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Los 7 rasgos del buen Maestro de Taekwondo

Juan Antonio García Ruiz.

Todos hemos tenido maestros. Pero ¿cuáles son las características de un buen maestro? Probablemente es un tema controvertido, y cada uno tendrá su opinión. Pero puede que estos 7 rasgos sean algunas de las características de un buen maestro de artes marciales:

1.  No suele hablar mal de otros, y si lo hace es con respeto

Por varios motivos. Por un lado, porque el respeto suele ser uno de los valores fundamentales de las artes marciales. Cualquier persona que se haya interesado verdaderamente por las artes marciales sabe que de todo el mundo tiene algo que aportar. Pero el maestro además, por encima de artistas marciales, ve a las personas. Todos tenemos defectos. Todos cometemos errores. Pero todos merecemos consideración y respeto.

Por otro lado, la autoafirmación a través de las críticas a otros es un síntoma claro de inseguridad. Y si el maestro no está seguro de sí mismo o de su sistema…

2. No enseña trucos ni atajos, sino la forma correcta de hacer las cosas

Todo alumno quiere aprender rápido, reconozcámoslo: somos así. Pero el objetivo de la práctica no es un resultado inmediato, sino un aprendizaje auténtico, duradero y profundo. Y para esto hace falta una buena guía, un gran esfuerzo… y tiempo. ¿Hay atajos? Sí, pero nos hacen perdernos parte del camino. ¿Hay trucos? Sí, pero solo sirven para engañarnos nosotros mismos. No se trata de esconder o disimular los errores del alumno, sino de corregirlos. Porque lo que no se aprende bien, de verdad, luego se echa de menos. Las cosas, con un buen maestro, tienen que estar bien hechas. Nadie dijo que aprender artes marciales fuera fácil, y de hecho, ni lo es ni debe serlo.

3. Tiene alumnos, no clientes

¡Ay, el dichoso dinero! Esto de tener alumnos y no clientes es muy fácil decirlo, pero… ¿los buenos maestros enseñan gratis? Normalmente no. Es un tema muy discutido, pero creo que puede comprenderse desde el sentido común. Hoy en día, entre maestro y alumno suele haber una relación económica. Pero no tiene por qué ser lo más importante entre ellos.

Pienso que la relación maestro-alumno debería ser mucho más cercana y personal que la que tienen un profesional y un cliente. Y, sobre todo, la prioridad del maestro debería ser lo que es mejor para el propio alumno, incluso cuando esto va en contra del interés de su negocio. ¿Cuántas veces un practicante joven deja de entrenar unos meses porque necesita estudiar más? ¿Debe el maestro tratar de convencerle para que siga yendo a clase y seguir así cobrando la cuota? O si un alumno ha demostrado su interés sincero por la práctica y tiene problemas para pagar las clases ¿permitirá el buen maestro que deje de practicar, o le disculpará de abonar su mensualidad hasta que se recupere económicamente? Para mí, un buen maestro animaría a su joven discípulo a dar prioridad a los estudios, y no dejaría que un alumno dejase de practicar por problemas económicos (y añadiría que, en un grupo dirigido por un auténtico maestro, lo compañeros lo entenderían perfectamente) Pero eso es lo que yo pienso. ¿Y tú? ¿Qué opinas?

4. Sabe que cada alumno es diferente

Cada persona es diferente. Es así, y está bien que sea así. Pero en ocasiones al ver a los alumnos de una escuela, uno se da cuenta de que todos están cortados por el mismo patrón. Muestran las mismas virtudes, y los mimos defectos. Es lógico también que ocurra así… hasta cierto punto. Es normal que la forma de ejecutar la técnica sea parecida, ya que todos se guían por las mismas referencias. No es normal que, en un combate, todos elijan las mismas como sus favoritas. Es normal que los alumnos de una escuela sigan los mismos pasos en cuanto a los rituales y la etiqueta. No lo es que cometan los mismos errores ejecutando una forma.

¿Te has preguntado alguna vez porqué hay diferentes artes marciales, diferentes estilos, diferentes maestros? Pues, por los mismos motivos, hay diferentes alumnos. Y cada uno tendrá potencialidades distintas que habrá que desarrollar, diversos caracteres que darán lugar a practicantes dispares. En la enseñanza uno aprende que no hay fórmulas mágicas que sirven para todo el mundo. Si todos los alumnos son iguales, algo está fallando. Probablemente, no se está atendiendo a sus particularidades. ¿Y quién sería el responsable?

5. Es cercano, pero inspira respeto

Ser maestro de artes marciales es casi como ser padre ¿no? Hay que ser comprensivo y afectuoso, y a la vez autoritario y serio. Pero… ¡qué difícil es encontrar este equilibrio!

Un maestro no debe ser alguien que está en un pedestal. Su lugar no es el Olimpo de los artistas marciales, sino el suelo, el tatami, donde están sus alumnos. Da igual que le llamen Sabom, Sensei, Shifu… o Paco. Lo importante es que se estén cómodos con él, que sientan que pueden confiar en lo que les dice, que sepan que vela por ellos. Que cuando tienen una pregunta, no duden en formulársela a una persona que les escuchará y les ayudará a encontrar la respuesta, no a un “semi-dios” que se disgusta si la cuestión es inoportuna o que les puede recriminar la interrupción de su clase magistral. Y esto no significa que se le respeta menos.

Creo que, en las artes marciales, a veces no se entiende bien lo que es el respeto. Si piensas que respetarle es llamarle siempre maestro, saludándole efusivamente, acatar sus decisiones sin discusión y saltar como un resorte cuando te llama para ir corriendo a su presencia, creo sinceramente que te equivocas. Todo eso puede estar bien, pero no es necesario. ¿De verdad eso es respeto? A veces es simplemente seguidismo, y hasta servidumbre. Un maestro se hace respetar porque su conducta es ejemplar: humana, pero ejemplar. Porque demuestra día a día sus conocimientos, su carácter y su aprecio por sus alumnos. Por eso ellos le aprecian, confían en él, aceptan sus consejos, le hacen caso… le respetan.

