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Las intuiciones en la educación

Por: Sydia Candanedo de Zúñiga

Nunca imaginé que, a mi avanzada edad, encontraría información tan impactante como para revolucionar los conceptos que yo tenía sobre la historia del conocimiento, cuando escuché las palabras del filósofo mendocino Enrique Dussel, quien expresó de una manera didáctica en ese extraordinario programa televisivo, Dossier, sus teorías sobre la modernidad y la europeización del conocimiento, situación que devino con la conquista de América y que alteró el relato de cómo se entendía el desarrollo del conocimiento en el mundo y de la cultura de los pueblos. Esa alteración —dijo el filósofo— se concretó cuando los escritores románticos alemanes ‘decidieron’ que el conocimiento era creación de los europeos, y dividieron la Historia en las épocas que nos han estado enseñando en las escuelas a lo largo y ancho del planeta. Todo lo anterior me ha hecho descubrir que no debe ser ya un ‘basta de historias’, como dijera equivocadamente un periodista, sino más bien un ‘basta de falsas historias’, como lo plantea positivamente Enrique Dussel. Hay que saber, por ejemplo, que la filosofía no nació en la antigua Grecia, sino mucho siglos antes en Egipto, que la imprenta no fue invento de Gutenberg, sino de los chinos y que Alepo, ahora bombardeada, fue cuna del conocimiento aristotélico.

Hace poco en nuestro país, celebramos dos fechas emblemáticas; el Día del Maestro, y el Día de la Madre, las que me recuerdan siempre a mi progenitora, Aurelia Castillo de Candanedo, educadora chiricana que dejó su impronta en varias generaciones de niños que después descollaron como profesionales en nuestro país y que muchos de ellos, la resaltaban por su profundo conocimiento que recibieron y por la forma como ella enfrentaba los temas. Yo recuerdo a mi madre preparando ‘las intuiciones’, que no son más que el material didáctico hecho con cartulinas, figuras, recortes y con el uso de cuentos y rondas infantiles para facilitar al estudiante la comprensión sencilla de la materia de una manera real, inmediata y directa.

Pues bien, para aquellos años en que ese ser que me trajo al mundo era mi maestra, en nuestro país había un desarrollo extraordinario de la Educación, porque se era maestro por vocación, en las escuelas normales y con buenos profesores que sí existían. Además, en Panamá convergían grandes educadores de otros países con culturas superiores a la nuestra y hay que decirlo, teníamos igualmente ilustres personalidades, panameños raizales, dirigiendo los destinos de nuestra educación y la cultura. Panamá en esos años se convirtió en un Estado Docente, con una dirigencia política que le daba valor a la educación, apoyada como algo positivo por el pueblo panameño y desarrollada en base al pensamiento universal. Mi madre contribuía con su granito de arena con la educación nacional y casi sin saberlo era parte de ese engranaje valiosísimo que teníamos en nuestro país y que nos llevó a tener importantes organizaciones como el Magisterio Panameño Unido y la Antigua Asociación de Profesores. Y era tan pujante nuestra educación que pienso que de seguirla desarrollando, hubiéramos llegado a otros niveles, de manera que tal vez se hubiese arribado a excelentes conclusiones parecidas a las de Dussel.

No obstante, ese desarrollo en la educación y la cultura nuestras, fue cortado, especialmente a partir de los años de la dictadura militar y desde entonces el caminar educativo fue de tumbo en tumbo, sin encontrar la brújula que nos llevaría hoy, hacía la luz del conocimiento.

Sí, es cierto, en América Latina, para aquellos años, no sabíamos ni remotamente lo que plantea actualmente el sabio filósofo Enrique Dussel, sobre todo, cómo se ha estado manipulando la historia del conocimiento, al atribuirle todos los logros de la civilización a Europa y a los países beneficiarios de la modernidad; es decir, a las culturas del norte. Diría yo que entonces por ‘intuición’ sentíamos que se nos daba una educación que nos colocaba a los países del Sur como segundones, pero haciendo un juego de palabras, las ‘intuiciones’ didácticas de mi madre y de otros maestros de la época, nos llevaban al fondo de lo que es nuestra verdadera cultura, aunque lo hicieron parcialmente porque tal vez la cultura latinoamericana estaba en formación y el conocimiento de lo nuestro era muy limitado.

Pienso que ahora las cosas han cambiado. El mundo está preparado para dar, efectivamente, un salto enorme para cambiar la ‘geopolítica del conocimiento’ y de la cultura de los pueblos. Sobre todo de nuestra América Latina que debe ‘descolonizar su pensamiento’, como dijo el filósofo en su disertación. Sin embargo, el hecho de que estemos listos para ese desarrollo de la educación y de la cultura, de revolucionar la forma como se debe enseñar, no nos hace menos vulnerables a las fuerzas centrífugas que desintegran y que se resisten a ese desarrollo del verdadero conocimiento. Por eso se hace necesario entender, más allá de lo que expresara el filósofo argentino Enrique Dussel, como conclusión de su análisis claro y contundente, que los latinoamericanos ‘o inventamos, para brillar con luz propia, o vamos camino a la destrucción’.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/intuiciones-educacion/23975995

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Libro: Repensando los Bienes Intelectuales Comunes

Repensando los Bienes Intelectuales Comunes

  • Año: 2009
  • Editor: Universidad Nacinal de Quilmes
  • Páginas: 223 páginas
  • Idioma: español
  • Desde: 26/07/2011
  • Tamaño: 2.87 MB

Sinopsis: Repensando los bienes intelectuales comunes’ analiza, desde un enfoque socio­ técnico, las tensiones jurídico­políticas que se presentan entre la apropiación y la liberación de los bienes y obras intelectuales en la era digital. En la tesis se describen los procesos de co­construcción entre las regulaciones de derecho de autor y derecho de copia y las tecnologías digitales orientadas a la gestión de estos derechos.

Para ello, se analizan tres casos que evidencian las tensiones entre la apropiación y la liberación de bienes intelectuales y muestran estos procesos de co­construcción. El primer caso de análisis es un artefacto anti­copia diseñado por la corporación comercial Sony­BMG Music Entertainment. El segundo es el sistema de licencias abiertas de reserva selectiva de derechos de autor y derechos de copia de Creative Commons Corporation. El tercero es el sistema de gestión de obras intelectuales del mundo virtual llamado Second Life. Las nuevas formas regulativas vinculadas al diseño de las tecnologías definen el futuro político, cultural, social y económico de las sociedades.

La tesis tiene por finalidad alentar y fortalecer estas discusiones jurídico­políticas y tecnológicas a escala regional y global.

Link para descargar: https://openlibra.com/es/book/download/repensando-los-bienes-intelectuales-comunes

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Tecnologías libres y geopolítica del conocimiento

Por: Santiago José Roca P.

En este trabajo nos proponemos realizar algunas precisiones en torno a un modo de interpretación del conocimiento y las tecnologías libres en el cual éstos dialoguen con la perspectiva de una geopolítica del conocimiento del Sur. Para ello estableceremos relaciones entre ciertos elementos para fundamentar el concepto de que el conocimiento y las tecnologías libres son categorías que pueden integrarse en los esfuerzos por decolonizar la producción material y de saberes, ayudar a construir estilos tecnológicos no dependientes y formar una geopolítica multipolar del conocimiento y el desarrollo integral de la región. Apuntamos hacia la exploración y la fundamentación de la idea de que, en contraste con las prácticas del capitalismo cognitivo, el esquema de producción abierta y de gobernanza orientada a los bienes comunes puede proporcionar una palanca para cultivar el sentido de una geopolítica del conocimiento enraizada en el Sur.

