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Jamaica: educación para reducir el impacto de la violencia

Jamaica /29 de octubre de 2017 / Autor: E. Tovar / Fuente: ICRC

Con el fin de reducir el impacto de la violencia y expandir las oportunidades de vida de jóvenes y menores de edad de sectores más vulnerables, el CICR apoya a la Cruz Roja de Jamaica, a través de sus dos escuelas, con el fin de facilitarles el acceso a la educación.

A esta inciativa, que se conoce como Escuelas de Transformación (Schools of Transformation) se agregó un componente deportivo y uno psicosocial, denominado proyecto RIV (Reducir el impacto de la Violencia), para responder de manera más integral a las necesidades de estos jóvenes desvinculados del sistema de educación nacional y con menos probabilidades de acceder al mercado laboral.

Fuente de la Noticia:

https://www.icrc.org/es/document/jamaica-educacion-para-reducir-el-impacto-de-la-violencia

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Desigualdad, violencia y valores. Acerca de la Universidad Pública

México / 22 de octubre de 2017 / Autor: Humberto Muñoz García / Fuente: Campus Milenio

Un problema que ha estado presente en la historia de México es el de la desigualdad social. No hemos tenido la suficiente fuerza y habilidades para cambiar la situación injusta que padecen la mayor parte de nuestros compatriotas. Este problema se reproduce y se encuentra de diferentes maneras en distintos planos de la realidad social, siendo uno de ellos el educativo.  Doy algunos ejemplos.
En un análisis publicado en un libro del Seminario de Educación Superior, UNAM (2009), se indica que las universidades públicas en México forman un  conjunto institucional estratificado. La diferenciación va más allá de indicadores estrictamente económicos. Se expresa en función del contexto educativo (vía la cobertura), de la estructura demográfica ligada a la demanda, de la relación entre el subsidio y la matrícula, de los soportes intelectuales para hacer investigación y de criterios políticos. Lo que resalta, en suma, es que las universidades públicas se distinguen por diferencias en sus capacidades intelectuales, derivadas de los recursos materiales y humanos con los que cuentan.

