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Análisis: ERCE 2019, un llamado de la UNESCO para mejorar la calidad educativa en la primaria en Guatemala

Un llamado a cerrar las brechas de inequidades educativas, a la transformación de la práctica escolar y a la valoración de la educación en las familias.

El estudio de la UNESCO se presenta en un momento clave para la transformación de la educación en Guatemala que ha sido afectada por la pandemia en sus rutinas, prácticas y, probablemente, en rezagos de aprendizajes. El Laboratorio Latinoamericano de la Calidad Educativa de la UNESCO -LLECE- presentó recientemente los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo de los factores que inciden en el aprendizaje de los niños -ERCE 2019. Para analizar los resultados obtenidos por Guatemala, quisiera partir de unas premisas iniciales:

Segundo, el ERCE 2019, como los estudios anteriores del Laboratorio, no se limita a evaluar a los y las estudiantes sino realiza investigación complementaria con los distintos actores de la comunidad educativa, como los docentes, los directores y los padres de familia, y sobre los recursos educativos, las medidas de política educativa que se implementan; es decir, se trata de un estudio multidimensional.

Y, tercero, aunque se presenta un informe que da cuenta de la situación de los aprendizajes a nivel regional y con ello compara los resultados de los 16 países participantes, resulta aún más relevante prestar atención a la comparación de los resultados de nuestro país con respecto al estudio anterior que fue el TERCE y se presentó en el año 2013.

En Guatemala, las pruebas de lectura y matemáticas del ERCE se aplicaron en el segundo semestre del año 2019, a 5393 estudiantes de tercer grado y 4895, de sexto grado, de 234 escuelas públicas y privadas reconocidas por el Ministerio de Educación.  Los resultados obtenidos fueron inferiores al promedio regional para los 2 grados y las 3 áreas curriculares evaluadas. En este sentido, es importante considerar que los aprendizajes fundamentales evaluados constituyen las bases para la trayectoria educativa de los y las estudiantes en los niveles de secundaria y educación superior.

Pero la alerta que debería movilizarnos es la que presenta la comparación entre los resultados de la evaluación presentada en 2019 con respecto a la de 2013, porque los resultados son significativamente inferiores con respecto a la evaluación anterior, lo cual significa que no hemos recorrido un camino de mejora en la calidad educativa sino, de alguna manera, ésta se ha ido degradando con el paso del tiempo. A este respecto, es inevitable preguntarse sobre los programas y estrategias dirigidas a mejorar el aprendizaje en lectura y matemáticas y otras áreas curriculares que, implementados satisfactoriamente por distintas administraciones del Ministerio de Educación, organizaciones nacionales e internacionales.  No obstante, se carece de información sistematizada sobre los aspectos positivos y los aprendizajes de esas iniciativas, que permitiría darles continuidad por períodos de tiempo adecuados para concretizar sus resultados en aprendizajes. En general, los procesos educativos deberían implementarse a mediano y largo plazo, evaluarse y corregirse sobre la marcha, considerando que se trata de procesos formativos de personas que van desarrollando su potencial y capacidades. Los planes de educación de largo plazo, que abarcan procesos de, al menos 20 años, son imprescindibles para fortalecer la calidad educativa.

Por otra parte, el análisis que ofrece el estudio ERCE sobre los factores asociados a los logros de aprendizaje viene a corroborar la gran importancia de reducir las brechas de inequidades educativas que afectan, de acuerdo con los resultados, a los estudiantes con desventajas socioeconómicas y los que pertenecen a pueblos indígenas. Estas brechas también se manifiestan entre escuelas públicas y privadas y en entornos con condiciones socioeconómicas diferenciadas; es decir, los resultados de los estudiantes se diferencian dependiendo de a qué tipo de escuela asisten.

Como sabemos, la educación preprimaria es positiva para el aprendizaje en los niveles subsiguientes porque establece cimientos importantes en un período de la vida particular en cuanto al desarrollo cognitivo, psicológico y social de las personas. La cobertura de preprimaria aún no alcanza a la mitad de la niñez guatemalteca, lo cual repercutirá negativamente en los aprendizajes posteriores de quienes no acceden a este nivel. Asimismo, se ha planteado la necesidad de promover alternativas de detección de rezago educativo y de nivelación para evitar la repetición de grado que penaliza de manera profunda a los niños y las niñas, con consecuencias en su aprendizaje, su salud socioemocional y, en ocasiones, en su permanencia en la escuela.

En Guatemala se necesita una transformación cultural de valoración de la educación desde los padres y madres de familia para que ellos promuevan que sus hijos participen en actividades escolares de manera constante y con mayores períodos semanales de estudio. El ERCE muestra la relación de estos factores con los resultados de las evaluaciones, así como también la importancia de las expectativas educativas en la familia y el involucramiento de los padres y madres en las actividades educativas. Cuando las niñas y los niños saben que las expectativas de sus padres son altas y cuentan con su apoyo y acompañamiento, su desempeño escolar es mejor.

Sobre el proceso escolar y las prácticas docentes, el ERCE 2019 evidencia el rol clave de los maestros y maestras en el logro de los aprendizajes de sus alumnos. Estos logros se consiguen cuando los niños perciben que sus maestros tienen expectativas altas sobre su aprendizaje y se interesan por su bienestar. También evidencia el ERCE que los aprendizajes mejoran cuando los docentes implementan prácticas para apoyarlos, como cuando entregan retroalimentación oportuna, dando seguimiento y motivando a los estudiantes, así como cuando preparan adecuadamente sus clases y generan un clima apropiado para que el aprendizaje suceda.

Fuente: https://www.prensalibre.com/guatemala/comunitario/analisis-erce-2019-un-llamado-de-la-unesco-para-mejorar-la-calidad-educativa-en-la-primaria/

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América Latina: Cepal pide impulsar ciencia y tecnología para afianzar la recuperación económica

La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, insistió este lunes en que los Gobiernos latinoamericanos deben apostar por la ciencia y la tecnología para apuntalar la recuperación económica tras la pandemia por coronavirus.

En la inauguración de la tercera reunión de la Conferencia de Ciencia, Innovación y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (CCITIC) de la Cepal, organizada de forma conjunta entre el organismo y el Gobierno argentino, Bárcena subrayó la necesidad de cambiar el “paradigma de desarrollo” de las economías de la región.

“Los países dicen ‘vamos a crecer como nunca’ (en 2021) y sí, en promedio la región va a crecer el 6 %, pero el próximo año va a venir una desaceleración tremenda que nos va a llevar al 2 % otra vez. La gran paradoja es que no es crecimiento genuino, no es crecimiento basado en ciencia, tecnología y mayor productividad”, aseveró la funcionaria durante su discurso de apertura.

“Tenemos que cambiar este paradigma de desarrollo, para ir de este modelo extractivista a un modelo de producción sostenible, en donde sobre todo se aborde la redistribución del conocimiento. La concentración de la tecnología y el conocimiento hoy día está en manos de muy pocas empresas, y en este caso es lamentable”, agregó.

En ese sentido, Bárcena manifestó que América Latina y el Caribe “tienen capacidades” para desarrollar nuevas tecnologías, poniendo como ejemplo el desarrollo de vacunas o la descarbonización de la economía, unos desafíos que no deben ser abordados país por país, sino por la región en su conjunto.