Palabras Clave: geopolítica del conocimiento, tecnologías libres, bienes comunes, Sur global.

Introducción: En torno a la geopolítica del conocimiento y el desarrollo.

La ciencia y la tecnología son ciertamente una mediación esencial para el desarrollo y la riqueza de un país, no sólo cuantitativa, sino cualitativa, pero deberían estar orientadas no con criterios meramente universales y abstractos de las potencias científicas y tecnológicas que han dominado la situación en el mundo moderno en los últimos cinco siglos. La ciencia y la tecnología no tienen un valor abstracto, sino que deben concretarse en las exigencias de un país o de una región. Es necesaria una política de descolonización epistemológica y tecnológica.

Enrique Dussel, Hacia la liberación científica y tecn ológica [1]

Es conocido que las dinámicas de producción y validación del conocimiento científico y tecnológico se encuentran vinculadas con esquemas colonialistas, cuyo fin es conservar el saber, los talentos y los recursos del Sur como patrimonio susceptible de explotación en tanto que forma de dominación sociocultural [2][3]. Dado que los modos de reproductibilidad del saber están vinculados con estos esquemas, las políticas de desarrollo de la región poseen un sesgo eurocéntrico, lo cual explicaría la aparición de estilos tecnológicos desarrollistas o neocoloniales como formación social acorde con la posición geopolítica asignada al Sur1 [4]. De esta manera, la construcción de alternativas de desarrollo endógeno y de estilos tecnológicos creativos se encuentran a contracorriente de la colonialidad del poder/saber eurocéntrico e involucra otra geopolítica del conocimiento.

Tomemos en cuenta también que la comprensión de la tecnología como fenómeno social está cambiando muy rápido. La transformación de las sociedades industriales en post-industriales ha generado conceptos como “sociedad del conocimiento” en el contexto de una geopolítica de desarrollo desigual donde coexisten el capitalismo cognitivo con la explotación mineral. La articulación de este modelo hace posible la interdependencia entre “mundos” de desarrollo desigual según la fuente de valor mercantil sea el monopolio del conocimiento tecnológico o de las actividades de minería. Así mismo se han desplegado formas de extracción del capital cognitivo de la periferia capitalista mediante cercos impuestos por políticas de propiedad intelectual, una institucionalidad eurocentrista que destina sus recursos y talentos a los problemas del centro [6][7], e incluso por prácticas de outsourcing para la creación de productos tecnológicos que luego se concretan como mercancía en otros mercados. Fenómenos como la precarización del trabajo y el endurecimiento de las políticas de propiedad intelectual aparecen como parte de modos de gestión cerrados y centralizados que caracterizan las dinámicas del capitalismo cognitivo [8][9].

En un escenario en disputa, no deja de ser pertinente reclamar modos alternativos de gestión del conocimiento que puedan contribuir con la superación del extractivismo como expresión del capitalismo dependiente y del colonialismo cultural. Es por ello que la creación de una sociedad del conocimiento del Sur aparece como una empresa postcapitalista y decolonial, a su vez determinante para una geopolítica del conocimiento y el desarrollo. Sólo desde esta perspectiva el capitalismo y el colonialismo aparecen como problemas a los cuales se oponen los elementos de una geopolítica del Sur: multipolaridad, postcapitalismo y decolonialidad.

El conocimiento y la tecnología libre como modelo de producción abierta.

Cuando hablamos de conocimiento y tecnologías libres nos estamos refiriendo a creaciones cuyos procesos de producción son “abiertos”. Por ejemplo, el “software libre” involucra dinámicas de trabajo colaborativo que contrastan con el ciclo de producción cerrado de una cadena de montaje, por lo cual, a diferencia de un esquema de diseño propietario, los programas generados pueden ser modificados por los usuarios. Se puede sintetizar esto con el concepto de “diseño abierto”. Un diseño es abierto si está pensado para que el ciclo de vida de un producto trascienda la manufactura y uso del bien. Las denominadas “libertades del software” (ejecución, modificación, redistribución y copia del software [10]) dan cuenta de un ciclo de producción que incluye la transformación constante de los bienes finales. En contraste, el diseño privativo, basado en ciclos cerrados y productos “terminados”, establece que todo producto alcanza una forma final que precede a su utilización y obsolescencia. Esto es una manera de afianzar el monopolio sobre la conceptualización, la producción, la distribución y el uso de los bienes y servicios, lo cual queda establecido explícitamente en las normas de propiedad intelectual que se deriva de ese modelo.

Si damos pie a la comparación con la cadena de montaje, podemos decir que los procesos de producción en tecnologías libres integran directrices como la horizontalidad, al iteratividad, la flexibilidad y la descentralización; en contraste con la jerarquización, la linealidad, la especialización y la centralización de los modelos de producción cerrados. Además, en cuanto que el conocimiento es objeto de intermediación, existe una valoración del mismo como un recurso compartido y como un bien común (“commons”), y no sólo como bien mercantil (“commodities”), por lo que son necesarios el acceso a los datos y la existencia de comunidades políticas de productores-usuarios, o “produsuarios”. El enfoque de producción abierta ha entrado en diferentes áreas del conocimiento, de manera que podemos identificar su presencia en corrientes como la investigación colaborativa, el acceso abierto a las publicaciones, el software y el hardware libre, la manufactura distribuida y las licencias libres.

En el contexto de un ecosistema de productores podríamos precisar un sistema de intercambio en el cual aspectos como financiamiento, diseño, manufactura, distribución, consumo y reutilización se desarrollan con parámetros como participativo, horizontal y distribuido, lo que ha recibido denominaciones como “economía colaborativa” [11] y “economía social del conocimiento” [12]. En este sentido, el modelo de producción entre pares o peer-to-peer (P2P) ejemplifica un esquema de producción abierta que apunta a la creación de valor de uso a través de la cooperación de productores organizados en una comunidad asociativa, con acceso a capital distribuido y con respeto a modos de propiedad común [13]. Entre algunos aspectos representativos de este modelo tenemos: capital nominal y real distribuido, procesos de producción abiertos, creación de valor de uso, coordinación colectiva, propiedad común, interés social. Estos conceptos involucran una comprensión distintiva de elementos como el capital y el trabajo en tanto que factores de la producción de bienes tangibles e intangibles.

Ahora bien, existen algunas tendencias problemáticas en torno a la apropiación del modelo de producción abierta, consecuencia de la presencia del capitalismo cognitivo como forma actualizada del capitalismo contemporáneo. Entre tales tendencias podemos mencionar las siguientes:

  • El precedente histórico del neoliberalismo puede generar presión para que se transfieran a la sociedad las competencias del Estado a través de la externalización de costos, como en los casos de la seguridad laboral y las actividades de interés social.
  • Persistencia de una lógica monopólica en fenómenos como el capitalism o netárquico, representado por emprendimientos que conjugan arquitectura de redes con un modelo de negocios cerrado orientado a la concentración de capitales, a pesar de que implementen modelos y herramientas de código abierto [14].
  • La denominada “gig economy”, o economía del trabajo “a destajo” como forma de institucionalización de la precarización laboral generalizada, popularizada gracias a la utilización de plataformas de servicio digitales2.
  • Una interpretación rentista del conocimiento libre, es decir, la comprensión (colonialista) de que el conocimiento como producto se equipara a la renta minera y que debe repartirse según la lógica redistributiva del Estado, perspectiva que reproduce la carga del rentismo en aspectos como la ausencia de relación percibida entre el trabajo como factor de producción y la creación de valor social.

