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De la patria, nacionalismos y otros gritos patriteros

Miguel Ángel Pérez

Aún con el obsesivo afán del actual gobierno de extranjerizarnos en nuestro propio territorio, nosotros seguimos siendo de México y por lo tanto mexicanos. Pero ser mexicanos y vivir en la patria nuestra, dicho fenómeno tiene muchos significados. Viene siendo el nacionalismo manipulado del que se han apoderado las televisoras como televisa y tv azteca, los empresarios apátridas cuyo único interés es el capital, junto a los gobernantes oportunistas y vende patrias.

Sin embargo la idea de México debe ponerse por encima, la del otro México, la del México, de los jodidos y desarrapados, las que no tienen tierra pero si derechos para exigirla, la del México de hombres y mujeres que han estado en la trinchera de las guerras internas o en contra de las invasiones extranjeras.

El grito de independencia del 15 de septiembre en donde recordamos a algunos personajes como Miguel Hidalgo, José María Morelos, José Ortiz de Domínguez, y otros muchos otros, es una serie de acontecimientos icónicos que marcan una parte de nuestra historia, quizás la mas ideologizada, en donde producto de la guerra de independencia nacimos como nación independiente, con una bandera, un himno, un escudo y colores propios.

Sin embrago el grito de independencia se grita diferente en cada rincón de la patria, es la consigna de lucha de los maestros de la CNTE, es el reclamo de estudiantes rechazados por un lugar en la escuela pública, es el grito de reclamo de muchas madres y padres por encontrar a sus hijos desaparecidos, es la sociedad entera que exige el cese a la violencia pública y la violencia de estado, es el grito de la presentación con vida de los 43 estudiantes desaparecidos de la normal rural de Ayotzinapa, es el viejo grito zapatista por paz, tierra, justicia y libertad.

Paradójicamente el grito desde el poder es débil, ambiguo, inseguro, contradictorio, es un grito de duda del propio poder, que ha perdido la brújula de la historia y de los significados ligados a la nación y a la patria.

En estos días estuvieron llegando mensajes invitando al silencio como forma de protesta, que contraste los excesos autoritarios de un gobierno que al perder la brújula sólo grita para violentar o reprimir a los hijos de México y de la patria mexicana.

Es lamentable como el grito de independencia se confunda con una festividad absurda, llena de excesos y de sinsentidos, sobre todo en las capas medias y altas de la sociedad.

El grito de Dolores, merece ser gritado desde los problemas del presente con convicción y con fuerza por una patria libre y en contra de los malos gobiernos. Por eso al gritar ¡VIVA MÉXICO!, también hay que gritar: ¡VIVA LA LUCHA DEL MAGISTERIO DISIDENTE!, ¡VIVAN LOS MAESTROS QUE MARCHAN POR UNA PATRIA LIBRE!, ¡VIVAN LOS NORMALITSAS QUE RECLAMAN UN ESPACIO DE TRABAJO!, ¡VIVA EL MÉXICO QUE ELLOS Y ELLAS REPRESENTAN Y POR EL QUE LUCHAN! ¡VIVA MÉXICO!

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/de-la-patria-nacionalismos-y-otros-gritos-patriteros/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/09/Protesta-Grito-2015.jpg

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Reformas educativas en Latinoamérica / Derecho a la educación en el Perú: un debate en democracia

Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticas del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente

Leonardo Oliver Ortiz Flores/ Universidad Iberoamericana/ Maestrante de Estudios Latinoamericanos, UNAM

La consolidación del sistema democrático en América Latina ha atravesado en los últimos 37 años por un proceso de legitimación y posicionamiento de las demandas populares. Proceso que se ha dado a un ritmo “desigual y asincrónico, heterogéneo y combinado”.[i] Así, desde el inicio de la restauración de la democracia representativa en la región en 1978[ii] hasta la transición experimentada en el Perú en el 2001 tras el autoexilio del dictador Alberto Fujimori, hay un espectro diverso de experiencias que reivindican a la democracia en su sentido más popular: el gobierno del pueblo.

En ese sentido, una lección rescatable de las elecciones realizadas el pasado 5 de junio en 14 estados de México es que la ciudadanía aún puede recurrir a los mecanismos de la democracia representativa para ejercer un voto de castigo. Así lo evidencia el repliegue que experimentó el PRI en estados en los cuales se había mantenido como la fuerza política hegemónica. Sin duda, la demanda de la sociedad por un régimen capaz de brindar justicia y seguridad tuvieron un papel influyente.[iii] Mientras tanto, ese mismo día se realizaban las elecciones presidenciales en Perú.

En la segunda y definitiva vuelta para elegir un nuevo gobierno para el período de 2016 al 2021 los candidatos Pedro Pablo Kuzcynski, de Peruanos Por el Kambio (PPK) y Keiko Fujimori, de Fuerza Popular, se disputaban un resultado sumamente cerrado. El estrecho margen de 0.24% al haberse computado el 100% de casillas el 9 de junio daba el triunfo a PPK por encima de la hija del exdictador.[iv] Así, la sociedad peruana cobraba con su voto la factura al régimen fujimorista que durante una década conculcó los derechos civiles, deslegitimó al poder legislativo y gobernó en un clima de corrupción irrefrenable.

En este caso, la sociedad peruana también influyó para cerrar el paso al fujimorismo, apelando a la memoria y mostrando dotes de madurez para debatir en democracia. Las marchas multitudinarias convocadas por el colectivo “Keiko no va”[v] aglutinaron en un mismo polo a fuerzas políticas opuestas y a sociedad en general, no tanto para votar por PPK sino para evitar que Keiko Fuimori llegara al poder. Ya que si bien fue su padre quien encabezó dicho régimen autoritario, ella fue una beneficiaria directa del mismo. No obstante, el reconocimiento de los resultados finales por parte de la candidata vencida[vi] es una muestra de prudencia ante un resultado respaldado por un considerable consenso popular.

El debate entre los derechos laborales del magisterio y el derecho a una educación de calidad

La fuerza de los consensos emanados de la voluntad popular son un pilar en la consolidación de un régimen democrático. Sin embargo, esto es más complejo en la agenda pública que en las votaciones. La voluntad popular se articula y entra en tensión con las fuerzas políticas que se disputan la direccionalidad de un proyecto de nación. En el caso del Perú, el consenso por la profesionalización del docente ha atravesado un proceso de discusión a través del cual se ha instalado una legislación que termina al fin de cuentas desregularizando al trabajo docente. En aras a impulsar el derecho de la niñez a una educación de calidad, los derechos de los maestros se han visto vulnerados.

Frente a un panorama marcado por una laxa y dispersa formación docente y por la ausencia de mecanismos rigurosos para el desempeño de los maestros, la profesionalización docente se ha convertido en una exigencia que demanda concretizarse a corto plazo. Al mismo tiempo recayó en la figura del maestro la responsabilidad de asegurar aprendizajes significativos en el aula. La manera de realizar este objetivo sería ligar la permanencia en el cargo a la idoneidad del perfil.[vii] Un primer intento de lograr este cometido se dio en 2007 con la sanción de la Ley de Carrera Pública Magisterial (LCPM).