Unas instituciones tienen más ventajas que otras para cumplir con sus tareas. Hay grandes diferencias para hacer investigación, formar investigadores,  contribuir al desarrollo del entorno social y para adquirir un determinado peso político que permita influir en las políticas públicas instrumentadas por el gobierno. Y estas desigualdades institucionales tienen que ver con las posibilidades de que los alumnos tengan una buena educación y que los actores y sujetos del cambio social cuenten con conocimientos apropiados al desarrollo local.
La institución donde se estudia o trabaja resulta de importancia para entrar al mercado laboral o para tener una voz reconocida en la opinión pública. Estudiar en una universidad es relevante en la definición de las oportunidades de vida y de estatus. En México, la mayor parte de los jóvenes no tiene acceso a la educación superior. Un poco más de seis de cada diez personas, que tienen entre 18 y 23 años, no estudian licenciatura. Y entrar a una universidad es más difícil para los jóvenes cuyas familias tienen ingresos escasos que para quienes provienen de las familias más adineradas. Aquí radica una desigualdad notable.
A fines del sexenio pasado, se indicó que un 20 por ciento de los jóvenes provenientes de los 4 deciles de ingreso más bajos estaban matriculados en el nivel superior. Ese porcentaje había aumentado, en contraste con el del pasado. Los estudiantes de las familias más ricas (deciles 9 y 10) doblaban esa proporción en las universidades públicas, mientras que la diferencia era bastante mayor cuando se trata de las universidades privadas. (Datos de la SEP). Estas últimas, como se sabe, incluyen a las instituciones de elite y a aquellas que atienden a estudiantes que no encontraron ubicación en las públicas o que no pueden pagar universidades caras.
El lugar donde habitan las familias también es significativo en relación con las oportunidades de estudio que se brindan. En México hay diferencias de cobertura muy grandes entre las entidades con más alta y más baja cobertura. En el estudio de Gil, Mendoza, Rodríguez y Pérez (2009) diecisiete entidades tenían una cobertura menor que el promedio nacional. En los datos mostrados por el Subsecretario Tuirán (2012) hay entidades que rebasan hasta 2.3 y 3.9 veces la tasa de cobertura más baja en el país. Las líneas divisorias no desaparecen, mantienen desiguales a los jóvenes en la República. La desesperanza de un mejor futuro es la que crece entre ellos.
Por otra parte, cuando incorporarse a una universidad es difícil, y se mantiene a los jóvenes en medio de la inseguridad y la incertidumbre, con un estrés cotidiano, en un ámbito social violento, se afecta el rendimiento escolar. Más aún, si hay violencia por la venta de estupefacientes en el barrio en el que se localiza la escuela o de plano en las instalaciones universitarias. No hablo de ninguna universidad en lo particular, porque hay señalamientos de que el problema se ha extendido sin distinción entre las instituciones.
La desigualdad educativa, traducida en falta de oportunidades de estudio, una dosis de violencia provocada por el clima social que se vive, y la carencia de valores éticos, nos dan una trilogía de factores de la cual no se desprende un futuro promisorio para las nuevas generaciones de universitarios. Y eso preocupa y duele. Necesitamos encaminarnos a cambiar las realidades institucionales para que el paso por nuestras escuelas y universidades produzca razonabilidad, pensamiento crítico, capacidades de convivencia con los otros, respeto a las ideas diferentes, disponibilidad para el diálogo, compromiso social y actitudes innovadoras.
Algunas cuestiones pueden resolverse sí se abren buenas universidades, sí se exige al Estado acciones eficaces contra la venta de drogas en los planteles y sí formamos estudiantes tolerantes que contribuyan a formular un nuevo pacto social.   Necesitamos nuevas políticas que amplíen el financiamiento a las universidades, políticas que liberen las falsas presiones en la vida académica, y políticas que estimulen el accionar ciudadano de los universitarios.

Fuente del Artículo:

http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=8828:desigualdad-violencia-y-valores-acerca-de-la-universidad-publica&Itemid=140

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Crisis del aprendizaje en la educación

México / 22 de octubre de 2017 / Autor: Simón Vargas / Fuente: Eje Central

¿Qué es la educación y qué diferencia hay con el aprendizaje? ¿Por qué ahora tenemos niños escolarizados, pero no con conocimientos sólidos? Según la enciclopedia británica la educación consiste en una “disciplina que se preocupa por los métodos de enseñanza y aprendizaje en las escuelas o entornos similares a la escuela” por otro lado, el aprendizaje hace referencia a “la alteración del comportamiento como resultado de la experiencia individual, cuando un organismo puede percibir y cambiar su comportamiento”. Son dos temas que suelen tratarse como sinónimos y es aquí en donde quizá radica el principal error, no son iguales; son procesos completamente diferentes.

En una investigación reciente, el Banco Mundial afirma que millones de jóvenes de países con ingresos bajos o medianos podrían enfrentarse a la posibilidad de perder grandes oportunidades, esto debido a que las escuelas no brindan las herramientas y competencias necesarias para hacer frente a los cambios que se viven día con día en un mundo globalizado.

“Esta crisis del aprendizaje es una crisis moral y económica”, declaró el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim. “En el caso de los jóvenes, la educación, cuando funciona como es debido, fomenta el empleo, incrementa los ingresos, mejora la salud y reduce la pobreza. A nivel social, estimula la innovación, fortalece las instituciones y promueve la cohesión social. Pero estos beneficios dependen del aprendizaje, y la escolarización sin aprendizaje es una oportunidad desaprovechada. Más aún, es una gran injusticia: los niños con los que la sociedad está más en deuda son aquellos que más necesitan de una buena educación para prosperar en la vida”.  http://bit.ly/2xINVWF

