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La violencia machista 364 días

Por: Lidia Falcón

Ante las declaraciones formales de la Ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, que los partidos políticos crearán un subcomisión para elaborar un Pacto de Estado sobre la violencia machista, creo imprescindible que se tengan en cuenta las deficiencias que padece la actual Ley de Violencia de Género y plantearse seriamente de qué forma se va a modificar ésta.

Después de la celebración del día Internacional de No Más Violencia contra la Mujer, que se ha convertido, por fin, en referencia de la sociedad civil, de los medios de comunicación y de las instituciones políticas para repudiar los feminicidios y el maltrato a las mujeres, hemos de plantearnos que política habrá que poner en práctica para que no se repitan anualmente las horribles cifras de feminicidios y maltrato a la mujeres. Para lograr la concienciación social, todavía muy débil, de esta terrible lacra, hemos trabajado incesantemente las asociaciones de mujeres y el Partido Feminista, durante décadas, para denunciar el machismo de una cultura insensible al sufrimiento de los más débiles. Pero, desdichadamente, lo que ha conseguido que se celebren manifestaciones, concentraciones, asambleas y denuncias de esta infame situación, ha sido la montaña de asesinadas que acumulamos en los últimos decenios.

Como no existen estadísticas anteriores no podemos comparar con las cifras del siglo pasado, pero sí tenemos constancia, tristemente, de que desde la aprobación de la Ley de Violencia de Género, el 28 de diciembre de 2004, en estos doce años, se ha asesinado a 1.400 mujeres, aparte de los malos tratos físicos continuados que más de 2.500.000 padecen, y las humillaciones, las violaciones y los abusos sexuales. Con una tolerancia social y una enorme indiferencia, cuando no hostilidad contra las víctimas, por parte de la policía y de la Administración de Justicia.

Por ello, es inadmisible que tanto por los dirigentes políticos del PSOE como del PP se utilicen argumentos que pretenden eludir la responsabilidad de quienes han gobernado largos periodos de tiempo, y han sido los artífices de la aprobación de la Ley. Las declaraciones que últimamente han realizado diversas representantes de ambos partidos suscitan la desconfianza de cual será el contenido final de ese que llaman pomposamente Pacto de Estado.

La primera argumentación que utilizaba una parlamentaria del PSOE es que las mujeres no denuncian el maltrato, y sin que conste la denuncia es imposible que las instituciones se pongan en marcha para protegerlas. Pero eludió explicar por qué el 28% de las asesinadas habían denunciado y en algunos casos hasta tenían orden de alejamiento o de protección, y cómo tanto las fuerzas del orden como los juzgados las abandonaron a su suerte.

Y tampoco se investiga la causa de que ese 72%  de víctimas no hubiera acudido a la policía o a la judicatura para pedir protección. Si realmente, tal como nos cuentan algunas diputadas feministas, en la denuncia estriba la solución, cómo es posible que la mayoría de mujeres que están sufriendo el infierno de los malos tratos habituales no corran a cobijarse bajo el poder omnímodo de policías, fiscales y jueces. Excepto que se remitan al masoquismo femenino que sirve a psicoanalistas y psicólogos para despreciar a las mujeres.

Estas se encuentran en un estado de angustia y depresión extremo bajo la tortura de los malos tratos, pero no dejan de saber que esa supuesta protección institucional, que tanto proclaman políticos y medios de comunicación no es tal. Todas conocen el calvario de la amiga, la pariente o la vecina que acudieron a la Guardia Civil a explicar que su marido la amenazaba de muerte, para que les respondieran que fueran al juzgado civil a presentar una demanda de divorcio, y ser asesinada horas más tarde por su verdugo, como sucedió en Pollensa (Mallorca) el pasado 15 de agosto. Todas han vivido en su propia experiencia las horribles dilaciones de los procesos judiciales, y todas saben que después de una leve condena su maltratador estará en la calle persiguiéndola, acosándola y amenazándola nuevamente. Todas temen, con razón, que a raíz de la denuncia y del proceso consiguiente, el acusado sea más agresivo y peligroso porque seguirá en libertad con total autonomía para perseguirlas. Y todas saben que más del 60% por ciento de las órdenes de alejamiento que se reclaman no se conceden. Hay ciudades, que están catalogadas ya, en donde ningún juez concede ninguna orden de protección.

Pero esta situación no se produce casualmente por la falta de conciencia feminista de los jueces y policías, a los que hay que añadir los psicólogos, psiquiatras y asistentes y trabajadores sociales. La propia legislación está pensada, y así se aprobó, para hacer recaer en la víctima la carga de la prueba, para mantener la presunción de inocencia del maltratador más allá de toda duda razonable, para dar absoluta autonomía a los jueces en eludir su responsabilidad en la protección de las víctimas, para no pedir responsabilidades a los funcionarios de la administración que han abandonado a la mujer a su destino.

Entender por parte de los legisladores, ahora que se habla de un supuesto Pacto de Estado contra la violencia machista, que la primera medida que se ha de adoptar es modificar la Ley vigente para que obligue a jueces, fiscales y policías a detener a los denunciados, a obligarles a probar su inocencia,  a dictar órdenes de alejamiento y protección en la mayoría de los casos, a prohibir el contacto de los menores con el padre maltratador o abusador, es imprescindible para avanzar mínimamente en la prevención y la punición del delito.

Es imprescindible también subvencionar a las víctimas y a sus hijos cuando no puedan mantenerse por sí mismos. Hay que dotar de medios económicos y humanos a los cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado, a la judicatura, a la fiscalía, a las unidades forenses, proporcionándoles no solamente espacios para trabajar y locales para celebrar juicios, con secretarias y ordenadores, sino fundamentalmente una educación basada en el respeto de los derechos humanos. Suponiendo que crean que las mujeres son seres humanos.

Y por supuesto, considerar que la víctima lo es solo por serlo, no por haberse casado o ajuntado con el maltratador como hace ahora la ley, discriminando a las que son género de las que sólo son mujeres.