“Nuestra industria productiva no demanda ciencia y tecnología, entonces tenemos que crear ese círculo virtuoso: mayor productividad, mayor ciencia y mayor tecnología nos da habilidades a las empresas, más salario y permite crear más conocimiento”, aseguró la titular de la Cepal, quien también instó a coordinar esquemas regulatorios entre los diferentes países.

Por su parte, el canciller argentino, Santiago Cafiero, señaló que la economía del conocimiento es el “sector de mayor potencial” de futuro, puesto que actúa como generador de empleo, amplía la capacidad exportadora de los países e “impacta directamente” en la calidad de vida de los ciudadanos.

“Junto con todos los países de América Latina y el Caribe, seguiremos empeñados en diseñar políticas que ayuden a disminuir las brechas y lo haremos con los sindicatos, con las empresas y con los organismos de investigación”, concluyó Cafiero su intervención.

En esta tercera reunión de la CCITIC, que se extenderá hasta el miércoles, representantes de organismos internacionales, de la academia y del sector privado buscarán definir una agenda de trabajo regional en materia de ciencia, tecnología e innovación para los próximos dos años.

Fuente: https://holanews.com/cepal-pide-impulsar-ciencia-y-tecnologia-para-afianzar-la-recuperacion-economica/

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Celebran en Vietnam Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología Nuclear

La XIV Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología Nuclear de Vietnam se celebró hoy en forma tanto presencial como virtual, con la participación de expertos, científicos y administradores vietnamitas y extranjeros.

La XIV Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología Nuclear de Vietnam se celebró hoy en forma tanto presencial como virtual, con la participación de expertos, científicos y administradores vietnamitas y extranjeros.

En la conferencia, prevista hasta el 14 de diciembre, el jefe del Instituto de Energía Atómica de Vietnam, Tran Chi Thanh, subrayó que el evento tiene como objetivo promover el estudio científico, el desarrollo y la aplicación de la energía nuclear con fines pacíficos.

Los participantes escucharon el informe presentado por el profesor asociado y doctor Le Ngoc Ha, del Hospital Militar Central 108, sobre los radiofármacos utilizados en la medicina nuclear en Vietnam.

El informe menciona el plan del gobierno para desarrollar aplicaciones de energía atómica en la salud, los radioisótopos utilizados en medicina nuclear que se producen a partir de diferentes fuentes como reactores nucleares, ciclotrones y generadores radiactivos, así como la situación de los radiofármacos (DCPX) en el país.

Con base en la normativa vigente del Ministerio de Salud, el informe propone que las nuevas DCPX puedan aplicarse en la práctica clínica de la medicina nuclear.

El jefe del Instituto de Investigación Nuclear, Nguyen Nghi Dien, informó sobre la ejecución del proyecto del Centro de Investigaciones en Ciencia y Tecnología Nucleares y sugirió las principales direcciones de investigación y aplicaciones de la tecnología nuclear del nuevo reactor de investigación Da Lat.

El mencionado proyecto, cuyo equipo principal es un nuevo reactor de investigación con una capacidad de 10 megavatios térmicos (MWt), se ejecuta sobre la base del Acuerdo Intergubernamental entre Vietnam y Rusia.

Celebrada cada dos años, la Conferencia Nacional sobre Ciencia y Tecnología Nuclear es un evento importante en las actividades de investigación, desarrollo y aplicación de la industria de la energía atómica de Vietnam./.

Fuente: https://es.vietnamplus.vn/celebran-en-vietnam-conferencia-nacional-de-ciencia-y-tecnologia-nuclear/149783.vnp

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«No hay una línea clara que divida lo que es ciencia de pseudociencia», Michael Gordin, profesor de la Universidad de Princeton

Terraplanistas, antivacunas, creacionistas, astrólogos, mentalistas, numerólogos, homeópatas…

Para el establecimiento científico estas prácticas y movimientos caen en la categoría de «pseudociencias», es decir, doctrinas que parten de una base que sus adeptos consideran científica y a partir de ahí crean una corriente que se desvía de lo comúnmente aceptado en el mundo académico.

Pero, ¿qué tan fácil es diferenciar lo que es ciencia y lo que se hace pasar por ciencia?

La tarea es mucho más complicada de lo que parece, según Michael Gordin, profesor de la Universidad de Princeton y especialista en historia de la ciencia.

Gordin es autor del libro On the Fringe: Where Science Meets Pseudoscience (En el margen: donde la ciencia se encuentra con la pseudociencia).

En su libro explora cómo operan las pseudociencias y cómo, desde su perspectiva, son una consecuencia inevitable del avance científico.

En BBC Mundo conversamos con Gordin sobre esa compleja relación entre lo que se considera ciencia genuina y lo que él llama doctrinas marginales.

Michael Gordin

FUENTE DE LA IMAGEN,SAMEER A. KHAN

Pie de foto,Michael Gordin

Usted dice que no existe una línea clara que separe lo que es ciencia de pseudociencia, pero la ciencia tiene un método claro, es verificable, ¿eso no es una diferencia clara respecto a la pseudociencia?

Comúnmente se cree que la ciencia tiene un único método, y eso no es cierto. La ciencia tiene múltiples métodos.

Los geólogos hacen su trabajo de manera muy diferente a los físicos teóricos, los biólogos moleculares de los neurocientíficos.

Algunos científicos trabajan en campo, observando lo que sucede. Otros trabajan en un laboratorio, bajo condiciones controladas. Otros hacen simulaciones.

Así que la ciencia tiene muchos métodos y son heterogéneos.

La ciencia es dinámica y ese dinamismo hace que sea difícil marcar esa línea.

Es decir, podemos tomar un ejemplo concreto y decir si es ciencia o pseudociencia, es fácil hacerlo con un ejemplo concreto.

El problema es que esa línea no es consistente y entre más casos miras, ves cosas que en un punto eran consideradas ciencias y ahora se consideran pseudociencias, como la astrología.

Ves cosas como la deriva continental, que al principio fue considerada una teoría marginal y ahora se considera una teoría básica de la geofísica.

Casi todo lo que hoy se considera pseudociencia en un punto fue ciencia que fue refutada con el tiempo, y aquellos que la siguen apoyando son vistos como chiflados o charlatanes.

Así que el juicio de lo que es ciencia o pseudociencia es dinámico a través del tiempo. En parte por eso es tan difícil hacer ese juicio.

Pero hay cosas que no cambian a través del tiempo, 2+2 siempre ha sido 4, por ejemplo. Es decir, la ciencia trabaja sobre unos principios que no dan lugar a interpretaciones…

Bueno, eso no es necesariamente cierto. Dos ovnis más dos ovnis, son cuatro ovnis.

Es interesante que hayas elegido las matemáticas, que de hecho no es una ciencia empírica, no se refiere al mundo exterior. Es una serie de reglas que usamos para determinar ciertas cosas.

Una de las razones por las que es muy complicado hacer la distinción es que las doctrinas marginales observan lo que cuenta como ciencia establecida y adaptan sus argumentos y técnicas a ello.

