Page 13 of 116
1 11 12 13 14 15 116

Indignación

Por: Elisabeth De Puig 

Nos anima un conservadurismo ciego; sin embargo, promovemos la vulgaridad y la incultura. Negamos a las mujeres el derecho a su cuerpo, resistimos a la educación sexual en las escuelas y nos doblegamos frente al poder de las iglesias.

Todos y todas, al igual que el presidente de la República, estamos indignados por la muerte de la joven pareja cristiana de manos de la Policía. Indignados, pero no sorprendidos. La que nos mueve hoy es la misma vieja indignación que sentimos desde hace decenios frente a la violencia endémica de nuestro país y a la interminable lista de atropellos y desacatos de las autoridades encargadas de velar por nuestra seguridad.

Frente a estas situaciones, que son eslabones de una larga cadena de desafueros, cada presidente ha tenido su librito. El presidente Balaguer removía la mata como si la esencia misma de su gobierno fuera ajena a las arbitrariedades de la época. 

A partir de 2005, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) desarrolló el Plan Nacional de Seguridad Democrática con su gran apuesta Barrio Seguro. Para la ocasión se trajo una moderna y carísima flotilla de motores Harley Davidson para patrullar en sectores de vías angostas.

La incoherente respuesta no funcionó. La vigilancia barrial siguió con motores tradicionales conocidos como “saltamontes”. De acuerdo a las estadísticas, durante el periodo 2004 a 2012 la tasa de violencia fue más alta que en los demás años.

En 2013 el presidente Danilo Medina puso en marcha el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, con el componente de prevención Vivir Tranquilo, y en 2018 se creó la Comisión Nacional de Seguridad Interior con la tarea de crear la estrategia nacional de seguridad ciudadana, que no se implementó. 

En el pasado proceso electoral la seguridad ciudadana fue una de las grandes promesas de campaña. Se insistió en el mejoramiento de las condiciones salariales de los agentes y en el entrenamiento del cuerpo policial. 

Hace poco se anunció la primera fase de la Estrategia Integral de Seguridad Ciudadana. Según lo dado a conocer el plan se concentrará en la política criminal, la seguridad ciudadana y la seguridad nacional.

Como medidas de impacto se informó que se comprarían armas detentadas ilegalmente por particulares, se obligaría a los motoristas a llevar chalecos numerados, se reforzaría la lucha contra la violencia intrafamiliar y se crearía  una “nueva cultura policial”. 

Me da la impresión que el ciudadano de a pie no le ha prestado mucha atención al nuevo plan. Siento que, después de tantas decepciones, se extiende el escepticismo: la gente se siente chiva con cualquier nuevo anuncio o intento de modernización de la Policía. Lo que el pueblo conoce y vive es la ratería, la violencia intrafamiliar, la violencia de la calle, la violencia de la Policía y la violencia de la pobreza.  

Los planes de seguridad ciudadana ambiciosos, integrales, multisectoriales van y vienen, tienen aspectos que funcionan mejor que otros. Incluso se ha tratado de aplicar planes que han funcionado bien en otros países y que, sin embargo, aquí han chocado contra la pared de nuestra realidad y la larga cadena de corrupción y atropellos policiales.

Ni la modernización del modo de vida de amplios sectores de la población, ni el desarrollo turístico, ni los cambios de gobierno han podido poner un freno a una violencia estructural soterrada y endémica, consustancial a la sociedad dominicana de la cual nuestra policía es solamente un reflejo.

La institución policial está hecha a la imagen y semejanza de nuestra sociedad, una sociedad cada vez más fraccionada entre los de arriba y los de abajo.

Es una institución piramidal: los altos mandos se hacen rápidamente millonarios, les siguen los del medio que entran en un sistema de peajes estimulados por los de arriba, que reciben su tajada, y por los mismos ciudadanos que mojan para poder seguir con las actividades delictivas con las que compensan salarios paupérrimos, o simplemente para que los dejen tranquilos.

Abajo, encontramos los recién reclutados, muchas veces con un escaso nivel de instrucción, entrados en las filas de la institución sin filtros reales, muchos de ellos víctimas de la violencia intrafamiliar, provenientes de familias disfuncionales sin modelos de referencia positivo, pero de repente dotados de un arma y a quienes se les pide mano dura en contra del crimen. 

En todo conglomerado humano hay un sistema de dominación social y política que tiende a reproducirse y se expresa en todos los aspectos de la vida social. Quizás valga la imagen del sancocho para ilustrar la República Dominicana de hoy que se compone de una mezcla de elementos variados imbricados unos con otros.

Estamos montados en el tren de la modernidad y de la virtualidad, hablándole un lenguaje del siglo XXI a una población que maneja un escaso vocabulario. Hablamos de empleos de calidad con una lógica económica basada en los bajos salarios. 

Nos anima un conservadurismo ciego; sin embargo, promovemos la vulgaridad y la incultura. Negamos a las mujeres el derecho a su cuerpo, resistimos a la educacion sexual en las escuelas y nos doblegamos frente al poder de las iglesias. No podemos, en la era de la comunicación, predicar la modernidad por un lado y actuar con formas propias del paleolítico por el otro.