De otro modo  ese tan publicitado Pacto de Estado no tendrá ninguna eficacia y cada 25 de noviembre conmemoraremos las asesinadas con manifestaciones y pomposas declaraciones de los responsables institucionales, y los otros 364 días del año las enterraremos.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/11/29/la-violencia-machista-364-dias/

Foto de archivo

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CEPAL: El acoso sexual en los ámbitos laboral y educativo permanece invisible en América Latina y el Caribe

Noviembre de 2016/Fuente: CEPAL

El acoso y hostigamiento sexual en los ámbitos laboral y educativo, una de las formas en las que se manifiesta la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe, persiste como una conducta naturalizada e invisibilizada, alertó hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas.

Si bien en las últimas décadas los países de la región han avanzado en la adopción de normas e iniciativas de políticas públicas para enfrentar la violencia contra las mujeres, en especial el feminicidio/femicidio, el acoso sexual ha tenido hasta ahora una presencia menor en el debate público, apuntó el organismo regional de las Naciones Unidas.

A partir la década de 1990, 15 países (13 de América Latina y dos del Caribe) cuentan con regulaciones legales contra el acoso sexual (leyes especiales, delitos tipificados en los códigos penales o como parte de las leyes de protección integral contra la violencia). De ese total, solamente ocho incluyen el acoso sexual también en el ámbito educativo: Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.

“Transcurridos más de 20 años desde las primeras leyes, persiste un insuficiente desarrollo de protocolos para la denuncia, fiscalización y seguimiento de los casos, así como la producción de conocimiento en relación con el fenómeno en nuestra región”, advirtió la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.

En este esfuerzo, la Comisión ha publicado hoy el documento Otras formas de violencia contra las mujeres que reconocer, nombrar y visibilizar, que analiza cuestiones como las violencias obstétrica, política y mediática y el acoso sexual en el empleo, en el ámbito educativo y en los espacios públicos.

“Se trata –según el texto- de otras formas de violencia que socavan la autonomía de las mujeres en sus distintas dimensiones: violencias en los procesos reproductivos que impactan en la autonomía física; violencias mediáticas y simbólicas reproducidas en el discurso público, que restringen la autonomía política; y violencias en ámbitos sociales, educativos y laborales, que limitan el ejercicio de la autonomía económica de las mujeres”.

El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG), coordinado por la CEPAL, difundió también hoy una Nota para la Igualdad centrada en el mismo tema, donde se enfatiza que “el acoso forma parte del continuo de la violencia contras las mujeres y su persistencia atenta contra su autonomía”.

El acoso sexual, plantea la Nota, es definido como cualquier avance sexual no deseado, peticiones de favores sexuales, conductas físicas, verbales o gestos de carácter sexual o cualquier otro comportamiento de naturaleza sexual que pueda ser razonablemente percibido como ofensivo o humillante por quien se ve afectado.

En el ámbito laboral, dicha conducta puede interferir con el trabajo, usarse como condición para el empleo o crear un ambiente laboral hostil u ofensivo. Aunque típicamente constituye un comportamiento recurrente, también puede tomar la forma de un solo incidente.

Entre las medidas recomendadas para su erradicación figuran el desarrollo de campañas que pongan en la discusión pública este tipo de violencia; la entrega de información acerca de la normativa vigente en los países, su alcance, las vías de denuncia y de seguimiento; la institucionalización de estrategias y medidas de prevención, sanción y reparación para las víctimas; y la incorporación en el currículo del sistema educativo el debate sobre el acoso como forma de violencia que debe ser erradicada.

Fuente: http://www.cepal.org/es/noticias/acoso-sexual-ambitos-laboral-educativo-permanece-invisible-america-latina-caribe-alerta-la

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La Comisión de DDHH advierte aumento de la violencia contra mujeres en México

América del Norte/México/Noviembre de 2016/Fuente: Diario de Yucatán

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) alertó sobre el aumento de la violencia contra las mujeres y niñas en varias entidades de México, un país donde -dijo- las medidas adoptadas por el Estado “no han sido suficientes” para acabar con este mal.

Pese a la implantación de políticas públicas, presupuestos etiquetados, armonización legislativa, creación de mecanismos e instancias para la prevención y atención de las violencias contra las mujeres en México, la Comisión observa que estas iniciativas no han erradicado la violencia de género en México.

La entidad denunció el incremento de violencia de género contra niñas y mujeres en diversas entidades federativas de México y reclamó “que no debe haber impunidad.”

La institución subrayó que “la violencia se enmarca en la persistencia de conductas discriminatorias y misóginas contra las mujeres y niñas, que han derivado en una violación a sus derechos humanos, agravada por la impunidad.”

“Si queremos erradicar la violencia de género y erradicar el feminicidio, es preciso priorizar en la agenda política, la justicia y los derechos humanos de las mujeres como una de las causas de la democracia“, afirmó.

La CNDH se sumó hoy a la iniciativa ciudadana “#MxEnAlertaDeGénero” en memoria de las niñas y mujeres víctimas de violencia de género en México.

La CNDH destacó que actuará desde cuatro ejes fundamentales para acabar con la violencia contra las mujeres: derecho a la verdad; derecho a la justicia; reparación integral del daño a las víctimas y sus familiares y las garantías de no repetición.

Fuente: http://yucatan.com.mx/mexico/derechos-humanos-mexico/la-comision-ddhh-advierte-aumento-la-violencia-mujeres-mexico

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Honduras pondrá en marcha Ciudad Mujer con apoyo del BID

Centroamérica/Honduras/Octubre de 2016/Fuente: BID

Préstamo por US$20 millones mejorarán las condiciones de vida de las mujeres hondureñas

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó dos préstamos por un total de US$20 millones para implementar el programa Ciudad Mujer en Honduras. Los préstamos, que se suman a los US$460.000 de una cooperación técnica no reembolsable, financiarán el apoyo técnico para adaptar a la realidad y necesidades del país el modelo creado en El Salvador e implementarlo por medio de cuatro centros ubicados en los departamentos de Francisco Morazán, Cortés, Olancho y Atlántida.

El objetivo de este proyecto, liderado por la Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social de Honduras, es mejorar las condiciones de vida de las mujeres hondureñas en términos de su participación laboral, salud sexual y reproductiva, prevención y atención a la violencia y prevención del embarazo en adolescentes. Además, pretende mejorar las oportunidades socio-económicas de las menores en riesgo de migrar irregularmente y de las mujeres retornadas, siendo una iniciativa de apoyo al Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte.