Un ejemplo es el «creacionismo científico», que sostiene que el mundo fue creado en siete días hace 6.000 años.

Hay publicaciones de creacionismo científico que tienen gráficos matemáticos acerca de los ratios de descomposición de varios isótopos, con los que tratan de probar que la Tierra tiene solo 6.000 años.

Sería genial decir que si usas matemáticas y tienes gráficos es ciencia, pero la realidad es que casi todas las doctrinas marginales usan matemáticas de alguna manera.

Los científicos discrepan sobre el tipo de matemáticas que ahí se usan, pero, por ejemplo, hay quienes consideran que las matemáticas avanzadas que se utilizan en la teoría de cuerdas ya no es científica, porque ha perdido contacto con la verificación empírica.

Estas son matemáticas de alto nivel, hecha por Ph.D en las mejores universidades, pero hay un debate al interior de la ciencia, entre los físicos, acerca de si cuenta como ciencia.

Entonces, yo no estoy diciendo que todo el mundo debería ser un creacionista, pero cuando por primera vez se propuso la mecánica cuántica, algunas personas decían «esto suena muy raro», «no se adhiere a las mediciones de la manera en que creemos que funcionan las mediciones», «¿esto realmente es ciencia?».

Tierra plana

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY

Pie de foto,En los últimos años, entre algunos grupos se ha popularizado la idea de que la Tierra es plana.

¿Lo que dice entonces es que las pseudociencias o doctrinas marginales tienen algún valor?

El punto es que muchas de las cosas que consideramos innovadoras provienen de los límites de la ortodoxia.

Entonces, lo que yo digo son básicamente tres cosas: primero, no hay una clara línea divisoria; segundo, entender qué cosas quedan a cada lado de la línea requiere comprender el contexto; y tercero, que el proceso normal de la ciencia produce doctrinas marginales.

No podemos deshacernos de ellas, son inevitables. Estas doctrinas son un producto derivado de la forma en la que funcionan las ciencias.

¿Eso quiere decir que deberíamos ser más tolerantes con las pseudociencias?

Los científicos, como cualquier otra persona, tienen una energía y un tiempo limitados, no pueden investigarlo todo.

Entonces, cualquier tiempo que le dediquen a refutar o deslegitimar una doctrina marginal, es tiempo que están dejando de usar para hacer ciencia, y puede que ni siquiera les de resultado.

La gente ha estado refutando el creacionismo científico durante décadas. Han tratado de desenmascarar la telepatía incluso durante más tiempo y todavía está por ahí rondando.

Hay varios tipos de ideas marginales. Hay algunas que son extremadamente politizadas de una forma que son nocivas para la salud pública o el medio ambiente.

Son a esas a las que yo creo que se les debe dedicar atención y recursos para tratar de eliminarlas, o al menos explicar por qué son erróneas.

Pero otras ideas, por ejemplo, creer en los ovnis, no pienso que sea algo especialmente peligroso.

Ni siquiera creo que el creacionismo sea tan peligroso como ser antivacunas, o creer que el cambio climático es una farsa.

Debemos ver las pseudociencias como algo inevitable y abordarlas de manera pragmática.

Tenemos una cantidad limitada de recursos, así que tenemos que elegir qué doctrinas pueden causar algún daño y cómo enfrentarlas.

¿Debemos simplemente tratar de mitigar los daños que pueden causar? Tal es caso de las vacunas obligatorias, cuya idea es evitar los daños, no necesariamente convencer a los opositores de que están equivocados.

¿Deberíamos persuadirlos de que están equivocados? Eso es algo que se debe mirar caso por caso.

Antivacuna

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY

Pie de foto,En varias partes del mundo hay grupos que se oponen a las vacunas contra la covid-19.

¿Cómo lidiar entonces con las pseudociencias?

Una posibilidad es reconocer que estas son personas interesadas en la ciencia. Por ejemplo un terraplanista, esta es una persona que está interesada en cómo está formada la Tierra.

Eso significa que es alguien que tuvo un interés en investigar la naturaleza y que de alguna manera tomó la dirección incorrecta.

Entonces se puede indagar por qué ocurrió eso. Se puede abordar diciéndole: «si no crees en esta evidencia, ¿en qué tipo de evidencia creerías?», o «muéstrame tu evidencia y tengamos una conversación».

Eso es algo que podríamos hacer, pero, ¿vale la pena hacerlo? Esta es una de las doctrinas que yo no considero peligrosas, si todos los gobiernos del mundo pensaran que la Tierra es plana, eso sí sería un problema, pero no veo ese riesgo.

La versión contemporánea del terraplanismo surgió hace unos quince años. Creo que los académicos aún no comprenden muy bien cómo ocurrió, ni por qué ocurrió tan rápido.

Entonces algo más que podemos hacer es no necesariamente persuadirlos de que está equivocados, porque puede que no lo acepten, sino tratar de entender cómo surgió y cómo se expandió este movimiento.

Eso nos puede guiar sobre cómo enfrentar amenazas más serias.

cálculos

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Pie de foto,Quienes adhieren a las doctrinas marginales muchas veces toman elementos de la ciencia establecida para llegar a sus conclusiones.

Amenazas más serias como los antivacunas

Desde que se inventaron las vacunas en el siglo XVIII, siempre ha habido gente que se ha opuesto a ellas, en parte porque para todas las vacunas existe un riesgo, aunque sea bajo.

A lo largo del tiempo, la forma en la que se ha lidiado con esto es instituyendo un esquema de seguros que básicamente dice: tienes que ponerte la vacuna, pero si te la pones y tienes malos resultados, te compensamos por esos daños.

Estoy seguro de que esto es lo que ocurrirá con la vacuna contra la covid, solamente que aún no conocemos todo el espectro o qué tan serios son los daños que pueda causar, aunque los daños parecen ser bastante bajos y la probabilidad de sufrir esos daños también parece bastante baja.

Pero en términos de los antivacunas que piensan por ejemplo, que la vacuna contra la covid contiene un chip, lo único que se puede hacer en bien de la salud pública es hacerla obligatoria.

De esa manera fue que se logró erradicar el polio en la mayor parte del mundo, aunque hubiera quienes se opusieran a la vacuna.

Mujer

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Pie de foto,El escepticismo es un principio básico de la ciencia.

Pero hacerla obligatoria podría dar pie a que alguien diga que se está usando la ciencia con fines políticos o de ideología

Estoy seguro de que si el Estado impone una vacuna obligatoria alguien dirá eso.

Sin embargo, esto no es algo ligado a la ideología. El Estado ya obliga a un montón de cosas, ya hay vacunas que son obligatorias.

Además, el Estado hace toda clase de afirmaciones científicas. Por ejemplo, en las escuelas no se permite la enseñanza del creacionismo, no se permite la investigación de clonación en humanos. Así que el Estado ya ha intervenido varias veces en disputas científicas y trata de hacerlo desde el consenso científico.

Quienes adhieren a las pseudociencias lo hacen basados en el escepticismo, que precisamente es uno de los valores fundamentales de la ciencia. Es paradójico, ¿no?

Esa es una de las razones por las que yo creo que no hay una clara línea divisoria entre la ciencia y la pseudociencia, porque el escepticismo es una herramienta que todo el mundo usa.

