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La nueva revolución

Por: Francisco Javier López Martín

Lo llamaban normalidad, pero consistía en olvidar a las personas, escapar de uno mismo, convertirnos en un producto más en venta, generador de beneficios privados, el mercadeo y usura como sistema económico que ha ido devorando hasta nuestras mejores intenciones.

Asediado por las noticias de los brotes y rebrotes, el desconfinamiento provisional, los escenarios de excesos, nuevos enfermos, contagiados, ingresados y, desgraciadamente, nuevos muertos, se me ha ido de la cabeza el compromiso de escribir este artículo para Nueva Revolución los cuartos martes de cada mes. Una prueba más de la inexistencia de la nueva normalidad.

Parece ser que había una normalidad, una que nadie había establecido como tal, pero que formaba parte de un imaginario global que se había ido construyendo pasito a pasito, pero de forma persistente. Había una normalidad de consumo brutal que agotaba cada vez antes lo que el planeta es capaz de regenerar, una sobreproducción brutal, una generación no digerible de residuos y contaminación y estaba ligada al cambio climático. Esa normalidad que producía globalmente y vendía por todo el planeta, aprovechando la precariedad de los empleos, produciendo vidas precarias.

Había una normalidad de ricos en aumento y muchos más pobres, dicen que algo menos pobres, pero cada vez más desiguales. Una normalidad de discriminación contra la mujer, pero también contra todo cuanto es distinto, diverso, plural. La normalidad de las residencias de mayores, o su abandono en sus domicilios.

Lo llamaban normalidad, pero consistía en olvidar a las personas, escapar de uno mismo, convertirnos en un producto más en venta, generador de beneficios privados, el mercadeo y usura como sistema económico que ha ido devorando hasta nuestras mejores intenciones. Convertir en mercado los recursos públicos, eso que algunos llaman privatización y otros colaboración público-privada.

Y llegó una pandemia, con nombre y número de serie, COVID-19, un virus más listo que los anteriores, que eran incluso más dañinos, pero menos listos, un fruto más evolucionado de una inteligencia natural capaz de buscar nuevas estrategias de supervivencia de la vida distintas a las nuestras, pero tremendamente eficaces, no en vano esos virus llevan aquí miles de millones de años antes que nosotros.

Y con la pandemia se acabó la normalidad que habíamos conocido, la del centro comercial para todo, la de las vacaciones con viaje al otro lado del mundo por cuatro perras, la del trabajo presencial de cada día, el estudio en clase de cada día, las miserias de las vidas día tras día. Y nos hemos visto encerrados en casa un día sí y otro también, escuchando las terribles noticias de muertes, especialmente de personas mayores, especialmente en residencias.

Llegó la pandemia y pensé por un momento que el drama, el dolor, ese tiempo excepcionalmente largo de encierro, iba a conducirnos a una transformación profunda, a una revolución, una nueva revolución, distinta, no de clase contra clase tan siquiera, sino de aquellas que cambian de forma radical las formas de relación de la especie humana consigo misma, con las demás especies (incluidos los virus), con el conjunto del planeta.

Pero parece que no, no ahora, por lo menos no en España, no por el momento, nadie quería una nueva revolución, sino una nueva normalidad, es decir, la antigua normalidad con algo de gel hidroalcohólico y unas cuantas mascarillas de diseño.

Tardamos en decretar el confinamiento, bajo penas de multa y hasta de cárcel, pero, pasado el tiempo, el juego político condujo a que nadie quisiera pagar el precio en votos del mantenimiento del estado de alarma, aunque pudiera haberse mantenido, como han hecho otros países, permitiendo suavizar medidas, o retomar restricciones en espacios geográficos acotados, en algunas actividades económicas, o entre determinados sectores de la población, con la participación de las Comunidades Autónomas.

Dejémoslo ahí, la oposición no quiso avalar más al gobierno, las Comunidades cada una a lo suyo y los sectores empresariales reclamando la vuelta al negocio, al trabajo, algunos hablaban de hacer compatible el combate contra la pandemia, con la necesaria actividad económica, ya hemos perdido bastante riqueza nacional, hay que volver al trabajo, hay que volver a la escuela, sobre todo para que los padres trabajen.

La nueva normalidad que nos lleva de cabeza a los rebrotes, a los nuevos brotes. La oportunidad perdida para afrontar un proceso revolucionario, la nueva revolución inédita de reconstruir el modelo económico, sobre bases nuevas, sostenibles, respetuosas con el medio ambiente, con las personas y sus empleos, con la protección de la vida humana y la del resto de especies que nos acompañan en la única nave en la que podemos viajar por el universo.

Socialismo o barbarie gritaban algunos escritores e intelectuales franceses en los años cincuenta y sesenta, tomando prestada la expresión de Rosa Luxemburgo, que la había tomado, a su vez, de Engels, o más bien del olvidado Kautsky, redactor junto a Bernstein del Programa de Erfurt, el programa del SPD alemán que duraría hasta finales de la I Guerra Mundial,

-Debemos avanzar hacia el socialismo o caer de nuevo en la barbarie.