Sin embargo, al cabo de cinco concursos públicos que buscarían incorporar a 95 mil profesores entre 2007 y 2009 se logró apenas incluir en la LCPM a 24,966 docentes, lo cual representaba al 10% de los maestros titulados y nombrados. Además, los 200 mil docentes que permanecían en la ley predecesora, la Ley del Profesorado, eran ignorados de facto ya que sus remuneraciones se congelaron a un plazo de 6 años, como medida para presionarlos a cambiarse a la nueva ley.[viii]

El gobierno de Ollanta Humala, electo en 2011, respondió a esta fractura del cuerpo docente con un proyecto de ley que incorporó a todos los docentes bajo un mismo régimen, sujetándolos a 8 escalas de remuneración y a los mismos derechos y obligaciones. Así, en 2012 se promulgó la Ley de Reforma Magisterial (LRM), recuperándose la política de evaluaciones públicas y transparentes para que, a través del mérito, cada docente pudiera acceder a estímulos e incentivos en función de su desempeño. En suma, se colocó el énfasis en el ordenamiento del ingreso, la promoción en 8 escalas y la permanencia en la carrera.

No obstante, quedaron de lado el resto de aspectos que configuran la docencia, como la diversificación de la formación inicial docente, ya que los Institutos Superiores Pedagógicos solamente expiden el título que el Ministerio de Educación reconoce pero que no le sirve al egresado para aspirar a otra profesión o a estudios adicionales de grado y posgrado. En cuanto a las perspectivas de desarrollo la ley también se vio limitada ya que se fijó el retiro a los 65 años, cuando un profesional de esa edad puede seguir aportando conocimientos y experiencia al país.[ix]

La desregularización laboral del docente se ha ido institucionalizando. El 33% del magisterio en el Perú labora bajo contrato[x], esto significa que no tiene acceso al régimen de carrera pública, a pesar de que ya labora bajo reglas meritocráticas a través de los concursos que se llevan a cabo cada año en las regiones (estados) del país andino. En cuanto a los docentes que poseen nombramiento se han realizado desde el 2014 una serie de evaluaciones de reubicación a las escalas IV, V y VI de la nueva ley. Para un docente con una edad promedio de 50 años esto pone en riesgo su trayectoria, dependiendo de su reubicación, así como de las inconsistencias que atravesaron el proceso. Esto mismo relataron los docentes:

“Simplemente me dijeron: usted alcanzó un puntaje del cuarto nivel, pero usted ha cometido el error de inscribirse a comunicación. Fue supuestamente error mío cuando yo estoy convencida de que escribí educación para el trabajo entonces hice los reclamos habidos y por haber, pero el MINEDU me dijo: no, usted se ha equivocado y ahí se queda. Y me han truncado la vida porque soy una persona de 40 años, ahora tenía la opción de ascender hasta un 5to nivel por los años de servicio que tengo, pero va llegar el tiempo de mi jubilación y yo no voy a lograr ascender al 5to nivel por los años” (Grupo focal realizado en la PUCP a docentes becarios de PRONABEC).

La apertura de nuevas plazas de nombramiento va cada vez más en declive, eventualmente se abren concursos de nombramiento, como el realizado en agosto de 2015. Se concursaron 20 mil plazas ante 200 mil aspirantes de los cuales sólo 25 mil superaron la prueba nacional y pasaron a la fase descentralizada.[xi] Sin embargo, esta disparidad no obedece tanto a la idoneidad de quienes postularon sino a un criterio que limita la apertura de plazas orgánicas. La visión de esta política es ampliar paulatinamente el rango que tiene el régimen de contratación frente al de nombramiento, conculcando así los derechos docentes. Este es un problema estructural derivado de la política neoliberal de Fujimori, tal como explica el director del Instituto de Pedagogía Popular, Sigfredo Chiroque:

“La lógica que había en el Perú era la siguiente: hasta 1970, 75, en una comunidad en un distrito, una comuna, existía demanda de un maestro y si esa demanda era constante por 3 años consecutivos se creaba una plaza docente, lo que técnicamente aquí en Perú le llaman una plaza orgánica, y esa plaza orgánica era para nombramiento. Cuando con Fujimori ingresa la nueva lógica neoliberal eso ya no se da, entonces es inclusive tautológico desde el punto de vista académico y chistoso la manipulación con que hacen en el Ministerio de Educación y de Economía y Finanzas, cuando se refieren a que no se nombra a los profesores porque no hay plazas orgánicas. Oye… no hay plazas orgánicas porque tú, decisor de políticas no le das estatus de plaza orgánica” (Entrevista realizada a Sigfredo Chiroque el 31.10.15).

El Sindicato Unitario de los Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP) ha reaccionado de distintas maneras ante esta reglamentación. Ha transitado de una posición cerrada al consenso por los derechos de los educandos frente a los derechos de los docentes a una visión que intenta lograr un balance entre ambos derechos. En su propuesta de ley intentan reivindicar los huecos dejados por la LRM, como la inclusión de todos los docentes del sistema público, ya sean auxiliares, maestros cesantes, maestros en escuelas privadas o contratados. Además, se pronunció por el reconocimiento de libertades profesionales para el docente que están ausenten en la LRM, como la autonomía para la evaluación del plan de estudios, la intervención en los instrumentos de gestión, etc.

En cuanto a la prioridad asignada por la política educativa a los aprendizajes de los alumnos a través de la regulación del docente en el ingreso, la promoción y la permanencia, el SUTEP se pronuncia por reconfigurar la relación desempeño/aprendizaje, sujeta a una lógica meritocrática, en relación a la política del “Bono de incentivo al desempeño escolar”. Este bono se otorga a los docentes en función de los resultados de los alumnos en la Evaluación Censal de Estudiantes, se trata de un estímulo de S./ 1,000 a S./ 3,000 soles. El 62% del magisterio, que se ubica en las escalas I, II y III de la LRM percibe S./1,700 al mes, es decir, 600 dólares mensuales. Por lo que entra en una lógica de competencia entre pares, obstaculizándose la colaboración.[xii]

Tras dos proyectos de ley en los cuales la dimensión integral del docente se ha enfocado en la regulación laboral se observa que el argumento de los derechos de los educandos se ha instrumentalizado para impulsar un proceso de desregularización laboral. La visión alternativa de abarcar las dimensiones de la profesión docente desde el fomento a la vocación hasta las perspectivas laborales después del aula quedó subordinada por una visión hegemónica que colocó el énfasis en el ingreso, el ascenso y la permanencia en función de la evaluación. Más que enfocarse a la planificación con base en evidencia, la evaluación se utiliza, bajo una lógica meritocrática, para poner a disposición un número limitado de plazas.

A diferencia de lo ocurrido en México, las evaluaciones de permanencia se han estado posponiendo, las fechas electorales han sido un factor en esa demora. Sin embargo, la Ley de Reforma Magisterial en Perú dispone, al igual que la Ley General del Servicio Profesional Docente en México, que tras 3 intentos fallidos el docente será retirado del servicio. La transversalidad en las políticas educativas en la región, así como las resistencias de los docentes agremiados demandan una articulación más estrecha entre los actores de nuestras naciones.

