Asia/China/10-05-2020/Autor(a) y Fuente: spanish.xinhuanet.com
NANCHANG, 7 mayo, 2020 (Xinhua) — Estudiantes ingresan a la Universidad de Nanchang luego de escanear su código QR de salud, en Nanchang, provincia de Jiangxi, en el este de China, el 7 de mayo de 2020. Los estudiantes de la Universidad de Nanchang comenzaron a regresar a la escuela el jueves. La universidad ha tomado diversas medidas de prevención epidémica en el campus para garantizar la seguridad de los estudiantes. (Xinhua/Peng Zhaozhi)
NANCHANG, 7 mayo, 2020 (Xinhua) — Un estudiante recibe un control de temperatura corporal previo a ingresar a la Universidad de Nanchang, en Nanchang, provincia de Jiangxi, en el este de China, el 7 de mayo de 2020. Los estudiantes de la Universidad de Nanchang comenzaron a regresar a la escuela el jueves. La universidad ha tomado diversas medidas de prevención epidémica en el campus para garantizar la seguridad de los estudiantes. (Xinhua/Peng Zhaozhi)
NANCHANG, 7 mayo, 2020 (Xinhua) — Un estudiante recibe un control de temperatura corporal previo a ingresar a la Universidad de Nanchang, en Nanchang, provincia de Jiangxi, en el este de China, el 7 de mayo de 2020. Los estudiantes de la Universidad de Nanchang comenzaron a regresar a la escuela el jueves. La universidad ha tomado diversas medidas de prevención epidémica en el campus para garantizar la seguridad de los estudiantes. (Xinhua/Peng Zhaozhi)
NANCHANG, 7 mayo, 2020 (Xinhua) — Un estudiante escanea un código QR de salud con su teléfono móvil previo a ingresar a la Universidad de Nanchang, en Nanchang, provincia de Jiangxi, en el este de China, el 7 de mayo de 2020. Los estudiantes de la Universidad de Nanchang comenzaron a regresar a la escuela el jueves. La universidad ha tomado diversas medidas de prevención epidémica en el campus para garantizar la seguridad de los estudiantes. (Xinhua/Peng Zhaozhi)
Fuente e Imagen: http://spanish.xinhuanet.com/photo/2020-05/09/c_139039253.htm
América del Sur/Argentina/10-05-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec
En los primeros 125 días de 2020, Argentina registró un femicidio cada 29 horas.
Redacción BUENOS AIRES
EFE
“Los femicidios son los únicos delitos que no descendieron en este período de aislamiento social, por eso estamos reclamando a las autoridades nacionales, provinciales y locales que se declare la emergencia ‘Ni una menos’”, dijo la coordinadora nacional de Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá), Silvia Ferreyra.
Argentina ha registrado en lo que va de 2020, un total de 108 femicidios, y 45 de ellos se han producido desde que empezaron las medidas de confinamiento de la población por la pandemia del coronavirus, según datos difundidos este martes por el Observatorio Nacional Mumalá.
4.887 casos confirmados de Covid-19 y 262 muertes, en Argentina.La cuarentena obligatoria que todavía rige de manera estricta en las grandes ciudades del país comenzó el pasado 20 de marzo, pero el Gobierno empezó a tomar las primeras medidas de aislamiento el 12 de marzo. A ellos, hay que sumarles otros 41 intentos de feminicidios y 2 intentos de travesticidios.
Además de estas cifras, las autoridades aún investigan 16 muertes violentas de mujeres, a la espera de autopsias y peritajes.
Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102317864/45-femicidios-en-pandemia-108-en-lo-que-va-de-este-ano
Ante la suspensión de labores educativas por la crisis de COVID-19, muchos profesores peruanos, se esfuerzan para seguir enseñado a distancia en lugares donde no llegan señales de internet, radio ni TV
A diferencia de Europa, en los países de América del Sur (excepto Venezuela, Ecuador y Colombia), el año escolar inicia en marzo y termina en diciembre. Este 2020, el nuevo coronavirus sorprendió a la totalidad de alumnos y profesores, ya que la cuarentena impuesta por el Gobierno desde el 16 de marzo, obligó a los maestros a cambiar su plan de estudios “tradicional” a una versión a distancia, en solo dos semanas.
