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Esquizofrenia solidaria

Por Darío Balvidares

La pandemia ha facilitado y puesto en la superficie un universo con rasgos esquizofrénicos, algo que ya se había manifestado en otras oportunidades de “catástrofe”, entre ellas, los efectos del huracán “Katrina” (2005) en Nueva Orleans, donde las políticas estadounidenses, lejos de velar por las más básicas cuestiones sociales y habitacionales, la ocurrencia fue, charterizar las escuelas públicas, aplicando la doctrina del shock, como tan bien lo explica Naomi Klein1.

Cabe aclarar que la interpretación de esquizofrenia que se propone en este artículo intenta acercarse a la que utilizó Fredric Jameson2, de carácter descriptivo, no clínico; la que plantea el quiebre de la relación entre significantes en los discursos sociales.

Y también una conceptualización teórica descripta y explicada por Alfredo Grande3 y que consiste en la diferencia entre sustitución y restitución (en relación con lo vincular).

Dice Grande que el vínculo tiene marcas corporales, pero en estas épocas de pandemia, distanciamiento y aislamiento social obligatorio, la virtualidad mediatiza el vínculo.

El tema es que, probablemente, la virtualidad nos permita visualizar la apariencia de haber sustituido el vínculo, pero lo que allí se genera es la restitución, no la sustitución, dirá Alfredo Grande, poniendo el ejemplo del histórico dicho: le vendieron gato por liebre. Para continuar afirmando, que se pierde la esencia. En cambio, la sustitución del vínculo se explica cuando en el lugar de una flor que se marchitó, existe otra flor.

Podríamos agregar que tal es el caso de las redes vinculares en la escuela como espacio de sentido y su restitución digital en las redes virtuales.

En la escuela se multiplican de manera dinámica las redes vinculares que fluyen de manera permanente con vínculos que se sustituyen periódicamente, se generan y regeneran, se establecen sobre una cadena de significantes que le otorgan sentido.

Sería casi infinita una descripción de lo que estamos exponiendo en estas últimas líneas, pero el lector encontrará los ejemplos que aquí describimos de manera teórica.

La escuela virtual (para calificarla de algún modo en la coyuntura que nos toca vivir) rompe esa cadena de significación vincular, ya no hay marcas en el cuerpo, solo puede restituir, con la consecuente pérdida de la esencia.

El oxímoron, “distanciamiento cercano” que propone la virtualidad, establece una relación “deshumanizada”, hasta tal punto que habría que preguntarse qué ocurre durante el tiempo de aislamiento con les niñes y jóvenes y sus realidades familiares en lo cotidiano y suponiendo que todes tengan algún tipo de aparato que les permita la presencia digital, cosa que tampoco es así, producto del empobrecimiento del 50 % de les niñes y adolescentes, entre otros factores.

Esto sin entrar en el quiebre de la sintaxis de cercanía en lo que refiere al curriculum, ahora virtualizado y operado desde las propias plataformas llamadas educativas, lo que empuja aún más al docente al papel de facilitador como lo define, en su posmoderno perfil, la literatura de la reforma economicista de la educación.

Es claro que la tecnología es otro medio de producción de sentido, que instala la generación de lo inmediato, pero también es cierto que es un instrumento de penetración cultural e ideológica, además un negocio obscenamente billonario.

7 de los primeros 15 millonarios del mundo tienen compañías tecnológicas, en conjunto sus fortunas personales suman 476.7 billones de dólares4, sin tomar en cuenta el valor, también obsceno, de sus compañías.

Era necesario hacer esta breve aclaración, porque son esas fortunas las que nos imponen, desde distintas perspectivas y con diversas estrategias, el uso y la interactuación con el espacio tecnológico en todas sus manifestaciones para no ser declarado “analfabeto digital”.

En ese movimiento pendular entre los poderosos “proveedores de tecnología” y los “usuarios”, se manifiesta la brecha perversa del sistema injusto y desigual que restituye la relación de colonialidad con apariencia vincular, en el nivel macro. Y en el nivel micro, genera la ilusión de la “sustitución” del vínculo desde la virtualidad.

Solidaridad: ¡Te vendo el curriculum!

Misiones fue una de las provincias en ampliar el contrato con los servicios de Ticmas, en cuanto se suspendieron las clases, primero por el avance del dengue e inmediatamente por el COVID-19.

Se puso en funcionamiento una plataforma virtual que era de carácter optativo para los docentes, pero por la cuarentena se implementó la obligatoriedad y su utilización y se extiende a todo el territorio provincial: “Misiones tiene pensado apostar por una plataforma virtual llamada Guacurarí para que los chicos no pierdan la rutina escolar y firmaron un convenio con Ticmas, que se encargará de ofrecer los contenidos que plantean los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAPs) en las distintas materias (…) Estamos en una situación de emergencia. A veces esas situaciones son una oportunidad. En la provincia hace años estamos apostando por la innovación educativa. Fuimos trabajando en formación docente continua y desarrollo de materiales. A la plataforma se puede acceder desde computadores o celulares. ‘Creemos que podemos dar una solución rápida, real y de impacto para que este período no se transforme en unas vacaciones planteó el ministro de Educación Miguel Sedoff, que acompañó al gobernador en la conferencia explicativa”5

Esta breve cita abre la posibilidad de pensar en principio varias perspectivas de análisis; Ticmas no es una simple plataforma virtual, Ticmas es una empresa corporativa que ingresa en el sector más sensible del sistema a través de los mecanismos de la endoprivatización, prueba de ello fue su fastuosa presentación en la Feria del Libro del año pasado en la que pasaron por su estand, dando charlas y conferencias, muchos de los nombres de los llamados “especialistas”, que se referencian con el “Observatorio Argentinos por la Educación” (la fundación de ceos empresariales que funciona como “servicio de consultoría” privado con influencia ministerial) es decir, que representan la voz fundamentalista del proceso (permanente) de reforma, junto a “Educar 2050” y “Enseña por Argentina”, entre otras fundaciones; para ampliar el espacio endoprivatizador.

