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¿Qué hay detrás del discurso de la reducción de las profesiones y titulaciones universitarias?

¿Qué hay detrás del discurso de la reducción de las profesiones y titulaciones universitarias?

Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

A partir de los debates que impulsa el Foro Económico Mundial (WEF), -que han venido asumiendo como propios las Bancas de Desarrollo (Banco Mundial, OCDE, BID), el multilateralismo (UNESCO) y muchos gobiernos- parece inminente que alrededor del 2030 se puede producir el estallido de la “burbuja educativa” o un “crash escolar”, si las universidades y ministerios de educación no trabajan en el sentido de redefinir los campos profesionales.

Se argumenta que la Inteligencia Artificial (IA) y la Transformación Digital de la Educación (TDE), pueden acelerar la unificación de los campos profesionales, para hacerlos corresponder a los nuevos empleos que se van a generar.

Klaus Schwab (2016) ha anunciado que en el horizonte de corto plazo se vislumbra la primera crisis humanitaria laboral en Europa, cuando se enciendan las fábricas 4.0, que dejarían sin empleo a por lo menos seis millones de personas en esa zona, lográndose recuperar en el mediano plazo solo 4 millones de trabajos, pero para hacer cosas que nunca ha hecho la humanidad, oficios vinculados a lo virtual-digital, metadatos e inteligencia artificial generativa.

Ciertamente estamos ante una importante disrupción paradigmática, pero sus efectos dependerán de como encaremos la transformación de los paradigmas asociados. Y en esto tiene que ver mucho la educación, los sistemas escolares y la universidad.

  1. ¿Podremos salir del paradigma disciplinar, atravesando el fracasado intento de construir institucionalidades y formas de aprender transdisciplinarias?

Este es el debate de fondo que lleva más de sesenta años intentando institucionalizarse, por lo menos desde la Conferencia Internacional de la Crisis Mundial de la Educación (1967), convocada por el presidente norteamericano Lyndon Johnson y, el Informe Faure (1973) resultante de la constitución de un grupo de expertos por parte de UNESCO. Y es que el modo de producción capitalista, en la tercera revolución industrial, mostraba desde ese momento, que demandaba no solo el desarrollo de modelos de enseñanza y aprendizaje transdisciplinarios, sino la creación de una institucionalidad transdisciplinaria.

Esto implicaba romper con siglos de cargas epistémicas disciplinares, pero sobre todo con el estatus de titulaciones profesionales, en la academia y fuera de ella. Es decir, ya la sociología, antropología, derecho, ciencias políticas, filosofía, química de materiales, para solo citar algunas titulaciones, comenzaban a aparecer obsoletas para las nuevas demandas de empleo, producción y reproducción del sistema.

Los académicos y autoridades educativas intentaron “correr la arruga”, hablando del cambio, pero sin que este ocurriera. Todas las universidades adoptaron en su visión o misión la transdisciplinariedad y los sistemas escolares hicieron lo propio, creando un eje transversal denominado transdisciplinariedad.

No engañamos a nadie, menos al capital, quien optó por crear sus propios centros de investigación y formación, con la flexibilidad necesaria para que lo nuevo (en sentido de su utilidad para el modo de producción) fuera parido por trabajo transdisciplinario.

A tal punto llegó esta bifurcación entre formación profesional y producción de tecnología de punta, que, para muchas empresas como Google, Microsoft, Apple, entre tantas, el título es lo que menos vale (o no vale), sino la forma como los innovadores construyen conocimiento, saltando las barreras de los campos disciplinares. Pero de eso poco se habla en la academia, porque lesiona el orgullo del “estatus quo intelectual”.

El cambio pareciera ser tan drástico en el performance laboral diario, que mejor es apurar el tiempo que resta para la jubilación y, la transformación que la hagan las nuevas generaciones.  Esa pareciera ser la conclusión de un sector importante de la educación superior, justificado en muchos casos con la necedad del discurso de “nativos” y “migrantes” digitales, como si el cambio fuera una cosa de edades.

La mayor cachetada a la luz pública -que no logró que despertáramos- la dio la pandemia del COVID-19, cuando las universidades tuvieron que doblegarse ante la tecnología privativa, porque no tuvieron como montar de manera contingente plataformas virtuales propias.

Incluso hasta el orgullo de la autonomía se ha venido diluyendo porque hoy las GAFAM controlan más del 70% del tráfico de correos electrónicos que se usa en las universidades de Latinoamérica.  Pero de ello es mejor no hablar.

No se trataba solo de la creciente desinversión en presupuesto educativo en la égida neoliberal, sino que no pudimos asumir la transdisciplinariedad como forma de trabajo real. Las universidades y escuelas transdisciplinarias no nacieron, mucho menos los laboratorios de experimentación transdisciplinarias, salvo algunos honrosos casos.

Seguimos apegados a nuestros campos disciplinares y ahora peor, muchos académicos ven a la tecnología con recelo y tratan de “hacer control de daños”, intentando organizar un aterrizaje suave y lento de la innovación, “habilitando una pequeña pista de aterrizaje para ello”, mientras en el aire cientos de nuevas tecnologías piden pista para aterrizar. La innovación va a 120 km/h y su adopción a 20 Km/h en las universidades, lo cual está creando un gran desfase. De hecho, muchas de nuestras universidades ni siquiera cuentan con internet de acceso libre para todos y todas.

Y para colmo, cuando se superan estas limitantes, entra en escena la hegemonía neoliberal que procura flexibilizar el mundo del trabajo, precarizando el “know how” pedagógico, procurando economizar sustituyendo horas de trabajo humano por tecnologías. Y los universitarios les seguimos el juego cuando asumimos modelos híbridos de enseñanza sin cuestionar la privatización implícita en ella, porque son estudiantes, docentes y familia quienes están pagando los costes de las formas multimodales de aprendizaje (internet, planes de datos, equipos de conexión remota, acceso a plataformas privativas).

Tamaña disrupción se basa en la lógica del mercado, de lucro, que quiere usar la innovación para elevar sus ingresos. En este escenario, muchos sindicatos, gremios y colectivos pedagógicos no terminan de entender el presente y siguen combatiendo solo las formas de mercantilización y privatización del pasado, llegando a la peor de las conclusiones: “quienes hablan de cambio universitario son agentes del capital”

De pronto, la “carreta se ha colocado detrás de los bueyes”, y el “inmovilismo” se viene convirtiendo en sinónimo de revolucionario. Por supuesto que hay una versión del cambio que es capitalista, pero la universidad como el mundo debe estar en permanente transformación, eso si desde la lógica del trabajo, del mundo laboral, de los que no tienen riqueza. Que no nos quede duda, hay que cambiar si queremos que en el futuro los pobres y desheredados cuenten con la posibilidad de acceder a universidades públicas presenciales.

