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¿Cómo puede ser 8 igual a 50?

Francisco Javier Lozano Díaz

Tratando de dar respuesta a la pregunta del titular, ¿Cómo puede ser 8 igual a 50?, nos surgen otras tantas preguntas más: ¿Qué son 8?¿Qué son 50?¿Cómo se pueden comparar? Y llegados a este punto, comenzamos a encontrar algunas respuestas. Por ejemplo, cincuenta por ciento de la población con menos recursos monetarios del mundo posee una cantidad similar a la suma de los recursos monetarios de las 8 personas (todas hombres) más sobresalientes en acumulación de dinero. Y sí, 8 es igual a 50, pues ambos montos de riqueza son iguales aunque el reparto per capita dista mucho de la igualdad.  Sólo 8 seres humanos aglutinan ya la misma riqueza que 3.600 millones de personas.

Así se publica en el último informe Una economía para el 99%* de Enero de 2017 por Intermón Oxfam. En este informe se rescatan varias premisas falsas en las que se sustenta este sistema social. Todas ellas hacen referencia al mundo de la economía, donde se considera que los mercados son neutros o los recursos ilimitados. Así no es, la crisis actual que comenzó con la quiebra de Lehman Brothers y su efecto en los mercados a nivel mundial es financiera, donde las realidades no son tangibles y los intereses deshonestos e inhumanos.

En este escenario, la propuesta de la institución que firma el documento pasa por desarrollar una economía más humana, donde el gobierno trabaje para el 99% de la población desde las energías renovables, dando valor a lo verdaderamente importante y cooperando entre estados (entre otras premisas medidas).

Pero, ¿qué papel juega la educación?

Como herramienta de socialización de las generaciones futuras, el papel de la educación es crucial en la mejora de la calidad de vida en las regiones. Un punto de partida es tomar decisiones en política pública educativa que incidan en una construcción social del mundo distinta, pero no es suficiente.

Por ello, reformular la política educativa no deja de ser crucial, a pesar que la reforma aún está en proceso de consolidación. Todo hace sospechar que los presupuestos siguen la lógica de un estado del bienestar disminuyente, donde la desigualdad se pronuncia más y más. Entender que la educación es parte de la solución y también es actualmente parte de la causa de un mundo propicio para el 1%.

* Ver informe completo o resumen: https://goo.gl/CUU89M

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/como-puede-ser-8-igual-a-50/

Fuente de la imagen:www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/02/oxfam_1-300×206.jp

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No hay nativos, sino Zombis digitales

12 Febrero 2017/Fuente: Larazon/Autor: JUAN SCALITER

Una reciente encuesta, realizada por Opinion Matters y Kaspersky Lab preguntó a más de mil niños europeos de entre 10 y 15 años sobre sus costumbres en la red. El resultado es, como mínimo, preocupante: el 78% de jóvenes españoles admiten tener miedo cuando están conectados, principalmente debido al acoso de adultos.

La investigación no hace más que confirmar la tesis del libro presentado ayer en Madrid: «Los nativos digitales no existen». El texto es una enciclopedia en su término original: un círculo de la instrucción, una mesa redonda para la educación. Coordinado por Javier Pedreira, alias «Wicho» (uno de los «padres» del blog de ciencia y tecnología «Microsiervos») y por la periodista Susana Lluna, cuenta con la colaboración de Nuria Oliver (doctora por el MIT y experta en inteligencia artificial), la pedagoga Anna Blázquez o Andy Stalman, también conocido como Mr. Branding, una de las mayores autoridades en el mundo de la publicidad, entre otros.

A lo largo de casi 300 páginas el libro explica claramente la falaz idea de que los nacidos a partir de 1990 no son nativos digitales, sino que, al igual que los mayores, son inmigrantes y deben aprender ciertas normas para no naufragar mientras navegan. O corren el riesgo de hundirse.

«Si a los adolescentes – explica Pedreira en conversación telefónica– se les saca del chat y las redes sociales, no son capaces de hacer una búsqueda avanzada en Google, no son capaces de discriminar criterios en YouTube, tienen carencias en cuanto a seguridad. Por eso decimos que no son nativos, necesitan tanta instrucción como nosotros. Para ellos la tecnología forma parte de su vida, pero eso no quiere decir que no necesiten formación».

El libro, responde con claridad a las dudas de los que nacimos antes que Internet y tenemos hijos más jóvenes que Google: ¿Qué consecuencias legales puede tener la actividad de mis hijos en las redes sociales?, ¿cuánto saben, de verdad, sobre Internet? o si sirven de algo los controles parentales.

«Se les está dejando solos ante algo que no controlan, añade Pedreira. El problema de los jóvenes es que no han adquirido una serie de competencias que, cuando vayan a buscar trabajo, se les van a exigir. Igual que los idiomas. Si un universitario va a su primera entrevista y no sabe usar herramientas como compartir archivos, por ejemplo Google Docs, fallará. Ésas son las nuevas habilidades que les van a demandar. Otra cosa que no suelen tener en cuenta es la huella digital que dejan: cuando el jefe de Recursos Humanos de una empresa los busque en la red, puede encontrar algo que ellos no querrían que se vea a la hora de encontrar un trabajo».