La barbarie triunfó, hasta Lenin escribió un libro titulado La revolución proletaria y el renegado Kautsky y el mundo se volvió loco durante todo el siglo pasado, la pandemia podría ser nuestra oportunidad para una revolución humana, económica, natural, socialista, que convirtiera el planeta en esa Tierra de acogida a la que hemos dado la espalda con desastrosas consecuencias, no tanto para el planeta, sino para nosotros mismos. A fin de cuentas el planeta seguirá adelante, con otras formas de vida tal vez, cuando nosotros hayamos creado las condiciones para nuestra propia desaparición.

La alternativa, ahora, así las cosas, no se encuentra entre el socialismo o la barbarie, sino entre la nueva revolución en la especie humana y su relación con el resto del planeta, o el colapso, la extinción y nuestra desaparición. Nosotros elegimos.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/la-nueva-revolucion/

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España: Se abren las escuelas con la peligrosa duda de si los niños son “súper-contagiadores”

Protocolos de seguridad, grupos burbuja, mascarilla obligatoria a partir de seis años, uso de geles hidroalcohólicos y lavado de manos, distancias de 1,5 metros, descansos para ventilar las aulas… el gobierno publicó en junio un documento que servía como “guía de recomendaciones” con dos objetivos fundamentales: crear entornos escolares saludables y seguros, y posibilitar la detección precoz de casos y la gestión adecuada de los mismos. La duda que rondó durante todo el verano sobre si “abrir o no abrir las escuelas” ya está resuelta: los centros educativos se abrirán en breve.

Sin embargo, esta vuelta al colegio trae consigo nuevas, e importantes, cuestiones. Algunos de los problemas, que a buen seguro van a surgir, ni siquiera están contemplados y tendremos que ir resolviéndolos sobre la marcha, otros los conocemos y deberemos afrontarlos con las medidas adoptadas. Pero la verdadera incógnita de la que dependerá gran parte del desarrollo de este nuevo curso escolar sigue sin tener una respuesta clara: ¿Qué papel desempeñan los niños en la transmisión de la Covid19?

El documento del gobierno hace hincapié en que las medidas y recomendaciones “se irán actualizando cuando sea necesario” si los cambios en la situación epidemiológica así lo aconsejan. Una de las máximas de la buena ciencia es cambiar cuando aparecen nuevas circunstancias y descubrimientos, y el ejemplo más claro de ello lo estamos viviendo en directo con el estudio de la transmisión de la Covid19 en niños. Los estudios más recientes han dado un vuelco radical a todo lo que creíamos saber sobre el tema hace apenas unos meses.

En mayo, y ante las dudas cada vez más urgente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advertía a los países que estaban abriendo los colegios que la transmisión del Covid19 en niños sigue siendo desconocida.

A principios del verano, los primeros trabajos empezaban a aparecer y ofrecían algo de tranquilidad. En el  journal Pediatrics un artículo afirmaba que “el coronavirus rara vez se transmite entre niños o de estos hacia adultos”. Otro estudio en Irlanda también indicaba que el entorno escolar no había supuesto una mayor transmisión secundaria. Estas incipientes investigaciones en junio y julio indicaban que los niños no jugaban un papel demasiado importante en la transmisión, algo que no cuadraba con la experiencia adquirida durante los primeros meses de la pandemia.

La mayor contradicción de estos estudios aparecía en la vida real, donde los informativos y noticiarios de todo el mundo presentaban casos campamentos y escuelas de verano obligadas a cerrar por la aparición de brotes de cientos de contagiados. Más de 260 campistas dieron positivo por COVID-19 en un campamento de la YMCA. El verano pasaba con más y más campamentos de verano se han visto obligados a cerrar debido a la propagación del SARS-CoV-2. La tranquilidad que otorgaban esos primeros estudios se quebraba rápidamente entre noticias de contagios en escuelas de todo el mundo.

A partir de mediados de julio la situación dio un giro radical. Los célebres CDC (Centros para el Control y la Prevención de enfermedades de Estados Unidos) publicaban un informe advirtiendo que la Covid-19 puede propagarse más fácilmente entre los niños de lo que se pensaba. Acto seguido, la American Society for Microbiology publicaba un artículo recopilando los datos y estudios que sugieren que los niños en edad escolar transmiten fácilmente el SARS-CoV-2. Los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que el grupo de edad de 5 a 17 años tiene la tasa más alta de positividad en la prueba de SARS-CoV-2 de cualquier grupo de edad. Un nuevo estudio de Corea del Sur sugiere que los niños de 10 a 19 años transmiten el SARS-CoV-2 a tasas similares a las de los adultos. Un segundo estudio reciente mostró que los niños menores de 5 años tenían niveles más altos de SARS-CoV-2 en su tracto respiratorio que los niños de 5 a 17 años, que tenían niveles similares a los de los adultos. A mediados de agosto, ya no quedaban dudas: los niños se infectan y contagian a otros más de lo que creíamos.