Justamente en mayo de 2019, escribía un artículo6 en el que decía, que TICMAS se presenta como una plataforma digital de aprendizaje, pero en realidad es un potente negocio con penetración ideológica.

Veamos, el Grupo VI-DA es el propietario de TICMAS, sin embargo, “a través de Omidyar Network, junto a Elevar Equity y The Rise Fund invierten en la empresa argentina Grupo VIDA para impulsar el lanzamiento la lectura digital y la educación (…) los fondos respaldarán el lanzamiento de TICMAS, una nueva plataforma educativa cuyo objetivo es brindar apoyo a profesores y estudiantes para fomentar la inclusión digital, el desarrollo de habilidades blandas y el aprendizaje basado en proyectos7.

Además de los convenios, Ticmas promociona sus plataformas de manera individual: “Todo el contenido curricular que tu hijo necesita para mantenerse activo en sus aprendizajes, disponible para consultarlo y utilizarlo cuantas veces quieras. Una excelente herramienta para seguir estudiando una vez que la pandemia haya finalizado.

Al comprar la suscripción anual, estarás adquiriendo todo el contenido curricular correspondiente a todo el año escolar, para el nivel secundario de tu hijo.

Suscripción Anual

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  • Se adquiere por nivel de estudios de tu hijo

  • Precio habitual $38008

La cita que surge de la propia página web, restituye lo que la escuela tiene la imposibilidad de dar: el contenido curricular que tu hijo necesita, haciendo la oferta de los contenidos de nivel primario de la CABA y provincia de Buenos Aires.

TICMAS vende el contenido curricular como mercancía, generando una “necesidad” ilusoria, además de contribuir de manera eficaz a la profundización de las desigualdades y con un ademán publicitario obsceno frente a la pandemia viral: Precio especial COVID- 19 (…) Precio habitual $ 3800.

Lo que queda de manifiesto es que en el contexto de contagio viral y perplejidad social se aprovecha la “oportunidad” de implantar los formatos corporativos de endoprivatización educativa.

Esto señala cada vez más el avance del proceso de tercerización del sistema; los docentes no tienen participación o su participación no es para debatir posibilidades frente a la coyuntura, sino para transformarlos en meros facilitadores de un curriculum del que tampoco participan y con actividades diseñadas por la corporación en lo que podríamos llamar: la fase superior de la concepción bancaria de la educación, ahora: ¡digitalizada!

Como vemos, no se trata de una inocente plataforma digital donde aparecen inversiones millonarias en dólares porque los inversores padecen de filantropía aguda.

¡Venden! Los contenidos curriculares a los gobiernos y a las familias.

Pierre Omidyar es el titular de Omidyar Network y de eBay, empresa valuada en 31.500 millones de dólares.

Mientras que su fortuna personal era de 12.7 billones de dólares en 2019, el dueño de esas empresas y copropietario de cadenas de resort, hoy tiene 13,1 billones9.

No es curioso, este es el sistema que permite la concentración de la riqueza aún más velozmente que en décadas anteriores y deja como contrapartida la precarización laboral, la desocupación y el aumento exorbitante de la pobreza. Otra prueba del pendular esquizofrénico que el capitalismo enmascara, como decía al comienzo del artículo.

Penetración cultural

TICMAS, que en el caso de Misiones activa su plataforma llamada Guacurarí, deja en evidencia, siguiendo a Alfredo Grande, que el nombre del que fuera Comandante General de Misiones en 1815, Andrés Guacurarí está restituido desde una plataforma virtual y como consecuencia, vaciada su esencia: “El único gobernador indígena de nuestra historia ejerce una conducción humana, justa y socialmente revolucionaria, recordando y aplicando la máxima artiguista al anunciar la primera reforma agraria de América ‘que los más infelices sean los más privilegiados’. Ante todo abolió la servidumbre en todas sus formas y repartió tierras a los que las habían perdido a manos de la conquista, el saqueo, la estafa o todo eso a la vez. Durante su gobierno, se eliminaron del territorio bajo su jurisdicción todos los símbolos, escudos y emblemas que pervivían de la colonización española, y recobraron su vigor los cabildos de los pueblos originarios que tenían una función central en la administración del territorio fomentando la producción y comercialización de la yerba mate y la fabricación de pólvora y hasta la instalación de hornos para fabricar puntas de lanzas10.

Algún desprevenido dirá que son casualidades… que es en homenaje… o cuestiones del “sentido común” parecidas, en esos enunciados de derrota implícita. Pero elegir el nombre de un originario que ocupara el cargo de gobernador precursor de la reforma agraria, repartidor de tierras y comandante de las fuerzas que enfrentaron a los portugueses, deja afuera cualquier especulación conformista. Porque en el futuro Guacurarí será una plataforma digital por imposición de la “innovación educativa”.

Y a propósito de lo que nos falta analizar de lo dicho por el gobernador actual al medio que lo entrevistó. Repasemos: “Estamos en una situación de emergencia. A veces esas situaciones son una oportunidad. En la provincia hace años estamos apostando por la innovación educativa…”

Iniciábamos este artículo viendo aquello de la doctrina del shock que describía Naomi Klein en su libro y es justamente lo que queda materializado en los dichos del gobernador, que muy lejos está de ser Andrés Guacurarí.

El gobernador actual afirma que “estamos en una emergencia” y que “estas situaciones son una oportunidad” y esa oportunidad es lo que él llama, “innovación educativa”.

Tal vez en esas nociones de simplificación lingüística haya que buscar la respuesta a la creencia impuesta por el delirio corporativo de pensar la innovación educativa en términos de reproducción tecnológica.

Queda más claro todavía, como efecto de la cuarentena generalizada que, escuela, aula, docente son irremplazables.

