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FMI: informe sobre la estabilidad financiera mundial de Abril de 2016

Fuente: FMI / 18 de Mayo de 2016

Los riesgos para la estabilidad financiera mundial se han incrementado desde la publicación de la edición de octubre de 2015 del Informe sobre la estabilidad financiera mundial (GFSR, por sus siglas en inglés). En las economías avanzadas, las perspectivas se han deteriorado debido a la creciente incertidumbre y los reveses sufridos en el crecimiento y la confianza. Las perturbaciones en los mercados de activos internacionales han exacerbado estas presiones. El descenso de los precios del petróleo y las materias primas ha mantenido elevados los riesgos en las economías de mercados emergentes, mientras que la mayor incertidumbre en torno a la transición del modelo de crecimiento de China ha aumentado los efectos de contagio en los mercados mundiales. Estos acontecimientos han implicado un endurecimiento de las condiciones financieras, la reducción del apetito de riesgo y el incremento de los riesgos de crédito, y han entorpecido el saneamiento de los balances, debilitando así la estabilidad financiera

Muchos precios de mercado sufrieron caídas drásticas durante la turbulencia experimentada en enero y febrero, lo cual situó las valoraciones de los activos en niveles inferiores a los compatibles con fundamentos económicos que apuntan a una senda de crecimiento constante pero que mejora lentamente (véase la edición de abril de 2016 de Perspectivas de la economía mundial, o informe WEO, por sus siglas en inglés). Sin embargo, la intensificación de la volatilidad del mercado y la aversión al riesgo podrían obedecer a un aumento de los riesgos económicos, financieros y políticos, así como a una menor confianza en las políticas. La recuperación de los precios de los activos a partir de febrero ha anulado [gran parte de] dichas pérdidas y ha reducido la volatilidad. La actitud del mercado se ha visto respaldada por la subida de los precios del petróleo y las materias primas, los datos más sólidos de Estados Unidos y las medidas de apoyo de los bancos centrales. No obstante, el efecto neto de la turbulencia ha sido un shock de la confianza, con repercusiones negativas para la estabilidad financiera

La conclusión principal del presente informe es que se requieren medidas adicionales que den paso a una combinación de políticas más equilibrada y potente para mejorar las perspectivas de crecimiento e inflación y para conseguir la estabilidad financiera. De no ser así, es posible que reaparezca la turbulencia en los mercados. En tales circunstancias, el aumento de las primas de riesgo podría provocar un nuevo endurecimiento de las condiciones financieras que daría lugar a una perniciosa cadena 13 de abril de 2016 2 de interacciones entre la fragilidad de la confianza, el crecimiento débil, niveles más bajos de inflación y cargas de deuda cada vez más pesadas. Las perturbaciones en los mercados mundiales de activos podrían incrementar los riesgos de caer en una desaceleración más grave y prolongada, marcada por un estancamiento financiero y económico. En un contexto de estancamiento financiero, es posible que las instituciones financieras que se encargan de asignar capital y movilizar el ahorro deban hacer frente a balances deteriorados durante largo tiempo. La solidez financiera podría verse erosionada hasta tal punto que tanto el crecimiento económico como la estabilidad financiera se viesen afectados negativamente en el mediano plazo. En un escenario tal, para 2021 el producto mundial podría haber caído un 3,9% con respecto al escenario base.

Informe sobre la estabilidad financiera mundial Abril 2016

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Banco Mundial: Anticiparse a un desastre natural: ¿La innovación y la tecnología pueden servir de ayuda?

Fuente Banco Mundial / 18 de Mayo de 2016

TITULARES
  • Los impactos de los desastres naturales van en aumento, representando una amenaza cada vez mayor para las economías y las vidas de millones de personas en todo el mundo.
  • Las inversiones inteligentes en preparación y capacidad de adaptación pueden evitar que los riesgos naturales se conviertan en catástrofes para la humanidad, pero para ello se necesita una información precisa y confiable sobre los riesgos de desastres.
  • En el Foro sobre Comprensión de los Riesgos correspondiente a 2016, que se realizará en Venecia y que es organizado por el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR), se intercambiarán las últimas innovaciones en el campo de la identificación de riesgos de desastres. Estas incluyen una herramienta en línea de código abierto llamada ThinkHazard! y un informe titulado “Making a Riskier Future”.

En Ecuador, el mes pasado, un terremoto de magnitud 7,8 provocó más de 600 muertos y casi 30 000 heridos. Los daños económicos se estimaron en más de USD 3000 millones (dólares estadounidenses). Desafortunadamente, eventos como estos se están volviendo muy comunes. Los impactos de los desastres naturales van en aumento, amenazando cada vez más las economías y las vidas de millones de personas en todo el mundo.

De hecho, las pérdidas mundiales debido a los desastres casi se han cuadruplicado en las últimas décadas, subiendo de un promedio de USD 50 000 millones al año en la década de 1980 a cerca de USD 200 000 millones anuales en el último decenio. Las personas pobres son las más afectadas por estas situaciones: en los últimos 20 años, en los países de ingreso bajo se produjeron un poco más de una cuarta parte de las inundaciones, pero en ellos se registró casi con el 90 % de las víctimas relacionadas con dichos eventos meteorológicos.

Tendencias como el crecimiento de la población y el aumento de la urbanización provocan pérdidas en las regiones vulnerables. Hasta 1,4 millones de personas se trasladan a las ciudades semanalmente y gran parte de este crecimiento —un 90 % hasta 2050— ocurrirá en África y Asia. Al mismo tiempo, el cambio climático amenaza con empujar a la pobreza a más de 100 millones de personas antes de fines de 2030. Ejemplos como estos ponen de manifiesto que el riesgo de desastres no es estático, sino que evoluciona de manera muy rápida.