En Honduras, y pese a los avances logrados en materia de género, persisten serios retos. Cuenta con una de las tasas más altas de embarazos en adolescentes en América Latina y el Caribe (24 por ciento) y la más baja en cuanto a participación laboral femenina (43,1 por ciento). Además, la tasa de feminicidios es una de las más altas del mundo.

Ciudad Mujer en Honduras integrará en un mismo espacio físico 15 instituciones públicas que prestan servicios especializados aglutinados en seis módulos: autonomía económica, salud sexual y reproductiva, atención a la violencia contra la mujer, atención a adolescentes, educación colectiva y atención infantil para niñas y niños de hasta 12 años mientras sus madres utilizan los servicios.

Honduras se une así a República Dominicana y El Salvador en solicitar apoyo financiero del BID para implementar servicios de atención integrados a las mujeres. La efectividad de este modelo ha sido respaldada por la evaluación de impacto realizada por el BID en El Salvador, donde se encontró que, tras un año de operación del programa, sus usuarias utilizaron en promedio un 43 por ciento más los servicios públicos que las mujeres que no acudieron a los centros.

Los préstamos son de US$12 millones del Capital Ordinario del Banco, con una tasa de interés basada en Libor, y de US$8 millones del Fondo de Operaciones Especiales del Banco, con la tasa de interés de 0,25 por ciento.

Acerca del BID

El Banco Interamericano de Desarrollo tiene como misión mejorar vidas. Fundado en 1959, el BID es una de las principales fuentes de financiamiento a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina y el Caribe. El BID también realiza proyectos de investigación de vanguardia y ofrece asesoría sobre políticas, asistencia técnica y capacitación a clientes públicos y privados en toda la región.

Fuente: http://www.iadb.org/es/noticias/comunicados-de-prensa/2016-10-19/ciudad-mujer-en-honduras,11608.html

Foto de archivo

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Fiji: Science education

Oceanía/Fiji/Octubre de 2016/Autor: Mere Naleba/Fuente: The Fiji Times

RESUMEN: El Ministerio de Educación está tratando de promover la participación de las mujeres en las materias científicas y a su vez ver a más mujeres en la ingeniería y el comercio. De este modo, el Ministerio ha puesto en marcha el primer concurso nacional de la física que dicen que ha sido un éxito en términos de participación de las mujeres. El Ministerio de servicios de asesoramiento del plan de estudios director de educación, Vimlesh Chand dijo que la idea detrás de la creación de competiciones nacionales como tal para las escuelas secundarias del país era generar interés por parte de los estudiantes, sino que es más importante para las mujeres. La otra cosa buena acerca de este concurso es que tuvimos un montón de participación de las mujeres en matemáticas, temas de física y ciencias y queremos promover la participación de las mujeres», dijo Chand.

THE Ministry of Education is trying to promote women’s participation in science subjects which will in turn see more women in the engineering, and trade skilled employment.

In doing so, the ministry has set up the first national physics competition which they say has been a success in terms of women’s participation.

Ministry of Education director curriculum advisory services Vimlesh Chand said the idea behind setting up national competitions as such for secondary schools in the country was to generate interest from students but most importantly for women.

«The other good thing about this competition is that we had a lot of female participation in maths, physics and science subjects and we want to promote female participation,» Mr Chand said. «We want more girls to take up this subject; this will be a stepping stone for them in the sense that it is generating interest in the long term for them for their career in trade classification.»

Mr Chand said there was hope that quizzes at national level would also be arranged for other subjects.

«We want to make this an annual event, we also want to make it for the other subject areas, and we want to make it much wider for next year. This has been a very successful event, organised at the national scale,» Mr Chand said.

Fuente: http://www.fijitimes.com/story.aspx?id=374213

Imagen: http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2014-03-13/las-diez-mujeres-mas-influyentes-en-la-historia-de-la-ciencia_101069/

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Entrevista a Liliana Daunes: “El feminismo es una manera de pararse en el mundo”

28 agosto 2016/Fuente: revistaajo/Autora: Andrea Pérez Calle

Liliana Daunes está convencida de que el lenguaje, en tanto construcción cultural, tiene que poder contener todas las formas posibles de ser y amar. Para ella, el nosotros puede ser “nosotres” y el todos puede ser “tod@s”. La mirada, o más bien la voz, de una radialista feminista.

–¿Cuáles son los temas de la denominada “agenda de las mujeres”?

–Yo creo que el tema fundamental es la violencia, las violencias. Esto está muy claro en uno de sus extremos: la violencia expresada en el femicidio o feminicidio. Pero hay violencias que forman parte de las capas anteriores a llegar a la muerte de la mujer. Así que cuando hablo de las violencias también hablo de la prostitución, en tanto mercantilización del cuerpo; de la violencia que se ejerce al no tener todo el derecho sobre nuestros cuerpos, al no estar expresado en leyes la posibilidad del aborto. Y después también está toda esa serie de violencias que no son del ámbito de lo particular o familiar, sino que están ligadas a lo institucional, como por ejemplo la violencia obstétrica y la violencia laboral, que significa que por el mismo trabajo las mujeres cobren menos de dinero. Creo que la violencia, en sus distintas formas y grados, es el eje fundamental de esa agenda.

Pero además está el horizonte de la libertad, de las libertades. El horizonte feminista contra todas las opresiones, el horizonte feminista que tiene en cuenta el racismo, el colonialismo, que tiene en cuenta esos otros horizontes por construir que hacen también que la lucha o la mirada sea de clase. La lucha contra todas las opresiones y contra todas las explotaciones.

Un feminismo que está pensando en esas libertades de las mujeres, pero que también piensa en las libertades de los varones, porque está pensando en un horizonte de libertad para la sociedad. Un feminismo que no tiene en cuenta sólo a las mujeres con esa construcción cultural que se ha realizado sobre nosotras específicamente, sino que también contempla a las lesbianas, a las compañeras trans, a toda esa diversidad en la que nos reconocemos.

–Por lo que decís, el feminismo es una forma de vida, un modo de ser social. ¿Es el feminismo entonces un sistema de valores?

