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Entrevista a Rafael Cid: Un medio alternativo que ejerza de contrapoder está condenado a ser minoritario

Entrevista a Rafael Cid, periodista y colaborador de “Radio klara”, “Rojo y Negro” y “Kaos en la red”
“Un medio alternativo que ejerza de contrapoder está condenado a ser minoritario”
Enric Llopis
¿Han de batallar los medios de comunicación independientes por la hegemonía? ¿Tienen que marcarse como objetivo el crecimiento de lectores y audiencias para ensanchar su ámbito de influencia? “Un medio alternativo que ejerza de ‘contrapoder’ está condenado a ser siempre más o menos minoritario”, afirma el periodista Rafael Cid, colaborador del periódico de la CGT Rojo y Negro, Radio Klara de Valencia (en el espacio “El Vaivén”) y Kaos en la Red. “Lo que tiene que primar es el rigor, la calidad, la independencia y la osadía”, añade. Titulado por la Escuela de Periodismo de Madrid, Rafael Cid inició su recorrido profesional en el mundo de los reportajes de investigación. Indagó durante tres años en el “síndrome” de la colza, que afectó a miles de personas en los años 80. A mediados de esa década, entrevistó para Cambio 16 –revista de la que fue jefe de coordinación- a un comando de los GAL y con otros dos periodistas de la misma publicación, Miguel Ángel Liso y José Díaz Herrera, reveló una trama de corrupción policial que se prolongó en la muerte de un conocido delincuente, “El Nani”. Entre 1977 y 1979 editó la revista Historia Libertaria. Actualmente, en España “apenas existe margen de autonomía para el trabajo de periodista en los mass media”, sostiene.

-Fuiste uno de los periodistas que en los años 80, con Xavier Vinader, Pepe Rei o José Díaz Herrera, se volcó en los reportajes de investigación. Por ejemplo, con Díaz Herrera publicaste en Cambio 16 (mayo de 1984) una entrevista a varios mercenarios del GAL realizada en Biarritz. Contaban la muerte de uno de los “jefes”, Jean Pierre Cherid, al estallarle un explosivo. Pretendía acabar con la vida de siete militantes de ETA. ¿Cómo recuerdas aquellos reportajes?  

-Jean Pierre Cherid, los hermanos Perret, Mohamed Khiar, los neofascistas italianos y los miembros de la Triple A argentina (uno de los varios GAL que hubo) eran mercenarios contratados desde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para llevar la guerra sucia contra ETA al santuario francés. Sus acciones, asesinatos de corte mafioso por encargo, estaban encaminadas a obligar a las autoridades galas a controlar los movimientos de los etarras y, en su caso, deportar a sus cabecillas y a los dirigentes independentistas vascos allí asilados. Poco más que eso puedo decir sobre aquella etapa. Quizás sólo resaltar las dificultades que supuso la realización de esa primera investigación histórica sobre los Gal y su publicación cuando en España gobernaba un PSOE triunfante tras el 23-F, con un enorme respaldo en la opinión pública. Y si eso fue posible, más que al trabajo de los periodistas, el mérito se debió a la existencia al frente de Cambio 16 de un presidente, Juan Tomás de Salas, que tenía una concepción exigente del derecho a la información, en línea con la tradición inglesa, al que aún no se le ha rendido el reconocimiento merecido. Mostramos el terrorismo de Estado en la joven democracia sin trabas empresariales o políticas, y con el respaldo garante del editor de la publicación.

-¿Existe actualmente el periodismo de investigación, o más bien se trata de la mera filtración interesada de dosieres? Por tu experiencia, ¿cómo evitar que la fuente manipule u oculte datos al periodista, dado que existe una dependencia, casi absoluta, de la información que la fuente aporta?

-Si por periodismo de investigación entendemos la labor informativa encaminada a sacar a la luz lo que el poder (los poderes) ocultan, a través de un seguimiento de indicios realizado por los propios profesionales, contrastando distintas fuentes y controlando el proceso desde sus inicios hasta su divulgación pública, creo que es una especialidad en peligro de extinción. A pesar de que actualmente los medios son económicamente más capaces que entonces. Lo que más abunda son las “revelaciones” de parte, utilizadas para pugnas políticas y económicas. Porque el periodismo de investigación es un “contrapoder”, un “cuarto poder” independiente con responsabilidad social. Y eso no depende de la mayor o menos potencia financiera de un medio. En ocasiones, al contrario, entre grandes corporaciones como mucho lo que se produce es un simulacro de “guerra fría” disuasoria. La prueba es que tuvieron que ser los periodistas de un modesto diario de provincias (el Diario de Mallorca, si no recuerdo mal) los que descubrieran los vuelos secretos de la CIA sobre territorio español, algo que los demás no hicieron.

La independencia total respecto a la fuente no existe. Toda fuente busca una rentabilidad, por activa, por pasiva o por perifrástica. No hay fuente desinteresada. Incluso la que pretende denunciar una injusticia puede contener una carga espuria que conviene evaluar para que el periodista no se convierta en un “justiciero”. Y eso exige considerar la información de la fuente como un indicio y desde ahí conducir la investigación en múltiples direcciones hasta cerrar el círculo con documentos, testimonios u otro tipo de pruebas que aproximen la veracidad de los hechos. Por eso las investigaciones periodísticas rigurosas suelen durar en el tiempo y acaparan muchos recursos de todo tipo. A menudo una pista se deja meses dormir en el cajón de la redacción porque no progresa y debe recuperarse más tarde cuando aparecen otras más sólidas. Eso significa también que en ocasiones las investigaciones se malogran. Por no hablar de los errores o las meteduras de pata que los autores cometen durante el proceso de elaboración de un reportaje. Que de eso no suele hablarse en el mundillo de la investigación, donde casi todo son medallas y periodistas estrella.

-¿Por qué abandonaste la redacción de El País en julio de 1989, después de trabajar dos meses en el diario? ¿Se te censuraron artículos? ¿Cómo observas la evolución del periódico?  

-Me fui de El País porque lo que experimenté no respondía a las expectativas que tenía. Acostumbrado a trabajar con plena autonomía, su modelo me parecía demasiado regulado desde arriba, una camisa de fuerza. Allí el periodista era una pieza de un gran engranaje, como un funcionario de ministerio, y después de varios contratiempos y desencuentros al trabajar en determinados temas decidí irme por donde había venido. Posiblemente por ese “libro de estilo” tan jerarquizado en El País nunca ha cuajado un “equipo de investigación”, y profesionales tan valiosos como Gregorio Morán dejaron voluntariamente aquella casa cuando estar en El País parecía el no va más de la profesión. Me despedí y devolví el Premio Ortega y Gasset, que me habían dado junto a otros compañeros de Cambio 16 por el asunto de “la mafia policial”, porque creo que los premios otorgados sin que uno opte a ellos (como era el caso) visualizan una estima compartida, y yo había perdido la confianza en el premiador.

Al margen de cualquier peripecia personal, considero que El País ha sido el diario más influyente (no impactante) de la etapa democrática y más sólido como máquina informativa y comunicacional. Otra cosa es su acoplamiento con la estrategia del PSOE durante la etapa de Felipe González (es proverbial su tardanza en informar sobre el Gal), y viceversa. Una conducta que llevó a sus ejecutivos a considerarse llamados a tutelar a la sociedad como su intelectual orgánico (cuando la opinión pública es la opinión publicada). Por supuesto eso ya es agua pasada. Ahora El País es un holograma de aquel diario que solía tutelar en la sombra a gobiernos. ¡Hasta Mariano Rajoy le ha hecho un corte de mangas al negarse a aceptar el rescate-país que el rotativo le había exigido en tres editoriales -y portadas- sucesivos!

-Recientemente has publicado en Radio Klara, Rojo y Negro, y Kaos en la Red un artículo titulado “El País nos quiere gobernar”. ¿A qué te refieres, qué influencia otorgas hoy a este diario?  

-Me refería a esa obsesión por sentar cátedra política sin darse cuenta que su mapa ya no configura el territorio. Cuando la cúpula del grupo mueve los hilos para que su gente (colaboradores, periodistas, directivos, clientes y amigos) protagonicen dos manifiestos políticos para forzar una investidura en línea con sus intereses, evitando que se vea la mano que mece la cuna, está reconociendo que la “marca El País” no suma. No obstante, aún sirve para conocer lo que piensa la derecha liberal más moderna e inteligente del ruedo ibérico.