6. Enseña con lo que dice… pero sobre todo con lo que hace y con lo que es

¿Enseña un buen maestro las técnicas de un arte marcial contándoselas a los alumnos? Que alguien describa cómo debe ejecutarse una técnica no tiene gran valor. La mejor forma de enseñarla es demostrarla, haciendo hincapié en los puntos importantes, pero sobre la base de un ejemplo. Entonces ¿puede un maestro enseñar a sus alumnos a comportarse, a respetar ciertos valores, a dirigir su conducta, únicamente con palabras? Seguramente esas palabras tampoco tengan mucho valor si no van acompañadas de un buen ejemplo. Y ese ejemplo ha de ser el propio maestro. Seguramente no sea perfecto, porque tiene, a buen seguro, sus defectos. Pero aún así debe ser un modelo para sus alumnos, en el dojang y fuera. Y no basta con comportarse como una buena persona, eso no se puede fingir. Todos podemos utilizar buenas palabras, pero… ¿las confirman de verdad nuestra conducta y nuestra forma de ser? Las de un buen maestro, sí.

7. Disfruta en el dojang, enseñando y practicando

La educación requiere vocación. Si a alguien no le gusta enseñar es muy difícil que pueda transmitir, especialmente en el mundo de las artes marciales. La pasión por lo que uno hace se contagia, y es un ingrediente fundamental en la enseñanza. El maestro que se encuentra a gusto en el tatami entre sus alumnos; el que suele sonreir y a veces hasta tira de humor en sus explicaciones; el que busca permanentemente nuevas formas de corregir errores o de mejorar detalles; el que pasa parte de su tiempo leyendo libros, viendo videos, hablando con otros docentes sobre su arte y la mejor manera de enseñarlo. Ése. Ése el maestro que disfruta de su labor. Ése es, seguramente, el buen maestro.

 

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Fuente: Blog de Artes Marciales Kidokan

Fuente: http://mastkd.com/2016/06/los-7-rasgos-del-buen-maestro-de-taekwondo/

Imagen: http://mastkd.com/wp-content/uploads/2016/06/maestros.jpg

 

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¿Deben desaparecer los conciertos educativos?

Por: Rosa Cañadell

En Catalunya, y también en el resto del Estado, pocas veces se pone en cuestión que existan los conciertos educativos: centros privados que funcionan con dinero público. Pero no deja de ser curioso que un fenómeno, casi inexistente en la mayoría de países de la Unión Europea, lo consideremos ya como normal e incuestionable.

¿Es positiva, para nuestro sistema educativo, esta doble red? ¿Cómo es que se pone en cuestión constantemente el funcionamiento de los centros públicos y, en cambio, nunca se habla del funcionamiento de los centros privados-concertados?

¿Se ha hecho alguna evaluación sobre las consecuencias de esta doble red? ¿Es normal que un servicio público como es la educación esté gestionado en un 40% o un 60% (como en la ciudad de Barcelona) por patronales privadas? ¿Es decente que en momentos de recortes a la educación pública se destinen 25 millones de euros al año, sólo en Catalunya, a subvencionar 16 escuelas vinculadas al Opus Dei que, además de cobrar cuotas impagables por las clases populares, segregan por razón de sexo?

En un país democrático tendría que existir una sola red educativa, pública, laica y abierta en todo tipo de alumnado, como tienen la gran mayoría de países europeos. La media europea del alumnado escolarizado en centros públicos es del 90%, mientras en el Estado Español no llega al 70 % y, en ciudades como Barcelona, es sólo de un 40%. Y, de hecho, los países que tienen mejores resultados escolares, como por ejemplo Finlandia, tienen un sistema público que escolariza al 97% de su alumnado.

Los centros privados concertados nacen con la democracia, cuando se expande el sistema público, muy deteriorado e insuficiente en tiempo de la dictadura. Ante la dificultad de construir suficientes centros públicos frente a la gran demanda de plazas escolares, el PSOE aprueba una ley en 1985, la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación), en la cual se establece que allá donde no lleguen los centros públicos, el estado podrá “concertar” (subvencionar con dinero público) los centros privados que cumplan una función social y que funcionen bajo los criterios de gratuidad y no segregación en la admisión del alumnado.

Sin embargo, el objetivo inicial de estos conciertos se ha desvirtuado con el paso del tiempo y, finalmente, los centros concertados (excepto algunas honrosas excepciones) acaban siendo centros privados que funcionan como tales, que cobran cuotas a los padres y madres, que seleccionan al alumnado y que hacen de la educación un negocio.

Durante mucho tiempo, desde la transición, quedaba claro que el sistema público educativo estaba formado por centros de titularidad pública, pero, en este afán para “normalizar” una situación que, de hecho, era muy “anormal”, las nuevas leyes se han empeñado en “legalizar” esta situación: la LEC ya introduce el “sistema educativo catalán” que incluye tanto los centros públicos como el privados concertados, como si fueran iguales. Ahora, con la LOMCE, la situación empeora todavía más.

Así, pues, el hecho de existir la fórmula del concierto no hace más que aumentar las posibilidades de los centros privados que, a pesar de tener asegurada su financiación pública, continúan teniendo sus propias patronales, se escapan del control público y pueden seleccionar, activamente o con subterfugios, a su alumnado, pueden (y la inmensa mayoría así lo hacen) cobrar cuotas a los padres y madres (normalmente bajo la fórmula de “donaciones voluntarias” a una fundación del propio centro), seleccionar el profesorado con sus propios criterios y tener un “ideario propio”, muchas veces claramente reaccionario. Todo esto hace posible lo que se llama “fractura social” dentro de la educación, que se concreta en la existencia de centros diferentes según la renta familiar. La consecuencia es una disminución de la diversidad del alumnado, un deterioro progresivo de los centros públicos y una peor calidad de todo el sistema educativo.