En el marco de la emergencia sanitaria, el 6 de abril, el ministerio de educación (MINEDU) comenzó con la estrategia denominada “Aprendo en casa”. Se habilitó el servicio educativo mediante su prestación a distancia en las instituciones educativas públicas de Educación Básica, a nivel nacional. Mediante su portal en línea, se implementaron nuevos recursos de estudio por medio de radio, internet y televisión.
En una entrevista para LA RAZÓN, Julio y Elizabeth, dos directivos y docentes de una institución ubicada en la región Junín (sierra del Perú), cuentan cómo se viene dando el año escolar en esta parte del país. Los directivos han destacado el esfuerzo extra que vienen realizando en este periodo, ya que no solo han tenido que capacitarse en tiempo record, sino también han tenido que enseñar a los alumnos y a sus padres la nueva forma de comunicación, en la fase de aislamiento que aún se mantiene en el país.
Los límites del Internet
Frente a la pandemia de COVID-19, la implementación del programa “Aprendo en Casa”, el Gobierno ha dado la oportunidad a los escolares de continuar con su educación haciendo el uso de los medios que cada estudiante tenga a su disposición ya sea internet, televisión o radio.
Según los datos proporcionados por el director de esta institución, de la totalidad de alumnos que se habían matriculado antes de marzo, solo el 2.62% de estudiantes tienen posibilidades de conectarse a internet. Si bien, las familias cuentan con un dispositivo móvil, ellos necesitan hacer recargas de internet para poder enviar los trabajos a sus maestros, en familias más grandes, la recarga tiene que ser mayor, ya que tienen varios hijos inscritos.
El 47.6% de estudiantes de la institución están accediendo a las clases mediante la televisión, el 5.24%, usan la radio y, el 7.42%, no tienen ninguna de estas herramientas, en estos casos, los profesores les alcanzan las herramientas mediante mensajes de texto. Por último, el 37.55 % de inscritos previstos, hasta el momento no tienen acceso a ninguna de las clases porque se encuentran en lugares donde no hay ni radio ni TV.
El nuevo reto de los maestros
Una vez que los estudiantes han recibido la clase, los profesores se encargan de hacer el seguimiento de cada uno de ellos, para discernir sus dudas y recibir las tareas, las cuales son evaluadas y almacenadas para el reporte habitual.
“Es una nueva experiencia para todos, pero los maestros de esta y demás instituciones de áreas rurales, demuestran a diario su compromiso, a pesar de que muchos de ellos también tienen limitaciones al acceso a internet”, cuenta Julio.
Por otro lado, a toda esta labor se suman las charlas de orientación que los maestros reciben por parte del Estado. “Tenemos que buscar nuestra propia manera para llegar y retroalimentar a nuestros estudiantes, con una atención permanente durante todo el día, a lo que se añaden las capacitaciones urgentes que tenemos para enfrentar la crisis del coronavirus. Es una labor agotadora”, asiente Elizabeth.
Por su parte, el presidente del Perú, Martín Vizcarra y su ministro de Educación han anunciado proveer tablets para los estudiantes y maestros de las zonas más alejadas, con el fin de acortar las limitaciones de estos sectores. Asimismo, han decretado que la prestación presencial del servicio educativo a nivel nacional en las instituciones educativas públicas y de gestión privada, se iniciará el 04 de mayo de manera gradual, pero todo dependerá de la evolución de la pandemia.
Fuente:
Ante la suspensión de labores educativas por la crisis de COVID-19, muchos profesores peruanos, se esfuerzan para seguir enseñado a distancia en lugares donde no llegan señales de internet, radio ni TV
Kiara Hurtado
Última actualización:30-04-2020 | 04:04 H/
Creada:30-04-2020
En un intento por contener la propagación de la pandemia de COVID-19, la mayoría de los gobiernos de todo el mundo han cerrado temporalmente las instituciones educativas. A pesar de las nuevas tecnologías, en sociedades como el Perú, hay un gran porcentaje de alumnos habitantes del sector rural, y estos están a punto de cumplir su primer mes llevando clases a distancia, mas no de manera virtual.