-Colaboras habitualmente en medios “alternativos” y libertarios. ¿Crees que han de aspirar a un crecimiento en lectores y audiencias, de manera que puedan “normalizarse” ante la opinión pública; o por el contrario es preferible mantenerse en la “trinchera” informativa?  

-Calidad informativa y cantidad son términos incompatibles. Si los llamados medios alternativos se entregan a la carrera por el crecimiento y las audiencias, a medio plazo dejarán de serlo y se convertirán en una pieza, más o menos picante, del sistema comunicacional convencional. Es como los partidos emergentes que mutan sus iniciales programas radicales por otros “más realistas” para conquistar mayorías entre la masa de votantes a costa de sus principios. Un medio alternativo que ejerza de “contrapoder” está condenado a ser siempre más o menos minoritario. Lo que para nada impide que tenga una influencia más incisiva que muchos de sus rivales de primera división y sirva de referencia a sectores sociales de avanzada. Lo que tiene que primar es el rigor, la calidad, la independencia y la osadía.

-¿Se continúa considerando a los medios “independientes” como panfletarios, poco rigurosos y excesivamente ideologizados? Mientras, la prensa seria y de calidad, realizada por los profesionales de la información, es a la que la sociedad asigna el rol de informar, interpretar y opinar… ¿Te parece correcta esta distinción?

-El planteamiento maniqueo que habla de medios serios, independientes y profesionales y medios panfletarios, pocos rigurosos y ultraideologizados, es una caricatura interesada lanzada desde el sector empresarial para levantar una cortina de humo ante su decadencia y para frenar el empuje de los nuevos (digitales y en papel). En ambas trincheras se dan rasgos de lo uno y de lo otro. ¿No son panfletarios, ideologizados y dependientes periódicos como ABC, El Mundo o El País en su condición de baluarte cultural del duopolio dinástico dominante PP/PSOE, un espectro político que la ciudadanía está rechazando contundentemente en las urnas? Las culpas están repartidas. No obstante, creo que el principal defecto de los nuevos medios es adoptar una militancia unidimensional y discriminatoria que puede terminar reproduciendo desde la otra orilla las lacras que achacan a sus contrarios. Con frecuencia tienen una visión sectaria de lo que se supone deber ser la mentalidad crítica. Todo lo que no sea ver, oír y contarlo (lo mejor posible y caiga quien caiga) es reaccionario y antisocial.

-En radios y prensa libertaria participas con opiniones y artículos de reflexión. ¿Debe esconder la subjetividad el periodista? ¿Qué opinas cuando se habla de rigor, seriedad, veracidad y sobre todo equidistancia en las informaciones?  

-La objetividad no existe, igual que la pureza. Existe la subjetividad y sus atributos. Por eso el trabajo periodístico debe enmarcarse con vocación de independencia, rigor, prudencia y modestia. Un periodista es un profesional con la mochila de sus propias circunstancias, como un médico o un maestro de escuela. Y supone una contradicción en sus términos que el periodista manipule una información a favor o en contra dependiendo de su ideología; como que el médico actúe con criterios religiosos en su actividad o que el maestro utilice sus clases para adoctrinar a los escolares. La verdad es un cúmulo de verdades de registros de muchos calibres. Y aun así, la impronta del sujeto siempre deja huella en el producto. Salvo que el medio en cuestión se identifique expresamente con una determinada ideología. Cuando existía prensa de partidos la gente sabía a qué atenerse, no había engaño porque se le trasparentaban sus intenciones. El periodismo como servicio público no es el vehículo de propaganda de ninguna secta.

-En muchos de los comentarios, marcas claramente la frontera entre las diferentes izquierdas (sin incluir al PSOE), por ejemplo entre IU-Podemos y los sectores libertarios; o entre partidos, y movimientos asamblearios como el 15-M. También entre marxismo y anarquismo…  

-Establezco esa categorización para significar que hay dos grandes formas de entender la política: de arriba-abajo y de abajo-arriba. Y que cada una de ellas nos conduce a un ámbito de actuación distinto e incluso antagónico. Cuando una formación se estructura en la obediencia debida a una cúpula providencial, casi dotada de virtudes taumatúrgicas, mientras la base es una simple caja de resonancia, lo suyo es la vieja política. Aunque hagan declaraciones solemnes de lo contrario. Y el resultado será engrosar al sistema y al régimen. Sin embargo, si se decanta por la participación, la horizontalidad y la democracia, con rotación de sus representantes y mandato más o menos imperativo, cabe la posibilidad de que se produzca una ruptura con la cultura hegemónica que facilite una transformación social. Podemos y la CUP podían ser, mutatis mutandis, dos exponentes antagónicos de ambas dinámicas.

En ese marco, más que en la referencias ideológicas es donde se puede dar la colaboración entre lo que podemos llamar “las izquierdas”, insistiendo en que para el anarquismo eso es condición necesaria pero insuficiente. Y ahí radica la dificultad o no de entendimiento entre marxismo y anarquismo, más allá de que el primer concepto implica una doctrina política y el segundo un ideal. No basta con que exista un enemigo común si la práctica política para enfrentarlo es contradictoria. Ese ha sido siempre el problema de la falsa unidad de la izquierda que escondía un proyecto de unicidad y destrucción del pluralismo a favor de una de las opciones, generalmente la que tenía más horas de vuelo en las tretas partidarias. Además, por mucha voluntad que exista es inevitable que el peso de la historia incida en el presente. No hay cambio sin continuidad. En este sentido el anarquismo puede convivir con el marxismo, aun reconociendo sus limitaciones históricas, o con el comunismo, considerado como un ideal, pero nunca con lo que supuso el estalinismo o algunas de modernas declinaciones totalitarias adictas al trágala “el enemigo de mi amigo es mi enemigo”.

-¿Consideras que hay alguna posibilidad de síntesis y entendimiento?

-Más que síntesis se pueden producir casos de sincretismo, amalgamas ideológicas por razón de oportunidad. Forzar realidades históricas y axiologías voluntaristamente es muy problemático. Entre el izquierdismo y el anarquismo existe un hecho diferencial que excede de un mero nominalismo. Lo expresaré con dos enunciados populares que suelen actuar como señas de identidad de políticas extramuros. De un lado estaría el famoso “otro mundo nuevo es posible” de la izquierda alternativa. De otro, el dicho durrutiano “llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones que crece a cada instante”. En el primer supuesto emite una declaración de intenciones sin connotación de compromiso personal, mientras el segundo asume una implicación directa (sujeto-objeto / medio-fin) en su consecución como forma de vida, sin esperar al abanderado.

Es una cuestión de medios y fines. Hay síntesis o cooperación si se juntan en la actividad diaria personas que anhelan y se esfuerzan por la libertad, la justicia, la solidaridad, la inclusión, el respeto del medio ambiente, etc., sin sacrificar una cosa por la otra. No la puede haber, por el contario, si el presunto fin justifica la utilización de un medio inmoral. En este sentido el anarquismo es mucho más que un simple izquierdismo. Lo cual no quiere decir que no tenga prioridades y se aísle en el adanismo. Su esencia es “la propaganda por el hecho”, lo que significa actuar en coherencia con sus fines, prefigurándolos en la praxis. Uno (individuo o sociedad) solo es libre si experimenta la libertad, y así con todo lo demás. Por eso los libertarios luchan contra la heteronomía dominante, que hace de la vida una representación a cargo de una oligarquía dirigente. Bakunin lo explicó con bastante claridad al decir “la libertad de los demás amplía mi libertad hasta el infinito”. Ceder la autonomía personal a un Estado, una Iglesia, un partido o un líder, por muy altruistas que sean las causas que predican, es empezar la casa por el tejado y opositar a que se nos caiga encima. Ácratas, libertarios o anarcosindicalistas parten de la misma meta: no hay libertad sin justicia, ni justicia sin libertad.

-Entre las múltiples extensiones del anarquismo (“sindicalista”, “individualista”, “independentista”, “primitivista”, más centrada en la “okupación”, meramente “libertaria”…), o con independencia de éstas, ¿cómo entiendes, personalmente, la Idea?  

