Surgida de un deseo de aprendizaje para mejoras en el hogar y la curiosidad científica, la Do-it-Yourself science (ciencia DIY) ahora es un vehículo de promoción para la obtención de habilidades.
La práctica de la DIY science o “ciencia DIY” ha tomado relevancia especialmente este último año, ya sea como herramienta educativa ante la contingencia de las clases en línea o como camino a generar soluciones que ayuden a aminorar el impacto de esta crisis sanitaria. Para entender lo que es este concepto, primero tendríamos que explicar qué es el movimiento Do it yourself (DIY por sus siglas en inglés) que se podría traducir como “hazlo tu mismo”.
El término DIY engloba hacer o reparar las cosas uno mismo, desde el hogar. El origen de la tendencia vino desde un deseo e iniciativa de producir mejoras domésticas de una forma independiente, pero de la misma manera, siempre estuvo ligada a la curiosidad científica, la inventividad y la innovación.
Pudiera decirse que la práctica DIY ha sido uno de los vehículos de promoción más exitosos de habilidades básicas para el mantenimiento de la casa y la autosuficiencia, y en tiempos de pandemia ha ofrecido un refugio en el que las personas pueden aprender nuevas actividades, sentirse útiles y mantener aspectos importantes de su salud mental en el proceso. ¿Pero qué genera el movimiento DIY en la comunidad científica y como herramienta educativa?
Startups y la agencia del ejercicio científico
Cuando hablamos de ciencia DIY, hablamos de un proyecto que empieza en una cochera, puede ser una tarea escolar, un proyecto por diversión o el primer intento de crear la computadora Apple. Estas instancias se han extendido a otras áreas relacionadas como la química y la biología. A nivel general, tenemos esta idea de que toda la producción científica debería ser realizada por la academia, esta aseveración no está del todo equivocada, pero tampoco está del todo correcta. El rol de la academia es crucial para validar los esfuerzos científicos y en algunos casos para financiarlos, pero no es indispensable para producirlos en todos los casos. Gran cantidad de proyectos inician en las casas de los participantes y se consolidan a través de un modelo de negocios o lanzamiento a través de una startup.
Tal es el caso de Mycoworks, iniciativa mexicana que trabaja con células mycelium cells para producir desde imitaciones de cuero hasta ladrillos. Otro ejemplo es Curative, que se dedica a producir pruebas para diagnosticar COVID-19 y crear un esquema de fácil accesibilidad a las vacunas. “Es emocionante ver cuánto el sector de producción biológica ha tomado de la cultura de la tecnología. Startups tecnológicas, productores independientes de de videojuegos, y la cultura de Silicon Valley, todos nacidos de los primeros días de hackeo y programación de computadoras”, explica Leigh Nicholson, doctorante en biología celular y reproductiva por la universidad de Sidney en un artículo publicado en el World Economic Forum. Agregando que la producción de ciencia biológica a través del esquema DIY sigue siendo una escena pequeña y controversial, pero que ya ha sido consolidada a través de las startups. Si bien los beneficios de los avances tecnológicos son amplios, ¿cuáles son las implicaciones éticas?
La ética de hacerlo tú mismo
Lo más básico de entender acerca del la ciencia DIY es que no se trata de una ciencia nueva, ni de una estructura de producción científica que va a competir o a destituir a la que se hace en la academias y universidades. Es solamente una manera distinta de acercarse al aprendizaje y el ejercicio de la ciencia. La cuestión aquí es que la flexibilidad de realizar un proyecto científico bajo el esquema DIY debe permitir una dinámica en la que la colaboración, la transparencia, la apertura y el deseo de compartir conocimiento sea el motor principal.
El ejercicio científico independiente intersecta constantemente con los recursos de acceso abierto y la filosofía de la autosuficiencia económica, que habilitan a través del emprendimiento A través de estos dos aspectos la DIY science también ha sido un factor importante en la democratización de la ciencia. Pero lo anterior conlleva pros y contras, la ciencia realizada por individuos no tiene que pasar por los mismos controles e instrumentos de validación como la que se trabaja en instituciones. Si bien esto puede representar un ritmo de trabajo más ágil, y quizás llegar a nuevos conocimientos más rápido, el camino para comprobar y normalizar esos conocimientos, cerciorarse que sean seguros para el público general, es una senda más ardua. Especialmente en el sector de la ciencia biológica.
“Quienes hacen las políticas están conscientes que involucrar a miembros del público en la ejecución de investigación presenta retos éticos que requieren atención”. En el manuscrito “A Cohort of Pirate Ships: Biomedical Citizen Scientists’ Attitudes Toward Ethical Oversight”, las autoras Meredith Trejo, Isabel Canfield, Whitney Bash Brooks, Alex Pearlman y Christi Guerrini explican la intención de las instituciones académicas y científicas de establecer guías y regulaciones que permitan el ejercicio de la ciencia en una forma segura y efectiva. Agregan que los Institutos Nacionales de la Salud en Estados Unidos tienen el objetivo de investigar las implicaciones éticas, sociales y legales de la investigación independiente, y han realizado congresos con ese tema desde el 2015. Esfuerzos de esta naturaleza han contribuido al entendimiento de una perspectiva que favorezca la supervisión ética de actividades independiente de ciencia biomédica, por ejemplo.
Si bien existe un debate entre quienes abogan por políticas de éticas más claras para la ciencia DIY y quienes piensan que reduciría su flexibilidad y capacidad de crear colaboración libre, entre más esta práctica siga incursionando e innovando, más necesario será tener esta conversación y establecer un diálogo entre los productores de ciencia de todos los niveles y las instituciones.
¿Habías oído hablar de la DIY science antes? ¿La has aplicado en tus clases? ¿Qué piensas de las implicaciones éticas del ejercicio de la ciencia fuera de las instituciones? Cuéntanos en los comentarios.
Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/diy-ciencia
La UNESCO alertó este viernes de que 117 millones de alumnos, el 7,5 % de la población escolar mundial, siguen viéndose afectados por el cierre de escuelas como consecuencia de la pandemia, e instó a los países a reabrir en condiciones seguras.