Debemos preguntarnos si no es nuestra organización social la que genera las formas de delito que nos indignan. Las diversas redes de tráfico son hoy en día fuentes de enriquecimiento para muchos, hay sectores de poder que las protegen y en ellas participan oficiales y agentes que están supuestos a combatir el delito.

El presidente pidió perdón públicamente y el ministro de Interior y Policía fue personalmente a darles el pésame a los familiares de las víctimas de Villa Altagracia. Estos gestos, como las sanciones, tienen mucho valor. Pero lo fundamental es ir a las raíces del patrón de abusos de la autoridad pública. 

De la misma manera que hay que hacer hincapié en la selección y el entrenamiento de los oficiales y agentes del orden público y en la dignificación de su trabajo, hay que dedicar cuantiosos recursos en la prevención de la violencia social y en la salud psicoemocional de nuestra gente. Entre ella, las fuerzas del orden que salen de las mismas entrañas del pueblo deben estar en la primera fila y más en tiempo de pandemia que exacerba los conflictos.  

Para esto último hay que actuar en la sociedad como conjunto. No podremos cambiar la Policía si no cambiamos la sociedad al mismo tiempo, superando sus injusticias más lacerantes, su corrupción y sus abusos más significativos.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/indignacion-3-8931032.html

Comparte este contenido:

¿Qué es la educación menstrual y por qué la necesitamos?

Por: Sofía García-Bullé

Cuando se habla de la educación menstrual en las escuelas, usualmente es para enseñar a las alumnas a gestionar su menstruación en silencio.

La educación sexual y los temas que cubre son frecuentemente considerados tabú, existe una resistencia histórica a integrar esta vertiente de la educación a la didáctica formal para la salud física. La razón está fuertemente arraigada en el pensamiento colectivo. Cuando hablamos de educación sexual, la carga semántica que supone es usualmente negativa, lo asociamos de inmediato con la práctica del sexo, los embarazos no deseados, la vergüenza social, el juicio sobre los cuerpos y los roles asociados, especialmente los femeninos.

Es tanto el desasosiego causado por esta óptica social que dejamos de lado temas críticos para la integridad física y la salud de las personas. En artículos anteriores hemos hablado de cómo la resistencia hacia la implementación de programas de educación sexual integrales ha desprovisto a los niños de las herramientas para nombrar y protegerse del abuso sexual, o que ha dejado a las mujeres sin herramientas para la gestión de una menstruación digna.

Durante el año pasado y el presente se lograron avances importantes para la incorporación de enseñanzas sobre la salud menstrual en el currículum de las escuelas mexicanas, además de romper barreras cruciales para el abastecimiento de productos de salud femenina en los espacios educativos. Sin embargo, la educación menstrual se sigue considerando un aspecto ajeno al temario de la educación sexual básica pero, ¿qué es la educación sexual y por qué es tan importante incorporarla?

Lo básico de la educación menstrual

La educación menstrual comprende los aprendizajes necesarios para gestionar la menstruación desde una condición natural y empoderante, desprovista de los juicios sociales sobre el cuerpo y el rol del género femenino, priorizando el cuidado de la salud física y mental a través del conocimiento del ciclo y cómo afecta individualmente a cada persona. Una educadora menstrual sería la persona que comunica estos aprendizajes a un grupo de alumnos.

Como se mencionó anteriormente, las instancias de educación menstrual no están integradas en las escuelas pero sobreviven y crecen a base de iniciativas independientes En México existe la iniciativa Mi luna nueva que organiza pláticas y talleres sobre salud femenina. Colombia cuenta con Tyet, una organización que desarrolló metodologías específicas de pedagogía menstrual y que co-crea protocolos de salud e higiene menstrual para territorios latinoamericanos. En Portugal se fundó el Círculo perfecto; mientras que en España Soy 1. Soy cuatro fue una de las primeras instancias de educación menstrual que ha ayudado a más de y formado una comunidad de miles de mujeres. Otras organizaciones de nivel global, que operan en países como Etiopía y Kenia, promueven la educación menstrual considerando incisos importantes del tema como la pobreza menstrual o el impacto ambiental de los productos femeninos desechables.

Existe una necesidad e interés patente por la educación menstrual, pero a pesar de la gran cantidad de esfuerzos independientes para instruir sobre el tema, la educación sexual en las escuelas sigue sin tratar la materia como una piedra angular del temario. ¿Por qué es importante integrarla?

La necesidad de la educación menstrual

“La educación menstrual es urgente”, argumentó Isis Tijaro, antropóloga, educadora menstrual, activista  y fundadora de TYET durante su participación en el programa Todas y Todos, producido por la Universidad de Colombia. Tijaro explicó que la base del problema es cómo se construye culturalmente la idea de la menstruación desde un estigma, asociado con la enfermedad, un tema tabú que debe manejarse en la habitación o en el baño, y del cual no debe hablarse más que para la solicitud de auxilio médico en caso de una complicación.

Las dolencias asociadas con la menstruación y su relación directa con el cálculo de los días fértiles como medio de gestión o prevención del embarazo, son los únicos dos incisos que se conocen y discuten en forma común acerca de este proceso biológico. Como resultado, esta carga social negativa entorpece el esfuerzo hacia la educación para una experiencia menstrual que no provoque ausentismo en las escuelas, que sea eficaz en informar sobre cómo funciona el periodo y detectar sintomatologías de trastornos ováricos o premenstruales, que cree una conciencia de los cuerpos menstruantes sin prejuicios y que conciba la menstruación digna como derecho humano básico.