Otro objetivo del libro es despertar nuestra conciencia respecto a la importancia de enseñar valores. Un ejemplo es el acoso, algo que si bien ocurre en Internet, es mucho más frecuente en la calle. Del mismo modo que los padres intentan inculcar valores en su vida diaria, también es necesario hacerlo en su vida digital: qué información no deberían publicar, cuáles son los delitos que pueden cometer, cómo detectar comportamientos extraños, sobre todo de desconocidos. «Se trata de darles una serie de herramientas – confirma Pedreira – para que saquen el mayor partido posible de la tecnología de cara al futuro. Y eso es algo en lo que la educación también debería participar».

Los nativos digitales no existen, es una realidad, no un título. Los jóvenes no saben ubicarse más allá de la pequeña superficie que han comenzado a rascar, pero a la hora de sacar provecho de todo el potencial, tanto de internet como de la informática, son apenas recién llegados que precisan nuestro consejo y guía. Mientras ellos deben aprender a usar las herramientas, nosotros, como padres, tenemos la misión de aprender a acompañarlos. Los hemos lanzado a la piscina esperando que naden y rara vez nos mojamos con ellos. Ya va siendo hora de tirarse de cabeza.

Centro de seguridad

Coincidiendo con la presentación de «Los nativos digitales no existen», ayer también comenzó a funcionar el Centro de Seguridad en Internet para el Menor, una iniciativa dependiente del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital y del Ministerio de Interior creada en el seno del Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe).

Su objetivo es proteger al colectivo más vulnerable en la red y crear una vigilancia específica contra los ataques dirigidos desde Internet a la infancia y a la adolescencia.

A través de su página web (www.is4kids.es) contará con psicólogos, pedagogos y expertos en ciberseguridad con los que se podrá hablar directamente por teléfono.

El sitio estará conectado con Policía Nacional y Guardia Civil para facilitar la denuncia de actividades delictivas y contenidos abusivos que afecten a los menores en la red.

Este centro se une a otros similares en todos los estados miembros de la Unión Europea y también en Islandia, Rusia, Serbia y Noruega. Sin duda se trata de un centro necesario para proteger a los menores, pero no es un salvavidas que nos exime como padres, de navegar con ellos. O al menos enseñarles.

Fuente de la noticia: http://www.larazon.es/tecnologia/no-hay-nativos-sino-zombis-digitales-LG14472854

Fuente de la imagen:

http://www.larazon.es/documents/10165/0/498×226/0c0/0d0/none/10810/FJBV/image_content_6066548_20170207232117.jp

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Mostrar la indignación

Jurjo Torres Santomé

La globalización y la glocalización en el mundo actual, aprender a convivir con los otros, las minorías como problemas político, el enorme crecimiento de la información, el consumismo y los diferentes tipos de consumidores, las crecientes y nuevas desigualdades, la desvalorización de muchos trabajos, la cultura de casino, la revolución permanente y cultural, las nuevas formas de protesta de quienes se etiquetan de indignados, etc. son temáticas que presentan nuevas claves con las que valorar el significado de lo que es o debe ser una persona educada y, por tanto, la función de los sistemas educativos en el momento presente.

Es ahora cuando empezamos a caer en la cuenta del sentido de un mundo capitalista que está viviendo de los grandes logros de las revoluciones tecnológicas y científicas que posibilitan poner en el mercado, día tras día, más productos para consumir, al tiempo que una inmoral cultura financiera fuerza al consumo, ofreciendo todo tipo de tarjetas de crédito a un consumidor ávido, que está siendo drogado con las estrategias de una nueva ciencia como el marketing, que va reconstruyendo constantemente sus artificiales necesidades.

Pero de pronto amanece, y esa realidad de una sociedad de consumidores muestra su cara más cruel, con una creciente mayoría de personas que se sienten “descalificadas” pues no disponen de recursos para comprar, por lo que pasan a integrar los grupos de desahuciados, desposeídos de sus casas, trabajos, salarios, derechos sociales y políticos, de sus producciones culturales, y se convierten en seres sobrantes o prescindibles.

No obstante, estos mismos colectivos, a su vez, están aprendiendo la importancia de no resignarse y de demostrar su indignación. Colectivos sociales que también comienzan a caer en la cuenta de que los sistemas educativos no les han capacitado para ser auténticos ciudadanos; para prevenir y saber hacer frente a este modelo de sociedad tan injusto, en el que una inmensa y creciente mayoría de las personas tiene que aprender a vivir de la caridad y de los basureros.

Es en el análisis de los movimientos de indignados y de quienes acampan en las plazas donde creo que la mirada de Bauman es más discutible. Los presenta como “revolución sin revolucionarios”, sin alternativas más allá de “descreditar el statu quo, dejar expuesta su impotencia y de esta manera impulsar su colapso” (p. 134). Pero, ¿acaso no es en esas protestas donde personas de todas las edades, pero especialmente una juventud mejor formada está construyendo alternativas contra los desahucios, contra las estafas de las preferentes, contra los recortes en sanidad, en servicios sociales, en educación? ¿Desde donde se está haciendo la denuncia de la falsa democracia, y de sus reglas manipuladas al servicio de los grandes grupos financieros y de las burocracias de los partidos políticos hegemónicos, etc., etc.? El 15M, por ejemplo, facilitó que personas que antes no se veían como seres interdependientes, ahora perciban con claridad que la cultura del individualismo dominante los convierte en seres indefensos y muy vulnerables. Volvemos a ver cómo se recupera la auténtica política preocupada por el modo de vivir juntos de manera solidaria, justa y democrática. Una ciudadanía que desea dejar de ser masa, para reconstruirse como ciudadanía activa.

