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La Relevancia Sociocultural de la Transformación Curricular desde la Afectualidad Infantil en Indoafrolatinoamérica

Iliana Lo Priore (*)

Para nuestros efectos, el currículo puede ser conceptualizado como un dispositivo o mecanismo discursivo agenciador y regulador, reproductor o transformador, que configura la articulación de saberes –significados y sus representaciones (formas imaginarias de realización y contextos evocadores de los significados)–, prácticas y relaciones de poder en las instituciones escolares con el propósito de incidir en la conformación y control disciplinarios o normalizadores (sujeción a normas), u objetivación, de los cuerpos de los  educandos y educadores, según los requerimientos ideológico-culturales o simbólicos establecidos en la retórica discursiva (leyes, reglamentos, normativas, políticas educativas, pedagógicas, didácticas, evaluativas, etcétera) por el poder estatal o estado-docente de una nación o país en un contexto y momento históricos dados de Indoafrolatinoamérica. Por consiguiente, el currículo no es un dispositivo técnico neutral como pretende presentarlo la concepción tecnocrática de la educación.

Al optar por llamar a nuestra región continental Indoafrolatinoamérica (Díaz Piña, 2018), lo hacemos atendiendo a que somos producto principalmente de la procedencia histórico-antropológica de tres etnias y no de una sola: la indígena originaria diezmada genocidamente, la africana cazada, esclavizada, y transplantada forzosamente, ambas indignificadas hasta  en su mixtura todavía hoy, y la latina europea invasora y colonizadora de la primera “globalización”, mejor, globocolonización, como lo sugiere Dussel (1994)  en el texto 1492:El encubrimiento del otro.

La referencia que hacemos de la condición ética de las dos primeras etnias y sus mezclas  resultantes, no es casual, por cuanto de  la resistencia que presentaron a su sojuzgamiento derivaron culturalmente formas de socialidad  afectivas solidarias, fraternas y defensivas entre ellas, y que subyacen hoy como modos de relacionamiento en los sectores populares ante el riesgo disociador del individualismo competitivo invasivo, que son antecedentes histórico-culturales inobviables a la hora de comprender el sentido de la afectualidad educativa que proponemos como forma de resocialidad empática en el presente (Ver artículos al respecto de Lo Priore, 2018).

Apple (1986) en su investigación sobre el origen y difusión del currículo, publicada en su texto Ideología y currículo, da cuenta de la procedencia histórica del dispositivo curricular. Según él, el currículo surgió en los EE.UU. con relación al control social y la reproducción simbólica de una comunidad, entendida ésta socioculturalmente como homogénea respecto de valores ideológicos, ya que la clase media de esa específica comunidad se sentía amenazada por su aparente disgregación y pérdida de poder, ante la inminente migración de nuevos empresarios competitivos y de inmigrantes europeos y afrodescendientes.  Quienes eran portadores de otras ideologías que pudieran desplazarla. Para ello, un grupo de intelectuales de su clase formaron el primer grupo de curriculistas, en el cual destacaron Franklin Bobbitt y W.W. Charters, con el expreso propósito de propiciar medios para reproducir la ideología con la que se identificaban a través de la educación escolar.  Luego el dispositivo curricular se extendió al ámbito nacional, y después, hacia Indoafrolatinoamérica por medio de acciones institucionales de sus organismos internacionales y sus difusores ideológicos como Hilda Taba y otros.

Dicha homogeneidad cohesionadora, nos hace relacionarla paralelamente por su semejanza con las nociones de gubernamentalidad y de tecnologías de gobierno o de seguridad en Foucault (2006).  Para éste la gobernación de la población, no se trata principalmente de dominar a otros de manera abierta y directa por la fuerza o la coacción física del Estado y sus aparatos institucionales de gobierno, sino de dirigir invisiblemente su conducta de una manera eficaz que cuente con su consentimiento, lo cual presupone la “libertad” de quienes deben ser gobernados.  Una gubernamentalidad capaz de crear un ethos a través de técnicas de gobierno, en este caso, el currículo, que presupongan unas condiciones de aceptabilidad en las cuales la población sometida se imagina libre, a pesar de que los fines y medios de su actuación conductual sean definidos por otros, los que tienen el  poder gubernamental.

Para Bernstein (1998), el currículo es configurado con la finalidad de reproducir simbólicamente el tipo de sociedad dominante por medio de principios o reglas de poder y control a los que llama códigos. Estos códigos, regulan y modulan los cambios curriculares en el proceso de transmisión sociocultural de representaciones y significados que las instituciones escolares realizan a través de prácticas discursivas y no discursivas. Define al código como un principio regulador implícito de subjetivación que selecciona e integra significados relevantes y las correspondientes representaciones de las formas de su realización con sus contextos evocadores.

Él propone diferenciar entre dos tipos de códigos condicionados que la división en clases sociales, y  el proceso cultural de socialización inicial  de la familia, los grupos de pares y la comunidad de origen, induce tendencialmente en los niños y niñas: el código elaborado y el código restringido. El primero, da acceso a órdenes de significados y representaciones universalistas o que están menos ligados al contexto, como es el caso prevaleciente en las instituciones escolares, mientras que los segundos, dan acceso a órdenes de significados particularistas o que están más ligados a un contexto específico, como es el caso de las comunidades populares.  Estos códigos se refieren a las reglas subyacentes de interpretación y sentidización que regulan la orientación hacia un orden de significados y representaciones que sustantivan una cultura de conformidad con el contexto sociocultural de clase, étnico, etcétera, que se trate.