«Sabemos que cuanto más tiempo permanecen cerradas las escuelas, más graves e irreversibles son las consecuencias para el bienestar y el aprendizaje de los niños, sobre todo los más vulnerables y marginados», declaró en un comunicado la subdirectora de Educación de la UNESCO, Stefania Giannini.
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura señaló que a día de hoy los establecimientos escolares están totalmente abiertos en 117 países, lo que representa un total de 539 millones de alumnos desde educación infantil hasta secundaria, es decir, el 35 % de la población escolar mundial.
En el mismo período de 2020 este porcentaje era el 16 %, cuando sólo las escuelas de 94 países estaban abiertas.
Además, durante el pasado curso, el número de países donde las escuelas abrieron parcialmente pasó de 52 a 41, y hasta en cinco países los centros estuvieron cerrados completamente durante 18 meses, lo que afectó a 77 millones de alumnos.
La UNESCO se muestra a favor de la reapertura segura de todas las escuelas y pide que sólo se recurra en último recurso al cierre total de los establecimientos.
Desde el inicio de la pandemia, las escuelas han estado cerradas 18 semanas de media en todo el mundo, lo que pasa a 34 semanas si se tienen en cuenta los cierres parciales.
Según el organismo, los cierres prolongados y recurrentes en estos dos años han supuesto un retraso en el aprendizaje y han hecho aumentar la tasa de abandono escolar, afectando de manera desproporcionada a los más vulnerables.
Para la reapertura ha sido esencial el aumento de las medidas de higiene y protección frente al virus, pero también la vacunación.
En 80 países se ha acordado una prioridad a la inmunización de profesores, lo que supone un total de 42 millones de enseñantes, a lo que se suma la vacuna en muchos países de alumnos mayores de 12 años, lo que para el organismo es «crucial».
Además, la UNESCO mantiene su petición de que todos los países consideren a los profesores como un sector prioritario para las campañas de vacunas.
En la escuela de la maestra Elisa se rompió la cañería que daba agua a la huerta que cultivaba con sus estudiantes de quinto grado. De pronto, no tenían cómo regar las hortalizas que habían estado cuidando con esmero y dedicación por varias semanas mientras estudiaban sobre el crecimiento de las plantas en distintos tipos de suelo.
Buscando la solución, a Juana, una de las alumnas, se le ocurrió una idea: podían recoger el agua de lluvia que caía sobre los techos de la escuela y guardarla para usarla en su huerta.
Pusieron entonces manos y mentes a la obra. Empezaron por recorrer la escuela y dibujar en grupos un esquema del edificio, buscando en qué techos podía acumularse agua que pudieran recoger.
Melina Furman: «Las brechas de género de acceso a profesiones relacionadas con ciencia y tecnología de a poco se van cerrando»
El proyecto duró varias semanas. Los niños tomaron fotos, midieron y construyeron maquetas de la escuela y prototipos de canaletas para recoger el agua de los techos. Aprendieron a crear filtros para que el agua no se ensuciara con las hojas y tierra que caían.
Estudiaron sobre cuánta agua iba a requerir cada tipo de cultivo para sostenerse en el tiempo. Construyeron sus canaletas finales, y, junto con el profesor de arte, armaron una película en video contando cómo había sido su proceso de invención, que mostraron al resto de la comunidad.
En 2015, Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 sobre el desarrollo sostenible. Una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de la población mundial, buscando no dejar a nadie atrás.
La educación de calidad es uno de los grandes objetivos de ese desarrollo sostenible. En particular, fortalecer la educación en ciencia y tecnología de todos los estudiantes, y especialmente, de las niñas y adolescentes, es hoy una prioridad. Aunque en muchas partes del mundo, es una deuda aún no resuelta.
Los proyectos como el de la escuela de Elisa que combinan ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas (o proyectos STEAM, por sus siglas en inglés) ofrecen una maravillosa opotunidad de acercar a los niños y niñas, desde pequeños, al conocimiento en ciencia y tecnología. Brindan terrenos fértiles para despertar vocaciones y animar a los estudiantes a pensarse como futuros profesionales en estas áreas.
Los desafíos locales y globales hacen que el compromiso con la comunidad sea un objetivo educativo urgente
En estos proyectos los niños son protagonistas en la resolución de problemas auténticos que los conducen a un camino de exploración, creación, debate, reflexión individual y colectiva de la mano de sus profesores.
En ese recorrido tienen que resolver problemas, aprender contenidos relevantes, discutir sobre posibles alternativas a seguir, evaluar los resultados, equivocarse y seguir adelante.
Así, van construyendo los saberes que van a necesitar para ejercer una ciudadanía plena en el siglo XXI. En tiempos en que los desafíos locales y globales hacen que la capacidad de pensar en otros, el compromiso con la comunidad y la creatividad sean objetivos educativos más urgentes que nunca.
Hemos visto una vez más en la pandemia de la covid-19 la importancia de la ciencia y la tecnología para resolver los grandes problemas de la humanidad. En particular, necesitamos inspirar a los niños y niñas de hoy en el estudio de carreras científicas y tecnológicas para el mundo en el que les va a tocar vivir.
La emergencia climática pone sobre la mesa la necesidad de seguir innovando para generar energías limpias a gran escala. Vamos a necesitar mucha inspiración y conocimiento colectivo para hacer frente a los problemas globales de energía, pobreza, alimentación y salud pública que siguen creciendo cada día.
Necesitamos más que nunca llenar las aulas de preguntas y de proyectos
Hoy, sin embargo, la ciencia que se aprende en muchas escuelas se parece muy poco a este escenario de nuestro ejemplo. Por el contrario, las clases suelen estar llenas de datos e información, de respuestas a preguntas que nunca ningún estudiante se hizo, de conocimiento acabado que los jóvenes repiten sin comprender del todo.
Diversos estudios muestran que los estudiantes, y especialmente las mujeres, no se imaginan a sí mismos en un futuro profesional relacionado con las ciencias o la tecnología porque no las consideran actividades apasionantes o sienten que no son para ellas.
En el mundo, las brechas de género de acceso a profesiones relacionadas con la ciencia y tecnología de a poco se van cerrando, pero aún queda mucho terreno por recorrer. En muchas áreas como la informática, las ciencias físicas o las ingenierías las mujeres aún tienen mucha menor presencia que los varones.