Una mayor cantidad de Gobiernos, comunidades y organizaciones internacionales están aprendiendo que las inversiones inteligentes en preparación y capacidad de adaptación pueden evitar que los peligros naturales se conviertan en catástrofes para la humanidad. Estas inversiones también pueden ofrecer otros beneficios, como estimular la creación de empleos y el crecimiento económico, aumentar las oportunidades educativas, mejorar la igualdad de género y la protección del medio ambiente, y además pueden ayudar a lograr las exigentes metas de desarrollo cuyo plazo vence en 2030.

La información precisa y confiable sobre los riesgos de desastres es el eje de inversiones eficaces. Según el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR), (i) una alianza de 34 países y nueve organizaciones internacionales administrada por el Banco Mundial, convencer a los Gobiernos de que inviertan antes de que se produzca un desastre requiere un proceso de identificación de riesgos rápido, riguroso y sistemático. A medida que la tecnología permite que la información sobre los riesgos de desastres sea más accesible que nunca, las personas y los Gobiernos de todo el mundo mejoran su capacidad (i) de identificar los riesgos.


» Con los importantes avances tecnológicos y en la investigación, que son más accesibles y asequibles, esta es una oportunidad para que los responsables de formular políticas, los profesionales del desarrollo y las comunidades se doten de información sobre cómo prepararse mejor para un peligro. El cambio climático amenaza con aumentar el riesgo de desastres y hacer desaparecer importantes logros de desarrollo, por lo tanto ya es hora de adoptar un enfoque aún más activo y serio sobre una gestión inteligente del riesgo de desastres. «
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John Roome

Director superior del Área de Soluciones Transversales en materia de Cambio Climático del Grupo Banco Mundial

Enlace original: http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/05/16/staying-a-step-ahead-of-a-natural-disaster-can-innovation-and-technology-help
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El trabajo en la hora del cambio climático

El cambio climático debe acabar. ¿Pero quién se encargará de detenerlo? O dicho de otra manera, ¿quién podría ser el sujeto político de una revolución climática anticapitalista?

Estoy convencida de que este actor social debería ser, y debe efectivamente ser, la clase obrera a escala mundial. Pero para desempeñar este rol, la clase obrera debe desarrollar una conciencia de clase ecologista y emancipadora.

Por suerte, la historia está llena de ejemplos de este tipo de síntesis rojo-verde: el ambientalismo obrero es tan viejo como el propio movimiento sindical.

Durante una gran parte de su existencia, el ambientalismo obrero se concentró en el lugar de trabajo y en las condiciones de vida de las comunidades obreras, ligando las cuestiones de seguridad y de salud en el trabajo con la protección de la salud medioambiental o la salud pública.

Durante los años 1990, el ambientalismo obrero comenzó a incorporar los conceptos de “desarrollo sostenible” y de “economía verde”. Más recientemente, cuando se ha intensificado el cambio climático, la “transición justa” (TJ) se ha convertido en el concepto de moda. La TJ se basa en la idea de que los trabajadores no deberían soportar el peso de la transición hacia una economía poco carbonada, teniendo en cuenta las pérdidas de empleo y la desestabilización de las comunidades locales.

A tal efecto, los sindicatos de “cuello azul” –en particular los de la industria pesada, transportes y energía– han forjado alianzas “verdes-azules” con grupos ecologistas de todo el mundo. Estas convergencias demuestran un consenso creciente sobre la necesidad de atacar al cambio climático, subrayando que los medios para realizarlo se basan en la implicación sindical y en el carácter duradero de las elecciones adoptadas.

Sin embargo, existen importantes divisiones en el interior de este consenso, en particular cuando se trata del contenido de la TJ. Algunos grupos incitan simplemente a la creación de empleo en una economía más verde. Negándose a someterse a las soluciones del mercado, otros grupos adoptan una crítica radical del capitalismo.

La evolución de esta división determinará si el movimiento obrero reforzará tácicamente al capital –o por el contrario, se enfrentará al capital y al cambio climático.

La mesa de negociaciones

La corriente predominante de la TJ, la que se contenta con apoyar una economía más verde en un marco capitalista, está fielmente representada por la Confederación Sindical Internacional (CSI).

Formada en 2006 por fusión de dos confederaciones sindicales transnacionales, la CSI lanzó el primer programa sindical internacional sobre políticas de cambio climático el mismo año de su fundación. Poco después, surgieron sectores sindicales que elaboraron posiciones oficiales sobre el recalentamiento planetario –posiciones que han precisado más el concepto de transición justa.

Para grupos como la CSI, la TJ significa invertir en sectores y en tecnologías con emisiones débiles en carbono y basados en el empleo creciente de mano de obra, lo que debería combinarse con programas de formación y ayudas financieras para los trabajadores empujados al paro en los sectores contaminantes.

La transición es concebida como un descontextualizado pacto entre ganadores –con la idea de que podría surgir un capitalismo más sostenible por medio “del diálogo y la consulta democrática” con “los socios sociales y las partes interesadas”, apoyado en “análisis locales y planes de diversificación de la economía para ayudar a los gobiernos locales a gestionar la transición hacia una economía débilmente carbonada que permitiría un crecimiento verde”.

Esas partes interesadas tendrían un papel a jugar más allá de las simples consultas: los gobiernos adoptarían medidas de estímulo de la economía; las empresas aplicarían políticas socialmente responsables; los universitarios y los líderes políticos defenderían la “modernización ecológica” de la legislación; las organizaciones internacionales emitirían directivas, informes y recomendaciones.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha sido la más activa a la hora de promover este enfoque transicional, proponiendo modelos basados en un consenso e invitando a las empresas, los Estados y las organizaciones sindicales a la mesa de negociaciones. La responsabilidad sindical consistiría en proponer que se reduzcan los objetivos de emisión de gases de efecto invernadero y los niveles de producción, manteniendo vigilancia sobre sus efectos en el empleo.