Cómo maestro o maestra, ¿qué opinas de la forma en que se maneja la educación menstrual y los recursos para la menstruación digna en tu escuela? Si eres estudiante, ¿qué experiencias has tenido con respecto al apoyo escolar o la falta de éste para gestionar tu experiencia menstrual? ¿Han participado en alguna instancia independiente sobre la educación sexual? Cuéntenos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-menstrual

Comparte este contenido:

Cuentos feministas para niñas de América Latina sin príncipes ni princesas

Planeta publica cinco ediciones de ‘Cuentos para niñas rebeldes’ para recordar a 500 mujeres que hicieron historia en Latinoamérica.

“Cuando era pequeña –y aún llevaba nombre de hombre– la mamá de Claudia le relataba un mito mapuche sobre guerreros tocados por la fuerza femenina de la luna”, empieza un cuento de dormir para niñas chilenas. La pequeña en la historia, la indígena mapuche Claudia Ancapán Quilape, “se sentía identificada con esos guerreros femeninos, sin entender del todo por qué”. Pero después de enfrentarse a malvados profesores que la discriminaban por querer ser una niña, Claudia es ahora una mujer transgénero de 44 años que “lucha por los derechos de las mujeres, contra la violencia obstétrica y por la protección de los niños y niñas transgénero”. Y colorín colorado, Claudia, como los guerreros lunares, se convirtió en su propio cuento para niñas.

La editorial Planeta publicó, en el Día Internacional de la Mujer, cinco nuevos libros titulados Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, y en su versión chilena se encuentra el cuento de Claudia con los de otras 99 mujeres. Cada edición –en Argentina, Chile, Perú, México, y una para Ecuador y Colombia– trae 100 cuentos muy cortos de mujeres de su país, cuentos en los que no hay príncipes ni princesas esperando ser rescatadas, sino mujeres que han cambiado la historia a nivel regional, local, o barrial. “A veces las mujeres ejemplares de las que más puedes aprender son aquellas que han estado a la vuelta de tu casa”, dice la introducción del libro en las cinco ediciones.

En los cuentos hay mujeres latinoamericanas tan famosas como las cantantes Chavela Vargas o Lila Downs, pero otras mucho menos conocidas por la región como Dorothy Ruiz Martínez, una científica mexicana que trabaja en la NASA. En la edición de Perú, además de resaltar a la poeta Blanca Varela o la heroína de la independencia Micaela Bastidas, está junto a ellas Isabel Cortez: una mujer que trabajó muchos años en el servicio de limpieza desde que era menor de edad, hasta que “se convirtió en la vocera de todos los empleados de limpieza, y se enfrentó a las autoridades para conseguir que sus condiciones laborales fueran más dignas y justas”.

Ilustración de Isabel Cortez, barrendera en Lima que fue candidata a la elecciones al Congreso de Perú.
Ilustración de Isabel Cortez, barrendera en Lima que fue candidata a la elecciones al Congreso de Perú.DIZZY FRANK / EDITORIAL PLANETA

“Son mujeres que encuentran su súper poder, por así decirlo, a partir de la rebeldía”, explica Myriam Vidriales a EL PAÍS, directora de marketing y comunicaciones en Planeta para América Latina, sobre el criterio editorial básico que tuvieron los múltiples equipos de editoras en la región para hacer estos libros. “En cada vida hay algo extraordinario, pero ¿cómo pones el foco en eso extraordinario? Eso es lo que hace de esa vida un cuento de hadas”.

Estas nuevas cinco ediciones tienen una edición madre. En 2016 dos autoras italianas que viven en California, Elena Favilli y Francesca Cavallo, publicaron Rebel Girls, un primer libro de 100 cuentos con mujeres de todo el mundo – como Michelle Obama, Coco Chanel, Cleopatra y Aung San Suu Kyi– que fue traducido a 26 idiomas. Las tres ediciones previas en español –del 2017, 2018 y 2020– han vendido más de un millón de ejemplares en América Latina y España, lo que lo convierte en uno de los libros más vendido por Planeta en los últimos años. “A través del simple y sencillo relato de lo extraordinario en las vidas de estas mujeres el libro se convirtió en un fenómeno,” dice Vidriales.

Para las cinco ediciones en América Latina –y una sexta que se publicará en Uruguay en abril– editoras de Planeta hicieron largas listas que luego compartieron y discutieron con Elena Favilli y su equipo de Rebel Girls en Estados Unidos. Después de llegar a un acuerdo sobre las 100 mujeres que entrarían en cada libro, decenas de ilustradoras en cada país hicieron los 500 dibujos que acompañan a cada una de los cuentos. A varias de las mujeres retratadas, sobre todo las menos conocidas, las editoras las entrevistaron, y cada una de ellas recibió una notificación anunciando que iban a ser, a partir de ahora, un cuento para “niñas rebeldes”.