Que la pedagogía del individualismo es ilusoria como el mercado; que llenar de software, app y plataformas congestionadas de contenidos digitales no son más que molestias sobre lo que ya es una carga: el aislamiento de las familias a las que incluso se las responsabiliza de manera implícita, si no contribuye a la «educación bancaria digital” que en el mejor de los casos sirve para “llenar” tiempo.

¿Acaso se les consultó a los docentes cómo proceder en esta coyuntura?

¿Acaso saben esas estandarizaciones digitales del ser y estar ahí, donde se reproduce el vínculo a través de la pedagogía colectiva, donde se aprecia el gesto, el otro; el ser y estar en la escuela?

La decisión ministerial vía Consejo Federal de Educación, una entidad del todo burocrática que no sólo no resuelve sino que complica, porque son figuras político/administrativas, que se renuevan periódicamente.

¿Acaso no debería disolverse esa entidad burocrática para dar paso a una de las innovaciones que el sistema educativo necesita; que sean los docentes los que lo impulsen, lo piensen y le den continuidad?

El sistema de educación argentino lejos de achicar la fragmentación social, la impulsa desde la división en público y privado, por una parte y las desigualdades al interior del sistema público con las diferencias en la inversión por estudiante en cada una de las jurisdicciones, por otra.

¡Y ese es un efecto de la desnacionalización!

No hay márgenes para mayor desigualdad y fragmentación en 24 jurisdicciones donde, además, el emergente privado ha cooptado el sistema público.

¿Acaso fragmentar es democratizar?

No hay ninguna duda de que el pensamiento “esquizofrénico” en educación actúa en doble vía, por un lado, rompe el vínculo pedagógico y por otro, instala la fascinación de que la innovación educativa se define en plataformas virtuales que se venden en el mercado, así como la falsa creencia que dice que la “calidad educativa” se define por el resultado de las pruebas estandarizadas, otro de los artilugios de una negocio multimillonario, por eso el “filántropo” Bill Gates apuesta a ese “commodity”, como al de la charterización de las escuelas públicas.

Suponiendo además, la estandarización de les estudiantes. Un delirio que concibe la educación como “servicio” que el “usuario” requiere en relación con sus demandas (hasta que el modelo estalla, como en Chile).

Para finalizar…

La escuela se tiene que transformar, eso está claro; librarse de dependencia de la colonialidad del poder.

Socializar la escuela como punto de partida para salir del modelo que impone como valor el individualismo, el éxito del ingenuo y perverso emprendedurismo, que suponen la ruptura de lo colectivo y la competencia por la apropiación de lo común, de lo público para convertirlo en recurso transable, en objeto de mercado.

La socialización de la educación debe ser uno de los pasos para la transformación social, política y económica que se requerirá para el mundo pos-pandémico, libre de los virus contaminantes y la esquizofrenia “solidaria” del capitalismo y sus plusvalías mortales.

*Profesor y Licenciado en Letras (UBA). Docente durante 30 años en la Escuela de Comercio 3 Hipólito Vieytes (CABA) de la que se retiró como Rector en 2015. Autor del Ensayo “La novela educativa o el relato de la alienación” (2005) con prólogo de Osvaldo Bayer y de numerosos artículos.

Publicado 2019, “La educación en la era corporativa, la trama de la desposesión” un esfuerzo conjunto de Ediciones Herramienta y el Portal Contrahegemonía Web.

Productor periodístico y columnista del programa radial “La Deuda Eterna”.

 

1 Nahomi Klein. “La Doctrina del Shock, el auge del capitalismo desastre” 1°ed. 1° reimp.- Buenos Aires.. Paidos. 2008

2 LA POSMODERNIDAD Ed. Kairos Barcelona 2006 Cap.8 POSMODERNISMO Y SOCIEDAD DE CONSUMO

Fredric Jameson (165 a 187 pp.)

3 Alfredo Grande es médico psiquiatra, psicoanalista, psicólogo social, cooperativista y autor, entre otros textos, de “La cultura represora y la revolución”. Fundación Pelota de Trapo. 1° Edición. Avellaneda. 2018

6 Darío Balvidares “De la reforma educativa y el imperativo colonial tecnológicopublicado en Rebelion.org y en Contrahegemonía Web. Mayo 2019

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India: sindicato de la educación exige medidas más enérgicas para evitar la catástrofe que podría provocar la COVID-19

Asia/India/PrensaIE

En una carrera contrarreloj para detener la propagación de la COVID-19 en uno de los países más poblados del mundo, la All India Primary Teachers Federation ha instado a las autoridades públicas locales y nacionales a que adopten medidas más eficaces.