La pregunta es acerca de qué cosas eres escéptico y qué cosas pueden persuadirte de un hecho en particular.

En el siglo XIX había un gran debate acerca de si los átomos eran reales o no. Hoy básicamente ningún científico es escéptico de su existencia.

Así es como funciona la ciencia, el reflector del escepticismo se mueve de un lado a otro con el tiempo.

Cuando ese escepticismo se dirige hacia cosas que ya han sido aceptadas, es cuando a veces se generan problemas, pero en ocasiones es algo necesario.

La esencia de la teoría de la relatividad de Einstein es que el éter, la sustancia a través de la que supuestamente viajaban las ondas de luz, no es real.

De esa manera, Einstein enfocó su escepticismo en un postulado fundamental, pero al hacerlo dijo que podría preservarse mucho otro conocimiento que ya era considerado como algo establecido.

Entonces, el escepticismo debe tener un propósito. Si eres escéptico por el solo hecho de serlo, eso no es un proceso que produzca un avance.

Signos de interrogación

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Pie de foto,¿Qué pasará en el futuro con lo que hoy consideramos ciencia?

¿Es posible que lo que hoy consideramos ciencia en el futuro sea desechado como pseudociencia?

En el futuro habrá muchas doctrinas que serán consideradas pseudociencias, simplemente porque hay muchas cosas que todavía no entendemos.

Hay muchas cosas que no entendemos sobre el cerebro, sobre el medio ambiente. En el futuro la gente verá muchas teorías y dirá que son erróneas.

No es suficiente que una teoría sea incorrecta para que sea considerada pseudociencia. Se requiere que tenga gente que la considere correcta aunque el consenso diga que es equivocada, y que el establecimiento científico considere que por alguna razón es peligrosa.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-59350371

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Entrevista a Antonio Diéguez Lucena: «Podemos diferenciar con nitidez ciencia y pseudociencia, pero no con un criterio único y simple»

Por Salvador López Arnal

Antonio Diéguez (Málaga, 1961), autor de Filosofía de la ciencia. Ciencia, racionalidad y realidad (UMA Editorial), es catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Málaga. El propósito de su nueva publicación, revisión ampliada y modificada de un manual suyo de 2005, es servir como libro de texto para alumnos de filosofía de la ciencia y de otros grados de ciencias y humanidades. En él centramos nuestra conversación.

¿A quién va destinado su libro? ¿Hay que estar puesto o muy puesto en temas epistemológicos para poder seguirlo?

El libro va principalmente destinado a los alumnos del grado de Filosofía, pero puede ser leído por cualquier persona que tenga interés por lo que los filósofos han pensado sobre la ciencia a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI.

¿Sobre qué asuntos reflexiona e investiga la filosofía de la ciencia?

La filosofía de la ciencia reflexiona fundamentalmente sobre los aspectos lógicos, epistemológicos, metodológicos, axiológicos, ontológicos y prácticos de la ciencia. Reflexiona sobre la ciencia en tanto que actividad humana, así como sobre su producto, que es el conocimiento científico.

¿Son términos equivalentes metodología de la ciencia, epistemología, gnoseología y filosofía de la ciencia?

No, no lo son. Epistemología y gnoseología sí podrían considerarse como sinónimos, y significan “estudio sobre el conocimiento”. En tal sentido, son equivalentes a ‘teoría del conocimiento’, aunque hay quien reserva el término ‘epistemología’ para el estudio del conocimiento científico, y entonces sería sinónimo de ‘filosofía de la ciencia’, pero este uso es ya poco frecuente. En cuanto a la metodología de la ciencia, puede considerarse como una parte de la filosofía de la ciencia.

Sobre el subtítulo del libro: “Ciencia, racionalidad y realidad”. ¿Ciencia y racionalidad son términos sinónimos?

Desde los inicios de la ciencia moderna, con Galileo y Newton, la ciencia se ha considerado el paradigma de la racionalidad humana, el ejemplo más logrado de lo que puede lograr la razón cuando se somete únicamente a los dictados de la lógica y del respeto por los datos empíricos. No obstante, algunos filósofos influyentes, como Thomas Kuhn, Stephen Toulmin o Paul Feyerabend, pusieron en duda en los años 60 que la racionalidad científica pudiera encerrarse en esos márgenes estrechos, e insistieron en que otros factores, como ciertos factores sociales, culturales, ideológicos incluso, pueden formar parte de esa racionalidad (y no necesariamente convertirse en sus enemigos, como pensaban los neopositivistas). El más radical de ellos fue Feyerabend, que defendió la tesis de que el progreso científico exige dejar al margen a veces lo que en ese momento se considera racional debido sobre todo al peso de las viejas teorías. En su opinión, el científico creativo es aquel que se opone a la racionalidad establecida y consigue establecer una nueva racionalidad una vez que sus ideas triunfan. Quizás sería sobre todo el caso de Einstein el que Feyerabend tendría en mente al decir esto.

¿La filosofía de la ciencia debería ser una disciplina descriptiva o normativa?

Ambos aspectos han sido relevantes, como explico en mi libro, pero ambos tienen sus limitaciones. También tiene una importante función interpretativa, es decir, ofrece reflexiones acerca del modo en que la ciencia debe entenderse en el contexto de la cultura actual.

¿Cuál es la relación entre la filosofía de la ciencia y disciplinas próximas como la historia de la ciencia, la sociología de la ciencia o la política de la ciencia? ¿Relaciones de buena convivencia? ¿De alimento mutuo? ¿De subordinación?

Yo diría que no solo relaciones de buena convivencia, sino que la filosofía de la ciencia tiene cosas importantes que aprender de todas estas disciplinas, particularmente de la historia de la ciencia, en cuyos datos y análisis debe apoyar además sus propuestas filosóficas.

¿No deberían los filósofos que se dedican a estos temas tener más en cuenta las reflexiones y sugerencias de los propios científicos? Pienso, por ejemplo, en Poincaré, Einstein, Gould, Weinberg, Russell y en tantos otros.

Los filósofos de la ciencia tienen muy en cuenta todo lo que dicen y hacen los científicos, pero no debe perderse de vista que cuando un científico ejerce como filósofo o metodólogo puede estar bebiendo de fuentes filosóficas inapropiadas o ya superadas. Por ejemplo, la insistencia de Newton en que él había procedido siempre utilizando el método inductivo y que jamás había inventado hipótesis era falsa; estaba movida por prejuicios filosóficos de la época, y causó más mal que bien en siglos posteriores. Otro ejemplo que podría valer es la insistencia actual de muchos científicos en caracterizar a la ciencia como conocimiento falsable, asumiendo una versión simplificada y muy discutible de las tesis de Popper. En todo caso, los nombres que se citan en la pregunta son de científicos que hicieron efectivamente aportaciones de interés para entender la ciencia contemporánea, incluso en el caso de Weinberg, que aunque despreciaba la filosofía por su inutilidad, obligó con sus reflexiones a los filósofos de la ciencia a pensar sobre ese mismo problema de las relaciones entre la ciencia y la filosofía.

¿Se puede hablar propiamente de método científico? ¿Un método, una forma de hacer ciencia, común a las disciplinas científicas naturales y sociales?