Contrariamente, los centros públicos de titularidad pública escolarizan a todo el alumnado sin ningún tipo de excepción, funcionan con el dinero público y su patronal es la propia administración. El profesorado accede a partir de unas oposiciones que valoran los conocimientos y aptitudes de forma pública y objetiva (al menos hasta ahora!!). Esta diversidad es una de las grandes riquezas de estos centros y una de las condiciones para una buena socialización de todo el alumnado así como de un aumento de los resultados escolares.

El rendimiento escolar de los centros públicos es igual o mejor que la de los centros privados concertados: todos los indicadores (PISA incluido) demuestran que, en igualdad de condiciones socioeconómicas, el alumnado obtiene resultados similares en centros públicos o privados. Pero, aunque los centros concertados no ofrecen mejores resultados académicos, últimamente hemos asistido a un progresivo abandono de la educación pública por parte de las clases medianas y altas en favor de la concertada, así como un abandono de su defensa por parte de la izquierda política. Esto obedece a una campaña de desprestigio de todo aquello que es público, también de la educación, por parte del discurso dominante. Se trata de “convencer” a las familias que se lo pueden permitir que es mejor que paguen por la educación de sus hijos y abandonen el servicio público, lo cual es muy negativo para todo el sistema educativo y es una fuente de segregación educativa, al mismo tiempo que favorece el negocio privado en la educación.

Con la excusa de la crisis todo esto se ha agravado y vemos como continúan disminuyendo los recursos en los centros públicos, mientras se mantienen los de los centros concertados. Los recortes en la educación, se han centrado en todo aquello que va dirigido al alumnado con más dificultades, o sea, todo lo contrario de lo que sería una buena política educativa que favoreciera la igualdad de oportunidades. Entre 2009 y 2011, el gasto global por estudiante en Catalunya se reduce en 493€, mientras que la reducción del gasto por estudiante en centros concertados lo hace sólo en 227€. De hecho, la única partida que se ha mantenido estable (e incluso ha crecido el 2011) es el gasto público en enseñanza concertada. Del mismo modo, vemos como se van cerrando aulas públicas, mientras se mantienen las de los centros privados-concertados.

Hay que recordar, además, que la Constitución permite a los padres y madres escoger la escolarización de sus hijos/se y a crear centros privados, pero en ninguna parte de la Constitución se menciona la “obligatoriedad” del Estado de subvencionar con dinero público estos centros privados. Se trata, pues, de una opción claramente política que favorece directamente a las familias con más recursos, a las patronales y a los intereses de las cúpulas eclesiásticas.

Ante esta situación, es urgente abrir de nuevo el debate sobre la inconveniencia de esta doble red educativa que es injusta, favorece la desigualdad, aumenta la privatización y no aumenta la calidad. Si queremos mejorar nuestro sistema educativo, es urgente plantearse la reducción y progresiva eliminación de los conciertos de centros privados, y ampliar la red de centros de titularidad y gestión pública. Desgraciadamente, esta no es la línea de las políticas actuales que están apostando por la privatización de los servicios públicos, incluida la educación. Sin embargo, también está aumentando la resistencia ciudadana a estas políticas privatizadoras, lo cual nos señala el camino, que será largo, pero no imposible.

*Articulo tomado de: http://www.vientosur.info/spip.php?article11385

*Fuente de la imagen: http://noticias.lainformacion.com/policia-y-justicia/magistratura/PSOE-Congreso-conciertos-educativos-diferencian_0_906509652.html

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¿Quién teme a la evaluación?

Por Gilberto Guevara Niebla

Es preocupante el relativo éxito de quienes propagan infundios sobre la reforma educativa entre docentes y entre padres de familia.

Sylvia Schmelkes

Sylvia Schmelkes

Fueron iluminadoras las palabras de Sylvia Schmelkes, consejera presidente del INEE, al decir que un diálogo entre autoridades y maestros disidentes sería posible siempre y cuando se dirigiera a mejorar, y no a derogar la reforma educativa. Ha habido, dijo, una campaña de desinformación con  fines de lucro en las  las mismas de la CNTE (EL UNIVERSAL 14-VI-2016).

Todavía más: es preocupante el relativo éxito de quienes propagan infundios entre los docentes y entre los padres de familia. Hay padres que, al carecer de información, creen que, en efecto, las autoridades buscan “suprimir la educación pública”, “que las familias serán quienes pagarán el salario de los docentes” o que “los libros de texto dejarán de ser gratuitos”.

La escala de chismes y engaños que han servido para sustentar la protesta magisterial es enorme y su efecto es deplorable. La inseguridad y el temor ha cundido entre ciertas esferas de maestros. La piedra angular de los temores la constituye la evaluación docente: los adversarios de la reforma propagan entre el magisterio la idea de que “quien reprueba la evaluación pierde su plaza”, que “la reforma quiere despojar a los profesores de sus derechos adquiridos” o que la reforma quiere “suprimir el derecho a la jubilación” de los mentores.

Se atribuyen a la evaluación todo tipo de connotaciones perversas cuando, en realidad, es un medio que apunta principalmente a que el maestro conozca las fortalezas y — como se dice ahora, de manera más elegante— “áreas de oportunidad”, de manera que tenga una base más objetiva para que él, con el apoyo de un tutor, decida los proyectos de formación y capacitación que más le convengan.

Trataré de arrojar mayor luz sobre el asunto. ¿Qué aspectos incluye, por ejemplo, la evaluación de desempeño que, según la ley, es obligatoria para todos los docentes?

evaluacion-desempeño-docente2Lo que se pide, primero, es que el director de la escuela donde trabaja el profesor rinda un informe sobre el cumplimiento de sus obligaciones profesionales básicas (asistencia, puntualidad, etcétera); en segundo lugar, se pide al docente que presente (o envíe por vía digital) evidencias del proceso de enseñanza-aprendizaje de su grupo (tareas de sus alumnos, material digital, fotos, videos, etcétera); en tercer lugar, el profesor presenta un examen sobre el dominio que tiene de la asignatura que enseña y, en cuarto, se le pide que describa con sus palabras su desempeño en el aula, a través de lo que se ha llamado “planeación didáctica argumentada”.