Pero lo más interesante de las cinco ediciones ahora en librerías es intentar descifrar su selección. Además de las mujeres más conocidas regionalmente – de Sor Juana Inés de la Cruz en México a Alejandra Pizarnik en Argentina– los cinco libros hacen cierto eco a lo que muchas feministas han estado intentando reflejar en los movimientos: entender que la experiencia femenina es extremadamente diversa (o interseccional) y por eso, además de las mujeres más blancas o privilegiadas que han cambiado el mundo, están todas aquellas que han recibido menos reconocimiento en la historia del feminismo latinoamericano: las pobres, las transgénero, las indígenas o afrodescendientes.

Ilustración de la Asociación de Parteras Unidas Del Pacífico.
Ilustración de la Asociación de Parteras Unidas Del Pacífico.CATALINA VASQUEZ / EDITORIAL PLANETA

La edición colombiana, por ejemplo, tiene un cuento dedicado a la Asociación de Parteras Unidas Del Pacífico, un grupo de mujeres afrocolombianas que viven en el occidente del país y que “enseñan a las jóvenes cómo manejar su menstruación, a las mujeres embarazadas a cuidarse para que sus bebés nazcan sanos, y las ayudan a parir”. Aunque muchas de ellas han sido víctimas de la violencia del conflicto armado colombiano, y sus prácticas tradicionales no siempre son reconocidas por la medicina occidental, lograron conformar una asociación que reúne a unas 1.600 mujeres y que su saber ancestral se reconociera como patrimonio nacional. “Demuestran que cuando las mujeres se juntan, son imparables”, se lee el cuento.

“Es un libro abiertamente feminista, pero no es un libro que uno va por la vida diciendo que es un manifiesto,” dice Vidriales. El libro, por ejemplo, tiene un claro enfoque liberal en defensa de los derechos reproductivos de las mujeres: hace varios perfiles de mujeres que han sido claves para aprobar el derecho de las mujeres al aborto, como la abogada Argentina Nelly Minyersky (la reina verde, como se le conoce en Buenos Aires) o Mónica Roa, la abogada colombiana que logró en 2005 que en su país se aprobara el dere

cho al aborto en tres causales. “Había una vez una niña que soñaba con ser la Mujer Maravilla y cambiar el mundo”, arranca el cuento sobre Roa.

Las primeras mujeres en llegar a cargos públicos importantes –la expresidente de Michelle Bachelet en Chile, las argentinas Eva Perón y Cristina Fernández de Kirchner, o la primera alcaldesa de Bogotá Claudia López– también tienen su lugar en los cuentos para niñas rebeldes, aunque Planeta intenta ser cuidadosa con el contexto político de cada país (la primera edición traducida del 2017, que incluía a la primera ministra de Inglaterra Margaret Tatcher, fue excluida de la edición Argentina pues esta política impulsó la guerra en las Malvinas). “No son el manifiesto de Las Tesis”, dice Vidriales de Editorial Planeta sobre el aspecto político de los cinco libros, “pero son un dulce con fuego feminista envuelto”.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2021-03-18/cuentos-feministas-para-ninas-de-america-latina-sin-principes-ni-princesas.html

Comparte este contenido:

El Salvador: Cada día 117 niñas y adolescentes consultan en el sistema de salud por riesgos en embarazo o parto

América Central/El Salvador/12-03-2021/Autora : Evelia Hernández/Fuente: www.elsalvador.com

Las adolescentes menores de 16 años tienen riesgo de defunción materna cuatro veces más alto que las mujeres de 20 a 30 años.

En promedio, 117 niñas y adolescentes, entre 10 a 19 años, solicitaron atención a diario en centros de salud públicos por complicaciones de embarazo y partos, según datos oficiales del Ministerio de Salud, de enero a diciembre de 2020. En total, en ese lapso, hubo 42,919 atenciones por riesgo de parto y embarazos, siendo esta la primera causa de consulta entre niñas y adolescentes.

Para el salubrista, Francisco Erazo, el reporte de las causas más frecuentes de consulta ambulatoria atendidas en la Red de Establecimientos de Salud del Ministerio de Salud (Minsal) es preocupante, debido que los datos sobrepasan las infecciones de vías respiratorias que fue de 29,187, tomando como parámetro la pandemia de COVID-19.

“Es alarmante en niñas de 10 a 19 años, el embarazo y el parto sea la primera causa de consulta a nivel del sistema de salud. Las adolescentes menores de 16 años corren el riesgo de defunción materna cuatro veces más alto que las de 20 a 30 años y la tasa de mortalidad de los neonatos es de casi un 50 %”, mencionó Francisco Erazo, especialista en el riesgo de embarazos en menores de 19 años.

Agregó que las complicaciones de parto es la segunda causa de muerte durante el embarazo, parto o posterior al alumbramiento, entre las mujeres de 15 a 19 años.

Entre los riesgos médicos durante el embarazo adolescente están las complicaciones a nivel neonatal, partos prematuros, preeclampsia, eclampsia y abortos.

