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España: Un millón de euros en becas para la formación ‘online’

Europa/España/28 Mayo 2020/elpais.com

Una iniciativa del portal Emagister pone a disposición de los estudiantes descuentos en másteres y cursos de especialización en áreas como la salud, los negocios o el ‘marketing’

Los expertos lo tienen claro: ni la educación ni el trabajo del futuro volverán a ser como antes de la pandemia. Las semanas de confinamiento forzoso han trasladado la educación de las aulas a las pantallas y han hecho que el teletrabajo en España haya pasado del 5 al 34 % de los trabajadores; pero también ha supuesto una oportunidad y más tiempo para formarse profesionalmente desde casa. Una circunstancia que el buscador de estudios Emagister, junto con otros nueve centros educativos de toda España, han querido aprovechar para ofrecer un millón de euros en becas para másteres y cursos de especialización online de los sectores más demandados en la actualidad, desde Administración de Empresas, Recursos Humanos, Educación y Prevención de Riesgos Laborales hasta áreas como el marketing, la salud o los negocios.

Entre las formaciones ofrecidas por la Universidad Isabel I, la Escuela de Postgrado de Medicina y Sanidad y ESSAE se encuentran programas como el Máster Internacional en Nutrición y Dietética, un Grado en Ingeniería Informática o el de Técnico en Gestión Administrativa y Contabilidad. Las escuelas de negocios ISEB, IEBS, Educa, Constanza, Citius y Select, por su parte, ofertan programas como el Máster en Marketing y Digital Business o el máster doble en Dirección de Marketing Digital y en Digital Business y Comercio Electrónico. La iniciativa estará disponible hasta alcanzar el millón de euros en becas, y se puede solicitar información a través de la web o del teléfono gratuito 900 49 48 39.

Buena percepción de la educación ‘online’

La labor que, a lo largo de los últimos años, han venido realizando instituciones educativas como la UOC, UNIR o UNED, unida a facilidades específicas de la formación online como la personalización de la enseñanza, la flexibilidad de horarios o la facilidad de acceso, han contribuido sin duda a que la formación a distancia goce hoy de una buena reputación entre la población. “Las universidades son las que mejor estaban trabajando este aspecto, y los grados de finalización de sus programas son muy altos”, afirma Ferrán Ferrer, CEO de Emagister. “Lo que ha sucedido en estos dos últimos meses es que ha habido mucha gente con mucho más tiempo en casa, por lo que han podido dedicar a sus clases hasta seis o siete horas diarias, en vez de tres o cuatro, y muchos de ellos han podido terminar durante el confinamiento programas de tres o cuatro meses”.

Sin embargo, la posibilidad de marcarte tu propia agenda y ritmo de estudio es a la vez una ventaja y un desafío, ya que la responsabilidad de mantener la motivación recae en el propio alumno, por encima de las posibles herramientas que tengan los centros educativos para el seguimiento, apoyo y motivación de los estudiantes. “Lo que sí se ha visto estos meses es que hemos podido dedicarle más tiempo a formarnos o a desarrollar esos conocimientos autodidactas que más nos gustan, ya sea la cocina, el dibujo o la escritura. La eclosión de los webinars también ha sido espectacular, y todo eso ha ayudado a desmitificar un poco los miedos que había respecto a la educación online, y de la automotivación y rigurosidad que tenías que tener para formarte a distancia”, sostiene Ferrer.

LAS FORMACIONES CON MAYORES DESCUENTOS

Programa Institución Precio original Precio con beca
1. Máster en Dirección de Recursos Humanos ISEB 11.400 € 1.200 €
2. Máster Oficial en Marketing Digital Universidad Isabel I 3.840 € 3.456 €
3. Curso de Auxiliar de Enfermería + Técnico experto en Primeros Auxilios para Enfermería Escuela de Postgrado de Medicina y Sanidad 1.780 € 712 €
4. Técnicas para el Auxiliar de Enfermería ESSAE 1.860 € 1.488 €
5. Máster en Docencia y Formación Profesional Educa Business School 1.440 € 840 €
6. Máster en Business Intelligence y Data Science IEBS 6.250 € 2.812 €
7. Máster en Inteligencia de Negocio y Ciencia de Datos Citius Smart School 4.750 € 2.137 €
8. Máster en Dirección de Comunicación Corporativa y Relaciones Públicas Constanza Business School 3.700 € 1.400 €
9. Máster Executive Experto en Laboral y Seguridad Social + Máster en Dirección de Recursos Humanos Select Business School 3.880 € 1.552 €

Las semanas de confinamiento forzoso a consecuencia de la Covid-19 también han influido en el tipo de formación que buscaban los usuarios en Internet: si en un principio la demanda se centró en cursos cortos y gratuitos, a medida que fue pasando el tiempo las búsquedas se acercaron más a los másteres y otros programas de mayor duración. “En la segunda parte del confinamiento, cuando muchas provincias empezaron a estar ya en fase 1, vimos que los programas de salud empezaban a repuntar, impulsados probablemente por el reconocimiento, el agradecimiento y el interés de los ciudadanos por entrar en un sector mucho más valorado por la sociedad”, afirma Ferrer. Un interés centrado en áreas como la enfermería, el transporte sanitario y todo lo que son primeros auxilios y cuidados paliativos, “donde seguramente la gente ve más salidas profesionales a corto y medio plazo”.

Los retos para el futuro

El uso masivo de las nuevas tecnologías provocado por la pandemia impone también una nueva forma de trabajar que, según los expertos, condicionará el panorama de la educación y del mercado laboral: “No se trata solo de utilizar la tecnología para trasladar el mundo físico al virtual; yo creo que hay que repensarlo para hacerlo bien. Y eso es tarea de todos en la sociedad”, afirma Emili Rubió, vicegerente de Operaciones de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Un cambio que, afirma, se ve en todos los ámbitos: desde como trabajamos en casa, a través de videoconferencias, hasta el campo de la educación, donde las nuevas condiciones hacen necesario pensar en materiales digitales creados expresamente para un entorno virtual o en diferentes enunciados para los exámenes.

¿Cómo serán las clases en la sociedad posterior al coronavirus? ¿Volveremos a la situación previa o los cambios que llegaron ayudarán a reformular la educación? “De cara al futuro, yo veo asignaturas blended, modelos híbridos más que enteramente presenciales. Veo la posibilidad de generar contenidos digitales para que el alumno vaya consumiendo, aunque esté en un programa presencial. Hemos dado un paso de gigante en ese sentido”, afirma José Manuel Mas, director del área universitaria de ESIC.

Una educación con mayor capacidad de cambio

El reto más importante de la educación, para Ferrer, no es nuevo ni tiene relación alguna con la Covid-19, sino que tiene que ver con la capacidad de adaptación de los programas educativos a las demandas de un mercado laboral “que está cambiando radicalmente, a una velocidad exponencial. Pero la educación, sobre todo la oficial, sigue teniendo unos ritmos de cambios o lanzamientos de programas muy lentos”. Después de esta crisis, afirma, el mercado laboral va a cambiar mucho más, por lo que sería conveniente que la educación lo hiciera al mismo ritmo. “Pero están desacompasados; van mucho más rápidas esas nuevas competencias que cómo se están incorporando a los programas de universidades y escuelas de negocios”.

Ferrer pone un ejemplo: “TensorFlow, un programa de inteligencia artificial y machine learning que desarrolló Google y liberalizó hace un año, está presente en unas 2.200 ofertas de trabajo en Estados Unidos, en 250 del Reino Unido y en 80 de España, y debemos tener en cuenta que, actualmente, hay un 40 % de las ofertas que había en enero [antes de la pandemia]. ¿Y cuántos cursos hay en estos momentos de ese software en Emagister? Tan solo cinco centros de formación que imparten 12 programas educativos”. Casi ninguna universidad, afirma, está impartiendo sobre nuevas tendencias digitales en programación o ingeniería.

