Page 447 of 454
1 445 446 447 448 449 454

‘En 16 años nunca nadie me pidió la Caperucita roja’

Panamá/23 de Abril de 2016/La Prensa/

Así como muchas veces hay que morirse para ser bueno, al parecer Exedra Books tuvo que anunciar su cierre para llenarse. A seis días de cerrar, su dueño, Rodrigo Terán , cuenta lo difícil que es tener un negocio cultural en Panamá.

El libro que nunca vendió.

El Quijote de una edición especial, que en cualquier otra parte del mundo hubiera sido peleado. Trajimos solo tres y tenemos dos desde hace 10 años. El nivel educativo promedio aquí es muy bajo. Cuando eso salió en España hubo filas como aquí hacen filas para ver conciertos.

¿El que más vendió?

La saga de Harry Potter, Dan Brown y Paulo Coelho. Esa es la cultura aquí.

Cuando me dice que vendió muchos libros de un título, ¿cuántos son?

No más de 500. Pedíamos de 100 en 100.

¿Qué tal es Coelho?

No he podido leerme un libro completo de él.

¿Qué género no lee el panameño?

Cultura universal no lee nada. Literatura clásica cero, salvo raras excepciones. Libros técnicos…

Lo que más lee.

Autoayuda. Tenemos muchos problemas… familiares, personales. Sexología, esoterismo y novelitas de esas baratas, de conversaciones de esas de la vagina, se vendía lo que pusieras.

¿Y religión?

No traíamos muchos, solo lo que sonaba mucho. Pero se vendía.

José Saramago, novelas de los Nobel… ¿Se vendían?

No. De la rusa Svetlana no se vendió casi nada. Y trajimos solo 25 libros. De los Nobel se vendieron, pero muy pocos. Y porque se les hacía mucha publicidad.

¿Y de autores locales?

Solo los que hacían mucha bulla, porque nosotros no teníamos plata para publicidad. Para pautar un minuto en TV teníamos que vender 500 libros.

¿Qué lee un oficinista promedio?

Los pocos que leen, novelas. Mujeres, románticas o de bochinches o lo que te vende la TV de quién te quitó el novio y complicaciones matrimoniales y eso. Y hombres, de detectives.

¿Y los jóvenes?

No quiero poner basura, pero todo lo que leen son sagas de ficción, miedo, fantasmas, cosas irreales y extraterrestres.

¿Cómo se traduce eso?

Es muy triste; no sé a qué mundo nos dirigimos. A futuro los niños van a nacer con los pulgares largos por estar con el celular y las máquinas todo el día.

¿Qué deberían leer los niños?

Lo que leíamos nosotros cuando éramos niños. Los cuentos clásicos. A mí en 16 años nunca nadie me pidió aquí la Caperucita roja.

El libro que todo niño debería leer.

El lazarillo de Tormes, El principito…

El libro más valioso que tenía en la librería.

No se vendió y me lo quedé yo. Un libro de historia que se llama El libro azul de Panamá.

¿Cuántos clientes entraron al día, en el último año?

Tal vez 10 al día… y 15 en fin de semana.

¿Y cuántos de esos compraban?

Como el 60%.

¿Y qué siente cuando ve llena la librería solo ahora que la va a cerrar?

Tristeza. Qué vaina, ¿no? Y encima hay que poner buena cara.

Si ahora estando en descuento se llena, ¿podemos concluir que la gente no iba por el precio?

No creo, porque como en cualquier baratillo, el panameño crea una psicosis de compra. Yo veo gente comprando libros sin saber siquiera de qué se tratan.¿Qué van a hacer con tantos libros después? No sé. Ni los van a leer. Los compran porque están baratos.

¿Las escuelas han ido a comprar?

No.

¿No cree que fue un problema la falta de disponibilidad de libros?

Si traíamos las novedades y los bestsellers y se quedaban, ¿cómo iba a traer todo el universo de títulos?

¿Qué va a hacer con los libros que no se vendan?

Gran pregunta. Tratar de hacer una venta a alguna otra librería que le interese comprarlos. De no, guardar los más valiosos en algún lugar para venderlos luego. Y donaciones a bibliotecas.

Por dos años subvencionaron el negocio. ¿Cuánto perdió?

Alrededor de $10 mil mensuales. Nos acabamos nuestro peculio personal.

¿Qué intentos infructuosos hizo?

Promovimos la entrega directa a la casa sin costos adicionales, compras por la web, ferias de libro, descuentos… Todo con respuestas pobrísimas. Y después, tratamos de vender la librería como tal a cadenas.

¿El libro electrónico va a acabar con el impreso?

No. El libro es como un sancocho. Lo hueles, sientes, lo gustas y te alimenta. El electrónico solo lo miras.

¿Cuánto afectó Kindle y similares a Exedra?

Muy poco.

¿Hay competencia desleal con otras librerías?

No.

¿A qué librería irá de ahora en adelante?

Tal vez El Hombre de la Mancha o Gran Morrison.

Hay mucho lamento en la calle por el cierre de Exedra. ¿Es un gesto social o cree que de verdad al panameño le importa que caiga un templo de la lectura?

Yo creo que es un gesto social. Es más por el café que por la librería.

¿Y por cuánto tiempo les importará?

Hasta que, como todo aquí, se olvide: 24 horas. O cuando se anuncie el próximo concierto o restaurante o bar o lo que sea. El panameño tristemente no tiene memoria histórica.

¿Dónde está la hipocresía del panameño?

Venían a organizar eventos y no querían pagar los $60 del alquiler… más que eso cuesta cualquier salida. O venían a usar el wifi para citar clientes y hacer negocios aquí. Y hasta se quejaban cuando el wifi no servía.

¿Cuántas horas le dedica, cree usted, un panameño a la lectura al día?

De 10, leen máximo 3. Y de esos 3, le dedican máximo 1 hora al día.

¿Y usted?

Una hora. Ahora tengo 8 o 10 abiertos a la vez.

Con el BiblioMetro la gente se va a poder llevar los libros a la casa. ¿Cree que los devolverán?

No creo. Lo positivo es que quizá ese libro lo lea alguien.

En muchas otras ciudades del mundo se están cerrando librerías. ¿Por qué aquí el fenómeno es más preocupante?

Porque somos menos y hay menos cultura.

Panamá no está entre las opciones que enlista el World Cities Culture Forum para medir la oferta cultural de las ciudades. ¿Las autoridades le dan a eso importancia?

En nada. No le dan ninguna importancia.

Si lo llaman hoy para asesorar en el INAC o en Educación, ¿acepta?

No. Eso está 100% politizado. Si quisiéramos hacer una verdadera labor de cultura, el INAC no debería ser instituto sino ministerio.

Por cierto, ¿la directora del INAC o la ministra de Educación lo han llamado?

Nadie. Tenemos un arreglo hace más de dos años, desde el gobierno pasado, de desarrollar un plan de lectura comprensiva en las escuelas para los niños. Hasta el día de hoy no nos han pagado.

¿Cuánto le deben?

Alrededor de $25 mil. Ya está el cheque, ya va a salir, ya está en Contraloría… y en eso estamos. Y mientras, hemos puesto la capacitación de docentes, los libros…

Tres políticos que vio frecuentemente en estos años que duró Exedra.

Ninguno. Nadie.

El edificio donde opera Exedra lo heredó su esposa de su padre. ¿Qué harán con él ahora?

Tengo que venderlo.

¿Qué le parece la reducción de horas de inglés y español del pénsum?

Pésimo. Si seguimos quitando materias básicas los muchachos no van a saber hablar ni escribir. Hable con los niños: contestan qué ‘xopá’. Esos son nuestros futuros dirigentes.

Después de 16 años, su mensaje a Panamá.