Pero el cambio no puede ser asumido como simple dotación de equipos y nuevas infraestructuras, se trata de un cambio radical de paradigma que exige, de verdad, salir del atasco del paradigma disciplinar.

  1. La convergencia teórico-experiencial como paradigma para la enseñanza y el aprendizaje

No hay tiempo de espera, la demora afecta las posibilidades concretas de defensa de la educación pública presencial.

Lo que anuncia la cuarta revolución industrial es un nuevo paradigma del conocimiento, más allá de la frontera de la transdisciplinariedad: la convergencia teórico-experiencial.

Pero, ¿cómo podemos llegar allí, sino nos quedamos anclados en el paradigma disciplinar y no nos sumergimos en la transdisciplinariedad?

Un especialista en video juegos ya no es solo un programador, sino que maneja las reglas básicas de la psicología social, sociología, antropología, diseño, matemáticas diferenciales, comunicación y currículo educativo, entre otras muchas capacidades. Ha tenido que aprender a ensamblar sus formas de percibir el mundo y hacerlo operativo en un solo producto. Y no hay universidad en el mundo que forme en eso, por ello, las corporaciones tecnológicas no priorizan las titulaciones para contratar, sino los estilos de trabajo creativo.

Es la convergencia teórico-experiencial, como paradigma de conocimiento y trabajo, lo que lleva al Foro de Davos y sus colegas a plantearse que alrededor del 2030 no deben haber más de 30 profesiones en el mundo. ¿Dónde estamos discutiendo esto con la seriedad y profundidad requerida?

Seguimos aferrados a nuestros modelos de universidades formadas por facultades y escuelas, disciplinares, y nos cuesta siquiera hacer el ejercicio de cómo sería una universidad inclusiva con 30 campos formativos en nuestras propias casas de estudio.

Como si estuviéramos ante el tablero de un juego nuevo, pretendemos preguntar por las reglas del mismo, obviando que esas reglas deben ser una construcción colectiva, eso sí para la transformación. Las preguntas que se suelen hacer son ¿Dónde quedo yo? ¿cuál va a ser mi campo de trabajo académico? ¿pero si yo soy es sociólogo, como encajo en una carrera que integre antropología, ciencias políticas, educación, trabajo social, sicología, derecho, comunicación y diseño gráfico? Como en la expresión popular de “no hay cama para tanta gente”, el temor nos asedia y el conservadurismo se impone. Mejor nos quedamos como estamos, pareciera ser la respuesta colectiva no declarada.

Todas las teorías de desarrollo organizacional, que estudian las resistencias al cambio, se quedan cortas en este caso, porque no se trata de una reforma universitaria, manejable, suave y que no rompe las comodidades establecidas, sino de un tsunami paradigmático que exige formatear nuestra forma de entender la enseñanza y el aprendizaje.

Solo si nos atrevemos a explorar sus profundidades lograremos ser parte del futuro desde una perspectiva de la clase trabajadora, de lo contrario corremos el riesgo de caer en la obsolescencia programada que está instaurado la lógica del capital para las universidades.

Para quienes defendemos la universidad pública, éste es el debate más importante del momento. No digo que tienen que ser 30, 50 o 100 titulaciones las que queden, pero es evidente que algo está cambiando en la sociedad producto del choque tecnológico, la aceleración de la innovación y la disrupción paradigmática. O le damos respuesta a estos asuntos para defender la universidad pública presencial y evitar que sea arrasada por la lógica devastadora del capital con consenso social, o, vamos a ser testigos del momento en el cuál las antorchas se ciernan sobre la esperanza para los pobres que ha sido la universidad.  Cambiamos o erramos diría Simón Rodríguez.

 

  1. Pensamiento crítico operacional

El pensamiento crítico fue por siglos el oxígeno de las universidades, especialmente de las públicas y autónomas. Y el pensamiento crítico se orientaba a cuestionar el estatus quo, la legitimación de la división de clases y lo que conlleva, el acceso diferenciado a la ciencia, tecnología y el desarrollo humano integral.

Enseñábamos en informática como ese software que estábamos usando o produciendo, ayudaba o no a impulsar un cambio en el entorno del usuario, como la medicina no se convertía en una mercancía sino en un derecho humano, problematizábamos respecto al prototipo que se estaba diseñando y como pudiera llegar a ser usado por los más pobres, generando la menor transferencia posible de recursos a las grandes corporaciones.  Ese pensamiento crítico, del cuál nos hemos sentido orgullosos, era en esencia anticapitalista o por lo menos promovía la democracia económica, que es otra forma de anticapitalismo.

Ahora, el capital está usando el tema de la innovación tecnológica para:

a. Ocultar las formas e implicaciones del cambio paradigmático. Es como si dijeran, “si no se dan cuenta mejor, así  podemos limitar y eliminar la inversión pública en universidades, con mayor legitimidad social»,

 

b. La tecnología digital-virtual se ha convertido en una caja negra para el mundo académico, donde nos asignan el rol de aprender a usarla, no a comprender su estructura, mucho menos a crearla. Instalan la idea que eso es un tema de tecnólogos y la zona de confort académico lo ha aceptado pasivamente,

 

 

c. Promueven la lógica del operario ilustrado en la academia, que se limita a aprender a encender, usar y apagar un hardware, software o desarrollo de IA, sin interrogarnos respecto a cómo podemos crear ese “milagro”,

 

d. Están legitimando la lógica del creyente culto, que asume que la tecnología es neutra y que nuestra relación con ella es funcional, no de posible alienación

 

A partir de estas premisas han instalado la noción de “pensamiento crítico operacional”, es decir, que no pensemos el impacto de la innovación tecnológica en las relaciones de poder y las estructuras de clase, sino en las “fallas” o “vacíos” que se presentan a la hora de operarla.

Convierten al pensamiento crítico en una faceta de la mejora continua de la mercancía, propia de los modelos de producción post fordistas.

Ahora, los programas educativos critican al “viejo pensamiento crítico” como “política que se había introducido a la educación”, y reafirman el nuevo “pensamiento crítico operacional” como la neutralidad ideal, que hay que adquirir para obtener empleo.

