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Libro(PDF): Debates: Covid-19, desigualdad y políticas públicas distributivas

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

América Latina y el Caribe se encuentran atravesadas por fuertes desigualdades sociales y territoriales, siendo la región más desigual del mundo. Estas desigualdades concebidas de manera multidimensional e interseccional, en clave de tendencias contrapuestas y ambivalencias como proponen diversos intelectuales entrevistados en esta obra, constituyen una trama que se produce y reproduce de acuerdo a las dinámicas sociales dominantes.

Autoras(es): Roxana Mazzola. Pablo A. Vommaro. [Compiladores]

Bernardo Kliksberg. Juan Grabois. Cecilia Todesca Bocco. Gabriel Katopodis. Simone Cecchini. Rubén Lo Vuolo. Karina Batthyány. Cecilia Merchán. Estela Diaz. Nadya Araujo Guimarães. Gabriel Kessler. Enrique Valencia Lomelí. Josefina Morales. Ati Cañete. Luis Alberto Quevedo. Daniel García Delgado. María Julia Eliosoff. Arturo Trinelli. Svenja Blanke. Roxana Mazzola. Pablo A. Vommaro. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. Fundación Friedrich Ebert Stiftung. FLACSO Argentina. Área Estado y Políticas Públicas.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-950-9379-86-2

Idioma: Español

Descarga: Debates: Covid-19, desigualdad y políticas públicas distributivas.

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2475&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1614

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Un llamado a la acción ante la pérdida de aprendizaje

Por: Paulette Delgado

El Banco Mundial hace un llamado a la acción en América Latina y el Caribe para actuar para proteger el capital humano de los estudiantes.

Lamentablemente, como vimos la semana pasada, el COVID-19 ha dejado a la educación en América Latina y el Caribe (ALC) al borde de lo que el Banco Mundial describe como una “tragedia educativa” debido a la pérdida de aprendizaje en la región. Después de evaluar casi doce meses del cierre de las escuelas en la región, el estudio del Banco Mundial titulado “Actuemos ya para Proteger el Capital Humano de Nuestros Niños : Los Costos y la Respuesta ante el Impacto de la Pandemia de COVID-19 en el Sector Educativo de América Latina y el Caribe”, considera que la pandemia “puede poner en peligro los avances en capital humano mencionados precedentemente y, sobre todo, exacerbar las pérdidas en la acumulación de capital humano de millones de niños y niñas, con impactos sobre los futuros niveles de productividad”.

Los principales puntos que establece el análisis son que las estimaciones iniciales del cierre de las escuelas son abrumadoras. Si algo ha demostrado la pandemia es que la educación a distancia no puede reemplazar la presencial, especialmente si surge de una emergencia y no hubo tiempo para prepararse antes de que las clases fueran remotas. Esto hizo que las métricas de aprendizaje empeoren drásticamente.

Además, los sistemas educativos deben estar preparados para la reapertura de las aulas e invertir en los recursos necesarios para recuperar la pérdida de aprendizaje de sus alumnos al mismo tiempo que siguen todas las recomendaciones para prevenir más contagios. La pandemia abrió una ventana de posibilidades para reconstruir el sistema educativo para que sean más “efectivos, equitativos y resilientes”, por lo que las instituciones deben enfocarse en el financiamiento público y comenzar a explorar diferentes opciones para hacer la educación más eficiente a largo plazo.

Un llamado a la acción

La pérdida de aprendizaje debido al cierre de las escuelas puede mejorar si los gobiernos de la región ALC actúan urgentemente para abordar los distintos problemas que enfrentan los sistemas educativos en su esfuerzo por mantener la continuidad, participación y calidad. El Banco Mundial enfatiza que, “es importante recordar que la búsqueda de mejora no se debería hacer sólo para enfrentar la situación actual sino también para preparar o mejorar la educación híbrido, en la que coexisten la educación presencial y la educación a distancia en las mismas escuelas”. Más allá de sólo crear iniciativas de emergencia, pensar cómo “adaptar, mejorar y adoptar dichas medidas para el largo plazo de forma de crear sistemas educativos más inclusivos, efectivos y resilientes”. Para lograr estos objetivos, el Banco Mundial empieza diciendo que es necesario “enfrentar la pandemia durante el cierre de las escuelas”. Aunque ya muchas instituciones abrieron sus puertas, la situación sigue siendo sumamente cambiante, por lo que no se debe de descartar nuevos cierres de las escuelas en el futuro.

Uno de los mayores retos es retener a los alumnos en las escuelas y mejorar la efectividad de la educación remota, por lo que la organización sugiere combinar mecanismos de recopilación de información, ya sea a distancia o en persona; ya sea por llamada telefónica o mensajes de texto o haciendo entrevistas o encuestas. Varios países implementaron sistemas para poder monitorear individualmente a los estudiantes durante la pandemia con el fin de identificar aquellos que están en mayor riesgo de desertar. Cuando hacer este seguimiento no es posible, lo mejor es involucrar a las familias. En el reporte, el Banco Mundial encontró que la intervención de las familias reduce en un 77 % la deserción escolar y un 44 % la falta de motivación para regresar a la escuela.

