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Desde la CLADE, Nelsy Lizarazo: “La EPJA continúa ocupando lugares muy secundarios en las agendas de los Estados”

Durante consulta subregional de la UNESCO hacia la CONFINTEA VII, representantes de organizaciones como CLADE, CEAAL y DVV presentan sus análisis sobre el contexto de la EPJA en América Latina y el Caribe y los desafíos para que se garantice esta modalidad educativa como un derecho humano.

Repensar la alfabetización desde un lugar de mayor complejidad, alcance y pertinencia para los tiempos actuales y las necesidades de los grupos más vulnerables; abandonar, definitivamente, todo enfoque asistencia y remedial de la Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA) y asegurar ofertas de EPJA flexibles, trabajando en perspectiva intersectorial y de articulación territorial. Esas fueron algunas de las recomendaciones de Nelsy Lizarazo, coordinadora de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), durante el primer día (28/7) de la Consulta subregional en América Latina Camino a CONFINTEA VII, organizada por la UNESCO. El evento reunió representantes de los Estados de América Latina y el Caribe y de organizaciones de la sociedad civil, entre ellas la CLADE, el Instituto de Cooperación Internacional de la Asociación Alemana para la Educación de Adultos (DVV) International y el Consejo Latinoamericano de Educación Popular (CEAAL).

El primer día de la Consulta, que es parte del proceso preparatorio a la Conferencia Internacional de Educación para Adultos (CONFINTEA) VII, se desarrolló alrededor de debates y reflexiones sobre las nuevas comprensiones acerca de la EPJA a la luz de los acuerdos de la CONFINTEA VI. Abordó también el lugar que ocupa la alfabetización desde el enfoque de aprendizaje a lo largo de la vida, los desafíos y respuestas generadas ante el contexto de pandemia desde la EPJA y su relación con el logro de los objetivos de la Agenda 2030. Otros temas enfatizados fueron la recuperación postpandemia y la superación de desigualdades, la atención a la diversidad, la intersectorialidad y su relación con la formación integral de las personas.

Según Nelsy Lizarazo, todavía hay mucho por hacer para que la EPJA sea garantizada como un derecho humano y uno de los desafíos pendientes es que esta modalidad educativa “continúa ocupando lugares muy secundarios en las agendas de los Estados: hay fragmentación institucional, los financiamientos son marginales, las ofertas, limitadas, hay un desconocimiento de los sujetos de derecho, con excepciones notables en algunos sistemas públicos de educación y, sobre todo, con excepciones que provienen del lugar de la educación no formal, comunitaria y popular”.

Para Eva König, directora regional Sudamérica de la DVV, hay que impulsar una “nueva comprensión de la EPJA”. Ella afirma que ha habido avances para garantizar la EPJA como un derecho humano, pero que, en lo que se refiere a la participación, la EPJA sigue invisible. “Falta un enfoque de aprendizaje. Todavía no se comprende la educación de personas jóvenes y adultas desde un componente integral”.

La directora regional de la DVV resaltó también la importancia de la EPJA para la garantía de otros derechos humanos. “El futuro está marcado por el fuerte impacto de la pandemia y los desafíos deben ser tratados como una visión hacia el futuro. Invertir en la EPJA requiere invertir en las matrices y el aprendizaje a lo largo de la vida tiene un valor central. La EPJA atraviesa y aporta a todos los ODS [Objetivos de Desarrollo Sostenible]: salud, medio ambiente, desarrollo económico, participación, etc.”.

Noel Aguirre, de CEAAL, defiende una EPJA vinculada a las potencialidades productivas de las regiones. “No solo lo relativo a lo ‘manual’, sino al trabajo intelectual. La EPJA es importante para replantear los modelos de desarrollo en nuestros países, así como la relación con la ciencia y la tecnología”.

Para él, se desconoce el valor social de la EPJA para la vida y el cumplimiento de los ODS. “En el mejor de los casos se da prioridad a la EPJA formal y se ignora toda la riqueza y los aportes de la EPJA no formal. Queda mucho por trabajar en su cobertura, calidad y junto a ella la pertinencia cultural y relevancia social, así como es necesario desarrollar su institucionalidad con identidad propia y con financiamiento suficiente”.

Como producto de la pandemia, Noel Aguirre explica que la EPJA fue afectada como el conjunto de los sistemas educativos de los países de América Latina y el Caribe. “Por ejemplo, [la EPJA] recibió los impactos de la suspensión de las clases presenciales (160 millones de estudiantes) y de la desigualdad manifestada por la brecha digital: acceso a la internet, dispositivos y plataformas digitales, así como sobre su uso pedagógico”.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2021/07/nelsy-lizarazo-la-epja-continua-ocupando-lugares-muy-secundarios-en-las-agendas-de-los-estados/

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Derechos Humanos y biodiversidad: 10 compromisos que deben asumir los Estados según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente

Detener la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad que esta trae de la mano es una responsabilidad compartida. La ciudadanía en su conjunto debe comprometerse en pos del cuidado del planeta. Sin embargo, es indispensable también que las administraciones lleven la delantera en esta temática. La implementación de políticas públicas tendientes a la protección medioambiental es imprescindible, para esto, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha recopilado una serie de compromisos a los que deben responder los Estados.

La pérdida de biodiversidad sin precedentes, la contaminación, el cambio climático y el aumento de las enfermedades zoonóticas han puesto de manifiesto la relación simbiótica entre los seres humanos y la naturaleza. La irrupción de la pandemia de coronavirus lo ha dejado aún más en evidencia. El derecho humano a un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible, así como otros derechos humanos, solo pueden alcanzarse allí donde la biodiversidad prospere y los ecosistemas sean saludables.

De este modo, resulta indisociable la protección de la biodiversidad de los Derechos Humanos. Para lo cual existen ya una seria de obligaciones estatales vinculadas tanto a los derechos humanos como a la biodiversidad provienen de leyes internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).  De este modo, de acuerdo con estos compromisos y las responsabilidades que engloban, los Estados están obligados a cumplir con algunos aspectos clave, a saber:

1. Abordar la pérdida de biodiversidad y hábitat, y prevenir sus impactos negativos sobre los derechos humanos:  Los Estados deben tomar medidas urgentes para abordar estos desafíos. Esto incluye poner fin a la deforestación, proteger y conservar tierras y océanos, avanzar hacia patrones sostenibles de producción y consumo, combatir el cambio climático y la contaminación, prevenir la introducción de especies exóticas invasoras, y proteger la tenencia de la tierra y el uso de recursos de los pueblos indígenas, las comunidades locales, las mujeres y las niñas.

2. Garantizar la igualdad y la no discriminación: Debido a que afecta a algunos de manera más aguda que a otros, la pérdida de biodiversidad puede aumentar las desigualdades que ya existen entre individuos, grupos e incluso generaciones, ya que las generaciones futuras heredarán los resultados irreversibles de la degradación ambiental. Por lo tanto, las acciones para abordar la pérdida de biodiversidad y hábitat deben considerar la edad, el género y vulnerabilidades como la pobreza, la discapacidad o la marginación, y no exacerbar las disparidades existentes.

3. Proteger los derechos de los pueblos indígenas: Estos se ven muy afectados por la pérdida de biodiversidad y se encuentran entre los actores mejor posicionados para prevenirla. La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas afirma el derecho de estos pueblos a conservar y proteger sus tierras, territorios y recursos. Esto significa que las acciones de conservación con potencial impacto sobre los derechos humanos deben tomarse en consulta con los pueblos indígenas y con su consentimiento libre, previo e informado, y deben apoyar su participación en la gestión y apropiación de los esfuerzos correspondientes.

4. Proteger a los defensores de los derechos ambientales: Aquellos que protegen la biodiversidad, los hábitats, los medios de vida que dependen de la naturaleza y los derechos humanos han sido objeto de amenazas, violencia, criminalización y represalias, particularmente las mujeres y niñas y los indígenas. Instrumentos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Declaración de la ONU sobre los defensores de derechos humanos requieren que los Estados respeten, protejan y cumplan los derechos de los defensores ambientales a la participación, el acceso a la información y a las libertades de expresión, reunión y asociación. Los Estados también están obligados a tomar medidas contra las amenazas a la vida o el bienestar de los defensores ambientales, brindar acceso a la justicia y reparación efectiva cuando se violen sus derechos y realizar investigaciones oportunas en las cuales los responsables de actos de violencia e intimidación sean procesados.

5. Asegurar una participación significativa e informada, incluso en la gobernanza de la tierra y los recursos:  El derecho a la participación libre, activa, significativa e informada en los asuntos públicos está garantizado por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Declaración de las Naciones Unidas sobre el derecho al desarrollo y otros instrumentos internacionales, acuerdos ambientales multilaterales, y leyes y políticas nacionales. Esto significa que los Estados deben proporcionar información pública sobre la biodiversidad en un lenguaje y formato accesibles; prever y facilitar la participación pública, teniendo en cuenta las barreras que enfrentan los pueblos indígenas, las comunidades locales, los niños, las personas con discapacidad y las personas en situación de marginación; y llevar a cabo de manera transparente y responsable toda la formulación de las políticas relacionada.

6. Proteger contra los daños a los derechos humanos relacionados con las empresas debido a la pérdida de biodiversidad: Como se refleja en los Principios rectores de la ONU sobre empresas y derechos humanos, todas las empresas tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos. Esto incluye evitar su infracción a través de la pérdida de biodiversidad y facilitar la reparación de cualquier daño causado o con el cual se haya contribuido. Según el derecho internacional, los Estados están obligados a proteger contra los abusos de los derechos humanos por parte de las empresas y deben exigir una evaluación de todos los impactos sociales, ambientales y de derechos humanos de los proyectos que puedan afectar la biodiversidad. Cuando se producen abusos contra los derechos humanos, incluidos los que resultan de la pérdida de biodiversidad y hábitat, los Estados deben responsabilizar a las empresas y garantizar que los afectados tengan acceso a un recurso efectivo.

7. Asegurar la cooperación regional e internacional: La protección eficaz de la biodiversidad requiere cooperación y solidaridad internacionales. Los instrumentos de derechos humanos piden a los Estados cooperar en la realización de todos los derechos humanos, abordando las brechas en la protección y los daños transfronterizos y extraterritoriales. Además, la capacidad de los países en desarrollo para implementar sus compromisos de diversidad biológica depende del intercambio de recursos y de las transferencias de tecnología de los países desarrollados. Por lo tanto, los Estados deben establecer y fortalecer mecanismos y recursos para abordar las causas y los impactos transfronterizos de la pérdida de biodiversidad y hábitat.

8. Movilizar eficazmente los recursos adecuados para prevenir los daños a los derechos humanos causados por la pérdida de diversidad biológica: El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales requiere que los Estados dediquen el máximo de recursos disponibles al cumplimiento de este conjunto de derechos. Esto incluye la protección de la biodiversidad, porque la biodiversidad es necesaria para garantizar ecosistemas saludables, y a su vez estos son necesarios para garantizar los derechos a la vida, la salud y los medios de subsistencia de miles de millones de personas en todo el mundo. Los Estados están obligados a actuar tanto individual como colectivamente, por lo que la cooperación internacional y la asistencia financiera son imperativas.