“Piensa que la ANECA [Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación] solamente valida una vez al año las competencias de cualquier grado o máster, y necesita tener la información entre tres y cuatro meses antes (…). Deberíamos estar cambiando los programas formativos con mucha más rapidez”. Además, añade, el retraso es muy grande: cuando se declaró el Estado de Alarma, había 1.970 programas sin evaluar. “Esta rigidez de las universidades públicas y de las escuelas de negocios que trabajan con programas oficiales va a hacer que haya un mayor distanciamiento entre esas competencias reales que demandan las empresas y aquellas en las que están formando las instituciones educativas”.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/05/27/actualidad/1590595946_378364.html

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Entrevista a Carlos Magro: «La escuela es un lugar de esperanza, es un espacio de protección para muchísimos niños»

Entrevista/28 Mayo 2020/Autor: Pablo Gutiérrez del Álamo/eldiariolaeducacion.com

Carlos Magro es, entre otras muchas cosas, presidente de la asociación Educación Abierta. Desde hace ya años se ha convertido en un buen observador de algunos de los retos y problemas del sistema educativo y desde diferentes plataformas intenta hacer aportaciones a la «conversación» educativa. Hablamos con él, por teléfono, para conocer sus impresiones sobre cómo está aguantando el sistema educativo la situación de confinamiento, y en qué debería, principalmente la administración, pero no solo, hacer mejoras de cara al futuro.

Carlos Magro es un hombre tranquilo, que se toma su tiempo (ni mucho ni poco) para contestar a las preguntas de este periodista. Tiene algunas ideas bastante claras sobre cómo la COVID-19 ha funcionado como un gran foco que ha iluminado algunas de las zonas más oscuras del sistema educativo: desigualdades sociales, brecha digital, falta de formación en el uso de la tecnología (entre el profesorado y el alumnado), la dejación de responsabilidades que muchas administraciones están haciendo sin ofrecer directrices claras a sus centros… También, claro, es una oportunidad para pensar en la escuela que queremos y que nos hace falta. Una escuela que ayude a allanar las diferencias sociales y que dé, como hasta ahora, espacio y tiempo a niñas y niños para crecer en ella.

¿Cómo estás llevando estos días de confinamiento?

Un poco desbordado de ocupaciones y trabajo. Es curioso, con dificultad de concentración muchas veces. Lo normal, dentro de la situación. Cuesta, a veces es agotador. No es sano. Y eso que trabajo así muchas veces, pero sí, lo estoy notando.

¿Crees que el sistema puede aguantar mucho más esta situación de confinamiento?

Obviamente no, estamos en una situación de absoluta excepcionalidad, creo, y muy compleja para todos. Tal y como yo lo veo, hay que hacer un esfuerzo por parte de todos por completar el curso de la mejor manera posible. En las fechas en las que estamos y viendo nuestra situación, por un lado, de falta de ayuda concreta de las administraciones educativas y, por otro, de infraestructuras, lo que se puede hacer es terminar de la mejor manera posible en las próximas semanas.

En lo que creo que tendríamos que estar, aunque es muy difícil, es en pensar mucho y muchos en la vuelta en septiembre. El sistema no aguantará mucho más. No soy especialista pero creo que podemos aguantar este trimestre largo de confinamiento, de escuela sin escuelas, sin aulas; pero no lo veo viable si el curso que viene estamos en las mismas circunstancias.

¿Cómo ves el papel de la administración en este tiempo? Hay sensación de que dejan toda la responsabilidad a los equipos directivos. ¿cómo lo ves?

Sí, es una percepción que compartimos todos. Hay una especie de dejación de responsabilidad en todas las administraciones. La del Estado está dando pocas indicaciones y señalando que corresponde a las autonomías (que tienen las transferencias), decidir las cosas bajo un marco que han propuesto; y las consejerías, en general, están apelando a esta especie de mantra de los sistemas educativos de los últimos 15 años: la autonomía escolar, para, de alguna manera, no dar indicaciones, ni ayuda concreta y descargar toda la responsabilidad en ámbitos que no son solo pedagógicos a los centros escolares, sus direcciones y sus profesores.

Hay un problema de liderazgo clarísimo de las administraciones y sus responsables que no es nuevo. La COVID-19, como otros muchos problemas educativos, nos está colocando todos los focos de atención, se hace visible a todos. La COVID funciona como una especie de instrumento de hipersensibilización o máxima visibilización de inconsistencias, incoherencias y de problemas que ya traíamos de antes: todo lo que tiene que ver con las desigualdades, con la segregación, con la falta de liderazgo, todo lo que tiene que ver con esta idea tan tecnocrática de que con normas se actúa sobre las prácticas escolares… ideas que no son nuevas pero que ahora, que estamos hipersensibles, y como si fuese una muestra de contraste en laboratorio, está haciendo que todo esto se vea muy claro.

¿Por dónde deberían empezar?

Desde mi punto de vista tendríamos que estar pensando mucho, mejor, más, y entre más personas e instituciones cómo es la vuelta en septiembre. Es un problema retorcido, de muy difícil solución porque, por un lado, es evidente que las soluciones dependen de cada centro educativo: cada uno tiene unas condiciones de alumnado, sociales, infraestructuras espaciales, tecnológicas, disponibilidad del profesorado, edad de los equipos… que hacen que las decisiones tengan que ser, finalmente, interpretadas y tomadas en los centros; pero, por otro lado, no podemos dejar recaer en ellos decisiones que tienen que ver con seguridad sanitaria, jurídica también, en muchos casos; que tienen que ver con actuaciones sobre los espacios, sobre los horarios del profesorado, el calendario escolar, la distribución de asignaturas… hay un montón de cosas para las que se necesitan indicaciones, no digo reglas cerradas que nunca funcionan, pero sí pautas trabajadas conjuntamente con otros que puedan ayudar o aliviar en esa tarea. Veo claramente niveles diferentes de gestión en lo educativo.

¿En qué sentido?

Con acierto se crearon las consejerías, entre otras cosas, porque el Ministerio estaba muy lejos de la realidad de los centros en los territorios; lo que ha ocurrido, en muchos casos, es que tenemos territorios enormes en cuanto a volumen de alumnos, profesores y de centros que están tan lejos de la realidad de sus aulas como estaba antes el Ministerio. Es una unidad de gestión poco práctica. Necesitaríamos, y vemos que funciona mucho mejor, cuando los centros, en su gestión, por norma o porque lo han hecho así, se involucran agentes municipales que pueden ser juntas de Distrito en ciudades como Madrid. Cuando ayudamos en la gestión escolar desde instituciones municipales o unidades territoriales más cercanas a la realidades sociales de alumno y de escuelas, la gestión es mucho más acertada.

Y en este caso concreto, necesitamos sí o sí pensar la problemática de la vuelta con unidades territoriales más cercanas a los centros y promoviendo trabajo en equipo entre equipos directivos de centros del barrio, de la misma ciudad, del mismo pueblo. Equipos directivos de primaria y secundaria para las transiciones, unidades de asuntos sociales o de salud de los distritos o ayuntamientos. Necesitamos expertos en gestión sanitaria, o de espacios que no tienen por qué estar en la escuela. Hay claramente un trabajo en equipo desde lo local para resolver problemas que son tremendamente complejos.