Que haga lo que haga el gobierno, si no leemos los problemas socioeconómicos no se nos van a acabar. Y que nos duele muchísimo que vengan ahora a buscar precios regalados cuando antes hubieran podido comprar a precios normales y nos hubieran podido ayudar a no cerrar. No sirve de nada lamentarse ahora de nuestro cierre, cuando no nos apoyaron antes.

Fuente: http://www.entornointeligente.com/articulo/8293340/En-16-anos-nunca-nadie-me-pidio-la-Caperucita-roja

Comparte este contenido:

El tendedero de palabras contra la violencia sexual, el trabajo de Mónica Mayer en México

La artista y activista, referente del feminismo en México, habla sobre su exposición El tendedero, que se exhibe en el MUAC.

Animal Político/ Eréndira Aquino/ abril 24 2016

Mónica Mayer es la “artivista” –artista y activista– mexicana que, desde la década de los setenta, ha sido referente a nivel nacional e internacional del arte feminista. Su más reciente exposición, Si tiene dudas… pregunte, comienza con un grantendedero lleno de papeles rosas en los que mujeres comparten experiencias en torno a la violencia sexual que han vivido en espacios públicos de la Ciudad de México.

“El tendedero es una pieza que empezó en 1978, fue una de las primeras exposiciones de arte contemporáneo en el Museo de Arte Moderno. Le preguntamos a mujeres de distintas edades, clases sociales y rumbos de la ciudad qué detestaban de la ciudad”, explica Mónica.

“No era una pregunta ingenua, era para hablar del tema, porque muchas veces cuando preguntas ‘¿qué es lo que más detestas?’ contestan cosas como ‘nada, la basura’, pero cuando profundizas cuestionando ‘¿no te molesta cuando te manosean en el transporte o en la calle?’ ya dicen cosas como ‘¡Sí, eso es horrible!’ Así, se convierte en una cuestión activista, de concientización para quien participa y para quien lo lee después”, cuenta sobre la obra.

Mujeres narran cómo fue la primer situación de acoso que sufrieron

Después de haberse presentado en el Museo de Arte Moderno viajó a San Francisco, California, donde fue realizado una vez más y posteriormente “guardado”.

A partir de entonces, Mónica se dedicó a realizar performance y obras de técnicas como pintura, dibujo y medios mixtos, acerca de diferentes temas relacionados con la agenda política del feminismo en México, que van de la violencia sexual en espacios públicos a la legalización del aborto y los diferentes significados de la maternidad.

40 años después, ¿Un contexto distinto?

Según la encuestadora Parametría, siete de cada diez personas han visto que acosan a una mujer en la calle.

Asimismo, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) de 2015, indica que más de 979 mil personas han sufrido algún abuso y hostigamiento, estupro, violación o acoso sexual; de ellos, sólo el 91% de las víctimas acudió a denunciarlo.

Conforme los resultados obtenidos por Parametría, 14% de los encuestados dicen que las mujeres son culpables, por provocarlo, 67% respondieron que “es un problema de la sociedad” y sólo 16% consideran que es culpa de los hombres que las acosan.

“A mí me preocupaba mucho cómo presentar una obra de hace cuarenta años en un contexto en el que la situación esta igual, o no sé si peor, porque parece estar normalizada”, comenta Mónica acerca de El tendedero.

Y es que después de casi cuarenta años, la obra fue “revivida” en 2007; a partir de entonces, se presentó en cuatro ocasiones: en el MOCA (Museum Of Contemporary Art) de Los Ángeles, en la Universidad Iberoamericana, frente al Palacio de Bellas Artes y en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM.

Sin embargo, las preguntas que presenta actualmente “El tendedero” son diferentes, “porque el arte es 80% su contexto y 20% lo que se propone como artista”.

Las preguntas que actualmente se presentan en la obra son: ¿cuándo fue la primera vez que te acosaron?, ¿te han acosado en la escuela o la universidad?, ¿cuál es tu experiencia de acoso más reciente? y ¿qué has hecho o qué harías frente al acoso?

El acoso en el transporte público: las mujeres llevan las de perder al denunciar

Llamado a la acción

“La última pregunta se incorporó para llamar a la acción y no nada más quedarnos en la queja, porque en México tenemos un problema de pasividad aprendida ante el acoso. Tenemos una cultura de no responder, muchas veces por miedo, un miedo justificado”, agrega.

“Nosotras tenemos que cambiar nuestro comportamiento en términos de no quedarnos calladas, porque si te están acosando y nunca dices nada, tampoco se comprenderá que eso no es un comportamiento adecuado. Tenemos que cambiar nuestra presencia en el espacio público, que sea más segura y encontrar mecanismos sociales para estar mejor”, explica.

Actualmente, El tendedero, así como otras piezas se encuentran en la exposición Si tiene dudas… pregunte, dentro del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, ubicado en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.

Fuente: http://www.animalpolitico.com/2016/04/el-tendedero-de-palabras-contra-la-violencia-sexual-el-trabajo-de-monica-mayer/

Comparte este contenido:

Entrevista al escritor uruguayo Fernando Butazzoni, autor de “Las Cenizas del Cóndor”.

Por: Angela Barraza

«Las Cenizas del Cóndor» es una obra del más alto valor literario y testimonial que han dado las letras sudamericanas en las décadas recientes.