9. Garantizar que todos disfruten de los beneficios de la ciencia y sus aplicaciones: Según el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, todos tienen derecho a disfrutar de los beneficios de la ciencia y sus aplicaciones. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirma el valor de los sistemas de conocimientos tradicionales y los enfoques holísticos y el CDB compromete a los Estados a respetar y mantener el conocimiento, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas y locales hacia la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica. En particular, los Estados deben apoyar el uso de los conocimientos tradicionales con el consentimiento de los pueblos indígenas interesados, garantizando que los beneficios económicos se compartan de manera equitativa, y deben apoyar la transferencia de métodos y tecnología para una respuesta internacional eficaz a la pérdida de diversidad biológica.

10. Garantizar la educación con respeto a la naturaleza: El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos garantiza el derecho de toda persona a la información y la Convención sobre los Derechos del Niño pide que la educación fomente el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales y el medio ambiente natural. Comprender los derechos humanos y el medio ambiente es fundamental para garantizar la dignidad humana, el bienestar y la supervivencia, y requiere de la participación informada de todas las personas. Por lo tanto, los Estados deben garantizar el derecho de todas las personas a la educación, poniendo en el centro el respeto por la naturaleza y a la información necesaria para protegerla.

Fuente: https://diarioresponsable.com/noticias/31566-derechos-humanos-y-biodiversidad-10-compromisos-que-deben-asumir-los-estados

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Entrevista a Elisabeth Bik: “Como con el #MeToo, las redes sociales están ayudando a exponer casos de fraude científico”

Entrevista a Elisabeth Bik, consultora independiente y experta en integridad científica.

En el último año, Bik se ha visto envuelta en uno de los mayores escándalos de la pandemia: el relacionado con la hidroxicloroquina, el medicamento que Donald Trump ensalzó como una solución para la covid. Hoy, aunque este fármaco ha sido descartado por los ensayos clínicos, la historia aún no ha terminado.

La hidroxicloroquina es un fármaco contra la malaria del que la mayoría de gente no había escuchado hablar antes de que llegara el SARS-CoV-2. Hoy es sinónimo de culebrón pandémico. Todo empezó con un polémico estudio publicado en marzo de 2020, primero en forma de prepublicación y luego en una revista en la que el propio autor era editor jefe. El proceso de revisión llevó menos de 24 horas. Su conclusión: que el medicamento curaba la covid-19.

Pocos días después Donald Trump tuiteó el estudio y empezó a cantar las alabanzas del fármaco. Esto convirtió a la hidroxicloroquina —como otros tantos temas relacionados con la covid-19— en un asunto político con bandos extremos e irreconciliables. Su principal defensor, el investigador y coautor de la prepublicación que lo inició todo, Didier Raoult, se convirtió en una estrella científica en Francia y Estados Unidos.

Para complicar todavía más esta telenovela, un estudio publicado en The Lancet en mayo hizo pausar los ensayos clínicos con este fármaco al concluir que su uso se asociaba con una mayor mortalidad hospitalaria. Pero días después el trabajo era retractado al convertirse en el mayor escándalo científico de la pandemia. Nada de esto quería decir que la hidroxicloroquina sí funcionara: numerosos ensayos han descartado desde entonces su eficacia, el más importante de ellos el Recovery llevado a cabo en Reino Unido.

La mayoría de científicos son muy listos y hay muchas formas de cometer fraude que no serían detectables solo mirando el paper. Creo que el porcentaje real de mala conducta científica es mayor del que encontramos

La consultora independiente Elisabeth Bik (Países Bajos, 1966), experta en perseguir fraudes científicos, ha formado parte de esta historia desde el comienzo. Como muchos otros, sospechó inmediatamente del estudio de Raoult y comenzó a indagar. Hoy es insultada en redes sociales por parte de los seguidores del científico francés y del fármaco, que atacan hasta su aspecto físico. Han llegado a publicar su domicilio en internet. SINC ha hablado con ella sobre su trabajo.

Usted es microbióloga de formación, ¿por qué empezó a perseguir el fraude científico?

En 2013 encontré por accidente unas duplicaciones mientras hojeaba una tesis doctoral plagiada. Habían rotado una imagen para reutilizarla. Decidí ver si podía encontrar estos fallos en otros papers, porque pensé que igual tenía un talento que no conocía. Esa noche empecé a escanear un par de artículos de PLOS ONE y hallé más ejemplos. A veces nuestras vidas cambian por una coincidencia: si no hubiera encontrado nada ese día no me habría dedicado a esto. En 2014 cambié de carrera para dedicarme a buscar imágenes duplicadas.

¿Es el fraude en ciencia más común de lo que creemos?

Sí, yo solo encuentro la punta del iceberg. Puedo ver si alguien usa el mismo Western blot [una una técnica analítica] para representar dos experimentos distintos en el mismo estudio, pero no si lo usa otra persona en otro paper. Eso sería imposible, no puedo recordarlos todos. Solo detecto las duplicaciones que son muy obvias y, además, no puedo ver fraude en las tablas: si alguien se inventa los números y son realistas, no lo notaría.

La mayoría de científicos son muy listos y hay muchas formas de cometer fraude que no serían detectables solo mirando el paper. Por eso creo que el porcentaje real de mala conducta científica es mayor del 4 % que encontramos entre 20.000 trabajos que analizamos en un estudio. La mayoría de investigadores son honestos, pero no son inmunes y probablemente hay entre un 5 y un 10 % de fraude.

Probablemente el fraude siempre ha estado ahí, pero ahora hay más presión para publicar y esto incentiva estos comportamientos. Si Van Leeuwenhoek [en el siglo XVII] hubiera tenido que publicar un paper cada semana, habría investigado de forma muy diferente

Pero, ¿es más común hoy o solo lo buscamos más?

Probablemente siempre ha estado ahí, pero ahora hay más presión sobre los científicos para publicar y eso aumenta las expectativas e incentiva estos comportamientos. Si Anton van Leeuwenhoek [precursor de la microbiología en el siglo XVII] hubiera tenido que publicar un paper cada semana, habría investigado de forma muy diferente. La ciencia es un proceso muy lento y, si aprietas para publicar un número de estudios al año, algunas personas recurrirán al fraude.

¿Cómo empezó su relación con la hidroxicloroquina?

En marzo de 2020 Trump tuiteó un paper científico por primera y última vez. Me pareció notable, así que le pegué un vistazo. Me di cuenta de que había varios errores de diseño: la metodología no parecía correcta y los grupos eran diferentes. Quienes habían recibido hidroxicloroquina eran más jóvenes y habían sido tratados en otro hospital, por lo que no estaba claro si estaban tan enfermos como los que no habían recibido el fármaco. Tampoco si los grupos se habían aleatorizado: si eliges a gente más sana para recibir el tratamiento eso aumenta sus posibilidades de supervivencia.

El estudio era pequeño pero, además, faltaban pacientes.

Habían dejado fuera del estudio a seis pacientes que habían recibido hidroxicloroquina: tres empeoraron tanto que acabaron en la UCI, uno murió, otro tuvo efectos secundarios por la medicación y tuvo que dejarla; y el último abandonó el hospital, no sé por qué. Eso quería decir que al menos a cinco personas no les había ido bien con el tratamiento. ¡No puedes sacarlos del estudio solo porque los resultados no son los que quieres! Eso es cherry-picking. Era un estudio muy pequeño y si hubiera incluido a esa gente los resultados habrían sido mucho menos favorables para la hidroxicloroquina.

Los tuits de Trump marcaron la diferencia. Muchos empezaron a usar la hidroxicloroquina como medida preventiva porque Trump dijo que estaba usándola

Había todo tipo de problemas con este paper, grandes y pequeños. Las fechas de aprobación de la revisión ética eran posteriores al comienzo del estudio. También decía que no se habían incluido niños, pero había dos o tres personas de doce años. Escribí un comentario con todo esto en PubPeer y me dijeron que había otros artículos problemáticos escritos por el mismo autor, Didier Raoult.

¿Sabía entonces que Raoult era un investigador controvertido?

Lo conocía y sabía que es un autor muy prolífico, porque fui microbióloga antes. Me pareció que valía la pena investigar sus estudios. Empecé a mirar algunos de los 3.500 que ha publicado. Encontré varios ejemplos de erratas que probablemente eran honestas, pero también casos en los que parecía que había habido manipulación fotográfica.

También encontré problemas con aprobaciones éticas. Pregunté sobre estos y otros problemas que  localicé, y otras personas añadieron los suyos en PubPeer.

Hoy la hidroxicloroquina todavía es defendida en algunos círculos. ¿Cómo puede haber llegado tan lejos un estudio tan pequeño y problemático?

Los tuits de Trump marcaron la diferencia. Tiene una enorme influencia y la mayoría de gente no sabe leer ciencia de forma crítica, por lo que sigue a su líder. Muchos empezaron a usar la hidroxicloroquina como medida preventiva porque Trump dijo que estaba usándola, aunque el estudio decía que se usaba para mejorar pacientes, no para evitar infecciones. Eso fue extraño y causó problemas porque hay personas que sí deben tomarla y se quedaron sin el fármaco porque había mucha gente sana comprándolo. También hay muchísima desinformación en redes sociales y en algunos medios poco fiables, tanto en Estados Unidos como en Francia. Es increíble lo rápido que se extienden estas cosas.

Irónicamente, la hidroxicloroquina también ha estado implicada en otros estudios fraudulentos que aseguraban lo contrario, como el publicado y retractado por The Lancet.

La gente tiende a creer lo que quiere creer y no aquello que no encaja en su narrativa. Sin embargo, hay muchos estudios que prueban que la hidroxicloroquina no tiene efecto alguno

Desde entonces, muchos estudios han mostrado que no funciona y un par que sí, incluyendo los del laboratorio de Raoult. Tiendo a no tomar muy en serio esos artículos hasta que han sido revisados porque podrían estar llenos de errores, aunque la revisión por pares no sea garantía como vimos con el paper de The Lancet. Todo esto es muy complicado para la audiencia general: la gente tiende a creer lo que quiere creer y no aquello que no encaja en su narrativa. Sin embargo, hay muchos estudios que prueban que la hidroxicloroquina no tiene efecto alguno.

Se han realizado más ensayos con la hidroxicloroquina que con ningún otro fármaco. ¿Se ha perdido tiempo y recursos por culpa de este culebrón?

Todos estábamos dispuestos a creer que era la revolución. Yo era algo escéptica sobre el pequeño estudio de Raoult, pero parecía que merecía ser investigado. Aunque hagas un estudio con cuarenta personas con errores, si parece prometedor vale la pena continuar si estás en una situación como la de marzo de 2020, con gente muriendo en hospitales llenos, sin idea de cómo tratarla. Fueron tiempos de grandes incertidumbres y pánico y había que investigar cualquier pista.

¿La han demandado?

Todavía no. Han cumplimentado una queja al fiscal de Francia, que tiene que decidir si es válida y si hay evidencias. Esto puede llevar meses. Sé todo esto por periodistas que me lo han confirmado, porque todavía no se me ha informado oficialmente. [Según informó Cathleen O’Grady en Science, habrían presentado una denuncia contra Bik ante la fiscalía francesa].

