Cuando el acoso escolar te hace dejar de estudiar

11 Julio 2019/Fuente: El país

La familia De Agustín denuncia desde hace nueve años el caso de su hija, que al final ha abandonado el instituto

En vídeo, Natalia de Agustín, junto a sus padres, Luis de Agustín y Raquel Rodríguez, en Madrid. ULY MARTIN | A. DE LA RÚA | H. MARTÍN

Natalia De Agustín, de 17 años, no ha acabado este año el curso en su instituto de Madrid. Ha dejado los estudios porque no podía soportar más la situación de acoso que, según ha ido denunciando, sufre desde hace nueve años. Es un relato complejo, de una niña que empieza a tener problemas en un centro, cambia a otro, y luego se traslada también de distrito, pero se encuentra de nuevo con las mismas compañeras que le hostigaban, o con otras que conocen a las primeras y toman el relevo. Así hasta en cuatro centros.

Primero una o dos niñas que la insultaban, luego un grupo, acoso en las redes sociales. Mensajes del tipo:»Me han contratado para matarte». Persecuciones por la calle, palizas mientras la grababan con el móvil. Pasó dos meses ingresada en el hospital. Un rosario de denuncias en la policía, reuniones en los centros, dos juicios. Todo inútil, según su experiencia. Al final, el pasado mes de febrero, Natalia lo dejó. La historia que cuenta su familia es la de un sistema que no funciona, no sabe atajar el problema y, es más, según ellos, trata de ocultarlo. “El sistema no te da soluciones, y si no aceptas lo que hacen te acaba expulsando, que es lo que ha acabado pasando a nuestra hija”, acusa su padre, Luis De Agustín, que hace tres años, junto a su madre, Raquel Rodríguez, y la propia alumna, ya denunciaron lo que estaba ocurriendo a este periódico.

El suicidio de un menor de 13 años, en Getxo, el pasado 16 de junio, que había denunciado sin éxito acoso escolar durante años ha vuelto a demostrar que a veces estos casos se subestiman. La madre de ese chico ha escrito un duro mensaje en redes sociales contra el colegio: “Yo lo avisaba. Ellos miraron para otro lado. Ahora que no me vengan con chorradas”.

“A ver si te suicidas”

En 2017, cuando dos chicas agredieron a Natalia, una le dijo: “A ver si te suicidas de una vez que es lo que queremos todas”, según su relato. Tras un juicio, las dos menores acabaron condenadas a trabajos sociales e indemnizaciones en 2018. En otro, pendiente ahora del recurso, otras dos menores fueron absueltas. Aunque su padre afirma que siete agentes municipales y la directora del instituto testificaron a su favor, y que una de las menores reconoció que había pegado a su hija y la otra, que había sido expulsada del centro.

¿Qué ha fallado en el caso de Natalia para que deje de estudiar? Para la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, nada. Esto es lo llamativo, muy representativo de los continuos choques entre familias e instituciones sobre el acoso escolar. La consejería cuestiona a la menor y a su familia. No considera que en el episodio del último instituto, el que la ha llevado a dejar de estudiar, se haya producido acoso, y no entrar a valorar lo ocurrido a Natalia en los años anteriores. Asegura que se abrió el protocolo y se cerró al considerar que no existía. Es más, apuntan que la menor “lleva desde febrero sin acudir a clase, sin justificar” y que tuvo problemas en el centro donde estuvo antes.

Se refiere al caso pendiente de sentencia definitiva: precisamente una de las acusadas se matriculó en el centro donde estaba Natalia y pese a sus advertencias, acabó en su misma clase. El centro argumentó que no podía hacer nada porque no había una condena contra ella. Luego empezaron los problemas.

«La consejería, en el momento en el que tiene conocimiento de un supuesto caso de acoso actúa inmediatamente enviando a los equipos de inspectores y psicólogos a los centros. Y allí es donde se recaba la información y se determina si es un caso de acoso o no. Ni se tapan casos ni se minimizan», afirma. «Somos los primeros interesados en que esta lacra desaparezca. De ahí el decreto aprobado hace unas semanas sobre convivencia escolar, que determina incluso sanciones para todos aquellos que no desvelen la existencia de un caso de estas características”.

La Comunidad argumenta que los casos bajan, pero porque cree que la mayoría no lo son: en el curso 2015-2016 se presentaron 573 denuncias y solo se admitieron 179, el resto se desestimaron; en 2017-2018 se recibieron 407 y solo se estimaron 83. La conclusión de la consejería es que los casos de acoso escolar se han rebajado en un 54% en la última legislatura.

Al margen de quién tenga razón, es sintomático que un grave problema de menores degenere en un enfrentamiento tan hosco entre una familia y la Administración. Pero son más familias y se repite en toda España. Los cursos con mayor potencial de riesgo son quinto y sexto de primaria y primero y segundo de secundaria.

En 2015, también causó una gran conmoción el caso de Diego, un alumno de un colegio de Villaverde, en Madrid, que se suicidó tras dejar una carta a sus padres: «Ya no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir». La reflexión de su padre, Manuel González, que en los tribunales no consiguió que se reconociera el acoso escolar, también es muy amarga: “Mi experiencia, como la de los padres de Natalia, como la de la mayoría de la gente, es que la Comunidad de Madrid nunca ve nada, todo les parece bien, solo piensan en taparlo”.

La Asociación Madrileña Contra el Acoso Escolar (Amacae) es igual de contundente: “El caso de Natalia es el más sangrante que hemos tenido en cinco años, es de manual. La consejería de Educación solo quiere tapar todo, es lo habitual”, asegura María José Fernández. Sus datos son muy distintos: en 2016-2017 atendieron 500 casos; al año siguiente, 700; y en el primer trimestre de este año llevan 100, el doble que el año pasado. “Cuando llegan aquí ya están desesperados, porque nadie hace nada. Y si dejan de ir a clase se arriesgan a una multa por absentismo y hasta un expediente de tutela de los servicios sociales. Si denuncias, te persiguen”. En su opinión, hay un problema de fondo: “El sistema culpabiliza a la víctima, minimiza, dicen que hay un conflicto, no lo tratan como acoso, lo disfrazan. Se han gastado un montón de dinero en un programa de convivencia y quieren hacer ver que funciona y bajan las estadísticas. ¿Cómo es posible, si estamos todas las asociaciones de España desbordadas? Estamos como en la violencia de género hace 30 años”.

