PNUD
En todos los países hay muchas personas con escasas perspectivas de vivir un futuro mejor. Carecen de esperanza, sentido de propósito y dignidad; desde su situación de marginación, solo les queda contemplar a otras personas que prosperan y se enriquecen cada vez más. Muchos seres humanos han escapado de la pobreza en todo el mundo, pero aún son más los que no tienen oportunidades ni recursos para tomar las riendas de sus vidas. Con demasiada frecuencia, el lugar que ocupa una persona en la sociedad sigue estando determinado por su etnia, su género o la riqueza de sus progenitores. Desigualdades: sus huellas están en todas partes. Las desigualdades no siempre reflejan un mundo injusto; sin embargo, cuando tienen poco que ver con la recompensa del esfuerzo, el talento o la asunción de riesgos empresariales, suponen una afrenta para la dignidad humana. Bajo la sombra del profundo cambio tecnológico y la crisis climática, las desigualdades del desarrollo humano dañan las sociedades y debilitan la cohesión social y la confianza de la población en los gobiernos, las instituciones y sus congéneres. La mayoría de ellas deteriora las economías al impedir que las personas alcancen todo su potencial en su vida personal y profesional. A menudo dificultan que las decisiones políticas reflejen las aspiraciones de toda la sociedad y protejan el planeta, cuando las escasas personas que ostentan el poder lo utilizan para influir en las decisiones de modo que beneficien a sus intereses. En casos extremos, los ciudadanos pueden tomar las calles. Estas desigualdades del desarrollo humano constituyen un obstáculo crucial para hacer realidad la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. No son únicamente disparidades en términos de ingreso y riqueza. Tampoco pueden explicarse utilizando únicamente medidas sintéticas de desigualdad centradas en una sola dimensión, y condicionarán las expectativas de aquellas personas que consigan vivir hasta el siglo XXII. El Informe explora las desigualdades del desarrollo humano más allá del ingreso, más allá de los promedios y más allá del presente. Se pregunta qué tipos de desigualdad son importantes y qué factores las provocan, reconociendo la necesidad de considerar las desigualdades perniciosas como un síntoma de la existencia de problemas más amplios en una sociedad y en una economía. También se plantea qué políticas pueden contribuir a hacer frente a esos factores y ayudar a las naciones a impulsar su crecimiento económico, mejorar su desarrollo humano y reducir las desigualdades. Es complicado obtener una visión clara de las desigualdades del desarrollo humano y su evolución. Esto se debe, en parte, a que tales desigualdades son muy amplias y presentan múltiples facetas, como la vida misma. Asimismo, las medidas que se suelen utilizar —y los datos en los que se apoyan— son a menudo inadecuadas. No obstante, existen patrones que se repiten una y otra vez.
En todos los países las metas se van moviendo. La desigualdad en el ámbito del desarrollo humano es alta o va en aumento en las áreas que se espera que vayan ganando importancia en el futuro. Se han producido algunos avances en ámbitos fundamentales a escala mundial; por ejemplo, ha aumentado el número de personas que consiguen salir de la pobreza y el de personas que reciben una educación básica, aunque continúan existiendo diferencias significativas. Al mismo tiempo, sin embargo, las desigualdades se están ampliando en los tramos superiores de la escalera del progreso. Un enfoque basado en el desarrollo humano abre nuevas perspectivas en relación con las desigualdades —por qué son importantes, cómo se manifiestan y qué hacer al respecto— que ayudan a diseñar medidas concretas. El Informe sugiere la importancia de realinear los objetivos de las políticas existentes haciendo hincapié, por ejemplo, en la educación de calidad en todas las edades —incluida la enseñanza preescolar— en lugar de prestar una atención exclusiva a las tasas de matriculación en la educación primaria y secundaria. Muchas de estas aspiraciones están ya reflejadas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Esto también implica que se deben combatir los desequilibrios de poder que se encuentran en el origen de numerosas desigualdades, por ejemplo mediante el establecimiento de medidas antimonopolio para garantizar unas condiciones más equitativas en el terreno económico. En algunos casos la lucha contra las desigualdades exige hacer frente a normas sociales profundamente arraigadas en la historia y la cultura de una nación. Muchas políticas contemplan medidas dirigidas a mejorar la equidad y la eficiencia. El principal motivo por el que no suelen aplicarse puede estar relacionado con el poder de los intereses creados, que no ven los beneficios de que la situación cambie. El futuro de las desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI está en nuestras manos, pero no podemos descuidarnos. La crisis climática muestra que el precio de la inacción aumenta con el tiempo, ya que fomenta una mayor desigualdad que, a su vez, dificulta cada vez más la acción por el clima. La tecnología está cambiando ya los mercados de trabajo y nuestra vida, pero todavía desconocemos en qué medida podrán las máquinas sustituir a las personas. Sin embargo, nos estamos acercando a un precipicio y, si caemos en él, la recuperación puede ser muy complicada. Tenemos elección, pero hemos de actuar ahora.
A continuación puede descargar el texto completo del informe haciendo click en el siguiente enlace: Informe de Desarrollo Humano 2019