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La «vía campesina» ¿hacia el ecosocialismo?

Necesidad de una reflexión desde y sobre la agroecología
  1. Soberanía alimentaria, que desde el principio constituyó el eje principal y que defiende el derecho de los pueblos, naciones y estados a controlar sus alimentos, sus formas de producción y de intercambio a nivel local, estatal e internacional y las políticas agrícolas que aseguren a cada uno alimentos de calidad y culturalmente apropiados.
  2. Agroecología como opción para el presente y el futuro, que aparece identificada con la agricultura campesina, a la que consideran la principal fuente de alimento del mundo, protectora a su vez de la biodiversidad y garantía del enfriamiento del planeta.
  3. Justicia social y climática y solidaridad en la lucha contra las transnacionales, los Tratados de Libre Comercio y los acuerdos de inversión que crean condiciones vulnerables e injustas.
  4. Mundo sin violencia y discriminación contra las mujeres, rechazo al sistema patriarcal, la xenofobia, la homofobia y cualquier otro tipo de discriminación.
  5. Paz y desmilitarización
  6. “La tierra no es una mercancía”. Reforma Agraria Integral con la distribución masiva de tierras y el apoyo de recursos para la producción y el sustento, con acceso permanente de jóvenes, mujeres, desempleados, los sin tierra y todos aquellos que estén dispuestos a participar en la producción en pequeña escala de alimentos agroecológicos.
  7. Semillas, bienes comunes y agua, porque las semillas constituyen el patrimonio de los pueblos y la base de la soberanía alimentaria. Significa la lucha contra la manipulación genética y paquetes tecnológicos que combinan transgénicos con uso masivo de pesticidas. Incluye también la lucha por la protección del agua como bien común.

La transcendencia que el discurso de esta organización internacional ha alcanzado hoy, resulta indiscutible. Ello se debe a varios factores que se han combinado de manera sumamente inteligente.

En primer lugar, el propio hecho de que se trate de una organización que ha sabido reunir e integrar a la mayor parte de organizaciones indígenas y campesinas en América Latina, África y Asía, en lucha por la tierra, contra la dominación de las grandes transnacionales y estados subalternos, por la soberanía alimentaria y la reforma agraria integral, supone ya algo inédito en la historia considerado incluso como algo prácticamente anti natura.

Pero, además, la defensa de un modelo de producción agroecológico y su identificación con el modelo de producción campesino, los convierte en alternativa social defensora de la biodiversidad del planeta[1]. La recampesinización que defienden promete ofrecer productos alimenticios suficientes y de calidad, reducir abonos químicos y contaminantes, priorizar mercados de proximidad limitando la movilidad de mercancías agrícolas reduciendo así los efectos negativos sobre el medio ambiente, y favorecer la fijación y recuperar de población en el campo evitando la acumulación de parados en las ciudades. Algunos defienden también como ventaja añadida (aunque en este caso el beneficio ecológico podría ser discutible) la ampliación de la superficie agraria sobre tierras marginales (altos del Perú y Bolivia, pendientes pronunciadas, áreas húmedas, baldíos), necesarias -según dicen- para alimentar a una población mundial creciente y en las cuales los costes serían demasiado altos para el capital (Ploeg, 2016: 158).

El éxito de su discurso y el alcance social conseguido permite comprender que en 2018 la Asamblea General de la ONU aprobase por amplia mayoría una declaración sobre los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales, que incorporaba parte de sus reivindicaciones, como el derecho a la tierra y al territorio, a las semillas y la agrobiodiversidad, a los medios de producción y protección de precios, y el derecho a la soberanía alimentaria. Una declaración que, por supuesto, no conlleva ninguna obligación vinculante, pero que demuestra la fuerza del discurso y -según la opinión de La vía campesina- permite el establecimiento de un marco normativo internacional de referencia desde el que es posible ofrecer nuevos argumentos para fortalecer sus luchas (Mantilla, 2019: 5).

Sin embargo, no hay demasiados motivos para ser optimistas. El modelo productivo autónomo, soberano y agroecológico, defendido por la organización campesina internacional, encuentra demasiados obstáculos. Tantos años de Revolución Verde y modernización han borrado de la memoria las técnicas agroecológicas campesinas.

La agroecología no ha sido un invento de La vía campesina. En los años 70 Ángel Palerm ya defendía una tecnología centrada en el manejo inteligente del suelo y de la materia viva por medio del trabajo humano y utilizando poco capital, poca tierra y poca energía, y reconocía que ese modelo antagónico de la empresa capitalista tenía ya su protoforma en el sistema campesino. La difusión del término y su defensa como modelo alternativo llegó con los movimientos campesinos anti agricultura industrializada de los años ochenta en Latinoamérica (Sevilla, 2006: 189 y 201) y sólo a partir de ellos comenzó el proceso de absorción y manipulación del discurso agroecológico por parte de instituciones académicas, investigadoras, transnacionales y oficiales, que la presentaron como un modelo capaz de paliar algunos aspectos negativos de la Revolución Verde, adoptando la parte que les interesaba sin renunciar al productivismo ni al modelo agroindustrial. La agroecología sería -para la FAO por ejemplo- no un modelo de producción campesina, sino aquel que minimizaba las emisiones, la erosión del suelo, el excesivo consumo de agua, los productos tóxicos, y que mantenía al mismo tiempo los niveles de producción y productividad; un modelo que a la par que respondía al clamor social contra el cambio climático, seguía atendiendo las exigencias del Banco Mundial y de Monsanto de mantener -e incluso justificar en el mismo mensaje- la utilización de cultivos transgénicos (Rosset y Altieri, 2018: 23), incompatibles con la autonomía local, la soberanía alimentaria y el propio modelo agroecológico de La vía campesina que enfatiza el mantenimiento de la biodiversidad.

A pesar de todo, la organización campesina internacional, consciente del olvido de las técnicas tradicionales, ha conseguido difundir el conocimiento para la aplicación de su modelo de producción campesino en muchos países del Sur, abriendo escuelas regionales de formación agroecológica o universidades campesinas en Venezuela, Paraguay, Brasil, Chile, Colombia, Nicaragua, Indonesia, India, Mozambique, Niger y Mali, en las que campesinos enseñan a campesinos (Rosset y Altieri, 2018: 165). Aunque aún se conoce parcialmente el resultado práctico de dicha formación, su impartición supone en sí un parapeto defensivo contra el avance del insostenible complejo agroindustrial disfrazado de agroecológico en esas regiones.

Sin embargo, la recuperación del pasado y la reivindicación del mismo a través de su llamamiento a la recampesinización internacional, tiene un cierto sabor a romanticismo. La figuración de los campesinos como la encarnación del desarrollo sostenible aparece como un bello cuento (Aubertin et Pinto, 2006: 17)[2], como la imagen del superviviente al desarrollo y la industrialización de quienes “han mantenido la armonía con la naturaleza”. Una imagen que, más allá de lo que refleje de verdad, resulta -sobre todo cuando es difundida desde medios oficiales- estereotipada, engañosa y puede llegar a ser tiránica cuando se le impone al campesino o pequeño agricultor a su pesar (Aspe et Auclair, 2006: 353).

Por otro lado, es evidente que la radicalidad de los objetivos y ejes de lucha expresados en el llamamiento de Yakarta no representan a todas las organizaciones que componen La vía campesina. Convendría hacer una revisión a este respecto para poder valorar con más rigor el verdadero alcance de su influencia, pero no es este el lugar ni el momento para ello. Baste decir aquí que junto con organizaciones radicales que cuestionan las estructuras agrarias (como el MST brasileño), podemos encontrar organizaciones como la Karnataka Rajya Ryota Sangha (Asociación de Granjeros del Estado de Karnataka en la India) que, aunque se oponga a la introducción de la semilla de algodón genéticamente modificada, es manejada por y para los granjeros ricos y medianos que siguen explotando y oprimiendo a la fuerza de trabajo rural y que hace campaña solicitando subvenciones para los fertilizantes químicos que utiliza (Berstein, 2016: 170).