En 2018 a 2019 las inscripciones de embarazos de 10 a 19 años fueron 17,251. Los partos atendidos fueron 17,505. “Esto quiere decir que muchas de las adolescentes que están embarazadas no reciben un control prenatal de ninguna institución de la red nacional, entonces tenemos 250 más que no fueron captadas dentro de su embarazo, pero que sí llegaron a la atención de parto de los hospitales. Hay un subregistro de este número que si nos vamos a los que no llevan control prenatal y las que verifican con un parto intradomiciliar el registro se vuelve más alarmante”, comenta Erazo.

Según datos preliminares del Minsal, en 2020 nacieron 64,877 bebés. De estos 1,411 son neonatos de madres en edades de 11 a los 15 años, lo cual representa el 2.17 % del total de los nacimientos.

Entre los registros hay 15 nacimientos de partos de niñas de 12 años, mientras que en la edad de 13 años hay 88 partos.

La mayoría de los partos están en niñas de 14 años con un nacimiento de 359 bebés y 948 partos de niñas de 15 años.

Según Francisco Erazo, aunque hay una leve disminución en los datos, estos se asemejan al mapa de embarazos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) de 2017. “Estamos viendo una tendencia muy similar, ni un marcado aumento es preocupante, se mantiene, no estamos haciendo mucho. Son 117 niñas las que llegan a un sistema de salud a buscar atención, faltan los casos que quedan en subregistro que no llegan a pasar consulta y que llegan cuando es una complicación sumamente grave, entonces es una sobrecarga para el sistema de salud que es una patología prevenible desde el punto de vista de una educación sexual”, comenta el salubrista.

Además: Judit y las heridas de un embarazo a los 13 años: “Casi lo pierdo, ya estaba afuera”

Para Erazo es importante el tema de la educación sexual, la cual es considerada un tabú, mientras hace alusión a una educación sexual integral en donde los niños aprenden desde pequeños sobre higiene en sus genitales hasta sus derechos como niños.

SUBREGISTRO DE EMBARAZOS EN NIÑAS

“La falta de asistencia a escuelas y el confinamiento en los hogares limita la posibilidad de que se identifique el embarazo de una niña o adolescente; igualmente, la falta de contacto con personas y entornos protectores impide identificar y proteger a las niñas y adolescentes. A lo cual hay que sumar que, el sistema de salud ha centrado su atención y sus servicios en atender la pandemia y las familias tienen temor de acercarse a los centros de salud por temor al contagio. Tratándose de niñas y adolescentes embarazadas la situación es más compleja; si la violación o el abuso ocurrió en el seno familiar o en el entorno cercano se suele ocultar y proteger al agresor, quien en muchos casos es también proveedor”, afirma, Zaira Navas.

“El motivo de la pandemia, incluso ahorita que no estamos en cuarentena existe el temor de ir a pasar consulta a un centro de salud. En zonas rurales, aún se siguen dando partos domiciliares y embarazos infantiles, donde una niña de 15 años tiene su segundo embarazo. Y su pareja de vida tiene 45 años y es donde se hace la pregunta qué poder de decisión tiene esta niña sobre sus derechos sexuales en una relación con un adulto”, cuestionó.

Erazo argumenta que cuando se habla de un embarazo infantil se ve como una situación alejada, que no se da mucho; sin embargo en zonas rurales es muy alarmante esa situación.

“Los riesgos médicos en embarazos en niñas es alto, el cuerpo de una niña no está preparado para un embarazo, hay riesgo psicológicos, riesgos sociales, dentro de riesgo médicos hay partos prematuros, anemia, desnutrición, preeclampsia, abortos expontáneos, malformaciones congénitas e infecciones de transmisión sexual”, advirtió Erazo.

Según proyecciones del salubrista, el 60 % de los servicios del sistema de salud corresponde a atenciones maternas y fetales. “Es decir ese montón de niñas que estamos viendo en las cifras consumen el gasto que se da para el funcionamiento de los hospitales, un consumo del 60 % de gasto hospitalario que deja de aportarse para otro tipo de enfermedades como pacientes con insuficiencia renal, diabéticos, que son los que se quejan que tienen una mala hospitalización”.

Mientras que la lectura que hace la abogada y exdirectora del Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia, Zaira Navas, es que aunque los embarazos en niñas y adolescentes han disminuido, hay datos que se encuentran ocultos, debido a la desatención que se ha dado, producto de la pandemia por el nuevo coronavirus.

“Para 2019 la tasa de embarazos por 1,000 niñas y adolescentes de 14 a 17 años era de 14.8. Es decir que la disminución reportada, aunque se refiere a niñas, adolescentes y mujeres entre los 10 a los 19 años, puede estar relacionada a la disminución que ya se venía presentando”, en años anteriores comentó Navas.

Sin embargo, al hacer un análisis sobre las causas del embarazo en niñas y adolescentes de 10 a 14 años, las cuales están relacionadas a violaciones y estupro, “en su mayoría, atribuidas a ‘personas conocidas’, padres, padrastros, hermanos, tíos, vecinos y personas del entorno comunitario y los lugares en que ocurren las violaciones y el estupro.

“Es factible afirmar que el período de la pandemia y las medidas como la cuarentena, en lugar de generar una disminución, fueron propicias para el incremento de estos abusos sexuales y del embarazo, el cual ha de ser una cifra oculta, en la medida que los servicios de salud no han funcionado en forma regular; las niñas y adolescentes no han salido de sus hogares y ha existido menos oportunidad para denunciar los abusos. Incluso, pueden haberse producido partos extrahospitalarios y existir un subregistro. Lo cual es muy grave”, declaró Navas.