Es claro que en cada uno de estos esquemas se mantienen las condiciones de apropiación privada del valor generado por el trabajo cognitivo, premisa de fondo del capitalismo cognitivo. Al mismo tiempo, tales esquemas apoyan la división internacional del trabajo y el desarrollo desigual, vistos en escala global. La presencia de estas tendencias justifican la exploración de una sociedad del conocimiento que reúna una geopolítica multipolar, una economía no-mercantilista y una institucionalidad cultural decolonial.

La producción abierta como problema de decisión política.

Podemos hacer una comparación entre el modo de producción abierta y formas de organización tradicional como la cayapa, el convite y la manovuelta. De esta forma podríamos ver analogías entre la manovuelta y la producción entre pares en cuanto que formas de organización vinculadas con el valor de la reciprocidad; entre la cayapa y el trabajo colaborativo, entre el convite y el aporte colectivo (crowdfunding) y entre el conuco (o taller) y los nodos de fabricación distribuida con impresoras 3D. Esta coincidencia resulta de que el momento actual de desarrollo de medios de producción como las tecnologías de información favorece el regreso de formas de organización cooperativas que precedieron al capitalismo industrial. Por lo tanto podemos afirmar que la exploración de las tecnologías libres apoya la búsqueda de alternativas a la racionalización capitalista de la producción y el trabajo, las cuales a su vez son consustanciales con la colonialidad del poder y del saber [2]. En este sentido la idea de formular modos alternativos de producción puede hallar su espacio en las raíces de una geopolítica decolonial.

Por lo tanto, estamos ante una discusión que tiene siglos: el gobierno de la actividad económica. Diferentes propuestas pueden derivarse del liberalismo, el anarquismo o del socialismo, por nombrar algunas categorías de filosofía política. Por ejemplo, en la filosofía del conocimiento libre existe una presencia importante del libertarianismo y del comunitarismo liberal, por lo cual se tiende a la defensa de los derechos del individuo o de la comunidad autónoma frente a los monopolios económicos (corporaciones) y políticos (Estados). Por lo tanto, es necesario poder describir el problema no sólo en términos estrictamente económicos o técnicos, sino también políticos.

Evidentemente, esto guarda relación con las dimensiones económica y técnica del modelo de desarrollo. Las tecnologías libres apoyan el cuestionamiento y la transformación del conjunto de relaciones productivas que caracterizan el capitalismo periférico y que obstaculizan la creación no sólo de valor mercantil, sino de valor social (“externalidades positivas” de la actividad económica [9]), importante desde la perspectiva de una economía del conocimiento como bien común de interés público. Para que ello sea posible se requiere formular un esquema de creación de valor social fundado en el conocimiento libre y diseñar los momentos de despliegue de las potenciales cadenas productivas en esta área, distribuidas territorialmente con una perspectiva de desarrollo endógeno y con visión de multipolaridad. En el caso de las economías extractivistas, el conocimiento y las tecnologías libres pueden proporcionar elementos para revisar los esquemas de capacitación, diseño, manufactura, procesos productivos y de consumo. Así mismo pueden ayudar a fomentar la captación de programas informáticos, maquinarias, equipos, procesos técnicos y esquemas de gestión que contribuyan con la creación de capacidades productivas distribuidas territorialmente.

La gestión participativa de la producción abierta: el conocimiento como bien común.

En el plano estratégico, este modelo requiere establecer modos de coordinación entre productores, que ayuden a formar consensos en torno a temas como la gobernanza de la actividad económica y el régimen de propiedad, para superar las limitaciones del capitalismo periférico y la recepción colonialista de los modos de producción libres3.

En cuanto a la coordinación entre productores uno de los objetos de cooperación es el acceso al conocimiento. Ahora bien, es necesario hacer precisiones para distinguir entre el conocimiento como “recurso compartido” y como “bien común” (“commons”, “procomún”). Por una parte, el conocimiento es un recurso compartido cuando se hace énfasis en los datos y en el acceso a los repositorios. Un ejemplo es el concepto de Open Access, que se orienta principalmente a proteger el libre acceso a productos de investigación [15]. Pero el conocimiento es además un bien común si, con énfasis en los sujetos y las relaciones, se garantiza el acceso en contextos sociales definidos por vínculos de reciprocidad. Un ejemplo podemos extraerlo de experiencias de gestión de los recursos comunes naturales [16] y los movimientos que proponen el intercambio de semillas, como Open Source Seed Initiative (http://osseeds.org/), por citar sólo uno4. Si bien en ambos esquemas existen normas que franquean el acceso a los recursos, en el primero es suficiente satisfacer la condición de no exclusión de los bienes, mientras que en el segundo es necesario además el consenso activo de los participantes. Según nos inclinemos de uno u otro lado podremos hablar de un énfasis en el repositorio o un énfasis en la comunidad.

Aunque ambos esquemas son permeables, el segundo está más cerca del comunitarismo y del interés en la regulación colectiva de las actividades de producción. Éste incluso puede entenderse dentro de un abanico de alternativas. En síntesis, un bien es “común” si existe una comunidad política plural que ejecute modos de autogestión de los recursos compartidos. De esta manera, la regulación comunal proporcionan la calidad de “común” a los bienes compartidos, por lo que se requieren modos de establecer pautas para la gestión de los mismos [17]. Resulta pertinente entonces comprender que la definición de bienes comunes abarca el concepto de recursos compartidos y las dinámicas institucionales necesarias para gestionarlos:

El procomún es un tipo particular de ordenación institucional para gobernar el uso y la disposición de los recursos. Su característica prominente, que la define en contraposición a la propiedad, es que ninguna persona individual tiene un control exclusivo sobre el uso y la disposición de cualquier recurso particular. En cambio, los recursos gobernados por procomún pueden ser usados por, o estar a disposición de, cualquiera que forme parte de un cierto número de personas (más o menos bien definido), bajo unas reglas que pueden abarcar desde «todo vale» a reglas formales finamente articuladas y cuyo respeto se impone con efectividad. [18]

En el caso del cuidado de los bienes comunes naturales se requiere la existencia de pautas asumidas colectivamente, tales como límites claramente definidos; coherencia con las condiciones locales y mecanismos para la resolución de conflictos [16]. Si bien es necesario establecer diferencias entre los bienes tangibles y el conocimiento, dada la condición intangible de éste, puede afirmarse que la existencia de normas compartidas es una condición necesaria para la presencia de una comunidad de productores-usuarios que encuentran en el conocimiento no sólo un recurso compartido sino también un bien común.

Para el conocimiento y la tecnología, la condición de los recursos y su dinámica de creación y circulación dentro de un sistema sociotécnico funciona como intermediación en el conjunto de relaciones de los productores, sea que estemos hablando de artefactos (libros, computadoras), instalaciones (repositorios, conectividad) o ideas (datos, información, conocimiento) [19]. En el modelo de producción entre pares, el carácter distribuido de los medios de infraestructura, información y organización implica la posibilidad de compartir recursos para fortalecer cadenas de producción y de gestión distribuidas [18]. En este sentido, una red de pares productores que se relacionan en términos de reciprocidad, muy probablemente recurrirá a pautas normativas para garantizar la posibilidad de que todos puedan acceder a los recursos del conocimiento y tributar al acervo común de saberes.