A la OIT y la CSI les gusta insistir también en los beneficios económicos de la TJ. Citando al famoso Rapport Stern –publicado en 2006 bajo la autoridad del gobierno británico, afirmaba que los costes económicos de la lucha contra el cambio climático serán netamente menores que el coste de la inacción– la CSI declara que atenuar el recalentamiento facilitaría incluso el desarrollo del empleo. Este enfoque se basa en la idea de que la intervención gubernamental puede estabilizar los costes y redistribuir los beneficios entre los grupos sociales.

Por ejemplo, las infraestructuras para la atenuación y la adaptación no se consideran destructoras de empleo, sino al contrario podrían permitir crearlo, a condición de estar cuidadosamente planificadas. La CSI considera incluso que las inversiones para la protección de territorios y poblaciones contra los efectos de futuros acontecimientos climáticos son una potencial fuente de crecimiento económico.

Sin embargo, esta visión armoniosa de los beneficios compartidos pasa por alto los impactos previsibles de la construcción de grandes instalaciones sobre las comunidades locales y los ecosistemas. En efecto, los programas de la OIT y de la CSI no dejan de promover la consulta, el diálogo social, el buen gobierno, o de animar los métodos de comunicación a propósito de temas que suscitan inevitables tensiones y fracturas.

En primer lugar, los programas de la OIT y de la CSI no tienen en cuenta las barreras erigidas por los acuerdos comerciales internacionales, que fuerzan a los gobiernos a recortar las políticas sociales, ignoran (o destruyen) las economías locales, y adoptan un modelo de competitividad basado en una reducción constante de los costes del trabajo y en el debilitamiento de las organizaciones sindicales.

No es sorprendente por tanto –como reconocen responsables de la CSI– que el “círculo virtuoso” entre la acción climática y las políticas de trabajo promovidas por la OIT, la CSI y las otras agencias de la ONU, haya fracasado sin obtener el menor avance en las negociaciones climáticas.

El potencial de creación de empleo por medio de la atenuación del cambio climático (esto es, la sustitución de las energías fósiles por energías renovables) tampoco está garantizado. En la medida en que la inversión en estos proyectos será variable, contribuirá a reforzar el desarrollo desigual y las desigualdades –que no suelen ser considerados en estos programas.

En lugar de eso, estas dos organizaciones prevén una cosecha extraordinaria de nuevos empleos: seis millones en la energía solar, dos millones en la eólica, doce millones en los biocarburantes agrícolas o industriales, en el horizonte 2030. Estos pronósticos eluden el hecho de que los proyectos de desarrollo de energías limpias de gran dimensión y que requieren mucho capital, como los biocarburantes o la energía hidráulica, ya han demostrado su carácter ambivalente –y a veces claramente perjudicial– en materia de impacto social.

La etiquetacion “verde” también es sospechosa. Entonando esta canción, muchas fuentes tradicionales de producción –como la agricultura de mercado– simplemente se han recalificado como “sostenibles”, para adecuarse al gran relato de la economía verde. En Brasil, por ejemplo, la producción de biocarburantes –procedentes sobre todo de la caña de azúcar– supone más del 50% de los empleos verdes del país.

O lo que es peor, las condiciones de trabajo en las plantaciones de caña son muy inferiores a las normas internacionales, puesto que hay frecuentes violaciones de derechos humanos, del derecho al trabajo y de los derechos de los indígenas. La mecanización programada en este sector llevará a suprimir el empleo de miles de trabajadores, sin reconversiones ni compensaciones. El monocultivo de la caña de azúcar y sus modalidades de explotación amenazan el medio ambiente y la salud pública, atizando al mismo tiempo los conflictos con las comunidades a causa de la destrucción de la producción alimentaria local.

Pero la industria brasileña de biocarburantes recibe el apoyo del gobierno, de los sindicatos y de la OIT, gracias a su estatuto de industria que produce una energía verde.

En materia de evaluación de políticas y de elaboración de soluciones, una gran parte del problema reside en el hecho de que la CSI y la OIT dan prioridad a las soluciones de mercado y a las corrientes científicas dominantes en materia de economía ecológica, en detrimento de los estudios y las conclusiones más radicales y más políticas. Los conocimientos producidos por los movimientos de base por la justicia medioambiental y por las corrientes ecosocialistas son ignoradas en los discursos oficiales de la TJ.

En consecuencia, ninguna de las declaraciones de la OIT y de la CSI aborda el vínculo entre las crisis ecológica y económica de un lado, y el sistema político-económico a escala internacional de otro. En lugar de eso, cuando se cita la cuestión, la economía es considerada capaz de autorreformarse. ¿Cómo? Coordinando los diferentes modelos nacionales, debiendo ajustar cada uno de ellos a la fase de desarrollo propio de cada país.

Además, al mostrar una fe incondicional en el “crecimiento verde”, la CSI parece ignorar que dicho crecimiento ya existe –no a pesar de la crisis económica, sino precisamente a causa de ella. El capital acoge el “crecimiento verde” como un nuevo vector de acumulación que revitalizará la iniciativa privada, de igual manera que la Segunda Guerra mundial y la reconstrucción de postguerra sacaron al capital de la Gran Depresión de los años 1930.

Por supuesto, su preocupación no está en saber si el (pretendido) reverdecimiento de la economía capitalista generará condiciones decentes de trabajo y un empleo estable. Al contrario, los empleadores obtendrán provecho de esta reestructuración para eliminar los derechos actuales de los trabajadores, como lo demuestra el caso de la industria brasileña de los biocarburantes.

¿Reapropiarse la economía verde?