Igual de severo es el informe que acaba de presentar Amnistía Internacional sobre el acoso escolar en España. Concluye: “Son miles los casos de acoso escolar que no se documentan como consecuencia de la ausencia de datos, una formación inadecuada y una rendición de cuentas deficiente”. Asegura, en resumen, que las cifras oficiales no son reales. “Es totalmente cierto que se tapan los casos. En Extremadura, por ejemplo, el porcentaje oficial de casos es del 0,02%, eso es imposible”, explica Koldo Casla, uno de los autores del informe. Amnistía ve un abismo de cifras según quién las dé: los últimos datos de la OMS, de 2014, hablan de un 7,5% de niños y un 4,3% de niñas, una media inferior a la europea. Pero muy lejos del 0% y el 1% que sostienen las comunidades autónomas. El 96% de las denuncias que llegaron al teléfono de acoso del Ministerio de Educación en 2017 no se remitieron a la inspección. Amnistía realizó 125 entrevistas y dos profesores, uno de Badajoz y otro de A Coruña, les dijeron lo mismo: “Si un director dice que en su centro no hay acoso, es que o no sabe lo que pasa en su colegio o está mintiendo”.

La primera toma de conciencia del problema en España, por su impacto social y mediático, fue el caso del niño Jokin, en 2004, en el País Vasco. A partir de ahí se desarrollaron los protocolos de acoso en todas las comunidades autónomas, aunque pasar del papel a la sensibilidad real ha costado mucho más. “Desde hace cinco años hemos visto un cambio. Antes era un tabú total y los centros no querían hablar de acoso, no querían abrir el protocolo, mucho menos los privados, que son más herméticos. Va cambiando. Ahora ya en algunos casos es casi es al revés, se denuncia enseguida, y a veces lo ven donde no hay, son problemas de convivencia mal gestionados”, explican tres de los 170 agentes tutores de la Policía Municipal de Madrid, que intervienen en estos casos. “Te llegan padres con niños de tres o cinco años que hablan de acoso, y a esa edad es imposible”, certifican especialistas de la Unidad Central de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, con 217 delegaciones en España.

“Es más fácil de demostrar el ciberacoso, por los pantallazos, y el físico, por las secuelas, y también si se somatiza o hay testigos. Si es psicológico o de aislamiento, es más difícil”, reflexionan las agentes de Policía Nacional. La parte más difícil es implicar en la solución a todos los involucrados en el problema. “Los padres del presunto acosador lo niegan siempre y no aceptan que su hijo puede necesitar ayuda. Luego les enseñas los whatsapp y se desmoronan o le dan un guantazo allí mismo. Y eso que a veces estos niños tienen rasgos de líder, con habilidades sociales, pero mal canalizadas», explican los agentes municipales. Al final, si no hay avances, la solución de muchos padres simplemente es cambiar de colegio, como ha hecho Natalia De Agustín durante años.

Muy pocas condenas

Una instrucción de la Fiscalía General del Estado de 2005 aconsejó resolver los casos en el propio centro, pero cuando los padres presentan una denuncia el asunto se judicializa. Entonces entra en otra dimensión, la penal, más árida y que habitualmente crea más descontento. Porque además de ser una experiencia desagradable, solo una pequeña parte de lo que llega acaba en condenas. “Nos llega una avalancha de denuncias, pero el acoso escolar no existe en el Código Penal. Hay que probar otras cosas: lesiones, delitos contra la integridad moral…”, explican portavoces de la Fiscalía de Menores de Madrid. Su último informe anual apuntaba con preocupación que en 2017 tramitó 192 denuncias y archivó 81, el 42%, porque los implicados eran menores de 14 años y, por tanto, sin responsabilidad penal. Aunque consideraba que estos casos no eran acoso, sino “conflictos propios de la convivencia en el ámbito escolar e, incluso, desavenencias de los progenitores de los menores con el centro escolar”.

Por eso la Fiscalía de Menores también es objeto de fuertes críticas de los padres: “Te sientes tratado como un delincuente, están acostumbrados a asuntos más graves y para ellos esto son tonterías de críos”, acusa Luis De Agustín. Natalia relata que la primera vez que fue a declarar el fiscal vio su voluminoso expediente y le dijo: “Mira, yo no me voy a leer el Quijote”. Su padre contó el episodio en un programa de televisión y el funcionario le llamó para disculparse. La Fiscalía asegura que su personal está formado y es sensible al problema. En cuanto al fiscal que atendió a Natalia, dejó el puesto tras la polémica.

Y Natalia, ¿qué va a hacer ahora? «No sé, vivir, curarme, y no callarme más. Fue duro dejar el instituto, pero decidí no sufrir más. Ahora pienso en volver a pisar un instituto y es muy doloroso, verte rodeada de gente y sentirte indefensa».

«Hay una enorme ligereza de los padres con los móviles»

Policía Nacional y Policía Municipal de Madrid coinciden: “Los móviles han cambiado todo”. Según su experiencia, la mayoría de los casos de bullying derivan en ciberacoso. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que tienen móvil el 45,2% de los menores de 11 años, el 75% de los de 12 y el 92% de los de 14. El propio hecho de no tener móvil puede ser motivo de aislamiento. “Antes en las charlas preguntábamos quién tenía móvil. Ya no, los señalas”, explican los agentes tutores de Madrid. “La charla que antes dábamos a chavales de 15 años la damos ya en primaria. El móvil es regalo de primera comunión. Hay una enorme ligereza de los padres con los móviles, es como si les dieran un ciclomotor sin explicarles las reglas y cómo se conduce”.

La Policía Nacional ofrece charlas de ciberacoso, y aunque son de diez horas los centros las piden, porque están muy preocupados. De 2014 a 2018, el cuerpo ha impartido más de 24.600 charlas sobre acoso y más de 59.800 sobre los riesgos de internet. La adicción a los videojuegos es otro problema: “No saben distinguir la ficción de la realidad y el acoso a veces empieza en el chat del propio juego”.

Imagen tomada de: https://ep02.epimg.net/sociedad/imagenes/2019/07/07/actualidad/1562516513_480279_1562588044_noticia_fotograma.jpg

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La desigualdad de género empieza con las tareas de la casa

Por: Claire Cain Miller. 

Desde hace mucho tiempo es un hecho que a las mujeres se les paga menos que a los hombres en el trabajo y que hacen más quehaceres en casa. Resulta que esos patrones comienzan incluso desde la niñez.

