Page 2414 of 2677
1 2.412 2.413 2.414 2.415 2.416 2.677

Mover los índices

Por: ENRIQUE DEL VAL BLANCO

En realidad, dentro del eslogan gubernamental de Mover a México, lo que se está buscando es mover los índices para mejorar en el papel la situación real de los mexicanos, ya que en la actualidad, a través del esquema tradicional y la restricción de recursos, es imposible cumplir con lo que establece la Constitución.

Continúa la controversia en torno a la decisión del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de modificar la forma con la cual elaboró y aplicó la encuesta que serviría de base al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) para su medición de la pobreza y que, supuestamente, en el transcurso de la semana pasada debió haberse publicado.

El secretario ejecutivo del Consejo ya declaró que no lo harán, hasta que se hayan puesto de acuerdo con el Inegi y tengan información clara sobre dichas modificaciones, lo cual provocará varios problemas.

Una de las cosas a aclarar, frente a comentarios al respecto, es la afirmación de que a muchos de los críticos “nos gustaría que siguiera habiendo muchos pobres”. No se trata de eso. De lo que se trata es de que los datos recabados reflejen la realidad y, sobre todo, que puedan ser comparables, por ejemplo en el tiempo, cosa que por lo visto ya no será posible. Una de las grandes dudas es quién dio la orden a los entrevistadores de regresar a preguntar y de orientar las respuestas.

Ahora, a partir de este mes, la Sedesol está distribuyendo la que ha denominado como “la cartilla social”, un documento más que, de acuerdo con la información proporcionada a los medios de comunicación, contendrá lo que reciben los beneficiarios de los diversos programas sociales. Se busca, dicen, que los receptores puedan “monetizar” el apoyo de distintos esquemas y, de esta manera, obtener una “focalización” más precisa de la política social y la “mejor captación” del ingreso, ya que han encontrado que hay personas que no declaran lo que obtienen a través de los diversos programas. Por cierto, la Real Academia de la Lengua proporciona dos acepciones de la palabra “monetizar”. La primera es “dar curso legal como moneda a billetes de banco” y la segunda, “hacer moneda”. No sabemos a cuál se refieran.

Por otro lado, nos hemos enterado que se pretende que el último año de permanencia de los pequeños en los Centros de Desarrollo Infantil, conocidos como Cendis, sea considerado como primer año de educación preescolar. Como si la educación preescolar pudiera ser impartida por cualquier persona. Esta decisión es bastante grave ya que, según los expertos internacionales y nacionales, esta etapa del desarrollo infantil es básica en su formación y desarrollo.

En la propuesta curricular para la educación obligatoria 2016, presentada esta semana por la SEP, se menciona que en la educación preescolar se deberá atender lenguaje y comunicación, inglés, pensamiento matemático, etc. ¿Dónde están los maestros capacitados para dar estas lecciones en los Cendis? La propuesta es buena, pero la realidad es otra.

Asimismo, para abatir el inmenso rezago educativo que existe en el país y que, según las fuentes oficiales, alcanza a más de 30 millones de mexicanos, se realizará un examen y con que la persona haya tomado cualquier curso, ya sea, por ejemplo, de plomería o carpintería, se le otorgaría el certificado de primaria o secundaria

Es decir, en realidad, dentro del eslogan gubernamental de Mover a México, lo que se está buscando es mover los índices para mejorar en el papel la situación real de los mexicanos, ya que en la actualidad, a través del esquema tradicional y la restricción de recursos, es imposible cumplir con lo que establece la Constitución, por ejemplo, sobre la obligatoriedad de la educación preescolar desde hace ya más de 10 años y la solución que han encontrado para cumplir es la comentada líneas arriba. Una solución heterodoxa y ¡el índice mejorará irremediablemente!

Es una lástima y, sobre todo, es muy peligroso que se instrumenten estas opciones para destacar y presumir que la pobreza, la desigualdad y la educación obligatoria han mejorado sensiblemente. No hay país que con las condiciones económico-sociales como las que hoy tenemos aquí lo haya logrado. Por eso, la original solución mexicana es la mejor: cambiemos y movamos los índices.

Tomado de: http://www.excelsior.com.mx/opinion/enrique-del-val-blanco/2016/07/30/1107980
Imagen: https://www.google.com/search?q=Mover+los+%C3%ADndices&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjL9ZbfzqXOAhVHXh4KHYtDAxwQ_AUICCgB&biw=1366&bih=623#tbm=isch&q=evaluaci%C3%B3n+en+mexico&imgrc=AAyNDOD_YA4M8M%3A

Comparte este contenido:

Educación sexual en colegios de Colombia ¿A qué edad debe enseñarse?

Por: Jairo Andrés Parra Güiza

Este tema ha generado un agudo debate entre diversos sectores. El Ministerio de Educación toma la palabra.

Las políticas sobre educación sexual que ha impulsado el Ministerio de Educación Nacional en los colegios durante los últimos años, han creado un agudo debate entre los más diversos sectores de la sociedad. Las preguntas a la que todos buscan responder es a qué edad deberían comenzar nuestros niños a aprender sobre la sexualidad y qué cosas se les deberían enseñar. Aquí les contamos en qué consisten las políticas del Ministerio sobre el tema, como y por qué fueron diseñadas, así como también quiénes se oponen y por qué.

El enredo legal

El marco legal más amplio del debate se encuentra, por supuesto, en la constitución y en el respeto a la diversidad de las personas y al libre desarrollo de la libre personalidad que se encuentran consagrados en ella como derechos inalienables. En seguida se encuentra la Ley General de la Educación (114/94) que establece que uno de los objetivos generales de la misma consiste en “Desarrollar una sexualidad que promueva el conocimiento de sí mismo, la autoestima y la construcción de identidad sexual dentro del respeto por la equidad de los sexos”.

Pero el centro de la polémica se encuentra en la Ley 1146 de 2007 que estableció como obligatoria la cátedra de educación sexual en estudiantes de bachillerato y universidad. Según el concepto del colectivo “Cero embarazos no deseados en adolescentes” la ley debía contemplar también la educación sexual para los niños de pre-escolar y primaria, en la idea de que desde allí debían formarse los valores fundamentales sobre la sexualidad, la autoestima y el respeto del cuerpo. Por esta razón el colectivo instauró una demanda ante la Corte Constitucional con la pretensión de que la cátedra de educación sexual fuese obligatoria desde los primeros niveles de la escuela, sin embargo, según el concepto de la Corte, el texto de la Ley 1146 de 2007 no obligaba a incluir una clase específica de educación sexual en los niveles de primaria y pre-escolar, dado que en esos niveles de la escuela esa educación debe darse de forma transversal en todas las asignaturas.

Recientemente se ha añadido un nuevo elemento en el debate, esta vez relacionado con la inclusión de la diversidad de género en las escuelas. El ministerio de educación ha insistido en la necesidad de crear ambientes escolares que permitan el libre desarrollo de la identidad sexual, específicamente, la discusión se centra ahora en la ley contra el matoneo 1620 de 2013 la cual, en el artículo 21 afirma que los colegios están obligados a identificar nuevas formas alternativas para incentivar y fortalecer el ejercicio de los derechos humanos sexuales y reproductivos, lo que implicaría una educación que promocione en los niños el respeto y el desarrollo a la diversidad de género.

Las estadísticas de fondo

Las políticas del ministerio poseen un sustento bastante claro en la estadísticas que se han levantado durante el país a lo largo de los últimos años. Para señalar solamente un ejemplo destacado, la encuesta de comportamientos y actitudes sobre sexualidad en niñas, niños y adolescentes escolarizados (ECAS) mostró algunas cifras alarmantes: el 32,7% de los menores de 18 años ya han iniciado su vida sexual. De ese porcentaje que el 50% de los niños y el 31% de las niñas habían comenzado antes de los quince años, e incluso el 26,5 de los niños y el 10,9% de las niñas habían tenido su primera relación antes de los 13 años. Por otra parte 53% de las niñas que iniciaron las relaciones sexuales quedaron en embarazo.

Adicionalmente otras encuestas han dado como resultado ciertos datos reveladores: el porcentaje de las mujeres que inicia su actividad sexual de forma temprana es mayor en los hogares pobres; más de un tercio de las mujeres que no terminaron la primaria tuvieron su primera relación antes de los quince años y el 80% de las mismas inició antes de los 18 años. Por el contrario, dentro de las estudiantes que obtuvieron logros educativos importantes, solo el 5% inició antes de los 15 años. Finalmente, las encuestas mostraron que solo el 54% de los hombres y el 46& de las mujeres encuestadas utilizó condón o preservativo en la primera relación sexual.

