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Estados Unidos: Crece movimiento a favor de mayor acceso universitario para indocumentados

Estados Unidos / 17 de agosto de 2016 / Fuente: http://mundohispanico.com/

El avance económico y la necesidad de una fuerza laboral mejor preparada ha llevado a varios estados a brindar ayuda financiera o permitir a los indocumentados pagar matrícula como residentes, tendencia que tiene resistencia de un sector.

“Estamos viendo un impulso positivo por mayor acceso y equidad, aunque al mismo tiempo hay críticos que están tratando de poner fin a los avances”, dijo a Efe Meng So, directivo del grupo civil Evelyn & Walter Haas Jr.

Unos 18 estados tienen ahora leyes que permiten a los indocumentados pagar matrícula universitaria como residentes del estado y otros seis les ofrecen ayuda financiera”, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales (NCSL).

Los estados de California, Colorado, Connecticut, Florida, Illinois, Kansas, Maryland, Minesota, Nebraska, Nueva Jersey, Nuevo México, Nueva York, Oregón, Texas, Utah, Washington, Oklahoma y Rhode Island permiten a estos universitarios pagar matrícula como residentes del estado y no la que pagan estudiantes internacionales que es mucho más alta.

Además, California, Minesota, Nuevo México, Oregón, Texas y Washington ofrecen asistencia financiera estatal a estos jóvenes.

Sin embargo, Georgia, Alabama y Carolina del Sur, han aprobado medidas para prohibir que los indocumentados puedan pagar matrícula como residentes, según datos de NCSL.

Alabama y Carolina no permiten a los estudiantes matricularse en ninguna de las universidades públicas del estado y Georgia les niega acceso a las cinco universidades más prestigiosas del estado.

Georgia por ahora no reconoce el estatus de “presencia legal” que otorga el alivio migratorio del presidente Barack Obama, DACA, a indocumentados que llegaron al país de niños y deben pagar como extranjeros en las que se les permite la inscripción.

So explicó que las posibilidades de los indocumentados a continuar los estudios universitarios depende de la zona geográfica donde residen. Ello debería estar limitado “por los méritos que cada estudiante tiene” no por el lugar o estatus migratorio, indicó.

Señaló que pese a los detractores, en gran medida por el ambiente antiinmigrante en contienda electoral, son más los beneficios que los efectos negativos de un mayor acceso de estos estudiantes a educación superior.

No permitirle esa posibilidad, le cuesta a Georgia cerca de 10 millones de dólares al año y tiene un efecto negativo en la economía y en el nivel de competitividad del estado, según un informe estatal de 2015.

Los jóvenes que abandonaron sus estudios en 2008, le costarán a los estados cerca de 319.000 millones de dólares en pérdidas por salarios a lo largo de sus vidas, de acuerdo con NCSL.

Fuente noticia: http://mundohispanico.com/noticias/nacionales/crece-movimiento-a-favor-de-mayor-acceso-universitario-para-indocumentados

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Universidades y paz

10 de agosto de 2016 / Por: Manuel Guzmán Hennessey / Fuente: http://www.eltiempo.com/

Al sistema educativo le llegó la hora de asumir el desafío de asomarse a la nueva ciencia, al nuevo humanismo y a la nueva ética planetaria, de una manera novedosa y eficaz.

Las universidades tienen el desafío mayor del posconflicto. Les corresponde formar a los nuevos ciudadanos para la paz, el desarrollo, la equidad y la sostenibilidad. Al sistema educativo le llegó la hora de asumir el desafío de asomarse a la nueva ciencia, al nuevo humanismo y a la nueva ética planetaria, de una manera novedosa y eficaz. Integrar la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible con la agenda 2030 del posconflicto. Atreverse a mirar hasta el 2050. Preguntarse por el modelo de desarrollo que queremos. Incluir en todas las asignaturas y en todos los programas las metas globales en las que está comprometida Colombia, y aterrizarlas en las regiones para concretar las acciones de la paz territorial, el desarrollo local, las nuevas ciudadanías y, por supuesto, la transición de las economías locales hacia modelos verdaderamente sostenibles. Energías renovables, modelos de producción y consumo que privilegien lo local, estilos de vida sostenibles. Esta colosal tarea debe abarcar la formación desde los pregrados, la investigación para la generación de nuevos conocimientos aplicables a los cambios que hoy demanda la sociedad, y la extensión para articularse con los sectores eje del desarrollo: las empresas, las instituciones, los gobiernos locales, los ciudadanos organizados.