Fuente: https://es.noticias.yahoo.com/escuelas-ninos-supercontagiadores-covid-coronavirus-075945858.html?guccounter=1&guce_referrer=aHR0cHM6Ly93d3cuZ29vZ2xlLmNvbS8&guce_referrer_sig=AQAAABc3I2z1lXJxERqCypL0QpbSsb2_yXwRwyTWhdUgSUwWH9OziAxeS_qpd7NNg6ZWXuB_P_F7ykzkHDS9AGVibhRy6RWlwbF0UONsUItPqpZRFFpHz8B2zh3-wnEBnnnLA12w9bm4h1B2Y_-K29kIC3bBZQRDGkS4wAZEgHEZZ_r3

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Se celebra el Día Internacional de la Alfabetización, en medio de los desafíos que impone el coronavirus.

Por: Pagina12

Este martes 8 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Alfabetización, una fecha establecida por la Unesco para recordar su importancia «como una cuestión de dignidad y derechos humanos, y como un eje central para promover un desarrollo sostenible, facilitando el cumplimiento del derecho al trabajo, a la salud, a la nutrición». Este año, el organismo propone analizar la enseñanza de la alfabetización y el aprendizaje durante la pandemia desatada por el coronavirus y plantear el papel desempeñado por las y los docentes y la evolución de las pedagogías.

Desde 1967, el Día Internacional de la Alfabetización se celebra cada año en todo el mundo. A pesar de los logros alcanzados, los desafíos persisten, ya que 773 millones de adultos en el mundo no poseen, hoy en día, las competencias básicas en lectoescritura. La irrupción del coronavirus deterioró aún más la calidad de la educación a nivel mundial.

La pandemia de COVID-19 obligó a escuelas y universidades a cerrar sus puertas, impactando a un número sin precedente de estudiantes en todo el mundo. Según una publicación reciente de la UNESCO, mil millones de estudiantes, es decir, dos tercios de la población estudiantil mundial, se enfrenta al cierre de instituciones educativas. Las poblaciones más vulnerables, en particular las niñas, corren un riesgo especial de incertidumbre.

«Varias generaciones se enfrentan a la amenaza del cierre de escuelas, que afecta a cientos de millones de estudiantes y ha durado muchos meses. Se trata de una emergencia para la educación mundial«, explicó Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO.

«En un momento en el que necesitamos reinventar un mundo de esperanza, la cuestión de la alfabetización reviste más importancia que nunca. Por ello, en este Día Internacional, invito a todos los agentes que intervienen en la educación a que redoblen sus inversiones y movilicen todos sus recursos para realizar el potencial de todas las personas al servicio de un mundo compartido», comunicó en la conmemoración la Directora General del principal organismo de las Naciones Unidas para la educación en todo el mundo.

La alfabetización constituye un eslabón clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Unesco dentro del marco de la Agenda 2030, los cuales promueven el acceso universal a una educación de calidad y oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida de las personas.

Una de sus metas es asegurar que todos los jóvenes aprendan a leer y escribir y tengan conocimientos básicos de aritmética, así como dar la oportunidad de adquirir estos conocimientos a los adultos que carezcan de ellos.

*Fuente: https://www.pagina12.com.ar/290680-se-celebra-el-dia-internacional-de-la-alfabetizacion-en-medi
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La “nueva normalidad”, el virus y nuestra pérdida de humanidad

Por: Aram Aharonian

Será que perdimos la capacidad de indignación? Vemos fotos y videos de cadáveres tirados en las calles en Guayaquil o La Paz, a diario recibimos noticias sobre el genocidio de nuestros pueblos originarios por desatención sanitaria. La “limpieza” étnico-política que sucede a nuestros alrededor parece no inmutarnos siquiera.

Esta nueva “normalidad” nos ha hecho perder lo poco de humanidad que nos quedaba. Recitamos cifras sobre infectados, recuperados y fallecidos por la pandemia, nos despreocupamos del dolor generalizado y asumimos contagios y muertes como parte de la “nueva normalidad”. Debiéramos hacer un examen de conciencia, al menos.

Pero también parece algo “normal” que el 1% de la población del mundo se apropie del 82% de toda la producción mundial, o por lo menos es eso lo que ocurre desde hace décadas y lo hemos asumido como “normalidad”. Esta impresionante desigualdad se repite en el interior de la inmensa mayoría de los países y se superpone con esa ficción según la cual “todos somos iguales ante la ley” y da por tierra con el principio que somos ciudadanos globales de iguales derechos.

¿Normalidad? El Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (Filac) dejó en claro que tras la pandemia las comunidades originarias no quieren regresar a la antigua normalidad plagada de discriminación y carencias.

“No queremos una normalidad donde continuemos discriminados, queremos que nuestros planteamientos de desarrollo con identidad y buen vivir sean parte de la construcción en la pospandemia. No queremos indígenas a los que se les celebre un día, por folclore, y todo el año se les denigre, margine y discrimine, provocando incluso su desaparición, señaló Filac.