En España, la principal organización que forma parte de La vía campesina es la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), fundada en 1977 a nivel estatal y en la que participan organizaciones de todas las Comunidades Autónomas que defienden “los intereses de modelo social y profesional de agricultura mayoritario en España, mucho más productivista y mercantilizado de lo que reivindica el mandato de Yakarta.

Su referente histórico son las luchas por los precios de los años 60 y principios de los 70 (guerra del pimiento, de la leche, del maíz, de la patata) y si bien es cierto que desde mediados de los años 70 pasó a primer plano de sus objetivos la defensa de un modelo productivo basado en la explotación familiar, ello de por sí no garantiza la defensa de un modelo agroecológico.

En la actualidad defienden una “transición verde de la agricultura” que, aseguran, no podrá alcanzarse sin una sostenibilidad económica imposible de alcanzar con las políticas comerciales y de regulación de mercados de la UE, que establece una competencia desleal de las importaciones. Se trata en este caso -y se puede suponer que en muchos otros- de una versión más a pie de tierra de una de las organizaciones de pequeños agricultores (no campesinos) que forman parte de La vía campesina, y que evidentemente puede firmar el programa máximo de Yakarta, pero el programa propio, mucho más pedestre, se adapta a los intereses inmediatos de sus miembros, mucho más económicos que ambientales. Al menos en la Europa de hoy resulta difícil creer que -como sostiene Jan Douwe van der Ploeg (2016: 35)- la agricultura campesina (ni siquiera la poca que pudiera reconocerse como tal) es “anaeróbica” y puede vivir sin el oxígeno de la rentabilidad.

Desde hace más de siglo y medio el análisis, las narrativas y los debates sobre el campesinado, sus organizaciones las comunidades campesinas, la gestión de su territorio y su relación con la tierra y sus propietarios, se ha movido entre los mitos y la realidad. Mitos que muchas veces han servido para establecer programas revolucionarios, rotundamente anticapitalistas, pero casi siempre desde relatos populistas y románticos. Pero al mismo tiempo han contribuido también a la creación de discursos engañosos, justificativos de políticas reaccionarias que en la práctica conducen en dirección contraria a los objetivos que se encontraban implícitos en los mitos. El último mito, cuidadosamente construido por La vía campesina, eleva al campesino y sus prácticas tradicionales, como la alternativa al sistema del agronegocio, depredador y destructor de la naturaleza y la Pachamama. El campesinado, restaurador de la biodiversidad, se presenta como el agente capaz de enfriar el planeta y detener el colapso, al tiempo que alimenta a una población mundial creciente.

Hoy se calcula que existen aproximadamente 1.500 millones de campesinos, agricultores e indígenas que manejan 350 millones de pequeñas explotaciones, 410 millones de recolectores en bosques, selvas y sabanas y 190 millones de pastores. Y entre el 70% y el 80% de los alimentos se producen en explotaciones de 2 hectáreas de promedio (Rosset y Altieri, 2018: 113). Pero buena parte de los países desarrollados, menos poblados, es cierto, que los subdesarrollados o las economías emergentes (BRICS), apenas cuentan ya con campesinos, al menos que respondan a la definición que el mito ha establecido. No se dispone todavía de suficientes estudios que permitan contrastar con la realidad el verdadero alcance del modelo agroecológico campesino que propone La vía campesina.

En todo caso, su principal logro ha sido el permitir establecer un programa de resistencia coherente y eficaz, capaz de llegar incluso más allá del mundo rural. Pero, aunque el modelo campesino avance en el sentido propuesto, ¿detendrá la continua sangría migratoria? ¿acabará con la agricultura productivista y el agronegocio? Mientras exista el capitalismo esa tendencia no parece que avance. Como dicen Aspe y Auclair (2006: 352-353), en el mejor de los casos se podría esperar que se llegase a la generalización de una agricultura dual, pero en la que la parte del espacio reservada al campesino sostenible serían las tierras consideradas marginales por el capital.

Es posible que en una nueva sociedad ecosocialista el modelo de La vía campesina pudiera tener éxito[3]. Sin embargo, sin duda habría problemas que resolver. Por ejemplo, el relato de La vía campesina parece apostar por la explotación familiar individual y renunciar implícitamente al colectivismo, a la producción en común sobre tierras comunales gestionadas colectivamente; una renuncia que en el futuro podría debilitar el espíritu comunitario que, por otra parte, parece desprenderse de su discurso. En condiciones económicas más favorables, la producción y apropiación individual del producto ¿no acabaría por dar lugar a una diferenciación social y al despertar del individualismo que históricamente la ha acompañado? ¿Debería renunciar el ecosocialismo a impulsar modelos productivos basados en la agricultura colectiva?

Recordemos que, si bien es verdad que algunas experiencias de colectivismo agrario en la URSS o en China tuvieron efectos negativos, tanto por la imposición forzosa y la gestión burocrática como por seguir un modelo productivista a ultranza, también la economía campesina individual dio lugar a la construcción de una clase pequeñoburguesa enemiga de la revolución y el socialismo.

12/12/2024

Manuel Corbera Millán, catedrático de Análisis Geográfico Regional jubilado y militante de Anticapitalistas.

[1] En la declaración de Nyéléni (Mali) de 2007 https://nyeleni.org/IMG/pdf/DeclNyeleni-es.pdf

se decía:

“Nosotros y nosotras, los más de 500 representantes de más de 80 países, de organizaciones de campesinos y campesinas, agricultores familiares, pescadores tradicionales, pueblos indígenas, pueblos sin tierra, trabajadores rurales, migrantes, pastores, comunidades forestales, mujeres, niños, juventud, consumidores, movimientos ecologistas, y urbanos, nos hemos reunido en el pueblo de Nyéléni en Selingue, Malí para fortalecer el movimiento global para la soberanía alimentaria…

“La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas”.

[2],. En 2015 La vía campesina se refería al nuevo mito campesino en los siguientes términos: “El nuestro es el “modelo de la vida,” del campo con campesinos, de las comunidades rurales con familias, de los territorios con árboles y bosques, montañas, lagos, ríos y costas, y se opone rotundamente al “modelo de la muerte” del agronegocio, de la agricultura sin campesinos ni familias, de monocultivos industriales, de zonas rurales sin árboles, de desiertos verdes y tierras envenenadas con agrotóxicos y transgénicos. Estamos activamente confrontando al capital y al agronegocio, disputando la tierra y el territorio con ellos” (citado por Rosset y Altieri, 2018: 198).

[3] Para Rouset (s.f: 24) “sin ecosocialismo el campesinado no tiene futuro, pero el ecosocialismo ya no puede concebirse sin el campesinado”.

Referencias

Aubertin, C. et Pinto, F. (2006): “Les paysans: figure emblématique du développement durable?”, en Auclair, L, Aspe, Ch. et Baudot, P. (dir.): Le retour des paysans? Á l’heure du développement durable. Aix-en-Provence: ÉDISUD.

Aspe, Ch. et Auclair, L. (2006): “Le paysan: ressource symbolique recyclée”, en Auclair, L, Aspe, Ch. et Baudot, P. (dir.): Le retour des paysans? Á l’heure du développement durable. Aix-en-Provence: ÉDISUD.

Berstein, H (2016): Dinámicas de clase y transformación agraria. Barcelona: Icaria.

Mantilla, Ch. O. (2019): “La nueva carta de derechos de los Campesinos”. Pensamiento y Acción Social. Colombia, pp. 1-5. https://www.pas.org.co/nueva.