Lo que han revelado las encuestas es, en resumen, que los niños y niñas colombianos están iniciando de forma temprana sus actividades sexuales, sin demasiada información ni protección y que ese comportamiento los afecta no solo reproductiva, sino escolar y económicamente, y es precisamente por eso que el Ministerio de Educación quiere impartir una educación para la sexualidad responsable desde la edad más temprana posible.

Algunos antecedentes relevantes

Al ministerio de educación no solo lo avalan las estadísticas nacionales sobre la sexualidad en la población escolarizada, adicionalmente algunos acontecimientos a nivel nacional han señalado la necesidad de tomarse en serio las regulaciones para la convivencia escolar y, específicamente, para la tolerancia por la diversidad de género en los colegios. Algunos casos como el de Yadira Perdomo, que quedó en silla de ruedas luego de que cayera de una altura de tres metros buscando los inhaladores que le habían escondido, o la sentencia proferida por la corte constitucional que avala a los menores que se consideren transexuales a asistir con el uniforme con el que mejor se identifiquen (jardinera o pantalón) a los centros educativos, o finalmente, casos como el de Sergio Urrego que, víctima del matoneo escolar por su orientación sexual, decidió acabar con su sufrimiento quitándose la vida.
Las políticas del Ministerio

Lo que el gobierno ha planteado han sido básicamente dos cosas. En primer lugar planteó la ley 1146 de 2007 a través de la cual se buscó prevenir la violencia sexual y desarrollar un sistema de atención integral para los menores víctimas de abuso sexual. En la sección que relaciona las obligaciones del Ministerio de Educación al respecto, la ley establece tres puntos muy importantes: la implantación obligatoria de la cátedra de educación sexual para los estudiantes de educación media y superior, la obligación de los colegios de establecer mecanismos de detención temprana y la prevención del acoso sexual y la obligación de los docentes de denunciar cualquier información que tengan al respecto. Si bien como se dijo antes la corte constitucional no avaló que la cátedra se implantara de forma obligatoria también en los niveles de preescolar y primaria, la misma corte estableció que la educación sexual debe ofrecerse de forma transversal en todas las actividades pedagógicas de las instituciones que ofrezcan dichos niveles educativos.

En segundo lugar a través de la Presidencia de la República el ministerio de Educación creo el sistema nacional para la convivencia escolar a través de la ley 1620 de 2013, la cual en su artículo 21 obliga a los colegios a identificar nuevas formas alternativas para incentivar y fortalecer el ejercicio de los derechos humanos sexuales y reproductivos, lo que en palabras claras quiere decir que los colegios ya no pueden prohibir, sino que por el contrario deben promover el desarrollo de la diversidad de género la interior de las instituciones de educación primaria, básica y media, ofreciendo las herramientas de protección para que los estudiantes puedan hacer un uso libre de sus derechos sexuales sin discriminación alguna hacia la comunidad LGTBI.

Quiénes se oponen y por qué

Pero las reformas del ministerio no han sido bien recibida por parte de todos los sectores. El procurador General de la Nación emitió en su momento un concepto a la Corte Constitucional solicitando que no se avalaran las pretensiones de la demanda del Colectivo “Cero Embarazos no Deseados en Adolescentes” afirmando que la implantación de la cátedra de educación sexual en los niveles de primaria y pre-escolar podría aumentar la “curiosidad hacia conductas sexuales que aceleren de manera inconveniente el inicio sexual de los niños/niñas y adolescentes con el ya sabido riesgo de embarazos adolescentes y el contagio de enfermedades”. Por su parte Maria Fernanda Alarcón, directora de la fundación “Padres un Paso al Frente” aseguró haber recogido más de 5000 firmas en rechazo a la implantación de ciertas enseñanzas en las aulas de clase.

Adicionalmente, en las últimas semanas la diputada santandereana Ángela Hernández criticó la cátedra de la sexualidad, asegurando de paso que se está imponiendo a la comunidad heterosexual la forma de pensar y los valores de la comunidad LGTBI, acusando de paso a la ministra Gina Parody de impulsar estas políticas para impartir en los colegios su propia orientación sexual. Por estas acusaciones ahora la diputada está siendo investigada y además se le han solicitado explicaciones acerca de sus afirmaciones según las cuales los niños LGTBI deberían tener sus propios colegios.

Lo que queda sobre la mesa

La discusión no parece acabarse por ahora. Se trata de la educación sexual de los niños que es uno de los temas socialmente más sensibles que existen en Colombia, sin embargo, lo que por ahora se deja ver claramente es que no parecemos estar listos del todo para compartir con aquellos que son distintos a nosotros y que están muchos desafíos por resolver antes de diseñar una educación realmente inclusiva en cuestiones de género en el país.

Tomado de: http://www.las2orillas.co/educacion-sexual-para-ninos-a-que-edad-debe-ensenarse/

Comparte este contenido:

El “nuevo modelo educativo” y la antihistoria

Por: Manuel Pérez Rocha

El presente y el pasado, un continuo inseparable, constituyen la historia; además, como pedía Mafalda, la historia también debe hacerse hacia adelante. Un asunto tan complejo como la evolución de la educación mexicana y su estado actual puede narrarse de muchas maneras, con diversos enfoques y escogiendo en cada caso los asuntos relevantes para el propósito del relato, porque todo relato tiene un propósito, o varios; algunos legítimos, otros corrompidos, intereses académicos, intereses políticos, intereses económicos; o intereses personales, como construirse a uno mismo una identidad, y un lugar en la historia.

La historia de la educación mexicana, usada como preámbulo del llamado nuevo modelo educativo de la SEP, es una caricatura interesada; su interés es ataviar al secretario Nuño y al gobierno de Peña como los grandes reformadores, como educadores que vienen a enmendar la plana a los únicos otros dos educadores mexicanos que, para Nuño y colaboradores, merecen ser recordados: Vasconcelos y Torres Bodet. Todo lo demás no existió, o su existencia fue irrelevante para el momento actual, porque el modelo educativo de Nuño, dicen, viene a superar un primer modelo diseñado hace un siglo por Vasconcelos y continuado después por Torres Bodet. Ese modelo, dictaminan, no es útil para el siglo XXI; sin embargo, ni ahora ni antes han presentado un análisis serio de ese supuesto modelo obsoleto, ni un diagnóstico que sustente su nuevo modelo.

Sin fundamento alguno, y con un simplismo inadmisible, caracterizan a lo que consideran el modelo Vasconcelos-Torres Bodet como un modelo vertical (¡!) que no corresponde a las necesidades del siglo XXI. Ninguna mención merece el sistema de educación normal (uno de los asuntos más candentes de este momento), ni la conflictiva realidad que vivieron los educadores mexicanos desde el término de la revolución armada hasta finales de los años 70, ni los valiosos debates que se dieron en esos años en torno a lo que ellos llaman modelo educativo. Tampoco merecen atención las universidades, ni siquiera la UNAM. Argumentarán que su modelo se refiere a la educación obligatoria (primaria, secundaria y media superior); sin embargo, pasan por alto que en muchas universidades, incluyendo la UNAM, se imparte educación media superior y que es en la Universidad Nacional en donde se han dado los proyectos (modelos) más importantes de bachillerato: desde el siglo XIX la Escuela Nacional Preparatoria y desde 1971 el Colegio de Ciencias y Humanidades. Ambas instituciones, y sus modelos, han tenido una trascendencia histórica en el sistema educativo nacional y en el devenir de la sociedad mexicana.

La ignorancia de la historia es la ignorancia de la realidad, un lujo que no se pueden dar quienes quieren modificarla; por eso la estudian bien los maestros disidentes (véanse sus publicaciones). Por el contrario, quienes quieren prolongar la vida de un sistema de dominación, de privilegios y oprobios tienen que ignorarla pues de conocerla, y al mismo tiempo desatender sus lecciones, entrarían en insostenible estado de disonancia cognoscitiva. La consustancial subjetividad de las humanidades, entre ellas la historia, es compatible con el espíritu científico en la medida en que el rigor metodológico de investigación, análisis y crítica esté dirigido por una exigente actitud ética, honesta; como dice Bertolt Brecht, impulsado por la valentía de asumir en el comportamiento propio las consecuencias de las verdades encontradas, de las verdades que vale la pena decir.