La orientación codificada hacia los significados y representaciones considerados relevantes es reproducida de modo prevaleciente en las escuelas por medio del currículo, excluyendo o subordinando a los no-relevantes, coincidiendo éstos últimos, con los populares, ya que la reproducción se hace en términos de relaciones  referenciales privilegiados/privilegiantes, en el sentido de que su acceso es mediado por el poder y el control respectivamente en una escala dominantes/dominados, y en el sentido de que sus contextos están también  jerárquicamente demarcados. Las relaciones de significación y representación  privilegiantes otorgan estatus y  jerarquía  discursiva a quienes las enuncian o textualizan, y quienes no lo hacen, son relegados discursivamente o excluidos, indignificándolos socio-culturalmente de esa manera.

Bernstein (ob. cit.) agrupa a los distintos componentes o factores intervinientes en el proceso de reproducción escolar con el término genérico de categorías (agencias, agentes, discursos, sujetos, contextos y otros).  La relación entre categorías la define bajo la noción de clasificación, haciendo referencia a su jerarquización y a los nexos entre ellas, y a las relaciones dentro de las categorías, las denomina con el término enmarcación, refiriéndose a los factores posicionados en cada una de las categorías y a las vinculaciones entre sí.  Agrega el señalamiento de que la clasificación regula las relaciones de poder entre discursos y entre sujetos, manteniendo distintos grados de distanciamiento entre ellos; mientras que la enmarcación regula las prácticas comunicativas entre las categorías.

Ambos conceptos, clasificación y enmarcación,  regulan las jerarquías y las interacciones en los currículos, tanto dentro de las categorías que lo componen como entre ellas de modo fuerte o débil.  Si la clasificación es fuerte o rígida, existe un aislamiento muy marcado entre categorías. Si la enmarcación es fuerte o rígida, hay un acentuado posicionamiento en cada categoría.  Pasa inversamente cuando la clasificación y la enmarcación son débiles o flexibles.  Cuando ocurre lo primero, Bernstein (1994) califica al currículo como agregado, y cuando es lo segundo, lo denomina, integrado.  Desde esta perspectiva queda evidenciado que la intersubjetividad y el favorecimiento de un clima relacional afectivo  docente-niño/niña-estudiante y entre estudiantes es propiciado por una clasificación y un enmarcamiento débil o flexible, o currículo integrado, pese a su posible instrumentalización funcional curricular desnaturalizadora por la prevalencia de las semióticas pedagogizadas de la significación y de las representaciones correspondientes en el proceso educativo escolar.

La semiotización en el desarrollo infantil es analizada por Guattari (1996). Él utiliza las categorías de semiótica asignificante y semiótica significante para tratar los componentes semióticos que contribuyen a producir la subjetividad, teniendo en cuenta la obra de Stern (2005), El mundo interpersonal del infante. Es de aclarar que las semióticas asignificantes no significan o representan, pero inducen en los cuerpos resonancias sintientes y sentidizadoras dentro de sí,  por ejemplo, los casos de las experiencias vivificadoras individuales o colectivas con la música o la danza; siendo un caso-tipo la fiestas populares, donde se fusionan los cuerpos  animados por los deseos de expresarse libremente de manera placentera junto con los otros, así lo describe Joan Manuel Serrat en su famosa canción Fiesta, en la que “gentes de cien mil raleas” comparten su pan y su vino, y bailan,  donde transitoriamente “se olvidan que cada uno es cada cual”.  En esa obra de Stern (ob. cit), la subjetividad pre-verbal se expresa a través de semióticas simbólicas asignificantes en una relación problemática y complicada con la máquina social lingüística o semiótica significante.  Esa subjetividad pre-verbal, pre-cognitiva o pre-individual, que subyace a todos los modos de subjetivación, es encubierta e ignorada.  Antes de la adquisición del lenguaje, los niños y niñas construyen activamente formas de percibir, de expresarse y de experimentarse a sí mismos en el mundo por medio de una semiotización no verbal diversificada y diferenciada.

El texto de Stern (ob. cit.),  socava la supuesta unidad del sujeto al enumerar la multiplicidad de “sís” o “yoes”, de relaciones y de afectos pre-verbales que lo constituyen.  Él distingue tres sentidos de sí.  Un sentido de sí emergente, de sí nuclear y de sí intersubjetivo que preceden la aparición del sentido de sí verbal.  El sentido de sí, en los tres primeros casos, no significa un concepto de sí, ni un conocimiento de sí, ni una conciencia de sí ya que esas experiencias no son traducidas o expresadas por el lenguaje, la consciencia o la representación.  Los distintos sentidos de sí, anteriores al sentido lingüístico de sí, no constituyen etapas pero si son niveles de subjetivación o vectores de subjetivación no verbales que se manifiestan en el transcurrir de la vida de manera paralela con el habla y la conciencia.

La relación consigo mismo presupone un posicionamiento ante los otros y lo otro que es existencial o afectivo antes de ser lingüístico o cognitivo, y que es el centro de la subjetividad. Más aún, es a partir de ese núcleo asignificante que podrá haber significación y lenguaje.  Este asunto tiene implicaciones importantes  ya que sobre esa subjetividad asignificadora que perdura a lo largo de la vida, actúa el emplazamiento del poder-saber instrumentalizador o razón funcional; por ejemplo, el poder mediático, que trata de manipular para producir efectos virtuales digitalizados de dependencia consumista de un saber informacional instrumentalizado (semióticas significantes reductoras) que no implica sabiduría informativa, al contrario, paradójicamente, puede sr desinformación, constituyendo alienadamente lo que hemos denominado en otros textos, el sujeto informacional, –sujeto, por sujetado–, a través de los afectos, las percepciones,  los ritmos, los movimientos, las duraciones, las intensidades y otras semióticas asignificantes.  Aquí se trata de la neutralización del agenciamiento de un acontecimiento frente a lo contingente  (la posible creación de lo impensado o no-significado desde la semiótica asignificante por un colectivo de enunciación autopoiético que lo significa o resignifica), por vía de imponer lo establecido o ya significado (Ver Agenciamiento autopoiético y colectivos de enunciación en educación en Lo Priore y Díaz Piña publicado en OVE).