La hegemonía creciente de los discursos sobre la transición justa no es totalmente lamentable. Abre nuevas posibilidades para políticas climáticas orientadas hacia los asalariados –algunas de ellas verdaderamente radicales.

El ejemplo más interesante es la campaña (“Un millón de empleos climáticos” (One Million Climate Jobs -OMCJ-). Inicialmente impulsada por una coalición británica de sindicatos que tenían un programa a favor del crecimiento verde, esta campaña fue también realizada en 2011 por una coalición sudafricana que agrupaba a organizaciones sindicales, ecologistas y movimientos sociales.

En su inicio, la campaña se basaba en un enfoque keynesiano de inversiones cuya finalidad era crear “empleos climáticos” –distintos de los clásicos “empleos verdes”, en la medida en que pretendían una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero.

En el Reino Unido, estos “empleos climáticos” se orientaron lógicamente hacia los sectores de la electricidad, la construcción y los transportes, que generan ocho toneladas de emisión de CO2 al año. Pero esta especialización limitó el potencial de la iniciativa. Al restringir su interés a los empleos clásicos de cuellos azules, la campaña olvidó a otros sectores, como las industrias de alimentación o los servicios, así como el trabajo de regeneración, de reproducción y de subsistencia. Al proceder así, ignoró a un sector esencial para el bienestar social y económico en cualquier sistema económico, y que constituye también un punto de partida crucial para cualquier nueva concepción de la economía.

Sin embargo, cuando se adaptó la iniciativa en Sudáfrica, se convirtió en una iniciativa mucho más radical, mostrando el potencial de esta campaña para movilizar a los enfoques más críticos y más favorables a una transformación social. En Sudáfrica, los efectos combinados de dos crisis globales –la extensión de las desigualdades socioeconómicas y el cambio climático– han creado enormes tensiones entre los compromisos oficiales en reducir la marca de carbono de la economía y las consistentes en reducir la pobreza (incluyendo la lucha contra la precariedad energética).

Como afirma la socióloga Jacqueline Cock, esta tensión ha incitado al movimiento sindical a incluir la transición justa entre las “reivindicaciones para conseguir transformaciones profundas que implican formas radicalmente diferentes de producción y de consumo”. Según Cock, este cambio requiere: “un enfoque integrado del cambio climático, del desempleo, de las desigualdades, así como el rechazo de los mecanismos de mercado para responder a estos problemas. A diferencia de otras interpretaciones de la economía verde, este modelo reconoce la importancia de la relación entre los retos de justicia social y del cambio climático, insistiendo a la vez en la necesidad de una transformación radical y estructural”.

Esta concepción anticapitalista de la TJ se preocupa por el hecho de que una economía descarbonada corre el riesgo de reproducir las actuales relaciones de poder y las desigualdades, si se sitúa en la lógica de las ideas conservadoras de crecimiento sostenible y de financiarización.

Los sindicalistas sudafricanos desarrollaron su posición crítica después de haber firmado un acuerdo sobre la economía verde en 2011, en el cual se utilizaba la idea de “diálogo social” para unir a gobierno, empresas y movimiento sindical en torno a un plan de creación de millares de enpleos en un nuevo sector de industria verde.

Ahora bien, los defectos y los límites de este acuerdo -incrementados por propuestas que no se apoyaban en ningún estudio en profundidad, y que iban acompañadas de salarios bajos, normas laborales mínimas y pérdidas de empleo– acabaron por demostrar cómo los “empleos verdes (…) están orientados hacia los intereses del mercado en detrimento de otras necesidades sociales”.

El Congreso de los sindicatos sudafricanos (COSATU) adoptó un “Programa Estratégico sobre el Cambio Climático” que, entre otros elementos, reconoce al capitalismo como la causa subyacente del recalentamiento planetario y rechaza las soluciones de reducción de emisiones de carbono basadas en los mecanismos de mercado.

Inmediatamente después, el Sindicato Nacional de Metalúrgicos de Sudáfrica (NUMSA) evitó las nociones de empleos verdes y de un capitalismo más sostenible, pronunciándose a favor de una visión alternativa de la transición justa “basada en el control de los trabajadores y en la propiedad social y democrática de los medios de producción y de subsistencia”. El Sindicato de Trabajadores de la Alimentación y vinculados expresó también su apoyo a “una interpretación de clase de la transición justa hacia una economía verde” y por “alternativas radicales a la agricultura industrial, en particular la agro-ecología”.

Ese mismo año, la COSATU y el Consejo Nacional de Sindicatos (NACTU) se aliaron con ONGs y diferentes movimientos sociales para lanzar la campaña sudafricana OMCJ.

Con el objetivo de “excluir los intentos del capital de utilizar la crisis climática como una oportunidad de acumulación”, explica Cock, la campaña estaba muy influida por las organizaciones de la justicia medioambiental y climática, y consistía en “numerosos proyectos provisionales con el fin de demostrar la viabilidad de sus propuestas políticas”.

En la visión sudafricana, el giro hacia las energías renovables formaba parte de una transición más amplia hacia una producción energética territorializada y bajo propiedad pública. Colocada bajo un estricto control comunitario, estas disposiciones permitirían asegurar un acceso a la energía para todos. Se contemplaban iniciativas similares para la producción y distribución alimentaria, privilegiando la agro-ecología sobre la agricultura industrial para al mundo de la inseguridad alimentaria.

La divergencia probablemente más significativa con las estrategias clásicas de la transición justa es que la campaña sudafricana OMCJ presenta a los “proveedores de atenciones comunitarias” (community caregivers) como el sector más pertinente de empleo, previendo crear hasta 1,3 millones de empleos en los sectores de economía doméstica y salud, rehabilitación de tierras y la agricultura urbana.