-El anarquismo es polisémico, tiene muchos matices y siempre está en movimiento, de ahí las distintas adjetivaciones de los partidarios de la acción directa (libertarios, anarcosindicalistas, ácratas, etc.). Todas expresan la misma idea, todas la complementan: el principio de autoridad nace en uno mismo y es un compromiso de responsabilidad en libertad. Supone una idea tan simple como natural, y quizás por eso mismo tan difícil de entender en un mundo que hace de lo irracional y la distopía su modus vivendi. El geógrafo Elieso Reclus lo definió como “la más alta expresión del orden”, cuando lo habitual es equipararlo al desorden y al caos. El “sapere aude” (“atrévete a pensar”) de Kant está en su lógica ilustrada. Pero sobre todo el instinto de la autonomía personal, el vínculo social y el sujeto ético. En la saga de aquellos pioneros de la Primera Internacional (la vieja AIT) que proclamaban “la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos o no será” al tiempo que demandan “no más deberes sin derechos ni más derechos sin deberes”.

Nada fácil de asumir en una sociedad de consumo que se pontifica llamando “neoliberal” al régimen económico que institucionaliza cuotas de desigualdad nunca vistas y afirma que somos tan libres de vender o no nuestra fuerza de trabajo como de votar en las elecciones o abstenernos, teniendo de su lado en última instancia al panóptico del Estado. El anarquismo, que no se acaba en el izquierdismo, representa la ambición y el orgullo de una democracia radical, integral, igualitaria e inclusiva. En donde los derechos humanos y el respeto a las minorías sean sagrados, a resguardo de potenciales tiranías de mayorías, como ocurrió en la Atenas clásica en el proceso a Sócrates o, veinticinco siglos después, durante el estalinismo. Por eso Cornelius Castoriadis habla de la auténtica democracia como el régimen de la autolimitación. Y yo opino que el verdadero anarquismo es una demo-acracia.

-Por último, ¿qué motivación conecta al periodista que investigó a mediados de los 80, en Cambio 16, las tramas corruptas de la policía que desembocaron en la desaparición de Santiago Corella “El Nani” (noviembre de 1983), y el comentarista y articulista en medios independientes de 2016?  

-Una motivación que podríamos denominar de “individualidad social”. Es decir, la convicción de que una democracia real debe cimentarse sobre las dosis más altas posibles de igualdad, libertad y solidaridad y que para que eso sea posible, y no solo una declaración de intenciones (como la igualdad de oportunidades, que de facto concreta la desigualdad de origen), es imprescindible que la gente disponga de información veraz para entender el mundo que le rodea, poder ubicarse en él y ejercer un control efectivo sobre los gobiernos y las instituciones dominantes. Y eso vale igual en todas las situaciones, ayer y hoy, con las obvias ponderaciones de tiempo y lugar. La única diferencia es que entonces me lo planteaba en el ámbito de la investigación periodística en medios convencionales y hoy lo intento hacer en el terreno del análisis y de la opinión en medios sin ánimo de lucro.

Si la pregunta es por qué una separación tan radical (rechazo colaborar con medios empresariales porque la función crea el órgano, aunque en los alternativos no todo el monte es orégano y a veces esgrimen un sectarismo digno de peor causa), respondería que porque en España apenas existe margen de autonomía para el trabajo del periodista en los mass media. No es casual que el ocaso del bipartidismo dinástico hegemónico vaya a la par que el de los grandes medios de la segunda Restauración monárquica que los han escoltado durante estos casi cuarenta años. Es un anuncio de fin de ciclo. Pero hasta el rabo todo es toro.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215051

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Sociedad del espectáculo Vs. construcción del conocimiento

Por:Juan Domingo Arguelles

Una de las características de la crisis cultural y editorial es la del protagonismo. A la gente hoy le interesa la fama, no la obra; la notoriedad, no la cultura. Los ámbitos literarios, artísticos, intelectuales, culturales y educativos, en general, incluido el de la academia, están llenos de “notables” que, para serlo, han perdido todo escrúpulo. Hay notables que se han hecho a fuerza de glosar, copiar, plagiar y tuitear, justamente porque saben que el currículo produce dinero. Lo que le interesa hoy a la gente, y no únicamente por cierto a los jóvenes, es “volverse viral”.

El protagonismo lo absorbe todo. Como lo ha visto lúcidamente Gabriel Zaid, en su libro El secreto de la fama, es así como “nace la industria del montaje y producción de ‘hechos’ armados para ser noticia, de ‘bellezas’ diseñadas para ser fotogénicas, de ‘personalidades’ modeladas para ser mediáticas, de ‘libros’ escritos para ser best sellers”. Y aquí el término “libros” exige, necesariamente, el entrecomillado irónico, pues se trata de libros sólo en su aspecto exterior, sólo en su apariencia; en cuanto a su contenido, bien podrían estar únicamente en internet. Lo que ocurre es que la industria editorial ha descubierto que, dado que la gente sigue leyendo mayoritariamente en papel, nada mejor que reproducir, en formato impreso, el tipo de contenidos que circula en internet, para hacer dinero fácil. Esto es degradar el libro cultural para obtener abundantes, rápidas y fáciles ganancias económicas.

Añade Zaid: “Una vez puesta en marcha, la realidad artificial se alimenta a sí misma. Una declaración de primera plana se vuelve noticia por el hecho de estar en primera plana. Un best seller vende más porque ha vendido mucho. Una celebridad es conocida por su logro más notable: ser muy conocida. No porque la declaración, el libro o la persona tengan méritos admirables, sino porque están en el candelero”. Y para todo esto se necesita formar no lectores críticos, no personas analíticas, sino clientes convencidos. Y de esto se ha venido encargando la industria del espectáculo y el entretenimiento, con internet a la cabeza.

Tiene razón Zaid, “lo más difícil de explicar en esta degradación colectiva es la del público espectador, sin la cual el negocio no es posible”. ¿Cómo podemos explicar, por ejemplo, que tanta gente esté convencida de que un objeto como Destroza este diario, de Keri Smith, tenga un valor pedagógico o liberador? Lo peor de todo es que está publicado por una editorial (Paidós) que antes fue un pilar de la reflexión, de la paideia justamente: de la formación de los niños y jóvenes, entendida como la transmisión de valores, saberes y emoción inteligente.

La única explicación posible es que la industria del entretenimiento y el espectáculo se ha dedicado a formar y a deformar los públicos, en tanto que la educación y la cultura, sumidas en unas crisis verdaderamente dramáticas, sólo observan (a veces con consternación, hay que decirlo) cómo se arruinan las generaciones.

¿Es esta consternación una forma de moralismo? Para nada. En todo caso se trata de una postura ética. No se condena el placer; se echa de menos la inventiva de las personas (niños, jóvenes y adultos) para transformar su mundo. Que la gente se acostumbre a vivir con el seso dormido, y que los libros sean únicamente entretenimientos vacíos cuando no instructivos que les digan lo que tienen que hacer (incluso para divertirse, para realizar el acto sexual, para comer, para esto y para lo otro) es una pérdida del uso de nuestras capacidades lúdicas, reflexivas y cognitivas, de nuestras potencias sensibles e inteligentes, de nuestras fuerzas emocionales e intelectuales que a lo largo de la historia han conseguido mover este mundo con imaginación, escepticismo y nueva creación de sentido.
Esto ya nos lo avisaba el cineasta, escritor y filósofo Guy Debord (1931-1994) en su hoy casi olvidado libro La sociedad del espectáculo, publicado originalmente en París en 1967, hace exactamente medio siglo. Debord supo ver los comienzos de esta sociedad del espectáculo en tiempos en los que no se imaginaba siquiera el advenimiento de internet.

Sentenció, con enorme lucidez: “La sociedad que descansa sobre la industria moderna no es fortuita o superficialmente espectacular, es una sociedad fundamentalmente espectacularista. En el espectáculo, imagen de la economía reinante, la finalidad no es nada, el desarrollo es todo. El espectáculo no quiere llegar a ninguna otra cosa que a sí mismo”.

Siendo así, conforme la sociedad se fue haciendo cada vez más espectacularista, los hacedores de mercancías se dieron cuenta de que ese fin en sí mismo del espectáculo podía generar más dinero que cualquier empresa empeñada en el trabajo duro. Hoy, de la noche a la mañana, cualquier persona que genere banales programas de entretenimiento puede perfectamente vivir más que holgadamente, con grandes ingresos, sin prácticamente hacer nada. Lo que hace es lo que es: el vacío total que se consume por personas que también viven consumiéndose en el vacío.

