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Libro (PDF): Niñez en movimiento: del adultocentrismo a la emancipación

Por: Santiago Morales Y Gabriela Magistris

 

“Este libro es un desafío que obliga a sentir pensando y a pensar sintiendo, a mirar al mundo con la sorpresa y el espanto de quienes llegan recientemente a sus laberintos y encrucijadas, pero también desde una apuesta de vida”, afirma Claudia Korol en el prólogo de esta segunda edición. Nuestros sueños se actualizan, como una soberbia mariposa de alas anchas, cada vez que compañeras de su talla nos interpelan a seguir por el camino de revolucionar las revoluciones.

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Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org

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Viviendo el multilingüismo en Rojava

Por: ANF

En 1999, la UNESCO proclamó el 21 de febrero como el Día de la Lengua Materna. Si bien este día tiene un significado marginal para muchas personas, mucha otra gente, cuya lengua y, por lo tanto, también su identidad, se ven amenazada, perseguida y marginada, ve esta fecha como una ocasión para protestar o también para hacer un balance.

Los modelos de Estado monista de la República Árabe Siria y Turquía se basan en la asimilación y, si esto no es posible, en la exclusión y aniquilación de otras identidades. Esta concepción del Estado resultó en genocidios y asesinatos en masa de armenios, siríacos, asirios y kurdos. El idioma kurdo estaba casi extinto cuando comenzó un renacimiento con el levantamiento del PKK, en el norte de Kurdistán.

El líder del PKK, Abdullah Öcalan, desarrolló un modelo democrático de base, multi-identitario y abierto que rompería los límites del Estado-nación. El confederalismo democrático se manifestó, por primera vez, en el norte de Kurdistán en la auto-organización comunal. Con la Revolución de Rojava, en 2012, el confederalismo democrático se convirtió en un modelo de autogobierno que funcionó a gran escala y se volvió un ejemplo a nivel mundial.

Más allá del principio de liberación nacional, del que siempre han surgido nuevos estados nacionales opresivos, en Rojava se construyó un modelo en el que todas las identidades se auto-organizan colectivamente. Este modelo sacudió la modernidad capitalista y representa la primera alternativa seria al sistema imperante.

En Rojava, se le da un valor especial al lenguaje como portador de cultura. Por lo tanto, el confederalismo democrático en el norte y el este de Siria representa un renacimiento del kurdo, el siríaco y muchos otros idiomas e identidades.

El régimen baazista (en referencia al Partido Baaz) en Siria reprimió, persiguió y marginó el idioma kurdo durante 65 años. En las escuelas, a los niños y niñas se les sacaba literalmente a golpes su lengua materna. La República Árabe Siria se fundó explícitamente sobre la base de una identidad, la árabe. Los que no se conformaron, fueron condenados al ostracismo y perseguidos.

A los kurdos y kurdas de Rojava se les negó la ciudadanía, se les acusó de ser inmigrantes del norte de Kurdistán y se les privó de derechos básicos. Al mismo tiempo, el régimen del Baaz implementó una política de “cinturón árabe” a lo largo de la frontera (con Turquía). Se cambió el nombre de las aldeas kurdas, se implementó una política de asentamientos árabes y la población kurda fue objeto de innumerables represalias.

Se enciende una chispa

Hasta la década de 1970, existía un sentimiento de impotencia entre la población kurda. En 1979, el PKK comenzó a echar raíces en Rojava. Abdullah Öcalan y el PKK se trasladaron a la región y Rojava se convirtió en un área importante que limita con Kurdistán del Norte (Bakur, sudeste de Turquía). Mientras que por un lado el régimen de Al Assad trató de utilizar al PKK como medio de presión contra el Estado turco en su conflicto con Turquía, el movimiento por la libertad kurdo no se dejó instrumentalizar y llevó a cabo programas educativos en la región del Kurdistán Occidental, que entonces se llamaba el “Pequeño Sur”. El idioma kurdo fue difundido nuevamente por los militantes del movimiento de libertad en la región y los kurdos aprendieron a hablar y escribir en su idioma nuevamente. Innumerables personas en Rojava fueron formadas por esta experiencia y llegaron a conocer personalmente a los cuadros líderes del movimiento por la libertad. Cuentan el coraje y el despertar que esta fase le dio a la gente, y el profundo apego al movimiento de libertad que surgió. Así, el cálculo del régimen del Baaz fracasó, sembrando las semillas de la revolución en la región que brotarían en 2012. El régimen era consciente del peligro y reprimió repetidamente a los y las activistas. Innumerables personas desaparecieron en las celdas de tortura del régimen, pero el movimiento por la libertad ya no pudo ser detenido.

Se funda el instituto de lengua kurdo

Con el comienzo de los levantamientos en 2011, se fundó en Afrin un instituto para el desarrollo del idioma kurdo. Ante su desestabilización, el régimen inició, en algunos puntos, una liberalización de sus políticas anti-kurdas. Estas reformas falsas crearon el marco en el que se podría fundar el instituto, incluso antes de la revolución.

Después de la revolución, la región de Rojava, ahora con un gobierno de base, tomó un tercer camino y no permitió que el régimen ni Turquía y sus mercenarios islamistas los instrumentalizaran. En cambio, se redactó un Contrato Social sobresaliente, en el que la lengua materna es una piedra angular importante. El Contrato Social establece: “No se hará distinción entre los idiomas de la región federal democrática del norte y el este de Siria. Cada persona es libre de usar su idioma y desarrollarlo en los campos de la sociedad, la administración, la educación y la cultura”.

