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Emilio Santiago: “Es el momento de reformas estructurales, de políticas públicas disruptivas y profundamente transformadoras”

Emilio Santiago: “Es el momento de reformas estructurales, de políticas públicas disruptivas y profundamente transformadoras”

l antropólogo del Instituto de Lengua, Literatura y Antropología sostiene que para afrontar la emergencia climática son necesarios cambios profundos del sistema económico y cultural.

Aunque a Emilio Santiago Muiño (Ferrol, 1984) no le guste parcelar las ciencias sociales en disciplinas cada vez más pequeñas, acaba de obtener la primera plaza dedicada a la investigación en transformaciones antropológicas de la crisis climática del CSIC. Ya se ha incorporado como investigador al Instituto de Lengua, Literatura y Antropología en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) donde se va a dedicar a estudiar la inacción climática. Es Doctor en Antropología Social y ha sido investigador en el departamento de Antropología Social y Pensamiento Filosófico Español de la Universidad Autónoma de Madrid. Además, destaca su intensa labor e implicación política y de comunicación del conocimiento a la sociedad. Ha escrito varios libros, entre ellos Opción Cero, El reverdecimiento forzoso de la Revolución cubana (Catarata, 2017) que surgió a raíz de su tesis doctoral y resume la parte de la misma que se centra en la ecología. En esta entrevista explica a qué se va a dedicar desde su nueva plaza y cómo ve el momento que vivimos en relación con las crisis climática y social.

Pregunta: Enhorabuena por la plaza. ¿A qué se va a dedicar?

Respuesta: A mí me gustaría añadir un nuevo enfoque a la antropología que aborda la emergencia climática: el verdadero misterio social que la antropología climática tiene que contribuir a desvelar es la impotencia y la esterilidad transformativa de la política climática. Es decir, yo creo que el hecho que marca como ninguna otra cosa el diagnóstico de la crisis climática es haber acumulado al menos cuatro décadas de fracasos en los intentos de que nuestras instituciones sociales corrijan este problema. Es esto a lo que me gustaría dedicar mis esfuerzos en el CSIC, esta especie de reiteración en el error suicida, intentar explicarnos la inacción climática.

P: Entiendo que la línea de intentar remediarlo

R: Claro. Investigamos para contribuir desde la buena ciencia a la intervención pública.  Esto de la buena ciencia es importante, el compromiso político no nos tiene que privar de trabajar con la mejor producción científica posible. Pero esto tiene que ver con uno de los mayores retos que tenemos como sociedad que es la emergencia climática como parte de una crisis más amplia. La crisis socioecológica no se limita a una cuestión climática. Esta cuestión climática es el fenómeno más estudiado, el que ha conseguido un mayor consenso en su diagnóstico, pero nuestros problemas de relación con los límites biofísicos del planeta son muy amplios y esta es una parte de ello.

P: ¿Cuál es su análisis de las respuestas a la Cumbre del Clima (COP) de Glasgow? ¿Cree que se ha dado esta inacción de la que habla?

R: La respuesta no ha sido mala entendiendo el contexto histórico en el que estamos. Venimos de una pandemia que sigue vigente, que multiplica los controles, que dificulta las movilizaciones. Recordemos que esta pandemia abortó toda la ola de movilizaciones climáticas de 2019 que fue histórica y que lleva un año y medio, casi dos, impidiendo algo tan fundamental para el activismo como es la presencialidad. Esto se suma a factores como que Glasgow es una ciudad cara. Yo creo que nos ha arrojado imágenes menos espectaculares de lo que cabría esperar para la urgencia de este momento, pero las movilizaciones han mostrado un buen músculo. Es destacable el hecho de que la comunidad científica se ha puesto a la vanguardia de las movilizaciones, por ejemplo, los científicos que se encadenaron a un puente en Glasgow. Otra cosa es que su discurso público esté adquiriendo un tono un poco más pesimista respecto a las posibilidades de estas cumbres, eso es así, pero está enteramente justificado en la medida en que el balance de una COP como esta es muy decepcionante pero no por ello menos previsible.

P: ¿Hay motivos para preocuparse?

R: Estamos muy lejos de ir en la senda marcada por la ciencia. A una distancia que yo creo que cuesta exponer sin parecer exagerado, tremendista o un agitador político. El problema es que la situación es tan extrema, es tan radical, que necesariamente la voz de la ciencia se parece cada vez más al tono de los activistas. Hemos visto como una COP que en condiciones sensatas estaría llamada a ser decisiva no lo ha sido. Ha cumplido muy bien el patrón habitual de casi todas las COP de la historia, que es mucha retórica, mucho márquetin, eso que Greta Thunberg denominó en un gran acierto comunicativo el “Blablabla Climático” que sirve para adornar resultados concretos claramente insuficientes. Las COP siempre saben un poco como a tragedia anunciada, pero la ciencia es muy taxativa al respecto y el tono de los últimos informes del IPCC no admite ningún autoengaño. Frenar una alteración climática potencialmente catastrófica exige e impone grandes pasos que no pueden dejar inalteradas las bases de nuestro sistema económico, político y cultural. Es el momento de reformas estructurales, de políticas públicas disruptivas y profundamente transformadoras en muchos ámbitos. Si me permites un símil, que quizás es un poco exagerado, pero yo creo que no tanto, solo tienen parangón con el tipo de movilizaciones que se dan en tiempos de guerra o en revoluciones sociales.

P: Uno de los acuerdos estrella de la COP que se anunció como histórico para los pueblos indígenas fue la asignación de 1.500 millones de euros de financiación directa a estos pueblos para la protección de los bosques. ¿Qué opinión le merece?

R: No siempre se tiene en cuenta que la crisis climática se reproduce a través de una matriz: la estructura de poder colonial. En este tipo de eventos se desvían las formas de revertir las dinámicas de colonialismo climático en que estamos instalados. No se aborda, se pospone y sistemáticamente se incumplen medidas relacionadas. Desde la antropología tenemos claro que el papel de los pueblos originarios sería fundamental en la custodia de los territorios y en impedir los procesos de cambios de usos del suelo y de deforestación. Por otra parte, también es crucial tenerlos en cuenta como pueblos que contienen una riqueza cultural que ayudaría a complejizar nuestras concepciones de las relaciones de naturaleza-cultura (por utilizar una dicotomía occidental) y que son valiosas en sí mismas más allá de los efectos climáticos o de mitigación que pudiesen tener. Ahora bien, 1.500 millones de euros es una cantidad ridícula. Solo un kilómetro de alta velocidad en España son 20 millones de euros.

P: Su plaza es la primera en antropología climática del CSIC, pero ¿cuál es el entorno de investigación en este campo?

R: Sí, soy el único, pero el departamento de antropología tiene otras líneas de investigación afines, hay temas que se complementan o se solapan. Las cuestiones sociales son muy complejas y no se puede enfocar desde un punto de vista unifactorial. Tanto en el CCHS como en otros centros del CSIC se está trabajando en estas cuestiones. De hecho, yo soy co-investigador principal en una investigación junto con Jaime Biendel que se llama “Humanidades energéticas” y que de algún modo aspira a plantear cuál es el papel de las energías fósiles tanto en los imaginarios como en las teorías sociales y políticas de la sociedad moderna. Esto casa con la cuestión climática porque energía y clima son un binomio inseparable y seguramente haya mucha más gente fuera del CSIC que está trabajando en estas cuestiones y con las que formamos redes de investigación que nos permiten enfocar esto. En ningún caso me siento solo. Hay una inmensa cantidad de gente que lleva años haciendo trabajos valiosísimos desde la perspectiva social y política de la crisis ecológica en general, ya vengo de trabajar con algunas de ellas y ellos y seguramente seguiré haciéndolo los próximos años.

P: Sobre este tema, la energía, versa su tesis doctoral sobre cómo Cuba pudo ser una especie de laboratorio de decrecimiento energético ¿podemos aprender algo de esta experiencia?