Ploeg, J. D. van der (2016): El campesinado y el arte de la agricultura. Un manifiesto chayanoviano. Barcelona: Icaria.

Rosset, P. y Altieri, M. (2018): Agroecología. Ciencia y política. Barcelona: Icaria editorial.

Rousset, P. (s. f.): “El campesinado y el marxismo”. Textos de combate de Izquierda Anticapitalista, nº 12, pp. 1-24. https://www.anticapitalistas.org/wp-content/uploads/2015/10/El-Campesinado-y-el-marxismo.pdf.

Sevilla Guzmán, E. (2006): De la Sociología Rural a la Agroecología. Barcelona: Icaria editorial.

https://vientosur.info/la-via-campesina-hacia-el-ecosocialismo/

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Entrevista a Agustina Mardones, la primera licenciada en Agroecología de la Argentina “La ciencia está sucia de agroquímicos y monocultivos”

Fuentes: Revista Crítica

En esta entrevista Agustina Mardones propone un cambio de paradigma: que la ciencia abandoné su rol de religión del capitalismo y se acerque a las prácticas agroecológicas ancestrales para que ambas puedan nutrirse de los saberes que nos puede otorgar la ansiada soberanía alimentaria.

En el andar de nuestras vidas, los caminos que construimos a veces nos colocan en lugares que jamás podríamos haber imaginado, pero que reafirman nuestros pasos y convicciones. Agustina Mardones quedará en la memoria académica como la primera Licenciada en Agroecología del país.

La carrera se cursa, desde su conformación en 2014, en la sede de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) ubicada en El Bolsón, que funciona en un antiguo edificio escolar frente a la plaza principal. Es la primera experiencia educativa de este tipo en la Argentina.

Agustina nació y se crío en Cutral Co (en idioma mapuche, “agua de fuego”), ciudad neuquina rodeada y fundada por pozos de petróleo y la refinería más grande de la Patagonia. La fuente más cercana de agua está a 60 kilómetros y es trasladada en acueductos, primero para la refinería y luego para el pueblo.

Vegetariana desde los 12 años, a Agustina siempre le interesó conocer el origen de su alimentación. Al terminar el Secundario, en un viaje a La Rioja, conoció a un viajero que venía en bicicleta de un centro de Permacultura en Córdoba y traía consigo algunas hierbas y yuyos. Jamás había escuchado hablar sobre aquello.

Investigó, viajó a Buenos Aires y en la Facultad de Agronomía de la UBA le recomendaron Producción Vegetal Orgánica, que se dictaba allí. Pero la ciudad nunca fue una opción para ella. En la sede de la UNRN de El Bolsón también funcionaba la tecnicatura, así que empacó sus cosas y ya desde 2011 que vive en la Comarca andina.

Cuando apareció la Licenciatura en Agroecología en 2014, no dudó en anotarse. Se recibió en el pandémico agosto de 2020. Tiene un emprendimiento de fitocosmética agroecológica («Solar Botánicos»), con el que financió su tesis y donde trabaja actualmente.

“La agroecología viene como una respuesta, quizás incómoda, a este sistema de producción –dice Agustina–. Es la crítica y la construcción al mismo tiempo. Te da la alternativa y en esa alternativa hace y plantea un cambio de paradigma”.

¿Qué rol juega esta disciplina frente a la ciencia tradicional? “Descentraliza el saber académico al servicio de. Critica mucho la cuestión cientista, de que quizás un investigador termina contando qué porcentaje de hierbas aromáticas tiene la yerba, porque tiene que presentar un paper, y te plantea ‘che, ¿para qué estás haciendo eso?’. Hay un organismo gigante que está destinando un montón de dinero a que se cree ese contenido pero, ¿a quién le sirve? ¿Cuál es la función social de eso? Y eso incomoda. Porque si vos sos cientista y vienen a decirte eso, es incómodo. Pero la verdad es que se podrían hacer otras cosas con todo ese capital”.

Entre la Academia y los territorios

Agustina dice que en la agroecología entran también los saberes ancestrales que traen los pobladores y las pobladoras que habitan y trabajan en los territorios: “Ahí hay algo real, porque hay una organización social de la mano del movimiento agroecológico. Desde el punto de vista académico, la Agroecología tiene tres ejes. Uno es el académico de producción de conocimientos. Luego están los movimientos sociales, aquellos movimientos ambientalistas y trabajadores de la tierra que demandan también cierta clases de estudios, de impacto ambiental o, por ejemplo, ‘tengo esta babosa que me está comiendo todo, qué hago, porque no quiero tirarle pesticida’; y esto acompaña y también promueve esa producción de conocimientos. Si no está esta pata social, no es suficiente. Y el tercer eje engloba las prácticas agroecológicas científicas y las prácticas agroecológicas ancestrales, donde vamos a escuchar las voces y los datos de la ciencia, y las experiencias y el trabajo de las ñañas, por ejemplo”.

Estamos acostumbrados a comer tomate en julio, y en julio el tomate no existe. No es un tomate real. La tierra da los frutos en el momento del año en el que el humano las necesita.

–¿Cómo vivís vos esta especie de contradicción entre los saberes?

–Para mí es hermoso. Hay una pequeña contradicción, pero creo que es cuestión de tiempo. Tenemos que comprender que no por ancestral algo es bueno o verdadero, pero que tampoco la ciencia debiera adjudicarse toda la verdad. Los sistemas de riego por inundación o estancamiento, no siempre son lo mejor. En la época de los Incas pueden haber funcionado, pero no tenían en cuenta un uso racional del agua. Hoy sería un desperdicio para muchos lugares, ya que hemos creado otros sistemas más eficientes con el uso del agua. Una señora hace un fermento de ajo con no se qué, para aplicarle a la babosa, y lo pone en luna llena porque le funciona mejor que en otro momento. Yo creo en eso. Pero después está la Academia que pone a prueba eso que la señora decía, y si en su ensayo no da los mismos resultados que a ella, lo desacredita.

–La ciencia sigue siendo el lugar del saber…

–La ciencia o gran parte de ella asumió el rol de religión del capitalismo, la nueva fe, y está sucia, como todo. Donde más plata se pone, es en biotecnología, que es modificación genética; en sistemas de producción de monocultivo y convencionales, con más y más agroquímicos; o la industria tecnológica. Eso está al servicio de algo. En Buenos Aires, la carrera de Agronomía está financiada por Monsanto, básicamente. Todavía el saber tiene que pasar por la instancia de ensayo científico para ser acreditado. La ciencia tiene aún esa voz predominante que legitima o desacredita. La ciencia o el cientista, que es quien hace la ciencia, también debería entender que el saber debe ser holístico e interdisciplinar. Está re bueno que exista una carrera como ésta y se empiecen a financiar o gestionar otra clase de estudios que respondan a otras cuestiones o brinden otras respuestas. Hay una posibilidad de hacer las cosas de otra forma.

–¿Qué tema estudiaste para tu tesis?

