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Contaminación mental en tiempos de canibalismo ambiental

Por: Carlos Ruperto Fermín

Durante los milagrosos 365 días del año, existe una luz de inconciencia gravitando en el Medio Ambiente, que tanto los niños como los jóvenes y los adultos, no son capaces de reconocer por sus propias voluntades, para alcanzar una mejor calidad de vida.

Todos los días dormimos en la cama con nuestro querido Smartphone, recibimos la eucaristía con un sabroso cordero en el estómago, bailamos reguetón frente a la cara de los más pobres, compramos hasta morir en los divertidos centros comerciales, olvidamos el legado de los aburridos pueblos originarios, respiramos el tremendo smog del alérgico semáforo, y omitimos la regla del método anticonceptivo.

Queda claro que la costumbre nos transforma en humanos robotizados. Primero adoptamos una sofisticada tendencia social, que dicta el esquema de nuestra cotidianidad. Y luego adaptamos ese rutinario esquema social, en todas las actividades ordinarias que realizamos a diario.

Es como llevarse a la boca una hamburguesa, y comerla con una lengua sin papilas gustativas. Sabes que estás comiendo carne, pero no puedes identificar el sabor de la carne. Por desesperación, seguiremos comiendo, masticando y tragando, para encontrarle el gusto a la grasosa hamburguesa. Pero al final del incontrolable deseo de satisfacer a nuestro paladar, degustaremos un trastorno obsesivo compulsivo que jamás se dará por vencido.

Por miedo a la derrota, nunca caemos rendidos en la tumba. Por miedo a la soledad, nos reproducimos a cualquier hora y en cualquier colchón. Y por miedo al fracaso, nos apuñalamos con los billetes ensangrentados del éxito.

No hay duda que nuestros brillantes cerebros, sufren las consecuencias de un legendario traumatismo craneal, que nos dejó ciegos, sordos y mudos, en un enfermizo proceso de Transculturación global.

Por eso siempre sabemos decir hola en Inglés, pero nunca sabemos decir hola en Quechua. Siempre podemos escribir hola en Inglés, pero nunca podemos escribir hola en Wayuunaiki. Y siempre conocemos el significado del Inglés, pero nunca conocemos el significado del Quechua, del Wayuunaiki y del Español.

Sin embargo, NO es obligatorio experimentar un choque frontal en la veloz carretera, para sentirnos accidentados y agonizando en nuestra propia vida. Es probable que la amnesia que borra todos los recuerdos del alma, sea la mejor respuesta ante un memorable estado de culpa. Y quizás formatear el disco duro de nuestra computadora personal, sea el primer paso para reconectarnos con la triste realidad lobular.

Gracias a la evolución de la Ciencia, sabemos que el hemisferio cerebral izquierdo, se encarga de controlar las funciones del lenguaje, escritura, numeración y lógica racional. Mientras que el hemisferio cerebral derecho, se encarga de proyectar los sentimientos, emociones, creatividad y expresiones artísticas.

Gracias a la involución de la Conciencia, sabemos que el hemisferio cerebral izquierdo, se encarga de comprar, vender e hipotecar los recursos naturales de la Tierra, con una intachable firma en la bolsa de valores. Mientras que el hemisferio cerebral derecho, se encarga de sonreír, aplaudir y fotografiar la firma del jugoso contrato, que los empresarios capitalizarán en el bosque.

Ambos hemisferios demuestran ser apáticos, ambidextros y analfabetos, cuando se trata de reflexionar sobre la crisis social, cultural y ecológica del siglo XXI.

Por desgracia, el omnipotente Sistema que carcome cada milésima de segundo, fue carcomiendo las últimas neuronas del segundero, y aunque usted ya NO quiere comportarse como un perfecto idiota, el Sistema te obliga a comportarte como un perfectísimo idiota.

Al Sistema no le importa apoderarse de tu dinero, pues le interesa apoderarse de tu discernimiento, para fácilmente obtener tu preciado dinero. Una vez esclavizada la cabeza hueca, el Sistema te convierte en un objeto de consumo masivo, en una mercancía al detal, y en una etiqueta de liquidación.

El Sistema es muchísimo más inteligente que un pulpo, por lo que sus infinitos tentáculos de acción y reacción, pueden hacerte calzón chino en plena luna de miel, pueden convertir el sueño americano en una gran pesadilla, y pueden contagiarte la enfermedad de la mediocridad.

Nos preguntamos ¿Cuál es el supuesto Sistema que te obliga a sacrificar el pobre intelecto? ¿Qué gana el Sistema esclavizando tu estilo de vida? ¿Quién o quiénes son los culpables de imponernos al Sistema?

Quizás sea culpa del Entorno, tal vez sea culpa de la Sociedad, o probablemente sea culpa del Fútbol. Puede que sea culpa de Jesucristo, puede que sea culpa de Mickey Mouse, o puede que sea culpa de Hitler. También podríamos culpar a la Madre Tierra, podríamos culpar a la Vía Láctea, y podríamos culpar al mismísimo Universo.

El Sistema es un cáncer que compra, corrompe y descompone a la Humanidad. Es como el diablo que se viste de santo, y le regala lecciones de ética y moral a su querido prójimo. Todos saben que el santo es realmente el diablo, pero nadie lo desmiente porque luce muy bien, porque dice lo que la gente quiere escuchar, y porque es muy generoso con su pueblo.

Siempre fingimos ser los reyes del ring de boxeo, y la culpa siempre debe caer y recaer en las manos de los adversarios. Cuando ganamos en la vida, la culpa es toda nuestra. El ego jamás comparte la victoria, porque le alzamos los brazos a la suerte, y todo el crédito de la película se lo lleva nuestro nombre y apellido.

Pero cuando perdemos en la vida, la grandísima culpa se la disputan los gobiernos de turno, los políticos corruptos, las loterías tramposas, los familiares envidiosos, los vecinos chismosos, los colegas del trabajo, los profesores malhumorados, los ladrones de oficio, los animales silvestres y las supremas deidades.

Algo o alguien siempre se lleva el grito, la ofensa, el mal de ojo, el empujón, el hematoma, la bala, la sangre, y las cenizas de todos nuestros problemas. Permitimos que lo externo defina nuestro interior, y en ese espacio y tiempo siempre hay cabida para la moda, la indiferencia, la traición, la violencia, la frivolidad y la codicia.

En los medios de comunicación social nacionales y extranjeros, se enaltecen los antivalores, la negatividad, y la putrefacción del todopoderoso Sistema capitalista.

Vemos que para domar y dominar a las masas, se va amasando una tentadora orgía de consumismo, sexismo y propagandismo, que se difunde durante las 24 horas del día en la televisión, en la radio, en la prensa, en la Internet y en las calles pavimentadas.

Los televidentes, los radioescuchas, los lectores, los cibernautas y los ciudadanos, son obligados a santificar la pornografía del espectacular show circense, mediante la compra y venta de todos los productos y servicios, que se comercializan con un longevo arsenal publicitario, el cual incluye la desinformación del morbo, del adulterio, del divorcio, del embarazo precoz y del aborto.

En un abrir y cerrar de ojos, la audiencia se vuelve adicta al sexo, a las drogas y al racismo, para ser cómplice de lo simple, de lo estúpido y de lo infame.

Las famosas redes sociales como Twitter, Facebook y WhatsApp, van maximizando el borreguismo de los tontuelos, ya que los usuarios necesitan un ficticio sentido de pertenencia, para no sentirse rechazados y aislados de la comunidad virtual, por lo que odiarán todo lo que el mundo odie, y amarán lo que todo el mundo ame.

Debido a que esos jóvenes tontuelos representan la popularidad, el Sistema festeja sus tonterías y los considera ovejas sagradas, para seguir idiotizando al resto del rebaño.