Hay en la actualidad un consenso bastante amplio entre los filósofos de la ciencia en que eso que se suele llamar ‘El Método Científico’, en singular y con mayúsculas, entendido como un procedimiento común a todas las ciencias que garantiza la verdad de los conocimientos, es solo una ficción simplificadora sin ninguna utilidad real. Lo que suele designarse como tal en los capítulos introductorios de los manuales científicos (analizar el problema, elaborar hipótesis, contrastar las hipótesis, desechar las que choquen con los hechos, aceptar las que encajen con los hechos, revisarlas a la luz de las nuevas evidencias, etc.) es un conjunto de pasos tan amplio y general que no sirve a ningún científico para su práctica cotidiana y además pueden describir el modo en que se procede también en otros ámbitos que no son científicos. Si, por el contrario, descendemos a los detalles y analizamos los procedimientos metodológicos concretos y reales que se emplean en alguna ciencia, estos coincidirán solo parcialmente con los de otras ciencias. En resumen, aunque no exista un método científico único (más que como reconstrucción racional carente de utilidad práctica), sí que existen los diversos métodos de las diversas ciencias, métodos que van cambiando y mejorando con el tiempo.

¿Existe una definición compartida de teoría científica? ¿Existe algún ‘aire de familia’ entre todas ellas a pesar de su evidente diversidad?

En un sentido básico, se entiende por teoría un conjunto de enunciados o de modelos (según las interpretaciones) estructurados de forma sistemática, que goza de un fuerte apoyo empírico o que, estando en sus fases iniciales, parece prometedor en sus resultados. Hay tres formas fundamentales de entender las teorías. En primer lugar, tenemos la concepción sintáctica, para la cual las teorías son un conjunto de enunciados formulables matemáticamente y estructurados jerárquicamente, de modo que unos funcionan como leyes fundamentales de las que son derivables los otros. Estos enunciados se interpretan conectándolos con la evidencia empírica mediante reglas de correspondencia. En segundo lugar, está la concepción semántica, que concibe las teorías como conjuntos de modelos, no de enunciados. Finalmente, para la concepción pragmática, las teorías son un abigarrado conjunto de enunciados, modelos y otros elementos matemáticos y no matemáticos (metáforas, analogías, valores, etc.) que tratan de dar cuenta de la realidad y de predecir su comportamiento.

¿Y cuál de estas tres aproximaciones le parece a usted más relevante? Dicho más directamente, ¿cuál es la suya?

Yo me inclino por la concepción pragmática de las teorías. Creo que las otras dos fuerzan demasiado a las teorías científicas reales para que encajen en su molde, o, por decirlo de otro modo, estas quedan demasiado transformadas cuando son reconstruidas según esos patrones, aunque ello se haga por mor de la claridad. La concepción pragmática o pragmatista deja más espacio para una visión pluralista de la ciencia, con la que simpatizo.

¿Qué balance hace del neopositivismo lógico? ¿Fueron tan “poco sofisticados”, tan chato-positivistas como a veces se afirma?

El positivismo lógico recibió un juicio bastante radical e injusto por parte de los filósofos posteriores. Supongo que a ello contribuyó su fuerte actitud anti-metafísica. Sin embargo, en los últimos años ese juicio se está revisando, dado que una serie de detallados estudios históricos está poniendo de relieve que las posiciones reales que mantuvieron los miembros del Círculo de Viena fueron mucho más matizadas y diversas de lo que nos decía el cliché transmitido. A mí me gusta señalarles a los alumnos que el neopositivismo fue probablemente la corriente filosófica más autocrítica de nuestro tiempo, una de las que más hizo por introducir el rigor y la argumentación cuidadosa en la filosofía contemporánea, y una gran promotora de la discusión conjunta de las ideas filosóficas. Esos son rasgos que muchos consideramos muy deseables en la filosofía. Es algo que deberíamos agradecer a los neopositivistas.

¿Por qué un filósofo de la altura de Otto Neurath, uno de los redactores del Manifiesto del Círculo de Viena, sigue siendo tan poco estudiado en nuestro país?

Esa es una buena pregunta, y no solo ha sido descuidado en nuestro país. Afortunadamente, en los últimos años, gracias a estos estudios a los que me refería antes, el interés por su figura ha ido aumentando.

¿Ha sido Sir Karl Popper el gran filósofo de la ciencia del siglo XX? ¿Hay alguna relación entre sus posiciones políticas y sus concepciones metacientíficas?

Para la mayoría de la gente probablemente sí, es el filósofo de la ciencia más conocido, aunque supongo que el puesto estaría muy disputado con Thomas Kuhn. Popper, en efecto, establece una conexión muy importante entre sus posiciones epistemológicas y su defensa de la democracia. En su opinión, el error común al racionalismo y al empirismo clásicos estuvo en no distinguir el problema del origen del conocimiento del problema de su validez. Popper propone reemplazar la pregunta ‘¿Cuáles son las mejores fuentes del conocimiento?’ por esta otra: ‘¿Cómo podemos detectar y eliminar el error?’. Y la respuesta es: criticando nuestras teorías. Del mismo modo, cree que en política la pregunta ‘¿Quién debe gobernar?’ es una pregunta mal planteada, porque cualquier respuesta conduce siempre al autoritarismo. La pregunta correcta debería ser: ‘Dado que siempre cabe la posibilidad de tener un mal gobierno, ¿cuál sería la forma más fácil de desembarazarse de él?’. Y la respuesta es la democracia.  Por otro lado, su defensa del liberalismo político está enraizada en su falibilismo.

Considera usted, así lo señala en el libro, que la tesis de la inconmensurabilidad de las teorías científicas es el problema más profundo e interesante ligado a las filosofías de Kuhn y Feyerabend. ¿Dónde reside la profundidad de esta conjetura metacientífica? ¿Existe inconmensurabilidad entre, por ejemplo, la mecánica clásica y la relativista es su opinión?

El problema de la inconmensurabilidad de las teorías científicas rivales es profundo e interesante, en efecto, y ha tenido influencia más allá de la filosofía de la ciencia, puesto que se ha hablado incluso de la inconmensurabilidad de las tradiciones culturales. Sin embargo, con la perspectiva actual podemos decir que se sobrevaloró la importancia de sus efectos. Entendida la inconmensurabilidad, como hizo Kuhn en sus últimos trabajos, como una falta de solapamiento perfecto entre las taxonomías ontológicas establecidas por las teorías rivales, o como dificultades en la traducción entre los términos centrales de esas teorías, puede detectarse, en efecto, esa dificultad en ciertos casos. Por ejemplo, como señalaba Kuhn, la masa newtoniana no es traducible de forma neutral a la noción einsteiniana de masa, puesto que en la teoría de la relatividad la masa varía con la velocidad, mientras que en la mecánica newtoniana no lo hace. Ahora bien, lo que diversos filósofos de la ciencia pusieron en cuestión tras los análisis de Kuhn y Feyerabend sobre este asunto fue que esa dificultad de traducción o esa falta de solapamiento perfecto impidieran una comparación objetiva y neutral entre teorías rivales.