Por eso, necesitamos más que nunca llenar las aulas de preguntas y de proyectos. De invitaciones a desarrollar la curiosidad y el pensamiento crítico de cada estudiante. Un buen maestro, decía el filósofo inglés Alain de Botton, esalguien que logra quitarnos el miedo. El miedo de no poder.
Los desafíos locales y globales hacen que el compromiso con la comunidad sea más urgente que nunca
En el caso de la educación científica y tecnológica, tenemos la responsabilidad intergeneracional de ayudar a niños, niñas y adolescentes a que puedan ser y hacer más de lo que se imaginan para sí mismos.
A construir una plataforma de despegue para sus vidas. A darles herramientas para ser artífices de un futuro sostenible del que todos podamos ser parte.
***Melina Furman es bióloga, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), profesora asociada de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés en Argentina, y miembro del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos.
Desde que estaba en la secundaria, Erwin Neher, por pura curiosidad, desarmaba radios y relojes para ver cómo funcionaban sus mecanismos eléctricos.
Luego aprendió que el cuerpo humano también tiene electricidad, un dato que le pareció tan fascinante que lo llevó a estudiar biofísica, una área de la ciencia que se ocupa de los fenómenos eléctricos en los organismos vivos.
A Neher le llamaba la atención que algo como la electricidad, la cual se manipula con cables, transistores y resistencias, también pudiera ocurrir en un cuerpo humano, que está lleno de líquidos y sin ningún metal.
Neher (Alemania, 1944) estudió física en la Universidad Técnica de Múnich, medicina en la Universidad de Göttingen (Alemania) y se especializó en fisiología en la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.).
Lo que nació como una inquietud de adolescente, en 1991 lo llevó a ganar el Premio Nobel de Medicina, que recibió junto a su colega Bert Sakmann.
Durante décadas, Neher y Sakmann habían estudiado la manera en que las células intercambian mensajes eléctricos.
De esa manera, lograron desarrollar técnicas para medir las corrientes eléctricas que atraviesan las membranas celulares.
Gracias a ese descubrimiento, se han podido desarrollar una gran cantidad de fármacos, entre ellos algunos para tratar enfermedades como el párkinson, el alzhéimer y la fibrosis quística.
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Neher ha dedicado su vida a estudiar las señales eléctricas que circulan entre las células.
Hoy, a sus 77 años, Neher sigue convencido de que la curiosidad fue lo que le permitió alcanzar la mayor distinción en la ciencias, y en sus charlas en escenarios mundiales siempre aconseja a los jóvenes mantenerse curiosos.
Actualmente, Neher es el director del Instituto Max Planck de Química Biofísica en Alemania.
En BBC Mundo conversamos con Neher acerca de la curiosidad y la ciencia.
¿Qué es la curiosidad, una cualidad o un hábito?
Creo que es una cualidad todos tenemos, particularmente los niños. Ellos quieren explorar el mundo, quieren averiguar, ensayar cosas.
Un investigador es alguien que preserva esa curiosidad cuando es adulto. Es alguien cuya mente está cautivada por las ganas de saber, de probar, de entender algo.
¿Cree que a medida que crecemos vamos perdiendo la curiosidad?
Sí, a medida que envejecemos tienden a ponerse en primer plano cosas como mantener a tu familia o tener solvencia económica, cosas como esas.
Cuando envejeces quizás tienes la sensación de que las posibilidades de encontrar algo nuevo o de lograr una experiencia nueva disminuyen, pero como científico siempre estás confrontado por nuevas preguntas, nuevas ideas.
¿Usted tiene un método para mantenerse siempre curioso?
Creo que se trata simplemente de mantenerse intentando cosas nuevas.
En el caso de los niños, se trata de dejarlos hacer cosas por ellos mismos, de que averigüen por ellos mismos las leyes de la física.
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Pie de foto,Para Neher, la clave es no perder la curiosidad que todos tenemos de niños.
¿Cree que los sistemas educativos estimulan la curiosidad?
En la universidad creo que no mucho. Tradicionalmente, la idea es transmitir conocimiento establecido.
Luego, en las prácticas, los estudiantes pueden intentar cosas y encontrar maneras de resolver ciertos problemas.
Más adelante, en los estudios doctorales o en las tesis de maestría, los estudiantes se enfrentan a retos que definitivamente les despiertan la curiosidad.
Un buen número de estudiantes, no todos, desarrollan esta curiosidad, es una buena oportunidad para hacerlo.
¿Y qué se podría hacer para estimular más la curiosidad en las universidades?
Creo que tiene que ver con la forma de enseñar. Es decir, que no sea solo lo que llamamos educación frontal, esa en la que el profesor censura y dice lo que él piensa que es la verdad y los estudiantes tienen que aceptarla.
En cambio, puede ser una educación más interactiva, en la que se hagan preguntas y los estudiantes intenten encontrar sus propias respuestas a ciertos problemas.
Creo que eso es lo principal.
La curiosidad es buen primer paso, pero, ¿cómo llevarla a un nivel que dé frutos?
Como investigador, tienes que encontrar tú mismo cuál es la pregunta que quieres resolver.
Un investigador necesita una curiosidad que lo atrape en una idea en la que prácticamente no pueda dejar de pensar.
Eso es lo más importante, identificar el problema que quieres solucionar y mirarlo desde distintos ángulos.
Luego, haces experimentos de los que se derivan preguntas más específicas.
En el laboratorio puedes responder algunas de estas preguntas, a menudo fallas, el experimento no te dice lo que esperabas, o no te dice nada nuevo.
Eso, por supuesto, es decepcionante, pero si sigues pensando en esas preguntas haces algunos ajustes para arreglar lo que no funcionó y, si tienes suerte, funciona.
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Un investigador necesita una curiosidad que lo atrape en una idea en la que prácticamente no pueda dejar de pensar»
Idealmente, todos quisiéramos ser más curiosos e intentar cosas nuevas, pero a veces la rutina, el tipo de trabajo o las necesidades apremiantes no lo permiten. ¿Qué hacer en ese caso?
Bueno, no tengo esa experiencia porque he sido un investigador toda mi vida.
Pero me imagino que las compañías pueden fomentar una cultura en la que las iniciativas de los empleados sean reconocidas, y que sean recompensados por innovar o implementar mejoras.