Asimismo ocurre con la imposición de la lógica  que regula la economía política mercantil del tiempo y del espacio implicados en la comunicación instrumental a través de plataformas digitales fijas o móviles, se impide la comunicación real entre “emisores y receptores” al restringir los intercambios de los interlocutores a envíos y reenvíos de textos-mensajes de emisión rápida y breves o cortos codificados primordialmente, ya que la auténtica comunicación implica la recreación de los significados y representaciones emitidos con mayor duración y más extensión por los comunicantes en su interacción enunciativa (Maturana y Varela, 2003), porque  potencialmente de ese modo se resignifica y rehace al nombrar o renombrar imaginariamente, el acontecimiento de otro mundo posible, y de su realización (Freire, 1985) . Se actúa tratando de  controlar y modular los efectos de subjetivación y des-subjetivación de las semióticas asignificantes o afectivas por parte del poder-saber tecnologizado bajo el control de la gramática del lenguaje digital y los nodos transnacionales  del tráfico infocomunicacional instrumental.

Una afectividad asignificante y no-reprepresentacional, que por el contrario, es necesario liberar de su reductora y manipulada privacidad o privatización, potenciando su publicidad (en términos de lo público, lo que a todos concierne) y redefiniéndola como afectualidad, estado de resonancia inter y transubjetivo en tanto apertura corporal a la capacidad de afectar y ser afectados, alterados y transformados intensamente  por los flujos  relacionales o empáticos de otros cuerpos, para fundamentar nuevas relaciones sociales de convivencia. Con la finalidad de transformar la predominante sociedad mundializada por la implacable “globalización”, mejor globorrecolonización, en crisis estructural por su modelo (contra)civilizatorio vigente  industrialista-extractivo-depredador consolidado por vía de la acumulación-desposeedora   de los indebidamente llamados recursos naturales y humanos (¿bienes y seres  convertidos en “recursos” para beneficio de quienes?) y la  decadente humanidad actual donde impera el temor y la desconfianza disociadores, inducidos por los poderes interesados en la desunión, ante el otro, los otros y lo otro.

Una estrategia para neutralizar, ordenar y normalizar o disciplinar la acción de las semióticas  asignificantes de la inquietud de sí por saber de niños y niñas (deseo de experienciar sobre sí mismos individual y grupalmente para vivir los saberes-otros bajo nuevas y diversas formas instituyentes, no convencionales o instituidas, para convivir sensiblemente o sentir-ser y no tan solo “para saber”, con base en sus diferenciadas infancias), que exceden las significaciones dominantes en la escuela ya que no son saberes referenciales  exteriores para sí, esto es, los significados y sus representaciones instituidos como “legítimos”, pero ajenos a las infancias, por ser de quienes tienen poder de significación curricular, consiste en jerarquizar estos últimos privilegiadamente en el currículo explícito o en el currículo oculto (Torres, 1998). Ajenidad de los saberes debida principalmente a su falta de sintonía afectiva o energética con las inquietudes de sí por saber, o con las disposiciones inmanentes a su habitus (Bourdieu y Passeron, 2008),–esquemas perceptivos, de pensamiento y acción–, y códigos socioculturales bernsteinianos de las diferenciadas infancias, heredados y adquiridos por su condición de clase social, étnica, género, etcétera; y que no se resuelve con tan solo instrumentalizar estrategias didácticas o de aprendizaje que provocan aprendizajes mecánicos o memorísticos-repetitivos ya que exige la sintonización con las semióticas asignificativas para lograr realmente aprendizajes significativos, por paradójico que pueda parecer.

Relación con los saberes legitimados como privilegiados-privilegiantes, que debe ser invertida por la trans-formación curricular desplazando las reglas de clasificación invisibilizadas u ocultas en la retórica discursiva y haciendo prevalecer las reglas de enmarcación débil y flexible bernsteineanas, para favorecer las resonancias afectuales inter o transcorporales, encuentros o agenciamientos de afectación de alta intensidad de los cuerpos por los flujos energéticos o vibratorios densos de empatía que los hacen reconocerse y fusionarse en planos trascendentes más allá de las convergencias afectivas o desafectivas de baja intensidad, al salir de sí para ser junto con otros cuerpos.  La subjetivación asignificante o afectual funciona fuera de la conciencia y  expresa la matriz existencial de la corporeidad (todo lo que el cuerpo puede hacer desde su inmanencia energética trascendente) desde la que se asimilan las experiencias a partir de las cuales surgen  pensamientos, formas percibidas, actos identificativos y sentimientos verbalizados.  Es un reservorio en el cual toda experiencia creativa puede prosperar.  Reivindicando que todo acto de aprendizaje de los cuerpos en última instancia, depende de los sentidos de sí que se forman en la niñez.

Guattari (ob. cit.) indica que es desde estas subjetividades de sí articuladas como universo protosocial, de carácter pre-verbal, que son  adquiridos los caracteres familiares, étnicos, de clase, etcétera, a modo de inconsciente cultural por medio de la comunicación contigua o intersubjetiva. Comunicación por contigüidad que se da primordialmente activando los “sís” o “yoes” preverbales asignificantes para establecer sintonía afectiva. No hay que olvidar que la intersubjetividad es condición básica para la supervivencia socializada y la transubjetividad o transcorporalidad es determinante para la afectualidad vitalista con/ por los otros.