Además expone que las cifras de embarazos pueden ser menores debido a que las jóvenes y niñas no están acudiendo a la escuela y centros de estudio, los cuales han sido espacios que permiten identificar el estado de salud de ellas. Además, añadió que otro elemento que debe considerarse en los embarazos adolescentes es en el control que ejercen las pandillas en las comunidades. “La esclavitud sexual a la que someten a niñas y adolescentes y el temor de las familias a denunciar y a acudir a controles prenatales si no se los autoriza la pandilla”.

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/eldiariodehoy/covid-19-embarazos-ninas-adolescentes-sistema-de-salud/814294/2021/
Comparte este contenido:

Proponen ley para combatir el embarazo precoz y abuso de menores en Panamá

Un anteproyecto de ley que busca reducir los embarazos adolescentes, las enfermedades de transmisión sexual y prevenir los abusos a menores en Panamá fue presentado al Parlamento del país, que mantiene uno de los índices de gestación precoz más altos de la región.

La propuesta de ley plantea que se combatan estos tres problemas mediante la educación, y surge en medio del escándalo de abusos sexuales y maltratos físicos y sicológicos a menores en albergues, instituciones estas que están supervisadas por el Estado a través de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf).

«Estos tres problemas no son de ahora sino de hace mucho tiempo. El caso de la Senniaf los sacó a relucir. El proyecto lo que busca es resolverlos por medio de la educación, que es clave en estos aspectos», explicó a Efe el diputado independiente y proponente del anteproyecto, Gabriel Silva.

Un informe de 700 páginas elaborado por una subcomisión parlamentaria denunció a inicios de febrero pasado que decenas de menores sufrieron abusos sexuales y malos tratos en albergues, muchos de ellos con algún grado de discapacidad, en casos que se remontan a 2015 y que según los testimonios de las víctimas de violación involucran a religiosos y cuidadores e inclusos abortos.

EDUACIÓN, EL ARMA PARA COMBATIR EL PROBLEMA

El anteproyecto de ley del diputado Silva plantea minimizar los embarazos adolescentes, las enfermedades de transmisión sexual y prevenir los abusos a menores en Panamá a través de un plan educativo que se implementará en escuelas públicas y privadas, albergues y centros para jóvenes del sistema penitenciario.

«En Panamá hay un promedio de 29 menores de edad quedan embarazadas todos los días, con sus consecuencias económicas, educativas y de salud. También hay dos problemas más que se intentan resolver, la infecciones de transmisión sexual y los abusos a menores, que van en incremento», añadió Silva.

Panamá arrastra desde hace décadas cifras de embarazos adolescentes que encienden las alarmas internacionales, pues junto con Guatemala y Nicaragua lidera las tasas más elevadas de la región, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

En 2019, unas 4.652 niñas entre 10 y 19 años quedaron embarazadas, y en el primer trimestre de 2020 -los últimos datos registrados-, hubieron 2.652, con una media de 29 embarazos diarios, siendo la comarca indígena Ngabe Bugle y la provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, las que más afectadas, según datos del Ministerio de Salud (Minsa) de Panamá.

En los últimos años se han presentado algunos proyectos para incluir la educación sexual en las escuelas de Panamá, pero han generado debate y afrontado gran oposición de parte de grupos religiosos y que se autodenomina «profamilia», que han impedido su aprobación.

El plan educativo que plantea el anteproyecto «involucra a los padres» que están «invitados al diseño de los cursos de la escuela, etc», dijo Silva, que sostuvo que hay jóvenes que «se merecen esta educación científica, ser protegidos y apoyados».

Así, se propone un «programa educativo científico, contrastando las ciencias naturales, sin ideologías ni interpretación», con el fin de intentar «resolver el problema sin importar qué aspecto religioso o ideológico esté», añadió el diputado.

En Panamá, según detalló, no hay una política de Estado que eduque a los menores en la salud sexual. Esto se reduce a una decisión particular de las escuelas.

«Los niños y niñas no están siendo educados y la consecuencia son estos embarazos precoces, con 12, 13 o 14 años no saben las consecuencias, cómo prevenirlos ni sus derechos, tiene que saber cuidarse y respetarse a si mismo y a lo demás», argumentó Silva.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/panam%C3%A1-embarazo-adolescente_proponen-ley-para-combatir-el-embarazo-precoz-y-abuso-de-menores-en-panam%C3%A1/46420428

Comparte este contenido:

Reportaje. Maternidades forzadas: tres testimonios sobre la violencia que enfrentan niñas y jóvenes indígenas en Perú

Al machismo aún presente en sus comunidades, se suman la falta de educación sexual, el acoso de profesores, las trabas para denunciar y el maltrato del personal de salud hacia las jóvenes indígenas que enfrentan la violencia sexual desde la niñez.

