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Las claves para ser el mejor docente: «Hago todo lo posible para que tú trabajes y mejores»

España / 2 de enero de 2018 / Autor: Claudia González Romero / Fuente: La Voz del Sur 

El jienense Claudio Molina es uno de los diez finalistas al Mejor Docente de España 2017 por su forma de implicarse y motivar al alumnado. Sus propios alumnos en la Escuela de Arte de Jerez le inscribieron en el certamen.

«Yo no soy el típico que corrige y tacha. Me siento con el alumno y le digo qué es lo que le falta a su trabajo, pero nunca tacho; y no pongo nota hasta que el proyecto está bien hecho, entonces el alumno no siente la inseguridad ni la presión de una nota. Si yo lo voy perfilando al final sale un buen trabajo, hago todo lo posible para que tú trabajes y mejores». Para Claudio Molina, profesor de Diseño Gráfico, Diseño Web y Marketing, entre otros, el docente tiene un componente de ayuda a la persona, «si concibe la educación como yo la concibo». Natural de Torre del Campo (Jaén), este profesor de estudios y ciclos superiores es finalista al Mejor Docente de España 2017 por su manera de implicarse y motivar al alumnado. Tras su paso por la Escuela de Arte de Jerez, fueron sus propios alumnos los que le inscribieron en el certamen para que su docencia fuese reconocida. «No sé qué han dicho los estudiantes, pero es muy bonito ver que en un momento dado otra educación es posible», dice emocionado a través del teléfono.

Relata que con tan solo cinco años daba clases en su barrio a los niños del pueblo. «Y me vino ese recuerdo mientras daba clase de teatro a un grupito de niños», adelanta. Y es que antes de estudiar Bellas Artes en la Universidad de Sevilla (US), Molina quería ser actor. «Así empecé mi historia, pero no me gustó mucho y siempre me incliné por el arte, aunque no dibujaba bien». Cuenta que un día en el teatro decidió ponerse detrás de las cámaras y que sintió algo mágico. «Esto es más espiritual, no tan egocéntrico», pensó. Y con 21 empezó en el mundo de la formación. Dio cursos para desempleados, para Formación Profesional, cursos privados para empresas…

Más tarde terminó la licenciatura de Bellas Artes e hizo el CAV —curso que posibilita ser docente de Secundaria y estudios superiores— en la Universidad Complutense de Madrid. Y nada más terminar sus estudios, se inscribió en una bolsa de Educación de la Junta de Andalucía. Nueve años tardó en conseguir plaza. Entró directamente a la escuela de Formación Profesional de régimen especial, donde podía optar al Bachillerato artístico, Humanidades, Gráfica Publicitaria, Abaniquería…, «los grados superiores más creativos». Desde entonces Molina ha estado trabajando en Sevilla, en la Escuela de Arte de Jerez y en la actualidad se encuentra en Huéscar (Granada).

Claudio Molina
Una de las materias que ha impartido Molina.

«Me paré a pensar e hice una retrospectiva de todos mis profesores y me pregunté: ¿A qué profesor me quiero parecer, qué profesor quiero ser? Pues creo que voy a ser este…». Y en realidad se reinventó en base a lo que no quería ser: «Valoraba aquellos que me habían hecho pasarlo mal, y no quería cometer los mismo errores que ellos. Esa cabezonería…». Su método es muy personal y dice que su truco es simpatizar con los alumnos. «Mi metodología es que el alumno sea partícipe de su propio aprendizaje. Le enseño a que sea autosuficiente, a base de investigaciones y proyectos personales, que sea reflexivo… Aunque el tipo de educación que yo propongo es compleja porque tienes que estar pendientes de ellos», explica. Pero asegura que le funciona. Dice que es de enviar correos donde les escribe: ¡Ánimo chicos!, ¡Venga, que ya queda menos!. «Detecto que con ese punto emocional consigo cosas», sonríe. «Y es que consigo que la gente venga a clase porque intento darle una utilidad al contenido que doy, los meto en los talleres y los hago responsables de sus resultados».