Sorprendentemente, ahora nos enfrentamos a una escolarización básica sin aprendizaje, donde se motiva a los alumnos a repetir planteamientos de los cuales, pasado un tiempo son incapaces de desentrañar conceptos reales. Así como una educación superior en donde existe una desconexión entre la realidad laboral y lo que se enseña, producto de la poca interacción entre el mundo académico y el mundo real.  http://bit.ly/2pIT3bD

Mucho se ha hablado sobre el derecho a la educación, pero no debe limitarse a alumnos sentados en un aula, sino también a fomentar docentes comprometidos; pero no sólo eso, el aprendizaje y la buena educación es una suma de tres partes, el alumno, el catedrático y el sistema educativo; si uno de estos tres muestra deficiencias generalmente el resultado no será favorable para los otros dos.

¿Contar con seis años de escolaridad no es suficiente para que los niños puedan leer una oración y comprenderla? Pues aún con todos los esfuerzos volcados en la educación y a que nuestros niños y niñas reciban clases de calidad, se ha fallado en el proceso. Hay diversos puntos a evaluar, pero considero que uno de los principales es creer que tenemos un tiempo límite para “aprender”, no hay razón científica, detrás de la idea de que los niños deben aprender a leer y escribir en uno o dos años. No obstante, esto es lo que a menudo se da por entendido y generalmente se presiona al alumno para asimilar un proceso que por diversas razones parece no quedarle claro, y derivado de esto el fracaso es aún hoy en día atribuido a los estudiantes, no al sistema, ni a los padres, ni a los docentes; aunque a decir verdad el sano desarrollo de un niño involucra a todos los antes mencionados y no debe recaer la responsabilidad solamente en una parte.

Por otro lado, durante muchos años nos enfrentamos a catedráticos sin vocación, que escogen el oficio urgidos por la supervivencia más que por la pasión de enseñar; para dar un giro radical, se requieren docentes con tiempo y condiciones para prepararse, para enseñar sin apuros, con libertad y autonomía para ensayar, equivocarse, aprender y rectificar, que saben mucho, y que por eso mismo saben que no puede dejar de aprender, que toman decisiones informadas, que leen, escriben e investigan, que alientan al propio descubrimiento; pero que sobre todo facilitan la buena educación.

Aunado a lo anterior deben existir espacios pensados para el aprendizaje donde la infraestructura sea la adecuada, donde se impulse a la imaginación a salir a caminar de la mano del alumno, donde el ruido o falta de aseo no sean impedimento para que el conocimiento les haga cosquillas a los pequeños.

Pero tampoco todo es funesto, se ha avanzado a pasos agigantados en las diversas teorías del aprendizaje desde el conductismo propuesto por John Broadus hasta el actual que expone basarnos en competencias entendiendo los diferentes tipos de aprendizaje, y visualizando que el alumnado no es una masa homogénea de seres humanos sino personas individuales con capacidades propias.

Como ejemplo, recordemos que Corea del Sur a principios de 1950 tenía una tasa de alfabetización extremadamente baja, pero a través de un programa de alta calidad en educación primaria y secundaria creado en 1995 ha logrado que los jóvenes obtengan las mejores calificaciones internacionales en los últimos años. Un cambio estructural no es un trabajo de un par de años, debe ser un esfuerzo comprometido por décadas, el camino es largo pero transitable y más aún, necesario.

No sólo se trata de aprender, también debemos aprender a aprender, pero sobre todo a entender que el aprendizaje no es algo impuesto; porque para la mayoría la experiencia escolar es rígida, tediosa y repetitiva, hay que inculcar en nuestros niños y niñas el amor al conocimiento. Si cimentamos con consciencia del aprendizaje y del hambre de conocer, comenzaremos a ver edificados adultos responsables de sí mismos y de la sociedad, personas que mostrarán habilidades para ayudar a su entorno y al prójimo.