Captura de pantalla preprint de la hidroxicloroquina
Captura de pantalla de la controvertida prepublicación sobre la hidroxicloroquina de Didier Raoult. En verde, comentarios en la plataforma PubPeer sobre el estudio.

 

¿Es la primera vez que le pasa algo así?

He recibido otra queja. Es un maestro qigong de China que asegura que puede irradiar células cancerígenas con energía y matarlas a siete kilómetros de distancia. No es muy científico, si yo tuviera esos poderes los usaría desde el aparcamiento de los hospitales. Planteé algunas cuestiones y no voy a retirarlas, así que veremos cómo acaba eso. Es inquietante, estresante y da miedo, pero de momento no me están denunciando.

Últimamente ha sufrido mucho acoso en redes sociales, donde la insultan incluso a nivel personal. ¿Cree que la han atacado más por ser mujer?

Solo puedo especular, pero creo que a algunos hombres poderosos no les gusta ser criticados por mujeres.

¿Se ha sentido sola al no tener una universidad o empresa detrás que la respalde?

Me sentí muy sola desde septiembre, cuando empezó el acoso por Twitter, hasta que peticiones independientes comenzaron a apoyarme. Ha marcado la diferencia saber que hay otras personas que están de acuerdo conmigo y mi trabajo y que han firmado porque creen que lo que hago debería discutirse entre científicos.

Acaban de informarme de que un paper que reporté en octubre de 2015 ha sido retractado ahora. Ha llevado cinco años y yo lo vi en cinco minutos. ¿Por qué tiene que tardar tanto tiempo? Es frustrante

¿Hacemos suficiente para investigar y perseguir el fraude científico?

No. Yo intento mejorar la ciencia y su integridad y me frustra la falta de respuesta. Cuando encuentro algo que puede ser fraude alerto a la revista o a la institución y ellos deciden, pero muchos ignoran esos correos o responden tarde. Acaban de informarme de que un paper que reporté en octubre de 2015 acaba de ser retractado. Ha llevado cinco años y yo lo vi en cinco minutos. ¿Por qué tiene que tardar tanto tiempo? Es frustrante.

¿Debería haber más organismos que vigilaran estos comportamientos?

Por un lado, estoy de acuerdo, pero yo puedo hablar porque soy independiente. No debo preocuparme por arruinar mi reputación. Si trabajara como científica y llamara la atención a una revista de alto impacto, arruinaría mis posibilidades de publicar ahí. Como no tengo que dar cuentas a nadie, ser amigable ni perdonar a mis compañeros, puedo decir mucho. Los académicos están conectados en su campo, se conocen todos, quedan en los congresos, trabajan juntos. Cuando alguien es acusado de mala conducta, pero es colega del editor jefe y del decano de la universidad, es muy difícil hacer algo. Por eso no sé si organizaciones grandes lo harían mejor, tal vez haya que dar un paso atrás.

De hecho, ya hay organismos que lo podrían hacer mejor, como la Oficina de Integridad de la Investigación de Estados Unidos. El año pasado solo reportaron un caso, cuando yo les envío unos veinte al año y nunca me contestan. Sospecho que recibirán cientos de otras personas, pero solo investigan uno. Creo que podrían hacer mucho más y castigar a la gente que de verdad comete fraude.

¿Favorecen las jerarquías científicas estos comportamientos?

He escuchado demasiadas historias en las que científicos jóvenes y ambiciosos, pero también honestos, ven cosas que están mal. Si dicen algo, como las jerarquías son tan fuertes en ciencia, son ellos los que tienen que abandonar la academia mientras que los más mayores, que cometen el fraude o empujan a otros para que lo hagan, permanecen. Por desgracia lo vemos también en otras profesiones.

La mejor respuesta [ante las malas conductas] sería que las sociedades científicas retiraran premios o membresías. Pertenecer a una sociedad es un gran logro y ser expulsado hace mucho daño

¿Han ayudado plataformas como PubPeer y las redes sociales a combatir estos comportamientos?

Sí, porque permiten a la gente compartir preocupaciones de forma anónima. Hay similitudes con el movimiento #MeToo en el que las redes sociales están empezando a marcar la diferencia a la hora de exponer estas historias y, esperemos, cambiar las cosas. Su influencia es positiva porque estamos perdiendo a mucha gente buena y con talento porque no pueden combatir al sistema.

¿Ignoran medios y gobiernos estas historias?

De nuevo trazo pararelismos con el movimiento #MeToo, en el que alguien poderoso y respetado que ha hecho mucho bien en su comunidad de repente es un acosador sexual. ¿Qué haces cuando alguien a quien admirabas resulta que no es tan admirable? No podemos ignorar lo que ha hecho, pero psicológicamente es difícil tenerlo en cuenta. En ciencia pasa algo similar con gente que trae mucho dinero o ha hecho grandes descubrimientos y se descubre que ha acosado o cometido fraudes.

¿Cómo lidiar con todo eso?

La mejor respuesta sería que las sociedades científicas les retiraran premios o dijeran que ya no pueden ser miembros. Hay un caso reciente de un astrónomo que ha sido expulsado de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos por acoso sexual. Ser miembro es un gran logro y ser expulsado hace mucho daño. Es bueno que estas organizaciones decidan que, pese a tus contribuciones pasadas, algo así es suficiente para retirarte la membresía.

¿Qué es lo peor que ha visto en su carrera?

He visto 4.000 casos y al menos un centenar fueron muy memorables porque el Photoshop era muy obvio. Por ejemplo, ver una célula clonada diez veces. Ves la foto y piensas: «¿Cómo puede ser que nadie se diera cuenta durante la revisión? ¡Es tan evidente!». Y aun así los reportamos y ahí siguen. No sé si lo peor que he visto es un paper con Photoshop o la falta de respuesta de las revistas. Hay un estudio en Science que me enfada mucho porque es muy obvio y ni lo retractan ni me contestan.

En la pandemia los científicos lo hicieron lo mejor que pudieron. Sí, ha habido papers flojos, pero es lo esperable en una situación de pánico en la que todos esperan una respuesta

Los investigadores ‘pillados’ suelen decir que la imagen ha sido modificada por cuestiones prácticas, pero que los datos y la ciencia que hay detrás son correctos.

[Ríe] Es cierto. Me desconcierta cuántos autores dicen eso. «Sí, usamos Photoshop o reusamos cinco imágenes, pero las conclusiones no se ven afectadas». Cada imagen de un paper son datos representados. Son la prueba de que hiciste algo que describes en el texto, de que el experimento salió como dices. Si enredas con las imágenes los resultados sí se ven afectados.

¿Cree que la ciencia realizada durante la pandemia ha sido peor?

En la pandemia los científicos lo hicieron lo mejor que pudieron. Sí, ha habido papers flojos y apresurados, pero es lo esperable en una situación de pánico en la que todos esperan una respuesta y puede que no tomes las mejores decisiones. La buena ciencia necesita hacerse despacio y no era un buen momento. Sin embargo, no diría que ha sido lo peor que ha pasado, porque he visto estudios realmente malos que no tenían nada que ver con la pandemia.

Fuente: https://rebelion.org/como-con-el-metoo-las-redes-sociales-estan-ayudando-a-exponer-casos-de-fraude-cientifico/

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Albert Einstein y Marie Curie, la “sublime y perenne” amistad que unió a los dos gigantes de la ciencia

Margarita Rodríguez

De repente Albert Einstein se detuvo, agarró del brazo a Marie Curie y le dijo: «Comprenda que lo que yo necesito saber es qué les ocurre exactamente a los pasajeros de un ascensor cuando cae al vacío».

Caminaban por un hermoso valle alpino del este de Suiza, donde estaban de vacaciones.

Curie, que se recuperaba de unos problemas de salud, llevaba su mochila en el hombro.

Era el verano de 1913 y ambos estaban acompañados por sus hijos: Einstein por el mayor, Hans Albert, y Curie, por Irene y Eve.

Es gracias a la hija menor de la Nobel de Física y de Química, que conocemos esta anécdota de los dos gigantes de la ciencia del siglo XX.

«Una encantadora camaradería de genios había existido durante varios años entre la señora Curie y Einstein», escribió Eve en la biografía: «Madame Curie«.

«Se admiraban el uno al otro; su amistad era franca y leal y les encantaba mantener interminables charlas sobre física teórica, algunas veces en francés, otras en alemán».

Cuando, el 4 de julio, se cumplen 87 años de la muerte de la extraordinaria científica, BBC Mundo explora su amistad con el hombre que transformó nuestra visión del universo.

Unas vacaciones «relativas»

El plan de las dos familias «era atravesar las montañas del sudeste de Suiza hasta llegar al lago de Como, en Italia», cuenta Walter Isaacson en su magistral biografía Einstein, his life and universe («Einstein, su vida y universo»).

Marie Curie con sus hijas, Irene y Eve

FUENTE DE LA IMAGEN,AFP/GETTY IMAGES

Pie de foto,Cuando las familias Curie y Einstein se fueron de vacaciones, Irene (derecha) tenía unos 16 años, mientras que Eve tenía 9.

En las excursiones, Curie desafiaba a Einstein y le pedía que le dijera los nombres de los picos de la región, pero cuando los niños se adelantaban, hablaban de ciencia.

Fue así como Einstein se detuvo en seco y le comentó «sus ideas sobre la equivalencia entre la gravedad y la aceleración», en su famoso experimento mental del ascensor.

«Una preocupación tan conmovedora que hizo reír a carcajadas a la generación más joven, que estaba lejos de sospechar que la caída imaginaria en un ascensor planteaba problemas de la ‘relatividad’ trascendente», escribió Eve.

Ella también recordaba que junto a su hermana «captaban palabras sobre la marcha que les parecían bastante singulares» y que mientras correteaban y disfrutaban del paseo, «un poco más atrás, Einstein, inspirado, expondría a su colega las teorías que lo obsesionaban y que Marie, con su excepcional cultura matemática, era una de las pocas personas que en Europa podían comprender».

El amigo en común

Stanley Pycior es profesor emérito de Historia de Mount Saint Mary College, en Estados Unidos, y autor de Marie Sklodowska Curie and Albert Einstein: a professional and personal relationship (Marie Sklodowska Curie y Albert Einstein: una relación profesional y personal), artículo que Eve leyó antes de su publicación en 1999, en la revista The Polish Review.

De acuerdo con el historiador, Curie y Einstein se conocieron en 1909 cuando asistieron a un evento en la Universidad de Ginebra.

Hendrik Lorentz

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,Hendrik Lorentz ganó el Nobel de Física en 1902.

Cuenta que ambos tenían un amigo en común: el físico holandés Hendrik Lorentz, quien ganó el Nobel de Física en 1902, un año antes de que lo consiguieran Marie y Pierre Curie por sus estudios sobre «el fenómeno de la radiación», junto al francés Henri Becquerel, descubridor de la radiactividad.

Lorentz había conocido a los Curie en 1900 en un congreso de física en París.

Su amistad con Einstein también llevaba años.

Las ecuaciones que había concebido sobre el tiempo y el espacio fueron muy importantes en la teoría de la relatividad especial.

Cuando en una entrevista, en los años 50, le preguntaron a Einstein «a qué físico respetaba más, contestó: Hendrik Lorentz y Marie Sklodowska Curie».