En las comunidades originarias el azote del virus se suma a otras situaciones extrapandémicas que se arrastran desde hace mucho tiempo, como el rezago económico, el despojo sistemático de sus tierras y recursos naturales, la marginación que ello acarrea y la discriminación y el racismo, que en vastos sectores de la sociedad tienen aún vergonzosa vigencia.

En paralelo, a lo largo de los pasados decenios, se ha desarrollado y profundizado una ofensiva contra la biodiversidad y el medio ambiente que durante centurias ha sido el hábitat natural de los pueblos comunitarios, a través de macroproyectos –en su mayoría n manos de trasnacionales- que invaden áreas esenciales para estos pueblos. Para los pueblos originarios, nada de normalidad: ni la prepandémica ni la pospandémica.

¿Virus machista? La pandemia ampliará la brecha de pobreza entre géneros, llevando a 47 millones de mujeres y niñas a la pobreza en 2021 para alcanzar los 435 millones a escala mundial, con lo que se borrarán los avances logrados en las últimas décadas Las más afectadas con las trabajadoras informales en Latinoamérica y África subsahariana., que durante la pandemia han perdido sus empleos a mayor tasa que los varones.

Pero todo podría ser distinto: según Naciones Unidas más de 100 millones de mujeres y niñas podrían salir de la pobreza si los gobiernos implementan una estrategia integral con el objetivo de mejorar el acceso a la educación y la planificación familiar, salarios justos y equitativos, y amplían las transferencias sociales.

Ocho meses ya

Desde que apareció en China en diciembre, la enfermedad deja ya 900 mil muertos y ha contagiado a más de 25 millones de personas. América Latina y el Caribe es la región más afligida, con más de 260 mil muertos y unos siete millones de contagios.

Una semana atrás, se cumplieron cien años del nacimiento de Ray Bradbury, maestro indiscutible de la ciencia ficción, autor de El hombre ilustrado, Fahreinheit 451 y Crónicas marcianas, entre otros textos, quien, sin embargo, no logró imaginar la pandemia y sus consecuencias: el reino del miedo, la sociedad de vigilancia, el desempleo masivo, el hambre de centenares de millones de personas.

La pandemia lo está cambiando todo, nos está volviendo locos. Estar en casa  cinco meses, en prisión domiciliaria –conocida como aislamiento social- es duro. Trabajar o estudiar desde la casa, también. Y no es nada grato ver en la pantalla de la videollamada laboral al niñito que se cuelga de la madre mientras ésta trata de trabajar… o cosas peores que la ética nos impide repetir. Y desconcertante ver en shorts al jefe, acostumbrados a verlo siempre vestido de traje y corbata.

Somos muchos los que no usamos un par de zapatos desde hace cinco meses, pero  también hay mujeres –me consta- que se ponen tacones para sacar la basura. No hay que perder el glamour…

Con el 40 por ciento de la población mundial en cuarentena, animales silvestre se animaron a ocupar espacios vacíos de gente: los flamencos de la India pintaron de rosa las aguas de un humedal, patos salieron a pasear por las calles de París, pavos reales por Madrid y jabalíes en Barcelona, obligándonos a pensar cómo mejoraría el medio ambiente si ñla Tierra no fuera sometida a formas de producción que deterioran la naturales y nuestras vidas.

Si desde el punto de vista económico, el derrumbe de la demanda y de la oferta por el parate de la producción, la cancelación de viajes y el cierre de fábricas es una pesadilla para la economía, para el medio ambiente es una bendición que circulen menos vehículos y se consuma mucho menos combustible, que las centrales eléctricas por carbón y el transporte aéreo se hayan paralizado: las emisiones de CO2 cayeron y varias ciudades lograron descubrir que el cielo puede ser azul.

El científico argentino Jorge Aliaga, experto en números de la pandemia confirmaba que los muertos se duplicaban en su país cada 24 días, frecuencia que se redujo a 21 días. Otro galardonado científico, Alberto Kornblihtt, calculó que si no se toman medidas más estrictas, el 13 de septiembre habrá 12.000 decesos y  para Navidad unos 364.000 muertos acumulados.

Teniendo en cuenta que la vacuna –una, otra o la de más allá- recién estará disponibles a mediados del año próximo, los científicos llaman a tomarse en serio las cuarentenas, pero los políticos piensan en otros réditos y dudan en aplicar medidas para evitar la mayor cantidad de decesos, con ciclos de apertura y cierre intermitentes. La meta debiera ser frenar la infección sin llegar a una inmunidad de rebaño difícil de concebir con menos del 20% de infectados.

La “normalidad” como negocio: Stephen Hahn, jefe de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), preocupado de que chinos, rusos, británicos o incluso latinoamericanos logren la vacuna, dijo estar dispuesto a evitar el proceso de aprobación normal y a autorizar una vacuna antes de que se complete la tercera fase de ensayos clínicos.