Pero lo que no terminamos de entender es que esta es una operación de transición, a la destrucción de la educación presencial. Si todos lo limitamos a lo operativo, pronto tendremos que aceptar que es más viable aprender detrás de una pantalla, con contenidos elaborados y supervisados por las empresas, orientados al mundo del trabajo.

El ”pensamiento crítico operacional” promueve desarrollos curriculares que van dando viabilidad a la integración profesional, a las nuevas profesiones de convergencia teórico-experiencial, especialmente a través de las micro acreditaciones. Hay que aprender lo que se necesita y los procesos de “micro learning”, de conocimiento situado, lo que hacen es enseñar habilidades que integran técnicas y conocimiento de antiguas disciplinas estancos.

Por dejar de hacer, no va a dejar de ocurrir.

 

  1. La larga marcha: competir para sobrevivir

La cereza del pastel es el emprendimiento, la auto gestión de la vida y el conocimiento, que ha impuesto el neoliberalismo y su psicopolítica (Chul-Han, 2021). Como todos tenemos que ser competitivos, lo que hay es que adquirir habilidades, no saber a que paradigma corresponden. Entre más “competencias” se tengan, sean viejas o nuevas, se va a ser más competitivo y se tendrá más posibilidades de tener empleo y “éxito” laboral.

Las universidades han entrado a esta lógica con la bibliometría, que enseña a estudiantes y profesores a ser competitivos con la publicación, ahora se complementa con las convocatorias a aprender IA y gestión de datos.

Por supuesto que estos aprendizajes son necesarios, pero en un marco epistemológico distinto.

Aunque muchos, para evitar comprometerse, vean el tema de la perspectiva de clase como algo añejo, hoy más que nunca las contradicciones entre capital y trabajo se expresan en el mundo universitario y la construcción de conocimiento. Eludirlos es una forma de complacencia que no nos podemos permitir.

  1. ¿Qué hacer?

Nadie tiene hoy todas las respuestas. No hay genio personal que pueda encarar un proyecto de transformación tan radical desde la perspectiva del derecho humano a la educación. Solo la inteligencia colectiva nos puede salvar.

Pero lo colectivo no puede seguir siendo un acto retórico en foros, seminarios, congresos, papers y charlas. Necesitamos que se multipliquen espacios de pensar-convencer-hacer que abran paso al cambio y la transformación radical.

En este camino, necesitamos renovar la alianza entre académicos, investigadores, estudiantes, familias y sindicatos de trabajadores de la educación. El neoliberalismo logró lo que parecía imposible, satanizar las formas organizativas que tenían tradición clasista y que hoy cobran especial vigencia. Eso tiene que cambiar.

Solo lograremos pensar-convencer-hacer para defender la universidad pública TRANSFORMÁNDOLA si logramos construir un potente músculo social de pensamiento y acción. Necesitamos que las agrupaciones de rectores universitarios, las redes académicas y los sindicatos construyan un frente unificado para actuar en el corto plazo. Procrastinar en este momento equivale a       elaborar el obituario de la universidad pública.

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La ciencia no es cosa de hombres (ni de mujeres): Un debate necesario.

Por: Luz Palomino/CII-OVE 

La ciencia, en su esencia más pura, es un esfuerzo humano por comprender el universo y nuestro lugar en él. No debería conocer de género, raza o credo. Sin embargo, la realidad nos muestra que la ciencia, como muchas otras áreas de la sociedad, ha sido históricamente un campo dominado por hombres. Esta situación no solo es injusta, sino que también limita el potencial de la ciencia para abordar los desafíos que enfrenta la humanidad.

La ciencia no tiene género, pero la historia sí

A lo largo de la historia, las mujeres han sido excluidas de los espacios científicos.Según la UNESCO, menos del 30% de los investigadores en el mundo son mujeres. Esta cifra es aún más baja en campos como la ingeniería y la inteligencia artificial, donde solo 1 de cada 5 profesionales es mujer. Además, solo el 3% de los premios Nobel en ciencias han sido otorgados a mujeres, un dato que refleja la invisibilización histórica de sus contribuciones.

Esto no se debe a una falta de capacidad, sino a barreras estructurales y culturales. Por ejemplo, un estudio de la American Association of University Women (AAUW) reveló que las niñas comienzan a perder interés en las materias sobre: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, a partir de los 12 años, debido a estereotipos de género y falta de modelos femeninos. Otro estudio de la revista Nature reveló que las mujeres científicas tienen menos probabilidades de recibir financiación para sus investigaciones y de ser publicadas en revistas de alto impacto.

En América Latina, aunque el 45% de l@s investigadores son mujeres, estas suelen concentrarse en áreas como las ciencias sociales y la educación, mientras que su presencia en ingenierías y tecnologías es significativamente menor.

Las causas de esta brecha de género son múltiples y complejas. Entre ellas, destacan:

  • Estereotipos de género: Desde la infancia, se inculcan estereotipos que asocian la ciencia con lo masculino y desalientan a las niñas a seguir carreras estas carreras.
  • Falta de modelos a seguir: La falta de mujeres científicas visibles como modelos a seguir refuerza la idea de que la ciencia no es para ellas.
  • Discriminación y acoso: Las mujeres en la ciencia a menudo enfrentan discriminación y acoso en el ámbito laboral, lo que puede llevarlas a abandonar sus carreras.
  • Dificultades para conciliar la vida personal y profesional: Las mujeres científicas a menudo enfrentan dificultades para conciliar su vida personal y profesional, especialmente en áreas como la maternidad.

El mito de la «ciencia masculina»

La idea de que la ciencia es «cosa de hombres» es un mito que ha sido desmentido por numerosas contribuciones femeninas. Algunos ejemplos incluyen:

  • Marie Curie: Primera mujer en ganar un Nobel y la única en ganarlo en dos categorías (Física y Química).
  • Rosalind Franklin: Su trabajo fue esencial para el descubrimiento de la estructura del ADN, aunque su contribución fue minimizada.
  • Katherine Johnson: Matemática de la NASA cuyos cálculos fueron clave para el éxito de las misiones espaciales.
  • Lise Meitner: Descubrió la fisión nuclear, pero el Nobel de Química de 1944 fue otorgado a su colega masculino.

A pesar de estos logros, muchas mujeres han sido relegadas al olvido o sus descubrimientos han sido atribuidos a hombres. Esto no solo es injusto, sino que perpetúa la idea errónea de que la ciencia es un campo exclusivamente masculino.

