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Entrevista a Begoña Ibarrola: “Un mal profesor puede arruinarte la vida”

29 Enero 2017/Fuente: El pais/Autor: 

Para la especialista en educación emocional, Begoña Ibarrola, los conocimientos no transforman a nadie. “Lo que es transformador es la experiencia y las emociones. Sin experiencia solo aumenta la información, no hay capacidad de transformación y de hacer mejores personas»

Un alumno puede ser brillante, pero si no sabe controlar sus nervios se queda en blanco», explica Ibarrola

En los temas de agresividad hay que tener en cuenta que la formación en valores es como una herramienta básica que los padres deben dar a los hijos desde que son pequeños»

sicóloga, musicoterapeuta, investigadora…..Begoña Ibarrola lleva impartiendo cursos de formación en inteligencia y educación emocional desde hace casi 30 años al profesorado y las familias. En esta entrevista con eldiarionorte.es, Ibarrola presenta su visión sobre la educación emocional, un área que «si el ser humano no desarrolla no está completo”. Este tipo de inteligencia influye en todas las áreas del currículum educativo ya que «es una dimensión susceptible de mejora y potenciación mediante acciones educativas». Según Ibarrola, en un futuro muy cercano el profesor ya no va a impartir conocimientos, va a ser una especie de entrenador del alumno que le ayude a desarrollar sus potenciales y dar lo mejor de si para mejorar el mundo. “Las competencias más importantes serán las interpersonales e intrapersonales.

Educación emocional. Un concepto que parece nuevo, pero que no lo es tanto. ¿Qué es realmente?

El concepto es antiguo, pero ya Platón decía que la disposición emocional del alumno determinaba su capacidad para aprender. Hay muchas definiciones, pero a mí me gusta mucho la de Rafael Bisquerra, que dice que es un proceso continuo y permanente, que lo que pretende es desarrollar la dimensión emocional en armonía con la dimensión cognitiva. No se trata de sustituir una cosa por otra, si no que la educación tenga en cuenta la educación de las emociones. Venimos con unas emociones al nacer, pero hay que educar en su expresión, en su regulación…..La finalidad de la educación emocional es brindar a los alumnos unas herramientas que les ayuden a hacer frente a los retos que la vida les depare. Para las cosas buenas no nos tenemos que preparar, pero para los retos y las dificultades sí. A través de la educación emocional se desarrollan una serie de competencias- emociones que son las que les van a servir al alumno durante toda su vida.

Sobre todo la autoestima

Básica, básica.

¿Es fundamental para que pueda ese alumno sacar lo mejor de si mismo y en relación con su entorno?

Es la tierra con nutrientes donde cualquier cosa que siembres va a prosperar. Si no hay autoestima  ya empezamos con problemas.

Si ese tema no se trabaja desde pequeños en la adoelscencia es más complicado de tratar.

Yo he sido terapeuta infantil 15 años. He trabajado con niños y adolescentes y casi todos sufrían de falta de autoestima. Si eres adolescente se puede reconstruir, pero es cierto que a medida que vamos creciendo es más difícil. Por otro lado, lo que sí que es importante entender es que de los cero a seis años la autoestima no es tal, ya que el niño va creciendo y desarrollando una idea de si mismo en función de lo que le reflejan los adultos. Como tal, la autoestima comienza a los seis-siete años, una vez que el niño ha recogido todo lo que han volcado los adultos sobre él. Y  empieza ya a comparar con lo que le dicen los amigos, con lo que él siente de si mismo. Si los padres y los alumnos que le rodean tienen una buena base y le reflejan cosas positivas de él, no limitando las cosas que se le dan mal , pero ofreciendo una imagen realista está más preparado para no hundirse ante una dificultad. Sabe que no se le da bien todo y que no es maravilloso en todo y que no puede triunfar en todo…..

Eso es por parte de los padres, pero ¿cómo pueden fomentar los profesores esa autoestima?

Hay profesores que sí saben hacerlo y otros que no. Unos profesores dicen ‘yo  voy a dar mi clase, mis contenidos y el alumno como persona no me importa’, pero afortunadamente cada vez son más los profesores a los que sí les importan los alumnos como personas, no como depositarios de conceptos, ideas y contenidos. Hoy en día, con la teoría de inteligencia múltiples cualquier profesor que utiliza esta metodología sabe que todos los alumnos son inteligentes, pero que tienen distintos tipos de inteligencia. Ese método ayuda al docente a garantizar de alguna manera la autoestima de los alumnos porque no les comparan unos con otros, saben que cada uno tiene talento y es un ser maravilloso y único. Ese profesor es como un geólogo que va buscando debajo de la tierra a ver qué tesores hay, van buscando lo que ese niño tiene. El uso de esa metodología garantiza la autoestima.

“Ser profesor no es una profesión sin más”

Existen profesores mucho más sensibles a estos temas que otros ¿no?

Yo me he encontrado con profesores que en el fondo son personas que ejercen una profesión nada más. Si esa persona tiene dañada su propia autoestima quiere imponer por el respeto, por el miedo, por la autoridad, por ‘esto lo hacéis’ porque lo mando yo. Afortunadamente cada vez hay menos, pero realmente para entrar en la función docente se necesita una oposición, no un examen de personalidades. Si tú eres una persona equilibrada, afectiva, empática, con autoestima buena pues imagínate…En cambio, si esa persona que hace la carrera de Magisterio tiene una baja autoestima ya a terminar por reflejar sobre los alumnos sus  problemas. Un mal profesor sin educación emocional puede arruinarte la vida y, en cambio, un buen profesor con sensibilidad te la puede cambiar.

Estamos hablando de problemas, pero los profesores se enfrentan al sistema. Ell sistema les exige los conocimientos y hasta ahora la clave del éxito escolar radica no en sacar niños felices,  sino con conocimientos.

Hay tantos sistemas educativos….La ley es el marco legal, pero ese cuadro tiene un marco. Y en ese marco tú puedes enmarcar todo tipo de cuadros. La ley dice que no te puedes salir,  pero puedes pintar lo que te dé la gana. Por eso, con distintas leyes he visto proyectos maravillosos, aulas maravillosas, niños super felices. Y he visto profesores superdesgraciados, y aulas desgraciadas con la misma ley. Puede que haya una ley buenísima para abordar la enseñanza de de valores, actitudes….pero como la variable  es el profesor si no asume eso porque no está maduro pues no lo trabaja. Hay docentes que me dicen ‘trabajar en valores, que tontería que la ley nos diga a nosotros ahora eso. Es cosa de la familia. A mí no me han preparado para eso’. Ah vale, entonces vamos a la raíz. Si a ellos no les preparan en su formación ni para abordar la educación en valores ni para abordar la educación emocional ¿cómo la van a implantar? Algunos docentes muy concienciados y responsables se preparan por su cuenta.

Ahora mismo,  ¿las escuelas de magisterio oficiales preparan en educación emocional?

No.

Es decir, que cuando termina su formación ¿dejan al docente frente al aula sin una mínima preparación en este terreno?