Aunque existen señales de que esta brecha se está cerrando, diversos datos muestran que las niñas todavía pasan más tiempo en los quehaceres domésticos que los niños. Además, se les paga menos que a los niños por esas tareas y reciben menos dinero para sus gastos.

Un análisis reciente, por ejemplo, descubrió que los chicos de entre 15 y 19 años invierten media hora al día en los quehaceres; las chicas, en cambio, pasan 45 minutos en esa actividad. Aunque ellas invierten mucho menos tiempo en los quehaceres que hace una década, el tiempo que ellos le dedican al trabajo doméstico no ha cambiado considerablemente.

Los investigadores sostienen que una de las grandes razones por las que a las mujeres se les paga menos es porque sobre sus hombros recaen más responsabilidades del hogar y se retrasan en sus carreras en comparación con los hombres. Lograr la igualdad, argumentan, requerirá no solo de preparar a las niñas para el trabajo remunerado, sino además enseñarles a los niños a hacer trabajos no remunerados.

“La mayoría de los niños y las niñas aprende esas habilidades cuando desde pequeños se les inculca la participación en las tareas domésticas”, comentó Sandra Hofferth, socióloga de la Universidad de Maryland que es coautora de una investigación reciente y ha pasado su carrera estudiando cómo pasan su tiempo los niños. “Los progresistas creían que estaban capacitando a sus hijos para que se involucraran mucho más en el hogar. Sin embargo, no vemos ninguna evidencia de que la brecha en los quehaceres domésticos haya disminuido”.

Su investigación se basó en los diarios de la Encuesta del Uso del Tiempo en Estados Unidos de 2003 a 2014 entre 6358 estudiantes de secundaria de 15 a 19 años. Las tareas domésticas incluían cocinar, limpiar, cuidar de las mascotas, hacerse cargo del mantenimiento del jardín, la casa y el automóvil.

Se encontraron diferencias basadas en la educación de los padres. Los hijos de padres con estudios universitarios, en general, dedican menos tiempo a las tareas domésticas, pero la diferencia casi siempre radica entre las niñas. Las hijas de padres con estudios universitarios pasan un 25 por ciento menos tiempo haciendo quehaceres que las hijas de padres que solo estudiaron hasta la secundaria. A pesar de ello, invierten once minutos más en esas tareas que los hijos. Los padres con estudios parecen haber cambiado sus expectativas en el caso de sus hijas, pero no de sus hijos, explica Hofferth.

Además, a los niños también se les da más dinero que a las niñas por hacer quehaceres, según un análisis reciente de diez mil familias que usan BusyKid, una aplicación de tareas domésticas. Los niños que usan la aplicación ganaron el doble que las niñas por hacer tareas domésticas: un promedio de 13,80 dólares a la semana, en comparación con las niñas, cuyo pago fue de 6,71 dólares.

Los niños son más propensos a que se les pague por hacerse cargo de su propia higiene personal como lavarse los dientes o bañarse, según un estudio de la aplicación BusyKid. A las niñas suele pagárseles por limpiar con mayor frecuencia. La brecha de género en los quehaceres de los niños se da en todo el mundo. Una investigación reciente entre niños de 12 años en dieciséis países de todo el espectro económico, que no incluyó a Estados Unidos, descubrió que en todos los países las niñas pasaron más tiempo en las tareas del hogar que los niños.

Los quehaceres de los hombres y las mujeres tienden a dividirse entre lo que se hace al aire libre y en interiores. Las mujeres hacen la mayoría del trabajo dentro de casa —como cocinar, limpiar y lavar la ropa— mientras que los hombres se dedican más al trabajo en el exterior, como cortar el césped o sacar la basura. Investigaciones anteriores han descubierto que la misma división ocurre con las tareas de los niños.

“Los quehaceres en realidad son una práctica para la vida adulta, así que el problema es que solo se perpetúan de una generación a otra”, comentó Christia Spears Brown, profesora de psicología en la Universidad de Kentucky que estudia la niñez y el género.

Pero hay signos de que la brecha de género en las tareas domésticas está comenzando a disminuir, al igual que sucede entre los adultos. En un área en particular —cuidar de otros miembros de la familia, como hermanos o parientes mayores— los niños hacen tanto como las niñas. Los investigadores dicen que esto podría influir en las futuras generaciones, ya que los niños que crecen en familias donde cuidan a otros miembros estarían preparados para ser padres más involucrados con sus hijos.

Los niños y las niñas pasan casi la misma cantidad de tiempo cuidando de miembros de la familia todos los días, según el análisis de Hofferth. Se trata de una brecha que ha disminuido a lo largo de poco más de una década, cuando los niños pasaban casi la mitad del tiempo que las niñas como cuidadores.

Los niños están dedicándose más a esta actividad en todo el mundo. En el estudio internacional hubo muy poca diferencia de género en la cantidad de tiempo que los niños pasaron cuidando a otros miembros de la familia, y en un país, Noruega, los niños pasaron más tiempo haciéndolo que las niñas.

En otro estudio de tareas domésticas, con un conjunto más pequeño de datos, hubo pruebas de que la brecha de género en los quehaceres también estaba disminuyendo. Los chicos de 13 a 18 años pasaron poco menos de media hora haciendo quehaceres, mientras que, en el caso de las chicas, el tiempo fue de poco más de media hora. El cambio se dio entre los varones, que aumentaron el tiempo que dedican a las tareas del hogar un 29 por ciento entre 2002 y 2014, mientras que las chicas disminuyeron ese tiempo un 27 por ciento, según el Estudio de Pánel de la Dinámica de Ingresos de la Universidad de Michigan, que ha dado seguimiento a un conjunto de familias desde 1968.

Esto refleja el cambio entre los adultos. Los hombres casados ahora invierten 1,1 horas al día haciendo labores del hogar, según descubrió el pánel de Michigan, un aumento a los 55 minutos que invertían en 1983. El tiempo que pasan las mujeres casadas en estas actividades ha disminuido, pero todavía es el doble que el de los hombres: 2,2 horas al día, menos que las 3,8 horas que invertían antes. Eso demuestra que la crianza de los niños moldea los roles que asumen en la adultez.

Un estudio encontró que los hijos de madres que trabajan fuera de casa pasan más tiempo haciendo tareas domésticas y cuidando de los niños en la edad adulta. Otra investigación descubrió que la división parental del trabajo, en especial los padres que hacen tareas domésticas, predijo las actitudes de los adultos jóvenes al momento de dividir el trabajo doméstico.