El Ministerio de Ambiente, por ejemplo, debería liderar el diálogo con las universidades sobre la nueva educación para la sostenibilidad, integrando las metas del Acuerdo de París sobre mitigación y adaptación al cambio climático con las necesidades de transformación de los sectores productivos. Y así, cada uno de los ministerios podría hacer lo propio desde su sector. ¿Se necesita un nuevo ente coordinador para la educación del posconflicto? Y algo más, entender que el desafío nos involucra a todos y no simplemente al Gobierno central. Las universidades deben reinsertarse en el país.

Propongo dos ideas para empezar: que se instale un diálogo de tipo permanente entre rectores sobre Agenda 2030, educación y posconflicto. Que las universidades lideren un proceso nacional orientado a examinar el desafío de la educación superior frente a la construcción de una nueva sociedad.

Y otrosí: para pensar en los niños de esa nueva sociedad, conviene ver la educación de Finlandia.

https://youtu.be/qkRREVchgpg

Fuente artículo: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/universidades-y-paz-manuel-guzman-henenssey-columna-el-tiempo/16664671

Foto: https://1.bp.blogspot.com/-AIYwrNRLbFI/V6kzGOK4svI/AAAAAAAAFpU/naz44zHJsisv3RRQI67RtkXVWrWhbnT4QCLcB/s1600/paz-2.jpg

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Estonia, el nuevo ejemplo mundial en educación

Estonia/ Agosto de 2016/La Tercera

Esta nación de 1,3 millones de habitantes ha destacado en los últimos rankings del tema y se asoma como un nuevo ejemplo mundial. Su exitoso modelo, está basado en la equidad.

En los rankings internacionales de educación, hay países que ya son sinónimo de resultados de excelencia: Finlandia, Corea del Sur, Japón y Singapur, países que suelen encabezar las listas educativas.

De ellos, tal vez Finlandia es el que llama más la atención y atrae a expertos de todo el mundo que van a comprobar el llamado “milagro finlandés” en terreno.

Pero hay otro país que en los últimos años ha estado escalando en estos rankings. A una distancia de dos horas de viaje en ferry, desde Helsinki, la capital finlandesa, está la nación que estádeslumbrando a los expertos: Estonia.

La ex república soviética de 1,3 millones de habitantes ha tenido sobresalientes resultados en las pruebas Pisa (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) que son realizadas por la OCDE, para comparar los sistemas educaciones de todo el  mundo.

En los resultados de 2012, los jóvenes estonios de 15 años obtuvieron el lugar número 11 en Matemáticas (superando a Finlandia), ocuparon el sexto lugar en Ciencias, y el séptimo en Habilidad Lectora, de los 65 países que participaron en la evaluación.

Estonia no sólo superó a países como Francia y Alemania en algunas categorías, sino que también tuvo el número más bajo de desempeños débiles en toda Europa: un 10% en Matemáticas y Lectura, y 5% en Ciencias.

La receta del éxito se sustenta en un modelo educacional basado en la equidad: sus estudiantes vienen de diversos espectros culturales (un quinto de ellos habla ruso en sus casas) y económicos, pero todos reciben la misma experiencia educativa.

Eso se refleja con creces en las pruebas Pisa. En la prueba de Matemáticas de 2012, más de un tercio de los estudiantes de bajos ingresos estuvieron dentro de los mejores resultados.

El país también obtuvo la segunda menor brecha entre sus estudiantes con mayores y menores ingresos de todos los países OCDE.

“Nuestras políticas en su mayoría están impulsadas sobre la base de la equidad”, aseguró a La Tercera la Jefa Adjunta del Departamento de Investigación del Ministerio de Educación de Estonia, Tatjana Kiilo.