Me refiero a cualquier medida que vaya en contra de la rutina, que vaya en contra de que la gente haga lo mismo todo el día.
Usted sostiene que un aspecto clave para el éxito es el buen manejo del tiempo. ¿Cómo maneja su tiempo?
Como investigador, tu trabajo es tu hobby, y tu hobby es tu trabajo.
Eso significa que, aparte de tu trabajo, hay poco tiempo para otras cosas.
Si tienes una familia, un pasatiempo o quieres participar en actividades con tus amigos, tienes que usar el tiempo que te queda de tus labores de investigación de manera efectiva.
Como investigador, por supuesto que quieres tener bastante tiempo para tus experimentos, para lidiar con el problema que quieres resolver.
Pero también te ves forzado a hacer otras cosas, como leer literatura, escribir postulaciones a becas. Tienes que enseñar si estás en la universidad. Hay muchas cosas que se comen tu tiempo.
Tienes que esforzarte para hacer estas cosas de manera eficiente, de manera que puedas separar tiempo para lo que realmente quieres ser.
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Pie de foto,El manejo del tiempo es clave en la carrera de un investigador científico.
Usted es un gran defensor del estudio de las ciencias básicas, cuyo objetivo es producir conocimiento, sin que necesariamente tenga una aplicación específica. ¿Cómo defender esas áreas en un mundo en el que el mercado y la tecnología exigen soluciones prácticas?
Mucha gente cree que uno debe elegir entre investigación básica o investigación aplicada.
Pero no se trata de elegir, es cuestión de encontrar el balance correcto entre ciencias básicas y ciencia aplicada.
La ciencia básica se trata de crear conocimiento nuevo. Si tienes conocimiento nuevo que surgió en tu laboratorio, tienes muchas más posibilidades de encontrarle una aplicación, o lo que la gente llama una innovación.
Usted compara a los científicos con los artistas, ¿a qué se refiere?
Un científico, al menos uno que tenga éxito en ser un investigador líder, es alguien que hace cosas que salen de sí mismo, a diferencia de alguien que está empleado y tiene que hacer lo que el superior o la compañía quiere que haga.
Entonces me refiero a una persona que se dedica a cosas que él mismo ha creado, similar a un artista que sigue sus propias ideas y sentimientos.
¿En esta etapa de su vida qué le causa curiosidad?
Bueno, acabo de cumplir 77 años y creo que es tiempo de concluir, de recolectar las ideas que he tenido en los últimos 20 años y tratar de llegar a conclusiones sobre los problemas en los que he trabajado.
Eso tiene que ver con los mecanismos básicos de comunicación entre las neuronas.
Me parece fascinante cómo trabaja el cerebro, pero no es algo fácil. El trabajo diario en el laboratorio no se enfoca en las grandes ideas acerca del cerebro, si no, muy a menudo, en detalles de los mecanismos de cómo una neurona le envía una señal a otras neuronas.
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Neher está interesado en conocer mejor el funcionamiento del cerebro humano.
En este año que lleva la pandemia de coronavirus, ¿qué reflexiones ha hecho sobre el papel de la ciencia y la medicina en la sociedad?
La pandemia nos dice, una vez más, que la base de nuestra vida es la biología, que estamos sujetos a que ocurran cosas relacionadas con la biología.
La pandemia es un evento biológico, y creo que nos dice que debemos estar preparados.
Debemos investigar más acerca de cómo se esparce la infección, cómo se desarrolla la pandemia.
La pandemia nos muestra, una vez más, lo importante que las ciencia básica es para nuestra vida.
¿Qué consejos le daría a los jóvenes que se quieren dedicar a la investigación científica?
Los jóvenes que se quieran dedicar a la ciencia deben averiguar por sí mismos si tienen la habilidad de sumergirse en un problema, de dejarse cautivar por un problema.
Una vez identifiquen ese problema, como estudiantes debe tratar de ingresar a un laboratorio, en cualquier parte del mundo, donde se esté investigando este problema de la mejor manera posible.
La reportera keniana se involucra en sus historias hasta el punto de que ha fundado una librería para resolver la escasez de libros en escuelas de Nairobi y fabrica y reparte jabón para combatir la covid-19
Eriss Khajira, una periodista keniana que se dedica a documentar historias de las comunidades marginales, espera desempeñar un papel a favor del cambio social. Cada vez que escribe un artículo, las personas que entrevista le preguntan si el publicarlo solucionará sus problemas o provocará un cambio. Khajira, que nació en uno de esos barrios, entiende sus preocupaciones. “Nací en el suburbio de Dandora. A pocos metros del vertedero del mismo nombre siempre hay miles de personas rebuscando entre la basura de los habitantes de Nairobi. Entiendo lo difícil que es vivir en un barrio marginal. Sé lo que significa elegir entre comida o alquiler, o no tener nunca lo necesario; entiendo la frustración de contar tus problemas a los periodistas y que no te ofrezcan soluciones”, afirma.
Por eso, junto con otras siete personas fundó en 2019 la biblioteca del Centro Big5 en el barrio de Komarock, en Nairobi. El establecimiento dispone de los materiales de estudio correspondientes al plan de estudios de primaria y secundaria que se utilizan en las escuelas públicas. “He escrito reportajes sobre educación, y un problema común de los barrios marginales es la falta de recursos, como libros de texto. Muchos niños de los suburbios no tienen, y eso limita su rendimiento académico. Van de casa en casa buscándolos para hacer los deberes, lo cual hace que pierdan mucho tiempo”, lamenta la periodista.
Hasta enero de 2021, los alumnos de diferentes colegios acudían a la biblioteca del Centro Big5 a hacer los deberes. También adelantaban las lecciones que luego impartiría el profesor para entender mejor y sacar buenas notas.
Un alumno de secundaria estudia en la biblioteca que ha instalado el Centro Big5 en el suburbio Komarock.RAHAB GAKURU
Khajira explica que se dio cuenta de que la biblioteca estaba demasiado lejos de sus posibles usuarios. La mayoría de los estudiantes caminaba desde otro Estado para acceder a ella. Según la reportera, “la covid-19 nos recordó que necesitábamos un espacio mayor. En 2020 no pudimos abrirla porque era imposible mantener la distancia social. Por eso empezamos a buscar un lugar más amplio y seguro para instalarnos, ya fuese en Kayole, en el suburbio de Soweto, o en la barriada de Umama, en Kamarock”.