“Las Cenizas del Cóndor” es un libro que me cautivó por el nombre. Mi interés por los Derechos Humanos viene de siempre a pesar de haber nacido en los últimos coletazos de la dictadura. Y es que ya en la democracia aún persistía la frase “de religión y de política no se habla” y todo lo prohibido me resultaba magnético. Entonces comenzaron las indagaciones infantiles respecto de lo que pasó y la Operación Cóndor estaba en todos lados, al igual que La Caravana de la Muerte. Recuerdo además, que no entendía por qué a Patricio Aylwin le decían “Pluto”, porque buscaba huesos y entre medio algunas revistas que hablaban de Pisagua y de los degollados, generaron en mí una fabulación sobre una realidad que estaba oculta. Ya de más adolescente comencé a leer a Patricia Verdugo y cuanto libro sobre dictadura llegaba a mis manos (ese acceso se lo tengo que agradecer a mi madre) y de ahí en adelante se perpetuó la necesidad de saber. Por eso, cuando vi el título, me puse en alerta.
Planeta tuvo la gentileza de enviarme el libro -Agradecimientos a Isabel Machado por su impecable gestión siempre- y en realidad es un poco atemorizante por su tamaño. Sin embargo, cuando comencé con la lectura, lamenté profundamente que no fuera más grande aún ya que es un libro llano, cautivador y muy revelador respecto de las dimensiones y la envergadura de la sombra del cóndor en América Latina.
Maravillosa fue la sorpresa de saber que el autor venía a Chile en el marco de la FILSA. A Butazzoni no lo había leído nunca y luego de leer su libro, no me podía perder la oportunidad de entrevistarlo. Ahora ando a la cacería del resto de sus libros, no sólo por su literatura, sino también por el personaje que es él; con una historia de  vida que es demasiado intensa.
Les dejo la entrevista para que conozcan un poco más de un hombre que, exiliado de su país (Uruguay) se viene a Chile, en donde vivió los últimos meses de gobierno de Salvador Allende, que salió de Chile en la puerta de la dictadura, que viajó a Cuba, donde ganó el Casa de Las Américas con su primer libro, que fue amigo de Cortázar y de Guayasamín, que se unió al Frente Sandinista en Nicaragua y luchó en la batalla como oficial de artillería entre otras cosas que le han permitido ser un escritor tremendo.
Fernando Butazzoni_-5
Con 19 años llegaste a Chile y viviste el último año de gobierno de Salvador Allende. ¿Cómo viviste ese período y cuáles fueron las razones por las que tuviste que migrar a Cuba?
Yo viví acá, en un apartamento en la Calle Merced, a dos cuadras de acá. Yo llegué a un Chile que estaba muy convulsionado,  por arriba y por abajo. Estaban pasando por un momento de mucha agitación social. El Gobierno de Allende tenía que enfrentar un proceso muy complicado, con una oposición muy fuerte de los empresarios, de lo sectores más conservadores y además, una serie de divisiones internas dentro de la misma Unidad Popular. Entonces, eso se traducía en que en la calle había una gran efervescencia y había muchas manifestaciones. Era un clima muy convulso. Pero bueno, ese proyecto político era un proyecto que a mí, personalmente, me interesaba muchísimo, porque era un proyecto político de reformulación total de la sociedad a partir de una vía democrática, que no se había probado hasta ese momento. Y con muchos sectores que decían que eso era imposible y que eso iba a culminar de la peor manera. Y bueno, cuando la situación comenzó a empeorar y ya era evidente que el gobierno de Allende no tenía mucho futuro, me tuve que ir. Yo vivía aquí en condiciones bastante precarias. Había estado militando en Uruguay y no podía volver a mi país porque estaba requerido por el ejército, por lo tanto, me tomé un avión y me fui derechito a Cuba.
¿Te fuiste después del golpe? Me fui antes. En el mes de agosto. Me fui en uno de los últimos viajes que se pudieron hacer, entre comillas, tranquilamente.
A la edad de 25 años publicas tu primer libro (Los días de nuestra sangre) con el que obtuviste el Premio Casa de las Américas de cuentos ¿Cómo surgió esa primera publicación en Cuba y cuál fue el impacto en ti, de recibir tan tremendo premio con un primer libro?
En realidad este libro fue producto de la desesperación y de la desesperanza. Yo estaba viviendo en Cuba, totalmente aislado del mundo, porque bueno, en las condiciones en las que estábamos tampoco había mucha información de lo que estaba pasando afuera. Más encima, cargando con mi mochila de Uruguayo en un país del Caribe, que era como vivir en el Polo Norte, o sea, nada que ver.
Pasé por un período muy depresivo y muy triste y producto de esa desesperanza nació la elaboración de esos primeros cuentos. Yo era un gran lector y había escrito desde la adolescencia, pero nunca me había planteado ser escritor. Jamás.
Yo estaba estudiando microbiología cuando me gané el premio. No era mi vocación, pero era una cosa que pensé que podía ser útil, interesante. Y escribí esos cuentos, envuelto en esta especie de nube de melancolía, de tristeza y de recuerdos de lo que había pasado en Uruguay. Y bueno, tenía el libro escrito y se lo pasé a dos o tres amigos cubanos y todos me dijeron que el libro era bárbaro, que les gustaron los cuentos y uno me dijo que por qué no lo enviaba al premio Casa de las Américas.
Yo en ese momento soy un joven completamente desconocido, completamente novato, pero al final me decidí y lo mande, como quien tira una botella al mar. Hubo una inconciencia de mi parte y no tenía ningún vínculo con la vida cultural cubana ni nada. Más encima vivía en una provincia; ni siquiera vivía en la Habana. Viví en Olguín. En una ciudad del oriente de Cuba de la cual yo siempre dije que estaba más cerca de Haití que de la Habana. Y bueno, lo mandé y me dijeron “ganaste el premio”.  Y eso, de alguna manera, me cambió la vida, porque me cambió la profesión. Yo, a partir de eso, dije “bueno, puedo ser escritor” que es lo que a mí me gusta.
Yo creía que era lo que me gustaba, pero que en verdad no lo podía hacer. A partir de eso entonces, me dije que podía ser escritor y entonces seguí escribiendo. Y ahí conocí a gente. Conocí a Mario Benedetti, que en ese momento estaba trabajando en La Casa de las Américas, este, después de dos años yo, también terminé trabajando en la Casa de las Américas, que para mí fue una beca cultural muy importante, porque ahí conocí y me hice amigo de gente con la que tuve amistad durante muchos años como Julio Cortázar; el mismo Roberto Fernández Retamal y que fueron grandes amigos que hice porque trabajaba en la Casa de las Américas, que era, en ese momento, un centro cultural muy importante.
También me hice amigo de Guayasamín, el pintor ecuatoriano, entonces fue una época realmente de formación. Fue como “La universidad de La Casa de las Américas”. De verdad que para mí fue muy importante. Y en realidad tuvo una importancia mucho más espiritual que material, porque el premio, lo que me permitió fue conocer gente porque en metálico era verdaderamente insignificante. Pero sí, me permitió convertirme en escritor, publicar un libro y que me conocieran.
Fernando Butazzoni_-4
A fines de 1978 te enrolaste en las filas de la resistencia nicaragüense contra la dictadura de Anastasio Somoza y a comienzos de 1979 fuiste enviado al frente de batalla como oficial de artillería. Qué significó para ti vivir un proceso revolucionario que resultó triunfante, luego de ver experiencias como la de Chile y de ser un extranjero en esa patria que ayudaste a liberar.
Fue muy interesante, porque ahí había un mix, una mezcla. Porque el Frente Sandinista, se propone una guerra para derrocar a Somoza, pero se la proponía para instaurar un sistema democrático para Nicaragua, que no existía. Entonces yo, el orgullo que tengo, pese a que la guerra es la experiencia más devastadora que puede sufrir un ser humano, y sobrevivir y que te marca profundamente para el resto de tu vida, tengo el gran orgullo de que esa guerra terminó con una tiranía que era totalmente abyecta y medieval e instauró una sociedad democrática. El Frente Sandinista se comprometió a llamar a elecciones y lo hizo. Y las perdió. Y teniendo el poder lo entregó y para mí eso, más allá de lo que pasó después, de lo que es hoy Nicaragua y de la corrupción y de todo eso, yo lo tengo como una cosa que fue muy positiva como experiencia, de que no necesariamente una revolución tiene que terminar en un desastre. También se pueden rescatar cosas positivas. Y yo no me sentía demasiado extranjero, porque en realidad los nicaragüenses pedían ayuda a todo el que podía, entonces, este, yo fui ahí, porque ellos me pidieron que fuera y lo hice desinteresadamente y simplemente, tratando de ayudar.
¿Cómo llegaste a eso?
Porque yo tuve vínculos -porque coincidimos en un avión- con un joven que era Nicaragüense, que se llamaba Humberto Ortega y él era el hermano de Daniel Ortega. Él me invitó. Después, él terminó siendo Ministro de Defensa de Nicaragua. Y bueno, yo conocía obviamente de la situación en Nicaragua. Además era un gran lector de la poesía nicaragüense como de José Antonio Cuadra, Cardenal, tenía admiración por Rubén Darío y encontraba que era justa la causa. Y así fue como terminé enrolado. Es una historia muy larga en verdad, pero te la estoy resumiendo a las cosas fundamentales. Pero cada minuto en la guerra es una brutalidad.
¿Cómo es tu relación con la muerte, después de vivir estos procesos de dictaduras, guerras y revoluciones?
Y, es una relación rara. Más que con la muerte, tengo una relación con la vida. Y es rara, porque uno siempre como que está viviendo una propina, una extra. Te das cuenta de que pudiste haber muerto un montón de veces y que, por alguna razón, dios dijo que no: “a este no lo vamos a elegir” Y uno lo vive con la maravilla de todos los días. De ver el sol, el aire, los árboles, la familia, ver crecer la familia y ahora a mis nietas, entonces todo es como un fabuloso regalo que me lleva a preguntar si realmente me lo merezco.
1980, escribiste tu libro  “De la noche y la fiesta”, que es de poesía. ¿Por qué ese cambio de género, si habías incursionado tan exitosamente en la narrativa?
Y bueno, porque estaba en Nicaragua, en donde todo era poesía. Teníamos una revolución triunfante, la gente en las calles, etc. Pasamos muchísima hambre, por ejemplo, durante la guerra. No había comida. Entonces, después de que triunfó la revolución la gente, lo que nos daba era comida. Nos daban frijoles. Y nos sentábamos a comer con las familias en las casas. No sabíamos ni quienes eran; estábamos todos sucios, con los uniformes llenos de barro y oliendo a chivo, y ellos compartían lo poco que tenían con nosotros. Entonces era un momento de la vida muy poético, en donde todo era alegría y bueno, escribí poemas. Esa fue lo que me salió. No hubo ningún plan y la prueba está en que nunca más publiqué otro libro de poemas. Si escribí más poesía, pero nunca más los publiqué.
Fernando Butazzoni_-9
¿Cómo fue que llegaste al periodismo?
Y también fue por el premio Casa de las Américas. En el año 78 me pidieron que hiciera unas corresponsalías para una revista para República Dominicana y, en  cuanto triunfó la revolución, me pidieron que hiciera crónicas sobre lo que estaba pasando en Nicaragua. Que para ese entonces era noticia mundial. Comenzaron a llegar canales de televisión del mundo. Y ahí comencé a escribir crónicas y me convertí en periodista y de ahí, nunca más dejé el periodismo. Es un vicio que lo tengo metido en la sangre. Y hago periodismo cada vez que puedo. Es más, en mi pasaporte dice “periodista” porque quiero tener la libertad de poder escribir en cada parte, sin que nadie venga a decirme nada. Partí escribiendo cuentos y terminé escribiendo notas periodísticas. Entonces decidí ponerle en mi pasaporte la palabra periodista porque, creo, que es básicamente, lo que soy.