 Por otro lado, el 91% de los adultos de entre 25 a 64 años terminaron la educación media, cifra mucho mayor que el promedio de la OCDE que es de 76%.

Los colegios y universidades son gratuitos en Estonia, y ahí los estudiantes también reciben almuerzos sin costo. Y a pesar de que hay un aumento en la cantidad colegios privados, aún siguen siendo un porcentaje pequeño del sistema educacional.

Pero sus resultados van más allá de la equidad. La educación es muy valorada en Estonia y sus profesores tienen una autonomía alta.

Otro factor de éxito, es que los estudiantes tienen los mismos profesores por varios cursos, lo que fortalece la relación entre ellos. Sin embargo, llama la atención que a pesar de que es una  profesión muy respetada,solo el 14% de los profesores cree que su profesión es realmente valorada. También está bajando el número de jóvenes que eligen estudiar esa carrera, según explicó Kiilo.

Fuente: http://www.latercera.com/noticia/mundo/2016/07/678-690119-9-estonia-el-nuevo-ejemplo-mundial-en-educacion.shtml

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Educación humanista

Basta con fijarse en la evolución de los planes de estudio de la enseñanza media a lo largo de los últimos cincuenta años para darse cuenta de que tanto las lenguas clásicas como la poesía, la gramática y, en general, las que se llaman asignaturas de letras o de humanidades, han ido perdiendo importancia en el Bachillerato. En gran parte porque ese Bachillerato se ha ido reduciendo hasta quedar convertido en dos escuetos cursos en los que se pretende preparar a los alumnos para estudios superiores.

Pero una educación humanista no tiene que ver solo con las asignaturas de los planes de estudio, sino también con los valores que se pretende transmitir a los niños y jóvenes durante los años de formación. Una educación que persiga la más completa formación humana debería, al menos, ocuparse del desarrollo de las tres potencias del espíritu que Santo Tomás tomó de Aristóteles: la memoria, el entendimiento o inteligencia, y la voluntad.

Pues bien, la memoria, no sólo como método pedagógico, sino también como la facultad de aprender de nuestros antepasados, conocer sus hechos, sus pensamientos, su ciencia y su arte, está hoy totalmente desprestigiada.

Se comenzó por decir que no se debía dejar que el niño se aprendiera las cosas de memoria porque entonces no razonaba. Como si la razón humana estuviera reñida con la capacidad de recordar. George Steiner, uno de los pocos maîtres à penser que quedan entre nosotros, en su libro Elogio de la transmisión, publicado por Siruela en 2005, hacía un canto a la memoria como la facultad que hace más libre el entendimiento y la conciencia del hombre. Steiner, para quien “nuestra escolaridad es hoy amnesia planificada”, reivindica el uso de la memoria como herramienta de aprendizaje, pues, en su opinión, si la memoria no se ejercita, como ocurre con los músculos, acaba por atrofiarse.

El desarrollo del entendimiento como la facultad del intelecto humano para comprender, pensar y razonar, estuvo presente siempre en la enseñanza. Un buen profesor consideraba que su tarea era conseguir que sus discípulos aprendieran cuanto más mejor. Por sentido común sabía que no a todos los niños se les podía exigir lo mismo porque no todos tenían la misma facilidad para aprender, pero era muy consciente de que su responsabilidad era lograr que todos sus alumnos desarrollaran al máximo sus capacidades intelectuales.

Un día empezó a decirse que el desarrollo del intelecto individual podía ser fuente de desigualdades. Que las diferencias intelectuales no eran producto de la naturaleza sino consecuencia de las diferencias sociales. Que no bastaba con lograr que toda la población fuera escolarizada sino que era necesario que todos recibieran la misma formación. Esa idea de que una auténtica igualdad de oportunidades solo se logra si todos estudian lo mismo ha llevado a censurar cualquier método de enseñanza que pueda distinguir a los que aprenden más de los que aprenden menos. Así fue como los exámenes quedaron desterrados de nuestro sistema escolar hace casi medio siglo y así es como incluso la propia transmisión de saberes y conocimientos es hoy cuestionada.