El Centro Big5 quería reproducir la idea de uno de sus patrocinadores, My Book Buddy, cuyo objetivo es crear en los colegios bibliotecas especiales para niños desfavorecidos. Khajira recuerda la llamada de Ken Situma, fundador del Centro Educativo Sadedi, en el suburbio de Kayole, para pedirle donaciones de libros. “Fue de lo más oportuna. Habíamos encontrado el local perfecto, más cerca de una de las comunidades que más la necesitaba”.
Situma dice que se enteró de la existencia del Center Big5 por algunos de sus estudiantes. “Nuestro mayor problema es que, cuando un profesor utilizaba un libro de texto para preparar las clases, significaba que un alumno se quedaba sin él para estudiar, así que cuando oí hablar de una biblioteca comunitaria a la que iban para hacer los deberes, me pareció interesante. Me puse en contacto para ver si podían reservar algunos ejemplares para nosotros. Nuestro centro ya está en desventaja comparado con los colegios públicos o los lujosos privados, pero ahora tenemos una cosa menos de la que preocuparnos”.
La Educación, un derecho de unos pocos
La Constitución de Kenia de 2010 reconoce la Educación como un derecho humano básico. En 2012, alrededor del 63% de los niños de dos barrios marginales de Nairobi estaban matriculados en colegios privados económicos de primaria. Se encuentran sobre todo en entornos de bajos recursos y en ellos se ofrece el plan de estudios oficial. En su mayoría no están registrados en el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, y carecen de las infraestructuras básicas que caracterizan a las escuelas públicas o privadas.
El Centro de Educación Sadedi, que empezó a funcionar en 2017, tiene 76 matriculados. “Cada lunes, de cuatro a cuatro y media, tenemos una sesión de lectura. Animamos a los estudiantes a que lean cualquier libro para promover la lectura porque no queremos que se limiten a leer para aprobar los exámenes, sino que lean para adquirir conocimientos sobre el mundo”.
Situma añade que también animan a los de las escuelas vecinas a que vayan una hora a la biblioteca al acabar el colegio, además de los sábados. “La nuestra es comunitaria. De todas maneras, estamos consultando si podemos cobrar 10 chelines (siete céntimos de euro) por cada alumno de otro centro para ayudar a mantenerla”.
Una biblioteca móvil creada por el Centro Big5 con la colaboración de My Book Buddy.RAHAB GAKURU
En el futuro, Situma espera que el Centro Big5 pueda proporcionarles más libros donados por simpatizantes del proyecto para abastecer de suficientes fondos a la primera biblioteca, así como para encontrar y dotar de otras nuevas a Kayole. En marzo se creó una más en el colegio The Keen Primary de Komarock. Moses cuenta que oyó hablar a sus alumnos del Centro Big5. “Nunca le presté mucha atención hasta que mi amigo Situma, de Centro Educativo Sadedi, me invitó a la presentación. Hablé con Khajira sobre cómo proporcionarnos un servicio parecido, y lo hizo”.
El Keen Primary empezó ofreciendo clases de refuerzo a 12 alumnos durante las vacaciones. Sin embargo, en 2008 se registró oficialmente como colegio. Hoy en día tiene 250 alumnos. “Debido a que somos asequibles, tenemos problemas de espacio, infraestructuras, maestros y materiales. El nuevo plan de estudios introducido por el Gobierno en 2018 supuso gastos adicionales para la compra de libros de texto”.
Según Moses, la biblioteca instalada en su escuela resuelve en parte sus dificultades para comprar nuevos ejemplares. “Siguen siendo insuficientes porque tenemos más o menos un ejemplar de cada asignatura por cada 15 alumnos”. El director agradece que Khajira intente impulsar la lectura en las comunidades marginales ofreciendo un recurso clave. Khajira señala que incluso si los padres pueden permitirse comprar los libros de texto, el alumno puede seguir necesitando una zona acogedora donde estudiar, porque las casas de los suburbios son pequeñas y a veces no tienen electricidad.
Agua y jabón para espantar la covid-19 de los suburbios
El Centro Big5 también ha estado apoyando a las comunidades marginales desde que el Gobierno anunció los primeros casos de covid-19. Armada con una cámara, Khajira visitó el suburbio de Umama, en Komarock, una barriada bastante reciente formada por unos 400 hogares. Lucy, dueña de un de sus comercios, explicaba sus temores y sus esperanzas. “Actualmente no tenemos agua. Un bidón de 20 litros cuesta 20 chelines (14 céntimos de euro) si vas a buscarlo a los vendedores, que tienen un pozo, pero si te lo traen a casa los carreteros, pagas 50 chelines (0,38 euros) por lo mismo. Ahora el Gobierno me exige que compre agua y jabón para los clientes. Creo que en esta comunidad nadie va a dedicar ese dinero a comprar agua para lavarse las manos”, zanja.
El Centro Big5 distribuye agua en el suburbio de Kayole.CENTRO BIG5
Durante su visita, Khajira observó que varios hogares se enfrentaban a los mismos problemas que Lucy, pues es difícil mantener la distancia social entre las familias de más cinco miembros que están compartiendo la misma habitación. “El abastecimiento de agua en estos barrios no es estable. Puede que tengan suministro una vez a la semana, pero también pueden pasar dos sin que les llegue nada. Tienen que decidir si comprarla para su higiene o para usos domésticos como beber, cocinar y hacer la colada. Ninguna de las personas con las que hablé daba prioridad a la compra de jabón y agua para lavarse las manos a menudo sobre la de otros artículos”, añade.
Tras haber documentado varias historias, Khajira decidió ofrecer un pequeño apoyo a esta comunidad a través del Centro Big5 en asociación con The Healthy Teeth Foundation [Fundación para la Salud Dental]. “Cuando era joven, mi madre y yo solíamos hacer jabón líquido, así que pensé que, si lo hacía y lo distribuía, la gente tendría una preocupación menos”.