Confiesa que los principios fueron duros: «La soltura la gané con los años, esto ha sido un trabajo de tiempo». Su técnica es escuchar y hacerle ver al estudiante la importancia del momento en el que está. «Hablo mucho con ellos y dejo que ellos hablen. Escucho, les guardo el sitio que les corresponde. El alumno tiene muchas cosas que decir y para mí es fundamental que se sienta importante en ese punto del recorrido». Y dice que en sus clases no hay cabida para los exámenes. «Para mí eso es una antigüedad, está un poco obsoleto. No me sirve de nada que tú vengas y me sueltes el rollo». No obstante, aclara que también tiene un «as debajo de la manga» y es que en todas sus clases destaca que se guarda el derecho a examen para cualquier momento. «Pero nunca pasa, todos me responden súper bien en esta metodología».

Claudio Molina
Claudio Molina impartiendo un curso de formación.

En todos sus cursos Molina suele presentar un contenido con diferentes herramientas, pero es el alumno el que escoge el temario con el que se va a implicar durante la asignatura. «Le creo una carpeta personal a cada estudiante —en Google Drive—, y dentro de esa carpeta le creo cuatro categorías y a lo largo del curso le voy dejando material para que lo vaya realizando. Dos investigaciones por trimestre, un proyecto a final de semestre…». Y desvela que su pequeño secreto es conseguir que ellos tengan una visión de futuro con el material que él les ofrece. «Yo le cuento la teoría, pero luego el propio alumno se implica en su investigación hasta tal punto en que crea un proyecto privado, muy propio». Pero sobre todo, su docencia hace especial hincapié en la vida laboral tras la formación académica. «Siempre he ofrecido al alumno lo que hay en la calle para que la educación no sea una mera teoría, porque es muy importante que el alumno no venga solo a aprender, sino que cuando aprenda, vaya desarrollando estrategias y recursos para cuando luego se incorpore al mundo laboral», concluye el jienense.

Fuente de la Entrevista:

https://www.lavozdelsur.es/las-claves-para-ser-el-mejor-docente-hago-todo-lo-posible-para-que-trabajes-y-mejores

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El Plan Bolonia

España / 2 de enero de 2018 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia. Educación y Filosofía

Acabo de leer El Plan Bolonia, de Carlos Fernández Liria y Clara Serrano García, lectura que me ha satisfecho sobremanera por su claridad y por la elocuencia con que se apuntan las cuestiones que llevo años incubando en mi pensamiento en torno a la vorágine que vivimos en la universidad española. Como los autores, pienso que estamos en un momento más que delicado y peligroso en la evolución de esta longeva institución que llamamos “universidad”, que se encuentra no ya en medio de una reformita parcial de aspectos secundarios, sino en una contundente transformación de su esencia que podría tildarse de desaparición de la universidad que veníamos conociendo desde su fundación en el medievo.

Hay que recordar que la universidad consagra un elemento que me parece fundamental en el desarrollo de la ciencia y el pensamiento desde antes de la Edad Media, diría que desde los inicios de la razón helénica, de la filosofía y la reflexión acerca de lo que le constituye a uno y por tanto acerca de la propia civilización. Esta reflexión ha requerido dos cosas sencillas: ocio y desinterés, o mejor dicho, un único interés que se ha perseguido con afán religioso: el de la verdad porque sí, su búsqueda e indagación por amor al arte. La universidad ofreció en el Medievo el marco institucional para que se pudiera dar la investigación, o sea, el contexto posible para una vida dedicada al conocimiento, que proporcionara el “aburrimiento” necesario para que se pensaran las cosas no una, sino mil veces, o millones. Sin esto, y lo prueba la historia, no habríamos descubierto nada, aunque los descubrimiento tecnológicos que han transformado nuestra vida han venido como efecto secundario de esa investigación básica y primaria que un joven físico teórico debía defender, en cierto documental excelente sobre los avances en la Física actual, como requisito necesario para ofrecer en un segundo momento que no debe condicionar al primero, los descubrimientos útiles y lucrativos que busca la sociedad o las empresas desde un punto de vista más práctico.

En el siglo XVIII creo que se da la segunda gran revolución académica que introduce las ciencias en el conocimiento más elevado y que, de la mano de Humboldt y la Bildung alemana, aúna docencia e investigación como un todo en el profesor, y además desarrolla un variado plan de estudios, el de los Gymnasios alemanes, que no renuncia a la formación clásica que hoy llamamos humanística o de letras,  ni tampoco al ejercicio físico ni por supuesto a la ciencia más avanzada, al concienzudo estudio de la Física o las matemáticas, por ejemplo.