La Conferencia Solvay

Pese a ese primer encuentro en 1909, fue en 1911 cuando realmente comenzó la amistad entre Curie y Einstein.

Eve Curie

FUENTE DE LA IMAGEN,HORST/CONDÉ NAST VIA GETTY IMAGES

Pie de foto,Eve, la segunda hija de los Curie fue una reconocida periodista y humanista. Fue la autora de la biografía: «Madame Curie».

Ese año, ambos asistieron a una reunión que congregó en Bruselas a luminarias de la física y la química de Europa y que pasó a la historia como la Conferencia Solvay, en referencia a su organizador, el químico industrial belga Ernest Solvay,

El tema del encuentro era «el problema cuántico», por lo que se le pidió a Einstein hacer una presentación sobre ese tópico.

A ese primer congreso, asistieron 20 científicos, entre ellos Max Planck y Henri Poincaré.

Einstein era el más joven, con 32 años, y Marie Curie (12 años mayor que él) era la única mujer, como se puede apreciar en esta foto y en otras que incluimos en este artículo sobre los encuentros posteriores:

Asistentes a la primer Conferencia Solvay

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Esa conferencia fue evocada por Curie cuando ese mismo año Einstein le pidió una carta de recomendación para asegurarse una posición como profesor de física teórica en la Escuela Politécnica de Zúrich, su alma máter.

«En Bruselas, donde asistía a una conferencia científica en la que el señor Einstein también participó, fui capaz de admirar la claridad de su intelecto, la amplitud de su información y la profundidad de su conocimiento», escribió la científica.

Unos extranjeros

Pycior cree que uno de los aspectos que influyó en la amistad entre Eisntein y Curie fue que ambos, en determinados momentos de sus vidas, llegaron a ser percibidos en sus ámbitos intelectuales y países de residencia como unos «outsiders«, unos extranjeros.

«La primera desventaja de Curie a principios del siglo XX fue ser mujer en un círculo académico francés predominantemente masculino. Pero además era polaca».

Conferencia Solvay (1913)

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Pie de foto,Nuevamente reunidos en la Conferencia Solvay (1913). Entre Curie y Einstein se encuentra el físico teórico alemán Arnold Sommerfeld, uno de los pioneros de la física cuántica.

Curie había tenido que abandonar su país porque en el lugar donde vivía -que estaba bajo control de Rusia-, a las mujeres no se les permitía estudiar en la universidad.

Por eso se fue a París, donde obtuvo las licenciaturas en Física y en Ciencias Matemáticas, en la Sorbona, y conoció a quien se convertiría en su esposo, el físico francés Pierre Curie.

En 1906, tras la muerte de Pierre, Marie asumió su cátedra docente y se convirtió en la primera mujer en enseñar en la Sorbona.

«Pero a medida que su carrera académica florecía, con el descubrimiento del polonio y del radio, el resentimiento contra ella crecía», señala el historiador.

Y había otro factor: Curie era agnóstica, algo que no caló bien entre muchos franceses.

Pierre y Marie Curie

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Pie de foto,Cuando Pierre murió en 1906, Marie asumió su cátedra en la Sorbona y se convirtió en la primera profesora de esa universidad.

Einstein, por su parte, aunque había nacido en Alemania, era judío, «lo cual significaba en varios círculos de inicios del siglo XX que no era un alemán verdadero».

En 1894, siendo un adolescente, abandonó su país y se mudó a Suiza, donde continuó con sus estudios de secundaria y, posteriormente, fue admitido en el Instituto Politécnico de Zúrich.

En 1896, renunció a la ciudadanía alemana (para evitar el servicio militar) y, en 1901, adoptó la de Suiza, país en el que se desempeñó como docente.

«Años después, cuando obtuvo una posición de profesor en la Universidad de Berlín, fue señalado por algunos sectores de no ser alemán y atacado por ser judío».

Un amigo en medio del escándalo

Según Pycior, el hecho que terminó de cimentar la amistad de Curie y Einstein fue lo que sucedió durante el escándalo en el que la científica estuvo envuelta en 1911.

Marie Curie

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Pie de foto,Marie Curie nació el 7 de noviembre de 1867 en Polonia. Su carrera científica la desarrolló en Francia.

Curie, viuda desde hacía cinco años, tenía un romance con Paul Lengevin, un colega más joven que ella, que, aunque era casado, vivía separado de su esposa.

Tres días antes de que Marie ganara su segundo premio Nobel, esta vez de Química, la esposa de Langevin dio a conocer públicamente la relación de su esposo con la científica.

«Hubo artículos en la prensa francesa que retrataban a Curie como una agnóstica, destructora de un matrimonio y de una familia católica. En algunos reportes se decía que era judía».

«Multitudes curiosas se reunieron fuera del apartamento de Curie gritando consignas amenazantes contra ella», cuenta Pycior.

Y en ese amargo contexto para ella, Einstein le escribió una emotiva carta.

Raya

«(…)

No se ría de mi por escribirle sin tener nada sensato que decir.

Pero estoy tan enfadado por el modo vil en que actualmente la opinión pública se atreve a meterse con usted, que necesito absolutamente airear este sentimiento.

Me siento obligado a decirle cuánto he llegado a admirar su intelecto, su energía y su honradez. Me considero afortunado por haberla conocido en Bruselas (…)

Si la chusma sigue ocupándose de usted, deje sencillamente de leer esas tonterías. Que se queden para las víboras para las que han sido fabricadas.

(…)«

Fuente: Einstein Papers Project, Instituto de Tecnología de California, Universidad de Princeton y Universidad Hebrea de Jerusalén

Raya

«Esa carta» -afirma Pycior- «me impresionó mucho porque Einstein la había conocido solo un mes antes y se tomó el tiempo y el esfuerzo de escribirle para expresarle su apoyo».

«Einstein y Curie parecen haber tenido eso en común», reflexiona el autor: aunque fueron reconocidos como los más grandes científicos de principios del siglo XX, hubo momentos en los que algunos miembros del público y de la prensa «se volvieron en su contra».

Y es a partir de esa carta, indica el autor, que el lazo personal entre ellos se hizo más fuerte, y siguió alimentándose a lo largo de años gracias a la pasión que ambos sentían por la ciencia.

De hecho, esa misiva tan personal, Einstein la terminó con una posdata en la que le contó que había determinado la «ley estadística del movimiento de la molécula diatómica en el campo de radiación de Planck».

Einstein leyendo papeles a los 26 años.

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Pie de foto,Einstein era 12 años menor que Marie Curie.

Le brindó unos breves detalles, pero le confesó que su «esperanza» de validez era «mínima».

Pycior señala en su artículo que pese a que la relación entre Curie y Einstein se vio interrumpida por la Primera Guerra Mundial en 1914, la posición pacifista de ambos los ayudó a darle un nuevo impulso.

«Aunque la animosidad francesa hacia los alemanes todavía era fuerte en 1921, Marie Curie y Paul Langevin convencieron a los funcionarios de la Sorbona de invitar a Einstein a dar una conferencia en París en 1922».

Pese a que los medios de comunicación en general informaron que la presentación del físico había sido un éxito, «la prensa nacionalista tanto de Francia como de Alemania atacaron el evento», unos llamaron a Einstein «enemigo», los otros, «traidor».

Ese año, ambos científicos fueron invitados a participar en el recién formado Comité Internacional de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones, de la cual Alemania no era parte.

El Comité, cuenta Isaacson, «aspiraba promover un espíritu pacifista entre los eruditos».

Pese a unas dudas iniciales, Einstein aceptó la invitación y, de acuerdo con el autor, persuadió a Curie para que también se uniera.

Pero una serie de hechos lo harían cambiar de parecer, entre ellos, el asesinato de su amigo Walther Rathenau, de origen judío y ministro de Asuntos Exteriores, así como también amenazas de muerte que él mismo recibió, «algunas de las cuales mencionaban su involucramiento con la Sociedad, calificándola de traición a Alemania», explica Pycior.

Conferencia Solvay (1927)

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Pie de foto,En 1927, su amigo en común, el extraordinario físico Hendrik Lorentz, se sentó en medio de Curie y Einstein.

Curie le pidió que reconsiderara su dimisión:

«Es precisamente porque existen corrientes de opinión peligrosas y dañinas que es necesario combatirlas. Creo que su amigo Rathenau, cuyo triste destino lamento, le habría instado a hacer un esfuerzo por lograr una colaboración intelectual internacional pacífica. ¿No podría cambiar de opinión?»

En medio de la tensa situación, el físico aceptó volver a unirse al Comité, pero al año siguiente pidió que lo excluyeran por desacuerdos.

En 1924, Curie le escribió:

«Le concedo que la Sociedad no es perfecta. No tiene ninguna posibilidad de serlo porque los hombres no son perfectos. Pero puede mejorar las cosas. Es el primer intento de un entendimiento internacional sin el cual la civilización corre el riesgo de desaparecer«.

Gracias a la intervención no sólo de la científica, sino de Lorentz y otros colegas, Einstein terminó regresando una vez más a la organización.

Estilos

De acuerdo con Pycior, quien pasó varias semanas estudiando los archivos de la Sociedad de Naciones en Ginebra, los proyectos del Comité fueron «las únicas actividades en las que Curie y Einstein colaboraron».

Conferencia Solvay (1930)

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Pie de foto,En 1930, el físico francés Paul Langevin fue quien se sentó entre Curie y Einstein.

Para el autor, esa colaboración fue «fascinante» porque sus personalidades como científicos eran diferentes.

«Einstein era un físico teórico, no iba al laboratorio, creaba experimentos mentales, los visualizaba, mientras que Curie pasó toda su vida en laboratorios, era una física experimental», le dice a BBC Mundo.

«Cuando estuvieron en la Sociedad de Naciones, se complementaron: Einstein siempre abordó el panorama general, habló de la paz mundial, de la eliminación de las fronteras internacionales».

Curie trabajaba tal como lo hacía en el laboratorio, «muy pendiente de los detalles». Sirvió en varios subcomités, «su trabajo duro ayudó a todos, escribió los informes, corrigió las actas de las reuniones».

«Tenían una relación simbiótica, de apoyo científico», aunque obviamente él veía la sociedad con más desapego que ella.

Lo que Einstein admiraba de Curie

En la biografía de su madre, Eve escribió que Einstein había dicho:

«Marie Curie es, de todos los seres célebres, el único al que la fama no ha corrompido».

Marie Curie

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Pie de foto,Curie fue la primera persona en ganar el premio Nobel en dos disciplinas diferentes.

Curie murió a los 67 años, en 1934, a causa de una sobreexposición a la radiación.

Un año después, en un evento en su honor, Einstein le rindió un sentido tributo.

Raya

(…)

Fue una gran suerte para mí poder relacionarme con la señora Curie durante 20 años de sublime y perenne amistad. Llegué a admirar su grandeza humana cada vez más.

Su fuerza, la pureza de su voluntad, su austeridad para consigo misma, su objetividad, su juicio incorruptible… todas estas cualidades eran de un carácter tal que pocas veces se hallan en un mismo individuo.

Se consideraba servidora de la sociedad y su gran modestia jamás cedía a la complacencia. Le agobiaba un sentimiento profundo de las crueldades y desigualdades de la sociedad.