La posibilidad de repensar la articulación entre desempeño del docente y aprendizajes de los alumnos por fuera de un marco de desregularización laboral a uno que promueva la carrera docente bajo un enfoque inclusivo es una tarea que trasciende fronteras. Más allá de nuestras diferencias, los problemas en común y las políticas educativas que transitan por una misma línea exigen pensarlas en una dimensión continental. Así como la consolidación de la democracia ha sido una agenda en común, la expresión de la voluntad popular bajo un marco de derechos en el ámbito de la profesionalización docente también es un horizonte que comparten México, Perú y los demás países de Latinoamérica.

[i] Puiggrós, Adriana (2006). Sujetos, disciplina y currículum en los orígenes del sistema educativo argentino. Buenos Aires, Galerna. Pp. 28

[ii] Alcántara, M. y Freidenberg, F. (2006). “El proceso político en perspectiva comparada”, enReformas económicas y consolidación de la democracia: 1980-2006. Madrid, Síntesis.

[iii] García, Salvador, El Universal, “Traiciones y voto de castigo hunden al PRI”, 07.06.2016

[iv] Educación en red.pe. “CONFIRMADO: Pedro Pablo Kuczynski es el electo presidente de la República para periodo 2016 – 2021 – ONPE –“. 09.06.16

[v] La República, “Marcha ‘Keiko no va’: Así fue la movilización contra la candidatura de Keiko Fujimori”, 31.05.16

[vi] Andina, “PPK saluda reconocimiento de resultados electorales por parte de Keiko Fujimori”, 10.06.16

[vii] Rodríguez, Yolanda (2013). Políticas educativas en la reinstitucionalización democrática del Perú. El proceso de reforma de la carrera docente (2001-2007). Tesis doctoral. Brasil, Universidad Federal Fluminense.

[viii] MINEDU, 2012

[ix] Entrevista realizada a Sigfredo Chiroque, director del Instituto de Pedagogía Popular, 31.10.15

[x] Berrios, Milagros, La República, “Incrementarán en 35 y 100 soles los sueldos de 117 mil profesores”, 05.08.15.

[xi] La República, “En el Sur están los puntajes más altos del examen de nombramiento”, 04.09.15

[xii] Lucio Castro Chipana, Secretario de defensa del SUTEP, Segunda Convención Pedagógica, SUTEP, 11.12.15

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/38392-2/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/07/Cj0bjxcUUAAxCc6.jpg

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Educación crítica y protagonismo cooperativo

Frei Betto

La educación escolar tiene un papel fundamental en el proceso de transformación social. A semejanza de la política y la religión, la educación sirve para liberar o alienar; despertar protagonismo o favorecer el conformismo; propiciar en los educandos una visión crítica o legitimar el status quo, como si fuera insuperable e inmutable; promover una praxis transformadora o sacralizar el sistema de dominación.

En estos inicios del siglo XXI, la educación escolar difiere mucho de la que predominó en el siglo XX. Hoy en día, nuestra vida cotidiana se ve invadida por nuevas tecnologías que nos brindan, en tiempo real, informaciones capaces de incidir en nuestra forma de vivir y de relacionarnos (ciberespacio, relaciones virtuales, crisis de las ideologías libertarias, nuevos perfiles familiares y sexuales, monopolio y manipulación de la información, etc.).

Como vivimos un cambio de época y navegamos entre la modernidad y la posmodernidad, estamos amenazados por una crisis de la identidad teórica. El instrumental teórico que tanto nos confortaba e incentivaba en el siglo XX, y que nos parecía tan sólido, se desplomó con el Muro de Berlín. Al contrario de lo que pregonaban los manuales de vulgarización del materialismo histórico, la historia retrocedió en Europa del Este.

Setenta años de socialismo en Rusia no fueron suficientes para formar los tan anhelados hombres y mujeres nuevos, dotados de inquebrantables valores éticos, disposición revolucionaria y menosprecio a las seducciones del capitalismo. Hoy Rusia es uno de los países más corruptos del mundo, y en él impera una brutal desigualdad económica.

¿Qué faltó en la Unión Soviética? Faltó una educación que, más allá de la escolaridad, de la transmisión cultural del país y de la humanidad, inculcara en los educandos una visión crítica de la realidad y un protagonismo social transformador.

De hecho, en muchos de nuestros países, capitalistas y socialistas, la educación escolar se ha convertido en una prisión de la mente, donde las disciplinas curriculares se repiten sucesivamente, con vistas a la calificación de la mano de obra destinada al mercado de trabajo. No se ha reflexionado sobre la prioridad de formar ciudadanos y ciudadanas revolucionariamente comprometidos con el proyecto social emancipador.

Vivimos hoy una era de impasse con respecto al futuro emancipado. Estamos en el limbo del proceso libertario. Los movimientos, grupos y partidos de izquierda, cuando existen, parecen perplejos en lo que toca al futuro. Muchos ceden a la fuerza cooptadora del neoliberalismo y cambian el proyecto de liberación social por el mero usufructo del poder, aunque eso implique traicionar las esperanzas de los oprimidos y los fundamentos teóricos que originaron esas fuerzas sociales y políticas.

La hegemonía capitalista ejerce un poder tan avasallador que muchos abdican del propósito de construir un nuevo modelo civilizatorio. Poco a poco, como si se tratara de un virus incontrolable, el capitalismo se impone en nuestras relaciones personales y sociales. Nos vamos adhiriendo a la creencia idolátrica de que “no hay salvación fuera del mercado”. En la esfera personal, abandonamos nuestra ideología libertaria a cambio de una zona de comodidad que nos permite acceder al poder y la riqueza, lo que nos libra de la amenaza de integrar el contingente de 2,6 miles de millones de personas que sobreviven hoy con un ingreso diario inferiores a los 2 dólares.

Formación de conciencia crítica y de protagonistas sociales

La educación crítica es nuestro gran desafío en este mundo hegemonizado por el capitalismo neoliberal. Su principio es no formar meros profesionales calificados, sino ciudadanos y ciudadanas que sean protagonistas de transformaciones sociales. Por eso trasciende los límites físicos de la escuela y vincula a educadores y educandos a movimientos sociales, sindicatos, ONG, partidos políticos; en fin, a todas las instituciones que realizan actividades de transformación social. La educación crítica solo se desarrolla en sintonía con los procesos reales de emancipación en curso y las reflexiones teóricas que los fundamentan.

La educación que busca la formación de conciencia crítica y de ciudadanos militantes comprometidos con la transformación social debe tener en cuenta la intercalación de tres tiempos: el tiempo de las estructuras (más largo); el tiempo de las coyunturas (más inmediato y factible de cambiar a mediano plazo); y el tiempo de lo cotidiano (en el cual vivenciamos el conflicto permanente entre la satisfacción de nuestros intereses personales y la conciencia de las demandas altruistas, que nos exigen ser para los demás, o simplemente, ser capaces de amar).

El tiempo de las estructuras debe ser objeto de la educación escolar. Es él el que nos remite a la historia de la historia, a los grandes procesos sociales con sus avances y retrocesos, a los triunfos y las derrotas, a las virtudes y las contradicciones.

Mientras más conscientes son educadores y educandos del tiempo estructural, más se contextualizan y se entienden a sí mismos como herederos de una historia que avanza, en medio de dificultades, de la opresión a la liberación.