En cuanto a las formas de organización, la colectivización de los medios de la producción distribuida bajo formas que procuren la socialización de los excedentes (como las redes, las cooperativas y las empresas de propiedad social) parece ser, al menos como argumento, una fórmula para contrarrestar la apropiación de los esquemas distribuidos y de las herramientas de código abierto por los modelos cerrados, centralizados y privativos, orientados a la concentración de capitales, propios de la comprensión netárquica de la economía colaborativa5 [20]. Esta orientación armoniza con la idea de que la existencia de sistemas de regulación comunitaria es consustancial con el cuidado de los recursos en tanto que bienes comunes.

La gestión participativa de la producción abierta y las relaciones de producción.

Entramos entonces en un punto que por razones de espacio no podemos más que esbozar. Evidentemente, el esquema de producción abierta tiene consecuencias específicas para la caracterización de los factores de producción. Para explorar esta caracterización, es necesario evitar dos razonamientos extremos: el conocimiento no es un bien meramente abstracto ni un bien exclusivamente material. En cambio, en la categoría que genéricamente hemos referido como “conocimiento” confluyen el conjunto de condiciones tangibles e intangibles que, dadas las relaciones entre la esfera cultural y la esfera técnica, permiten la acumulación de instalaciones, medios de almacenamiento y transmisión; información, saberes tácitos y explícitos en uso; y la regularización de funciones de interés cognitivo asumidas en un sistema abierto de construcción de saberes.

Así, por ejemplo, si consideramos el trabajo físico e intelectual como una actividad humana en la cual se invierte tiempo y energía para la producción de un bien o servicio, tenemos que preguntarnos qué significa que el proceso de producción sea “abierto” y que el producto sea “libre”. En el contexto de las relaciones de reciprocidad implicadas en la lógica de la producción de pares, el aporte del trabajo se entrega al procomún en espera de participar dentro de las mismas condiciones en el conjunto de bienes. El valor social del trabajo es absorbido en una parte por el productor, y otra parte se entrega voluntariamente al proceso de producción como abono a un esquema de beneficio colectivo, de manera que el trabajo recibe insumos del procomún y entrega así mismo resultados6. En la búsqueda de un equilibrio, el enfoque debe apuntar a negar la posibilidad de separación del conocimiento (como bien intangible) de factores como la inversión, la infraestructura y el trabajo, pero al mismo tiempo debe evitar que se trate los soportes tangibles de la información como bienes estrictamente materiales. El hecho de que el conocimiento como bien simbólico sea generado en un marco de relaciones sociales y materiales, constituye quizá el nodo crítico de los problemas actuales en torno a la comprensión de la economía del conocimiento, como delata por ejemplo la diatriba en torno a la propiedad intelectual.

Es posible que en condiciones de gobierno colectivo sobre los bienes comunes sea más viable construir el sentido decolonial de una geopolítica del conocimiento. Para ello resulta pertinente el planteamiento de formas de regulación pública que permitan evadir las lógicas del mercado y de la burocracia, pero que se conviertan en referencia para el fomento de actividades económicas fundadas en el libre acceso al conocimiento con énfasis en el desarrollo endógeno. En este caso podría interesar buscar los aportes de formas de regulación pública comunitaria, como modo de gestión no burocrático centrado en el interés público. Dicho papel sería cumplido por organizaciones civiles de carácter socioproductivo que contribuyan con la gestión participativa de recursos compartidos -como el conocimiento- en el contexto de un marco de relaciones económicas con interés en el fomento de los bienes comunes.

Conclusiones: para una geopolítica del conocimiento y el desarrollo del Sur.

El conocimiento y las tecnologías libres pueden ayudar a apalancar un enfoque decolonial que confronte a modos hegemónicos de institucionalización de la producción de conocimiento y, por tanto, de prácticas vinculadas con la planificación del desarrollo que se asocian a estilos tecnológicos propios de culturas coloniales/desarrollistas. No obstante existe el riesgo de recolonización a través de la recepción de nuevas “ofertas” tecnológicas que encubren prácticas de capitalismo cognitivo y de posiciones de talante regresivo asumidas socialmente (como la interpretación rentista del conocimiento). La regulación comunal (énfasis en la comunidad política) en tanto esquema de gobernanza de la producción de pares, aparece como alternativa para la gestión participativa de iniciativas orientadas a la economía del conocimiento, en comparación con formas de interpretar el conocimiento libre más afines con la importación de patrones culturales y estilos tecnológicos. Así mismo, es posible que en el seno de redes para el cuidado del conocimiento como bien común existan mayores posibilidades de cultivar un proyecto de autonomía decolonial.

La economía política de los bienes comunes puede tener cabida en la estructura de un proyecto nacional de vocación cívica y popular. Esto enlazaría con una política de cooperación Sur-Sur y de integración multipolar. De este modo el esquema de producción abierto aparecerá como elección política y no como una ilusión determinista y potencialmente recolonizadora. Para ello, es importante conservar la referencia de que no se trata sólo de recursos compartidos, sino de la socialización de los recursos tangibles/intangibles y de los modos de gestión, por lo que la comunidad política tiene un papel protagónico. Por ejemplo, una política de Open Access convencional se concentra en la difusión de los productos de investigación, pero las dinámicas de creación de conocimientos y el contenido de los resultados se encuentra ausente de su ámbito de preocupación [1 5 ] . Por lo tanto, una política de Open Access enfocada en los repositorios y no en la comunidad de investigación, no tiene por qué considerar un problema el hecho de que los productos de investigación sean resultado de un conjunto de relaciones neocoloniales, ni que los contenidos reflejen una visión eurocéntrica. Esto sólo aparece como problema a partir del cuestionamiento planteado por la decolonialidad como vertiente sociocultural de una preocupación geopolítica y económica que necesariamente planteará la re-institucionalización de las relaciones de creación y aplicación de conocimientos [21].

El enfoque de modos de producción abierta vinculados con modos de gobernanza colaborativa de los recursos compartidos/bienes comunes puede convertirse en palanca para la formulación de un modo de desarrollo integral que trascienda la concepción reduccionista del desarrollo económico. La economía del conocimiento como bien común de interés público, pensada desde el Sur, se muestra relevante entonces para una geopolítica del conocimiento y el desarrollo, en particular porque representa una oportunidad para cultivar potencialidades culturales que permitan formular estilos tecnológicos que apoyen una geopolítica multipolar. Por tanto, la producción distribuida desde una geopolítica del Sur puede convertirse precisamente en parte de una propuesta de desarrollo para el Buen Vivir.

Referencias

[1] Dussel, E. (2014). «Hacia la liberación científica y tecnológica». América Latina en Movimiento. Ciencia, tecnología e innovación en la integración suramericana. N° 493, Marzo. Ecuador: ALAI.

[2] Quijano, A. (2000). “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. En: Lander, E. (Comp.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO.

[3] Lander, E. (2000). “Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos”. En: Lander, E. (Comp.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO.

[4] Varsavsky, Oscar (2006). Hacia una política científica nacional. Caracas: Monte Ávila.

[5] Graham, M. (2014). «The Knowledge Based Economy and Digital Divisions of Labour». R. Potter. (Ed.) In Companion to Development Studies. 3° Edición. Hodder. 189-195. Disponible en: https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2363880

[6] Lander, E. (2001). “Los derechos de propiedad intelectual en la geopolítica del saber de la sociedad global”. En: Comentario Internacional. Revista del Centro Andino de Estudios Internacionales, no. 2, II semestre, 2001.

[7] Lander, E. (2005). “La Ciencia Neoliberal”. En: Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. (11) 2. Caracas, Venezuela.

[8] Vercellone, C. (2004) “Las políticas de desarrollo en tiempos del capitalismo cognitivo”. En: Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Madrid: Traficantes de sueños.