Sí y ahí que se las apañe. Puede que en la facultad les enseñen mucha metodología y didáctica, pero nadie prepara todavía en ninguna facultad sobre educación emocional. Exceptuando, por ejemplo, algunas comunidades autónomas como la canaria que ya han incorporado en el curriculum de primaria la educación emocinal como asignatura. Entonces sí preparan a los profesores para que impartan esa asignatura como les preparan para otras. En Castilla La Mancha también se evalúa  la competencia emocional.

“Las emociones son el factor que más influye en el aprendizaje”

El error es comparar a los alumnos y meterlos todos en el mismo saco.

A todos no les puedes evaluar de la misma manera; tendrás que exigirles unos conocimientos mínimos, unas bases, pero luego la forma de plantearles la evaluación o la forma de pedirles lo que saben tiene que ser diferente. Si el profesor está preparado ya tenemos un plus.

Desde el mundo oficial no se está preparando a los docentes en educación emocional, pero los colegios son conscientes de eso.

Llevo muchos años dando formación en educación emocional. Precisamente pedí la excedencia en la comunidad de Madrid como psicóloga para dedicarme a la formación porque veía la laguna que había y la demanda que había. Si no llega a haber demanda yo me vuelvo al puesto de psicóloga. Pero no he vuelto ni voy a volver porque hay muchísima demanda y afortunadamente se han creado masters de educación emocional. Las investigaciones de la neurociencia están diciendo a los docentes que las emociones son el factor que más influye en el aprendizaje. Las investigaciones dicen cómo afecta la ansiedad al bloqueo del pensamiento. Un alumno puede ser brillante, pero si no sabe controlar sus nervios se queda en blanco. El desarrollo de las competencias emocionales es un factor de prevención de las adicciones, mejora la salud mental, como no hay acoso escolar…..Es una cuestión personal, aunque los equipos directivos de los centros es básico porque marca unas pautas en el colegio.

¿La educación emocional sirve para atajar los casos de acoso escolar?

En los temas de agresividad hay que tener en cuenta una cosa: la formación en valores es como una herramienta básica que los padres deben dar a los hijos desde que son pequeños. Hay una evidencia: los niños tienen a ser crueles con los niños más débiles. Un profesor que ve eso debe trabajar con los dos grupos: al que sufre deben enseñarle a defenderse y a los agresores cortar su comportamiento. No solo se trata de castigar a los violentos. Al que va de débil y sumiso hay que decir que de eso nada, que se defienda y lo comunique a un adulto. Y con los ‘observadores’ también hay que trabajar, con los que ven el acoso y callan.

¿Pero si ese niño víctima del acoso carece de esa educación emocional?

Por eso hay que reforzar  a la parte sumisa para que los actos contra él no se repitan.

¿Y cómo se pueden escapar los casos de acoso escolar a los docentes?

En una formación de educación emocional se dan estrategias a los profesores  para que no miren hacia otro lado. Le voy a poner un ejemplo: Un alumno se suicidó porque no soportaba los malos tratos. Poco tiempo después fue su tutor quien  se quitó la vida porque no soportaba la sensación de culpabilidad. Él había sido testigo del acoso y no había hecho nada para impedirlo. A veces ni siquiera saben cómo enfrentarse a los padres del agresor. No es mala voluntad, ni mala fe, sino que el docente no sabe cómo afrontar la situación. Ahora se están dando protocolos de actuación. Casi todos los centros tienen uno, pero es algo que se tenía que hacer hecho hace 20 años.

Fuente de la entrevista: http://www.eldiario.es/norte/euskadi/profesor-educacion-emocional-puede-arruinarte_0_592491071.html

Fuente de la imagen: http://images.eldiario.es/fotos/piscologa-Begona-Ibarrola_EDIIMA20161219_0261_19.jpg

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Entrevistas de Bebés y niños.

“La familia constituye el entorno ideal para potenciar la educación emocional, y es fundamental que los padres aprendamos cómo gestionar e identificar las emociones y se lo transmitamos a nuestros hijos, como modelos de comportamiento que somos para ellos.

América del Sur/Argentina/10.01.2017/Autor y Fuente: http://www.webconsultas.com/

A lo largo de los últimos años la educación emocional se ha convertido en la gran protagonista de charlas, libros, planes educativos, y rompecabezas familiares. La definición de este tipo de educación está ligada de forma irremediable a la de inteligencia emocional, ya que para que una persona sea emocionalmente sana es preciso que aprenda a canalizar y a manifestar las emociones. Sobre la importancia de esa gestión de las emociones y de su influencia en la formación de la personalidad del niño, habla a menudo Ana Roa –pedagoga, psicóloga infantil, y experta en educación, autora de El yo infantil y sus circunstancias (Editorial Pasión por los libros, 2015) y Vive la vida (Editorial Pasión por los libros, 2014)– a los padres que asisten a sus charlas y talleres. Ellos, los padres, son los mejores receptores de esa información ya que, como explica Ana, “tienen una oportunidad excelente de educar en emociones a los hijos”, empezando por la gestión e identificación de sus propias emociones porque, como Albert Einstein decía: «educar con el ejemplo no debería ser una manera de educar, sino la única».

Como experta en educación infantil, ¿qué papel dirías que juegan las emociones en la educación y el aprendizaje?

 “Los niños necesitan unas bases mínimas para sentirse seguros y confiados en sí mismos”

Un papel importantísimo. Cuando las pautas básicas válidas para la expresión del afecto no se desarrollan, los pequeños quedan atrapados en su mundo emocional. Los niños necesitan unas bases mínimas para sentirse seguros y confiados en sí mismos; una adecuada educación que fomente su inteligencia emocional les permitirá canalizar esas emociones en estado puro, reelaborarlas, y mostrarlas a los demás.

¿Y qué es eso de inteligencia emocional que no dejamos de leerlo aquí y allá?

Hay una definición muy buena de Salovey y Mayer (1990) que dice que la inteligencia emocional es “la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellos, y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios”. Cuando educamos no solamente podemos trabajar con los conocimientos, se hace imprescindible el tratamiento de la emoción para completar el proceso global de aprendizaje.

De emociones precisamente hablas en ‘El yo infantil y sus circunstancias’. ¿Qué te llevó a escribir el libro?

 “El ser humano está por encima de las cosas materiales y del dinero. La empatía debería ser el motor de las relaciones humanas”

Soy una apasionada de la educación emocional y se trata de una obra prioritariamente “de emociones”, y porque nuestro desarrollo emocional está rodeado de “circunstancias”. Cuando nacemos el autoconcepto y la autoestima no están formados, se van forjando con las experiencias de nuestra vida y con las impresiones que vamos recibiendo de las personas que nos rodean y de las situaciones que experimentamos. Este libro es atemporal, igual que también lo es mi primer libro ¡Vive la Vida!, porque los replanteamientos siempre están presentes en cada uno de nosotros y se acrecientan a medida que vamos avanzando en edad. Las competencias emocionales son pilares en la educación. Además, diría respecto a la sociedad que estamos ante una profunda crisis de valores en muchos ámbitos. El ser humano está por encima de las cosas materiales y del dinero, y parece que esto ha quedado olvidado. La empatía debería ser el motor de las relaciones humanas.

¿Valoramos los adultos el mundo emocional de los niños?