Se nos presenta como indiscutible que todo sistema democrático de enseñanza deba basarse en el principio de la “equidad”. Una equidad que, al buscar una igualdad real de los talentos, va mucho más allá de la igualdad de oportunidades. Una idea de equidad que convierte en elitista y segregadora la aspiración humanista de lograr el máximo desarrollo de talento individual.

Eliminados de la escuela el fomento de la memoria y del entendimiento nos quedaría la educación de la voluntad. Por voluntad entendemos la capacidad que tiene cada persona de hacer aquello que quiere o cree que debe hacer. La formación de la voluntad exige, sin duda, sacrificio y disciplina. Dos palabras malditas en el lenguaje educativo de nuestro tiempo.1

El niño ha de ser feliz, ha de serlo desde su nacimiento y a su felicidad no se debe poner límites. Esto es lo que psicólogos y pedagogos han estado mucho tiempo enseñando a padres y profesores. Continuamente surgen nuevos métodos pedagógicos que aseguran que se puede aprender mediante el juego, sin esfuerzo alguno. Métodos que, una y otra vez, padres y maestros aceptan de buen grado pensando que alguien ha conseguido descubrir el jarabe milagroso que les librará de tener que cumplir con la responsabilidad de exigir a los niños. Y eso que saben, por su propia experiencia, que ese jarabe no existe, que todo aprendizaje necesita esfuerzo y que todo esfuerzo supone sacrificio.

La voluntad, como la memoria y como el entendimiento, cuando no se ejercita, muere. Una inmensa mayoría de nuestros jóvenes salen hoy de las escuelas con la voluntad virgen. Y es que esa pedagogía moderna que ha condenado el valor del esfuerzo, de la disciplina y del sacrificio, no sólo puede dejar al joven indefenso ante los problemas y dificultades, sino que puede dejarle incapacitado para tomar las riendas de su propia vida.

Igual que el descubrimiento de la imprenta, no solo no supuso el fin del Humanismo renacentista, sino que permitió la divulgación de las obras de los escritores humanistas y la entrada de Europa en la modernidad, el uso de internet y de las redes sociales deberían servir para mejorar el aprendizaje y hacer que la transmisión del conocimiento y de los saberes llegara a mucha más gente.

Y es que, en contra de lo que algunos dicen, la introducción en el aula de las  tecnologías de la información y de la comunicación no debería ser un obstáculo para el resurgimiento de una educación humanista. Es cierto que existe una nueva corriente pedagógica que pretende aniquilar la institución escolar con la excusa de que el maestro Google puede enseñar más y mejor que cualquier profesor, pero confiemos en que no sea más que una moda pasajera.

Fuente del articulo: http://www.fundacionvillacisneros.es/educacion-humanista/

Fuente de la imagen://1.bp.blogspot.com/_vgqYQ_2gsf0/SvG70p8LvVI/AAAAAAAAAZc/ZDlvkHgXwjI/S1600-R/marquecina+educ-larga.jpg

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Estados Unidos: Equidad en la educación ¿En qué consiste?

Dallas, Texas / 03 de agosto de 2016 / Por: Luis Lara / Fuente: http://elhispanonews.com/

Equidad en la educación ¿En qué consiste? El término “equidad” es usado comúnmente por educadores, legisladores y otros para indicar el concepto de una educación justa o en la que la oportunidad está bien distribuida. Aunque no es fácil de medir, los estudiantes de minoría, los de hogares de pocos ingresos y los que están aprendiendo inglés a menudo enfrentan desigualdad en el salón de clases, como por ejemplo menos maestros de alta calidad, menos recursos, acceso limitado a clases avanzadas y mayor dificultad para obtener un diploma universitario.

¿Qué aspecto tiene la equidad para los casi 13 millones de niños latinos matriculados en las escuelas públicas de EEUU, y para los que están buscando una educación postsecundaria?