A diferencia de Europa, en los países de América del Sur (excepto Venezuela, Ecuador y Colombia), el año escolar inicia en marzo y termina en diciembre. Este 2020, el nuevo coronavirus sorprendió a la totalidad de alumnos y profesores, ya que la cuarentena impuesta por el Gobierno desde el 16 de marzo, obligó a los maestros a cambiar su plan de estudios “tradicional” a una versión a distancia, en solo dos semanas.
En el marco de la emergencia sanitaria, el 6 de abril, el ministerio de educación (MINEDU) comenzó con la estrategia denominada “Aprendo en casa”. Se habilitó el servicio educativo mediante su prestación a distancia en las instituciones educativas públicas de Educación Básica, a nivel nacional. Mediante su portal en línea, se implementaron nuevos recursos de estudio por medio de radio, internet y televisión.
En una entrevista para LA RAZÓN, Julio y Elizabeth, dos directivos y docentes de una institución ubicada en la región Junín (sierra del Perú), cuentan cómo se viene dando el año escolar en esta parte del país. Los directivos han destacado el esfuerzo extra que vienen realizando en este periodo, ya que no solo han tenido que capacitarse en tiempo record, sino también han tenido que enseñar a los alumnos y a sus padres la nueva forma de comunicación, en la fase de aislamiento que aún se mantiene en el país.
Los límites del Internet
Frente a la pandemia de COVID-19, la implementación del programa “Aprendo en Casa”, el Gobierno ha dado la oportunidad a los escolares de continuar con su educación haciendo el uso de los medios que cada estudiante tenga a su disposición ya sea internet, televisión o radio.
Según los datos proporcionados por el director de esta institución, de la totalidad de alumnos que se habían matriculado antes de marzo, solo el 2.62% de estudiantes tienen posibilidades de conectarse a internet. Si bien, las familias cuentan con un dispositivo móvil, ellos necesitan hacer recargas de internet para poder enviar los trabajos a sus maestros, en familias más grandes, la recarga tiene que ser mayor, ya que tienen varios hijos inscritos.
El 47.6% de estudiantes de la institución están accediendo a las clases mediante la televisión, el 5.24%, usan la radio y, el 7.42%, no tienen ninguna de estas herramientas, en estos casos, los profesores les alcanzan las herramientas mediante mensajes de texto. Por último, el 37.55 % de inscritos previstos, hasta el momento no tienen acceso a ninguna de las clases porque se encuentran en lugares donde no hay ni radio ni TV.
El nuevo reto de los maestros
Una vez que los estudiantes han recibido la clase, los profesores se encargan de hacer el seguimiento de cada uno de ellos, para discernir sus dudas y recibir las tareas, las cuales son evaluadas y almacenadas para el reporte habitual.
“Es una nueva experiencia para todos, pero los maestros de esta y demás instituciones de áreas rurales, demuestran a diario su compromiso, a pesar de que muchos de ellos también tienen limitaciones al acceso a internet”, cuenta Julio.
Por otro lado, a toda esta labor se suman las charlas de orientación que los maestros reciben por parte del Estado. “Tenemos que buscar nuestra propia manera para llegar y retroalimentar a nuestros estudiantes, con una atención permanente durante todo el día, a lo que se añaden las capacitaciones urgentes que tenemos para enfrentar la crisis del coronavirus. Es una labor agotadora”, asiente Elizabeth.
Por su parte, el presidente del Perú, Martín Vizcarra y su ministro de Educación han anunciado proveer tablets para los estudiantes y maestros de las zonas más alejadas, con el fin de acortar las limitaciones de estos sectores. Asimismo, han decretado que la prestación presencial del servicio educativo a nivel nacional en las instituciones educativas públicas y de gestión privada, se iniciará el 04 de mayo de manera gradual, pero todo dependerá de la evolución de la pandemia.