No olvidemos que somos inestables y débiles por naturaleza, por lo que cualquiera puede sembrar cotufas en nuestros cerebros. A medida que brotan las semillas del cultivo mental, vamos aumentando el precio y el valor de todas las sabrosas cotufas, buscando que nuestros pensamientos enriquezcan la tierra fértil, y así podamos venderle nuestra espiritualidad a la relatividad de los hechos.

Yo boté mucha basura en la calle, porque tenía mucha hambre. Yo prendí por muchas horas el aire acondicionado, porque tenía muchísimo calor. Yo malgasté mil litros deagua potable, porque tenía mucha sed de venganza. Yo asesiné a sangre fría, porque Dios todo lo perdona.

Ahora bien, cuando nos referimos a la contaminación ambiental, generalmente exponemos una serie de daños ecológicos que sufre el planeta Tierra, por culpa de los dedos abusivos, de las manos industrializadas, y de los brazos destructores de los inhumanos Seres Humanos.

Si lanzamos la moneda e inhalamos el dióxido de carbono, gritaremos ¡Bingo! con lacontaminación del aire.

Si lanzamos la moneda y quemamos la capa vegetal, gritaremos ¡Bingo! con lacontaminación del suelo.

Si lanzamos la moneda y envenenamos los ríos, gritaremos ¡Bingo! con lacontaminación del agua.

Si lanzamos la moneda y amplificamos los vidrios rotos, gritaremos ¡Bingo! con la contaminación acústica.

Si lanzamos la moneda y encandilamos el cielo nocturno, gritaremos ¡Bingo! con la contaminación lumínica.

Si lanzamos la moneda y desnudamos a la hermosa cerveza, gritaremos ¡Bingo! con la contaminación visual.

Si lanzamos la moneda y saturamos las redes inalámbricas, gritaremos ¡Bingo! con la contaminación electromagnética.

Si lanzamos la moneda y bebemos la lluvia ácida, gritaremos ¡Bingo! con la contaminación radiactiva.

Si lanzamos la moneda y la moneda no alza el vuelo, gritaremos ¡Bingo! con la contaminación espacial.

Pese a que reconocimos tantísimas fuentes de polución, creemos que la crisis ambiental se origina, va creciendo y se intensifica, con un tipo de contaminación que NO concentra la atención de las colectividades, escapando de la punzante línea del tiempo, y evadiendo la realidad del libre albedrío.

Detrás de la archiconocida contaminación ambiental, se halla escondida la gran Contaminación Mental, que es la madre de todas las contaminaciones en el planeta Tierra, representando el verdadero punto de partida hacia la autodestrucción planetaria, y situándose como el histórico obstáculo cognitivo que ha imperado a lo largo de las civilizaciones.

La mayoría de los Seres Humanos no reciclan los desechos sólidos, no practican la eficiencia energética, y no reducen el consumo del agua potable, porque se encuentran ecológicamente bloqueados por causa de una terrible contaminación mental, que los convierte en cosas apáticas, desechables y desleales, en el cuidado que ameritan los ecosistemas y la biosfera.

Millones de corazones a escala mundial, sufren las consecuencias físicas y psicológicas de la atroz Contaminación Mental. Los individuos de todas las edades son perjudicados con la presencia de estrés, migrañas, cuadros de ansiedad, hiperactividad, insomnio, depresión, frustración, gastritis, y muchísimas más alteraciones diagnosticadas por el saludable Sistema.

La Contaminación Mental infecta a los perversos corazones llenos de chips, apps y tags, que nunca tienen un megabyte disponible para instalar en sus cerebros la Educación Ambiental, y así descargar una visión conservacionista de un Mundo que se cae a pedazos, porque ni siquiera los virus informáticos son tan nocivos para la Pachamama, como los trágicos ecocidios que provocan los hombres y las mujeres de carne y hueso.

Aceptamos y aplaudimos la criminal deforestación, los gigantescos derrames petroleros, la extinción de la biodiversidad, la quema de combustibles fósiles, el uso de los agrotóxicos, los megaproyectos mineros y la demoníaca fractura hidráulica, porque NO comprendemos el significado y el significante del gran manuscrito Voynich.

Negamos la existencia del Calentamiento Global, porque jamás desenchufamos el freezer del tomacorriente. Negamos la existencia del Efecto Invernadero, porque hibernamos durante las cuatro estaciones del año. Y negamos la existencia del Cambio Climático, porque somos incapaces de observar los rayos del Sol.

No deseamos investigar, no podemos recapacitar, y no queremos sobrevivir.

Nuestra ignorancia socio-ambiental que afianza el desarraigo cultural, solo piensa en vestir muchísima más ropa fashion, en comer carne en restaurantes de comida rápida, en imprimir La Biblia con tres toneladas de hojas de papel, en conducir el carro último modelo por la selva asfaltada, en comer maíz transgénico para curar la borrachera, en sintonizar los canales de deportes internacionales, en bautizar a más engendros fecundados por el Tío Sam, y en seguir sobre-poblando el oscuro nido de la miseria.

El agresivo proceso de Transculturación que padecemos en la actualidad, se fue robando el santísimo sacramento del sagrado corazón. Los más fieles devotos de la Madre Tierra, se quedaron llorando de dolor sin fuerza, sin electricidad, sin agua, sin gas, sin techo, sin comida, sin amor y sin sueños.

Las cotufas vencieron a las neuronas, y las hamburguesas del Sistema exigen un nuevo teléfono móvil, una nueva tableta, una nueva laptop, una nueva videoconsola, un nuevo televisor, una nueva máquina tragamonedas, un nuevo árbol holográfico, una nueva descarga de piratería, y un nuevo androide para la artillería de guerra.

Todos estamos mentalmente contaminados, y el Sistema no se cansa de pisotearnos el cráneo con su magistral fatalidad. Así seguiremos cargando la cruz hasta el fin de los tiempos, salvo que por un segundo de la vida, te detengas a pensar un segundo en tu vida.

Pensar no es solo capricho de los dioses, tú también puedes despertar del siniestro letargo mental, y encapricharte con una vida mucho más responsable, sostenible y sustentable.

En vez de comprarte el maldito nuevo Iphone, puedes donar esa plata a una fundación que rescate a los perros y a los gatos de las calles. En vez de adquirir el maldito nuevo Galaxy, puedes donar esa plata a instituciones que ayudan a los lisiados sin hogar. En vez de fumarte un maldito nuevo Cigarrillo, puedes donar esa plata a una asociación que alfabetice a los más desamparados.

Imagina cómo sería el Mundo, si fuéramos un poquito más empáticos. Imagina cómo sería Latinoamérica, si fuéramos un poquito más solidarios. Imagina cómo sería la Vida, si fuéramos un poquito más altruistas.

Si ya no puedes imaginar, el Sistema ganó la apuesta del casino. Si ya no puedes rezar, el Sistema te apuñaló por la espalda. Si ya no puedes creer, eres el Sistema.

Te pedimos un mayor compromiso con el bienestar del Medio Ambiente, una mayor preocupación por el futuro de Gaia, y un mayor interés en compartir la gracia salvadora de la misericordia.

No dejemos que la maldad le gane a la racionalidad. Hoy es un buen día para hacer lo correcto, sin correr ningún riesgo. Si ayudas de corazón te sentirás mejor, y harás que otros hermanos se sientan todavía mejor.

  • tomado de: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Contaminacion/Contaminacion-mental-en-tiempos-de-canibalismo-ambiental
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Enfoques cooperativos; Hoy: El cooperativismo ante la incompatibilidad capitalista con la vida.

Por: José Yorg, el cooperario.
 
 
“Lo que urge es reaccionar contra las malas costumbres políticas, contra los errores endémicos, contra la absurda organización de nuestras repúblicas, si es que hemos de llamar «organización» al dominio de una oligarquía o de una plutocracia que nunca tuvo más visión de la patria que sus conveniencias”. Manuel Baldomero Ugarte.
 