Tener conciencia del tiempo de las estructuras es tener conciencia histórica y no dejarse ahogar en el mar de contradicciones de los tiempos coyuntural y cotidiano. Cada uno de nosotros es un pequeño eslabón en la vasta corriente del proceso social. Solo si tenemos conciencia de la amplitud de esa corriente comprendemos la importancia del eslabón que somos. Una educación que no se abre al tiempo de las estructuras corre el grave riesgo de ser cooptada por la estructura mundialmente hegemónica.

El tiempo de las coyunturas es el de los cambios cíclicos que producen inflexiones en las estructuras, aunque sin alterarlas sustancialmente. Es la acumulación de coyunturas la que influye en el cambio del tiempo de las estructuras. El gran desafío consiste en saber cómo comportarse en determinada coyuntura para mejorar o transformar la estructura. La coyuntura es el presente, el aquí y ahora, mientras que la estructura, que condiciona las coyunturas, no es fácilmente perceptible, a menos que se tenga conciencia histórica para poder encuadrar la parte en el todo, el detalle en el conjunto, el presente en las causas del pasado y en las alternativas de futuro.

El tiempo de lo cotidiano es el del día a día, en el cual transitamos o tropezamos, movidos por ideales altruistas, solidarios, y, a la vez, atraídos por las seducciones del acomodo y el individualismo. Es en el tiempo de lo cotidiano que la educación actúa, permite una comprensión crítica de la coyuntura y despierta el imperativo de comprometerse con la transformación de la estructura.

Vivimos inmersos en ese tiempo cotidiano, muchas veces movidos por utopías libertarias y, al mismo tiempo, desanimados al percatarnos cada día de que la materia prima del futuro es humana, siempre frágil, ambigua y contradictoria.

La formación de conciencia crítica y protagonismo social es resultado de un proceso pedagógico que intercala los tres tiempos para evitar que nos perdamos en un idealismo cuyo discurso no se adecua a la realidad, o en la mezquindad de un cotidiano que no siempre refleja los valores en nombre de los cuales lo asumimos. Ese es el caso de los militantes supuestamente revolucionarios que hacen de su función de poder un nicho de acomodo burgués y provecho personal. Y ello se aplica al director de la escuela, al obispo de la iglesia, al gerente de la empresa, etc.

Es importante tener siempre presente que nuestro cotidiano transita bajo la hegemonía de un determinado proceso civilizatorio, el de la burguesía europea, y de un único sistema económico globalizado, el capitalista, aunque vivamos en un país socialista.

Por tanto, nuestro tiempo cotidiano debe aspirar a incidir en el tiempo coyuntural para poder modificar el tiempo estructural global. Para eso no bastan los principios teóricos y las prácticas colectivas. Es preciso que a los principios y las prácticas los oriente una ética que tenga en su centro los derechos de los pobres, los oprimidos y los excluidos. Sin esa alteridad amorosa, todo proyecto emancipatorio o revolucionario corre el riesgo de congelarse, aprisionado por sus propias estructuras de poder, emitiendo un discurso desvinculado de la práctica, abriéndole paso a la esquizofrenia de crear en el imaginario colectivo, en nombre de la emancipación, la expectativa de un futuro burgués para cada ciudadano y ciudadana…

Comparados con el tiempo veloz de los aspectos coyunturales y el tiempo aparentemente caótico de lo cotidiano, los cambios estructurales son lentos, procesuales, y solo se pueden evaluar debidamente sus avances cuando se ponen lado a lado las conquistas del presente con los atrasos del pasado.

De la educación individualista a la educación cooperativa

Desde Marx hasta la Teología de la Liberación, todos sabemos que no existirá emancipación plena sin la superación del sistema capitalista. Una educación crítica y liberadora no debe perder de vista esa meta. Debe despertar en los educandos una visión crítica que no se limite a consignas repetitivas, que más que profundizar la razón exacerban la emoción.

Aunque se viva en un país socialista como Cuba, todos estamos sometidos a la hegemonía del pensamiento único neoliberal y de la economía capitalista centrada en la apropiación privada de la riqueza. El neoliberalismo, como un virus que se propaga casi imperceptiblemente, se introduce en los métodos pedagógicos y las teorías científicas, en resumen, en todas las ramas del conocimiento humano. Así, instaura progresivamente ideas y actitudes que fundamentan la ética de las relaciones entre los seres humanos y entre los seres humanos y la naturaleza.

En la lógica neoliberal, la inclusión del individuo como ser social se mide por su inserción en el mercado como productor y consumidor. La posesión de mercancías revestidas de valor determina las relaciones humanas. Es el fetiche que denunciara Marx. Esa inversión de la relación –según la cual la mercancía tiene más valor que la persona humana, y la persona humana es valorizada en la medida en que hace ostentación de mercancías de valor– contamina todo el organismo social, inclusive la educación y la religión, como denunciara el papa Francisco el 22 de diciembre de 2014 al señalar las “15 enfermedades” que corroen a la curia romana.

De ello se deriva una ética perversa que subraya como valores la competitividad, el poder de consumo, los símbolos de riqueza y poder, la supuesta mano invisible del mercado. Esa perversión ética debilita a los organismos que fortalecen a la sociedad civil, como los movimientos sociales, los sindicatos, las asociaciones barriales, las ONG, etc. El patrón que se debe adoptar ya no es el de la alteridad y la solidaridad, sino el del consumismo narcisista y la competitividad.

¿Cómo superar hoy ese patrón de vida capitalista que, si no rige nuestro estatus social, muchas veces predomina en nuestra mentalidad? En eso a la educación le corresponde el papel preponderante. Entre otras cosas, porque la actual coyuntura no es proclive a los cambios estructurales por la vía del “asalto” al aparato del Estado. Eso no significa, como supone cierta parcela de la izquierda, que las revoluciones son hechos irrepetibles del pasado y, por tanto, ya no hay alternativa sino adaptarse al nuevo “determinismo histórico”: la hegemonía del mercado.

La historia demuestra que han ocurrido cambios estructurales significativos sin un “asalto” al Estado, como fueron el paso del esclavismo al feudalismo y del feudalismo al capitalismo. Hoy, una de las armas más poderosas para superar el capitalismo es una educación crítica y cooperativa, capaz de crear nuevos parámetros de conocimiento y promover nuevas praxis emancipadoras.

Es mediante la educación que se moldean las subjetividades que le imprimen significado a los fenómenos sociales. Con frecuencia sucede que se vive un antagonismo entre lo microsocial (pautado por la subjetividad) y lo macrosocial (pautado por las estructuras). En Cuba se encuentra un buen ejemplo: en la década de 1950, un grupo de jóvenes revolucionarios (microsocial) se hizo consciente, gracias a la educación política (subjetividad) de la importancia de modificar la estructura del país (macrosocial). Hoy Cuba es un país de estructura socialista, pero no todos los cubanos disciernen lo que eso significa, y algunos sueñan con disfrutar, bajo el socialismo, de un estilo de vida capitalista (microsocial).

La educación crítica y cooperativa es capaz de superar ese antagonismo al formar protagonistas o militantes que reproduzcan las bases materiales y espirituales del socialismo, cuyo sustento es la solidaridad.

Para ello, es necesario que la educación sepa situar a educadores y educandos en relación con el pasado y el futuro. Ello solo es posible a partir del aquí y el ahora, del presente. Es nuestro modo de pensar y actuar en el presente lo que resignifica nuestra manera de encarar el pasado y el futuro.