Yo, de un modo quizás no bien expresado, relacioné toda esta ingente labor que llamamos conocimiento con los requisitos de una religión (aquí), de una religión del saber, que imita, en la figura del profesor e investigador, en su habitus, al viejo anacoreta o ermitaño. Se trata de la entrega desinteresada y apasionante a lo que uno quiere saber por encima de todo, con ascetismo, en la pobreza y riqueza que Platón asociara por boca de Socrates con el amor (a la sabiduría). Es lo que la universidad medieval institucionalizó, ofreciendo el marco social posible para ello, al modo de los monasterios y como institución eclesiástica que fue, salvo pocas excepciones, en sus primeros momentos y prácticamente hasta el siglo XVIII. Así, la pedagogía universitaria consistía sobre todo en la transmisión del amor por un conocimiento que, en primer lugar y sobre todo, era cultivado y amado, hasta el punto de esculpir su propia alma con el mismo, por el profesor. Es este fuego el que después en el aula ardía, propiciado también, por supuesto, por unos alumnos que habían hecho, pues podían y estaban en el lugar para ello, también sus “votos”. Bien es cierto que en este modelo universitario, en el que sobre todo se conoce más allá de fines prácticos pero que ha propiciado la técnica y los grandes descubrimientos que hoy hacen más cómoda nuestra vida, podía haber, hasta hace apenas diez años, y sigue habiendo, profesores sin amor por la docencia que o por ello, o por puro desconocimiento hondo de la materia que enseñan, fracasaban en sus clases. Pero nunca podía darse un buen pedagogo o didacta que no fuera profundo conocedor y amante de lo que enseñaba. Es decir, era una universidad en la que se requería una cierta dignidad del profesor y su libertad, por encima de todo, para enfocar la enseñanza y que incluso nuestra Constitución Española reconoce bajo la figura de la libertad de cátedra. El espacio universitario era el marco adecuado que, impermeable a lo más práctico, podía propiciar el avance científico, solamente dado cuando existe esta entrega, en el silencio y el ocio productivo.

Esto, en nuestros tiempos, ha sido posible por haberse enmarcado la universidad en el Estado de Bienestar y por la creación, desde tiempos ilustrados, del profesor vitalicio y funcionario (lo que garantiza su libertad por no depender de contrataciones). Pero, en el contexto de ataque a este modelo económico desde posturas neoliberales, en lo que se ha denominado de auténtica revolución de los ricos contra los pobres, ya no tiene cabida algo financiado por dinero público que subsista como si flotara inmune al mercado. En el mundo en el que todo lo decide el mercado, había que reconvertir la vieja universidad pública, lo cual además ofrece un suculento negocio que consiste no tanto en privatizar por completo la misma, como se ha creído, sino en convertirla en mina de dinero público que puede fluir a la empresa privada, que con su participación en la universidad obtiene mano de obra semiesclava e ingentes beneficios, haciéndose con los resultados de las investigaciones, decidiendo su curso y objeto, y además teniendo para sí una sumisa mano de obra de profesores reconvertidos en flexibles empleados (ya no caducos y “vagos” funcionarios) dispuestos a ser despedidos o a no promocionar si sus investigaciones no obtienen fondos privados o pasan las evaluaciones del organismo que en España se ha elevado como cómplice de toda esta revolución mercantilista: la ANECA. Ésta, en función de variables asociadas al mercado, como la evolución laboral de los egresados o la utilización de los resultados de investigaciones por empresas privadas, valora, en definitiva, si una titulación y, a la larga, incluso una Facultad puede tener sentido (o por supuesto la carrera individual de un investigador).

El concepto de estudiante también cambia profundamente. Ya no es el antiguo modelo que disfrutando de un cierto ocio podía conocer durante un tiempo de su vida las virtudes de una vida entregada al conocimiento, a leer, a cultivar libremente idiomas o música, a pintar, a solazarse, a desarrollar una intensa y alegre vida social, amparado por un nicho social institucional que inmune e impermeable al mercado se regía sola y exclusivamente por el conocimiento en sí, sino quien cultiva competencias cuya adquisición habrá de probar no tanto con sus títulos, sino con una atareada y complicada trayectoria a lo largo de estudios cada vez más “prácticos”. No va a tener tiempo ni posibilidades de profundizar en una disciplina para acabar sabiendo más incluso de lo que le hará falta para trabajar, lo que era reflejado por las viejas licenciaturas y títulos, sino que habrá de pasar por una serie de cursos técnicos y superficiales, acostumbrándose al cambio constante y a aprender sólo para satisfacer los requerimientos de las empresas que lo van a contratar.