Era esto lo que le daba aquel aspecto exterior severo, que tan fácilmente confundía a quienes no la conocían (…)

Si la fuerza de carácter y la devoción de la señora Curie estuviesen vivas en los intelectuales europeos, aunque sólo fuese en una pequeña proporción, Europa tendría ante sí un futuro más brillante».

Fuente: Mis ideas y opiniones, Albert Einstein

Raya

Lo que Curie admiraba de Einstein

«Diría que lo que ella más admiraba de Einstein eran sus logros intelectuales, su conocimiento científico», señala Pycior.

«Una de las biografías sobre Curie lleva por título: ‘Genio obsesivo’ y es que era obsesiva con el trabajo científico y por eso respetaba la brillantez de Einstein, quien con solo 26 años había publicado su teoría de la relatividad especial».

Einstein en 1931 dando clase frente a una pizarra llena de ecuaciones.

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Pie de foto,Albert Einstein recibió el Premio Nobel de Física en 1921.

Pero también, «los unía una verdadera amistad personal».

«Cuando Einstein dio una conferencia en París en 1913, Marie Curie lo atendió a él y a un grupo de científicos en su casa».

Le impresionaba que «Einstein estuviese interesado en todos los campos de la física, la química y la ciencia en general, y no solo en su propio campo».

«Alababa el hecho de que él tomara en serio su investigación y la investigación de otros científicos y que, además, quisiera aprender de su trabajo».

«Curie fue una de las primeras personas en reconocer en Einstein esa curiosidad y brillantez que lo llevarían a tratar de unificar todas las áreas de la física en una teoría de campo unificado».

La amistad de Curie con Einstein se extendió a la siguiente generación, como se ve en esta foto en la que el físico estaba con Irene, quien ganó, junto a su esposo Frédéric Joliot, el Nobel de Química de 1935.

Irene Curie y Albert Einstein

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Pie de foto,Como sus padres, Irene Curie se abrió su propio espacio entre los científicos más destacados del siglo XX.

A Pycior le sorprende que la amistad entre Marie Curie y Einstein no haya recibido más atención, pese a estar presente en sus biografías.

Y es que como dijo Einstein, fue una amistad de más de 20 años, «sublime y perenne».

Raya

Y sobre el experimento mental del ascensor…

Para muchos expertos, imaginar ascensores en caída libre fue una de las claves para que Einstein concibiera la teoría de la relatividad general.

Ascensor

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«La idea que pretende transmitir el experimento es que es imposible distinguir el resultado de un experimento físico local (es decir que involucre dimensiones pequeñas durante un intervalo corto de tiempo), realizado en un laboratorio en caída libre, de lo que sucedería en un sistema inercial, es decir, que se mueve con velocidad constante y se encuentra muy lejos de cualquier fuente de gravedad».

Así se lo explica a BBC Mundo Jesús Fernando Barbero, investigador científico del Instituto de Estructura de la Materia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

«Localmente, es posible simular un campo gravitatorio mediante un sistema de referencia acelerado».

«De esta manera Einstein pudo identificar fenómenos físicos que se tendrían que producir en una teoría relativista de la gravitación estudiando el resultado de experimentos ideales realizados por observadores acelerados en el espaciotiempo de la relatividad especial».

Imaginar… Ese es el secreto. Einstein ya lo había dicho en 1929:

«La imaginación es más importante que el conocimiento».

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-57582073

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Entrevista a Angela Saini: Raza, biología y poder

Por: ​​Susanna Ligero

Si en su obra previa, Inferior, Saini se centraba en cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre mujeres y hombres, en Superior la autora nos lleva a los orígenes del racismo científico para mostrarnos sus ramificaciones.

En 1907, en París se celebró una gran exposición colonial en el Jardín de Agricultura Tropical del Bosque de Vincennes. Allí se recrearon cinco poblados diferentes donde, además de construcciones y paisajes típicos, había personas de carne y hueso pertenecientes a la cultura representada. Casi dos millones de visitantes pasaron por aquel zoológico humano en seis meses, algunos observando boquiabiertos lo que consideraban un exotismo más, otros tomando notas que asentarían las bases del racismo científico1.

En su libro Superior. El retorno del racismo científico, la periodista científica Angela Saini (Londres, 1980) describe su visita a este lugar (en sus palabras, una especie de «Disneylandia eduardiana»), un parque abierto al público pero sin demasiadas indicaciones, con los monumentos en escombros y ningún cartel que explique por qué están allí. Una buena metáfora de lo que ocurre con el pasado colonial de tantas naciones: una reliquia vergonzosa de la cual se prefiere no hablar.

No es la primera vez que Saini pone el foco en las confusiones y prejuicios que afectan la investigación científica. Si en su obra previa, Inferior2, Saini se centraba en cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre mujeres y hombres, en Superior la autora nos lleva a los orígenes del racismo científico para mostrarnos sus ramificaciones3. La ciencia de la diferencia humana nació en los años del colonialismo y el esclavismo; se dividió el mundo en razas y se situó la raza blanca en un escalafón biológico superior al resto, para justificar la conquista de territorios, el robo de riquezas y la aniquilación de poblaciones. Inevitablemente, estos hechos han dejado poso en la investigación científica hasta la actualidad y Saini aborda este hecho sin titubeos.

Superior, publicado en inglés en 2019, fue considerado «Libro del año» por medios como Financial Times, The Guardian o The Telegraph, además de estar incluido entre los diez mejores libros de 2019 de la revista Nature4. Tal como nos explica la autora, este libro provocó airadas reacciones entre grupos supremacistas blancos, pero también que muchos científicos e instituciones quisieran contar con ella para trabajar hacia un estudio del ser humano alejado del racismo científico. De hecho, la revista Prospect incluyó a Angela Saini en la lista de los 50 pensadores o intelectuales más importantes de 20205. Aprovechando la publicación en castellano de su libro, hablamos con ella en esta entrevista.

Su libro muestra cómo el concepto biológico de raza no funciona ni proporciona nunca datos fiables. ¿Por qué todavía tantos investigadores lo usan en su trabajo?

Creo que tiene que ver con la manera en que empezamos a pensar en las diferencias entre humanos ya desde el principio, de la Ilustración en adelante, en el nacimiento de la ciencia occidental moderna. Se asumieron ciertas suposiciones sobre la especie humana; algunas relacionadas con el género –por ejemplo, que las mujeres no eran iguales a los hombres en términos intelectuales– y otros, con la raza y la etnicidad. La idea de dividir a los humanos en grupos distintos ya es política, porque no es algo que se dé en la biología. La biología no discrimina a los humanos en grupos distintos, resulta que somos muy homogéneos. De hecho, somos una de las especies más homogéneas del planeta. Además, la manera de dividirnos siempre dependerá de las ideas políticas y de la sociedad en que vivamos. Así, cuando los científicos europeos asentaron unas determinadas categorías, estaban influenciados por el mundo en que vivían. Estaban influenciados por el colonialismo, por ideas sobre la superioridad europea, sobre la esclavitud… Todas las jerarquías de aquella sociedad se importaron a la ciencia de la diferencia humana y sentaron las bases de la investigación. Y durante cientos de años, esto es lo que han usado los investigadores en su trabajo. Estas suposiciones raciales, como las de género, se integraron en la investigación científica desde el inicio, y es muy difícil deshacerse de estas ideas una vez que están bien arraigadas dentro de nosotros, dentro del establishment.

Además de estas ideas tan arraigadas y los consiguientes prejuicios, ¿cree que hay un poco de cientificismo en esta cuestión?

Sí, lo creo, y de hecho buena parte de mi trabajo durante los últimos años se ha concentrado en este problema. Hay cierta arrogancia y soberbia en un estamento que se considera a sí mismo completamente objetivo, por encima de la sociedad y de la política, y que nada de esto es un problema para nosotros los científicos porque lidiamos con datos empíricos y estos están al margen de la cotidianidad de las personas. Esto nunca ha sido cierto. Los científicos son humanos como el resto de nosotros, se encuentran dentro de la sociedad y se ven afectados por ella. Las preguntas que plantean siempre se verán influenciadas por la sociedad y si no reconocen este hecho, están cayendo en las mismas trampas en que cayeron los científicos del siglo xix. Por ejemplo, mirando a su alrededor y asumiendo que la desigualdad tiene una causa biológica. Por supuesto, esto no es así, sino que la desigualdad es un producto de diferentes factores y tenemos que considerarlos todos.

En lugar de tratar de descubrir diferencias genéticas entre seres humanos que básicamente tienen un aspecto diferente, ¿qué preguntas podría plantear la ciencia para entender mejor, por ejemplo, la salud de las personas?

Me gustaría ver una ciencia de la diferencia que nos vea como individuos, que entienda que cada persona es única y una confluencia de diferentes factores. No solo la genética, sino la manera en que vivimos, dónde vivimos, nuestra dieta… La mayoría de las cosas que matan a los seres humanos, como mínimo en Occidente, son enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares… Cosas que dependen mucho de la forma de vivir. Así, me gustaría que la ciencia de la diferencia humana tuviera en cuenta todos estos determinantes sociales además de analizar nuestros cuerpos. Tenemos que recordar que la mayoría de las diferencias humanas las encontramos a escala individual, no grupal. Hay muy pocas enfermedades que muestren diferencias entre grupos de población, e incluso en este caso hablamos en términos estadísticos: no es que haya un gen que solo tienen los miembros de una población que no se encuentre en ninguna otra. No hay genes «negros» ni «blancos» ni «morenos». Tenemos que entender esto si realmente queremos un sistema de salud personalizado.

En el libro, encontramos, por un lado, científicos que usan las estructuras científicas como el sistema de publicación académica para justificar sus creencias racistas (con buena dosis de cherry-picking) y, por otro, investigadores que se consideran antirracistas pero que piensan que habría que explorar mejor el concepto de raza biológica. ¿Piensa que la segunda perspectiva de alguna manera ayuda a mantener la primera dentro de la esfera científica, aunque sea de forma marginal?

Sí, la confusión de términos es lo que realmente hace posible que estas ideas continúen vivas. El relato que las sustenta tiene la presencia suficiente dentro de la ciencia mainstream, todavía se cree lo suficiente en la raza biológica como para que esta continúe dentro de la ecuación, cuando la tendríamos que haber sacado de ahí hace mucho tiempo. Si la mantenemos dentro de la ecuación, tiene que ser como factor social. Por ejemplo, hace 100 años los científicos de Reino Unido solían pensar que las clases sociales eran genéticamente diferentes, que las personas pobres de alguna manera eran más débiles que las ricas. Por norma general, ya no pensamos así y lo mismo tiene que ocurrir con la raza. Hay que estudiarla, pero como fenómeno social, no como uno biológico, de la misma forma que lo hacemos con la clase social. Por ejemplo, las personas norteamericanas negras tienen tasas de mortalidad más altas que las blancas en casi cualquier cosa, pero esto no se debe a su «negritud». Las personas viven vidas muy diferentes de acuerdo con la percepción social de quiénes son y de sus circunstancias y, por lo tanto, de cómo son tratadas en este mundo. Pero veo que esta fina línea a veces se confunde y es fácil que se acabe pensando que también hay diferencias genéticas.

Aunque sea un fenómeno más bien marginal y localizado en ciertos grupos, ¿cómo puede el racismo científico reforzar los estereotipos raciales en la sociedad?