–Mi tesis fue sobre biofermentos. Busqué dar una respuesta a una demanda del Colectivo de Productores de la Comarca. En la agricultura orgánica y agroecológica, se utilizan enmiendas orgánicas (la bosta básicamente) y muchas veces se aplican otras cosas, que tengan los nutrientes más concentrados. Aquí se utiliza mucho la biorganutsa, que es un compuesto comercial de bosta de aves marinas. Está bueno, pero no deja de ser un producto externo y no es nada barato. Encaramos el proyecto y utilizamos un recurso local que es el mantillo del bosque, que es lo que hay debajo de la hojarasca, una capa finita de hojitas en descomposición. Este mantillo en primavera se llena de hongos y bacterias beneficiosas, mantienen en equilibrio los bosques, hacen frente a microorganismos patógenos y por sobre todo, aumentan la biodiversidad del suelo. Extraje un poco de eso, le dí de comer azúcar, carbono y otras cosas, y lo puse en un tacho para que se reproduzcan los microorganismos y de ahí sacaba una porción y diluía en agua, le agregaba nuevamente azúcar, para que fermente y lo aplicamos en macetas. Era importante saber qué había, cómo cambiaba la estructura de la composición de comunidades biológicas en ese suelo. Y resultó que aumentaba la biodiversidad, aumentaba la resiliencia. Hay un principio agroecológico que es la equidad, que es que no haya mucho de una sola cosa sino que haya mucho de todo y eso siempre hace que esté todo mejor. En este caso no mejoraba el rendimiento, pero en agroecología no es que no importe el rendimiento o rentabilidad, solo que no es lo único que importa. Estuvo re bueno porque abrió un camino de investigación sobre el tema en la región.

–¿Cómo fue eso?

–Sé que en Bariloche continuaron investigando en este sentido, en el INTA y otros espacios de investigación. Hay compañeres de la carrera que siguieron con la investigación y a eso que yo le puse, le agregaron bosta y encontraron que incluso era mejor que la biorganutsa. Y todo con elementos del entorno de acá y a menor costo. La ciencia necesita acreditar una práctica para legitimarla y los biofermentos no estaban acreditados por la ciencia, sino que estaban como una práctica campesina. Fue una muy pequeña punta, sin embargo fue un trabajo muy profundo que sentó precedente en la zona. Y tiene una función social también. La agroecología no te propone receta de nada. En el lugar en el que estás, tenés que ver el ecosistema que te rodea. Pero sí pueden aplicarse los principios ecológicos para las propuestas que ofrece cada lugar. Buscar otras respuestas lleva mucho tiempo y trabajo. Mi tesis la hice en tiempos de macrismo donde no había un mango para investigación. Los análisis de laboratorios son costosos. Encaré un emprendimiento personal de fitocosmética y con la ayuda de mis viejos fui financiándome la tesis. Es una carrera que proporciona muchas herramientas para la autogestión y brinda la oportunidad de vincularse con la tierra.

Las granjas chinas de cerdos van a estar en el Chaco. ¿Dónde va a ir a parar toda la gente de allí? A las ciudades, a las villas, sin calidad de vida.

–¿Las ciudades pueden ser agroecológicas?

–Podrían buscar serlo de aquí en más. Debemos dejar de generar estas clases de ciudades. Debemos pensar en centros urbanos más pequeños, con una periferia que pueda generar los alimentos, para esa periferia y para ese centro urbano, por ejemplo. Necesitamos una proyección distinta. Ahora, yo, ciudadane común, ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer? Y, separar los residuos, por ejemplo. Parece algo muy básico e insignificante, pero eso ya es un montón, realmente. Pensémoslo como un embudo. En la parte más grande, se generarían realmente menos residuos, menos islas gigantes de basura, menos bolsas de basura volando por ahí, todo menos. Si hay una masa que separa los residuos, y que a su vez, exige al Estado que haya una planta que los clasifique y los recicle, eso ya sería un paso importantísimo. Porque en lo grande algo genera. Después, en lo más chiquito, empezás a dimensionar que, si seguís el proceso de compostaje en tu casa, en el balcón o en el patiecito, empezás a conectar en la ciudad, con algo muy cíclico que es la transformación de ese “residuo” en tierra: todo lo orgánico vuelve a ser buena tierra.  Hoy la basura la dejás afuera para que la busque el del consorcio y se la lleve. La basura puede reconectarnos. Son pequeños cambios en las dinámicas diarias que te reconectan con el entorno natural del que somos parte. Acá por ejemplo, quienes no tenemos gas natural sino calefacción a leña, vivimos constantemente en las casas un cambio de dinámica. Cuando es invierno y está el fuego prendido, una alfombra y una mesita ratona y todo pasa ahí. Y ahora que no hay fuego y el sol pega desde temprano, desayunamos afuera. Cambiamos nuestros comportamientos en una conexión constante con lo que sucede afuera, naturalmente. Los tiempos nunca son iguales. Convivir y reconectar con eso, para mí es un regalo.

–La industria alimenticia suele repetir que genera más producción: más en cantidad y en todas las épocas del año, y también más baratas ¿qué respuesta se le da desde la agroecología?

–Es un mito que el supermercado tiene la verdura mucho más barata. De hecho acá en el sur, no pasa. Es pura costumbre. Pasa también, que estamos acostumbrados a comer tomate en julio, y en julio el tomate no existe. No es un tomate real. La tierra da los frutos en el momento del año en el que el humano las necesita. La papa la vas a tener en invierno cuando tu cuerpo necesite carbohidratos y almidón para mantenerse y bancarse el frío. Lo mismo el zapallo, el puerro, la zanahoria. Ahora en verano, la tierra nos brinda el tomate, todo lo que es hoja, los alimentos frescos que hidratan. Por ejemplo la sandía que necesitamos en esta época de sol gigante. Conocer y saber qué hay en cada momento también te permite comprender qué es lo que necesita tu cuerpo. En la verdulería o el supermercado habrá espárrago, tomate y palta todo el año pero no es lo natural. La cebolla es más «de guarda», se cosecha una sola vez y se come todo el año. Pero hay que aprovechar más los alimentos que son de estación porque tienen que ver con lo que verdaderamente necesitamos en determinada época del año. La elección de consumo de alimentos libres de agrotóxicos, de yuyitos, de alimentos integrales, todo eso va mejorando la capacidad de tu cuerpo en un montón de cuestiones, desde lo físico a lo anímico espiritual.

–El alimento como una cuestión de salud.

–Vas a enfermarte mucho menos, sin duda. Pero a este sistema no le interesa realmente tu salud. La industria farmacéutica está muy de la mano de la industria alimentaria y la industria de la comunicación. La industria alimentaria hoy por hoy es la industria de la petroquímica. Los agroquímicos son todos derivados del petróleo, que contaminan un montón la tierra, el agua, el aire, y los alimentos. Eso lo consumimos y tenemos cáncer, intolerancia al gluten, celiaquía, diabetes y una infinidad de cosas que tienen que ver con el cómo se producen y procesan los alimentos, por eso es tan importante la elección de qué comemos. Cambiar lo que comemos es un pequeño cambio con el que cambiamos mucho.

Es necesario que en la escuela, aunque sea en la ciudad, enseñen de dónde vienen los alimentos y que se separen los residuos.

–¿Y cómo hacemos ese cambio?

–Todo eso es parte de una educación. No se si un niñe de la ciudad sabe que el pollo primero es un animal que anda suelto (en el mejor de los casos) y que después se vuelve carne. No tiene acceso a esa vivencia, no hace esa unión lógica. Y eso no es por nada. Es porque hubo todo un sistema, a través de la industria alimentaria, sumada a lo que es la propaganda y el marketing que fue alejándonos cada vez más del proceso del comer. De repente te encontrás que para ser funcional y eficaz en tu laburo, o para juntarte con tus amigues, pedís comida. Se fueron perdiendo los hábitos del cocinar, del comer. En la ciudad, la capacidad de autosuficiencia es mucho más limitada que acá, pero el hábito de cocinar también se fue perdiendo. Otra pequeña gran acción sería revisar nuestros hábitos de consumo. Dónde compramos y qué compramos, quién me va a proveer de alimentos, a qué estoy siendo funcional. No todos los que quieren y creen en otra forma de vida se tienen que ir al campo y ponerse a cultivar y criar gallinas. Cada persona tiene un arte y algo que aportar a este mundo, pero vos/yo consumidor, que te dedicás a cualquier otra cosa, tenés un poder muy grande que es exigir que la buena comida llegue a esos lugares. Soberanía alimentaria es elegir qué comemos, no solo que haya alimentos para todes. Porque eso es la seguridad alimentaria, y para eso existen todos los programas alimentarios y comedores que buscan garantizar que a nadie le falte. Pero dan leche y galletas. Está buenísimo, en el mientras tanto… pero estamos dando otra vuelta de rosca y es ¿qué comemos? Y eso es organización social.