Durante el 2 y 3 de agosto del 2016 se estará llevando a cabo un seminario sobre el tema de “Equidad en la Educación” en Washington D.C., donde un panel de expertos identificará las faltas de equidad más significativa que se deben vigilar desde el preescolar hasta el 12mo grado y hasta en la educación postsecundaria, y hablarán de lo que se está haciendo para solucionarlas.

El Seminario es coordinado por la organización EWA (Education Writers Association) que ha extendido la invitación a miembros de la prensa y medios de comunicación en español. Sera un día y medio de conferencias enfocadas en la equidad educativa. Los asistentes aprenderán de investigadores, educadores, compañeros periodistas y otros expertos sobre temas como segregación, finanzas de las escuelas chárter, la brecha entre el maestro y el estudiante para los latinos, exámenes estandarizados y la educación de los estudiantes inmigrantes. Las sesiones de estos temas y otros también incluirán ideas para reportajes sobre lo último en la educación tomando en cuenta una audiencia latina.

Un panel de expertos identificará las faltas de equidad más significativa que se deben vigilar desde el preescolar hasta el 12mo grado y hasta en la educación postsecundaria, y hablarán de lo que se está haciendo para solucionarlas.

Es la tercera Conferencia anual para miembros de la prensa y medios de comunicación en español. Es una organización profesional para miembros de los medios de comunicación que cubren la información sobre educación en todos los niveles.

Fuente noticia: http://elhispanonews.com/news/2016/jul/21/equidad-en-la-educacion-en-que-consiste/

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¿Habrá al fin un compromiso por la educación?