R: En los círculos de investigación ecologista, Cuba a partir de los años 90 adquirió cierta fama porque debido a la caída de la URSS sufrió un desabastecimiento energético extremo, concretamente petróleo, pero no solo, y tuvo que adaptarse a un contexto muy duro. Para mucha gente esto suponía una especie de laboratorio que permitía anticipar el declive energético, cómo iban a vivir nuestras sociedades en el siglo XXI. Algunos incluso consideran que estamos ya empezando con este proceso. Cuba desarrolló una serie de políticas en agroecología, mantenimiento de servicios públicos y otras cuestiones que parecían inspiradoras. Durante mucho tiempo estas reformas llevaron a hablar de Cuba incluso en foros y en espacios que no son muy afines a su régimen político como un modelo de sociedad centrada en el desarrollo sostenible. Desde esta hipótesis fui a investigar a Cuba, hice un trabajo de campo de nueve meses en la isla en el marco de una tesis de casi seis años e indagué respecto a estas cuestiones; cómo hizo Cuba y qué lecciones se podían extraer. Un trabajo que, de algún modo, como ocurre siempre con estas cosas, arrojó luces y sombras. El movimiento ecologista internacional había idealizado la experiencia cubana, pero sin duda, Cuba nos ofrece experiencias inspiradoras que podríamos tener en cuenta en nuestras sociedades. De todos modos, es difícil extrapolar directamente de un país como Cuba, tan distinto a nuestros entornos.

P: ¿Y qué luces y sombras arrojó?

R: Luces: Cuba es un vivero, un semillero de experiencias agroecológicas enormemente inspiradoras que se han demostrado funcionales, que han demostrado que tenemos capacidad de producir alimentos con unos insumos energéticos y de agroquímicos mucho menores. Cuba nos da pistas de que la agroecología es un modelo que de alguna manera podría alimentar una nación industrial. Cuba demuestra también la importancia en los momentos de crisis de contar con servicios públicos fundamentales, educación, sanidad, defensa incluso, y también creo que demostró que las sociedades igualitarias cuyas decisiones políticas están comprometidas con la igualdad resisten mejor este tipo de golpes. En cuanto a las sombras, son muchas, pero evidentemente nada de lo que pasó en Cuba en los años 90 se podría entender sin un proceso de ajuste económico que de algún modo desmontó muchos de los postulados de la Revolución cubana, y esto es evidente. También lo es que esto ha tenido efectos muy duros en la sociedad cubana que tienen que ver con la precariedad económica material y con el retorno de la desigualdad social. Respecto a la cuestión de la sostenibilidad, la población cubana se ecologizó de manera forzada, se adaptó a unas circunstancias que ellos comprendieron como muy duras.

P: ¿Qué aprendizaje destacaría que sí sea más o menos extrapolable a nuestro contexto?

R: A mi Cuba me enseñó que la cuestión de cómo definimos la vida buena, de desear la transición ecológica es fundamental, y Cuba no deseó la transición. Por eso algunos de los logros, desde un punto de vista ecologista se revirtieron muy rápido, porque el marco de construcción del deseo en Cuba era otro y yo creo que esto tiene que ser una de las cuestiones fundamentales. De qué manera definimos culturalmente qué es la vida buena y cómo logramos una vida buena que sea más austera en términos energéticos, en términos de consumo materiales. Este es uno de los grandes retos que tenemos por delante y la experiencia cubana me enseñó a enfocarlo.

P: ¿Cree que esto que ha descrito puede ser lo más realista? Es decir, que nos ecologicemos a la fuerza.

R: Esto es un debate complejo en el que tampoco tengo una posición clara. Sospecho que va a ser más probable responder ante la emergencia cuando esta sea ya indudable e inminente que adelantarnos de manera preventiva. Vamos a paliar más que a prevenir. Creo que esto es posible que sea una lógica general del momento histórico en el que estamos. Es terrible porque paliar antes que prevenir implica asumir un enorme costo en sufrimiento social que podríamos habernos evitado. Sin embargo, todas las inercias, las lógicas, los conflictos de intereses de nuestra sociedad y de cómo esta funciona, a mí me hacen sospechar que seguramente, cuando esto sea visto dentro de dos siglos (si por suerte hacemos las cosas medianamente bien y puede ser visto dentro de dos siglos), y los historiadores analicen nuestro momento histórico, detecten que nos movimos mucho más por reacción ante los golpes que por prevención de los golpes ecosociales muy diversos que vamos a vivir.

P: ¿La pandemia sería un ejemplo?

R: Sí, la pandemia sería un ejemplo perfecto. Respondimos cuando ya era un problema de salud pública mundial a escala histórica. Hay investigaciones científicas muy buenas desde bastantes años antes preocupándose por los efectos de zoonosis, los efectos de la deforestación, de los intercambios globales y todo lo que después hemos visto que sucedió con una atención menor que el cambio climático y que la ciencia ya nos había advertido sobre ello. Aun así, solo fuimos capaces de reaccionar cuando teníamos la muerte pisándonos los talones.

P: ¿Qué cree que explica esto?

R: Es un conjunto de factores. Sin duda, la dimensión espacio-temporal es distinta en la crisis climática y una crisis sanitaria como el coronavirus, pero también el hecho de que, a diferencia del cambio climático, la crisis sanitaria atentó inicialmente y puso en peligro las vidas de las oligarquías económicas y reaccionaron de otra forma. El negacionismo científico del cambio climático cada vez es más residual, pero el verdadero negacionismo climático, el más importante a nivel social, es el negacionismo de la igualdad humana. El de aquellos que aceptan que tengamos un problema climático de enorme magnitud, pero consideran que van a salir airosos de él, que no les afecta y que, por tanto, no tienen que perder privilegios. Se están dedicando a calcular, trabajar y pensar para externalizar esos daños en otros. En la medida que la crisis de la covid-19 impactó con un nivel de intensidad grande y afectó también a las élites socioeconómicas estuvieron mucho más dispuestos a tomar medidas drásticas.

P: Cada vez se escucha más la propuesta del decrecimiento como un horizonte deseable. En cambio, también existe el análisis que lo contempla como un futuro ineludible y pone el foco en cómo controlarlo. ¿Usted cómo lo ve?

R: Habría que definir qué entendemos por decrecimiento, es una palabra muy connotada que inmediatamente te sitúa en las tesis de Latouche. Por un lado, a nivel global, vamos hacia escenarios de un decrecimiento de nuestros consumos energéticos y materiales. Puede ser matizado porque existen posibilidades tanto técnicas como políticas que todavía fuerzan más los límites y que no van a ser sin consecuencias. El problema es que este decrecimiento energético y material que nos impone el habernos extralimitado desde hace más de 40 años puede ser modulado y gestionado por la política de modos muy distintos, algunos muy perversos. Podría ser que algunas regiones del mundo decrezcan más a costa de otras, o que se dieran procesos de signo depredatorio, imperialista, colonial, genocida, etc. Por otro lado, el decrecimiento como proyecto político que busca enfrentar la transición desde una óptica de justicia social y aspira a organizar voluntariamente una cierta desescalada de nuestra actividad económica y de nuestros consumos, yo creo que es muy interesante. Todavía le falta encontrar el tipo de discurso que le permita articular grandes mayorías sociales. También es un programa que todavía tiene mucho de especulativo, de no haberse puesto en práctica en contextos de pluralismo político competitivo, en los contextos que marcan las reglas de juego de la política en nuestro mundo. La dinámica histórica se está acelerando mucho y están pasando muchas cosas, todo esto puede cambiar en poco tiempo.

P: ¿Cómo cree que la antropología climática puede ayudar a arrojar luz tanto en estos debates como en muchos otros?

R: En mi opinión, la antropología climática y las ciencias sociales en general (esta parcelación en disciplinas cada vez más pequeñitas es más un problema que una solución), pueden ayudar a complejizar el diagnóstico añadiendo capas de realidad. A comprender cuáles son las dinámicas, las inercias y los intereses que nos han llevado hasta aquí y ofrecer un diagnóstico más complejo y un mapeo de las distintas alternativas que están surgiendo por todas partes desde lo económico a lo político, a los imaginarios, a las tecnologías, a muchas cuestiones para intentar dar respuesta a este proceso. Una visión científica más detallada de estas alternativas puede contribuir a fortalecerlas y a convertirlas en algo más central en el debate social y, por tanto, en las políticas públicas. Yo creo que es el papel de la antropología en tanto que ciencia. Luego estaría el papel de los antropólogos en tanto que ciudadanos, que es otra cosa. Y ahí opino que hay que dar un paso más que tiene que ver con el compromiso político y el activismo. Eso es un paso más que yo reivindico. Creo que la ciencia no tiene que ser una realidad encerrada en sí misma. Por sus propios requerimientos de rigurosidad hay que tener cuidado y saber que la ciencia llega hasta aquí y el activismo va más allá. Ambas patas son necesarias, pero también son distintas.