Una cultura de casino, por un lado, y un sistema educativo que ofrece informaciones, la mayoría de dudosa actualidad y necesidad, al tiempo que las presenta de modo completamente fragmentado e inconexo explican la experiencia práctica de la gran mayoría del alumnado. Una educación que no los ayuda a comprender cómo es el mundo, por qué y qué otras alternativas pueden y deberían existir.

Sobre la base del diagnóstico de los problemas de nuestra sociedad y en especial de la juventud es como deberemos hacer las reformas educativas que vayan en la línea de empoderar a las nuevas generaciones, para ayudarlas a ver que todavía es posible otro mundo, más justo y verdaderamente humano. Un sistema educativo como un elemento más y muy decisivo de una genuina “revolución cultural”, pues “por muy limitado que parezca el poder del sistema educativo actual –que se halla él mismo sujeto, cada vez más, al juego del consumismo– tiene aún suficiente poder de transformación para que se pueda contar entre los factores prometedores para esta revolución” (p. 39).

Un libro muy oportuno, incómodo para quienes están en estos momentos tratando de sacar adelante la LOMCE, pues en él se encuentran, también, más argumentos contra la reorientación consumista, neoliberal y ultracatólica de nuestras instituciones escolares, así como para luchar contra la pretensión de demoler la educación pública. Es una ciudadanía bien informada y educada la que podrá impedir que se haga realidad la máxima de que “bastan unos pocos minutos y un par de firmas para destruir lo que se construyó con el trabajo de miles de cerebros, el doble de manos y montones de años” (p. 50). El futuro está abierto y es nuestra obligación decir cómo queremos que sea y por qué.

Reseña del libro: Zygmunt Bauman: “Sobre la educación en un mundo líquido. Conversaciones con Ricardo Mazzeo“. Barcelona. Paidós, 2013

Fuente del articulo: http://jurjotorres.com/?p=5223

Fuente de la imagen:http://jurjotorres.com/wp-content/uploads/2017/01/Z.-Bauman.jpg

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El número de mujeres en la investigación está estancado desde 2009

En las universidades públicas la mujer está infra-representada en los cargos de más responsabilidad, al revés que en las privadas, en donde hay paridad. En ambos casos, tienen menos peso en órganos unipersonales de gobierno.

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  • Alrededor del 40% de las personas que se dedican a la investigación en España, en cualquiera de los ámbitos (público, universitario, en empresas privadas o en instituciones sin ánimo de lucro) son mujeres. Así lleva el dato desde 2009. Invariable. Esta es una de las principales conclusiones del informe Científicas en cifras 2015, publicado el pasado martes.

    Si entramos en los datos pormenorizados, es en el sector empresarial donde la infra-representación de las mujeres se hace más evidente. Ellas representan el 31% de media, frente al 69% de hombres.

    Entre las posibles razones de esta situación, ya comentaba Marta Macho, matemática de la Universidad del País Vasco en una entrevista que publicamos hace pocos días, se encuentran la falta de ejemplos de mujeres científicas desde la infancia, las dobles y triples jornadas que pesan sobre las mujeres mayoritariamente o la falta de tiempos de calidad para dedicar a los diferentes campos de investigación.

    La universidad privada mejor que la pública

    Entre las varias conclusiones del informe, se desprende que hay menos mujeres en las áreas de investigación de las universidades. Disminuyendo cuanto más arriba se llega de la escala. En el curso 2014-2014 ellas eran el 21% del profesorado catedrático. En las universidades públicas. El porcentaje de mujeres en la universidades privadas en este tipo de cargos es del 43%.

    Eso sí, el informe asegura que “en ambos tipos de universidades las investigadoras están infra-representadas en todos los órganos unipersonales de gobierno analizados”: vicerrectoras (38%), decanas/directoras de centros (28%), directoras de departamento (28%) y
    directoras de Instituto Universitario (21%).

    Esto en cambio en la segregación vertical, es decir, en cuanto a la posibilidad de acceder a las escalas superiores y de gobierno para las mujeres. Pero también hay una segregación vertical relativa a las áreas de conocimiento en las que trabajan mujeres y hombres.

    De esta forma, en las universidades públicas, dentro de las Ingenierías y carreras Técnicas, las mujeres suponen el 23%; en las Ciencias Naturales, el 34%; en las Ciencias Agrícolas, el 36%; en las Humanidades, el 46%; el 45% en el caso de las Ciencias Sociales y, finalmente, el 41% en las Ciencias Médicas y de la Salud.

    Mientras que las mujeres tienden a concentrarse, dice el informe, más que los hombres en las Ciencias Sociales, ellos lo hacen más en las Ingenierías y en la Tecnología.