–Sí claro, el feminismo es un sistema de valores, es una filosofía, una postura política, una herramienta de análisis. El feminismo es una manera de pararse en el mundo, donde hay una búsqueda de horizontalidad, porque a lo primero que apunta es a estar en contra de la verticalidad que nos propone el sistema patriarcal. Cuando yo hablo de horizontalidad y libertad, medio que estoy queriendo decir lo mismo. Esa es la aspiración del feminismo y es hacia donde apuntamos. Quizás suene utópico, pero en verdad es humanista y para mí, además, es conseguible en los milenios que sean necesarios.

En este contexto, es importante que hablemos de feminismos, porque no hay una única mirada, sino que hay distintas miradas sobre esa aspiración. Una está más cercana de lo que puede llamarse feminismo popular, pero hay otro montón de mujeres, movimientos de mujeres o mujeres que no se autodenominan feministas, pero que en su accionar, en sus aprendizajes y en sus maneras de relacionarse con las otras, dan cuenta de una impronta feminista que tiene que ver con la idea de la liberación.

–Se habla de feminismos porque se reconocen los grises. Sin embargo, cuando se habla de machismo, se habla de machismo en singular. No parecerían admitirse grados en ese caso. ¿Por qué no se habla de machismos?

–Me estás interpelando, porque no tengo una respuesta para esa “ese” que le agregamos o le quitamos. Pero yo creo en los machismos en cuanto a esto que decís de los grados. Porque incluso hay compañeros que se están organizando, que están armando talleres y compartiendo lecturas que tienen que ver con tratar de ir alejándose de ese machismo, incluso en camino a ir destruyendo sus propios machismos.

En este sentido, ellos hablan de micromachismos, lo cual me parece interesante. Porque es, en pasos dados respecto a la violencia, una toma de conciencia con una o uno mismo para que la violencia no esté internalizada, pese a que ellos se reconocen en pequeños actos de machismos o privilegios que el sistema les ha dado a los varones. De a poco, comienzan a reconocerlo.

Yo creo que es lógico en el marco de la lucha o confrontación que hablemos de machismo y no de machismos, porque eso nos sintetiza un enemigo claro al que hay que desarmar, pero que en realidad es el sistema patriarcal. De todos modos, dentro de ese machismo, hay diferentes grados y me parece que sería correcto decirlo así.

–¿En qué lugar de la lucha por los derechos de las mujeres ubicamos a los hombres?

–El asunto está es si los tenemos que ubicar nosotras o se tienen que ubicar los compañeros. Me parece que hay una tarea, primero, de sensibilidad, de poder asumir esta situación de privilegios y reflexionar a través de grupos personalizados. Por un lado, los compañeros y por el otro, nosotras. Las mujeres precisamos nuestros propios espacios de reflexión, porque eso está muy ligado a la identidad y el empoderamiento como mujeres. Reconocernos.

Pensá que en los casos de mujeres víctimas de violencia, es muy difícil poder expresarse si no se crea un ámbito de confianza y en ese ámbito de confianza se siente la hermandad de las otras. Cargamos con mucha historia de sumisión, de dolores y temores que, quizás, en grupos mixtos sería muy difícil expresar. Por eso, en general, seguimos cuidando el ámbito específico del encuentro entre y de mujeres.

Pero de todos modos, invitamos a nuestros compañeros a que haya momentos de reflexión grupal. Y el intercambio se da, precisamente, en otros momentos en los que compartimos; en el espacio político, en el movimiento, en la organización barrial, en el ámbito familiar, porque feminista se es en todos los momentos del día. Se es feminista en la discusión con los hijos y las hijas, en el ámbito familiar, me parece que se es feminista en la relación con las amigas y los amigos, aunque ellos y ellas no lo sean. Nosotras tenemos que provocar cambios en nuestros entornos.

Y por último, me parece importante en este trabajo de reflexión que hacemos con otros y otras, que siga habiendo un momento de reflexión interno y de laburo con la propia subjetividad. Tu subjetividad y la mía están absolutamente atravesadas por lo cultural y esa cultura está totalmente atravesada por el patriarcado. Es con eso que tenemos que reflexionar y pelear también en el ámbito más íntimo que tengamos, para poder charlarlo y accionar con las otras.

–Decís que ser feminista es una forma de mirar el mundo, construir otro sistema posible de valores. Pero como nacemos y nos criamos con el patriarcado, a muchas nos cuesta asumirnos en esa definición. Es complejo cambiar el paradigma. Vos te hiciste feminista. Por ende, atravesaste un proceso con muchas contradicciones. Arrancaste, según dijiste, tomando “conciencia de género”. ¿Qué supone eso y cómo se practica en materia de comunicación?

–Yo tomé esa conciencia en mi laburo como comunicadora y en los encuentros nacionales de mujeres. En un viaje que realicé en algún momento de mi vida fuera del país, me encontré con amigas que eran feministas o que sin serlo del todo estaban ahí, metidas en lecturas y reflexiones de género. Conocí en España una librería de mujeres y me di cuenta que había cuestiones que estaban específicamente dedicadas a pensarnos como mujeres.

A partir de ese viaje, ya de regreso a Argentina, participé en la radio del encuentro de mujeres de Rosario, que fue un momento de inflexión bien fuerte e interesante. En este cuarto encuentro, una de las cosas que discutimos, porque cada vez eran más las mujeres que participaban, era si lo que importaba era lo numérico, es decir la cantidad de mujeres que nos juntáramos, o no nos importaba ser menos pero sí resguardar y crecer en la reflexión y no arrancar de cero cada vez explicando o compartiendo lo ya resuelto y construido.

De alguna manera, se decidió priorizar el multiplicarnos y tener la constancia en cada encuentro de responder esas preguntas que le surgen a quienes participan por primera vez. Y entre ellas, la pregunta de la conciencia de género y todas las palabras que la definen. Libertad, empoderamiento, que es un concepto muy importante porque es sentir que una tiene el poder sobre sí misma. Eso es, poder sobre la palabra, sobre la expresión, sobre el deseo y el cuerpo. Es sentir que estás decidiendo vos y no que decide este sistema del que hablamos y donde estamos tan atravesadas por los mandatos. Empoderarse es escucharse, es poder comenzar el diálogo con una misma para poder después dialogar con las demás.