El pueblo mexicano tiene un lugar central en la historia de la educación nacional. Grandes proezas, como las identificadas con Vasconcelos (por ejemplo, las misiones culturales, la labor editorial, la construcción de escuelas y edificios, el impulso de las artes), no se explican si no se toman en cuenta los movimientos sociales y las inquietudes intelectuales y culturales del pueblo gestadas desde el siglo XIX. El mal llamado modelo educativo del siglo XX mexicano (ningún educador de esa época habló de modelo, había en realidad varios proyectos en permanente tensión), mucho más rico que la caricatura que hace de él Nuño, no se entiende sin tener en cuenta esa historia ¿Estarán dispuestos nuestros actuales pedagogos de temporal a reconocer que algunos de los ideales educativos humanistas, que sirven de mero adorno a su modelo, fueron materia de las luchas que hace 100 años libraban los revolucionarios mexicanos, entre ellos los anarquistas y socialistas?
Tampoco se entiende nuestra historia si se pretende ocultar el nefasto y corruptor efecto del priísmo y su ancestro a partir de 1940. Muy interesada es la referencia de Nuño al priísta Torres Bodet, quien, independientemente de sus aciertos y valores literarios, contribuyó de manera definitiva a la consolidación del corruptor y charrísimo SNTE, y al cruento exterminio de las organizaciones magisteriales autónomas, democráticas y progresistas que se venían construyendo en las décadas anteriores a 1940. Tampoco se entiende nuestra historia si se ignoran las luchas del magisterio mexicano a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y las que hoy protagoniza. El gobierno ha pretendido hacer creer que el amplio movimiento social de hoy, extendido en casi todo el territorio nacional, es una perversa maniobra de un puñado de líderes corruptos que defienden intereses ilegítimos.
La historia de la educación mexicana que nos cuentan Nuño y sus colaboradores en el preámbulo de su nuevo modelo educativo no es una versión más que pudiera tener el mismo valor que otras narraciones del mismo asunto: es simplemente una falsedad, una muestra del menosprecio que estos reformadores tienen por lo que hacen y han hecho millones de mexicanos, y una evidencia más de la corrupción de su discurso. Los maestros mexicanos saben bien que están construyendo historia hacia adelante.

Tomado de: http://www.educacionfutura.org/el-nuevo-modelo-educativo-y-la-antihistoria/

Comparte este contenido:

El juego como contenido de la educación infantil, un enfoque potente en la pedagogía de infancia

 

 Mercedes Mayol Lasalle

OMEP Latinoamérica

En  muchos  países  de  América  Latina  durante   los  años  90,  se  produjo  un  fuerte  proceso  de   hegemonía  de  las  posiciones  tecnocráticas  en   la  educación  infantil,  reforzado  por  las  leyes   educativas  surgidas  en  esos  años.  Se   propusieron  diseños  curriculares  dirigidos  a  la   Educación  Infantil  basados  en  las  ideas   pedagógicas  de  la  educación  básica  o  primaria   y  seleccionando  y  organizando  contenidos   que,  hasta  el  momento,  eran  propios  de  ésta.

En  Argentina,  en  1995,  el  Ministerio  de   Educación  Nacional  formuló  y  divulgó  los   Contenidos  Básicos  Comunes  que  se  plantearon   agrupados  en  capítulos  sobre  Lengua  y   Literatura,  Matemática,  Área  Expresivas   (Educación  Física,  Expresión  Corporal,  Música  y   Plástica)  y  Ciencias  Sociales,  Naturales  y   Tecnología.  Dichas  áreas  tuvieron  “un  poder   regulador  de  la  elaboración  curricular  a  nivel   provincial  y  (…)  marcan  una  tendencia  a  que  las   propuestas  curriculares  para  el  nivel  se   formulen  tomando  como  parámetro  para  la   clasificación  de  los  conocimientos  áreas  que  son  más  propias  de  la  tradición  de  la  escuela   primaria.  (Terigi,  2002:  7).  Este  isomorfismo  de   las  formulaciones  pedagógicas  de  la  educación   infantil  con  los  de  la  escuela  primaria  (Terigi,   2002:  11)  se  extendió  también  a  las  formas  de   funcionamiento  didáctico,  con  una  pérdida   importantisima  de  la  calidad  y  del tiempo  de   juego,  entre  otras  características  identitarias   de  la  enseñanza  en  el  nivel  inicial. A  partir  del  año  1999  la  pedagoga  argentina   Patricia  Sarlé  comienza  una  investigación  cuyo   objetivo  consistía  en  describir,  caracterizar  y   construir  categorías  didácticas  para  analizar   cómo  aparecía  el  juego  en  escuelas  infantiles   estatales  de  la  Ciudad  de  Buenos  Aires  (Sarlé,   1991:  4),  que  más  tarde  se  extendió  también  a   Santiago  de  Chile.  Los  resultados  alcanzados   fueron  muy  reveladores  y  aunque  sería   interesantísimo  plantear  las  esclarecedoras   conceptualizaciones  que  surgieron  a  partir  de   análisis  de  las  observaciones  realizadas,  en   este  artículo  sólo  destacaré  dos  temas:

• la  constatación  de  que  en  las  prácticas   cotidianas  de  la  Escuela  Infantil,  el  juego   no  se  concreta  con  la  intensidad  y   frecuencia  que  corresponde  a  su   centralidad;

• el  reconocimiento  de  que,  en  la  escuela,   el  juego  es   medio  y  es  contenido   curricular. En  cuanto  a  la  primera  afirmación,  los   resultados  obtenidos  por  Sarlé  pusieron  en   evidencia  que,  contrariamente  a  lo  que  los   docentes  creían  y  manifestaban,  el  juego  en  la   educación  infantil  ocupaba  el  20  %  del tiempo   escolar,  y  de  éste  “sólo  el  7%  del tiempo  de   juego  estaba  vinculado  a  propuestas  lúdicas   para  enseñar  contenidos.  El  resto  del tiempo   refiere  a  juegos  espontáneos  en  la  sala  o  en  el   patio.”   (Sarlé,  2010:  24).

Estos  datos  han   ayudado  a  poner  en  crisis  la  creencia  de  que   todavía  en  las  escuelas  infantiles  se  mantenía   la  centralidad  del  juego,  como  eje  y  pilar  de  la   didáctica,  tal  como  lo  indicaban  los  relatos   fundacionales  del  Nivel  Inicial.

A  pesar  de  que   los  profesores  insistan  en  su  importancia  para   el  desarrollo  del  niño,  todavía  hoy,  en  muchas   escuelas  infantiles,  se  priorizan  “los  trabajitos”   y  la  realización  de  innumerables  actividades   cotidianas  (saludos,  registros,  rondas  de  intercambio,  higiene,  momentos  de   alimentación,  traslados  y  momentos  de   organización  del  grupo)  que  son  ejecutadas   acríticamente,  y  muchas  veces  rutinizadas,  lo   que  las  empobrece  como tiempo  instructivo  y   las  convierte  en tiempos  inertes  (Sarlé,  2010:   33).   Al  mismo  tiempo  que  estas  investigaciones   ofrecen  una  mirada  crítica  e  invitan  a  revisar  los   tiempos  asignados,  proponen  una  reflexión   crítica  sobre  la  intencionalidad  con  la  que  se   juega  en  la  escuela.  En  ese  sentido,  Sarlé  ofrece   un  giro  conceptual:  dejar  de  pensar  al  juego  sólo   “como  método,  recurso,  motor  del  desarrollo  y   modo  de  presentar  actividades”  y  considerarlo   como  “parte  constitutiva  de  nuestra  propuesta   de  enseñanza.  Como  un  contenido  a  enseñar  y   como  un  modo  de  enseñar  contenidos”  (Sarlé,   2010:  25).

El  momento  actual  nos  encuentra  en  una   situación  de  revalorización  y  búsqueda  de   nuevos  sentidos  para  el  juego  en  la  educación   infantil.  Como  señala  Violante (2011:  9),  “este   fenómeno  que  se  instala,  preocupa  a  los   formadores  de  docentes  de  educación  inicial   quienes  hacia  los  años  2000  y  siguientes  lo   ponen  de  manifiesto  en  algunos  de  los  ftulos   de  sus  escritos  cuando  plantean  por  ejemplo     “Volver  a  jugar  en  el  jardín”  (Ullúa,  2008),   “Enseñar  en  clave  lúdica”  (Sarlé,  P.  y  otros,   2008),  “  Enseñar  el  juego  y  jugar  la   enseñanza”(Sarlé,  P.  2006)  hasta  la  afirmación   de  uno  de  los  textos  actuales  que  con  énfasis   plantea  “Lo  importante  es  jugar”  (Sarlé,  P.  y   otros,  2010) . Según  Rodríguez  Sáenz  (2010),  las   investigaciones  de  Patricia  Sarlé  ampliaron,  y   desarrollaron  en  profundidad  el  planteo  del   juego  en  el  contexto  escolar  y  son  fértiles  y   orientadoras  para  quienes  nos  ocupamos  de   que  el  juego  tenga  un  lugar  privilegiado  en  los   planteos  y  propuestas  de  la  Pedagogía  y  la   Didáctica  de  la  Educación  Infantil.  Considerar   al  juego  como  contenido  supone  asumir  su   vinculación  con  la  enseñanza  y  que  es  el   docente  quien  decidirá  lo  que  ofrecerá  a  los   niños  como  experiencias  de  aprendizaje  y  de   qué  modo  se  aproximarán  a  los  contenidos  a   enseñar.  Desde  el  punto  de  vista  de  la  relación   entre  el  juego  y  el  contenido  disciplinar,  resulta  necesario  pensar  en  secuencias   lúdicas,  con  continuidades  y  repeticiones   sucesivas  del  mismo  formato  de  juego,   definiendo  qué  estrategias  didácticas   desplegarán  para  enseñarlo.  Así,  el  juego  será   “un  saber  valioso  en  sí  mismo  y  como  un   territorio  en  el  cual  otros  aprendizajes  se   producen”  (Rodríguez  Sáenz,  2010:  83).