Ante una contingencia que demanda aislamiento, el tiempo frente a la pantalla de niños y adultos va en aumento. ¿Cómo lidiar con este aumento de horas frente a la pantalla?
A varias semanas de que miles de instituciones alrededor del mundo iniciaran programas en línea para adaptarse a las medidas precautorias, una preocupación ha asediado a las familias: ¿No es demasiado tiempo frente a la pantalla?
La educación presencial ofrece ventajas como la presencia física de un maestro, el efecto psicológico de salir del salón para el recreo, de trasladarse a casa para hacer otras actividades y cumplir con la tarea que dejó la profesora. La enseñanza remota de emergencia, por otro lado, con todas sus bondades, implica que los estudiantes permanezcan sentados frente a una pantalla, en ocasiones por varias horas. El mayor reto ante una situación como la actual es lograr que las niñas estén quietas y atentas sin esos cambios de escena que les permiten un necesario descanso y reinicio de sus capacidades cognitivas. Esta dificultad ya ha hecho mella tanto en los niños como en los padres, quienes son responsables de hacer que asistan a clases.
Antes y después del COVID-19
Antes de la contingencia, los niños y niñas estadounidenses entre 8 y 12 años pasaban un promedio de 4 horas y 44 minutos diarios frente a una pantalla, los adolescentes, 7 horas y 22 minutos, esto sin incluir el tiempo de actividad escolar. Después del brote pandémico y de las medidas de aislamiento que provocaron el cierre de miles de escuelas a nivel mundial, la educación remota de emergencia se presentó como una solución para asegurar la continuación de los programas curriculares. A raíz de esto, el tiempo frente a una pantalla de niños y niñas entre 6 y 12 años aumentó en un 50 % durante estas semanas de cuarentena, según un estudio. “A grandes rasgos, los niños están pasando de 2.5 a 3 horas más por día enfrente de una pantalla”, comenta Dylan Collins, CEO de SuperAwesome, compañía de tecnología enfocada a niños que realizó el estudio sobre las horas en pantalla.
De acuerdo a la psiquiatra Colette Poole-Boykin, existe una fórmula para descifrar cuánto debería pasar un niño concentrado en una tarea para no sobrecargarse. Consiste en multiplicar la edad por 2 a 5 minutos, el resultado es la cantidad de tiempo que pueden mantenerse concentrados. Esto sería aproximadamente de una a dos horas al día para los estudiantes de primaria, de dos o tres para los de secundaria y de tres a cuatro para los de bachillerato.
“A grandes rasgos, los niños están pasando de 2.5 a 3 horas más por día enfrente de una pantalla”.
El acumulativo de esas horas diarias extra que señala el estudio puede ser agobiante para cualquier niña, especialmente si una buena parte de esas horas deben ser de aprendizaje efectivo y tareas. Sin embargo, en este periodo estamos jugando con reglas diferentes, dado que la enseñanza remota de emergencia, es la única solución viable para continuar la labor de las instituciones educativas hasta el término de la contingencia. ¿Cómo lidiar entonces con este aumento de horas frente a la pantalla?
El enfoque no es el tiempo en pantalla
El tiempo de pantalla es un indicador importante para hábitos de tecnología saludables, tanto para adultos como para menores de edad, pero en una situación de contingencia, es necesario revaluar nuestra relación con las pantallas. Debido al aislamiento, es más difícil establecer límites recomendados por instituciones como la Organización Mundial de la Salud y El Departamento de Salud de Australia, que también publicaron recomendaciones especiales para aplicar durante la cuarentena.
En este periodo de emergencia, para muchos, la pantalla es la ventana al mundo y el principal recurso educativo. En vez de agregar estrés a una situación de tensión constante tratando de limitar el tiempo frente a la pantalla, es recomendable aplicar medidas que aseguren que el contenido que consumen los niños es de calidad y tiene un propósito positivo. De la misma forma, el acompañamiento es crucial para mantener una relación saludable con la tecnología en casa.