«A veces por necesidad las chicas tienen que ir a trabajar afuera. Entonces ahí es donde sus patrones o sus jefes se aprovechan de ellas. Muchas veces los padres piensan que nosotras tenemos la culpa», cuenta ‘Rosa’, una joven yanesha de 19 años. Ella habita en la comunidad nativa Ñagazu, en Pasco, región del centro del Perú. De acuerdo al ‘Reporte Nacional sobre la situación de violencia sexual y embarazo forzado en niñas y jóvenes indígenas‘ del Centro de Culturas Indígenas del Perú (CHIRAPAQ), en 2019 las niñas indígenas de Pasco solo interpusieron denuncias por violencia sexual en 50% de los casos.

En la experiencia de ‘Rosa’, los padres no apoyan a las adolescentes que sufren una violación. Peor aún, las castigan. “Es algo que al escuchar las demás, también da miedo. Piensan que sus padres van a actuar igual”, explica. Ese es solo uno de los obstáculos que enfrentan las niñas y jóvenes indígenas para obtener justicia.

El costo de denunciar

Pese a las diferencias que existen entre las comunidades indígenas de nuestro país, todas comparten una constante: trabas para interponer una denuncia formal, más aún en casos de violencia.

‘María’ tiene 26 años y se identifica como mujer indígena quechua. Nació en el distrito de Cayara, Ayacucho, pero se mudó a Huamanga para estudiar. Ahí, hizo sus prácticas en psicología en un centro al que acudían mujeres de zona rural que habían sufrido violencia. “Terminan abandonando sus demandas porque dicen ‘es muy lejos, gasto pasaje, con quién dejo mis animales’ y dejan el caso”, comenta.

Desde Pasco, ‘Rosa’ observa una situación similar. En su comunidad, el primer paso para reportar casos de violencia es reportarlo al jefe y elaborar un acta. Es posible que se sancione al presunto agresor, o que se le perdone. Cuando hay varios antecedentes, el caso pasa a la Defensoría Municipal del Niño, Niña y Asolescente (DEMUNA) o al Centro de Emergencia Mujer (CEM).

«¿Qué pasa si el jefe de la comunidad en vez de apoyarnos solo lo archiva? Ellos piensan que es un gasto, que mejor es no gastar nada. Y las entidades responsables muchas veces no logran aconsejar a las jóvenes qué hacer cuando sucede un caso de violencia sexual», cuenta.

Este año se presentó ante las Naciones Unidas el caso de ‘Camila‘, una niña indígena que quedó embarazada por continuas violaciones de su padre. En lugar de protegerla, una fiscal la acusó de provocarse un aborto y abrió una investigación donde Camila fue revictimizada una y otra vez.

Por situaciones así, la activista indígena Gladis Vila sostiene que no son solo el tiempo y el presupuesto lo que desaniman a las víctimas de denunciar. También es la desconfianza en el sistema judicial. «En muchos casos, finalmente la instancia declara la denuncia improcedente. Entonces, ¿has hecho tanto para qué? Estos ejemplos hacen que nadie más quiera denunciar», explica.

Cuando el agresor está en las aulas

‘Pierina’ tiene 18 años y es una joven asháninka de la comunidad de Cushiviani, Junín. En el colegio, fue testigo de cómo profesores se acercaban a sus compañeras, hacían comentarios sobre sus cuerpos e incluso las invitaban a sus casas. También a ella le sucedió.

«Me hacía gestos que no me gustaban para nada. Traté de ignorarlo, hasta que una vez me dijo que pasara a su salón, donde no había nadie. Le dije ‘no profesor, yo no’. ‘¿Te vas a asustar? No te va a pasar nada’, me decía. Desde esa fecha, no me quiero acercar. No lo saludo, no me importa que me diga mal educada», señala.

Además de esos incidentes, ‘Pierina’ cuenta que el profesor le envía mensajes por redes sociales. Ella guarda las conversaciones y le contó a su mamá. «Si en algún momento él me baja las notas, yo lo denuncio. Hago mi denuncia por escrito», asegura.

No se trata de un caso aislado. Pero, como consta en el reporte nacional elaborado por CHIRAPAQ, la mayoría de estas situaciones se normaliza y la única alternativa que se le da a las adolescentes es que ignoren o eviten a los profesores.

En 2001, Gladis Vila acompañó la denuncia contra un profesor acusado de violar a 72 niñas en un colegio de Huancavelica. “Muchas mamás me decían: “mejor no digamos que mi hija ha sufrido eso, ¿porque quién va a querer casarse con mi hija si ha sido violada?”, cuenta. Para ella, lo más decepcionante del caso fue que después de tanto esfuerzo, la única sanción que recibió el docente fue administrativa.

“Lo único que hacen es sacarlo del colegio. Y hemos encontrado docentes que han hecho lo mismo en varias comunidades, son reincidentes, pero eso nadie lo ve”, indica Vila. Así, solo algunos casos son sancionados por el Ministerio de Educación y difícilmente llegan a tener una sanción penal.

violencia niñas indígenas

Educación sexual ausente

Cuando ‘Pierina’ estaba en cuarto de secundaria, una de sus amigas quedó embarazada. En el colegio, los profesores bromeaban sobre los métodos anticonceptivos que podían usar. «Un profesor nos decía ‘Abstenerse chicos, abstenerse. Nada, nada, nada. Ese es el mejor método’», relata.