Siempre parece haber problemas cuando diferentes administraciones tienen que trabajar en los centros, sea la autonomía con el Gobierno central o con los ayuntamientos. Parece que falta coordinación entre ellas…

Necesitamos mucha más coordinación entre instituciones ya sean comunidades, ayuntamientos, distritos o, incluso, barrios en ciudades grandes. Mucha más, mucho más trabajo en equipos con personas especializadas en distintos ámbitos. Fomentar que, aunque la responsabilidad final o el hacer final corresponda a los equipos directivos o los claustros, en el análisis de la situación, en la búsqueda de soluciones, propuesta de soluciones…, se trabaje en equipos de centros para alcanzar soluciones similares que pueden darse en los barrios. Hay muchas más posibilidades de acertar si pensamos entre varios que si lo hacemos solos.

La situación en la que estamos es tremendamente exigente para los equipos directivos que tienen que estar con las dificultades normales de una gestión tremendamente burocrática y administrativa de lo escolar. Tiene implicaciones muy grandes, más añadido a las incertidumbres tremendas en la seguridad sanitaria, en cómo se van a desarrollar las clases, qué pasa si un estudiante o alguien de su entorno está enfermo, qué protocolo hay que seguir. Hay muchas cuestiones que no podemos dejar caer solo a los directivos.

Es momento propicio para pensar en los retos del sistema. ¿Cuáles destacarías tú?

Estar sin ir a la escuela nos ha hecho ver su importancia como dispositivo que te da un espacio y un tiempo, que suspende, de alguna manera, la cotidianidad; consigue que el alumnado no sea hijo o hermano por unas horas. Este dispositivo que, en algunos casos no estábamos valorando porque tiene también muchísimas problemáticas, cobra en estos momentos todo su valor. El hecho de la escuela como un espacio y un tiempo distintos de la cotidianidad es fundamental en el proceso de aprendizaje. Creo que es lo primero que hemos visto.

Estamos casi todos de acuerdo en que el primer reto que teníamos antes es el de aminorar el fracaso escolar. Esta situación nos ha hecho ver esto muchísimo más claro. El fracaso escolar tiene un origen, en un porcentaje altísimo, vinculado a las desigualdades sociales: de capital cultural, académico, económicas… Situaciones que atraviesan lo educativo y lo condicionan de una manera total. Y la situación a la que vamos a salir va a ser peor. Una situación de más peligro de que las desigualdades -incrementadas, desbocadas-, en las que nuestra sociedad estaba viviendo, ahora se incrementen sí o sí y generen más diferencias educativas. De manera que el primer reto educativo no es educativo, si no social: tratar de aminorar al máximo posible las consecuencias en términos de desigualdad que la crisis va a acarrear en muchas familias, en muchos niños y jóvenes.

Cada vez más necesitamos políticas integradas. Tiene poco sentido pensar en políticas educativas como si actuasen en un vacío social. Las políticas educativas vinculadas a las políticas sociales. De equidad social. Muchas de las reformas que hemos ido haciendo en los últimos cuarenta años no terminan de cuajar porque las condiciones de base no se han tocado.

La no presencialidad incrementa esta problemática. Dificulta aquello que era complicado para la escuela antes: compensar las desigualdades de origen social, económico y de capital cultural.

La no presencialidad dificulta compensar las desigualdades de origen social, económico y de capital cultural

¿Qué otras cuestiones crees que será también importante atender?

Otro problema vinculado a la desigualdad es la segregación escolar. La situación en la que estamos es de máxima segregación, estamos cada uno en nuestro hogar. Por lo tanto, casi cero mezcla con otros. Esto también es un tema a tener en cuenta en los próximos meses pensando en cómo queremos que sea esa vuelta, qué modelo. Si queremos apostar haciendo un esfuerzo enorme en infraestructuras, económico, pedagógico también para garantizar que en las etapas de primaria y en la secundaria se pueda volver físicamente, el máximo tiempo posible a la escuela… Sería una apuesta por aminorar los peligros de desigualdad y segregación que tenemos.

Vinculado a esto aparecen retos que son más escolares. que traíamos de antes y que la situación actual nos pone encima de la mesa. Son retos que tienen que ver con un acercamiento diferente al currículo. Un acercamiento que ya tiene propuestas hechas como la organización en ámbitos, transdisciplinares, que permitirían, posiblemente, una relación docente-estudiante que no sea de uno a muchos, sino en equipos docentes. Esto permitiría gestionar mejor, posiblemente, situaciones en las que necesitemos distanciamiento físico.

Retos que tienen que ver con las culturas y formas de trabajar del profesorado; hay retos importantes relacionados con la cultura de la evaluación y, de nuevo, lo que vemos ahora no es que sea novedoso pero refleja el medio camino en el que estábamos desde una evaluación exclusivamente certificadora o clasificatoria a otra, en la que estábamos entrando, que no solo tiene esta parte, sino que también tenía con un función más formadora, para el aprendizaje. Como instrumento de aprendizaje.

Retos históricos importantes que ahora se han puesto encima de la mesa todos, uno tras otro. El reto social, el curricular (que es lo realmente importante), el de las prácticas, la evaluación… venían de atrás. Y el peligro que tenemos es no solo que no avancemos en ellos sino que vayamos hacia atrás porque las condiciones que imaginemos en las que tiene que transcurrir lo escolar en los próximos meses nos hagan pensar que la solución pasa por una vuelta a modelos transmisivos, muy calificadores, individualistas (solo un profe atiende al grupo). Que eso avances que estábamos haciendo en muchos centros no solo se paren sino que, en algunos casos, lo que experimentemos sea una vuelta hacia atrás.

¿Está pasando esto ya? Y si lo fuera, ¿por qué motivos?

No sé si está pasando. La situación es tan excepcional que es difícil de analizar. Sabemos que hay un esfuerzo enorme por parte del profesorado por mantener la continuidad de la enseñanza. Entiendo que en algunos casos, cuando se combinen unas maneras de hacer que ya había, un cierto manejo de las tecnologías y ciertas circunstancias sociales, de las familias, que lo permitan, se habrán podido mantener prácticas los más similares posibles a las que se estaban realizando. Todo parece indicar que aquellos centros, aquellos docentes que ya estaban embarcados en procesos de cambio, de alguna manera, los están manteniendo y sobrellevan un poquito mejor, un poquito solo, la complejidad de la situación actual.

Pero hay otras circunstancias en las que las limitaciones tecnológicas, la falta de saber cómo hacerlo o, por ejemplo, de competencias digital (del centro o de los estudiantes o profesores), están haciendo que recurramos a prácticas docentes que estábamos abandonando, o que se abandonan más fácil que cuando la relación es personal. En la traslación de un sistema construido desde lo presencial, desde lo dialógico, desde la interacción entre personas que es lo que teníamos, de golpe, sin previo aviso y sin haberlo planificado, a un contexto digital, corremos el peligro de que lo que obtengamos sea una educación más de transmisión, menos dialógica porque es más difícil, menos de trabajos conjuntos, en equipo… creo que es natural y no me preocupa tanto ahora, pero sí a partir de septiembre.

La promesa de la tecnología como palanca de transformación de la educación ha sido muchas veces incumplida.

Hace unos días escribías sobre competencias digitales, y de la cantidad de años que llevamos hablando de ellas. Parece que no se dio la batalla sobre los usos de esa tecnología…

Llevamos décadas hablando de tecnología y educación, literalmente. Casi siempre ha sido una promesa incumplida. La promesa de la tecnología como palanca de transformación de la educación ha sido muchas veces incumplida. Muchas veces ha sido a base de soluciones a problemas inexistentes o que la gente no se planteaba, con lo que no han tenido ningún efecto. Llevamos al menos dos décadas, desde el comienzo de siglo, invirtiendo como el Guadiana, ahora sí, ahora no, con vaivenes demasiado grandes. Invirtiendo en dotar a los centros, en tecnologías que se han quedado obsoletas antes de usarse, en ofertar formación al profesorado pero, muchas veces, muy poco vinculada a sus materias o a su práctica o a un proyecto educativo que tuviese más sentido, en el que cobrasen sentido esas pedagogías digitales y en algunos casos con inversiones sonadas que han sido fracasos grandes. Y reacciones en el sentido contrario, de no dotar de más infraestructuras.