Para resumir y concluir, hemos considerado la relevancia que puede tener la trans-formación curricular si se revierten  las reglas de clasificación y de enmarcación  del currículo agregado o de relaciones de poder y de saber (significados y representaciones dominantes escolarmente en los currículos explícitos y ocultos) sobre las semióticas asignificantes o afectivas reprimidas o contenidas que constituyen energéticamente la corporeidad trascendente de los niños y niñas. Semióticas corporales que pueden ser potenciadas por medio del currículo integral para desarrollar las condiciones favorecedoras del despliegue de la afectualidad en cuanto potenciación trascendente del modo de relacionamiento afectivo, por medio de propiciar pedagógicamente estados de resonancia intersubjetivas o transubjetivas de afectación empática de/por el otro-los otros-lo otro.

Con el propósito sociocultural que debe dar horizonte de sentido  a la educación infantil, consistente en incidir favorablemente en el cambio social de las naciones indoafrolatinoamericanas a través de impulsar los tipos de relaciones de carácter convivencial o vivificadoras, frente a la decadencia agónica  que expresan significativamente en la crisis estructural que atraviesan. Participando en la emergencia de una socialidad que se anuncia como empatía posmoderna ante el agotamiento y crisis disociadora de la Modernidad, y que puede servir a la  refundación  de nuevos vínculos  de la vida en común.

Referencias

Apple, M.  (1986).  Ideología y currículo.  Madrid: Editorial Akal.

Bernstein, B.  (1994).  La estructura del discurso pedagógico. Clases, códigos y control. Vol. 1.Madrid: Editorial Morata-Paideia.

—————-  (1998).  Pedagogía, control simbólico e identidad. Madrid: Ediciones Morata.

Bourdieu, P. y Passeron, J-C.  (2008).  La reproducción. Madrid: Editorial Popular.

Díaz Piña, J. (2018). Indoafrolatinoamérica: La educación entre los muros erigidos y el eterno retorno de la voluntad trágica para derribarlos. En: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/269081.

Dussel, E.   (1994).   1492: El encubrimiento del otro.  La Paz: Plural editores-CID.

Foucault, M.  (2006).  Seguridad, territorio, población: Curso en el Collége de France (1977-1978). Buenos Aires: Editorial FCE.

Freire, P.  (1985).  La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Siglo XXI Editores.

Guattari, F.  (1996).  Caosmosis. Buenos Aires: Editorial Manantial.

Lo Priore, I. (2018).  La afectualidad como potencia social de los cuerpos para educarlos en una convivencia alternativa. En: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/269983.

Lo Priore, I. (2018). Resignificación de la afectividad infantil en la educación como base de sustentación y expansión de la socialidad empática. En: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/269074.

Maturana H. y Varela, F.  (2003). El árbol del conocimiento.  Buenos Aires: Editorial Universitaria.

Stern, D.  (2005).  El mundo interpersonal del infante. Buenos Aires: Editorial México Paidós.

Torres, J.  (1998).  El currículo oculto. Madrid: Ediciones Morata.

 

* OMEP, Capítulo Venezuela / Red Global-Glocal por la Calidad Educativa  / Universidad de Carabobo.

Correo: ilianalopriore11@gmail.com

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Estudio de Adolescentes y jóvenes en realidades cambiantes: Notas para repensar la educación secundaria en América Latina

Más de mil millones de jóvenes y adolescentes en el mundo actual tienen la llave de nuestro futuro en común y del desarrollo sostenible, justo e inclusivo a nivel mundial.

Con el foco puesto en América Latina, esta publicación de la UNESCO aborda la necesidad de recuperar la confianza de las y los jóvenes y adolescentes en la educación y de llegar a construcciones sociales de la juventud más completas y positivas entre las y los educadores, los padres y madres, las comunidades y las autoridades educativas.

De este modo, el estudio analiza las experiencias educativas en cuanto productoras de significado que configuran las culturas e identidades de la juventud, al igual que sus actitudes hacia la educación y su potencial para mejorar y sostener el bienestar individual y colectivo.

Puedes leerlo aquí.

Fuente de estudio: http://juventud.campanaderechoeducacion.org/adolescentes-y-jovenes-en-realidades-cambiantes-notas-para-repensar-la-educacion-secundaria-en-america-latina

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La Miniguía hacia el Pensamiento Crítico para Niños

La Miniguía hacia el Pensamiento Crítico para Niños es un manual escrito por la Dra Linda Elder, psicóloga y presidenta de la Fundación para el Pensamiento Crítico ( Foundation for Critical Thinking ). Una ayuda útil e importante para fomentar el desarrollo mental en tus niños. Un manual que ya ha sido probado en centros educativos y que ayuda, a través de tres personajes ( Julia Mentejusta, Erick Egoísta e Inés Ingenua ), a que el niño desarrolle sus capacidades mentales a través de las herramientas del pensamiento crítico en un lenguaje accesible para los niños.

Esta mini-guía está diseñada para su uso en aulas de primaria. Explica los principios básicos del pensamiento crítico a los niños con personajes de dibujos animados centrandose en los conceptos de la imparcialidad y el egoísmo, los elementos de razonamiento intelectual, las normas y las virtudes intelectuales.

El manual se presenta en cinco partes.

1.- Introducción a cargo de Fran Fairminded (Fran Imparcial)

Introducción a cargo de Fran Fairminded

2.- Conoce a tres pensadores

3.- Como utilizar las normas en su forma de pensar

4.- Las partes de su forma de pensar

5.- Las virtudes intelectuales

Descargar en: http://www.criticalthinking.org/resources/PDF/SP-Children_guide_all.pdf

Fuente: https://www.ateoyagnostico.com/2012/07/20/la-minigua-hacia-el-pensamiento-crtico-para-nioslinda-elder/

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«Rita» y «Merlí»: bullying, recortes y conflictos en la educación pública del Primer Mundo

España – Dinamarca/ Autor: Guillermo E. Pintos / Fuente: Infobae

Dos series de Netflix sobre carismáticos y transgresores docentes en Cataluña y Dinamarca, revelan que no todo lo que brilla es oro en la educación europea

Dos series sobre carismáticos y transgresores docentes en Cataluña y Dinamarca, revelan que no todo lo que brilla es oro en la educación pública del Primer Mundo. Como se suele creer en esta parte del mundo, vale decir. Televisión online global mediante, Merlí y Rita se convirtieron en pequeños sucesos
también en estas latitudes, porque plantean algunas complejidades comunes al sistema educativo occidental en la acelerada segunda década del siglo XXI.