Creo que poco a poco estamos valorando cada vez con mayor intensidad la importancia de la emoción, y este hecho se ve cada vez más reflejado en la educación de nuestros hijos en el hogar familiar y en el colegio. Cada día estamos más concienciados de la necesidad de introducir contenidos de educación de inteligencia emocional en la educación de los niños.

¿En qué consiste la educación emocional?

 “Las emociones determinan el comportamiento y la capacidad de aprendizaje. Una adecuada educación emocional propicia el bienestar y salud de la persona, y previene las dificultades en el desarrollo madurativo, afianzando la formación de una personalidad estable”

Las emociones constituyen uno de los pilares fundamentales del ser humano, pues determinan el comportamiento y la capacidad de aprendizaje. Una adecuada educación emocional propicia el bienestar, la salud de la persona, y previene las dificultades en el desarrollo madurativo, afianzando la formación de una personalidad estable. Tomar conciencia de los sentimientos facilitará el equilibrio interno y la relación con los demás; expresar y controlar las emociones es un objetivo educativo básico para favorecer el propio proceso de desarrollo. Educar emocionalmente significa validar las emociones, empatizar con los demás, ayudar a identificar y a nombrar lo que se está sintiendo, poner límites, enseñar formas aceptables de expresión y de relación con los demás, quererse y aceptarse a uno mismo, respetar a los demás, y proponer estrategias para resolver problemas.

 

La autoestima infantil, clave en la educación emocional

Hablas de “aceptarse a uno mismo”. ¿Cómo definirías lo que es una buena autoestima?

Una buena autoestima será aquella que se caracterice por una valoración positiva de nosotros mismos. Significa aceptar unas características determinadas, tanto antropológicas como psicológicas, respetando otros modelos. Como actitud, es la forma habitual de pensar, amar, sentir y comportarse consigo mismos; es la disposición permanente para enfrentarnos con nosotros mismos, y el sistema fundamental por el cual ordenamos nuestras experiencias. La autoestima conforma nuestra personalidad, la sustenta, y le otorga un sentido. Se genera como resultado de la historia de cada persona.

¿Por qué es importante el correcto desarrollo de la autoestima durante la infancia?

 “La autoestima no es innata, sino que es el resultado de una larga secuencia de acciones y sentimientos que se van sucediendo en el transcurso de nuestros días”

Desde pequeños vamos recogiendo experiencias de nuestro entorno, de las personas que nos rodean, de sus mensajes, de las calificaciones hacia nosotros… Por tanto, no es innata, sino que es es el resultado de una larga secuencia de acciones y sentimientos que se van sucediendo en el transcurso de nuestros días. Es la dueña de nuestros actos, porque sabe cómo somos y no podemos engañarla. Afortunadamente, hoy en día existe una consideración de la autoestima que no se contemplaba hace algunos años. Sabemos por la Neurociencia que los procesos emocionales y cognitivos son inseparables, y esto contribuye a revalorizar el concepto de autoestima y a tenerla muy en cuenta en la infancia.

En general, ¿dirías que actualmente los niños gozan de una autoestima saludable, o nos queda mucho por hacer a padres y educadores al respecto?

Aún queda por hacer… No obstante, vamos mejorando. Poner en práctica nociones de educación emocional no solo enriquece a los alumnos, sino también a las familias y a los docentes, en cuanto a su crecimiento profesional y personal, genera comunicación, empatía, e ilusiones compartidas basadas en el diálogo y en el respeto. Algunas de las labores de la familia actual y de la escuela consisten en inculcar valores que permitan a los niños sentirse más felices con ellos mismos y con los otros, proponer alternativas que cooperen en el desarrollo de la identidad, de la conciencia emocional, la regulación emocional y, por supuesto, de la autoestima.

¿Cuáles serían las consecuencias de la falta de autoestima para un niño?

“La baja autoestima aumenta el riesgo de ser víctima de acoso escolar, porque el niño posee escasos recursos o habilidades para reaccionar ante situaciones comprometidas”

Un niño con baja autoestima desprecia sus aptitudes, tiene miedo a relacionarse, muestra pocas iniciativas, tiene miedo a los nuevos retos, tiene miedo a asumir responsabilidades, se muestra dependiente de aquellas personas que considera superiores, tiene poca tolerancia a la frustración, se pone a la defensiva fácilmente, y muestra estrechez de emociones y sentimientos. Además, la baja autoestima aumenta el riesgo de ser víctima de acoso escolar, porque el niño posee escasos recursos o habilidades para reaccionar ante situaciones comprometidas. Además, será un niño poco sociable, sensible y frágil, por lo que es propenso a convertirse en esclavo del grupo. Acata las normas que le imponen los más fuertes por miedo, vergüenza, o conformismo.

Profesores y padres, aliados en la gestión de las emociones

¿Es necesario un cambio de rol del profesor para lograr trabajar las emociones de los niños desde el aula?

Sin duda el modelo de las clases magistrales está agotado. Actualmente el coaching educativo puede contribuir a la mejora de la motivación del alumnado, y a la reducción del fracaso escolar. Ofrece una metodología basada en objetivos, en la que el profesor-coach acompaña al alumno, para que a través de la formulación de las preguntas adecuadas, pueda adquirir la conciencia necesaria para cuestionar sus creencias limitantes, y posicionarse en un estado emocional positivo que le enfoque hacia su objetivo.

¿De qué herramientas y recursos disponen los docentes para abordar la educación emocional?

Desde la perspectiva del docente, el coaching educativo aporta una mirada diferente, con menos juicios, más respeto, tolerancia y valoración de los demás (alumnos y otros compañeros). Igualmente, posibilita el desarrollo de competencias, como la escucha activa y la comunicación, con las que el profesor puede motivar a los alumnos para conseguir sus objetivos

Entiendo que si esto se hace en el aula, el apoyo de la familia debería estar encaminado hacia el mismo objetivo. ¿Cómo pueden los padres desde casa continuar esa línea educativa para que no haya disonancia?

“En el modelo democrático de educación, la autoridad está fundamentada en el diálogo, las necesidades de todos los miembros de la familia se consideran importantes, y padres e hijos son sujetos activos y responsables de su propio proceso educativo”

Siguiendo un modelo democrático en la educación de sus hijos. En este modelo los padres son consejeros y entrenadores de sus hijos. La autoridad está fundamentada en el diálogo, las necesidades de todos los miembros de la familia se consideran importantes, padres e hijos son sujetos activos y responsables de su propio proceso educativo. Los padres en este modelo: se hacen cargo de sí mismos y de la familia, ofrecen una estructura organizada sin renunciar a la flexibilidad y a la libertad personal, dejan escoger a sus hijos entre opciones apropiadas a su edad, alientan a sus hijos a participar en la realización de proyectos y en la toma de decisiones (aunque siempre fijando ciertas reglas), y son respetuosos y respetados, aman y son amados, confían en sí mismos y en sus hijos, y se muestran sensibles a sus necesidades. Los hijos, por su parte: respetan las reglas, son disciplinados y responsables, competentes e independientes, comprenden las relaciones causa-efecto y se sienten valiosos, importantes, seguros, y merecedores de su propio respeto.