Una estrategia para retener a los estudiantes es por medio de campañas de comunicación donde no sólo se dé información sobre cómo acceder a contenidos educativos, sino también, sobre la importancia de permanecer en la escuela. Perú y Uruguay, por ejemplo, presentaron información regularmente sobre lo que ofrecen sus instituciones de educación a distancia que alcanzó a más del 85 % de la población estudiantil. A veces, los alumnos no regresan por temas económicos, por lo cual, el sistema educativo debería considerar la posibilidad de brindar apoyo financiero para aquellos que se encuentren en situación de riesgo. El 61 % de los países en América Latina y el Caribe han centrado su apoyo al aspecto psicológico, y menos del 40 % ofrecen medidas económicas. La República Dominicana tiene el programa “Bono Estudio Contigo” que subsidia de manera parcial el costo de la matrícula de 30 mil estudiantes de bajos recursos en distintas universidades privadas. Este tipo de medidas son esenciales para mitigar la deserción escolar y reducir desigualdades.

Seguir buscando maneras de apoyar a los menos privilegiados para que reciban educación de calidad, aunque sea a distancia, debería ser prioridad en toda la región. Volviendo a la República Dominicana, el 41 % de los estudiantes recibieron menos de dos horas de clase al día durante el cierre de las escuelas, dejando una gran pérdida de aprendizaje. Para evitar este tipo de casos, se deben ofrecer alternativas de baja tecnología para tratar de erradicar las brechas digitales, especialmente cuando cierran las escuelas o cuando los estudiantes tienen que regresar a aprender en línea por casos de COVID-19 en las aulas. Al mismo tiempo, deben esforzarse en seguir involucrando a los estudiantes, asegurándose que cuenten con las habilidades y motivación para seguir aprendiendo más allá de que si las clases son presenciales o no.

De acuerdo con el Banco Mundial, existen cinco estrategias para evitar la pérdida del aprendizaje:

  1. Soluciones multimodales con estrategias específicas para alcanzar y apoyar a todos los estudiantes, inclusive los de grupos menos privilegiados.

  2. Involucrar a las familias y docentes mediante planes de comunicación interactiva.

  3. Capacitar a los docentes.

  4. Darle prioridad al currículum.

  5. Estrategias de evaluación de aprendizaje.

Además, se necesita que los países sigan desarrollándose, especialmente en temas de tecnología educativa y continuar los esfuerzos de participación efectiva de los estudiantes. Aunque involucrar a las familias es de suma importancia, para realmente contrarrestar la pérdida de aprendizaje, especialmente en grupos vulnerables, es necesario seguir desarrollando las habilidades digitales y pedagógicas de los docentes. Los programas de capacitación que tomen no sólo deben enfocarse en herramientas digitales, sino también en cómo desarrollar habilidades pedagógicas necesarias para asegurarse que el estudiantado reciba educación de calidad sin importar si la clase es presencial o no.

Gestionar la continuidad y recuperar los aprendizajes durante la reapertura de escuelas

Los gobiernos deben seguir tomando medidas para cerciorarse de que las instituciones estén listas para abrir sus puertas de manera segura y efectiva. El reporte menciona que la mayoría de los países de la región ALC han iniciado en cierta manera el proceso de reapertura, hacerlo es una “decisión compleja que debe basarse en datos sobre salud pública”. Se necesita que el sistema de salud pública colabore con el de educación para tener toda la información necesaria para decidir si reabrir sus puertas o no.

El Banco Mundial junto con otras organizaciones, preparan orientaciones sobre los criterios clave para abrir las escuelas, lo que les ha permitido identificar seis estrategias que sí funcionan; políticas y financiamiento, que son transversales a las otras cuatro: operación segura, aprendizaje, inclusión de los más marginados, bienestar y protección. UNICEF identificó 24 de los 36 países y territorios de ALC que ya cuentan con protocolos para el regreso seguro a las escuelas, los cuales incluyen aspectos generales de salud e higiene. Aún así, se debe monitorear cómo cada país y gobiernos locales implementan estos protocolos y cómo hacen que éstos se cumplan.

La comunicación continua y el apoyo a la comunidad educativa ayudará a abordar preocupaciones, conocer nuevas ideas, saber si están de acuerdo con la reapertura, y cómo se planea llevar a cabo los protocolos de salud. Lo mejor es tener estrategias de comunicación en conjunto con las autoridades para responder las preguntas de manera más clara. Según UNICEF, 85 % de los países de la región ya cuentan con algún tipo de estrategia de promoción y comunicación para la reapertura.

También es importante considerar que la mayoría de los estudiantes han experimentado pérdida de aprendizaje, además de que cada uno de ellos atravesó un proceso de aprendizaje distinto, ya sea por la dinámica familiar, como por los recursos económicos o la falta de herramientas digitales. Los docentes deben tomar esto en cuenta y pensar en estrategias efectivas para adaptar sus clases a las necesidades individuales de cada estudiante. El reporte sugiere la simplificación de los programas de estudios, la modificación del calendario escolar y la suspensión de exámenes finales como “medidas necesarias para adaptar la docencia y el aprendizaje a la nueva realidad”.

Simplificar el currículo contribuye a manejar la incertidumbre y facilitar el aprendizaje. Algunos países de América Latina y el Caribe decidieron centrarse en impartir sólo una parte del contenido para asegurar la “continuidad educativa”. Otros decidieron cubrir cierto porcentaje según lo que enseñaron antes del primer cierre en el 2020. México, por ejemplo, cubrió el 25 % del currículum de cada nivel educativo ya que estimó que ya habían enseñado el 75 % al momento en que se cerraron las escuelas. Otra manera de compensar las pérdidas de aprendizajes es adaptando el calendario académico. Durante el cierre, los países modificaron sus calendarios para tener más tiempo para preparar la educación a distancia, reduciendo o aumentando las vacaciones, por ejemplo. En República Dominicana, la educación a distancia comenzó casi tres meses después de lo que decía el calendario ya que decidieron capacitar a los docentes para que supieran adaptarse y crear contenido educativo digital antes de empezar a enseñar de manera remota.