Tenemos que empezar por romper muchos paradigmas y clichés establecidos, atrevernos a confiar en los alumnos, a creer que ellos también pueden enseñarnos, a compartir sin prohibición, pero con respeto. La educación siempre tendrá que ir acompañada de un trabajo constante, de un ímpetu de salir adelante, no es suficiente con una maestría y un doctorado, nuestra sociedad requiere profesionistas incansables, llenos de sueños por cumplir y que no se detendrán al primer tropiezo.

Fuente del Artículo:

http://www.ejecentral.com.mx/inprincipio-crisis-del-aprendizaje-en-la-educacion/

Fuente de la Imagen:

https://www.observatoriodelajuventud.org/el-banco-mundial-alerta-sobre-la-presencia-de-una-crisis-del-aprendizaje-a-nivel-mundial/

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Venezuela: Josefina Fuenmayor, Educadora «La educación no es un trabajo sino un apostolado»

Josefina Fuenmayor, Educadora

Josefina Montemayor, la fundadora y primera directora del Centro Educacional para Adolescentes (CEPA), en Guarenas, a sus 83 años sigue siendo inspiración para los docentes y alumnos de la emblemática institución que lleva más de 60 años cambiando la vida de niñas y niños de los sectores más humildes del municipio Plaza.

El respeto se lo ha ganado con trabajo. Aunque está jubilada desde el año 1984, Josefina Montemayor tiene un lema de vida, y es que «la educación no es un trabajo sino un apostolado».

A sus 83 años, caminar por los espacios del Centro Educacional para Adolescentes (CEPA), ubicado en la parte alta del barrio  San José de Las Clavellinas de Guarenas, estado Miranda, es ver un sueño cumplido.

Cuando tenía 22 años llegó a la zona mirandina para fundar, junto al fallecido padre y capellán del Ejército Julián Ramírez Tovar, lo que llamaron la Escuela Rural.

Sesenta niños pobres (huérfanos y abandonados) la recibieron y se convirtieron en sus hijos. Hoy en día todos esos niños son profesionales, asegura Josefina. Para una muchacha jovencita, maestra unitaria (como decían en la época) no era fácil enfrentarse a tanta necesidad.

El CEPA fue fundado en marzo de 1956 con el objetivo de atender a niños de los sectores más humildes del municipio Plaza y pertenece a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC).  «Al principio esto era puro monte y funcionaba como un internado de varones, luego se abrió para las chicas». En la actualidad, la institución está rodeada por 40 barrios.

Montemayor era hija única y lo tenía todo. «Estudié en un buen colegio de Caracas. Cuando llegué a ver lo que era la escuela rural, me quedé paralizada. Era un rancho de tablas y zinc, teníamos todo improvisado y unos niños que necesitaban mucho amor. Me hice una promesa de ayudar a esos niños», relató.

Han pasado más de 60 años y su pasión sigue intacta. De esos 60 alumnos que inauguraron la escuela, recuerda a tres en especial: Hugo, Pedro y Tanco. «Unos seres humanos ejemplares, que estudiaron, trabajaron y han formado sus familias. Estoy muy orgullosa de mis tres hijos de la vida», destaca la profesora, resaltando que de su matrimonio tuvo tres hijos y que Dios le dio esa familia de seis.

La educación católica y la siembra de valores es el norte del CEPA. Actualmente hay 1.400 alumnos que se educan en una estructura con carencias, entre ellas mayor seguridad y patrullaje en la zona.

La institución, que el año pasado fue víctima de hampones que robaron 18 computadoras del laboratorio de telemática, también brinda talleres de dibujo técnico, manualidades, agricultura, cocina, computación y contabilidad, además, quiere retomar las cátedras de mecánica industrial y carpintería.