La educación tiene el poder necesario para destronar una racionalidad dominante e introducir otra, siempre que no sea meramente teórica y se vincule a procesos efectivos de producción material de la existencia. Resulta siempre oportuno recordar la observación de Marx de que no nos diferenciamos de los animales por nuestra capacidad para pensar (tal vez las abejas, por ejemplo, posean una lógica algebraica más depurada que la nuestra…), sino por la capacidad de reproducir nuestros medios de subsistencia.

Una educación crítica, liberadora, es la que aspira a conquistar la hegemonía mediante el consenso, mediante prácticas efectivas, y no mediante la coerción ideológica. Debe abarcar todas las disciplinas escolares, desde las ciencias exactas hasta la educación física, superando las relaciones fundadas en la economía del intercambio en aras de una economía solidaria, cuya base sea la cooperación.

Todos sabemos que las relaciones mercantilistas influyen en las concepciones de quienes las adoptan o se dejan regir por ellas. Para citar solo algunos ejemplos, esas relaciones acentúan el individualismo e inciden sobre los mecanismos de relacionamiento en el trabajo, la física moderna, la biología darwinista de la sección natural, etc. Ni siquiera la concepción mecanicista del marxismo, que profesaba la fe en un “irrefrenable determinismo histórico” logró escapar de su influencia. Es eso lo que índuce a los educandos a creer que el mercado obedece a una “ley natural”, y que fuera de él no hay alternativa… Es eso lo que nos lleva, literalmente, a torturar a la naturaleza para que nos suministre sus frutos cuanto antes.

Por tanto, debemos preguntarnos, ¿para qué sirve la educación? ¿Para adaptar a los educandos al status quo? ¿Para transmitir el patrimonio cultural de la humanidad como si fuera el resultado de la acción intrépida de héroes y genios? ¿Para formar mano de obra calificada para el mercado de trabajo? ¿Para adiestrar individuos competitivos?

Una educación crítica y solidaria engloba a todos los actores de la institución escolar: los alumnos, los profesores, los funcionarios y las familias de todos ellos. Y trasciende los muros de la escuela para vincularse participativamente con el barrio, la ciudad, el país y el mundo. Las puertas de la escuela permanecen abiertas a los movimientos sociales, los actores políticos, los artistas, los trabajadores. Y la óptica de su proceso pedagógico enfatiza esta verdad que la lógica mercantilista intenta encubrir: los fundamentos de la evolución de la naturaleza y de la historia de la humanidad están mucho más centrados en la cooperación, en la solidaridad, que en la selección natural, la competitividad y la exclusión.

Una educación crítica y cooperativa es deliberadamente contrahegemónica, y procura ubicar el destino de sus educandos en el destino global de la humanidad. El valor de la escuela se evalúa por su capacidad para insertar a los educandos y los educadores en prácticas sociales cooperativas y liberadoras. Por eso es indispensable que la escuela tenga claridad acerca de su proyecto político pedagógico, en torno al cual debe prevalecer el consenso de sus educadores. Sin esa perspectiva, la escuela corre el peligro de convertirse en rehén de la camisa de fuerza de su currículo, como un mero aparato burocrático de reproducción bancaria del saber.

Si queremos atrevernos a reinventar el futuro, debemos comenzar por revolucionar la escuela, transformándola en un espacio cooperativo en el cual convivan la formación intelectual, científica y artística; la formación de conciencia crítica; la formación de protagonistas sociales éticamente comprometidos con los desafíos de construir otros mundos posibles, fundados en la compartición de los bienes de la Tierra y los frutos del trabajo humano.

Fuente del articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=194907

Fuente de la imagen: http://www.radiomundial.com.ve/sites/default/files//styles/618×468/public/field/image/Frei-Betto5.jpg?itok=yMYrMEIM

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La nostalgia hueca

Manuel Gil Antón

Sabina, con lucidez, advierte: “No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Y eso pasa ya, y ocurrirá después, con la reforma educativa, una de las transformaciones de gran calado, la más grande, que anunció en sus albores la administración federal que hoy ostenta el poder. A pesar de la evidencia en contra, insiste en mostrar, todos los días, aturdiendo con las mismas frases, que la ha conseguido. Espejismo y clavo ardiente para una gestión rota por la corrupción, la impunidad y el desacierto. Porque se  fincó en un prejuicio, en la sospecha derivada del desprecio clasista y la ignorancia: las fracturas en la educación proceden, sólo, del magisterio irresponsable.

Porque escatimó la complicidad del gobierno, por decenios, con la estructura del control antidemocrático sindical, acusando como “secuestro de las decisiones educativas” lo que fue un contubernio corrupto favorable a ambas partes: lejos de asumir su adeudo con el país por pactos impresentables, postuló como horizonte recuperar la rectoría estatal de la educación. Nunca la perdió o le fue sustraída: la compartió a sabiendas de las prebendas políticas que le aportaba.

Trasmutó a sus aliados en enemigos cuando no le fueron rentables, y los volvió compañeros de ruta en cuanto fueron necesarios. Porque propuso, y organizó, como mágica solución al berenjenal en esa esfera crucial de la vida pública, una receta infalible: la evaluación con consecuencias y a rajatabla. Un fetiche. Porque tal valoración del trabajo docente, sin relación con la vida cotidiana en las aulas, absolutamente inadecuada para advertir el valor de la trayectoria durante años, se desnudó como sistema de control: la amenaza de perder el empleo, o quedar clasificado como inepto, se concibió como el resorte para impulsar la calidad.

A trabajo precario, cumplimiento. Nada más falso: el miedo, en su caso, implica someterse a un requisito administrativo, pero es incapaz de generar un nuevo proyecto educativo en el país. Porque con altanería decidió profesionalizar —como si fuese posible— desde oficinas burocráticas a más de un millón de personas, dejando fuera a los que, por su saber experto, podrían haber diseñado formas, procederes y periodos en el ejercicio de uno de los oficios más complejos que existen: generar ambientes para el aprendizaje desde las condiciones específicas en que se encuentran.

Porque enuncia, simple botón de muestra, en el Modelo Educativo 2016, página 55, que “… a lo largo de su trayectoria laboral, los maestros que acrediten un buen desempeño serán beneficiarios de promociones y reconocimientos que estimulen su desarrollo profesional.” ¿Beneficiarios los profesionales por decreto? Menuda incoherencia. Clara estrategia en la construcción añeja de clientelas. No titulares de derechos, sino sujetos de la generosidad del Ogro Pedagógico. Porque la evaluación es punitiva no sólo por la posible separación del cargo sin responsabilidad alguna por parte de la autoridad, o debido a la imposibilidad de obtener, algún día, seguridad en el empleo luego de mostrar verdadera idoneidad, sino porque clasifica y divide al profesorado: eres insatisfactorio, retírate; por resultar destacado, te damos dinero para tu vivienda.

Porque en 2014  finge una consulta, y en 2016 propone, a toda prisa, que los Consejos Técnicos Escolares den su aval a generalidades a través de un formato sesgado. Porque, sin recato, llama error (¿metodológico?) al empleo, en el nuevo Modelo, de párrafos ajenos como propios: seguro se cayeron las comillas en la imprenta, o sostienen que si se traduce lo ajeno, es válido parafrasear sin la correspondiente cita y referencia. Mentira.