Para los más jóvenes, se recomienda la actividad de co-viewing, en la que la que toda la familia ve el contenido y les explican las ideas tratadas en el mismo. Si se trata de niños mayores es más adecuado el co-engaging, en la que pueden ver o interactuar con el contenido en compañía de otra persona con el mismo nivel de interés.
Es importante que este tiempo de pantalla no sea un tiempo inactivo, sino un vehículo para la actividad social presencial. La compañía física y la socialización con otras personas mientras se comparte el tiempo frente a una pantalla, es crucial para mantener hábitos de uso de tecnología saludables durante el aislamiento.
Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/tiempo-pantalla
América/México/06/05/2020/Autor y fuente: aristeguinoticias.com
El sistema educativo debe ser reformado para instaurar una «nueva escuela mexicana» que privilegie la creatividad y el pensamiento crítico entre jóvenes, niñas y niños, sostuvo el filósofo Enrique Dussel. El también académico urgió a las autoridades a llevar a cabo un «cambio radical» en las escuelas con el fin de formar una «nueva juventud» preparada para una nueva realidad tras la pandemia de Covid-19.
Combatir el terrorismo del Estado Islámico y las causas que lo hacen fuerte ha dejado de ser prioritario. Estados Unidos se enfoca en el quebradero de cabeza que se le ha convertido Irak. Siria concentra la mayor parte de su Ejército en Idlib. Yemen suficiente tiene con sobrevivir a la mayor crisis humanitaria de nuestra época mientras La Coalición (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y sus respectivos aliados yemeníes) se desmorona en el sur. Camerún, Chad y Nigeria pueden permitirse cierto grado de insurgencia mientras solucionan problemas internos mucho más acuciantes. Pero el terrorismo no ha cesado, y aunque el Califato ya no existe, sus fanáticos siguen asesinando. ¿Por qué no se habla de ello? En parte porque su violencia es a mucha menor escala que en el pasado, pero también porque han decidido no atacar ‘Occidente’ hasta que vuelvan a controlar territorio estable.
En apenas una semana, terroristas del Estado Islámico han tiroteado a un miliciano de las YGP en Manbij (Siria), asesinado a dos efectivos de las Unidades de Movilización Popular y herido a otros tres en al-Qaim (Irak), asesinado a dos policías en Kirkuk (Irak), ejecutado a un militar iraquí y atacado un convoy en Ramadi, emboscando a dos soldados iraquíes en Makhmour, ejecutado a un soldado en Chad, herido a varios soldados egipcios con un explosivo improvisado en el Sinaí, asesinado a tiros a un miembro de las fuerzas de seguridad afganas en Nangarhar, atacado a varios soldados en Ngala (Nigeria) y destruido un vehículo militar nigeriano en Buni Yadi con una bomba.
Además de los ataques exitosos que reivindican, las escaramuzas son constantes y, por ejemplo, el pasado 28 de abril, las autoridades iraquíes en Kirkuk abatieron a 3 terroristas suicidas que tenían pensado inmolarse en un edificio de la Inteligencia. A pesar de ser operaciones que podrían considerarse pequeñas, es un desgaste continuo que a veces se ve agravado por matanzas como la del 23 de marzo de 2020, cuando Boko Haram (no confundir con el actual Estado Islámico de África Occidental/ISWAP) asaltó una posición militar en el Lago Chad matando a 92 soldados.
El Estado Islámico ha sabido adaptarse al nuevo contexto como lo hizo al-Qaeda; aprendiendo que si quieren sobrevivir, deben evitar atacar a las potencias que realmente pueden hacerles frente
La situación ha llevado al Gobierno de Siria a reanudar algunas operaciones en el desierto de Homs contra los terroristas, a las fuerzas de seguridad iraquíes a mantenerse alerta en las zonas de mayor actividad terrorista y, sobre todo, a Chad a lanzar la Operación Ira de Bomo; una operación a gran escala junto a otros países del Sahel contra Boko Haram. La operación anunciada por el presidente chadiano Idris Deby ya ha eliminado a un millar de militantes de Boko Haram, conocidos por ser la facción más extrema de todos los grupos que juraran lealtad al Estado Islámico.