Por último, ¿qué consejos les darías a unos padres preocupados por la educación de sus hijos que se interesen por la educación emocional?

La familia constituye el entorno ideal para potenciar la educación emocional. Los padres tenemos una oportunidad excelente de educar en emociones a nuestros hijos y a nosotros mismos, y así formar una buena relación emocional con ellos. Para ello, es fundamental que aprendamos nosotros como padres en primer lugar cómo gestionar e identificar las emociones, y poder así transmitírselas a nuestros hijos como modelos de comportamiento que somos para ellos. Para un buen desarrollo de la autoestima del niño en el núcleo familiar conviene recordar que el niño debe sentirse un miembro importante dentro de su familia por la forma en que se le escucha, se le consulta, se le responsabiliza, y se valoran sus opiniones y aportaciones; que debe percibir una comunicación fluida y profunda con sus padres, no sólo porque le escuchan, sino también porque comparten con él sus experiencias como adultos, su vida pasada y sus expectativas; y que necesita estar orgulloso de su familia para sentirse seguro.

Fuente: http://www.webconsultas.com/entrevistas/bebes-y-ninos/ana-roa-psicologa-infantil-experta-en-educacion-emocional

Imagen: http://www.webconsultas.com/sites/default/files/styles/cabecera_categoria/public/categorias/educacion-infantil.jpg?itok=ntG2x7nJ

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Niños introvertidos

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu. Observatorio de Salud, Infancia y Adolescencia

La escritora norteamericana Susan Cain, autora de El poder de los introvertidos, afirma que un tercio o incluso el 50% de las personas son introvertidas. Esto incluye a los niños y a los adolescentes, pero a menudo los padres o los educadores vemos este rasgo del carácter de nuestros hijos como un hecho negativo.

La dificultad de aceptar un niño introvertido

Quizás nosotros hemos sido niños o adolescentes extrovertidos y nos cuesta aceptar que nuestros hijos prefieran quedarse en casa antes de salir con los amigos. A los padres nos preocupa la idea de que nuestros hijos no encajen, tenemos unas expectativas sobre su vida social y tendemos a pensar que serán más felices si están rodeados de otros niños y niñas de su edad.

También podemos encontrarnos con que en las escuelas los maestros favorecen al niño más sociable, y los niños que coinciden con un «ideal extrovertido» (carismático, hablador, siempre rodeado de amigos), se interpretan como niños felices y exitosos, incluso dentro de sus propias familias.

Lo que realmente deberíamos preguntarnos es si un niño de talante más tranquilo está solo por propia elección o porque se siente excluido.

¿Desde donde juzgamos a nuestros hijos?

A veces proyectamos en nuestros hijos lo que para nosotros fue importante, e incluso los padres que comparten características más tranquilas con sus hijos, no son inmunes a esta preocupación. Dice Susan Cain:

«A veces nos sentimos incómodos o avergonzados por nuestra propia introversión, y tendemos a proyectarlo en nuestros hijos.»

Es conveniente que tanto los padres extrovertidos como los introvertidos comprueben su propia perspectiva.

«¿Estamos viendo parte de la personalidad de nuestro hijo como algo maravilloso, o como un obstáculo que hay que superar?»

A veces podemos pensar que este carácter introvertido puede limitar las oportunidades del niño, pero es conveniente saber cuándo hay que empujar y cuándo hay que retroceder. Quizás hay cosas de las que hacen que nos sorprenden, pero no debemos olvidar que nuestros hijos están buscando su camino, tanto con sus compañeros, como en el mundo en general.

Una de las claves, asegura Cain, es tener en cuenta, o preguntar directamente a nuestro hijo o hija, si está tomando una decisión por preferencia o por miedo o malestar. Pero, por encima de todo, lo que es más importante es que los niños sientan que no hay ningún problema por ser introvertido.

«Necesitan saber que tienen la libertad de decidir qué les gusta hacer.»

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ninos-introvertidos

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Educación sexual y educación emocional

Coral Herrera Gómez

La educación emocional es inseparable de la educación sexual: sexo, erotismo, sensualidad, raciocinio, intelectualidad y sentimientos forman nuestro «yo». La sexualidad y las emociones conforman nuestra identidad, nuestro cuerpo, nuestra conducta, y determina nuestras relaciones personales con el mundo que nos rodea.

Pese a que en los países desarrollados aumenta vertiginosamente el número de suicidios y de enfermedades mentales, el número de niños y niñas medicados por trastornos modernos, el aumento de enfermedades sociales o culturales como la anorexia, la gestión de las emociones se ignora en las aulas y en los hospitales.

La salud emocional y mental sigue estando invisibilizada, pero cada vez son más los recursos que demanda la proliferación de depresiones, fobias, neurosis, psicosis, dependencias, etc. Creo que la salud emocional y mental debería ser el tema central alrededor del cual trabajar el tema del cuido y los derechos sexuales y reproductivos, pero la realidad es que solo se habla de sentimientos en el despacho de los psicólogos/as, no en las aulas ni en las universidades.

Es triste pensar que el único método «educativo» que poseemos en el área de las emociones es el que nos ofrece la industria del entretenimiento: películas, canciones, series de televisión, novelas, etc. producen modelos de referencia en forma de héroes y heroínas haciendo frente a una serie de obstáculos, siempre apegados a la tradición patriarcal más rancia. La idea principal de estas historias idealizadas es que ante las situaciones importantes de la vida, las mujeres reaccionamos cabreadas (exigiendo y reclamando) o lloramos (suplicando y dando pena), mientras los hombres, para lograr sus objetivos, reaccionan con ira o huyen de la escena, víctimas de la mutilación emocional que impregna las masculinidades tradicionales. 

Se habla mucho de educación sexual para niños y niñas pero en los manuales apenas se habla del placer, de las relaciones amorosas o de los sentimientos. La ciencia y la academia los han relegado al último plano: vivimos en unas sociedades en las que cada uno debe apañárselas como pueda para aprender a gestionar las emociones. Cuando las cosas van mal, la gente acude a los psicólogos y las psiquiatras, pero, ¿mientras tanto?.

La calidad de vida de la humanidad está relacionada con el sufrimiento. Cuanto peor lo pasamos, menos calidad de vida tenemos; pero esta fórmula sencilla la aprendemos después de caernos y levantarnos varias veces, entre victorias y derrotas, ensayando, errando, probando. Evitaríamos muchos suicidios de adolescentes, depresiones, violencia (y autoviolencia), y muchas enfermedades mentales irreversibles, si en la infancia nos enseñasen a aceptarnos como somos, a querernos bien con la gente que nos rodea, a controlar el egoísmo, a convivir con el dolor, a expresar nuestros sentimientos y emociones, a analizar qué nos pasa y por qué.