Para las mujeres que son autosuficientes económicamente, los hombres que no comparten la carga de trabajo en el hogar podrían resultar menos atractivos como pareja, dijo Hofferth y agregó que sus casas podrían ser más desordenadas: “Las parejas jóvenes probablemente subcontratan el trabajo doméstico o viven con más caos y desorden que sus padres”.

Fuente del artículo: https://www.nytimes.com/es/2018/08/15/desigualdad-genero-quehaceres-domesticos/

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Argentina: Miles pidieron que se respete la educación que los padres quieren para sus hijos

América del sur/Argentina/01 Noviembre 2018/Fuente: Perfil

Dos documentos de las comisiones episcopales han echado luz recientemente sobre los temas de los que se discute

Miles de argentinos, autoconvocados por redes sociales, sin prácticamente ningún tipo de respaldo mediático, marcharon ayer en Buenos Aires y otras ciudades para reclamar por el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones. Lo hicieron bajo la consigna ya utilizada en otros países “Con mis hijos no te metas”, que además de haber movilizado miles en plazas y calles en distantes ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Corrientes o Salta, fue trending topic durante horas en Twitter.

Biología y no Ideología fue el mensaje que más se repitió en los carteles que los manifestantes llevaron hasta el Congreso de la Nación, en la manifestación que tuvo lugar en Buenos Aires. “La Escuela debe enseñar verdades biológicas, no ideológicas”, o “Educación Sí, Ideología No”, decían algunas pancartas sostenidas por jóvenes tanto como por adultos, por familias enteras.

La discusión se da en el marco de un intento parlamentario de reforma de la Ley de Educación Sexual Integral, vigente desde 2006 pero a la que muchas provincias no han adherido. Entre los cambios que los distintos proyectos presentados sugieren, se lee la quita del artículo que específicamente resguarda adaptar los contenidos a la “realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional (del establecimiento educativo) y a las convicciones de sus miembros”. La ley vigente estipula los contenidos que han de ser expresados, pero da la libertad al establecimiento sobre cómo presentarlos.

Si bien el Ministro de Educación Alejandro Finocchiaro ya anunció en redes sociales que la ley “no necesita ser modificada sino terminar su implementación efectiva en todo el territorio nacional”, aún no se anunció la baja formal de los proyectos. En ese sentido, el gobierno vigente, al menos desde la retórica pública, ha expresado respetar la independencia de los poderes del Estado.

De allí que persista la preocupación. Además, este tipo de contextos suelen ser premonitorios de otros tipos de artilugios, como imposiciones locales, presentaciones judiciales, resoluciones o documentaciones ministeriales emitidas sin mayores consensos o presentaciones públicas, entre otros.

En meses en los que los políticos van perfilando sus promesas de campaña para las presidenciales del año que viene, miles de argentinos ya aclararon “Con mis hijos no te metas”.

Sí a la Educación Sexual, y los problemas de la ideología

Dos documentos de las comisiones episcopales de Laicos y Familia, Catequesis y Pastoral de la Salud, de la Conferencia Episcopal, han echado luz recientemente sobre los temas de los que se discute. Con respecto a la aparente negativa de la Iglesia a la Educación Sexual en los colegios, la postura es tajante: Sí a la Educación Sexual, integral, considerando todas las dimensiones de la persona, sus pensamientos, su contexto social, económico, familiar, su cuerpo y su salud.

“Debe ser una educación para el amor que incluya la sexualidad pero que no se circunscriba solo a ella”, expresan, como ha desarrollado el mismo Papa Francisco en Amoris Laetitia, y como ya hemos sintetizado en Aleteia:

Además, las comisiones episcopales han emitido otro documento en el que distinguen “Sexo, género, e ideología”. “El magisterio de la Iglesia advierte en la actualidad sobre el riesgo de ciertas posturas ideológicas, que pretenden imponerse como un pensamiento único. Entre ellas la denominada ‘ideología de género’, donde el género es pensado como una actuación multivalente, fluida y autoconstruida independientemente de la biología, por lo que la identidad propia podría diseñarse de acuerdo al deseo autónomo de cada persona”, escriben.

El documento es claro en rescatar que la perspectiva (no ideología) de género puede ser una categoría útil para analizar la realidad, pero también al rechazar la pretensión de imposición de la “ideología del género”, “al proyecto de educación, desconociendo la libertad que asiste a los padres y a las instituciones educativas a educar de acuerdo a sus idearios propios”. Para leer el documento completo presione aquí:

Fuente: https://es.aleteia.org/2018/10/29/argentina-miles-pidieron-que-se-respete-la-educacion-que-los-padres-quieren-para-sus-hijos/

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Estudio: la educación de los padres es un factor importante al considerar un título avanzado

América del NOrte/EEUU/

WASHINGTON – La educación de los padres es un factor importante en la decisión de un estudiante universitario de obtener un título avanzado, y puede ser un impedimento para las poblaciones de raza negra, hispana y de primera generación, según un estudio de Gallup, la Asociación de Escuelas de Derecho de EE. UU. El Consejo de Admisión de la Facultad de Derecho (LSAC).

Los panelistas, el Dr. John Valery White (izquierda) y Kent Syverud discuten los hallazgos del estudio con la moderadora Kellye Testy.

Las tres organizaciones presentaron ese hallazgo y más cuando presentaron un informe de estudio el martes en una sesión informativa en la oficina de Gallup. El informe, «Más allá de la licenciatura: perspectivas de pregrado en títulos de posgrado y profesionales», se basó en la información recopilada de 25 instituciones de educación superior de 25 años, donde 22,189 estudiantes respondieron a una encuesta de Gallup sobre antecedentes académicos, aspiraciones profesionales y fuentes de asesoramiento. e información.

Los colegios y universidades fueron seleccionados para participar en una encuesta basada en la mayor probabilidad de que los graduados cursen estudios de posgrado. Aunque algunos colegios y universidades históricamente negros (HBCU) fueron invitados a participar, ninguno lo hizo.

Sin embargo, el estudio produjo «un conjunto muy rico de datos» que arrojó luz sobre datos demográficos como el género, la raza y el origen étnico, la educación de los padres y el logro académico que se puede utilizar para reforzar el acceso y la equidad, señaló la presidenta y CEO de LSAC, Kellye Testy.