Sin embargo, la campaña sudafricana OMCJ también ha tenido carencias. Los estrechos lazos de la COSATU con el partido neoliberal de la ANC, que ya estuvieron en el origen de una profunda crisis en las federaciones que llevó a la exclusión de la NUMSA, podrían llevar a una escisión irreparable en el seno de la confederación.

Hay que destacar una consecuencia positiva. Según el investigador sudafricano Vishwas Satgar, la NUMSA ha adoptado un programa más explícitamente socialista, defendiendo una propiedad social de las energías renovables y una acción concertada con las organizaciones por la justicia medioambiental. Este esfuerzo podría ser el núcleo de un nuevo proyecto de izquierda, estructurado por una visión democrática y ecosocialista.

No obstante, hay otros obstáculos. La campaña apenas se ha desmarcado de un Estado que favorece las iniciativas privadas a favor de la energía limpia, lo que sólo ha contribuido a reproducir la pobreza y las desigualdades.

La NUMSA responde a este desafío modificando su acción a escala municipal, como lo demuestra su combate por utilizar el poder de las administraciones locales en la distribución de la electricidad para favorecer las energías renovables.

Al mismo tiempo, la campaña corre el riesgo de encerrarse en enfoques localistas centrados en proyectos comunitarios que no tendrán capacidad para transformar la política energética a escala nacional. Como señala Satgar, la mayor parte de las intervenciones de OMCJ “se han concentrado en una sola cuestión antes de desperdigarse una vez han conseguido revalorizar sus primeras reivindicaciones”.

Para salir de la trampa, Satgar sugiere que la NUMSA debe desarrollar una estrategia en torno a una coalición social más amplia que condicione las luchas locales por el acceso a las energías renovables a proyectos pensados a una escala más amplia y basados en un enfoque de clase de las cuestiones ecológicas.

Hasta ahora, los dos desarrollos más prometedores han sido el esfuerzo por formar una gran coalición contra los proyectos de construcción de reactores nucleares del gobierno –lo que provocaría una quiebra del Estado sudafricano y tendría consecuencias catastróficas para la mayoría de la población pobre– y el proyecto de utilizar los fondos de pensiones de los sindicatos para invertir en una apropiación social de las energías renovables, de cara a separar los intereses de los trabajadores de los intereses de las industrias del carbón y del petróleo.

Para el movimiento sindical, la campaña OMCJ encarna a la vez los desafíos y las oportunidades provocadas por las crisis económica y ecológica. Sin ninguna duda, una coalición roja-verde y una alternativa ecosocialista en Sudáfrica representan una alternativa a la ortodoxia de la transición justa –una política del trabajo verdaderamente radical en la hora del cambio climático.

Según las condiciones de los trabajadores

Los sindicatos y los trabajadores abren una nueva vía en la larga historia del ambientalismo obrero –una vía en la que el crecimiento verde y la transición justa podrían encarnar las promesas de prosperidad económica y de seguridad que en otra época fueron asociadas al sueño fordista.

La adhesión a este nuevo sueño no salvará sin embargo al movimiento sindical de las lagunas y coacciones que erosionan su fuerza en la mayor parte de los países. Si continúan defendiendo la reestructuración capitalista “verde” de la economía mundial, los sindicatos se encontrarán en el campo opuesto a los campesinos y a las comunidades indígenas, a los campesinos sin tierra, a los trabajadores no remunerados que aseguran el trabajo doméstico y la reproducción social, a la agricultura de subsistencia y a todos aquellos que soportan el coste de un capitalismo “verde” –conduciendo a nuevos ciclos de desposesión y sometimiento.

La alternativa más prometedora, si no la más estimulante, es la de un ecosocialismo dinamizado por una conciencia de clase ecologista y emancipadora. Eso requerirá un conflicto de clase a un nivel superior –al nivel de una ecología política global. Lo que abrirá finalmente la perspectiva de un mundo verdaderamente sostenible, forjado según las condiciones del trabajo y no las del capital.

02/05/2016

http://www.contretemps.eu/interventions/travail-lheure-changement-climatique

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¿Con quién vamos?

Para los que recuerdan la novela Doña Bárbara, de don Rómulo Gallegos, cuando el bonguero comenzaba el viaje por el río preguntaba a la tripulación y al pasaje: ¿Con Quién Vamos? La respuesta era: ¡Vamos con Dios! En nuestro caso estamos despegando en el viaje hacia un mundo  ignoto para las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas, pero conocido para la antigua que crecimos en una sociedad y una clase media pobre, austera y honrada.

La crisis económica venezolana es parte de la crisis global del capitalismo, pero en nuestro caso la derecha empresarial y comercial, apoyada por el gobierno de Estados Unidos, ha inducido conductas antieconómicas que han acelerado el crecimiento de la inflación hacia niveles inauditos, unidas a la insurgencia bachaquera binacional que mueve también la política inflacionaria y el desabastecimiento programado. El objetivo de la derecha y del gobierno de  Estados Unidos es apretar cada vez más las tuercas de la inflación y el desabastecimiento para provocar  así un estallido social que colapse al gobierno de Nicolás Maduro, como sucedió en el Chile de Allende.

Pero en Venezuela hay características singulares que bloquean ese plan de la derecha imperial. Mientras que en los países como Argentina y Brasil, los gobiernos progresistas no crearon estructuras intermedias de gobierno popular, en Venezuela, así no quieran reconocerlo incluso muchos que se llaman chavistas, la Revolución Bolivariana ha promovido, vía las misiones la organización de los movimientos sociales dentro de estructuras  relativamente estables que le dan  permanencia a dichos movimientos.

La política de los CLAPS efectivamente ha creado nuevas y efectivas cadenas de distribución de bienes de primera necesidad, que están controladas por aquellas estructuras populares. La política de los motores económicos promovida por el Presidente Maduro es, finalmente, una manera de poner fin al rentismo y la cultura petrolera que deformó a la sociedad venezolana. Estos cambios no se producen sin sufrimientos, pero finalmente favorecerán  el bienestar de las mayorías populares.