Debord ya se refiere en su célebre libro a lo que él denomina “el movimiento de banalización que, bajo las multicolores diversiones del espectáculo, domina mundialmente a la sociedad moderna”. Lo dijo, lo escribió, hace cincuenta años. Hoy su aguda observación puede verse como una profecía cumplida.
Para Debord, “la cultura es el lugar de la búsqueda de la unidad perdida” entre el juego y el aprendizaje, entre lo lúdico y el conocimiento, entre la alegría de ser y la felicidad de saber. Es así como se construye el ser humano sin divisiones: en espíritu y en inteligencia, en bienestar físico y en centralidad emocional. Lo contrario de todo esto es la mercancía que se vuelve necesidad y el espectáculo que sustituye la realidad misma por medio de la imagen que se torna realidad, esto es irrealidad, simple representación.

Lo que adivinó Debord en esa naciente sociedad del espectáculo fue un “autismo generalizado” perfectamente identificable en un síntoma que hoy se ha agravado hasta extremos nunca vistos: “Todo lo que antes era vivido directamente se ha alejado en una representación”, en un “pseudomundo aparte” en donde “el espectáculo en general, como inversión concreta de la vida, es el movimiento autónomo de lo no-viviente”. ¿Será acaso por esto que esta sociedad, sumida en lo trivial, tiene tanta fascinación por los zombis, por los muertos vivientes, por los monstruos y demás criaturas de la irrealidad y la realidad virtual que se han convertido de pronto en una y la misma cosa?

La idea de que, probablemente, no haya nada profundo en este mundo, nada trascendente, y todo sea vanidad de vanidades, era al menos antes una duda metafísica que podía asaltar a cualquiera, pero que ya entrañaba en sí un principio de reflexión. Hoy, en cambio, muchísimos “adultescentes” o adolescentes perpetuos viven únicamente para la frivolidad, la banalidad, el espectáculo, los videojuegos y los canales personales de internet que abren para hacer bromas y lanzar retos francamente pueriles que, por lo demás, se toman muy en serio, del mismo modo que lo asumen con seriedad quienes lo consumen, evidenciando que lo realmente importante de la realidad les tiene sin cuidado.

Refiero una simple anécdota: En cierta ocasión, mientras hacía fila para poner un paquete en una oficina de mensajería, dos jóvenes de entre 24 y 25 años tenían una amenísima charla que escuché durante al menos veinte minutos porque hablaban y gesticulaban con particular entusiasmo, como si no hubiese nada ni nadie a su alrededor. El tema único y de enorme relevancia que discutían era determinar (tratando de llegar a un acuerdo) cuáles eran los mayores poderes de Lord Voldemort. Eran universitarios sin duda.

El libro como mercancía

Todos hemos escuchado o leído, por ejemplo, que Hitler no murió en su búnker el 30 de abril de 1945: que huyó a América como otros tantos nazis y se refugió en Sudamérica. También hemos escuchado o leído que Elvis Presley y Michael Jackson fingieron su muerte y que hoy viven en el anonimato. Esto y todo lo relacionado con lo paranormal y las teorías de las conspiraciones son ingenuidades que no merecen llamarse siquiera especulativas. Sin embargo, mucha gente se lo toma en serio y afirma y divulga todo esto con el mayor candor crédulo. La sociedad del espectáculo y la industria del entretenimiento han conformado generaciones de crédulos. Por eso los libros de chismes, autoayuda y demás recetarios han usurpado el lugar del libro cultural. Con este tipo de cosas se hacen libros y se amasa dinero, pero también se pierde de vista lo importante. Mientras legiones de clientes viven en la irrealidad, la visión crítica del mundo languidece.

¿Por qué Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon, es uno de los hombres más ricos del mundo? Porque tiene un supermercado gigantesco en línea, en donde, entre otras cosas, vende libros, pero especialmente millones de ejemplares de libros que nada aportan a la cultura y que incluso la socavan. Lo que distribuye masivamente Bezos, por medio de Amazon, es especialmente, en gran abundancia, mercancía insustancial.

El escritor español Jorge Carrión tiene un ensayo (en realidad un manifiesto) muy esclarecedor desde su título: “Contra Amazon”. En él sostiene lo siguiente: “Si escribes en Google ‘Amazon librería’ te aparecen decenas de links a páginas de Amazon donde se venden estanterías. No me cansaré de repetirlo: Amazon no es una librería, sino un hipermercado. En sus almacenes los libros están colocados al lado de las tostadoras, los juguetes o los monopatines. En sus nuevas librerías físicas los libros están colocados de frente, porque sólo exhiben los cinco mil más vendidos y valorados por sus clientes, muy lejos de la cantidad y del riesgo que caracterizan a las auténticas librerías. Ahora se plantea repetir la misma operación con pequeños supermercados. Para Amazon no hay diferencia entre la institución cultural y el establecimiento alimenticio y comercial. La historia de Bezos es la de una larga expropiación simbólica. Escogió la venta de libros y no de aparatos electrónicos porque vio un nicho de mercado: no todos los títulos disponibles cabían en las librerías y él sí podía ofrecerlos todos. En los años noventa había pocos competidores de gran tamaño (sobre todo Barnes & Nobles y Borders) y los distribuidores ya tenían el catálogo adaptado a la época digital, con los códigos ISBN incorporados. Por eso hizo un curso de la Asociación de Libreros Americanos y se apropió en un tiempo récord del prestigio que los libros habían ido acumulando durante siglos”.

Esta expropiación simbólica del libro, por parte de una librería que no es estrictamente una librería, es la misma que han llevado a cabo los grandes consorcios editoriales que André Schiffrin denunció en su libro La edición sin editores. Las grandes corporaciones que producen lo mismo alimentos enlatados que armamento se interesaron en el objeto libro cuando se dieron cuenta, como bien señala Schiffrin, de que con las palabras también se pueden obtener altos rendimientos. Y, claro, los libros que dan mayores ganancias no son, por cierto, los que proporcionan mayor provecho intelectual.

Pero, además, las grandes corporaciones que, entre otras cosas, fabrican libros para las listas de los más vendidos, se han convertido en depredadoras de las pequeñas empresas editoriales que ofrecen alternativas culturales frente la dictadura de mercado. Estas pequeñas empresas deben, literalmente, nadar entre tiburones que, como es de esperarse, acaban engulléndoselas. En el prólogo a la edición española conjunta de sus libros El dinero y las palabras y La edición sin editores (Península, Barcelona, 2011), Schiffrin se refiere, por ejemplo, al “creciente control de las editoriales españolas sobre Hispanoamérica”. Refiere:

“El sector del libro está dominado allí totalmente por las principales empresas españolas. Las pequeñas empresas editoriales independientes apenas pueden sobrevivir. En 2009, mientras visitaba Santiago de Chile, fui testigo del asombroso espectáculo de una feria del libro nacional que estaba tan dominada por los grupos empresariales españoles que no había ningún espacio en el recinto para las muestras de las editoriales chilenas independientes. Los cerca de 40 editores locales se habían agrupado para construir un pabellón especial fuera del recinto ferial principal, de modo que sus libros también pudieran ser vistos por el público visitante. En vista de estos resultados, hay que admitir que la pesimista visión de La edición sin editores queda incluso lejos de lo que ocurriría en la próxima década”.

Lo cierto es que, en general, son estas editoriales independientes de cada país las que, en situación precaria, ofrecen libros con capital cultural, en tanto que los grandes consorcios inundan el mercado con materiales de alto valor calórico y muy escasos o nulos nutrientes intelectuales, lo que ocasiona, cada vez más, una erosión educativa y un empobrecimiento cultural innegables. Para los consorcios editoriales publicar libros se ha convertido únicamente en un negocio ausente de toda responsabilidad social.

Mucha gente ni siquiera intuye, no llega a pensar, siquiera por azar, que la miseria política que carcome a la sociedad, que el grito ensordecedor del dinero, al que se refiere Steiner, son causa y consecuencia de una sociedad que perdió el rumbo de la educación y la cultura al subordinarlo todo a los medios como fines y al espectáculo como principio.

Donald Trump en las alturas, ya no sólo económicas sino del poder político, es la confirmación más fehaciente de nuestro desinterés por la realidad, en un mundo donde el libro (sea impreso o no) ha dejado de ser “extensión de la imaginación y la memoria” (como bien dijo Borges) para convertirse tan solo en un vacuo entretenimiento para el cliente y en un mecanismo para alcanzar notoriedad y ganar dinero por parte del autor y los consorcios editoriales.