Esto representó una revolución dentro de una revolución para la región. Ninguna identidad sería excluida.

El lenguaje de la educación

También se establecieron instituciones educativas y academias para la protección, el desarrollo y el estudio del idioma kurdo, en peligro de extinción. Los institutos abiertos para la formación de personal docente también desempeñaron un papel importante en el desarrollo del idioma. Con la revolución, nació la auto-administración de Rojava (AANES). Basándose en el paradigma de Nación Democrática presentado por Abdullah Öcalan, la autogestión decidió reconocer el kurdo, el árabe y el siríaco como lenguas oficiales en la región. Lo que había comenzado con cursos clandestinos de kurdo, ahora literalmente surgió. Entre 2012 y 2013, se introdujo el kurdo como idioma de instrucción y, desde 2014, se ofrecen materiales didácticos en kurdo.

La primera escuela de idioma kurdo en el norte y el este de Siria, la Escuela Şehîd Fevzi, se inauguró el 6 de septiembre de 2011 en el distrito de Shera, en Afrin. Luego, el 26 de septiembre de 2011 se inauguró la Escuela Şehîd Osman Silêman en el centro de la ciudad de Kobanê. Después de eso, se establecieron otras escuelas en muchas partes de la región de Cizîrê. La Universidad de Afrin se inauguró el 27 de octubre de 2015. El 5 de julio de 2016, la Universidad de Rojava, en Qamishlo, abrió sus puertas, y la Universidad de Kobanê la siguió el 30 de septiembre de 2017. Se establecieron departamentos de lengua y literatura kurda en las universidades y academias.

El propio idioma libremente

Mientras los kurdos aprendían árabe además de su propio idioma, los árabes, siríacos y armenios de la región también comenzaron a aprender kurdo con gran entusiasmo. El patrimonio histórico creado por la interacción de idiomas y culturas se convirtió en un sistema con la Revolución de Rojava. Cada persona en el norte y el este de Siria habla y desarrolla su propio idioma libremente, y también aprende el idioma y la cultura de sus vecinos.

Los desarrollos revolucionarios en el sector lingüístico no se limitaron a la educación, sino que rápidamente alcanzaron la esfera pública. El “trilingüismo” apareció en las pizarras de las tiendas, así como en las señales de tráfico, avisos y anuncios. Así, la ruptura con el dominio del Estado-nación monista se hizo visible en cada calle.

Los armenios y los siríacos también experimentaron un renacimiento de su idioma. En Siria, el siríaco solo estaba permitido como lengua litúrgica. Ahora se ha convertido en un idioma oficial y hay clases de lengua materna. A partir de 2014, se estableció un centro de formación para profesores con este fin en Qamishlo. Le siguieron instituciones en Tirbêspiyê, Dêrik y Hesekê.

Los armenios y armenias se organizaron bajo el paraguas del Consejo Armenio del Norte y Este de Siria, y construyeron rápidamente su propia infraestructura de enseñanza como parte del autogobierno. En este momento, se está preparando la introducción del armenio como idioma de instrucción.

Minorías circasiana y turkmena también usan su lengua materna

Las minorías circasiana y turkmena también viven en el norte y el este de Siria. La región alrededor de Manbij, en particular, representa un verdadero mosaico de identidades. Mientras que el régimen de Erdogan intentó en vano instrumentalizar a la población turcomana para sus planes de ataque, los circasianos y turcomanos se unieron a la auto-administración y establecieron consejos autónomos. Los circasianos desarrollaron su propio sistema de enseñanza de idiomas a través de sus consejos y asociaciones. Después de la liberación de Manbij, el 25 de abril de 2018, los turcomanos establecieron su propio comité y también comenzaron la educación en la lengua materna dentro de este marco.

El objetivo de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria es que las personas puedan aprender en su lengua materna en todas las materias que se ofrecen. Este objetivo ya se ha logrado, hasta cierto punto. En 4.153 escuelas, 834.691 alumnos reciben enseñanza en su lengua materna. La lista sigue encabezada por la población árabe, seguida de kurdos y siríacos.

FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina

 

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Infoxicación, desinformación y lectura

Por: Noel Aguirre Ledezma

Hace unos años, conseguir determinada información especializada y relativamente actualizada realmente era una aventura, ni qué decir cuando era “un trabajo de investigación” solicitado por docentes. Las bibliotecas, los préstamos de compañeros de estudios, las fotocopias e inclusive el recorte de un periódico eran los medios que ayudaban a conseguir el texto buscado.

En la actualidad, de esa “pobreza” de información pasamos a la sobresaturación. Principalmente como efecto de la red de internet, podemos acceder a una infinidad de libros, videos, charlas, blogs, etc., además al instante y desde cualquier lugar. Como dice Daniel Cassany (2021), “hemos pasado en muy poco tiempo de una falta de recursos a una sobresaturación o incluso infoxicación.

Hoy el problema no es acceder a la información sino lo contrario: la infoxicación (información + intoxicación). De golpe hemos tenido que lidiar, sin formación, con el problema de saber elegir lo más fiable y útil entre todo lo disponible.”