Este examen sufre algunas modificaciones de forma en educación media superior, pero esencialmente es el mismo. Un rasgo de los exámenes que se aplican a los docentes es que se les pide que reaccionen ante determinada situación. Por ejemplo: ¿Qué haría usted si observa que uno de sus alumnos fracasa reiteradamente en el aprendizaje de los números fraccionarios o quebrados?

Como se puede ver, la evaluación de desempeño no pregunta al maestro nada sofisticado, insólito o absurdo. En el centro de todo se encuentra su práctica profesional y sólo se solicita que cumpla lo básico.

Consejero del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/quien-teme-a-la-evaluacion/

Imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2015/06/22/5588a07896ad1.jpg

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Cómo sacar el máximo partido a las pizarras digitales, esas grandes incomprendidas

Por Pablo Espeso.

Es posible que en tu aula tengas una de esas pizarras digitales que en muchos colegios e institutos comenzaron a instalarse hace no demasiados años. Una evolución que apareció, casi por sorpresa, un día en el aula.

Aunque ya son bastante habituales, ¿sabemos sacarle el máximo partido a las pizarras digitales? En muchos casos no llegamos a aprovechar más que una centésima parte de las posibilidades que ofrecen, y sobre esto vamos a hablar hoy. Sobre cómo sacar el máximo partido a las pizarras digitales, esas —muchas veces— piezas incomprendidas del aula.

¿Qué es una pizarra digital?

Con ciertos parecidos a las pizarras blancas —de hecho, en inglés suelen denominarse pizarras blancas-interactivas—, las pizarras digitales son el último caballo de batalla de las aulas. Podríamos definirlas como una pizarra con esteroides, y con unas cuantas decenas de nuevas funcionalidades y, con ellas, muchas más posibilidades para los docentes.

A efectos prácticos su funcionamiento es muy sencillo. La pizarra se compone de una superficie sobre la que se puede “escribir” con unos útiles especiales (como rotuladores, pero no tienen tinta) y un proyector, que reproduce la pantalla del ordenador al que el conjunto va conectado.

Con los rotuladores se puede hacer como que se escribe sobre la pantalla —cuando en realidad es una simulación sobre el ordenador— y también se puede utilizar la pizarra como una pantalla táctil, para interaccionar con el ordenador. Esto es, abrir programas, ficheros, editar imágenes, etcétera, como si fuese un tablet o smartphone en otro formato.

Una vez instalada —generalmente es un experto de la marca el que se encarga de ello— y configurada —no es difícil, pero tampoco trivial—, el funcionamiento de una pizarra digital en el día a día es muy sencillo. Y aquí está la clave: muchos docentes simplemente la usan como proyector, o como pizarra… pero podemos hacer mucho más para sacarle el máximo partido.

Cómo el profesor puede sacar el máximo partido a la pizarra digital de clase

Porque las pizarras digitales son mucho más que simples proyectores de contenido o en las que escribir o tomar notas, existen muchos métodos con los que aprovechar al máximo esta tecnología ya habitual en las aulas.

Un vistazo rápido a la red nos devuelve unos cuantos resultados interesantes, algunos de los cuales describimos a continuación:

  • En The Tech Savvy Educator nos hablan de 3 usos prácticos: para tomar notas en grupo, para convertirlas en un centro de aprendizaje y como herramientas multidisciplinares por sus capacidades online.
  • En EmergingEdTech indican 10 usos creativos para las pizarras digitales, mezclando las posibilidades que cierto software (como Google Earth o algunas bibliotecas interactivas) pueden tener. A mayores también mencionan otras posibilidades para el aula, como el aprendizaje de la edición de lo multimedia, grabaciones o la propia colaboración entre los alumnos.
  • NEA Member Benefits es un portal dedicado a la educación que da un conjunto de recomendaciones para utilizar pizarras digitales en el aula, y que van desde su uso en grupos de alumnos hasta la necesaria interacción continuada.

En español hay mucho escrito al respecto, incluyendo esto de Propuestas TIC, los modelos didácticos para la pizarra digital de Pere Marques, o este otro artículo de Soledad Gómez en el Observatorio Tecnológico del MEC, completo y muy recomendable.

También existen múltiples comunidades que promueven el uso de estos artilugios. Por ejemplo, el fabricante SMART Tech tiene lo que denominan SMART Exchange, un foro/comunidad en el que encontraremos recursos y que también nos permitirá ponernos en contacto con otros profesores para debatir sobre las posibilidades.

Microsoft Surface Hub

El futuro de las pizarras digitales en educación

Claro, que ¿cuál es el futuro de las pizarras digitales en educación? En algunos centros apenas acaban de llegar, mientras que en otros ya llevan unos cuantos años de experiencia.

La realidad es que en el corto y medio plazo la expectativa es que continúen su trabajo, siendo una de las grandes novedades tecnológicas del mundo educativo a la que aún restan unos cuantos años más. Aún así, en un futuro ya se avecinan tiempos de cambio, que estarán liderados por tecnologías más avanzadas como las pantallas táctiles de gran escala, algo en la línea de la Microsoft Surface Hub, que ya están empezando a llegar de la mano de algunos fabricantes.

Pantallas táctiles —y no proyectores+superficies táctiles— más potentes, con mayor resolución y una mejor respuesta a nuestros ‘toques’. No será pronto, pero tampoco tardaremos mucho en comenzar a verlas en las aulas de cualquier centro. Lo bueno, que buena parte de lo aprendido con las pizarras digitales lo podremos aplicar con estas nuevas pantallas táctiles, así que mejor llegar… con la lección aprendida.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/formacion/como-aprovechar-pizarras-digitales-colegio/35023.html

Imagen: http://www.educaciontrespuntocero.com/wp-content/uploads/2016/03/pizarra-500×376.jpg

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El ABC de la educación son los modales

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Recuerdo una de las tantas conversaciones que mantuve con el gran Leonard Read en su oficina de la Foundation for Economic Education, cuando trabajaba en la tesis para mi primer doctorado, becado por esa benemérita institución, en 1968. Siempre me beneficié enormemente con sus consejos y reflexiones.