La crisis de la cultura

Hoy la sociedad del espectáculo y la gran industria editorial conspiran contra la construcción del conocimiento y la formación del saber. Cada semana se publica el nuevo libro necesario del nuevo autor indispensable que se ofrece a la clientela con la advertencia de que ignorarlo es casi perder el sentido de la vida.

Cada semana es lo mismo y, por ello, en las tierras de Manrique, Cervantes, Góngora, Quevedo, Machado, Unamuno y García Lorca se anestesian los espíritus con insustancialidades que dejan mucho provecho a los vendedores. Pero, como ya hemos visto, no sólo allá: también en las comarcas de Hölderlin, Novalis, Rilke, Kleist, Goethe, Nietzsche, Thomas Mann, Hesse y Grass; Descartes, Rabelais, Montaigne, Voltaire, Baudelaire, Maupassant, Balzac y Stendhal; Shakespeare, Jane Austen, Dickens, Melville, Chesterton, Wilde, Huxley, Stevenson y Virginia Woolf; José Maria Eça de Queiroz, Pessoa y Saramago; Melville, Twain, Thoreau, Poe, Hawthorne, Jack London, Edith Wharton, Emily Dickinson, Ezra Pound, Carson McCullers, Faulkner y Hemingway.

Se dirá que en toda época y lugar han convivido escritores y obras geniales con autores y libros insustanciales. En esto no hay duda. Pero lo que hoy ocurre es diferente e inédito. Venden más libros e influyen en más personas los analfabetos culturales que los escritores importantes, en cualquier país del mundo, y lo que mueve a la industria editorial no es la cultura sino el dinero, del mismo modo que lo que mueve a los autores no es la obra literaria, científica o filosófica, sino la notoriedad que también se convierte en dinero.

En el auge de la sociedad del espectáculo la cultura dejó de ser importante, a menos que llamemos cultura al entretenimiento trivial, la bulimia informativa y el conocimiento mutilado de internet. Si todo se subordina a internet (incluidos ya los libros impresos y los contenidos y formatos de las revistas y los periódicos en papel) lo que resulta es un producto desechable, nada parecido a un cimiento que pueda soportar y ensanchar el saber sólido.

Theodore Roszak, en su libro El culto a la información (Pantheon Books, Nueva York, 1986) aconsejó lo siguiente hace más de tres décadas, cuando esta crisis de la cultura revelaba sus peligros, para quienes quisieran verlos, ante la ceguera incluso de los centros de altos estudios: “Si queremos salvar el verdadero arte de pensar, sacarlo de esta confusión paralizadora, ante todo hemos de abrirnos paso por la espesura de la verborrea publicitaria. Pero una vez que hayamos desbrozado así el terreno, llegamos al núcleo filosófico del culto a la información, que es fruto de las academias y de los laboratorios tanto como del mercado”.

Cuando la educación y la cultura se reblandecen es fácil aceptar cualquier cosa en la política, la economía, la sociedad, el arte, la literatura, etcétera, porque la educación y la cultura son las fuentes nutricias que vienen del pasado oral y escrito, del patrimonio cultural tangible e intangible que está en las obras imperecederas. Incluso lo lúdico es cultural en tanto conlleve un aprendizaje para la vida, como bien lo advirtió Johan Huizinga en su libro ya clásico Homo ludens. El juego es también un fenómeno cultural y no sólo una función biológica, dice Huizinga. Homo faber (el hombre que crea, que trabaja y fabrica) y homo ludens (el hombre que juega) se complementan, porque del juego nace la imaginación que confiere al intelecto mayor fuerza y dirección.

Pero la puerilidad adocenada que se conforma con la receta ¡incluso para jugar! ha perdido del todo su sentido creador. Contra lo que suele decirse, no vivimos en la sociedad del conocimiento, vivimos en la sociedad de la sobreinformación y el espectáculo y en la era del negocio que ha encontrado su paraíso de mercado en el ocio.
En tanto todo se subordine a internet, en especial la cultura y la educación, todo estará también subordinado al mercado y a los intereses económicos, pero no al desarrollo emocional e intelectual de las personas. Esto es lo que tenemos hoy: una cultura empobrecida que se irá depauperando aun más si todo lo determina la ganancia económica.

El presente artículo es parte de la conferencia que dicté en el marco de la semana del idioma celebrada en la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia, y de la presentación oficial, en esta misma universidad, de la iniciativa Salón de la Palabra, una apuesta por la institucionalización de prácticas de lectura, escritura y oralidad desde una perspectiva humanística.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=6895:sociedad-del-espectaculo-vs-construccion-del-conocimiento&Itemid=143

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En Colombia: ¡Diego Gómez es declarado inocente porque #CompartirNoEsUnDelito!

Colombia/Bogotá/Fundación Karisma

Hoy, después de más de tres años de iniciado el proceso penal, el Juzgado 49 Penal del Circuito dictó sentido del fallo a favor del biólogo Diego Gómez, en un proceso penal que habría podido significarle de 4 a 8 años de cárcel y una multa millonaria por compartir un documento académico en línea.

El caso comenzó en 2014 cuando la fiscalía presentó cargos contra Gómez. Unos años atrás, cuando era estudiante de biología de la Universidad de Quindío en Colombia, Gómez compartió en internet una tesis de maestría de la Universidad Nacional que encontró útil para su grupo de estudio.

El autor del documento, haciendo uso de las estrictas leyes de derechos de autor de Colombia, denunció ante la justicia penal la violación a sus derechos de autor y Diego fue identificado como el responsable. El veredicto de hoy se produce después de más de tres años del inicio del procedimiento penal.

“La decisión de la juez es un paso importante que alínea el derecho penal colombiano con los estándares internacionales donde esta arma se reserva para la lucha contra la piratería. El caso debe ser el detonante de una discusión profunda en el país sobre el sentido y pertinencia del acceso abierto. Hoy celebramos que se hizo justicia en un caso absurdo que pudo sentar un mal precedente para el acceso al conocimiento en Colombia”, dijo Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, organización de la sociedad civil colombiana que ha apoyado a Gómez desde el 2014 con la campaña Compartir no es delito.

Hoy, tanto la fiscalía como el denunciante anunciaron que apelarán y tienen plazo hasta el jueves entrante para entregar sus argumentos. Así, el proceso continuará ante el Tribunal de Bogotá.

El acceso abierto permite el acceso inmediato, en línea y sin requerimientos de registro de suscripción o pago a material digital educativo, académico, científico, que circula con una licencia libre que, además, permite su reutilización y copia. Es el modelo que se necesita para actualizar a internet un sistema de publicación científica que está roto y regresarle su función original: la de acelerar el proceso de investigación.

“El veredicto de hoy es un alivio para miles de seguidores del acceso abierto que han estado atentos al caso de Diego Gómez durante casi tres años”, dijo Nick Shockey, director de The Right to Research Coalition en Washington DC, y agregó “Diego es el único estudiante conocido en el mundo que enfrenta cargos criminales por publicar un trabajo académico en línea.

Su caso hace eco de la historia de Aaron Swartz, y debe servir como una llamada de atención para apoyar el acceso abierto en las publicaciones académicas.

Con la posible apelación, Diego tendrá que volver a su trabajo en conservación de la biodiversidad, sin descartar la posibilidad de ser condenado a prisión por compartir un artículo de investigación académica en línea.

Por su parte, la Fundación Karisma indicó que pronto iniciará una campaña de crowdfunding con aliados internacionales. La campaña tiene tres objetivos. Primero, cubrir los costos para enfrentar el proceso de apelación y buscar caminos legales que permitan que casos como el de Diego no se repitan. Segundo, la producción de un caso de estudio que permita contar la historia de Diego y mostrar la necesidad del acceso abierto al conocimiento. Finalmente, con el dinero reunido en el crowdfunding se espera cubrir los gastos de alojamiento y transporte de Diego, pues actualmente trabaja en una reserva natural en Costa Rica. Aquellos que quieran apoyar a Diego, pueden firmar la siguiente petición y serán notificados cuando la campaña de crowdfunding esté al aire: http://www.sharingisnotacrime.org

Más información sobre el caso de Diego Gómez aquí y sobre el acceso abierto  aquí.

Las redes sociales han mostrado su apoyo a Diego Gómez con la etiqueta #CompartirNoEsDelito y alrededor del mundo usando #StandWithDiego

La representación legal de este caso estuvo a cargo de Claudio Iván Zambrano Pinzón, Luis Bernardo Alzate Gómez. Con asesoría técnica de Germán Realpe Delgado.