[9] Boutang, Y. M. (2004). “Riqueza, propiedad, libertad y renta en el capitalismo cognitivo”. En: Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Madrid: Traficantes de sueños.

[10] GNU Foundation (2016). “¿Qué es el software libre?”. Disponible en: https://www.gnu.org/philosophy/free-sw.es.html

[11] B auwens, M. (2012). Synthetic overview of the collaborative economy. Orange Labs – P2P Foundation.

[12] Vila-Viñas, D. & Barandiaran, X.E. (Eds.). Buen Conocer – FLOK Society. Modelos sostenibles y políticas públicas para una economía social del conocimiento común y abierto en el Ecuador. Quito, Ecuador: IAEN-CIESPAL.

[13] Bauwens, M. (2005). “La economía política de la producción entre iguales”. P2P Foundation. Disponible en: goo.gl/C5abJt

[14] Fernández, M. y Del Moral, L. (2016). “La ética hacker frente al capitalismo netárquico: software libre y peer production en las iniciativas de Economía Colaborativa en Andalucía”. Revista Teknokultura Vol. 13(1), 141-168.

[15] García, D. y Rendueles, C. (2014). “Abierto, libre… y público. Los desafíos políticos de la ciencia abierta”. Argumentos de Razón Técnica, nº 17, 2014, pp. 45-64.

[16] Ostrom, E. (1990). Governing the Commons. The evolutions of institutions for collective action. EUA: Cambridge.

[17] Ostrom, E. (2008). «El gobierno de los bienes comunes desde el punto de vista de la ciudadanía». En: Helfrich, S. Genes, bytes y emisiones: Bienes comunes y ciudadanía. México: Ediciones Böll.

[18] Benkler, Y. (2003) «La economía política del procomún». Novática, 163, Mayo-Junio. España.

[19] Ostrom, E. y Hess, Ch. (2001). «Artifacts, Facilities, And Content: Information as a Common-pool Resource». Conference on the Public Domain, Duke Law School, 09 de noviembre de 2001.

[20] Scholz, T. (2016). Cooperativismo de plataforma. Desafiando la economía colaborativa corporativa. Barcelona, España: Dimmons.net. Investigación acción en producción procomún. Internet Interdisciplinary Institute (IN3) – Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

[21] Roca, S. (2015). “Geopolítica del Conocimiento: repensar el Acceso Abierto desde el Sur”. Revista Conocimiento Libre y Licenciamiento. Conocimiento Libre a la luz del Pensamiento Bolivariano. N° 10 – Especial. Mérida: CENDITEL; pp. 36-53.

Nota: este artículo aparecerá publicado en la Revista “Conocimiento Libre y Licenciamiento – CLIC”. N° 13. Mérida, Venezuela: Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres (CENDITEL). Disponible en: http://convite.cenditel.gob.ve/

1Los resultados de esta forma de división internacional del trabajo pueden verificarse en la distribución geográfica de los resultados de la creación intelectual. Véase por ejemplo: [5] .

2Véase por ejemplo: Arun Sundararajan (26-07-2015). «The ‘gig economy’ is coming. What will it mean for work?». The Guardian. Disponible en: https://www.theguardian.com/commentisfree/2015/jul/26/will-we-get-by-gig-economy

3Esto implica ejercer presión contra la institucionalidad de la formación económica rentista. El fracaso del modelo económico-institucional del Estado rentista, en cuanto que mantiene la dependencia de la renta, representa una amenaza para las conquistas sociales en particular en aquellas sociedades que han abrazado una suerte de extractivismo redistributivo.

4Léase por ejemplo: López, G. (16-04-2016). «La iniciativa de Semillas de Código Abierto en contra de las corporaciones». El Salmón Contracorriente. Disponible en: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?La-iniciativa-de-Semillas-de

5Como propuesta en este sentido, puede verse por ejemplo: Carson, K. (01-03-2016). «Which Way for the Gig Economy?». P2P Foundation. Disponible en: https://blog.p2pfoundation.net/which-way-for-the-gig-economy/2016/03/01. Algunas plataformas promueven directamente el cooperativismo como alternativa al modelo privado. Véase como un caso: Platform Cooperativism. Disponible en: http://platformcoop.net/about

6Así, desde una perspectiva que considera la producción de tecnología como proceso y como sistema abierto, un esquema de este tipo puede proporciona mayores posibilidades de brindar retornos sociales positivos a los participantes y los no-participantes directos del sistema sociotécnico.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219929

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Entrevista al filósofo Wolfgang Fritz Haug: “Lo fundamental para Marx es entender los procesos reales, lo que está en el mundo”

Entrevista al filósofo Wolfgang Fritz Haug, editor del “Diccionario Histórico-Crítico del Marxismo”
“Lo fundamental para Marx es entender los procesos reales, lo que está en el mundo”
 
Enric Llopis

A los 80 años continúa intelectualmente activo, escribiendo y publicando. Antes de jubilarse, entre 1979 y 2001, Wolfgang Fritz Haug fue profesor titular de Filosofía en la Universidad de Berlín. Pero esto sólo en teoría, pues lo que hizo fue reconvertir la asignatura en “filosofía de la praxis”; así la impartía desde un punto de vista marxista y feminista (por la influencia del movimiento feminista alemán de mayo del 68, y de su mujer Frigga Haug, especialista en la obra de Rosa Luxemburgo). Hoy continúa en el empeño de sacar adelante una magna obra en 15 volúmenes, y de la que se han publicado 10: el “Diccionario Histórico-Crítico del Marxismo”, que cuenta con varios artículos vertidos al castellano. En 2016 también vio la luz en lengua castellana “Lecciones de Introducción a la Teoría del Capital” (Laertes). Dentro de su vasta producción, en México se tradujo “Publicidad y consumo. Crítica de la Estética de Mercancías”. Wolfgang Fritz Haug está afiliado a Die Linke desde la fundación del partido en 2007 y es miembro del Consejo Científico de ATTAC. Fundó y dirigió durante muchos años la revista de filosofía y ciencias sociales “Das Argument”, que intentó ser heredera de “Zeitschrift für sozialforschung”, la publicación lanzada por Max Horkheimer. El filósofo alemán ha participado en la presentación del último número de la revista “Pasajes” (primavera de 2016) en la Universitat de València (La Nau).

-Fundaste y eres actualmente coeditor y director científico del “Diccionario Histórico-Crítico del Marxismo”. Hace una década pronunciabas en el estado español conferencias sobre el legado de Marx ¿Piensas hoy lo mismo que en 2007?

La respuesta es sencilla. Tenemos un capitalismo absolutamente global por primera vez en la historia. Y para los fundamentos del análisis del capitalismo, no hay teoría más fuerte y que a la vez nos oriente hacia la verdad que el marxismo. Pero en 2007 se trataba de otra cosa. De Marx se tenía la impresión, tras el final de la Unión Soviética, de un pensador pre-totalitario y determinista. Yo quise enseñar otra cosa, la “sorpresa” del Marx real. Lo que, con el filósofo y poeta Bertolt Brecht, llamo un “campo axiomático”, es decir, un Marx que construye y forma teoría, que trabaja como teórico.

-¿Qué aspecto de Karl Marx te interesa especialmente: el rol de economista, filósofo, político, agitador o tal vez como periodista? ¿En qué aspecto piensas que tiene mayor vigencia?