Además, en el contexto actual, la desinformación ha cobrado mayor influencia en nuestras vidas. Por ejemplo, crear una “nueva” narrativa y hasta imaginarios, procurando que el mensaje cale en la sociedad para hacer creer una realidad desde la interpretación de hechos y argumentos — aún sean distorsionados— es un mecanismo cada vez más común en estos tiempos. Hoy, desde nuestros territorios locales, con la red, nos suponemos “ciudadanos del mundo”, creemos conocer y admirar cierta región, personaje público o hecho social, es más, en lo cotidiano, día a día, vemos la novela producida en el otro extremo del planeta y comenzamos a copiar comportamientos, pero no nos preguntamos qué ideologías, culturas y situación social están por detrás de esta información. Por otro lado, estamos en un mundo donde cualquiera puede publicar lo que quiera, con medios reducidos. “Vivir en un mundo con libertad de expresión genera toda esta sobresaturación de basura y engaños que debemos aprender a gestionar.” (Cassany, 2021) Esta situación está marcada por los medios mediáticos; Gérard Imbert, en 2004, manifiesta: “La televisión (lo mismo se puede decir de otros medios masivos) no refleja el mundo, no reproduce la realidad, sino que genera un doble de la realidad que vale más que el original”.

En todo este panorama, además hay que tener en cuenta que “La inmersión de las tecnologías (las TIC) en la vida cotidiana ha generado la integración y convergencia de nuevos medios, lenguajes y entornos de comunicación y aprendizaje; la información aumenta y se transforma a gran velocidad; los contenidos se vuelven más complejos y cada día aparecen nuevos soportes, contenidos y formatos textuales. En esta transformación hay un proceso que se ha modificado: la lectura.” (Márquez y Valenzuela, 2018)

Se modifica la lectura, pero la capacidad de leer se mantiene sin cambios. Las constataciones de distintos estudios y de carácter empírico ponen en evidencia que parte de la población tiene pocas habilidades lingüísticas, dificultades en inferir el sentido de los textos y escasa capacidad crítica. Eso explica por qué ante situaciones críticas, antes que los argumentos sólidos priman los puntos de vista subjetivos y dogmáticos. Por supuesto, esta situación incide en construcción de una sociedad democrática y participativa, además en el desempeño como estudiante o en funciones laborales. Ante estas circunstancias, una “respuesta educativa posible es la necesidad de formar a una ciudadanía autónoma y democrática que tenga habilidades críticas de lectura, escritura y pensamiento”. (Cassany, 2003)

Estos son tiempos en los que la lectura no es un asunto solo de la escuela, es del conjunto de la sociedad. Tenemos que fortalecer nuestros hábitos de lectura para que se realice por propia iniciativa y gusto, que vaya pasando de leer desde el significado literal (leer las líneas) a deducir e inferir los textos (leer entre líneas) para transcurrir al plano de la lectura crítica, comprender la cosmovisión, ideología, intención y posición del autor del texto y su entorno (leer detrás de las líneas). Tenemos que leer para comprender y pensar críticamente. “Leer no es solo un proceso psicobiológico realizado con unidades lingüísticas y capacidades mentales. También es una práctica cultural insertada en una comunidad en particular, que posee una historia, una tradición, unos hábitos y unas prácticas comunicativas especiales.” (Cassany, 2006)

¿Sabemos leer?

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com

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“En la organización y las prácticas comunitarias, la fuerza de las mujeres es muy visible”

Por: Alessia Dro

La socióloga mexicana y escritora, Raquel Gutiérrez, brindó una extensa entrevista a La tinta. En esta primera parte, habla sobre su experiencia guerrillera en Bolivia, las discusiones de ese momento histórico y las experiencias que, en la actualidad, tienen vínculos con un pasado cruzado por problemáticas similares a las de hoy. 

Raquel Gutiérrez concentra su deseo con vitalismo en cada palabra, como un río implacable que lleva la corriente de reflexiones vivenciales amplias y frontales. Mexicana, socióloga, matemática, profesora en sociología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla durante una década y, actualmente, embarcada en sostener un semanario de reflexión, traducción y debate llamado Ojalá, fue integrante -en la década de 1980- del Ejército Guerrillero Tupac-Katari, un esfuerzo político-militar, principalmente aymara, que operó en el altiplano boliviano. Durante cinco años, estuvo presa en la cárcel de Obrajes, en la ciudad de La Paz, en Bolivia.

Raquel ha empeñado toda su vida en tejer tramas antipatriarcales, por lo común a través de diversas geografías. Recientemente, participó en el prólogo para la reedición del célebre libro de la feminista italiana Carla Lonzi, Escupamos sobre Hegel. En los años anteriores, compiló tres volúmenes llamados Movimiento Indígena en América Latina: resistencia y transformación social. Entre sus aportes, se encuentra especialmente el libro Los ritmos del Pachakuti. Movilización y levantamiento popular-indígena en Bolivia (2000-2005), que ha sido fuente de reflexión colectiva en formaciones políticas hasta en Kurdistán.

Desde los procesos de la lucha anticolonial y feminista en Abya Yala, pasando por la herencia del pensamiento de la italiana Carla Lonzi hasta los rasgos de la lucha antipatriarcal en Rojava (Kurdistán sirio), sus palabras se tejen a partir de resonancias: la asunción de los quiebres, la importancia de la simbolización y el reto -urgente de estos tiempos post-pandémicos- de la rearticulación de la fuerza de las mujeres y disidencias desde y a través de los territorios.

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Para repensar hoy las autonomías, te refieres a una fuerza utópica material. En reflexiones comunes, tus escritos han generado un enriquecedor debate hasta en Kurdistán. Ahí sentí la experiencia comunitaria del confederalismo democrático en Rojava en un diálogo inter-histórico con tu experiencia de lucha.