Para Josefina Montemayor pedir no es una limitante. Siempre ha estado enfocada en recibir la ayuda de la empresa privada y de las autoridades locales de turno y de esta manera lograr que a los estudiantes no les falte nada para su formación.

«Desde que fundamos esta escuela le hemos pedido ayuda a todo el mundo. No me canso de luchar por el CEPA, porque el control de calidad para mí es que mis muchachos tengan una familia y una educación orientadas hacia la excelencia».

El plantel sirvió de plan piloto para impulsar la Misión Árbol. Para ellos sus estudiantes sembraron más de 1.600 plantas en diversas zonas del municipio Plaza.  Montemayor resalta que hay una profunda conexión entre la comunidad y el colegio.

Milagros Gil, actual subdirectora de la institución educativa que fundó su madre Josefina, ve en ella el modelo a seguir en su carrera. «Es una persona muy valiosa, ejemplar e intachable, que toda su vida se dedicó a la educación de los niños y jóvenes más necesitados. La admiro por su carácter emprendedor y de lucha. Verla a ella en sus funciones, siempre apasionada, me inspiró también a convertirme en educadora. Este año va a cumplir 84 años y sigue yendo al CEPA. Ella me crió con muchos valores y principios», dice Gil, quien admira la dedicación que ha tenido su madre y ha tratado de seguir sus pasos.

«A su edad sigue preocupada por la población estudiantil, pendiente de que a los muchachos no les falte nada. Ellos la quieren mucho, los más pequeños hasta la dibujan».

Rodeada de un equipo de trabajo dedicado a formar en valores y luchando contra un sistema social que aparta a los jóvenes de la educación, «la profe Josefina» continúa trabajando por el colegio ahora al frente de la asociación civil sin fines de lucro CEPA, comprometida con su apostolado de vida: sembrar semillas para el futuro.

Con información de Delia Meneses

Fuente de la Reseña:
http://www.eluniversal.com/noticias/caracas/educacion-trabajo-sino-apostolado_673131
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“No estamos formando bien a los maestros”: Atilio Pizarro

América Latina – Colombia / 8 de octubre de 2017  / Autor: Redacción / Fuente: El Espectador

Uno de los encargados de los temas educativos en la Unesco le recomienda a Colombia no dejarse llevar por los resultados en los ránquines y usar mejor las estadísticas para tomar decisiones.

Una de las tareas que tiene Atilio Pizarro en la Unesco es manejar las grandes bases de datos sobre educación que envían los ministerios de América Latina. A partir de lo que sugieren esas estadísticas, debe pensar cuál es la mejor estrategia para mejorar los niveles de la región. A menudo, su grupo hace sugerencias sobre políticas públicas luego de hacer detallados diagnósticos.

Este chileno, jefe del área de planificación y evaluación para América Latina y el Caribe en educación, estuvo de paso por Colombia, donde asistió a la XV Asamblea de Empresarios por la Educación. En conversación con El Espectador, asegura que el país debe formar mejor a sus docentes y usar los datos que genera para tomar mejores decisiones. Además, advierte que los gobiernos deben evitar dejarse llevar por los resultados de los ránquines.

América Latina es la región más desigual del mundo, ¿cómo está afectando esa realidad la educación?

De todas las maneras. Eso hace que sea una de las regiones más segregadas. La enorme diferencia de ingresos entre ricos y pobres hace que cada vez más haya escuelas donde van ricos y otras donde van pobres. Es una segregación que tiende a generar sistemas de burbujas, sobre todo en los niños más ricos. Muchas veces no saben cómo enfrentar la realidad. Por el contrario, cuando generas una integración social, hay un mejoramiento sustantivo de quienes tienen capital cultural menor. Y los que tienen más capital social, aprenden qué vive un joven en condiciones vulnerables.

¿Hay algún ejemplo de un país donde esa segregación se esté superando?