Nos permitimos una observación: El cooperativismo actual tiene que clarificar qué es lo que quiere ser porque-a todas luces- lo que es no alcanza para atraer de sí y para sí la entusiasta atención.
 
Aunque, claro está, existen percepciones disimiles, y todas ellas justificadas, sobre lo que es y lo que debiera ser un cooperativismo actualizado, son las realidades cotidianas y concretas del momento histórico quien impone verdades.
 
Hablando de momento histórico, precisamente, el cooperativismo es producto de una determinada condición social y económica histórica del capitalismo en su etapa industrial, la que empujó a las grandes mayorías a buscar y encontrar la solución cooperativa.
 
Pero los Pioneros no solamente pretendían resolver sus adversidades, sino también y sobre todo, “transformar las estructuras socio-económicas del mundo”, buscaron la “Sociedad para Todos”.
 
Nos limitamos a formular  una convicción frente a la bestialidad capitalista que está recorriendo su etapa financiera.
 
 Desde la perspectiva que nos brinda el economista y ex ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires Aldo Ferrer (1927-2016) sobre el pensamiento de su colega en un artículo publicado por la Revista CEPAL denominado “Raúl Prebisch y el dilema del desarrollo en el mundo global”:
“La globalización plantea desafíos y oportunidades. Prebisch enfrentó este dilema del desarrollo en el mundo global y dejó tres mensajes que son el gran legado de su obra. Primero, los países centrales conforman visiones del orden mundial funcionales a sus propios intereses. Es necesario rebelarse contra ese esquema teórico para resolver el dilema. Segundo, es posible transformar la realidad y lograr, con los centros de poder mundial, una relación simétrica no subordinada. Tercero, la transformación requiere un cambio profundo en la estructura productiva para incorporar -en la actividad económica y social- el conocimiento, que es el instrumento fundamental del desarrollo. Estos mensajes conservan plena vigencia en la actualidad”.
 
De nuestro análisis de esta lectura concluimos que el capitalismo actual estaría en una encrucijada y por tanto se torna económicamente inviable:
 
1.-Los circuitos financieros se alejan de la producción económica y adquieren preponderancia propia y política sobre las decisiones de los gobiernos y esas decisiones no son en manera alguna insignificantes, pues afectan la calidad de vida de millones de personas de carne y huesos.
 
2.- La especie humana y la naturaleza necesitan otra economía, una economía compatible con la vida sostenible. La destructiva utilización de agro-químicos aniquila cada día esa continuidad social.
 
Nos asalta la idea de que tal vez la razón de la arremetida neoliberal en su afán de retrotraer derechos adquiridos sobre una vida mejor, tales como los derechos del trabajador, jubilación digna, derecho a una educación y salud accesible, responde al temor de ruina del capitalismo, en su afán de mantener, a su interés, el status quo: Un mundo desigual.                  
 
Ante ese mundo desigual, en conflicto y penurias evitables, es hora de mirar al modelo cooperativo, nobleza de producción y vida, compatible con la existencia en armonía, por tanto, que no nos despojen esta oportuna esperanza.
 
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!                                       
 
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Filosofía imprescindible

España/ Julio de 2016/La Estrella de Panamá

Por: Adela Cortina

Nuestras sociedades son sumamente contradictorias en lo que hace a la enseñanza de la filosofía y de esa parte esencial suya que es la ética.

En la ESO la ética se ha reducido a una materia de escuálidos ‘Valores éticos ‘, alternativa a la religión por más señas, con lo que se abona la falsa convicción de que hay una moral para ateos y otra para creyentes. Cuando lo cierto es que todos deberían compartir la misma ética cívica. En el Bachillerato la Historia de la Filosofía, que en un tiempo fue obligatoria, se pierde entre una maraña de optativas. Y en las universidades, las Humanidades, entre ellas la Filosofía, se devalúan con la coartada de que no parecen engrosar el PIB de los países.

Y, sin embargo, responder con altura humana a los desafíos de nuestro tiempo sigue exigiendo contar con un bagaje como el que proporciona muy especialmente la filosofía. Para muestra, algunos botones.

Se repite hasta la saciedad que la falta de ética es una de las causas de las crisis económica y política, se insiste en la perversidad de la corrupción, en la falta de responsabilidad de los líderes, que ponen su ego frente al bien común, se habla de la importancia de las emociones en la vida pública y de que no pueden llevarnos, sin embargo, a olvidar los argumentos. Catástrofes como la victoria del Brexit en el referéndum británico nos instan a construir una mejor Europa, fiel a su compromiso con los derechos económicos y sociales de las personas, leal a las exigencias de la hospitalidad con quienes no tienen más alternativa que la desesperación y la muerte. Seguimos creyendo que el camino para construir democracias auténticas es una ciudadanía lúcida y madura, capaz de reflexión, crítica y argumentación, convencida del valor de la autonomía y de que solo puede conquistarse desde la solidaridad. Nombramos comités de bioética en distintos niveles y, salvo honrosas excepciones, ninguno de sus miembros se ha formado en ética. Criticamos las consecuencias nefastas del capitalismo financiero y abjuramos verbalmente de la pobreza y la desigualdad.

Y si nuestras convicciones son estas, ¿no es una contradicción flagrante abandonar en las aulas aquellos saberes que, codo a codo con los demás, cobran su sentido de potenciar la reflexión y la crítica, la argumentación frente al fundamentalismo y los dogmatismos, la deliberación y la apuesta por los mejores valores?

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/filosofia-imprescindible/23952500

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=filosof%C3%ADa&biw=1024&bih=529&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwi77viw_IrOAhVTBx4KHdxgBJcQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=fuJqkyHFCbQ9AM%3A

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Jürgen Habermas: “Jamás pensé que el populismo pudiera derrotar al capitalismo en su país de origen”

24 Julio 2016/Fuente: laizquierdadiario/Autora: Analía Micheloud

El pasado 12 de julio, el periodista Thomas Assheuer publicó en el diario alemán Die Zeit una entrevista realizada al sociólogo y filósofo alemán Jürgen Habermas.

A sus 87 años, Jürgen Habermas, analiza las razones y los posibles escenarios que se abren en Europa a 8 años del comienzo de la crisis económica internacional y luego del Brexit, cuyo triunfo lo lleva a preguntarse cómo es posible que cuestiones identitarias primaran sobre los intereses financieros de la City londinense.

El Brexit y la cuestión nacional

En sus respuestas al periodista Thomas Aussheuer, el filósofo alemán, considera que la histórica victoria del Brexit, además de ser un síntoma de la crisis más general que atraviesa la UE, tiene razones nacionales. A su vez, que los británicos tienen una historia diferente a la del resto del continente, que poseen la conciencia política de una gran potencia, dos veces victoriosa en el siglo XX, pero hoy marcada por un contexto de declinación más general, en el que vacila adaptarse a la nueva situación cambiante. Según Habermas, Gran Bretaña cayó en una situación “incómoda” luego de unirse a la UE en 1973 por razones estrictamente económicas.

En la entrevista, sostiene que las elites políticas “desde Thatcher hasta Blair y Cameron nunca pensaron en abandonar su visión distante del corazón europeo”, y que esa ya era la visión de Churchill cuando en su famoso discurso de Zurich de 1946 veía el rol de imperio benevolente que apadrina la unidad europea, pero no es parte de ella. De hecho, Gran Bretaña, miembro del bloque europeo, nunca aceptó formar parte de la zona euro, manteniendo un grado de independencia monetaria que, otras potencias como Francia o Alemania, perdieron al unirse a la moneda común.