Lo más destacado del estudio:

· Es probable que los estudiantes de licenciatura que busquen un título avanzado que tienen al menos un padre con un grado avanzado informen que confían en la familia como una fuente de consejos sobre la escuela de posgrado, y que la confianza en los comentarios de la familia aumenta a medida que aumenta el nivel de educación de los padres.

· Un poco más de cuatro de cada 10, o el 41 por ciento, de los estudiantes universitarios que dijeron que era probable que obtuvieran un título de posgrado o profesional tenían al menos un padre con un título avanzado en comparación con los que probablemente no obtendrían un título avanzado (29 por ciento) o que tenían Nunca lo pensé (22 por ciento).

· Las mujeres eran más propensas que los hombres a pensar y decidieron obtener un título avanzado. Los hombres eran más propensos que las mujeres a preferir un MBA, mientras que las mujeres eran más propensos que los hombres a preferir una maestría en otras áreas.

· En términos de raza y género, el grupo de estudiantes universitarios que probablemente obtendrán un título avanzado fue más diverso que el grupo de aquellos que probablemente no lo hagan.

· Entre los estudiantes de pregrado con mayor probabilidad de obtener un título avanzado, los asiáticos comprendieron el 16 por ciento, seguidos por los hispanos (13 por ciento) y los negros (8 por ciento).

· La maestría fue la credencial de postgrado más buscada, seguida, en orden, por Ph.D., MBA, JD y MD. Los estudiantes negros, hispanos y asiáticos eran más propensos que los blancos a considerar un MD.

· Para JD y PhD, en particular, los estudiantes con al menos un padre con un título avanzado tuvieron significativamente más probabilidades de considerar uno de esos títulos que los estudiantes universitarios cuyos padres no tenían un título universitario.

· De los encuestados que probablemente quieran obtener un título avanzado, la razón principal fue la pasión o el alto interés en su trabajo (49 por ciento), seguido de otros motivadores principales, como la alta remuneración (37 por ciento) y las oportunidades de avanzar en un campo (33 por ciento) .

Otros hallazgos de investigación clave giraron en torno al acceso de los estudiantes a información sobre títulos avanzados.

Por ejemplo, los estudiantes universitarios con al menos un padre con un título avanzado tenían más probabilidades de informar que habían visto o recibido información sobre títulos universitarios y profesionales que los estudiantes cuyos padres tenían una licenciatura, e incluso más que los estudiantes cuyos padres tenían menos de una licenciatura .

Además, los estudiantes hispanos, asiáticos y negros que están considerando un grado avanzado tienen menos probabilidades que sus compañeros blancos de informar sobre ver o recibir información sobre cualquier título avanzado, especialmente los estudiantes de primera generación en esos grupos.

Esos hallazgos sugieren oportunidades para que los profesores, asesores y otros en las escuelas sean más intencionales para garantizar que todos los estudiantes estén al tanto de la información y los costos, y de cómo esos factores se cruzan con los intereses de los estudiantes y las posibles opciones de carrera. Los estudiantes citaron a profesores y asesores académicos como personas influyentes clave en cuanto a si buscar o no un título avanzado.

Dr. John Valery White

La gran muestra de población y la tasa de respuesta redujeron el margen de error del estudio a más o menos el 1 por ciento, dijo Dawn Royal, especialista avanzada en diseño y análisis de Gallup.

El estudio es importante debido a la luz que arroja sobre los factores que influyen en las decisiones para buscar títulos avanzados, que contribuyen a un mayor estatus socioeconómico y movilidad ascendente, señaló Kent Syverud, presidente y canciller de la Universidad de Syracuse, quien discutió los hallazgos como parte de un panel.

«Este es el primer estudio que he visto en cualquier lugar que aborda de manera integral cómo y cuándo y por qué los estudiantes universitarios consideran la escuela de posgrado», dijo.

El uso de los datos para enfocar los esfuerzos en ayudar a los estudiantes universitarios, especialmente a los estudiantes de primera generación, a conocer y comprender las opciones para obtener títulos avanzados es vital, agregó Syverud, «si te preocupa que nuestras universidades sean motores de movilidad social ascendente».

Él y otro panelista, el Dr. John Valery White, el Profesor de Derecho de Ralph Denton y ex rector de la Universidad de Nevada en Las Vegas, señalaron oportunidades para que consejeros universitarios, asesores y mentores ayuden a los grupos subrepresentados a ver oportunidades y obtener acceso.

En un momento en que los campus universitarios son más diversos desde el punto de vista racial y tienen más estudiantes de bajos ingresos, dijo White, las «brechas inquietantes» en la forma en que la información sobre los grados avanzados llega a los estudiantes subrayan los desafíos que las escuelas deben cumplir para ayudar a todos los estudiantes a encontrar caminos para graduarse.

El acceso a menos información sobre los programas de posgrado que los estudiantes negros autoinforman es particularmente inquietante, agregó White, y «puede estar relacionado con una sensación de alienación en el campus del que creo que deberíamos preocuparnos».

Los datos de la misma encuesta se utilizaron en el informe «Antes de JD: Estudios de pregrado sobre la Facultad de Derecho», que las organizaciones colaboradoras publicaron en septiembre.

Puede comunicarse con LaMont Jones en ljones@diverseeducation.com. Puedes seguirlo en Twitter @DrLaMontJones

Fuente: https://diverseeducation.com/article/130210/

Imagen tomada de: https://diverseeducation.com/wp-content/uploads/2018/10/GallupDegrees.jpg

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¿A qué juegan los niños peruanos?

Por María Caridad Araujo y Marta Rubio-Codina.

En Perú, los hogares rurales se encuentran en condición de mayor pobreza que los urbanos, además poseen menos activos y acceso a servicios públicos. Estos son hallazgos de un estudio reciente que presenta una caracterización de los niños menores de dos años, miembros de la población objetivo del Programa Cuna Más.

El Programa Nacional Cuna Más atiende a niños menores de 36 meses en zonas de pobreza y pobreza extrema del Perú con el objetivo de mejorar su nivel de desarrollo a través de dos modalidades de servicio:

  • En zonas rurales, el Servicio de Acompañamiento a Familias brinda visitas domiciliarias semanales en las cuales una persona de la comunidad, capacitada por Cuna Más, trabaja con el niño y su familia en la promoción de actividades de estimulación sicosocial, siguiendo un currículo estructurado.
  • En zonas urbanas, el Servicio de Cuidado Diurno ofrece alimentación, cuidado y estimulación a niños de entre 6-36 meses de edad, principalmente en locales comunitarios atendidos por mujeres de la comunidad.