Con todo esto, estamos ante algo más que una reforma. Se trata, es obvio, de un cambio sustantivo que atañe a los más hondos cimientos de la noble y vieja institución que se dio en llamar “Templo del saber”. Me duele, como pedagogo, que en todo esto se haya utilizado a la pedagogía que siempre ávida de hacerse un hueco entre las más antiguas disciplinas, confundiendo el enseñar con un aprender a aprender vacío de contenidos y que no se relaciona con esa profundización en la propia materia que a mi juicio es la que de verdad enseña a enseñar al profesor. Se ha ido desdibujando el papel del enseñante, del docente, en un cómplice acto de privación de su dignidad, su potencial y libertad para decidir y tirar del alumno hacia el interior del complejo mundo de una materia o disciplina, pretendiéndose con una falsa idea de progresismo, lo que ha convertido el saber en mera adquisición de “competencias”. Así, cierta pedagogía y ciertos pedagogos están actuando de ideólogos y cómplices, con la excusa de una calidad determinada por el mercado (el mismo mercado que mata de hambre y falta de medicinas a dos tercios de la humanidad), de esta destrucción de la universidad. Esto me duele y siento tener que escribir de ello, pero lo grave y perentorio del momento nos obliga.

Escrito después de la lectura de:

Fernández Liria, C. y Serrano, Cl. (2009). El Plan Bolonia. Madrid: Catarata.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2017/04/el-plan-bolonia.html

Fuente de la Imagen:

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Hablemos de educación

España / 30 de diciembre de 2017 / Autor: Carlos Magro / Fuente: Co.labora.red

“Cuando el corto plazo, cada vez más común, desplaza a una praxix vinculadora a largo plazo, que sería, a su vez, una forma de final, aumenta la atemporalidad, reflejada en el ámbito psicológico como angustia e inquietud. La creciente discontinuidad, la atomización del tiempo, destruye la experiencia de la continuidad. El mundo se queda sin tiempo.”

Byung-Chul Han. El aroma del tiempo

Te propongo que respires, que cojas aire y aminores un poco tu ritmo. Si estás caminando, que apacigues tu ritmo. Dejes, por un momento, de dirigirte hacia un punto concreto y comiences a pasear, a vagabundear, a deambular y a callejear. Te propongo que te tomes los próximos minutos (lo que tardes en leer esto) con un poco más de calma de lo normal. Que te demores en pensar y te pares a escuchar a tu alrededor. Que te des un poco de tiempo para hablar no solo sobre lo urgente, sino también de lo importante. Te propongo que abandones por un momento las opiniones apresuradas, dejes de lado las afirmaciones rotundas y suspendas por un rato los juicios taxativos. Y que, después, te demores un rato en hablar con otros no solo sobre lo que hay que hacer, sino también sobre lo que queremos hacer. No solo sobre lo que pasa sino, sobre todo, sobre lo que nos pasa. Te propongo que hablemos de educación.

Aprender se ha vuelto una actividad imprescindibleEducar también. Nunca como hasta ahora había habido tanto interés social por la educación, ni tanta demanda de formación. La educación importa, nos importa. La educación interesa a la sociedad, nos interesa, nos interesa mucho.

Podemos decir que vivimos, por fin, en la sociedad del aprendizaje anunciada hace casi cinco décadas. Una sociedad en la que, paradójicamente, se está produciendo una brecha creciente entre las necesidades sociales de educación y los resultados que los sistemas educativos son capaces de generar, y que nos reclama un cambio profundo en nuestras formas de aprender y de enseñar, desafiándonos a repensar la educación. Cada día pedimos más a la educación porque sabemos que solo las personas capaces de aprender podrán encarar con alguna garantía el futuro.