–¿Qué rol ocupa la educación, más específicamente la escuela, en esto de desarmar patriarcado?

–Tengo que aclarar que yo creo en la educación popular. Nosotras vamos a seguir trabajando desde afuera de la educación formal. Pero sí quiero exigirle a la educación formal que tome todos estos temas que se van viendo como adelantos y que los ponga en un valor bien alto. Todos esos avances o derechos conquistados los consiguió la lucha de las mujeres y aunque una ley tenga el nombre de tal o cual legislador o legisladora, todas sabemos que fue la lucha de la gente la que transformó esa realidad.

Así que me parece que la etapa que falta es que eso que hoy es ley se vea reflejado en los manuales de la educación formal, porque todavía estamos discutiendo si educación sexual sí, si educación sexual no, si familia de una manera o familia de otra. Y quizás en lo urbano sea más simple revelarse, pero en la Argentina profunda, en la Argentina de provincia, no es tan así.

Esa mujer que está dentro de la radio a veces habla raro. Dice palabras que no existen. Nosotres, nosotroas. Vaya a saber de donde las saca, pero las usa con soltura. No se repliega ante la chicana del colega y la extrañeza del oyente. Para Liliana Daunes, esas “búsquedas” que terminan en la creación de palabras que incluyan a todos “no deforman el lenguaje, sino que lo completan”. Esta vieja –por experimentada– radialista sostiene que el lenguaje es una construcción cultural – “bastante sexista, por cierto”– que es susceptible de romperse y reinventarse. Por eso, entre otras formas, defiende el uso del arroba (@) para dirigirse a tod@s. 

–Ensayas fórmulas para transformar el lenguaje para que sea más inclusivo. Sin embargo hay muchas periodistas y comunicadores que cuestionamos –posiblemente porque no lo comprendemos o nos interpela– la incorporación de palabras como “nosotres” o “nosotr@s”. ¿Qué explica su utilización? 

–Cuando se habla de una reunión de padres, en general no se están nombrando a las madres, que son en su mayoría las que van a esas reuniones. Entonces, a partir de ese ejemplo tan pequeñito, digo: integremos esas dos cuestiones. Estamos invisivilizando a esas madres que participan de esas reuniones.

A mi me dicen que cuando digo “las y los” estoy perdiendo el tiempo. Sin embargo, yo creo que hay que buscar, esforzarse un poco y encontrar maneras de integrar. Tener cierto laburo con el lenguaje para poder buscarle una vueltita. De eso se trata. Estamos hablando de personas y no tenemos por qué dar por sentado su género. Tampoco es que tenemos que estar todo el tiempo diciendo “las enfermeras y los enfermeros, el médico y la médica”. Pero sí, en algún momento, se tiene que hacer notar que están contemplando que ahí hay hombres y mujeres laburando. O en todo caso, sumar la E que es la alternativa para poder decir que es un enfermero o enfermera trans. Lo enunciamos en algún momento y luego seguimos… NO hace falta estar todo el tiempo con E, con el los o las.

Lo que sí digo es que el lenguaje es una construcción. Y que por ende, nosotras también lo podemos intervenir, romper y volver a construir. Podemos proponer nuevos moldes, podemos equivocarnos y decir: “esto no sirve” o “esto sí sirve”. Yo empecé con el “nosotroas” y me puse absolutamente feliz cuando estuve en Chiapas y descubrí que las y los zapatistas también usan ese modo, pero sólo que cambian la acentuación. Y ahí pensé que es claro, que estamos en una búsqueda y que el asunto es no tener temor frente a quien dice que eso no sirve, que está mal. A mi me lo han dicho y me lo dicen mis compañeros y yo les digo que nosotras usamos esos términos para visibilizar. Yo creo que es eso, que es una forma de visibilizar, que es necesaria. Y que una vez que te empieza a interpelar  entrás en búsqueda.

No tenemos por qué ahorrar palabras para nombrarnos si la intención es, precisamente, integrar al otro, a la otra.

–¿Como estás viviendo como militante feminista y comunicadora el resurgimiento del lenguaje y los símbolos eclesiásticos? 

–Yo creo que ha sido una jugarreta muy difícil de sortear para las argentinas. Sabemos que la iglesia es una de las patas fundamentales del patriarcado y que el Papa sea argentino hizo, primero, olvidar quien era Bergoglio con toda su carga histórica, y segundo, que es real que hizo renacer la fe y sus símbolos.

A mi me parece que es cierto que en su discurso viene planteando cosas novedosas y entonces se le empieza a prestar atención, incluida gente que no está atravesada por lo religioso empieza a decir “qué importante el Papa”. Pero para mí la iglesia sigue siendo la misma que en algún momento armó la inquisición, que quemó brujas. Yo no adhiero a las religiones, aunque tengo mi parte mística en cuanto a creer que hay una energía maravillosa en el mar, que le puedo celebrar a Iemanjá y que la Pachamama me encanta, entonces cada agosto hablo de esa pacha y hablo de esas energías que nos alimentan. Pero al final tengo 200.000 diosas o no sé qué.

Pero esta cuestión del Papa, lamentablemente, aquí nos puso una traba en cuanto a conseguir la ley del aborto, por ejemplo, porque si bien el oficialismo no se venía alineando en los primeros tiempos a la Iglesia, a partir de la asunción de Bergoglio hubo una alineación muy clara y en lo político tiene muchos resultados. Y lo que se viene, en cualquier caso, es más difícil aún.

La estructura de la Iglesia como freno al movimiento de mujeres es fuerte, es importante. Habrá que seguir batallando.

–Tenés casi tanta cantidad de años de radio, como años de militancia feminista. ¿Vos militas la comunicación para que sea feminista o pones a la comunicación, en tanto herramienta, al servicio de la militancia feminista?

–Una de mis militancias es que la comunicación sea también pasional, que no sea sólo un divertimento. El sentir, el ser feminista es un ejercicio permanente, cotidiano y es el lugar desde el que una se para. Entonces desde ese lugar creo que la comunicación es una herramienta importante para militar el feminismo o los derechos de las mujeres o, como me gusta decir, luchar contra las opresiones, porque parada desde ese lugar, con una mirada clara desde la lucha y el accionar de las mujeres, estamos hablando de los compañeros y compañeras Quom que están acampando en la 9 de Julio y que también son invisibilizados. Y estamos hablando de tantos otros temas que no forman parte de la agenda de los medios.