P: ¿Y qué hay respecto al papel de la ciencia ahora que con la pandemia se ha colocado en primera línea?

R: Yo creo que la ciencia va a tener una voz imprescindible, pero el debate fundamental no es científico sino moral y político. Es decir, el mismo dato científico puede perfectamente justificar una salida por la vía de la cooperación y, por tanto, llamada a compartir recursos, conocimientos, experiencias y esfuerzos, o una salida por medio de la competición y de la depredación. Es decir, no hay una superposición automática entre dato científico y posicionamiento moral. La política al final define el posicionamiento moral colectivo. La política tiene que escuchar a la ciencia, pero la ciencia ofrece un marco de posibilidades, lo que puede darse, lo que no, probabilidades, límites… Pero si vamos a enfrentar esto en una carrera depredatoria por recursos que puedan incluso empequeñecer los episodios más oscuros del siglo XX o vamos, por el contrario, a una situación que prime las lógicas de cooperación entre pueblos, entre individuos, es una decisión que no corresponde al debate científico.

P: ¿Qué le parece lo más esperanzador del momento en que vivimos?

R: Que los bucles de retroalimentación positiva no solo afectan al clima, también afectan a las dinámicas sociales. En 2018 una manifestación por el clima en Madrid reunió a no más de 2.000 personas. En 2019 sin exagerar, fuimos casi medio millón cuando se hizo la cumbre aquí después del estallido social chileno. Si echas la vista atrás y ves ejemplos de grandes cambios en el siglo XX, algunos se llevaron a cabo con una rapidez asombrosa. Por ejemplo ,el tipo de cambios de redistribución de riqueza o política fiscal, muy parecidos a los que tendríamos que hacer ahora, que conoció EEUU en el New Deal de Roosevelt. Por el otro lado del espectro político, la rapidez con la que el paradigma neoliberal construyó una hegemonía cultural y teórica en apenas 10 años que hizo pasar a un autor como Hayek de ser un friqui marginal en un departamento de economía a convertirse en el gurú que rediseñó la economía mundial. Esos procesos se dan y son relativamente rápidos. No se nos olvide tampoco que en el año 2020 las emisiones globales de efecto invernadero se redujeron un 25% en apenas 30 días. Ni el plan ecologista más radical del mundo lo habría propuesto ni imaginado una reducción de este calibre. Se pagó un precio muy alto porque estábamos en un escenario de salud pública trágico, pero ese precedente está. Si nuestra sociedad se moviliza ante el cambio climático como ha sido capaz de movilizarse ante una guerra, podemos ganar. Pero no será solamente una operación de sustitución de tecnologías, tendremos que cambiar también modos de vida y sobre todo el diseño de nuestro sistema económico.

Ana Iglesias / Ayudas CSIC-FBBVA a la Comunicación Científica

Fuente: https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/emilio-santiago-es-el-momento-de-reformas-estructurales-de-politicas-publicas?utm_source=pocket_mylist

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/emilio-santiago-es-el-momento-de-reformas-estructurales-de-politicas-publicas-disruptivas-y-profundamente-transformadoras/

 

 

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España: Convocatoria de Becas 2022-23 de la Fundación Carolina

Convocatoria de Becas 2022-23 de la Fundación Carolina

En esta edición se han convocado un total de 594 becas y ayudas

La Agenda 2030 es el horizonte de la convocatoria de becas 2022-23 de la Fundación Carolina. Lo es también para las instituciones y empresas que las respaldan desde su patronato, y para las universidades que les dan acogida, en España y en el conjunto de los países de la Comunidad Iberoamericana de Naciones.

La convocatoria ofrece oportunidades de formación e investigación en todos los campos de la Agenda 2030: en las ciencias básicas y las tecnologías que contribuirán a implementar sistemas de producción y consumo sostenibles y hacer frente al cambio climático y preservar la biosfera; para contribuir a la salud pública, una educación de calidad, y ciudades más vivibles; para impulsar una economía más inclusiva y equitativa y la actividad empresarial, y promover mejoras de la productividad, el empleo decente y el progreso material de la sociedad; y en los campos social y político, para promover el cambio institucional y la innovación social, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y en el conjunto de la sociedad, y con ello, contribuir a que las sociedades sean más pacíficas y seguras, y revitalizar la democracia y el Estado de derecho y su legitimidad.

En esta edición, se han convocado un total de 594 becas y ayudas que se desglosan en: 236 becas de postgrado, 90 becas de doctorado y estancias cortas postdoctorales, 27 becas de movilidad de profesores,121 becas de estudios institucionales y 120 renovaciones de becas de doctorado. Cada modalidad tiene sus propios requisitos y fechas de postulación.

Fuente y más información

 

Fuente de la Información: https://campusiberoamerica.net/es/convocatoria-de-becas-2022-23-de-la-fundaci%C3%B3n-carolina

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Rectores de universidad advierten de que la reforma laboral afectará a 25.000 investigadores en toda España

La CRUE señala que si no hay una alternativa al contrato por obra puede ocurrir que a partir de abril «se pare el sistema de ciencia y tecnología»

La Conferencia de Rectores de Universidades Españolas ha advertido de los impactos negativos que la reforma laboral podría ocasionar en el ámbito de la Investigación, debido sobre todo a la desaparición general del contrato de obra y servicio sin que se ofrezca alternativa en la nueva Ley. Se trata de una forma de amplia utilización en los contratos para investigadores, pues los proyectos científicos suelen tener un carácter temporal prefijado. Estos proyectos, en muchas ocasiones, están sujetos a la entrega de resultados en periodos cortos de tiempo.

El rector de la Universidad de Córdoba y presidente de la CRUE, José Carlos Gómez Villamandosha advertido este miércoles que si no hay una alternativa, «a partir de abril vamos a tener un gran problema que puede hacer que se pare el sistema de ciencia y tecnología«. Villamandos ha señalado que esta situación puede afectar a más de 25.000 en toda España, lo que supone «un problema para esas personas y evidentemente para la actividad investigadora».

La aplicación del Real Decreto-ley 32/2021, de 28 de diciembre, de medidas urgentes para la reforma laboral, la garantía de la estabilidad en el empleo y la transformación del mercado de trabajo «tendría efectos no deseados para las universidades debido a la desaparición -con carácter general- del contrato de obra o servicio determinado por la nueva redacción del artículo 15 del Estatuto de los Trabajadores, al no incluir una alternativa de contratación que dé respuesta a las necesidades el Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación», advierte una nota de la CRUE.

Según los rectores españoles, «esta figura es de frecuente utilización en las áreas de la investigación y la transferencia del conocimiento, donde los proyectos científicos a los que concurren los investigadores se desarrollan mayoritariamente en un contexto internacional muy competitivo y de carácter temporal». Por ello, señalan que en la reunión mantenida el pasado martes 12 de enero por los representantes de CRUE con el ministro de Universidades, Joan Subirats, se dio traslado de la preocupación de la comunidad universitaria.

Ahora mismo, con la aplicación de la ley tal y como está, «a partir mes de marzo no podremos contratar a muchas personas que actualmente están realizando esa labor», ha asegurado el rector de la UCO.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20220119/rectores-universidad-advierten-reforma-laboral-13120907

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El 24% del alumnado pasa por clases particulares en España

«Es profundamente desigual». Con estas palabras resume Juan Manuel Moreno la situación en relación a lo que se conoce como «educación en la sombra», es decir, las clases particulares de toda la vida. Se trata de un negocio que mueve, en España, cientos de millones de euros al año. Y aunque ha ganado transparencia en los últimos años gracias a la aparición en Internet de páginas que define como «el idealista de las clases particulares», es decir, buscadores donde encontrar oferta, así como empresas que gestionan este tipo de servicios, sigue funcionando mucho el boca a boca, la economía sumergida.

Moreno ha utilizado los datos que proporciona la Encuesta de Presupuestos Familiares que elabora el INE para hacer un estudio de la evolución del gasto de las familias en este tipo de servicios desde 2006 hasta 2020. El crecimiento, asegura, ha sido imparable en esos casi 15 años. Ni siquiera en los momentos más complicados de la recesión de 2008-2014 o durante el pasado 2020 con la crisis del coronavirus. Con algunas curiosidades, como el hecho de que sean las clases populares las que han sido más constantes en este tiempo.