Ciertos asuntos conflictivos de la escuela pública contemporánea, de aquí y de allá, emergen por peso propio dentro de historias protagonizadas por los profesores, sus alumnos y familias, y el
Estado, es decir la comunidad educativa. Recortes presupuestarios, acosos de toda clase, presiones de los padres, conflictos hogareños, consumo de drogas, sexo adolescente y cyberbullyng en redes sociales asoman a la superficie e incluso por encima de las vidas de Rita y Merlí. El tono general de comedia que tienen ambas series deja paso, en ocasiones, a numerosas situaciones dramáticas. Que están ahí pese a que se quiera mirar para otro lado.

En una perspectiva de resumen que elude, al menos aquí, brindar detalles argumentales de las varias temporadas de cada una de las series, la cosa es así. Rita da literatura en una escuela de Copenhague y luego vuelve a su ciudad natal; Merlí es profesor de filosofía en un bachillerato de Barcelona. Ambos son mejores docentes que padres, o al menos eso es lo que se va conociendo de sus historias personales y conflictos familiares. No siempre cuentan con la simpatía de sus colegas, la mayoría de las veces se enfrentan al poder establecido en cada escuela, actúan como «lobos solitarios» en la puesta en marcha de los planes académicos e inevitablemente terminan involucrados en las vidas de sus alumnos, con quienes
mantienen un dinámica permanente de amor-odio.

Rita, originalmente emitida por el canal público danés TV2, da un giro de 180 grados a lo que se ha visto sobre series «de escuela». Sus quehaceres diarios con los alumnos y cómo aborda su vida personal de mujer divorciada a los 42 años y con tres hijos, son apenas la punta de un iceberg. Interpretada por Mille Dinesen, muy conocida en su país por un papel muy parecido al de Reneé Zellweger en Bridget Jones, es una mujer desprejuiciada, que fuma en la puerta del colegio (y la sala de profesores con la ventana abierta: ¿desde cuándo no se veía fumar a un profesor en una serie?), que toma la iniciativa para relacionarse con el hombre que le gusta, y que se enfrenta a la autoridad —el director y la orientadora del colegio— si cree que se está cometiendo una injusticia con algún alumno. Y, además de eso, cuida (como puede) a su hijo más pequeño, el único que vive con ella.

Su autor Christian Torpe, pone el acento en la cuestión individual antes que en el contexto de la historia. «Rita es, primero, el retrato de una mujer no convencional. Después, cuando aborda temas como el sistema educativo, puede nacer un aspecto político. Pero no fue mi primer deseo. Rita no es una persona politizada. Ella siempre actúa de acuerdo a lo que parece correcto para ella». Su explosiva protagonista, Mille Dinesen, dice que «las escuelas danesas aprenden de Rita y en los episodios se destacan temas que son relevantes para padres, maestros y estudiantes. El enfoque de Rita se usa para resolver conflictos, por ejemplo».

Merlí, interpretado por Francesc Orella, es un atípico profesor de Filosofía. Amado y odiado acusado de machista y prepotente, casi no tiene amigos y lidia en casa con su hijo recién salido del closet, y una madre actriz de teatro de otro tiempo. Misántropo, un poco salvaje, lúcido y con la ironía a flor de labios, intenta transmitir el conocimiento frente a un alumnado poco interesado, a veces hostil, casi siempre «en otra», con ejemplos prácticos de cómo se aplica la filosofía a la vida cotidiana. Los chicos recurren a él para conversar de sus conflictos, sus dilemas amorosos, familiares, vitales. Cada capítulo está contextualizado por un filósofo –Nietzsche, Schopenhauer, Guy Debord– que de algún modo genera el marco teórico en el que rebotarán los asuntos de ese día.

La repercusión pública de la serie en Argentina se refleja entre otras cosas, en el reciente raid mediático de su protagonista Francesc Orella. Allí habló de todo, incluso de la situación del gremio docente. Y fue más bien explícito: «Adelante compañeros con la lucha de los docentes y de los alumnos también. Todos juntos es la misma lucha. Adelante, todos por la filosofía, por los derechos de los profesores y por salarios justos. Estoy absolutamente con vosotros en esta lucha», fue su mensaje en una entrevista concedida a una radio marplatense.

Declamaciones del tipo «Macri-oligarquía» que sembraron titulares al margen a partir de las palabras del actor, el autor Héctor Lozano fue más sutil con respecto a la relación ficción-realidad de la serie. «La semana pasada fui al teatro y precisamente una señora me felicitó y me dio las gracias. Era maestra y estaba entusiasmada. A Francesc Orella le comentaron, por ejemplo, que hay alumnos que ahora quieren tener conversaciones con los profesores en la cocina del colegio. Pero también sé que los hay que critican que no es realista. Pero esto es una serie y las series no son igual que la realidad: siempre son mejores. No puedes tomarte Merlí como si fuera un documental sobre la educación pública».