Nos hemos encontrado ahora, a pesar de lo que nos dicen las encuestas, con unos centros infradotados tecnológicamente, con poca o mala tecnología en cuanto a hardware, que aunque tuviesen buena tecnología no nos soluciona el problema. La tecnología para el centro.

Hay una variedad de centros que no habían hecho ningún tipo de reflexión sobre cómo incorporar realmente la tecnología más allá de los dispositivos en sus prácticas pedagógicas, de tal manera que, ahora, al trasvasar, ha sido todo un aprendizaje muy difícil. Un porcentaje muy alto de docentes no tienen unos mínimos de competencia digital a pesar de que seguimos hablando de competencia ditigal docente y de que haya varios marcos, nacionales e internacionales, sobre ella. Nos hemos encontrado, todavía más grave, con muchos estudiantes sin competencia digital a pesar de ser una de las competencias clave que marca el sistema educativo. Y lo que hemos visto es que las brechas tecnológicas son varias.

¿Cuáles, a tu modo de ver?

La primera que vimos, ahora en el confinamiento, es que la brecha de acceso, conectividad y de dispositivos es más grande de lo que pensábamos. No había planificación para algo así, claro. No sabíamos siquiera al principio cuántos estudiantes estaban desconectado por no tener acceso a la tecnología. En unos centros puede ser del 20% y en otros, probablemente, menor del 2%. es así de variable. En centros públicos. Esta brecha es más grande de lo que pensábamos.

La segunda es la que tiene que ver con las competencias. Muchísimo más grande de lo esperable después de 20 años de políticas sobre competencias digitales, tanto de centro, de estudiantes como del profesorado. La brecha de uso, qué hacemos con ellas, es brutal. En algunos casos encontramos docentes tremendamente competentes y en otros no. Estudiantes tremendamente competentes que tienen capacidad para hacer un uso más allá del consumo, y otros que solo saben consumir con la tecnología. Centros educativos que han sabido manejarlo porque tenían pensado cómo sería una situación de enseñanza híbrida y otros que no, que no habían hecho esa transición.

Y nos hemos encontrado con brechas que son las que afectan muchísimo a las desigualdades de nuestro sistema: las brechas entre centros. Tremendas. Que afectan al principio de equidad y de justicia de los estudiantes, que no tienen las mismas oportunidades porque los centros no tienen las mismas tampoco.

Y hay una brecha general de desconexión entre muchos centros y contextos. Es un tema tremendamente relevante.
Esto nos indica, de cara al futuro, algo que sabíamos desde hace muchos años. En términos de tecnología educativa, a parte de las pedagogías digitales, para acortar bien la brecha de acceso, cuanto más personalización a través de la tecnología introduzcamos en un sistema (ahora mismo estamos en la máxima), más recursos públicos tenemos que invertir en compensar las desigualdades. De nuevo, el reto mayor no es solo educativo. Si me encuentro de nuevo en esta situación lo que tengo que hacer es invertir para compensar las desigualdades de acceso que encontramos en muchos hogares. Proveerles de conectividad, de dispositivos adecuados (un móvil no es un dispositivo adecuado para el aprendizaje, una tablet nos apaña para algunas cosas, pero no es el mejor dispositivo…). Cuanto más necesitemos apoyarnos en la tecnología, más tenemos que compensar las desigualdades desde los recursos públicos. No se trataba solo de dotar a los centros, sino de dotar de tecnología a los docentes y a las familias, a los niños, de tecnología, de recursos abiertos, de contenidos…

En toda esta situación, ha habido una parte poco vista, o no desde el principio, y es que los docentes están trabajando con sus propios equipos y con su propia conectividad. Que no tienen por qué tener.

Estas políticas que hemos vivido de invierto sin un plan claro, mucho en cacharros, me gasto millones para dotar de tecnología que no funciona o no es bien incorporada, y el siguiente gobierno no invierte nada, nos lleva a una situación en la que los centros están infradotados; y lo hemos visto nada más empezar las crisis, con las plataformas. Después de 20 años desarrollando plataformas públicas, no comerciales, de aprendizaje, de recursos abiertos, nos hemos encontrado que llega el momento y hemos tenido que tirar de la televisión. Porque no había plataformas suficientemente implantadas, ni seguras para aguantar la concurrencia de miles de personas al mismo tiempo, o de usabilidad. Se han puesto algunos remedios, pero tenemos que preguntarnos qué ha pasado con las inversiones, no tanto de las infraestructuras de los centros, como en las plataformas y en los recursos educativos abiertos en el Estado y las administraciones autonómicas. Llegado el momento en el que había que utilizarlas, en muchos casos, los docentes han tenido que recurrir a plataformas de terceros, comerciales, privadas.

Cuanto más necesitemos apoyarnos en la tecnología, más tenemos que compensar las desigualdades desde los recursos públicos

Y luego, no habíamos pensado que los docentes como trabajadores, contratados por la administración o por una empresa privada, necesitan una serie de herramientas normales entre las que creo que entrarían los dispositivos y la conectividad. Como eso no se ha tenido nunca en cuenta pues estamos como estamos.

Los docentes actúan con mucha responsabilidad pero podrían perfectamente haber dejado de dar continuidad a sus clases por algunas de estas razones: porque las plataformas que les proveía su Administración no funcionaba, porque no tenían dispositivos para hacerlo o porque la conectividad que estaban usando era privada.

Y finalmente, en España deberíamos hacer planes específicos en los centros sobre cómo compenso, en aquellos hogares en los que materialmente es imposible tener conectividad y dispositivos, que puedan contar con ellos para esta situación. Es lo que decía de inversión pública no solo en los centros, sino también en los hogares.

En estas semanas hemos visto que algunas administraciones recordaban la prohibición, precisamente, del uso de plataformas de terceros, que han sido las que han salvado, en parte, la situación. O la prohibición del uso de los móviles, que se han convertido en casi esenciales estos días.

Esta situación nos muestra las costuras rotas, esas incoherencias del sistema, de las políticas, de las declaraciones. Son problemas complejos, todos. Ninguno es de fácil solución o ni siquiera a veces tienen solución. Pero, ante problemas complejos, muchas veces la tendencia es a tomar decisiones simplistas, cada vez más, y esto es lo que no podemos permitirnos como sociedad o permitirles a quienes están al cargo de ocuparse de lo público.

No podemos tratar de solucionar un problema complejo como es qué pasa con los dispositivos móviles en los institutos, que pueden ser un problema, tirando de la solución más sencilla que es prohibirlos. Miramos para otro lado y eliminamos supuestamente la problemática. Esta no se aborda así. Entre otras cosas, porque los problemas que pueden surgir a raíz de la prohibición de los dispositivos, revelan otro tipo de problemáticas de convivencia, de respeto a los otros, de abuso. Un montón de cosas que es importantísimo trabajarlas en las escuelas e institutos, que son parte de los currículos escolares. Por tanto, parece que la solución no pasaría por prohibir sino por tratar de pensar cómo integramos, con normas de uso, como se ha hecho en los centros toda la vida, pero tratando de integrarlos como objeto de indagación. La tecnología como objeto de indagación en sí misma, en los currículos, en lo que se habla en la escuela. No hay otro lugar donde problematizar los usos de la tecnología. Y también, como vemos ahora, porque necesitamos una competencia más práctica, no solo más reflexiva, sobre qué usos puedo hacer que me ayuden como herramienta de aprendizaje. De nuevo, si no lo hago en un contexto organizado y ordenado es difícil que lo aprenda de otra manera.