En la oportunidad a que me refiero destacó la importancia y la necesidad de reiterar conceptos sobre los fundamentos éticos, económicos y jurídicos de la sociedad abierta hasta que se comprendieran y adoptaran. Al fin y al cabo -con humor traía a colación el conocido aforismo- “para novedades, los clásicos”, lo cual desde luego no desmerece las nuevas contribuciones que se acoplan a la línea argumental a favor de la libertad y el respeto recíproco. En esta misma dirección tengo presente que en ESEADE Pascal Salin entonces en la Universidad de París IV, comenzó una conferencia con una pregunta retórica “¿prefieren que sea original o que diga lo que creo es la verdad?”. En este sentido, ahora en gran medida vuelvo sobre lo que escribí hace años sobre la importancia de los buenos modales.

“El hábito no hace al monje” reza un conocido proverbio a lo que  Jacques Perriaux agregaba “pero lo ayuda mucho”. Las formas no necesariamente definen a la persona pero ayudan al buen comportamiento y hace la vida más agradable a los demás.

Hoy en día, en gran medida se ha perdido el sentido del buen hablar. En primer lugar, debido al uso reiterado de expresiones soeces. Las denominadas “malas palabras” remiten a lo grotesco, a lo íntimo, a lo repugnante y a lo escandaloso. Los que no recurren a esas expresiones no es porque carezcan de imaginación, es debido a la comprensión del hecho de que si se extiende esa terminología todo se convierte en un basural lo cual naturalmente se aleja de la excelencia y las conversaciones bajan al nivel del subsuelo. Por su parte, los términos obscenos empobrecen el lenguaje y como éste sirve para pensar y para la comunicación, ambos propósitos se ven encogidos y limitados a un radio estrecho.

Entonces, aquello de que “el hábito no hace al monje, pero lo ayuda mucho” pone en evidencia una gran verdad y es que las apariencias, los buenos modales y, en general, la estética, tienen una conexión subliminal con la ética. Cuanto más refinados y excelentes sean los comportamientos y más cuidados los ámbitos en los que la gente se desenvuelve, más proclive se estará a lograr buenos resultados en la cooperación social y el indispensable respeto recíproco como su condición central.

Esto  no significa que un asesino serial pueda estar encubierto y amurallado tras aparentes buenos modales, significa más bien que se tiende a reforzar y a abrir cauce al antes mencionado respeto recíproco. Se ha dicho en diversas oportunidades que en la era victoriana había mucho de hipocresía, lo cual es cierto de todas las épocas pero no cambia el hecho de que en esa etapa de la historia el ocultamiento de lo malo traducía un sentido de vergüenza que luego se perdió bajo el rótulo de la sinceridad que pusieron al descubierto las inmoralidades más superlativas con la pretensión de hacerlas pasar por acciones nobles.

Las normas morales aluden al autorrespeto y al respeto al prójimo en las respectivas preservaciones de las autonomías individuales basadas en la dignidad y autoestima. De más está decir que lo dicho nada tiene que ver con el dinero sino con la conducta, lo que ocurre es que en las sociedades abiertas los que mejor sirven los intereses de los demás son los que prosperan desde el punto de vista crematístico y, por ende, se espera de ellos el ejemplo, lo cual en los contextos contemporáneos ha mutado radicalmente puesto que en gran medida los patrimonios no son fruto del servicio al prójimo sino de la rapiña lograda con el concurso de gobernantes que se han extralimitado en sus funciones específicas de proteger derechos para, en su lugar, conculcarlos. Mal puede esperarse ejemplos de una banda de asaltantes.

La literatura, la escultura, la pintura y la música son evidentemente manifestaciones de cultura por antonomasia. Sin embargo, en la actualidad, tal como he consignado antes, por ejemplo, Carlos Grané apunta en El puño invisible: arte, revolución y un siglo de cambios culturales que el futurismo, el dadaísmo, el cubismo y similares son manifestaciones de banalidad, nihilismo, vulgaridad, escatología, violencia, ruido, insulto, pornografía y sadismo (en el epígrafe de su libro aparece una frase del fundador del futurismo Filippo Tomaso Marinetti que reza así: “El arte, efectivamente, no puede ser más que violencia, crueldad e injusticia”).

¿Qué ocurre en ámbitos cada vez más extendidos en aquello que se pasa de contrabando como arte? Es sencillamente otra manifestación adicional de la degradación de las estructuras axiológicas. Es una expresión más de la decadencia de valores. En este sentido, otra vez, se conecta la estética con la ética. No se necesitan descripciones acabadas de lo que se observa en muestras varias que a diario se exhiben sin pudor alguno: alarde de fealdad, personas desfiguradas, alteraciones procaces de la naturaleza, embustes de las formas, alaridos ensordecedores, luces que enceguecen, batifondos superlativos, incoherencias múltiples y mensajes disolventes. En el dictamen del jurado del libro mencionado de Grané -que obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco (presidido por Fernando Savater), en Guadalajara- se deja constancia de “los verdaderos escándalos que ha vivido el arte moderno”.

¿Qué puede hacerse para revertir semejante espectáculo? Solo trabajar con paciencia y perseverancia en la educación, es decir, en la trasmisión de principios y valores que dan sustento a todo aquello que puede en rigor denominarse un producto de la humanidad, alejándose de lo subhumano y lo puramente animal, en un proceso competitivo de corroboraciones y refutaciones que apunten a la excelencia y no burlarse de la gente con apologías de la fealdad y explotar el zócalo del hombre con elogios a la indecencia, la ordinariez y a la tropelía.