Y también militar la comunicación, como la comunicación en sí. Que la comunicación sea algo que comunique en serio, más allá de los estados anímicos de cada una de esas personas que la ejercen. Me parece que es una combinación de esas cuestiones que preguntas.

Pero me parece que lo fundamental es empoderarse en la comunicación también. Saberse con esas herramientas, que la comunicación no sea algo lineal ni una bajada de línea, solamente. Hay que tener en claro hacia donde quiero ir y qué quiero decir. Lo artístico y lo político tienen una interrelación muy fuerte…Qué te digo y cómo te lo digo, porque la comunicación no es sólo palabra, también es estética. Y en esas estéticas es que vamos encontrando diferentes formas de decir.  Ahí está de nuevo la idea de lo artesanal…

–¿Qué opinás del periodismo militante?

–Que es parte de la militancia partidaria. Yo siempre he sido una periodista militante, yo soy militante de la comunicación y soy militante feminista, yo soy militante de los derechos humanos. Yo siempre he sido una comunicadora militante.

Ahora, ¿me están hablando de partidos políticos? Bueno, para quienes creen fervientemente en eso, es real que como regla de juego es más claro tener en claro de qué lado están. Saber dónde cada uno está parado. Pero también sabemos que si los políticos de hoy para mañana cambian sus direcciones, también en el periodismo lo pueden hacer, diciéndotelo o no diciéndotelo. Como regla de juego quizás es mejor que la gente sepa donde está parado ese comunicador o periodista, pero de todas maneras están hablando de una militancia partidaria.

A mi no me asombra porque desde que tomé conciencia y soy comunicadora que soy militante también.

–Tu trabajo como comunicadora va y viene entre los medios populares, alternativos o comunitarios y los medios tradicionales. Intervenís con tu discurso en espacios donde hay recelo a esas ideas o posturas. ¿Es consciente el desafío de habitar y resistir desde la grieta?

–Por esas ideas en algunos momentos no he tenido laburo, pero es verdad que la grieta la he conseguido en los medios públicos, que es real que tienen una manera diferente a los medios comerciales, donde posiblemente te marquen una editorial y te manejen un tiempo que en los medios públicos lo podemos manejar nosotros. Además, por lo menos en la experiencia que he tenido tanto en Radio de la Ciudad como en Radio Nacional, no se han metido específicamente con la producción, con el laburo concreto. Eso es bastante piola, haber logrado eso desde la grieta.

Sin embargo, ahora que pienso también es real que en Radio Nacional yo comencé haciendo un programa todos lo días, La Juana Pimienta, y bueno, en algún momento se resolvió que no fuera todas las noches, sino que fuéramos menos. Por eso nosotras, un poco en broma, un poco en serio, hablamos del Rincón Violeta de la Radio Pública. Pero además recuerdo que se nos había pedido que no fuera un programa de mujeres o para mujeres. Como que se nos había puesto cierto límite. Así fue que armamos ese espacio. Viste que no hay nada peor que una prohibición para tratar de revelarme.

Fuente de la entrevista: http://www.revistaajo.com.ar/notas/4485-el-feminismo-es-una-manera-de-pararse-en-el-mundo.html

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El estigma de ser mujer en Sudán del Sur

Por: Mónica Chinchilla

El pasado 9 de julio de 2016, Sudán del Sur celebraba el quinto aniversario de la proclamación de su independencia. La fecha, que debiera haber sido festiva en el país, se tiñó de sangre tras la muerte de, al menos, 272 personas, 32 de ellas civiles. Los enfrentamientos entre las fuerzas militares afines al presidente, Salva Kiir, y su vicepresidente y rival político, Riek Machar, no son más que el penúltimo episodio de una cruenta guerra civil que data de diciembre de 2013 y que hace tambalear los cimientos del que se considera el país más joven del mundo.

Tras más de 20 años de guerra, en enero de 2011 Sudán del Sur votó un referendo a favor de la independencia de Sudán. La decisión estuvo respaldada por un 98,93% de la población sursudanesa, provocando la secesión. La paz y la tranquilidad, sin embargo, apenas duraron un par de años, ya que desde que estalló la Guerra Civil a finales de 2013, la situación económica, política, humanitaria y sanitaria ha sumido al país en una situación crítica. Y todo, a pesar del supuesto acuerdo de paz que tuvo lugar en agosto del año 2015.

En el conflicto, la población civil ha sido la principal perjudicada. Tanto es así que, según los últimos datos que proporciona la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (UNOCHA por sus siglas en inglés), en Sudán del Sur hay 1.616.026 personas desplazadas internamente (en adelante PDI). A pesar de que es necesario ser prudente al tratar cifras procedentes o relativas a países inmersos en conflictos de tales dimensiones, a nadie escapa lo alarmante del dato, pues la población del país no alcanza los 12 millones de habitantes.

Refugiados y desplazados internos en Sudán del Sur a 1 de enero de 2015. Fuente: ACNUR
Refugiados y desplazados internos en Sudán del Sur a 1 de enero de 2015. Fuente: ACNUR

Se consideran PDIs a aquellas personas que, aun permaneciendo en su propio país de origen, deciden abandonar su hogar por razones de inseguridad. Siguen así bajo la protección del Gobierno local, aunque paradójicamente sea éste en buena medida el causante del conflicto, como es el caso de Sudán del Sur. Además, las más de 50 tribus que existen en el país propician que los procesos de integración que encuentran los desplazados al abandonar sus ciudades de origen sean muy complejos.

Por su parte, la cifra de personas que deciden establecerse en alguno de los países fronterizos de Sudán del Sur es mucho menor, debido a las dificultades humanitarias, económicas e incluso psicológicas que supone para los emigrantes abandonar un país por el que han luchado durante varios lustros. A pesar de ello, el recrudecimiento de la situación y el incremento de sucesos violentos acaecidos durante los últimos meses está provocando una oleada de refugiados que tratan de abandonar el país.