India lucha activamente contra la propagación de la COVID-19 para salvar y proteger vidas. El Gobierno ha adoptado medidas importantes, en particular el confinamiento de todo el país y la introducción de normas de distanciamiento social. Además, ha pedido que se apliquen medidas de salud y seguridad, como el lavado de manos con jabón y el cumplimiento de las directrices de la Organización Mundial de la Salud.
Movimiento de trabajadores/as migrantes  
Ram Pal Singh, presidente de la All India Primary Teachers Federation (AIPTF), advierte de que, a pesar de estas medidas, la situación en el terreno es nefasta y podría convertirse en una catástrofe. Singh también es miembro del Consejo Ejecutivo de la Internacional de la Educación (IE).
Desde que se anunciara el 24 de marzo el inicio del confinamiento, que durará 21 días, millones de trabajadores/as migrantes están regresando a sus aldeas. Según el dirigente sindical, muchos de ellos han perdido el empleo o han sido maltratados por sus empleadores.
No se ha informado sobre la situación educativa 
Aunque reconoce que el confinamiento es necesario, Singh explicó que su impacto en la economía, la vida de las personas y la educación es preocupante. Añadió que las escuelas y los establecimientos educativos se habían cerrado sin previo aviso ni planificación. Esto ha dejado a los/las estudiantes, docentes, personal de apoyo educativo y familias sin información, orientaciones ni directrices de las autoridades públicas que garanticen la continuidad de la educación de calidad.
Repercusiones para la educación en las zonas rurales y remotas 
En relación con la transición a plataformas en línea, Singh destacó que la mayoría de las escuelas públicas no están equipadas adecuadamente para la enseñanza a distancia. Además, los/las docentes carecen de acceso a plataformas de aprendizaje, materiales de enseñanza y de aprendizaje y apoyo en línea, a pesar de su voluntad y motivación para aprender y garantizar la continuidad de la educación de sus estudiantes.
Por desgracia, esta situación hace que los/las estudiantes tengan demasiado tiempo en sus manos o tengan que seguir los libros de texto solos o con la ayuda de sus padres y amigos/as.
“Mientras que en las zonas urbanas todavía hay esperanzas de que los/las estudiantes continúen el proceso de aprendizaje, la situación educativa de los/las estudiantes que asisten a escuelas públicas en zonas rurales y remotas es muy desalentadora”, señaló Singh.
Apoyo financiero 
A través de sus afiliadas estatales, la AIPTF ha solicitado a los/las docentes que donen el salario de un día para ayudar a las personas afectadas por el coronavirus. “Los/las afiliados/as de la AIPTF en Haryana, Uttar Pradesh, Maharashtra, Uttarakhand, Jharkhand y Tamil Nadu ya han hecho estas contribuciones. El sindicato también está dando alimentos, mascarillas y jabón a los/las trabajadores/as migrantes y jornaleros/as en la medida de lo posible”.
Llamamiento de la AIPTF a las autoridades públicas  
La AIPTF ha instado al Gobierno central y los gobiernos estatales a:
Garantizar urgentemente la seguridad y salud del personal sanitario de primera línea, proporcionar a los/las trabajadores/as involucrados en las respuestas contra la COVID-19 equipos de protección personal, hacer más pruebas y crear una infraestructura de asistencia sanitaria adecuada y segura.
Proteger los intereses y los derechos humanos de los/las trabajadores/as migrantes, incluidos los/las educadores/as, los/las jornaleros/as y otros grupos vulnerables, así como proporcionar alimentos y albergues seguros durante el brote.
Garantizar la seguridad, la salud y el bienestar de los/las estudiantes, los/las docentes y el personal de apoyo educativo; adoptar medidas eficaces para reducir el impacto del cierre de las escuelas mediante el aprendizaje a distancia y la utilización de la radio y la televisión públicas en consulta con los/las docentes y sus sindicatos.
Considerar la pandemia de COVID-19 como una advertencia para los gobiernos acerca de la necesidad de contar con servicios públicos sólidos y financiados y equipados adecuadamente, en particular los sistemas de atención de salud y educación, que están al frente de la lucha contra la pandemia de COVID-19 y sus consecuencias.
Fuente: https://www.ei-ie.org/spa/detail/16720/india-sindicato-de-la-educaci%C3%B3n-exige-medidas-m%C3%A1s-en%C3%A9rgicas-para-evitar-la-cat%C3%A1strofe-que-podr%C3%ADa-provocar-la-covid-19
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Comunicado COAD Argentina: Pandemia, Universidad y trabajo virtual. Garantías gremiales

Comunicado de COAD

Una vez más desde COAD queremos expresar nuestro posicionamiento respecto de las actividades virtuales que se vienen llevando adelante en el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio producto de la pandemia.

Las declaraciones del Ministro de Educación Trotta han sido claras: “No es un momento de evaluar (…) es más importante cuidarnos que aprender. Para evaluar vamos a tener tiempo”. Desde COAD suscribimos a estos lineamientos que reafirman la necesidad del cuidado y bienestar de todxs y sostenemos que en las actuales condiciones lo peor que podría hacer la Universidad es encerrarse en sus propios problemas. Es necesario que la principal preocupación de la Universidad sea seguir aportando a la lucha contra la pandemia y que en cada Facultad, en cada Escuela, en cada cátedra prime una pedagogía del cuidado, de cuidado y acompañamiento a lxs estudiantes y de cada unx de lxs trabajadorxs docentes y nodocentes. Nuestro objetivo particular es aplanar la curva del retraso y exclusión en los procesos educativos de la Universidad. Queremos que nuestra voluntad y vocación sean motivo de satisfacción y orgullo y que nuestrxs estudiantes entiendan y sientan que debemos estar y estamos juntxs en este duro trance

La pretensión de las autoridades, explicitada en un principio como la necesidad de un acompañamiento académico a lxs estudiantes, que compartimos, deviene cotidianamente en diferentes requerimientos desde algunas unidades académicas acerca del cursado de las asignaturas, que avanzan en demandas de asistencia, cumplimiento de horarios, entregas de trabajos, hasta llegar a la elaboración de un “Protocolo para el desarrollo de actividades académicas con acompañamiento pedagógico virtual” que incluye promoción y regularización de asignaturas, exámenes parciales y exámenes finales.

Es asombroso que debamos destacar que no son condiciones normales y no puede pretenderse actuar como si no estuviéramos atravesando una emergencia sanitaria de características desconocidas. Como es lógico, no están funcionando normalmente las cátedras, los departamentos, las escuelas, los grupos de investigación, los consejos asesores, los Consejos Directivos ni el Consejo Superior. Ninguna modificación académica puede hacerse sin el debido debate y consenso de parte de todxs lxs actorxs involucradxs.

Fuente: http://www.coad.org.ar/index.html

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Marta Martínez: «La infancia está demostrando una capacidad de resistencia mayúscula»

Pablo Gutiérrez del Alamo

Los datos definitivos todavía no se conocen. Las tres personas que pusieron en marcha el estudio #InfanciaConfinada (con el apoyo de Enclave de Educación) están trabajando contrarreloj para publicarlos a inicios de la semana que viene, con todas las dificultades que cualquiera está viviendo estos días.