Para la reapertura, se debe realizar una evaluación de la pérdida de aprendizaje lo más pronto posible para conocer el estado actual de los estudiantes y qué tanto perdieron de su aprendizaje. Después, crear modelos bien diseñados para abordar la crisis, enfocándose también la brecha de aprendizaje entre los estudiantes de mayores recursos con los más vulnerables. Otro factor importante en el regreso a clases es la educación híbrida ya que parece que se ha convertido en la “nueva normalidad”, ya sea porque algunas familias aún no se sienten seguras de mandar a sus hijos a la escuela, porque subieron los contagios, o porque se presentó un caso en el salón y se tuvo que mandar a todo el grupo a sus casas. Más allá de que estos modelos aprovechan distintas tecnologías, la educación híbrida debe considerar que los estudiantes más jóvenes necesitan más apoyo de parte de sus familiares y cómo aligerar su carga.

Estos modelos pueden ser una gran carga para los docentes, administradores, estudiantes y familias ya que todos necesitan más apoyo. En el caso de los educadores, enfrentan retos de pedagogía y logística al tratar de adaptarse a las dos maneras de enseñar. Por otro lado, muchas veces la planificación y reorganización de la educación híbrida cae en los directores que, muchas veces, tienen poca o nula experiencia en el tema. El cuerpo directivo también necesita capacitación en elementos de logística como la organización de horarios, así como del enfoque pedagógico del programa. Su toma de decisiones determina si se migrarán los efectos negativos del cierre de las escuelas o no.

Por otro lado, durante la pandemia, tanto estudiantes, familias y docentes han enfrentado momentos difíciles que han afectado seriamente su bienestar y salud mental. Muchos países ampliaron distintos programas de protección social, especialmente para apoyar y retener al estudiantado. Desde ofrecer apoyo económico para las familias con transferencias monetarias o becas, hasta la salud mental y psicosocial para mitigar los efectos del COVID-19. Algunas medidas que recomienda el reporte para ayudar en la educación a distancia incluye definir horarios específicos para las sesiones en línea, cumplimiento de tareas para las tareas, fomentar las actividades al aire libre y tener una buena comunicación con la comunidad.

Impulsar mejoras y aceleración para el largo plazo

Aunque los gobiernos se vieron en la necesidad de adaptar un modelo educativo a distancia de emergencia, la pandemia brinda la oportunidad de reformar los sistemas educativos a largo plazo. El Banco Mundial señala que “una revisión internacional de los planes de reapertura de escuelas revela que durante la etapa de reapertura a menudo los gobiernos se han concentrado en implementar protocolos de higiene, por encima de reformas sistémicas y coherentes para reconstruir mejores sistemas educativos”. Aunque esas medidas atienden la necesidad de corto plazo, deberían de enfocarse en sus objetivos a largo plazo también.

En un par de semanas, se introdujo un nuevo enfoque educativo para responder al cierre de las escuelas por COVID-19, es necesario adaptar e integrar las experiencias positivas al sistema educativo. Un ejemplo es la introducción de distintas tecnologías, plataformas digitales y el uso de datos para construir modelos educativos más eficientes que desarrollen capacidades digitales y pedagógicas, así como para prevenir la deserción escolar. En Guatemala, por ejemplo, combinaron los mejores datos para identificar a los estudiantes en riesgo de desertar, lo que permitió a los directores hacer acciones sencillas para alentarlos a seguir estudiando. Los resultados tanto de este país como de Honduras, según el reporte, muestran que los datos administrativos pueden identificar correctamente el 80 % de los estudiantes de sexto grado con riesgo de deserción. Y esto es sólo un ejemplo del potencial de utilizar datos en los sistemas educativos.

Según el Banco Mundial, “las intervenciones pedagógicas que ajustan el contenido a los niveles de aprendizaje de los estudiantes y refuerzan contenidos dependiendo de las necesidades individuales” son las que dan mejores resultados de rendimiento y han sido las más relevantes durante la pandemia. Estos sistemas adaptativos deberían mejorar la equidad de aprendizaje entre los estudiantes y permitir que los educadores se centran en enseñar habilidades aplicadas. Además, permite monitorear el progreso de los estudiantes y proporcionar material de apoyo o clases remediales después de clases en caso de necesitarlo.

Aún así, la pandemia expuso la gran brecha digital que existe en América Latina y el Caribe. Este reto limita el potencial de la tecnología para brindar una mejor educación, especialmente a los estudiantes que se encuentran en un bajo nivel socioeconómico, en áreas rurales, tienen alguna discapacidad, entre otros factores. La desigualdad también se ve entre niveles escolares ya que menos del 43 % de las escuelas primarias y el 66 % de las secundarias tienen acceso a internet para fines educativos. En este sentido es vital proporcionar infraestructura digital pero el costo estimado para que la región cuente con acceso universal a internet para el 2030 es de 47 millones de dólares, lo cual supone una gran inversión. Además, una buena infraestructura debe contar con plataformas y contenidos adecuados para el aprendizaje, dispositivos y saber utilizarlos, no sólo acceso a una banda ancha. Aparte es fundamental capacitar a los docentes para cerrar las brechas digitales, quienes deben contar con habilidades digitales y pedagógicas para utilizar tecnologías educativas de manera efectiva.