De acuerdo con la cifras proporcionadas por ACNUR, un 70% de la población civil considerada refugiada son niños. Esto constituye, sin duda, una amenaza potencial para el futuro del país, que necesita de protección internacional y de ayuda humanitaria urgente para subsistir. Además de los niños, hay otro colectivo cuya vulnerabilidad se ha incrementado a lo largo de los últimos meses; se trata de las mujeres, segmento clave en la sociedad sursudanesa para garantizar el próspero desarrollo de un país en donde la figura de la mujer es vilipendiada y despreciada.

Nuevas estrategias que fomentan el conflicto interno: la inseguridad

El problema va más allá de una cuestión de género, presente todavía a día de hoy en tantos países, y no únicamente en aquellos subdesarrollados. Supone también una grave cuestión de seguridad que impide a Sudán del Sur y a su población impulsar, siquiera, un mínimo desarrollo. Anteriormente, la violencia sexual suponía una especie de instrumento dentro del conflicto. Pero el modo de hacer la guerra ha sufrido una importante transformación, pasando las violaciones, el maltrato o la humillación a ser componentes inherentes a éstas. Incluso la búsqueda de la muerte tanto de mujeres como de niñas es una realidad fomentada por el conflicto interno. Y Sudán del Sur es el vivo ejemplo de este tipo de cambios.

La principal consecuencia de estos actos es el rechazo, por parte de los propios familiares o de la comunidad en general, de aquellas mujeres que han sufrido abusos. Se trata de acabar, mediante la ruptura de los vínculos más cercanos, con la estructura social de las minorías étnicas. A medio plazo, el aumento de estos sucesos podría conllevar la desaparición de ciertas tribus con escaso protagonismo, circunstancia que podría calificarse de limpieza étnica. Estaríamos hablando entonces de una estrategia efectiva para conducir un conflicto. Todo esto se suma, por ejemplo, a los matrimonios forzosos que, durante décadas, han supuesto de igual manera abusos y violencia sobre las niñas de entre 15 y 19 años.

Es conocido el resultado de atrocidades como estas. Los niveles de SIDA en el país han aumentado en los últimos años. Una enfermedad provocada de modo intencionado que, una vez más, pretende frenar el desarrollo de ciertas regiones del país o de minorías étnicas. Naciones Unidas estima que 190.000 personas sufren SIDA en Sudán del Sur y que solo en torno a un 10% de los afectados puede recibir tratamiento. La situación, además, se agrava por momentos, pues en la actualidad se estima que unas 50 personas resultan infectadas cada día.

La indefensión procedente de la inseguridad también puede verse acentuada por el sistema legal establecido en el país. La existencia de un derecho consuetudinario supone, por un lado, el menor coste de los procesos judiciales, a los que pueden someterse las mujeres sursudanesas al reclamar, por ejemplo, su derecho a ciertas tierras. Este abaratamiento del proceso, junto con la no necesidad de desplazamiento a tribunales situados en grandes ciudades, supone una mayor accesibilidad a la justicia.  

Por su parte, el derecho estatutario, es decir, aquel que proviene del Estado y que incluye la constitución, los cuerpos legislativos y los precedentes jurisdiccionales, es de difícil alcance para las mujeres, especialmente para aquellas que habitan en zonas rurales o aquellas consideradas PDI. Junto con su elevado coste, son comunes las prácticas discriminatorias hacia las mujeres por parte de jueces y demás personal del orden, debido a las diferencias sociales y culturales.

La realidad es que dentro de cada una de las más de 50 tribus que componen Sudán del Sur, cada una de ellas posee un derecho consuetudinario, no escrito, que también da paso a la arbitrariedad y a la indefensión. Además, en muchos de los casos, las mujeres desconocen las posibilidades que les ofrece la Justicia para reclamar, o no saben cómo acceder a estas posibilidades. Tal argumento se ve reforzado por la baja tasa de alfabetización de las mujeres, que asciende a un 16%.

De tal modo, puede decirse que los problemas causados por la inseguridad forman parte de una estrategia desarrollada dentro del conflicto interno por todos los bandos participantes, que apunta a la mujer como principal blanco, por suponer éstas realmente el futuro de Sudán del Sur, al menos mientras el conflicto perdure.

Derechos de tierra, vivienda y propiedad como solución para las mujeres consideradas PDI

Son precisamente las mujeres sursudanesas las consideradas pilar fundamental en la estructura familiar. Debido al conflicto, su responsabilidad para con la familia ha aumentado considerablemente, e incluso en mayor medida para aquellas consideradas personas desplazadas internamente. Los hombres pasan a formar parte de la guerra cobrando salarios bajos, dejando a sus hijos en manos de sus esposas y quedando, a la postre, gran parte de ellas viudas.  Es por ello de especial trascendencia garantizar los derechos a la tierra, a una vivienda y el derecho de propiedad al colectivo femenino, que se muestra más indefenso ante el conflicto.

La reconocida posesión de un hogar y de unas tierras por parte de las mujeres está legalmente recogida tanto en cuerpos legales, como en la Ley de Tierras vigente desde 2009, como por la jurisprudencia constitucional del país. Aunque la capacidad de registrar tierras a su nombre es supuestamente cada vez mayor, forma también parte de la normativa sursudanesa la realidad por la cual las mujeres adquieren los derechos de los maridos, pero no los suyos propios. Esto es, existe una dependencia de la mujer hacia el hombre en lo que a la adquisición de derechos se refiere.

En la práctica diaria de esta problemática, las mujeres viudas, solteras o sin familia son privadas del acceso o control sobre unas tierras. Su no dependencia hacia un hombre las convierte en “extranjeras” ante los tribunales, impidiendo la integración de aquellas desplazadas que vuelven a sus poblaciones de origen. Esto es especialmente relevante cuando las mujeres son madres, ya que si pudieran disfrutar de la herencia de esas tierras estarían garantizando un futuro y una forma de supervivencia a sus descendientes.

Por si hasta este punto no fuera suficiente, con el elevado coste que supone el registro oficial de las tierras, la comercialización de éstas dificulta a las mujeres desplazadas la recuperación de sus antiguas parcelas. Su desconocimiento les impide recibir una compensación y son con frecuencia realojadas en zonas inseguras, con difícil acceso a agua o madera, y con apenas posibilidad de escolarización de los hijos.