Además de con una biblioteca, el Centro Big5 ha estado en primera línea apoyando a las comunidades marginales desde que el Gobierno anunció los primeros casos de covid-19
El Centro Big5 empezó haciendo jabón y distribuyéndolo gratis en los suburbios de Umama, Kayole, Soweto y Mukuru. Sus colaboradores se dirigían a los comercios locales, a las madres y a las tiendas de frutas y verduras. La reportera cuenta que cada vez que iba a verlos, le pedían agua y mascarillas. “Adaptamos bidones para que sirvieran de puesto de lavado y los instalamos en lugares públicos con mucho movimiento. También empezamos a suministrar agua con un camión cisterna. Cada semana pasamos por el puesto de lavado para reponer el jabón y el agua, que repartimos entre los puntos que instalamos y las familias necesitadas”, explica.
El Centro Big5 también vendía parte del jabón líquido para ayudar a mantener el proyecto y distribuía mascarillas gratis. Durante su visita, sus miembros explicaban a los habitantes del barrio la importancia de asegurarse de que la covid-19 no entrara en la comunidad. “Temíamos que, si un habitante se contagiaba, la densidad de población intensificase la propagación. Por eso no parábamos de explicarles la importancia de mantener la distancia y lavarse las manos todas las veces que pudieran”, recuerda la reportera.
Algunos sueños se han hecho realidad. Mi dolorosa historia me ofreció la oportunidad soñada de convertirme en cineasta
ERISS KHAJIRA
El Centro Big5 tiene muy pocos recursos, y solo puede ayudar a unas 100 familias. Para hacerlo sostenible, empezó a enseñar a grupos a hacer jabón que luego venden en los barrios porque tiene muchos usos y es más barato que el que se usa en pastillas. “Hemos enseñado a las Kayole Starlets, que están en la primera división femenina de fútbol, a hacer jabón líquido. De momento, los partidos se han suspendido, y ellas necesitan ganar dinero de otra manera”, explica Khajira.
El Centro Big5 cuenta con el apoyo de My Book Buddy, Booksteps, Sams Foundation y Yoga Heart Kenia. Khajira concluye diciendo que es importante que se cuenten las historias de las comunidades marginales, aunque sean desagradables. “A partir de esas historias, algunos sueños se han hecho realidad, y el talento y las innovaciones únicas encuentran una plataforma para crecer. Mi dolorosa historia me ofreció la oportunidad soñada de convertirme en cineasta”.
En 2014, Khajira estrenó su primera película, Dusty Bin Dreams, que la devuelve a su hogar en el mayor basurero de África oriental, el vertedero de Dandora. En medio de todas las dificultades de los suburbios, la directora centra su mensaje en la desesperación y la traición, pero también en la esperanza, la amistad y los sueños de sus amigos de esos barrios marginales.
La Secretaría de Educación Pública, a un siglo de su creación, ha tomado la decisión de reabrir las escuelas para el regreso a las clases presenciales, en el pico más alto de la tercera ola de contagios, después de mantenerlas cerradas desde el surgimiento de la pandemia en nuestro país. Distintas voces han reaccionado en un sentido u otro. Se proponen alternativas v. gr. la educación a distancia o un modelo mixto. Resulta necesario revisar esta y otras cuestiones igualmente relevantes porque el futuro está en riesgo.
Educación Futura, Periodismo de interés público, convoca al I Congreso Nacional de Educación La Educación en México. Proyecciones y desafíos” con la finalidad de reflexionar en torno a los escenarios emergentes y plantear soluciones científicamente fundadas.
Será un punto de encuentro entre académicos, docentes e investigadores, para dialogar sobre tópicos coyunturales. Se traza un puente entre los tomadores de decisiones, la academia y la sociedad civil. Tenemos en común la formación de los estudiantes y la expectativa de un país mejor. Nos une el interés de unir esfuerzos. ¡Así sea!
Del 8 al 10 de septiembre del 2021 se llevarán a cabo las actividades siguientes:
Conferencias Magistrales:
La educación superior. Retos y perspectivas.
Mejora continua de la educación. Un proceso en construcción.
Los derechos laborales y los derechos profesionales del magisterio.
Mitos y paradojas de la revalorización docente.
Talleres:
Programa Escolar de Mejora Continua.
Diseño Universal de Aprendizaje.
Socioemocionalidad en la escuela y en el aula.
Mesa de Análisis:
El modelo educativo de la escuela mexicana.
Interculturalidad, inclusión y equidad en la educación mexicana.
Democratización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Mejora y gestión escolar.
Sistema Nacional de Mejora Continua.
Formación, capacitación y actualización del magisterio.
Investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación.
Foro:
Implementación del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros.
Transpórtate a tu infancia. ¿Recuerdas cuánto disfrutabas jugando con tus piezas Lego? La maravillosa sensación de poder convertir en realidad cualquier objeto que tu mente imaginara.
Un barco, una casa, un coche, un robot.
Pues bien. Ahora imagina que hubieras logrado que tus creaciones cobraran vida. Y se movieran.
¿No sería el mejor juego del mundo?
Exactamente eso es lo que ofrece la robótica para niños. La posibilidad de crear sus propios juguetes animados.
Y mientras tanto, los niños aprenden (mucha) ciencia, desarrollan pensamiento lógico y estimulan su creatividad. De forma muy práctica, sin darse cuenta.
Porque la robótica para niños tiene la falsa fama de estar solo al alcance de pequeños Sheldon Cooper.
Pero eso únicamente lo piensan aquellos que no la han probado. Porque en realidad, la robótica puede ser un juego de niños.
Robótica para niños: qué es
Aunque parezca ciencia ficción, la robótica no es más que una disciplina que combina circuitos, movimiento y software para crear una máquina o robot.
Aplicada a niños, los cursos de robótica para niños de Spacetechies , se enfocan en lograr que los niños adquieran destrezas, habilidades y conocimientos a través del diseño y construcción de robots. En definitiva, aprovechar la alta capacidad pedagógica de esta disciplina científica.
Y es que el objetivo de la robótica para niños no es educar futuros programadores. En absoluto.
Lo que la robótica pedagógica busca es fomentar la innovación, autonomía y el pensamiento lógico de los niños desde edades tempranas.
De forma lúdica y mediante la metodología learning-by-doing los niños aprenden ciencia, matemáticas, resolución de problemas y creatividad.