Esa actitud instrumental de la elite política de Gran Bretaña con la Unión Europea se expresó claramente en la campaña por el “Remain”, observa Habermas, quién señala que los defensores de mantenerse en la UE sólo esgrimían argumentos económicos. Entonces se pregunta, ¿Cómo iba a ganar una actitud pro-europea sobre la mayoría de la población si los líderes políticos creyeron durante décadas que la búsqueda de intereses nacionales bastaba para mantenerse en una comunidad supranacional de estados? Según él, la visión liberal de Gran Bretaña sobre la UE como aérea de libre comercio en expansión, pero sin una profundización de la cooperación con el bloque, es parte de la explicación del Brexit.

¿Un Brexit alemán?

Para Habermas, no sería posible. Al contrario del resultado en Gran Bretaña, considera que si se hiciera un referendum en Alemania el resultado sería distinto, porque “la integración europea todavía está en función de los intereses alemanes”. Habermas explica que “en las primeras décadas de la posguerra, sólo actuando como ‘buenos europeos’, Alemania pudo restaurar paso a paso su reputación nacional. Y contó con el apoyo de Europa para la reunificación. Retrospectivamente, Alemania fue la gran beneficiaria de la unión monetaria europea, y eso cuenta también durante la crisis del euro”.

La crisis de la UE y los populismos europeos

En los últimos años estamos presenciando, por un lado, el avance de sectores euroescépticos y populistas de ultraderecha en Europa, tanto UKIP en Gran Bretaña como el Partido Liberal en Austria, Alternativa para Alemania o Amanecer Dorado en Grecia, entre otros, y, por otro lado, una crisis de los partidos políticos tradicionales.

Al respecto Habermas plantea que “El referéndum expresa algo del estado general de crisis en la UE y sus estados miembro. El análisis apunta al mismo patrón que vimos en la elección presidencial de Austria [que deberá repetir la elección, con altas posibilidades para el ultranacionalismo, NDR] y en las recientes elecciones parlamentarias de Alemania. La participación relativamente alta sugiere que el campo populista tiene más éxito en movilizar sectores que antes se abstenían. Eso va junto con otro descubrimiento de que los más pobres y menos educados votaron más por el “leave”. La percepción del aumento de la desigualdad social y el sentimiento de impotencia, de que sus intereses ya no están representados por la política, está en el trasfondo de la movilización contra los extranjeros, por dejar Europa, el odio a Bruselas. En una vida cotidiana inestable, el sentido de pertenencia nacional es un elemento estabilizador”.

“Postdemocracia”, la palabra clave

Habermas también se refiere a un sentimiento que cada vez, según él, está más presente en las sociedades modernas, el de la pérdida de control de un núcleo real, y es el síntoma de una época que llama “postdemocrática”, que se evidenció con el referéndum británico. Existe un “vaciamiento de las democracias nacionales que le habían dado el derecho a los ciudadanos de co-determinar importantes condiciones de su existencia social”.

Por ejemplo, la juventud es un sector que, de acuerdo a su análisis, pareciera considerar “anacrónico” al régimen democrático. Habermas considera que el hecho de que los jóvenes entre 18 y 24 años no fueron a votar masivamente, es un indicador de que la democracia es considerada “anticuada”, por el simple hecho de que las decisiones económicas básicas de la UE no se toman democráticamente. Además, sostiene que en un contexto en el que el poder de la Unión se basa en que los intereses de cada Estado nación se bloquean mutuamente, la respuesta correcta sería la transnacionalización de la democracia. Pero, afirma, ya nadie cree en eso.

“No más visiones grandilocuentes sino soluciones prácticas”

El filósofo alemán, señala que el problema del creciente euroescepticismo y la posibilidad de nuevos referéndum en otros países de la UE, como Francia, están relacionados con problemas irresueltos, no ideológicos, sino concretos y urgentes. Dice Habermas: “los problemas urgentes no son los tratados sino la crisis del euro, la crisis de los refugiados y los problemas de seguridad. Pero incluso en estos hechos no hay acuerdo entre los 27 miembros. La crisis del euro ata a esos países por varios años, aunque de una forma asimétrica”.

Considera como un primer paso en este sentido “que Alemania abandone su resistencia a una mayor cooperación fiscal, económica y social, y que Francia esté dispuesta a renunciar a su soberanía sobre estas cuestiones”. Sin embargo, este hecho, hasta ahora sin mayores posibilidades, difícilmente ocurra de ganar las elecciones de 2017 el Frente Nacional, que ya agita un referéndum francés.

Habermas analiza críticamente el rol “hegemónico” de Alemania dentro del bloque europeo, destacando que es un líder “a regañadientes”. “Desde 2010 podemos ver como el gobierno alemán trata su mayor rol de liderazgo no querido en Europa, menos en interés general, y más en su interés nacional. Alemania es un hegemón renegado y a la vez insensible e incapaz, que, a la vez, usa e ignora la relación de fuerzas alterada en Europa. Esto provoca resentimientos, especialmente en otros países de la eurozona. Cómo se siente un español, un griego o un portugués si perdió su trabajo por los recortes decididos por el Consejo Europeo? No puede sacar al gobierno alemán con su voto”.

Es así que, para el filósofo alemán, en la medida que continúe esta estructura antidemocrática no pueden sorprender las campañas antieuropeas ni el avance de los partidos euroescépticos en todo el bloque.

¿Qué salida tiene la UE?

La UE, según Jürgen Habermas, debe recuperar la confianza y profundizar su democratización y, así, los partidos de la extrema derecha perderán peso. El Estado de bienestar y la democracia tienen un nexo interno que no puede ser garantizado en la mera unión monetaria actual por los Estados nacionales.

De esta forma concluye su reflexión sobre el estado actual de la “Unión” quién supo ser hasta hace unos pocos años, uno de los más optimistas pensadores de la reforma de la Europa del capital.

La confesión, para quién es reconocido como una de los beneméritos pensadores de la “identidad europea”, de que jamás hubiera pensado “que el populismo pudiera derrotar al capitalismo en su país de origen”, es todo un síntoma, de lo poco que queda de aquel optimismo fácil a 8 años del inicio de la crisis capitalista. Años en que el proyecto de la UE mostró más crudamente su carácter reaccionario. Una Europa que actualmente signada por la crisis de refugiados, por la acción reaccionaria de Estado Islámico y el guerrerismo imperialista en Medio Oriente, por una creciente polarización, con las variantes xenófobas de derecha, con los “neo-reformismos”, y con nuevos fenómenos de la lucha de clases como el que desarrolló en Francia contra la reforma laboral.

 

Fuente de la entrevista: http://laizquierdadiario.com/Jurgen-Habermas-Jamas-pense-que-el-populismo-pudiera-derrotar-al-capitalismo-en-su-pais-de-origen

Fuente de la imagen: http://laizquierdadiario.com/local/cache-vignettes/L653xH398/arton45756-10147.jpg?1469077782

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Neoliberalism’s Balancing Act: Shifting the Societal Burden and Tempting Fate

 

Por: Colin Jenkins

Resumen:

Como se discutió en la primera parte de este proyecto, en relación con la aparición de capas de la base económica y la esfera política, Poulantzas se mantiene dentro de los límites de la teoría de base-superestructura, mientras que también se extiende esta noción para enfatizar una separación estricta.Este énfasis se ve en la siguiente declaración, que se basa sobre una base económica firme: «En este estado, el poder político es con lo que aparentemente basa en un equilibrio inestable de compromiso.»De este modo, el aparato político es visto como una consecuencia de la base económica inherentemente frágil formada por las relaciones capitalistas (es decir, el capital de trabajo. V, de propiedad privada como una relación social). Con este entendimiento, la tarea de gobernar dijo «equilibrio inestable» no sólo se convierte en una prioridad, pero podría decirse que el único propósito del estado. Y cuando se considera este fin, que se manifiesta a través de sacrificios calculados, se puede ver el llamado contrato social – que aboga por una relación recíproca entre el gobierno y los ciudadanos – como elemento más natural del estado capitalista. Poulantzas explica, «Es en este contexto donde hay que situar, por ejemplo, todo el problema de la llamada ‘estado de bienestar’, un término que, de hecho, más que disfraza la forma de la« política social »de un estado capitalista en . la etapa del capitalismo monopolista de estado «[1]» la noción de interés general de la ‘gente’, una noción ideológica que cubre un funcionamiento institucional del estado capitalista «, continúa Poulantzas,» expresa un hecho real : a saber, que este estado , por su propia estructura, da a los intereses económicos de ciertas clases dominadas garantiza que incluso puede ir en contra de los intereses económicos a corto plazo de las clases dominantes, sino que son compatibles con sus intereses políticos y su dominación hegemónica «. [2]

A través de su despliegue del «Estado de Bienestar», los jugadores de poder económico, a través de esta estructura política autónoma de compromiso limitada que Poulantzas detalles de longitud, han sido capaces de lograr un cambio estratégico de la responsabilidad social del organismo rector oficial de los niveles superiores de las clases trabajadoras; y sobre todo a la de la «nueva pequeña burguesía» (o, como Kautsky y Lenin, una vez conocida como la aristocracia de la mano de obra), Que son los beneficiarios económicos más inmediatos de este proceso que da «ciertas clases dominadas garantiza que incluso puede ir en contra de los intereses económicos a corto plazo de las clases dominantes.» Este reordenamiento monumental de la «carga social», que previamente había caído en las clases dominantes (a través de «contrato social» del liberalismo) en un momento u otro en forma de imposición efectiva, una voluntad / necesidad de pagar salarios dignos, una confianza general y la facilitación de los trabajadores y de los consumidores (un componente del fordismo ), y una aceptación cultural de la humildad relativa y responsabilidad comunal, ha logrado dos cosas para el moderno élite del poder .

En primer lugar, se ha aliviado las clases dominantes de esta mencionada «responsabilidad» al colectivo – ya sea en forma de una comunidad, región, nación, país o la sociedad – por lo que les perpetuo estado de «free rider» a través de la eliminación virtual de la empresa y imposición riqueza y redistribución. La erradicación relativa de la justicia distributiva se ha mantenido a través de diversos medios, tales como lagunas fiscales, «rompe», fiscales una práctica común de la acumulación y ocultar dinero en los bancos «off-the-grid», y más recientemente a través de la puerta giratoria virtual que es la estructura político-corporativo, que lava con éxito y se concentra fondos públicos a manos privadas a través de cualquiera de desembolso directo del gobierno (es decir, los subsidios corporativos y el uso constante de la Reserva Federal de flexibilización cuantitativa (QE) ), de nuevo la subvención de la puerta (es decir, el sistema de préstamo de estudiante y » ayuda exterior » que se utiliza para financiar la industria de las armas), o «ayuda de emergencia» (es decir, la Ley de Estabilización Económica de emergencia de 2008 , el Programa de Activos en Problemas Relief (TARP) , y otras formas de los llamados «rescates del gobierno»).

En este último caso, el sector financiero, mucha de la cual también incluye componentes significativos de la estructura político-corporativo, se ha beneficiado de dos tipos: Inicialmente a través de los inmensos beneficios generados por los valores respaldados por hipotecas y esquemas de obligaciones de deuda garantizadas, y más tarde a través el «rescate» de las pérdidas sistémicos creados por estos beneficios históricos, a pesar de su ser (y porque eran) basado puramente en Fiat (liquidez que carece), especulativa, y muy concentrado. Estas consideraciones son importantes porque representan una red de retroceso de seguridad de tipo – no necesariamente uno que «privatiza ganancia y socializa pérdidas» (aunque esto ha demostrado ser verdad), pero que permite la constante de distribución, cíclico – que fluye de privado a público y de nuevo a privada – incluso en los casos raros en los que se grava de manera efectiva los ingresos corporativos o ganancia (en otras palabras, estos ingresos fiscales no se aplica hacia un «bien común», sino que es canalizado de vuelta al sector empresarial a través de estos diversos medios ). Esto se lleva a cabo tras la fachada del «Estado de Bienestar», reemplazando efectivamente la justicia distributiva con un reciclaje constante y reproducción de la riqueza que se blanquea a través del estado corporativo y regresó a los ricos.

En segundo lugar, se ha colocado la mayor parte de esta responsabilidad social sobre las espaldas de la corteza superior de las clases dominadas (la «nueva pequeña burguesía» y la llamada clase media industrializados), sometiéndolos a cargas pesadas en forma de aumento de los impuestos, aumento de los costos, y la disminución de los salarios – todos diseñados para complementar (no necesariamente llenar – ver morir de hambre a la bestia ) el vacío dejado por los propietarios ausentes de la riqueza que no quieren nada más que para acumular tanto como sea posible al tiempo que contribuye lo menos posible. En otras palabras, los «compromisos» realizados para establecer el «equilibrio» para los que Poulantzas se refiere haberse beneficiado históricamente sólo el sector de la clase obrera que posee un mayor grado de privilegio (la clase media blanca, por ejemplo) por lo que les permite mejores niveles de viviendo a través de ofertas de educación, la movilidad social, la propiedad de vivienda y de crédito al consumo, bajo la condición de que estos «compromisos» no se derrame en la esfera política.Sin embargo, este equilibrio ha sido despojado de la inclinación por las medidas tomadas bajo la bandera del neoliberalismo, que desataron el poder corporativo (Reaganismo en la década de 1980) con el supuesto de que la esfera política había sido asegurado. Esto ahora parece ser un error de cálculo o, al menos, un movimiento descuidado por parte de las clases dominantes, ya que muchos de los compromisos de la antigüedad se ha invertido en el proceso, lo que lleva a una traición de la clase en contra de la «nueva pequeña burguesía «y» clases medias industrializados «, a quienes siempre han servido como perros guardianes leales para las clases dominantes, que proporcionan una barrera entre ellos y la mayoría de la clase obrera – los trabajadores pobres, desempleados, marginados y en general.

«En el curso del desarrollo capitalista, la pequeña burguesía tradicional – artesanos independientes, pequeños comerciantes, etc. – ha disminuido de manera constante», explicó Erik Olin Wright en un análisis finales de los años 1970. «En su lugar, ha surgido lo que Poulantzas llama la» nueva pequeña burguesía «, que consta de los empleados de oficina, técnicos, supervisores, funcionarios, etc. En condiciones de capitalismo avanzado, la cuestión crucial para la comprensión de la determinación estructural del trabajo clase, Poulantzas sostiene, se centra en el análisis de la frontera entre la clase obrera y este nuevo segmento de la pequeña burguesía. «[3] las diferencias fundamentales entre lo que Poulantzas conoce como la» pequeña burguesía tradicional «, que» no pertenecen a la el modo de producción capitalista, sino a la forma simple mercancía que ha sido históricamente la forma de transición de la feudal al modo capitalista «[4] y la» nueva pequeña burguesía «no son significativos en lo que respecta a su relación con la clase obrera como una todo. Históricamente, su posición beneficiosa dentro de la estructura social mantenida por el «contrato social» ha moldeado una existencia en gran medida apolítica. «Como resultado de la situación que se encuentra la pequeña burguesía como una clase intermedia,» Poulantzas nos dice: «[que] tienen una fuerte tendencia a ver al Estado como una fuerza inherentemente neutral cuya función es la de arbitrar entre las distintas clases sociales. «[5] esta traición es la prueba de esta clase media no sólo económicamente, sino también por temperamento.