‘María’, joven quechua de Ayacucho, estudió en un colegio religioso. Recuerda que ahí el discurso se centraba que como mujeres se tenían que comportar, pero una vez acompañó a una amiga cuando se iba poner una ampolla mensual y aprovechó para hacer preguntas a una obstetra. «La experiencia no fue buena. Te hacen sentir como que por qué tú estás pidiendo esa información siendo tan joven», explica.

Sin una guía, las adolescentes embarazadas también reciben mal trato por parte del personal de salud. “Cuando mi compañera dio a luz, en el hospital le dijeron ¿Ya ves por estar con tus locuras? y le empezaron a hablar así ¿ves? Por andar en esto, haciendo esas cosas, ¡ay los adolescentes! decían”, cuenta ‘Pierina’. La joven asháninka conoce casos en los que se discriminaba a personas de su comunidad por hablar en su lengua. “‘Habla bonito que yo no te entiendo’, les gritaban”.

En casos de violación sexual, las niñas y adolescentes deben recibir el kit de emergencia que contiene la píldora del día siguiente para evitar embarazos no deseados. “En las comunidades es un lujo tener ese acceso. Te hacen demostrar que efectivamente has sido violada, pareciera que quieren un vídeo del momento. Realmente estamos llevando a las niñas y adolescentes a una situación crítica”, lamenta Gladis Vila.

En agosto, el Ministerio de Salud aprobó una directiva que precisa la obligación de una atención diferenciada para niñas, adolescentes y mujeres indígenas, además de otros grupos vulnerables. Un avance importante, pero no una solución. “Es una parte, pero tiene que caminar junto con la educación», concluye Tarcila Rivera Zea, vicepresidenta de CHIRAPAQ.

Hasta que no cambien esas mentalidades, la salud de las niñas y adolescentes indígenas siguen en riesgo.

Desprotegidas

Entre 2012 y 2020, cada día al menos una niña de 10 a 14 años que vive en zonas rurales se convierte en madre, de acuerdo al reporte de CHIRAPAQ. En ese período, la tasa de crecimiento promedio de la maternidad infantil forzada fue de 78% para niñas rurales. Un contraste alarmante con la tasa para el caso de niñas urbanas: 29%.

La relación de estas cifras con la violencia sexual es innegable, pues las relaciones sexuales con menores de 14 años, se consideran una violación. En 2019, se registraton 573 casos de violencia sexual en niñas indígenas entre 10 y 14 años. Además, 731 casos en jóvenes de 15 a 29.

Un reportaje de Wayka

Fuente: https://elbuho.pe/2020/12/maternidades-forzadas-tres-testimonios-sobre-la-violencia-que-enfrentan-ninas-y-jovenes-indigenas/

Comparte este contenido:

Entrevista a Lola González Bermejo: «Necesitamos educación sexual, no solo para los adolescentes»

La psicóloga y educadora sexual participó en el programa Embárcate sobre sexualidad

La psicóloga y educadora sexual del centro sexológico Borobil, de Bilbao, Lola González Bermejo, protagonizó este martes el programa de encuentros telepresenciales Embárcate que dispone el Ayuntamiento de Huesca con la colaboración del Ministerio de Igualdad, dentro del Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

La experta puso sobre la mesa la visión de la sociedad sobre lo que son las relaciones interpersonales sanas e insanas, bajo el título Relaciones afectivo-sexuales tóxicas en la que advirtió sobre algunas de «las señales que te pueden ayudar a identificar si tienes una relación insana, porque yo no hablo de la palabra tóxica, prefiero hablar desde lo sano».

En este sentido, explicó con ayuda de un powerpoint, señal a señal, cómo se pueden definir las relaciones entre parejas, entre amigos o familias y los asistentes pudieron aportar ejemplos y experiencias. Así, reveló la experta que «una relación en la que no se está ejerciendo el buen amor está relacionada con, por ejemplo, la intensidad con la que se vive esa relación, el aislamiento, el menosprecio o la manipulación, señales que no siempre son sencillas de ver». Pero también indicó cuales son las señales de las relaciones sanas como la honestidad, la confianza, la equidad o la amabilidad, «porque quiero que aprendamos a relacionarnos bien y amar bien es un aprendizaje, algo que parece que es innato socialmente, pero no».

De este modo reivindicó González la necesidad de una formación integral de calidad sobre educación sexual en todos los ámbitos, «porque necesitamos educación sexual no solo para los adolescentes, también los niños, los padres, el sistema sanitario o el educativo, porque no existe y, además, ni siquiera somos conscientes de cómo lo hacemos».

En otro orden de cosas, explicó cómo trabajan los profesionales de la sexología, lo mucho que se desconoce su labor y añadió: «Se piensa que solo nos centramos en coitos y orgasmos pero lo que abarcamos en realidad es la interacción entre los sexos, cómo quererse a uno mismo e interactuar».

Para participar en el programa, que continúa hasta mayo, es necesario apuntarse por WhatsApp (606 813 659) o email (pirene@huesca.es).

Fuente: https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/sociedad/2021/02/24/lola-gonzalez-bermejo-necesitamos-educacion-sexual-no-solo-para-los-adolescentes-1238715-daa.html

Comparte este contenido:
Page 13 of 116
1 11 12 13 14 15 116