Hace unos de días hicieron públicos algunos de los primeros resultados que han podido entresacar de las 425 encuestas que niñas, niños y adolescentes decidieron responder: 25 preguntas de temática variada relacionadas todas con su situación actual tras más de un mes de encierro.

El 61,6% se muestra aburrido durante estas semanas de confinamiento. El 36,7% está o ha estado preocupado por la situación; el 28% muestra tristeza y un 16,2%, miedo. Estos son algunos de los sentimientos que dicen tener las y los chavales que han respondido, principalmente, de entre 10 y 14 años.

«La infancia está demostrando una capacidad de resistencia mayúscula», dice Marta Martínez, una de las responsables de la encuesta. La socióloga y experta en la infancia y sus derechos, asegura que comienzan a acusar el cansancio, «como casi todos», pero que, aún así, «están resistiendo más de lo que nos imaginábamos».

Martínez, además de destacar la capacidad de aguante de la infancia en esta situación («hay varios que hablan de que la situacón es como estar en una cárcel», a pesar de lo cual entienden qué está pasando), señala que tienen muy claro qué tienen que hacer. La investigadora destaca cómo, al pedirles una definición del confinamiento, «lo tienen clarísimo: estamos encerrados por un tema de salud, por mandato gubernamental», aunque, lógicamente «están deseando que termine».

Diferencias en la infancia

Aunque Martínez no puede adelantar muchos datos (el informe final esperan publicarlo el próximo día 27, cuando niñas y niños puedan, por fin, salir de casa con cierta frecuencia), sí asegura que se han encontrado algunas diferencias relativas a cómo están viviendo estas semanas niñas y niños. Principalmente, diferencias relacionadas con el género y a qué dedican el tiempo en sus casas.

«Las niñas están teniendo actividades más de carácter relacional», comenta Marta Martínez. Los niños, por el contrario, están más centrados, por ejemplo, en jugar con el ordenador o la consola.

Dentro de la lista de cosas que hacen, las niñas destacan por dedicar (20 puntos porcentuales más) más tiempo a las tareas escolares, chatear con otras niñas o niños, llamar por teléfono a alguna persona y a salir al balcón a aplaudir. Martínez asegura que «cabe pensar que están más activas que ellos».

Gráfico: Infancia Confinada

También aquí el estudio ha arrojado algunas diferencias por género y mientras para el 30% de los chicos, sus abuelos son tema de preocupación, este porcentaje sube hasta el 60 en el caso de las niñas. «Presumimos, explica Martínez, que tiene que ver con esa parte relacional» que están demostrando ellas. Unas distancias que se ven también en relación a la preocupación de que algún familiar enferme durante la pandemia y el confinamiento. Mientras este asunto está en la cabeza del 90% de las chicas, lo está en el 79% de los niños. «Tengo la sensación, es una interpretación, de que las chicas están más al corriente de las noticias, tienen más relación familiar y con la realidad que los chicos, que parecen estar más aislados».

Otras diferencias que han aparecido se refieren, obviamente, a los tramos de edad. Martínez sostiene que hay algunas preocupaciones que se dan más entre los menores de 13 años y otras entre los mayores.

Entre las preocupaciones de los más pequeños están muy presentes las abuelas y abuelos. «Muy poquitos niños están pasando el confinamiento con sus abuelos, y es un tema que está muy presente». Principalmente les preocupa que estén pasando este tiempo en soledad.

Relación con la familia

El confinamiento y la situación de continuar el curso escolar en línea, niñas y niños destacan, entre las cosas que les gustan, poder tener más horas de sueño, por ejemplo, o ser capaces de decidir en qué actividades ocupan su tiempo libre. Algo que parece que, hasta el momento, no podían o no tenían tanta libertad.

Martínez también destaca que en una de las preguntas abiertas, en las que niñas y niños podían expresarse libremente por algún tema que tuvieran en mente, destaca que el 42% de las respuestas hablan de, como algo positivo del confinamiento, pueden pasar más tiempo con sus familias. Desde el punto de vista de la investigadora, el confinamiento ha desplazado las tareas de conciliación, tanto en lo relacionado con el trabajo como en cuanto al apoyo para realizar las tareas escolares.

Marta Martínez resume la cuestión con algunas de las frases que niñas y niños han dejado en el cuestionario: «Me siento feliz porque estoy con mi familia», «nunca había jugado tanto con mi familia como en el periodo de confinamiento», «me lo estoy pasando super bien; lo que más alegre me pone es que no tengo que ir al cole».

Es verdad, comenta la investigadora, que también se notan aquí ciertas diferencias. Aunque la mayor parte de las respuestas hablan del tiempo que pasan con las familias, en un porcentaje importante, cuando estas referencias se hacen, se refieren, mayoritariamente, a las madres y no tanto a los padres.

The post «La infancia está demostrando una capacidad de resistencia mayúscula» appeared first on El Diario de la Educación.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/22/la-infancia-esta-demostrando-una-capacidad-de-resistencia-mayuscula/

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Nuestra clase: programa de Educación de la Izquierda Diario

America del Sur/Argentina/IzquierdaDiario

En esta primera entrega presentamos un informe sobre la distribución de alimentos en las escuelas y la crisis social en la Provincia de Buenos Aires, con entrevistas e informes de docentes, auxiliares, familias, trabajadoras de la salud y de la alimentación.

Nuestra Clase: programa de Educación de La Izquierda Diario – YouTube

Dialogamos con Claudio Dellecarbonara, diputado provincial del Frente de Izquierda en la Provincia de Buenos Aires, quien adhirió al amparo presentado por el CeProDH, exigiendo que se garantice la provisión suficiente de bolsones de alimentos que se distribuyen por niño en los comedores escolares y que los mismos contengan alimentos de calidad.

Carolina Daglio, delegada de Suteba La Plata, Marcia Sosa, delegada de Suteba Ensenada y Analía Banegas, docente y auxiliar, brindaron sus testimonios acerca de como es la situación en las escuelas.