Más allá de las particularidades que rodean a los educadores (y sus mundos privados), la escenografía es más o menos la misma. Un instituto público donde resuenan los conflictos sociales tanto subjetivos como familiares: el presente se cuela por la puerta del aula y es integrado por el profesor/a. En eso no difieren, aún dentro de la idealizada construcción socialigualitaria de los países escandinavos o la agitada realidad política catalana. En ese punto surge la inevitable comparación con la realidad de la comunidad educativa regional y, variables idiosincráticas al margen, afloran las mismas cuestiones. Ese es el punto desde donde disfrutar (y pensar) ambas series.

Fuente de la Reseña:

https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/03/21/rita-y-merli-bullying-recortes-y-conflictos-en-la-educacion-publica-del-primer-mundo/

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Para que América Latina prospere en la era digital, primero debe enseñar a las mentes, luego las máquinas, afirma el Foro Económico Mundial

Reseña

América Latina es una región con mentes emprendedoras. Nuestra gente lleva el gen de la innovación y, a menudo, convierte los desafíos complejos en oportunidades de transformación y crecimiento. Cuando se combina con las tecnologías emergentes, este «puedo hacerlo» y la mentalidad innovadora tienen el potencial de convertir esta región en una fuerza impulsora, fortalecer las industrias, proporcionar trabajo significativo e impactar en la vida de muchos.

Ahora es el momento de actuar. Muchas tecnologías emergentes ya han surgido. La tecnología es el mejor agente de cambio en el mundo moderno. La inteligencia artificial, el aprendizaje automático, los sistemas conversacionales y la Internet de las cosas son una realidad en todo el mundo desarrollado y están penetrando rápidamente en América Latina y otras economías emergentes.

Este desarrollo se refleja en el Índice de evolución digital de 2017, según el informe de Harvard Business Review. Este estudio analiza el estado y la tasa de evolución digital en 60 países. México, Colombia, Brasil y Bolivia son considerados países «emergentes» que están evolucionando rápidamente hacia una innovación generalizada impulsada por la tecnología digital, y Chile es casi un país «sobresaliente», con altos puntajes de digitalización e innovación.

A medida que las nuevas tecnologías llegan a nuestros hogares, nuestras empresas y nuestros gobiernos, cambian la forma en que interactuamos y trabajamos, presentando nuevas oportunidades para crecer como región y desarrollar comunidades más fuertes. Las nuevas tecnologías pueden ayudar a las personas y organizaciones a ser más eficientes, y crear resultados más efectivos que se traducen en una mayor productividad y crecimiento económico. No obstante, para lograr esto, es esencial proporcionar primero la capacitación adecuada para que las personas puedan aprovechar al máximo las últimas tecnologías y realizar su máximo potencial.

La educación es el único camino para construir un futuro donde la palabra «inteligente» no solo se aplique a las máquinas, sino que siga describiendo a la humanidad.

A través de la educación adecuada, podemos enriquecer las mentes de las personas en cualquier etapa de la vida y proporcionarles las habilidades que necesitan para trabajar en conjunto con las tecnologías de automatización, robótica o cualquier forma de inteligencia artificial que puedan encontrar en el lugar de trabajo. Primero debemos enseñar a las mentes, para luego enseñar a las máquinas.

¿Cómo se traduce esto en América Latina, una región propicia para la innovación, pero con una profunda brecha educativa?

Desarrollo del talento en cada etapa de la vida

Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) descubrió que, a pesar de la inversión promedio del 5 % del PIB en educación en América Latina (al igual que en regiones similares), solo el 30 % de los niños en tercer y cuarto grado tienen los conocimientos mínimos para las habilidades fundamentales requeridas en la era digital, como el dominio de las matemáticas.

Es necesario intervenir en todos los niveles educativos. Ya sea educación primaria, secundaria o universitaria, que actualmente sirve a menos del 10 % de la población. Necesitamos mejorar los programas educativos y equipar a los estudiantes con las habilidades y herramientas que aseguren que nadie se quede atrás. Prepararse para los trabajos altamente calificados del futuro cercano implica enseñar tanto competencias y habilidades técnicas como habilidades sociales.

A medida que los gobiernos y las empresas privadas colaboran para cerrar la brecha educativa y capacitar a la fuerza de trabajo de la próxima generación, también se requiere un enfoque crítico en la capacitación y el desarrollo de nuevas habilidades en un lugar de trabajo en cambio continuo impulsado por la digitalización.

Una fuerza de trabajo flexible y adaptable

Hemos observado que para tener éxito en las economías con grandes avances tecnológicos de la actualidad, se requieren habilidades fuertes y adaptables. También se considera que, hasta la fecha, más de la mitad de las ocupaciones conocidas son los principales candidatos para la automatización parcial a través de la tecnología. Esto tiene implicaciones importantes para la fuerza de trabajo, que incluyen la necesidad de adoptar el aprendizaje permanente y la actualización constante de las habilidades, para seguir siendo flexible, relevante y productivo. Reinventarse a sí mismo será imprescindible cuando la profesión o cargo para el que estudió o en el que se especializó ya no exista.

Con las políticas y programas correctos en América Latina, podemos asegurar la innovación efectiva y compensar el desplazamiento laboral, una preocupación de muchos de los que estudian el impacto de las nuevas tecnologías en la fuerza de trabajo. Cabe destacar que en las economías en desarrollo como América Latina, el balance entre los empleos que se perdieron y los que se ganaron debido a estos cambios transformacionales y las tecnologías de automatización, en realidad parece ser favorable. El estudio “Trabajos perdidos, trabajos ganados” del McKinsey Global Institute predice este resultado favorable en el corto y mediano plazo en las economías emergentes, debido a la aceleración del crecimiento de la clase media.

Si bien estos cambios en la fuerza de trabajo son graduales (McKinsey estima que para 2030, entre el 3 % y el 14 % de la fuerza de trabajo en el mundo tendrá que cambiar de categoría ocupacional, dependiendo de la velocidad con que se adopte la automatización) el crecimiento tecnológico es siempre exponencial. Si esperamos demasiado, no tendremos tiempo para ponernos al día. La tendencia de América Latina a adaptarse al cambio es fundamental, y ofrece una oportunidad única para impulsar el crecimiento transformador y la productividad a través de la adopción de nuevas tecnologías.