Cuando somos niñas y adolescentes buscamos en los adultos modelos de referencia y acudimos a menudo a ellos para que nos aconsejen como trabajar con el miedo al abandono, la ira contra los hermanos/as, o las embestidas del primer amor que nos están matando. La adolescencia es muy dura porque todo es nuevo e intenso, por eso el caos nos lleva, a menudo, a la tragedia sentimental o a la represión de nuestras intensas emociones. Después aprendemos a relativizar, pero los adultos y las adultas tampoco tenemos nada claro cómo hacer frente a una separación sentimental, a un deseo prohibido, a una frustración permanente, a la muerte de un ser querido. Nos es muy difícil controlar la sensación de vacío, la angustia existencial, el amor desmesurado, la ira, el miedo, la euforia, la tristeza, la envidia, la impotencia, la codicia, y sobre todo, nos es muy difícil manejar la autoestima, porque a menudo depende del reconocimiento de los otros.

Los humanos somos seres muy complejos, y por lo tanto muy frágiles. Sentimos contradictoriamente, odiamos lo que deseamos, nos sacrificamos por las mejores causas, tratamos mal a la gente querida, nos dejamos tratar mal, sacamos a la luz algunas cosas en el consciente, otras las guardamos en el inconsciente, soñamos con paraísos y nos decepcionamos con realidades, nos reprimimos y luego explotamos, mentimos para no asumir consecuencias, disimulamos, provocamos, nos desesperamos, elaboramos estrategias para conseguir nuestros objetivos, se nos infla el ego, nos hundimos en la miseria, suben y bajan los niveles hormonales y químicos… los médicos recetan pastillas para eliminar la tristeza y controlar la ansiedad que nos provoca no poder controlar (nuestra vida, nuestros sentimientos).

Por eso supongo que los adultos echamos manos de curanderas, terapeutas, psicólogos, chamanas, maestros, religiones y filosofías que nos guíen en nuestro trabajo de desarrollo personal y espiritual. Necesitamos paz, necesitamos luz, necesitamos frases contundentes que nos hagan pensar en qué es lo importante y qué no es. El éxito de las filosofías orientales, que tienen un enfoque integral porque además del cuerpo, se ocupan también de llenar el área espiritual, emocional e intelectual con consejos que nos ayudan a cuestionarnos y a conocer otros modos de entender la vida.

¿Pero, como aprenden los niños, las adolescentes? Ellos copian de nosotros comportamientos, reacciones, discursos; y en su vida adulta suelen reproducir los mismos problemas y obsesiones que sus padres, madres o familiares cercanos, heredando las ruedas de dolores y traumas que no les pertenecen. 

Cuando descubren el amor romántico, imitan nuestros patrones porque es lo que ven en casa y en los medios de comunicación. Asocian amor y sufrimiento como si fueran las dos caras de una misma moneda, y a menudo no tienen herramientas para disfrutar de las nuevas sensaciones con la libertad que merecen, ya que sobre ellos se ciernen los esterotipos y roles de género, los modelos idealizados, las metas inalcanzables, los anhelos más imposibles. Esperan todo del amor porque en los cuentos que les han contado, el amor lo puede todo, y estar solo/a es una desgracia social. 

Estos patrones les hacen sufrir porque no son reales. No saben hacer frente al deseo brutal que invade su cuerpo o a  las luchas de poder que se instalan en la pareja. Les cuesta adaptarse a la monogamia, tener que elegir entre varios amores les hace sufrir. Luchan por ser diferentes y especiales, pero necesitan sentirse aceptados por la manada. Sufren si se desvían de las normas sociales de nuestra cultura amorosa, viven los mismos miedos que los adultos, y a menudo no saben explicar como se sienten porque no encuentran las palabras.

Sería maravilloso que en los planes educativos y culturales la gestión de las emociones fuese un tema central, porque no podemos dirigirnos a ellos como si fueran únicamente seres racionales que tienen relaciones sexuales.

La razón, el deseo sexual y la emoción no son cuestiones separadas. Antonio Damasio, reconocido neurólogo español, afirma que absolutamente todas nuestras decisiones son emocionales, aunque tratemos de ser «objetivos».  Vemos, percibimos y pensamos desde nuestra subjetividad, desde las emociones, y esas emociones influyen en nuestro comportamiento y en las relaciones que tenemos, que son la base de nuestra vida. Por eso creo que es importante, para construir un mundo más amble y menos conflictivo,  que la gente aprenda a hablar de sus problemas, a analizar con nuevas herramientas estados de tristeza o ansiedad inexplicables, a solucionar sus conflictos con asertividad, a tratar con cariño a la gente que le rodea, a aprender a amar desde la libertad, y no desde el miedo.

Necesitamos, todos y todas, aprender a trabajar los celos, las inseguridades y los complejos, aprender a abrirnos para lograr empatizar más con la gente con la que nos cruzamos a diario, aprender a disfrutar de la vida sabiendo diferenciar entre qué es lo realmente importante y lo que no. Necesitamos aprender a tolerar la frustración, entender que solos no podemos, que necesitamos a la gente para socializar, aprender, dar y recibir afectos, compartir momentos bonitos de la vida.

Y para eso necesitamos herramientas de análisis que nos permitan comprender porqué necesitamos ser aceptados y por qué a la vez vivimos tan aislados unos de otros, por qué nuestra sociedad es tan dura para la gran mayoría de sus habitantes, o porqué nos generamos unas expectativas de «felicidad» que no nos ayudan nada. Con estas herramientas podríamos intentar entender también por qué a veces actuamos mezquinamente ante determinadas situaciones, o por qué todas las parejas que tengo me humillan, o por qué pierdo la paciencia tan pronto, y qué responsabilidad tenemos nosotras/os en eso.

Tenemos que aprender tantas cosas… aprender a disfrutar de la soledad y las compañías, aprender a luchar por lo que uno quiere, aprender a ayudar a los demás en sus luchas, aprender a confiar en la gente, aprender a desaprender lo aprendido. 

Creo que es necesario incorporar esta perspectiva de análisis y aprendizaje emocional en los manuales de educación sexual, porque las emociones se generan en y desde el cuerpo y la sexualidad, y porque necesitamos otros patrones sentimentales desde los que poder relacionarnos. Por eso es necesario, por ejemplo, tener herramientas para poder analizar los paraísos que nos venden los medios de comunicación desde una perspectiva crítica, para hacer frente al sufrimiento que conlleva el no poder ser como los modelos que nos proponen.

Analizando nuestro entorno y nuestro mundo, podremos aprender a decir «no», a decir «si», a no cometer los mismos errores, a tratar de disfrutar lo máximo posible tratando de disminuir nuestros sufrimientos y el de los seres queridos.

Con esas herramientas sería más fácil poder gestionar nuestras emociones, y podríamos enfrentarnos a las pérdidas que nos acompañan en el camino, a superar nuestros miedos, dejar atrás traumas, acabar con muchos prejuicios y límites que nos impiden ser felices. Podríamos aprender a vivir con la tristeza, a aplacar la ira cuando nos invade, a disfrutar el enamoramiento sin castillos de papel, a tirar para delante buscando nuestra propia fuerza vital, a ir creando y respondiendo grandes preguntas.

Quizás así logremos desarrollar la inteligencia emocional, término acuñado por Daniel Goleman, que afirma que las emociones son fundamentales para pensar eficazmente, tomar decisiones inteligentes y permitimos pensar con claridad:

«Las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás. El grado de dominio que alcance una persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, con un nivel intelectual similar, acaban en un callejón sin salida». 