Hay dos maneras de abordar la diferencia humana: una es decir que somos prácticamente iguales por dentro, y que hay algunas diferencias marginales entre individuos y también diferencias todavía más pequeñas entre grupos de población. La otra es concentrarse por completo en estas diferencias marginales. La narrativa que se escoge es la que guiará la manera en que los públicos piensen en la diferencia humana. Me preocupa que los científicos se hayan concentrado mucho en estas diferencias y no hayan enfatizado lo suficiente las similitudes entre nosotros, cuando lo cierto es que somos prácticamente iguales bajo la piel. Por ejemplo, en Reino Unido se han dado ciertas reticencias por parte de grupos étnicos minoritarios hacia la vacuna del covid-19. Hay gente que me ha preguntado: «¿Es segura para mí? Soy negro, y creo que no se ha probado en gente negra». Y la cuestión es que no importa en quién se haya probado la vacuna, mientras la muestra haya sido amplia. No somos tan diferentes por dentro como para que un medicamento que se prueba en personas blancas pueda no funcionar en personas negras. Pero como el relato alrededor de la raza y la salud se ha centrado tanto en las pequeñas diferencias, el imaginario público arrastra la impresión de que estas diferencias son muy destacadas, cuando casi no importan. Por lo tanto, pienso que los científicos tienen que aceptar un poco de responsabilidad por eso, así como los medios. Porque todo es cuestión de narrativas, de la forma en que explicamos historias y, en concreto, la historia de la diferencia humana. Así que no culpo a la gente cuando a veces cae en estos malentendidos.

En uno de los últimos capítulos del libro, de hecho, explica cómo en Estados Unidos un medicamento para la hipertensión fue aprobado para ser vendido solo a personas negras…

Sí, esto tiene que ver con mitos raciales sobre la hipertensión [como enfermedad que afecta más a las personas negras]. Este en particular hace mucho tiempo que circula, sobre todo en eeuu, pero también en Reino Unido. Es cierto que se ven más pacientes negros con hipertensión, pero tenemos que recordar que esta es una enfermedad que depende mucho de la forma de vivir, y de la dieta en particular. Por ejemplo, mi madre tiene hipertensión y sé que se debe a su forma de vida y su dieta. Pero también influye ser una persona inmigrante: hay estudios que muestran que la presión sanguínea es más alta si eres inmigrante por las presiones y los estreses de ese tipo de vida. Por lo tanto, que se hable de diferencias genéticas en esta cuestión dice más del deseo de la comunidad médica de tener una explicación biológica muy simple para lo que en realidad es un fenómeno social complejo.

Incluso en proyectos bien intencionados, usted señala cómo la metodología para estudiar diferencias biológicas entre poblaciones a menudo ha sido problemática, sobre todo en cuanto a la protección de datos y la privacidad.

Ciertamente, esto ha sido muy conflictivo en el pasado. Hemos visto por ejemplo usos abusivos de los datos, sobre todo de los datos de poblaciones indígenas. En los últimos 20 o 30 años, hubo un gran empujón dentro del campo de la genética de poblaciones para estudiar a grupos indígenas aislados porque imaginaban que serían diferentes genéticamente en algunos aspectos. Resultó que no lo eran tanto. Pero, en el proceso, a veces los datos fueron usados de forma inadecuada. El activismo ha trabajado en respuesta a esto, porque hay cuestiones que preocupan a las personas implicadas: si doy mi adn, ¿lo usarán para estudiar cosas que me beneficien, o para tratar de encontrar alguna inferioridad genética, o para tratar de demostrar que soy distinta o extraña de alguna forma? Estos errores se han cometido, y a veces por parte de gente muy bien intencionada. Esto ha perjudicado a la ciencia, y todavía pasa actualmente. Veo todavía a científicos diciendo a grupos minoritarios: «Si no participáis en estos ensayos clínicos, quizás este medicamento no funcione para vosotros», cosa que suena a amenaza y además es falso. Esa no es la manera de llevar a cabo este tipo de investigación. Lo que hay que recordar continuamente es que es bueno tener a todo tipo de personas en los ensayos clínicos, pero no porque seamos diferentes como grupo, sino porque somos diferentes individualmente, y una muestra amplia siempre resultará más fiable que una reducida. Fijémonos en la pandemia de covid-19. La diferencia más grande que estamos encontrando [en cuanto a la gravedad de la enfermedad] es entre grupos de edad. ¿Cuántos ensayos clínicos suelen usar la edad como variable? Muy pocos en realidad, la mayoría se hacen en personas jóvenes y no lo consideramos importante. Así, me pregunto a veces por qué escogemos las variables que escogemos. No toda variable será importante según en qué contexto. Si escogemos ciertas cosas y no otras, hay que explicar por qué lo hacemos así, e involucrar a la población en estos debates, en lugar de dar por hecho que encontraremos las diferencias que ya hemos razonado que encontraremos.

A causa de su historia reciente, ¿podríamos decir que eeuu es el epicentro del racismo científico actualmente?

Esta pregunta es complicada de responder, porque por un lado sí que pienso que hay muchos mitos raciales en ese país, tanto en la comunidad científica como en la sociedad en general. Pero también tengo que decir que es en eeuu donde encontramos ahora debates muy maduros e inteligentes alrededor de la raza y la salud, y de los determinantes sociales de esta. Dentro de las ciencias sociales, la mejor investigación en torno de la raza se está llevando a cabo en eeuu. En este sentido, en Reino Unido vamos un poco atrasados, todavía se piensa primero en términos genéticos y después en términos sociales, mientras que en eeuu la narrativa ya ha cambiado. He dado muchas charlas en universidades estadounidenses e incluso he dado un par en los Institutos Nacionales de Salud. Y realmente me anima mucho ver cuánto se ha avanzado en esta cuestión.

En el libro habla de cómo otros países como China, Rusia y la India usan ahora esta narrativa, tratando de demostrar por ejemplo que sus antepasados son incluso anteriores a la salida del Homo sapiens de África… ¿Por qué caen ahora estos países en esta serie de mitos?

No pienso que sean los países en sí, sino determinadas fuerzas políticas dentro de estos países, y todo responde al auge de nacionalismos étnicos y religiosos. Veo ecos inquietantes con lo que ocurrió en la Alemania nazi, cuando el Partido Nacionalsocialista trató de crear este mito de una raza germánica diferente del resto y vincularla con el discurso de «sangre y tierra». De acuerdo con este discurso, si encontraban pruebas de esta raza germánica en cualquier lugar de Europa, entonces podían reclamar aquel territorio. Esto obviamente asentó las bases del programa eugenésico de higiene racial que llevó al Holocausto. Y veo el mismo trasfondo en nacionalismos étnicos modernos que tratan de vincular la idea de una genética diferente con el derecho a ciertas tierras, o incluso apelan a mitos fundacionales. Todas las naciones, todas las comunidades del mundo, de hecho, tienen mitos fundacionales. Pero estos se tienen que entender como historias fantásticas que tienen un propósito político y que pueden ser muy valiosas para nuestra concepción como humanos de quiénes somos, qué valores tenemos y cómo nos pensamos. El problema es cuando trasladamos estos mitos fundacionales a la biología. Esto es lo que estamos viendo pasar en países como Rusia, la India y China, cuando vemos a científicos o políticos tratando de apelar a la biología para apoyar sus ideologías.

¿Piensa que hay alguna manera práctica de impedir que el racismo activo se valga de las estructuras o metodologías de la ciencia?

Tenemos que entender que la ciencia no existe al margen de la sociedad, forma parte de ella. Tiene que basarse en el mundo real e interactuar con este, y hace falta que lo haga de una manera honesta y verídica que reconozca sus falibilidades. Pienso que hay que involucrar al público de manera que asuma que los científicos no lo saben todo siempre, que se equivocan y que muchas veces están en desacuerdo. Si el público ve esto en lugar de asumir que los científicos lo saben todo porque son muy listos y trabajan todos en la universidad y tienen siempre toda la información [riendo]… Si podemos trabajar en esta línea, la confianza en la ciencia aumentaría, porque entonces la veríamos tal como es, en lugar de imaginarla como algo perfecto. Es imposible que sea perfecta.

En su libro previo, Inferior, reflexionaba sobre cómo la ciencia ha estudiado las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, de nuevo en muchas ocasiones dejando fuera aspectos sociales que explican algunas de estas diferencias. Me preguntaba si ha encontrado similitudes entre cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre razas y las diferencias entre hombres y mujeres.

Esta cuestión es compleja porque el sexo no es completamente un constructo social, sabemos que hay ciertas diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Pero sí me preocupa que se esté cayendo en las mismas trampas del racismo científico en cuanto a las diferencias entre sexos. Por ejemplo, he escuchado voces dentro del activismo que afirman que los medicamentos que se han probado en hombres no funcionarán en mujeres. Debemos tener cuidado con estas ideas, porque no es necesariamente el caso. La mayoría de los medicamentos no funcionarán en algunas personas, pero a causa de las diferencias individuales de las cuales hablábamos. Por ejemplo, yo soy alérgica a la penicilina y mi padre también. Esto no tiene nada que ver con mi sexo, es solo que somos individuos diferentes. Pero también tengo migrañas hormonales, y eso sí que tiene mucho que ver con mi sexo, porque mis niveles hormonales cambian durante mi ciclo. Así pues, en un caso el sexo importa, y en el otro, probablemente, no. No tenemos que asumir que los cuerpos de los hombres y las mujeres son completamente diferentes y que, en cada grupo, que todos los hombres son completamente iguales al resto, y que las mujeres son iguales a todas las otras. El sexo puede ser importante en algunas cosas, pero esto no significa que lo sea en todas. En la era de las redes sociales, es muy difícil transmitir este mensaje: no es que seamos completamente diferentes o completamente iguales. Es posible que haya algunas áreas en que las diferencias importen, y otras muchas en las cuales no, y las dos cosas son verdad sin tener que caer en ninguna narrativa específica. La salud de las mujeres ha sido un motivo de preocupación, porque sabemos que a veces la medicina les ha fallado… Pero esto es por el machismo en la medicina. Tenemos que entender los matices y concentrarnos en las variables de acuerdo con la enfermedad que nos interesa. Para el covid, no importa tanto el sexo, sino la edad, por ejemplo. Para las migrañas hormonales, sí que importa el sexo. Realmente depende de las cuestiones que se investigan, y me preocupa que se usan estos enfoques tan amplios, haciendo pruebas sobre la raza y el sexo en general, a ver qué diferencias hay. Son enfoques poco refinados y no le hacen justicia a la variación humana.

De hecho, recuperando lo que hablábamos antes, para el covid-19 quizás sí que importa el sexo, pero como factor social. Hace poco en Mètode publicábamos un artículo6 sobre cómo en España, aunque la mortalidad era más alta en hombres, más mujeres se contagiaban porque se encontraban muy expuestas, como trabajadoras esenciales, cuidadoras…

En Reino Unido, de hecho, nos encontramos con que al principio los hombres se vieron muy afectados, sobre todo cuando el virus llegó a Londres, pero porque muchos repartidores y taxistas suelen ser hombres. Es un tema de demografía social, así que por supuesto los datos presentan estos sesgos. Debemos tener cuidado con no biologizar las cosas, sobre todo en una pandemia: un virus no llega a un país y se extiende de manera uniforme y afecta a todo el mundo por igual. Depende de la demografía, de la ocupación, de si eres trabajadora esencial o no, de si trabajas en un hospital… Como he dicho, a veces queremos explicaciones simples para los patrones que vemos, pero raramente encontramos estas respuestas tan sencillas.