Incluso la forma en que nos vestimos trasmite nuestra interioridad. La elegancia y la distinción se dan de bruces con los piercing, los tatuajes, los pelos teñidos de colores chillones, estrambóticas pintarrajeadas del rostro y las uñas, la ropa zaparrastrosa y estudiados andrajos en el contexto de modales nauseabundos, ruidos guturales patéticos que sustituyen la fonética elemental. La bondad, lo sublime, lo noble y reconfortante al espíritu naturalmente hacen bien y fortalecen las sanas inclinaciones. El morbo, el sadismo, lo horripilante y tenebroso dañan la sensibilidad y afectan lo mejor de las potencialidades del ser humano.

Hace años con mi mujer observamos en un subterráneo londinense un enorme cartel con la figura de Michel Jackson con los labios pintados, cambios en la pigmentación y operaciones y estiramientos varios en el que se leía “If this is the outside, what goes on in the inside?”. También ingleses que trasmitían radio en el medio de la nada en África durante la Segunda Guerra Mundial lo hacían vestidos de smoking “to keep standards up”.

El deterioro en los modales que subestima la calidad de vida al endiosar la grosería y lo chabacano, también tiende a anular el sentido de las expresiones ilustrativas que se consideran pasadas de moda tal como cuando se aludía a una dama que se utilizaba para indicar conductas excelsas y cuando se afirmaba de un hombre que “es antes que nada un caballero” quería decir mucho de sus procederes y de su rectitud. Ya Confucio, quinientos años antes de Cristo, escribió que “Son los buenos modales los que hacen a la excelencia de un buen vecindario. Ninguna persona prudente se instalará donde aquellos no existan” y, en 1797, Edmund Burke sostenía que para la supervivencia de la sociedad civilizada “los modales son más importantes que las leyes”.

Estimo que antes de las respectivas especializaciones profesionales, debiera explorarse el sentido y la dimensión de la vida para lo cual hay una terna de libros extraordinarios que merecen incorporarse a la biblioteca: The Philosophy of Civilization de Albert Schweitzer, Adventures of Ideas de Alfred N. Whitehead y Human Destiny de Lecomte du Noüy. Después de esa lectura tan robusta y de gran calado, entre otras muchas cosas, se comprenderá mejor el apoyo logístico que brinda la cobertura de los modales al efecto de preservar las autonomías individuales.

Hasta donde mis elementos de juicio alcanzan, en medios argentinos radiales y televisivos (aparte de reuniones sociales) es donde se concentra la mayor dosis de lenguaje soez.  Hay quienes incluso se creen graciosos con estos bochornos haciendo gala de un sentido del humor por cierto bastante descompuesto. Afortunadamente este decir maleducado no se ha globalizado por el momento, por lo menos al nivel de la degradación argentina. Es de esperar que personas inteligentes y que también hacen aportes en diversos campos abandonen la grosería de sus expresiones al efecto de contribuir a la construcción una sociedad decente y se percaten que la cloaca verbal se encamina a la cloaca.

Fuente: http://independent.typepad.com/elindependent/2016/03/el-abc-de-la-educaci%C3%B3n-son-los-modales.html

 Imagen: http://www.piccolouniverse.com/wp-content/uploads/2015/12/3f15f4ceb2554090bed143ed9f15968a.jpg

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Los últimos de la fila

Por Carlos Laorden

La necesidad ahoga a campos como el de Dzaleka (Malawi), lejos del centro de atención y los fondos

“Aquí también hay una crisis, aunque sea prolongada. Lo estamos gritando: estamos en un grave estado de necesidad”. Enid Ochieng habla muy suave. La responsable de protección de Acnur (el alto comisionado de la ONU para los refugiados) en Malawi no chilla, pero sus palabras y las cifras que expone sí que lo hacen. La situación en un campo de refugiados siempre es desesperada. Pero el último de la fila es siempre el que peor lo pasa. Y ese último lugar es para los campos que ni están a las puertas de Europa, ni tienen una emergencia declarada, ni muestran unos números especialmente escandalosos. Todos esos van antes. Y después, solo después, van lugares como Dzaleka.

Más de 25.000 refugiados y solicitantes de asilo se apiñan como pueden en este recinto de poco más de 200 hectáreas de tierra rojiza cedido por el Gobierno de Malawi en 1994. Se trata de una antigua cárcel a 40 kilómetros al norte de Lilongüe, la capital de este país del sudeste de África, pequeño para los estándares del continente, con graves problemas de seguridad alimentaria y a la cola en casi todos los indicadores de desarrollo.

Cada mes, una media de 400 personas que llegan al país en busca de refugio o asilo son dirigidas a Dzaleka. Vienen o vinieron huyendo del horror o la persecución desde lugares como República Democrática del Congo, Burundi, Somalia o Ruanda. Pero en ninguno de esos países hay emergencias novedosas o de actualidad que atraigan atención (y fondos). Desde hace más de 20 años, el campo recibe un goteo constante y olvidado que desborda por todas partes, aunque también hay un cierto número de salidas que evita que la cifra total se dispare del todo. Pero hay demasiada gente en un emplazamiento ideado para acoger a menos de la mitad de habitantes. “Antes nos centrábamos en cubrir las necesidades más básicas”, explica Ochieng. “Ahora, ni siquiera llegamos a eso”.

Dany, un chico de 16 años de República Democrática del Congo que lleva dos años y medio en Dzaleka, no sabe qué fue de su familia. CARLOS MARTÍNEZ

Francine, 23 años, mirada dura y madre soltera de dos niños, lo confirma. “La comida no llega, el centro médico no es adecuado, no tengo ni jabón para lavar la ropa y, con el frío que hace [en la presente época invernal las temperaturas bajan hasta los 8º] no tenemos mantas”. Esta burundesa tiene referencias para comparar. No guarda recuerdos de su país de origen era un bebé cuando sus padres huyeron a Tanzania pero sí muchos de otros lugares como este, el tercer campo de refugiados que sirve de escenario a su vida. “En los otros sitios cubrían nuestras necesidades. Aquí la vida es muy difícil y nadie viene a ver cómo estamos”, afirma. Dany, un chico de 16 años de la República Democrática del Congo que destila tristeza, no sabe qué fue de su familia. Calza unas chancletas polvorientas y aprovecha la charla para preguntar cómo podría conseguir unos zapatos. «Para los huérfanos es complicado conseguir cosas», lamenta.