¿Reforma Educativa? No. ¿Cambios que afectan la posibilidad de conseguirla? Sí. ¿Autoelogio? Abundará. Nada más: no sucedió. Fin.

Fuente del articulo:http://www.educacionfutura.org/la-nostalgia-hueca/

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A oídos sordos…

“La razón se impone a los oídos sordos. Si no escuchan, con acciones fuertes y decididas tendrán que escuchar”… Profr. Jesús Francisco Villanueva Robles

No hace falta ser un genio para advertir que existe un fuerte descontento en el ámbito magisterial, se percibe en las redes sociales, en las charlas de pasillo, al interior de las escuelas y en las pláticas familiares, y, de manera más tenue en los medios masivos de comunicación.

Si algo es evidente, es que existe un gran problema en el sistema educativo nacional, lamentablemente, la mal llamada Reforma Educativa, nada tiene de educativa, es una reforma laboral en la que luego de casi cuatro años de su implementación, apenas se tocan los planes de estudio, que quedan en promesas de métodos pedagógicos, así como de planes de formación de maestros que ahora se abren a las universidades, dejando de lado a las Escuelas Normales. Por el contrario, la acciones que hemos visto en los hechos y no en las palabras, tienen como fondo evidente, la implementación de una política neoliberal de adelgazamiento del estado en el que se está convirtiendo una profesión que desde finales del siglo XIX es considerada de Estado como lo es la del magisterio, a partir de las reformas a la legislación educativa recientes, en una profesión liberal, en donde cualquier persona, con cualquier preparación, puede enseñar y convertirse en maestro, sin ninguna preparación sobre el crecimiento psicológico, social, biológico o pedagógico de los niños.

A lo largo de la discusión que se ha generado en el sector educativo frente a la postura oficialista que ha intentado de todo para imponer una reforma laboral, poco a poco se han ido descubriendo los verdaderos intereses que le dan vida y soportan las acciones, en donde por más que se ha intentado explicar que no tiene un fondo laboral, la realidad desenmascara lo que en verdad sucede y como un ejemplo, el estado de Chihuahua.

Frente a las acciones que se han venido desarrollando en el marco de la exigencia del respeto a las conquistas sindicales ante el gobierno del Estado, sobresale entre el murmullo de mensajes y respuestas mediáticas otorgadas por la autoridad estatal,  que se continúan reteniendo y generando largas a los acuerdos desarrollados a lo largo del tiempo con muy diferentes administraciones sindicales, bajo el pretexto de que dichos acuerdos, que no necesitan ser ratificados año con año, “ya no son compatibles” con la reforma educativa.

Gracias a la limitada visión educativa de la administración gubernamental, este ciclo escolar empezó como ningún otro en este sexenio: sin ninguna disposición de apertura a “todos los estudiantes” en el nivel medio superior y superior, con más de 200 maestros faltantes en primaria y preescolar, escuelas cerradas por padres de familia por ausencias de personal, hacinamiento en grupos de hasta 75 estudiantes como está documentado en la secundaria Técnica 98 en Ciudad Juárez, con carencias de mobiliario o infraestructura, con más de 3500 estudiantes sin clase en la Región centro sur, así como fuertes confrontaciones por el incremento de los horarios en preescolar.

Ejemplos de perjuicios laborales de la reforma educativa hay muchos, pero baste con mencionar sólo algunos de los problemas a los que se tiene pendientes de emitir alguna solución: Basificación de las y los compañeros noveles que a través del Concurso Nacional se hicieron acreedores a una plaza en el subsistema estatal con la aplicación de los ¾ de tiempo como lo establece la regulación en nuestro subsistema; La aplicación y pago de la Categoría de Tiempo Completo Mixto; el pago de la prestación denominada Escalafón Horizontal; La aplicación y pago de las horas de Investigación y Regularización Pedagógica (IRP) y Cocurriculares para el personal que labora bajo el régimen de hora/semana/mes; el pago de la prestación denominada estímulo al desempeño; y el pago oportuno a compañeros interinos como corresponde en términos de ley, solo por mencionar algunas.

Además de ello y en respuesta a la falta de tacto y sensibilidad del gobierno del estado en cuanto a la falta del pago de 4 millones de pesos que se adeuda –al más puro estilo veracruzano–  a 764 maestros jubilados este año por el concepto del seguro de retiro tripartita, que deberían haber recibido el pasado 15 de mayo y que fue motivo de una justa y fuerte manifestación de Maestras y Maestros Jubilados en exigencia al cumplimiento de la palabra empeñada por esta administración de que no habría ningún problema laboral por la reforma educativa, el cual fue firmado por el gobernador y la autoridad sindical el pasado 28 de septiembre de 2013.

Es necesario seguir elevando la voz y dejar en claro que no es posible, bajo el pretexto del derecho fundamental de la infancia, despojar y regatear sus derechos a un sector que siempre se ha empeñado en la búsqueda de una mejor sociedad como lo es el magisterio.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/a-oidos-sordos/

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Modelo Educativo:¿neoliberal y privatizador?

Eduardo Backhoff

Desde que en 2013 se dieron a conocer las bases reglamentarias de la reforma educativa — artículo 3º constitucional, Ley General de Educación, Ley General del Servicio Profesional Docente y Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación—, docentes pertenecientes o simpatizantes a la CNTE se manifestaron radicalmente en su contra, calificándola de: 1) “laboral”, pues carecía de un sustento pedagógico o modelo educativo, 2) “punitiva”, ya que los resultados de las evaluaciones docentes tendría consecuencias negativas para los docentes, 3) ”neoliberal”, ya que provenía de una imposición de la OCDE, y 4) “privatizadora”, pues con ella se pretendía acabar con la educación pública.

Adicionalmente, la CNTE considera a la reforma como ilegítima, pues se diseñó de manera vertical, desde la SEP, sin tomar en cuenta la opinión de los docentes del país. Recientemente, la SEP dio a conocer el nuevo Modelo Educativo (ME), cuyos planteamientos fundamentales se plasman en dos volúmenes. En uno de ellos se establecen sus principios  losó cos y conceptuales, sus propósitos y los ámbitos en los que se enfoca el nuevo ME.

En un segundo documento se definen los planes y programas de estudio de la educación obligatoria; es decir, las áreas curriculares, los objetivos disciplinares de cada grado, los logros esperados en cada disciplina, así como las cargas curriculares, entre otros tantos aspectos. Hay que decir que este ME no está terminado, ya que se encuentra en un proceso de consulta, donde el magisterio, especialistas y asociaciones están revisando ambos documentos y formulando propuestas para mejorarlos. Se espera que la versión definitiva del ME esté terminada en los próximos meses y que su implementación inicie en el ciclo escolar 2018-2019. Para nadie ha sido sorpresa que esta propuesta haya sido rechazada por la CNTE, quien ha amenazado con diseñar su propio modelo pedagógico e implementar un calendario escolar.

Su postura es muy similar a la expuesta en contra de la evaluación docente, repitiendo los mismos (des)calificativos: neoliberal, privatizador, ilegítimo, etcétera. Un ejemplo de esta postura se vivió en días pasados cuando en un programa de opinión televisivo, el director de una secundaria de la CDMX manifestó su oposición al ME, por considerar que tiene un enfoque neoliberal y privatizador.