Un desarrollo corolario de este cambio ha sido diseñada saqueo de las arcas públicas (la manifestación de que muere de hambre la bestia ), que ha producido insalvable «deuda» pública (un término cargado). Esto ha coincidido con niveles históricos de los beneficios empresariales y la acumulación de riqueza en un lado (el fallo / élite del poder), y el aumento del nivel de desempleo, subempleo y «medidas de austeridad» con y para el otro (todos los demás, la clase obrera). Sin embargo, a pesar de estas consecuencias económicas tangibles, las dinámicas peculiares explicadas por Poulantzas siguen siendo, sobre todo en relación con la fragmentación a la Segunda Guerra Mundial de las clases dominadas y la posterior «bourgeoization» de las antiguas clases medias industrializados – o el desarrollo de lo pareconists se refieren como la «clase coordinadora», que no es muy diferente de Kautsky y Lenin «aristocracia obrera», o incluso la idea de una burguesía compradora en algunos aspectos. Irónicamente, la «posición neutral» históricamente mantenido por la pequeña burguesía hacia el estado se ha roto sistemáticamente a lo largo del año reinado de más de 30 de la agenda neoliberal, principalmente a través de la destrucción de esta misma clase (la clase media). La naturaleza plural de la sociedad multi-clase que se formó después de la Segunda Guerra Mundial, y se sirve eficazmente como un amortiguador entre la élite del poder y la clase obrera, ha sido diezmada por una extrema concentración de la riqueza que se ha acumulado en la parte superior durante este período. En concreto, esta acumulación masiva de la riqueza que ha sido desviados de la clase media ha servido como el principal catalizador en el desplazamiento de la carga social. La cada vez más tensas «pequeña burguesía», a pesar de sus salarios decrecientes, siguen siendo los abanderados de no sólo los restos del estado del bienestar del contrato social, sino también del estado de bienestar corporativo recién prominente.

Si bien las consecuencias políticas de esta traición «contrato social» aún tienen que formar en su totalidad, una transición que parece ser en el horizonte con las perspectivas de una nueva generación frente largas posibilidades de mantener los grados de privilegio que disfrutan sus padres. Dos ejemplos concretos de esta angustia se pueden ver en el movimiento Occupy Wall Street y el movimiento inspirado-Paul Ron «Libertario» (aunque engañado en muchos sentidos). Por lo tanto, la noción altamente propaganda y sigue siendo popular del individualismo y una terca Randian negativa a aceptar la mera existencia de la «sociedad» – ambas ideologías manufacturados utilizados para justificar la acumulación ilegítima de la riqueza y la propiedad personal. Mientras que la clase obrera en su conjunto sigue sufriendo a niveles cada vez mayores debido a la agenda neoliberal, los desplazados «aristocracia del trabajo» – que consiste principalmente de los niños (en su mayoría blancos) de la clase media erosionando – continúa ignorando algunas obvias causas de su desaparición, en lugar de elegir a culpar a sus compañeros de las víctimas que históricamente han residido unos pasos más adelante en la escala socioeconómica. Incluso en el caso raro de un análisis un tanto matizada (es decir, los libertarios), conclusiones superficiales de «Fin a la Fed», eliminar la interferencia del gobierno en el mercado libre, y «No pise en mí» sirven de anteojeras para el intrincado desarrollo de una sistema político-corporativo que intencionalmente y con éxito se haya hecho cargo compromisos con el fin de permitir el aumento de las tasas de acumulación de riqueza para un minúsculo porcentaje de la población. Este conservadurismo temperamental que se aferra a la clase media erosionando y gran parte de la clase trabajadora blanca es aparentemente único que se interpone entre el statu quo y el malestar generalizado arraigada en un cambio de error en el cálculo de la carga social.

Artículo Original:

The following is Part two of a multi-part series, «Applying Poulantzas ,» which analyzes the work of Greek Marxist political sociologist, Nicos Poulantzas, and applies it to the unique political and economic structures found under neoliberalism and post-industrial capitalism. To read Part one, click here .

As discussed in Part One of this project, regarding the layered appearance of the economic foundation and political sphere, Poulantzas stays within the confines of base-superstructure theory while also extending this notion to emphasize a strict demarcation. This emphasis is seen in the following statement, which is predicated upon a firm economic base: «In this state, political power is thus apparently founded on an unstable equilibrium of compromise.» Thus, the political apparatus is viewed as an outgrowth of the inherently fragile economic base formed by capitalist relations (i.e. capital v. labor, private property as a social relation). With this understanding, the task of governing said «unstable equilibrium» becomes not only a priority, but arguably the sole purpose of the state. And when considering this purpose, which is manifested through calculated sacrifices, one can view the so-called social contract – which advocates for a reciprocal relationship between government and citizen – as the capitalist state’s most natural element. Poulantzas explains, «It is in this context that we should locate, for example, the whole problem of the so-called ‘Welfare State,’ a term which in fact merely disguises the form of the ‘social policy’ of a capitalist state in the stage of state monopoly capitalism.»[1] «The notion of the general interest of the ‘people’, an ideological notion covering an institutional operation of the capitalist state,» continues Poulantzas, «expresses a real fact: namely that this state, by its very structure, gives to the economic interests of certain dominated classes guarantees which may even be contrary to the short-term economic interests of the dominant classes, but which are compatible with their political interests and their hegemonic domination.»[2]

Through their deployment of the ‘Welfare State,’ the economic power players, via this autonomous political structure of limited compromise which Poulantzas details in length, have been able to accomplish a strategic shifting of societal responsibility from the official governing body to the upper tiers of the working classes; and most notably to that of the «new petty bourgeoisie» (or, as Kautsky and Lenin once referred to as the aristocracy of labor), who are the most immediate economic beneficiaries of this process that gives «certain dominated classes guarantees which may even be contrary to the short-term economic interests of the dominant classes.» This monumental rearrangement of the «societal burden» which had previously fallen on the dominant classes (through liberalism’s «social contract») at one time or another in the form of effective taxation, a willingness/need to pay livable wages, a general reliance and facilitation on and of worker-consumers (a component ofFordism), and a cultural acceptance of relative humility and communal responsibility, has accomplished two things for the modern power elite.

First, it has relieved the dominant classes of this aforementioned «responsibility» to the collective – whether in the form of a community, region, nation, country or society – by allowing them perpetual «free rider» status through the virtual elimination of corporate and wealth taxation and redistribution. The relative eradication of distributive justice has been maintained through various means, such as tax loopholes, tax «breaks,» a common practice of hoarding and hiding money in «off-the-grid» banks, and most recently through the virtual revolving door that is the corporate-political structure, which successfully launders and concentrates public funds into private hands through either direct government disbursement (i.e. corporate subsidies and the Federal Reserve’s constant use ofquantitative easing (QE)), back door subsidization (i.e. the Student Loan system and «foreign aid» that’s used to finance the weapons industry), or «emergency relief» (i.e. the Emergency Economic Stabilization Act of 2008, the Troubled Asset Relief Program (TARP), and other forms of so-called «government bailouts»).

In the latter instance, the finance sector, much of which also includes significant components of the corporate-political structure, has benefitted two-fold: Initially through the immense profits generated by the mortgage-backed securities and collateralized debt obligations schemes, and later through the «bailout» of the systemic losses created by these historic profits, despite their being (and because they were) purely fiat-based (lacking liquidity), speculative, and highly concentrated. These considerations are important because they represent a reverse safety net of sorts – not necessarily one that «privatizes gain and socializes loss» (though this has proven to be true), but one that allows for constant, cyclical distribution – flowing from private to public and back to private – even in the rare cases where corporate revenue or gain is effectively taxed (in other words, this tax revenue isn’t applied towards a «common good,» but rather is funneled back to the corporate sector through these various means). This is accomplished behind the facade of the ‘Welfare State,’ effectively replacing distributive justice with a constant recycling and reproduction of wealth that is laundered through the corporate state and returned to the wealthy.