Por: Mariano Fernández Enguita

Me refiero a lo que todos llaman pacto, aunque yo prefiero llamarlo compromiso, ya diré por qué. El penúltimo intento fue el de Gabilondo, frustrado por la negativa de un PP que sabía que iba a ganar las elecciones; el último es el que promueve J.A. Marina, rechazado con cajas destempladas por cierta izquierda que creía otro tanto. Pero el PP está ya lejos de la mayoría absoluta y el sorpasso no ha llegado, de manera que quizá podamos todos recapacitar, empezando por entender que vivimos en democracia, un régimen que une al gobierno de la mayoría el respeto a las minorías, pero superando la aritmética elemental en estos conceptos. No nos llevarán muy lejos visiones como la cantinela de Rajoy sobre que gobierne «el partido más votado» (aunque sea también el más rechazado), el desparpajo del secesionismo que con la mitad más uno de escaños (ni siquiera votos) se cree legitimado para todo, o la disposición que algunos muestran a dar la vuelta a la tortilla con apenas más escaños o más votos positivos que negativos en el hemiciclo. Es de desear que el actual bloqueo político, que ya se antoja grotesco, ayude a comprender lo absurdo que resulta pretender blindar o subvertir una política institucional y a largo plazo, sea la que sea, con una mayoría, simple o absoluta, cogida con alfileres, es decir, con unos pocos sufragios, escaños o apenas votos en el hemiciclo. No necesitamos ni el maximin de la minoría más votada ni el minimax de la coalición menos rechazada, sino el maximax del acuerdo más generoso, el de una mayoría más amplia posible. En sentido contrario, el respeto a la minoría parlamentaria, electoral o política no se limita a no exterminarla, ni prohibirla (lo que se da por supuesto), ni hostigarla (lo que a veces se olvida), sino que pasa por tratar de gobernar para todos (es decir, con todos, además de sobre todos).
Por supuesto, esto no siempre es viable, ni siquiera necesario, por lo que muchas decisiones parlamentarias y gobiernos habrán de basarse en mayorías exiguas aunque suficientes, pero cuando llegamos a la educación hay que tener en cuenta, más allá de la deseabilidad general de acuerdos amplios en democracia, que hablamos del futuro y de la parte más vulnerable de la sociedad. De un futuro, en este caso, expresamente considerado, dado que unas generaciones, los políticos y en general los adultos de hoy, deciden por los alumnos presentes y por venir, que vivirán los efectos mañana (al ritmo actual, ya es difícil terminar la educación obligatoria sin vivir un par de reformas). Y de los más vulnerables, esto es, de quienes todos afirman que querrían resguardar de las pugnas políticas pero a quienes se expone demasiado a menudo a la incertidumbre o al torbellino. No se trata de poner la educación fuera del alcance de la política, pues eso sería privarla del amparo y del impulso de la democracia, pero sí de ampliar al máximo acuerdos que puedan perdurar más allá de los cambios de gobierno y los vuelcos electorales, por lo demás previsibles y saludables.
Pero el pacto o compromiso es difícil por varios motivos, entre los cuales destacaré cuatro. El primero y más aparente es la tremenda ideologización del debate, con discursos a veces guerracivilistas en los que unos parecen creerse en lucha contra el Santo Oficio y otros contra el demonio bolchevique, como han hecho recientemente PP e IU, en los dos extremos del arco parlamentario, desenterrando la guerra escolar. El segundo, en parte consecuencia del primero, es el vaciamiento del lenguaje, que permite blandir a la vez las exigencias más sectarias y la pretensión de que quien hace imposible un acuerdo es siempre el otro; un vaciamiento que alcanza más o menos a lo principal del vocabulario de la política educativa: libertad, equidad, calidad, inclusión, participación… y, por descontado, pacto, como cuando Rajoy, después de dos legislaturas del PP solo contra la LOE y otras dos igual de solo con la LOMCE cree hacer haber hecho algo grande con apenas algún gesto vacío y retórico sobre el pacto educativo dirigido a Ciudadanos, o cuando Garzón se descuelga en periodo electoral con la surrealista y oximorónica propuesta de un pacto por una educación republicana. Un tercer motivo, menos obvio pero más poderoso, es el papel de la escuela en las estrategias sociales de las familias, muy visible en la búsqueda de la mejor educación para los hijos, tanto da que se concrete en la mejor escuela o en el mejor desempeño individual en ella, y que tiene su contraparte en la pretensión no menos estratégica, aunque defensiva, de suprimir todo elemento de diferenciación, sea la elección de centro, el (muy discutible) modelo bilingüe, el uso de recursos digitales, los deberes para casa o cualquier otro. Cuarto, y no menos importante, el infundado paternalismo de la profesión docente, siempre tan inclinada a pensar que sabe mejor que su público lo que le conviene; esto es, a desoír a la sociedad, o a oír solo lo que quiere oír, como cuando funcionarios incondicionales de su fuente de empleo, la enseñanza pública, no quieren ver que un tercio del alumnado lleva medio siglo eligiendo la privada y otro sexto, hasta la mitad, lo haría si pudiera, o cuando los sicofantes de la inmersión lingüística ignoran que más de la mitad de la población con hijos en edad escolar ni la quiere ahí ni la practica en otros ámbitos libres de coerción y de presión; o cuando todos coinciden en que lo primero y principal que necesita la educación es, cómo no… más educadores.
Pero hay otro obstáculo formidable para un pacto: su trivialización. Asoma cuando se formula como el objetivo de ponernos de acuerdo en lo que nos une (ya se sabe: acabar con el abandono, conjugar equidad y calidad, reconocer y dignificar al profesorado, mejorar los resultados, aumentar los recursos…), o evitar lo que nos separa (los cleavages o fracturas como la religión, la financiación de la escuela privada, las lenguas propias, la evaluación del profesorado, etc.). El problema es que tales acuerdos de mínimos no sirven de mucho, o no sirven de nada. De hecho presentan el riesgo añadido de precipitar, hipostasiar, politizar o adjudicar opciones y políticas que no están adscritas necesariamente a un lado ni a otro de las fracturas habituales, desde el momento mismo en que las colocan en el centro de una negociación entre partidos y grupos de intereses; en todo caso, al dejar fuera lo que realmente ha venido dividiendo a la sociedad, simplemente posponen los problemas por muy poco tiempo, si es que no los enquistan y los agravan. Por eso no me gusta la palabra pacto, que alude por igual a la formalización de un acuerdo preexistente, entre quienes ya coinciden en algo o en todo, y a la confluencia desde el desacuerdo o el conflicto previo de intereses y valores. Es lo segundo lo que la educación española necesita: un acuerdo que cree un escenario comúnmente aceptado desde ambos lados de las viejas fracturas, en el que todos estén razonablemente a gusto aunque ninguno esté enteramente a su gusto, y que traiga consigo una suspensión duradera, que ya sabemos no será definitiva, de las hostilidades. Por eso prefiero hablar de un compromiso: compromiso entre los actores, entre los intereses en conflicto y los valores en disputa, así como entre lo deseado por cada uno y lo aceptable para los demás, lo que implica ceder y conceder.