Fuente: https://karisma.org.co/diego-gomez-es-declarado-inocente/

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En Brasil: ¿Cómo São Paulo está integrando el conocimiento abierto en la educación pública?

Por Alexandre Schneider, Eduardo Paiva, Fernanda Campagnucci de la Secretaría de Educación de la ciudad de São Paulo

Garantizar una educación pública gratuita y de calidad conlleva enfrentar retos tales como mantener actualizados los contenidos curriculares, evaluar aprendizajes, promover la formación continua de los educadores y manejar recursos escasos para entregar servicios y materiales indispensables para el funcionamiento de las escuelas. La ciudad brasileña de São Paulo, por ejemplo, enfrenta estos retos amplificados por ser una metrópolis con cerca de 1 millón de estudiantes – la mayoría en etapas de educación infantil – 80 mil funcionarios y un servicio de alimentación escolar que requiere producir más de 2 millones de comidas por día.

Frente a esta realidad, nos preguntamos ¿cómo fiscalizar los contratos y servicios de manera descentralizada y eficiente? ¿Cómo escuchar e involucrar a todos los actores de la comunidad escolar en las acciones y la toma de decisiones? ¿Cómo saber si los equipos y materiales de las escuelas van acorde con las propuestas pedagógicas? Para responder estas preguntas, y aprovechar la inteligencia colectiva, buscamos crear soluciones de manera colaborativa. Para ello, la Secretaría de Educación de la ciudad de São Paulo lanzó en abril el Patio Digital, una estrategia de gobierno abierto e innovación para colaborar entre la gestión pública y los diferentes sectores de la ciudadanía – centros de investigación, iniciativa privada y comunidades de tecnología – en la co-creación de políticas públicas de educación.

A continuación, presentamos las cinco estrategias principales que estamos poniendo en práctica desde el Patio Digital para construir un ecosistema abierto en la educación:

1 Abrir datos para favorecer la innovación y la investigación académica

Los datos son el insumo básico para el desarrollo de soluciones tecnológicas y de investigación para la comunidad científica. Para esto, es fundamental que estén en formatos abiertos, con licencias libres y legibles por máquinas. Con el lanzamiento del Patio Digital, el Departamento de Educación se convirtió en el sector con más bases de datos publicadas en el portal de datos abiertos de la ciudad. Esto incluye información sobre el número de docentes activos y los cargos abiertos existentes, el perfil de las clases escolares que se están impartiendo, el número de estudiantes inscritos en escuelas municipales – tanto públicas como privadas – y la proporción de alumnos por clase, entre otras cosas.

También, el Patio Digital lanzó su Plan de Apertura, una herramienta que vuelve transparente el proceso de apertura de datos y establece un cronograma y frecuencia de publicación.

2 Proporcionar mecanismos de acceso a la información

Abrir los datos es fundamental, pero no es suficiente para garantizar la transparencia y el acceso a la información para todos y todas. Además de abrir las bases de datos, es necesario crear mecanismos de consulta y de visualización de las informaciones abiertas. El sitio web del Patio Digital contiene un Panel de Datos con visualizaciones que permiten analizar y comparar indicadores sobre las matrículas escolares, las demandas de educación y el desempeño de los estudiantes. Por otro lado, también están previstos talleres y otras formas de promover la “alfabetización en datos”.

3 Abrir los problemas para recibir retroalimentación de la comunidad

En los próximos meses, el Patio Digital formará, alrededor del Departamento de Educación de São Paulo, una Red de Cooperación con universidades y centros de investigación interesados en las políticas educacionales. El Departamento ha recolectado en sus distintos sectores los principales desafíos y los convirtió en problemas de investigación, que van a ser propuestos en convocatorias y discutidos de forma abierta con los investigadores. Los desafíos van desde cuestiones pedagógicas hasta el diseño y evaluación de políticas educacionales y servicios. La idea, al final, es generar conocimiento de manera abierta e incorporar las reflexiones de la Academia en el qué hacer cotidiano de la Administración Pública.

4 Desarrollar metodologías para fomentar el trabajo colaborativo

El Patio introduce también un ciclo de innovación en que los problemas públicos recorren un camino de innovación abierta en búsqueda de una solución colaborativa. Este camino empieza con metodologías de prototipado, pasando por convocatorias para retos específicos, hasta el desarrollo de soluciones tecnológicas con licencias abiertas. De la parte del gobierno, también se trabaja para la apertura de los códigos de los sistemas del departamento en repositorios públicos.

Dentro de esta metodología, el Departamento de Educación organizó un encuentro abierto de debate sobre los retos del transporte escolar y lanzó una concurso de aplicaciones con el objetivo de promover la transparencia de los menús de alimentación escolar.

5 Conectar el ecosistema de innovación

Como una manera de conectar a los distintos actores involucrados en la co-creación de la educación pública, se creó la Casa del Patio como el espacio físico de la iniciativa Patio Digital. Recién renovada, la casa Sergio Buarque de Hollanda perteneció a un sociólogo brasileño, y fue la morada de importantes debates intelectuales del siglo XX. Ahora, va a abrigar una comunidad de ciudadanas y ciudadanos, centros de investigación e iniciativa privada, que quieren colaborar para promover una educación pública de calidad.

Los caminos están abiertos para la co-creación con los distintos sectores de la sociedad que deseen sumarse a este movimiento por la mejora de la educación pública. Esperamos aprender junto con la sociedad las mejores maneras de recorrerlos.

Alexandre Schneider es Secretario de Educación de la ciudad de São Paulo.

Eduardo Paiva es gestor público en el Departamento de Educación de la ciudad de São Paulo.

Fernanda Campagnucci es gestora pública en el Departamento de Educación de la ciudad de São Paulo.

Fuente: https://blogs.iadb.org/abierto-al-publico/2017/05/23/como-sao-paulo-esta-integrando-el-conocimiento-abierto-en-la-educacion-publica/

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Por qué es imposible fabricar lectores

Por Juan Domingo Arguelles

La gente, que trata de encontrar definiciones breves y concluyentes, suele preguntarse qué es la lectura. Para decirlo en pocas palabras, la lectura es una extensión de nuestro pensamiento. Por ello, leer no se termina, como una finalidad en sí misma, en el hecho de leer. No leemos simplemente para leer y seguir leyendo un libro tras otro solo para poder decir que leemos muchos libros y que somos campeones de lectura.

Por cierto, en el caso de su complemento, la escritura, no escribimos con el único propósito de escribir y seguir escribiendo. Tal cosa sería, también, necedad patológica. Lectura y escritura forman parte de nuestro ser comunicante, incluso si muchas veces tan solo lo comunicamos a ese yo íntimo con el que conversamos a solas para tratar de entenderlo y de entendernos.

El gran escritor escocés, Robert Louis Stevenson, famoso autor de La isla del tesoro, La flecha negra y El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, quien fue un lector apasionado, dijo lo siguiente en relación con la lectura: “En todo aquello susceptible de recibir el nombre de lectura, el proceso tiene que ser absorbente y voluptuoso; tenemos que deleitarnos con el libro, embelesarnos y olvidarnos de nosotros mismos, y acabar la lectura con la cabeza rebosante del más abigarrado y caleidoscópico baile de imágenes, incapaces de dormir o de tener un pensamiento continuado”.

No se puede decir de mejor modo, porque, por principio, la lectura es mucho más que una herramienta, aunque también sea sin duda una herramienta. El buen uso que le demos es lo que puede lograr la consecución de lo que decimos perseguir en nuestro proselitismo cultural que se ha propuesto incorporar a más personas a la lectura.

Los lectores que a la vez somos promotores o fomentadores del libro deseamos que cada vez sean más las personas que participen en este placer, y sabemos que si consiguen hacerlo como una actividad cotidiana y gozosa, este ejercicio contribuirá sin duda a la construcción de su autonomía y de su conciencia ciudadana. Pero si nuestro voluntarismo únicamente tiene como fuerza el afán de cumplir estadísticas, es casi seguro que no conseguiremos más lectores aunque nuestro objetivo sea ése.