Pero esta campaña en Lago Chad no es más que una acción concreta, en un momento concreto, y aunque ha sido una gran muestra de fuerza, no podrá mantenerse mucho más en el tiempo. Es una victoria temporal, porque no se atacan las raíces del problema sino los síntomas. Otros países vecinos como Nigeria, incluso, han decidido adoptar la pasividad como estrategia.
A las operaciones militares no le siguen programas de educación, ni de desarrollo económico, ni de justicia… No se detiene la rueda en ningún momento porque los grupos terroristas no amenazan en ningún momento la posición de las élites. El Estado Islámico ha sabido adaptarse al nuevo contexto como lo hizo al-Qaeda; aprendiendo que si quieren sobrevivir, deben evitar atacar a las potencias que realmente pueden hacerles frente. El nuevo ‘perfil bajo’ que ha adoptado el Estado Islámico hace que, por ejemplo, pasen desapercibidas noticias como la detención en España de uno de sus excombatientes en Siria, hijo a su vez de un terrorista de al-Qaeda responsable del asesinato de 224 personas.
Solo durante el mes de marzo en el Sahel, la zona más afectada ahora mismo por el terrorismo islamista junto a Afganistán, hubo 58 atentados que se cobraron 522 vidas de civiles y militares. Esto convierte marzo en uno de los meses del año con más civiles muertos por ataques terroristas en Mali, Nigeria, Chad y Burkina Faso.
Los efectos globales del COVID-19, la degradación de la economía, el potencial descontento que provocará en la población y la incapacidad de reacción de los gobiernos –carentes de recursos– presentan un 2020 especialmente duro para la población del Sahel. ACNUR alerta de que el hambre acecha la región, amenazando con una crisis catastrófica para un territorio con 3 millones de desplazados por la guerra contra el terrorismo, donde las cosechas se están acabando y dejarán a 19 millones de personas en riesgo de inseguridad alimentaria. Son las condiciones perfectas para una catástrofe humanitaria que grupos como Boko Haram e ISWAP saben explotar a su favor. Burkina Faso, por ejemplo, se encuentra en una situación en la que el coronavirus y sus consecuencias atacan las ciudades mientras el Estado Islámico en África Occidental ataca continuamente en las zonas rurales; sin solución ni vía de escape para la población frente a ambas amenazas.
Los terroristas ya no amenazan ni a los poderosos ni a las potencias, así que han dejado de ser la prioridad. Pero siguen existiendo, siguen matando, y aunque ahora no son una amenaza, se mantienen al acecho
En el corto y medio plazo, el Estado Islámico no va a pasar de una insurgencia. Es muy improbable que logren la instauración de un nuevo califato. Sin embargo, ello no implica su derrota, y es que en las zonas donde los estados no llegan, donde la población se siente abandonada, ya se han infiltrado sus ideas extremistas. Allá donde hay un vacío de poder, seguirán calando las ideas más brutales del grupo terrorista, y aunque no controlen un territorio estable, seguirán teniendo el caldo de cultivo para fanáticos deseosos de matar por unas ideas infames pero que han interiorizado.
Sin califato, el Estado Islámico se ha atomizado, minimizando la amenaza pero aumentando exponencialmente el frente. La batalla no ha terminado, y no lo hará definitivamente hasta que se los combata no solo con las armas, sino también combatiendo el hambre, el tribalismo y construyendo una identidad colectiva entorno al estado y no la fe.
Los terroristas ya no amenazan ni a los poderosos ni a las potencias, así que han dejado de ser la prioridad. Pero siguen existiendo, siguen matando, y aunque ahora no son una amenaza, se mantienen al acecho, esperando el momento en el que ganar adeptos y volver a hacer daño.