Un compromiso por la educación debería abordar, precisamente, lo que hasta hoy ha venido arrojando a la escuela al ojo del huracán: la titularidad de los centros, el lugar de lo laico y lo religioso, la coexistencia de las lenguas propias y la lengua común, el alcance y límites de la comprehensividad, las bases económicas de una expansión sostenible, la autonomía y transparencia de los centros y la reestructuración de la profesión docente. Formular los términos es ya otra historia, tema para otro día.

Tomado de: http://blog.enguita.info/2016/07/habra-al-fin-un-compromiso-por-la.html
Imagen: https://www.google.com/search?q=%C2%BFHabr%C3%A1+al+fin+un+compromiso+por+la+educaci%C3%B3n%3F&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwji2_T1ppTOAhVBJB4KHUV0AVwQ_AUICSgC&biw=1366&bih=667#tbm=isch&q=dibujos+%C2%BFHabr%C3%A1+al+fin+un+compromiso+por+la+educaci%C3%B3n%3F&imgrc=lm6t8KOgmvgDxM%3A

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El factor olvidado en la conversación sobre equidad

27 de julio de 2016 / Por: Josefina Santa Cruz / Fuente: http://opinion.cooperativa.cl/

Normalmente, no se atribuye al profesor el rol de desarrollar la inteligencia de sus alumnos, pero si pensamos en cómo es alguien inteligente, veremos que es quien tiene buen pensamiento: asocia ideas, identifica patrones, resuelve problemas creativamente, analiza las variables de una situación compleja, empatiza y visualiza una situación desde otra perspectiva, argumenta, sintetiza, tolera la incertidumbre cuando la solución no llega rápido, lee comprensivamente, aprovecha los recursos de manera óptima, reflexiona y transfiere ideas entre distintos escenarios.

Todas estas habilidades se pueden enseñar en forma explícita en la escuela, integrándolas en una asignatura. Por ejemplo, un profesor de historia puede enseñar a sus estudiantes a analizar las causas de la Segunda Guerra Mundial y luego a encontrar un patrón que explique las causas de otras guerras o revoluciones.

También puede enseñar a sus alumnos a evaluar la confiabilidad de las fuentes de información o a analizar críticamente las razones de Truman para lanzar la bomba atómica. Si las habilidades asociadas a la inteligencia (o al buen pensamiento) se pueden enseñar, entonces la inteligencia es “aprendible”, modificable y, por lo tanto, incremental.

Carol Dweck, profesora de la Universidad de Stanford, quien ha teorizado exhaustivamente sobre estos temas, explica que las personas pueden tener dos mentalidades respecto a la inteligencia: creer que es fija o creer que es incremental.

De acuerdo a sus investigaciones, aquellos que creen que la inteligencia es fija (que se nace con ella y poco podemos hacer para incrementarla) tienden a atribuir sus experiencias de fracaso a su escasa habilidad y  asociarlos a una debilidad ajena a su control (“yo soy así”, “todos en mi familia somos así”).

A su vez, esto conduce a evitar las oportunidades que pueden conducirlos a fracasar, lo que impide su aprendizaje posterior. Por ejemplo, si un niño de primero básico se convence de que es “malo” para aprender matemática porque le falta inteligencia y con eso se nace o no se nace, es muy probable que deje de trabajar en clases y que, en consecuencia, sus resultados sean efectivamente tan bajos como él espera. Este niño se siente de manos atadas, es “malo” para los números y no hay nada que pueda hacer para evitarlo.