Asimismo Nathalia Gonzalez Seligra, ex diputada de la provincia de Buenos Aires por el FIT e integrante de la conducción del Suteba La Matanza, nos contó como se están organizando desde las escuelas en el distrito.

Entrevistamos a Pamela Galina, médica pediatra y residente del Hospital Sbarra, quien reflexionó alrededor de la pandemia, les niñes y la malnutrición.

También se puede ver una entrevista a Pamela Bulacio de la multinacional de alimentación Mondelez (ex Kraft-Tarrabusi) que cuenta cuál es el rol que juegan las empresas alimenticias en este momento.

Fuente:http://www.laizquierdadiario.com/Nuevo-programa-de-educacion-mira-la-primera-emision-de-Nuestra-Clase

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La escuela tras el coronavirus

«Quien es consciente de los límites de la vida sabe cuán fácil de conseguir es lo que elimina el dolor por una carencia y lo que hace lograda una vida entera. De modo que para nada reclama cosas que traen consigo luchas competitivas.»

Epicuro, Máximas capitales.

Parecía imposible pero, de un día para otro, las clases se suspendieron. El alumnado de infantil y primaria se preguntaba —nos preguntaba— sin cesar cuándo volvería al cole mientras en secundaria, ambivalentes entre la alegría y el desconcierto, se preparaban para unas vacaciones improvisadas. Pero no fue esto lo que sucedió, la preocupación por los contenidos se impuso y enseguida se empezaron a mandar deberes y trabajos, comenzaron a darse clases por videoconferencia, se celebraron juntas de evaluación, reuniones… El profesorado se agobió por no poder acabar las programaciones y trató de continuar al mismo ritmo. Se trataba de no parar, de que no cambiara casi nada cuando había cambiado casi todo. Enseguida, sin embargo, se hizo patente que continuar como de costumbre era un callejón sin salida.

El parón provocado por la crisis de la COVID-19 nos ha dado, a partir de la experiencia, una nueva e inesperada perspectiva acerca de la educación. Nos ha concedido unas nuevas reglas de medida para pensar en lo que está de más y lo que falta, no solo en la escuela, sino en todos los aspectos de nuestras vidas. Esta ruptura es un lugar desde el que se abre la posibilidad de pensar con lucidez qué educación —y qué cultura— queremos de ahora en adelante.

Debemos tener siempre presente, no obstante, que esta no va a ser una crisis que vaya a quedar en nuestra memoria como una anécdota del pasado. Es la antesala para Occidente de un sinnúmero de crisis —aún en ciernes aquí— que ya se ceban con las vidas de muchas personas y pueblos en gran parte del planeta: el cambio climático, el agotamiento de minerales claves, las migraciones climáticas, el declive de la energía disponible, el fin de la era de los combustibles fósiles, la sexta gran extinción de biodiversidad, la falta de democracia real, el horror de las guerras, las hambrunas y otras tantas epidemias —que aquí no preocupan—. Sin embargo la crisis del coronavirus parece, en parte, reversible y podría darnos la oportunidad de aprender de ella y retomar el camino en una dirección diferente, no dejemos que se cierre esta grieta.

El punto de partida para ello es hacernos conscientes —y hacernos cargo— de dos cuestiones fundamentales que nos atañen como especie. La primera de ellas es nuestra naturaleza interdependiente y ecodependiente, la segunda nuestra construcción cultural. De la primera no podemos huir, somos seres limitados que habitan un planeta finito y debemos apoyarnos en las estructuras comunitarias y en los recursos naturales para poder sobrevivir. La segunda —nuestra construcción cultural— define, entre otras cosas, cómo interaccionamos con nuestra naturaleza humana, lo que se evidencia en esta circunstancia de pandemia es que la cultura occidental hegemónica nos hace ignorar los límites que imponen las realidades materiales que sustentan la vida. Traer a nuestro sentido común la idea de límite y saber situar sus distintas facetas nos ayudará a abrazar una nueva cultura de la tierra que nos prepare para afrontar las circunstancias venideras sin caer en negacionismos tecnólatras pero sin perder la esperanza en la posibilidad de que siga habiendo vidas que merezcan la pena ser vividas. No se trata de negar la catástrofe por venir sino de poner la proa a las olas para resistir el temporal con los conocimientos que nos permitan evitar los daños en la medida de lo posible.

Uno de las cosas que ha quedado más clara es la importancia del territorio vivo, la posibilidad de moverse, de disfrutar y vincularse a diferentes lugares. Las pantallas no son suficientes, los humanos tenemos la necesidad de movernos, correr y saltar. Queremos aire libre, recorrer las calles, pisar el suelo y estar en la naturaleza, lo que converge con la necesidad de una educación en el territorio, que necesita ser conocido, comprendido, querido, cuidado, no destruido y rehabilitado. Esto nos permitiría entender que los recursos —comida, agua, electricidad— que siguen llegando diariamente a nuestras realidades asfaltadas proceden de la esquilmación de territorios lejanos.

El territorio y la cultura conforman los paisajes, que están íntimamente ligados con las comunidades en tanto que se transforman mutuamente de manera constante. No se podría entender de otra manera el papel que están jugando los balcones en este momento de confinamiento como tampoco se entiende la ayuda mutua sin la proximidad cuando la movilidad se ve reducida. Y aunque ha quedado claro el potencial de la ayuda mutua es importante pensar en cómo se van a articular las redes que la hacen posible cuando salgamos de esta circunstancia.

A ese respecto estamos viendo que el contacto y la interacción pasan a ser cuestiones de primer orden. El ser humano necesita de la interacción, que es un factor clave tanto para ser como para aprender. Los lenguajes, los saberes, la ciencia, las artes o la alimentación se crearon en interacción y se suele ser feliz en interacción. Esto, que es una de las cuestiones que evidencian nuestra interdependencia, hace añicos la fantasía de la individualidad y de la autosuficiencia. Todos los cuerpos son vulnerables, todo el mundo necesita tarde o temprano ser cuidado, escuchado o atendido tanto como cuidar, escuchar o atender. Entre otras cosas esto quiere decir que tendremos que redefinir la idea del yo y ampliar el ámbito de la educación emocional para que también incluya la red de ayuda y los procesos que hacen posible la vida.