Robótica educativa para niños
Teorías como la Pirámide del Aprendizaje de Glasser o la Taxonomía de Bloom lo demuestran: se aprende haciendo.
Adquirir conocimientos hincando los codos, es cosa del pasado.
Según estos estudios, el cerebro humano recuerda de la siguiente forma:
– 5 % de lo que escuchamos.
– 10 % de lo que leemos.
– 30 % de lo que vemos en funcionamiento.
– 75 % de lo que ponemos en práctica.
Es por esto por lo que la robótica para niños es una herramienta pedagógica tan potente frente a modelos educativos tradicionales.
En la robótica educativa los niños piensan, proponen, construyen, activan y juegan. Ponen en práctica las lecciones de los libros, ven la ciencia cobrar vida ante sus ojos.
Qué enseña la robótica a los niños
La robótica facilita que los niños aprendan conceptos científicos como la fuerza, la energía o la tensión de forma muy sencilla, ya que la robótica hace saltar la ciencia de las páginas de libros al mundo real.
También amplían su capacidad creativa y de resolución de problemas, ya que permiten a los estudiantes experimentar y entender cómo funcionan las cosas.
Los niños pueden crear sus primeros robots siguiendo sencillas instrucciones, para después dar rienda suelta a su imaginación y personalizarlos. O crearlos desde cero. Su creatividad es el único límite en este campo.
También pueden desarrollar sus habilidades de resolución de problemas cuando se encuentran con dificultades al construir el robot. No les importará enfrentarse a estos tropezones, ya que se divertirán montando su robot. Y su ilusión por verlo funcionar hará que se concentren como nunca en encontrar qué falla la forma de solventarlo.
Por eso la enseñanza mediante robótica es tan eficaz durante la niñez. La curiosidad innata de los pequeños juega a favor del aprendizaje.
Iniciación a la robótica para niños
Muchos padres ya son conscientes de que esta materia puede ofrecer un futuro brillante a sus hijos, pero saber iniciarles en ella es otra cosa.
¿Cómo lograr que el niño se interese? ¿Puedo enseñarle en casa? ¿Por dónde empezar? Son dudas habituales de padres confusos.
Y luego está la cuestión de la edad… si los niños son bastante pequeños, puede que los conceptos se les escapen de las manos o que incluso les parezca aburrida la robótica.
Sin embargo, con el enfoque adecuado, un niño puede empezar a introducirse en los conceptos básicos de la robótica tan pronto como se quiera.
Algunos dirán incluso que cuanto antes se empiece, mejor.
Actividades de robótica para niños
Un proyecto de robótica puede ser tan extremadamente sencillo como hacer parpadear una luz, o tan complejo como construir un robot entero que responda a elaboradas instrucciones.
Lo importante es que desde la realización de su primera actividad simple (encender esa luz) los niños van a cambiar su forma de ver el mundo.
Porque los interruptores de luz, la electrónica, los juguetes… la tecnología que nos rodea parece un entorno muy cerrado para las personas. Pero a través de estas actividades de robótica, el niño adquiere la consciencia de que puede influir en ellos. O incluso, directamente, crearlos.
Y es entonces cuando su forma de relacionarse con su entorno cambia.
Proyectos de robótica para niños
Aunque a primera visa los proyectos de robótica puedan parecer complicados e intimidantes, existen muchas formas de enseñar a los niños todo lo que necesitan saber.
Por su propia cuenta, mediante libros o juguetes. Realizando talleres especiales para descubrir si el mundo de los inventores es lo suyo o asistiendo a cursos de programación.
Lo importante es involucrar al niño en los proyectos robóticos de forma gradual y con garantías pedagógicas.
Juguetes de robótica para niños
Lo aventurábamos al comienzo del artículo. Estamos seguros de que en tu infancia aprendiste habilidades STEAM jugando con los bloques de Lego. Y, además, te divertiste muchísimo en el proceso.
Como es lógico, a medida que la sociedad avanza, sus juguetes educativos también lo hacen. Por eso ahora los juguetes de toda la vida se han combinado con tecnología robótica para proporcionar horas de diversión, creatividad y aprendizaje a los niños de forma nueva y altamente efectiva.
Así que, si estás pensando en regalar un juguete a un niño, no lo dudes. La robótica es una opción excelente para convertir el aprendizaje de la ingeniería, la codificación y las matemáticas en algo divertido.
Kits de robótica para niños
Los kits de robótica están de moda. Desde juguetes simples que permiten a los niños construir robots de iniciación con piezas ya preparadas (y con poca o ninguna ayuda de adultos), hasta pequeños ordenadores que pueden impulsar proyectos impresionantes. Estos kits permiten a los niños jugar y aprender con la robótica de forma segura.
Existen kits de robótica para niños de todas las edades. Algunos de los más populares son:
– MBot.
– DocelRobot.
– Skipe.
– Dash and Dot.
– Clementoni Doc.
– Wonder Workshop.
– Tin Can Robot.
– Sntieecr.
Pero en la categoría de kits de robótica infantil existe un claro ganador: la mítica casa de juguetes Lego.
Lego robótica para niños
Desde sus inicios Lego se ha guiado por un lema: si le das un juguete a un niño, se divertirá; si le ofreces los medios para construirlo, se divertirá y además aprenderá del proceso.
Y eso es lo que propone el kit Lego Boost. Una auténtica caja de herramientas creativas que combina los clásicos bloques de construcción con elementos de alta tecnología.
Con sus 847 piezas, incluye instrucciones para construir paso a paso cinco robots programables: un robot, un coche espacial, una guitarra, un gato y un autoconstructor.
Para niños más mayores, te recomendamos el Robot Inventor de Lego Skipe. Aunque su precio sea prohibitivo para muchos, sus posibilidades resultan casi infinitas. Así que, si ya sabes que tu hijo está obsesionado con la robótica, este puede ser el kit definitivo para saciar su curiosidad.
Juegos de robótica para niños
Una vez los robots están construidos y en funcionamiento, llega la parte más divertida. Jugar con ellos.
Elena Gago, directora académica de la escuela de robótica para niños Spacetechies nos explica: «En nuestros cursos de robótica el juego es tan importante como la construcción. Los niños se divierten consiguiendo que sus robots recorran un laberinto o superen obstáculos. Sin olvidar, por supuesto, las apasionantes batallas de robots» .