Aunque el esmerado acabado en ladrillo de algunos refugios y el movimiento en los mercados organizados en el campo pudieran sugerir cierta normalidad, realmente solo dicen que hay gente que lleva aquí mucho tiempo. Demasiado. Son casos como el de Raheem, que llegó de Somalia con 16 años y hoy tiene 35. Pero con un simple vistazo a las cifras, la necesidad canta. Hay un pozo de agua para cada 1.000 habitantes, un profesor para cada 80 alumnos de Primaria y un centro médico pensado para 10.000 personas que atiende a más de 60.000, entre los habitantes del campo y los de las poblaciones cercanas. Por ejemplo. Los recién llegados prácticamente no tienen con qué levantarse un techo y Acnur tiene problemas para darles lonas de plástico.

Porque de donde no hay, no se puede sacar, vienen a coincidir las agencias presentes en el lugar. “Esta es una historia casi olvidada, y no conseguimos más apoyo de los donantes”, insiste Mietek Maj, subdirector del Programa Mundial de Alimentos —el encargado de distribuir comida en Dzaleka en Malawi. De junio a diciembre del año pasado, las raciones ya limitadas solo a los básicos: maíz, legumbres y aceite vegetal tuvieron que reducirse a la mitad. Y ahora mismo las reservas solo cubren hasta agosto. Esa falta de fondos se siente en todos los ámbitos. “Los donantes llevan muchos años prestando ayuda aquí. Y hay otras crisis [incluso en el propio Malawi, por cuya frontera sur entran miles de mozambiqueños huyendo de la violencia] lo que hace que ahora mismo no sea tan fácil volver a vender Dzaleka al mundo”, apunta Kelvin S. Sentala, asistente de campo de Acnur, que gestiona el campo junto con el Ejecutivo y coordina la actuación de todas las agencias y organizaciones participantes.

Este es el tercer campo de refugiados por el que pasa Francine, madre soltera de 23 años. CARLOS MARTÍNEZ

El cuello de botella está claro. La gente no para de llegar, y los que no consiguen ser reasentados en otros países —los Estados que suelen aceptar recibirlos también han dirigido el foco a otros lugares en detrimento de este tienen que seguir allí. Este año se planea solicitar el reasentamiento de hasta 1.200 personas, pero el éxito de la operación está por ver. El Gobierno malauí, que abre sus puertas a refugiados y solicitantes de asilo pese a sus propias dificultades, circunscribe su hospitalidad a los límites del recinto y no les permite obtener un empleo. De hecho, tienen prohibido salir de la antigua prisión. Y si lo hacen, como los que pagan el pasaje de una furgoneta para acercarse a Lilongüe e intentar ganar algo de dinero, se arriesgan a ser arrestados.

Como, por desgracia, no hay recursos adicionales y de momento, no se los espera las agencias y ONG que trabajan en Dzaleka suspiran por una flexibilización de la ley que permita a los habitantes del campo trabajar para obtener recursos por sí mismos. En estos momentos, parece la única forma de aliviar la situación, coinciden Ochieng y Maj. Y también una vía para que los refugiados puedan realizarse y empezar a recuperar una vida que muchos, como Raheem, ya no recuerdan cómo era fuera del campo. «Intento hacer cosas por mí mismo que me den algo de comer», como cargar ladrillos o ayudar en otras tareas, cuenta el somalí, padre de una hija que nació hace dos años aquí. «No puedes estar siempre dependiendo de Acnur o de quien sea». Pero tampoco hay tantas opciones.

Aunque hubo un momento prometedor, por ahora el cambio legal está estancado. El Gobierno ha decidido fundir a reforma de esta normativa con la de las políticas de inmigración (como la recepción y tránsito de migrantes con destino a Sudáfrica) y otros temas en un solo proceso, dejándola por ahora empantanada en el Parlamento. De nuevo, Dzaleka debe esperar su turno.

Raheem, somalí de 35 años, lleva en Dzaleka desde los 16. Allí ha conocido a su mujer y ha nacido su hija. CARLOS MARTÍNEZ

Y eso que, pese a todas las dificultades, en el campo hay oportunidades para formarse. Es cierto que las escuelas están saturadas. Faltan aulas, material y personal, se quejan los profesores. En primaria hay dos turnos de clases y el absentismo, muchas veces forzado por las circunstancias, es un problema. Pero el trabajo de la organización jesuita JRS culmina con sendos proyectos de formación profesional y una universidad online en colaboración con centros estadounidenses como el de Regis. Aunque solo unas 30 personas acceden cada año a los grados de tres años en educación, negocios o trabajo social.

En esa educación es en la que pone sus esperanzas el joven Dany, que lleva en el campo desde hace casi tres años. Estaba en el colegio cuando estallaron los enfrentamientos y huyó con su tío, al que ha perdido de vista. Nunca más supo qué fue de sus padres ni de sus cinco hermanos. En Dzaleka vive con una familia que le acogió, y la mirada, apagada y triste, solo se le ilumina al hablar de los estudios, pese a que a su edad aún sigue en Primaria por los años perdidos. Le gustan el inglés, las matemáticas y la ciencia. Sonríe al contar que suele ser el primero de la clase y le ilusiona poder construirse un futuro.

«Solo pido quedarme y tratar de sobrevivir a los retos», ruega Francine. Pero para que pueda haber futuro en Dzaleka, antes hay que garantizar el presente. Y eso, de momento, no está nada claro. «Los más vulnerables entre los vulnerables», en palabras de Ochieng, esperan. Y esperan. No queda otra cuando tus gritos de auxilio tienen que ponerse a la cola.