Por el contrario, las personas que creen que la inteligencia es incremental tienden a perseverar después de los fracasos porque consideran que el esfuerzo y la práctica pueden conducirlos a aumentar sus capacidades y que mientras se esfuerzan su cerebro está haciendo nuevas sinapsis, tal como lo demuestra Dweck en uno de sus experimentos.

En el mismo ejemplo, si este niño atribuyera sus bajos resultados en matemática a su falta de estudio, y no a su falta de capacidad, entonces se esforzaría por trabajar más hasta conseguir los resultados que sueña.

Creer de verdad que la inteligencia no es algo fijo, sino algo modificable tiene importantes consecuencias dentro de la sala de clases. Un profesor con mentalidad de inteligencia incremental aplaude el esfuerzo de sus estudiantes (“bien, se nota el estudio”), más que sus talentos (“usted es tan inteligente”) y no etiqueta a sus estudiantes de acuerdo a los resultados que obtienen en la prueba de diagnóstico (“no hay caso con este niño”), sino que está atento a lo que necesita cada uno para conseguir resultados exitosos (“Juan necesita practicar más la carrera con obstáculos”, “quizás Ana comprendería mejor la estructura de un ensayo si participara en un debate”).

Tan necesario como que los profesores se convenzan de que sus estudiantes pueden aprender, es que tengan las herramientas para enseñarles. Todos los profesores pueden potenciar la inteligencia de sus estudiantes, si han aprendido cómo hacerlo. Este es un excelente desafío para quienes serán mentores de profesores novatos y para quienes imparten instancias de capacitación docente.

Muchos excelentes profesores han sido testigos de cómo cambia la creencia de los estudiantes sobre su propia capacidad cuando viven la experiencia de que su inteligencia es modificable.

 “¿Sabe, profe? Yo nunca había entendido cómo se ponían los tildes hasta ahora, trataba de ‘achuntarle’ pero nunca me salía”. Descubrir que lo que siempre habían considerado cierto de pronto se derrumba tiene consecuencias enormes para el aprendizaje. Todas las barreras que los anteriores fracasos habían levantado se desvanecen y en su lugar aparece un inmenso paraíso de posibilidades. El estudiante que aprende lo que nunca creyó que aprendería se siente capaz de aprenderlo todo. Qué importante es que encuentre en ese momento a otro excelente profesor.

El debate público ha tocado muchas veces el problema de la equidad en educación, el de cómo brindarles a todos los estudiantes chilenos el acceso a las mismas oportunidades. Creo que el principal factor de equidad es la promoción de la inteligencia de nuestros estudiantes y la enseñanza de habilidades y actitudes que harán de ellos ciudadanos pensantes y participantes, independientemente del lugar en que hayan nacido.

Sabemos que el talento se reparte sin mirar de qué material está hecha la cuna y que las diferencias futuras se explican por cuánto se ha potenciado y pulido ese talento inicial. Autores como Reuven Feuerstein y David Perkins han estudiado estrategias de enseñanza que incrementan la inteligencia de los estudiantes y fomentan su aprendizaje.

En Chile hay también investigación y resultados en esta línea, por ejemplo, en el trabajo de Cecilia Assael, miembro del Centro de Desarrollo Cognitivo de la Universidad Diego Portales. Un estudio de la Universidad reportó que las estudiantes que habían participado en su Programa de Enriquecimiento Instrumental—basado en las teorías de Feuerstein—durante séptimo y octavo tenían un rendimiento entre un 19% y un 41% superior a lo esperado para su edad.

Para hacer justicia a nuestros estudiantes, solo falta decidirse y demostrar consecuencia. Hagamos que la promoción de sus capacidades sea verdaderamente prioridad en la sala de clases. Los profesores podemos más y somos capaces de aprender, eso no está en cuestión.

Fuente artículo: http://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/el-factor-olvidado-en-la-conversacion-sobre-equidad/2016-05-15/061714.html

Foto: http://eljujeño.com.ar/tag/secretaria-de-equidad/

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