Tutoria da Infância, Lisboa, Portugal https://flic.kr/p/57JwBu

Tutoria da Infância, Lisboa, Portugal https://flic.kr/p/57JwBu

Estamos viviendo, probablemente, la mayor oportunidad de reescritura de la educación tradicional de las últimas décadas. Tenemos la oportunidad, pero también la responsabilidad de trabajar por una educación mejor, por una educación transformadora. Es un buen momento para soñar y trabajar por la escuela que queremos.

El acuerdo social y profesional sobre la necesidad de la transformación educativa es lo suficientemente amplio como para extender al conjunto del sistema educativo los procesos de cambio que ya se están produciendo, liderados por miles de docentes, en cientos de centros educativos. Hay un enorme (y real) interés social por dialogar sobre educación y por contribuir a su transformación. Interés que está condicionado por la falta de espacios en donde el debate educativo se produzca sin manipulación.

Juan Carlos Mejía. Al final de clase. https://flic.kr/p/nzV6FN

Juan Carlos Mejía. Al final de clase. https://flic.kr/p/nzV6FN

El debate educativo está secuestrado y mal alimentado. Sufre la anemia provocada por su altísima polarización en torno a enfrentamientos partidistas, intereses corporativos y, últimamente, por la estrechez interpretativa provocada por los datos de las agencias económicas internacionales. Carece de profundidad y de diversidad. Ni hablamos sobre los temas relamente importantes, ni hablamos todos.

En este escenario, buscar el acuerdo no parece un objetivo necesario, como tampoco lo es la preocupación por los intereses de los alumnos. Sin embargo, más allá de los debates partidistas, comerciales, corporativos o académicos que atraen la mayor parte de la atención de los medios, hay mucha vida en la educación española.

En la Asociación Educación Abierta llevamos tiempo pensando que ha llegado el momento de hablar de educación. Hablar, de verdad, de educación. Pensamos que ha llegado el momento de abrir un debate, pausado y razonado, que nos permita ampliar el campo del diálogo, incorporando voces y experiencias al debate educativo.

Si realmente queremos cambiar la educación es necesario crear espacios en donde podamos escuchar las voces de todos los que nos consideramos afectados por la educación. La mejora de la educación es una responsabilidad social. Es una responsabilidad de todos.

Pedro Ribeiro. Reforço após a aula. https://flic.kr/p/81YLZV

Pedro Ribeiro. Reforço após a aula. https://flic.kr/p/81YLZV

Calmar la educación nace con la voluntad de abrir un diálogo crítico sobre educación. Abrir un diálogo distinto para conseguir un sistema educativo distinto. Abrir un debate sobre aquello que nuestros esfuerzos educativos deben tratar de conseguir. Debatir sobre cuáles deben ser los parámetros de una buena educación y sobre qué entendemos que es educativamente deseable. Calmar la educación propone retomar el debate sobre los fines de la educación (por qué educamos). Calmar la educación aspira a redefinir el mapa del debate educativo, liberandolo de sus inercias, ampliando sus escenarios, aumentando los temas de debate e integrando nuevos participantes y nuevas voces. Superar la manera generalmente crispada con que se han planteado los temas educativos.

Calmar la educación busca poner como prioridad lo que sucede a los alumnos, y por tanto, a sus familias. También lo que les sucede a los docentes.

Calmar la educación parte de la evidencia de que la enseñanza hoy en día es complicada, no es sencilla, como bien han señalado Andy Hargreaves y Michael Fullan. Y que ser docente es una tarea complejalaboriosa, paciente y difícil. Mucho más de lo que la gente cree y muchísimo más de lo que piensan los políticos, como bien ha apuntado Francisco Imbernón. Y por tanto, que no se trata de innovar contra las escuelas, sino con ellas y que para cambiar la educación es necesario hacerlo con los docentes.

#CalmarEdu pasa por implicar a los actores tradicionales, pero también a los emergentes. Facilitando miradas alternativas para transformar el sistema educativo, prestando atención no solo a lo cuantitativo, los grandes datos y las estadísticas sino también a lo cualitativo, lo pequeño, las múltiples conexiones que se dan cada día, los matices, lo efímero y lo contingente. Hablando más de slow school que de smart school y más de small data que de big data.