Los países que tienen menor nivel de segregación, son los más igualitarios. Uruguay, Costa Rica y Argentina son un buen ejemplo, aunque este último ha estado empeorando sus niveles de igualdad. Eso se ve reflejado en los resultados: Uruguay y Costa Rica siempre se ubican en los lugares más avanzados de estados de aprendizaje. Aunque eso también está asociado a las condiciones materiales: infraestructura, docentes y remuneraciones de los docentes.

América Latina se enfrenta a un momento político de muchos cambios. ¿Puede afectar el futuro de la educación de la región?

Sí. Tiene que haber continuidad en las políticas. En educación los cambios toman tiempo. Y se requieren miradas integrales desde la primera infancia hasta la educación superior y el mundo laboral. No hay que pensar en cómo mejorar la educación superior o primaria, sino hay que pensar en cómo mejorar el sistema educativo. Esa mirada requiere políticas de más largo plazo. Pero, infortunadamente, nuestra región es una región donde más cambios de Ministros de Educación hay. Rotan muy fácilmente. Entonces hay muchos cambios en las políticas que, además, deben ser intersectoriales. Eso requiere una madurez política y social muy grande.

En esas bases de información que maneja la Unesco, ¿qué deficiencias identifican?

Hay varias. Una de las principales es que en prescolar hay pocos docentes certificados para formar a los niños más pequeños que son los tienen necesidades educativas más especiales: requieren educación, cuidado y atención. Solo el 63 % de los docentes están certificados para cuidarlos. Respecto a la educación primaria, entre el 4 % y 5 % de los niños están fuera de las escuelas. Eso son 3 millones de niños. Generalmente eso sucede por vulnerabilidad, discapacidad, aislamiento geográfico o porque pertenecen a étnicas indígenas. En educación secundaria, hay un gran problema: los jóvenes sienten que están recibiendo una educación que no necesitan. Hay muy poco interés en la educación y hay mucha deserción.

Si usted fuera el ministro de Educación de Colombia, ¿en qué centraría sus esfuerzos?

En que prevalezca una mirada sistémica. Tiene que haber una mirada más integral. Aunque, de acuerdo con nuestros estudios, deben reforzar la formación de docentes. La gran mayoría están formados para ejercer un área de especialidad como matemáticas o lenguaje, cuando deberían tener una mirada más integral y generar competencias a los estudiantes que vayan más allá de estas habilidades básicas. También es fundamental todo lo que tiene que ver con las tecnologías de la información y comunicación (TIC). Si bien ha habido políticas para estimular el uso de computadores en la escuela, deben hacer énfasis en la manera como se está usando, en el tiempo de uso y en qué se usa. Es decir, hay mucha inversión, pero no están evaluando los efectos que deberían tener.

Es decir, ¿que no estamos formando bien a los profesores?

Hay muchas deficiencias en su formación inicial. Además, hubo un período donde aparecieron muchas universidades privadas ofreciendo carreras de pedagogía sin estándares nacionales y sin regulación estatal. Tiene que haber un marco normativo. La formación de los docentes es un factor clave; es el alma para mejorar la educación. Tienen que pensar en cómo atraer a los jóvenes a estudiar educación; tratar de que sea una carrera atractiva.

En esa recopilación y gestión de datos sobre el sector educativo, ¿qué tan bien está haciendo la tarea Colombia?

Es un tema complejo, porque hay varios mecanismos para recopilar estadísticas. Muchos de los datos que recopilan los ministerios de Educación provienen de las escuelas. Son las que entregan la información, pero los mismos directores de los colegios no saben cómo usarla, no la usan para tomar decisiones. Nuestros estudios sugieren que la evaluación, sacar un buen lugar en un ranquin, se está convirtiendo en un fin. Pero la evaluación es un medio que se puede utilizar para mirar detalladamente qué es lo que está ocurriendo en el sector y sacar conclusiones de las políticas. En cambio, hay muy poco uso de los datos para tomar decisiones.

En resumen: recopilamos muy bien los datos, pero no sabemos usarlos.