Por el contrario, las políticas neoliberales de ajuste económico como las que ofrece la derecha venezolana, la argentina y la brasileña, solo garantiza que la crisis económica la pagaremos los más pobres para enriquecer más a la minoría del 1% que, al igual que Lorenzo Mendoza, ya se han hecho multimillonarios apropiando tanto  la renta petrolera nacional como  nuestros salarios. ¿Dónde terminará todo? La crisis económica del capitalismo está empobreciendo a toda la población trabajadora mundial.

Al disminuir el consumo debido a la inflación inducida, se generan tendencias recesivas en la economía que terminarán, en Venezuela, por afectar incluso a los comerciantes y empresarios. A nivel mundial, el voraz proceso de acumulación de capitales por parte de la minoría rica dentro de la recesión económica, está creando enormes masas de dinero que no tienen donde invertirse, propiciando así una recesión mundial y una depreciación del dinero como mercancía.

De allí la necesidad de acelerar el derrocamiento de los gobiernos progresistas como los de Brasil, Argentina y Venezuela, donde existen grandes posibilidades de colocar el excedente de capitales ociosos y si valor real, a cambio de apoderarse de importantes recursos mineros,  agropecuarios e industriales, que si tienen valor económico real, los cuales serían su salvación. De allí la desesperación del gobierno de Obama, el Comando Sur y la OEA  expresada en  su “wishfull thinking”, su esperanza de que el gobierno de Maduro colapse y se desintegre Venezuela.

Pero ello no tiene visos de suceder., incluso con la crisis petrolera que ha afectado también  las ganancias de las transnacionales de USA y Europa. Por esa razón allí juega un papel importante la fortaleza de la situación de venezolana. Por causa de errores políticos cometidos reiteradamente durante muchos años por la Revolución, sobre todo en las áreas de cultura y económia, falló la consolidación de la conciencia  política en toda la población.

Parte de la misma, desmoralizada y atemorizada por la falta de confianza en la capacidad del gobierno revolucionario, votó el 6D por la derecha que le prometía arreglar todo el 7D, cosa que no sucedió y ni la derecha nacional y la transnacional dejarán que suceda antes de que sean capaces de derrocar al Presidente Maduro. Los intentos golpistas no tendrán éxito mientras la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y las Milicias Populares se mantengan fieles al proceso democrático bolivariano,  preparadas para dar y ganar cualquier tipo de guerra que nos proponga el imperio.

La amenaza imperial ha abierto el tiempo histórico de la hora de los pueblos, de la hora de los hornos donde se está cocinando la toma definitiva del poder por parte de los pueblos organizados. Las grandes movilizaciones populares que se suceden en Argentina, Brasil y Venezuela, por no hablar de las de Europa.

Contra los golpes neoliberales, auguran el nacimiento de una nueva aurora revolucionaria, comprometida con la transformación radical de la sociedad dominada hasta ahora por el capitalismo. Quienes hemos estudiado el proceso de la formación civilizatoria del capitalismo, nos damos cuenta que  su tiempo histórico está terminando.

Los mismos errores de las jerarquías capitalistas neoliberales, particularmente en Estados Unidos y la Comunidad Europea, han minado las bases de su poder hegemónico y fortalecido dialécticamente las de su opuesto donde figuran como principales representantes Rusia, China y sus aliados, nosotros incluidos. ¡No desesperemos, ya se vislumbra la victoria final! ¡Vamos con el pueblo!

(‘)Profesores Titulares Jubilados UCV. Profesores de la Escuela Venezolana de Planificación.

Caracas 15 de Mayo de 2016.

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Argentina: El 19 Movilización unitaria a la Legislatura y la Gobernación

Fuente Alternativa Docente / 16 de Mayo de 2016

La reunión de gremios estatales bonaerenses realizada el viernes 13 en la sede de ATE, se anunció una jornada provincial con movilización conjunta y masiva a Legislatura y luego a gobernación para el jueves 19.
Cada sector define la modalidad. ATE vuelve al paro por 48hs el 18 y 18; Cicop decide en Congreso los paros de la próxima semana, Judiciales para por otras 72hs; Soeme define movilizar y también convocaría a paro. Movilizan también por el Frente Gremial Docente, Suteba Provincia, FEB, Sadop y Amet, gremios que terminarán de cerrar detalles sobe la convocatoria en reunión del FGDB el martes próximo. Udocba comprometió movilizar. Convocamos también desde la Federación Nacional Docente, FND-CTA, Astilleros, Comisión Interna Bco Pcia, AMRA Sindicato Médico, Conductores de Taxis, Aemopba, Sipoba, Supttioma, ASOMA y la FULP. Se propone además continuar la lucha con paro y movilización provincial para junio. La CTA Autónoma define llamar a paro con movilización de los gremios estatales de la Central para el jueves 19. En cada gremio y sector es preciso hacer asambleas, reclamar el paro allí donde aún no se definió, su continuidad en un gran paro provincial con movilización y plan de lucha de todos los gremios estatales bonaerenses. Plata hay, Vidal debe dejar de favorecer a los ricos y poderosos de la provincia para volcar esos recursos a salario, presupuesto, empleo, salud y educación, entre otros reclamos.

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Es la hora. ¿De qué están hechos los maestros?