En 1986 fuiste designado director de la revista “Gaceta Universitaria”, órgano de la Universidad de la República que había sido censurado y clausurado durante la dictadura militar de Bordaberry. ¿Qué significó para ti desempeñarte en ese cargo y en tu país, en una instancia nuevamente democrática?
Fue como una especie de “Diploma de aceptación social”. Yo vengo de una familia muy humilde, me fui de mi país cuando era muy joven, tenía 19 años. Y volví siendo un hombre ya, con 2 hijos, y a una sociedad que en realidad no conocía.
Y lo otro es que fue un gran orgullo, porque yo gané ese cargo de Director de la revista, por un concurso. Y el director anterior de la revista, al que destituyeron cuando llegó la dictadura, era Eduardo Galeano. Entonces yo fui el Director siguiente a Galeano. Estuve poco tiempo ahí, estuve un par de años nada más, pero fue muy honroso para mí, desempeñarme en el cargo.
En ese año se publicó en Montevideo tu segunda novela “El tigre y la nieve”, la cual obtuvo un importante éxito editorial. Este libro narra los periplos de una chica estudiante uruguaya detenida y “desaparecida” durante 16 meses en los campos de exterminio de Argentina, en 1976. El libro tiene un éxito mundial. A qué le achacas el éxito?
Yo creo que es básicamente, por mirar lo que pasó en nuestros países, desde una perspectiva diferente. El Tigre y la Nieve cuenta la historia de una relación afectiva entre una prisionera y su torturador. Pasa que nadie se había atrevido a hablar del tema. Yo conocía varios casos de mujeres que habían estado presas en el Uruguay y que habían tenido hijos de sus carceleros. Pero todo eso se sabía en sordina. Había como una especie de vergüenza para hablar de eso. Y yo me puse a investigar y conté esa historia, y creo que la gente sintió que esta historia les pertenecía ya que todos sabían que era verdadera, pero nadie se había atrevido a decirla en voz alta Y el libro, muy por el contrario de lo que yo creía, cayó muy bien, incluso dentro de esos ámbitos. Con ese libro me pasó una cosa muy extraña. Y es que, el protagonista masculino, que era un Capitán del ejército argentino. Cuando sale el libro, él me escribe una carta, diciéndome que él, en realidad – porque de alguna manera, en la novela yo planteaba que, en realidad él no estaba enamorado de la chica- diciéndome que él sí había estado realmente enamorado. Y este tipo después termina cayendo preso porque participa en uno de los intentos de golpe de estado que hubo en Argentina. Se llamaba Capitán Ernesto Barreiro.
Perdona, pero esto está basado en una historia real. Cuéntame, ¿Qué pasó al final con la mujer, con la chica que es la protagonista del libro?
Se murió. La verdad es que se suicidó. Yo conozco la historia a través de ella. Yo la conocí en Suecia, ella estaba exiliada en Suecia, había logrado escapar luego de estar casi dos años resa en este cuartel en La Perla, en Córdoba y fue a dar a Suecia Cuando me entero de la historia, la voy a ver y le pido que me contara. Yo no podía entender cómo ella había sobrevivido y ella, lo primero que me dijo fue: “Y quién te dijo que yo sobreviví”. Y ahí, yo entendí que había una historia, de cómo la sobrevida no es siempre lo que parece. Y bueno, ahí yo escribí el libro a partir de lo que me contó ella, de una investigación y de cosas que hice, conociendo lo que había pasado en Córdoba en ese año, que fue el 77. Ellos caen en el 76 y ella está presa hasta finales del 77. Y está como prisionera y mantiene ese vínculo como prisionera. Lo curioso es que él mantiene ese vínculo con ella como torturador.
Junto con el periodista Alfonso Lessa, realizaste el programa radial “En vivo y en directo”, en radio Sarandí. Esta experiencia, que fue de gran importancia en términos intelectuales ya que entrevistaste a pensadores de diversas partes del mundo (José Saramago, Leopoldo Zea, Arturo Pérez-Reverte, entre otros) y duró apenas 10 meses, pues la empresa dueña de la emisora terminó tu contrato y lo sacó del aire. ¿Qué pasó? Por qué terminó ese programa si tenía una calidad tan importante?
Bueno, pasó que el partido político, el Partido colorado, ganó las elecciones y tenía vínculos con la radio. Y consideró que no era bueno que siguiéramos con el programa, que en ese momento era el número uno de la radio. Y de la radiofonía uruguaya en términos generales. Era muy escuchado. Y nos despidieron en la Nochebuena. Eso yo lo cuento en esta novela, Las Cenizas del Cóndor, porque esta novela empieza en la radio en la que yo trabajaba. Estaba trabajando allí cuando me llama un chico para decir “yo tengo información sobre el paradero de los desaparecidos”. Y el Alfonso, que aparece en la novela es Alfonso Lessa, que era mi amigo además y nos tocó vivir esa experiencia juntos.
En el año 2002 empezaste a desarrollar, junto al escritor argentino Mempo Giardinelli, diferentes tareas de resistencia a la política de guerra de EE.UU. En 2003 crearon un Comité Internacional de Intelectuales Contra la Guerra, en el que participaron, entre otros, Juan Gelman, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Luis Sepúlveda y Antonio Cisneros. Cuál fue la motivación y la expectativa?
La motivación era tratar de aportar a limitar la política belicista que tenía USA en ese momento a través de Bush. Tratar de hacer algo, lo que  nosotros podíamos. Y lo que se nos ocurrió fue hacer un grupo de gente más o menos conocida, con cierta capacidad de predicamento, para decir “paremos esto”. No teníamos muchas expectativas, como finalmente sucedió. No pudimos hacer nada, pero, por lo menos, alzamos la voz. Y hubo muchísima gente que se plegó a esto, se hicieron diversas actividades; de dieron a conocer las premisas del comité, el cual era muy diverso, pero básicamente, era gente que estaba en contra de esa política guerrerista que terminó provocando esta especie de caos que hay en Oriente Medio actualmente, en donde cada remedio es peor que la anterior enfermedad. Ahora, el grupo ISIS es el resultado, también, de occidente. La famosa “Primavera Árabe” terminó en Isis y eso es una cosa que las grandes potencias de occidente deben reflexionar. ¿Cómo intervenir de manera inocua? Es imposible. Si tú intervienes, desatas fantasmas y demonios que después no sabes a dónde van a dar.
Llegas nuevamente a Chile con “Las Cenizas del Cóndor” bajo el Brazo. Una novela reportaje que es reveladora respecto de la sombra que oscureció a América Latina. Cómo fue el proceso de escritura?
Fue un proceso larguísimo que duró diez años. Yo recibí la información de un jóven que tenía la sospecha de ser hijo de prisioneros políticos desaparecidos, porque era adoptado. Y fue adoptado por un capitán de los servicios de inteligencia del Uruguay. Y mi mérito consistió en tirar y tirar de la piola y sacar cosas que no eran las que él pensaba, porque no era hijo de prisioneros desaparecidos, pero la historia era mucho más reveladora de lo que yo me hubiera imaginado. Porque “Las Cenizas del Cóndor” plantea un problema que, hasta ahora, ha sido poco estudiado, que es que el año 74, fue un año bisagra en la guerra fría y que esa bisagra, curiosamente, pasaba por nuestros países. Sobre todo por Argentina, por Buenos Aires, que era un país, entre comillas democrático, y digo entre comillas, porque era un país en el que igual había escuadrones de la muerte y todo eso. Pero era un país en el que todos los servicios de inteligencia, todos los servicios operativos militares de Argentina, de Chile, de Bolivia, de Paraguay, de Uruguay, oficiales de la CIA, agentes de la KGB soviética, agentes de la RDA se encontraban presentes ahí. Yo tuve la suerte de encontrar un filón a partir de un señor que fue un alto director, que se llama Nikolái Leonov, que ahora debe tener como 90 años, pero vive todavía y goza de muy buena salud; bueno, él era un director del KGB y un gran especialista en América Latina, que publicó incluso sus memorias, y a partir de ahí, pude rescatar algunos itinerarios que son sorprendentes y que nadie se hubiera imaginado que pasaba eso en nuestros países en algún momento. Entonces creo que las Cenizas del Cóndor cuenta una historia individual, verdadera, de una mujer que lucha por conservar a su hijo, y para conservarlo tiene que pasar por situaciones muy difíciles y mentir sobre el origen de este hijo. Ella inscribe como adoptado a su hijo para preservarlo y para evitar de que sospecharan de ella y de ese hijo. Ella vive varios años aterrorizada de que le fueran a quitar al hijo. Pero yo descubrí que en esa historia pequeña e individual, de una mujer joven con su niño, se conectaba con muchas otras historias vinculadas con las historias de Argentina y de Chile. Al Chile de Pinochet, del Mamo Contreras, del Plan Cóndor y en la realidad, el plan cóndor fue una idea de Pinochet, muy anterior a su instalación oficial en el año 75. A fines del 73 y principio del 74, ya Pinochet y Contreras tenían claro de que querían operar fuera de sus fronteras y querían hacerlo con impunidad, entonces tenían que adquirir contactos que les permitieran funcionar así en todas partes del mundo. De esta forma fue como llegó un personaje que parece de ficción, pero que es real, que es un príncipe italiano. Junio Borghese llegó clandestinamente con uno de sus ayudantes a Santiago en el año 74. Aquí se encontró con Pinochet y con Contreras y ese año armaron una estructura clandestina que terminó matando gente en Europa, en Estados Unidos, en Argentina y en un montón de partes del mundo. Y eso es lo que cuenta un poco la novela.
Estuviste en Chile en tu juventud y en un proceso histórico que fue clave. Ahora que estás acá nuevamente cómo nos percibes como idiosincrasia? Hemos cambiado mucho?
Lo que pasa es que el mundo cambió. Cambió Santiago, cambió la gente y ya nada es igual. Yo he venido a Chile en varias ocasiones y uno ve la progresión de cómo va cambiando.
Yo viví un Chile que era muy solidario. Cuando llegué a Santiago, lo hice sin un centavo, sin ningún vínculo y a mí me ayudaron los chilenos. Me consiguieron un trabajo. Yo trabajaba en una fábrica de cerveza que había en Av. Independencia. También me prestaron un apartamento para que yo viviera, porque no tenía dinero; pero yo creo que la solidaridad se ha ido diluyendo, no sólo en Santiago, sino que en el mundo en general y hay que hacer un esfuerzo por rescatarla y tal vez, nosotros vivimos en una sociedad global, hiperconectada e hiperincomunicada. Uno ve extremos de chicos que están sentados en una mesa y que en vez de hablar se mandan un whatsapp. Y eso es terrible. Yo creo que, sin aspirar a volver a vivir a un  paraíso -que no existió- o de volver a un pasado en el que no había teléfonos celulares, ni internet ni nada de eso, pero sí creo que sería bueno replantearnos algunos aspectos de nuestra vida respecto de nuestras relaciones con nuestros semejantes. Qué vínculos tenemos, cuánto amor hay en nosotros y a dónde va a dar ese amor, porque a veces ese amor termina por ser recibido por una computadora. Hay muchas parejas jóvenes que en lugar de tener hijos, eligen tener un perro. Entonces, yo no me cuestiono el que una pareja no quiera tener hijos, pero lo que que sí me cuestiono es que esa pareja prefiera tener un perro y que los trate como lo mismo. Y eso no pasa solamente en Chile, pasa también en Uruguay, en Japón y en todas partes. Y creo que vamos hacia el borde de un precipicio y parece que estamos todos entusiasmados por dar un paso hacia adelante. Creo que debemos pensar más hacia a dónde vamos con la naturaleza, con los alimentos, con las relaciones humanas. Yo no soy muy optimista, esa es la verdad y creo que hay que hacer un esfuerzo individual por transmitir lo necesario de pensar en el futuro, no inmediato de la gente, sino de sus hijos y de sus nietos.
Comparte este contenido:

Entrevista Andreas Schleicher sobre las recomendaciones de la OCDE en la Educación de Colombia.

www.eltiempo.com/13-04-2016/Por:  CAROL MALAVER

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), por medio de su Comité de Políticas Educativas, dio su visto bueno para aceptar, en esa organización, las políticas del sector educativo colombiano.

Andreas Schleicher, Director de Educación de la Ocde, en París, le entregó a la ministra Gina Parody el documento con las recomendaciones para el país, en un evento organizado en Barranquilla, ciudad que obtuvo muy buenos resultados en el Índice Sintético de Calidad Educativa. Un currículo único, mejorar prácticas para la primera infancia son solo algunas de ellas.

 Un paso definitivo para el acceso del sector educativo a la Ocde fue la adjudicación del presupuesto más alto para el sector en la historia de Colombia, estimado en 31 billones de pesos para el 2016.
EL TIEMPO habló con Schleicher sobre lo que significa este paso para lograr una educación con mayor calidad en Colombia.

Muchos no conocen qué es la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (Ocde) ¿Por qué Colombia debe entrar y mantenerse?

La Ocde agrupa a 34 países miembros y su misión es promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas en todo el mundo. Trabaja para que los gobiernos puedan operar conjuntamente, compartir experiencias y buscar soluciones a los problemas más comunes. Reunimos las mejores prácticas del mundo y creemos que esto le dará a Colombia una oportunidad de aprender y de compartir sus experiencias exitosas.

¿Un país en condiciones sociales y económicas difíciles puede mejorar la calidad de su educación?