Exactamente. Hay un gran desafío muy grande en ese aspecto. La otra dificultad es que los que generan información muy pocas veces conversan con los que generan políticas sobre educación. Tienen que conversar entre los distintos acores. Desde la Unesco, hemos hecho talleres en los que juntamos evaluadores con planificadores y a veces ni siquiera se conocen.

A veces parece que la educación es un tema marginal en la política…

Sí. Nuestros dirigentes hablan sobre su importancia, pero no se preocupan por ella. Todos hablan del valor de la educación, pero invierten más en vías públicas. Hay que entender que la educación es un factor clave para todo lo demás. Se le da un valor, pero no el suficiente. Pero no es solo una responsabilidad del Estado. Es compartida con las familias, el sector privado y la sociedad civil.

En pruebas como las PISA nos solemos comparar con otros países, pero varias de nuestras escuelas pertenecen a contextos muy diferentes. ¿Cómo hacer para lograr un equilibrio?

Insisto: la evaluación no es un fin. Estas pruebas a gran escala no tienen por qué ser un fin. Lo importante no es un ranquin. Las evaluaciones dicen muchas cosas. No hay que hacer énfasis en el lugar que ocupa un país en el ranquin, sino en los elementos que pueden estar explicando los resultados de aprendizaje. Esas pruebas producen muchos datos, en los que se puede hacer investigación, pues muchos de esos análisis muestran dónde hay que invertir. Eso requiere mucha madurez por parte del país para debatir, analizar con todos los actores y decir “no importa, estoy en el último lugar, pero cómo profundizo acorde con el contexto sociocultural de mi país”.

¿Qué le recomendaría al próximo presidente de Colombia?

Que hay que desarrollar políticas de aseguramiento de calidad. Esas requieren más integralidad. No se trata de decir que voy a hacer una reforma curricular o que voy a mejorar la educación de los docentes. Necesitan una mirada integral. Hay que preguntarse cuál es el tipo de persona que quiere formar el país. Hay que hacer evaluaciones permanentemente para ver si nuestras políticas están cumpliendo con las expectativas del tipo de persona que queremos formar.

Fuente de la Entrevista:

https://www.elespectador.com/noticias/educacion/no-estamos-formando-bien-los-maestros-atilio-pizarro-articulo-716632

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¿Qué entienden hoy las élites políticas por Educación? Necesitamos otra educación – FISyP

Argentina / 8 de octubre de 2017  / Autor: FISyP Producciones Audiovisuales / Fuente: Youtube

Publicado el 5 oct. 2017
¿Qué entienden hoy las élites políticas por Educación? Muchos gobiernos y tecnócratas entienden a la educación como una herramienta para generar desarrollo económico, lo hacen para incrementar el “capital” humano a favor de las grandes empresas y capitales trasnacionales. Buscan una educación orientada hacia las necesidades del mercado .
www.fisyp.org.ar

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=-4pMnbF7iYw
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“El reto común de los sistemas educativos es que cada alumno tenga la opción real de aprender”

España / 8 de octubre de 2017  / Autor: G. Montañéz / Fuente: Noticias de Gipuzkoa

“El buen sistema educativo es el que brinda oportunidades”, dice Renato Opertti, sociólogo que esta semana participó en Pamplona en un proyecto de la Federación de Ikastolas

Renato Opertti (Montevideo, 1962) asegura que el interés por la docencia le viene de familia. Con una madre maestra y directora de escuela y un padre profesor universitario, estudió Sociología y realizó un máster en Investigación educativa, porque asegura que le interesaba cómo la educación contribuye a la “igualdad de oportunidades”.