¿Podemos trazar una línea de demarcación nítida entre las ciencias y las pseudociencias? ¿Hablar de ‘mala ciencia’ es equivalente a hablar de pseudociencia?

Podemos separar con nitidez entre ciencia y pseudociencia, pero no `podemos hacerlo con un criterio único y simple como la verificabilidad, la confirmabilidad o la falsabilidad. Hacen falta una serie de criterios (no demasiado difíciles de identificar) que nos ayuden a emitir un juicio en cada caso. El hecho de que esos criterios sean multifactoriales no impide que el juicio sea claro y contundente cuando el asunto se ha analizado con detenimiento.

¿Nos puede poner algunos ejemplos de pseudociencias? ¿Lo serían el psicoanálisis o el marxismo? ¿Dónde reside su peligro desde su punto de vista?

El psicoanálisis y el marxismo, junto con la astrología, eran los ejemplos de pseudociencias favoritos de Popper, sin embargo, a mí no me parecen buenos ejemplos desde la perspectiva actual, porque ninguno de ellos pretende ser una ciencia, y para ser una pseudociencia es requisito imprescindible querer ser una ciencia sin serlo realmente. En el caso del marxismo eso parece ya ampliamente aceptado, es decir, que se trata de una ideología o de un enfoque filosófico, pero no de una disciplina científica, y en el caso del psicoanálisis parece que es también la actitud mayoritaria entre los psicoanalistas el no considerarlo como una disciplina científica. Los ejemplos más relevantes de pseudociencias que habría que señalar hoy, por su importancia social y su grado de aceptación, serían la homeopatía, el Diseño Inteligente, la parapsicología, la astrología, la ufología o la cienciología. A ello habría que añadir las doctrinas anticientíficas, que no llegan a ser pseudociencias propiamente dichas, porque no están lo suficientemente articuladas, pero hacen un daño similar, como serían el negacionismo climático, el negacionismo del holocausto, el terraplanismo o el movimiento antivacunas. Todas ellas constituyen las formas actuales de irracionalidad ligadas a la ciencia, puesto que rechazan las ideas científicas establecidas para promover otras que carecen de fundamento, aunque son presentadas por sus defensores como siendo más fiables que las de la ciencia, creando la impresión de que hay polémicas donde en realidad no las hay.

Cuando se habla de realismo científico, ¿de qué se habla exactamente? ¿Los científicos suelen ser realistas?

El realismo científico es básicamente la unión de una tesis ontológica, una tesis epistemológica y una tesis semántica. La tesis ontológica afirma que las entidades teóricas postuladas por las teorías científicas existen (aunque podamos cometer errores al respecto). La tesis epistemológica afirma que las teorías científicas son aproximadamente verdaderas y progresan hacia un mayor grado de verdad. La tesis semántica sostiene que la verdad ha de interpretarse en el sentido clásico de la correspondencia entre nuestros enunciados y la realidad. Sobre el grado de adhesión de los científicos al realismo, si es que han considerado la cuestión, hay de todo. Hay científicos realistas y científicos no realistas. Podría pensarse, quizás, que donde menos realistas debería haber es en la física, pero incluso allí, según algunas encuestas, el número de los que se declaran realistas es mayoritario.

¿Y por qué debería haber menos científicos realistas en el ámbito de la física? ¿Una consecuencia de la interpretación hegemónica de la mecánica cuántica y del principio de incertidumbre?

En efecto, dado que la interpretación más aceptada de la mecánica cuántica ha sido la interpretación de Copenhague, y dado que esa interpretación es claramente antirrealista, podría pensarse que los físicos, educados en esa interpretación, deberían serlo también. Sin embargo, un estudio empírico publicado recientemente en la revista Philosophy of Science, realizado con 1.798 científicos de diferentes campos (física, química, biología, economía, psicología, sociología, y antropología, junto con algunos profesionales del campo de la historia y la filosofía de la ciencia), ha proporcionado unos datos interesantes. Resulta que los científicos naturales son más realistas que los científicos sociales, y que los físicos –sorprendentemente, al menos para mí– son los que aceptan el realismo ontológico y el epistemológico en una proporción mayor. Resulta, además, que los más antirrealistas de todos son los profesores de historia y la filosofía de la ciencia.

Tomemos un descanso si le parece.

Me Parece.

Fuente: https://rebelion.org/podemos-diferenciar-con-nitidez-ciencia-y-pseudociencia-pero-no-con-un-criterio-unico-y-simple/

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Héctor Ruiz: “Al crear puentes entre la investigación y el aula, surgen oportunistas pseudocientíficos”

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  • Hablamos con el biólogo y experto en psicología cognitiva sobre el boom de la neuroeducación, un término que no le gusta porque, bajo su paraguas, se confunden disciplinas variopintas y se cobija un número creciente de oportunistas e intrusos. Héctor Ruiz Martín admite que la ciencia nunca podrá responder a algunas preguntas educativas fundamentales. Pero sí ha logrado hallazgos sólidos. Por ejemplo, que aprender de verdad implica dar sentido a lo que aprendemos.

Biólogo de carrera, a Héctor Ruiz Martín siempre le picó el gusanillo de la educación. Desde muy joven le asaltaron los grandes interrogantes pedagógicos, con el cómo aprendemos a la cabeza. Buscó respuestas en la docencia, habiendo sido profesor de instituto y universidad. Durante un tiempo intentó diseccionar los misterios del aprendizaje a través de la neurociencia. Y cuando descubrió los encantos de la psicología cognitiva, se produjo algo así como un flechazo intelectual. Autor de varias obras con un enfoque divulgativo, hoy dirige la International Science Teaching Foundation, con sede en Barcelona.

¿Cómo das el salto de la neurociencia a la psicología cognitiva? ¿Fue una transición gradual o una especie de iluminación repentina?

Un poco ambas cosas. Yo descubro, a través de la neurociencia, que se pueda hacer ciencia del aprendizaje. Me meto en este ámbito con mucha fascinación. Pero en el fondo, más allá de mi interés fundamental como biólogo, siempre he buscado poder responder a las preguntas que nos hacemos como docentes y estudiantes, en especial cómo aprender más y mejor. Cuanto más me meto en la neurociencia (su estudio del cerebro a nivel molecular, celular, bioquímico), más me doy cuenta de que esta no puede responder a estas preguntas. Este proceso fue progresivo. Y luego está ese momento en el que descubro, cuando vivía en EEUU, la psicología cognitiva, un ámbito del que en España hay muy poca tradición. Veo que, al dedicarse a estudiar el cerebro como procesador de información pero más desde el comportamiento, resulta mucho más interesante en esa búsqueda de respuestas.

¿Hay desconfianzas, recelos entre ambos ámbitos? Quizá la neurociencia se arroga una especie de legitimidad de pureza empírica. Y la psicología cognitiva, una mayor capacidad de trasladar al aula sus hallazgos.

Nunca he visto neurocientíficos que resten validez a la psicología cognitiva, que en realidad tiene un enfoque más cercano a las ciencias naturales que a las sociales: causa-efecto, herramientas cuantitativas… Lo que sí observo es que, para el público general, todo es neurociencia, todo es neuroeducación, un término que personalmente no me gusta. La neurociencia tiene más sex-appeal, más caché, viene como con un sello de objetividad. Pero, en realidad, la inmensa mayoría de cosas bajo el paraguas de la llamada neuroeducación —digamos, más en rigor, de las ciencias del aprendizaje— vienen de la psicología cognitiva. Al atribuir a lo neuro esa preponderancia, hay psicólogos que se sienten ninguneados. Lo importante, en cualquier caso, es que ambas disciplinas interactúan, se retroalimentan continuamente.