En   cuanto  al  vínculo  entre  el  juego  y  la  cultura,  la   escuela  infantil  es  un  espacio  o  contexto  social   particular  en  la  vida  del  niño,  y  por  ello  ésta   “(…)  debe  asumir  la  responsabilidad  de  enseñar   el  juego  como  expresión  genuina  del  hombre  y   manifestación  de  lo  cultural”  (Rodríguez  Sáenz,   2010:  88).  Así,  el  camino  de  transformación  de   las  prácticas  educativas  que  implican  estas   ideas  está  orientado  a  profundizar,  por  un  lado,   la  enseñanza  de  los  juegos  tradicionales  y  por   otro,  a  enseñar  a  jugar  y  enseñar  a  ser  jugador,   es  decir  que  en  la  escuela  infantil:

• se  enseñen  juegos,  a  jugarlos  y  a   apropiarse  de  los  modos  sociales  para   manejarse  en  situaciones  lúdicas  y,  al   mismo tiempo,

• se  enseñe  a  ser  jugador,  dado  que  para  ser   un  sujeto  social  miembro  de  una  cultura   particular,  hay  que    comprometerse  a   formar  parte  del  juego  e  intentar  ser   “buenos  jugadores”  (Rodríguez  Sáenz,   2010:  88).

En  coherencia  con  lo  expuesto,  como  ya  lo   mencioné  con  anterioridad,  en  el  año  2004  los   Núcleos  de  Aprendizajes  Prioritarios  para  el  Nivel   Inicial  (NAP)  elaborados  por  representantes   políticos,  técnicos,  supervisores  y  docentes  de  las   provincias  argentinas  y  de  la  Ciudad  de  Buenos   Aires  acordaron  reconocer  que  el  juego: -­‐ en  el  Nivel  Inicial  es  orientador  de  la   acción  educativa; -­‐ es  variado  y  está  condicionado  por  la   pertenencia  social,  experiencias  y   condiciones  de  vida  cada  niño; -­‐ es  un  producto  de  la  cultura  y,  por  lo   tanto  se  aprende; -­‐ tiene  el  valor  intrínseco  para  el   desarrollo  de  las  posibilidades   representativas,  de  la  imaginación,  de  la   comunicación  y  de  la  comprensión  de  la   realidad;  -­‐ adquiere  distintos  formatos:  juego   simbólico  o  dramático,  juegos   tradicionales,  juegos  de  construcción,   juegos  matemáticos  y  otros,  y  se   desarrollan  distintos  espacios; -­‐ en  la  escuela  es  un  campo  de   profundos  debates  que  oscilan  en   posturas  polarizadas  respecto  de  su   importancia  y  función; -­‐ necesita  de tiempo  para  que  sea   verdadero  juego;   -­‐ requiere  definir  estrategias  pedagógicas   que  consideren  las  diferentes   modalidades  de  juego  y  enseñanza,   alentando  el  derecho  a  jugar  de  los   niños  a  la  par  que  su  interés  por   aprender; -­‐ necesita  ser  enriquecido  y  que  todos   los  campos  de  conocimiento  aporten   saberes  al  niño  que  le  permitan  una   mayor  comprensión  y  organización  de   la  realidad;  y -­‐ habilita  al  niño  a  ampliar  sus  márgenes   de  autonomía,  cooperación,  solidaridad   y  conocimientos  sobre  sí  mismo,  sobre   los  otros  y  sobre  el  mundo.  (NAP,  2004:   13).

Entonces,  desde  este  mirada  crítica  y   transformadora  sobre  el  juego,  los  pedagogos   argentinos  venimos  percibiendo  que  es   importante   desnaturalizar  el  juego  en  la   escuela  infantil,  y  elaborar   “situaciones   complejas  de  enseñanza  en  las  que  jugar  sea   posible  para  el  niño  en  la  escuela    y  buscar   desde  allí  nuevas  categorías  que  interpreten  la   intervención  del  maestro  y  la  enseñanza  de  los   contenidos.”  (Sarlé,  2001:  215).

Fuente: Revista RELAdEI.  Revista  Latinoamericana  de  Educación  Infantil,  vol.2  (3),   pp.  99-­‐110. En: http://redaberta.usc.es/reladei/index.php/reladei/article/view/130/pdf

Fuente imagen: http://permisoparasernino.pe/file/foto%20espacios%20preparados.jpg

Comparte este contenido:

Crisis de paso y retorno del Imperialismo

Por: Helio Jaguaribe

De acuerdo con Helio Jaguaribe, la industrialización acelerada de los países asiáticos, principalmente China e India, y la lenta incorporación de sus inmensas poblaciones como consumidores, hace que surja una cuestión de extrema gravedad:

La ausencia de disponibilidad, en una proporción correspondiente, o incluso en términos absolutos, de varios minerales escasos esenciales para el proceso industrial, como el petróleo, el aceite natural, el uranio, el molibdeno, el tungsteno, el cobalto, el plomo, el zinc será muy escasamente accesible para 2075. (Jaguaribe, 2006; 14)

De acuerdo con las proyecciones del Departamento de Energía estadounidense, el consumo de energía de China aumentará un 4,3 % por año hasta el 2020, «lo que implicará un aumento del 150% en el consumo de petróleo, del 158% del carbón y de más del 1.100% en el gas natural»(Clare, 203: 36). Un patrón similar se observa en la India, donde el consumo de energía aumentará un 3,7% hasta el año 2020. Es un hecho que la demanda de una gran cantidad de materias primas clave está creciendo a un ritmo insostenible. En este estado de cosas, Jaguaribe afirma:

«O se logra una amplia y profunda reorganización de la civilización industrial -que no se está haciendo, ni si está pensando acerca de ello seriamente – o el mundo se enfrentará en el último tercio de este siglo a una gigantesca crisis industrial. Es probable que en presencia de esa crisis los países más poderosos, sobre todo los Estados Unidos, tomarán un feroz imperialismo de los suministros y se apoderarán de las escasas fuentes de recursos en detrimento de las naciones más pequeñas. (Jaguaribe, 2006: 15)

Para algunos expertos en seguridad internacional, como Michael Clare (2003: 23), la disputa por los recursos está provocando una grieta que se está volviendo más y más evidente en el sistema internacional. Para Klare, el objetivo más importante de la agenda estratégica de Washington es «garantizar el acceso estadounidense a las fuentes vitales de recursos exteriores». Así, esto se evidencia por «no sólo la dimensión geográfica de las propuestas estratégicas, el mayor y mayor énfasis dedicado a las operaciones militares en el Golfo Pérsico, en el Caspio y en otras zonas productoras de energía, sino también por aspectos operativos. […] Se puede observar este nuevo enfoque, por ejemplo, en la atención dedicada a los problemas energéticos por parte de los servicios de inteligencia norteamericanos»(Klare, 2003: 23).

La hipótesis del retorno del imperialismo del suministro es abordada por Thomas Friedman, quien afirma: «Las principales disputas por los recursos serán resueltas mediante mecanismos de mercado» (citado por Klare, 2003: 33), dado que el aumento de los precios, como consecuencia de la escasez, hará que los materiales de sustitución se desarrollen. De acuerdo con Klare, la tesis de Friedman pasa por alto el hecho histórico de que en numerosas oportunidades los gobiernos de cualquier signo político «han recurrido a las armas por lo que consideran intereses nacionales vitales, entre los que figuran el suministro de petróleo y agua potable» (Klare, 2003: 33). Y hoy en día en casi todos los países de la tierra, afirma Klare, «el plan para proteger las materias primas esenciales se ha convertido en una parte primordial de la planificación de la seguridad nacional» (33). Por otra parte, contrariamente a la opinión de Friedman, las fuerzas del mercado podrían ser contraproducentes en el sentido de que «si el precio del crudo se incrementara tanto que las grandes dificultades económicas fueran necesarias en los países importadores [éstos] podrían comenzar las operaciones militares en el exterior. Una acción que, de hecho, ha sido completada por los estrategas norteamericanos en el pasado y que podría revelarse como la opción preferencial ante una futura crisis del mismo género»(83). Por otra parte, Klare añade que «ninguna sociedad industrial avanzada subsiste sin una reserva sustancial de petróleo. Por lo tanto, cualquier situación susceptible de comprometer seriamente la continuidad del suministro puede originar una crisis y, en casos extremos, provocar el empleo de la fuerza militar. Cualquiera de las grandes regiones productoras se expone a una incidencia de este tipo»(47), lógicamente, incluyendo las regiones petroleras de América del Sur.