El director explicó que el modelo es neoliberal pues en el nuevo currículo da mayor tiempo al aprendizaje del Español y las Matemáticas, que al de Historia y de Educación Cívica. Explicó que las fuerzas neoliberales buscan que los estudiantes sólo sepan leer y hacer cuentas, en detrimento del conocimiento histórico de su país y de su formación ciudadana. Las respuestas de este director me dejaron un gran aprendizaje: el pensamiento de los docentes sobre lo que se entiende por un proyecto educativo “neoliberal”, así como por una “evaluación punitiva”, no se ha hecho explícito; nadie lo ha explicado.

En este sentido, me pregunto si verdaderamente: 1) dar mayor tiempo curricular al aprendizaje de la lectoescritura y de las matemáticas tiene algo de neoliberal, cuando sabemos que una mitad de estudiantes no logran comprender lo que leen y seis de cada diez alumnos no logran adquirir las habilidades cuantitativas básicas, 2) si darle autonomía a la escuela y mayor participación a los padres tiene algo de privatizador, cuando sabemos que ambos son elementos indispensables para que las escuelas tomen mejores decisiones y tengan mayor transparencia, y 3) si evaluar a los docentes —para que los mejores ingresen al servicio y los mejores docentes se promocionen a cargos directivos y reciban reconocimientos— tiene alguna intención punitiva, cuando sabemos que toda evaluación tiene tanto consecuencias positivas como negativas (que no punitivas).

Es curioso que después de casi tres años de haber iniciado la reforma educativa, y ahora el ME, los mismos argumentos se repiten, una y otra vez, sin que haya una explicación de por medio. Esta postura se entiende si el punto de partida y de llegada es rechazar los cambios de la reforma y el modelo educativo. Más extraño me resulta que diversos académicos repitan las mismas consignas de la CNTE, en ausencia de razonamientos que hagan creíbles sus argumentos.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/modelo-educativoneoliberal-y-privatizador/

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Sin plan para la pobreza

Por Natalia Gold / Álvaro Irigoitía

Revuelve cada cartera o bolso que tiene a su alrededor. Monederos, billeteras, bolsillos de las camperas. «Es la tarjeta azul. La que tiene el sol. ¿No la viste?», le dice Carla a su hijo de 11 años. Se refiere a la tarjeta de Uruguay Social, por la que desde hace más de una década recibe una transferencia monetaria por tener hijos menores, al igual que otras 60 mil familias consideradas en situación vulnerable. Por esa tarjeta, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) le transfiere poco más de $ 800 por cada uno de sus dos hijos.

Desde que el Frente Amplio llegó al poder en 2005, ha intentado que el calificativo «social» esté impreso en cada una de sus políticas como sello de identidad. Por eso en cada discusión presupuestal la distribución del gasto gira siempre en torno a esa prioridad.

En diferentes etapas de su vida, Carla, de 33 años, pasó por los distintos planes del Mides.

La evaluación de esos planes es diversa. Muchos de ellos hoy han perdido fuelle y sus resultados están lejos de los objetivos planteados en su definición. Entre gobernantes y expertos hay consenso en que el Plan de Emergencia cumplió su objetivo. El más elogiado es el Plan de Equidad. Uruguay Trabaja «funcionó mal», admite el exministro Daniel Olesker.

¿Y ahora? Pese a que el país ya no crece tanto como antes, no hay un plan específico de contención para atender a personas que abandonaron la pobreza pero no están afianzadas en las capas medias. Para ello solo se confía en poder mantener los niveles de empleo.

Y si bien el gasto social ha crecido de forma sostenida en la última década de la mano de una bonanza económica histórica, las restricciones presupuestales han limitado el poder de fuego a los planes específicos definidos o dirigidos desde el Mides.

Eso se suma a que más allá del logro de avanzar en la identificación del bolsón persistente de pobreza –compuesto por unas 30 mil familias– y en cuáles son sus principales necesidades insatisfechas, su nivel de marginación hace difícil el abordaje de parte de un Estado que, todavía y pese a los más de 10 años de trabajo en el área, no ha logrado establecer niveles de coordinación interinstitucional eficiente para llegar con éxito a esa población.

Pionero

Cuatro días después de que Tabaré Vázquez asumiera como el primer presidente del Frente Amplio, el 1º de marzo de 2005, el Poder Ejecutivo envió como ley de urgente consideración al Parlamento la creación del Mides. El Plan de de Atención a la Emergencia Social (Panes) fue el pionero de esa cartera, como respuesta a la explosión del desempleo y la desigualdad social que dejó la crisis económica de 2002 con un tercio de los hogares sumidos en la pobreza. El reto era claro: para fines de 2004, 32,1% de los hogares uruguayos eran pobres, y 5% no llegaban siquiera a cubrir sus necesidades alimenticias.

Por ese tiempo, Carla dejó la casa de su madre –que acababa de separarse– para vivir en pareja. Aunque nunca se enfrentaron al extremo de pasar hambre, llegar a fin de mes era una odisea. El día en que un equipo del Mides llegó al asentamiento cercano a la calle Isla de Gaspar, la puerta de la casa de su madre fue una de las que golpearon. «La vinieron a visitar, le tomaron los datos y ahí comenzó a recibir dinero por el Plan de Emergencia. Fue tremenda ayuda. Se pudo independizar cuando mi padre la dejó», cuenta Carla a El Observador.

El Plan de Emergencia llegó a unas 108 mil familias, pero la ayuda estuvo en muchos casos mal dirigida y se estima que el 50% de los beneficiarios no pertenecían a la población más vulnerable, mientras que otro 50% de aquellos que sí eran potenciales destinatarios no percibieron la ayuda, según evaluaciones posteriores del Mides.

Universalización

En la actualidad su madre no recibe dinero de ningún tipo y Carla continúa con la tarjeta del Plan de Equidad, que sustituyó al de Emergencia en 2008, otra de las banderas del primer gobierno de izquierda.

Uno de las principales mejoras del Plan de Equidad fue que se logró apuntar mejor los recursos hacia la población que lo requería, al tiempo que se avanzó hacia la universalización de la transferencia monetaria al readecuar las asignaciones familiares. Esas partidas dejaron de ser exclusivas para los trabajadores formalizados con menores a cargo, a fin de incluir a los sectores informales.

De hecho, en el hogar de Carla ni ella ni su pareja aportaron nunca al Banco de Previsión Social (BPS) cuando trabajaron. Hace nueve meses, enviudó y desde hace siete trabaja como cuidadora de ancianos en un residencial. Por primera vez en su vida, sabe lo que es el trabajo formal.
Para el exministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, el gran éxito del Plan de Equidad fue, precisamente, esa transformación de la transferencia de dinero. Con las asignaciones familiares se logró llegar a un universo de 200 mil hogares, casi el doble de lo alcanzado con el Plan de Emergencia.

Para 2008, la inversión social –que incluye educación, salud, además de los planes asistenciales– pasó a 49% del presupuesto anual del Estado, desde el 35% en 2005. En el mismo período, la indigencia se redujo de 4% a 1% y la pobreza de 31% a 21%.

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Por su parte, actualmente 0,3% de los uruguayos (unos 10 mil) son indigentes. En menores de 6 años, no obstante, la pobreza afecta a 20,6% de la población, lo que significa que los niños siguen siendo los más golpeados por esa situación.