Aprovechando esa fiebre neuro y esa confusión de términos, se cuelan muchos supuestos gurús que lanzan propuestas metodológicas barnizadas de pseudociencia.

Intrusos y oportunistas siempre ha habido. Incluso en ámbitos como la medicina —que tiene algo de arte pero se basa fundamentalmente en el conocimiento científico— sigue habiendo mucha pseudociencia. Con más razón en la práctica educativa, donde no hay una fuerte tradición investigadora. Y ocurre precisamente ahora, cuando se está tratando de crear puentes entre la investigación y el aula. Como en la publicidad, suelen ser propuestas que combinan emoción y razón (supuestamente científica) en un pack listo para vender.

¿Corremos el riesgo de menospreciar, en aras del rigor científico, ese componente artístico de la docencia: la intuición, la experiencia del profesor…?

Los propios científicos somos conscientes de las limitaciones de la ciencia. A destacar, que la ciencia solo puede responder a preguntas científicas. Esto deja fuera, por ejemplo, cuáles deben ser los objetivos de la educación, que siempre será un debate ideológico. Pero sí puede ayudar a informar sobre la manera más probable de alcanzar —en función del contexto, los recursos, etc.— esos objetivos. No hay que olvidar tampoco que la ciencia va avanzando, resolviendo cuestiones, consiguiendo un conocimiento cada vez mejor, pero nunca perfecto, absoluto. Cuando entran en juego variables que la investigación aún no ha tenido en cuenta, poco puede aportar la ciencia. Pero tampoco hemos de olvidar que la experiencia personal también tiene limitaciones. La primera es que está sesgada por nuestras preconcepciones. El famoso sesgo de confirmación, que nos empuja a sacar las conclusiones que ya queríamos sacar. Por ejemplo al llevar a cabo una actividad en el aula, cuyas conclusiones sobre el desarrollo y resultado tratará el docente de encajar en lo que ya pensaba. Ahí la evidencia científica puede complementar la experiencia docente.

La clave para aprender es dar sentido a lo que aprendemos. No hay nada más importante que implicarse cognitivamente en lo que uno está aprendiendo

Si tuvieras que destacar un hallazgo científico sólido sobre el aprendizaje, ¿cuál sería?

Permíteme decir más de uno. El primero es que la clave para aprender es dar sentido a lo que aprendemos. No hay nada más importante que implicarse cognitivamente en lo que uno está aprendiendo, que al final significa interpretar el nuevo conocimiento a la luz de nuestros conocimientos previos. Es uno de los principios básicos de la psicología cognitiva: la memoria se construye conectando lo que sabemos con lo que estamos aprendiendo. Resulta clave para el profesor: si una actividad en el aula no va a hacer que los alumnos piensen sobre lo que están aprendiendo, no lo van a aprender.

El segundo, que aprender es un acto generativo, no meramente receptivo. Que el aprendizaje se consolide depende de lo que hacemos después en nuestra cabeza, de si somos capaces de recuperar, usar, evocar en definitiva —en un proceso de dentro afuera— lo aprendido. El tercero es que, para aprender, necesitamos diversos episodios, mucho mejor si se espacian en el tiempo en lugar de masificarse.

Justo lo contrario de la norma en España: currículos sobrecargados y sesiones de estudio maratonianas con un enfoque evaluativo puramente memorístico.

El aprendizaje no elaborado, sin oportunidades para la generación y la aplicación, resulta siempre efímero. Las estrategias de evaluación que animan al estudio masificado solo consiguen que lo supuestamente aprendido (o así parece en el examen) se olvide en dos días.

Me llama la atención que utilizas con frecuencia, al explicar las dinámicas de la memoria y el aprendizaje, la noción de evocar, que suele tener un matiz poético, en absoluto científico.

Llevar a la consciencia, a tu memoria de trabajo algo que ya sabes (y que permanece en tu memoria a largo plazo, en algún lugar del subconsciente) es técnicamente, según la RAE, evocar. Evocar un recuerdo, un conocimiento. En inglés, la palabra para referirse a este proceso es retrieval, algo así como recuperación, que en educación tiene otras connotaciones. Cuando decidí divulgar la psicología cognitiva en español, tuve que tomar una decisión sobre cómo traducirla. Me llevó tiempo y, tras ver las opciones, me decanté por evocación, que ciertamente se suele utilizar desde una óptica más poética.

Foto cedida

Por una parte, es más fácil aprender sobre un campo concreto cuanto más sabemos. Por otra, a partir de cierta edad, el tiempo juega en nuestra contra. ¿O la idea del niño esponja es un mito?

Son dos procesos independientes. Uno nos lleva a que cada vez seamos, en nuestros ámbitos predilectos, mejores aprendientes (término en desuso que también me gusta utilizar, más correcto que aprendiz, que se refiere al aprendizaje de un oficio). Otro tiene que ver con la mayor capacidad para aprender durante la infancia y la juventud, ya que la neuroplasticidad —que es la base del aprendizaje— es mucho mayor en esas edades. Yo, a mis 40 años, aprenderé más fácilmente cosas nuevas sobre psicología cognitiva que un neófito en la materia de 20 años. No solo a nivel de comprensión. También me será más fácil recordar lo aprendido. Pero en un ámbito completamente nuevo para mí, el joven de 20 años partiría con ventaja. Por otra parte, con la edad solemos ganar en autorregulación: esfuerzo, ser capaces de evitar la tentación de hacer otras cosas, de aplazar las recompensas… Son capacidades muy importantes para el aprendizaje, y aquí la edad suele jugar a nuestro favor.

Esa distracción permanente o saltos de atención continuos entre los jóvenes —la mal llamada multitarea— es campo abonado para la pseudociencia. Se escucha de todo. Que las nuevas generaciones son, cognitivamente, casi como superhombres. O lo contrario: que ese ir de una cosa a la otra les va a descalabrar el cerebro con secuelas irreversibles.

La visión científica es que ni una cosa ni la otra. Los jóvenes de ahora no son diferentes a los de hace 30 años. El cerebro es plástico, sí, pero los mecanismos cognitivos solo pueden cambiar a partir de la evolución biológica, y esto requiere de mucho tiempo. A los jóvenes siempre se les ha dado mejor ese cambio veloz de tarea, tienen una mayor velocidad de procesamiento, aunque está demostrado que, en el cambio continuo, el desempeño de cada tarea se ve afectado. Con la edad, las habilidades cognitivas van, en general, a la baja. De la misma forma, también sabemos que este entorno lleno de tecnología tampoco está cambiando negativamente el cerebro. Los alumnos de hoy en día siguen teniendo la misma capacidad de prestar atención, aunque también tienen más oportunidades para distraerse, más estímulos para elegir y evitar el aburrimiento, que es algo muy humano.