En su libro The Economy of the Hydrogen, Jeremy Rifkin (2002) observa que nos acercamos a un punto crítico en la era de los combustibles fósiles, de consecuencias potencialmente desastrosas para la civilización industrial. Si hasta ahora, afirma, los expertos habían evaluado que hay aún suficiente petróleo crudo para cuarenta años más aproximadamente, algunos de los principales geólogos ya han comenzado a sugerir que la producción mundial podría tocar techo y comenzará su continuo descenso mucho antes de lo que estaba previsto, tal vez al final de la primera década del siglo XXI. Los países productores -no pertenecientes a la OPEP-, señala, ya están acercándose a su techo de producción, lo que deja la mayoría de las reservas que quedan en los países islámicos de Oriente Medio, marcados por su inestabilidad política. Sin embargo, afirma, está naciendo un nuevo patrón de energía, una nueva fuente de energía va a reemplazar al petróleo al igual que ésta sustituyó, a su vez, al carbón. Rifkin afirma que esta nueva fuente de energía será la energía del hidrógeno.

Parece lógico especular que, como dijo Friedmann, los mecanismos de mercado orientarán la investigación científica al desarrollo de materiales de sustitución y a la creación de nuevas fuentes de energía. Sin embargo, también parece lógico pensar que, entre el nacimiento de una nueva energía principal y la muerte de una vieja energía principal, podría haber una «crisis de paso» de una duración indeterminada. Idéntico razonamiento se puede aplicar a la aparición de los materiales de sustitución. Por lo tanto, será muy probable que durante esta «crisis de paso» los Estados subordinados adopten un «imperialismo de suministro», para tomar por la fuerza las fuentes de recursos escasos.

Una muestra completa y palpable de esta lucha casi inevitable -y probablemente creciente- por los recursos cada vez más escasos la constituye la reciente disputa por el dominio del Ártico que viene ya desde mediados de 2007, cuando Rusia plantó su bandera en la región del mundo más al norte, haciendo de ello un acto de soberanía. En efecto, el gobierno ruso afirma que una gran parte del piso submarino del norte polar -conocido como la cordillera de Lomonosov- pasa por ser una extensión geológica de su país. Esta postulación le permitiría reclamar el espacio ante la ONU. Además, Dinamarca, Noruega y Canadá llevan a cabo sus respectivas investigaciones para demostrar que la cordillera Lomonosov, que se extiende bajo el agua de Rusia por el Polo Norte y por las islas canadienses de Ellesmere y Groenlandia, es la continuación de las plataformas respectivas y que, por lo tanto, les pertenece a ellos. La controversia no es casual. La agencia gubernamental estadounidense de hidrocarburos establece que el 25 por ciento de los recursos mundiales de crudo se encuentra al norte del círculo polar ártico. Por otra parte, en el Ártico hay gas rico, oro y depósitos de diamantes. Otra zona que algún día, no muy lejano, se convertirá en un campo de batalla de esta guerra de los suministros es la Antártida, en la que existen abundantes y probadas reservas de petróleo y gas, así como enormes riquezas mineras. No otra es la lógica que explica que Gran Bretaña quiera extender su dominio a alrededor de las Islas Malvinas a un área de aproximadamente 350 millas (563,3 kilómetros).

Pero esta disputa por los suministros estratégicos muy probablemente pasará de las regiones más heladas e inhóspitas del planeta a la mucho más benévola y accesible América del Sur. Nuestro subcontinente tiene más que respetables reservas de petróleo, gas, cobre, uranio, tungsteno, zinc, titanio, la mayor reserva de agua dulce del planeta y una rica biodiversidad. Debido a eso, cuando las cosas se pongan duras – durante la «crisis de paso» – con la falta de energía, agua y materias primas, los países más poderosos dirigirán sus miradas hacia nuestra región. Podemos tener la esperanza -si el «imperialismo de suministro» no se desata- de ser ricos en el futuro. Pero si nuestra esperanza está en las reservas, la historia demuestra que, cuando el grande y fuerte tienen necesidad de ellas, que las llevará por las buenas o por las malas.

De ese hipotético escenario internacional viene nuestra principal preocupación. Dado que un objetivo fundamental de la creación a medio plazo de las «Fuerzas Armadas de América del Sur» es que podrían llegar a poseer una capacidad disuasoria y estratégica de tal manera que hiciera que el coste de una aventura militar contra la región fuera mayor que los beneficios que podrían extraerse.

En algunos países de la región ya existe una preocupación clara y una disposición abierta para abrir el tema. Así, en Brasil, en noviembre de 2007, el ejército del general José Benedito de Barros Moreira, con una franqueza notable y un análisis del futuro escenario mundial difícil de criticar, declaró públicamente ante las cámaras de televisión que: «Brasil es objeto de avaricia mundial, ya que cuenta con agua, alimentos y energía. Por esa razón tenemos que colocar un fuertec ompuerta en el pestillo «. El general Moreira general es un muy alto oficial en activo y secretario de Estrategia del Ministerio de Defensa, circunstancias que otorgan una enorme relevancia a sus declaraciones. Para aclarar aún más la disposición existente, agregó:

El panorama actual revela un mundo violento y peligroso, y ninguna nación puede sentirse segura si no desarrolla la tecnología que le permita defenderse a sí mismo en un momento de necesidad.

Durante el año 2006 tanto en Venezuela como en Brasil se propuso la creación de una «fuerza militar sudamericana». Ahora todo lo que hay que hacer es ir desde la retórica a un nivel operativo.

Tomado de: http://katehon.com/es/article/crisis-de-paso-y-retorno-del-imperialismo

Comparte este contenido:

La batalla ecológica de los pueblos originarios

Por.  Carlos Ruperto Fermín

El modo de vida establecido por nuestros queridos hermanos indígenas se ha convertido en una historia llena de antagonismo. Sus corazones bañados en sabiduría celestial, no pueden evitar que los gobiernos y las transnacionales se adueñen de los ancestrales recursos naturales. Parece ser un pecado, venerar los milenarios territorios que evocan la fertilidad del planeta Tierra, dejando en un mar de tinieblas el hermoso legado de la cultura aborigen.

No podemos vivir ajenos a esa trágica realidad. Los latinoamericanos somos los hijos predilectos de la Pachamama. Nacimos del amor que florece en el campo, de la semilla que aviva la ilusión del fruto fresco, y de la brisa que asolea el claroscuro de la mañana. Pero, se nos hace difícil reconocernos como hombres y mujeres de estirpe criolla, mulata y mestiza. Cada década se magnifica la pérdida del sentido de pertenencia y se agudiza el grave proceso de transculturación. El respeto hacia las comunidades indígenas se deteriora por culpa de una inhumana Sociedad Moderna que rechaza la paz, la armonía y la tolerancia.

Nos preguntamos: ¿Por qué si los pueblos originarios defienden los ecosistemas y la biodiversidad universal, tienen que vivir presos del miedo ante la persistente amenaza de los megaproyectos neoliberales extractivos? Vemos que el fuego, el aire, el agua y la tierra, ya no representan los cuatro genuinos elementos de la Naturaleza, debido a que la horda genocida y etnocida del dios dinero, sólo piensa en lucrarse gracias a prácticas ilegales que deforestan, contaminan y polucionan el Medio Ambiente. Es una batalla muy injusta, que oprime la voluntad y el deseo de los pueblos originarios, en seguir disfrutando del milagro fortuito de la vida, sin caer en la legendaria tentación del sueño americanizado.

Domar la razón requiere de esfuerzo, y por eso los latinoamericanos no somos capaces de volvernos empáticos con los problemas ambientales que aquejan a las tribus indígenas. Encontramos la felicidad en un atractivo Iphone 6, en un famosísimo muro en Facebook, en un blooper subido a Youtube, en una impresionante Playstation 4 y en un poderoso Peugeot 208. Pero cuando el precio del materialismo se paga con el historial de valores aprendidos en la vida, nos quedamos endeudados, de brazos cruzados y con la cabeza gacha a punto de presionar el gatillo.