Opertti trabaja desde 2005 en la Unesco (la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), donde es el coordinador del programa de Innovación y Liderazgo, en Curriculum, Aprendizaje y Evaluación, en la Oficina Internacional de Educación de esta entidad. El pasado miércoles, ofreció en Civican, en Pamplona, la conferencia Repensar sistemas educativos y competencias del alumnado a la luz de un mundo en turbulencia, que está vinculada al resultado de un programa europeo, Keycolab, para definir esas competencias, un trabajo en el que han participado representantes educativos de Finlandia, Bélgica, Reino Unido y Rumanía, y que en Navarra ha encabezado la Federación de Ikastolas.

Trabajar en la Unesco le permitirá tener una perspectiva de diferentes sistemas educativos. ¿Afrontan retos comunes?

-Creo que sí, que hay un reto fundamental, y común, que es cómo garantizar que cada alumno tenga una oportunidad real de aprender. Pero la diferencia está en la trayectoria de los países en la evolución de la educación. Algunos están en etapas más avanzadas de discusión de los temas educativos. Esas diferencias tienen que ver con los momentos políticos, económicos, sociales… y con cómo los países han colocado de forma histórica la educación como prioridad.

¿Esa prioridad se ha puesto en jaque con la crisis económica?

-Creo que sí. Pero el debate no puede ser solo sobre la cantidad, sino también sobre cómo esa inversión tiene que ver con unos objetivos educativos. Y sobre su calidad.

Pero calidad y fondos van a menudo asociados.

-Claro. Pero una situación de restricción [se refiere a la económica] puede llevar a repensar prioridades.

En Pamplona ha hablado sobre las competencias básicas del alumnado. ¿Cuáles tienen que ser y cómo han cambiado en los últimos años?

-Los jóvenes responden a problemas en la vida. Y no lo hacen empaquetado en una disciplina, sino integrando conocimientos diversos. Las competencias son herramientas que permiten a las personas actuar ante estos desafíos. Y hay grandes bloques de competencias. Uno sería la alfabetización fundamental, como base del aprendizaje, que antes eran la Lengua y las Matemáticas, y hoy son las segundas lenguas, la educación en Ciencia, Tecnología y Matemáticas, la Educación para la ciudadanía… También hay que enseñar en las herramientas para responder a desafíos, por ejemplo en el pensamiento crítico, en aprender a aprender, a cómo comunicarse con los demás para resolver un problema…

¿Esas cuestiones no están muy marcadas por el futuro laboral? Porque entonces una crítica habitual es que no se piense en el estudiante como una persona en formación, sino como alguien productivo.

-No son dos trayectorias. En un contexto muy incierto, donde la mayoría de los niños que están en la escuela van a trabajar en tareas que hoy no existen, hay que formarlos en la capacidad de adaptabilidad. La formación para el trabajo es una dimensión de la formación ciudadana, no se trata de formarlo en una tarea, sino para que sea competente en su trabajo, cualquiera que sea el área en la que trabaje. Y esas competencias son cada vez más universales.

¿Y cómo se mide el éxito de un sistema educativo?

-Las categorías tradicionales en las que pensamos la educación no tienen mayor sentido. Igual que no podemos diferenciar entre enseñar y aprender, tampoco podemos hablar de competencias blandas y duras porque todo es importante, también podemos decir que la nota en sí no significa nada, sino que lo que importa es la capacidad de la persona de poder desarrollarse de forma competente para afrontar problemas. Y las respuestas que se pueden dar no son encasillables en correcto e incorrecto, sino que hay diferentes respuestas con diferentes visiones.

Sin embargo, en evaluaciones como PISA la clave es la nota.

-No hay que ni que demonizar PISA ni transformarla en la palabra única. Es un elemento de referencia sobre cómo está un sistema educativo en el contexto global, pero no mide todo lo que es importante en un sistema educativo. Puede ser un instrumento formidable para encontrar los problemas del sistema, aunque no sea lo único.

Fuente de la Entrevista:

http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2017/10/03/sociedad/el-reto-comun-de-los-sistemas-educativos-es-que-cada-alumno-tenga-la-opcion-real-de-aprender

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