Sin duda los centros escolares son uno de los lugares de mayor densidad relacional y cumplen funciones de articulación de la comunidad. Son lugares clave para el procesamiento de información de las vidas humanas con nombre propio, donde importan las personas concretas: el alumnado, las familias y sus necesidades son más que un objetivo de mercado. En especial la escuela pública permite, por su criterio de territorialidad por encima del de clase, conocer las necesidades y las posibilidades de ayuda mutua en entornos plurales. Por esto la escuela debe tomar nota de todo lo anterior y plantear formas de aprendizaje que pongan la interacción y la construcción colectiva en el centro de las metodologías y no los recursos tecnológicos —echamos de menos a las personas, no a las cosas—.

Pero no basta con un parche metodológico, se debe poner en el centro el cuidado, la comprensión y la práctica de la interdependencia y en ese sentido entender que comprender la vida incluye también asimilar la muerte —y el resto de límites a los que nos enfrenta la finitud de las cosas— y legitimar las despedidas y los duelos. Así, también, deberíamos dar un primer ejemplo y asumir que las posibilidades de cumplir con el currículo y las evaluaciones mientras la comunidad educativa está confinada es una quimera al toparse con el amplio abanico de dificultades y limitaciones que enfrentan los hogares. En definitiva, las escuelas tienen la posibilidad de ejercer un papel decisivo para fortalecer la comunidad y mantener, alimentar y sostener este potencial colectivo en los momentos en los que su importancia no sea tan visible.

Además, con las escuelas cerradas, vemos tremendamente agrandada la brecha social preexistente. Nos damos cuenta como nunca antes de cómo contiene y palia muchas desigualdades sociales que en este momento se hacen muy evidentes.

Por otro lado ha quedado claro también que la economía, lejos de tener reglas propias y autónomas, depende de los cuerpos humanos y de la trama de la vida. Esta crisis obliga a bajar la mirada del capitalismo financiero a los cuerpos y a la tierra ya que la ilusión de que el capital y la tecnología podrían librarse de la naturaleza y de la fuerza de trabajo ha quedado aniquilada por la vulnerabilidad de los cuerpos ante un virus. También se pone de relieve la futilidad de los indicadores económicos —en los que los gobiernos se basan de forma ciega para tomar decisiones de índole política—, que han descendido a mínimos cuando se han detenido las actividades superfluas y solo se han mantenido aquellas actividades imprescindibles para la población (aunque pudiéramos cuestionar qué actividades económicas son realmente imprescindibles en esta decisión y cuáles no, como el consumo de carne, la alta disponibilidad energética, el control policial en sus distintas formas o el despliegue militar entre otras muchas).

No solo debemos ver esta cuestión con respecto al trabajo asalariado, pues también sería imposible la viabilidad de nuestro sistema económico —y de la vida— sin el trabajo gratuito de cuidados que históricamente han hecho y siguen haciendo mayoritariamente las mujeres y que se sigue manteniendo invisibilizado y desvalorizado.

Lo que estamos constatando, a fin de cuentas, es que esta crisis pone de relieve las vulnerabilidades que previamente pasaban más desapercibidas: la precariedad laboral, la insolidaridad intrínseca de la sanidad privada, la dependencia de un sistema financiero fundamentado en la avaricia, el reparto injusto de los bienes y recursos o los problemas de hiperespecialización e hipermovilidad de la globalización. Queda al descubierto quiénes tienen red, quiénes se benefician de un colchón económico, quiénes gozan de seguridad laboral, quiénes disponen de tiempo y espacio y quiénes no; quienes cuidan y quienes no pueden ser cuidados; quiénes tienen medios para poder continuar con un aprendizaje a distancia y quiénes no tendrán acceso a estos y se quedarán atrás.

El currículo, por tanto, tiene que prestar atención a estas cuestiones fundamentales. Debe encargarse de visibilizar los trabajos invisibles, explicar las lógicas que separan lo público, lo común y lo privado, analizar la globalización, cuestionar los modelos económicos que nos llevan al abismo y proporcionar una mirada crítica con las creencias ingenuas —o interesadas— con el futuro del capitalismo y la tecnología. Las próximas crisis —que revestirán mayor gravedad y serán menos reversibles— no nos pueden sorprender sin la justicia rehabilitada, sin cobertura social para todo el mundo ni sin sistemas para resolver las necesidades esenciales de toda la población y de las generaciones futuras.

La tímida, aunque vistosa, recuperación de la naturaleza durante el confinamiento pone de manifiesto que las lógicas del capital —que necesitan de una aceleración constante— actúan en contra de las lógicas de la vida. El crecimiento material ilimitado y la supervivencia responden a dinámicas contrapuestas, por lo que se hace evidente la necesidad de ralentizar, simplificar, disminuir y redistribuir. Que esto se produzca a partir de un shock y por imperativo, sin embargo, deja atrás a las personas más vulnerables, por ello planteamos que las políticas de decrecimiento se deben llevar a cabo sin perder nunca de vista la justicia social. Poner las vidas en el centro será el pilar central de una educación para el decrecimiento material.

Estamos aprendiendo las cosas que nos hacen felices y nos permiten sobrevivir sin dañar el planeta. El encierro nos hace vislumbrar el valor del ejercicio corporal, de la música, los juegos, la creatividad o las artes, cuestiones todas arrinconadas en los currículos. De igual forma se han visto claramente los límites de la interconexión tecnológica para el aprendizaje, para el amor y para la vida buena. Tras tantas horas dedicadas a las pantallas, una cosa queda clara: ni el alumnado, ni el profesorado ni las familias querrán sustituir la educación presencial por la virtual.