El informe Educación en la Sombra en España: Cómo las clases particulares se están convirtiendo en un bien de primera necesidad analiza esta variación en los últimos años en la inversión, así como las razones que la motivan o si se produce más en unos sectores sociales que en otros (ingresos, lugar de residencia…). Deja claro que hace décadas en España este tipo de gasto se realizaba como gasto de lujo y, poco a poco, se está convirtiendo en un básico para un porcentaje alto de las familias.

Por supuesto, el uso de servicios de educación en la sombra (se trata de servicios que van en paralelo al sistema educativo y que, en España al menos, facilitan, no fagocitan al sistema educativo) acaba siendo muy desigual. Es una de las conclusiones importantes del informe. Aunque las familias de los quintiles más bajos de renta han sido fieles a las extraescolares todo este tiempo, con un incremento sostenido en el gasto, son las familias del quintil más alto las que gastan más dinero, hasta cinco veces más que las primeras.

Pérdida de confianza y competitividad

España no es, ni de lejos, uno de los peores ejemplos en cuanto a volumen de educación en la sombra. Más allá de países como Corea del Sur o Japón en donde se calcula que entre el 80 y el 90% de los estudiantes de primaria acuden a clases particulares, existen ejemplos en Europa que también hacen levantar la ceja. En Alemania, por ejemplo, en el año 2000 eran el 27% de los estudiantes utilizaban estos servicios. En 2013 ya suponían el 40%; en Reino Unido, en 2005 eran el 18% y en 2019, el 27%, con un 40% en Londres, según los datos elaborados por un informe del diario The Economist de 2021 en relación a la educación en la sombra de los que se hace eco Moreno.

Para el investigador, es el momento de que se piense seriamente sobre la situación en la que se encuentra el sistema educativo español para evitar, lo antes posible, que este sistema paralelo acabe fagocitando al sistema reglado. Habla de ejemplos, como los asiáticos, en los que los docentes de los centros educativos se guardan los mejores materiales para las clases particulares o las resistencias de docentes de secundaria para cambiara exámenes externos para que no repercuta en sus ingresos por las clases preparatorias. «Nos encontramos lejos de esta situación», insiste, pero por ello es interesante estudiar más a fondo las causas y las posibles soluciones.

Entre las causas, señala la pérdida más o menos paulatina, de confianza de las familias en que el sistema ordinario sea suficiente para alcanzar los logros que esperan de él. Esto ocurre en todo el sistema, en la red pública y privada, aunque los motivos de unos y otros sean más o menos diferentes. Moreno es optimista en cuando a la posibilidad de recuperar esta confianza en la escuela. Sobre todo porque el gasto en educación en la sombra denota las altas expectativas de las familias en relación al proceso educativo, hablan de su preocupación y de hasta qué punto están dispuestas a hacer sacrificios.

Para él, la manera de que la escuela recupere cierta cantidad de confianza de las familias, o al menos no empeore la situación, para por un aumento de la personalización de los aprendizajes. Nombra en el estudio programas como los PROA o ÉXIT (en Cataluña) que se pusieron en marcha tras la aprobación de la LOE. A pesar de que durante el tiempo en el que estuvieron presentes el gasto en clases particulares no disminuyó, Moreno piensa que es posible que dicha inversión hubiera sido todavía mayor si no hubieran existido. Moreno señala las tutorías individualizadas como herramientas interesantes y el papel que jugará el sector online en toda esta situación, principalmente para las familias de menos recursos.

Además de la pérdida de confianza está el aumento de la competitividad en el sistema educativo; mayor en secundaria, cuando hay que enfrentarse, por ejemplo, a la EvAU «y una décima decide», comenta Moreno. «La ventaja competitiva marca la diferencia», insiste, de manera que crece el peso de las academias preparatorias. «Ahora compito con mucha más gente por una misma plaza y ni siquiera la escuela privada puede asegurármela».

Fuente: Informe.

Las familias pobres siempre aguantan

Entre los datos que se destacan en el informe está el hecho de que en los años de la gran recesión entre 2008 y 2014, aunque el gasto en educación en la sombra no para de crecer, lo hace principalmente de manos de las familias de menos ingresos. Moreno confiesa que le sorprendió esta situación. Como también la de que en 2020, durante el confinamiento, fuera precisamente este sector social el que aguantara dicho gasto en clases particulares, frente a unas clases acomodadas que renunciaron a él.

Aunque no hay datos concluyentes y sería necesario aumentar la investigación en este sentido, Moreno aventura algunas hipótesis posibles. En el caso del confinamiento, a pesar de que todas las familias (o la mayor parte) tuvieron que quedarse en casa con sus hijos, el capital cultural de padres y madres pudo influir en la decisión de continuar con las clases particulares para que los hijos no perdieran oportunidades de aprendizaje. Tal vez las familias de mayor capital cultural vieron menos necesario este esfuerzo durante los meses de confinamiento.

En relación a cómo durante la gran recesión también tuvieron importantes cotas de crecimiento y de aguante a pesar de la dificilísima situación económica, cabría destacar el hecho de que en no pocos casos se redujeron gastos como el vestido e incluso la comida, mientras que las clases particulares se mantuvieron o crecieron. Una hipótesis plausible podría ser la de que durante ese tiempo también el abandono escolar temprano sufrió importantes reducciones, con la vuelta de miles de personas a las aulas o su no salida. Es posible que las familias vieran la necesidad de hacer este gasto en unos años en los que el trabajo no cualificado estaba sufriendo importantes reducciones. Aunque para Moreno, esta hipótesis no explica 100% este fenómeno, que califica de contraintuitivo.

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España: Los institutos urgen a tomar medidas ante la emergencia de salud mental que atraviesa el alumnado

Por:  Sarah Babiker 

La comunidad educativa señala la alta incidencia de conductas autolesivas por parte del alumnado madrileño, y exige medios para hacer frente a la crisis de salud mental que se vive en los centros.

“Estoy muy preocupada, en este curso he visto algo que nunca había vivido”. Quien habla es una profesora de filosofía de un instituto de la periferia sur de Madrid. Y ese algo que nunca había visto son numerosos expedientes de prevención del sucidio, en su caso, tiene cuatro alumnos con expedientes de este tipo abierto. “Hemos tenido una reunión especial para abordar ese tema y cómo actuar con determinados supuestos, la primera sensación es de sorpresa”.

La preocupación por la salud mental del alumnado madrileño, la sorpresa ante la escalada de las conductas autolesivas e intentos de suicidio, y las reuniones para afrontar esta situación se extienden por toda la Comunidad de Madrid, y es que las cifras son contundentes: “Solo en el primer trimestre de este curso hay el mismo número de protocolos por intento de suicidio abiertos que en todo el curso pasado”, confirma Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras de Madrid. Se trataría solo de “la punta del iceberg de otra serie de problemas que son como una espiral, las conductas de autolesión que han aumentado exponencialmente”. Así lo denuncian en un comunicado que el sindicato hizo público el pasado lunes, y en el que urge a la Comunidad de Madrid a poner los medios para atajar lo que consideran “una emergencia absoluta”.

Un panorama que, comenta la sindicalista, se complejiza con chavales que acuden a las redes para buscar información sobre cómo suicidarse o forman redes con pares que se encuentran en la misma situación de vulnerabilidad. La prevención en este caso es fundamental, y en especial el rol de los centros educativos para la identificación de alumnado en riesgo. Pero no resulta fácil: “estas situaciones se detectan a través del tutor y luego el equipo de orientación, pero antes de la pandemia ya estaba todo muy tocado porque, con los recortes, el profesorado tiene más horario lectivo y menos tiempo para atender al alumnado en tutoría”.

“Solo en el primer trimestre de este curso hay el mismo número de protocolos por intento de suicidio abiertos que en todo el curso pasado”

Un alumnado más necesitado de atención y acompañamiento que nunca, y un tiempo limitado y sobrecargado de tareas generan una situación de agobio en un profesorado que teme que alguno de estos intentos de sucidio, alguna de estas situaciones de malestar emocional, acabe resolviéndose de forma fatal, apunta Galvín. Ante este miedo real, la Asociación de directores de secundaria y FP de Madrid (Adimad) ha dado la voz de alarma.

