Por: ABC
Para la directora técnica de Clínicas Origen es fundamental no hacer sentir a los niños responsables de lo que pueda sucederle a los mayores
Vamos integrándonos en la nueva normalidad con temor, esperanza, con alivio y también con mucha incertidumbre. Una vez, si todo va bien, que todas las comunidades autónomas completen su paso por las distintas fases de desconfinamiento, entraremos de lleno en una nueva rutina, a la que tendremos que adaptarnos, mascarilla incluida.
Uno de los aspectos que más preocupa, por la salud de los más pequeños y por sus repercusiones epidemiológicas, es el regreso a las aulas. El ministerio de educación ha comenzado, a tres meses vista, a preparar el retorno de los más pequeños y se han anunciado ya una serie de medidas que, como suele ocurrir, ya cuentan con partidarios y detractores.
A la espera de un protocolo final, hemos consultado con la psicóloga Pilar Conde no sólo sobre los detalles que podrían marcar la vuelta al cole postcovid, sino también sobre la influencia que la propia pandemia va a tener en el nuevo curso.
Para la directora técnica de Clínicas Origen, lo importante es la sensación de calma, tranquilidad y seguridad que se logre transmitir a los niños ya desde el primer día que se reabran las aulas para todos. La prioridad debe ser evitar que desarrollen miedos que les pueda limitar en su desarrollo y que puedan manifestarse con ansiedad, síntomas físicos o indicios como que no quieran jugar en la calle o que eviten determinados lugares reiteradamente. Es importante, añade, que no les hagamos responsables de lo que puede sucederle a los mayores.
Para ello, es esencial, que las pautas estén claras, que la información sea precisa, ya que los cambios frecuentes, pueden generar incertidumbre e inseguridad en el alumnado. Para ello, los profesores y los colegios necesitan que las medidas sean directas y concretas por parte del gobierno y de que se expliquen muy bien en los centros. Si los niños notan nerviosismo o inseguridad en profesores o cuidadores, será factible que lo sientan como algo propio.
La terapeuta reconoce que, dada la situación excepcional de encierro prolongado por la que han pasado, pueden darse casos de niños que no sólo tengan miedo a volver, también pueden darse miedo al contacto con compañeros, miedo al contagio, y una vez en clase sean presa del nerviosismo al verse rodeados de nuevas normas.
Para evitar el primer supuesto, Pilar Conde recomienda que se empleen al máximo las vacaciones para que el menor comparta tiempo y juegos con otros niños en entornos abiertos, utilizando las medidas de seguridad, pero funcionando de la manera habitual. El objetivo es que ellos mismos vean que explorar el entorno y jugar acompañados por antiguos y nuevos amigos no les supone ningún daño; que comprueben que no les va a pasar nada.
Si los problemas apareciesen en septiembre cuando el alumno, al volver a clase, se encuentre con que tiene el movimiento restringido, que está rodeado por mamparas o que no puede relacionarse con otros grupos de niños del colegio, habría que analizar, aclara la experta, otros factores. Entre ellos, muy importante, si le han explicado bien los motivos por los que se han tomado estas medidas, si los comprende y, por supuesto, hablar con él sobre la manera en que ha vivido el todos los efectos de la pandemia. En el caso de los más pequeños, el juego y las actividades que conduzcan a aprendizajes significativos serán la manera idónea de aprender a normalizar los cambios.
Sobre las clases de pandemia, que, en principio, podrían darse cada mañana, Conde considera que el juego y las actividades que produzcan aprendizajes significativos serían la mejor manera de introducir este tipo de contenidos, puesto que la información per sé no genera un cambio de hábitos.
Otra medida que no gusta a todos es la de estudiar en el exterior, en patios, jardines o parques. Más allá de las inclemencias del clima, la psicóloga explica que estos entornos son adecuados para el aprendizaje y, por lo tanto, para ellos mismos.
No tanto lo sería, si se puede elegir, la posibilidad de comer también dentro del propio aula, ya que es positivo cambiar de ambiente para diferenciar el tiempo de estudio del de descanso. Si no es posible, entonces, habría que marcar muy bien la diferencia de rutinas, por su sabida importancia para la concentración, la atención, el aprendizaje y bienestar general de los estudiantes.
Y llegamos al final, a la mascarilla, uno de los asuntos más polémicos, aunque siempre hay que tener en cuenta que en el caso de los alumnos de preescolar resulta muy difícil evitar que se la quiten. Aunque nos de miedo a los padres, la psicóloga explica los beneficios de estudiar sin mascarilla. De un lado, la conducta no verbal en niños pequeños es clave para que nos entiendan y para entender al otro, por lo que las mascarillas también puede ser una dificultad para una buena comunicación entre y con los niños pequeños.
Otro beneficio, es que, al verse sin mascarilla, identificarán el aula con un entorno seguro podrán así jugar y aprender con mayor tranquilidad.
Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-vuelta-cole-postcovid-comedor-aula-ninos-sin-mascarilla-lecciones-pandemia-202006220205_noticia.html