La escuela en que crezcan las personas que den un giro al rumbo ecocida y suicida de nuestra sociedad tendrá que estar llena de debates, de creatividad y también de contenidos cuidadosamente escogidos, de conocimiento riguroso y de apreciación de lo bello. Generar procesos que hagan a las personas más reflexivas, críticas, sensibles, empáticas y comprometidas solo es posible si podemos vernos y tocarnos. No podemos creer, además, que estos procesos tendrán éxito si solo se dan sobre una parte de la población, solo serán reales si son accesibles para todo el alumnado a través de una escuela pública fuerte capaz de minimizar las diferencias socioculturales y económicas.

La educación es para la vida sencilla, la vida justa y para el cuidado de la vida, si no, es otra cosa.

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Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/28/la-escuela-tras-el-coronavirus/

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Coronavirus y educación

Luis Hernández Navarro

Los tiempos del coronavirus han permitido tomar una radiografía del estado de salud de nuestro sistema de educación básica pública. Lo que la placa muestra es muy delicado: el sistema está infartado y la mayoría de los funcionarios que están al frente no tienen idea de cómo enfrentar la crisis. Su respuesta ha sido burocrática, insensible y desinformada.

La situación es inédita. Vivimos tiempos de incertidumbre, temor y desconfianza. Sin embargo, las autoridades educativas, en lugar de tomar medidas para atenuarlas, las exacerban. Encerrados en sus casas, niños, jóvenes y maestros que estudian en escuelas públicas deben seguir o impartir, por órdenes oficiales, como si fueran días normales, cursos en línea, preparar clases, hacer tareas, presentar exámenes y elaborar reportes.

Casi nada de lo que estudian, reportan y enseñan tiene que ver con la zozobra que viven, con los miedos que los acechan o con las dudas que los asaltan. Los contenidos educativos que deben memorizar y las pruebas que tienen que resolver pertenecen a un mundo aparte, que no tiene nada que ver con lo que sucede en el mundo.

Pequeños llenos de energía y muchachos desbordantes de testosterona pasan días y noches encerrados en cuatro paredes, muchos en viviendas precarias. Casi la mitad de los capitalinos viven hacinados. Y, en lugar de que la Secretaría de Educación Pública (SEP) les proporcione estímulos o materiales para dejar de lado ansiedad y tedio, los carga de trabajo absurdo, los somete a evaluaciones sin sentido y anuncia fechas de regreso a clases (30 de abril) que nada tienen que ver con la realidad.

Las autoridades pretenden mantener el proceso de enseñanza a través de la educación a distancia. Pero eso no funciona. La iniciativa es viable solamente para una parte muy pequeña del sistema educativo. Según la Unesco, en México sólo 10 por ciento de los docentes de primaria y secundaria están calificados para enseñar a través de la tecnología (https://bit.ly/2XF3TA7).

Esto es así porque la inmensa mayoría de maestros del país se formaron como mentores frente a grupo en el aula, no para impartir clases digitales. Así han ejercido durante años. Aunque educación presencial y en línea parezcan similares, son muy diferentes. Requieren capacidades, destrezas, entrenamiento, materiales y soportes diferentes. Y la inmensa mayoría de docentes no ha recibido formación para trabajar en modelos de enseñanza virtual.

Muchos maestros no participan en redes sociales. No son pocos los que las rechazan. Si acaso, utilizan WhatsApp y, en menor medida, Facebook. Los que forman parte de ellas, tienden a ser más bien consumidores que generadores de contenido. No todos tienen equipo de cómputo personal o teléfonos inteligentes. Menos aún en zonas rurales. Con frecuencia, sus computadoras son viejas, sus celulares lentos y el servicio de Internet al que tienen acceso es de muy poca capacidad. Saben usar Word, PowerPoint y Excel, pero no mucho más.

Muchos de los programas para promover las habilidades digitales realizados en sexenios pasados, como Enciclomedia, fueron más una oportunidad de negocios para empresarios y funcionarios, que herramientas de formación efectivas. Aún sobrevive en algunas escuelas parte del equipo inservible de Enciclomedia, como si fueran restos fósiles de algún animal prehistórico.

La brecha comienza en las aulas. De acuerdo con el INEE, durante el ciclo escolar 2016-17, sólo 44.4 por ciento del total de escuelas primarias del país contaba con al menos un ordenador para uso educativo y de éstos sólo 68.7 por ciento tenía conexión a Internet (https://bit.ly/2JYYR9y).

La iniciativa de mantener las clases en línea excluye del proceso de enseñanza a la mitad de la población escolar. Muchos estudiantes de familias de escasos recursos carecen de equipos de cómputo y conectividad. Según el Inegi, en 2019 sólo 44.3 por ciento de los hogares contaba con ordenadores y 56.4 por ciento tenía acceso a Internet. Apenas 44.6 por ciento del total de usuarios de computadora la usan como apoyo en la escuela (https://bit.ly/2VhMlXW).

La SEP pretende ahora que la educación a distancia se realice a través de las herramientas que ofrece Google para Educación y YouTube. Para acceder a ellas habrá que crear cuentas y perfiles en plataformas. La medida, otro paso en la ruta de la privatización educativa, permite a G Suite tener acceso gratuito a los datos de los usuarios, entre otros, nombre, edad, centro de trabajo, cursos que imparte, ubicación geográfica y número de celular. No es asunto menor. La recopilación y venta de datos es el negocio que más crece en Estados Unidos.

En un momento de grandes incertidumbres como el de hoy, la SEP debería brindar a alumnos, padres de familia y maestros tranquilidad, y dejar a un lado su obsesión de poner el centro en controles y evaluaciones (como lo denunciaron los maestros de la Ciudad de México). Debería anunciar con claridad que las clases se reanudarán cuando las autoridades sanitarias consideren pertinente, retomando el plan de estudios donde se quedó el 20 de marzo (o en la fecha en la que cada entidad comenzó la cuarentena).

@lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/04/14/opinion/018a1pol

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