    El informe Científicas en Cifras 2015 sobrevuela otras muchas cuestiones relativas, por ejemplo, al techo de cristal de las mujeres, a su peso dentro de otros ámbitos como al investigación dentro de las Administraciones, de las empresas o de las instituciones sin ánimo de lucro.

    Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/02/09/el-numero-de-mujeres-en-la-investigacion-esta-estancado-desde-2009/

    Imagen: https://sites.google.com/site/portafoliofg/_/rsrc/1426036604824/mujeres-en-la-investigacion-cientifica/Mujeres-cientificas-discriminacion-y-estereotipos.jpg

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    El caso de Monterrey: un debate sobre la violencia y la autonomía escolar

    Por: Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia

    El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticas del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

    En días pasados, los mexicanos fuimos testigos de un brutal acto de violencia en una escuela privada en la ciudad de Monterrey. Llenos de horror contemplamos los videos difundidos por las redes sociales y constatamos que la violencia armada en las escuelas es ya una realidad latente. Hay varios elementos preocupantes en este hecho. El primero implica la concepción y planeación del acto pues el muchacho definió el momento y los medios para realizarlo; el segundo tiene que ver con el evidente deterioro de las formas de convivencia en la sociedad en general y en la escuela como microcosmos y, el tercero se relaciona con la respuesta de la sociedad ante el fenómeno de la violencia tangible.

    Los medios de comunicación dieron cuenta del hecho y dedicaron bastantes artículos y minutos a la presentación de análisis de sus comentaristas, así como a declaraciones de funcionarios públicos y conocedores del tema. Queda claro que se trata de un hecho influido por la cada vez más presente desvaloración de la vida humana y de los mecanismos de convivencia armónica. Sin entrar a detalles o particularidades que no vienen al caso, parece que las diferentes maneras de burla y hasta humillación entre compañeros de clase eran una constante, al igual que en muchas otras escuelas. Los mecanismos sutiles (y no tanto) de mostrar poder sobre otros están presentes en la vida cotidiana mexicana, donde la escuela deja de ser un lugar de refugio. De la misma manera en que se registran hechos violentos y abusos en la calle o los hogares, la escuela, es escenario de eventos equivalentes.

    Distintos estudios y encuestas nacionales dan cuenta del deterioro en la convivencia en básicamente todos los ámbitos nacionales. Los estudiantes mexicanos están expuestos desde pequeños a episodios ríspidos en asuntos comunitarios irresueltos y la violencia intrafamiliar. Parece que las relaciones armónicas y la resolución productiva de conflictos están siendo eclipsados por la imposición de la voluntad de grupos o individuos sobre la de los demás, el autoritarismo y la agresión como modo de lograrlo.

    Las respuestas de la sociedad y, especialmente, de las autoridades ante el problema han sido particularmente llamativas. A raíz de este dramático acontecimiento ocurrido en Monterrey se ha vuelto la mirada al Programa Nacional Escuela Segura de 2008 que formó parte de la estrategia nacional de seguridad de la administración federal 2006-2012 y que procuraba contribuir desde las escuelas a disminuir la violencia. Este mismo programa fue reformulado y relanzado en 2014 con nimios resultados. Igualmente se ha desempolvado el Programa Nacional de Convivencia Escolar, lanzado en diciembre de 2015, que había quedado prácticamente en el olvido. Por último, se ha vuelto a hablar del operativo Mochila Segura que propone la revisión de las pertenencias de los estudiantes al ingresar a la escuela para evitar que introduzcan elementos dañinos como armas, aerosoles o sustancias prohibidas.

    Con relación a este operativo, reportes de prensa señalan cómo en distintas partes del país se ha retomado el asunto con el apoyo de efectivos policíacos. En Chiapas y la Ciudad de México se reaccionó desde el viernes 20 y se iniciaron revisiones de mochilas en diferentes escuelas (Excelsior, 2017). En el caso de la ciudad capital se asignaron 12 mil elementos policíacos para revisar los más de 8 mil centros educativos en los que se decomisaron algunas tijeras que traían unos pocos alumnos. En Chihuahua se usaron perros entrenados para la detección de narcóticos mientras que en Yucatán se encargó a los docentes que fuesen ellos quienes hicieran la revisión. El lunes 23 de enero en Chilpancingo, Guerrero, un grupo de funcionarios llegó a una secundaria técnica para realizar una revisión “simbólica” a las pertenencias de los alumnos. Esto se realizó con el apoyo de policías y sus perros entrenados que al detectar algo irregular procedían a una revisión a profundidad. El resultado del operativo fue la confiscación de una cajetilla de cigarros (El Sur, 2017). Por su parte, el Secretario de Educación dijo en un acto público que entendía que Mochila Segura no es “la solución completa” pero que sí es efectivo para que no entren armas a las escuelas y añadió “la idea es poderlo fortalecer, esa es la indicación del secretario de gobernación…y las autoridades sostendrán pláticas con gobernadores” (Excelsior, 2017). El gobernador de Nuevo León fue más allá y señaló que en su entidad se construirán cuatro preparatorias militarizadas para evitar que los muchachos anden en las calles e imponerles disciplina. Remató señalando que su entidad “no puede seguir perdiendo a sus jóvenes por rebeldes o porque sus padres no pueden con ellos” y de alguna manera responsabilizó a los padres llamándolos “alcahuetes”.