El nuevo estudio es único en el contexto peruano y complementa el amplio trabajo del proyecto Niños del Milenio en Perú, ya que documenta de forma descriptiva, no solo el desarrollo infantil y las condiciones de vida sino también, la calidad del entorno familiar de los niños en hogares vulnerables del país. A continuación resumimos los principales hallazgos.

La educación de los padres

La población objetivo de Cuna Más tiene padres con niveles educativos bajos. El 60% de las madres en zonas rurales apenas ha completado la educación primaria mientras que, en zonas urbanas, un porcentaje similar ha concluido estudios secundarios e incluso tiene algún estudio de nivel superior. Tanto en zonas urbanas como rurales, los papás tienen un año más de escolaridad que las mamás en promedio.

La calidad del ambiente en el hogar

Exploramos la disponibilidad de materiales de juego en los hogares por tipo—juguetes para tocar música, para armar o construir, para pintar, para el juego de roles, para aprender formas o a contar, libros de cuentos, libros para colorear y juguetes que requieren mucho movimiento físico—y encontramos que:

  • Para todo el rango de edad, los niños de zonas urbanas tienen más juguetes de todo tipo que los niños de zonas rurales. La única excepción son los juguetes para el juego de roles (como los muñecos).
  • El uso de juguetes aumenta con la edad de los niños para todo tipo de juguetes, excepto aquellos que producen música, que ocurren con igual frecuencia en todas las edades estudiadas.
  • Tanto en zonas urbanas como rurales, los juguetes más comunes son aquellos que requieren mucho movimiento físico (por ejemplo, pelotas) y los que sirven para el juego de roles.

Indagamos también sobre la frecuencia con la que los niños comparten actividades como leer libros, contar historias, cantar, pasear, jugar con juguetes, dibujar y nombrar objetos con un adulto y observamos que:

  • Al igual que con los juguetes, los niños en zonas urbanas comparten más de estas actividades con adultos y, por lo tanto, gozan de mayores niveles de estimulación en sus hogares que los niños de zonas rurales.
  • También en este caso, las actividades son más frecuentes a medida que aumenta la edad de los niños tanto en hogares urbanos como rurales. Las excepciones son pasear, cantar y jugar con juguetes.
  • Las actividades menos frecuentes son leer libros, mirar libros de imágenes y contar cuentos o historias. Estas actividades son todavía menos comunes en hogares de zonas rurales.

El desarrollo infantil

Evaluamos el desarrollo infantil en las áreas cognitiva, de comunicación y de motricidad fina a través de la prueba Edades y Etapas, adaptada al contexto peruano. Por lo general, los niveles de desarrollo en estas tres áreas son bastante similares en ambas muestras. Este hallazgo nos sorprendió dado que los niños vulnerables de zonas urbanas presentan niveles mayores para muchas de las otras variables analizadas, incluyendo el nivel de estimulación en el hogar, que los niños vulnerables en zonas rurales. No obstante, esta evidencia es consistente con los bajos niveles de desarrollo de vocabulario de los niños de zonas urbanas documentados en otro estudio reciente en niños un poco mayores en el Perú. Tanto en zonas urbanas como rurales, los puntajes más bajos se observan en comunicación.

Los gradientes del desarrollo infantil

Entre los niños de zonas rurales existen brechas socioeconómicas en todas las áreas del desarrollo desde antes del primer año de vida. Estas diferencias son muy preocupantes y significativas tanto cuando se compara niños con diferentes niveles de riqueza relativos como cuando se compara niños con mamás más y menos educadas en la muestra. En zonas urbanas, los gradientes socioeconómicos son menos claros y tienden a aparecer a mayor edad.

En conclusión

Conocemos la importancia de los primeros años de vida en el desarrollo del capital humano. De igual manera, la literatura internacional ha documentado la importancia de la educación de los padres—en particular de la educación materna—y de la calidad del ambiente en el hogar para el desarrollo infantil. Este estudio muestra el gran margen de mejora de las condiciones de vida y estimulación de los niños en hogares vulnerables del Perú para potenciar de manera oportuna este desarrollo. De ahí que intervenciones de apoyo parental, tales como el Servicio de Acompañamiento a Familias de Cuna Más, sean inversiones estratégicas en la construcción de un Perú más productivo y equitativo.

¿Cuál es la situación de los primeros años de vida de los niños de tu país? ¿Existen estudios como este que sirvan de referencia? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.

María Caridad Araujo es economista líder en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

Marta Rubio-Codina es consultora en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo y Fellow Internacional de Investigación en el Institute for Fiscal Studies en Londres. Es coinvestigadora en varios proyectos que promueven el desarrollo infantil temprano (DIT) en Colombia, India y Perú y ha hecho investigaciones enfocadas en la medición del DIT, las brechas socioeconómicas existentes y factores mediadores.

Fuente: http://blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/2016/12/12/ninos-peruanos/?mc_cid=db42844007&mc_eid=37402ddfd1

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«La educación no está contribuyendo a desarrollar la inteligencia emocional en los niños»

Entrevista/4 de agosto de 2016/Fuente: abc

La psicóloga María Jesús Álava Reyes reflexiona sobre cuál es la manera para conseguir que niños y adultos sean felices.

Aprender a quererse a uno mismo y, sobre todo, a perdonarse. Esta es una de las bases que, María Jesús Álava Reyes, psicóloga y directora de Apertia Consulting y de la clínica de psicología Álava Reyes, asegura que puede acercar a las personas a la felicidad. Sin embargo, la educación que los padres dan a sus hijos también es clave no solo para alejar a los niños del sufrimiento, sino también a los adultos.

Álava Reyes, autora de varios libros relacionados con su materia, partcipa en Santander en el curso «Cómo mejorar el estado de ánimo y la calidad de vida», organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Durante sus ponencias, trata de acercar a los asistentes al Palacio de la Magdalena a la felicidad, transmitiéndoles las claves para lograr afrontar el sufrimiento.

¿Cómo se puede evitar el sufrimiento?

Siendo conscientes de nuestros pensamientos, de que la mayoría de las veces sufrimos por temas que no son tan importantes, son evitables, y que no son las circunstancias las que condicionan nuestra vida, sino la actitud con la que afrontamos el día a día. Ante circunstancias muy difíciles, hay gente que las vive bien, y hay personas que con una vida regalada son tremendamente infelices.

¿De qué manera se puede controlar esa actitud con la que afrontamos el día a día?