–La propuesta sería recuperar la alimentación sana valorando los vínculos sociales.

–Por ejemplo, en esta boutique megacheta del alimento orgánico, con empaques divinos, hay de todo. Pero capaz en el mercado de al lado, el señor o la señora del barrio tiene el mismo producto o alimento, quizás menos procesado o menos vistoso, y tenés lo mismo. Tampoco es una cuestión económica únicamente. A veces las cosas salen un poco más caras, solo un poco, pero es porque hay una persona atrás que lo hizo, que valora su trabajo, trabajadores/as que no fueron explotados/as, un montón de cosas. Si bien es simple y pequeño lo que hay que hacer para lo mucho que hay que ir cambiando, no es menor el trabajo personal que implica. Internamente tenemos que saber que es un cambio de hábito y de creencia y que salir de la zona de confort, siempre genera inestabilidad y preguntas, pero poco a poco vas descubriendo otras respuestas.

–Un ejemplo es el trabajo de la UTT.

–La gente de la UTT está nucleándose fuerte y haciendo llegar alimentos a muchos lugares, de productores y productoras que en muchos casos habían trabajado para otros, utilizando agrotóxicos y se dieron cuenta que se fueron enfermando de un montón de cosas. Se dieron cuenta, «por acá no es, pero yo quiero seguir cultivando la tierra porque es lo que me gusta» y  entonces se organizaron y están haciendo llegar alimentos a muchísimos lugares, libres de agrotóxicos a precios super justos.

–¿Cómo ves la situación del acceso a la tierra para producir alimentos?

–El tema del acceso a la tierra es troncal. Es algo que nos atraviesa como sociedad y es algo que la agroecología tiene como lucha. El procrear rural que propone la UTT quizás no es la reforma agraria, pero es arrancar con algo. Es fundamental. Tiene que ver también en cómo pensamos esas ciudades futuras. Cómo diseñamos la urbanización que promueva la soberanía alimentaria. Muchas de las villas periféricas de las ciudades están originadas y crecen por gente del campo que se va a la ciudad, tampoco romanticemos la producción agraria. En Santiago del Estero, que está el MoCaSe, muchas personas se van porque viene la empresa a encarar el desmonte, la soja, o a poner vacas. Las granjas chinas de cerdos van a estar en el Chaco. ¿Dónde va a ir a parar toda la gente de allí? A las ciudades, a las villas, sin calidad de vida. En el Chaco falta el agua potable, las condiciones de vida son paupérrimas, siendo que allí se pueden producir un montón de cosas, solo que quizás es gente que sabe cultivar la tierra pero siempre trabajaron para el patrón, o tiene la tierra pero no tienen las herramientas, o nunca tuvieron una vida digna que les permitiera cultivar sus territorios. Saben de la ciclicidad, pero tienen las necesidades básicas insatisfechas. Para atender estas cuestiones debe estar el Estado. Está bien lo de los planes sociales pero pueden haber otras políticas públicas que dignifiquen la vida de las personas, en sus territorios, que tengan acceso a la tierra y puedan quedarse en sus lugares pero en buenas condiciones de vida. Queremos seguir sosteniendo esta ayuda, pero tenemos que ir pensando otras. Estamos en un momento clave, para que se propongan otras posibilidades. A la gente de la ciudad le cayó muy fuerte la pandemia, el encierro, y creo que es un momento bisagra en el que se está planteando una nueva normalidad, con mucha virtualidad, cosas que no van a volver atrás. Este cambio forzado en el que nos vimos envueltos debe traer reflexiones y nuevos planteos.

–Sos la primera licenciada en Agroecología del país, sin embargo, no tuviste agroecología como materia ni como taller ni en la primaria ni en la secundaria. No existía esa posibilidad cuando estabas escolarizada y tampoco existe ahora. ¿Por qué el sistema educativo nos enseña tantas cosas y deja de lado una de las más básicas como el acceso a la alimentación?

–La educación ambiental debe ser parte de la educación básica, no sólo agrotécnica. Así como está la lucha por que la ESI esté en todos los niveles educativos, creo que la educación agroecológica también debería ir en ese sentido. Son propuestas que no van a salir del Estado, sino de una demanda social. Es a partir de esa demanda que se pone en agenda para que sea ley. Y no solo alcanza con la ley, porque luego necesitas que se implementen correctamente las políticas públicas. Es necesario que en la escuela, aunque sea en la ciudad, enseñen de dónde vienen los alimentos y que se separen los residuos. Son pequeños hábitos sociales que debemos ir incorporando. Algo tan simple como poner frutales en las escuelas y que los chicos coman la fruta de ahí, tener el azúcar natural de una manzana en vez de la galleta o la barrita de cereal  llena de azúcar procesada.

–¿Qué te pareció la carrera de Agroecología? ¿Qué críticas le hacés como primer egresada?

–La agroecología es muy política y rebelde. Está re buena la carrera y todo lo que propone pero aún está dentro de un marco académico que se va encontrando de a poco con los sentidos de la carrera y quienes la transitamos. Se están pensando cambios en ese sentido en el plan de estudios. En los congresos si bien por lo general son muy académicos, hay mucha participación de la parte campesina, de los productores y productoras y eso está bueno. Hay intercambio, hay construcción de saberes. Para mí, para que sea agroecología, debería haber una dupla pedagógica entre un docente y una persona que se dedica a eso que se enseña porque muchas veces nos enseñan «lo ideal»,  y está re bueno aprender cómo debería ser, pero en la práctica hay un montón de cosas que no son así. La práctica, el estar ahí, te va a contar otras cosas. Ningún profesor ni profesora tiene la licenciatura en Agroecología. Vienen desde otros campos o paradigmas del saber y eso se re nota. Creo que nosotres, les estudiantes, somos quienes les pasamos la visión holística de las cosas. Y también aprenden de nosotres: es una integración de saberes.

–¿Cómo hace un país para sostenerse en la agroecología? 

–¿Cómo vive un país con divisas si no queremos la soja? ¿De dónde sacamos la plata para sostener todo esto? Son las respuestas que debemos buscar. La minería, el fracking  y la soja vemos que son modelos extractivos que nos dejan vacíos. Ahí me agarra un poco el anti-todo y digo «hay que salir de ese sistema de mercado». Capaz es una visión muy reduccionista, porque no estoy en el poder y no sé todo lo que implica, pero no puedo dejar de preguntarmelo y sé que la respuesta debe ser holística e interdisciplinaria. La agroecología tiene una propuesta muy clara para atender muchas cosas, pero no todas las cosas. Debemos crear esos espacios para encontrar nuevas respuestas.

Fuente: https://revistacitrica.com/soberania-alimentaria-union-de-trabajadores-de-la-tierra-agroecologia.html

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Entrevista a Daniela Dubois de la Red Federal de Docentes por la Vida: “¡Fuera el agronegocio de las escuelas!”

Por: Sandra Lario

“¡Fuera el agronegocio de las escuelas!”

La Red Federal de Docentes por la Vida (Argentina) y una apuesta por la agroecología y la soberanía alimentaria en las escuelas

 

En estos días circula un documento impulsado desde la Red Federal de Docentes por la Vida, que pretende visibilizar y denunciar, en plena pandemia, la intromisión de empresas del agronegocio en la escuela. Conversamos con Daniela Dubois, para que nos cuente cómo vienen trabajando en este momento.