    Por otro lado, ha habido voces que señalan que este tipo de acciones no son efectivas. Juan Martín Pérez, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) declaró que este tipo de operativos devienen en violaciones a los derechos humanos de los alumnos y que realmente no contienen el problema de los objetos con que se puede ejercer la violencia y en cambio sí estigmatizan a los muchachos (La Jornada, 2017).

    El análisis sobre el tema se ha centrado reactivamente en encontrar formas de acabar con la violencia y ha dejado de lado las causas de una pobre convivencia. En este marco, se ha omitido claramente la reflexión acerca de la naturalización de la violencia como mecanismo de control de los demás y, por el contrario, se ha privilegiado banalmente la discusión sobre el papel de las redes sociales como incitadoras. Numerosos mensajes han alertado a los padres acerca de la Legión Holk o la Secta 100tifika, entre otras agrupaciones juveniles en redes sociales creando una especie de reacción paranoica en la sociedad mexicana. Estas reacciones se centran en prohibir que los muchachos vean estas páginas y se liguen a estos grupos virtuales que pueden ser nocivos en sus actitudes y conductas.

    Queda de manifiesto que ni los padres ni los maestros tenemos la capacidad de conocer y monitorear las actividades de los jóvenes. Igualmente se aparece en el panorama que es importante que sean los docentes y tutores quienes encuentren un mecanismo de acercamiento a los muchachos, una forma de comprenderlos y evitar estigmatizarlos. Es claro que estas maneras de acercarse a ellos deberán surgir de la comunidad educativa misma, de la comprensión local del fenómeno y no de una política centralista creada con fines de seguridad nacional. Ante este escenario se hace más relevante la relación entre los Consejos Escolares de Participación Social y los Consejos Técnicos Escolares. Un diálogo proactivo y contextualizado entre los actores de ambos consejos y un mayor margen de autonomía de gestión en las escuelas puede prosperar, en vez seguir una política homogénea y coercitiva que no da resultados, y por ende, se convierte en el germen del mismo problema.  Ante esto cabe preguntarse: ¿cómo promover este diálogo entre actores?, ¿cómo aprovechar los espacios de gestión para desarrollar iniciativas locales que verdaderamente atiendan inquietudes de los jóvenes en un marco de confianza, seguridad y respeto? Y ¿están las autoridades educativas en capacidad de ceder estos espacios para la autonomía de las comunidades escolares?

    Referencias

    La Jornada (2017) El programa Mochila segura, fracaso total. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2017/01/27/sociedad/035n2soc

    24 horas (2017) Mochila Segura, aleatorio y en zonas de riesgo: SEP. Disponible en: http://www.24-horas.mx/mochila-segura-aleatorio-y-en-zonas-de-riesgo-sep/

    El Universal (2017) llama “el bronco” a padres a no ser alcahuetes de sus hijos. Disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/articulo/estados/2017/01/21/llama-el-bronco-padres-no-ser-alcahuetes-de-sus-hijos

    Animal político (2017) Nuevo León hará más revisiones a mochilas tras el tiroteo en Monterrey. ¿Es una medida útil? Disponible en: http://www.animalpolitico.com/2017/01/nuevo-leon-mochila-segura-monterrey/

    Excelsior (2017) Mochila Segura no es la solución completa, pero sí es importante: SEP. Disponible en: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/01/23/1141611

    El Sur (2017) Reactivan SEP y SSP Mochila Segura con un acto simbólico en una secundaria de la capital. Disponible en: http://suracapulco.mx/3/reactivan-sep-y-ssp-mochila-segura-con-un-acto-simbolico-en-una-secundaria-de-la-capital/

     

    Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-caso-de-monterrey-un-debate-sobre-la-violencia-y-la-autonomia-escolar/

    Imagen:  www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/01/tiroteo-en-colegio-americano-del-noreste-en-monterrey-dos-alumnos-y-una-maestra-estan-graves-1136×800-768×541.jpg

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    Donald Trump, la universidad y los hechos alternativos

    Por Adolfo Gilly

    El presidente de Bard College, antigua y respetada institución universitaria de Estados Unidos, profesor Leon Botstein, acaba de difundir un severo documento en defensa del conocimiento científico y de la libertad de investigación y enseñanza en Estados Unidos, hoy bajo la amenaza de las políticas irracionales del presidente Donald Trump en materia de educación e investigación científica y humanista. [oncampus@nytimes.com]

    Las universidades de México, y en primer lugar la Universidad Nacional Autónoma de México, así como nuestros históricos y estrechos lazos con las universidades y los universitarios de Estados Unidos en investigación, enseñanza, intercambio de estudiantes, profesores e investigadores e información académica y científica, caen bajo esa misma amenaza. Es preciso enfrentarla juntos, con los instrumentos de la razón y la sólida calma de la decencia. Esto es cuanto escribe el profesor Leon Botstein:

    “Nunca desde el tiempo de la caza de brujas y el mac-cartismo, la universidad estadunidense ha sufrido una amenaza tan grande por parte del gobierno. ¿Cómo va a funcionar la universidad cuando desde la presidencia y su gobierno se borra la diferencia entre hecho y ficción, postulando la existencia de hechos alternativos? ¿Cómo es posible que la universidad cierre los ojos ante lo que todo historiador conoce como un instrumento clave de los regímenes autoritarios modernos: la capacidad de disfrazar de verdad a la mentira, y de rechazar los resultados de la argumentación razonada, la evidencia y la verificación rigurosa?”