Second, it has placed the bulk of this societal responsibility on the backs of the upper crust of the dominated classes (the «new petty bourgeoisie» and so-called industrialized middle class) by subjecting them to heavy burdens in the form of increased taxation, rising costs, and diminishing wages – all designed to supplement (not necessarily fill – see starving the beast) the void left by the absentee owners of wealth who want nothing more than to accumulate as much as possible while contributing as least as possible. In other words, the «compromises» made to set the «equilibrium» for which Poulantzas refers to have historically benefited only the sector of the working class possessing higher degrees of privilege (the white middle class, for example) by allowing them improved standards of living through offerings of education, social mobility, homeownership and consumer credit, under the condition that these «compromises» do not spill into the political sphere. However, this equilibrium has been thrown off tilt by the measures taken under the banner of neoliberalism, which unleashed corporate power (Reaganism in the 1980s) with the assumption that the political sphere had been secured. This now appears to be a miscalculation or, at the very least, a careless move on the part of the dominant classes, since many of the compromises of old have been reversed in the process, leading to a betrayal of sorts against the «new petty bourgeoisie» and «industrialized middle classes» whom have always served as loyal watchdogs for the dominant classes, providing a buffer between them and the majority of the working class – the working poor, unemployed, and generally disenfranchised.

«In the course of capitalist development, the traditional petty bourgeoisie – independent artisans, small shopkeepers, etc. – has steadily dwindled,» explained Erik Olin Wright in a late-1970s analysis. «In its place there has arisen what Poulantzas calls the «new petty bourgeoisie,» consisting of white-collar employees, technicians, supervisors, civil servants, etc. Under conditions of advanced capitalism, the crucial question for understanding the structural determination of the working class, Poulantzas argues, centers on analyzing the boundary between the working class and this new segment of the petty bourgeoisie.»[3] The fundamental differences between what Poulantzas referred to as the «traditional petty bourgeoisie,» which «did not belong to the capitalist mode of production, but to the simple commodity form which was historically the form of transition from the feudal to the capitalist mode,»[4] and the «new petty bourgeoisie» are immaterial with regards to their relation with the working class as a whole. Historically, their beneficial position within the societal structure maintained by the ‘social contract’ has molded a largely apolitical existence. «As a result of the situation that finds the petty bourgeoisie as an intermediate class,» Poulantzas tells us, «[they] have a strong tendency to see the state as an inherently neutral force whose role is that of arbitrating between various social classes.»[5] This betrayal is testing this middle class not only economically, but also temperamentally.

A corollary development to this shift has been a designed looting of public coffers (the manifestation ofStarving the Beast) which has produced insurmountable public «debt» (a loaded term). This has coincided with historic levels of corporate profit and wealth accumulation on one side (the ruling/power elite), and rising levels of unemployment, underemployment and «austerity measures» on and for the other (everyone else, the working class). However, despite these tangible economic consequences, the peculiar dynamics explained by Poulantzas still remain, most notably regarding the post-World War II splintering of the dominated classes and the subsequent «bourgeoization» of the former industrialized middle classes – or the development of what pareconists refer to as the «coordinator class,» which isn’t much different than Kautsky and Lenin’s «labor aristocracy,» or even the idea of a comprador bourgeoisie in some ways. Ironically, the historically «neutral stance» maintained by the petty bourgeoisie towards the state has been systematically broken down throughout the 30-plus year reign of the neoliberal agenda, mainly through its destruction of this very class (the middle class). The pluralistic nature of the multi-class society which formed after World War II, and effectively served as a buffer between the power elite and the working class, has been decimated by an extreme concentration of wealth that has accumulated at the top over this period. Specifically, this massive accumulation of wealth which has been siphoned from the middle class has served as the main catalyst in displacing the societal burden. The increasingly strained «petty bourgeoisie,» despite their diminishing wages, remain the standard bearers of not only the remnants of the social contract’s welfare state, but also of the newly prominent corporate welfare state.

While the political consequences of this ‘social contract’ betrayal have yet to form in their entirety, a transition appears to be on the horizon with the prospects of a new generation facing long odds of maintaining the degrees of privilege enjoyed by their parents. Two concrete examples of this angst can be seen in the Occupy Wall Street movement and the Ron Paul-inspired «Libertarian» movement (though misled in many ways). Hence, the highly propagandized and still popular notion of rugged individualism and a stubborn Randian refusal to accept the mere existence of «society» – both manufactured ideologies used to justify the illegitimate accumulation of personal wealth and property. While the working class as a whole continues to suffer at ever-increasing levels due to the neoliberal agenda, the displaced «aristocracy of labor» – which consists mainly of the children (mostly white) of the eroding middle class – continues to ignore some obvious root causes of their demise, instead choosing to blame their fellow victims who have historically resided a few steps below on the socioeconomic ladder. Even in the rare instance of a somewhat nuanced analysis (i.e. libertarians), shallow conclusions of «End the Fed,» eliminate government interference in the free market, and «Don’t Tread on Me» serve as blinders to the intricate development of a corporate-political system that has intentionally and successfully taken back compromises in order to allow for increased rates of wealth accumulation for a minuscule percentage of the population. This temperamental conservativism that clings to the eroding middle class and much of the white working class is seemingly all that stands between the status quo and widespread unrest rooted in a miscalculated shift of the societal burden.

Notes

[1] Nicos Poulantzas. Classes in Contemporary Capitalism. Verso, 1978, p. 93.

[2] Ibid, pp. 190-191.

[3] Erik Olin Wright, Class, Crisis and the State, Verso, 1978. P 34
[4] Classes in Contemporary Capitalism, p. 285.

[5] Ibid, p. 292.

Tomado de: http://www.hamptoninstitution.org/neoliberalisms-balancing-act.html#.V4f2f9LhDIU

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Capitalismo casi antónimo de Democracia

Por Manuel E. Yepe

El orden socioeconómico capitalista es sinónimo de libertad… siempre que usted acepte que la primera de las libertades la disfrute el capital, y que el dinero pueda ser libre para comprarlo todo. Cuando se restringe la capacidad del dinero para adquirir los bienes que sustentan la vida en sociedad o se impide que éstos se comporten a la manera de una mercancía más, susceptible de ser comprados y vendidos, se restringe al capitalismo.

Por eso es tan importante para el capitalismo que la conciencia ciudadana sea manipulada para fijar la idea de que capitalismo es igual a democracia y que cualquier atentado contra la libertad del dinero para adquirir cualquiera de los bienes terrenales y morales del hombre es una agresión contra la democracia.

Lamentablemente, la organización social en que vive el mundo es el capitalismo y son pocos los países cuyos pueblos han logrado- o luchan aun por hacerlo- que no sean las clases adineradas las que detenten el poder político y hayan emprendido, con dificultades enormes, rutas distintas a ese orden económico, político y social.

Por ese motivo, las reglas de juego que rigen las relaciones internacionales en el planeta en forma de leyes, prácticas sociales y tradiciones, tienen todas -o casi todas- una fundamentación conveniente al orden burgués.

Hay veces que la dictadura global capitalista se ejerce con mayor violencia que otras, pero siempre subyace una lucha entre los ricos empoderados y los pobres que sufren las consecuencias de tal prerrogativa ajena.

Cuando las condiciones lo permiten, las oligarquías se obligan a hacer concesiones a sus “sometidos” en aras de evitar que éstos se vean estimulados a recurrir a su ventaja numérica y se organicen para un enfrentamiento que perturbe de alguna manera su orden.

Pero, con igual o mayor prontitud, suelen reaccionar las clases adineradas cuando su hegemonía se encuentra en peligro y acuden al recurso de apoyarse recíprocamente en defensa de sus espurios intereses explotadores.