¿Qué reacciones ha tenido Superior por parte de gente que participa activamente del racismo científico? Pienso en personas que ha entrevistado para el libro y que forman parte de publicaciones racistas, por ejemplo…

Han pasado casi dos años desde que se publicó Superior y varias organizaciones supremacistas han estado acosándome, a mí, a mi familia, a mi hijo de siete años incluso… Escribieron artículos sobre él, sobre mi marido, mis padres, mis hermanas… El maltrato fue tan terrible que abandoné Twitter y otras redes sociales. Era imposible quedarme, bloqueaba a la gente pero no daba abasto, así que tuve que irme. Fue bastante terrible.

Eso es espantoso. Confieso que pensaba más en reacciones en el mundo académico, no sabía que la cosa se había puesto tan fea…

Bien, al inicio me encontré también con reticencias por parte de genetistas de poblaciones, supongo que recordará que en un par de capítulos critico el trasfondo racista que a veces encontramos en la genética de poblaciones. Pero ahora trabajo con algunas de estas personas y hemos forjado una relación muy buena. Pienso que la narrativa dentro de la comunidad de la genética de poblaciones está cambiando, porque se han reconocido los errores que se han cometido en el pasado, y que tenemos que ser más cuidadosos a la hora de estructurar estos debates. Pero tengo que decir que el cambio más grande vino después del asesinato de George Floyd el pasado verano. A raíz de las protestas del movimiento Black Lives Matter, la comunidad científica cambió por completo su manera de hablar de estas cuestiones. Todas estas cosas sobre las cuales había escrito, que habían sido recibidas con reticencias sobre todo por parte de médicos… de repente, los médicos las aceptaban y me pedían que trabajara con ellos. Así que ahora colaboro con muchos grupos diferentes, formo parte del comité de varias instituciones científicas y museos, y hago lo que puedo para que las universidades desarrollen currículums académicos que nos ayuden a entender estos asuntos mejor.

Eso es una prueba de que este libro era necesario.

No estoy tan segura de eso, se han publicado libros similares antes, pero sí pienso que el mensaje llegó en el momento adecuado, afortunadamente.

  • 1.Círculo de Tiza, Madrid, 2021.
  • 2.Inferior. Cómo la ciencia infravalora a la mujer, Círculo de Tiza, Madrid, 2017.
  • 3.Anna Mateu: «Somos seres biológicos, sociales y culturales», entrevista a Angela Saini en Mètode, 4/9/2019.
  • 4.«Nature’s Top Ten Books of 2019» en Nature, 16/12/2019.
  • 5.«The World’s Top 50 Thinkers 2020» en Prospect, 14/7/2020.
  • 6.Alícia Villar Aguilés: «Las mujeres y la covid-19» en Mètode, 4/12/2020.

Fuente de la información e imagen: https://nuso.org

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El #MeToo empieza a calar en el mundo científico (pero lentamente)

Fuentes: SINC/Cristina Sáez 
Abusos, comportamientos sexistas, discriminación o comentarios de menosprecio perjudican la carrera de las investigadoras y hacen que muchas abandonen. El problema no es nuevo. Sin embargo, en los últimos años, las denuncias de acoso sexual de científicas y académicas se están tomando en serio.

“Antes de que pudiera levantarme y estrecharle la mano, Francis Crick cruzó el laboratorio en el que trabajaba, vino hacía mí y me tocó los pechos”, rememora aún estupefacta, casi seis décadas después Nancy Hopkins, catedrática emérita del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU.

Cuando el vergonzoso episodio sucedió, esta bióloga molecular era una estudiante universitaria y trabajaba en prácticas en el laboratorio de James Watson —codescubridor junto con Crick de la estructura del ADN—. “¿Qué estás investigando?, me preguntó como si nada Crick, como si haberme tocado los pechos fuera algo normal”, explica Hopkins en Picture a Scientist, un documental de 2020, dirigido por Sharon Shattuck e Ian Cheney, en el que se señala que el acoso sexual o por razón de sexo afecta a una de cada dos científicas, ingenieras y médicas.

El de Crick no es un caso aislado, otras mujeres han denunciado comportamientos abusadores en ciencia. Esta semana la revista Science ha confirmado que la Academia de Ciencias de los EEUU acaba de expulsar al biólogo evolutivo español Francisco Ayala, miembro desde 1980, después de que hace tres años renunciara a sus cargos de la Universidad de California en Irvine, donde era catedrático. En 2018, tras las denuncias de cuatro trabajadoras, la universidad abrió una investigación y encontró pruebas de que había incumplido las normas de la institución ante comportamientos sexistas.

La Academia de Ciencias de EEUU acaba de expulsar al biólogo evolutivo Francisco Ayala después de que en 2018 su universidad lo apartara por acoso

Según recuerda Science, las denunciantes le acusaron de tocamientos indeseados, así como lenguaje y comentarios inadecuados, también delante de otras personas. En una ocasión, recogía la revista estadounidense, le sugirió a una profesora que se sentara en su regazo mientras daba una charla “porque así seguro que sería más interesante”. Ayala se disculpó más tarde aduciendo que se trataba de una broma.

El anuncio de la Academia llega semanas después de que también expulsara al astrónomo Geoff Marcy, quien en 2015 fue apartado de la Universidad de California en Berkeley por acoso sexual.

El iceberg

Lamentablemente, tal como denuncia el documental Picture a Scientist, este tipo de conductas son solo la punta de un enorme iceberg que está sustentado por una miríada de comportamientos sexistas, sesgos de género, y discriminación directa o indirecta por razón de sexo.

Además del acoso sexual más obvio, las investigadoras se quejan de discriminaciones menos llamativas, como no ser invitadas a congresos, que no les propongan participar en una colaboración pese a ser las expertas, o de ser peor tratadas en la distribución de recursos

Entre los muchos ejemplos, las investigadoras se quejan de no ser invitadas a congresos, que no les propongan participar en una colaboración cuando son las expertas o no darles crédito por algo que han hecho. También, de recibir comentarios verbales denigrantes y humillantes para hacerles ver que no encajan. Dicen además que son peor tratadas que sus colegas varones en la distribución de recursos y que no suelen ser consideradas para promociones o premios, entre un largo etcétera.

Todas ellas son formas de discriminación insidiosas, más sutiles que la coacción directa sexual, y que acaban contribuyendo a expulsar a las mujeres de la carrera científica.

infografía iceberg acoso

Descarga la infografía en alta resolución. / José Antonio Peñas, SINC.

“Tanto el bullying como el acoso sexual son comportamientos prevalentes en la academia porque el sistema los sustenta con una estructura muy jerarquizada, donde los de arriba concentran todo el poder. Y a eso se suma que las investigadoras que sufren ese acoso están en situaciones muy precarias [suelen ser estudiantes de doctorado y posdocs] y tienden a no denunciar por miedo a que afecte a sus carreras”, expone a SINC Jessica Wade, física del Imperial College de Londres.

Un informe de las Academias de la Ciencia, la Ingeniería y la Medicina de EE UU concluye que la academia ostenta la segunda tasa más alta de acoso sexual, solo por detrás del ejército

Wade es una de las activistas en ciencia más reconocidas, que combate la invisibilización de las investigadoras en ámbitos STEM, entre otros, escribiendo una entrada diaria en Wikipedia sobre alguna científica o ingeniera desconocida.

La afirmación de esta física británica está respaldada por datos. Tras la estela del movimiento #MeToo, las Academias de la Ciencia, la Ingeniería y la Medicina de Estados Unidos publicaron en junio de 2018 el que es el informe más exhaustivo hasta el momento sobre acoso sexual o por razón de sexo en la ciencia. Este informe concluye que la academia ostenta la segunda tasa más alta de acoso sexual, solo por detrás del ejército.

Tiene voz de mujer

“Ocurre con frecuencia”, comenta a SINC María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid. “Dentro de mi propia institución aún hay jefes de grupo que tienden a dirigirse a mí de manera un poco insultante. No asumen que una mujer más joven que ellos tome decisiones y suelen tener una actitud de retar, de provocar. Y me pasa en comités de evaluación, en jurados, mayoritariamente masculinos, que cuando defiendo mi caso, tienden a quitarle importancia a mis argumentos, a desmerecerlos. Es una actitud patriarcal”, recalca.

Dentro de mi propia institución aún hay jefes de grupo que no asumen que una mujer más joven que ellos tome decisiones, y suelen tener una actitud de retar, de provocar…María Blasco, directora del CNIO

El problema es que ese comportamiento de menosprecio hacia las capacidades de la mujer a menudo va enmascarado de crítica intelectual. ¿Debería una investigadora poner una queja formal cuando es interrumpida continuamente por hombres en una reunión? ¿O cuando sus argumentos son desestimados o su opinión no es escuchada?

“En paneles de selección de investigadores principales o líderes de grupo he visto categorizar a mujeres por tener voz de mujer con comentarios como ‘es que tiene poca fuerza y no tendrá capacidad de lucha’. Y se las elimina porque no aprecian fuerza en esa persona solo porque tiene una voz más delicada”, explica a SINC Isabelle Vernos, investigadora Icrea en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG). “Pero si la mujer tiene la voz fuerte, tampoco la consideran válida. Porque entonces ‘es una histérica’, como he llegado a oír”, dice indignada.

De hecho, un artículo publicado en PNAS, liderado por la Universidad de Illinois Urbana-Champaign (EE UU), explica que el tipo de acoso más frecuente es, de largo, lo que en ciencias sociales se denomina ‘acoso de género’: comentarios, bromas, gestos, burlas y otros insultos que menosprecian a la mujer y también a colectivos minoritarios, como el LGTBI. A veces tiene un trasfondo con contenido sexual, pero muchas otras no.

El acoso basado en el género es insidioso porque no siempre se puede distinguir de la crítica o la grosería. Kathryn Clancy, catedrática de Antropología de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign

“El acoso basado en el género es insidioso porque no siempre se puede distinguir de la crítica o la grosería”, declaraba Kathryn Clancy, catedrática de Antropología de esta universidad estadounidense y primera autora, en el boletín de prensa de su institución. Según Clancy, a lo largo del tiempo, “este tipo de comportamiento dañino hacia el otro puede hacer que la persona dude de sí misma, de su valía, y que abandone la investigación”.

“He oído a un [científico] top decirle a una estudiante que lo mejor que podía hacer era volverse a su país a fregar platos”, recuerda Vernos. Por su parte Blasco cuenta que le han dicho cosas como “la niña esta’” o ”eres demasiado joven”. Y ella se pregunta: “¿Demasiado joven para qué? En el caso de los hombres no se les considera nunca demasiado jóvenes para nada”, asevera.

Un secreto a voces 

No son casos aislados, alertaba el informe de Academias de la Ciencia, la Ingeniería y la Medicina de EE UU —mencionado previamente—, sino un comportamiento generalizado en todas las disciplinas científicas que provoca profundas secuelas de por vida en muchas investigadoras. A menudo, las víctimas están solas.