¿Cómo se formó esta red?

-Ana Zavaloy fue una docente rural que sufrió varias fumigaciones con agrotóxicos en su escuela cuando era directora. Era la escuelita N° 11 en San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires, Argentina. Ella denunció estas fumigaciones en un momento histórico que que todavía no era un tema que circulara, ni existían pronunciamientos contundentes en contra. Ella fue la primera docente en la provincia de Buenos Aires en generar denuncias públicas. El registro data del año 2014. En ese momento un acompañamiento de los sindicatos docentes, a nivel del estado provincial o de la jefatura distrital. Comenzó a reunirse con otras docentes de la provincia de Buenos Aires y en el año 2017, en agosto, la Red se presentó por primera vez en el Encuentro Nacional de Pueblos Fumigados, en la comisión Educación y Escuelas Fumigadas. Ese año fue la sentencia en el juicio por la fumigación a la escuela en Entre Ríos, sentencia histórica obtenida por la lucha pionera de María Leyva de AGMER Paraná, que también forma parte de la red.

Desde ese momento se sumaron 200 personas de otras provincias y la red comienza a  tomar fuerzas, a generar denuncias a divulgar materiales didácticos contra las fumigaciones con agrotóxicos, en particular, pero también dando cuenta de todo el sistema extractivista, como la megaminería y el fracking.

¿Cuál es la importancia de la educación para ustedes?

Anita siempre tuvo muy claro que la escuela era un espacio de socialización de las comunidades y un espacio que puede ser motor de cambio. Lxs docentes tenemos un rol en la transformación tenemos que poder acompañar los procesos, así como dar cuenta de que la educación es siempre situada, con los pies en la tierra. En cada territorio se está llevando a cabo una labor educativa y pedagogía considero y toda pedagogía con tina política y en ese sentido apuntamos a construir en un interés común, el de vivir en un ambiente sano, de poder gozar del derecho a la educación y a la salud. Son cuestiones fundamentales que en el ámbito educativo se ponen en debate y se puede producir conciencia. Sin una educación que sea emancipadora en esos sentidos es muy difícil que se garanticen los derechos. También hay que tener en cuenta que hay saberes que ya traen las niñas, niños y adolescentes, tanto como sus familias, cuando también se acercan a las instituciones educativas. Entonces, la soberanía alimentaria deja de ser meramente un concepto sino también es algo que valoran las mismas personas, en ese ámbito educativo para decidir ¿qué se desea comer? ¿Qué es un alimento y qué no es un alimento? ¿Cómo se producen los alimentos? ¿Cómo llegan a nuestra mesa? Todas esas cuestiones por ejemplo son maneras en que la educación puede poner en jaque al agronegocio y al extractivismo en general.

¿Cómo pensar la escuela en este contexto de fumigaciones en plena pandemia?

En este momento particular de pandemia, la salud cobra relevancia. Encontramos un nexo no solamente porque se dice que el origen de este virus es zoonótico -pasó los animales a los humanos-, sino también ésto tiene relación con la expansión de la frontera de producción de alimentos de manera agrobiotecnológica. Con el modo en que los animales se han ido expulsando de esos ambientes naturales. Además, está la cuestión no sólo del origen de este virus sino que este mismo sistema de producción es inmunodepresor para las personas.

Entonces si la sociedad está haciendo un esfuerzo enorme para cuidarnos, también es necesario que no se nos fumigue con agrotóxicos, ya que degradan muchísimo el estado de salud de la población en los pueblos fumigados. Muchas docentes están difundiendo esta situación donde las docentes rurales que acercan los módulos de alimentos a las casas, encuentran a las familias encerradas. Es una situación muy triste y en la cual hay que tratar de seguir llevando protección e información a esas familias.

Afortunadamente hay un crecimiento de la agenda de estos temas en educación. Se están trabajando más sobre estos temas en la escuela. Son ejes que se trabajan y no han dejado de trabajarse aún en medio de esta virtualidad. Desde cada lugar las personas que elegimos el rol educador o educadora tenemos que seguir insistiendo con estas temáticas porque es muy importante lo antes posible transformar el modo en que se produce para poder vivir realmente en un ambiente sano.

¿Cómo se da la intromisión de las corporaciones del agronegocio en las escuelas?

También así como va ganando en el ámbito educativo la problemática y desde hace tiempo, las corporaciones del agronegocio están tratando de introducirse en la educación capacitaciones a docentes y proyectos educativos programas para que los estudiantes generen proyectos también. ¡Hay cosas que no se pueden creer! ¡Se hacen “Campeonatos de fumigaciones”! Es una forma de instalar que sean los próximos peones. Justamente, los peones son quienes no tienen la mayor responsabilidad en este modelo, y muchas veces son muy perjudicados y perjudicadas. Cuando hablamos con las familias nos cuentan se ven afectados directamente sus puestos de trabajo por este sistema. Están en un lugar muy difícil y sufren también las consecuencias de este sistema. Es delicado y hay que ver de qué manera hablarlo.

¿Cómo ven la cuestión del discurso de las “Buenas Prácticas Agropecuarias”, tan en boga en este momento?

AAPRESID, la asociación de siembra directa Argentina, los grupos CREA vienen tratando de instalar estas capacitaciones y programas, tal como indicamos en esta denuncia y bueno la virtualidad obviamente no lo frena. Estos contenidos que introducen, están definidos por sus intereses. Por ejemplo, tematizan  la producción o el cuidado de los suelos, sin mencionar las graves consecuencias que generan, los problemas de la salud, la contaminación, la pérdida de fertilidad de los suelos. Venden todo el discurso de las Buenas Prácticas Agrícolas, un eufemismo para que las personas no se preocupen porque “si se hace bien no pasa nada”. No olvidemos que se trata de tóxicos y una vez que se liberan al ambiente no se pueden controlar. En el caso de las familias de la comunidad educativa, quienes manejan el mosquito o trabajan con este sistema obviamente que es mejor que conozcan cómo protegerse, o que pueden hacer como para minimizar los riesgos. Pero sabemos que sigue siendo muy peligroso. Todo lo que aleje las fumigaciones, las limitaciones en las condiciones, las distancias mínimas y los vientos, todo lo que permite que una fumigación no sea tan dañina, como por ejemplo, identificar los vientos, tenemos que tratar de tomarlo a favor para frenar lo más posible esas prácticas. Pero no son “Buenas Prácticas”; la única buena práctica agrícola que existe es la ecología, la que produce sin agrotóxicos.

A continuación compartimos el documento elaborado e invitamos a sumar adhesiones al siguiente correo reddocentesporlavida@gmail.com

 

 

Fuera el Agronegocio de las Escuelas

 

Desde la Red Federal de Docentes por la Vida, hemos denunciado en reiteradas oportunidades la intromisión de las empresas del agronegocio, y del extractivismo en general, en los distintos niveles de la educación formal, fundamentalmente en las escuelas técnicas agrarias, mediante el otorgamiento de pasantías, el desarrollo de jornadas como “Escuelagro” o las “olimpiadas de pulverización”.

En esta oportunidad AAPRESID (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa) y FEDIAP (Asociación Civil de Escuelas, Bachilleres e Institutos Agrotécnicos, Centros de Formación Rural, Escuelas de la Familia Agrícola e Institutos Superiores) convocan a una gran aula virtual a desarrollarse el día 14 de octubre, con el objeto de disertar sobre una “agricultura sustentable” basándose en lo que estos actores denominan “Buenas Prácticas Agrícolas” y el desarrollo de tecnologías a fin de potenciar la productividad, sin considerar las externalidades de este modelo: venenos que invaden suelo, aire, agua y nuestros cuerpos; el deterioro del ambiente y la concentración de la tierra que sigue generando desarraigo y descampesinización. 