Lev Moujahid Velázquez Barriga

Inicia la fase crítica de la reforma educativa. El gobierno federal no escatimará recursos de todo tipo, incluyendo los violentos, para hacer realidad su “reforma”. Los dos siguientes fines de semana se aplicarán los exámenes de conocimientos, la etapa que verdaderamente interesa a las autoridades aliadas al sector patronal. La confrontación directa y definitiva de dos visiones de la educación ha comenzado

Cuando el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) dio a conocer un calendario de evaluaciones que contenía la ruta hasta 2020, recuerdo haber escuchado entre las filas del magisterio disidente que un docente dijo: “Ahora sí vamos a ver de qué están hechos los maestros”. Lo cierto es que hasta hoy no se ha tocado el derecho a la permanencia de los trabajadores de la educación que fueron contratados antes de la última reforma educativo-laboral, porque la evaluación que les corresponde no ha concluido todavía.

La respuesta a la pregunta de la expresión a la que hago referencia está cada vez más cerca. En noviembre, específicamente los fines de semana entre el 14 y el 29, está programada la tercera fase de la evaluación para el “desempeño” que se refiere a la aplicación del examen de conocimientos; ésta no sería ya de carácter diagnóstico, ahí se jugaría la estabilidad de los docentes con plaza basificada o contratos indefinidos.

A pesar de que el INEE y la Secretaría de Educación Pública (SEP) han hecho parecer la evaluación como un proceso de cuatro fases que integralmente recogería diversos aspectos del trabajo docente, a saber: informe de cumplimiento de evidencias, que elabora el director o supervisor escolar; la entrega del expediente de evidencias de enseñanza; el examen de conocimientos y competencias didácticas; y la planeación didáctica argumentada, sin embargo, lo que realmente podemos dar por cierto es que se centrarán en el tercero de esos factores.

El examen es la mayor apuesta de la evaluación. La realidad ha demostrado la ineficiencia de todos los órganos educativos involucrados, incluida la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), para llevar a cabo las primeras dos etapas que hasta hoy han presentado demasiadas dificultades. La verdad es que no han sido capaces de crear las condiciones técnicas para completarlas, mucho menos lo serán para procesar un mar de información que derivaría, primero, de los reportes de evidencias y, luego, de las planeaciones didácticas, lo cual nos lleva a “mal pensar” que serán a fin de cuentas los lectores ópticos o los servidores virtuales los responsables de calificar un test de conocimientos, prácticamente como única forma de evaluar al docente.

desobediencia-pacifica-300 Las reacciones anticipadas de los maestros antes de la estocada final por medio de la evaluación que se viene han sido muy diversas, pero no siempre bien concienzudas e informadas. Un sector aparentemente inconforme y en desacuerdo con los procedimientos operativos que ha seguido la reforma educativa ha optado por exigir las condiciones necesarias de información, capacitación, asesoramiento y transparencia de la evaluación, para que se lleve a cabo en respeto de la legalidad, en el marco constitucional reformado, sin interpretaciones regionales o desviaciones que favorezcan la corrupción.

Ésta no es una actitud de oposición genuina: el problema de la evaluación no es asunto de formas malentendidas o de incumplimientos administrativos, la reforma educativa es la raíz donde nace la inestabilidad laboral; la que sienta las bases para el despido disimulado de retiro voluntario o cambio de función; la que niega el derecho a la permanencia del trabajador docente; que trasviste de autonomía de gestión, la privatización de la escuela pública; que mide, pero no evalúa porque su naturaleza es empresarial y no educativa. Exigir las mejores condiciones para operar la ley es como si el condenado a muerte pidiera una jeringa esterilizada para que le apliquen la inyección letal y el seguimiento de todos los protocolos necesarios para su ejecución; digamos que no está mal, pero eso no le devolverá su derecho a vivir.

Otro sector importante ha decidido ir por la jubilación, actitud inducida por los propios órganos de gobierno para congelar plazas que ya no se abren para nuevos ingresos o se convierten en contratos precarios. Eso disminuye la cobertura de docentes en las escuelas, pero tampoco va resolviendo la situación. El peligro más próximo es el quiebre de los sistemas de pensiones. En el corto plazo, las entidades federativas se están declarando incompetentes para resolver el pago de trabajadores no activos, algunos ya han reformado sus legislaciones en perjuicio de los pensionados y a nivel federal seguirán los lineamientos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos recomienda, una reforma que genere menos gastos al Estado y mayores aportaciones del trabajador.

La desobediencia pacífica ha sido uno de los mecanismos más eficientes de la resistencia magisterial hasta este momento. Sus resultados han puesto, por varias ocasiones, en riesgo la viabilidad de la reforma; por situar el impacto, tenemos el caso de Michoacán, donde el gobierno estatal declaró públicamente en los días pasados que sólo 500 de los 6 mil docentes se han inscrito para dar inicio con el proceso evaluativo en esa entidad, cifra que no llega ni al 10 por ciento del total; tal parece que la promesa del aumento salarial inmediato a los que se evalúen no está convenciendo, porque la estabilidad laboral es mucho más importante para los maestros.

En entidades como Chiapas, el gremio magisterial se ha visto más resuelto y decidido a reaccionar ante la intervención policiaca en asuntos educativos que deberían resolverse en términos pedagógicos, pero también políticos con el gremio de maestros y no con la fuerza pública, como si fuesen delincuentes de alta peligrosidad alterando el orden social y no un sector de esa sociedad inconforme con una medida que no ha sido dialogada con los principales actores educativos.

En todo caso, la cercana posibilidad de perder el empleo –que no es poca cosa en un país golpeado por la extrema pobreza, la falta de oportunidades y donde sólo el 10 por ciento de los trabajadores están sindicalizados, por tanto no tienen un contrato colectivo ni una organización gremial que los respalde ante cualquier injusticia patronal– ha hecho que los docentes se dispongan en última instancia a defender hasta las últimas consecuencias lo único que tienen para garantizar una mediana forma de vivir, que no es un privilegio, sino un derecho que la población está perdiendo o nunca lo tuvo, incluso.