La crisis del COVID-19 deja como resultado la oportunidad de transformar el sector educativo que sea incluyente y pueda ser accesible para todas las personas y en todo lugar, independientemente de si las escuelas están abiertas o cerradas. Antes de la pandemia, la región ya enfrentaba el reto de que sus sistemas educativos no estaban centralizados en el aprendizaje individual de los estudiantes. El cierre de las escuelas sólo exacerbó el problema, haciendo que “la ‘recuperación de aprendizajes’ simplemente no es suficiente en ALC, especialmente en algunos países donde la mayor parte de los alumnos no estaban dominando conceptos básicos”, dice el reporte del Banco Mundial.

Y aunque ya muchas escuelas están abriendo, no se debe olvidar el papel fundamental que tuvieron las familias para motivar a sus hijos a que sigan estudiando. No se debe de soltar esa conexión creada con ellas por lo que los sistemas educativos deberían apoyarlas proporcionando ideas, información, material y alternativas para que continúen ayudando a sus hijos e hijas utilizando estrategias multimodales. Por otro lado, muchos jóvenes tuvieron que renunciar a sus estudios para apoyar económicamente a sus familias, por lo que el Banco Mundial propone crear programas de ciclo corto, de dos o tres años. Este tipo de propuestas sólo existe en un 9 % de las matrículas de la región, a comparación de un 34 % a nivel mundial. Estas iniciativas han mostrado tener altas tasas de retorno, además de mejorar los resultados de empleabilidad de los alumnos ya que les da certificación válida.

Aunque la pandemia creó la mayor crisis de la historia para los sistemas educativos de la región, también ha abierto una gran oportunidad para realizar cambios, especialmente para abordar las brechas digitales. La región debe aprovechar las soluciones pedagógicas innovadoras, así como el potencial de la tecnología educativa y las TIC, para desarrollar un mejor sistema educativo, especialmente el aprovechamiento de datos ya que abre la puerta a mejorar el proceso de aprendizaje por medio del análisis y monitoreo de la información.

El reporte concluye que “los países de América Latina y el Caribe han hecho loables esfuerzos en muchos frentes, pero podríamos ser testigos de una tragedia educativa nunca antes vista durante los próximos años si los países no actúan rápido y más integralmente. Las grandes ganancias en capital humano de las últimas décadas podrían ser borradas. Pero peor aún, estas pérdidas podrían hacerse permanentes, deteriorando eventualmente las oportunidades de toda una generación en América Latina y el Caribe. El momento de actuar es ahora”.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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La pobreza del aprendizaje en América Latina y el Caribe

Por: Paulette Delgado

De acuerdo con un informe del Banco Mundial, los niveles de aprendizaje han sido negativamente afectados en los países de América Latina y el Caribe durante la pandemia, dejando una pobreza de aprendizaje en la región. 

Anteriormente, en el Observatorio publicamos un texto sobre el “aprendizaje inconcluso”, que se refiere a estudiantes que no completaron el aprendizaje durante la pandemia en comparación con un año típico. Ahí se menciona que estudiantes de primaria y secundaria de Estados Unidos están en promedio cinco meses atrasados en matemáticas y cuatro meses atrás en lectura pero ¿qué hay de América Latina?

A raíz de la pandemia de COVID-19, la región de América Latina y el Caribe (ALC) atraviesa en la actualidad una crisis educativa sin precedentes. De los 25 países del mundo que han tenido el mayor número de muertes por millón de habitantes debido a la pandemia, seis pertenecen a América Latina. Con esta situación, los sistemas educativos tuvieron que cerrar por más tiempo que otras regiones.

Después de la conmoción durante las primeras semanas de la pandemia, la mayoría de los países comenzaron a trabajar en estrategias para asegurar que la educación continuara durante el cierre de las escuelas. Sin embargo, por más que se intentó llegar a los estudiantes, sus familias y educadores, ha sido difícil lograr niveles de participación adecuada y de calidad. En este sentido, el Banco Mundial publicó un reporte titulado: “Actuemos ya para proteger el capital humano de nuestros niños: Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia de COVID-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe” el cual explica la situación actual de la región. Este reporte es un análisis del Banco Mundial sobre la posible tragedia educativa en la región ALC y confirma la importancia de proteger el futuro de las niñas y niños de la región.

Con el fin de tratar de prevenir esta tragedia educativa, los países de la región han hecho diversos esfuerzos para afrontar la crisis sanitaria. Para manejar la continuidad educativa, la mayor parte de los países recurrió a la tecnología, utilizando el internet y medios tradicionales como la televisión, la radio y materiales impresos, centrando su atención en apoyar a los padres y docentes para hacer la educación más inclusiva. El problema es que existe una brecha digital significativa en la región, lo que hizo que el sistema educativo latinoamericano no sólo se enfrentara a la crisis del COVID-19, sino también a los de continuidad educativa, participación, calidad e inclusión. Sólo el 77 % de los estudiantes de 15 años tienen acceso a internet en sus casas.

Para afrontar este desafío, varios países recurrieron a programas que habían empleado antes, como México, que utilizó la iniciativa multimodal “Aprende en Casa” que se lanzó en 1998. Esta iniciativa alcanzó a 25 millones de alumnos durante el cierre de las escuelas. Otro ejemplo es Uruguay, que utilizó una plataforma integral de aprendizaje en línea que ya existía. Además, en Uruguay el 85 % de las casas ya contaban con conectividad desde mucho antes de que sucediera la pandemia, lo que hizo del país uno de los mejores preparados para la educación remota.