Mejorar la calidad de la educación es la única esperanza, la única posibilidad, para que el país incremente, a largo plazo el bienestar social y la prosperidad económica. Además, creo que el país ha demostrado en las últimas décadas que esto es posible. Solamente en América Latina, Brasil y Colombia han logrado mejorar la calidad de la educación, esa es la única manera de salir adelante, de lograr la prosperidad del país. Déjeme explicarle esto con un ejemplo muy claro, cuando uno reflexiona sobre la economía de Colombia, uno piensa en los recursos naturales, petróleo, recursos mineros, pero, sin embargo, los cerebros de la gente pueden multiplicar esos beneficios 15 veces. Colombia ha tenido un gran éxito extrayendo la riqueza de su terreno, pero tiene que invertir más para extraer la riqueza de su talento humano.

¿De qué ejemplos internacionales podemos aprender?

Hay muchas regiones en el mundo. Singapur, por ejemplo, hace sesenta años, solo el dos por ciento de la población sabía leer y hoy es una de los países más avanzados en términos de calidad de la educación. China es uno de los países que más ha mejorado su educación. En Brasil ha habido un progreso impresionante en calidad en un periodo muy corto de tiempo. Colombia también es un muy buen ejemplo para otros países del mundo. Usted preguntó sobre el papel de la Ocde, no es saber sobre todo, sino compartir experiencias para que todos los países puedan aprender entre ellos y así podamos avanzar juntos.

¿Por qué es tan importante la educación para la primera infancia?

Cuando uno viene de una familia rica, tiene muchas puertas abiertas, todo es fácil; sin embargo, para las personas de entornos menos favorecidos, pobres, la educación es la única oportunidad en la vida y en la primera infancia todavía más. Esta es clave para conseguir unas bases sólidas que faciliten los aprendizajes y el desempeño posterior.

¿Qué tan importante es involucrar a la familia en la educación para mejorar en calidad?

Déjeme poner un ejemplo, con base en los resultados de la Evaluación Internacional de Alumnos de la Ocde (Pisa). Los padres que preguntan a sus hijos cómo les fue en la escuela, que se preocupan por su educación, tienen mucho mayor impacto que su condición socioeconómica. Es crucial que todo el mundo se sume. En solo una década Colombia logró que sus estudiantes pasen dos años más en el sistema y tener metas más claras.

La Ocde propone un currículo único para todo el país. ¿Cómo poner a funcionar eso sin minar la autonomía de los profesores?

Estos dos aspectos pueden parecer una contradicción; sin embargo, están estrechamente ligados. Un currículo nacional no marca lo que hay que enseñar, en el día a día, sino qué es el buen desempeño, eso permite tener una perspectiva de cuáles son los objetivos de aprendizaje a alcanzar. Por lo tanto, será tarea de los docentes hacer de esto una realidad y decidir qué es lo que deben enseñar de manera creativa.

Algunos sectores del profesorado colombiano estuvieron renuentes a cambios cuando se quiso evaluarlos de formas diferentes. ¿Qué importancia tiene que ellos se sometan a este tipo de evaluaciones para avanzar en calidad?

La evaluación de los docentes no se debe ver como un instrumento de rendición de cuentas, sino como una posibilidad para mejorar en su profesión, para dar a los profesores señales claras sobre qué es la buena enseñanza y para apoyarles en la mejora de sus prácticas y eso se puede hacer a través de diversos instrumentos, como la continuidad de sus estudios. Esta evaluación tiene que ir acompañada de apoyo. No se trata solo de evaluar a los docentes, sino de darles instrumentos para crecer en su área de trabajo.

Por ejemplo, muchos profesores en Colombia cierran una puerta del aula y se quedan solos, con un montón de problemas. Nadie los apoya, se trata de darles acceso a mejores prácticas, sin que dejen de ser autónomos.

En secundaria muchos jóvenes se tienen que enfrentar a conflictos, y a perder el año. La Ocde dice que repetir es un costo muy alto para el país. ¿Cómo lograr que pasen sin que lo hagan mal preparados?

La repetición de un año escolar es el espejo de una cultura del fracaso. No solo es caro, sino que además es ineficaz y estigmatiza a los estudiantes. La respuesta es invertir más recursos, no en el fracaso, sino en la mejora. Apoyar a los docentes a diagnosticar las debilidades de los estudiantes lo antes posible para que estos los rescaten antes de que sea tarde. No se trata de ignorar el mal desempeño, sino de mejorarlo. La transición de Colombia hacia la paz depende de muchos factores, pero ninguno será más importante que su habilidad de construir un sistema educativo sólido.

Ser Pilo Paga ayuda a muchos estudiantes a ingresar a una universidad, pero no es la solución al problema de cobertura en educación superior. ¿Cómo hacer que el país entienda que la educación técnica y tecnológica es igual o más importante que la superior?

Ser Pilo Paga es un buen esfuerzo, pero no resuelve el reto de equidad que tiene el país. Este reto debe afrontarse con la mejora del aprendizaje en las primeras etapas escolares. En relación con el segundo punto, sobre la formación profesional, para que ustedes tengan mejores resultados en el mercado laboral y un mejor impacto, hay que invertir más, como lo están haciendo en las universidades. Hay que integrar el mundo del trabajo con la educación y dar a los futuros empleadores una mayor voz sobre las necesidades del mercado. Quisiera insistir en el primer punto y es que la equidad no va a resolverse en la etapa terciaria, sino en la primera infancia.

¿Cuánto debe invertir un país por estudiante para lograr calidad educativa?

Colombia puede compararse con los países de la Ocde, que invierten hoy tres veces más, pero el dinero no es el único ingrediente para el éxito. También importa cómo se distribuyen los recursos. Pronto va a llegar el momento en el que para Colombia sea prioridad eliminar las amplias disparidades entre las zonas urbanas y rurales con el fin de conseguir una paz duradera.

Comparte este contenido:

Paraguay: Sugieren a Cartes “centrarse de manera obsesiva” en la educación

www.abc.com.py/24-04-2016/Por: Julio Alberto Fleitas A.

El presidente de la República, Horacio Cartes, debería “centrarse de manera obsesiva” en la educación paraguaya para iniciar el despegue de este sector que es clave para la economía, y evitar que el país se hunda en mayor atraso, aseveró el titular de la asociación civil Juntos por la Educación (JPE), empresario Víctor Varela.

–¿Cuál es la visión que mueve el esfuerzo de un empresario como usted en torno a la educación?

–El último informe del Foro Económico Mundial señala que la calidad de la educación paraguaya alcanzó en el año 2015 la peor posición de su historia. Estamos en el puesto 140 de 140 países. Ese mismo sondeo mundial, que es sumamente grave, refleja la insuficiente calidad de la fuerza laboral. Estos dos factores visibilizan claramente la relación que hay entre educación y desarrollo. Consecuentemente, si queremos apuntar a un desarrollo y un incremento en la calidad de vida de los paraguayos, mejorar la calidad de la educación es el primer paso, pero a estas alturas es muy urgente que ello suceda.

–¿Cuáles son los factores que determinan esa urgencia en torno al tema?

–La población paraguaya se encuentra en un momento de ventajas únicas en lo que respecta a su estructura y composición por edades. En las siguientes tres décadas gozaremos de un bono demográfico, es decir que la proporción de personas en edad productiva irá creciendo. A mediados de este siglo, 7 de cada 10 paraguayos estará en edad productiva. Esta situación favorable se capitalizará únicamente si revertimos los preocupantes indicadores actuales, que reflejan que el país no es capaz de explotar todo el potencial productivo que posee, a raíz del bajo nivel de preparación de los jóvenes. Estamos en un estado de emergencia con relación a la educación.

–¿Cuál es el factor fundamental para enfrentar esta emergencia?