Esteban Álvarez, presidente de Adimad critica que se deje a los centros solos y sin recursos ante una emergencia que les está desbordando, cuando ni siquiera hay un protocolo unívoco para todos: “Lo que hay es una guía, recomendaciones y cada centro tiene que hacer su propio protocolo”, apunta. El problema fundamental se centra, para este director, en una cuestión de recursos materiales y humanos, y en particular, en la ausencia de psicólogos escolares. “En estas condiciones es difícil hacer un seguimiento real, un seguimiento serio y eficaz de los casos”. Es sobre el equipo de orientación que recae la adaptación de la guía, un equipo, recuerda el director, donde es más común que haya pedagogos, e incluso en los casos en que están integrados por psicólogos, estos no pueden practicar psicología clínica.

Y además, recuerda Álvarez, son demasiados pocos, algo que pasa en todo el Estado pero particularmente en Madrid, donde hay un orientador por cada 800 alumnos, frente al orientador por cada 300 alumnos que propone la Unión Europea. La falta de recursos convierte a los protocolos en “un trámite burocrático”. ¿Por qué? Porque sin personal lo necesario en estos casos, que es básicamente no dejar a los chicos solos en ningún momento, “implica un trabajo tremendo que con la masificación de alumnado que hay, pues es muy difícil de seguir”.

El profesorado o los directores no son los únicos que demandan que en los centros educativos existan psicólogos. La FAPA Giner de los Ríos comparte este reclamo, y es que consideran esencial el rol de los institutos para el acompañamiento de los adolescentes, un acompañamiento que muchas familias no pueden encontrar fuera de este ámbito al no poder permitirse acudir a terapia privada, y depender de una red pública saturada que tarda meses en citar a los chicos y chicas. “Estamos reivindicando que se dote a los centros educativos de todos los recursos materiales y humanos necesarios para poder abordar toda la situación y todo lo que conlleva el momento en el que estamos viviendo, en concreto todos los profesionales necesarios y en particular la figura del psicólogo”, explica Mari Carmen Morillas.

No se sienten escuchadas, cuenta la presidenta de la FAPA que se han pedido en el periodo navideño sendas reuniones al Consejero de educación desde la  plataforma regional por la escuela pública y desde la propia Giner de los Ríos, y no han conseguido concretarlas: “la democracia exige participación y la comunidad de Madrid no lo practica ni potencia en ningún sentido”, se indigna Morillas.

Tiempos duros para la adolescencia

La emergencia de salud mental no solo se encuentra con el colapso de la sanidad pública, sino que el incremento de la demanda también empieza a saturar a las opciones privadas. El confinamiento ha hecho mella en un colectivo que ha sufrido particularmente el mandato de aislamiento. La psicóloga Mercedes Bermejo, vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, considera que la limitación de las relaciones sociales  les ha afectado particularmente “en una etapa vital donde se producen muchos desajustes hormonales, fisiológicos, psicológicos, emocionales, donde hay una  mayor inestabilidad emocional, una tormenta emocional, como decimos muchas veces los profesionales de la psicología, que hace que todo esto se agrave”.

“La pérdida de interacciones sociales ha conducido a muchos adolescentes a desarrollar otros patologías, como trastorno de conducta alimentaria, del estado de ánimo, o problemas de adicciones y consumo”

 Bermejo considera que es importante diferenciar cómo puede afectar a un adulto no poder hacer un plan social, frente a lo que supone para un adolescente no vivir la fiesta de graduación o el viaje de fin de curso, “hitos de desarrollo que son muy importantes desde el punto de vista evolutivo: sienten que se les ha ido la vida”. Considera necesario que se entienda lo difícil que ha sido esta etapa para las personas adolescentes y los sacrificios que han tenido que hacer mientras eran juzgadas y criticadas. La pérdida de interacciones sociales ha conducido a muchos a desarrollar otros patologías, como trastorno de conducta alimentaria, del estado de ánimo, o problemas de adicciones y consumo, y es que “desde el punto de vista madurativo, cerebral , no tienen esa madurez para poder autocontrolarse, autorregularse y gestionar mejor todo lo que son sus competencias emocionales”.

Cuenta Álvarez que si bien los directores, conociendo la dureza del confinamiento para el alumnado, se temían que no fuera fácil la adaptación durante este curso, “ni en el peor de los casos imaginábamos que el problema iba a ser tan grande y sobre todo tan grave. Está claro que a los chavales emocionalmente esto les afecta, y además aquellos chicos que tienen un alto rendimiento académico, altas expectativas, se han visto todavía más afectados”. Volver a las jornadas completas y a las exigencias académicas previas a la pandemia estaría suponiendo un desafío para muchos estudiantes.

María integra el equipo de orientación de un instituto al Sur de Madrid. Considera que es una afortunada, porque en su caso son dos orientadoras, sin embargo la problemática de salud mental las supera. “Nosotras escuchamos a los chicos, les damos un espacio tranquilo, un espacio seguro donde les vamos a respetar y les vamos a acompañar y tratamos de hacer un seguimiento lo máximo que podemos. Pero claro, cuando tenemos a tantos chicos con esta ansiedad tan generalizada, con estos niveles de depresión, con ideas e intentos de suicidio, nos sentimos totalmente desbordadas”. Desde que empezara el curso, María dedica el 90% al seguimiento de los casos de niños con pensamiento suicidas. Solo el 10% queda para las labores de orientación, teniendo que tirar de su tiempo libre.

Los límites de la respuesta

Si no es fácil ejercer como orientadora ante un panorama así, tampoco es fácil cumplir con los objetivos curriculares. “Tú tienes ahí tu temario y con un panorama así ni temario ni leches, lo que hay que hacer es actuar. Además, cómo van a atender y cómo van a trabajar con esos problemones, te conviertes en una trabajadora social más que en una profesora”, considera la docente de filosofía. “A veces están tan enfrascados en el momento presente que no ven más allá, y verlo todo en negro, todo malas noticias, todo el rato, tiene que acabar afectando. También hay quienes han perdido a sus abuelos, y eso les ha tocado”.

Para poder acompañar de mejor manera al alumnado, el profesorado necesitaría de algo básico, recuerda Galvín: más tiempo y menos alumnos. Bajada de ratios, bajada de horas lectivas, a parte de la presencia del psicólogo escolar, serían fundamentales para avanzar hacia una mejor detección y seguimiento. Los actores lo tienen claro y así han intentado trasladárselo a la Consejería, pero “el director general de secundaria no tiene interlocución ninguna con nosotros, no nos ha convocado a ninguna reunión desde que está. Y luego en la mesa sectorial este tema todavía no se ha tratado”. Espera que al menos en el marco de la ley de Defensa del Menor presentada por el gobierno, la propuesta de crear la figura de defensor de los menores, sea ocupada por un profesor técnico de servicios a la comunidad (PTSC), una figura que consideran fundamental para paliar esta situación. “Además, tienen que dotar de psicólogos y ampliar los departamentos de orientación. Vamos a hacer mucha, mucha, mucha fuerza. Vienen fondos europeos para el tema de refuerzo de la orientación por lo que habría posibilidad económicamente de subsanar este tema”.

“En otros ámbitos se han tomado medidas, los ERTE, los fondos europeos, la gente ha teletrabajado… ¿Qué medidas se han tomado para cuidar la salud emocional, para cuidar la educación y la evolución de estos chavales?”

Hasta ahora ha habido, no obstante, algunas iniciativas para formar y apoyar a los cuerpos docentes: por un lado, señala Bermejo, se han dado algunas formaciones importantes. Un ejemplo fueron unas jornadas de formación en prevención al suicidio en las que participaron más de 600 centros. “Así se ha formado a los docentes en diferentes temáticas en relación con las autolesiones, el suicidio, los problemas de salud mental, o cómo gestionar de cara a la familia cuando hay crisis o dificultades en el aula”, explica Bermejo.  La psicóloga destaca que entre la Consejería y el Colegio hay una amplia colaboración. A María las jornadas le parecieron interesantes, si bien considera que la formación no era suficiente, pues al ser muy abierta, no profundizaba. “Nosotras andamos buscando información entre nosotras, coordinándonos con otras compañeras en otros centros y formando una red de apoyo”.