En el tema de conectividad y acceso a internet, en la región de América Latina y el Caribe sólo 77 % de los estudiantes de 15 años tienen internet en sus casas y este porcentaje ya incluye dispositivos electrónicos como computadoras, celulares y tabletas. Aunque el porcentaje no es muy bajo, está 19 puntos porcentuales abajo que el promedio de los países de la OCDE. Sin embargo, este porcentaje se ve aún más reducido entre estudiantes de bajos recursos, quienes tan sólo el 45 % tienen acceso a internet en sus casas. Esta cifra cambia de país a país; en Perú el 14 % de los menos favorecidos tienen acceso a internet, en México es el 19 %, en Panamá el 24 % y en Colombia es del 25 %. Aún cuando la región ha enfrentado estos desafíos de conectividad, las estrategias de educación a distancia han llegado a un gran porcentaje de la población. Según información de la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial, todos los países en ALC utilizaron material impreso (el promedio global es del 85 %), un 86 % utilizó plataformas digitales, un 84 % la televisión y un 63 % utilizaron aprendizaje por radio. La televisión, según el informe, es la que tuvo el mayor alcance ya que el 88 % de los hogares de la región cuenta con un televisor.

Sin embargo, el Banco Mundial argumenta que “la educación a distancia no es un sustituto natural de la educación presencial” ya que “no es un reemplazo adecuado para impartir muchas capacidades que se adquieren en las escuelas”. Para los autores del reporte, ALC ya enfrentaba una crisis educativa desde antes de la pandemia, dejando como consecuencia la pobreza de aprendizaje y resultados desiguales. Según estimaciones del Banco Mundial, el 51 % de los niños y niñas de 10 años no podían leer ni entender un texto simple (el promedio global es de un 48 %). Y esta situación varía entre países; va de un 21 % en Trinidad y Tobago a un 81 % en la República Dominicana.

La pérdida del aprendizaje en la región

Según estimaciones iniciales del Banco Mundial, “la ausencia de educación presencial debido al cierre de escuelas podría llevar a que, aproximadamente, dos de cada tres estudiantes no sean capaces de leer o comprender los textos adecuados para su edad”. Consideran que la pobreza de aprendizaje en América Latina y el Caribe “podría incrementarse en más de 20 por ciento”, lo que se traduce a que uno de cada tres estudiantes de primaria no podrán leer o comprender un texto al nivel que requieren para su edad.  Utilizando los resultados de la prueba PISA, el porcentaje de estudiantes que no son capaces de identificar los puntos centrales de un texto y poder analizar y reflexionar sobre el mismo podría aumentar de un 55 % a un 70 % después de que las escuelas cerraran por 10 meses. Incluso, en comparación con otras regiones, ALC es una de las que tienen más estudiantes con el mínimo de rendimiento, sólo superado por Medio Oriente y África del Norte cuyo porcentaje en este rubro es del 71 % y un 88 % en África Subsahariana.

A diferencia de Estados Unidos que el cierre de las escuelas provocó el retraso escolar de cinco a siete meses, en la región de ALC este retraso podría ser de casi 1.3 años de escolaridad para los estudiantes cuyas escuelas cerraron por 10 meses. En caso que hubieran cerrado 13 meses, la pérdida se estima que es de 1.7 años. Si se toma en cuenta el puntaje del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA en inglés), el Banco Mundial estima que el 71 % de los estudiantes que entren a secundaria estarían por debajo del mínimo. Nuevamente, esto significa que “dos de casi cada tres estudiantes del primer ciclo de educación secundaria no podrán comprender un texto de extensión moderada”. Según el reporte, en comprensión lectora, medido por puntaje de la prueba PISA, la comprensión lectora podría disminuir 38 puntos en la prueba si las escuelas cerraron 10 meses. Sobre esto último, el reporte remarca que “con más del 80 por ciento de los alumnos por debajo del nivel mínimo de rendimiento, las pérdidas de aprendizaje podrían impedir que los estudiantes desarrollen habilidades y competencias consideradas básicas/fundamentales en varios países”. Esto sólo haría que la brecha socioeconómica en la educación aumente en un 12 % donde los estudiantes más privilegiados podrían tener, en promedio, casi tres años de escolaridad más que sus compañeros más desfavorecidos, lo que el Banco Mundial describe como una “tragedia”.

El aprendizaje inconcluso en la región no es algo nuevo; desde antes de la pandemia, los alumnos menos privilegiados ya tenían más desventajas educativas pero a raíz de la pandemia, se teme aún más que abandonen la escuela. Simulaciones que realizó el reporte sugieren que la deserción escolar en ALC podría aumentar en un 15 %. En el peor de los casos, la “pobreza de aprendizaje” de ALC aumentaría de un 53 % a un 63 %, lo que representaría 72 millones de niños y niñas. Aun así, el mayor problema generado por la pandemia podría ser estudiantes por debajo del mínimo de rendimiento escolar, más que la pobreza de aprendizaje.

Para estimar la perdida de aprendizaje, el Banco Mundial utiliza una herramienta que les permite valorar los efectos del cierre de las escuelas llamada “Learning-Adjusted Years of Schooling”, (LAYS por sus siglas en inglés), que se podría traducir como “años de escolaridad ajustados por aprendizaje”. La organización dice que esta herramienta “combina la escolaridad que generalmente alcanzan los niños con la calidad del aprendizaje durante los años de escuela, en relación con cierto punto de referencia”. Estos resultados varían entre los países de la región, aquellos que ya estaban en una mala condición desde antes del COVID-19 y si cerraron las escuelas por 10 o 13 meses. En el reporte, el Banco Mundial también investigó cómo la pérdida de aprendizaje puede afectar los ingresos de los estudiantes a lo largo de sus vidas. Para calcular esto, usaron el retorno de la inversión educativa, la esperanza de vida y el mercado laboral. Descubrieron que, con el cierre de las escuelas durante 10 meses, un estudiante puede perder hasta $23.63 dólares de ingresos, lo que equivale a $1,313 dólares anuales.