—Para conectar con las luchas en Kurdistán, sería muy interesante contar cómo la experiencia del Ejército Guerrillero Tupac-Katari (EGTK) entra también en resonancia y tiene ciertas similitudes a la lucha zapatista del EZLN. Ambas son experiencias guerrilleras tardías, desplegándose después de los grandes momentos y de las derrotas de las anteriores olas y prácticas revolucionarias más centradas en estrategias Estado-céntricas (fueran foquistas o guerra popular) en este continente. Es decir, los grandes movimientos rebeldes e insurgentes de Argentina, de Chile, de Uruguay.

Cuando yo llego a la vida adulta a comienzos de 1980, estaba ocurriendo la guerra civil en Centroamérica. A mediados de esa década, hay una experiencia y coyuntura interesante en Bolivia, que se va a llamar EGTK, que articuló diversas luchas. Desde el flanco que yo lo viví, se trata de la decisión y creación de un grupo de personas muy jóvenes que habían sido exiliadas de las dictaduras militares, de las universidades. Fuimos conociéndonos, acercándonos en discusiones y mi participación plena se resolvió después una experiencia muy amarga en El Salvador.

Entonces, en mí, hay un afán de ir a Bolivia y contribuir a armar una experiencia guerrillera allá, muy ligada al movimiento de masas -que siempre fue muy fuerte en aquel país-, bajo un conjunto de ideas que se orientaban por lo que, en aquel momento, se conocía como “estrategia de la guerra de todo el pueblo”, que recuperaba las experiencias de lucha vietnamitas.

En Bolivia, esos jóvenes mestizos y urbanos empezamos a trabajar una alianza con un segmento de dirigentes sociales y militantes aymaras de la parte del Altiplano, de la zona lacustre, que venían de las experiencias kataristas del indianismo: una filosofía de autoafirmación fuerte del sujeto colectivo indígena, que se afirma en la indianidad para ir en contra del modelo civilizador colonial capitalista y que convierte en fuente de fuerza colectiva la recuperación de sus propias tradiciones de lucha y de su propia capacidad productiva y política, de su capacidad simbólica y ritual, de su religiosidad, de lo que han recreado a lo largo de los siglos de colonización y, después, durante la República de Criollos.

Ellos eran bastantes jóvenes, nadie tenía más de 40 años en ese momento y nosotros no teníamos 25. Ellos venían escapando de una experiencia de incursión al terreno electoral que les había salido mal. Hubo fracturas en una estructura partidaria que armaron: se registraron en el sistema político, participaron, pero quien fue elegido diputado no respondió a la base -como siempre ocurre-. Venían muy decepcionados y con mucho ánimo de entrar en otros procesos organizativos.

¿Cómo surgió el movimiento?

—Ahí empezamos a conocernos y a conocer directamente sus pensamientos, las discusiones kataristas. Profundizamos nuestras conversaciones y fuimos enlazándonos, aprendiendo muchísimo de ellos. Sobre todo, compenetrando nuestros sentires: fueron muchos años en donde logramos tejer una articulación de diversas activistas, que funcionaba mediante prácticas de respecto muy hondo de lo que cada parte proponía y sabía, sin diluir las instancias que nos diferenciaban, pero disponiéndonos a cultivar asuntos comunes.

Fueron años de mucho trabajo, muy intensos, bajo la idea de promover la sublevación de los ayllus* y de la clase obrera. Trabajamos mucho en la recuperación histórica de la forma de luchar de los levantamientos anteriores desde los ayllus y comunidades; las grandes rebeliones que habían puesto en crisis el poder colonial y que sostuvieron la fuerza que permitió mantener grandes ámbitos de riqueza material, el agua y la tierra sobre todo, en disputa con el control colonial y republicano.

La colonización española es bastante distinta de la colonización inglesa o de la colonización francesa, en el Caribe o en África, que son todavía más brutales: la colonización española permitió, durante dos siglos, la existencia de “dos repúblicas”, una de indios y la otra de la así llamada “gente de razón”. Esto separaba y jerarquizaba a las sociedades de criollos y de indios, pero permitía la recreación de alguna vida colectiva que pervivió en el tiempo.

Por su parte, Bolivia, que en época colonial se conocía como Alto Perú, era una tierra económicamente muy importante para la Colonia, porque ahí estaban las grandes minas de plata. Pero era una zona muy difícil en términos políticos por ser una zona alta y fría, una región de difícil acceso, muy poco comunicada. Nunca existió ahí una estructura política colonial tan sólida, comparable, por ejemplo, al virreinato de Nueva España -que es lo que hoy es México-. Esto es un elemento importante a considerar, pues si bien las comunidades indígenas en el actual Altiplano boliviano y en la región centro-sur padecieron un régimen tributario duro, siempre tuvieron una gran capacidad de impugnarlo, dada la capacidad colectiva de sostenimiento de su vida material que conservaron y recrearon en el tiempo. El régimen colonial en el Alto Perú sujetó y drenó a las comunidades y ayllus, pero no las arrasó ni logró perforar muchas de sus prácticas comunitarias; estas se regeneraron y adaptaron constantemente, manteniendo una riquísima vida ritual, productiva y política muy a flor de piel. Lo que pervivía de ese mundo comunitario tan resistente, recreado muchas veces, es lo que los compañeros aymaras nos permiten conocer y nos invitan a practicar. Como mestizos del EGTK, logramos parcialmente ser parte de eso durante unos años, mediante el proyecto de promover esa gran sublevación de los ayullus y los trabajadores, que era lo que imaginábamos.

¿Qué preguntas nacían en esos años de formación?