–El factor clave en la mejora de los procesos educativos, más allá de la infraestructura, más allá de la tecnología, es y será siempre el maestro. Por tanto, el primer gran desafío que debemos enfrentar agresivamente es mejorar el desempeño del educador en aula. Los indicadores actuales son desfavorables, pero con un gran compromiso por parte del Gobierno, de la sociedad civil, del empresariado y –sobre todos estos– el de maestros y maestras, será posible dar vuelta esta alarmante realidad a favor del país.

–¿Cuáles son las áreas que percibe como las más necesarias de fortalecer?

–En el año 2010, el 74% de los niños de tercer grado evaluados en comunicación, o no leían, o no comprendían lo que leían, o no eran capaces de escribir un texto sencillo adecuado a su nivel. Este es el origen de los problemas. Esta razón tomada como ejemplo explica por qué requerimos una urgente revisión y optimización del currículum, orientado hacia el desarrollo de la lecto-escritura, las matemáticas y las ciencias.

–¿Qué sugerencias tendría desde la perspectiva de empresario?

–Hoy en día existe un distanciamiento o una falta de sincronía entre la educación y el mundo del trabajo. El siglo XXI, caracterizado por la alta competitividad, demanda una respuesta urgente del sistema educativo nacional.

Hoy solo el 20% de los egresados de la Educación Media cuentan con algún tipo de formación técnica. Esta cifra es insuficiente para cubrir las demandas de un sector productivo en expansión y podría convertirse en un freno para dicho crecimiento. Urge, por tanto, la instalación de la educación técnica obligatoria dentro de la malla curricular del bachillerato. De esta manera daremos a los jóvenes las herramientas y oportunidades para aprovechar este momento.

–¿Quiénes serían los principales aliados en esta búsqueda de educación hacia el desarrollo del país?

–La educación no es una cuestión solamente de este ni de los sucesivos gobiernos que vendrán. Es un tema que atañe a toda la sociedad paraguaya. Pero el actual Gobierno, y más específicamente el presidente Horacio Cartes, debería estar centrado de manera obsesiva en ella. En este momento ya no es una cuestión optativa en que podamos elegir qué ámbitos priorizar. Es imperativo otorgarle a la educación el lugar que le corresponde y pensar en ella en función al desarrollo que deseamos para el país.

Claves del éxito de un país

Juntos por la Educación (JPE) cree que la competitividad y el crecimiento del Siglo XXI estarán definidos por el talento del capital humano, cuyas capacidades y competencias son clave para el proceso productivo, y aún más determinantes para el proceso de crecimiento y éxito económico en el largo plazo. Advierte que el acelerado proceso de cambios tecnológicos, la creciente globalización y la gran volatilidad de los mercados globales exigen poner foco en los imponentes desafíos y establecer apuestas para el futuro. Señala que entre los principales elementos que configuran estas capacidades se hallan aquellos relacionados a la calidad y a los niveles de educación de la población.

información de la imagen: https://s3-sa-east-1.amazonaws.com/assets.abc.com.py/2016/04/23/lic-victor-varela-allegretti-presidente-de-jpe-_384_573_1356098.jpg

jfleitas@abc.com.py

Comparte este contenido:

Frank Locker “La educación tradicional no resuelve problemas reales”

El arquitecto y educador Frank Locker es profesor de la U. de Harvard

 20 ABR 2016/elespectador.com/María Paulina Baena Jaramillo

Este arquitecto de la Universidad de Harvard considera que los espacios son claves para la mejorar la calidad educativa. Asegura que el conocimiento no debe fragmentarse por materias y que moverse, en vez de tomar notas, es vital para el aprendizaje efectivo.

El arquitecto Frank Locker, profesor de la Universidad de Harvard, recuerda una anécdota que le reiteró la importancia de lo que él llama “hacer las cosas para aprender”. Ocurrió cuando visitó una pequeña escuela en San Francisco. Al recorrer las instalaciones observó unas pequeñas sillas que habían construido niños de segundo grado. Al preguntarle al rector por la razón de esas sillas, su respuesta fue fascinante: “Nuestro objetivo curricular es enseñarles el cuerpo humano, el sistema estructural y el sistema muscular”.

Para hacer las sillas, los niños habían tenido que observar cuidadosamente cómo se comporta el cuerpo humano, cuál diseño era funcional y cuál no. Un ejercicio así era más efectivo que unos afiches de anatomía colgados sobre un tablero, que señalaban cada parte del organismo y que más tarde los niños debían memorizar para completar un quiz.

Ese concepto y otros que dicta en su cátedra “Los ambientes de aprendizaje para el mañana” serán algunos de los temas que tratará Locker durante el encuentro que se lleva a cabo hoy en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. El evento Aula 360º busca conectar los espacios arquitectónicos con la pedagogía y mostrar alternativas para una educación actualizada con el siglo XXI.

A continuación algunas de sus reflexiones:

 ¿Qué relación encuentra entre la arquitectura y la educación?

Estamos cambiando el modelo de enseñanza para que sea más efectivo para los estudiantes. Mucha de nuestra infraestructura está basada en un modelo de hace 100 años. Esto implica una camisa de fuerza para el tipo de aprendizaje que queremos que suceda, tanto para alumnos como para profesores.

Si pensamos en buenos espacios para aprender, en Colombia sucede lo contrario: salones en malas condiciones, espacios cerrados, pocas zonas verdes, y aun así hay niños sobresalientes. ¿Por qué?

Lo que sabemos sobre enseñar y aprender es que, en infraestructura, se requiere de un árbol, para que dé sombra, y de un profesor. No necesitamos nada más, en la teoría. Hay factores que atan a los niños sin importar qué tan aburrido es su ambiente de trabajo. Hay niños que, en las condiciones más difíciles, son sobresalientes porque se sienten recompensados de estar ahí, pero son pocos. Es nuestra responsabilidad hacer que el aprendizaje sea atractivo para todos.

¿Cuánto tiempo hace falta para lograr el tránsito de una educación tradicional a una más atractiva?

Es más fácil y más rápido cambiar el mobiliario en un colegio o su infraestructura que trabajar con los profesores. Pero si sólo se cambia lo primero y se olvida lo segundo, el modelo de enseñanza sigue siendo el antiguo, adaptado con cosas nuevas. Si no hacemos entrenamiento con ellos van a entrar al salón y preguntarán: “¿Quién puso todo este vidrio aquí?”, y lo taparían con mapas y afiches para que nadie viera qué hacen. Harían que un edificio nuevo luzca como uno viejo.

Usted trabajará con algunos colegios del Distrito. ¿Cuál es su plan?

Lo que estamos haciendo con los colegios distritales es que, en vez de trabajar en salones aislados que estaban cerrados y no tienen conexión entre sí, ahora existan espacios donde los estudiantes puedan aprender en múltiples locaciones y los profesores puedan enseñar en varios espacios. Vamos a rediseñar edificios y haremos de seis a diez nuevos edificios en colegios distritales, basados en el modelo actual.

¿Cuál es el cambio de chip que tienen que hacer los profesores?

Lo que hemos visto del pasado es que tenemos profesores excluidos por especialidades en diferentes oficinas. Eso lo estamos cambiando y tenemos oficinas interdisciplinarias donde se comparten especialidades. El diálogo va a ser diferente. Lo que los hace comunes serán los estudiantes, no los contenidos.

¿Esto está ligado al pensamiento creativo del que usted habla?

Sí. La idea es que los profesores se conviertan en guías y facilitadores para que los estudiantes creen su propio conocimiento. Ese es un gran cambio en el pensamiento y rompe la manera como los profesores han sido entrenados tradicionalmente.

¿De qué manera el espacio, la luz y las zonas verdes afectan el aprendizaje colaborativo?