EL MOMENTO DE ACTUAR

Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, es la principal agencia que coordina las actividades humanitarias en Dzaleka. Colabora en www.eacnur.org o en el tfno.: 902 218 218

Se han atribuido nombres ficticios a los refugiados entrevistados para proteger su identidad y garantizar su seguridad.

Este reportaje se ha realizado con la colaboración del Comité Español de Acnur (www.eacnur.org).

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/06/20/planeta_futuro/1466377890_424690.html

Imagen: http://ep02.epimg.net/elpais/imagenes/2016/06/20/planeta_futuro/1466377890_424690_1466386619_noticia_fotograma.jpg

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Vivimos en la Tierra como si tuviéramos otra a la que ir

Por ecoportal.

La activista y enfermera norteamericana Terri Swearingen dice con total acierto que los humanos “vivimos en la tierra como si tuviéramos otra a la que ir”. Cuidar del medio ambiente es una obligación de todos, un interés de todos porque de que lo hagamos o no depende nuestra propia supervivencia como especie.

has imaginado alguna vez dónde podría vivir el ser humano fuera de la Tierra? Aunque hoy se conocen miles de planetas, lo cierto es que ninguno de ellos presenta las condiciones tan idóneas que presenta la tierra para nuestras características fisiológicas.

Yendo más allá de la propia supervivencia, hablamos de calidad de vida. Una calidad de vida en la que tiene mucho que ver el medio que nos envuelve y nos da cobijo, la tierra. Son sus niveles de oxígeno, su temperatura o los recursos que nos ofrece lo que permiten nuestra existencia.

Preocupaciones históricas por el medio ambiente

Aunque pueda resultar curioso, la preocupación humana por la protección del medio ambiente no es un fenómeno que se ha puesto de moda en los últimos años. Si nos remontamos a los inicios de la civilización, encontraremos ya los primeros intentos de concienciación.

Ya 400 años antes de Cristo encontramos la obra de Hipócrates “Aires, aguas y lugares” en la que se acentúa la importancia del medio ambiente para el cuidado de las enfermedades y los beneficios que podía tener este para nuestra salud.

Según avanza la historia del hombre en la Tierra, encontramos otros autores como Thomas Sydenham, Giovanni Maria Lancisi, William Farr o John Snow que también escribieron interesantes postulados sobre la necesidad de un medio ambiente adecuado para garantizar nuestra existencia. Ya no de las personas que ahora pisamos la Tierra, sino de los generaciones futuras: nosotros somos responsables del planeta que les dejamos.

Efectos del medio ambiente sobre la salud

Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), mueren aproximadamente 1,3 millones de personas en todo el mundo por los efectos de la contaminación atmosférica urbana. La mitad proceden de países en vías de desarrollo.

Las afecciones y falta de higiene en el medio ambiente afectan de diferentes formas a la salud de los habitantes. Problemas respiratorios, cardíacos, cánceres, etc., son los efectos más habituales. Estos se revelan con mayor virulencia en aquellas personas que ya están aquejadas de algún tipo de enfermedad.

Si vivimos en una sociedad con un medio ambiente sucio capaz de provocar un gran número de enfermedades, es evidente que nuestro cuerpo jamás gozará de una buena salud. Este hecho redunda negativamente en nuestra mente.

Como es bien sabido, el sistema endocrino y nervioso regulan las funciones corporales. Emociones y pensamientos tienen una fuerte dependencia de la salud. Hemos de vernos como seres integrales en cuyos organismos todo está relacionado.

La interacción de nuestro cuerpo en un medio ambiente viciado y de baja calidad atmosférica y orgánica redundará directamente en nuestra mente. Pensamientos negativos, emociones y sentimientos de dolor pueden estar afectadas directamente por nuestra fisionomía.

Qué beneficios hay en el cuidado del medio ambiente

El cuidado del medio ambiente aporta una serie importante de beneficios que todos tenemos que tener claros. En este sentido, las ventajas son muy numerosas tanto a nivel individual como colectivas:

• La reducción de la contaminación del aire aporta una mayor calidad del mismo, por lo que el efecto es tan beneficioso para nuestro organismo como para nuestra propia mente.

• La reducción del consumo de combustibles fósiles ayudará a la detención de la deforestación del planeta, lo que mejorará el ambiente, el aire que respiramos y nuestro propia salud.

• La posibilidad de vivir en un ambiente más sano y limpio afecta directamente a nuestra psique. La unión del todo que es nuestra fisionomía y mente vivirá un efecto muy positivo.

• El proyecto común de mejora del medio ambiente ayuda en un sentido positivo a nuestra forma de pensar. Al ser algo colectivo, aumenta nuestra asertividad y nuestra solidaridad.

• El hecho de saber que estamos haciendo algo bueno, tanto a nivel individual como colectivo, es un acicate para ser más positivos en nuestra forma de pensar.

• Por supuesto, mientras no tengamos una forma viable de salir de este planeta, aunque sea por un mezquino sentido egoísta y no por agradecerle a la naturaleza aquello que nos brinda, es misión de todos cuidar de nuestro planeta, de nuestra madre Tierra.

El cuidado del medio ambiente no es un capricho. La falta de tacto con nuestro mundo tiene unos efectos tanto directos como indirectos y colaterales que afectan a cada una de las personas que habitamos la tierra. Es misión de todos protegerlo si de verdad queremos seguir teniendo la oportunidad de vivir.

Ecoportal.net

La Mente es Maravillosa

Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Desarrollo-Sustentable/Vivimos-en-la-Tierra-como-si-tuvieramos-otra-a-la-que-ir

Imagen: http://cdn.ecoportal.net/var/ecoportal_net/storage/images/temas-especiales/desarrollo-sustentable/vivimos-en-la-tierra-como-si-tuvieramos-otra-a-la-que-ir/2088346-1-esl-ES/Vivimos-en-la-Tierra-como-si-tuvieramos-otra-a-la-que-ir_large.jpg

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