Mi planteamiento es otro. Investigué la fuente del pensamiento de Marx, pero no las teorías ya hechas sino su origen. El “código-fuente” de su pensamiento. Me parece que eso es muy actual. Por ejemplo, lo que entiende Marx –y no Hegel- por dialéctica. La interpretación que creo haber descubierto no es la tradicional, ni tan siquiera es compartida hoy por la mayoría de marxianos. La mayor parte de ellos tienen un concepto de la dialéctica que es el de Hegel. Sin embargo, aunque Marx haga muchas referencias a Hegel y lo venere, su idea es la contraria. Porque uno (Hegel) es idealista y el otro, materialista (Marx). ¿Qué significa esto? Lo expliqué ayer en una conferencia durante dos horas (sonríe). Mientras que la dialéctica hegeliana es de conceptos, lo esencial para Marx es entender los procesos reales; en otros términos, lo que está en la cabeza frente a lo que está afuera, en el mundo. No pueden ser lo mismo.

-¿Así de sencillo?

Estas sencillas fórmulas siempre son “secretas”, esconden algo que no se percibe a primera vista. En el epílogo de la segunda edición de El Capital, Marx define la dialéctica como tratar todo fenómeno en el fluir de su devenir. La pregunta es, entonces, cómo se analiza el fluir del devenir de las cosas. Y aquí entra la praxis… Porque sin recurrir a la praxis resulta imposible. Es lo que trato de probar en el libro “Lecciones de Introducción a la lectura de El Capital”. En Marx la génesis es el proceso del devenir; pero muchos marxianos se han quedado en la parte de los conceptos.

-Por otro lado, realizaste la tesis doctoral sobre Sartre y la construcción de lo absurdo…

Lukács ya hizo una crítica del existencialismo, pero la mía es diferente. Responder a esta pregunta es imposible en dos palabras. El problema era cómo se construía la idea de lo absurdo; de hecho, se trataba de una tesis “deconstructiva”, aunque tampoco frontalmente en contra: todo planteamiento filosófico tiene siempre algo de valor; tener muy en cuenta este principio resulta siempre útil. ¿Si el marxismo perdió de vista durante mucho tiempo al individuo de carne y hueso? Es la división entre deterministas, objetivistas, estructuralistas y, por otra parte, los subjetivistas. La filosofía de la praxis es el conjunto.

-En el último número de la revista Pasajes (Universitat de València, primavera de 2016) publicas un artículo titulado “La digitalización: un cambio de época”. ¿Cuándo empieza este proceso totalizador, que tiene como protagonista a las nuevas tecnologías?

Empecé a estudiarlo a finales de los años 70, durante la primera etapa de la automatización de la industria alemana. Lo denominé la “arqueología del modo de producción electrónico-automático”. Ésta era la terminología de entonces. Se trata, nuevamente, del proceso del devenir. Observaba y le dediqué mucho esfuerzo a estudiar el proceso de automatización, además me preguntaba qué seguiría después. En la década de los 90, irrumpió Internet con una rapidez increíble. Así, a principios del nuevo siglo publiqué el primer volumen de la trilogía “Hightech-Kapitalismus”. El “Capitalismo de Alta Tecnología” hacía referencia a todo el cuerpo de tecnologías basadas en el ordenador. Pero la izquierda hablaba de “post-fordismo”. Mi argumento contrario era que cuando Gramsci analizó en la prisión el “fordismo”, no hablaba de “post-liberalismo”, sino sobre la realidad de su tiempo: y le asignaba un nombre. Pues bien, el nombre de la nueva época, de la fuerza de producción rectora es el ordenador y todas las tecnologías que operan alrededor de esa meta-máquina. Actualmente, incluso el individuo es un elemento en la suma de informaciones del “Big Data”. Tras la gran recesión de 2008 publiqué el segundo volumen –“Hightech-Kapitalismus in der Groben Krise”- ya que el capitalismo, al igual que ocurrió con el fordismo en 1929, tuvo aquel año su gran crisis. La pregunta pertinente es: ¿Qué va a seguir? ¿La guerra y el fascismo como entonces? La interrogante aún no tiene respuesta.

-Además de Marx, has trabajado en torno a la obra de Brecht, Mariátegui, los teóricos de la Escuela de Frankfurt… ¿Qué vigencia atribuyes a Gramsci, tan citado en los últimos años en España?

Dediqué diez años de mi vida a la traducción al alemán de los “Cuadernos de la Cárcel”, en una edición crítica de diez volúmenes. Un trabajo tremendo, que hicimos básicamente entre tres personas. Fue como una travesía por el desierto del Sahara. Actualmente hay una edición más barata a la venta (los diez libros por menos de cien euros), y cada día se venden. Ya forman parte de la cultura política de la juventud alemana, estudiantes y algunos sindicalistas. La filosofía de la praxis marxista –es decir, no especulativa, como sí lo era el materialismo tradicional objetivista- está en Gramsci, pero antes en el filósofo marxista de primera generación Antonio Labriola (1843-1904). La praxis implica, siempre, actividad humana. Ahora bien, estas tesis de Gramsci y Labriola arrancan de Marx, en concreto de las “Tesis sobre Feuerbach”, que es donde encontramos la esencia. Gente como Althusser despreciaban estas ideas, pues las consideraban para intelectuales de salón… Aunque en aquella época Althusser no sabía mucho sobre Marx. Pero yo no soy de salón, te lo aseguro: trato de poner a las teorías de Marx (sobre el capital) a la prueba de si tienen utilidad, o no, para analizar la crisis actual.

-¿Y en cuanto a la categoría gramsciana de Hegemonía?

El Partido Socialista Unificado de la RDA estuvo bajo la tutela de la URSS, al igual que los estadounidenses destacaron sus fuerzas en la RFA. Cuando Walter Ulbricht, secretario general del Partido, quiso durante los primeros años llevar una política menos rígida, menos centralista y “desde arriba” de lo que marcaban los soviéticos, éstos lo depusieron. El partido dominante en la RDA no necesitaba a Gramsci, allí se practicaba el despotismo burocrático. La categoría de “hegemonía”, central en Antonio Gramsci, fue suplantada en la RDA por el concepto de propaganda; pero ocurre que cuando la gente entiende que la propaganda no es la verdad, los efectos son peor que la nada. Lenin también utiliza el concepto de hegemonía durante la revolución rusa de 1905. Plejánov, uno de los maestros filosóficos de Lenin, aunque de otra tendencia dentro del Partido Socialdemócrata ruso, sabía bien que el final de Atenas como poder independiente en la Edad Antigua, se produjo cuanto dejó de trabajar “hegemónicamente” y lo hizo de manera despótica. En esos momentos su aliados se le fueron, era el fin… Todo esto lo tuvieron claro Plejánov y Lenin. Actualmente las izquierdas en Europa, sin poder militar y burocrático, luchan por cambios desde abajo, culturales y desde la raíz: no tenemos otra posibilidad. Die Linke también hace uso de estas ideas (de hegemonía gramsciana). La Fundación Rosa Luxemburgo de Die Linke publica selecciones de textos del filósofo italiano, lo utilizan en sus cursos y le otorgan gran relevancia práctica.

-¿Qué aspectos consideras aceptables del modelo económico y político de la RDA, que puedan ser “rescatados” de la propaganda anticomunista y el celebrado “fin de la historia”?