Por otro lado, se valora la labor del psicólogo educativo Jose Antonio Luengo y el Equipo de apoyo contra el acoso escolar que encabeza en el ámbito de la Comunidad de Madrid, que ahora está centrando su labor en la prevención del suicidio.  “Hacen un trabajo magnífico y todos lo reconocen, pero son tres y no llegan a todas partes”, explica Galvín. “Necesitamos o bien un psicólogo escolar en cada centro educativo, o bien un equipo de psicólogos suficientemente amplio como para poder desplazarse por centros y asesorarnos”, apunta Álvarez, quien también tiene cierta fe en la creación del defensor del menor, siempre que sea una figura nueva, y no otro rol a cubrir por la misma saturada plantilla escolar. “No se le puede pedir a un orientador o al director que ya está sobresaturado de trabajo, que además se encargue de más funciones”.

Y es que la falta de tiempo y el desborde, pueden tener consecuencias fatales cuando no se detectan casos de riesgo, “casos donde los niños tienen una gran sonrisa y sin embargo tiene un gran tormento interior, si nosotros no somos capaces de verlo, no seremos capaces de atenderlo de la mejor manera”, apunta María.

Es hora pues, de pensar en los adolescentes, insiste Álvarez, “en otros ámbitos se han tomado medidas, los ERTE, los fondos europeos, la gente ha teletrabajado… Para los alumnos ¿qué se ha hecho? ¿Qué se ha hecho para nuestros chavales, que son el futuro? ¿Qué medidas se han tomado para cuidar la salud emocional, para cuidar la educación y la evolución de estos chavales?”.

Fuente de la informaciòn e imagen:  El Salto

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España: La pandemia recrudece la desigualdad global: una muerte cada cuatro segundos, un milmillonario nuevo cada 26 horas

“La desigualdad económica se ha despegado como resultado de la covid-19. Se ha producido un enorme aumento en la brecha entre los superricos y el resto de la humanidad”. Con esa cruda frase resume Íñigo Macías, responsable de investigación de Oxfam Intermón, las conclusiones del informe sobre desigualdad global que esta ONG ha presentado este 17 de enero.

La aparición del coronavirus SARS-Cov-2 ha transformado la realidad social de la humanidad, acentuando la tendencia a incrementar la desigualdad. Tal como recoge la investigación Las desigualdades matan, de la que Macías es coautor, mientras los diez hombres más ricos de la Tierra han duplicado su fortuna durante los dos primeros años de la pandemia, los ingresos del 99% de la humanidad han empeorado.

Poniendo números a esa comparación, la fortuna de la decena de superricos entre los superricos ha pasado en apenas dos años de 700.000 millones de dólares a 1,5 billones de dólares  —lo que supone ganar 1.300 millones de dólares al día—. Sin embargo, 160 millones de personas han sido empujadas a la pobreza como resultado de la pandemia.

“Ahora se tardarán 135 años en cerrar la brecha de género, y no 99 años como se estimaba antes de la irrupción de la pandemia”, denuncian desde Oxfam Intermón

“Nunca antes habíamos visto esto”, remarca Macías, señalando que a la vez que “la ciudadanía en general se ha empobrecido, ha visto perder su empleo o ha visto cómo se ponían en riesgo sus medios de vida, se ha producido el mayor aumento de las fortunas de los superricos desde que tenemos constancia”.

“Si estos diez hombres perdieran mañana el 99,999% de su riqueza, seguirían siendo más ricos que el 99% de las personas del planeta”, apunta por su parte Franc Cortada, director de Oxfam Intermón. El responsable recuerda además que este “selecto” grupo de personas acumula seis veces más riqueza que los 3.100 millones de personas más pobres del mundo juntos.

21.000 muertes al día

Oxfam Intermón ha aprovechado para presentar el nuevo informe el contexto del nuevo encuentro del Foro Económico Mundial, la Agenda de Davos, que a pesar de que ha retrasado su encuentro presencial en Suiza previsto para este lunes mantendrá una serie de reuniones online entre el 17 y el 21 de enero.

“Hay quien ha tenido una pandemia de lujo”, denuncian desde la ONG, “algunos incluso decidieron darse un paseo por el espacio”, incide irónicamente Macías

La ONG ha querido recordar a los líderes mundiales que luchar contra las desigualdades evitaría la muerte de 21.000 personas al día, “o dicho de otra manera, de una persona cada cuatro segundos”, remarcan fuentes de la misma. La estimación, basada en el número de muertes causadas a nivel global por la falta de acceso a servicios de salud, la violencia de género, el hambre y la crisis climática, incluso podría ser conservadora, según señalan desde la propia Oxfam.

“Nunca ha resultado más urgente poner fin a unas desigualdades tan violentas y obscenas, rompiendo con la acumulación de poder y de riqueza extrema de las élites”, denuncia Franc Cortada. De hecho, desde la ONG afirman que es el momento de impulsar medidas fiscales que redistribuyan lo que califican como “beneficios extremos” para que se reintegren en la economía, algo que “salvaría vidas”, indica el director de la organización.

Oxfam destaca la necesidad de garantizar que los fondos de recuperación sean una oportunidad para reducir las desigualdades, combatir los efectos del cambio climático y beneficiar a la población con mayor vulnerabilidad

Un ejemplo de esos beneficios extremos de los que habla Cortada es el hecho de que los milmillonarios del mundo han aumentado su fortuna en cinco billones dólares. Se trata de una cifra superior a la que han acumulado estos mismos superricos en los últimos 14 años, el mayor incremento de la riqueza de los más poderosos desde que se tienen registros, lo que da una idea del ritmo que ha tomado el incremento de la desigualdad en el mundo.

“A diferencia de la gran crisis de 2008 con los bancos centrales”, relata por su parte el coautor del informe, “los gobiernos de los países más ricos han inyectado billones de dólares para salvar la economía, amortiguando el golpe para muchas familias, pero una gran parte parece haber acabado en los bolsillos de los más ricos, que se han aprovechado del auge en los mercados bursátiles y otros activos”. “El resultado”, continúa, “más riqueza para unos pocos”.

Cambios en España

El informe señala que España no es inmune a este proceso. “Llueve sobre mojado”, señalan desde la ONG, afirmando que mientras las políticas de austeridad implementadas durante la anterior crisis supusieron un descenso continuado del gasto sanitario público total, los años de dinamismo económico previo a la crisis no se tradujeron en una recuperación de estos recursos. “No nos podemos permitir ver cómo se desmorona nuestro sistema público de salud, mientras unos pocos ven aumentar su riqueza. No es justo”, afirma Cortada.

“Los Gobiernos mundiales deben garantizar que las personas y empresas más ricas paguen los impuestos que en justicia les corresponden e invertir estos recursos recaudados en servicios de salud y protección social universales, en medidas de adaptación al cambio climático, y en prevención de la violencia de género, así como asegurar un acceso universal a las vacunas contra la covid-19”, subraya el director de la organización.

Para Oxfam Intermón el inédito aumento de la desigualdad global no es producto del azar, sino el resultado de decisiones políticas, sociales e institucionales

En concreto, la ONG recomienda al Gobierno español que tome una serie de medidas, empezando por aprovechar la oportunidad que brinda el próximo Libro Blanco sobre la Reforma Tributaria que está elaborando un comité de personas expertas, para avanzar en la progresividad y suficiencia del sistema tributario español en su conjunto.

Asimismo, destacan la necesidad de garantizar que los fondos de recuperación de la UE sean una oportunidad real y efectiva para reducir las desigualdades, combatir los efectos del cambio climático y beneficiar a la población que se encuentra en mayor riesgo de vulnerabilidad. También reforzar las políticas de protección social, políticas que durante la pandemia se han demostrado esenciales para reducir las brechas sociales existentes. De hecho, invitan al Ejecutivo a que continúe la apuesta por ampliar la cobertura y reforzar los sistemas de garantías de rentas.

Por último, la ONG aboga por continuar mejorando la inversión en sanidad y educación, algo que se han revelado como “realidad imprescindible en la materialización de los derechos sociales, especialmente de aquellos grupos más vulnerables y que garantizan que nadie se quede atrás con independencia de su entorno socioeconómico”.

Decisiones políticas

Para Oxfam Intermón, el inédito aumento de la desigualdad global no es producto del azar, sino el resultado de decisiones políticas, sociales e institucionales y reclama que los gobiernos, ante la situación excepcional, tengan prioridad estrategias económicas y sociales que fomenten una mayor equidad.