    La atmósfera de sospecha e inseguridad creada por el desprecio por la verdad crea el ambiente perfecto para las medidas recientes del presidente Trump contra la inmigración. El futuro de la universidad en Estados Unidos y, en realidad, su razón de ser fundamental, están en peligro bajo un gobierno que construye muros en la frontera mexicana, cierra la entrada a los inmigrantes musulmanes y denigra la idea de Estados Unidos como tierra de destino para los refugiados.

    El profesor Botstein, descendiente de inmigrantes alemanes perseguidos por el nazismo, recuerda cómo aquella inmigración contribuyó a “trasformar un sistema educativo universitario provinciano de segundo nivel, en el más refinado del mundo entero. […] Una proporción asombrosamente grande de estudiantes titulados y profesores en ciencia son hoy extranjeros o inmigrantes”.

    ¿Qué sucederá con nuestras grandes instituciones públicas de investigación científica?, se pregunta. ¿Habrá una reducción continua del apoyo a la investigación fundamental a favor de la que sirve a determinados productos comerciales? Los mayores progresos en medicina provinieron de la investigación realizada después de la Segunda Guerra Mundial, cuyo motivo exclusivo era permitir a la humanidad comprender mejor la naturaleza, no producir un fármaco nuevo.

    “¿Qué haremos nosotros, los dirigentes de nuestras instituciones de educación universitaria –prosigue el profesor de Bard College– frente a un presidente que niega los hechos, que niega la ciencia? ¿Será mejor callar cuando repudia la ciencia del clima y revive teorías ya desechadas sobre el autismo? Ni los hechos ni las fotografías le impidieron rechazar la evidencia sobre los resultados de la elección presidencial o el tamaño de las multitudes durante su toma de posesión”. No es cuestión de partidos políticos: Se trata de cuál es el papel y la función de la academia en tiempos turbulentos:

    Los presidentes de nuestros colegios y universidades deben defender los principios que han permitido que florezcan nuestras instituciones de educación superior: la libertad, la tolerancia y la apertura a todas las personas cualquiera fuere su origen nacional o su religión. Las acciones y el espíritu del nuevo gobierno amenazan los valores esenciales de la universidad estadunidense.

    Las voces de nuestros dirigentes en la educación superior tienen que oírse contra tal amenaza. No es una causa partidaria. Nuestra causa es una democracia donde sean bienvenidos los ciudadanos de todo el mundo, donde estén protegidas las minorías y se respete el desacuerdo. Tal democracia es el único marco donde la investigación, la enseñanza y la búsqueda del conocimiento pueden prosperar. Ha llegado el tiempo de actuar juntos. El mundo debe tener claro qué defiende la universidad de Estados Unidos.

    Los profesores, los investigadores, los estudiantes de Estados Unidos, mujeres y hombres, jóvenes y no, razonarán, resistirán, trabajarán y podrán prevalecer sobre las verdades alternativas, la ignorancia y la barbarie del Gran Dinero convertido en poder.

    Desde la UNAM, las universidades, los colegios, las escuelas de todo el territorio mexicano es preciso apoyarlos, invitarlos, visitarlos, reunir fuerzas materiales y espirituales para defender y proteger a este México agredido, amenazado e insultado un día sí y el otro también por el presidente Donald Trump, sus funcionarios y su poder financiero, territorial y militar.

    Podremos así plantar bandera y presencia desde donde somos y donde estamos, ahora que el gobierno federal en los hechos, los gestos y los dichos está mirando cómo pasa el tiempo.

    Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/02/09/opinion/016a1pol
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    La vida no está organizada en disciplinas

    Carlos Magro

    Si el dentro es el espacio de la estructura, el afuera lo es del acontecimiento”, dice Manuel Delgado en Elogio del afuera (Sociedades movedizas. p. 29. Anagrama, 2007). Frente al dentro, entendido como el espacio de la seguridad y la estabilidad (entrar es ponerse a salvo) y donde casi siempre tenemos claro nuestro rol (madre-hija, profesor-alumno, ciudadano-estado), Delgado nos invita a abrir las puertas y activar la posibilidades del cambio, a devenir otra cosa y establecer otras relaciones. “Si el adentro constituye la regla (lo que somos); el afuera es lo excepcional (lo que podemos ser). Expandirnos hacia el afuera es negociar el conflicto entre lo que somos y lo que podemos ser.” (Rubén Díaz. Zemos98). Frente al espacio concreto, previsible y acotado que encarna el interior, el exterior se extiende en todas direcciones y representa la incertidumbre, la ambivalencia y la extrañeza. Es el territorio de lo excluido, de lo que se ha dejado fuera, de lo que ha sido rechazado o no ha sido considerado como algo relevante. De todo aquello que ha sido expulsado de la seguridad del recinto cerrado.