Este escenario se configuró por los afanes mercantilistas de las grandes trasnacionales farmacéuticas y un grosero chovinismo farmacéutico que ha convertido la obtención de la vacuna en una suerte de redición de las carreras espacial o armamentista con que las grandes potencias exhiben sus capacidades en ejercicios propagandísticos, señala en un editorial el diario mexicano La Jornada.

Territorios libres

En este mundo hay 195 países y apenas diez siguen libres del coronavirus. Lo que tienen en común esa decena de naciones es que son islas del Pacífico y cerraron sus fronteras rápidamente: Palaos, Micronesia, Islas Marshall, Nauru, Kiribati, Islas Salomón, Tuvalu, Samoa, Tonga y Vanuatu, donde nadie sufre la covid-19. El problema que enfrentan es la absoluta extinción del turismo, que en promedio significa el 40 por ciento de sus ingresos en divisas.

Las Islas Marshall, en cambio, se dedican a la pesca y son el mayor exportador de peces de acuario del mundo. Pero les va peor porque las ventas cayeron en un 60 por ciento por la recesión y los controles de cargas. Una amplia mayoría de los habitantes de las diez naciones considera mejor seguir aislados y “no caer como Australia”.

Incluídos y excluídos

Vivimos en una era ¿tecnológica? que obliga leer  tutoriales para poder manejar los distintos programas, muchas veces escritos en un español que no es tal. Pero si uno no tiene computadora, está fuera de época, de era, del mundo. La verdad es que ni siquiera existe. Y si nos ponemos a pensar, realmente son muchos millones los que no tienen computadora ni acceso a internet. No existen, son los desechables, para los planificadores de la economía capitalista..

¿Será que perdimos la capacidad de indignación? Vemos fotos y videos de cadáveres tirados en las calles en Guayaquil o La Paz, a diario recibimos noticias sobre el genocidio de nuestros pueblos originarios por desatención sanitaria. La “limpieza” étnico-política que sucede a nuestros alrededor parece no inmutarnos siquiera.

Y asistimos con “normalidad” al caradurismo de Jair Bolsonaro, por ejemplo, quien: realizó una ceremonia en el Palacio do Planalto, sede de la presidencia, para celebrar “Brasil venciendo la covid-19”, cuando oficialmente los muertos por coronavirus bordean los 125 mil y los infectados ya pasaron los cuatro millones.

Ante tamaña desfachatez, queda sólo invocar las palabras de la cientista social y filósofa argentina de fama mundial, Mafalda –sí, el personaje de Joaquín “Quino” Lavado- pronunciadas medio siglo atrás: «Paren el mundo, me quiero bajar».

Pero lo cierto es que la llamada pandemia producida por el covid-19 no es la causa de todos los males actuales pero sí ha sido el instrumento para quitar la colcha que tapaba la realidad que algunas miradas más profundas vislumbraban hace tiempo. Los millones y millones que transcurren esta peste sin trabajo y sin recursos son una muestra de cómo este virus mostró la cara de una desigualdad que nos costaba asimilar, masticar y tragar.

Saber que este virus es tan democrático que afecta al mundo entero no es motivo de tranquilidad: El caos ya no es un problema puntual sino la evidencia de la decadencia de un sistema que, por otra parte, es incapaz de mantener en funcionamiento nuestras sociedades, resquebrajadas por conflictos que brotan por todos los costados.

Los aludes de información y desinformación sobre la pandemia sirven para tapar muchas otras cosas que también pasan en el mundo, como el desempleo, el hambre, el cambio climático, las amenazas permanentes de Trump… Y cuando no alcanza el bombardeo coronavirósico, pareciera que el otro gran tema importante para el mundo es la telenovela de si Lionel Messi sigue o no en Barcelona.

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.Numerosos tropiezos se sucedieron desde diciembre pasado, provocados en párte por el desconocimiento sobre el virus nuevo, pero también gruesos errores no forzados, por el negacionismo o las presione comerciales, intereses y negligencia. Es negacionismo  la palabra que aparece con más frecuencia en los análisis retrospectivos, a ocho meses de los primeros casos. La subestimación del riesgo fue una constante en regímenes conservadores.

El énfasis inicial de las campañas de prevención apuntó al lavado frecuente de manos, la recomendación de toser o estornudar en el pliegue del codo y de evitar tocarse la cara. Tampoco pensamos, entonces, que millones y millones carecen de agua potable

Obviamente, los países que no implementaron aislamiento obligatorio con la excusa de salvar la economía, tuvieron tasas de letalidad más altas. Lo cierto es que nos vamos acostumbrando a convivir con los errores, hasta que llegue la vacuna., que debiera ser considerada como un derecho universal y no una mercancía. Pero en esa puja están varios países y demasiadas trasnacionales farmacéuticas.

No es cierto que el mundo no estuviera avisado de la letalidad del virus. En setiembre del año pasado, aún antes de que China reportara la aparición de ciertas neumonías que no respondían a los tratamientos tradicionales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de ´personas y liquidar casi el cinco por ciento de la economía mundial.

Lo que ¿vendrá?