Yo pienso que más que una cuestión de prosperar o no, es una cuestión de «calidad de vida», que será mayor cuanto menos suframos. La gente que ama desde la libertad, y no desde la necesidad, se crea menos dependencias  y por lo mismo, más redes afectivas y sociales. Una persona que se siente bien tiene más energías para conocer gente o dedicarse a actividades que le hacen sentir mejor. Una persona feliz tiene más afectos, porque tiene mayor ánimo y disposición para crear redes sociales y afectivas que una persona deprimida, que suele tener menos energía y suele estar más centrada en sus problemas. Somos, de hecho, más felices cuanto más valoramos lo que tenemos, y a menudo nos sentimos desgraciados cuando pensamos en todo lo que no tenemos. Y son más felices los que tienen un entorno de gente querida con la que establecer redes de solidaridad y ayuda mutua que los que han de enfrentarse en soledad a sus problemas.

Pero si nadie nos enseña a lidiar con el instinto de autodestrucción, con los sentimientos de culpa, con el miedo a la soledad o el miedo al abandono, si no logramos aprender a hacer frente a los cambios y las pérdidas, si no conseguimos entender a los demás, seguiremos inmersos en estas confusiones eternas, en estos llantos desgarradores, en estas huidas locas, en estas peleas a muerte, en estos vacíos cotidianos, en este hambre de emociones que nos devora por dentro. 

Seguiremos metiendo la pata toda la vida si no logramos entender lo que nos pasa por dentro. Repitiendo esquemas de los que no salimos pese a los esfuerzos mentales por hacerlo. Para romper con esos esquemas que generan tanto dolor es esencial, creo, conocernos, sentirnos con libertad para cambiar, aprender a amar nuestro cuerpo y la diferencia en los demás cuerpos, aprender a despojarnos de las represiones internas y las imposiciones sociales y culturales.

Aprender a sentir sin aferrarnos al dolor nos permitiría disfrutar de la vida, y así podríamos diversificar el mundo de las emociones, para vivirlas de otro modo. Con más alegría, con mucha comunicación, con generosidad, con más herramientas, con más gente a nuestro alrededor.

 Necesitamos hablar de emociones y sentimientos: en la cama, en familia, en las escuelas, con los amigos/as, en los congresos, en las universidades, en las asambleas políticas, en los movimientos sociales. No somos únicamente seres racionales que tienen relaciones sexuales, sino seres complejos llenos de amor, de represiones, de deseo, de miedos, de sueños, de frustraciones, de ternura. Porque las emociones son políticas también, tenemos que repensar el modo en qué sentimos, entender por qué sentimos de esta manera y no de otra, y buscar caminos que nos lleven a vías de relación más amorosas y solidarias. 

Fuente del articulo: http://haikita.blogspot.com/2012/11/educacion-sexual-sin-educacion-emocional.html

Fuente de la imagen:http://1.bp.blogspot.com/-hxaSR79ADLk/UJMBd_TOAUI/AAAAAAAAPaA/ExVqZpe-Odo/s1600/intelig3.jpg

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¿Dónde comienza la Educación Emocional?

02 de noviembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Antonio Esquivias

Hasta hace relativamente pocos años, emociones y sentimientos han sido consideradas como no científicas, como algo estrictamente personal y, por tanto, estaban relegadas al mundo de lo personal, de lo privado. Mundo personal de los sentimientos y mundo público eran opacos uno para el otro. Aún hoy en el trabajo entra muchas veces solo lo objetivo, y los sentimientos son lo subjetivo. «Los sentimientos se dejan en la puerta por la parte de fuera, aquí se viene a trabajar y a rendir», frase muy habitual que aún no ha desaparecido de los ambientes laborales y profesionales.

Varios acontecimientos han hecho cambiar la primacía total de lo “objetivo”. Primero en la ciencia, el escáner, el TAC (Tomografía Axial Computarizada), ya en los años 70, permitió ver en el cerebro las emociones y si es enfado o miedo. Desde entonces innumerables estudios y otros descubrimientos, han ido permitiendo a las emociones entrar en el terreno científico. Pero la verdadera revolución se produce en la cultura. La cultura dominante hasta quizá los años 60, privilegiaba la política y la vida pública, lo objetivo, el progreso industrial y tecnológico, el poder, una cultura básicamente masculina en todas las esferas.

La misma falta de humanidad de esa cultura es el revulsivo para hacer aflorar que lo importante son las personas concretas y su vida, la ecología del planeta en que vivimos, que es necesario dar peso a la mujer y lo femenino. De pronto emociones y sentimientos, que estaban relegados y vilipendiados, se encuentran en el centro de ese cambio, ya que emociones y sentimientos son lo que nos hacen singulares, únicos, la persona tan especial que somos.

Todo este inmenso cambio cultural afecta de lleno a la educación, porque trabaja con personas. Acercarse al alumno, a sus necesidades concretas, dejar de tratar en masa, necesita que los profesores sean capaces de reconocer y gestionar las emociones de sus alumnos, necesita en los docentes sensibilidad por las emociones. Esa es la Educación Emocional que va entrando en las aulas. La educación gira desde estar centrada en la enseñanza a focalizar el aprendizaje, del profesor como portador y transmisor del conocimiento a guía y potenciador de la motivación de las personas. El cambio es imparable, cada vez hay más sensibilidad para emociones y sentimientos, para entender a la persona detrás del alumno, para fomentar la motivación, gestionar el conflicto, incrementar la autoestima. Detrás de cada fracaso escolar hay una autoestima lesionada… y los docentes, profesores, maestros, muchos desde su iniciativa personal, buscan gestionar todos esos elementos.

La primera dificultad es que en la formación de maestros y profesores hay una gran carencia con respecto a emociones, sentimientos, autoestima, liderazgo, empatía, etc. El segundo obstáculo es que las escuelas son instituciones cuyos modos de hacer hunden sus raíces en otras épocas y hay que luchar contra el sistema cuando se quiere implementar a fondo la Educación Emocional, en realidad cuando se quieren introducir cambios profundos. El tercer elemento es el más importante, en realidad el central. Si emociones y sentimientos son la clave, la persona se convierte en el centro y… ¿qué sucede con la persona del docente?¿Puedo interesarme en emociones y sentimientos de los demás sin interesarme por los míos? Aún más, ¿puedo gestionar emociones de los otros sin saber personalmente cómo me siento?

En este punto todo el sistema se bloquea. ¡Los docentes son profesionales, las emociones son privadas! ¡No debemos meter las propias emociones en el aula! El que lo hace, el que implica la propia persona en el aula, entra en un desgaste terrible que incluso puede acabar en burnout, como de hecho sucede con cierta frecuencia entre los docentes. Además de ese modo no mantiene la distancia con el alumno y si no hay distancia, no hay autoridad, y sin autoridad no hay clases, hay un barullo continuo. Todo este conjunto de dificultades gripa el sistema: el profesor no puede implicarse con los alumnos si no quiere terminar quemado y además debe mantener la distancia de la autoridad: ¡no es un amigo de los alumnos! ¡Lo cierto es que hay miedo y resistencia a meterse en los sentimientos!