    Pero el afuera representa también la promesa de la desorganización. Es el reino de las sensaciones y las experiencias. De lo desconocido. De los encuentros fortuitos y la serendipia. Es “el imperio infinito de las escapatorias y las deserciones, de los encuentros casuales y de las posibilidades de emancipación” (Manuel Delgado. Sociedades movedizas. p. 29. Anagrama. 2007). Es el territorio de la automotivación, del interés personal, de la curiosidad y la experimentación. De los aprendizajes no planeados y autodirigidos (Cristóbal Cobo. La innovación pendiente). Es el espacio sin normas y sin forma. Es el terreno de lo informal.

    Uno de los grandes retos de la educación escolar siempre ha sido la necesidad de incorporar el contexto, lo que queda fuera de las aulas, lo que sucede más allá del reciento escolar, lo que no está ordenado ni entra en el curriculum, lo informal. A la escuela siempre la hemos reclamado más relación con la vida y la hemos criticado por ser demasiado abstracta y superficial en relación con la educación extraescolar mucho más vital, profunda y real. Mucho más vinculada con los intereses de los alumnos.

    Abrir la escuela y salir al barrio, al museo, al campo, expandir, en definitiva, la educación ha sido una constante de todos los movimientos reformistas del siglo XX. Para Dewey, la escuela no debía ser una preparación para la vida sino un espacio de vida. “Exageramos el valor de la instrucción escolar, comparada con la que se gana en el curso ordinario de la vida. Debemos, sin embargo, rectificar esta exageración, no despreciando la instrucción escolar, sino examinando aquella extensa y más eficiente educación provista por el curso ordinario de los sucesos, para iluminar los mejores procedimientos de enseñanza dentro de las paredes de la escuela”. “Todos hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos fuera de la escuela,” decía Ivan Illich. Freinet, por su parte, criticó insistentemente la separación entre escuela y vida y pidió recuperar los “métodos naturales”, el aprendizaje por “ensayo y error”, el “tanteo experimental”.

    La disparidad entre los sistemas educativos y la sociedad, la separación entre la escuela y la vida alcanzó un punto crítico a finales de la década de los 60, precisamente cuando se acuñaron varios términos hoy muy populares (Sociedad del aprendizaje, Sociedad de la información, Sociedad del conocimiento) que hacían referencia a un nuevo tipo de sociedad caracterizada por la información y el conocimiento y en la que la adquisición de éste ya no estaría confinada al interior de las instituciones educativas, donde el aprendizaje no estaría limitado a un espacio concreto, ni limitado en el tiempo. Una sociedad en la que el aprendizaje debería ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento y donde el conocimiento sería ubicuo y abundante (The received wisdom).

    En 1968, P. H. Coombs conceptualizó esta separación entre el aprendizaje que sucedía dentro de las aulas y el que tenía lugar fuera recurriendo a los términos de educación formal, no-formal e informal. Una conceptualización que a pesar de cariz negativo -lo formal, lo que no es formal y lo que directamente no tiene forma (informal)- tuvo tanto éxito que, aún hoy, seguimos utilizando.

    Para Coombs, la educación no-formal y la informal nos permitían dar cuenta del amplísimo y heterogéneo abanico de procesos educativos no escolares o situados al margen del sistema de enseñanza reglada que ese momento, con la expansión de los medios de comunicación, se estaban generalizando. Es de sobra conocido aquello que escribió McLuhan en 1960: “Hoy en nuestras ciudades, la mayor parte de la enseñanza tiene lugar fuera de la escuela. La cantidad de información comunicada por la prensa, las revistas, las películas, la televisión y la radio, exceden en gran medida a la cantidad de información comunicada por la instrucción y los textos en la escuela”.

    Desde entonces, casi paradójicamente, hemos vivido un proceso imparable de expansión de la institución escolar (también de las llamadas educación no formal e informal). En las últimas décadas, la escuela no ha hecho más que expandirse. Hemos creído que responder a las demandas de la sociedad consistía en introducir más contenidos, prolongar las jornadas escolares, alargar los tiempos de escolarización. Hemos visto como un conjunto significativo de asuntos relacionados tradicionalmente con la acción de Estado (el desempleo, la salud,…) o con otras estructuras sociales como la familia han sido considerados como problemas de aprendizaje y por tanto incorporados a la escuela, normalmente en forma de asignaturas y contenidos. Hemos creído que aprender era progresar dentro de un currículum determinado, durante un periodo de tiempo establecido y un solo lugar, equiparando así, casi sin cuestionamiento, aprendizaje con educación y educación con escolarización. Y hemos creído que la calidad de este sistema pasaba por aumentar el control sobre las escuelas y los maestros, homogeneizar los curriculums y estandarizar los aprendizajes. El resultado ha sido una escuela hiperregulada, presionada, sobrecargada, sobrerresponsabilizada y altamente desmotivada.

    Al mismo tiempo, hemos experimentado un proceso de escolarización de todos los ámbitos de la vida. O como algunos han denominado un proceso de pedagogización de la sociedad (Beillerot. La sociedad pedagógica. 1982) o de educacionalización de la vida, situando la educación como solución de los principales problemas referentes a la justicia social, la convivencia cultural y el orden político (Jon Igelmo sobre Marc Depaepe).