El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que espera que la pandemia de coronavirus llegue a su fin en menos de dos años y definió a la covid-19 como «una crisis de salud única en un siglo». En Europa, los retornos de vacaciones de verano son fuente de contagio en Italia, España, Francia y Alemania, en momentos en que se prepara en la región el inicio del nuevo año escolar.

Incluso Corea del Sur, que fue considerado un ejemplo en la lucha contra la pandemia, registró en las últimas  horas el mayor número de casos diarios desde principios de marzo. Las restricciones se endurecen en varios países a medida que crece el temor a una segunda ola de la pandemia de covid-19 y aumentan los casos en Europa y Asia a niveles del primer brote.

Lejos quedaron las cifras de China, con un total de 85 mil infectados y 4.634 muertos en total. Más de la mitad de las muertes por COVID-19 en el planeta se registraron en cuatro países: Estados Unidos con más de 185 mil decesos, Brasil (unos 123 mil), México (más de 65 mil) e India, la  segunda nación más poblada del planeta después de China, que se acerca a los cuatro millones de casos y 67 mil decesos.

Se largó la carrera –entre países pero sobre todo entre grandes empresas farmacéuticas- por quién patenta primero una vacuna milagrosa que, quizá, tal vez, esté lista para mediados del 2021.

Todavía no salimos de la pandemia y nos espera el período de la pospandemia, con millones y millones de desempleados, sin acceso a la alimentación (y ni hablar de la educación y la salud), con una clase media superviviente que deberá elegir entre comer o pagar la suscripción a internet.

Nuestras abuelas nos recomendaban contar ovejitas para dormir. En esta nueva normalidad, podemos pasar noches enteras contando contagiados y muertos, perdiendo el poco humanismo que nos quedaba. Y quizá hasta asumamos la “nueva normalidad” de un mundo que ya no es ni será lo que solía ser hace seis, ocho meses atrás.

Cambia, todo cambia. Cambia lo superficial, cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo. Cambia el clima con los años, cambia el pastor su rebaño, escribía Julio Numhauser Navarro, músico de Quilapayún, canción que popularizó Mercedes Sosa: Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.

Aram AharonianPeriodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

Fuente: http://estrategia.la/2020/09/04/la-nueva-normalidad-el-virus-y-nuestra-perdida-de-humanidad/

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Informe: Situación de la Amazonía Venezolana en Tiempos de Pandemia

Por: Prensa OEP.

Compartimos el informe preparado de manera conjunta por las organizaciones participantes en la 1ra Asamblea Mundial por la Amazonía para exponer la situación de la Amazonía venezolana ante el avance de la minería legal e ilegal, el profundo impacto socioambiental del mega proyecto gubernamental del Arco Minero del Orinoco en las comunidades y pueblos indígenas de la región, así como el impacto en la salud y vida de los mismos del avance de la pandemia de COVID-19.

 

Presentación

El presente informe es un documento colectivo elaborado para la Asamblea Mundial por la Amazonía a realizarse virtualmente los días 17, 18 y 19 de julio de 2020.

El objetivo del mismo es poder compartir una mirada conjunta de la actual situación de la Amazonía venezolana, azotada por diversos problemas de gran gravedad, que se han agudizado en tiempos de pandemia. Del mismo modo, se extenderán las peticiones, demandas y alternativas que desde las organizaciones firmantes, se plantean ante la situación.

De la mano de los objetivos de la Asamblea Mundial Amazónica, la idea es poder contribuir a articular esfuerzos en torno a las campañas, movilizaciones y acciones conjuntas para enfrentar los efectos de la pandemia en la región.

En el documento ud. encontrará dos secciones. Una primera de diagnóstico y una segunda de demandas y propuestas. Ambas se expondrán a partir de tres problemáticas centrales: 1) la situación COVID-19 y de salud en general; 2) los impactos socio-ambientales que se producen en los territorios; y 3) el proyecto Arco Minero del Orinoco y la expansión de la minería ilegal.

Las organizaciones participantes en la redacción de este informe son: Organización Regional de los Pueblos Indígenas del estado Amazonas (ORPIA),Grupo de Trabajo Socioambiental de la Amazonía (Wataniba), Plataforma contra el Arco Minero del Orinoco, Centro para la Reflexión y la Acción Social (CERLAS), Plataforma en Defensa de la Constitución, Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (GTAI), Grupo de Investigaciones sobre la Amazonía (GRIAM) y Observatorio de Ecología Política de Venezuela (OEP).

 

Lea y descargue aquí el

Informe Situación de la Amazonía venezolana en tiempos de pandemia

Fuente de la reseña: https://www.ecopoliticavenezuela.org/2020/07/17/informe-situacion-de-la-amazonia-venezolana-en-tiempos-de-pandemia/

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La visión sexista de la educación en las familias condiciona la elección del futuro académico

Por: ABC

Las chicas afrontan más activamente el sexismo en los centros educativos, según un estudio de la UOC.