Los privilegiados se preguntan cómo sería un país donde los médicos, los educadores, los tribunales, los gobiernos, los medios de producción y de servicios, los medios de información, las expresiones culturales y hasta las condiciones para hacer el amor estuvieran al servicio de todos por igual en una sociedad en la que el dinero no pueda determinar diferencias en la calidad y urgencia de las prestaciones.

Algo así, consideran, distorsionaría el precario y asimétrico equilibrio actual de casi todas las sociedades nacionales; el capitalismo precisa que tales ideas continúen al margen de las aspiraciones ciudadanas.

¿Por qué aceptar que, en caso de enfermedad, una persona con recursos económicos se vea condenada a la misma calidad de atención e iguales condiciones de tratamiento y posibilidades de curación que los que carecen de ellos?
¿Es lógico que los descendientes de personas adineradas deban compartir las mismas aulas y calidad de educación con los hijos e hijas de las familias pobres?

¿Es racional que pobres y ricos sean juzgados, si delinquen, con el mismo rasero, o que compartan galeras en prisión cultos millonarios corruptos con rústicos y hambrientos delincuentes comunes?

¿Por qué candidatos a cargos de gobierno, en sus campañas electorales, han de prescindir de las donaciones que les hagan las personas más ricas, influyentes y responsables de la sociedad, a fin de que, en su futuro desempeño como dirigentes, se consideren obligados a proteger prioritariamente la seguridad de los capitales de las corporaciones y los del segmento más importante y poderoso de la nación?

Para el capitalismo internacional, la prensa sólo se considera democrática en un país donde esté permitido al capital privado comprar emisoras de radio y de televisión, periódicos, revistas, agencias de noticias o cualquier otro medio para así cuidar que lo que se publique sirva a sus intereses, que son los determinantes en el conjunto de la sociedad.
El orden burgués valora también como lícito que el disfrute de lo mejor del arte y la cultura nacional e internacional esté limitado a la élite culta de la sociedad que es capaz de sufragar, mediante la publicidad, el precio de sus costosas realizaciones, o de pagar onerosos billetes de entrada a los espectáculos.

¿Acaso no considera natural y lógico que todo en la sociedad esté estructurado de modo que el atractivo principal para la relación de géneros sea el dinero y la posición económica, y que la competitividad y la lucha por la ganancia sean los motores del progreso en cualquier nivel?

La historia registra la existencia de una supuesta democracia esclavista en Grecia y los capitalistas han pretendido apropiarse del término cual si fuera privativo de su ordenamiento socioeconómico, pese a ser el vocablo “capitalismo” casi antónimo de “democracia”, un término sólo reclamable etimológicamente por el “socialismo”.

*Fuente: https://manuelyepe.wordpress.com/2016/06/14/capitalismo-es-casi-antonimo-de-democracia/

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Entender o no entender… ese es el dilema La guerra mediática

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

“Estamos a tiempo”.

Pronunció Walter Martínez  [1] el “Discurso de Orden” [2] en la entrega de los premios de periodismo 2016 en la República Bolivariana de Venezuela. Walter fue receptor de tal premio, una vez más, por sus aportes al periodismo latinoamericano y a la “batalla de las ideas”, también con herramientas de comunicación e incluso dentro de los llamados mass media. Es imposible reseñar el total de los temas tratados en tal discurso, pero es indispensable subrayar uno de ellos que es preocupación permanente de Martínez y tema obligado para un continente acosado por las bases militares y las “bases mediáticas” que operan con toda impunidad e impudicia: La guerra mediática o de «cuarta generación”. En “pleno desarrollo” (Walter Martínez Ipse dixit).

Lo que en la ceremonia de premiación tuvo formato de “conferencia magistral”, cumplió con volver a martillar sobre un yunque de principios y de acciones donde es necesario labrar el plan conjunto de los pueblos revolucionarios hacia un frente de unidad para la defensa y para la vanguardia de la comunicación emancipada y emancipadora. La guerra mediática no es una ficción de mentes conspirativas, no es una pesadilla hija de la indigestión, no es un ataque paranoico ni es un destilado de morbos pensados para vender miedos rentables. Aunque a no pocos les parezca exagerado, inverosímil o inaceptable.

Todas las formas del énfasis y todas las tácticas y estrategias discursivas (pertinentes al formato expositivo desplegado por Walter Martínez) fueron usadas para abrir cabezas y despejar nubarrones… la guerra mediática está en marcha y sólo faltó tomar por las solapas a los asistentes y sacudirlos para reiterar lo urgente y alarmante de la situación enredada con nuestras debilidades y nuestras confusiones que, a granel, generan frenos, desvíos y extravíos costosos, peligrosos y suicidas. Una y otra vez el acento en el discurso de Walter Martínez tuvo referencias en las fuentes de información militar pero fue escrupuloso en esclarecer la importancia excluyente la amalgama cívico-militar, de la movilización popular y su carácter revolucionario inspirado por las ideas y la práctica de Hugo Chávez y su apuesta por el socialismo.

En ese discurso no hubo tiempo suficiente para profundizar, eso lo advirtió el propio Walter desde el principio y su advertencia no fue un simple gesto de cortesía, por el contrario, fue una ventana al realmente enorme problema y un alerta pertinaz para entender la dimensión exacta de una guerra super-dinámica que se nos va de las manos, se nos va de la vista se nos va y nos inunda incluso cuando nos “entretenemos” con la “tele”. Y más allá de las limitaciones del tiempo y de propio formato de la exposición, quedó bien claro que es urgente asumir esa guerra mediática como una prioridad de investigación y como urgencia de acción en momentos en que se llenan los imaginarios con el terrorismo mediático basado, por ejemplo, en convencernos de que la década ganada llegó a su “fin de ciclo”. Que la revolución no es permanente.

Aunque parezca increíble, a pesar de las miles de evidencias y consecuencias que la guerra mediática ha tatuado en nuestra historia reciente, todavía no es materia obligatoria ni agenda prioritaria en los centros de enseñanza ni en los frentes de lucha. Exculpemos a las excepciones. Todavía es necesario tocar miles de puertas y no pocas veces soportar algunos gestos de fastidio por insistir en la obligación de tomar en serio todo plan de ataque mediático para saquearnos y explotarnos mientras nos convencen de que lo “hacen por nuestro bien” y de que debemos estar agradecidos cuando nos humillan y cuando nos ahogan con mentiras, ignorancia e ideología chatarra. Historia, por cierto, nada nueva.

No entender la importancia de la guerra mediática, no comprender su extensión y duración, sus escenarios visibles e invisibles, sus bases materiales y sus bases subjetivas, sus escuelas, sus tradiciones teóricas, sus bibliotecas y sus centros de investigación… es tan irresponsable y tan suicida que no nos quedará margen de lamento ni tiempo para lloriquear las consecuencias que imaginamos y las que no. Eso lo sabe Walter Martínez y por eso insiste, como se debe, en hacer de su insistencia militancia y persistencia que, con su estilo y con su historia, abre oídos donde otros no pueden.

No entender la importancia de la guerra mediática, no combatirla y no derrotarla, pone en evidencia un flanco débil, un descuido, una banalización o una falta de conciencia que no podemos permitirnos más tiempo. No nos ha servido la improvisación, no nos ha servido el voluntarismo, no nos ha servido el auto-halago, no nos ha servido el empirismo… ya nos han derrotado incesantemente. Los pueblos cuentan con fuerzas inmensas para ganar la guerra mediática, hay muchas experiencias y muchas ansias sólo nos falta derrotar la des-organización y la crisis de dirección. Es verdad “estamos a tiempo” y por eso no hay tiempo que perder.

Notas

[1] 27 de junio 2016 Salón Ayacucho Palacio de Miraflores, Venezuela.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=T3l1tmHfWIA

 Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214201&titular=la-guerra-medi%E1tica-

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