Por su parte, la reacción de los empresarios ha sido la criminalización de la protesta social, la difamación, el llamado incesante a utilizar los cuerpos represivos contra el magisterio, como no lo han hecho nunca ni para detener el narcotráfico, el secuestro, el tráfico de personas y la escandalosa corrupción de cientos de políticos que dejan deudas en los estados, impagables en décadas. Se están jugando el todo por el todo, están dispuestos a asumir las consecuencias del uso de la fuerza pública porque saben que de culminar esta primera evaluación para la permanencia será el éxito de la más importante de las reformas en México, y el impacto del golpe laboral, pero también moral contra organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) habrá sido incalculable.

Quedan apenas unos días para la evaluación que se viene. Serán tiempos definitivos para conocer el destino de la reforma educativa en medio de todo este conflicto social que ha generado reacciones encontradas de alcances nacionales, y estoy seguro que para propios y extraños ronda la misma inquietud, la misma preocupación: ¿de qué están hechos los maestros?

*Fuente de la imagen: http://www.jornada.unam.mx/2011/05/15/sociedad/037n1soc

*Articulo tomado de: http://www.voltairenet.org/article189401.html

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Los tanques pensantes

Manuel E Yepe

Al igual que sus homólogos de guerra, los tanques pensantes tienen como fin demoler al contrario mediante un alarde de evidente superioridad de recursos que no siempre corresponde a la realidad.

La élite del poder estadounidense participa de muchas formas en la disputa por el dominio global, su ejercicio y su defensa.
El precario balance de fuerzas del mundo bipolar en que vivimos tras la segunda guerra mundial evitó que el imperialismo estadounidense impusiera su hegemonía absoluta por todo el mundo a partir del chantaje nuclear que planteara Estados Unidos con los bombardeos genocidas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Vendría después una tensa carrera armamentística promovida por el llamado “equilibro de terror”, según el cual, la potencia que se colocase al frente en la producción de armas provocaría un desequilibrio en el escenario internacional. La que tuviera mayor número y más mortíferas armas, sería capaz de destruir a la otra. Perdida ya toda esperanza de que el fin de la guerra fría abriera el camino a un mundo sin guerras, una galopante carrera por los caminos de la globalización neoliberal ha llegado a configurar al imperialismo en esa tenebrosa realidad que es hoy: la superpotencia hegemónica más poderosa, brutal y despiadada de la historia de la humanidad, portadora de los más grandes peligros para la supervivencia de nuestra especie.
El mundo unipolar del presente, con una única superpotencia que impone sus egoístas intereses al resto del planeta, demuestra que es la naturaleza depredadora del orden capitalista imperante la causante de los males y lo que aconseja la necesidad vital de su reemplazo por un nuevo orden justo y humano.
En la lucha por la dominación global, el gobierno de Estados Unidos, lejos de aprovechar las escasas oportunidades que se abren para el desarme y la coexistencia pacífica, ha conformado los pilares de su economía a una dependencia cada vez mayor en las situaciones de guerra.
Es en ese contexto en el que cobran importancia en Estados Unidos los denominados tanques pensantes (en inglés Think Tanks -TT) que son iinstituciones públicas académicas y de estudios, integradas por personalidades plenamente identificadas con el sistema capitalista estadounidense que elaboran documentos de carácter político e ideológico destinados a suministrar a los gobiernos de Estados Unidos las armas para su enfrentamiento con el mundo que pretenden dominar. Son parte de un sistema que elabora contenidos ideológicos destinados a la defensa de los intereses imperialistas. Su misión incluye propagar ideas convenientes al sistema capitalista norteamericano mediante la difusión de sus doctrinas en libros, revistas, y otros medios, y para ello cuentan con presupuestos de miles de millones de dólares.
Se atribuye al Council on Foreign Relations (CFR) o Consejo de Relaciones Exteriores, fundado en 1921 por el grupo económico Rockefeller, la condición de primer tanque pensante existente, con la tarea de suministrar nuevas ideas a las Administraciones gobernantes (de cualquiera de los dos partidos del esquema político estadounidense) en materia de política exterior y para la formación de especialistas y dirigentes.
Laboran en el CFR casi 4 mil ciudadanos, algunos con visiones mucho más objetivas que las habituales de la extrema derecha. Entre ellos hay también otros tan connotados como George Soros, el multimillonario magnate de la especulación financiera global.
Su publicación fundamental es la revista Foreign Affaires, que publica ensayos académicos contentivos de sus líneas de política exterior. Según las encuestas a académicos y expertos que anualmente se realizan para el Think Tanks Index, la Institución Brookings clasificó, por octavo año consecutivo en 2015, como el TT más importante del mundo en una relación en la que también entraron el CFR, la Fundación Carnagie para la Paz Internacional, la Corporación Rand, la Fundación Heritage, el Centro Internacional Woodrow Wilson para Académicos y el Centro Internacional de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Hay en Estados Unidos 11 tanques pensantes especializados en asuntos políticos y de la economía; cuarenta y nueve en temas sobre relaciones internacionales y seguridad; dieciséis sobre medio ambiente, ciencias y tecnología y doce sobre artes y humanidades.
La mayor parte de ellos están registrados como “entidades sin fines de lucro” (en inglés “non-profit”), pero hay algunos financiados por el gobierno, organizaciones jurídicas, empresariales o que obtienen ganancias derivadas de trabajos investigativos acerca de proyectos específicos. De países distintos a Estados Unidos, aparecen clasificados en el TT Index, Chatham House y el Instituto
Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), del Reino Unido, así como el Bruegel, de Bélgica.
Al igual que sus homólogos de guerra, los tanques pensantes tienen como fin demoler al contrario mediante un alarde de evidente superioridad de recursos que no siempre corresponde a la realidad.
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