La ciencia no es «cosa de mujeres» tampoco

La ciencia no es «cosa de mujeres» ni «cosa de hombres»; es un esfuerzo humano que trasciende el género. La diversidad en la ciencia no se trata de reemplazar un género por otro, sino de garantizar que todas las personas, independientemente de su identidad de género, tengan las mismas oportunidades de contribuir.

¿Por qué es importante la diversidad en la ciencia?

La diversidad no es solo una cuestión de justicia, sino de eficiencia. Según un estudio de la consultora McKinsey, los equipos diversos son 15% más propensos a superar a sus homólogos en innovación y rentabilidad. Además, incluir a personas de diferentes géneros, culturas y perspectivas permite abordar problemas globales de manera más efectiva.

Por ejemplo, en el campo de la medicina, la falta de diversidad en los ensayos clínicos ha llevado a tratamientos menos efectivos para las mujeres. En tecnología, la falta de perspectiva femenina ha resultado en productos que no satisfacen las necesidades de tod@s l@s usuari@s.

Para lograr una ciencia verdaderamente inclusiva, es necesario:

  1. Educar sin estereotipos: Fomentar el interés en la ciencia desde la infancia, sin distinción de género.
  2. Visibilizar a las científicas: Dar a conocer sus contribuciones y crear referentes femeninos.
  3. Políticas de igualdad: Implementar medidas que promuevan el acceso y la permanencia de las mujeres en la ciencia.
  4. Apoyo a la conciliación: Ofrecer opciones de cuidado infantil y horarios flexibles en instituciones científicas.
  5. Apoyar la investigación y los programas que promueven la participación de las mujeres en la ciencia.

La ciencia no es «cosa de hombres» ni «cosa de mujeres»; es un esfuerzo colectivo que debe ser accesible para todos. El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia es una oportunidad para reflexionar sobre las barreras que persisten y trabajar hacia un futuro más inclusivo. La diversidad en la ciencia no solo es justa, sino necesaria para enfrentar los desafíos globales. Es momento de dejar atrás los estereotipos y construir un mundo donde la ciencia sea verdaderamente para tod@s.

Mientras la ciencia es universal, las oportunidades no lo son. Es momento de actuar, no solo el 11 de febrero, sino todos los días, para construir un futuro donde las niñas y mujeres puedan contribuir plenamente al avance científico y tecnológico.


Fuentes consultadas:

  1. UNESCO (2021). Datos sobre la brecha de género en la ciencia.
  2. American Association of University Women (AAUW). Why So Few? Women in STEM.
  3. McKinsey & Company (2018). Delivering through diversity.
  4. National Geographic (2020). Mujeres en la ciencia: Una historia de invisibilidad.

 

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África: Negro horizonte para los derechos humanos del pueblo saharaui

Negro horizonte para los derechos humanos del pueblo saharaui

 

Los supersticiosos tienen por bueno el refrán “año bisiesto año siniestro”. Para fundamentar ese mal fario echan mano de la historia y en ella pueden encontrarse numerosos desastres que ocurrieron en años con 366 días. A modo de ejemplo se puede citar la obsesión de Napoleón en 1812 por conquistar Rusia, campaña en la que perdió 600.000 hombres. El pasado 2024 fue bisiesto y en él se registraron miles de muertes en los conflictos de Rusia con Ucrania y los ataques de Israel a la Franja de Gaza.

El pueblo saharaui también sufrió numerosos ataques a sus derechos humanos. En el arranque de 2025 el horizonte se vislumbra también sombrío para los saharauis. Ha vuelto Donald Trump a la Casa Blanca y hay que recordar que en su primer mandato respaldó la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. La Administración marroquí aspira a ser el gran aliado estratégico de EEUU en el norte de África.

Este no es un año bisiesto y no hay que apoyar supersticiones, pero es evidente que en su primer mes presenta múltiples acciones de acoso y maltrato hacia el pueblo saharaui y un esfuerzo especial de las autoridades marroquíes para impedir la entrada de observadores extranjeros en el territorio del Sáhara Occidental para recabar testimonios directos de lo que está ocurriendo allí. El Gobierno español sigue mirando para otro lado, a pesar de que España es la potencia administradora del Sáhara Occidental según la ONU y la Audiencia Nacional.

En enero de este año se ha intensificado la persecución de los activistas saharauis mientras organizaciones defensoras de los derechos humanos claman contra el maltrato a la población saharaui residente en la antigua colonia española -un territorio no autónomo pendiente de descolonizar que invadió Marruecos a finales de 1975-  y contra los presos políticos saharauis en cárceles marroquíes.

La siguiente es una relación aproximada de hechos contra los derechos humanos ocurridos en enero de 2025 en el Sáhara Occidental ocupado por el régimen marroquí, según información de ONG y medios de comunicación saharauis y españoles.

ENERO SAHARAUI 2025.-docx Descarga

Fuente: https://contramutis.wordpress.com/2025/02/05/enero-saharaui-negro-horizonte-para-los-derechos-humanos-del-pueblo-saharaui/

Fuente de la información: https://rebelion.org/negro-horizonte-para-los-derechos-humanos-del-pueblo-saharaui/

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Perú: Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”

Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”

Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”

Cansadas de ser marginadas y discriminadas debido a los prejuicios por sus identidades y expresiones de género, las mujeres trans en el Perú se abren camino en espacios académicos con el objetivo de incursionar en distintas profesiones.

Alejandra Fang tiene 28 años, es directora de la Casa Trans Zuleymi y desde hace algunos años comenzó su carrera universitaria. El camino no ha sido fácil. Sus padres la botaron de casa cuando inició su transición a los 15 años. Sin un hogar ni dinero, tuvo que ingeniárselas para sobrevivir en una Lima sumamente discriminatoria y violenta.

“Cuando transicioné y me botaron de casa, mi primer pensamiento no fue: ‘Oye, voy a ser trabajadora sexual, quiero ser una trabajadora sexual como profesión’. Eso nunca pasó por mi cabeza”, cuenta Fang, haciendo alusión a la realidad que enfrentan muchas personas trans en situación de trabajo sexual como opción de supervivencia económica, y ante el rechazo que sufren en el ámbito laboral, familiar, y educacional.

La realidad de una sociedad excluyente y discriminatoria contra las personas trans la llevó a dejar de lado sus sueños de incursionar en otras profesiones, pues los veía inalcanzables. Ahora, su situación ha cambiado.