Juan Pablo Labat, director Nacional de Evaluación y Monitoreo del Mides, considera que creer que se mejoraron los niveles de pobreza e indigencia solo con planes del Mides es una «ingenuidad».
En los últimos años el presupuesto de esa cartera se ha ubicado en el entorno del 0,3% del PIB –entre 1% y 1,5% del gasto estatal–, lo que implica menos de US$ 200 millones. La explicación tras la mejora de los indicadores debe buscarse, según Labat, en otras políticas implementadas desde que la izquierda accedió al poder en 2005.

La reinstauración de los Consejos de Salarios y las acciones tendentes a elevar la formalización del mercado laboral están en la base de la inclusión social. El año pasado cerca de 1,5 millones de personas eran cotizantes del Banco de Previsión Social, frente a los menos de 1 millón de 2004. En tanto, el Índice Medio de Salarios (IMS) creció 53% en términos reales desde el inicio de 2005 y hasta julio de este año.

La ministra Marina Arismendi cree que son, precisamente, esas políticas, como también el Sistema Nacional Integrado de Salud, las que apuntan a las «capas medias». «Tienen cobertura de salud, beneficios sociales», por lo que estas capas «pueden estar más tranquilas», dijo a El Observador.

Poca continuidad

El Plan de Equidad fue acompañado de iniciativas en el plano laboral, como Uruguay Trabaja, pensado para que personas desempleadas retomaran contacto con el mundo laboral. «Eso funcionó mal. Una persona ingresaba a Uruguay Trabaja y era todo un jolgorio y todos se abrazaban, pero cuando estaba por terminar era un velorio, pedían para quedarse por unos meses más», dijo Olesker a El Observador. Solo 25% de los participantes logró insertarse con éxito en el mercado formal luego de una experiencia de ese tipo.

En el caso de Carla, su relación con el Mides empieza y termina en la asignación que recibe mes a mes, con la que compra la ropa de sus hijos, especialmente para la escuela. Ni ella ni su familia participaron de programas de empleo, aunque durante décadas la informalidad fue la regla.
Durante la última etapa del gobierno de José Mujica y luego de que el Mides «flotara» en 2010 y 2011
–según la visión de Olesker–, el ministerio tuvo como objetivos claros mejorar la focalización de las transferencias monetarias y reforzar programas que iban a buscar a las personas en situaciones vulnerables a sus hogares. Fueron los casos de Uruguay Crece Contigo, creado para atender a mujeres embarazadas y niños de 0 a 3 años, o Jóvenes en Red, que busca que adolescentes retomen el estudio o trabajo.

Cuidados por pobreza

El Sistema Nacional de Cuidados había sido una promesa de campaña del Frente Amplio para el gobierno que luego ganó José Mujica. Pero por falta de recursos nunca se aplicó. Para el tercer período de la coalición de izquierda, Tabaré Vázquez lo escogió como prioridad. El foco de esa nueva política son poblaciones que dependan del cuidado de otros (ver recuadro). De todas formas, se trata de una iniciativa que fue sometida a recortes tanto en la ley de Presupuesto como en la actual Rendición de Cuentas. En su primer intento por acercarse a la nueva bandera del Mides para este quinquenio, Carla no tuvo suerte. Intentó, pero las explicaciones que recibió sobre el programa no la sedujeron y no quiso interiorizarse mucho más, a pesar de que se dedica al cuidado de personas mayores.

En paralelo, las iniciativas oficiales enfocadas en combatir la pobreza continúan con un enfoque claro en la transferencia de dinero, mientras desde el Mides se trabaja en la «idea de proximidad» del Estado con la población vulnerable, en una «coyuntura económica mucho más dura que hace cinco años», dijo Labat a El Observador.

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Para ellos, la única opción en tiempos de menor dinamismo económico está en generar las condiciones para mantener el empleo y los ingresos de los hogares. Es por eso que se considera que el eje central de las transferencias monetarias se debería mantener durante por lo menos 5 o 10 años, de acuerdo a la recomendación de Olesker en su informe de transición, algo que es avalado por las autoridades actuales.

El objetivo de pobreza cero, tan caro para la izquierda, demandará «varias generaciones», según el exministro, y con niveles de gasto crecientes, algo impensado en el actual contexto económico.
De todos modos, Labat remarcó que, para ese 0,3% de personas que todavía viven en la indigencia y los 64 cada 1.000 hogares que aún son pobres, «no hay un plan» y el Estado termina siendo su peor enemigo. «Se está tratando de trabajar la idea de proximidad, la ayuda a la población para sacarla de ese lugar, pero el Estado no me ayuda a construir la otra parte del puente. El mostrador del Estado, su dinámica, las echa. Si tiene que ir una madre sola con cinco hijos a esperar una consulta médica, no puede hacerlo», afirmó.

Para Olesker, en el Estado se adolece de una «visión integral» de los esfuerzos. Y, según dicen, sin una «transformación del Estado» no hay política social que los saque de la pobreza. Por ahora, personas como Carla y varios miles más que siguen con algún tipo de carencia esperan esa respuesta.

El 85% de los menores recibe transferencias

Cuando era ministro, era común que en sus viajes en ómnibus de línea camino al trabajo, Daniel Olesker recibiera reproches de otros pasajeros por las transferencias monetarias. «Siempre me decían: ‘Yo trabajo y pago mis impuestos, y ustedes les dan plata a quienes no laburan’. La gente siempre va a decir que los pobres no laburan y nosotros siempre les damos plata», afirma.
A pesar de que existe una idea generalizada de que se debe «ser pobre» para recibir una transferencia monetaria, la realidad no es tan así. Según un estudio realizado por Florencia Antía y Carmen Midaglia, del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales, 85% de los menores de 18 años reciben dinero por parte del Estado.

La forma y las condiciones en las que se recibe tiene tres variantes: por un lado, a través de las asignaciones familiares del Plan de Equidad, por el otro por asignaciones familiares que dependen del empleo de los responsables de los beneficiarios y, por último, a través de deducciones tributarias. Estas últimas, en tanto, se verán recortadas a partir del año próximo cuando cobre vigencia la Rendición de Cuentas de este año, que incluye un ajuste fiscal con aumento de impuestos.

El estudio, presentado en julio de este año en un seminario sobre transferencias monetarias y protección social, destaca que las asignaciones familiares del Plan de Equidad están orientadas a hogares vulnerables y se financian a través de rentas generales.

Las familias perciben entre US$ 48 y US$ 68 por el primer hijo y están condicionadas, por ejemplo, a que los menores asistan a la escuela o el liceo.

Algo similar sucede con las asignaciones que se basan en el empleo, donde el monto por tramo por hijo va de US$ 10 a US$ 20, se orienta a trabajadores formales con ingresos por hogar menores a US$ 1.190 y tienen como condición aportar al Banco de Previsión Social como trabajador. En ese caso, también se financian con rentas generales.

Por último, las deducciones tributarias son montos que reciben los contribuyentes de ingresos medios y altos (que superen los US$ 1.190). En su caso, por cada hijo perciben desde US$ 13 sin ningún tipo de condiciones. Eso significa que los menores de un hogar donde se les devuelve dinero, por ejemplo por IRPF, pueden no estar estudiando, pero perciben el dinero de todas maneras.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/sin-plan-la-pobreza-n972703
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