Innovación que cambia el mundo

Se suele decir que la innovación tecnológica de una región se refleja en su nivel de iniciativa empresarial. La naturaleza emprendedora de América Latina está bien representada por múltiples unicornios y startups digitales exitosos que han ganado relevancia mundial.

Estos emprendedores e innovadores decididos tienen grandes oportunidades para crear y mantener un impacto social para la región a través de la tecnología. Al liderar con un propósito, pueden ayudar a abordar muchos de los problemas sociales más apremiantes de la región y contribuir a dar forma al futuro que deseamos.

Sin embargo, no solo los empresarios de la región deberían adoptar una mentalidad social en esta nueva era digital. Se requiere liderazgo y participación, enseñanza y aprendizaje en todos los niveles de la sociedad.

A medida que crecen las nuevas tecnologías, se vuelven «más inteligentes» y se hacen cargo de los trabajos más intensivos y repetitivos, tendremos más tiempo para enfocarnos en ser innovadores y conscientes del impacto que causamos y la contribución que brindamos a nuestras familias, comunidades, pueblos y ciudades, países y regiones. El futuro de nuestra región se basa en lograr que nuestra fuerza de trabajo confíe en la tecnología mientras aplica habilidades cognitivas superiores para impulsar el crecimiento sostenible y poner en marcha un progreso social exponencial y sin precedentes.

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Libro: El juego en la educación inicial

Serie de orientaciones pedagógicas para la educación inicial en el marco de la atención integral

Esta serie de orientaciones pedagógicas para la educación inicial retoma elementos del documento base para la construcción del lineamiento pedagógico de educación inicial del Ministerio de Educación Nacional, 2012. Así mismo, desarrolla lo expuesto en el documento “Estrategia de
Atención Integral a la Primera Infancia. Fundamentos Políticos, Técnicos y de Gestión” elaborado por la Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013.
Autor: Ministerio de Educación de Colombia:
*Fuente: http://www.omep.org.uy/wp-content/uploads/2015/09/el-juego-en-la-ed-inicial.pdf
Imagen tomada de archivo OVE
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La autoevaluación universitaria ante la coevaluación y la heteroevaluación

Por: Iliana Lo Priore.

Pudiésemos empezar esta reflexión indicando que la autoevaluación individual es una exteriorización o una objetivación subjetiva, –no una introspección–, de sí por el sí mismo, un hetero-reflejamiento del yo por el alter-ego, esto es, un desdoblamiento o pliegue interior, mientras que la coevaluación y la heteroevaluación en pares o grupal implicarían un despliegue exterior objetivante de otro u otros sobre sí o uno, que pone en suspenso o entredicho  la “autoestima narcisista de la autoevaluación de sí”. Tal vez la diferencia principal entre coevaluación y heteroevaluación radique en que en la primera es más probable que intervenga la fusión empática indulgente entre coevaluadores y evaluados, mientras que la segunda es más proclive a que el distanciamiento objetivante sea más manifiesto por parte de los heteroevaluadores ante los evaluados.   No obstante, estos no son los únicos aspectos que entran en juego en la manifestación de dichas formas o modos de evaluación.

En todas estas formas evaluativas actúan condicionamientos tácitos e incontrolados que inciden en los individuos participantes.  A título de ejemplo, podríamos referir que en el imaginario prevaleciente de la evaluación el requerimiento de un baremo es un prerrequisito obligante para establecer distinciones comparativas clasificatorias estandarizadas a partir del cual se evalúa diferenciadamente a quienes son objeto de su aplicación.  Es más, se considera que es un sinsentido o un absurdo pensar la evaluación sin un baremo prefijado a tal efecto, sea este “cualitativo o cuantitativo”.  Pocos se interrogan sobre las razones que justifican su existencia,  menos quienes ponen en duda su pertinencia. Parece ser una osadía por demás impertinente proponerse  reflexionar sobre ello ya que desafía al “sentido común” establecido al respecto.  Lo que se impone, en consecuencia,  es proceder según su invisibilizado  control y poder de sujeción.

Aquí vamos a contravenir los “automatismos mentales” que operan sobre la evaluación como ejercicio de reflexión crítica contra sus formas de poder.  Dichos automatismos, distantes de una clara conciencia, producen disposiciones esquematizadas reiterables de percepción, pensamiento y acción que constituyen o forman lo que Bourdieu y Passeron (2008) denominaron habitus, sin obviar la consideración que los habitus responden a estructuras sociales reales que los producen como, por ejemplo, la estructura de clases sociales dadas en un determinado contexto sociohistórico.

Quizá haya sido Foucault (1978) quien más nos proveyó de herramientas analíticas para hacer genealogía de la evaluación a través de su concepto de dispositivo, que incluyó  a la vigilancia jerárquica, el juicio normalizador y su combinación en la examinación, en tanto tríada evaluadora que impuso históricamente el poder disciplinario o normalizador sujetante de los cuerpos en la educación escolar.  Los dos primeros dispositivos van a viabilizar el escrutinio gubernamental-estatal de los individuos, mientras que el tercero, el examen, va a permitir diferenciarlos en cuanto objetos y efectos de poder y de saber ya que califica, clasifica y castiga.