“Cuando estaba en el colegio, mi pensamiento era, ‘Yo quiero aspirar a ser de repente abogada o quiero ser de repente una contadora o ser administradora o lo que fuese’. Siempre mi aspiración ha sido a eso. Pero ahora, por ejemplo, ya con mis 28 años, he trabajado de trabajadora sexual y estoy pudiendo estudiar una carrera que a mí me gusta”, manifiesta la defensora de derechos humanos.

Ingresar a un espacio universitario ha sido todo un reto para Alejandra, que como cientos de personas trans se tienen que enfrentar trabas en el sistema educativo, como el persistente uso de su nombre legal en documentos de la institución, el correo electrónico y por parte de profesores, que no reconocen como válido su nombre social.

“Yo siempre he impulsado a que se reconociera al menos los nombres sociales en los correos electrónicos; sin embargo, la universidad dice que no es posible ello y se escuda en que es un tema administrativo y que la SUNEDU exige, de cierta manera, que estén los nombres legales como tal”, explica.

Pero no es solo el sistema que las discrimina, sino también profesores y compañeros, sobre todo varones, que tienen actitudes transfóbicas hacia ella y otras tres compañeras en la misma situación. En ese contexto, la tolerancia, aceptación y sobre todo reconocimiento de profesoras surgen como un soporte que las impulsa a seguir.

“Había una profesora, que en plena aula, decía: ‘Ay, Alejandra, cómo estás’. A pesar de que mi nombre legal no es de esa forma, ella reconocía mi nombre social como tal y lo reivindicaba delante de todos los compañeros. Eso es totalmente positivo porque refuerza tu autoestima, ya que hay alguien que sí te está te está identificando como tal”, apunta Fang.

El rechazo de una sociedad conservadora y sus barreras les dificulta acceder a una educación formal, lo que produce que muchas personas trans se encuentren en situaciones vulnerables de riesgo económico, físico y emocional al exponerse a mafias de proxenetas.

Según un informe del 2022 de la Defensoría del Pueblo, solo el 5,1% de las mujeres trans ha terminado estudios secundarios. El 62,2% se dedica al trabajo sexual debido a la falta de oportunidades de empleo y el 95,8% ha sido víctima de violencia al menos una vez en su vida por su identidad o expresión de género.

“Yo creo que si acá en el Perú nos darían las oportunidades de estudiar en la universidad, de un trabajo, no habría mucha vulnerabilidad hacia nosotras, que ahora nos arriesgamos a trabajar en la calle. De mi parte, a mí me encantaría trabajar donde sea, en cualquier cosa donde tenga un trabajo seguro”, señala Vanessa, una mujer trans en situación de trabajo sexual que migró de Pucallpa tras ser rechazada por su familia.

Compañeras como Vanessa, expresan abiertamente su disposición para estudiar, pero sus recursos económicos no les permite costear estudios superiores.

Las realidades son distintas incluso entre mujeres trans, como apunta Alejandra Fang, quien lidera la Casa Trans Zuleymi. Resalta que aspectos económicos, como la capacidad adquisitiva, la clase social y el racismo imperante en la sociedad peruana ejercen aún más opresión entre ellas.

Alejandra, por ejemplo, tiene una piel clara y cispassing (su aspecto físico la hace ver como lo que la sociedad considera ‘femenino’). “En cambio, una mujer trans que se ve como una mujer trans no tiene la misma cantidad de ingresos que de repente pueda tener yo. Ahí ya existe un privilegio”, señala.

Asimismo, sus compañeras trans universitarias provienen de otros estratos económicos, lo que les permite enfocarse únicamente en los estudios y no pensar en cómo distribuirán el dinero entre el pago de la universidad, alquiler de casa y subsistencia económica.

“No voy a poder comparar su realidad con la mía, que soy una mujer trans en situación de trabajo sexual. Entonces, en ese sentido, ahí tiene que ver mucho el tema de la clase”, resalta Alejandra.

Ley de identidad de género sería un paso importante
Ante esta problemática, Alejandra Fang no está sola al pedir que se apruebe una ley de identidad de género. Este proyecto fue presentado en diciembre de 2016 y desde entonces está estancado en el Congreso por influencia de grupos conservadores antiderechos que se muestran en contra.

“La ley de identidad de género no solamente se basa en el cambio de nombre en el DNI, sino que es una ley mucho más integral que te da acceso a vivienda, a educación, a salud, que es lo principal. El proyecto de ley enfoca que cuando se realiza el proceso del cambio de nombre y sexo en el DNI, la vida de las personas trans cambia significativamente y yo lo creo totalmente”, destaca Fang.

La activista apunta que esto también permitiría que las mujeres trans con menos recursos puedan postular a las becas que ofrece el Estado peruano como Beca 18 o Beca Permanencia. Actualmente, no lo hacen debido al miedo de ser rechazadas o discriminadas por el nombre que aparece en su DNI y por la escasa capacitación del personal educativo que desconoce cómo recibirlas.

“Yo, por ejemplo, cuando postulé para la beca de la propia universidad, fue un proceso difícil. La persona que me entrevistaba no sabía si yo era yo. Ahí te das cuenta qué tan atrasados estamos, porque inclusive me preguntó hasta mi fecha de nacimiento para saber si era yo”, explica Alejandra.

Con más espacios educativos inclusivos, en los que las personas trans puedan utilizar su nombre social, las cosas empezarían a cambiar para ellas. “Sería la revolución total porque habría muchas más mujeres trans disputando esos espacios que usualmente han sido negados”, señala.

En Casa Trans Zuleymi se imparten talleres de empleabilidad laboral, pero también se pone énfasis en la formación de habilidades blandas que permitan a mujeres trans fortalecer su autoestima y lidiar con una sociedad ultraconservadora y violenta. Como directora de uno de estos espacios, Alejandra Fang, asegura que cada vez ve a más jóvenes trans ven la opción de entrar a la universidad.

“Es un avance de las nuevas generaciones que se están atreviendo a estar en esos espacios y disputarlos, porque esos espacios también nos corresponden a nosotras, por más de que la sociedad pretenda relegarnos o segmentarnos en ciertos trabajos. Yo creo que ese es el mayor mensaje: que las compañeras que vienen detrás de mí se atrevan a ser disruptivas, que ocupen esos espacios de poder, porque esos espacios también son de nosotras”, sentencia Fang.