—Se empiezan a presentar una serie de discusiones que también se han dado en los mismos años en el pueblo kurdo, sobre todo, en relación a los pueblos sin Estado. ¿Queremos un Estado o no? ¿Lo necesitamos? ¿Cómo negociamos con el nacionalismo? ¿Queremos o no un nacionalismo indígena?

Esos debates estuvieron muy al orden del día y conocimos una idea organizativa muy propia de los Andes -que resuena también en prácticas organizativas en Ecuador y Perú-, que tiene que ver con la articulación de segmentos autónomos desde las prácticas comunitarias.

Me refiero a prácticas productivas y políticas, y, por supuesto, también rituales y afectivas, que cultivan la autonomía material mínima, reconociéndola como fundamento de la autonomía política.

Entonces, las prácticas productivas y políticas para sostener la vida material se establecen como ejes de cualquier alianza: de ahí que la articulación de segmentos autónomos constituya la manera de enlazarse y expandir la fuerza. Esta noción teórico-práctica es central en la cosmogonía indígena de tierras altas en los Andes. La puedes ver reflejada en la wiphala, la bandera ancestral de los pueblos de tierras altas que se asemeja a un vistoso tejido multicolor.

Sobre esa idea, fuimos armando nuestro propio tejido: hubo momentos en que nos presentábamos como una unidad, y hubo otros, cuando nos convenía presentarnos de modo desagregado. Lo que ocurría en tales formas organizativas es que siempre se mantenían a la vista las diferencias y se ensayaban todo tipo de metáforas para plantear nuestra presencia de manera articulada.

Por ejemplo, la alianza que teníamos entre los compañeros aymaras y mestizos -obreros y de clase media-, que trabajábamos mucho en las zonas periurbanas de las ciudades, principalmente con los sindicatos, la explicábamos así: el cóndor vuela con dos alas, hay una parte de la organización que está centrada en cuestiones estrictamente clasistas, que aprende de lo comunitario, y una que está centrada más en las prácticas comunitarias productivas y políticas, que aprende de los conocimientos -sobre todo, técnicos- que se adquieren en la ciudad y en el trabajo. Desde esas diferencias, se organizaba la articulación. Yo aprendí a hacer política sobre esa base: las diferencias se ponen sobre la mesa, se gestionan distancias, se cultivan cercanías, se producen acuerdos colectivos que nos obligaban a todos, se trataba de ensayar maneras de articulación donde nadie se sujetara a los otros. Eso era para nosotros la autonomía política.

Por mi parte, ya tenía para entonces una crítica muy dura al llamado “centralismo democrático” de la izquierda clásica y los compañeros comunitarios tenían también una crítica práctica a esa manera de concebir lo organizativo. Ellos siempre ponían, en primer lugar, la deliberación sistemática y profunda de lo que hacíamos. Partíamos de la deliberación y discusión profunda de las cosas colectivamente, no se acataban ordenes de nadie. A través de la deliberación y, sobre todo, de observar quiénes cumplían lo que se había decidido colectivamente, se producía confianza y podíamos caminar juntos. Si había confianza, se podían gestionar las diferencias que a veces brotaban con fuerza.

Nuestra principal actividad política fue organizar la rebelión, que era el camino de la liberación. Poníamos nuestras fuerzas en impugnar y desafiar lo que los gobiernos iban imponiendo. Así fuimos conformando un movimiento guerrillero clandestino muy extendido durante esos años, que también era parte del movimiento de masas. Cuando pensábamos en el futuro o, más bien, en el programa, considerábamos que eso tenía que ir brotando de la propia práctica generalizada de lucha; iría precisándose sobre la marcha, por supuesto, desde algunas ideas rectoras. La idea guía era regenerar el “ayllu universal”, liberar sus capacidades; esa era nuestra forma de nombrar la expansión de las capacidades comunitarias en términos geográficos y en términos políticos. En ciertos momentos, esto era más una imagen relacionada con prácticas de lucha concreta. Teníamos procesos formativos muy fuertes y reuniones y discusiones cada vez más amplias.

Entre muchas tareas a las que personalmente me dedicaba, enseñaba a los compañeros muchas cosas técnicas e iba simultáneamente aprendiendo una cosmogonía que me iba absorbiendo y de la cual fui parte hasta donde me fue posible, considerando mi propia historia personal. Varios años me encargué de la prensa y propaganda, además de muchísimas tareas logísticas. Eso me daba la posibilidad de conocer y discutir con muchos compañeros dentro de la organización para difundir y hacer conocer sus ideas.

Fueron varios años en esa intensa preparación. En 1991, decidimos comenzar la rebelión: aparecimos públicamente, nos movilizamos en diversas regiones del país y comenzamos a recibir golpes bastante duros por parte de la represión. No porque la represión fuera todavía muy organizada, aunque sí fue eficaz. Considero que fuimos bastante incautos: en momentos ya bastante duros, seguíamos teniendo un funcionamiento asambleario al interior, aunque las tareas militares comenzaron a comer nuestra atención. Los golpes llegaron hacia cuadros que hacíamos función de conexión e intermediación. Y cayeron también cuadros de dirección. Todo esto pasó a comienzos de 1992.

Estuviste presa en la cárcel. Y, desde ahí, salió el libro ¡A desordenar! Por una historia abierta de la lucha social, donde emerge tu reflexión sobre el ser mujer en la práctica revolucionaria.