El pasado 17 de junio, en Medialab Prado, reunimos a más de 100 personas interesadas en educación, desde alumnos a familias, pasando por docentes, académicos, gestores, agentes sociales, empresarios, responsables educativos, responsables de la administración. Todos ellos participaron a nivel personal.

Marcos de Madariaga. Plaza de Jacinto Benavente. Madrid. 2011. https://flic.kr/p/9KohoL

Marcos de Madariaga. Plaza de Jacinto Benavente. Madrid. 2011. https://flic.kr/p/9KohoL

Como punto de partida pusimos sobre la mesas de trabajo 9 temas de trabajo y 90 preguntas (los alumnos, la inclusión, el currículo, la evaluación, la formación, los espacios y los tiempos en educación,…). 9 temas y 90 preguntas del tipo: ¿Para qué ir a la escuela en el siglo XXI?, ¿De qué hablamos cuando decimos educación inclusiva?, ¿Cómo deben contribuir las familias a la definición y seguimiento de los proyectos de centro?, ¿Cómo promover el aprendizaje entre los profesionales de la educación?, ¿Cómo debe ser un aula?, ¿Cómo integrar el barrio o el pueblo en el aprendizaje escolar?, ¿Cómo organizamos el curriculum?, ¿Es evaluar un elemento imprescindible del sistema educativo?.

Una jornada intensa en la que buscábamos propuestas para cambiar los tiempos en la escuela y para la escuela. En la que buscábamos menos presión y más comprensión para un sistema educativo que ha cumplido de manera más que razonable sus objetivos en los últimos 50 años. Una jornada que nos confirmó el enorme interés que hay por dialogar sobre educación y contribuir a su transformación. Una jornada en la que pudimos escuchar la voz clar y sabia de los alumnos. Una jornada emocionante e ilusionante.

Rafael Edwards. Primera fila https://flic.kr/p/jJQFH8

Rafael Edwards. Primera fila https://flic.kr/p/jJQFH8

Ha llegado el momento de someter a debate las propuestas que de allí salieron y que se han ido consolidando estos últimos meses para, sobre ellas, elaborar una nueva. Nuestro objetivo ahora es que todo el que esté interesado pueda aportar su experiencia, porque todos estamos concernidos por la educación. La legitimidad de las propuestas no pretende ser otra que la que le otorgemos quienes participemos en su elaboración.

Necesitamos tiempo para reflexionar en la escuela, sobre la escuela, con la escuela y para la escuela. Necesitamos tiempo para cuestionarnos cómo construir los valores de una convivencia democrática y cómo deben encarnarse en los alumnos, docentes y familias.

Os invito a entrar en http://calmaredu.educacionabierta.org/propuestas, leer las propuestas con calma y a dejar vuestra contribución en forma de comentario si así lo consideráis. ¡Gracias!

Fuente del Artículo:

Hablemos de educación

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Mar de Fueguitos: los comedores escolares, la comida y el mundo (Audio)

España / 30 de diciembre de 2017 / Autor: Mar de Fueguitos / Fuente: 97FM Irratia

Charlamos de los comedores escolares en Euskadi con Lurdes Imaz, coordinadora de la Confederación de Asociaciones de Madres y Padres de la Escuela Pública Vasca (EHIGE) e Irantzu Duro, investigadora de Laia Ekosormena y autora del informe “Comedores escolares en la CAV. ¿Cómo son y cómo podrían ser: calidad alimentaria, potencial educativo y vínculo local?”. Además, escuchamos un par de poemas de Antonio Orihuela y Escandar Algeet y varias canciones de “Antigua y barbuda”, el último disco de Ángel Stanich.

 

 

Fuente: 

los comedores escolares, la comida y el mundo

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La lectura en España. Informe 2017

España / 30 de diciembre de 2017 / Autor: Ministerio de Educación y Cultura / Fuente: Universo Abierto

Tercera actualización, tras las ediciones de 2000 y 2008, de un estudio publicado por la Federación de Gremios de Editores de España, con la colaboración del Ministerio, y coordinado por José Antonio Millán que aborda la situación de la lectura a través de la mirada de una serie de expertos que analizan, entre otras cuestiones, la producción editorial, el sistema bibliotecario, la transformación de las librerías, la influencia de Internet en los hábitos lectores o las políticas culturales y educativas en el fomento de la lectura.