WAYKA

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2025/02/peru-mujeres-trans- y-su-lucha-por-acceder-a-espacios-educativos-estos-espacios-tambien-son-de-nosotras/

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República Dominicana: Economía verde, reordenamiento fiscal y reformas ayudarán a América Latina y el Caribe

Economía verde, reordenamiento fiscal y reformas ayudarán a América Latina y el Caribe

Los países de América Latina y el Caribe recaudan solo el 2 % de los ingresos tributarios provenientes de los impuestos a la propiedad —un porcentaje inferior al promedio mundial—, pese a que el 80 % de su riqueza se mantiene en el sector inmobiliario

La región de América Latina y el Caribe enfrenta mucha incertidumbre en el 2025, por los numerosos cambios políticos en el mundo, el impacto de las guerras en curso, la creciente ola de crimen y violencia en sus países y las cada vez mayores dificultades fiscales y de gestión de la deuda.

Pero centrarse en lo negativo puede hacer que uno se pierda lo positivo. Este nuevo año ofrece grandes oportunidades que pueden ayudar a los países a prosperar en estos tiempos de incertidumbre. Estas posibilidades se encuentran en la economía verde, lo digital, el reordenamiento fiscal y las reformas, de acuerdo con el Banco Mundial.

En primer lugar, el BM reconoce los retos que puede plantear un panorama político cambiante en términos de políticas comerciales y migratorias. Al mismo tiempo, las tensiones geopolíticas y los realineamientos prometen seguir cambiando las alianzas y las cadenas de valor, y los países buscan socios comerciales confiables.

El 2024 será recordado por las impactantes imágenes de una espiral de violencia. Las bandas criminales la están propagando en países donde antes no era un problema importante.

Además de reducir la calidad de vida cotidiana, la violencia también tiene un alto costo económico: puede costar hasta el 8 % del producto interno bruto. Los países quieren gastar más en seguridad para hacer frente a este creciente desafío, pero se ven limitados por grandes deudas de la época de la pandemia y sus economías no crecen lo suficientemente rápido como para aliviar esta carga.

Pero no todo tiene que ser pesimismo. En medio de la oscuridad, hay oportunidades. Para beneficiarse de ellas.

Aprovechar las oportunidades verdes para atraer más inversiones. América Latina y el Caribe ya es líder en energía verde con una de las redes eléctricas más limpias y las economías con menor intensidad de carbono del mundo. «Hay un enorme potencial para la energía solar, eólica y geotérmica. Esto le da a la región una ventaja como lugar para la venta de productos libres de emisiones de combustibles fósiles», destaca el Banco Mundial. 

La región cuenta con importantes reservas de litio y cobre para vehículos eléctricos y otras tecnologías con bajas emisiones de carbono. El hidrógeno verde tiene un gran potencial para lograr que industrias difíciles de electrificar, como la de fertilizantes y acero, queden libres de emisiones de combustibles fósiles.

Para capitalizar estas oportunidades se necesitará una combinación de incentivos, instituciones, coordinación e inversiones públicas clave.

Ampliar las oportunidades digitales para que más personas puedan disfrutar de una vida más próspera. La región ya ha logrado grandes avances en el comercio y el empleo digital, y las nuevas empresas tecnológicas con altas valoraciones de mercado, conocidas como unicornios.

Países como Argentina, Colombia y México están invirtiendo en capacitación tecnológica para los jóvenes. Esto está ampliando las oportunidades de empleo digital y difundiendo la adopción de la inteligencia artificial. Hay un boom en el número de unicornios. La cifra se cuadruplicó entre 2018 y 2021, y aumentó aún más a partir de entonces.

El desafío que enfrenta ahora la región es lograr el acceso y el uso universal de la banda ancha. Esto requerirá una gran inversión en infraestructura y habilidades digitales, en lugar de una acción incremental. 

Avanzar en el tema fiscal. Esto podría hacer que las sociedades sean más justas, promover el crecimiento y crear más espacio en los presupuestos públicos para invertir en el futuro.

Hay un gran enfoque en los impuestos sobre la riqueza. Gravar los activos financieros puede ser difícil debido a lo complicado que puede ser la tributación de los bienes muebles, como las acciones y los bonos. Una opción más efectiva es gravar la propiedad, ya que esta no se puede trasladar y representa una proporción mucho mayor de la riqueza de la región.

Por lo general, los países de América Latina y el Caribe recaudan solo el 2 % de los ingresos tributarios provenientes de los impuestos a la propiedad —un porcentaje inferior al promedio mundial—, pese a que el 80 % de su riqueza se mantiene en el sector inmobiliario. En relación con la oportunidad digital mencionada anteriormente, los Gobiernos pueden utilizar nuevas plataformas digitales para evaluar el impuesto a la propiedad y mejorar la cartografía, la recopilación de datos y el intercambio de datos.

Aprobar e implementar reformas que promuevan  el crecimiento con inclusión.

Una reforma importante debe ser la introducción de más competencia. La gente paga precios demasiado altos por bienes y servicios de menor calidad. Esto reduce el bienestar general y contribuye a aumentar la desigualdad. Una mayor competencia puede dificultar las cosas para las empresas poco competitivas y sus trabajadores.

Por ello, las políticas de competencia justa y que fomenten la competencia deben combinarse con políticas de innovación y sistemas nacionales de innovación que funcionen, incluidos mejores sistemas educativos y de formación de habilidades.

El aumento de la productividad a nivel empresarial puede ayudar a que un mayor número de empresas compita a nivel internacional.

América Latina y el Caribe enfrentará enormes desafíos en 2025. Los titulares de las noticias a veces podrán ser inquietantes. Pero la región puede buscar oportunidades en la economía verde, lo digital, el reordenamiento fiscal y las reformas, que pueden ayudarla a prosperar en la economía mundial de hoy.

Es el momento de aprovechar al máximo estas oportunidades y ofrecer a los habitantes de la región el mejor futuro que se merecen.

Fuente de la Información: https://acento.com.do/economia/economia-verde-reordenamiento-fiscal-y-las-reformas-pueden-ayudar-a-america-latina-y-el-caribe-9454070.html

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CII-OVE: Materiales Educativos sobre el Método de Friedrich Fröbel (1782-1852)

Realizado por: Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación (CII-OVE)

Biografía Crítica de Friedrich Fröbel (1782-1852)

1782–1792 (Infancia)

El contexto histórico-político de ese momento encontraba a Europa bajo monarquías absolutas. La Revolución Francesa (1789) inicia transformaciones políticas importantes, mientras Alemania está fragmentada en principados, entre ellos Turingia, donde nace Fröbel, la mayoría de ellos bajo influencia protestante.