Los alumnos de hoy en día siguen teniendo la misma capacidad de prestar atención, aunque también tienen más oportunidades para distraerse

¿Y ese infinito surtido de estímulos no afecta a la concentración, la paciencia, la tolerancia a la frustración? Quizá a nivel más emocional, pero con efectos cognitivos que influyen en el aprendizaje, aunque estos no sean permanentes.

Más importante resulta la ausencia de momentos para desconectar de nuestra vida social. Antes, cuando volvías a casa, tu vida social se reducía a tu familia, que es mucho más fácil de manejar en cuanto a las preocupaciones por la imagen que proyectamos a los demás, cuál es nuestra posición en el grupo, qué piensan de nosotros. Con las redes sociales, nunca dejas de estar sobre el escenario, y esto es difícil de gestionar. Se genera un estrés que puede afectar no solo a tu capacidad de aprender, sino a tu vida en su conjunto. Podríamos conjeturar que nuestro cerebro no está preparado para, digamos, ponernos continuamente a prueba ante el grupo, y que esto está generando dinámicas negativas.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/11/11/hector-ruiz-al-crear-puentes-entre-la-investigacion-y-el-aula-surgen-oportunistas-pseudocientificos/

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Beatriz Malagón Picón: «Hay que visibilizar a las mujeres referentes para animar a las jóvenes»

Ingeniera de Minas, abre este sábado el programa ‘Stem Girl’ de Mujer y Talento y apuesta por explicar sus logros para que aumente el interés por los estudios técnicos.

Predicar con el ejemplo es una buena recomendación cuando se quiere animar a las jóvenes a que se decidan por los estudios técnicos, para potenciar lo que se conoce como habilidades STEM. Nadie mejor que Beatriz Malagón Picón, directora de la planta de Cementos Alfa de Mataporquera, Grupo Portland Valderribas, para impactar en las más jóvenes y eso es lo que va a hacer con su ponencia que abre este sábado 13 la V edición del programa ‘Stem Girl’ de Mujer y Talento.

Malagón, con más de 20 años de experiencia en los sectores del cemento, mortero, hormigón y dirección de proyectos, y directora de Cementos Alfa, es doctora en Ingeniería de Minas por la Universidad de Oviedo y su tesis fue ganadora del Premio Cátedra Hunosa 2013. Profesora de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Minas y Energía de la Universidad de Cantabria, realiza actividades de asesoramiento y evaluación de proyectos en la Agencia Europea de Investigación de la Comisión Europea.

– ¿Por qué hay menos mujeres que hombres en las áreas científicos-tecnológicas?

-Es indudable la existencia de una brecha de género en las áreas STEM (siglas de Science, Technology, Engineering and Mathematics, en inglés) y que se manifiesta en el cada vez más reducido porcentaje de mujeres que eligen estas titulaciones. Este hecho impacta directamente en el diseño del futuro, donde áreas como la ingeniería, la innovación y la digitalización son claves, y en las cuales la mujer está infrarrepresentada lo que lleva por ejemplo a desarrollos tecnológicos con sesgos de género (sexualización de robots, inteligencia artificial discriminatorios, etc). Como sociedad tenemos que intentar construir un futuro equilibrado y justo: hombres y mujeres aportando su esfuerzo, visión y capacidades. Los estereotipos de género en áreas STEM se manifiestan en una edad muy temprana: por ejemplo entre los 6 y los 8 años, 9 de cada 10 niñas ya asocian la ingeniería con características y destrezas masculinas, consideran que la ciencia, matemáticas e ingeniería son ‘cosas de chicos’. Según el INE, en el 2019 el 18% de las mujeres que se gradúan en educación superior lo hacen en disciplinas STEM, mientras que en el 2010 este porcentaje constituía el 21%. También, en estas áreas el ratio de abandono es tres veces mayor en el caso de las mujeres que en el de hombres.

-¿Cómo animarlas a que se decidan por estos estudios?

-Hay diversas formas de fomentar las vocaciones STEM actuando en su entorno social y educativo. El cambio en lo social está relacionado con transformar la visión de las profesiones STEM, dando visibilidad en los medios de comunicación, redes sociales, etc.., a mujeres que estudian o trabajan en estas áreas y que puedan servirles de referentes, que conozcan sus logros, el impacto que han hecho o están haciendo en el mundo. En el entorno educativo, una de las formas más directas es la participación en experiencias científicas, concursos STEM y uso y comprensión de las TIC. Es muy efectivo la participación de mujeres jóvenes en programas de mentorización. En mi caso, apoyo a estudiantes de la Escuela de Minas y Energía de la Universidad de Cantabria y en organizaciones como WIM Spain. Y, por supuesto, iniciativas como el programa ‘Stem-Girl’ de Mujer y Talento son clave. Además, es imprescindible que desde las administraciones públicas se desarrollen acciones para romper con las desigualdades de género.

-¿Es difícil encajar en un sector como el cementero, mayoritariamente masculino ?

-Lo primordial es tener autoconfianza, valorar nuestros conocimientos y capacidades, no dejarnos llevar por la creencia de que nuestra valía es inferior. Es un camino difícil, al principio hay momentos en los que sientes que no mereces estar allí, que tus logros se deben a la suerte o a la coincidencia no a tu esfuerzo o capacidad. Se trata del síndrome del impostor que muchas mujeres sienten en estos ámbitos profesionales. Incrementar la autoestima y vencer miedos e inseguridades es clave para superarlo.

AJA

-¿Cuál es el reto para los próximos años de Cementos Alfa?

-Ante el escenario del Pacto Verde Europeo y, a nivel nacional, el Plan Nacional integrado de Energía y Clima, así como la Ley de Cambio Climático, los sectores intensivos en el uso de electricidad y energía térmica, como el cementero, tienen que afrontar una profunda transformación. En el caso de la fábrica de Mataporquera, se ha diseñado un Plan de Transición Energética y Neutralidad Climática 2021/ 2030 con objetivos ambiciosos. Aplicando los principios de economía circular desde hace más de 15 años, realiza la valorización material de residuos como materias primas alternativas en sustitución de recursos naturales, y la valorización energética de combustibles alternativos en lugar de combustibles fósiles tradicionales, estando en ratios de sustitución del 70%. En los próximos años se han establecido objetivos que pasan por incrementar el uso de estas materias primas secundarias, potenciando el uso de residuos procedentes de otras industrias de Cantabria. Respecto a la valorización energética de residuos se han planteado alcanzar un porcentaje de sustitución térmica del 80%, un 40 % biomasa, es decir, totalmente renovable.

-¿Los costes elevados de la energía pueden ser una barrera para la transición energética?

-El precio de la energía eléctrica está siendo un lastre para muchas compañías, sobre todo electrointensivas. En nuestro caso, el coste eléctrico supone actualmente el 60% de los costes variables de producción mientras que hace un año suponía un 35%. En los planes de transición energética se han incluido acciones que eviten o minimicen el impacto de la inestabilidad del sector eléctrico, además de contribuir a la lucha contra el cambio climático. Nos planteamos el uso de energía renovable de hasta un 80% para 2030.

Fuente: https://www.eldiariomontanes.es/economia/visibilizar-mujeres-referentes-20211112203304-ntvo.html

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