No es fácil recobrar la conciencia ecológica, y ser solidarios con el glorioso clamor de los incas, de los mayas y de los aztecas. Sabemos que los ciudadanos no aprovechan la apertura del conocimiento devenida con la tecnología del siglo XXI, para dedicarse a investigar con entusiasmo sobre nuestra rica identidad cultural, y así exigir respeto por la soberanía indígena y sus chamanes.

Vivimos esclavizados al pin del Blackberry, a los mensajitos por WhatsApp y a las conversaciones vía Skype. Por eso, cada día enfatizamos el sistemático aislamiento social, que se incrementa a causa del exagerado crecimiento urbanístico, el cual nos aleja más y más de las raíces autóctonas de los indígenas, destruyendo la posibilidad de convivir dentro de un modelo de sostenibilidad y sustentabilidad ambiental.

A nadie le importa que la industria de las telecomunicaciones asalte la laguna de Sinamaica, la comuna de San Pedro de Atacama o el departamento del Valle del Cauca, para colocar una gigantesca torre WiFi, una antena parabólica de TV y un transmisor de señal FM, en medio de las proverbiales zonas rurales que pertenecieron a los pueblos originarios. No obstante, todos los clientes foráneos gozarán con la alta conectividad inalámbrica, con los miles de canales satelitales y con los divertidos programas radiales, a expensas de menguar la calidad de vida de las familias campesinas e indígenas que allí habitan, por las constantes vibraciones electromagnéticas y las células cancerígenas que asfixian sus espacios naturales.

Probablemente sentimos muchísima rabia citadina, al ver que la esperanza de vida de los indígenas verdes y silvestres, es mayor que la percibida por los individuos fashion de las metrópolis. Aunque los pueblos originarios no son adictos a las pastillas de Bayer, Novartis y Pfizer, ellos emplean las plantas medicinales que nos regala la Naturaleza para curar las dolencias, sin tener que pagar grandes sumas de dinero en clínicas, operaciones, consultas y récipes médicos.

Se enferman menos y viven más. Una paradoja que invita a reflexionar sobre la neurosis desencadenada a nivel global, por un irracional estilo de vida que somatiza el embotellamiento vehicular, las discusiones de pareja, el bombardeo publicitario, la competitividad laboral, los berrinches de los niños y los inconvenientes personales.

Es común que nos quedemos ciegos, sordos y mudos, si se trata de vocalizar la herencia recibida por la lengua quechua, ya que tenemos un complejo de inferioridad producto del consumismo, de la televisión basura y de los antivalores adquiridos con el paso de los años. Surgen las interrogantes. ¿Será que somos cobardes, inmaduros o simplemente una manga de ignorantes? ¿Por qué rechazamos con tanta frialdad la sangre que corre por nuestras venas?

Pese a que los indígenas no usan zapatos Converse, perfumes de Armani y camisas de Tommy Hilfiger, se ven mucho más elegantes y originales con un precioso Huipil, Guayuco, Cushma o Quechquémel. Tampoco visten uniformes militares plagados de cascos, insignias y medallas a los costados, que aprueban las bombas, los tanques y las granadas de la guerra estadounidense. Y ni siquiera se inyectan botox, colágeno o ácido hialurónico para ocultar las arrugas y las manchas del rostro, pues los pueblos originarios ensalzan la presencia de los ancianos por la vasta experiencia alcanzada en sus trayectorias de vida, y no terminan envejeciendo en la soledad de los fríos centros geriátricos.

Si fuéramos un poquito más inteligentes, tal vez comprendiéramos que al rechazar el tambor de crioula, la trutruka o la flauta de caña que musicaliza una colorida danza precolombina, por el capricho de lucir un teléfono androide, una MacBook o una llave USB que boicotea una fiesta de cumpleaños, estamos negando la constelación generacional que todos llevamos por dentro, ya que luego de nacer, crecer y desarrollarnos en una región planetaria específica, adoptamos un rasgo bioquímico distintivo que no puede ser borrado de nuestro ADN, por el simple hecho de expatriarnos y vivir frente a la corrosiva Estatua de la Libertad.

No hay duda que el Imperialismo yanqui y sus tentáculos hispanoparlantes convirtieron el incansable espíritu de lucha de un valiente “indio”, en una palabra despectiva, ofensiva y denotativa de la errática idiosincrasia que ostenta el Nuevo Orden Mundial. Salimos de la casa llenos de envidia, resentimiento e hipocresía, mientras nos atosigamos en la calle con hamburguesas de McDonald ‘ s y gaseosas de Coca Cola, para después regresar al hogar y dormir un par de horas, en espera de repetir la misma deprimente rutina hasta el cansancio. Por el contrario, el mal llamado “indio” supera las adversidades del destino siendo fiel a su ideología pacifista, altruista e introspectiva, en la que se comparten las alegrías y se lloran las desgracias, nunca guardando rencores que envenenan los confines del Universo, y siempre resplandeciendo junto a la cálida luz del Sol.

Una enseñanza holística que pocos se atreven a meditar en silencio, ya que nuestro acelerado ritmo de vida no permite detenernos por un instante, y separar la verdad de las peligrosas mentiras que coexisten en el entorno. Quizás sentimos una gran envidia por el coraje de Kukulkán, que carcome el cuerpo y el alma de los lacayos más débiles. Lo afirmamos, pues existen muchísimos compatriotas latinoamericanos que suprimieron por completo las costumbres y las tradiciones de los pueblos originarios, eligiendo festejar el 4 de julio al ritmo de los brillantes fuegos artificiales.

Para ellos, los indígenas son parte de civilizaciones extintas yacidas en las aburridas páginas de los libros de antropología, que jamás se atrevieron a leer durante la formación académica obtenida. No olvidemos que la cultura indígena ha sido menospreciada y eliminada del pensum de estudio que cursan los jóvenes en América Latina, refiriéndonos a todos los centros educativos privados que prefieren enseñarle a los niños el pensamiento capitalista del Tío Sam, por encima del valor humanista que resalta las virtudes de la Madre Tierra.

Es escalofriante observar el grado de indiferencia que demuestra la colectividad, en quebranto del patrimonio cultural nativo. Muchas veces viajamos por estados, ciudades y municipios de nuestros países, cuyos nombres se relacionan directamente con ilustres caciques indígenas (Arecibo, Guairá, Maracaibo, Arichuna, Capiatá, Baruta, Tabasco, Arauco, Guaicaipuro, Caricuao, Tonaya, Manaure, Guamá, Chacao, Maturín, Abayubá, Yaracuy, Guayaquil). Ellos defendieron hasta la muerte la territorialidad de esos pueblos y evitaron en lo posible, que los colonizadores españoles y los invasores extranjeros saquearan el oro y la plata.

Pero, somos incapaces de estimar ese invaluable sacrificio de antaño y seguir honrando a quien honor merece. Es por tanta apatía del prójimo, que en pleno siglo XXI se continúa facilitando la entrada de empresas mineras, petroleras y gasíferas, que saben la ubicación exacta de esos anecdóticos territorios, para empezar sin titubeos con la intromisión, el despojo y la aniquilación de las comarcas indígenas.

Una sangrienta calamidad que las agencias de noticias oligarcas soslayan en los contenidos informativos que transmiten a diario, pero que nosotros explicaremos con objetividad basándonos en sucesos acaecidos recientemente, en aras de reivindicar los derechos y pedir justicia a favor de la resistencia indígena latinoamericana. Por ejemplo, las comunidades nativas de Pampa Hermosa, de Nueva Jerusalén y de Pichanaki, han tenido que ejercer acciones de protesta en Perú para aplacar el despotismo de la empresa argentina Pluspetrol, que con sus actividades exploratorias en busca de gas, con sus derrames de hidrocarburos y con sus tácticas dilatorias, está afligiendo el equilibrio ecológico de la Amazonía peruana.

Es tan espinoso el desastre ambiental que provoca la codicia de las transnacionales, que los indígenas ecuatorianos tuvieron que acudir a la Corte Penal Internacional, para denunciar el archiconocido ecocidio perpetrado por Chevron-Texaco, que sigue socavando los recursos naturales de las casi desaparecidas tribus originarias. Una situación similar se vive en Colombia, donde la guerrilla, el narcotráfico y las multinacionales, se encargan de destruir las tierras con la complicidad del gobierno neogranadino, que otorga las licencias sin pensar en la vida de los pueblos ancestrales, tal como lo hizo la Concesionaria Yuma para empezar a construir la Ruta del Sol sector III, la cual ya arremetió contra más de 50 espacios sagrados que adoraban los indígenas Kankuamos, Arhuacos, Wiwas y Koguis en la Sierra Nevada de Santa Marta.