Primero, lo que tenemos que hacer es intentar conocernos mejor, conocernos en profundidad. Y para ello, deberíamos llevar siempre un lápiz o directamente en el móvil, para apuntar, cada vez que nos sentimos mal, qué estamos pensando en ese instante. Y lo mismo cada vez que nos sintamos bien. Al cabo de un par de días veremos que la mayoría de las veces, cuando nos hemos sentido mal, los pensamientos que hemos apuntado no son demasiado racionales, a veces son poco objetivos, a veces incluso distorsionados. En muchas ocasiones son interpretaciones erróneas que hacemos. Pero nuestra mente, nuestro cerebro, se cree fielmente lo que pensamos y es el pensamiento el que produce la emoción, el que produce el sufrimiento. Si nosotros conseguimos modificar esos pensamientos, pararlos cuando están en automático y luego reconvertirlos para que luchemos contra las dificultades y no nos dejamos hundir, cambia nuestra actitud frente a la vida, y con ella nuestro estado emocional. Si controlamos nuestros pensamientos, seremos dueños de nuestras emociones.

¿Y cómo se pueden llegar a controlar esos pensamientos?

Una vez que eres consciente, hay una serie de técnicas que podemos aplicar, que intento detallar mucho en «La inutilidad del sufrimiento», uno de mis libros, que es, cuando nos afecta mucho, tenemos que parar el sufrimiento. Y la mejor forma de pararlo es intentar llevar nuestro pensamiento a otro sitio. Puede ser algo que nos interese mucho, pero que no nos cause tensión, o algo simplemente que nos distraiga. A veces nos podemos hacer incluso pequeñas preguntas mentales, juegos de palabras… etc. Trasladar nuestro pensamiento a otro sitios, nos centramos en la actividad que tengamos en ese momento, dándonos órdenes a nuestro cerebro. Sea la actividad que sea, aunque sea cenando, da igual. Es decir, lo que tenemos que hacer es dar órdenes a nuestro cerebro para que se centre en lo que está haciendo, porque si no le damos órdenes, cuando nos sentimos mal de nuevo va a ir al pensamiento que nos hace causarlo.

Luego hay que tener siempre que podamos una interacción con los demás (preguntar algo a alguien, llamar a alguien por teléfono…) o hacer un poquito de ejercicio. El ejercicio físico produce una modificación en nuestros neurotransmisores que hace que nos sintamos bien. Pero si intentamos hablar con una persona que nos caiga bien, un amigo, normalmente cambia también nuestro estado de ánimo. Y hay un tema que es fundamental: tenemos que aprender a ser nuestros mejores amigos, porque somos las únicas personas que vamos a estar permanentemente a nuestro lado. Y para ser nuestros mejores amigos, una de las cosas que deberíamos hacer, es cada hora, por ejemplo, decirnos algo agradable, porque cuando estamos mal en un espacio de una hora son tantos los pensamientos negativos que nos vienen a la cabeza que tenemos que intentar contrarrestar, tener una actitud de cierta positividad ante la vida, de tal manera que ante las dificultades, veamos que son una oportunidad siempre para aprender. Y cuando fallamos, somos personas y cometemos errores, y eso es algo que tenemos que saber asumir. Para ser felices, tenemos que aprender a perdonarnos. Tenemos que perdonarnos bien, querernos mejor, y coger las riendas de nuestra vida.

En este aspecto, ¿qué papel juega la inseguridad de cada uno?

La inseguridad, como la poca confianza en uno mismo, es un elemento muy perturbador. La inseguridad mina nuestras defensas, nos impide creer en nosotros mismos. Ante cualquier dificultad, inmediatamente la agranda, ve peligros por todas partes, y hace que nuestros pensamientos sean muy inseguros. Siempre decimos que tenemos que empezar por conocernos bien, en profundidad, y cuando tenemos inseguridad, miedo, desconfianza, es lo primero que tenemos que empezar a trabajar. Por eso comentaba que nos tenemos que perdonar, porque hay gente que sienta mal porque tiene un fallo, que a lo mejor hace mucho tiempo pero sigue presente en él, entonces te tienes que aprender a perdonar. Y a partir de ahí realmente dirigir tu vida. Si no, la gente que tiene mucha inseguridad, es muy manipulable, tremendamente manipulable, y esto es una de las cosas más trágicas que puede suceder. Los jóvenes actuales tienen una inseguridad en sí mismos, y cuando hemos analizado por qué, entre otras cosas es producto de una educación donde les hemos sobreprotegido en exceso. Y esa sobreprotección ha hecho que les hayamos impedido enfrentarse a las dificultades, no tienen resistencia ante la frustración. Y ante las primeras dificultades fuertes ante las que se encuentran solos, no tienen recursos para afrontarlas. Y esto es un auténtico drama. Cuanto más insegura es una persona, más débil, más frágil, más vulnerable y más manipulable.

Entonces, ¿cuál es la clave para que unos padres consigan que su hijo sea una persona segura de sí misma?

Siempre es un equilibrio entre una serie de límites que hay que poner clarísimos. Es decir, con los niños hay que empezar desde bebés, tenemos que considerar que en los seis primeros años se forman un poquito las bases de lo que va a ser la personalidad y el carácter. Entonces los padres tienen que saber muy bien, primero qué etapa está atravesando su hijo, y cómo fortalecerle. Cuanto más claros estén los límites, las pautas, las normas que tengan establecidas, más seguro se va a sentir un niño, pero también un adolescente. Hay normas con las que a lo mejor se puede intentar dialogar, pero hay límites que no se deben de mover. Desde pequeños, les tenemos que dar confianza en lo que realmente valen. Los que tienen dificultades, hacer que lo asuman como una parte de su vida, hay que enseñarles cómo es la vida en realidad, con sus dificultades, con sus problemas, con gente maravillosa, con gente tremendamente egoísta, con gente manipuladora y con gente agresiva, para que aprendan a enfrentarse contra ellos. Y saber que cuando algo no sale bien, si seguimos luchando, normalmente terminamos consiguiendo el objetivo. Pero que a veces las cosas no salen como nos gustaría o llegan mucho más tarde, que lo importante es el esfuerzo, no tanto el éxito.

Los padres tienen que saber poner límites y enseñarles a que den valor a las cosas. Los niños empiezan por no dar valor a las cosas y terminan por no dar valor a las personas. Las cosas se consiguen con esfuerzo, lo que se regala realmente ni se valora ni te produce felicidad, y ese esfuerzo es el que ellos tienen que aprender a desarrollar, sabiendo que muchas veces no obtienen lo que van a intentar buscar.

