. Cuando señalamos a los títeres de nuestros países en decadencia, no debemos olvidar quienes jalan de los hilos. Como consecuencia de esta miopía se pierden valiosas oportunidades para reforzar los valores humanos y aquellos de las utópicas democracias.

Los aires de las alturas ocasionan pérdida del sentido de la realidad, alucinaciones, sensación de invulnerabilidad y un desapego absoluto hacia la consecuencia de las acciones. Este síndrome lo conocen bien los políticos, los multimillonarios y, por supuesto, los montañistas -aunque estos últimos recuperan el sentido común en cuanto bajan de las cimas- y sus efectos tienen impacto sobre decisiones capaces de cambiar el rumbo de la Historia. Eso sucede con tal abundancia en los círculos elevados del poder que, cuando algunos de esos potentados actúan con inteligencia, parecen héroes de leyenda.

Los miserables gobernantes del triángulo norte de Centroamérica, sumada Nicaragua, son por el momento y para el resto de los latinoamericanos, un ejemplo penoso de esa pérdida de capacidad humana. No solo se han apoderado de todas las instancias creadas para proteger los valores democráticos y las leyes; también se han transformado en déspotas con ínfulas de poseer el poder absoluto para garantizarse la impunidad por sus crímenes de lesa humanidad, por sus delitos económicos, por su evidente incapacidad y, de paso, para crear una valla infranqueable contra los esfuerzos por contener la corrupción.

Aunque este sea el ejemplo local de mala gestión y perversas intenciones, también en los demás continentes las ambiciones por el poder compiten por los primeros lugares en sus afanes por conseguir el control geopolítico del planeta, no importando cuántas vidas inocentes se aniquilen al paso de sus tropas, sus misiles y sus negociaciones indecentes por mantener el control económico. Para ello se crean instituciones de alto nivel mundial como instrumentos de coerción, cuya naturaleza escapa a cualquier tipo de control, incluidos los abundantes tratados y convenciones suscritos para defender los derechos humanos y de la naturaleza.

Quizás por este ambiente de caos, cuyas incidencias acaparan la atención de enormes conglomerados empresariales a los cuales pertenecen las mayores entidades de prensa del mundo, los minúsculos ciudadanos -quienes poblamos los países menos desarrollados- jamás tendremos la visión exacta de cómo funcionan las políticas globales y tampoco por qué ninguna potencia se interesa por nuestro insignificante destino.

Los discursos sobre libertad y democracia mueren de muerte natural en cuanto rozan nuestras fronteras y se convierten en palabras vacías ante las provocaciones de los gobernantes más corruptos del orbe. El único mecanismo de protección está, por lo tanto, en manos de pueblos hambrientos, condenados a la ignorancia y sometidos al abuso constante de sus gobiernos; y son estos, también, quienes reciben los golpes más duros del sistema que nos rige.

El control absoluto del poder es capaz de destruir todo el andamiaje legal que nos protege.

Fuente de la información e imagen: www.carolinavasquezaraya.com

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