—Sí, ahí viene el periodo de la cárcel. Cumplí 30 años en la cárcel. Estuve presa de 1992 a 1997, cinco años. En ese tiempo, vamos reconstituyendo muchos vínculos públicos y restableciendo redes, pero cambia mucho la perspectiva de cómo organizarnos y, sobre todo, de cómo valorar la centralidad de la guerra en la estrategia general. Nos damos cuenta -es lo que discuto en el libro ¡A desordenar! Por una historia abierta de la lucha social– que, en algún momento, decidimos privilegiar el trabajo militar y nos volvimos mucho más rígidos: esta es la parte del proceso interno que pongo a crítica en ese trabajo.

Desde mi perspectiva, nos ocurrieron problemas que ya habíamos detectado en otros movimientos guerrilleros anteriores: la irradiación política que habíamos alcanzado en un momento dado, de alguna manera, se comenzó a diluir y la cuestión militar, que se volvía mucho más rígida, se colocó en el centro y nos volvió más frágiles. En ¡A desordenar!, voy reflexionando por qué nos pasó esto.

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Este libro lo escribo mientras estoy en la cárcel, en medio de un proceso penal. Ponía algunos puntos de debate duros entre nosotros y ahí emerge con claridad, para mí, vivirme-mujer. En aquellos años, no lo percibí tan complicado, porque continuaba sumergida en la fantasía de la pareja paritaria que tuve la posibilidad de experimentar durante unos años, en la juventud temprana, entre los 20 y los 30.

En años previos, había tenido buena relación con las compañeras de la organización que eran de origen aymara. Me habían enseñado la idea de dualidad entre los sexos que existe en los Andes y, aunque sabíamos que esa idea de dualidad incluye una fuerte jerarquización interna, a mí me costaba mucho trabajo someterla a crítica. Las culturas indígenas que tienen una clara división del trabajo entre los sexos y una nítida estructuración del significado del parentesco mantienen una relación de género que es menos brutal que la relación moderna de absoluta negación de la fuerza femenina. En la organización y las prácticas comunitarias, la fuerza de las mujeres es muy visible, siempre hay un lugar para las mujeres, aunque también siempre hay una tensión y una incomodidad ahí.

Yo aprendí mucho de mis compañeras aymaras: técnicas para regular a los varones, para tener fuerza juntas. Justo me tocó colaborar en la discusión sobre la cuestión de la organización autónoma y específica de las mujeres al interior de organizaciones mixtas. Esta discusión había quedado abierta desde años anteriores. En la guerra en Centroamérica, había aprendido sobre esta discusión: la especificidad de la organización de mujeres no se ponía tanto en duda, pero sí su autonomía. Es decir, existían organizaciones específicas de mujeres, su existencia era admisible. Lo que no era admisible es que esas organizaciones fueran autónomas verdaderamente, que pensaran con su propia cabeza, que decidieran sus pasos y sus riesgos. Esa discusión sobre la autonomía de las “mujeres campesinas” -así se llamaba la organización social en esos años- fue la que comenzamos a dar.

Con algunas compañeras aymaras, le dimos bastante empuje -antes de caer presas- a la Federación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, como organización específica de mujeres campesinas de Bolivia que, según nosotras, las del EGTK, tenía que ser autónoma. Pero aquí los compañeros se oponían y decían: existe una organización matriz mixta y esta “sección” de mujeres puede ser solo una parte de la “organización principal”. Entonces, ahí quedaba siempre el problema de las compañeras reducidas a un sector dentro de la lucha.

En esas circunstancias, con las compañeras aymaras, inventamos una formulación que nos parecía adecuada: nosotras dábamos una lucha dentro de la lucha.

Ahora, a mis 60 años, te diría que esa idea está mal planteada, pero la sentíamos necesaria y correcta en ese momento. Esta mal planteada porque admite que la lucha de las mujeres sea sectorializada, admite que las mujeres son un sector y no una experiencia histórica distinta, plenamente valiosa. Ahora tengo muy claro que las mujeres no somos un sector: como mujeres, encarnamos una experiencia histórica contradictoria, que rechazamos y subvertimos desde nosotras mismas; desde ahí, nosotras pensamos la generalidad de las transformaciones que requerimos. En aquellos años, la idea de “lucha dentro de la lucha” como clave de la práctica de las mujeres rebeldes sí reconocía que hay una específica forma de expropiación de las fuerzas, energías y creaciones de las mujeres de los diferentes pueblos, que va variando según los contextos, asumiendo un terreno común de tales expropiaciones y de las maneras de enfrentarlas. Sin embargo, esa formulación sectorializaba las luchas de las mujeres: no concedía al pensamiento femenino la posibilidad de pensar cómo subvertir y trastocar lo general.

Personalmente, me costó mucho trabajo superar esa formulación. Sin embargo, la experiencia de la cárcel con las otras presas políticas, rodeadas de todas las presas comunes, con los hombres repartidos en otras cárceles y las mujeres separadas de ellos, fue muy importante para mí. En nuestras cárceles, podíamos hacer todo lo que se nos ocurría y eso hicimos… Todo lo que pudimos e imaginamos, lo llevamos a la práctica y fuimos nosotras las que desafiamos al sistema judicial y, así, logramos salir todos, varones y mujeres, unos años después.

*Por Alessia Dro para La tinta / Fotografía de portada: A/D.


*Ayllu: forma andina de autogobierno comunitaria, anterior al periodo incaico y a la colonización española.