No existe nada parecido a una fábrica de lectores. Ojalá pudieran darse cuenta de esto todos los proselitistas del libro. A pesar de lo que creen algunos, ni siquiera existen recetas infalibles para lograr lectores. Deberíamos saberlo y reconocerlo todos. Cada quien hace lo que cree y lo que puede en los ámbitos de sus capacidades y sus talentos y cada quien, si de verdad quiere compartir la lectura con sus semejantes, busca las formas más imaginativas, creativas y cordiales para mostrarles que leer es una fiesta.

Por lo demás, quienes leen lo saben: los lectores se hacen lenta y pacientemente, con esmero y con la conciencia de participar en una afición gozosa y constructiva (para ellos mismos) que los lleva a entregarse, felizmente, en los amorosos brazos de la lectura.

La lectura siempre es algo más. Hay siempre algo más en la lectura. Un algo más que es inasible, incalculable, incuantificable, que escapa a toda estadística. La lectura, a pesar de ser una herramienta y de resolver cosas prácticas de todos los días, también es un instrumento sin un para qué inmediato.

Leemos un libro, un poema, una página, un párrafo, una línea, y su efecto inspirador, educador, sensibilizador, etcétera, tal vez cobre su fuerza más intensa tiempo después; tal vez al día siguiente, o al cabo de una semana; quizá luego de unos meses o de algunos años. Los beneficios de la lectura no son necesariamente inmediatos, sino que pueden aparecer cuando creíamos que los habíamos olvidado. Nos traen entonces el recuerdo de un instante, de una emoción sublime, la resurrección de una experiencia, y es cuando la lectura cobra su sentido más profundo.

Las semillas del libro, entonces, no cayeron en tierra vana, sino que requerían tiempo para germinar con una chispa, como esas semillas de dura y rugosa cubierta que solo están preparadas para germinar después de que el incendio ha arrasado el bosque. Un día, cuando más necesitamos las palabras escritas que leímos hace tanto tiempo llegan a nuestra memoria, o más bien reviven, y nos dan la verdad que necesitamos. Quien piense que la lectura solo es para el momento y para probar que se ha leído, es que solo ve lo epidérmico de los libros.

Cuando uno lee pone todos sus sentidos en las páginas, pero también toda la experiencia acumulada de lector. No lee únicamente el libro que tiene en esos momentos en las manos y ante sus ojos, sino que relee también las pretéritas páginas de otros libros y, entre ellos, por supuesto, las del libro de la vida.

La lectura, y cada vez me convenzo más de esto, no es necesariamente un hábito. Puede serlo, pero sobre todo lo es para los lectores profesionales o para los que han convertido el libro en un vicio. Para los demás puede ser un hobby, una afición, un feliz gusto que no admite horarios ni disciplinas ni imposiciones, mucho menos autoimposiciones. Se lee cuando uno lo desea y se suspende la lectura cuando así se nos antoja.

Conspirar contra el placer

Hacer de la lectura una obligación es comenzar a conspirar contra ella que es, esencialmente, placer. ¡Qué maravilla, en cambio, cuando abrimos los ojos y nos está esperando el libro que suspendimos la noche anterior, y nos morimos de ganas por saber cómo continúa y hacia dónde va a dar! ¡Qué alegría cuando nadie nos fuerza a leer lo que no queremos y cuando el antojo nos lleva hacia una lectura placentera con una fuerza más poderosa que el deber!

Dejemos el deber para los profesionales que tienen que entregar un trabajo y por fuerza han de terminar un libro incluso si no les gusta o si les fastidia o si les harta. No tienen de otra: es su trabajo, es su rutina y, como es precisamente su rutina, tienen que girar y girar para darle vuelta a la rueda, una y otra vez, una y otra vez, como los brutos o los bueyes uncidos a la carreta y las más de las veces con los ojos tapados. Los que leen por placer tendrán, qué duda cabe, otras obligaciones muy distintas que nada tienen que ver con la lectura. Por ello los libros los libran de esos quehaceres poco gratos pero necesarios para su subsistencia.

No hay que confundir las cosas: los libros serían en este caso la mejor manera de escapar de la rutina insatisfactoria, del mismo modo que muchos lectores profesionales nos libramos momentáneamente de nuestra carga bibliográfica caminando sin rumbo y mirando el paisaje, dialogando o escuchando música, pero no hablando necesariamente del peso de los libros que hemos tenido que llevar sobre la espalda todo el día para ganarnos el sustento en la escritura, la edición, la academia, el aula, la redacción, la oficina, etcétera. Incluso Borges, de vez en cuando, dormía.

La lectura tiene que ser siempre un premio y jamás un castigo. El premio que nos damos cuando ya hemos hecho los deberes que por algo se llaman así (el deber nos obliga a hacerlos o tener que hacerlos sin otra alternativa). La lectura es un placer, no es un deber: el placer que nos permitimos, sin tener que entregarle cuentas a nadie, sin estar obligados a contestar interrogatorios molestos o impertinentes.

Cuando castigamos a un niño y su castigo es ponerlo a leer lo que estamos haciendo es mostrarle el lado más terrible de la lectura: ¡Qué tan mala es la lectura que puede servir para atormentarnos! En cambio, cuando compartimos lo que leemos, dotamos de fuerza apasionada un gozo y transmitimos esa pasión y algo queda en el alma, en el espíritu, en la inteligencia de quien nos acompaña en la lectura.

No castigar jamás a nadie con la lectura debería ser el único imperativo en relación con los libros, aunque vengan y nos digan algunos que a ellos los obligaban a leer y por ello son hoy lectores y que incluso los golpeaban si no leían: en realidad, se equivocan, pues se hicieron lectores a pesar de la obligación; pero cuántos que pudieron ser lectores no se habrán perdido en el camino de la obligación a causa de no tener la misma fuerza de voluntad de los que sí se hicieron lectores.

No nos engañemos y no engañemos a los demás: ningún placer se aprende por la fuerza, y si nos fuerzan o nos obligan a dar placer, lo que nos queda realmente, lo que aprendemos en verdad es el rencor, la frustración y el odio. Muchos de los que hoy odian los libros, le deben ese odio a quienes los obligaron a leer aquellos libros que no deseaban leer.

La lectura, conforme vamos adentrándonos en ella, nos va entregando más y más satisfacciones, pero solo si la hacemos libremente. ¿Y cómo puede ser libre?, se preguntan suspicaces, irónicos y muchas veces molestos y mordaces algunos profesores, algunos promotores o muchos padres de familia. ¿Cómo puede hacerse en libertad? Yo les respondo: siendo más creativos y menos severos. Si lo único que tenemos como argumento, para que los demás lean, es la obligación, nuestro argumento es muy flaco y nuestra creatividad ninguna.

He escuchado a tantos apóstoles de la obligación, a tantos convictos del deber que llego a preguntarme si alguna vez han experimentado el placer cuando hacen el amor. Es que la lectura parece un asunto tan grave que tiene que investirse de disciplinas militares y de tormentos medievales. Pero si admitimos que leer es un placer, ¿cómo entonces conciliamos lo placentero con la obligación?, ¿cómo justificar y explicar que, siendo un placer, tengamos que obligar a realizarlo? Sería tanto como decirle a alguien a la hora de hacer el amor: te voy a obligar a que disfrutes este placer que estoy por darte, ¡y ay de ti si te resistes!

Quienes hayan leído al Marqués de Sade saben de lo que estoy hablando, pero si creen que el Marqués de Sade enseñó el placer es que lo han leído muy mal. Sade no es un autor que enseñe placer alguno. Lo que enseña realmente es el dolor. Desde luego si la gente piensa, como en la Antigüedad, que la letra con sangre entra, esta gente está más cerca de Sade que del auténtico placer, y nada hay peor que el mundo sea regido por la obligación y no por la libertad, aunque se haga en nombre del bien y la cultura.

La libertad de leer

La lectura es, ante todo, un ejercicio pleno de libertad y, si queremos sumar a más personas a nuestro banquete, tenemos que echar mano de mecanismos creativos, sutiles, imaginativos, gratos, a fin de conseguir que el verbo leer recupere su sentido lúdico y generador de consecuencias placenteras. No obligar a leer, sino compartir la lectura. No imponer los libros o los textos, sino ofrecer opciones de lectura en un ambiente donde la democracia y el ejercicio de la libertad comiencen, precisamente, con elegir lo que queremos disfrutar. Mientras no entendamos esto seguiremos sin entender por qué mucha gente no lee o se resiste a leer.