De manera similar grupos CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) junto a Bayer/Monsanto convocan con el proyecto “Así son los suelos de mi país” a escuelas primarias y secundarias a trabajar en torno a la sostenibilidad de los suelos sin considerar tampoco una reflexión o crítica sobre la contaminación, erosión y pérdida de fertilidad que generan la agricultura de insumos (basada en agrotóxicos y fertilizantes de síntesis química).

Las distintas actividades por la cuales ingresan las empresas a las aulas se encuentran avaladas por los organismos estatales. Es por todo lo expuesto, que solicitamos a los gremios docentes que se pronuncien a favor de los derechos de los y las estudiantes y trabajadores/as de la educación afectada gravemente por el agronegocio y nos acompañen en esta denuncia y pedido de firmas para que no se permita la intromisión de las empresas en las aulas.

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Inicia Ciclo de Formación virtual del OEP 2020 (sept-dic)

Por: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

Desde el Observatorio de Ecología Política hemos asumido el reto y las limitaciones que ha impuesto la pandemia global en el desarrollo de nuestras actividades de organización y formación, tradicionalmente presenciales y desde los territorios con las comunidades, como una oportunidad para explorar el uso de tecnologías de información y comunicación para construir nuevos espacios de articulación de saberes, experiencias y alternativas.

Por ello nos complace anunciar el ciclo de formación virtual que inauguramos este trimestre que cierra el 2020, con cuatro cursos en los que esperamos reunir experiencias diversas en Venezuela y allende, con el fin de generar nuevos debates en torno a temas de la ecología política en nuestras vidas cotidianas.

Te invitamos a conocer la propuesta de cada uno de estos espacios para la construcción de saberes y experiencias colectivas:

Introducción a la Agroecología

Facilitador: Francisco Javier Velasco Páez

La salud está ligada a la alimentación. Los seres humanos necesitamos alimentos nutritivos, saludables y en una cantidad adecuada para asegurar su desarrollo como organismo vivo y las condiciones de reproducción como especie. El modelo de globalización que domina en el planeta y que rige  la producción, la distribución y el consumo de alimentos sustentadas en el uso masivo de agrotóxicos, genera impactos sociales y ecológicos muy negativos y determina una proliferación cada vez mayor de alimentos que no cumplen con los requisitos nutricionales requeridos para garantizar la salud humana.

Como una de las alternativas ante esta situación ha surgido la agroecología, una suma y síntesis de conocimientos, que es algo más que la combinación y el uso ecológicamente eficiente de los factores de la producción en la agricultura. Es una vía de mediación de expresiones culturales que se fundamenta en concepciones referidas a contextos geográficos, ecológicos y sociales diversos, que trasciende el desarrollismo etnocida y ecocida que impulsa la agroindustria transnacionalizada. Se inscribe en un estilo de vida alternativo que rescata y potencia saberes socioambientales ancestrales de los consumidores primarios de la naturaleza en un diálogo intercultural, transdisciplinario y democrático con la ciencia moderna.

Este seminario-taller, que presentamos en modalidad online y combinando diversos recursos e instrumentos, se propone, en una primera aproximación, promover entre los participantes un proceso de reflexión y disposición para la acción centrado en las consideraciones y principios básicos relativos a la agroecología.

Sé parte del Seminario Taller Introducción a la Agroecología completando el siguiente formulario.

Mujeres en defensa de la vida: tejiendo cuerpos y territorios

Facilitadoras: Liliana Buitrago, Comadre Antumbra y Vanessa González Peña

Los extractivismos avanzan de manera inminente sobre los territorios de Abya Yala, los feminicidios se incrementan bajo el velo, cada vez más transparente, de la razón patriarcal, desarrollista, capitalista, racista, colonial, necropolítica que con la crisis polico-ecológica actual se hace visible. Sin embargo, la precarización de las condiciones de vida y el movimiento capitalista que pretende la descomunalización también ha traído la visibilización de las luchas de las mujeres por la vida. La comprensión de la dimensión transcorporal de las violencias feminicidas y de la corporalidad feminizada de las violencias ambientales resulta clave para hacer un ejercicio de encuentro y diálogo entre ecologismos y feminismos que nos permita avanzar juntas frente a los retos actuales. El taller Mujeres en Defensa de la Vida: tejiendo cuerpos y territorios plantea a mujeres de los diversos ecologismos, feministas, luchadoras sociales y mujeres en organizaciones en sus comunidades un espacio para este diálogo necesario entre ecología y feminismos a través de algunos fundamentos que desde las experiencias de luchas de mujeres en sus territorios hoy son nociones base. Ideas como la eco-inter-dependencia, las re-existencia, la pluriculturalidad, la justicia ambiental, autocuidados, entre otras, se nos presentan hoy como alternativas a la violencia, producto de los modos de vida extractivistas y desarrollistas, que afecta principalmente a las mujeres. De esta manera, las lecturas y aprendizaje desde casos resultan fundamentales. Se trata de un taller principalmente asincrónico que combina video y el uso de foro chat. No requiere estar conectada de forma permanente, sino que plantea que cada participante lo haga a su ritmo durante un mes de trabajo que le permita reflexionar más allá de las pantallas y prescindir de la conexión permanente virtual. Te invitamos a formar parte de esta experiencia de aprendizaje conjuntamente promovida entre el Observatorio de Ecología Política de Venezuela y Las Comadres Púrpuras.

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Ecología política, extractivismo y crisis civilizatoria: perspectivas y epistemologías críticas para un tiempo turbulento

 Facilitador: Emiliano Terán Mantovani

La crisis civilizatoria global que experimentamos tiene una dimensión socio-ecológica de enorme trascendencia. En estos tiempos, nos encontramos ante una encrucijada que pone en entredicho las propias condiciones de vida en el planeta Tierra. El asunto ambiental es crucial y está en disputa por diferentes visiones y grupos, entre los que se encuentran negacionistas, eco-modernistas, conservacionistas, promotores del «desarrollo sostenible», ecologismos radicales, entre otros. En esta disputa, la ecología política juega un rol importante, proponiendo perspectivas y epistemologías críticas que buscan poner en el centro otras visiones sobre la naturaleza, las relaciones de poder, las soberanías y la pluralidad de culturas, los comunes, y la crítica a los modelos de sociedad imperantes. Para América Latina, estas dimensiones son cruciales en la medida en la que se comprenden desde sus especificidad, determinada por el extractivismo y la colonialidad. En este seminario se propone una reflexión de estos elementos a la luz de la crisis civilizatoria actual. El mismo está dirigido a todo público, con énfasis en activistas, integrantes de comunidades, investigadores, periodistas y actores políticos. Se proponen debates profundos y colectivos sobre estas perspectivas en disputa, las bases de la ecología política y la crítica al extractivismo en América Latina. Se plantea también re-pensarnos desde la conflictividad socio-ambiental en Venezuela y la región, como insumo para estas reflexiones.

Sé parte del Seminario Taller Ecología política, extractivismo y crisis civilizatoria: perspectivas y epistemologías críticas para un tiempo turbulento completando el siguiente formulario.

Ecociudades: Una Propuesta Alternativa de Transición Urbana

Facilitador: Francisco Javier Velasco Páez

La crisis ecológica ocupa un lugar medular en la gran crisis civilizatoria de nuestra época, la crisis ecológica urbana constituye un aspecto crítico de la misma. En el marco de esta crisis surgen problemas locales altamente específicos que  tocan  de manera directa a las ciudades de latinoamericanas en general y venezolanas en particular. Las continuas perturbaciones y tragedias ecológicas inciden negativamente en     poblaciones urbanas en la medida en que nuestras ciudades latinoamericanas y caribeñas se hacen más vulnerables  configurando aglomeraciones  en  las que  convergen de manera desigual  el fasto de centros comerciales, rascacielos y  artefactos  electrónicos de punta, con la miseria, el hacinamiento,  la inestabilidad y la inseguridad  de tugurios y asentamientos espontáneos, todo ello sin la menor consideración  para con las grandes mayorías que las habitan  y  la trama ecológica  asociada a su  base y perpetuación.