Cuando estaba haciendo mi tesis, un famoso investigador, cuyo nombre no diré, aseguraba que había cuatro tipos de hombres: listos trabajadores, listos perezosos, tontos trabajadores y tontos perezosos; pero solo dos tipos de mujeres: tontas trabajadoras y tontas perezosas. Isabelle Vernos, investigadora Icrea en el CRG

“Recuerdo que cuando estaba haciendo mi tesis en la universidad, un famoso investigador, cuyo nombre no diré, aseguraba que había cuatro tipos de hombres: listos trabajadores, listos perezosos, tontos trabajadores y tontos perezosos, pero solo dos tipos de mujeres: tontas trabajadoras y tontas perezosas”, recuerda Vernos. “Entonces no dije nada, tenía 23 años, él era alguien superfamoso y yo estaba haciendo la tesis. Hoy hay más consciencia de que eso es intolerable y también más herramientas para denunciarlo”, añade.

En universidades este tipo de situaciones es común. En España no estamos aún muy habituados a conocer casos de profesores expulsados por incumplir reglas contra el acoso, “aún vamos por detrás, pero haberlos, ‘haylos’», dice Blasco.

Según la encuesta de la Universidad de Texas en Austin, el 20 % de las licenciadas en ciencias, el 27 % en ingeniería y el 47 % en medicina aseguraban haber sido acosadas por profesores u otros trabajadores de la universidad

En países como Estados Unidos y Reino Unido, los centros y universidades, forzados por algunos escándalos, han empezado a tomar cartas de forma activa en el asunto. Para empezar, han comenzado a cuantificar el problema. Una encuesta de 2017 de la Universidad de Texas en Austin concluía que el 20 % de mujeres licenciadas o con posgrado en ciencias, el 27 % en ingeniería y el 47 % en medicina aseguraban haber sido acosadas por profesores u otros trabajadores de la universidad.

Según los resultados de este estudio, “el efecto acumulativo del acoso es extremadamente dañino”. Además, se ponía de relieve que las políticas que se han desarrollado para atajar el problema “son inefectivas porque están hechas para proteger a las instituciones y no a las víctimas”.

En Reino Unido, la Universidad de Cambridge puso en marcha un sistema de denuncia anónimo dentro de la campaña Breaking the silence (romper el silencio) y recibió en nueve meses 173 denuncias. Otros centros han seguido a Cambridge y han introducido herramientas de soporte similares. En este sentido, el grupo 1752, dedicado a denunciar y a erradicar el acoso sexual por parte de profesorado o personal de la universidad a estudiantes, desempeña un papel muy activo y ha elaborado un informe muy completo sobre acoso sexual en la formación superior.

Ámbitos masculinizados

La situación se agrava, sobre todo, en ámbitos tradicionalmente muy masculinizados, como, por ejemplo, la astrofísica; según una encuesta de 2016 de la Unión Internacional de Astronomía, solo un 17 % de sus miembros son mujeres. “No sé si de forma consciente o no, siempre he elegido trabajar en entornos más jóvenes y emergentes, en los que hay más paridad, menos jerarquía y es menos habitual que se den situaciones de acoso sexual”, señala Wade. En este sentido, el clima de trabajo de una institución es de lejos, y, según constatan los estudios al respecto, el mejor predictor de acoso sexual.

Para Clancy es fundamental implicar en ese proceso a los hombres porque si ellos ven el acoso sexual un tema solo de mujeres, o un problema, no se logrará avanzar

Según reclaman la mayoría de estudios publicados hasta el momento en esta materia, la solución pasa por cambiar la cultura de la ciencia y eso implica un liderazgo sin figuras que perpetúen el sexismo y la misoginia. También es preciso aumentar la diversidad de la plantilla; corregir desequilibrios de género extremo contratando a más mujeres y personas de género diverso y, sobre todo, integrar a las investigadoras en todas las disciplinas y niveles de la organización.

Hay que crear espacios, defiende Clancy, en los que todos los géneros compartan poder, autoridad y respeto, y es fundamental implicar en ese proceso a los hombres. Porque si ellos ven el acoso sexual un tema solo de mujeres, o un problema, no se logrará avanzar.

Ejemplos de buenas prácticas

Ya hay ejemplos de buenas prácticas. Por ejemplo, la colaboración internacional LIGO, que logró detectar por primera vez ondas gravitacionales en 2015 y en la que participan más de 1.500 científicos de todo el mundo, tenía un código de conducta que tenía que aceptar y cumplir todo aquel que quisiera entrar a formar parte en el que se especificaba muy claramente que actitudes de discriminación por cualquier motivo no eran aceptadas. “Los códigos de conducta son una declaración de intenciones, muy efectivos, porque ponen a todo el mundo en la misma página antes de empezar”, señala Wade.

La Sociedad Internacional de Óptica y Fotónica (SPIE) cuenta también un código de conducta con el foco puesto en el acoso que se da en reuniones y conferencias, y que acaba provocando que muchas mujeres desistan de ir a estos eventos; si alguien viola ese código, lo expulsan sin dilación.

En España, algunos centros ya trabajan en este sentido. En el CNIO cuentan con un comité de ética que ya se ha activado en diversas ocasiones por situaciones de acoso de hombres hacia mujeres. “Una de esas acabó en el despido de una persona del centro. “Un hombre”, dice Blasco, que asegura que “en el CNIO comportamientos de este tipo son totalmente inaceptables”.

“Tenemos una oficina de la mujer, hacemos seminarios todos los meses para tratar temas de género. Cualquiera que trabaje aquí sabe que es un tema importante, lo que dificulta que alguien pueda no tomárselo en serio”, asegura esta directora.

El CRG es otro de los centros muy activos en políticas de igualdad de género y cuenta con un protocolo reciente de prevención del acoso. Y desde la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia, explica su directora Zulema Altamirano, se imparte formación a todo el personal sobre igualdad y prevención de conductas de este tipo. Además, están elaborando, por un lado, guías específicas para el abordaje del acoso sexual y por razón de sexo; y por otro, un manual sobre sesgos de género en ciencia, tecnología e innovación.

El #MeToo ya está impregnando la ciencia y provocando cambios, aunque por el momento, son demasiado lentos. Jessica Wade, física del Imperial College de Londres

“Es la única manera”, considera Jessica Wade: trabajar activamente para cambiar esa cultura de abuso y malos tratos hacia las mujeres y minorías en el sistema científico. Al final la solución pasa por “corregir desequilibrios de poder, dejar de idolatrar a personas que están en la cúspide de la pirámide cuando hacen cosas mal, ya sea bullying, acoso o manipulación de datos. Ser transparentes con qué ocurre con esas personas, no mirar a otro lado”, resume esta investigadora, que reconoce que el #MeToo ya está impregnando la ciencia y provocando cambios, aunque por el momento, dice, “son demasiado lentos”.

Fuente: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/El-MeToo-empieza-a-calar-en-el-mundo-cientifico-pero-lentamente

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Rusia y China lanzan su proyecto conjunto de colonia lunar

Rusia y China han puesto en marcha su proyecto conjunto para la construcción de la Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS), cuyos preparativos se iniciarán este año y concluirán en 2025.

La Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS) materializará la alianza entre China y Rusia para establecer una colonia en la Luna. Durante este año comenzarán los preparativos, que concluirán en 2025. Teniendo en cuenta la dinámica actividad de la NASA en Marte y los diferentes proyectos en curso, queda claro que la carrera espacial del siglo XXI continúa su intensa escalada.

Al concluir los preparativos iniciales, ambas potencias empezarán la construcción de una infraestructura basada en la superficie y la órbita para las comunicaciones. También resolverá las necesidades energéticas, la adquisición de recursos lunares y otras tecnologías avanzadas. En 2036 comenzarán los aterrizajes de humanos de ambos países.

La carrera espacial del siglo XXI

En tanto, Estados Unidos prevé enviar astronautas a la Luna en 2024, incluida la primera mujer que pisará nuestro satélite. El programa Artemis incluye la construcción del cohete considerado como el más poderoso de la historia, que estará encargado de hacer regresar al ser humano a la superficie lunar. Para 2028, Estados Unidos piensa contar con presencia humana permanente en la Luna y sus alrededores.

Recientemente, Rusia anunció que tiene pensado llegar a Júpiter en 2030 a través de una nave de propulsión nuclear, pero con escalas previas en la Luna y Venus. Este año, China colocó en Marte a su rover o vehículo de exploración espacial Zhurong: todo indica que estas dos potencias y el país de América del Norte están dispuestos a competir por el liderazgo de la nueva carrera espacial.

Más detalles sobre ILRS

En cuanto al proyecto conjunto entre China y Rusia para establecer la estación ILRS en la Luna, las agencias espaciales de ambos países comunicaron que luego de las fases ya mencionadas comenzará una etapa de «utilización» más allá de 2036, en la que se sucederán periódicos aterrizajes tripulados con el propósito de montar una colonia permanente.

Junto a la infraestructura específica que hará posible el funcionamiento de la estación, el proyecto contempla el empleo de una amplia dotación de orbitadores, satélites de retransmisión, vehículos de descenso y ascenso, robots de apoyo y mini rovers inteligentes, entre otros elementos que demuestran el despliegue tecnológico de alto vuelo que se pondrá en juego.

¿Dónde se ubicará ILRS en la Luna? China y Rusia piensan en dos posibles localizaciones, pero aún no se ha definido el punto preciso. Una alternativa es el noroeste lunar, en tanto que la segunda opción sería  ubicar la estación en cercanías del polo sur de nuestro satélite. Según indicaron las agencias espaciales CNSA (China) y Roscosmos (Rusia), antes de fin de año se dará a conocer un documento conjunto en el que se confirmará este punto y otros aspectos pendientes.

Una contienda geopolítica en marcha

Al mismo tiempo, el desarrollo relacionado con la colonia lunar de China y Rusia estará abierto a otras naciones: la Agencia Espacial Europea, el CNES de Francia y los organismos especializados de Tailandia, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos han expresado su interés por participar del proyecto. Sin embargo, se ha dejado en claro que estas posibles colaboraciones se encuentran aún en una fase temprana de diálogo.

Según se indica en SpaceNews, este interés por abrir el juego hacia otros países no tiene una motivación altruista orientada hacia la cooperación internacional: teniendo en cuenta que Estados Unidos tomó la misma determinación en cuanto a Artemis, se trataría de la puesta en marcha de una estrategia geopolítica que obligará a las distintas naciones a tomar partido por alguno de los dos grandes líderes de la investigación espacial: Estados Unidos o la alianza entre China y Rusia.

Aunque puedan conseguirse importantes avances científicos y tecnológicos con ILRS y Artemis, también es probable que recrudezcan las divisiones en el escenario global a partir del apoyo que pueda brindarse a alguno de los dos proyectos. Es probable que la Luna, y también Marte, sean el escenario de batalla de la nueva «guerra fría» del siglo XXI, que nuevamente tendrá su expresión en el ámbito de los desarrollos espaciales.

Foto: representación de la fase 3 del proyecto lunar China-Rusia. Crédito: China National Space Administration (CNSA).

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/rusia-y-china-lanzan-su-proyecto-conjunto-de-colonia-lunar.html

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