Panamá/23 de Abril de 2016/La Prensa/
Así como muchas veces hay que morirse para ser bueno, al parecer Exedra Books tuvo que anunciar su cierre para llenarse. A seis días de cerrar, su dueño, Rodrigo Terán , cuenta lo difícil que es tener un negocio cultural en Panamá.
El libro que nunca vendió.
El Quijote de una edición especial, que en cualquier otra parte del mundo hubiera sido peleado. Trajimos solo tres y tenemos dos desde hace 10 años. El nivel educativo promedio aquí es muy bajo. Cuando eso salió en España hubo filas como aquí hacen filas para ver conciertos.
¿El que más vendió?
La saga de Harry Potter, Dan Brown y Paulo Coelho. Esa es la cultura aquí.
Cuando me dice que vendió muchos libros de un título, ¿cuántos son?
No más de 500. Pedíamos de 100 en 100.
¿Qué tal es Coelho?
No he podido leerme un libro completo de él.
¿Qué género no lee el panameño?
Cultura universal no lee nada. Literatura clásica cero, salvo raras excepciones. Libros técnicos…
Lo que más lee.
Autoayuda. Tenemos muchos problemas… familiares, personales. Sexología, esoterismo y novelitas de esas baratas, de conversaciones de esas de la vagina, se vendía lo que pusieras.
¿Y religión?
No traíamos muchos, solo lo que sonaba mucho. Pero se vendía.
José Saramago, novelas de los Nobel… ¿Se vendían?
No. De la rusa Svetlana no se vendió casi nada. Y trajimos solo 25 libros. De los Nobel se vendieron, pero muy pocos. Y porque se les hacía mucha publicidad.
¿Y de autores locales?
Solo los que hacían mucha bulla, porque nosotros no teníamos plata para publicidad. Para pautar un minuto en TV teníamos que vender 500 libros.
¿Qué lee un oficinista promedio?
Los pocos que leen, novelas. Mujeres, románticas o de bochinches o lo que te vende la TV de quién te quitó el novio y complicaciones matrimoniales y eso. Y hombres, de detectives.
¿Y los jóvenes?
No quiero poner basura, pero todo lo que leen son sagas de ficción, miedo, fantasmas, cosas irreales y extraterrestres.
¿Cómo se traduce eso?
Es muy triste; no sé a qué mundo nos dirigimos. A futuro los niños van a nacer con los pulgares largos por estar con el celular y las máquinas todo el día.
¿Qué deberían leer los niños?
Lo que leíamos nosotros cuando éramos niños. Los cuentos clásicos. A mí en 16 años nunca nadie me pidió aquí la Caperucita roja.
El libro que todo niño debería leer.
El lazarillo de Tormes, El principito…
El libro más valioso que tenía en la librería.
No se vendió y me lo quedé yo. Un libro de historia que se llama El libro azul de Panamá.
¿Cuántos clientes entraron al día, en el último año?
Tal vez 10 al día… y 15 en fin de semana.
¿Y cuántos de esos compraban?
Como el 60%.
¿Y qué siente cuando ve llena la librería solo ahora que la va a cerrar?
Tristeza. Qué vaina, ¿no? Y encima hay que poner buena cara.
Si ahora estando en descuento se llena, ¿podemos concluir que la gente no iba por el precio?
No creo, porque como en cualquier baratillo, el panameño crea una psicosis de compra. Yo veo gente comprando libros sin saber siquiera de qué se tratan.¿Qué van a hacer con tantos libros después? No sé. Ni los van a leer. Los compran porque están baratos.
¿Las escuelas han ido a comprar?
No.
¿No cree que fue un problema la falta de disponibilidad de libros?
Si traíamos las novedades y los bestsellers y se quedaban, ¿cómo iba a traer todo el universo de títulos?
¿Qué va a hacer con los libros que no se vendan?
Gran pregunta. Tratar de hacer una venta a alguna otra librería que le interese comprarlos. De no, guardar los más valiosos en algún lugar para venderlos luego. Y donaciones a bibliotecas.
Por dos años subvencionaron el negocio. ¿Cuánto perdió?