Ese doble juego tan difícil, el de la no privatización de la educación y el cuestionamiento del tipo de infraestructuras que utilizas, como los libros de textos, es un debate relevante: tenemos que garantizar temas de protección de datos, intimidad, derecho al honor. Necesitaríamos hacer una apuesta muy decidida por infraestructuras públicas de código abierto, con toda la seguridad jurídica necesaria y con la usabilidad que requiere. Esto no estaba preparado y es normal que los docentes, en la apelación a su compromiso, hayan buscado soluciones diversas.

Esta situación nos ha confrontado con el papel de la escuela con la enseñanza. Esta escolarización en los hogares no parece idónea. ¿Hay esperanza de pensar otra escuela posible a partir de septiembre?

Tengo esa esperanza. Tenemos que trabajar en ese horizonte de volver a las aulas el máximo tiempo posible con las máximas condiciones posibles de seguridad por el bien de todos. La raíz etimológica de esperanza y espacio son la misma. La escuela es un lugar de esperanza, muchas veces la genera a través de la suspensión del espacio y el tiempo, de darnos un espacio y un tiempo diferenciado, desvinculado del hogar y la sociedad. La escuela nos da aire. Paradójicamente, en esta circunstancia de tratar de no respirar virus estamos asfixiándonos porque nos falta el aire, es decir, un espacio y un tiempo que nos da la escuela para compensar o suspender o cuestionar el orden natural de las cosas. Las desigualdades de origen, para construir lo común, para dar posibilidades a todos, para ofrecer vidas múltiples a la vida singular, en fin, hay muchas metáforas. La escuela es el lugar donde decimos yo pero hacemos el nosotros, somos capaces de hacernos como individuos al tiempo que hacemos lo colectivo. Es fundamental que tratemos de mantener esto a la vuelta en septiembre.

Los esfuerzos deberían ir en tratar de garantizar una escuela presencial, el máximo tiempo posible y para el mayor número de personas. Dicho esto y como han señalado muchas personas estos días, la incertidumbre, el miedo, la falta de esperanza, no están igualmente distribuidos entre todos. Y ese papel de la escuela de compensar desigualdades tiene más efectos en algunos que en otros. Y, por tanto, en caso de que no pudiéramos garantizar que todos, con esa diversidad que ofrece la escuela, puedan compartir un espacio y un tiempo simultáneo, deberíamos priorizar a aquellos niños y jóvenes que se encuentran en circunstancias complicadas. No olvidemos que la escuela, a la que a veces acusamos de ser disciplinaria, de generar problemas de convivencia, también es un espacio de protección para muchísimos niños. Es el único lugar en el que no somos los hijos de, los hermanos de… En ella, suspendemos por un momento nuestros problemas y nuestras dificultades. Creo que es muy importante mantenerlo durante el máximo tiempo posible.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/26/la-escuela-es-un-lugar-de-esperanza-es-un-espacio-de-proteccion-para-muchisimos-ninos/

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Un libro escrito por alumnos sobre la experiencia del confinamiento

Por: Educación 3.0

El libro ‘Diario de un confinamiento en familia’, escrito por alumnos de 3º de Primaria del colegio San Enrique de Quart de Poblet (Valencia), se publicará en junio de 2020 con fines solidarios. En él, han narrado la vida de una familia imaginaria basándose en sus propias vivencias.

Durante la etapa de confinamiento han surgido interesantes proyectos educativos que han sacado a relucir la creatividad de docentes y estudiantes. Entre ellos destaca el llevado a cabo por 26 alumnos de 3º de Primaria del colegio San Enrique de Quart de Poblet (Valencia) que, ayudados por su profesor, han escrito un libro: Diario de un confinamiento en familia.

«Los niños escribían uno de sus días de confinamiento como si fuesen los protagonistas del libro, describiendo una familia imaginaria muy peculiar pero que representaría a cualquiera de nosotros. De esa forma repasaban aprendizajes de Lengua y de otras áreas mediante la realización de experimentos, retos y actividades divertidas», explica Francesc Nogales, quien ha coordinado el trabajo de sus estudiantes y destaca su utilidad para trabajar la competencia lingüística y comunicativa.

Ilustración de un alumno para el libro escrito por alumnos sobre el confinamiento

Diario de un confinamiento en familia

Además de ser los escritores, todos los alumnos han diseñado las ilustraciones del libro y han revisado los contenidos, repartiéndose los distintos roles dentro del proyecto: escritor, guionista, ilustrador, revisor y editor. “Hemos trabajado con documentos compartidos en la nube, en los que los estudiantes escribían y podían ver diariamente lo que otros compañeros redactaban. De esta manera, hemos participado todos de forma inclusiva y colaborativa utilizando las herramientas digitales que podíamos”, detalla el docente. Los alumnos que no podían participar de manera digital por no tener un ordenador enviaban su punto de vista con fotos o audios.

Los resultados han sido muy positivos, y el alumnado se ha volcado con la iniciativa.

«Me ha encantado, porque contando lo que hacemos nosotros podemos ayudar a otros niños que viven la misma situación», afirma Miquel Sánchez, uno de ellos, quien ha revisado también varios errores ortográficos de la obra. «Me ha gustado mucho escribir el libro, porque entre todos contábamos cosas que hemos hecho, actividades divertidísimas que nos enviaba el profe (que en el libro es una chica) y además será un recuerdo precioso de esta experiencia», comenta Adabella Carrasco, otra de las autoras.

El libro se publicará oficialmente durante el mes de junio 2020. Todos los beneficios que se recauden con la venta de ejemplares serán donados a la ONG Karit Solidarios por la Paz, que desarrolla proyectos de cooperación internacional en África, Asia y América Latina.

Otros proyectos literarios

Para estos niños es su primera experiencia publicando un libro, pero el Colegio San Enrique ya publicó hace un año ‘Las aventuras de Chip y Chap en el libro del agua’, realizado por otro curso también de Primaria. Para el centro, el fomento de la lectura y la escritura es fundamental y han trabajado en otros proyectos innovadores como ‘Reseña tu lectura’, en el que los estudiantes escriben en diversos medios de comunicación escrita y radiofónica valorando libros y recomendando lecturas.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/libro-escrito-por-alumnos-confinamiento/

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Tras el confinamiento, estos serían los beneficios de acudir a un campamento para un niño

Por: Carlota Fominaya

Tras unos meses de aislamiento, muchos niños han podido volver atrás en su desarrollo en diferentes aspectos y este recurso podría ser muy beneficioso para ellos, indican los psicólogos.

¿Ir a un campamento este año? La respuesta es que, si se permite su celebración, después de dos meses confinados en casa sin moverse y sin hacer apenas deporte, ni socializar, los niños necesitan salir a jugar, verse con sus iguales, sentirse seguros, arropados, queridos y rodeados de diversión. «Tras unos meses de aislamiento, muchos niños han podido volver atrás en su desarrollo en diferentes aspectos y los campamentos podrían ser un recurso muy necesario para ellos», explica Nuria García Alonso de la Torre, psicóloga infantojuvenil y fundadora de Ayudarte estudio de Psicología.

Para esta experta, estos serían los beneficios para un niño de acudir a un campamento, siempre y cuando se cuenten con las condiciones higiénico sanitarias debidas:

-Mejoran el bienestar físico: Después de tantos meses de aislamiento o salidas limitadas, los niños necesitan volver a correr, saltar y tener la vida activa que no les ha permitido este encierro.

-Incrementan el bienestar mental: Ir a un campamento mejora la salud mental de los niños y logra prevenir o ayudar a mejorar trastornos mentales tanto antes como los que hayan podido venir derivados de este encierro como depresión o ansiedad por estar aislados y encerrados del resto de personas.