Link para la descarga:

https://www.mecd.gob.es/dam/jcr:d74e5756-2ceb-44bc-bedf-6e35d0357aed/lectura-espana-2017.pdf

Fuente de la Reseña:

La lectura en España. Informe 2017

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Educación Alternativa. Un fenómeno que cuestiona el Statu Quo Académico (conversatorio con Reevo)

España / 30 de diciembre de 2017 / Autor: Malajaula / Fuente: Youtube

Publicado el 22 dic. 2017
Un conversatorio sobre Educación Alternativa en Latinoamérica desde la experiencia de Reevo, un proyecto colectivo que impulsa el fortalecimiento y construcción de redes de educación alternativa con sentido crítico y transformador.
Un recorrido de los últimos años, momentos importantes, eventos y proyectos destacados, y la situación actual de las redes de acción colectiva en el tema. https://red.reevo.org/events/event/vi…
Actividad organizada por Malajaula en la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=qREENuH0ZVs
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El orden en la educación. El espíritu de la filosofía jónica en la paideia

España / 30 de diciembre de 2017 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia. Educación y Filosofía

La nueva educación que surge, estrechamente ligada al proceso de racionalización dado en la Grecia clásica, asume el modo legaliforme de organizar el mundo, la ley y el orden que se encuentran en el mismo. Es decir, la educación que consistía en un proceso implícito, en gran medida inconsciente, intuitivo, como aparecía en el mito, a modo de una seducción que plasmaba “homéricamente” un ideal mediante la alabanza del mismo y el elogio del héroe, ahora se va convirtiendo en una labor organizada, programada y medida. En realidad, la paideia va consistiendo también en acoplarse a un ritmo, sólo que el ritmo del mundo “racional” emergente es el de su gramática, el de su estructura y esqueleto que trazan rutas y cadenas causales. Hay, desde luego, un cierto sentir sagrado, una escucha del elocuente silencio del mundo, pero traduciendo método y lenguaje míticos a un plano inmanente, insertando en el mismo el perfil y los trazos abstractos de lo que antes eran causas gloriosas y tremendas.

Todo parece ceder a un arrullo de bellas proporciones, al rumor del número y de la gramática que sostiene y vitaliza desde dentro las otrora imágenes grandiosas de coloridos esplendores. Una razón, pues, que ya estaba implícita e intuida en el propio mito y que surge en la medida que se descarnan las viejas conmociones de las que, quizás, permanece un extraño eco, como un mudo resonar en la materia humillada. Así, ciencia y logos son, en gran medida, una transformación del mito que mantiene sordamente vigente algunas esencias. Los dos extremos y este proceso son descritos por Jaeger de esta manera: “Podríamos decir, parafraseando la afirmación de Kant, que la intuición mítica sin el elemento formador del logos es todavía ‘ciega’, y la conceptuación lógica sin el núcleo viviente de la originaria ‘intuición mítica’ resulta ‘vacía’. Desde este punto de vista debemos considerar la historia de la filosofía griega como el proceso de progresiva racionalización de la concepción religiosa del mundo implícita en los mitos” (p. 151).

Este estrechamiento y vaciamiento de contenidos hecho al mito, supone también una transformación del viejo hombre religioso o el sacerdote en una actitud teorética, en un bios theoretikós contemplativo, descarnado como el propio mito, que ejerce y piensa la realidad como sabio, que la estudia y medita austeramente. No dudamos que esto puede haber alcanzado incluso un ámbito tan cercano como el denominado “templo del saber” de nuestra vieja universidad (anterior al proceso de Bolonia) que siendo lugar también de investigación y estudio (¡y educación, pues la pedagogía sigue estando asociada al estudio y la racionalización del mundo, la razón a una paideia!) es a la vez religión.