Fue el momento de los primeros avances de la Revolución Industrial en Inglaterra, con la máquina de vapor.

En Europa los debates pedagógicos giraban alrededor de las propuestas de Rousseau, quien proponía educación natural en Emilio (1762) y, de Pestalozzi quien desarrolla métodos centrados en la infancia.

Nace en una familia luterana, con un padre pastor. La muerte de su madre a los 9 meses marca su visión de la educación maternal.

1792–1802 (Adolescencia)

En este momento el contexto era determinado por las Guerras napoleónicas (1792–1815), con una expansión francesa que altera Europa. Alemania vive el surgimiento del nacionalismo alemán contra Napoleón.

En materia de Cultura y Ciencia, el romanticismo alemán de la época exalta naturaleza y subjetividad (Goethe, Schiller).

Los debates pedagógicos giraban en torno a críticas al autoritarismo escolar y el impulso a métodos intuitivos como el de Pestalozzi.

Fröbel fue autodidacta en matemáticas y botánica, aunque su educación fue influenciada por la ética protestante.

En ese periodo, el contacto con un tío afectuoso contrasta con rigidez paterna.

1802–1812:  Formación universitaria y primeros trabajos

Napoleón es coronado emperador (1804), como parte de la dominación francesa en Europa.

En materia de Ciencia y Tecnología destaca el hecho que Dalton publica su teoría atómica (1808), se dan avances en cartografía y agrimensura.

Los debates pedagógicos del momento eran marcados por las ideas de Pestalozzi quien funda escuelas en Suiza, enfatizando en el aprendizaje activo.

En 1805, Fröbel inicia como maestro en Frankfurt bajo influencia pestalozziana.

Fröbel Critica el sistema educativo tradicional, alineándose con las ideas liberales antinapoleónicas.

1812–1822: Guerras y fundación de instituciones

En este periodo ocurre la derrota de Napoleón (1815) y el Congreso de Viena restaura monarquías

El Romanticismo de moda enfatiza en la espiritualidad y la unidad cósmica, lo cual influenciaría la pedagogía de Fröbel.

Alemania y Europa vivían las tensiones entre educación religiosa vs. Secular, en cuyo debate Fröbel aboga por autonomía infantil.

En 1816 funda el Instituto General Alemán de Educación en Keilhau, en 1821 publica sus fundamentos, fin y vida interna del Instituto universal alemán de la educación en Keilhau.

1822–1832: Consolidación teórica

Se vive un periodo de represión liberal en Europa, con edictos como el Decretos de Carlsbad,

En materia de Ciencia, Faraday descubre el electromagnetismo (1831) y se vive un renovado auge de las ciencias naturales.

Los debates pedagógicos se focalizaban en las críticas al paidocentrismo. En esos debates, Fröebel defiende el juego como herramienta educativa.

En 1826 publica “La educación del hombre”, obra fundacional donde sistematiza su visión holística de la pedagogía.

Entre 1828–1829 realiza los planes para un Instituto de Educación Popular en Helba, proyecto que no cristaliza.

Fröbel es acusado de panteísmo por vincular naturaleza y divinidad, lo cual le genera tensiones con la autoridades luteranas.

1832–1842: la Creación del Kindergarten

Europa vive las revoluciones liberales (1830) y un auge del socialismo utópico (Fourier, Owen).

Se da una notable expansión ferroviaria en Europa, producto de la industrialización creciente, que altera las estructuras familiares. Es el periodo de desarrollo de la familia bajo la premisa burguesa.

Fröbel participa en discusiones sobre educación preescolar, lo que le permite innovar con su propuesta del jardín de infancia.

En 1837 funda el primer Kindergarten en Bad Blankenburg.

Colabora con mujeres pedagogas, como Bertha von Marenholtz.

1842–1852: Legado y persecución

Se produce las revoluciones de 1848, que generan represión en Prusia, donde se prohíben los Kindergarten (1851).

Se da un nuevo aire al realismo literario, pero Fröebel enfatiza la creatividad humana frente a la industrialización.

Los conservadores critican su modelo pedagógico, como «subversivo», mientras que sus defensores lo vinculan a innovación educativa.

En 1843 publica “Canciones y conversaciones maternas”, un manual lúdico para madres que sería una de las obras de referencia de su propuesta.

En 1840 había acuñado el término Kindergarten y diseñado los dones (materiales educativos) de su propuesta pedagógica.

Sus trabajos e ideas, prohibidas en Prusia por «socialista y ateo», lo llevan a refugiarse en Marienthal (Sajonia) bajo protección ducal.

Fröbel vivió en una Europa convulsa, donde su pedagogía revolucionaria —centrada en autonomía, juego y naturaleza— chocó con estructuras autoritarias. Su legado, aunque perseguido, sentó las bases de la educación preescolar moderna, influyendo en Montessori y Dewey. Su enfoque, sin embargo, reflejó tensiones entre romanticismo científico y control estatal, evidenciando cómo la educación nunca es ajena al poder.

Principales debates pedagógicos en Latinoamérica y el Caribe durante el periodo que vivió de Friedrich Fröbel (1782–1852)

El siglo XIX, fue marcado por procesos independentistas, la formación de Estados-nación y las tensiones entre tradición colonial y modernidad.

La educación era valorada como una herramienta de construcción nacional. En consecuencia, el rol de la educación aparecía vinculado a la formación de ciudadanos para los nuevos Estados independientes.

Se buscaba consolidar identidades nacionales mediante la alfabetización y la difusión de valores patrióticos.

A pesar de ello, persistían las tensiones entre modelos educativos centralizados, inspirados en la Europa conservadora, y prácticas locales ligadas a culturas indígenas, afrodescendientes y de los pardos criollos.

Crecía en toda la región la Influencia de modelos pedagógicos europeos, que llevan a una progresiva adopción de métodos como los de Pestalozzi y Fröbel:

La pedagogía froebeliana, centrada en el juego y el desarrollo integral del niño, comenzó a difundirse en círculos intelectuales de la región, aunque su aplicación masiva en Latinoamérica se haría muchas décadas después.

Los debates y discusiones giraban alrededor de la pertinencia de trasplantar modelos europeos a contextos con realidades sociales y económicas distintas, como la ruralidad y la desigualdad, como fue el caso de Simón Rodríguez.

Otro debate central fue el de Educación religiosa vs. educación laica, que expresaba un conflicto abierto entre Iglesia y Estado.