 -Potencian la socialización: Los niños necesitan estar cara a cara con otros niños. Las videollamadas nos permite estar en contacto con los demás, sin embargo no todos los niños han podido hablar con sus amigos o no se sienten cómodos o llegan a estar saturados por comunicarse exclusivamente a través de ese medio (por no estar tan acostumbrados).

 -Aumentan la autonomía: Estos meses han podido llegar a generar cierta dependencia del núcleo familiar y es importante ayudarles a que vuelvan a realizar tareas por sí mismos y se sientan preparados para asumir nuevos retos.

-Fortalecer una autoestima sana: Los campamentos permiten que asuman nuevas responsabilidades, tener nuevos logros y sentirse valorados porque alcanzan otros éxitos diferentes a los conseguidos durante estos meses.

-Promueve nuevos aprendizajes: Hasta ahora la formación ha tenido que ser a través de un ordenador, es importante que vuelvan a sentir curiosidad y otra persona que les guíe en su aprendizaje, además de su familia o su tutor. Necesitan nuevos estímulos, metodologías y retos educativos, al margen del curriculum escolar.

-Descubrir nuevos talentos: Estar en un ambiente diferente, permite el autoconocimiento y explorar otras cualidades que pueden no haber aparecido en situaciones ordinarias como verse a uno/a mismo/a más generoso/a, líder etc.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-tras-confinamiento-estos-serian-beneficios-acudir-campamento-para-nino-202005130154_noticia.html

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México: Niñas y niños: las víctimas invisibles del coronavirus

Redacción: Noticias en la mira

24 personas menores de 20 años han muerto por coronavirus en México.

Niñas, niños y adolescentes se han convertido en las víctimas invisibles del nuevo coronavirus, concordaron representantes de distintas organizaciones públicas y privadas enfocadas a la atención de este grupo vulnerable en México.

Organismos de la talla de UNICEF, la OMS, la OPS o el Centro Nacional de Salud de la Infancia y Adolescencia explicaron en conferencia de prensa que, además de los efectos directos del brote, los individuos más jóvenes de país están efectos a otras circunstancias, muchas de las cuales se darán tras el brote.

La doctora Miriam Esther Veras Godoy, directora general del Centro Nacional de Salud de la Infancia y Adolescencia, señaló que 24 de los 6 mil 510 muertos por coronavirus son personas menores de 20 años.

El porcentaje de casos acumulados en este grupo de habitantes es del 2.5 por ciento del total de contagios a nivel nacional desde el inicio de la epidemia.

Por otra parte, Ricardo Antonio Bucio MújicaSecretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) señaló que es indispensable asegurar el acceso a servicios para infantes y jóvenes, salvaguardar su integridad, evitar riesgos sanitarios y minimizar los efectos secundarios de la pandemia a quienes se han considerado como las víctimas invisibles del Covid-19 por los problemas futuros que traerá el brote.

Cristian Morales, Representante de Oorganización Panamericana de la Salud de la Organifzación Mundial de la Salud (OPS/OMS) en México, señaló que el Covid-19 no sólo afecta de manera directa a niñas y niños, sino también de manera indirecta; como la saturación de los servicios de salud que requieren; la afectación física, emocional y económica de las personas responsables de su cuidado y un aumento en el índice de la violencia intrafamiliar, entre otras afecciones.

Niñas, niños y adolescentes se han convertido en las víctimas invisibles del nuevo coronavirus, concordaron representantes de distintas organizaciones públicas y privadas enfocadas a la atención de este grupo vulnerable en México.

Organismos de la talla de UNICEF, la OMS, la OPS o el Centro Nacional de Salud de la Infancia y Adolescencia explicaron en conferencia de prensa que, además de los efectos directos del brote, los individuos más jóvenes de país están efectos a otras circunstancias, muchas de las cuales se darán tras el brote.

La doctora Miriam Esther Veras Godoy, directora general del Centro Nacional de Salud de la Infancia y Adolescencia, señaló que 24 de los 6 mil 510 muertos por coronavirus son personas menores de 20 años.

El porcentaje de casos acumulados en este grupo de habitantes es del 2.5 por ciento del total de contagios a nivel nacional desde el inicio de la epidemia.

Por otra parte, Ricardo Antonio Bucio MújicaSecretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) señaló que es indispensable asegurar el acceso a servicios para infantes y jóvenes, salvaguardar su integridad, evitar riesgos sanitarios y minimizar los efectos secundarios de la pandemia a quienes se han considerado como las víctimas invisibles del Covid-19 por los problemas futuros que traerá el brote.

Cristian Morales, Representante de Oorganización Panamericana de la Salud de la Organifzación Mundial de la Salud (OPS/OMS) en México, señaló que el Covid-19 no sólo afecta de manera directa a niñas y niños, sino también de manera indirecta; como la saturación de los servicios de salud que requieren; la afectación física, emocional y económica de las personas responsables de su cuidado y un aumento en el índice de la violencia intrafamiliar, entre otras afecciones.

Por último, Christian Skookg, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), alertó sobre uno de los riesgos más alarmantes que las personas jóvenes viven a causa del confinamiento, ya que, indicó, el 75 por ciento del abuso sexual a menores sucede en sus propias casas; mientras que el 74 por ciento de los abusadores suelen ser allegados (familiares o personas cercanas) a las víctimas.

Las niñas y jóvenes ocupan el 96 por ciento de la lista de abusos denunciados en México, añadió; por lo que llamó a padres de familia y responsables de personas menores a atender y observar señales de alerta al respecto.

Por último, Christian Skookg, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), alertó sobre uno de los riesgos más alarmantes que las personas jóvenes viven a causa del confinamiento, ya que, indicó, el 75 por ciento del abuso sexual a menores sucede en sus propias casas; mientras que el 74 por ciento de los abusadores suelen ser allegados (familiares o personas cercanas) a las víctimas.

Las niñas y jóvenes ocupan el 96 por ciento de la lista de abusos denunciados en México, añadió; por lo que llamó a padres de familia y responsables de personas menores a atender y observar señales de alerta al respecto.

Fuente: https://noticiasenlamira.com/politica/ninas-y-ninos-las-victimas-invisibles-del-coronavirus/

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Detrás del vidrio: diario de la pandemia

Detrás del vidrio: diario de la pandemia
Por Silvia Duschatzky, investigadora del Programa Políticas, Lenguajes y Subjetividades en Educación de la FLACSO Argentina


Hay vidas que necesitan existir para expandirse, otras sólo “respiran” al ritmo del flujo del capital. No pueden mutar, solo modularse en su propia materia. Para estas “vidas” la muerte no existe. Crecen en el sí mismo de la maquinaria mercantil, travestida, pero igual.

Reclusión obligada, conectividad obligada 24/7. El agobio es distinto pero agobio al fin. Impregnado de novedad radical, de no saber mañana, no sabe después, no saber cuándo termina, no saber cómo seguir…

El “acontecimiento” nos lanza a nuevos automatismos. En eso somos torpes, como el bebé que camina a tientas en su inaugural aventura bípeda. Alcohol en gel, lavandina diluida, zapatos abandonados a la entrada de la casa, lavado hoja por hoja, billete por billete, alimento por alimento. Esta hiperexigencia sigue secuestrando nuestro tiempo vital y paradójicamente nos aferramos a prótesis finitas. ¿Es la vida que quiere perseverar en su ser?.

El ser de lo vital bucea en huecos de aire.

Avizorar otras formas de vida, necesita ahuyentar la cercanía de la amenaza, ahora mortal más que mortífera.

No hablemos del capitalismo en su misma lengua, la de la abstracción… las urgencias piden pragmáticas que frenen la suya, siempre atenta a la especulación canalla. No me envíen sesudas reflexiones… no me ofrezcan soluciones… no hablemos igual que antes. La fragilidad humana se impone en su pequeñez y en su grandeza. El alma llora y ríe cuando lo que se aproxima huele a abrazo y a poema. “No quiero tener la terrible limitación de quien vive sólo de lo que puede tener sentido. Yo no: lo que quiero es una verdad inventada”, Clarice Lispector.