En paralelo, el gobierno paraguayo tuvo la osadía de respaldar la prospección geológica impulsada por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, que tiene como hipocentro el paisajístico Cerro León enclavado en el Parque Nacional Defensores del Chaco, donde habita el aguerrido pueblo Ayoreo que sufre por todos los abusos cometidos dentro de su majestuosa territorialidad. Mientras que la tribu Yaqui en suelo mexicano remó contra la corriente para frenar el proyecto del Acueducto Independencia, el cual ha trasvasado millones de metros cúbicos de agua desde la cuenca del río Yaqui a la del río Sonora, sin considerar el derecho fundamental de acceso a fuentes de agua limpia que tienen los habitantes indígenas, quienes podrían quedar sin una gota del mercantilizado vital líquido.

Recordemos que la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP20), desarrollada en Perú durante el mes de diciembre del 2014, fue un total fracaso para el porvenir de los pueblos autóctonos, ya que desde el rebuscado “pabellón indígena” utilizado como puente comunicacional para escuchar las voces de las tribus nativas, no se atendieron en absoluto los reclamos expresados por los grupos étnicos que asistieron al lugar. Vale aclarar que la descomunal quema de combustibles fósiles por parte de los consorcios internacionales, viene intoxicando el modus vivendi de las comunidades indígenas, pues se afecta la calidad del Medio Ambiente debido a las emisiones de gases de Efecto Invernadero.

De hecho, ninguna de las exigencias presentadas por los pueblos originarios fueron plasmadas en los célebres “diez campanazos” dados a conocer tras la mencionada conferencia, y que supuestamente demuestran el rotundo éxito conseguido en la financiada cita empresarial.

Además, los líderes indígenas están siendo asesinados en varias provincias de Latinoamérica, porque intentan salvaguardar los recursos naturales de sus territorios. En países como Venezuela, Perú, Brasil, Guatemala, Colombia, Nicaragua y México, se intensifican los secuestros, las agresiones físicas y los sicariatos de figuras indígenas, que no dan su brazo a torcer por el gran amor que sienten hacia la Pachamama. Tenemos el lamentable caso del pueblo Garifuna en Honduras, que visualiza como los sembradíos de droga, el contrabando, los agro-combustibles, el desalojo forzado de tierras, el turismo genocida, las mafias sindicales y el crimen organizado, han matado la sonrisa de la bella mujer afrodescendiente.

A su vez, en febrero del 2015 los indígenas Ngäbe en Panamá refutaron el proyecto Hidroeléctrico Barro Blanco, debido a que violaba los principios de la constitución panameña, que resguarda los territorios indígenas e impide que sean privatizados o enajenados. Cabe destacar que Panamá es el país centroamericano que ha perdido con mayor rapidez su identidad cultural, siendo el resultado de un atroz proceso de transculturación, que convierte la semilla del Sterculia Apetala en kilométricas infraestructuras comerciales, edificios y autopistas.

Por otro lado, una serie de estancieros en la Patagonia ocuparon tierras de los mapuches de forma ilegal, perjudicando a los indígenas de Comallo y Zapala que padecen la transgresión a la Ley Nacional 26.160, la cual se halla vigente en la geografía argentina y prohíbe desalojar a los pueblos originarios de sus tierras. De igual manera, el Consejo Autónomo Ayllus Sin Fronteras que labora en Chile, denunció la profanación del cementerio indígena prehispánico de Topáter durante el mes de enero del 2015, tras la irrupción de una motoniveladora a cargo de la empresa Aguas Antofagasta, que causó un profundo daño arqueológico en la hierática zona que data de hace 2.500 años AP.

Hasta la fecha, ningún ente gubernamental chileno ha condenado públicamente ese delito socio-ambiental, y no se enjuiciaron a los seres inescrupulosos que llevaron a cabo la degradación de la superficie, evadiendo el marco reglamentario de la Ley 17.288 que deja bajo tuición y protección del Estado a los cementerios aborígenes. ¿Por qué no se cumplen las leyes que defienden el legado de los pueblos originarios? ¿Qué pasaría si la motoniveladora en vez de romper el arte de los indígenas, hubiera tumbado una enorme torre WiFi que interconecta a millones de chilenos? Seguro que la nefasta noticia sería un “trending topic” en Twitter, y todos los cibernautas del resto del Mundo, se burlarían de la mala suerte que envuelve a los usuarios chilenos.

A lo largo del artículo vimos que los indígenas son engañados y traicionados por los corruptos gobiernos de turno, que le dan la espalda a sus propias raíces culturales. No son tomados en cuenta por los organismos ministeriales al aprobar o rechazar los megaproyectos extractivos, evitando realizar los estudios de impacto ambiental y las consultas públicas necesarias, para evaluar la opinión de los pobladores antes de iniciar los trabajos con maquinaria pesada. Son considerados una “minoría étnica” que entorpece los jugosos contratos que traen consigo las transnacionales, los inversionistas y su macabro escuadrón de ataque.

Queda claro que la cosmovisión tiene sus días contados en el planeta Tierra, por la agresiva globalización del orbe y la salvaje desidia ambiental, que deja ardiendo los ojos, las lágrimas y el llanto del indígena. Esta noche prendamos una vela aromática de optimismo, e iluminemos el futuro conservacionista de los victoriosos pueblos originarios.

Fuente original: http://ekologia.com.ve/

Imagen tomada de: http://hechoecologico.weebly.com/uploads/1/8/5/3/18533360/3510231.jpg?507

Comparte este contenido:

Un Cura del S. XVII más feminista que tú

Por Marina Pibernat

En general, poco se habla de lo que conocemos como “querella de las mujeres”; ya sea en la enseñanza obligatoria, en las universidades o en los medios de comunicación. Esto es así a pesar de que la querella de las mujeres fue un intenso debate en los campos filosófico, político y literario que abarcó toda Europa durante la segunda mitad de la Edad Media y toda la Edad Moderna. El objeto de debate era la supuesta inferioridad natural de la mujer y, lo que es lo mismo, la supuesta superioridad natural del hombre. Como es de esperar, los participantes fueron mayoritariamente hombres. Pero allá por 1400 una mujer, Christine de Pizan, intervino con La Ciudad de las Mujeres, aportando por primera vez ideas ya propiamente feministas, reivindicativas de la igualdad entre hombres y mujeres.
Puede que a veces nos cueste pensar en términos de feminismo en períodos anteriores a la Ilustración, pero lo cierto es que las demandas de justicia social por parte de las mujeres – y hombres, como veremos – son muy anteriores a la articulación de lo que denominamos feminismo. ¿Tan raro sería que así fuera? ¿Debemos asumir las feministas que las mujeres que nos preceden asumieron impertérritas su destino subalterno? Si hubiera sido así, ¿en dónde se habría podido gestar el feminismo?
Precisamente este largo pasado “pre-feminista”, que entronca con la Ilustración y que vemos recogido en la extensa querella de las mujeres, es mantenido en los márgenes de la oficialidad; en el enésimo intento de hacer de las mujeres una especie de presencia fantasmagórica, que está pero no está, en toda la historia del pensamiento filosófico y de la acción política. De este modo, a las vivas no nos queda otra que dialogar con unos fantasmas que sólo parecen manifestarse ante nosotras para movernos los muebles que la oficialidad ha puesto en nuestras cabezas.
Unos siglos antes de que Chistine de Pizan escribiera La Ciudad de las Mujeres, muchas ya habían decidido llevar una existencia material y espiritual al margen de las estructuras de subordinación de la época, y a pesar de los discursos médicos y filosóficos que las concebían como física y moralmente débiles respecto de los hombres. Las llamadas Beguinas – Beatas, en el Reino de Castilla – si bien eran mujeres de espiritualidad y conocimiento, eran también laicas, ya que no eligieron la vida monacal porque rechazaban formar parte de la jerarquía de la iglesia, o de cualquier otra, como el matrimonio. Existieron beguinatos, como llamamos a las comunidades informales que constituyeron esas mujeres, en toda Europa, naciendo en Flandes a finales de s.XII.
Las mujeres de los beguinatos no sólo se dedicaban a la vida contemplativa y espiritual, también a la enfermería, la enseñanza y a otras actividades comerciales e industriales para poder vivir, incluyendo el pedir limosna. El origen social de las beguinas era muy diverso, desde campesinas hasta nobles, pasando por las hijas de la incipiente burguesía que se empezaba a conformar en las ciudades. Con el tiempo, hacía finales de la Edad Media, las beguinas serían perseguidas por la Inquisición, y muchas de ellas se integrarían en la Orden Jerónima; otras seguirían su camino de independencia, y continuarían siendo perseguidas.
Muchas de ellas pudieron intervenir en la querella de las mujeres a través de la escritura desde la corriente humanista – que supuso el acceso a la educación para muchas mujeres – o plasmando sus propias experiencias. Así, las beguinas representaron la vertiente más social de la querella de las mujeres, en contraposición a su vertiente académica, dominada por hombres y basada en los textos clásicos que se referían a la mujer como un ser incompleto, un hombre castrado. Los textos aristotélicos se había convertido en lectura obligatoria en las universidades desde el s. XIII.
En la segunda mitad del s. XVII, un joven parisino destinado por su familia burguesa a la carrera eclesiástica, llamadoFrançois Poulaine de la Barre y nacido en 1647, tuvo que hacer lo que cualquier estudiante de la historia conoce bien y tragar con los contenidos oficiales del programa. Pero todo aquello que caía fuera del ámbito académico era discutido igualmente en los salones literarios de la ciudad, organizados por mujeres aristócratas cultas del movimiento preciosista. Él participó en ambos espacios de debate intelectual.
Pronto se sintió atraído por la nueva filosofía cartesiana, y en 1673 hizo su aportación a la querella de las mujeres conDe la Igualdad de los Sexos, discurso físico y moral en el que se destaca la importancia de deshacerse de los prejuicios. En ella, Poulaine de la Barre aplicaba el racionalismo cartesiano llevándolo más allá, hasta el ámbito social y de las costumbres, político al fin y al cabo. Así, se anticipó a la Ilustración, y lo hizo desenmascarando el prejuicio según el cual la razón de las mujeres es naturalmente inferior a la de los hombres.
La desigualdad de bienes y de condiciones de vida hace que muchas personas juzguen que los seres humanos no somos iguales. Si buscamos en qué se fundan estas opiniones hallaremos que sólo están basadas en el interés o en la costumbre”.
Ciertamente esto parece encajar con una visión materialista de la conciencia, según la cual el contexto social, cultural y económico determinan nuestras visiones sobre el mundo y sobre los seres humanos. Además de hacer notar la influencia del medio social, este filósofo apuntó a lo que mucho más tarde llamaríamos interseccionalidad diciendo que:
No hemos observado lo que pueden hacer en nosotros los hábitos, las prácticas, la educación y el estado exterior, es decir, la combinación de factores como el sexo, la edad, la fortuna o el cargo que nos ubican en la sociedad”.
Todo esto, pues, influye en la forma de observar las verdades que se nos presentan, y es por esto que Simone de Beauvoir, más de tres siglos después, encabezaría su obra El Segundo Sexo (1949) con dos citas. La primera, de Pitágoras: “Hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer”. Y la segunda: “Todo cuanto han escrito los hombres sobre las mujeres debe ser sospechoso, pues son a un tiempo juez y parte”, de Poulaine de la Barre.
Con su obra de 1673, pues, nuestro cura francés fue el primero en toda la historia de la filosofía en convertir a la mujer en el sujeto epistemológico de referencia para así desvelar el prejuicio de la naturalización de la desigualdad sexual, es decir, la subordinación de la mujer. Y es precisamente relevante el hecho de que atribuyera a la cultura la desigualdad social entre hombres y mujeres, mientras que afirmaba que naturalmente son iguales en capacidades, virtud o inclinación al vicio.
En 1674 se editó un París otra obra suya, La Educación de las damas para la formación del espíritu en las ciencias y las costumbres, en la que profundizó en la cuestión de que la inteligencia no tiene sexo; y, consciente de la influencia de ese “estado exterior” al que se refirió, en la idea de una necesaria educación e instrucción de las mujeres. Se trataba de una propuesta cartesiana de método educativo como base de una educación igualitaria y universal.
Uno de los grandes filósofos de la Ilustración, ya en el sigo XVIII, que trató la cuestión de la educación en relación con la igualdad fue el misógino Rousseau – que aquí no merece negritas -. Es bien sabida la segregación con la que este filósofo trató la cuestión de las mujeres y su educación, especificado en el capítulo “Sofía” de su “Emilio” de 1762. Es por esto que Celia Amorós ha definido la obra de Poulaine de la Barre como la senda perdida entre Descartes y Rousseau. Unos planteamientos radicales y muy novedosos de igualdad entre hombres y mujeres, que tristemente parece que cayeron en saco roto, por lo menos en cuanto al discurso académico y político oficiales.
Poulaine de la Barre siguió pensando y escribiendo fiel a sus planteamientos filosóficos, lo que le llevó a enfrentarse con la jerarquía eclesiástica, a dejar el catolicismo y a pasarse al calvinismo, a casarse y tener hijos. Esto le costó el repudio de su familia y el exilio en Ginebra, donde murió en 1725. Aristóteles – que tampoco merece negritas aquí – sigue siendo lectura obligatoria en todas la universidades. No así nuestro cura francés, cuyos radicales postulados forman parte de esta fantasmagórica presencia femenina pero también feminista – en la que encontramos mujeres pero también hombres – por ser permanentemente expulsada del hilo oficial de cualquier rama del conocimiento filosófico, histórico y socio-cultural.
No hace falta detenernos extensamente en la necesidad feminista de reconstruir los hilos genealógicos de la acción política de las mujeres y del pensamiento filosófico feminista que el discurso oficial se ha encargado de ir cortando. Indudablemente Poulaine de la Barre formaría parte de estas genealogías. Si hemos querido traer aquí algunas de las tesis de este cura del s. XVII es por rescatar un importante referente entorno al debate entre cultura y naturaleza en relación al estudio del género. Somos unas cuantas personas las que percibimos un aumento de los postulados que naturalizan unas diferencias sexuales que son en realidad diferencias sociales, y en parte lo hacen apelando a la biología, al cuerpo o a la reproducción.
Poulaine de la Barre dejó claro que las diferencias biológicas no suponían racionalmente ninguna diferencia que explicara las desigualdades sociales entre hombres y mujeres, que creerlo provenía de prejuicios erróneos; aunque quienes lo sustentan pasen por grandes sabios, cuando en el fondo dicen lo mismo que cualquier ignorante. Incluso en el mismo seno del feminismo encontramos ahora visiones que definen a la mujer en función de su corporeidad y su biología antes que por su historia y sus concepciones filosóficas y antropológicas. Así, caen en el mismo error una y otra vez, probablemente por simple desconocimiento; relegando otra vez a la mujer al ámbito de lo natural, de lo biológico y, en última instancia, de lo inmutable. Y es en esta supuesta inmutabilidad, lógicamente ahistórica, que el prejuicio patriarcal lleva aferrándose miles de años. Y es que si partimos de lo inmutable, jamás podremos pensar en realizar cambios. Que todo esto sea así es más fácil cuando a la sociedad se le niega la historicidad de las concepciones sociales de lo que es la mujer o el conocimiento de la participación femenina en las revoluciones políticas, sociales y culturales.
No deja de ser irónico que un cura parisino de la Edad Moderna, de cuando aún no existía propiamente el feminismo, fuera más feminista que muchos – ya no digamos curas – hombres y mujeres, algunas hasta autodenominadas feministas, que en la actualidad siguen haciendo gala del mismo prejuicio que Poulaine de la Barre hirió de muerte sin otra herramienta que su razón. La conocida antropóloga Margaret Mead, una relevante personalidad en las teorías de la construcción del género como producto socio-cultural, ya dijo que frente al cambio social y al temor que éste provoca es fácil recurrir a explicaciones de tipo biológico que dan sensación de inmutabilidad.
Ninguna teoría o explicación científico-filosófica que no parta de la idea de cambio o que no pueda asumir la historicidad de sus propios términos tiene nada que ver con el feminismo. Es necesario que el feminismo combata este tipo de concepciones; ya que precisamente la teoría feminista debe esforzarse en obligar al conocimiento a replantearse a si mismo y a sus objetos de análisis. Dejaremos para otro día la cuestión del feminismo como epistemología, cuya primera muestra podemos ver en los textos de este contestatario cura parisino del s. XVII, François Poulaine de la Barre.
———————
Fuentes:
De Beauvoir, S. (1949) El Segundo Sexo. Ediciones Cátedra, Universitat de Valencia, 2014, Madrid.
Mead, M. (1977) Cultura y Compromiso. Gedisa Editorial, 1990, México.

Rivera Garretas, M. M; (1996). La querella de las mujeres: una interpretación desde la diferencia sexual. Política y Cultura, primavera, 25-39.

Los textos de Poulaine de la Barre son difíciles de encontrar tanto en edición física como digitalizada. En este enlace se puede acceder a parte de su obra «De la Igualdad de los Sexos» de 1673.

Fuente: http://ladyaguafiestington.blogspot.com/2016/06/un-cura-del-s-xvii-mas-feminista-que-tu.html
Comparte este contenido:
Page 2414 of 2677
1 2.412 2.413 2.414 2.415 2.416 2.677