Alrededor de $10 mil mensuales. Nos acabamos nuestro peculio personal.
¿Qué intentos infructuosos hizo?
Promovimos la entrega directa a la casa sin costos adicionales, compras por la web, ferias de libro, descuentos… Todo con respuestas pobrísimas. Y después, tratamos de vender la librería como tal a cadenas.
¿El libro electrónico va a acabar con el impreso?
No. El libro es como un sancocho. Lo hueles, sientes, lo gustas y te alimenta. El electrónico solo lo miras.
¿Cuánto afectó Kindle y similares a Exedra?
Muy poco.
¿Hay competencia desleal con otras librerías?
No.
¿A qué librería irá de ahora en adelante?
Tal vez El Hombre de la Mancha o Gran Morrison.
Hay mucho lamento en la calle por el cierre de Exedra. ¿Es un gesto social o cree que de verdad al panameño le importa que caiga un templo de la lectura?
Yo creo que es un gesto social. Es más por el café que por la librería.
¿Y por cuánto tiempo les importará?
Hasta que, como todo aquí, se olvide: 24 horas. O cuando se anuncie el próximo concierto o restaurante o bar o lo que sea. El panameño tristemente no tiene memoria histórica.
¿Dónde está la hipocresía del panameño?
Venían a organizar eventos y no querían pagar los $60 del alquiler… más que eso cuesta cualquier salida. O venían a usar el wifi para citar clientes y hacer negocios aquí. Y hasta se quejaban cuando el wifi no servía.
¿Cuántas horas le dedica, cree usted, un panameño a la lectura al día?
De 10, leen máximo 3. Y de esos 3, le dedican máximo 1 hora al día.
¿Y usted?
Una hora. Ahora tengo 8 o 10 abiertos a la vez.
Con el BiblioMetro la gente se va a poder llevar los libros a la casa. ¿Cree que los devolverán?
No creo. Lo positivo es que quizá ese libro lo lea alguien.
En muchas otras ciudades del mundo se están cerrando librerías. ¿Por qué aquí el fenómeno es más preocupante?
Porque somos menos y hay menos cultura.
Panamá no está entre las opciones que enlista el World Cities Culture Forum para medir la oferta cultural de las ciudades. ¿Las autoridades le dan a eso importancia?
En nada. No le dan ninguna importancia.
Si lo llaman hoy para asesorar en el INAC o en Educación, ¿acepta?
No. Eso está 100% politizado. Si quisiéramos hacer una verdadera labor de cultura, el INAC no debería ser instituto sino ministerio.
Por cierto, ¿la directora del INAC o la ministra de Educación lo han llamado?
Nadie. Tenemos un arreglo hace más de dos años, desde el gobierno pasado, de desarrollar un plan de lectura comprensiva en las escuelas para los niños. Hasta el día de hoy no nos han pagado.
¿Cuánto le deben?
Alrededor de $25 mil. Ya está el cheque, ya va a salir, ya está en Contraloría… y en eso estamos. Y mientras, hemos puesto la capacitación de docentes, los libros…
Tres políticos que vio frecuentemente en estos años que duró Exedra.
Ninguno. Nadie.
El edificio donde opera Exedra lo heredó su esposa de su padre. ¿Qué harán con él ahora?
Tengo que venderlo.
¿Qué le parece la reducción de horas de inglés y español del pénsum?
Pésimo. Si seguimos quitando materias básicas los muchachos no van a saber hablar ni escribir. Hable con los niños: contestan qué ‘xopá’. Esos son nuestros futuros dirigentes.
Después de 16 años, su mensaje a Panamá.
Que haga lo que haga el gobierno, si no leemos los problemas socioeconómicos no se nos van a acabar. Y que nos duele muchísimo que vengan ahora a buscar precios regalados cuando antes hubieran podido comprar a precios normales y nos hubieran podido ayudar a no cerrar. No sirve de nada lamentarse ahora de nuestro cierre, cuando no nos apoyaron antes.
Fuente: http://www.entornointeligente.com/articulo/8293340/En-16-anos-nunca-nadie-me-pidio-la-Caperucita-roja