“La luna brilla en un charco de rabia”… canturrean niñxs que confinados adentro imaginan su afuera.

Del laberinto se sale por arriba: “… llueven pedacitos de muerte por todos lados. Desde lo alto de mi piedra un gato negro clavó su mirada rubia sobre el pozo… en donde alguna vez vivieron mis grises y dilatados ojos. Con filosofía y altivez parece inspeccionar cada recoveco de mi alma, atrapada allí abajo, donde nada vive sin morir primero. El hueco en mi boca espera aquel grito sordo que espante a la bestia. Como el rayo aguarda el trueno con paciencia de hormiga… Acurruco coraje… tan sólo un parpadeo para despegarme de los huesos que me aprisionan bajo tierra y volver al agua, allá Arriba… tan sólo un parpadeo para volver a ser pez”, Leopoldo Marechal.

Y en la desesperación que huye del desconcierto se levantan maquinarias que no admiten que “continuar” es no escuchar el intervalo que nos “propone” el cimbronazo. Tareas escolares a distancia, conectividad a full. Profesores en soledad, enfrascados en sus disciplinas, no pueden más que intentar aventajar inútilmente el tiempo involuntariamente interrumpido.

Encontrar juntos la pregunta, la tarea, la ficción, el juego… podría ser una manera de salir “del laberinto por arriba”. No es posible continuar… no es aconsejable intentarlo. Más bien navegar las aguas turbias hasta que algo renazca. Grupos de maestrxs suspendiendo cronogramas, arrimando alguna invitación. Ahí encontraremos los mejores aliados, los pibes.

28 de marzo

Coletazos de realismo. El virus no sólo carga con su fuerza genética infectable. El virus desparrama otras infecciones, tan mortales como su inoculación. La reclusión “protege” también de las proximidades. Del acceso a los recursos básicos de subsistencia. De la circulación urbana. De otros cuerpos. El común necesita “contagios”. No sea cosa que la inmunización anule al eros. El repliegue abre su reverso… y entonces, sumamos una firma para frenar los femicidios y entonces, le gritamos al chabón que cuarentena en la calle que ahí va una bolsa con víveres y un guiño de compañía. Y entonces, buscamos maneras de seguir vivos, en la soledad y en la compañía mediada…

31 de marzo

Sospecho que no es lo mismo el virus que la experiencia virus. El virus nos mata pero no sólo si nos atrapa, nos mata cuando nos recuerda que allí, agazapada asoma la muerte. El virus derriba velos. No, el virus no, nosotrxs ofreciendo(le) la tierra del deseo. Cada vez que salgo a comprar una rutina antecede al momento de abrir la puerta. Guantes, ropa que luego me sacaré apenas vuelva, alcohol en gel en la mochila… no es inocuo este instante, ni los similares que le siguen adentro, montos de enorme energía se van sin recarga…

Atisbos de experiencia “virus”. Llego a la verdulería, unxs y otrxs guardamos la distancia prudencial, giro la cabeza intentando encontrar alguna mirada cómplice. Las calles casi desérticas. Miro el cielo mientras voy andando, instantes fugaces de “alegría” o algo así. Nacer es nacer al mundo. Es contra natura el encierro. Y a su vez nacemos otra vez cuando la pequeñez de los pasos, la mirada al horizonte, el deseo que esas dos cuadras sean eternas, el aire rozándonos, los rostros desconocidos que abrazamos con la mirada nos vuelven a la vida.

Me despiertan los pájaros. Algo vive aún… la escucha de un canto.

Me despiertan los pájaros, existo fuera de mí.

3 de abril

Olvidar el virus y hacer la experiencia virus. La experiencia de atender urgencias sustrayéndonos del miedo urgente. Un grupo de profesores se junta con la distancia que no obstruye cercanías y a la velocidad de la emergencia confeccionan protectores de acetato para los médicos y enfermeros de un hospital. La escuela se aleja del “valor de cambio” y se arroja al valor de uso. Desoye la continuidad pedagógica y se lanza a la continuidad vital y fraterna.

Escuchar las urgencias no es un andar desesperado. Ecos de pensamiento dejarán huellas en la invención de otras formas de escuela. De la mutación viral a la mutación de existencias. Escuela molecular se impone al modelo de escuela, a la molarización cansada y empequeñecida.

4 de abril

Hoy es sábado. Lo dice el calendario. No hay más señales. Sólo las sutilezas del ánimo me cuentan de alguna diferencia entre ayer y hoy, entre hace un rato y ahora.

Cuando iba a la escuela, tomábamos distancia. Un brazo alzado hacia adelante marcaba la separación que los ojos vigilantes chequeaban.

Camino hacia la farmacia, el cielo de un celeste inusual, el sol abarcando las calles. Algunos pocos caminan ensimismados, enfundados de barbijos y guantes. Me ubico en la cola, a distancia del de adelante. No es necesario medir los pasos que nos distancian a unos de otrxs. El virus ya hizo lo suyo. La única señal es advertir al “semejante” en una peligrosa proximidad.

Mi cuerpo está cansado… el señor de adelante me cuenta cómo preservar al barbijo para que dure. Me distraigo viendo los bares alrededor. Las sillas en su interior apiladas. Gente tomando un café, leyendo, charlando… banalidades de “antaño”. Piden reiniciarse.

“Mi agenda” dice: a las 18 skype con una amiga. Skype, zoom, whatsapp, teléfono, Facebook. Variedades igualadas en la ausencia de piel.

Hace días que intento pintar… aún no pude. Hay tiempo.

Una amiga me cuenta que casi se incendia su edificio. Sus moradoras son mujeres mayores, no tanto y más jóvenes. Un ruido sordo, monocorde se infiltraba en su casa. Luego el humo, su olor, su pesadez. El parate aguza los sentidos. Se juntan algunas. Los peligros sorprenden donde no imaginamos. Algunos necesitan tribu para conjurarse.

Caminaban a tientas por el sótano hasta dar con las llaves de luz. La humareda nublaba la atmósfera. Las viejitas se protegían en los balcones. “Tranquilas, ya pasa”, gritaba alguna desde el sótano. Cercanías olvidaron el metro 20 de distancia. En ocasiones ampara la vecindad de los cuerpos. Mujeres que olvidan “la inmunización “ cuando la vida acecha con lo incalculable.

5 de abril

Desde que arrancó la pandemia es la primera vez que intento leer un libro, de papel. Los diarios de Emilio Renzi de Ricardo Piglia. Abro en la página 113, ahí había quedado hace meses. Veo un subrayado…“la novela se va a llamar Respiración artificial. Encuentro un poema de Eliot…el epígrafe de la novela. Tuvimos la experiencia pero no su sentido”…

Tenemos la experiencia pero no su sentido… Sobrevivir al sentido es la experiencia.

11 de abril

Ayer salí a comprar. De barbijo a barbijo se oían murmullos emocionados haciendo umbral frente a una dietética. “¡¡¡Yo a Alberto lo banco!!! Se me eriza la piel cuando pienso que nos cuida”… Una mezcla de sensaciones me asalta. Mi mirada se anclaba en la escena de la charla: distancia + barbijos + voces conmovidas bancando al señor que traza la cancha. Yo, siempre iconoclasta, al costado de cualquier centro, derribando padres… Hoy, mis lentes y barbijo ocultaban un nimio guiño de complicidad. Hoy.