    El resultado es que no solo no hemos resuelto la tradicional desvinculación entre escuela y vida sino que, en cierta manera, la hemos agravado al escolarizar ámbitos del aprendizaje y de la vida como el juego, los hobbies, el ocio, la familia, el trabajo o los deportes, que tradicionalmente habían estado separados de la escuela. Lejos de explorar y experimentar nuevas formas de hacer, la educación informal y en mayor medida aún la no-formal han replicado e imitado, en gran parte, las formas de hacer y de organización de la “escuela tradicional”. Hemos estandarizado y burocratizado también lo que sucede fuera de la escuela. Hemos tratado de dar forma a lo informal y disciplinar la vida.

    Pero la vida no está organizada por disciplinas. La vida encaja difícilmente dentro de un curriculum, más aún si éste es rígido y está muy compartimentado. No parece que la solución pase por disciplinar lo que sucede más allá de la Escuela para incorporarlo al aula. Si realmente creemos que es necesario tener un curriculum trabajemos entonces para que éste sea más flexible y multidisciplinar, reconozca la multiplicidad de los saberes y promueva la mezcla.

    Podemos tratar de disminuir la presión sobre la escuela (y, por tanto, sobre la educación) aumentando su volumen pero a la larga se volverá a llenar y aumentará de nuevo la presión. Parece mejor idea, sin duda, abrir ventanas y puertas y sustituir las rígidas paredes que delimitan las aulas o los centros escolares por membranas móviles y porosas (muy en la línea de las Open Schools de los años 60).

    No se trata, como sostiene César Coll, “de cargar la educación formal con una nueva responsabilidad, sino de ubicar su acción en el marco más amplio de las trayectorias individuales de aprendizaje de los alumnos, es decir, de tomar estas trayectorias como punto de partida y como objeto de la acción educativa.Necesitamos ampliar el sistema educativo, hacerlo más poroso, más sensible. No podemos seguir asumiendo que lo que ocurre dentro y fuera del aula sean dos entornos diferentes, separados y aislados entre sí. Necesitamos más educación, pero una educación expandida y abierta.

    Necesitamos una escuela sin tabiques. Una educación que “no fabrique fronteras estrictas entre el dentro y el afuera, entre lo formal y lo informal o entre los expertos acreditados y los expertos en experiencia” (Antonio Lafuente y Tíscar Lara). Necesitamos asumir “la ubicuidad del aprendizaje y la falta de demarcación nítida entre los diferentes espacios físicos e institucionales en los que tiene lugar el aprendizaje” (César Coll). Aceptar que el aprendizaje no tiene costuras (seamless learning), que las personas experimentamos una continuidad en nuestro aprendizaje al margen de los lugares, situaciones, tiempos y contextos institucionales en los que aprendemos. Necesitamos aceptar que el aprendizaje se produce, y se producirá cada vez más, a lo largo y a lo ancho de la vida.

    No nos sobra educación y no nos sobran escuelas. Necesitamos más educación y más escuela  pero desde la comprensión de que no es lo mismo educación que escolarización, como no es lo mismo aprendizaje que educación. Reconociendo que hay mucho aprendizaje y educación fuera de la escuela. Como también hay mucha vida dentro de la escuela. Necesitamos nuevos “espacios donde abrir preguntas que realmente importen y compartir saberes que verdaderamente nos afecten” (Marina Garcés). Tampoco nos sobran maestros (al contrario) sino que nos faltan muchos actores (Lafuente y Lara). Necesitamos una educación expandida.

    La educación expandida “es expectorante y está conformada por todas esas actividades que tratan de aprovechar los recursos del entorno para hacer la educación más divertida, más artesanal, más abierta, más informal y más participativa” (Antonio Lafuente y Tíscar Lara). “Educación expandida, es, por tanto, educación abierta y educación colaborativa.” (Marina Garcés)

    Expandir la educación no es lo mismo que educacionalizar la vida. Expandimos la educación cada vez que salimos fuera del centro escolar pero también cuando dejamos entrar a otros actores. Expandimos la educación cuando el alumno es el centro y motor del aprendizaje. Expandimos la educación cada vez que trabajamos por proyectos, atravesando y mezclando las disciplinas, las aulas, los niveles, los alumnos. Más aún sin esos proyectos sirven a la comunidad (aprendizaje servicio) y resuelven problemas o necesidades reales de nuestra comunidad. Expandimos la educación cuando conseguimos que responda al interés personal, la curiosidad, la experimentación y el deseo de actualización permanente. También, porque no, cuando aprovechamos las oportunidades, recursos e instrumentos que nos ofrecen las tecnologías para aprender. Ya hay muchos maestros/as y profesores/as expandiendo la educación.

    Una educación expandida es una educación abierta pero con raíces, vinculada al territorio y vinculante. Ocupada y preocupada no solo por lo que pasa sino también por lo que nos pasa. En una educación expandida aprendemos que “vivir es aprender a vivir colectivamente” (Marina Garcés). En una educación expandida aprendemos no solo cómo vivir mejor sino también de la misma manera que vivimos. En una educación expandida aprendemos como vivimos.

    Fuente del articulo: https://carlosmagro.wordpress.com/2017/01/30/la-vida-no-esta-organizada-en-disciplinas/

    Fuente de la imagen:https://carlosmagro.files.wordpress.com/2017/01/tomasz-gudzowaty_1.jpg?w=610&h=40

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