Fuente de la información e imagen: https://latinta.com.ar

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“Todos los días debemos hablar zapoteco, pero en la escuela nos lo prohibieron”: profesor en Ixtaltepec

Por: Diana Manzo

 

Ixtaltepec, Oaxaca. Las paredes, mesas y sillas del restaurante-museo “Binni Yoo” se transforman en un taller de lectoescritura del diidxazá yaati – zapoteco de Ixtaltepec- los lunes y martes de cada semana. En este lugar donde la gastronomía regional se deleita, también la lengua está viva cuando las madres, padres y sus hijos se comunican como sus ancestros, los binnigulaza.

Guiados por el profesor Victor Miguel Cruz Ortiz, hablante del zapoteco como su primera lengua, el taller gratuito se transforma en un espacio de aprendizaje, revalorización y conciencia lingüística que consideran su identidad.

En Oaxaca, se hablan 16 de las 68 lenguas indigenas del país, entre ellas el zapoteco, el cual tiene una variante en Ixtaltepec, Oaxaca. Como asegura el profesor, quien dispone de su tiempo para dar clases dos veces por semana, la lengua es historia, identidad, valores, conocimiento, saberes y cosmovisión.

“Todos los días debemos hablar el zapoteco, pero en la escuela nos los prohibieron a través de la tortura”, dice el profesor Victor Miguel, que a su vez explica que el zapoteco de Ixtaltepec es una variante del diidxazá que actualmente tiene hablantes mayores de 50 años, lo que equivale a un 40 por ciento de un total de 16 mil habitantes.

Con su pizarrón blanco y marcadores, el maestro comienza las clases a las 16 horas en punto, y aunque hay mucha resistencia para asistir, los interesados acuden. Por ahora, sus estudiantes son la familia Rito Mendoza y Toledo Enríquez.

Las clases son amenas, a modo de charlas y pláticas; hablan de los puntos cardinales, y cada uno hace descripciones de acuerdo a su lugar de origen. Lo importante, explica el maestro, “es que aunque no son muchos los interesados, están asistiendo y aprendiendo, pues de lo que se trata es aprender sin presiones”.

“Aprender a escribir y hablar el zapoteco no es nada sencillo, y más aún cuando no conoces nada”, enfatiza el profesor, quien con gran paciencia explica cómo se escribe y se lee el diidxazá.

Yo quiero aprender a hablar zapoteco para platicar con mi abuelita

Lexi Oriana tiene siete años de edad y asiste al curso de zapoteco junto con sus hermanos y padres, porque, cuenta, desea platicar con su abuelita.

“En casa de mi abuelita nadie habla el español, todos hablan el zapoteco y por eso vengo, para poder platicar con ella, para que me pueda contar de sus historias”, explica la niña.

Lexi y su familia comenzaron a tomar el taller a mediados del mes de enero. Su madre Rosita Mendoza Santiago asegura que se ha interesado en su lengua porque en las escuelas ya promueven la revitalización del zapoteco y ella desea que sus dos hijas lo puedan hablar y escribir.

Concepción Enríquez Toscano no es de Ixtaltepec, pero desea aprender hablar el zapoteco. Oriunda de El Barrio de la Soledad, lleva más de 30 años viviendo en este municipio, donde lo que más admira es su lengua y su cultura, pero que desafortunadamente, dice, “se ha ido perdiendo”.

“Los jóvenes y los niños ya no hablan el zapoteco, ellos prefieren las redes sociales, y los entendemos, porque muchos de nosotros como padres no tuvimos esa oportunidad de aprender, entonces no le damos la importancia”, agregó.

El maestro Víctor reconoce que, entre sus estudiantes, los que más llegan son personas externas que no son de Ixtaltepec. Por ejemplo, ha brindado talleres a mujeres extranjeras que ya viven en la comunidad y desean aprender hablar esta lengua.

“Ojalá que nuestras paisanas y paisanos aprovechen esta oportunidad de aprender, que vengan al restaurante. Acá no pagan un solo peso, lo que hacemos es preservar nuestra lengua, damos nuestro tiempo porque creemos que es la que nos da identidad”, recalcó.

La conmemoración del Día Internacional de las Lenguas Indígenas

El profesor Víctor y sus alumnos han preparado un programa especial para celebrar a su lengua el diidxazá de su comunidad este 21 de febrero, con poemas, juegos de lotería y un conversatorio de la situación crítica que vive el zapoteco de Ixtaltepec.

“Lo que deseamos es recordar lo importante que es nuestro zapoteco, que acá en Ixtaltepec hay muy pocos hablantes jóvenes, la mayoría son adultos, y eso hay que preocuparnos, pero lo entenderemos cuando salgamos allá afuera y la gente de otro lado nos pregunte cuál es nuestra identidad y en ese momento recordemos que es nuestra lengua, la que siempre estuvo en la casa, la que hablaban nuestros padres, pero que nosotros dejamos de aprender porque creemos que no vale. Pero eso no es verdad, nuestro zapoteco vale y mucho”, concluyó.

 

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org
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México: Invitación al Foro «Educación Especial: otra dimensión de análisis

Por: Educación Especial Hoy

El Colectivo Educación Especial Hoy y el Instituto de las Personas con Discapacidad tienen el honor de invitarle al foro “Educación Especial: otra dimensión de análisis”

MODALIDAD: Híbrida

LUGAR: Instituto de las Personas con Discapacidad, ubicado en:

Calle Prolongación Sastrería 20, Colonia 10 de mayo, Alcaldía Venustiano Carranza, C.P. 15290, Ciudad de México.

*A quienes asistan de manera virtual, se les hará llegar la liga de acceso días antes del inicio del evento.