Los impactos del COVID-19 también van a variar entre países. En aquellos con un menor rendimiento, la pobreza de aprendizaje hará que los estudiantes no desarrollen habilidades fundamentales para tener éxito en un futuro, además que significa que el país tiene que invertir más recursos en mitigar y remediar la educación. Según el Banco Mundial, estas pérdidas de aprendizaje podrían representar hasta el 88 % de lo que los estudiantes aprenden en un año escolar. En un reporte que hicieron para Chile, la organización consideró varios factores de mitigación para estimar la educación en distintos escenarios y concluyó que se podría alcanzar hasta un 88 % de pérdida de aprendizaje de un año escolar.

Es importante reconocer las desigualdades que existen dentro de los países de la región. Aquellos menos privilegiados son los más afectados por razones como la falta de acceso a la educación a distancia, poca participación en clases remotas, problemas económicos o familiares, entre otros. Considerando el puntaje de la prueba PISA, aquellos estudiantes con mayores ingresos podrían perder hasta un 30 % de aprendizaje, mientras que los más pobres podrían perder hasta 41 % de su aprendizaje. Además, el reporte señala que “la brecha socioeconómica de desempeño entre los estudiantes podría aumentar de 94 a 105 puntos PISA, lo que equivale a aproximadamente un cuarto de año de escolaridad”. En Chile, los jóvenes desfavorecidos podrían perder hasta el 95 % de lo que aprenden en un año regular si las instituciones cerraron 10 meses, en comparación con el 64 % de los estudiantes más privilegiados. En el caso de Colombia, la pérdida de aprendizaje para los estudiantes de quinto de primaria con dificultades económicas podría ser el doble que la de los más favorecidos, ampliando la brecha aún más. Pero esta desigualdad no es nada nuevo, en la prueba PISA del 2018, la brecha equivalía a 2.5 años de educación en la República Dominicana y a 4.1 años de escolaridad en el caso del Perú.

Ante esta situación, el Banco Mundial hace un llamado a la acción. Advierten que, “todas las métricas de aprendizaje están empeorando drásticamente y los efectos de la pandemia también impregnan muchas otras áreas de la vida de los estudiantes”, pero no todo está perdido. Los autores mencionan que se necesitan tres frases críticas para abordar la crisis: enfrentar el cierre de las escuelas, gestionar la continuidad y recuperar los aprendizajes durante la reapertura de escuelas y, por último, impulsar mejoras y aceleración para el largo plazo, las cuales cubriremos en la segunda parte de este texto que se publicará la próxima semana.

¿Qué opinas de los resultados del Banco Mundial? ¿Consideras que se vive una verdadera tragedia educacional en América Latina y el Caribe? ¿Cómo crees que se vean afectadas las próximas generaciones debido a esta pobreza de aprendizaje? Déjanos tus respuestas en los comentarios.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Libro (PDF): Educación popular. Para una pedagogía emancipadora latinoamericana

Reseña: CLACSO

Las páginas de este libro recogen una apuesta colectiva por establecer la vigencia y debatir el lugar de la educación popular y de las pedagogías críticas en los procesos de lucha por la educación pública y la construcción de procesos emancipatorios en nuestro continente. Gramsci decía que toda Revolución está precedida de una gran conversación. La que propone este nuevo libro de la colección Foros aborda el problema de la Educación Popular en sus múltiples articulaciones con la economía popular, la educación de jóvenes y adultos, la investigación militante, las pedagogías descolonizadoras, feministas y antipatriarcales, pero también con los modos de articular y arraigar en la escuela, el colegio y la universidad.

Autor (a): Anahí Guelman. Fabian Cabaluz Ducasse. María Mercedes Palumbo. Mónica Salazar. [Compiladores]

Editorial/Edición: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-617-1

Idioma: Español

Descarga: Educación popular. Para una pedagogía emancipadora latinoamericana

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2292&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1460

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Comunidad Atenea: una red de aprendizaje colaborativo para docentes

Por: Carolina Giménez y Bárbara Erzen

 

En marzo de 2020, se creó la Comunidad Atenea, un espacio de aprendizaje colaborativo para docentes de Latinoamérica que hoy reúne a casi 16.000 maestros y ofrece 740 horas de oportunidades de formación abiertas y gratuitas.

El advenimiento de la pandemia impuso el distanciamiento social obligatorio, y muchas escuelas de la región latinoamericana tuvieron que cerrar sus puertas como medida de prevención. Por este motivo, la continuidad pedagógica ha sido una de las principales preocupaciones. Inmersos en un contexto de incertidumbre y estrés y con poca formación en el uso de herramientas digitales, pero con una gran convicción y tenacidad, los maestros asumieron el desafío de impulsar clases virtuales para mantener el vínculo con sus estudiantes. Un desafío que, en soledad, sin dudas se torna más complejo. “Siempre pensé que el docente trabaja muy solo, puertas para adentro. Y lo que necesitaba era ser parte de una comunidad. Justo a tiempo, llegó Comunidad Atenea”, afirma Silvina desde la ciudad de Mendoza.