En el marco de las relaciones internacionales, se reconoce el derecho de propiedad como pieza angular en el crecimiento de los países más subdesarrollados. En el caso particular de Sudán del Sur, la garantía de estos derechos supondría uno de los principales remedios para la correcta integración de las mujeres desplazadas a causa del conflicto interno. No solo se vería reducido el riesgo a la desprotección de este colectivo, sino que además fomentaría su capacidad de proporcionar tanto un presente como un futuro a sus descendientes. El derecho de propiedad funciona, además, como medio de acceso a los recursos financieros, ofreciendo una vivienda o unas tierras como garantía de la devolución de un crédito. Todo el proceso puede resultar no solo en una mejora en las condiciones de vida, sino también en un incremento en la productividad o desarrollo de la economía familiar.

El papel de la corrupción a la hora de garantizar estos derechos

De los 168 países que el llamado Corruption Perception Index tiene en cuenta para establecer un orden según los niveles de corrupción, Sudán del Sur ocupa el lugar 163, con apenas 15 puntos sobre 100 –el 0 corresponde a un país completamente corrupto–. Estos guarismos reflejan a la perfección la situación política del país y la inestabilidad que esto provoca en la población civil.

En cuanto a los abusos sexuales a mujeres y niñas se refiere, confirma Naciones Unidas la trata de éstas como forma de salario que reciben las fuerzas gubernamentales, especialmente la denominada SPLA (Armada Popular de Liberación de Sudán) a cambio de sus labores de combate y protección. Así, sólo entre los meses de abril y septiembre de 2015, en la provincia sursudanesa de Unity, se recogieron 1.300 denuncias por violación, según la propia Organización de las Naciones Unidas. Estos crímenes, considerados por la ONU crímenes contra la Humanidad, quedan impunes al ser el propio Gobierno el que los autoriza, fomentando que se repitan con mayor frecuencia entre todos los bandos combatientes.

En lo que se refiere a términos legales relacionados con la propiedad y las tierras, a pesar del reconocimiento de titularidad de las parcelas, se han dado ocupaciones ilegales por parte de soldados, oficiales del gobierno o de familias adineradas con capacidad de ejercer una influencia tanto en las comunidades como en el Gobierno. Además, las fuertes inundaciones que han tenido lugar en los últimos años de forma periódica han creado una mayor necesidad de tierras aptas, lo que ha traído consigo un incremento en el control del Estado de propiedades ajenas de acuerdo con sus intereses. Este desigual reparto de las tierras afecta en mayor medida, como era de esperar, a aquellas mujeres que vuelven a sus poblaciones de origen.

Sudán del Sur, uno de los países más corruptos del mundo. Fuente: Transparencia Internacional
Sudán del Sur, uno de los países más corruptos del mundo. Fuente: Transparencia Internacional

Cómo fortalecer la imagen de la mujer en Sudán del Sur. Posibles soluciones

Existen varias formas de abordar la situación de Sudán del Sur. Probablemente, todas ellas incluyen un importante cambio político o una reforma sustancial de las principales instituciones, ya que la pobreza extrema del país dificulta sobremanera que los ciudadanos puedan salir adelante por sus propios medios.

Una vez encaminada la democratización de los órganos de Gobierno como palanca fundamental del cambio, se antoja necesaria una profunda reforma en sectores como la Educación o la Sanidad, cruciales ambos para el desarrollo del país. Más adelante, será vital atender a otras lacras patentes como son la corrupción o el papel de la mujer en la Sociedad y en instituciones públicas como el Parlamento, donde tan solo ocupan el 24,3% del total de los escaños.

En este escenario, la participación de organismos internacionales se considera necesaria. Así, por ejemplo, la Corte Internacional de Justicia podría convertirse en observador garante de la independencia e imparcialidad de los tribunales. También puede actuar como asesor para tratar que casos tan graves como la violencia extrema o la violación de derechos fundamentales dependan en todo punto de un derecho consuetudinario arbitrario peligrosamente cambiante.

Del mismo modo, la sociedad internacional debería hacerse cargo del problema y colaborar en consecuencia para la inclusión del colectivo femenino en la toma de decisiones trascendentes, en negociaciones y en conversaciones de Paz. Su participación en cuestiones extraordinarias, sin duda ayudaría a que el papel de la mujer en la vida ordinaria fuera, poco a poco, tomando más valor.

Los movimientos ciudadanos liderados por aquellos sursudaneses que han tenido una mejor educación también tienen una importancia capital. Gracias a su perspectiva más amplia de la sociedad local y global, estos movimientos están llamados a garantizar aquello que en los países más desarrollados se consideran Derechos Fundamentales.

Presencia de ayuda en el país según organizaciones y sectores. Fuente: OCHA
Presencia de ayuda en el país según organizaciones y sectores. Fuente: OCHA

Otra traba importante del conflicto es la escasa repercusión que éste tiene en países desarrollados. Al no verse afectados de modo directo, tanto los estados como las organizaciones supranacionales hacen oídos sordos a una realidad que aún no ha calado, ni tiene visos de hacerlo, en la opinión pública occidental. Como consecuencia, son las Organizaciones No Gubernamentales, sobre todo las internacionales, las que asumen, por su cuenta y riesgo, la responsabilidad de ayudar en la zona.

Como se ha visto, la cruda realidad que atraviesa Sudán del Sur es resultado de diversas cuestiones. Entre ellas destaca el fuerte arraigo cultural de una sociedad anclada en la tradición. Tal involución afecta de modo directo e inmediato a otros aspectos políticos, económicos y sociológicos y tiene como principal víctima a la mujer, utilizada por el hombre como mercancía y relegada de continuo a un segundo plano por instituciones públicas y privadas. En los movimientos ciudadanos y en la educación de las generaciones venideras está la esperanza de un país imberbe que pide Paz como principal premisa para el cambio.

Fuente: http://elordenmundial.com/2016/08/18/el-estigma-de-ser-mujer-en-sudan-del-sur/

Imagen tomada de: https://es.jrs.net

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