Una de las grandes lecciones de la reflexión filosófica es que nuestra existencia tiene un carácter narrativo. Interpretamos el mundo a partir de narraciones cuya característica básica es que están conformadas por metáforas.
El avance de la pandemia del COVID-19 ha estimulado el resurgimiento del discurso belicista en la gestión de la crisis. Algunos de los principales líderes, en América y Europa, acuden a metáforas bélicas o militares para referirse a la situación de excepción. Se habla de que: “estamos en guerra”; “el enemigo penetró hace ya tiempo en la ciudad”; “la victoria será total”…. En síntesis, metáforas que, con buenas intenciones en algunos casos, y dudosas en otros, nutren el campo semántico del debate público.
En su clásico de 1980, Metáforas de la vida cotidiana, George Lakoff y Mark Johnson llevaron a cabo una reflexión sobre la naturaleza metafórica del lenguaje y como las mefáforas impregnan nuestra vida cotidiana estructurando nuestras acciones. Una de sus principales afirmaciones es que “las metáforas pueden crear realidades sociales”. Por este poder configurador del discurso, las metáforas belicistas son peligrosas, además de inadecuadas para explicar un fenómeno epidemiológico.
En el momento en que asumimos las metáforas militares estamos incitando a una disposición y actitud belicista. La cuestión es que las guerras tienen una dinámica, atmósfera y reglas de juego opuestas a las que requieren las situaciones problemáticas relacionadas con la salud pública.
En su lúcido ensayo de 1988, El sida y sus metáforas, http://ceiphistorica.com/wp-content/uploads/2016/04/Susan-Sontag-La-enfermedad-y-sus-met%C3%A1foras.-El-sida-y-sus-met%C3%A1foras.pdf, Susan Sontag concibe como probable que el uso excesivo de las metáforas militares sea inevitable en una sociedad capitalista, donde resulta cada vez más difícil la movilización de la ciudadanía por razones éticas.
Es razonable pensar que los líderes políticos encuentren cada vez menos recursos narrativos para incentivar al sacrificio, la empatía, la entrega, el cuidado del otro, la escucha. Durante décadas, la mayoría de los sistemas educativos han privilegiado el entrenamiento de habilidades para competir en el mercado laboral, en el marco de un modelo económico e ideológico que percibe las emociones que requerimos con más urgencia dentro de un estado de excepción como muestas de debilidad, incompetencia, e ineficacia.
Así, se revierte contra nosotros la ausencia de una educación emocional y la carencia de unos hábitos relacionados con lo denominado por Aristóteles como “amistad cívica”, los vínculos que unen a los ciudadanos en un proyecto de sociedad común.
Las carencias señaladas fomentan una serie de actitudes existentes ya en el discurso político populista y xenófobo previo a la pandemia y que en el marco de la misma son reforzadas por gobernantes irresponsables. No es caualidad escuchar el concepto del “virus chino” o las constantes denuncias de que el virus viene del “otro lado”.
Sontag nos recuerda que hay un vínculo en cómo concebimos las enfermedades y cómo percibimos al extranjero, dos caras de una misma realidad amenazante.
Y si hay un vínculo entre la enfermedad entendida en términos bélicos y la xenobofia, también la hay entre las metáforas bélicas y el autoritarismo. Porque la guerra constituye el estado de excepción por excelencia, la situación idónea donde se constriñen libertades, se impone la censura y se justifica cualquier medio que nos lleve a la victoria.
Esquilo afirmó que “La verdad es la primera víctima de la guerra”. Pero con ella, también lo es la dignidad de los seres humanos. El discurso belicista, aunque de manera explícita se dirija contra un virus, de manera implícita se dirige contra las personas, contra aquellos que no consideramos “igual que nosotros” (los pobres, los estigmatizados, los inmigrantes). Podemos y debemos diseñar estrategias para defendernos del COVID-19. Pero como concluye Sontag: “no estamos autorizados para defendernos de cualquier manera que se nos ocurra”.
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