Como menciona Silvina, Comunidad Atenea llegó en marzo del 2020: una red social abierta y gratuita de aprendizaje colaborativo para docentes de Latinoamérica. Un espacio donde los maestros comparten buenas prácticas educativas, se inspiran a partir de sus pares, planifican sus clases y se conectan con docentes de toda la región. Pero, sobre todo, un espacio de encuentro de docentes para docentes. Una comunidad que, hoy en día, reúne a casi 16.000 maestros y ofrece 740 horas de oportunidades de formación abiertas y gratuitas. Las buenas prácticas compartidas por los docentes son fuente de inspiración y ya fueron replicadas más de 4.500 veces por colegas de la comunidad, sin perder de vista la adaptación al contexto particular de sus escuelas, y alcanzando así a más de 174.000 estudiantes.

“Ser parte de esta comunidad es una experiencia muy inspiradora. El aprender haciendo y pensar en voz alta con diversidad de ideas, ya que somos docentes de distintos países, áreas y niveles. El trabajo con otros fomenta el entusiasmo y me hace crecer emocionalmente”, nos escribe la docente Noemí desde Argentina. “Una enorme experiencia que no es transitoria. Feliz de ser parte de este maravilloso grupo humano”, afirma María desde Ecuador. Al leer mensajes como el de Noemí y María, sentimos que estamos caminando en la dirección adecuada: impulsar una comunidad de aprendizaje colaborativo entre docentes de Latinoamérica con sentido de pertenencia.

En los últimos años han surgido infinidad de plataformas para docentes. Entonces, ¿qué factores hacen posible que Comunidad Atenea sea una comunidad de docentes con fuerte sentido de pertenencia? A continuación, describimos estos ingredientes:

1. Participación voluntaria

Comunidad Atenea está conformada por docentes que, por decisión propia, desearon ser miembros de esta comunidad. El maestro que participa en nuestros talleres o laboratorios en vivo lo hace porque quiere estar allí, porque lo/a motiva aprender junto a otros docentes. Una investigación de la Universidad de Stanford ha identificado que tener un sentido de propósito compartido y participación voluntaria son elementos clave en la conformación de una red de docentes poderosa. Asimismo, otros estudios apuntan a que las redes de maestros que involucran oportunidades de desarrollo profesional informal y vínculos entre pares son más proclives a apoyar las necesidades integrales de los docentes.

2. Colaboración, retroalimentación entre pares y metacognición

Creamos la #ExperienciaAtenea, una experiencia de aprendizaje colaborativo de cinco días. Cada semana, se propone una nueva temática para enriquecer las prácticas de enseñanza y aprendizaje. Así, los docentes se convierten en protagonistas de un espacio de formación y encuentro que se desarrolla a través de diferentes plataformas (YouTube, Zoom y WhatsApp) a través de las cuales colaboran, se brindan retroalimentación y reflexionan sobre lo aprendido juntos. SUMMA ha identificado a estos tres componentes como los más efectivos de las prácticas educativas. Asimismo, un estudio realizado en escuelas secundarias de Gran Bretaña concluyó la importancia de la retroalimentación entre pares para la contención emocional de los docentes. Las encuestas de satisfacción de la #ExperienciaAtenea muestran que el 98 % de los docentes egresados considera que estos espacios les brindan mucho y bastante en términos de motivación y de oportunidades de colaboración con colegas.

3. Confianza y aprendizaje basado en el hacer sin miedo al error

El #LaboratorioAtenea es un espacio de encuentro de un mes donde los docentes pueden explorar y experimentar juntos en un ambiente de confianza donde el error es parte del aprendizaje. La analogía con el laboratorio fue elegida en virtud de que es un lugar donde la teoría y la práctica se unen y los docentes aprenden haciendo y reflexionando con otros. ¿Por qué este énfasis en la noción de confianza? Primero, es importante recordar que la rapidez con la que se desencadenó la pandemia produjo que los docentes debieran adoptar las TIC de la noche a la mañana. Por un lado, diferentes investigaciones sostienen que la falta de confianza de los maestros en el uso de la tecnología constituye una gran barrera para su implementación en el aula. Se ha comprobado que este temor a cometer errores frente a sus estudiantes a menudo conduce a que no se animen a experimentar diversas herramientas digitales que podrían enriquecer sus clases. Por su parte, varios autores remarcan la importancia de desarrollar un liderazgo  basado en la confianza como aspecto clave para impulsar la innovación escolar. Cabe destacar que las encuestas de satisfacción de los #LaboratorioAtenea muestran que el 98 % de los docentes egresados considera que estos espacios les brindan mucho y bastante en términos de herramientas prácticas.

4. Celebración docente

Sin dudas, el factor crucial de una comunidad de aprendizaje docente es el vínculo cercano, cálido y humano entre sus miembros. Para promover este tipo de lazos, impulsamos un clima de alegría y celebración de la profesión docente como la más importante de todas –pero no siempre reconocida como tal–. Y sus frutos pueden verse con claridad en las producciones colaborativas de los miembros de nuestra comunidad. Por ejemplo, como cierre de año, organizamos unas “Olimpiadas” en las que, por equipos, los docentes debían crear entre todos “su himno”, lema y estandarte. El equipo de los “Educadores sin fronteras” (conformado por más de 150 maestros de toda la región) compusieron un rap que fue interpretado por el hijo de una docente y que nos sigue emocionando cada vez que lo escuchamos “Este es un mensaje para la comunidad, para el que dijo que este año está perdido, estamos demostrando que a la distancia se puede educar para seguir luchando y no darnos por vencidos. Gracias Comunidad Atenea por ser la solución y no los problemas”.