Una mujer levanta sus manos enfundadas en guantes naranjas, esos que se usan para la limpieza. “Gracias pachamama”… Giraba sobre sí misma, pedía aplausos. No me pregunte nada, ni el motivo de su agradecimiento, ni el porqué de su sonrisa. Guantes naranjas que portaban manos hacia arriba interrumpían el gris de las “protecciones”… risas y cuerpo danzando alcanzaban.

Mi nieta de cuatro canta… “entro en un túnel, no sabemos hoy, ni sé quien soy”. Veo a los niñxs crecer a través de la pantalla, escucho sus voces en audio. Inventemos abrazos de verdad… “cuando termine la cuarentena, y te asusten los monstruos, vení a casa que te voy a abrazar” dice Pedro. Simulacros de abrazo en la lejanía, convenidos simulacros.

Un amor me dice… “no hay más que hoy, no falta nada, escucha eso que se le escapa a la ansiedad de un después”. Me propongo repetirlo como un mantra… no funciona. Sí, su voz.

Conversación en zoom con un grupo de maestrxs… plano cuadriculado expone rostros y nombres en formato foto carnet. Iconos de micrófonos cruzados o despejados indican el silencio o la toma de la palabra. Conversamos sobre escuelas que se desdibujan sin territorio, profesorxs que distraídos de sus planes se encuentran enredados en charlas inesperadas. Lapsos de olvido mediático. Desvíos de aislamiento.

Otto baila, sonríe, busca con su mirada el rostro de su papá, de su mamá. Sigue con su rutina o casi. Los  jueves íbamos a la plaza. ¿Hace cuánto ya no es jueves?

14 de abril

15 hs. Me quedé sin efectivo. Y sin huevos y sin aceite. Me obsesiona el budín de banana que imagino cocinar. Y no es posible sin huevos ni aceite. Salgo con la idea de volver en media hora. Estoy en una interminable cola, pregunto la hora. No tengo celular. Cinco y veinte me contesta el de atrás mío. Aún resta un rato para mi turno. Dos personas delante. Cada compra que me antecede me resulta interminable. Respiro, vacilo entre irme o quedarme. Ya perdí una reunión acordada por whatssap y mi sesión de análisis. Me quedo. Nada justifica continuar postergando el budín de banana.

Regreso a paso firme tratando de desafiar el cansancio que me invade. Luego del trámite agobiante que se repite cada vez al volver, subo las escaleras. Me tiro al sillón en el que suelo leer y ahí, esperándome nuevamente Piglia. Leo un párrafo del Diario en el que Renzi relata una caminata post resaca. Descalzo recorre la calle Ayacucho cubierto de un gabán que esconde su pijama. Una ansiedad se fija en mi estómago. ¿Cómo es que vagabundea tan liviano frente al peligro del virus?. Todos los tiempos son este tiempo.

15 de abril

Me despierto abombada. Dormí mal, de a intervalos. Soñé que abrazaba a mi hija. No recuerdo más. ¿Me pregunto de qué sirve el análisis hoy? Se me angostan las palabras.

Ayer abrí una canilla del baño, intenté cerrarla pero giraba en falso. La opción plomero descartada. Desconozco donde se encuentra la llave de paso. La profecía de la biblia se encarnó en mi casa… “haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches y borraré de la faz de la tierra a todo ser viviente que he creado”.

20 de abril

Leo un escrito de Ana Longoni. No alcancé a conocerla el pasado septiembre cuando estuve con María Acaso, Amador y otra gente en el Reina Sofía charlando sobre las formas urgentes de perforar tanto automatismo que insiste en las escuelas. Leo “No tener olfato”. Es curioso que su relato pequeño se “huele”, su escritura emana olores, sensaciones físicas. Me anima leerla, como si aún hubiera algo que descubrir. No en el encierro sino en lo que se filtra. Encontrar maneras de decir que huelan a ajo, jengibre, cúrcuma y ganas.

26 de abril

Me enfundo para salir, camino unas cuadras… aún no llegué a los 500 metros permitidos. Licencia de cinco cuadras dan respiro. Me cruzo con un vecino que va sin barbijo. Estiro el brazo, le rozo la mano. Me acompaña el tacto de su mano unos segundos. Ey no podés salir así, le grito tras mi barbijo con una sonrisa cómplice. Se ríe. Hace cuánto no sonrío por la calle. Hace cuánto. La atmósfera pesa. Humedad y sordidez. Caminantes con sus compras cabisbajos. Bolsas que dejan ver alimentos. Necesitamos nutrientes. Me paro frente a un negocio. Levanto la mirada al cielo. Calles que tanto pisaba hoy están cubiertas de amarillo, colchón de hojas que crujen al pisar. Mullidas, doradas… Abro la puerta de mi casa, tiro las bolsas… cierro. Un poco más, unas cuadras más. Unos metros más…

Leo el diario por internet. Una entrevista a Alberto. “¿Cómo puede enojar una cuarentena si es para cuidar la vida”? Me tranquiliza que sea él y no ese que lo antecedió. Me tranquiliza no parecernos a EEUU ni a Brasil. ¿Qué es vivir? ¿Un corazón latiendo? A mí me late cuando juego con mis nietos, cuando mi amor me abraza tan fuerte que temo que mi columna se quiebre. Me late cuando quiero probar cómo no ser tanto yo. Adentro conjuro al bichito, adentro vivo cuando habito las fisuras ignoradas de mi sabida casa…Vivo cuando olvido el encierro, cuando imagino los abrazos que vendrán. Bancamos Alberto, pero no olvides que una vida se cuida cuando se vive “sin techo”, en horizontal.

Hace días charlaba por teléfono con un querido amigo. Solíamos encontrarnos de tanto en tanto. Mate, abrazos y divagues nos unía. Las moléculas interpretan escribe en una nota que acabo de leer. Le pregunto, frente al vértigo de indiferenciarnos con microscópicos organismos, ¿las moléculas se enamoran? ¿sufren? ¿Se ríen?. No hubo mate, sí abrazos y divagues que pueblan un tiempo sin contacto.

Fuente: https://www.flacso.org.ar/noticias/detras-del-vidrio-diario-de-la-pandemia/

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Fundación Círculo Remolino y OMEP invitan al conversatorio «El contexto del Covid-19 y las infancias en confinamiento»

América Latina y El Caribe/21-05-2020/Autor(a) y Fuente: Fundación Círculo Remolino y OMEP

[Live por instagram ]
¿Qué debemos aportar los (as) educadores ante la pandemia? ¿Qué cambios está induciendo el contexto actual en la niñez? ¿Cómo impedir que el distanciamiento afecte su socialidad? ¿Qué sería entonces la afectualidad?
¿Desde qué perspectivas se debe repensar la indefensión de la niñez? ¿Qué implica re-habitar el mundo?
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Son algunas de las preguntas que reflexionaremos este viernes.
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Fundación Círculo Remolino, en alianza con la Organización Mundial para la Educación Preescolar, latinoamérica y el caribe.
Proponemos la quinta conversación en Live, a través del instagram de nuestra fundación, bajo el contexto del Covid-19 y las infancias en confinamiento.
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Queremos invitarles a ser parte de esta conversación el día viernes 22 de mayo en los siguientes horarios:

19:00 hrs en Chile 🇨🇱 y Venezuela 🇻🇪 / Paraguay 🇵🇾
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18:00 hrs Colombia 🇨🇴 / México 🇲🇽 / Perú 🇵🇪
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20:00 hrs Argentina 🇦🇷 / Brasil 🇧🇷/ Uruguay 🇺🇾
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En esta ocasión nos acompañará Iliana Lo Priore. Doctora en Educación. Msc. en Currículo y Esp. en Desarrollo Infantil y Diversidad. Presidenta de la OMEP Venezuela 🇻🇪 , Profesora Universitaria.
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Nos vemos el viernes junto a @ilianalopriore

Fuente e Imagen: Fundación Círculo Remolino y OMEP

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