¿Y esa educación que se da hoy en día a los niños provoca que cada generación sea más infeliz que la anterior?

Hay un drama ahí. La educación no está contribuyendo a desarrollar la inteligencia emocional, es decir, los niños, los jóvenes de ahora, son los que tienen más nivel de aprendizaje, han crecido mucho en conocimientos generales, y sin embargo han bajado en inteligencia emocional. Están menos preparados para la vida, valoran menos lo que tienen, tienen menos recursos, menos defensas para enfrentarse a las dificultades, y les hemos educado casi en una insatisfacción permanente. Esto es un error enorme. Hace unos años, quizás dábamos más importancia a ese esfuerzo desde que eran pequeños, ahora mismo es uno de los principales errores que hemos podido cometer.

Es verdad que los niños al principio son muy felices, que a veces cuando llegamos a la adolescencia y a la juventud hay un momento más delicado, y que luego a medida que cumplimos años, a partir de los 55 o así, la gente vuelve a ser más feliz, entre otras cosas porque son capaces de relativizar más las cosas, porque son más tolerantes y mucho más flexibles. Es normal que un adolescente no sea flexible, está en esa etapa. Lo que no tenemos que dejar es que realmente su agresividad traspase todos los límites, y no podemos caer permanentemente en sus provocaciones, o que sea él quien dirija su vida, en una etapa en la que aún no está preparado para ello.

¿La facilidad de acceso de los niños a las nuevas tecnologías puede afectar también a su estado de ánimo?

Las nuevas tecnologías pueden ser un avance fantástico y un peligro brutal. Hay que saberlo dosificar. El problema es que la mayoría de los padres no están controlando el uso y el acceso que tienen los niños ahí. Muchos han perdido completamente la información de lo que hacen sus hijos. Muchas veces nos vienen casos muy dramáticos donde los hijos han tenido vidas en paralelo y los padres no se han enterado en absoluto. Y las nuevas tecnologías en muchos casos producen enormes aislamientos, chicos con dificultades para relacionarse que se pasan la vida delante del ordenador. Y están desarrollando nuevas adicciones difíciles de tratar. Y en este sentido, cuanto antes se detecten mucho mejor.

¿Es necesaria la sobreprotección en este caso?

No, nunca. Cuanto más sobreprotección, más van a hacer los hijos lo que quieren, entre otras estar enganchados todos los días. Los padres, lo que tenemos que hacer, es ir al lado, en paralelo, viendo las dificultades e intentando prepararles para que las puedan afrontar. La sobreprotección en este punto siempre es negativa. Cualquier cambio repentino en nuestros hijos debería ser señal de alarma. Cuanto antes intervengamos, mayores posibilidades de éxito.

¿Y cuál es la actitud que deben tomar los padres ante estos cambios repentinos?

Inmediatamente tienen que dar la señal de alarma, ver si en el resto de las áreas de su vida, como en los estudios, se ha producido algún cambio o modificación, y cuando estén algo perdidos tienen que pedir ayuda psicológica de forma inmediata.

En general, ¿somos mayoritariamente infelices?

No exactamente, pero los españoles, cuando se les hacen encuestas, la mayoría dicen que son muy felices, y hay muchas personas que mienten. Les da miedo reconocer que no son realmente felices. Los niños en general son felices, los adolescentes están en una etapa de crisis en la que les cuesta identificarse con ellos mismos, los jóvenes se encuentran ante un futuro en el que a veces les faltan recursos, y en la madurez el problema es que hay muchas personas adultas que se quedaron en la adolescencia y siguen teniendo una insatisfacción permanente. En términos generales, podríamos decir que además de los niños, son algo más felices los hombres que las mujeres, y si pensáramos por qué, es por dos temas fundamentales: los hombres perdonan bien en general, y a sí mismos, mientras que a las mujeres nos cuesta perdonarnos, y además nos llenamos de responsabilidades hasta un extremo casi imposible. Y hay algo que las mujeres hacemos muy mal, no nos dejamos tiempo para nosotras mismas, no nos dejamos de media una horita al día, cosa que los hombres suelen hacer, y lo hacen bastante bien. A veces a las mujeres nos puede nuestra complejidad. Los hombres en este sentido son más pragmáticos, y tienen un sentido de la vida algo más positivo.Cuando hay una dificultad, intentan afrontarla pero no se enredan dando tantas vueltas.

¿Tan importante es ese tiempo para uno mismo?

Es fundamental. Si no nos lo damos, el esfuerzo del día a día nos va vaciando nuestra hucha emocional. Cada día nos tenemos que buscar ese tiempo, no solo el fin de semana, e ir llenando nuestra hucha emocional. Si no reflexionamos, no aprendemos. Esta es una tragedia que no nos podemos permitir, y para reflexionar tenemos que tener ese espacio de tiempo con nosotros mismos.

¿Considera que le damos la suficiente importancia a nuestra salud mental?

No, desgraciadamente no. Las personas que necesitan ayudan psicológica desde el sistema público de salud tienen el acceso muy restringido. No le estamos dando la importancia que necesita.

Y pese a estas dificultades, ¿hay alguna manera en que nosotros mismos podamos cuidarla?

Primero, yo le diría a la gente que cuando se sienta mal vaya a su centro de salud y pida que le deriven a salud mental, que aunque sea un camino largo, lo haga, que lo intente. Pero podemos hacerlo, protegiéndonos, conociéndonos de verdad y haciéndonos ese traje a medida que nos haría un psicólogo profesional. Viendo dónde están nuestras debilidades, cómo podemos luchar contra ellas, nuestros puntos de mayor vulnerabilidad… y trabajando para que alcancemos la seguridad y la estabilidad emocional que la mayoría necesitamos. Y eso lo podemos hacer. Y yo le diría a la gente que de la misma forma que no le importa ir al médico cuando se ha roto un brazo o cuando tiene un dolor agudo, una infección… que el hábito de empezar a ir al psicólogo sea algo normal en sus vidas, que no esperen a estar muy mal.

Fuente: http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-educacion-no-esta-contribuyendo-desarrollar-inteligencia-emocional-ninos-201608032107_noticia.html

Imagen: http://www.viu.es/wp-content/uploads/2015/05/iStock_000013091991_Large1-1024×682.jpg

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