“Para empezar debemos de terminar con el apartheid de vacunas que estamos viviendo”, remarca Macías, quien recuerda que más del 80% delas vacunas han ido a parar a los países más ricos, integrados en el G-20, mientras que las naciones con rentas más bajas apenas han recibido el 1%.

“Los gobiernos de los países ricos deben dejar de dar la espalada a una gran mayoría de la población frente a los intereses de las grandes farmacéuticas”, sentencia.

Los responsables del informe señalan que si se aplicara un impuesto excepcional del 99% sobre la variación de la riqueza generada desde el comienzo de la pandemia por los diez hombres más ricos, serviría para producir suficientes vacunas para todo el mundo, así como para financiar servicios de salud y protección social universales, dotar de recursos las necesarias medidas de adaptación climática y reducir la violencia de género en más de 80 países. A pesar de todo ello, estos hombres seguirían teniendo 8.000 millones de dólares más que antes de la pandemia.

«Hay quien ha tenido una pandemia de lujo”, denuncian desde la ONG, “algunos incluso decidieron darse un paseo por el espacio”, incide irónicamente Macías, en referencia al lanzamiento por la empresa de Elon Musk —el humano con más riqueza del planeta—, SpaceX, del primer vuelo espacial exclusivamente comercial con solo civiles. Cada asiento costó 55 millones de dólares.

El peso, sobre los de siempre

Desde la organización remarcan que cada nueva ola de covid-19 aumenta el peso del trabajo de cuidados no remunerados, que cae especialmente sobe mujeres y niñas. “Ahora se tardarán 135 años en cerrar la brecha de género, y no 99 años como se estimaba antes de la irrupción de la pandemia”, denuncian desde el colectivo, recordando que, en 2020, las mujeres perdieron 800.000 millones de dólares en ingresos y hay 13 millones menos de mujeres con trabajo ahora que en 2019. Es más, la riqueza conjunta de 252 hombres  es mayor que la de los mil millones de mujeres y niñas que viven en África, América Latina y el Caribe, tal como señala el informe.

Asimismo, según los datos de esta organización, solo en Estados Unidos 3,4 millones de personas estarían vivas si tuvieran la misma esperanza de vida que la población blanca del país, destacando que la crisis sanitaria generada por la covid-19 ha afectado especialmente a las personas racializadas.

Por último, Oxfam Intermón recuerda que frenar el cambio climático supone abordar la desigualdad, pues las emisiones de carbono del 1% más rico superan en más del doble a las de la mitad más pobre de la humanidad.

Fuente de la informaciòn e imagen: El Salto

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España: Ómicron golpea a colegios e institutos: aulas vacías, profesores con varias clases a la vez y sustitutos contagiados antes de llegar

Por: Ivanna Vallespín  y Javier Martín-Arroyo

El ministerio y las comunidades han lanzado un mensaje de tranquilidad porque las cifras de bajas docentes no son tan altas como esperaban (en torno al 3,2%), pero las medias estadísticas esconden situaciones dramáticas en muchos puntos de España.

El día a día —incluso el minuto a minuto— del instituto público Dr. Puigvert de Barcelona está gobernado por la incertidumbre. ¿Cuándo va a saltar el próximo positivo? Ya sea entre el alumnado o entre el profesorado: “El miércoles a la una nos llamó un sustituto porque le habían asignado nuestro centro. A las tres nos volvía a llamar diciendo que tenía covid”, cuenta la directora, Txeli Segué.

 

En este instituto del distrito de Sant Andreu, lo peor de la sexta ola de la covid, con la variante ómicron infectando como nunca, ha dejado en su primera semana lectiva tras las vacaciones de Navidad un rastro de una decena de profesores de baja por covid (de un total de 71) y medio centenar de alumnos confinados (de 665). El viernes, detrás de cada puerta de cada aula se podía encontrar una situación diferente, pero en muy pocas conseguían mantener la normalidad. En un grupo de 4º de ESO (15 años), la profesora de castellano solo tenía dos alumnos; el día anterior se había detectado un positivo y la mayoría de compañeros había decidido no ir, aunque los protocolos sanitarios no les obligan a ausentarse. Un piso más arriba, en 1º de bachillerato, nueve alumnos miraban concentrados la pantalla de su portátil; toca Tecnología, pero el profesor no está, imparte la clase desde casa porque, aunque se encuentra bien, tiene coronavirus.

En el Dr. Puigvert han vivido esta semana una situación límite que pilla a todos (docentes, alumnos y familias), además, bastante exhaustos, después de meses de esfuerzos en los que han sufrido algún caso de covid persistente entre el profesorado e, incluso, un fallecimiento. Y la semana que viene puede ir a peor: Marcela de la Rosa, secretaria del instituto, calcula que al ritmo actual en unos días ya se habrá contagiado la mitad de la plantilla solo en el último mes.

Como el suyo, hay muchos otros centros educativos en todo el país cuyo día a día está muy lejos de la normalidad, aunque sea la de antes de la llegada de ómicron. Como el instituto público San Isidoro de Sevilla o el colegio concertado Juan Ramón Jiménez de Gran Canaria, donde algunos profesores están teniendo que atender varias aulas a la vez. O como el colegio público un pueblo del interior de Valencia en el que falta el 25% de la plantilla y, de cinco profesionales del equipo de infantil, quedan dos a pie de aula.

El Ministerio de Educación y las comunidades han enviado durante toda la semana mensajes de tranquilidad, argumentando que las cifras de bajas docentes no son tan altas, que no son preocupantes: una media del 3,2%, según los datos del ministerio, con picos en algunas comunidades que superan el 5%. Y, aunque los sindicatos elevan las cifras hasta el 6% e incluso hasta el 10%, es cierto que en muchos sitios han conseguido de momento esquivar la bala: Vicent Mañes, presidente de la federación española de directores de centros públicos de infantil y primaria (Fedeip), cuenta que, por ejemplo, en su centro, el Bertomeu Llorens i Royo de Catarroja (Valencia), no ha tenido ninguna baja esta semana ni entre el profesorado ni entre los monitores de comedor. Mañes, que pensó que la situación en general iba a ser más caótica de lo que está siendo, reconoce también que es muy heterogénea.

Los peores golpes de la sexta ola

De hecho, en muchas otras escuelas las cosas se han torcido de forma dramática por la falta de profesores, pero también por la de alumnos, y no solo los que están enfermos, sino los que deciden no acudir a clase (ellos o sus familias) por temor a un escenario de contagios desbocados, haciendo caso omiso de los protocolos sanitarios que acaban de suavizar los criterios por los que se decretan cuarentenas preventivas. Son centros con clases semivacías y profesores que cuelgan las tareas directamente en la nube porque no saben cuántos alumnos acudirán, con docentes doblando la jornada, con clases de infantil en las que se van sucediendo los contagios sin que se lleguen a decretar cuarentena alguna —ya solo se recomienda aislar toda la clase cuando se den cinco casos o más de infección activa—.

En el instituto San Isidoro de Sevilla una tormenta perfecta ha significado 15 ausencias a principios de semana, casi el 25% de su claustro de 62 docentes: seis por contagios de covid (un 10%), un profesor con secuelas de la vacuna, cuatro con enfermedades de larga duración y cuatro jubilaciones durante las Navidades. El director, Ignacio Aíza, espera recuperar la plantilla del todo este lunes y ha evitado pedir sustitutos para los profesores con síntomas leves debido a su reincorporación progresiva: “Por muy eficientes que sean los sustitutos, para uno o dos días tampoco ayuda mucho”.

Alumnos en el instituto San Isidoro en Sevilla, en clase el pasado jueves. Alumnos en el instituto San Isidoro en Sevilla, en clase el pasado jueves.PACO PUENTES (EL PAÍS)

Para suplir las ausencias esta primera semana fue clave el cuadrante con los horarios de guardias y la voluntad de ayudar de gran parte de los profesores, que a veces aumentaron sus horas de trabajo para supervisar durante las guardias a los 30 alumnos por clase en la ESO y los 35 de bachillerato. Varios docentes coincidían el pasado jueves en que la mayor dificultad ha sido trabajar con varios grupos a la vez, a pesar de que las aulas estuvieran próximas entre sí y a veces dos grupos pequeños de asignaturas optativas se pudieran reunir en un aula. A mediados de semana, la profesora de Dibujo Lola Mena se lamentaba: “Llevo tres días y parece que llevo un trimestre entero. Acabo de pasar una guardia con seis grupos sin profesor y 1º de ESO [alumnos de 12 años] solo había dado dos horas de clase”.