Centrándonos en los siglos VII y VI a. C., mucho antes de la universidad medieval que estudiaremos más adelante, lo que entonces podía verse discurrir por los senderos de Grecia eran caminantes cuya actitud espiritual consistía en dotar de ley y organización al mundo natural (estamos en la Jonia de la filosofía natural de los denominados filósofos presocráticos, los primeros filósofos de la historia occidental), seres indiferentes a los valores que movían las vidas corrientes de sus coetáneos, a los que daba igual la riqueza y que cultivaban en este sentido un cierto ascetismo personal semejante al que aplicaban a la materia. Buscaban una profundización del ser por sí mismo, una afanosa persecución de la inmanencia, el logro de una dignidad, aunque austera, para la materia, que consistía en no percibir nada más sagrado que ella misma, causa y principio de sí misma y por tanto explicada desde sí. Ajenos a la sociedad, fueron pioneros en el ejercicio de una nueva libertad que permitía, desde su excentricidad, emitir juicios sobre un mundo que escrutaban con ajena pasión. Esta pasión que podría ser tachada de inhumana o deshumanizadora, era precisamente el precio y la condición para un sobrio análisis crítico de la realidad o, mejor dicho, de las concepciones dominantes sobre la realidad. La crítica del mundo social surge en estrecho vínculo con el distanciamiento existencial vivido por estas nuevas figuras sociales, estos primeros intelectuales, quizás, conocidos por la historia. “El pensamiento racional actúa ya en este primer estadio como materia explosiva. Las más antiguas autoridades pierden su validez. Sólo es verdad lo que ‘yo’ puedo explicar por razones concluyentes, aquello de lo cual ‘mi’ pensamiento puede dar razón” (p. 154). Todo ello producto del desarrollo de la individualidad. Pero la imagen del mundo como cosmos que sostiene sus teorías es, mantiene Jaeger, una persistencia de lo religioso, o sea, ¡constituye una forma de religión! (p. 159). Esto es porque lejos de ser una mera descripción de hechos, la adhesión de una plantilla legaliforme en el mundo y en la materia es una especie de atea sacralización de la misma, como si el esqueleto ferozmente causal de las mitologías se trasplantara ahora al mundo, que se sostiene y crea desde sí.

La doble cara de este proceso de racionalización es la vivencia, por un lado, de la fugacidad y precariedad de la materia, que causa estupor a todos los filósofos griegos hasta Aristóteles y por supuesto a las escuelas helenísticas (pienso en el estoicismo ya tardío de un Séneca o Marco Aurelio) y por otro lado, la logificación, el íntimo ajuste a una legalidad que en medio de los cambios, puede explicarlos y dota de unidad y sentido al mundo erigido, gracias a ello, en cosmos. Un orden que se insertaba en la sociedad también, en la polis, con el derecho, con la escritura, fijación y estructuración de la norma o nomos que, en este sentido, sigue el mismo principio de organización imperante en la physis o naturaleza. Esta íntima legalidad en la forma de proporción y orden causal es expresada por el número que fue antes una esencia cualitativa que cuantitativa, según recuerda Jaeger (p. 162).

Respecto a la paideia, cabe indicar que la educación surge en conexión con este orden y consiste, esta es la principal novedad y gloria de los griegos, inventada por ellos, en una armonía vinculada al número. La puesta en concordancia del individuo con el cosmos que anida en el universo, con su constitutiva legalidad. Desde aquí, se erige una normatividad que regula, pautadamente, cómo hay que conformar al hombre y que se expresó, ya en el siglo VI, en las creencias órficas, tras la efusión disolvente del naturalismo del siglo VII a. C. Su desarrollo del concepto de alma fue un paso fundamental en el surgimiento de la conciencia personal humana (p. 166). El hombre se debe filtrar por el tamiz de la desmitologización y concordarse con el ritmo íntimo, con el logos, que dota de orden a la realidad. Así lo vemos en Jenófanes que desde estas ideas plantea la reedificación de un hombre nuevo, del hombre racional, en un movimiento de la razón jónica que vuelve al interés por los asuntos humanos pero que en lo fundamental sigue la línea de racionalización de la filosofía natural de los demás filósofos jónicos o el pensamiento del ser de Parménides. Esta labor pedagógica y terapéutica de la filosofía suele salir en mis primeras clases de filosofía de la educación, es decir, la poesía de Jenófanes que, como hemos dicho, aplica las nociones desarrolladas en Jonia a la crítica social y a la hermenéutica crítica y disolvente del mito. 

Obra comentada:

Jaeger, W. (1990). Paideia: los ideales de la cultura griega. Madrid: FCE.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2017/02/el-orden-en-la-educacion-el-espiritu-de.html

Fuente de la Imagen:

http://mejoramientoacademicolinapallares.blogspot.mx/2011/01/educacion-griega.html

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