En 1996 fundé el Berliner Institut Für Kritische Theorie (INKRIT) para dar soporte al Diccionario Histórico Crítico del Marxismo. Tomamos como emblema para el proyecto el dibujo de Picasso para el Congreso Internacional de la Juventud Comunista celebrado en Berlín, en el que figuran una paloma en el centro y en el entorno los pueblos, en unidad plural. Brecht también adoptó este símbolo para su teatro. En fin, es algo que hemos salvado de las ruinas. Todos los años el Instituto celebra un congreso internacional en Berlín; en una edición la pregunta fue qué queda de las experiencias de planificación central, de tipo soviético, aplicadas en la RDA. Es una cuestión muy importante, que ha de estudiarse. Si se han producido errores, es importante conocerlos para que no se repitan. Pero ahora es imposible sacar unas conclusiones, tendrán que extraerlas las generaciones venideras.

-Pero con independencia de las investigaciones y la opinión de las próximas generaciones, ¿Cuál es tu balance sobre la experiencia comunista en la RDA?

Mi opinión, que no es sólo personal, sino en general bastante aceptada, es que las consecuencias pueden apreciarse en Cuba y China, donde todavía hay algo que salió de las revoluciones del siglo pasado. Esta supercentralización administrativista no funcionó. Hacen falta fórmulas que incluyan un control social y dejen espacio al movimiento de actores concretos. Una de las cuestiones medulares es cómo se realizan las innovaciones, porque planificarlas resulta ontológicamente imposible. Hay siempre un factor imprevisible en lo nuevo, y además la novedad está en la base de otros cambios. Un plan general, directivo, preveía con cinco-seis años de antelación cada pequeño detalle de la producción en la URSS. Pero durante esos años podía cambiar todo: nuevos materiales, formas de producción o necesidades. En resumen, éste era un método que ya se aplicaba en Egipto hace 4.000 años, y tampoco sabían previamente si la cosecha sería buena o no.

-¿Qué “alternativas” planteas?

Por ejemplo la tecnología digital, sería un campo en el que trabajar, pues no se requiere un centro y sería posible en cada momento cambiar los planes, casi en el momento en que surgieran nuevas posibilidades. Además se opera en red: cada terminal es “co-central” con las demás. Para ello la tecnología resulta ideal, aunque también sirva para todo tipo de “trumpismos”. Ciertamente Internet no es lo que se prometía, pero al tiempo es el medio idóneo para el autogobierno de una sociedad entera. Es decir, todo depende de los contenidos y del uso que se le dé.

-Los filósofos proponen habitualmente reflexiones de carácter general, en una sociedad cada vez más especializada y compartimentada…

Con cierta ironía a los filósofos se nos llama “generalistas”. Pero mira, Nietzsche decía que los filósofos se nutren de la filosofía común como los gusanos de un muerto. Porque ¿quién es filósofo? Hay gente muy sencilla, sin títulos académicos, que reflexiona sobre los problemas. Gramsci afirma que, en cierto modo, todos somos filósofos porque elaboramos nuestros pensamientos. Pero ocurre que a alguien que sólo se prepara su comida no se le considera cocinero. Hablamos, por tanto, de la profesionalización de la Filosofía. Hay muchos filósofos empleados por los estados que se nutren de filosofías muertas, aquellas que sólo están en los libros y tratados; por otra parte, hay quien trata de estudiar el mundo tal como se nos presenta hoy, y además utiliza lo que otros han pensado antes… Porque también somos estudiantes de los maestros del pasado.

-Por último, ¿hay algún filósofo que te parezca hoy de especial interés?

No veo a un gran filósofo, aunque sí del día a día y con gran agitación mediática. Los ves y aprendes algo, pero no encuentro una reflexión sistemática. Además, actualmente hay poca filosofía marxista que merezca tal nombre; podría ser otra, sin nos enseñara a analizar el conjunto de las relaciones sociales y con la naturaleza… Esto es lo que hace el materialismo histórico dialéctico. Hemos aprendido y tenemos que continuar haciéndolo de los ecologistas, los avances de las ciencias, la lingüística o el psicoanálisis. Hay que incorporarlos. Somos aprendices toda la vida.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218987&titular=%93lo-fundamental-para-marx-es-entender-los-procesos-reales-lo-que-est%E1-en-el-mundo%94-

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Cultura Libre: derechos y más derechos

Sursiendo

Desde SurSiendo ponemos nuestro punto y aparte (por ahora) al debate sobre cultura libre que hemos desarrollado junto a David G. Aristegui, Leonardo Toledo, y demás personas.

Así, para finalizar queremos aclarar, resumir y subrayar cuestiones que nos parecen importantes:

El geógrafo marxista David Harvey nos comparte Los 17 mandatos del anticapitalismo, que como otros análisis sobre qué queremos construir para salir de las dinámicas capitalistas, nos parecen interesantes para ir visualizando por dónde trabajar. Hay un punto que queremos destacar (aunque todos son muy interesantes):

3. La oposición entre propiedad privada y poder estatal sea desplazada tanto como sea posible por regímenes de derechos comunes –con énfasis concreto sobre el conocimiento humano y la tierra como los comunes más cruciales que tenemos- cuya creación, gestión y protección se sitúe en las manos de asambleas y asociaciones populares.

La cultura libre, enlazada siempre con los demás ámbitos de los comunes, busca democratizar la cultura, para que quien quiera pueda producir y acceder a los conocimientos y las artes, sin barreras económicas, sociales o políticas. Es un gran salto adelante significativo según como está el estado de las cosas.

Actualmente el derecho de autor, como está aplicado, limita la posibilidad de la cultura libre. Entonces tenemos que el derecho de autor se divide en el derecho moral y el derecho patrimonial. El primero es el que reconoce la autoría de alguien sobre una obra (y siempre está presente), y el segundo básicamente sobre quién se beneficia económicamente de esa obra.

El derecho patrimonial suele ser cedido a intermediarios (discográfica, editorial, academia, etc.) que se encargan de comercializar la obra, y que suele obtener, en la mayoría de los casos, más del 70% de lo recaudado. Además, según las últimas modificaciones en la mayoría de los países se amplió a 70 años desde la muerte del autor/a el cobro de estas regalías (o royalties) por parte de sus herederos (en México llega hasta los 100 años tras la muerte del autor).

Todo esto propicia que haya posibilidades de censura por parte de la empresa intermediaria o por parte de quien heredó la obra, quienes están en su derecho de no publicar más, o evitar que se difunda, o cobrar por cualquier obra derivada (canciones, cuentos, películas, remezclas que se basen en la obra). Por ejemplo, leíamos hace unos años:

los irlandeses celebraban en la calles de Dublín el centenario del Bloomsday, era otro 16 de junio en el que se festeja la famosa obra Ulises del escritor James Joyce. Pero los festejos estuvieron a punto de aguarse. Un nieto del escritor prohibió que se hicieran lecturas públicas de las obras de su abuelo salvo que le pagasen considerables sumas de dinero, la ley de copyright lo amparaba en su demanda.

Además de que apoyándose en estos derechos es posible limitar la libertad de expresión en Internet.

A su vez, como contábamos hace unos años«“hecha la ley, hecha la trampa” y es así como por ejemplo, el hecho de que por más que una obra haya sido devuelta al común, puede que sus traducciones, obras derivadas y similares pertenezcan a sus reeditoras».

El derecho de autor también tiene ciertas controversias respecto al derecho moral, de ahí que en SurSiendo hablamos de la muerte de la autoría, porque no creemos ya en la idea romántica del autor aislado que tiene una iluminación creativa, alguien especial a quien hay que cuidar. Todas las obras se inspiran en la cultura que la rodea, que han sido antes o en otras partes del mundo, por lo que habría que dar tributo a todas esas influencias culturales.