Por eso se dice que, en la robótica, el juego y el aprendizaje combinan a la perfección.
Libros de robótica para niños
Si quieres extraer el máximo partido a los kits de robótica infantil, una idea excelente es complementarlos con libros especializados.
Aquí te recomendamos tres de los libros más populares en idioma español:
– ‘Actividades de robótica educativa para el profesor ocupado’, de Damien Kee.
– ‘Construcción de robots para aficionados’, de Gordon McComb.
– ’50 proyectos tecnológicos de robótica e impresión 3D’, de Ernesto Martínez de Carvajal
Eso sí, los libros de robótica son más adecuados como material pedagógico para padres y docentes, que como lectura infantil.
Por lo tanto, no los recomendamos para edades tempranas o niveles iniciales, pero les encantarán a los niños mayores de 12 años y aquellos que ya posean conocimientos medios de programación.
Manuales de robótica para niños
Sin embargo, es habitual que a muchos niños les aburran (soberanamente) los manuales de robótica.
Y es que lo divertido es construir, probar y tocar con las manos. ¿No crees? Por ello, muchos padres apuestan por inscribir al niño en cursos presenciales de robótica.
Adiós, manuales. Hola, interacción social.
Y es cuando el niño experimenta la robótica rodeado de compañeros, su diversión se multiplica. Y al hacerlo bajo la guía de un profesor especializado, su aprendizaje se eleva al cubo.
Talleres de robótica para niños
Los talleres de robótica combinan el factor lúdico con la oportunidad de que los niños aprendan competencias STEAM mientras diseñan y construyen robots.
Estos talleres suelen programarse en periodos no lectivos como vacaciones o días sin cole, y son la mejor forma de iniciar al niño en la robótica. En pocas horas el niño conocerá un nuevo mundo y descubrirá si tiene interés por adentrarse en él.
Spoiler: el 90 % de los niños quedan fascinados.
Así nos lo cuenta Antonio Serrano Acitores, fundador de Spacetechies, la escuela de robótica para niños referente en Madrid: «Nuestros talleres de robótica elevan la mentalidad de los niños. Desde el momento en que entienden que tienen poder verdadero para construir el mundo que les rodea, su creatividad se dispara y su forma de ver la ciencia nunca vuelve a ser la misma».
Clases de robótica para niños
Y es que las clases de robótica para niños están diseñadas para preparar a la próxima generación para el futuro.
Para empezar, solucionan un problema habitual en los niños de corta edad: su falta de interés por materias como las ciencias y las matemáticas. En este sentido, las clases de robótica tiene un efecto maravilloso generando curiosidad por estas materias.
Al hacer hincapié en el aprendizaje práctico en lugar de la memorización teórica, los niños entienden (al fin) para qué sirven estos conocimientos.
En ese mágico momento, muchas vocaciones ocultas salen a la luz.
Además, las clases de robótica preparan a los niños para el competitivo mercado laboral del mañana, al potenciar sus habilidades STEAM junto con las sociales.
Estas competencias serán clave para destacar en su vida profesional adulta, donde importará más la capacidad de aprendizaje e innovación, que lo aprendido.
Cursos de robótica para niños
Aunque muchos adultos piensen que los clubes de robótica son solo para los alumnos de secundaria y bachillerato, las investigaciones han demostrado que ya desde preescolar los niños son capaces de dominar las habilidades básicas de robótica.
Elena Gago, directora académica de Spacetechies nos comenta: «Formamos alumnos desde los 5 años hasta la adolescencia. Los niños tienen una curiosidad innata y un deseo de explorar enorme. Todo lo que necesitan es aprender de forma secuencial y contar con los recursos adecuados».
Y solo con adentrarse en la escuela de Spacetechies es evidente que esta escuela de robótica ofrece recursos de primer nivel: impresoras 3D, placas robóticas, circuitos de obstáculos o kits Lego de última generación.
Pero también materiales pedagógicos tradicionales como post-it de colores, pizarras o bloques de construcción. Desde los recursos más clásicos hasta la última tecnología.
En los cursos de programación los niños cuentan con todas las herramientas y dirección académica precisas para aprender competencias digitales mientras se divierten.
Cursos de robótica para niños en Madrid
Así que, si estás buscando cursos de robótica en Madrid para niños, Spacetechies es una apuesta segura.
Dispone de dos escuelas en la comunidad de Madrid, una en la capital, en pleno barrio de Salamanca, y un segundo centro recién inaugurado en Alcobendas.
Sus cursos de robótica son perfectos para pequeñas mentes inquietas que sienten enorme curiosidad por la electrónica, la mecánica, la ingeniería, el diseño 3D y la programación robótica.
Sus programas educativos están diseñados según la filosofía Maker, donde además de construir, se incorporan retos donde se enfrentan robots o se les asignan desafíos que requieren ponerlos a prueba. Un enfoque que divierte y reta a los niños para mejorar día a día.
Pero el concepto educativo de Spacetechies va más allá y adopta los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la UNESCO:
– Garantizando una Educación de Calidad. Al facilitar la futura empleabilidad de los niños enseñándoles competencias digitales.
– Trabajando la Igualdad de Género. Al fomentar las vocaciones STEM en las niñas.
– Construyendo Ciudades y Comunidades Sostenibles. Al inculcar a los niños la importancia de la innovación y sostenibilidad en entornos urbanos.
En definitiva, los cursos de programación para niños se convierten en palanca de cambio para ayudar a los chavales a ser los futuros líderes de una sociedad avanzada.
Qué enseña la robótica a los niños
De forma adicional a la alfabetización STEAM, numerosos estudios demuestran que la robótica para niños fomenta otras habilidades más amplias como la creatividad, la resolución de problemas, la comunicación y el trabajo en equipo.
Así pues, enseñar robótica a un niño no consiste en prepararle para una futura carrera como programador informático o ingeniero, si no en dotarle de las habilidades que necesitará para su educación y su trabajo en un mundo donde dominar la tecnología será la absoluta clave del éxito.
Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-robotica-para-ninos-ensena-y-como-iniciarse-202108061146_noticia.html
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