La observación jerárquica es un dispositivo que, por vía de la vigilancia supervisora, induce efectos de poder sobre quienes actúa.  La normalización en la educación está referida a la estabilización de juicios con respecto a lo establecido como norma de saber, por ello, es denominada como dispositivo del juicio normalizador. Este opera fijando y comparando la norma de saber y de poder con la forma de cómo cada quien se define ante lo dispuesto y de cómo efectivamente lo lleva cabo para evitar la “arbitrariedad individual”.  Sin embargo, el juicio normalizador, pese a que coacciona y sanciona como poder de la norma, no busca principalmente ser represivo, busca imponerse haciendo parecer la norma como normal.

Aún cuando la norma tiende a la homogeneidad en la actuación de los sujetos, no por ello deja de individualizarlos al establecer o tolerar un espectro de diferenciaciones o desviaciones posibles respecto de aquella.  De este modo,  el proceso de ejercicio del poder se encubre a través de la representación de la igualdad formal de los individuos.  Esto plantea el asunto de cómo medir esas diferencias, con lo cual aparece el tercer dispositivo del poder disciplinario, la  examinación.

En la examinación se superponen las relaciones de poder y de saber y se hacen notoriamente visibles.  El examen se generaliza durante el siglo XVIII como forma de subjetivación y de objetivación en tanto mecanismo de extracción de saberes, el cual será factor determinante en el surgimiento de la pedagogía como ciencia, es decir, como una analítica de la evolución y de las dinámicas del cuerpo infantil y juvenil para disciplinarlo escolarmente desde el adultocentrismo.  Foucault (ob. cit.) agrega que al examen le son inherentes tres formas de unificación entre un cierto ejercicio del poder con un tipo de formación del saber:

1) El examen invierte la economía de la visibilidad en el ejercicio del poder. Tradicionalmente el poder se veía, se mostraba o se manifestaba como tal en el movimiento de su fuerza contra quienes actuaba, a los cuales les estaba reservado la sombra o la invisibilidad.  El poder disciplinario, en cambio, se ejerce de un modo invisible, y aquellos a quienes somete, obligatoriamente han de hacerse visibles.  El hecho de ser vistos constantemente, es lo que garantiza el sometimiento de los individuos.  El poder en lugar de emitir los signos de su potencia, hace que los individuos se objetiven permanentemente.

2) El examen hace entrar la individualidad en un campo documental.  El cúmulo de examinaciones a que son sometidos los individuos, los ubica innovadoramente en una red o poder de escritura disciplinaria; los introduce en un sistema de registro intenso y de acumulación documental de la administración disciplinaria (médica, escolar, militar, etcétera).  Se les identifica, señaliza y describe, lo cual permite transcribir homogeneizando los rasgos individuales establecidos por la examinación, codificando lo individual al interior de las relaciones de poder.  Se definen con el tratamiento de estos expedientes y registros, correlaciones de elementos, se acumulan los documentos a través de su puesta en series en campos comparativos que posibiliten clasificarlos, categorizarlos, establecer medias estadísticas, fijar normas, etcétera.

3) El examen rodeado de todas sus técnicas documentales hace de cada individuo un caso, un caso que  para el poder constituye  un objeto y una presa.  Un caso cuando se le describe, juzga, mide y compara con otros, cuando su conducta se desea encauzar o corregir, y cuando es un individuo a quien hay que clasificar, normalizar, excluir, etcétera.

Pero la contribución de Foucault es mucho más vasta para ayudarnos a escudriñar lo invisibilizado en la evaluación. La autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación pueden considerarse foucaulteanamente como especificaciones del despliegue de las relaciones de poder en tanto actuaciones de la gubernamentalidad biopolítica sobre los cuerpos y las poblaciones, junto con las tecnologías del yo. Siendo que el poder se actualiza a partir de relaciones asimétricas entre los individuos o grupos, en las que unos tratan de incidir en la subjetividad y conducta de otros, podemos conjeturar que la evaluación es un dispositivo de gubernamentalidad, en cuanto trata de que los individuos se gobiernen o dominen por sí mismos (autogobierno interior), de conformidad con las normas, códigos, saberes, etcétera, instituidos por el poder de la gubernamentalidad exterior, por medio de las tecnologías del yo, y de que acepten ser vigilados y regulados por otros (el Estado policial invisibilizado para penalizar y encauzar a quien se salga de las normas establecidas, o las cuestione,  y sea reconducido a acatarlas, es decir, a lograr su “normalización”), para el caso que nos ocupa: la coevaluación y la heteroevaluación. Las tecnologías del yo comprenden lo que uno hace consigo mismo respecto a la normalización o disciplinamiento sujetante de su cuerpo, a lo que Foucault contrapone, la ética  del cuidado de sí o cura sui, cuidado, entre otros aspectos, ante las técnicas de poder y sus efectos subjetivadores, en función de su libertad y emancipación ético-estética, lo que implica el  reconocimiento de su dignidad o diferencia,  y hacer una estética con su vida, una “obra de arte”, según él.

Además, con relación a las coacciones del poder, señala Foucault (1985), donde hay poder o dominación, se genera reactivamente resistencia.  Desde este punto de vista, es posible considerar la reversibilidad táctica y estratégica de las relaciones asimétricas de poder. Por consiguiente, se puede reflexionar sobre la autoevaluación como un foco de resistencia que redefina el posicionamiento asimétrico en la coevaluación y la heteteroevaluación, con base en un reconocimiento de sí (no indulgente o condescendiente con las exigencias “evaluativas” de sí contraídas, así como no narcisista, ni individualista) y recíproco dignificador, sin caer en el adultocentrismo o el andragogismo.

Referencias

Bourdieu, P. y Passeron, J-C.  (2008)  La reproducción. Madrid: Editorial Popular.

Foucault, M.  (1978)  Vigilar y castigar.  México: Editorial Siglo XXI.

_________     (1985)  Historia de la sexualidad (I). La voluntad de saber. México: Editorial Siglo XXI.

 

* Correo: ilianalopriore11@gmail.com

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