Todos los salones eran iguales en el pasado. Es como tener una caja de herramientas y que todas fueran destornilladores. Eso está bien si necesitamos un destornillador, pero no está bien si no lo necesitamos. Estamos buscando espacios interrelacionados donde haya martillos, taladores, alicates y, claro, destornilladores.

¿Cómo llegó a la conclusión de que estos espacios son efectivos para aprender?

Una de las cosas que nos dicen estos espacios es cómo opera el cerebro. Según las investigaciones mentales, los cerebros de las personas se apagan cuando se quedan quietos. Por ejemplo, el cerebro de un adulto puede permanecer una hora quieto hasta que se apaga, el de un adolecente puede permanecer 30 minutos, y el de un niño de primaria sólo puede resistir 15. Tomar notas es igual a quedarse quietos. En cambio, moverse en los espacios no lo es. Por eso hemos dispuesto espacios físicos que comulgan con lo que la investigación en cerebros nos dice ahora que es importante: moverse para poder aprender.

¿Cómo ha cambiado la educación de un tiempo para acá?

Antes se enseñaba el contenido por materias. Ahora tenemos que mirar cómo otras herramientas como internet nos hacen más sabios para tomar mejores decisiones.

¿Cuál es la mirada que deben dar los educadores a internet?

Gracias a internet, el profesor no tiene que dar el contenido nunca más, no es el emisor del contenido. Hay mucha información afuera y es imposible saberla toda. Hace 150 años a los educadores se les ocurrió la idea de fragmentar en pedazos pequeños el conocimiento para que pudiera manejarse separadamente y fuera asimilado por el estudiante. Se dictaban por aparte ciencias, matemáticas, historia, español, pero nunca le pusimos cuidado a cómo el conocimiento se solapa, cómo se relaciona en el mundo real.

¿A qué se refiere con “el mundo real”?

En la educación del siglo XXI queremos que el conocimiento sea interdisciplinario e integrado. Queremos que la comunicación esté en el corazón de la enseñanza, que los estudiantes sean colaborativos, que se abra el pensamiento crítico y que se resuelvan problemas.

¿Cree que los estudiantes no saben resolver problemas?

No lo hemos hecho bien en habilidades críticas ni en resolver problemas reales, pero sí en memorización y en respuestas únicas. Queremos que nuestros estudiantes sean creativos e innovadores. Pero no le pusimos cuidado a esto en el pasado.

¿Cómo se enseña la colaboración y cuál es el reto de pensar integralmente?

Si queremos enseñar colaboración, no podemos hacerlo cuando los estudiantes trabajan solos o cuando están sentados en filas. El modelo mobiliario tradicional ha sido de mesas aisladas para que no se hablen los unos con los otros. Antes, en el siglo XIX, no teníamos idea de lo que pasaba al otro lado del muro. Hoy queremos hacer el aprendizaje visible.

¿La idea es que toda la educación siga por esta línea disruptiva?

Los estudiantes deben aprender en la modalidad que se ajuste a su aprendizaje y que sea más efectiva. Si el aprendizaje es activo, van a aprender más, y mientras sea más pasivo, van a aprender menos. El modelo del estudiante que toma notas pasivamente mientras el profesor habla en el salón es el menos efectivo para la mayoría de los estudiantes. La mayoría de los estudiantes son mejores aprendices cuando están envueltos en un reto de trabajar en resolver un problema y tienen las herramientas y la guía de un profesor. La forma más efectiva de aprendizaje es la activa.

Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/educacion-tradicional-no-resuelve-problemas-reales-fran-articulo-628205

Comparte este contenido:

Entrevista con Fabio Gandour: «La tecnología nos hace menos peores»

Agencias EFE / EFEBogotá

Fabio Gandour piensa que el hombre «es un animal recuperable» y que la tecnología, si bien, «no nos va a hacer mejores, sí, al menos, evita que seamos peores». Este optimismo, en cierta medida, está justificado.

Fabio Gandour es uno de los científicos latinoamericanos más reconocidos en todo el mundo por sus conocimientos en inteligencia artificial, es jefe investigación de IBM en Brasil y está detrás del avance de Watson, un supercomputador que desarrolla, entre otros logros, la computación cognitiva en la lucha contra el cáncer.

Con una amplia sonrisa y sus gafas redondas, Gandour habló con Efe después de participar en un encuentro que la filial de IBM en Colombia mantuvo con empresas recientemente en Ciudad de Panamá.

«Debemos creer que le futuro va a ser mejor y esto nos obliga a construir un mundo mejor», señaló este científico brasileño que inició su carrera en la cirugía pediátrica hasta que se enamoró de las computadoras y se embarcó en el departamento científico de la empresa estadounidense hace más de 25 años.

Parte de su carrera ha estado centrada en el desarrollo de la inteligencia artificial (AI). «Durante años intentamos reproducir el modo de funcionar de un cerebro. Hoy en día no vamos a imitarlo, queremos aprovechar las mejores funciones que el cerebro ejecuta».

«Por ejemplo, el cerebro humano tiene limitaciones con relación a la cantidad de datos que puede procesar en un tramo de tiempo más bien corto, una máquina, en cambio, no, lo va a hacer en segundos. Ese es el nuevo desarrollo de la AI», explicó con entusiasmo.

Este nuevo enfoque, para Gandour, lleva el nombre de computación cognitiva, área de investigación de la que es especialista y evangelizador.

«Hay tres cosas que la caracterizan. Uno: La cognición se produce cuando el usuario conversa en un lenguaje natural con las máquinas. Dos: El uso de la información no estructurada; es decir, la computación cognitiva es capaz de usar informaciones en vídeo, fotos o conversaciones que hasta ahora estaban almacenadas pero no analizadas. Y tres: El uso de herramientas de análisis de datos estructurados», resumió.

El avance de esta rama de la IA tiene para la empresa de Gandour un nombre: Watson. Lo que empezó como un supercomputador capaz de vencer una partida de ajedrez al campeón mundial Gary Kasparov en 1997 y por ganar en 2008 el concurso Jeopardy!, se ha convertido en una línea de expansión de negocio de IBM y en una de las tecnologías que están cambiando, entre otras cosas, la manera en que la medicina se enfrenta al cáncer.

«Las soluciones cognitivas bajo la marca Watson funcionan como apoyo a los médicos en la toma de decisiones», comentó Gandour, que destacó los avances que se están aplicando tanto en materia oncológica como en medicina general.

Junto a este desarrollo, Watson, que plantea razonamientos de modo similar a las personas tras analizar cientos de miles de datos, también se está aplicando en otros sectores como el medioambiente, las fianzas y la alta cocina, donde, por ejemplo, ha tenido un entrenamiento previo con 10.000 recetas.

Para Gandour, esta nueva era de la computación es revolucionaria. «Hasta hoy, la tecnología informática capturaba datos, los ordenaba y exponía la información. El proceso de transformación de esa información en conocimiento era exclusivo del ser humano».

«Ahora las máquinas vienen para ayudar, expandir y mejorar el proceso de la transformación de la información en conocimiento; eso es computación cognitiva», explicó el científico.

Este novedoso escenario tecnológico, donde una máquina aporta soluciones en una conversación con lenguaje natural, no enfría, según Fabio Gandour, las relaciones entre humanos como, alguna vez, la ciencia ficción ha reflejado en películas o novelas.

«Si una máquina habla, eso es muy seductor, pierde el rasgo de máquina y se hace algo más bien humano. Así se captura la atención del usuario por el camino de la emoción», concluyó con una sonrisa.

Fuente: http://www.efe.com/efe/america/entrevistas/fabio-gandour-la-tecnologia-nos-hace-menos-peores/50000489-2903706

Comparte este contenido:
Page 447 of 454
1 445 446 447 448 449 454