En la era Internet que estamos iniciando, el link (enlace o vínculo) es una especie de símbolo que muestra claramente cómo se interconectan las ideas, las referencias, los distintos sentires y haceres. Esta hipertextualidad propia de la Realidad 2.0 rompe con cómo se ha concebido la cultura hasta el siglo XX, elimina intermediarios, crea relaciones P2P y ofrece aire fresco para que miles de jóvenes usen sus cámaras, creen algo y difundan, para que se escriba en miles de blogs, se hagan millones de fotografías, se graben millones de temas musicales. De la calle a la pantalla, del instrumento al click. Nuevos tiempos para la lírica.

Una de las cuestiones claves es cómo retribuir a quien se inspira y se dedica horas a crear algo, difunde y aporta a la cultura de su tiempo. Cómo hacerle para que crear cultura tenga su recompensa, más allá del reconocimiento social y la satisfacción personal (ambas sumamente importantes). Poner barreras a la cultura libre es hacerle el juego a las majors culturales que tanto han hecho por tener el mundo como lo tenemos.

Eso, y buscar autonomía social para ejercer colectivamente el derecho a acceder, disfrutar, compartir, reutilizar, adaptar o remezclar cultura. Lo demás es querer volver al siglo XIX.

Nuestro agradecimiento especial a derecho a leer, Ártica, derechos digitales y por supuesto a nuestra banda del Colaborativo MX, por sus enseñanzas.

Fuente del articulo:https://sursiendo.com/blog/2014/08/cultura-libre-derechos-y-mas-derechos/#more-4423

Fuente de la imagen: https://sursiendo.com/blog/wp-content/gallery/galeria-de-imagenes-espontaneas/todo-es-una-copia.jpg

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Mantiene Cuba colaboración educativa en más de una decena de naciones

Centroamérica/Cuba/Noviembre de 2016/Autora: Alina M. Lotti/Fuente: Cuba Si

La colaboración cubana en materia educativa se mantiene actualmente en 15 naciones sobre todo de América Latina y África,  regiones en las que sobresalen, respectivamente, Venezuela y Guinea Ecuatorial.

Alexey Rodríguez, director comercial de la Empresa de Intercambio Científico Educacional (ICE), adscrita al Ministerio de Educación, subrayó el sentido humano del método cubano de alfabetización Yo sí puedo —ya con 20 versiones en diversos idiomas y dialectos—  el cual ha permitido  hasta estos momentos que más de diez millones de personas en el mundo hayan aprendido a leer y a escribir.

El funcionario resaltó el nivel de preparación y calificación de los profesores cubanos, quienes sobre todo en el África se sobreponen  a enfermedades y virus contagiosos.

En relación con el bloqueo de los Estados Unidos, señaló que la institución que representa sí recibe un impacto directo, pues una vez que se todo se organiza en un país determinado a la hora de transferir dólares estadounidenses no se puede hacer ante la  negativa de los bancos por la presión que ejercen los Estados Unidos contra las instituciones financieras que operan con Cuba.

Bajo el slogan del Conocimiento, la mejor inversión el ICE se creó en 1991 como una alternativa para la coordinación de actividades que contribuyan al intercambio académico entre los educadores latinoamericanos.

La institución cuenta con un personal altamente calificado, capaz de organizar, promover y ejecutar acciones que propicien la exportación de servicios profesionales por excelencia y expandirlos en el mercado internacional, sobre la base de la cientificidad, la tradición de la pedagogía cubana y la experiencia en la colaboración internacional.

Entre los servicios que ofrece se encuentran cursos de postgrado, diplomados, pasantías, entrenamientos, maestrías, doctorados, asesorías e investigaciones, organización de eventos científicos-pedagógicos y otros.

Ofrece varios tipos de cursos de inglés —en las modalidades de introductorio, primer, segundo y tercer nivel y de los negocios — y otros de idioma español como lengua extranjera (intensivo, individuales, metodología y de los negocios)

Entre las entidades cubanas académicas que inciden en el quehacer del ICE están el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC); los centros de Referencia Latinoamericano para la Educación Especial (CELAEE) y para la Educación Prescolar (CELEP), así como el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.

Fuente: http://www.cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/57317-mantiene-cuba-colaboracion-educativa-en-mas-de-una-decena-de-naciones

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Pensamiento e intuición universitaria

Por: Saúl Rolando Cortez Chifundo

El análisis de la realidad educativa a nivel superior desde los cursos de Postgrado y Maestría en Docencia Superior, llevados desde la pedagogía seria, con la experticia docente de amplio bagaje bibliográfico, investigativo, académico y motivador, cuyas sesiones son fundamentadas en el debate sobre la base del pensamiento crítico, otorga sustancialidad y esperanza a la idea de transformar el claustro universitario en laboratorio de análisis. Al menos, en el CRU de Colón se dan pasos en esa dirección.

La docencia, investigación, extensión, regionalización, financiamiento, privatización y mercantilización, internacionalización universitaria, entre otros, encienden a la sazón el debate aulístico. Desde las distintas posiciones críticas, la lúgubre panorámica educativa panameña advierte que la burguesía gobernante da seguimiento a un proyecto intencional de desdeño a la educación panameña, pues el conocimiento es poder y un pueblo ilustrado, atenta contra su status quo. Sin embargo, es prudente entender que el erario constituye el dinero de todos sus contribuyentes; es decir, el pueblo. Por tanto, toda administración de las universidades estatales que se preste al juego y rejuego de las clases gobernantes (burguesía empresarial), traiciona y atenta contra los intereses de las mayorías, abonando a la senilidad del sistema educativo panameño en todos sus niveles.

La Universidad Latinoamérica de hoy, tiene su germen a partir del histórico movimiento de Reforma Universitaria, dado en Córdoba, Argentina, en 1918, donde se produjo un divorcio entre la Universidad escolástica y el progreso del nuevo conocimiento (ilustrado), obtenido mediante la investigación. Aunque tuvo pasajes cruentos, abortó significativas reformas para la democratización universitaria en Latinoamérica. No podemos olvidar que el movimiento universitario reformista de Córdoba fue reaccionario y contestatario a los intereses de las clases dominantes de la sociedad, quienes ostentaban el poder político y económico; y por tanto, la propia Universidad.

Si desde la Reforma Universitaria de Córdoba (1918) hubo quienes ofrendaron sus vidas por una verdadera transformación socioeconómica y política universitaria en Latinoamérica, aquellos que atentan contra su buena marcha, mirándola como un botín político y económico, merecen el reconocimiento social por alta traición, al prestar su vana intelectualidad al genocidio popular intelectual. La única tarea enriquecedora a la que deben aspirar los inmiscuidos en el accionar universitario, es el enriquecimiento intelectual del pueblo. Muchos especialistas han tratado desde distintas perspectivas este acontecimiento, pero todos han dejado más que claro que el Grito de Córdoba es un ciclo que aún no llega a su fin y menos en Latinoamérica y el Caribe.

En suma, las universidades estatales panameñas constituyen nuestro patrimonio social-intelectual de antonomasia. Pero, se intuye que el poder político y económico gobernante amordaza sutilmente la universidad y la inteligencia del pueblo, a pesar de su autonomía, a través, de su financiamiento. Rescatar y renovar la educación superior del ostracismo burgués deliberado y esmerado en mantener la divorcialidad entre el pueblo, la inteligencia y la Universidad, debe acaparar a todas las universidades estatales, sin reparo alguno. El proyecto renovador de la Universidad de Panamá debe ser de ‘Extensión ‘ a las otras estatales.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/pensamiento-intuicion-universitaria/23965674

Foto de archivo

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