Quienes impulsamos Comunidad Atenea creemos en el poder de las comunidades de aprendizaje docente basadas en la confianza, la colaboración y la experimentación. Así, descubrimos juntos el potencial de la tecnología en Educación y promovemos aprendizajes significativos en nuestros estudiantes.


Carolina Giménez (carolina.gimenez@varkeyfoundation.org) es Directora de Tecnología Educativa de Fundación Varkey. Ha trabajado durante más de diez años desarrollando soluciones creativas e innovadoras para resolver desafíos educativos. Es co-fundadora de Comunidad Atenea, una red social abierta y gratuita para la comunidad de aprendizaje colaborativo de docentes de Latinoamérica.

Bárbara Erzen (barbara.erzen@varkeyfoundation.org) es especialista en generación de contenido para entornos virtuales de aprendizaje en Fundación Varkey. Cuenta con ocho años de trayectoria en el diseño instruccional de cursos online y la coordinación de experiencias de aprendizaje sincrónico. Hoy en día, es parte del equipo que impulsa Comunidad Atenea.

 

Referencias

Beggs, T. A. (2000). Influences and barriers to the adoption of instructional technology. Presentado en el Mid-South Instructional Technology Conference 2000. Retrieved from https://www.learntechlib.org/p/90470/.

Bingimlas, K. (2009). Barriers to the successful integration of ICT in teaching and learning environments: A review of the literature. Eurasia Journal of Mathematics, Science & Technology Education, 5(3), 235–245.

Bryk, A., Schneider B. (2003). Trust in Schools: A Core Resource for School Reform, recuperado de  http://www.ascd.org/publications/educational-leadership/mar03/vol60/num06/Trust-in-Schools@-A-Core-Resource-for-School-Reform.aspx Consultado el 28 de mayo de 2021.

Kidger, J., Stone, T., Tilling, K., Brockman, R., Campbell, R., Ford, T., Hollingworth, W., King, M., Araya, R., Gunnell, D. (2016). A pilot cluster randomized controlled trial of a support and training intervention to improve the mental health of secondary school teachers and students – the WISE (Wellbeing in Secondary Education) study. BMC Public Health, 16(1), 1060-y. doi:1060.

Lieberman, A. (2000). Networks as learning communities: Shaping the future of teacher development. Journal of Teacher Education, 51(3), 221-227. doi:10.1177/0022487100051003010.

Niesz, T. (2007). Why teacher networks (can) work. Phi Delta Kappan+, 88(8), 605-610. doi:10.1177/003172170708800812.

SUMMA, Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe, Plataforma de Prácticas Educativas Efectivas, recuperado de  https://www.summaedu.org/plataforma-de-practicas-educativas-efectivas/ Consultado el 28 de mayo de 2021.

Trust, T., Krutka, D. G., & Carpenter, J. P. (2016). “Together we are better”: Professional Learning networks for teachers. Computers and Education, 102, 15-34. doi:10.1016/j.compedu.2016.06.007

Tschannen-Moran, M. (2014). Trust Matters: Leadership for Successful Schools, 2nd Edition, recuperado de https://eric.ed.gov/?q=by-product&pg=6&id=ED565696 Consultado el 28 de mayo de 2021.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Libro(PDF): Diccionario de términos críticos de la literatura y la cultura en América Latina

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

La propuesta de compendiar este diccionario de autoría colectiva surgió del interés y la necesidad de reflexionar sobre el léxico especializado en el área de los estudios de la cultura y literatura latinoamericanas. Los términos seleccionados remiten a problemas, contextos y áreas geoculturales diversas y, en ese sentido, conforman un amplio mapa de la crítica latinoamericana. Buscando realizar una valoración y puesta al día del legado conceptual que es representativo de la historia cultural del continente, todos los términos considerados, articulados como un conjunto orgánico a través de referencias cruzadas, dan cuerpo al latinoamericanismo, formación discursiva atravesada de polémicas y sometida a una revisión crítica en los últimos tiempos. Material de referencia y utilidad para interesados en los estudios latinoamericanos, tanto para los jóvenes investigadores como para especialistas y lectores en general, este trabajo aspira a mostrar las transformaciones de un campo y dimensionar, al mismo tiempo, el aporte de América Latina a la crítica literaria y cultural.

Autora: Beatriz Colombi. [Coordinadora]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-030-9

Idioma: Español

Descarga: Diccionario de términos críticos de la literatura y la cultura en América Latina

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2412&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1598

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La Educación en tiempos de COVID-19 en Guatemala, estos son los desafíos que enfrentan los estudiantes

Por: Elvis Hidalgo. https://tvaztecaguate.com

La pandemia del COVID-19 en Guatemala, como en otros países, ha agravado los problemas sociales, la educación es uno de ellos. El presidente Alejandro Giammattei declaró el 14 de marzo el cierre de los establecimientos educativos tanto públicos como privados.

El 31 de marzo el Mineduc inició un programa televisivo para que se pudiera dar continuidad a clases de preprimaria, primaria y secundaria, pero no todos los estudiantes tienen acceso a telecomunicaciones y tecnología.

Ante esta situación la ex ministra de educación María del Carmen Aceña dio a conocer que en los último 10 años ya no se ha innovado en el tema educativo. Aceña señaló que si no se cambia el rol del maestro y se adaptan a los desafíos del siglo XXI no se tendrá un aprendizaje con los niños y jóvenes.

La Educación en tiempos de COVID-19 en Guatemala, estos son los desafíos que enfrentan los estudiantes

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