Hay un montón de malentendidos en todo esto y voy a buscar deshacer algo la madeja. Primero establezcamos las verdades.

  • La primera es que no se pueden gestionar emociones si no se conocen las propias. Esto es así porque las emociones cambian nuestra mirada, por ejemplo, si estamos enfadados no vemos todo lo que hay, sino que nuestra vista se enfoca en lo que consideramos un obstáculo. Algo similar sucede con el miedo. Por el contrario, la alegría nos permite mirar todo lo que sucede, sin embargo, cuando un alumno ha interrumpido la clase es difícil que estemos en la alegría. Esto quiere decir que todo profesor que pretende trabajar con las emociones está obligado a conocerse, a percibir lo que siente en cada momento, primero porque sino su propio sentimiento se va a mezclar con el del alumno y mezclados no se pueden gestionar. O se identificará con su alumno o lo rechazará, en ambos casos sin ser consciente plenamente de que lo está haciendo.
  • Debe conocerse, en segundo lugar, porque necesita ser auténtico: impregnar su comunicación con los sentimientos reales que la acompañan, comunicar alguna vez su sentimiento real. Sus alumnos van a advertir enseguida cuando no es así, y no se van a abrir. Las emociones son lo más personal y por lo mismo lo más libre, solo se comunican libremente. Cualquier otra cosa no funciona. Solo la autenticidad crea la confianza necesaria entre docente y alumno. Solo la libertad permite esa profunda comunicación en la que están implicados nuestros sentimientos. Esta segunda parte implica una cierta igualdad con el alumno. Los sentimientos se comunican sólo en situaciones de igualdad. Luego hay momentos en que el maestro o el profesor debe saber ponerse al nivel de sus alumnos. Por decirlo de un modo sintético, como personas son iguales, en cuanto que son docente y alumno están a un nivel diverso. El docente debe saber gestionar ese doble prisma y ser profesor cuando debe serlo y persona cuando es necesario que lo sea. Esta es una habilidad emocional fundamental.

Mi conclusión de todo esto es que la Educación Emocional comienza en el docente. Si el docente no se conoce, si no es auténtico y honesto, si no sabe ser persona, si no es capaz de ponerse a nivel de sus alumnos en su conjunto y de cada uno de ellos, si no es empático con ellos, la Educación Emocional no comienza. Y por otro lado existen siempre esos profesores/as que tienen una gran humanidad, saben ser persona, hayan recibido o no una formación específica en gestión de emociones. Se trata de esos maestros, de los que todos hemos conocido alguno, que han sabido entendernos como persona. Porque la clave de la Educación Emocional, lo que la hace permanente y necesaria en nuestras aulas, es la comunicación y comprensión persona a persona.

Ese es el centro de la Educación Emocional: funciona cuando el docente saber ser persona y respetar y comprender la persona de su alumno.

La Educación Emocional comienza en el docente.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/donde-comienza-la-educacion-emocional/

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Inteligencias múltiples y competencias

Por. Laia Mestres

La Teoría de las Inteligencias Múltiples fue desarrollada por el psicólogo estadounidense Howard Gardner en 1983 y propone que existen 8 tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Todas las personas desarrollan estas inteligencias en mayor o menor medida, en función de sus potencialidades, oportunidades y motivaciones.

Esta teoría favorece una nueva perspectiva de la enseñanza en el aula, centrada en el alumnado y en sus particularidades. Los centros que llevan a cabo actividades basadas en esta teoría aplican metodologías de aprendizaje individualizado, teniendo en cuenta las necesidades del alumnado y el tipo de inteligencia que tiene más desarrollada. Para conocer mejor los proyectos que se llevan a cabo, en este nuevo monográfico de Educaweb, hemos propuesto a los expertos que nos envíen artículos narrando su experiencia.

Inteligencias múltiples y competencias

La teoría de las Inteligencias Múltiples está estrechamente ligada con el modelo de educación emocional de Daniel Goleman, pues ambos apuestan por dotar con la misma importancia las habilidades verbales y matemáticas y las competencias emocionales. La Educación Emocional tiene como objetivo ayudar a las personas a descubrir, conocer y regular sus emociones e incorporarlas como competencias.

Actualmente, el currículum educativo hace especial hincapié en la enseñanza y evaluación de las competencias que podríamos agrupar en el área de las inteligencias lógico-matemática y lingüística. Los centros educativos que impulsan proyectos basados en las Inteligencias Múltiples reclaman una mayor presencia del resto de Inteligencias en el currículum. Existe correlación entre algunas de las competencias básicas y transversales que se trabajan en el aula y la teoría de las inteligencias múltiples, como por ejemplo, la competencia para aprender a aprender puede vincularse con la inteligencia intrapersonal, pero no aparecen de forma explícita.

Para Alba García, Profesora adjunta de la Universidad a Distancia de Madrid, la teoría de las Inteligencias Múltiples «implica un punto de partida idóneo para trabajar competencias transversales como el trabajo en equipo, el conocimiento de otras culturas y costumbres, o la sensibilidad hacia las diferencias individuales, necesarias todas ellas para la formación de personas que no solamente acepten la diversidad humana, sino que se sientan parte integrante de ella».

Mar Andreu, Docente y Estudiante Investigador de Doctorado, considera que la clave está en la formación del profesorado, «los nuevos tiempos requieren profesores que fomenten la creatividad y la colaboración y creen alumnos competentes para el futuro próximo. Aplicando las inteligencias múltiples al aula y trabajando por competencias, podremos, entre todos los docentes, ayudar a desarrollar las destrezas vinculadas al desarrollo natural y real de las situaciones cotidianas, para conseguir capacidades que aportan al individuo flexibilidad e iniciativa al enfrentarse a nuevos retos.»

Pero, ¿cómo incorporamos las competencias en el currículum? Amparo Acereda, Profesora Agregada del Departamento de Psicología en la Universitat Abat Oliba CEU, propone «montar todo un plan de intervención para el desarrollo de estas competencias, planificando sistemas de programas integrados, o una integración curricular interdisciplinaria, o bien a partir de objetivos o ejes transversales, o en un plan de acción tutorial, etc. Todo ello, dirigido a introducir la educación emocional en la escuela, con el objetivo de  que los docentes ayuden a los niños a desarrollar y gozar de una situación más ventajosa en la vida, siendo más eficientes y más capaces de «dominar» su propia productividad, sus hábitos mentales que les conduzcan al éxito, a la vez que permitiéndoles crecer y desarrollarse en base a valores y principios sociales de cooperación y entendimiento, consigo mismos y con los demás».

¿Qué nos aportan las Inteligencias Múltiples?

Los expertos afirman que trabajar las inteligencias múltiples en el ámbito escolar aporta muchos beneficios. Para Núria Miró, directora titular del Col·legi Montserrat de Barcelona, uno de los centros pioneros en la aplicación de las Inteligencias Múltiples, las ventajas son claras: «la atención y desarrollo de las Inteligencias Múltiples lleva al alumno a ser competente, es decir, a saberse desenvolver de una forma flexible y fluida en los distintos contextos donde aplica sus comprensiones».