Con asiento en una plataforma teórica ecosocial emancipatoria, proponemos para el debate y la reflexión en este seminario-taller   la creación de ecociudades y la conversión y recreación de nuestras ciudades ya existentes. Esto supone organizaciones espaciales y arquitectónicas, tecnologías, medios de transporte, formas de propiedad, relaciones de producción, formas de intercambio  y relaciones socio-políticas en procesos que operan en una conformación socio-territorial con base en los principios de complementariedad ecológica, productiva y sociocultural, en un despliegue progresivo de potenciales de libertad tales como la auto-organización, la auto-determinación y la auto-realización.

Sé parte del Seminario Taller Ecociudades: Una Propuesta Alternativa de Transición Urbana completando el siguiente formulario.

Organización multipropósito que orientada a la visibilización y estudio de las desigualdades e impactos socio-ecológicos que se generan a raíz de la transformación e intervención de la naturaleza, y al apoyo y acompañamiento de luchas socio-ambientales en el país

*Fuente: https://www.ecopoliticavenezuela.org/2020/09/02/inicia-ciclo-de-formacion-virtual-del-oep-2020-sept-dic/

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Charlas virtuales sobre agroecología y bioconstrucción dará Red de Guardianes de Semillas

Por: El Universo.

La Red de Guardianes de Semillas, una agrupación de 100 familias en 15 provincias del país, que trabaja en la protección de semillas agroecológicas, permacultura, bioconstrucción, salud, educación, organiza una serie de 15 charlas y 6 cursos gratuitos, entre el 6 de mayo y el 20 de junio, como parte del Festival Madre Semilla (Re) Evoluciona la vida.

Los temas a abordar son diversos: sistemas alimentarios del Ecuador, cocinar sin basura, repensar la economía para financiar el cambio, salud reproductiva, cultiva tu alimento, entre otros.

De acuerdo con Xavier Carrera, vocero de Guardianes de las Semillas, el momento actual lleva a repensar en el modelo productivo y de vida misma de la sociedad. Explica que en el Coronavirus ha dejado ver la capacidad de resiliencia de las familias asociadas, frente a la crisis. Explica que ellas han logrado mantenerse de una manera sostenible.

Varios factores han influido en ello: al ser guardianes de semillas y estar en permanente trabajo con la tierra, el alimento no falta; además se ha venido trabajando en educación y desarrollado un modelo familiar de no violencia desde hace varios años, por lo que ahora, durante el confinamiento, la violencia, a lo interno de estos hogares no ha sido un problema. También en el tema salud, consideran que su alimentación ha sido un factor importante para tener un sistema inmunológico sano, ideal en caso de que se presentara el virus.

En este sentido, explica es importante compartir los conocimientos, para que las personas tengan otra perspectiva de vida.

Fuente de la reseña: https://noticiasporelmundo.com/charlas-virtuales-sobre-agroecologia-y-bioconstruccion-dara-red-de-guardianes-de-semillas-ecologia-noticias-noticias-ecuador

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Cuba será sede por vez primera de encuentro regional sobre biodigestores

Redacción: Cadena Gramonte

El XI Encuentro de la Red de Biodigestores para Latinoamérica y el Caribe (RedBioLAC), a desarrollarse del 14 al 18 de octubre del presente año, tendrá a Cuba como sede por primera vez para debatir sobre esta opción agroecológica energética en el contexto rural.

Según el sitio web oficial del evento, el propósito de la cita es compartir conocimientos que permitan el desarrollo de un mundo mejor, con resultados que favorezcan la seguridad y soberanía alimentaria, tecnológica y energética.

Para ello participarán usuarios de estas tecnologías, técnicos, investigadores y desarrolladores, se mostrarán ejemplos de investigación e implementación en diferentes partes de América Latina y el Caribe y se conectará a los participantes de diversos sectores.

El programa del evento incluye dos cursos introductorios; un día de campo, donde se harán visitas a usuarios de biodigestores e implementadores para conocer el contexto cubano, y dos días de trabajos técnicos y científicos.

La Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, entidad de ciencia, tecnología e innovación del Ministerio de Educación Superior, será la anfitriona del evento, ya que se destaca por la ejecución de proyectos de sistemas integrados para la producción de alimentos y energías en el medio rural cubano de forma sostenible y amigable con el medio ambiente.

Desde el 2008 Indio Hatuey trabaja en la utilización de la biomasa para la producción de energía, en las líneas de la biodigestión anaeróbica, la gasificación de biomasa y la producción de biodiesel.

Asimismo, se incentiva desde la estación la utilización de los efluentes líquidos del digestor para la mejora de los suelos e incrementar las producciones agrícolas, así como los sólidos que se obtienen después de tratar los residuales que constituyen abonos orgánicos que sustituyen los fertilizantes químicos.

El XI Encuentro de RedBioLAC se realizará previo a la V Convención Internacional Agrodesarrollo 2019 que prevé tres eventos científicos: el XII Taller Internacional Los árboles y arbustos en la ganadería tropical; el VI Simposio Internacional Extensionismo, transferencia de tecnologías, aspectos socioeconómicos y desarrollo agrario sostenible y el V Taller Internacional Agroenergía y seguridad alimentaria.

La Red de Biodigestores para Latinoamérica y el Caribe (RedBioLAC) tiene 11 años desde su creación y ha realizado encuentros anteriores en países como Perú, Costa Rica, México, Nicaragua, Honduras, Colombia, Chile, Argentina y Brasil. (ACN) (Foto: Archivo)

Fuente: http://www.cadenagramonte.cu/articulos/ver/89235:cuba-sera-sede-por-vez-primera-de-encuentro-regional-sobre-biodigestores

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Charlas con B y OVE presenta a Alonso Ojeda:La agroecología desde una visión natural libre de agrotóxicos. (Video)

Redacción OVE

Las ciencias sociales en Venezuela han tenido un espectacular desarrollo en los últimos setenta años. Grandes maestros y maestras formaron a generaciones de científic@s sociales en todos los campos y áreas del conocimiento.

Sin embargo, la instrumentalización de la investigación muchas veces invisibiliza la importante labor que se realiza. En Charlas con B nos proponemos el ambicioso proyecto de abrir una ventana semanal para dar a conocer el trabajo científico que se realiza en Venezuela.

No lo haremos a través de los decisores, ni de quienes gestionan los centros de investigación, sino dándole voz y rostro a los y las investigadores(as).

*Alonso Ojeda: Docente de la Escuela de Biología en los cursos: Principios de Biología, Ecología de Poblaciones, Ecología de Suelos, Ecología de Comunidades, y Ciencia del Suelo; y en posgrado en el curso: Biofertilidad de Suelos. Investigación en los temas: Manejo agroecológico de sabanas de buen drenaje, con énfasis en el manejo de pasturas mediante la tecnología agroecológica de Pastoreo Racional Voisin; Uso de técnicas nucleares para determinar tasas de erosión en ecosistemas terrestres; Estudios de erosión en ecosistemas antárticos; Fenómenos de adsorción de fosfatos en suelos ácidos; Uso de emulsiones asfálticas y roca fosfórica como enmiendas mejoradoras de suelos; y Secuestro de carbono en ecosistemas terrestres en el contexto del cambio climático.

Este proyecto nace auspiciado por CLACSO-Venezuela y el portal “Otras Voces en Educación” (OVE), www.otrasvoceseneducacion.org.

Charla completa:

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