La Iglesia Católica mantenía control sobre la educación, pero los gobiernos posindependentistas promovían una educación secular para reducir su influencia.

La alfabetización y el acceso a la educación seguían marcados por la exclusión de los grupos marginalizados o subalternos.

La educación formal era privilegio de las élites criollas, mientras que indígenas, afrodescendientes y mujeres tenían acceso limitado a ella.

Iniciativas incipientes, como las escuelas para adultos o proyectos de alfabetización rural, se generaban, aunque no eran el producto de políticas estatales consistentes.

Otro debate en educación, era el referido al género y los oles tradicionales vs. incipientes demandas de equidad: Las mujeres eran educadas principalmente en labores domésticas y religiosas. En ese contexto, surgieron voces críticas, como las de Juana Manso en Argentina, que cuestionaban la exclusión femenina de la educación formal, prefigurando debates del siglo XX.

Otro debate era sobre pedagogía y resistencia cultural, que expresaba las tensiones entre homogenización y diversidad, ya que los sistemas educativos buscaban uniformizar la cultura, marginando lenguas indígenas y conocimientos ancestrales.

Esto generó resistencias, mediante prácticas educativas informales en comunidades, aunque sin reconocimiento institucional.

Aunque Fröbel no tuvo influencia directa en Latinoamérica durante su vida, sus ideas —junto a las de Pestalozzi— sentaron bases para reformas posteriores, como los Kindergártenes y la educación preescolar para todos.

Los debates del siglo XIX reflejaron tensiones entre colonialidad y modernidad, que seguirían vigentes en textos y conferencias de autores de las pedagogías críticas como Paulo Freire, Prieto Figueroa y otros.

Descarga aquí la presentación en Power Point que realizamos sobre esta propuesta pedagógica:

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También pueden descargar las infografías que hicimos sobre este método pedagógico 

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Por ultimo les compartimos dos mapas mentales que pueden descargar en los siguientes link:

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Educación en el mundo: La transformación ineludible de las universidades ante la expansión de la educación a distancia

La transformación ineludible de las universidades ante la expansión de la educación a distancia

Las universidades enfrentan un escenario disruptivo en el que la educación a distancia no solo se ha consolidado como una alternativa viable, sino también como una competencia formidable para los modelos educativos tradicionales. Impulsada por avances tecnológicos y un acceso creciente a la conectividad, esta expansión global obliga a las instituciones universitarias, a la política educativa y a la sociedad en general a replantear sus estrategias académicas y organizacionales. El objetivo es claro: mantener su relevancia y legitimidad en un mundo donde la educación ya no está limitada por fronteras geográficas ni estructuras rígidas.

Desde la Open University de 1970 a hoy, la oferta de programas en línea ha alcanzado niveles de calidad y prestigio que rivalizan directamente con las propuestas de las universidades tradicionales. Instituciones de renombre como Harvard, MIT y Stanford han adoptado plataformas virtuales para ofrecer cursos masivos abiertos (MOOCs) y programas de grado completos, eliminando barreras geográficas y económicas. Este fenómeno no solo democratiza el acceso al conocimiento, sino que también redefine el concepto de exclusividad territorial, desafiando el monopolio que las universidades han mantenido históricamente sobre la formación superior en sus regiones.

Además, la competencia transnacional se ha intensificado. Universidades extranjeras, ya sea de manera directa o a través de alianzas estratégicas, campus virtuales y programas híbridos, están captando estudiantes de todo el mundo. Esto representa una amenaza para las instituciones que dependen de la matrícula local, especialmente en países con mercados educativos saturados o en declive demográfico. Paralelamente, entidades no educativas, como Google, IBM y Microsoft, están acreditando saberes y habilidades con certificaciones que gozan de una credibilidad equiparable a la de las universidades tradicionales en ciertos campos. Este fenómeno no solo amplía las opciones de formación, sino que también cuestiona el rol exclusivo de las universidades como únicas proveedoras de conocimiento válido.

Frente a este panorama, las universidades con trayectoria histórica y prestigio consolidado tienen una ventaja competitiva única: su tradición de excelencia académica, redes de egresados y reconocimiento global. Sin embargo, esta ventaja puede diluirse si no adoptan cambios estratégicos inmediatos. La clave está en combinar su reputación con la innovación, ofreciendo programas híbridos y virtuales que mantengan la calidad histórica mientras incorporan la flexibilidad y ubicuidad que requieren los estudiantes de hoy. Entre estos cambios, es fundamental cuestionar la extensión innecesaria de muchas carreras, cuyas estructuras y duraciones no se corresponden con las demandas del mercado laboral especializado. Si no reducen sus rigideces curriculares, las universidades corren el riesgo de quedarse atrás en un contexto donde el tiempo se percibe como un recurso cada vez más valioso.

No se puede ignorar que la educación no formal a distancia ofrece una alternativa dinámica, accesible y de calidad en constante crecimiento. Esta modalidad permite desarrollar habilidades y competencias de manera eficiente, adaptándose con rapidez a las demandas cambiantes de los distintos sectores. Hay plataformas que están revolucionando el aprendizaje de idiomas, y en muchos otros campos surgen oportunidades comparables que compiten directamente con las universidades y con la educación formal. Cada vez más estudiantes prefieren estas opciones, que no solo se adaptan mejor a sus tiempos y necesidades, sino que también les permiten acceder al mercado laboral de manera más temprana y efectiva.

El desafío que enfrentan las universidades no es meramente tecnológico, sino estratégico y cultural. No se trata solo de adoptar herramientas digitales para complementar las propuestas actuales, sino de rediseñar currículos, flexibilizar trayectorias académicas y priorizar la formación en competencias globales y adaptables. En este nuevo paradigma, los estudiantes, como usuarios de servicios educativos, valoran cada vez más la flexibilidad, la accesibilidad, la especificidad de lo estudiado y su relevancia en el mercado laboral. La inacción no es una opción; la rápida transformación es la única vía hacia la supervivencia y la trascendencia.

Por supuesto, es obvio que la función de las universidades no se limita a la formación profesional. Su tarea esencial sigue siendo analizar e incrementar el conocimiento -hacer ciencia-, una actividad por la que históricamente se las reconoce como merecedoras de prestigio.

Fuente: Alberto Taquini / infobae.com

Fuente de la Información: https://www.redem.org/la-transformacion-ineludible-de-las-universidades-ante-la-expansion-de-la-educacion-a-distancia/

 

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