Por lo demás, la lectura, aunque quiera medirse, es un bien intangible e inmensurable. Por eso su medida exacta no está en la cantidad de libros, páginas palabras o caracteres leídos, sino en la forma en que enriquecen nuestra vida. Podemos hacer indicadores y diseñar métodos estadísticos para la lectura, pero éstos no revelarán jamás lo más profundo de las consecuencias lectoras.

Lo que podemos medir, de algún modo, con los números, es justamente las consecuencias de la lectura, la cultura y la educación que se traducen en un más amplio desarrollo sociocultural, mejores condiciones de vida y mayores capacidades y oportunidades intelectuales, que favorecen una sociedad con mayor bienestar, más inteligente y, por tanto, menos egoísta, más solidaria, más libre, más justa y más tolerante.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=5865:por-que-es-imposible-fabricar-lectores&Itemid=143

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Desde EEUU: Mark Zuckerberg quiere «acelerar la ciencia»

America del Norte/EEUU/observatorio.itesm.mx

La Iniciativa Chan Zuckerberg (CZI) se ha asociado con Cold Spring Harbor Laboratory (CSHL) para apoyar la plataforma bioRxiv la cual busca acelerar y optimizar la publicación científica.

El servicio gratuito que ofrece bioRxiv permite a los investigadores compartir los borradores de sus papers científicos, también conocidos como preprints, antes de que estos sean publicados en las revistas científicas. Los preprints han sido un pilar del proceso científico durante décadas en áreas como matemáticas e informática y ahora, bioRxiv se está convirtiendo en la base de datos estándar para la pre-publicación de investigaciones en biología. «El acceso a estos borradores puede acelerar dramáticamente el ritmo de descubrimientos y a su vez, nuestra comprensión de la salud y las enfermedades», dijo Cori Bargmann, quien lidera el área de ciencias en la Iniciativa Chan Zuckerberg.

Mark Zuckerberg y Priscilla Chang buscan construir un mundo mejor para los niños con la ayuda de la ciencia y la educación. En un post de Facebook, Zuckerberg escribe sobre la importancia de acelerar la publicación científica: «Puede tomar un año o más publicar una investigación en una revista científica. Es común que los científicos estén trabajando en un problema durante mucho tiempo y luego cuando otro journal finalmente lo publica, se dan cuenta de que alguien ya resolvió su problema o encontró un mejor enfoque hace mucho tiempo. Esto representa una enorme pérdida de tiempo, y si podemos ayudar a eliminarlo, el progreso científico puede avanzar mucho más rápido».

CSHL y CZI están comprometidos a optimizar la infraestructura de comunicación en ciencia. Todo el software desarrollado a través de esta colaboración estará disponible como código abierto.

Fuente: https://observatorio.itesm.mx/edu-news/2017/4/27/mark-zuckerberg-quiere-acelerar-la-ciencia

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Proyecto CONVITE: Liberando el conocimiento para la construcción del bien público

Por Santiago Roca

La creación de conocimiento ha estado signada por la tendencia impuesta por el capitalismo a construir barreras a su alrededor para evitar que trascienda como un bien público, convirtiéndolo en un bien de intercambio sujeto a leyes comerciales y por tanto en una mercancía. Al construir una visión mercantilista del conocimiento se promueve su apropiación por parte de intereses monopólicos, lo cual evitaría que personas distintas a quienes se atribuyen la exclusividad en los desarrollos científicos y tecnológicos puedan acceder y apropiarse de sus beneficios.Como contrapropuesta Cenditel promueve la visión del conocimiento como un bien público. Para dar concreción y difusión a esta idea, en CENDITEL se ha creado el proyecto Convite, el cual se propone contribuir con el cultivo y la apropiación social del conocimiento como patrimonio intangible de la humanidad, para aportar a la transformación de las relaciones socioculturales que sustentan la construcción social de los saberes y su reconocimiento como bien común de interés público. La palabra “Convite” nos evoca la unión voluntaria de esfuerzos y saberes de una comunidad para alcanzar metas que tributen de manera trascendente a la consolidación de un proyecto de vida colectiva.En el desarrollo de esta labor, CENDITEL ha canalizado la publicación de distintas obras que tributan a la liberación del conocimiento. Entre las más relevantes podemos nombrar las siguientes:

  • Revista Conocimiento Libre y Licenciamiento (CLIC): es una publicación arbitrada de acceso abierto orientada a apoyar procesos de gestión del conocimiento científico, tecnológico y humanístico. Con esta publicación se aspira a contribuir con la sistematización y difusión del conocimiento especializado para ponerlo a disposición de la sociedad en general. La Revista CLIC se encuentra en el índice de Revistas Venezolanas de Ciencia y Tecnología – REVENCYT (N° RVR 065).
  • Publicaciones de contenido tecnopolítico: Corresponde a las ideas y acciones que ha emprendido CENDITEL para llevar adelante su labor, siempre haciendo énfasis en la temática de la no neutralidad de la ciencia y del conocimiento percibido como un bien público. Entre los temas que se han abordado se encuentran el desarrollo de software libre, la seguridad digital, la importancia del infogobierno y el papel de las tecnologías libres en el horizonte del desarrollo endógeno.
  • Serie Trampiando: Este espacio está comprometido con el cultivo y profundización del pensamiento crítico desde la sistematización del saber popular y ante las preguntas del quehacer académico. Por lo tanto, se plantea como un modo de enriquecer la construcción del conocimiento en condiciones de un diálogo de saberes, de forma que ambas corrientes se complementan en la conformación de otra cultura de cuidado del saber.

En la Revista CLIC, como en el Proyecto Convite, el acceso abierto no se considera un fin en sí mismo sino una alternativa para fomentar modos de generación de conocimientos que sean democráticos y socialmente pertinentes. El objetivo no es sólo la divulgación de productos de investigación, sino también crear conciencia en torno al colonialismo cultural y la mercantilización del saber, de manera de ayudar a fundar procesos que contribuyan con la construcción del sentido social de la investigación en América Latina.

Entre los números más recientes destaca el Número 13, dedicada a conmemorar los 10 años del Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres (CENDITEL) y el apoyo constante del Presidente Hugo Chávez al Conocimiento Libre.Durante el 2016 se publicaron tres números de la Revista Conocimiento Libre y Licenciamiento, la primera de ellas corresponde a la CLIC número 12, cuyos artículos van desde los saberes de las parteras, temas de ambiente, hasta experiencias en permacultura social. La revista CLIC 13, es una publicación especial, dedicada al Décimo Aniversario de CENDITEL, ella ofrece un panorama del quehacer de la institución durante sus diez años de existencia. Su eje de reflexión consiste en pensar el conocimiento desde dos enfoques: como bien público o como bien común. Y la publicación más reciente es la número 14, lanzada al cierre del año 2016 y cuenta entre sus trabajos los dedicados a las tecnologías en la educación, la agroecología y la física cuántica.

Actualmente la Revista CLIC está disponible en la plataforma Open Journal Systems, un sistema desarrollado en software libre para facilitar que las revistas científicas se encuentren disponibles sin restricciones, utilizando procedimientos que permiten que cada número sea un proceso de edición colaborativa entre los autores y los evaluadores. Así mismo, esta plataforma garantiza la visibilidad de los artículos en los sistemas de búsqueda electrónica utilizados por centros académicos y de investigación en todo el mundo.

En la plataforma de la Revista CLIC están disponibles todos los números publicados y las instrucciones que permitirán a los autores el envío de artículos para optar a publicación. Para visitar la plataforma de la Revista, tener acceso a todos los números y registrarse como autor o como árbitro puede visitar el siguiente enlace: https://convite.cenditel.gob.ve/revistaclic

El proyecto Convite contribuye a la construcción del conocimiento como un bien público y a la promoción de los saberes pertinentes para nuestro entorno sociocultural. Además permite a mayor cantidad de personas la apropiación de esos saberes. Respecto a la consciencia y el conocimiento el Comandante Hugo Chávez Frías expresaba, en ocasión de la inauguración de varias aldeas universitarias en abril de 2006: “La consciencia es el resultado del conocimiento, por eso hay que estudiar, leer y analizar mucho.” Para conocer más sobre el proyecto y consultar las publicaciones de CENDITEL puede visitar el siguiente enlace: http://convite.cenditel.gob.ve/Prensa CENDITEL

Fuente: http://convite.cenditel.gob.ve/2017/03/01/proyecto-convite-liberando-el-conocimiento-para-la-construccion-del-bien-publico/

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