FECHA: 14, 15 y 16 de marzo de 2023

HORARIO: 3:00 a 7:00 PM

OBJETIVO: Difundir y visibilizar la importancia de la educación especial como disciplina y herramienta para la inclusión educativa y social de las personas con discapacidad y con necesidades específicas de aprendizaje y plantear alternativas comunitarias para hacer frente al rezago y crisis educativa en la que se encuentran las personas con discapacidad en México.

DIRIGIDO A: Maestros, académicos, investigadores, personas con discapacidad, familias, organizaciones de la sociedad civil e interesados en el tema.

OBSERVACIONES: Contará con interpretación en Lengua de Señas Mexicana

CUPO LIMITADO

El enlace donde podrá realizar su registro es:

https://forms.gle/aAPMB3iCDUYi83Qh8 Agradecemos tu interés en el tema.

ATENTAMENTE:

Colectivo Educación Especial Hoy —

Fotografía: Educación Especial Hoy

Fuente de la información: https://insurgenciamagisterial.com

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Aprobado nuestro Grupos de Trabajo CLACSO 2023-2025: Capitalismo digital, políticas educativas y pedagogía crítica

CII-OVE

Apreciados/as colegas, compañeros/as y amigos/as, compartimos la buena nueva de aceptación de nuestro Grupo de Trabajo “*Capitalismo Digital, Política Educativa y Pedagogías Críticas*”como GT-CLACSO 2023-2025. Agradecemos y felicitamos a la Dirección Ejecutiva, la Coordinación de Investigación, el Comité Directivo y las decenas de evaluadores/as que participaron en el proceso (Ver nota de prensa publicada por CLACSO https://www.clacso.org/dictamen-resultados-de-la-x-convocatoria-para-la-conformacion-de-grupos-de-trabajo-2023-2025) por el arduo trabajo de evaluación y selección. A partir de febrero de 2023, estaremos difundiendo la programación 2023 e iniciando nuestro trabajo de investigación, comunicación, educación y organización.
*Coordinadores/as* del GT- CLACSO Capitalismo Digital, Política Educativa y Pedagogías Críticas Marisa Bolaña (Argentina), Geo Saura (España) y Luis Bonilla-Molina (Venezuela).
*Facilitadores/as* : Azael Carrera (Panamá), Luz Palomino Mayorga (Venezuela), Rosa María Massón Cruz (Cuba).
*Seguimiento*: Rose Mary Hernández (Venezuela).
Países involucrados: 16; Total de integrantes vinculados con Centros Miembros o Asociados a la red de CLACSO:36; mujeres: 38; varones: 33; integrantes en formación: 18; integrantes de países prioritarios para CLACSO: 6; vinculados con políticas públicas/movimientos sociales: 65
*Integrantes* : McLaren, Peter ( EEUU), Mejía Jiménez, Marco Raúl (Colombia), Jarquín Mauro (México), AdriâoTheresa (Brasil), Libreros Caicedo, Daniel (Colombia), Lima, Licinio C. (Portugal), Velásquez Barriga, Lev (México), Arriaga Lemus, María de la Luz (México), Llanos Erazo, Daniel (Ecuador), Baptistella Estefani (Brasil), Baronnet Brumo (México), Basualdo María Esther (Argentina), *Browne Marcela (Argentina)*, Bôer Possa Leandra (Brasil), Canaza Choque, Franklin Américo (Perú), Cancela Ekaitz (España), Carreño Meléndez Fermín (Venezuela), Carvajal Franco Edwin Vicente (Venezuela), Corral Soto Sofía Guadalupe (México), Cuello Silvina (Argentina), Da Luz Mazzardo, Ana Lucia (Brasil), Diez Gutierrez, Enrique (España), Elis Perske, Ketlin (Brasil), Erostegui, Cecilia (Bolivia), Elorza, Enrique (Argentina), Fardella, Carla (Chile), Ferreira Ferreiro, María de Los Ángeles (Paraguay), Figueredo Burgos, María de Lourdes (Venezuela), García Jordi (España), García Tuñón Laura (Argentina), Gramajo Olivera, Estela (Uruguay), Hernández Herrera, María Teresa (México), Insuasty Rodríguez, Alfonso (Colombia), López Vásquez, María (México), López Ramírez, Eduardo (Colombia), Martins López, Pablo (Uruguay), Medina Marín, Aquiles José (Venezuela), Minussi Righes, Antônio Carlos (Brasil), Morosetti Ferreira, Cádia Carolina (Brasil), Parcerisa Lluis (España), Prats, Enric (España), Ramos Dos Santos, Arlete (Brasil), Rodríguez Velazco, Luis Enrique (Venezuela), Redon Silvia (Chile), Rivas Roa, Francis (Venezuela), Rodríguez Rojas, Pedro Manuel (Chile), Rodríguez Rejas, María José (México), Rodríguez Reyes Abdiel (Panamá), Romero García, enréndira (México), Romero Yépez, Maruja (Venezuela), Salazar Jasso, Aileen Azucena (México), Sarturi, Rosane Carneiro (Brasil), Vargas Navarro, Marianella B (Venezuela), Vital Ferraz, Viviane Martins (Brasil), Valdovinos Reyes, César (México), Vargas Flores, Lezy (Venezuela), Vaz Paiva, Juliana (Brasil), Velásquez, Lourdes (Venezuela), Fernando García (México), Luis Miguel Alvarado Dorry (México), Villa, Edicson (Colombia), Viseu, Sofía (Portugal), Zaldivar Carrillo, Miguel (México, Zepeda Pioquinto, Selene Kareli (México)

 

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