 

“Hemos tenido que echar mano de las orientadoras”, cuenta Martín Díaz Fivunen, jefe de estudios del colegio concertado Juan Ramón Jiménez de Gran Canaria, ubicado en las faldas del extinto volcán de Bandamarelata. “Yo mismo me he encontrado dividido entre dos clases por falta de personal. Y en los niveles inferiores van sin mascarillas, por lo que el profesorado está nervioso”, añade. En el centro tenían el viernes cinco profesores de baja por contagio (de un total de 29).

 

Beatriz Martínez es docente de un colegio público de un pueblo del interior de Valencia en el que faltan siete profesores de 29. En infantil todos los niños van sin mascarilla. “Es muy difícil. El otro día, con las vacunas [la Comunidad Valenciana está inmunizando a los menores de 12 años en los centros escolares], los niños lloraban y se agarraban y la mascarilla se nos iba al garete”, cuenta Martínez. Y, como no se están confinando las clases cuando se detecta un caso, como ocurría antes de las vacaciones, “un día hay un positivo, a los dos días otros dos… Pero, al llegar de forma escalonada, es casi imposible que lleguemos a hacer cuarentena”, continúa la maestra. En primaria, añade, al faltar muchos alumnos, el gran dilema ha sido si seguir avanzando materia o no.

“Nos tendrían que enviar a casa”

Andrea Rodríguez, alumna de 4º de ESO, conversaba el viernes inquieta con un par de compañeros en un pasillo del instituto Dr. Puigvert de Barcelona. Media hora antes les habían comunicado un positivo en su grupo. Se negaban a volver a clase. “Nos tenemos que quedar todo el día aquí, pero estamos angustiados porque no sabemos si hay más positivos en clase. Nos tendrían que enviar a casa”, reclama. “No teníamos que haber empezado las clases [en enero] o, al menos, que nos hubieran hecho una PCR a todos”, añade otro alumno, Ismael Hussain. En la clase de castellano solo han acudido dos estudiantes por la detección un día antes de un caso de covid, explica Muhammad Ali: “Quedamos con los amigos en venir a clase, pero veo que al final no ha venido nadie. Nosotros nos lo tomamos con filosofía y venimos, como cada día”.

“Publicamos el recuento diario [de casos covid] en nuestra web, queremos que las familias estén informadas”, explica la directora por teléfono. Ella es una de las docentes con covid, pero sigue gestionando el centro desde casa. La secretaria del instituto, Marcela de la Rosa, añade: “Al estrés que ya traes por los contagios en el entorno familiar se suma el ver cómo se están tensionando las escuelas. Nos gustaría centrarnos en temas estrictamente educativos, pero tienes que gestionar las bajas y las emociones de los alumnos. Los adolescentes viven muy intensamente todo lo referente a la covid”.

En el San Isidoro de Sevilla también les gustaría poder centrarse un poco más en lo educativo. “Lo peor ha sido que tenemos Selectividad en junio y vamos agobiados con el temario. Nos ha faltado la profe de Lengua, la de Geografía y la de Economía [con 11 horas lectivas a la semana]. Cuando los profes de guardia no dan abasto, nos bajamos todos al patio”, explicaba el pasado jueves Miranda Plantón, alumna de 17 años de 2º de bachillerato.

El instituto sevillano presume de ser el más añejo de España, con 176 años de historia, y acogió alumnos como Severo Ochoa y Manuel Machado. Ubicado cerca de la populosa y céntrica Alameda de Hércules, hoy viste pasillos y muebles vetustos pero dignos para un edificio de 1967. Es bilingüe de alemán, respira bullicio, buen ambiente y tiene bajas temperaturas. Las ventanas y puertas no se cierran nunca, por lo que la mayoría viste abrigos, gorros y calcetines polares para protegerse de las corrientes permanentes. Hace dos años que ningún profesor cierra la puerta de la clase por la pandemia.

“El instituto tiene muy buena ventilación, aunque es incómodo a nivel de bienestar y se está mejor incluso en el patio, porque allí no hay corriente. Las primeras horas son las peores”, dice Lilian Rivera, orientadora del centro. El director defiende que esa ventilación permanente es la causa de que en dos años no haya habido ni un contagio entre alumnos ni profesores y todos se hayan originado fuera del centro: “Aguanté las presiones de los padres, pero también otros alumnos me pidieron que no se cerraran las ventanas, preocupados por sus padres y abuelos. Eso sí, con la Filomena [la gran nevada del año pasado] pasamos dos semanas tremendas y algún alumno con sabañones”.

Alumnos del instituto San Isidoro de Sevilla, este jueves. Alumnos del instituto San Isidoro de Sevilla, este jueves. PACO PUENTES

Al margen de los 50 alumnos positivos por coronavirus (de 800) hay muchos otros con síntomas y sin diagnosticar ni resultado de test que por prudencia se han quedado en casa. Antes se les mandaban las tareas a los que faltaban por contagios, ahora la variante ómicron va a tal velocidad que todos los profesores las suben directamente a la nube para que los ausentes se las descarguen. Frente al 10% de profesores contagiados por covid en el San Isidoro, Andalucía ha tenido una media del 1,2% de sustituciones esta primera semana, 1.321 plazas en una plantilla de 106.000 docentes

Jubilaciones sin cubrir

En el caso de las cuatro jubilaciones del San Isidoro de Sevilla, la Consejería de Educación andaluza las conocía con antelación. Estaban previstas para diciembre, pero algún fallo técnico o humano impidió que el lunes pasado se cubrieran. “Hemos tenido mala suerte porque habitualmente el sustituto llega al día siguiente. El último reparto fue el 15 de diciembre. Se jubilaron después y no saltó la alerta durante las Navidades, no sé qué ha pasado”, comentaba Aíza con desconcierto. Esta semana, a las ausencias del profesorado se sumó la falta de dos limpiadoras por traslado, de las cinco que hay, y un conserje de los cuatro con los que cuenta el centro. Por si fuera poco, hasta julio pasado había faltado por excedencia una de las dos administrativas del centro, cuya baja no se cubrió durante nada menos que dos años

En el Dr. Puigvert de Barcelona, la secretaria De la Rosa admite que el inicio del curso está siendo “fatal”, con más del 10% de la plantilla de baja. Durante la pasada semana en Cataluña se detectaron 30.500 positivos entre alumnos de todas las etapas y 3.800 entre el profesorado y en confinamiento había 52.632 estudiantes (el 3,65% del total) y 6.663 docentes (4%). Aunque la Generalitat insiste en que se están cubriendo las ausencias desde el primer día, el colapso del sistema lo hace inviable. “Tenemos un profesor que dio positivo el sábado, recibimos su baja el lunes y el sustituto ha llegado hoy [por el viernes pasado]. Pero solo estará un día porque el titular se reincorpora el lunes”, describe De la Rosa. Desde el 7 de enero, Cataluña ha nombrado 5.261 sustitutos, aunque el sindicato mayoritario Ustec denuncia que hasta un 30% de las vacantes no se cubren por los contagios también entre los sustitutos y por la falta endémica en algunas especialidades.

La celeridad y el alcance de la cobertura de las ausencias de docentes también está siendo muy distinto, dependiendo de la comunidad, incluso de la etapa educativa (CC OO asegura que se están solucionando mucho mejor en secundaria y muy mal o casi nada en infantil). Así, como ocurre con todo lo demás, cuando eres el centro que se queda en el lado malo de la estadística, las medias no consuelan. La directora del Dr. Puigvert detalla que, de la decena de bajas de profesorado que han tenido esta semana, solo han cubierto tres por la falta de especialistas en los perfiles que ellos necesitan. Así, tienen que hacer encaje de bolillos para cubrir los huecos: tirar de guardias, que un docente se reparta entre dos aulas, dar clase de forma presencial y virtual a la vez a 50 alumnos… Y admiten en el centro que un día tuvieron que enviar tres grupos al patio porque no quedaban más docentes.


Con información de Guillermo VegaElisa Silió y J. A. Aunión.


Fuente de la informaciòn e imagen: EL PAÍS

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