En este sentido, podríamos decir que la educación emocional y las inteligencias múltiples tienen un valor estratégico, no solo para favorecer el desarrollo cognitivo y emocional de los niños y adolescentes, sino en la edad adulta, pudiéndose aplicar las competencias adquiridas y una forma de hacer y pensar al contexto laboral. A continuación podemos ver 5 aspectos clave que aportan las Inteligencias Múltiples:

  • Trabajo de las competencias emocionales. El sistema educativo tradicionalmente se ha centrado en el desarrollo cognitivo y en los conocimientos propios de las áreas curriculares, sin prestar demasiada atención al desarrollo emocional. La educación emocional no sólo repercute en la persona a nivel individual, sino que repercute en la capacidad de relacionarse mejor con otras personas.
  • Autoconocimiento, autoevaluación y autorregulación. Trabajar las competencias emocionales favorece que el alumnado se conozca más a sí mismo, sus reacciones ante situaciones complejas, sus habilidades y los aspectos que necesita mejorar.
  • Introducción de metodologías activas en el aula. La necesidad de adaptar las actividades a la diversidad del aula y a las necesidades concretas de cada alumno contribuye a personalizar el aprendizaje. El docente debe ser flexible, ser capaz de innovar y mantenerse actualizado.
  • Motivación del alumnado. Los expertos coinciden en afirmar que una metodología basada en las Inteligencias Múltiples puede captar la atención del alumnado de forma mucho más eficaz, mejorando el clima en el aula y la autoestima del alumnado.
  • Atención a la diversidad. Alba García afirma que «trabajando con las Inteligencias Múltiples y dando a conocer los distintos perfiles de inteligencia existentes en el aula, por un lado se puede ayudar a los docentes a personalizar la educación y ofrecer una respuesta educativa adecuada a cada estudiante, y por otro, lograr que los propios alumnos se enriquezcan con la diversidad del grupo-clase, sintiéndose miembros de ella.»

Finalmente, las personas necesitamos desarrollar las competencias emocionales para hacer frente a las situaciones personales y sociales que nos encontramos a lo largo de la vida, para interactuar con aquello que nos rodea y para lograr el éxito y el bienestar.

Fuente: http://www.educaweb.com/noticia/2015/11/11/inteligencias-multiples-competencias-9114/

Imagen: www.diariovasco.com/noticias/201510/25/media/8330550–575×331.JPG

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8 pasos INFALIBLES para que le enseñes a tus hijos a manejar la FRUSTRACIÓN

Por Emma E Sánchez

Todo va bien, la familia se encuentra muy contenta en el parque, los niños juegan tranquilos cuando de pronto tu hijo explota, llora y se enoja. Todos se quedan sorprendidos, los menores dejan de jugar y algunos otros padres deciden retirar del juego a sus hijos.

¿Qué sucedió? ¡Casi nada! Tu pequeño se enojó porque alguien más ganó en el juego y no tolera perder. Le gusta ganar y cuando no lo logra, se pone rojo, avienta las cosas, grita y ha llegado a pegarle o aventar al que se ríe de él. Estas consciente de que este tipo de conductas no son sanas y que en la vida en general solo le traerán consecuencias negativas, por lo que es necesario comenzar a trabajar en la mejora de este tipo de reacciones.

Déjame decirte que lo primero que debes evitar es angustiarte, ya que muchos niños tienen problemas para manejar la frustración, la diferencia está en lo que hacen sus padres para ayudar a sus hijos a progresar. Segundo, para manejar la frustración se necesita mucha paciencia y todavía más, constancia. Así que no te desesperes, sé ejemplo de tolerancia y entereza. Aquí, algunoas ideas que pueden servir:

1. Diálogo apacible

Junto con tu hijo y mediante una charla tranquila, sin discutir, juzgar o regañar, encuentren qué es lo que le hace estallar, así como sus motivos. Generalmente hay situaciones o emociones que hacen que los pequeños se sientan sensibles o vulnerables, tal vez puedas encontrar algunas de ellas en tu hijo. Las más frecuentes suelen ser las siguientes:

2. Cansancio

A cualquiera de nosotros le puede pasar que al sentirnos cansados solemos reaccionar mal. Ahora, imagina la misma situación en un niño. Las madres y padres debemos vigilar que nuestros hijos descansen durante el tiempo y las condiciones apropiadas. Hoy en día, creemos falsamente que mandar al niño a la cama quiere decir que se va a ir a dormir, lo cual no necesariamente es cierto. Actualmente, el Internet y los juegos de video están provocando que muchos niños y jóvenes no se duerman temprano, duerman poco o simplemente no descansen. Cerciórate de que al irse a la cama, tus hijos no lleven consigo aparatos electrónicos que les dificulten conciliar el sueño y alcanzar un descanso apropiado.

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3. Sentirse acosado

Para algunos niños, a veces es demasiado lo que se les requiere en cuanto a relacionarse con quienes no les agradan, hacer cosas que no le simpatizan o que se les exija lo que no están en condiciones de dar. El diálogo de los padres con sus profesores es fundamental para revisar que las cargas de trabajo o el proceso de socialización no le estén rebasando y se siente agredido por ello.

4. Búsqueda de la perfección

Es posible que a tu hijo le guste tomarse más tiempo del regular para hacer las cosas y cuando se le pide que lo haga más rápido o de otra manera, entra en una confrontación o explota en enojo. Intenta darle su espacio y tiempo para realizar sus propias cosas y pídele que haga otras conforme se le pide. Esto puede dar equilibrio a lo que se exige a sí mismo y el cumplir con lo que otros le requieren. En este aspecto, revísate a ti misma en cuanto a las expectativas que depositas sobre tu hijo, porque tal vez tú misma estás generando su intolerancia y frustración.

5. Se le exige mucho

Revisa las cargas de trabajo y deberes de tu hijo. Escucha y hazle caso si te dice que es demasiado, que está cansado o que algo no le gusta hacer. Los cambios y adaptaciones son necesarias y posibles, considera sus gustos y opinión para que su desarrollo sea el óptimo y juntos disfruten de cada etapa de éste.

  • 6. Relajarse y respirar

    Cuando platiques con tu hijo, anímalo a identificar cómo se siente su cuerpo cuando comienza a enojarse y a perder el control. Muéstrale cómo sentir su corazón y comenzar a respirar profundo y pausado. Contar hasta 10 o caminar un poco puede ayudarle a tomar el control de sus emociones y sentimientos.

  • 7. Pedir ayuda

    Si esa sensación de estallar comienza a ganar terreno, se vale pedir ayuda, a un maestro o alguien más. Dale las palabras que necesita para comunicar su necesidad y recibir apoyo, o hasta un permiso para salir a respirar y caminar un poco.

  • 8. Apoyo y elogio

    Cuando hablas con tu hijo, influyes en su corazón y su mente. Tu hijo sinceramente buscará mejorar pero no lo va a lograr pronto, ni de manera fácil. Anímalo, aliéntalo y reconoce sus esfuerzos cada vez que lo intente.

    Sé un ejemplo de lo que predicas controlando tus impulsos y mal genio, él te observa y aprende la lección. No lo olvides.

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