El confinamiento para frenar la propagación del coronavirus ha provocado la suspensión de las clases presenciales y los estudiantes han pasado prácticamente todo el tiempo en casa con sus familias. En determinados hogares, esto podría haber repercutido en que las situaciones de sexismo —discriminación por razón de sexo— influyeran más en los menores. Esta situación cobraría más importancia en los estudiantes que este año y en pleno confinamiento tienen que elegir entre qué opción de bachillerato, qué módulo de formación profesional o qué carrera universitaria elegir. Una investigación de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) ha analizado el sexismo académico en bachillerato en España.

«En los casos en que las familias tienen una visión muy sexista de la educación y de la vida pueden tener todavía más peso las opiniones de las familias sobre las competencias académicas y de otra índole que se supone que sería ideal que los chicos y las chicas tuvieran», señala Milagros Sáinz, investigadora principal del grupo Género y TIC (GenTIC) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de UOC.

Aunque el confinamiento sea temporal, la investigadora sugiere que estas situaciones pueden condicionar las decisiones de los jóvenes respecto a qué itinerario educativo de educación secundaria posobligatoria o carrera universitaria elegirán.

«En esta situación existe el riesgo de que los jóvenes, especialmente de algunos entornos socioeconómicos y culturales, estén más expuestos a la influencia de la opinión y las experiencias de los progenitores que en la situación previa a la crisis sanitaria», apunta Sáinz. «No se socializan en las mismas condiciones que antes del confinamiento con otras personas como el profesorado o grupos de iguales», añade.

En una investigación publicada en la Revista de Psicología Social, la investigadora junto con José Luis Martínez y Julio Meneses, también de la UOC, han analizado las diferencias en función del género en las respuestas de los estudiantes de secundaria ante una situación de sexismo académico. Los investigadores apuntan que estos casos se dan «sobre todo en las chicas, que se enfrentan a más actitudes sexistas que los chicos sobre su competencia en ciencias, tecnología y matemáticas (conocidas como disciplinas STEM por sus siglas en inglés)».

Según el estudio, las estudiantes cuyos padres tenían un nivel académico intermedio o alto mostraban mayor predisposición a enfrentarse a las situaciones sexistas. «Es curioso observar cómo los chicos reaccionan a las situaciones de sexismo académico evitándolas, y no como las chicas, que las afrontan o buscan ayuda de personas con mayor autoridad como profesores o familias cuando piensan en este tipo de situaciones», compara la experta.

Los chicos también sufren sexismo

La investigación se llevó a cabo en 954 estudiantes que cursaban el primer año de bachillerato en diez centros escolares de las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona. El 60 % de los estudiantes indicó que sus progenitores tenían un nivel académico intermedio, mientras que el 30 % señaló que tenían un nivel de estudios alto, seguido de un 10 % con nivel de estudios bajo. En cuanto a procedencia, el 80 % de los padres y madres habían nacido en España.

A los estudiantes se les pidió que completaran un cuestionario en el que se les planteaban diferentes situaciones de sexismo en relación con sus capacidades académicas y tenían que responder cómo reaccionarían: enfrentándose a ellas, pidiendo ayuda o evitándolas.

Además, los estudiantes también tenían que indicar en qué medida estaban de acuerdo con cinco afirmaciones sexistas sobre las competencias académicas de los chicos y las chicas. Sobre su propia experiencia, también tenían que responder a si alguien de su entorno había hecho comentarios desalentadores sobre sus habilidades en ámbitos STEM, como matemáticas, tecnología y física (en el caso de ser chicas), o en lengua y biología (en el caso de ser chicos).

«Nuestra sociedad tiende a minusvalorar las competencias de las mujeres en las asignaturas y los ámbitos muy prestigiosos y valorados socialmente como son la ciencia y la tecnología», afirma la autora. «Los chicos, sin embargo, están acostumbrados a que se valoren sus competencias por encima de las de las chicas, lo cual es también sexismo pero positivo hacia ellos», puntualiza.

Según Milagros Sáinz, este tipo de sexismo no significa que todos los chicos tengan altas competencias en estos ámbitos, también ellos se frustran y sufren sus consecuencias negativas porque muchos «no cumplen con este ideal de masculinidad».

Nivel educativo de los padres

Aparte de la influencia del género a la hora de enfrentarse de una manera u otra a las situaciones de discriminación académica, el estudio muestra que también influye en ello el nivel de estudios de los progenitores.

«El género per se explica las distintas maneras de afrontar el sexismo académico, pero el nivel educativo de padres y madres nos ayuda a entender en qué grupos de estudiantes se observa mayor predisposición a responder de manera más o menos activa a dichas situaciones», destaca la autora.

Si las chicas cuyos progenitores tenían estudios universitarios o de secundaria posobligatoria tendían a responder a situaciones de sexismo enfrentándose a la persona que las provocaba, en el caso de los chicos con una historia familiar similar su respuesta solía ser la evitación.

El estudio también revela que, a veces, los propios estudiantes no son conscientes de estar presenciando o viviendo en primera persona esta situación discriminatoria. «Las chicas, en muchas ocasiones, son objeto de sexismo académico que pone en tela de juicio sus competencias tecnológicas y perciben que esto se debe a que no tienen ese potencial individualmente y que, por tanto, no pueden desarrollarlo», subraya Sáinz.

«No son conscientes de que se trata de una creencia estereotipada que se atribuye, por lo general, a todas las mujeres por el hecho de ser mujeres», resalta. En el caso de los chicos ocurre a la inversa: sus decisiones y conductas están también fuertemente condicionadas a expectativas sociales y culturales relacionadas con la masculinidad.

Para evitar estos desequilibrios, la experta destaca la importancia de formar a chicos y chicas en temas de igualdad y en cómo afrontar las distintas situaciones de sexismo académico o de otra índole, una formación que tendría que llegar también al profesorado y a las familias.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-vision-sexista-educacion-familias-condiciona-eleccion-futuro-academico-202006260206_noticia.html

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Educación y confinamiento

Por: Dinorah García Romero

La gestión gubernamental ha sido bastante traumática. A estos rasgos hemos de agregar la pobreza que afecta a muchos dominicanos, por lo cual no pueden permanecer confinados.Viven de la informalidad y necesariamente han de salir de la casa para buscar cómo sobrevivir. En un contexto de pobreza, la discrepancia es mucho más acentuada.

La educación es un proceso que influye en todas las dimensiones que configuran al ser humano y a la sociedad. Es una ciencia con un potencial elevado para transformar a las personas y a las estructuras sociales y político-económicas. De igual manera, la carencia de educación agiliza la muerte intelectual, social y física, tanto de las personas como de la sociedad.  Con estas afirmaciones no busco deificar la educación. No. Las ciencias tienen sus límites, pero esto no impide que reconozcamos el despliegue de fuerzas que esparcen para enriquecer a los seres vivos, especialmente a los humanos. En el caso de la educación, los indicadores de transformación, cuando puede intervenir con efectividad una situación determinada, son múltiples las evidencias que se pueden registrar. Empecemos valorando el peso que tiene la educación en los países de mayor desarrollo en el mundo; y el desastre que opera en aquellos en el que la educación es un bien que no llega a todos y que, además, posee calidad escasa.

Las personas y la sociedad que se ven afectadas por la carencia de una educación de calidad, ponen en riesgo su desarrollo, su inserción orgánica en la construcción de un mundo sostenible. También ponen en alto riesgo su vida y la de las demás personas e instancias con las que interactúan. Por esto, la acción para que la educación sea un derecho para todos no puede ni debe bajar la intensidad ni la frecuencia. Si la educación es un cauce de vida personal y social, ya es insostenible pretender organizar, cambiar y desarrollar una nación al margen de ella. Los avances de Vietnam, Korea del Sur y Costa Rica han de animarnos a un cuidado más sistémico y cualificado de la educación de la población dominicana.

En la nueva época que vivimos, constatamos que en varios países de América Latina y el Caribe se observa discrepancia entre la respuesta educativa que debe dar la población ante el avance de la pandemia y los requerimientos que esta exige para superar el incremento de los contagios y la letalidad incontrolable que afecta a varios países. En la República Dominicana, un país tropical marcado por la alegría, el sentido de fiesta y el encuentro cercano entre las personas, la gestión personal y familiar de la pandemia se ha convertido en un trabajo difícil. La gestión gubernamental ha sido bastante traumática. A estos rasgos hemos de agregar la pobreza que afecta a muchos dominicanos, por lo cual no pueden permanecer confinados.Viven de la informalidad y necesariamente han de salir de la casa para buscar cómo sobrevivir. En un contexto de pobreza, la discrepancia es mucho más acentuada. El problema se vuelve más agudo por los errores de las políticas del Ministerio de Salud Pública y de la campaña electoral en tiempos de COVI-19. Todos estos aspectos son factores causales del desorden con el que se ha manejado la política global vinculada a la pandemia que nos vuelven a colocar a la puerta de un nuevo confinamiento más prolongado y más complejo. El confinamiento que nos espera nuevamente es necesario, pero nos interpela a todos, particularmente a los que trabajamos en los procesos de formación y aprendizaje de las personas y de las instituciones. Es necesario que busquemos formas alternativas que le ayude a comprender a la población que el autocuidado y el cuidado de los otros son aspectos prioritarios. Hemos de reimaginar las metodologías y los procedimientos para ayudar a las personas a que retomen la importancia de la responsabilidad y, de forma especial, a que inicien, aunque sea tarde, la educación de la razón y de la voluntad.

Educación y confinamiento son dos ejes que vertebran nuestra existencia en este período y hemos de hacer todo lo posible para que la interrelación sea equilibrante y potenciadora de las personas y de la colectividad. La educación crítica es una necesidad en todos los sectores y en todas las zonas del país. Trabajemos con más empeño para que la población del país avance hacia una actuación razonada, hacia una voluntad educada y hacia un compromiso serio consigo y con la nación

Fuente: https://acento.com.do/opinion/educacion-y-confinamiento-8840790.html

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